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CAPÍTULO 1

Introducción

GUARDA EL DEPÓSITO QUE TE HA SIDO CONFIADO

La primera carta a Timoteo forma, junto con la


segunda y con la carta a Tito, el grupo de las cartas
pastorales. Todas son muy semejantes entre sí por la
forma y por el contenido. Las tres van dirigidas a
individuos particulares y son al mismo tiempo escritos
oficiales destinados a las comunidades que Timoteo y
Tito gobiernan como pastores. Las tres tratan de las
obligaciones del cargo de pastor y se ajustan a un
esquema semejante. Las tres presuponen una misma
situación histórica y forman, por su estilo, su
vocabulario y su tono, una unidad.

Estas cartas pastorales proceden del último periodo de


la vida del apóstol Pablo. Después de la liberación de la
primera cautividad romana, en el año 63, el Apóstol
hizo probablemente un viaje a España (*), del que no
poseemos noticias ciertas. Luego se dirigió de nuevo al
Asia Menor y a Grecia, visitó Éfeso y dejó allí a
Timoteo, su colaborador, como representante suyo
(1,3, 4,14) (**).

Timoteo, hijo de padre pagano y cuya madre era una


piadosa cristiana de origen judío, de nombre Eunice
(Act 16,1; 2Tim 1,5), y natural de Listra, en Licaonia,
fue convertido por Pablo probablemente en su primer
viaje misionero (Act 14,6; lTim 1,2); en su segundo
viaje misionero a Listra, Pablo le convenció, cuando
aún era joven (4,12), para que le acompañase en su
misión (Act 16,1-3). Desde entonces acompañó casi
continuamente al Apóstol. En el segundo viaje
misionero, el Apóstol de los gentiles lo envió de Atenas
a Tesalónica con una misión importante (lTes 3,2-6);
en el tercero, lo envió de Éfeso a Corinto con un
encargo difícil (1 Cor 4,17; 16,10s; Act 19,22).
Permaneció con Pablo en el viaje de regreso de Corinto
a Jerusalén (Act 20,4) y durante su primera cautividad
en Roma, en los años 61-63 (Flp 1,1; 2,19; Col 1,1;
Flm 1). En seis cartas se le nombra como remitente y
como colaborador del Apóstol (1 Tes; 2Tes; 2Cor; Col;
Flm; Flp). En la primera carta a Timoteo, que Pablo
escribió hacia el año 65, poco después de su partida de
Éfeso y durante una breve estancia en Macedonia,
recuerda a su representante lo que debe hacer en
Éfeso: luchar contra los falsos maestros dentro de la
comunidad y velar por la organización y por la vida de
la Iglesia que se le ha encomendado.

