Está en la página 1de 4

Martin Luther

Origen y formación

Martín Lutero nació en Eisleben el 10 de noviembre de 1483, hijo de un campesino


acomodado, convertido en explotador de minas de cobre. Estudió con los Hermanos de la
Vida en Común (devotio moderna). En 1501 ingresó en la Universidad de Erfurt,
licenciándose en Filosofía en 1505. Siguiendo los deseos de su padre, se matriculó para cursar
Derecho. Pero ese mismo año 1505, tras una gran tormenta, decidió ingresar en el monasterio
agustino de Erfurt, para dedicarse por completo a la salvación de su alma. La entrega al
estudio de la Sagrada Escritura y de la Teología, y el fiel cumplimiento de la ascética vida
conventual no consiguieron convencerle de que podría conseguir la salvación; al contrario,
le hicieron más consciente de sus pecados. Tras ser ordenado sacerdote, fue enviado a
estudiar Teología a la Universidad de Wittenberg, donde se doctoró en Biblia en 1512 y
comenzó a impartir docencia. Y en 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo
su cargo 11 monasterios.

Durante esta primera etapa de su vida de éxitos religiosos y universitarios, Lutero esconde
una gran angustia existencial. Entre 1505 y 1515 no le preocupan los abusos de la Iglesia
Católica, sino la salvación de su propia alma. Formado en las desesperanzadoras enseñanzas
del occamismo y convencido de la naturaleza pecadora del hombre, Lutero acabó
encontrando la solución en la sola fide, esto es, llegó a la conclusión de que Dios no juzga a
los hombres teniendo en cuenta las obras buenas y las malas, sino que le justifica y salva si
tiene fe.

La disputa sobre las indulgencias

Lutero se dedicó a enseñar su interpretación de la justificación por la fe en las aulas de la


Universidad de Wittenberg. Ello no le trajo problemas. En cambio, sí se convirtió en el centro
de las polémicas tras la disputa sobre las indulgencias.

La Santa Sede recaudaba ingresos gracias a la venta de “indulgencias”, bulas que aseguraban
la remisión de parte de las penas del purgatorio. Indignado por la predicación de un dominico
que había ido a vender indulgencias a Sajonia, para recaudar dinero para financiar la
construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, el 1 de noviembre de 1517 fijó en la
puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg un documento en latín que contenía 95 tesis,
que denunciaban la ineficacia de las indulgencias, ya que solo Dios -y no el papa- podía
perdonar las penas del purgatorio, y los intereses económicos que escondía este tráfico.

Las 95 tesis fueron traducidas al alemán e impresas. Se difundieron muy rápidamente por
Alemania y por toda Europa. Entre 1518 y 1520, hubo diversas disputas entre los
representantes papales (fundamentalmente dominicos) y el propio Lutero. Las posturas se
fueron radicalizando y Lutero terminó afirmando su pensamiento teológico:

 Rechazo de la autoridad del papa y de los concilios.


 Revalorización de las Escrituras (sola scriptura) para reforzar la fe.
 Inexistencia del purgatorio.

La ruptura con la Iglesia romana

Durante los años de las disputas, Lutero contó con el apoyo de algunos humanistas (como
Ulrich Von Hutten y Philipp Melanchthon), estudiantes de Wittenberg y Erfurt, ciudades
como Nüremberg o Constanza, y la pequeña nobleza renana. Dichos apoyos le permitieron
difundir sus ideas con rapidez.

En 1520, Lutero publicó tres grandes tratados:

 El Papado de Roma, en el que defendía que el papa no tenía ninguna autoridad divina
y que estaba sometido, al igual que los demás fieles, a la Palabra.
 A la nobleza cristiana de la nación alemana, en el que definió la doctrina del
sacerdocio universal y afirmó la posibilidad de todos los hombres de leer e interpretar
libremente las Escrituras.
 De la libertad cristiana y la cautividad babilónica de la Iglesia, tratado en el que
criticó el uso de los sacramentos como medio para el refuerzo de la autoridad
sacerdotal, la validez de solo el bautismo y la comunión, y la teoría escolástica de la
transustanciación.