1. El mismo Pablo se había dedicado al trabajo


misionero en Éfeso durante tres años, desde el 54 al
57 (Act 19); ahora ha dejado a Timoteo en Efeso como
representante suyo (1,2), con el encargo de oponerse
a los falsos maestros que amenazaban seriamente la
vida de la comunidad (1,18-20; 6,11-16). De lo que se
nos dice en la carta no es posible obtener una imagen
clara de estos falsos maestros. Son miembros de la
comunidad cristiana (1,4; 6,4); por tanto, no se han
separado totalmente de ella. Proceden del judaísmo, ya
que se ocupan de fábulas judías y de genealogías (1,4;
4,7). Pretenden orgullosamente ser doctores de la ley
(1,7), a pesar de que no conocen el significado de la
ley. Se glorían de su agudeza al interpretar la Escritura
y de su estricto legalismo (cf. Tit 1,14). Establecen
severas exigencias ascéticas, extrañas al judaísmo,
como la prohibición del matrimonio (4,3). Exigen
además abstenerse de determinados alimentos (4,3).
Todos estos rasgos muestran que se trata de una
forma de falsa doctrina judaizante, que ya nos es
conocida por Col 2,16-18. La razón más profunda de
que estos hombres se separen de la comunidad y
deserten de ella es que han abandonado «las
saludables palabras» de Jesucristo y «la doctrina
conforme con la piedad» (6,3). Esta desviación no se
debe, como los falsos maestros pretextan, a una
comprensión más clara de las verdades reveladas, sino
a orgullo y presunción (6,4). Esta actitud desviada
destruye el amor en la comunidad, desgarra la
hermandad de los cristianos (6,4s). Con palabras
especialmente duras fustiga el Apóstol la ambición de
los falsos maestros, que de la religión hacen un
negocio (6,5). Contra los falsos maestros muestra
Pablo el objetivo de toda predicación cristiana: la
caridad (1,5), y describe cuál es, según la doctrina del
Evangelio, el cometido de la ley del Antiguo
Testamento (1,8-11). A la ambición de los falsos
maestros contrapone la sobriedad de los cristianos
(6,7s) y señala los peligros que amenazan a todo aquel
que corre tras las riquezas (6,9). Como los falsos
maestros representan un gran peligro en el seno de la
comunidad de Efeso, Pablo ha arrojado ya de la
comunidad, con su autoridad, a dos hombres: Himeneo
y Alejandro (1,20). Pero el surgir de estos falsos
maestros, a pesar de lo peligrosos que son para la
comunidad, no debe sorprender ni a Timoteo ni a la
comunidad, pues el Espíritu de Dios lo ha predicho ya
(4,1); también estos acontecimientos forman parte del
plan salvador de Dios. Los falsos maestros no son más
que instrumentos de Satán (4,1); se caracterizan por
una piedad hipócrita (4,2) y llevan en su conciencia el
estigma del pecado (4,2). Sus severas exigencias
ascéticas en lo relativo a la abstención del matrimonio
y de determinados alimentos van contra el orden
instituido por Dios en la creación (4,3s). Sus doctrinas
no son más que «fábulas profanas, propias de viejas»,
a las que Timoteo debe oponerse decididamente, sin
enredarse en discusiones con ellos (4,7; 6,20). En vez
de correr tras los bienes y el dinero, Timoteo debe
perseguir las virtudes que regulan su relación con Dios
y con los hombres (6,11) y luchar en el buen combate
de la fe (6,12). Conjurándole solemnemente, el Apóstol
le exige guardar la fe cristiana, viviendo una vida
auténticamente cristiana, hasta el advenimiento de
Jesucristo para el juicio final (6,13s). Brevemente
resume Pablo al final de la carta lo que quiere de
Timoteo: debe guardar fielmente la doctrina cristiana
de la fe, que le ha sido confiada, y oponerse
enérgicamente a los falsos maestros (6,20).
2. Otra tarea de Timoteo en Éfeso es la de seguir
organizando la comunidad. La comunidad tiene ya tras
sí los primeros años de su existencia; la división de
ministros en «obispos» y diáconos está ya consagrada.
Pablo establece en esta carta Ios requisitos que
Timoteo debe pedir y observar al constituir «obispos»
(3,1-7) y diáconos (3,8-13). Estas normas, según
deseo del Apóstol, no deben aplicarse sólo en Éfeso,
sino en toda la Iglesia del Asia Menor, que forma parte
de la Iglesia total, «columna y fundamento de la
verdad» (3,15). En la gloria del «misterio de la piedad»
confiado a la Iglesia (3,16) se encuentra la razón de las
exigencias que Pablo impone a los ministros. En un
magnifico himno cristológico explica el Apóstol este
«misterio de la piedad» (3,14-16). Pablo da también
instrucciones a su representante sobre los requisitos
necesarios para otro cargo: el de viuda (5,9-16). Estas
mujeres, que deben dedicarse, sobre todo, a tareas de
caridad dentro de la comunidad cristiana, deben ser
personas maduras, realmente probadas en la vida
cristiana (5,9s). El Apóstol no quiere que se admitan
viudas jóvenes a este cargo (5,11). Los peligros que se
derivaban del trabajo de las viudas al servicio de la
comunidad motivaron esta actitud de Pablo (5,11-13).
Se añade a esto su triste experiencia de que algunas
viudas jóvenes son ya presa de Satán (5,16). Su deseo
es que estas viudas jóvenes se casen de nuevo y
atiendan a sus obligaciones de madre (5,14).

3. Una tercera tarea de Timoteo es la de preocuparse


por la vida cristiana de la comunidad de Efeso. Debe
preocuparse de que la comunidad esté bien instruida.
Frente a la predicación de los falsos maestros, que
conduce a sutilezas, litigios y disputas, debe darse
cuenta de que la instrucción cristiana tiene por objetivo
la caridad, el amor auténtico y sólido, que procede de
un corazón puro, de una conciencia sana y de una fe
sincera (1,4s). El Apóstol tiene especial interés en que
su representante se ocupe del culto (2,1-15). La
oración de la comunidad cristiana debe incluir a todos
los hombres, incluso a la autoridad civil (2,1-7). Sólo
una oración que abarque a todos estará de acuerdo con
la voluntad salvadora universal de Dios, que quiere
salvar a todos los hombres (2,4). La oración de los
cristianos debe brotar de un corazón puro, libre de ira
y de doblez (2,8). Las mujeres cristianas no deben
acudir a la oración con exceso de atavíos, sino
adornadas con una vida temerosa de Dios y con
buenas obras (2,9). Movido tal vez por inconvenientes
surgidos en la comunidad, prohíbe el Apóstol que las
mujeres intervengan públicamente en las reuniones de
la comunidad y les señala sus deberes de madre,
impuestos por Dios (2,12-15). La relación y la conducta
de Timoteo con cada uno de los grupos y edades de los
miembros de la comunidad debe estar determinada por
la convicción de que la comunidad es una gran familia
(5,1s).

Especialmente interesante y significativo es el hecho de


que Pablo insista a su representante en que se
preocupe de los más pobres de la comunidad, de las
viudas (5,3-8) y de los esclavos (6,1s). Llama la
atención la forma en que el Apóstol, como pastor
experimentado de almas, separa los diversos grupos de
viudas y se preocupa de que la ayuda caritativa y el
apoyo de la comunidad se apliquen sólo a las viudas
realmente necesitadas y desamparadas (5,3-5). Con
gran insistencia señala la obligación seria que los
cristianos tienen con sus padres y mayores (5,4-8).

Pablo conoce la pesada suerte de los numerosos


esclavos que en las primeras comunidades cristianas
«están sometidos al yugo» (6,1). Las instrucciones que
da a su representante en Éfeso se refieren a los
esclavos cristianos, ya pertenezcan a un señor pagano
(6,1) o cristiano (6,2). Deben preocuparse siempre,
con su vida cristiana y cumpliendo fielmente sus
obligaciones, de que «no se desacredite el nombre de
Dios y nuestra doctrina» (6,1).

Pero la comunidad cristiana de Éfeso, confiada a los


cuidados pastorales de Timoteo, no está formada sólo
por círculos socialmente débiles; hay también ricos en
ella. Por eso es obligación de Timoteo advertir a esos
cristianos ricos de los peligros de la riqueza (6,17-19).
No deben poner su confianza en las posesiones y en las
riquezas, sino en Dios que, en su bondad paterna, vela
por todos (6,17). Deben utilizar sus riquezas para
hacerse ricos en buenas obras y ser así «ricos ante
Dios» (Lc 12,21).

Pablo da después importantes instrucciones a su


representante en relación a los presbíteros que, como
colegio, están al frente de la comunidad (5,17-25). Le
encarga preocuparse de la paga de los presbíteros, que
presiden la comunidad y «trabajan en la predicación y
en la enseñanza» (5,17), y establece la obligación que
la comunidad tiene de sostener a esos hombres (5,18).
Intenta proteger su honra contra las acusaciones y
sospechas infundadas (5,19). Da disposiciones sobre
disciplina eclesiástica (5,20) y desea que a los
presbíteros que falten se les someta a un juicio
imparcial y justo (5,21): Con especial insistencia
recuerda a Timoteo que la elección y consagración de
un presbítero debe ser ocasión de reflexión y examen
serio y maduro (5,22.24s), si no quiere hacerse
culpable de pecados ajenos (5,22).

Cuanto más ejemplar es la vida del pastor, más


floreciente es la vida de la comunidad. Por eso
Timoteo, a pesar de su juventud (4,12), debe
mostrarse en toda su vida como «buen servidor de
Cristo Jesús», guiándose siempre por las «palabras de
la fe» y por la «buena doctrina» (4,6-12). Dejando de
lado las severas exigencias ascéticas de los falsos
maestros, debe ejercitarse en la religión, a la que está
prometida la vida eterna como don saludable (4,8).
Debe preocuparse también de su salud, que es débil
(5,23). Hasta la llegada de Pablo debe dedicarse «a la
lectura, a la exhortación y a la enseñanza» (4,13). A1
ser constituido en su cargo, le ha sido dada una gracia
especial para desempeñarlo, que no puede
desperdiciar. Su fidelidad a la doctrina cristiana de fe y
su vida ejemplar será lo que le conducirá, a él y a su
comunidad, a la salvación (4,15s).
...............
* Cf. Rom 15,23s.28; Carta de Clemente 5.5-7.
** No todos admiten esta cronología de las cartas pastorales de
san Pablo. Otra interpretación las coloca unos veinte años más
tarde y niega que Pablo las haya escrito personalmente. Quien
quiera orientarse en estas cuestiones, que no podemos plantear
aquí, puede leer A. WIKENHAUSER, Introducción al Nuevo
Testamento, Herder, Barcelona 2 1966.
...............

ENCABEZAMIENTO 1/01-02

1. REMITENTE Y DESTINATARIO (1,1-2a).

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por mandato de


Dios, nuestro salvador, y de Cristo Jesús, nuestra
esperanza, 2a a Timoteo, su verdadero hijo en la
fe.

Aunque la carta está dirigida a Timoteo, colaborador y


discípulo suyo durante años, Pablo insiste
enérgicamente en su dignidad y en su cargo de
apóstol. Es «apóstol», enviado plenipotenciario de
Cristo Jesús, y lo es por mandato de Dios. ¿Por qué
esta alusión a sus plenos poderes, a su misión? No se
trata de una carta privada, dirigida sólo a Timoteo. Es
un escrito oficial, una palabra del Apóstol, válida ante
todo para Timoteo, pero también para toda la
comunidad de Éfeso. Tras Timoteo está el Apóstol de
los gentiles con toda su autoridad; tras Pablo están el
mismo Cristo y Dios. Hay que comunicar algo a la
comunidad de parte de Dios y por eso se les pide que
presten gran atención.

Con esta carta, Pablo quiere robustecer la posición de


su colaborador y actual representante en el seno de la
comunidad; quiere darle el apoyo necesario en todos
los problemas relativos a la lucha contra la falsa
doctrina, a la organización y a la vida de la comunidad.
Frente al mensaje de la carta es necesaria, además de
la atención, la obediencia, pues este mensaje que
Pablo nos comunica «proviene de Dios, nuestro
Salvador», nuestro liberador. La salvación de los
hombres, su redención, tiene su último fundamento en
Dios. «Quiso él salvar a los creyentes mediante la
predicación de la locura» (lCor,21). Si, por la
redención, los cristianos han llegado a ser una «nueva
creación» (2Cor 5,17), se lo deben a Dios, «que nos ha
reconciliado consigo por medio de Cristo» (2Cor 5,18).
«Por la gracia habéis sido salvados... y esto... es don
de Dios» (E£ 2,8). Pablo escribe «por mandato... de
Cristo Jesús, nuestra esperanza». Jesucristo es la
esperanza de los cristianos para esta vida y sobre todo
para la eternidad, porque llevó a cabo, en la cruz, la
acción redentora y con ella ganó todas las gracias para
los hombres. Su acción redentora es la causa y el
fundamento de toda salvación para los hombres. Sin
Cristo, los cristianos serían como los paganos, «que no
tienen esperanza» (lTes 4,13).