La exposición del pensamiento de Lutero motivó la represión de la Sede Apostólica, que por
medio de las bulas Exurge Domine y Decet Romanum Pontificem, condenó las ideas del
teólogo alemán y terminó excomulgándole a él y a sus partidarios.

A principios de 1521, Carlos V ordenó a Lutero comparecer ante la Dieta de Worms. En ella,
el agustino reafirmó todo su pensamiento y se marchó de Worms. Poco después, el emperador
publicó el Edicto de Worms (25-5-1521), declarando a Lutero prófugo y hereje, y
prohibiendo sus obras.

Lutero fue protegido por Federico de Sajonia, siendo escondido en el castillo de Wartburg.
Allí se dedicó a traducir al alemán la versión de Erasmo del Nuevo Testamento.

La expansión del luteranismo

Entre 1522 y 1526, Lutero reforzó sus posiciones:

 Frenó a los extremistas (Andreas Karlstadt).


 Hizo manifiesta su oposición al anabaptismo.
 Rehusó apoyar la rebelión de los caballeros contra las posesiones temporales de los
obispos renanos.
 Condenó la revuelta de los campesinos de Suabia.

Entre 1524 y 1525, Lutero rompió con los humanistas. La convergencia inicial (basada en la
primacía de las Escrituras, el desdén por los ritos y las devociones tradicionales, y la
hostilidad por determinadas órdenes religiosas) dio paso a serias divergencias doctrinales.
Frente a los humanistas, que creían en la bondad natural del hombre, en el valor de las obras
y en la posibilidad de cooperar con la obra divina, Lutero afirmó la impotencia del hombre
pecador y la independencia de la salvación respecto a las buenas obras. Erasmo publicó en
1524 De libero arbitrio, defendiendo la libertad del hombre en oposición a la predestinación
y el valor de las obras. Y Lutero le respondió brutalmente en 1525, con la publicación de De
servo arbitrio, afirmando la relación de dependencia entre gracia divina de la fe y la salvación
del hombre.

Durante los años siguientes, la Reforma se extendió por Alemania (Sajonia, Hesse, Baviera,
Baden-Wurtemberg, Brandenburgo) y llegó al reino de Suecia de la mano del rey Gustavo I
Vasa. Para favorecer la organización de las nuevas comunidades, Lutero encomendó a las
autoridades políticas la formación de las iglesias locales, la elección de los pastores y su
vigilancia, y la organización de los ritos litúrgicos. Los príncipes y los gobernantes de las
ciudades imperiales se apresuraron a implantar la reforma, pero más que por fervor religioso,
por intereses económicos, ya que se apropiaron de los bienes de la Iglesia católica.

Carlos V intentó frenar la expansión evangélica en la Dieta de Spira (1529), pero la minoría
luterana “protestó” contra las intenciones imperiales, hecho que generalizó la denominación
de “protestantes”. La actitud de Carlos V les llevó a la constitución de la Liga de
Schmalkalden.

Las guerras contra turcos y franceses impidieron al emperador ejecutar sus planes en
Alemania. A finales de 1545, los protestantes fueron convocados al Concilio de Trento, pero
se negaron a asistir. Poco después, el 28 de febrero de 1546 murió Lutero en Eisleben. La
guerra contra la Liga de Schamalkalden se resolvió con la victoria imperial de Mühlberg en
1547. Carlos V impuso el Interim de Augsburgo, ordenando la tolerancia a los protestantes
y la restauración del culto católico en todo el Imperio. No obstante, los príncipes se resistieron
y estalló de nuevo la guerra. La situación alcanzó una solución definitiva en 1555 con la
firma de la Paz de Augsburgo, que reconoció el principio “cuius regio eius religio”.

Pensamiento político

Lutero se preocupó por definir el comportamiento del cristiano en su vida temporal, tocando
temas como la familia, el trabajo, la economía, las ciencias, las artes o la política. En general,
creía que la fe del cristiano debía hacerse explícita en las obras de la vida civil, y que el
cristiano debía realizar su trabajo para servir al prójimo y glorificar a Dios.