El destinatario de la carta es Timoteo, «su verdadero


hijo en la fe». Era hijo de padre pagano y su madre era
una piadosa cristiana de origen judío. Fue convertido
por Pablo a la verdadera fe en Listra, probablemente
en el primer viaje misionero (Cf.Act 14,6; 16,1). Por
eso le llama «hijo querido y fiel en el Señor» (lCor
4,17); tiene los mismos sentimientos que Pablo, su
padre espiritual. En la carta a los filipenses le elogia
así: «Pues no tengo otro que participe de mi
disposición de alma, como para ocuparse con tanta
sinceridad de vuestras cosas... Pero de él ya sabéis las
pruebas que ha dado, ya que, como un hijo al lado de
su padre, ha estado conmigo al servicio del Evangelio»
(Flp 2,20-22). ¡Qué semejante tiene que haber llegado
a ser el discípulo al maestro, cómo tiene que parecerse
el hijo al padre, qué unido tiene que estar con él en
fidelidad y amor, para que Pablo llegue a decir estas
palabras magníficas de Timoteo!

2. SALUDO (1,2b).

2b Gracia, misericordia y paz de parte de Dios


Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor.

En vez de emplear el saludo griego («alegría») o judío


(«paz»), Pablo desea al destinatario gracia,
misericordia y paz. Eleva el saludo ordinario, entonces
usual, a un plano superior, cristiano, y desea lo que le
parece más importante: «gracia», la benevolencia
total, inagotable; «misericordia», tan necesaria al
hombre pecador, y «paz», que podríamos calificar,
mejor, como salvación. Fuente de estos dones sólo
pueden ser Dios y Jesucristo, que como Hijo de Dios y
Señor ensalzado es equiparado al Padre. Dios, como
«Padre» nuestro, y Jesucristo, como «Señor» nuestro,
garantizan que este saludo no será un deseo vano, sino
eficaz, y que a Timoteo se le comunicará toda la
plenitud de la benevolencia, de la misericordia y de la
salvación.

Parte primera

LUCHA CONTRA LA FALSA DOCTRINA 1,3-20

En la mayor parte de las cartas del apóstol Pablo


podemos distinguir dos partes: primero recuerda el
Apóstol lo que Dios ha obrado, y muestra así la acción
salvadora de Dios. Después, en una segunda parte,
saca las consecuencias que esa acción salvadora tiene
para la vida cristiana 5. La primera carta a Timoteo
presenta otro esquema, más independiente. Da
instrucciones para luchar contra el error y para resolver
los problemas de organización y de vida de la
comunidad, sin ajustarse a un esquema riguroso. Con
esta carta, Pablo quiere animar a Timoteo a mostrarse
decidido y firme en la lucha contra los falsos maestros
que surgen en Éfeso y robustecer su posición como
representante del Apóstol y responsable de la
comunidad, apoyándole con la fuerza de su palabra
apostólica. Por eso traza en la primera parte de la carta
una caracterización de los falsos maestros, que
propagan una serie de fábulas judías y que pretenden
ser doctores de la ley (1,3-7). Pero estos hombres
tienen una concepción totalmente falsa de la ley, como
enseña el Evangelio (1,8-11). La alusión al Evangelio
que le ha sido confiado lleva a Pablo a dar gracias por
haber sido elegido para proclamar la buena nueva
(1,12-17). A continuación insta de nuevo a Timoteo a
luchar contra la falsificación de la buena nueva, que los
falsos maestros intentan hacer (1,18-20).
...............
5. Cf. ITes; 2Tes; Gá; Rom; Col; Ef.
...............

1. CARACTERES DE LOS FALSOS MAESTROS (1/03-


07).

3 Cuando estaba a punto de partir para


Macedonia, te rogué encarecidamente que te
quedaras en Éfeso. Así podrías exhortar a ciertas
personas a que no enseñaran doctrinas
extrañas...

Pablo, después de la primera cautividad romana (61-


63), en un viaje misionero del que no conservamos
ninguna noticia, había dejado a Timoteo en Éfeso como
representante suyo y responsable de la comunidad
cristiana allí establecida, y había proseguido su viaje
hacia Macedonia. Él mismo se había dedicado
personalmente al trabajo misionero en Éfeso durante
tres años, desde el 54 al 57 (Act 19) y luego, al
despedirse de los ancianos de la comunidad de Éfeso,
en Mileto, antes de salir hacia Jerusalén, les había
insistido en que vigilaran (Act 20,31). En esa ocasión
les había predicho ya que después de su partida
surgirían en medio de ellos «hombres que enseñarán
cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos
de sí» (Act 20,30). Al partir había exhortado a Timoteo
a actuar con decisión contra «ciertas personas», los
falsos maestros. Le escribe esta carta para
recordárselo y para que cuente con un escrito
apostólico oficial que le acredite ante la comunidad.

Pablo ya no puede estar presente en todos sus


antiguos puestos de misión; ya no puede velar
personalmente por las comunidades cristianas. Por eso
deja como representantes suyos a sus discípulos y
colaboradores y los hace responsables de las
comunidades (*). Timoteo es aún imprescindible en
Éfeso y por eso no puede seguir viaje en compañía de
Pablo. Ha sucedido lo que el Apóstol les había predicho
a los ancianos en Mileto, al despedirse de ellos. En la
comunidad han surgido ciertos señores que hablan
«cosas perversas». Estos falsos maestros constituyen
una seria amenaza, porque, aunque es cierto que
siguen perteneciendo aún a la comunidad cristiana,
han entrado por los senderos del error; representan un
gran peligro para toda la comunidad. Ha crecido la
cizaña que el enemigo sembró entre el trigo. En el
curso de la historia de la Iglesia se repetirá
continuamente lo que el Señor había dicho un día a sus
discípulos en la parábola de la cizaña sembrada entre
el trigo (Mt 13,24-30). El Señor ha sembrado la buena
semilla en el campo, después llegará el enemigo y
sembrará la cizaña entre el trigo. Cuando la semilla
crezca y eche fruto, aparecerá también la cizaña.
...............
* Cf. la situación semejante de Tito en Creta: Tit 1,5.
...............

4 ...ni se preocuparan de fábulas y genealogías


interminables, que sólo suscitan especulaciones,
en vez de fomentar los designios de Dios,
fundados en la fe.

¿Qué doctrinas han enseñado en Éfeso estos falsos


maestros? Pablo no las describe a fondo. Dice sólo que
se preocupan de «fábulas y genealogías
interminables». Alude a fábulas rabínicas que carecen
de verdad y de fundamento real. Se trata, con toda
probabilidad, de narraciones fantásticas y de
especulaciones sobre genealogías del Antiguo
Testamento, que, con sus series de estirpes
inmensamente largas, dan impresión de profundidad.
Estas falsas doctrinas muestran así su origen judío (*),
pero dejan ver también huellas de un error posterior
muy peligroso: el gnosticismo (**). Más importante
que la descripción exacta de este error, que Timoteo ya
conoce, son para el Apóstol las consecuencias que
aparecen en la comunidad. Los falsos maestros
suscitan especulaciones, discordias y disputas por
cosas sin importancia, en vez de presentar el plan
salvífico de Dios, fundado en la fe verdadera y no
mixtificada. Toda doctrina que se oponga a la doctrina
revelada, tal como la Iglesia la enuncia por su
magisterio, conducirá siempre a estas desastrosas
consecuencias y destruirá en la comunidad, de una
forma o de otra, el amor y la paz. Una doctrina opuesta
a la doctrina revelada no puede contribuir al plan
salvífico de Dios, que se funda en la fe; no logra su
objetivo.
...............
* Cf. Tit 1,10.14s; 3,9.
** Cf 1Tm 4,3; 6,20; 2Tm 2,18; Tt 1,6
...............

5 El fin de la exhortación es la caridad, que


procede de un corazón puro, de una buena
conciencia y de una fe sincera, 6 de las que, por
haberse desviado, algunos se han perdido en
vana palabrería.

Frente a estos falsos maestros muestra Pablo cuál ha


de ser el objetivo de la exhortación auténtica y de la
predicación: la caridad, el amor a Dios y a los demás
hombres. Mas, para que este amor sea auténtico y
verdadero, son necesarias tres cosas: debe brotar de
un corazón «puro», íntegro, libre de todo egoísmo y de
toda pasión mala; de una «buena conciencia», que se
sabe ligada a Dios en todas sus acciones y deseos, y de
una «fe sincera», libre de hipocresía, fundada en una
convicción auténtica, y no en una exhibición brillante
de especulaciones teológicas, como hacen los falsos
maestros. Los falsos maestros no han tenido en cuenta
este objetivo de la exhortación y de la predicación
auténticas. Han descuidado los tres requisitos
necesarios para que haya auténtica caridad cristiana.
Por eso su exhortación se ha convertido en una «vana
palabrería». Dicen muchas palabras, pero pasan por
encima del núcleo del mensaje cristiano, sin tocarlo.
Todas sus consideraciones prolijas, que parecen tan
profundas, semejan «una campana que toca o un
címbalo que resuena» (ICor 13,1). Su predicación es
charlatanería inútil. Es duro el juicio que el Apóstol
emite sobre la predicación de los falsos maestros. Si en
la comunidad cristiana la exhortación no va dirigida a
su objetivo propio y último, el amor verdadero y
auténtico, se convierte siempre en una maraña de
palabras hueras.
7 Pretenden ser doctores de la ley, siendo así que
no comprenden ni lo que dicen ni aquello sobre lo
que dogmatizan.