A Lutero no le interesaba especialmente el mundo de la política, pero tuvo que reflexionar


sobre él con motivo de los disturbios que agitaron Alemania entre 1523 y 1525, y cuando los
príncipes protestantes se enfrentaron al emperador.

La base de su pensamiento político se encuentra en la doctrina de los dos reinos y de los dos
regímenes, siendo “reino” un tipo de sociedad y “régimen” un tipo de gobierno. Partiendo de
las ideas de San Agustín, Lutero piensa que los hombres se agrupan en dos tipos de sociedad:
la de los cristianos verdaderos y la de los no cristianos. El reino espiritual, al que el hombre
pertenece para asegurar la salvación del alma, está gobernado por Cristo, sus normas son la
ley de Dios (el derecho divino), que es comunicado por la Palabra. Los ministros de este
reino tienen únicamente la misión de evangelizar (pero no tienen autoridad, porque todos los
cristianos son sacerdotes).

El hombre, además, tiene una vida natural en la sociedad temporal, sometida a una autoridad
civil, que tiene como función utilizar la “espada” para evitar las maldades. El poder político
es, por tanto, una institución de origen divino cuya misión es evitar y reprimir la maldad del
hombre para hacer posible la vida en sociedad. De esta forma, obedecer al poder civil es
obedecer a Dios. Los dos regímenes, la Palabra y la espada, son los modos en que Dios
gobierna a los hombres; ambos tienen origen divino.

Aunque el buen cristiano no necesita la espada, se somete a ella por amor al prójimo, porque
la espada es buena para la sociedad. La gestión política es una profesión necesaria para la
sociedad. El cristiano dispuesto a ejercer dicho oficio debe asumirlo porque así sirve al
prójimo. En esta línea, Lutero escribe instrucciones al príncipe cristiano, para enseñarle cómo
debe ejercer cristianamente la autoridad secular.

El poder civil tiene límites; no puede tomar decisiones relacionadas con los asuntos propios
de la fe, ni puede obligar a creer, porque la religión es personal e íntima. La espada no está
al servicio de la religión, sino para castigar a los delincuentes, controlar las obras de
beneficencia y dirigir la educación.

La afirmación del carácter divino de la autoridad lleva implícita la obligación de obediencia


del cristiano al poder temporal. Lutero reflexiona sobre los límites de dicha obediencia,
distinguiendo entre desobediencia y resistencia:

 La desobediencia está justificada cuando el poder ordena algo contra la ley de Dios.
 En cuanto al derecho de resistencia, Lutero comenzó negándoselo a los súbditos de
un príncipe, incluso en situaciones de tiranía. Reconocía que solo Dios podía castigar
a los tiranos y que estos eran castigos enviados por Dios a los pueblos por los pecados
cometidos. En cambio, cuando los protestantes comenzaron a pensar en el recurso a
la oposición armada para hacer frente al emperador, Lutero admitió el derecho de
resistencia de los príncipes respecto al emperador. Y al final de la década de los 30,
Lutero reconoció explícitamente el derecho de resistencia contra el emperador
afirmando que Carlos V era un soldado del papa y que este era un monstruo contra el
que era lícito luchar. Por tanto, la doctrina luterana enseña que el súbdito privado
nunca tiene derecho de resistencia, y que las autoridades civiles pueden tener derecho
de resistencia respecto de otra autoridad superior por motivos políticos (cuando el
tirano incumple las condiciones del pacto “feudal” con los príncipes) o religiosos
(cuando el tirano se convierte en agente del diablo).

El pensamiento político de Lutero es conservador. El orden social es definido por la


Providencia y el cristiano debe respetarlo. Este quietismo político y social queda confirmado
por su pensamiento económico. Lutero consideraba la agricultura como la base del modelo
económico. Aceptaba con recelo el comercio, defendiendo el concepto medieval del precio
justo. Y era partidario de la licitud del préstamo con interés moderado. Estas líneas
económicas contrastan totalmente con las posturas calvinistas

También podría gustarte