El Apóstol hace aún otro reproche a estos falsos


maestros. Alegan la orgullosa pretensión de ser
«doctores de la ley», pero no conocen con claridad qué
significa la ley. Se atribuyen un conocimiento que no
poseen de la ley del Antiguo Testamento y de su
significación para la comunidad de los salvados del
Nuevo Testamento. Pretenden gloriarse de la agudeza
de sus interpretaciones de la Escritura, de su rígido
legalismo y de las severas exigencias ascéticas que
imponen a la comunidad (4,3). Tal actitud, que pone la
mera ciencia humana en lugar de la fe y la prestación
legal en lugar del amor, muestra que estos falsos
maestros no han entendido el Evangelio ni el Antiguo
Testamento. La predicación de los falsos maestros,
según el juicio del Apóstol, no es sino «vana
palabrería». Por eso el Apóstol no tiene más remedio
que exponer, frente a esta concepción falsa, el
verdadero papel y la verdadera función de la ley
antigua.

2. LA LEY SEGÚN EL EVANGELIO (1/08-11).

En cartas anteriores, Pablo había tratado ampliamente


de la relación que existe entre la ley del Antiguo
Testamento y la caridad cristiana, por ejemplo en la
carta a los Gálatas, de carácter combativo, y, con
mayor amplitud y serenidad, en la carta a los
Romanos: Sin discrepar un ápice de lo que dice en esos
escritos, expone ahora, en breves rasgos, cuál es la
auténtica posición cristiana frente a la ley del Antiguo
Testamento.

8 Ya sabemos que la ley es una cosa excelente, si


realmente se hace de ella el uso que como tal ley
le corresponde: 9 o sea, teniendo en cuenta que
la ley no está ahí para el hombre honrado, sino
para prevaricadores y rebeldes, para impíos y
pecadores, para profanadores y sacrílegos, para
parricidas y matricidas, para homicidas, 10 para
adúlteros, para sodomitas, para traficantes de
seres humanos, para embusteros, para perjuros y
para cualquier otra cosa que se oponga a la sana
doctrina...

Pablo, que se considera un cristiano más, empieza


diciendo que la ley es una cosa excelente. ¿Por qué?
Porque procede de Dios, el Señor 9, y tiene un fin que
cumplir, querido por Dios: preparar el orden cristiano
de salvación. Es «el ayo que nos ha conducido a
Cristo» (Gál 3,24). Pero con Cristo ha llegado el «fin de
la ley» (Rom 10,4). Ahora la ley es buena sólo si se
usa como tal ley, si se aplica según el sentido que
tiene, sin ir más allá de su objetivo, si se entiende en
el espíritu del Evangelio 10.

Por eso, para los justos, para los que han sido llamados
del pecado por la gracia de Dios y separados así del
«mundo» pecador, para los hombres llamados por Dios
y llenos con nueva vida en Cristo, ya no hay ninguna
ley que irrumpa desde fuera. Quien ha sido liberado
por Cristo del pecado está libre de la ley; vive por la fe
y no por la ley 11. El contenido auténtico de la ley ha
pasado a ser posesión interna del cristiano y conforma
toda su vida y su personalidad. Para el cristiano, la ley
ha perdido su carácter de sancionadora.

Como elemento conductor, como ley que dirige al


hombre desde fuera, vale sólo para aquellos hombres
que han incurrido en el pecado, para los
«prevaricadores», como los llama Pablo en el catálogo
de vicios 12 que pone a continuación. A la doctrina del
Evangelio, a la que se oponen todos estos vicios, la
llama «sana doctrina». Es la expresión plena de la
salud espiritual y moral y produce una vida sana,
moralmente pura. Por eso lo que se opone a la doctrina
de la buena nueva no es cosa sana, contiene gérmenes
del mal y conduce a la inmoralidad. Para aquellos
hombres que se dejan guiar por esa doctrina caduca,
sigue siendo válida la ley.
Con esta concepción de la ley veterotestamentaria
supera el Apóstol la posición de obediencia a la ley de
la antigua alianza y llega a la idea de libertad cristiana.
En la libertad de los hijos de Dios está superado todo
legalismo que irrumpa desde fuera. Como redimidos,
los cristianos están conformados por la gracia de Cristo
y deben dar forma a su vida a partir de este nuevo
principio de vida.

¡Cuán grande es la dignidad del hombre cristiano que


predica el Apóstol! El cristiano, que sigue la sana
doctrina de la buena nueva y que ha sido justificado
por Cristo, se deja guiar en su vida por el amor que
Dios le ha dado y que habita en él, que se ha
convertido ahora para él en la única ley.
...............
9. Cf. Rom 7,12.14.16; 2Tim 3,15-17.
10. Cf. 2Cor 3,14-16.
11. Cf. Gál 3,11; 5,18; Rom 1,17; 10,4.
12. Catálogos semejantes de vicios en Rom 1,29-31; 13,13; Ciro
5,10s; 6,9s; 2Cor 12,20; Gál 5,19-21; Ef 4,31; 5,3s; Col 3,5-8; 2Tim
3,2-5.
...............

11...Según la buena nueva de gloria del Dios


bienaventurado, que me ha sido encomendada.

La proclamación de esta libertad de la ley antigua es el


contenido y la enseñanza del evangelio encomendado
al Apóstol. Este Evangelio revela la gloria final de Dios
que, en su eternidad y continuidad, posee la suma
bienaventuranza. Con justificado orgullo e insistencia
añade Pablo que fue precisamente a él a quien Dios
eligió para proclamar esa buena nueva y a quien le fue
encomendada. En la misma medida en que es
consciente de su indignidad ante Dios, sabe que ha
sido elegido por Dios. Lleno de agradecimiento a Dios
contempla las maravillas que la gracia de Dios ha
hecho en él y por él: «Por la gracia de Dios soy lo que
soy» (1Co 15,10).

3. ACCIÓN DE GRACIAS POR HABER SIDO ELEGIDO


PARA PREDICAR LA BUENA NUEVA (1/12-17).
12 Doy gracias al que me ha capacitado, Cristo
Jesús nuestro Señor: él me ha creído fiel y me ha
encomendado este servicio...

Pablo se ha referido al encargo recibido de predicar la


buena nueva y a su consiguiente autoridad apostólica
frente a los falsos maestros. Este hecho le trae a la
mente el día de gracia, de Damasco. Haber sido elegido
como Apóstol lo debe, en último término, a la bondad
misericordiosa de su Señor, Jesucristo. No puede
concebirlo; le parece un milagro que el Señor le haya
llamado a su servicio, que le haya considerado fiel para
esa tarea y se la haya confiado. En la primera carta a
los Corintios dice que en los «servidores de Cristo y
administradores de los misterios de Dios», lo que se
busca es que «sean fieles» (lCor 4,2). A él Cristo le ha
hecho capaz de esta fidelidad y de merecer esa
confianza. Pablo da gracias por este amor
misericordioso e incomprensible de su Señor. Su
corazón está totalmente lleno de agradecimiento y no
cesa de instar a los cristianos a dar gracias. Los
cristianos se distinguen de los paganos en que dan
gracias siempre y en todas partes, para que surja «una
abundante acción de gracias para la gloria de Dios»
(2Cor 4,15).

13...a mí, que antes había sido blasfemo,


perseguidor y ultrajador; pero fui tratado con
misericordia, porque actué con ignorancia cuando
aún no tenía fe.

Para describir esta maravilla de la misericordia de Dios,


expone con toda crudeza el contraste entre su vida
pasada y su vida actual, entre los dos grandes períodos
de su vida: el período anterior a la hora de Damasco y
el período posterior a aquella hora. En su vida anterior
era un «blasfemo», que injuriaba el nombre de Cristo y
toda su obra, que perseguía a la Iglesia con odio y con
encarnizamiento. Él mismo describe su odio contra los
cristianos en su discurso ante Agripa: «A muchos de
los santos yo encerré en la cárcel... y cuando se les
daba muerte, yo daba mi voto contra ellos; por todas
las sinagogas, muchas veces a fuerza de castigos, los
obligaba a blasfemar y, enfurecido hasta el extremo,
los perseguía incluso en las ciudades extranjeras» (Act
26,10s). Y reconoce también: «Perseguía a la Iglesia
de Dios con encarnizamiento, y pretendía destruirla»
(Gál 1,13). Pablo no cesa 13 de recordar su antiguo
odio contra Cristo, contra su doctrina y sus discípulos.
¿Cómo pudo Dios, a pesar de esto, elegirlo para
apóstol suyo? Sólo ve una explicación para este
milagro de la gracia: fui tratado con misericordia. Fue
tratado por Dios con un amor misericordioso,
incomprensible, del que él, «blasfemo, perseguidor y
ultrajador», no era digno. El hecho de que Pablo obrara
«con ignorancia, cuando aún no tenía fe» , sin
entender absolutamente el misterio de Cristo, no
cambia en nada su culpa, pero explica cómo fue posible
la misericordia de Dios. Le alcanzó aquel amor
incomprensible, perdonador y misericordioso del Señor,
que dijo en la cruz: «Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen» (Lc 23,34).
...............
13. Cf. Act 22,4; ICor 15,9; Flp 3,6.
...............

14 La gracia de nuestro Señor sobreabundó, con


la fe y con la caridad que hay en Cristo Jesús.

Cuando Pablo vuelve su mirada hacia su vida anterior a


la hora de Damasco, sólo puede dar gracias, dar
gracias continuamente por la misericordia
incomprensible con que fue tratado. La riqueza de la
gracia y de la misericordia de Dios «sobreabundó» en
él. Pero la benevolencia de Dios fue aún más lejos:
juntamente con esa misericordia le fue dada aquella fe
y aquella caridad que tienen su fundamento y su centro
en Jesucristo. Desde su conversión posee una vida
nueva, la vida en comunión con Cristo. Esta comunión
le da fuerza para creer en su Señor y amar a los
hermanos. Así, la misericordia inconcebible e
incomprensible de Dios continúa actuando siempre en
él.
15 He aquí una sentencia veraz y digna de toda
aceptación: Cristo Jesús vino al mundo para
salvar pecadores, el primero de los cuales soy yo.

Pablo vuelve sobre lo dicho y lo resume introduciéndolo


con una fórmula que era usual en los escritos judíos
(*). Probablemente elige para esto un modelo de
profesión de fe conocido por los cristianos y usual entre
ellos: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar
pecadores.» Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, el
que desde la eternidad estaba, como Hijo, junto al
Padre, vino a este mundo cuando llegó la fecha
señalada. El fin de su encarnación es la salvación de los
pecadores, la redención de los hombres que, por el
pecado, estaban separados de Dios y perdidos, y
habían incurrido en la ira de Dios. Jesús había dicho a
Zaqueo, el recaudador: «El Hijo del hombre ha venido
a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10).

Pablo, en su conversión, ha experimentado en sí


mismo cuál es el fin de la encarnación de Jesucristo: la
salvación de los pecadores. Su conversión, su vocación
y su elección son un caso particular de la obra
redentora realizada por Jesucristo en favor de los
pecadores. Estaba en el número de los «perdidos», de
aquellos sobre quienes Dios, con justicia, iba a dejar
caer su castigo; era uno de los principales de ellos, era
el primero de ellos. Es cierto que ahora su culpa ha
sido borrada, pero sigue siendo para él motivo continuo
de humildad y agradecimiento. Es consciente de su
total dependencia del Dios santísimo y de la
misericordia infinita de Dios, que lo llamó y lo
constituyó apóstol, a pesar de que se encarnizó contra
Cristo y persiguió a sus discípulos. Por eso se llama a sí
mismo «el menor de los apóstoles, que no es digno de
llamarse apóstol, porque persiguió a la Iglesia de Dios»
(lCor 15,9), «el menor de todos los santos» (Ef 3,8).
Pablo ha experimentado la sobreabundancia de la
gracia de Dios. Cuanto más profundiza en el amor y en
la benevolencia incomprensibles de Dios, tanto más
crece en humildad ante Dios y tanto mayor es su
agradecimiento.
...............
* Con frecuencia en las cartas pastorales: ITim 3,1; 4,9; 2Tim
2,11; Tit 3,8.
...............

16 Pero yo fui tratado con misericordia


precisamente para que fuera yo el primero en
quien Jesucristo demostrara toda su paciencia
para ejemplo de los que han de tener fe en él en
orden a la vida eterna.

Llegamos ahora a lo más importante: Pablo sabe por


qué ha sido tratado con misericordia. En el plan
salvador de Dios su conversión y su elección tenían una
razón especial de ser. Cuando el primero entre los
pecadores se convirtió en el primero entre los que
tienen la gracia, cuando Jesucristo derramó sobre
Pablo toda la plenitud de su misericordia y de su
benevolencia, Pablo se convirtió en ejemplo del cauce
que había de seguir en el futuro la misericordia de
Dios. En él se manifestó a todo el mundo cómo
alcanzarían la vida y la salvación eternas todos
aquellos que creyeran en Cristo y le pusieran como
fundamento para construir el edificio de su vida. Su
conversión y su elección debían ser prototipo de todas
las sucesivas misericordias de Dios y mostrar la
comprensión infinita de Jesucristo. Igual que él, otros
hombres, por el amor misericordioso de Dios, pueden y
deben llegar a la fe y a la salvación desde el abismo
profundo de sus pecados y de su error. Pablo es el
testimonio irrefutable de que ningún hombre está tan
perdido ante Dios que no puedan alcanzarle la
misericordia incomprensible y el amor inconcebible de
Cristo, que vino para «buscar y salvar lo que estaba
perdido» (Lc 19,10).

17 Al rey de los siglos, incorruptible e invisible, al


Dios único, honor y gloria por los siglos de los
siglos. Amen.

Las palabras de Pablo desembocan espontáneamente


en una oración de acción de gracias. El recuerdo de su
elección y de la bondad de Dios que se manifestó en
ella obliga a Pablo a ponerse de rodillas para alabar a
Dios. Encuentra la formulación conveniente en una
oración litúrgica que se recitaba a menudo en el culto
de la comunidad primitiva y que fue acogida más tarde
en el breviario de la Iglesia (en la hora de prima). Se
debe adorar al rey de los siglos, que hace que una era
suceda a otra hasta que, con la segunda venida de
Cristo, los tiempos lleguen a su plenitud, que está por
encima de todos los tiempos y de toda criatura, que
permanece igual en medio de todos los cambios y
cuyos años no terminan nunca. Es el Dios
«incorruptible», que es fuente de la vida y da toda
vida. Es el Dios «invisible», que vive en la plenitud de
la luz y al que ningún hombre puede ver jamás (Cf. Jn
1,18). Es el Dios «único», que está por encima de toda
la creación. A este Dios, que con amor y misericordia
quiere la salvación de los pecadores, se le deben honor
y gloria por los siglos de los siglos. ¿Se puede adorar,
alabar y ensalzar a Dios con palabras mejores que
éstas, que han pasado de esta carta al breviario de la
Iglesia?

4. NUEVA EXHORTACIÓN A LUCHAR CONTRA LOS


FALSOS MAESTROS (1/18-20).

Después de esta breve mirada retrospectiva a su


propia vocación (1,12-17), Pablo vuelve de nuevo a su
propósito. Insta otra vez a su discípulo y representante
a luchar contra la falsificación de la buena nueva que
hacen los falsos maestros.

18a Te dirijo esta exhortación, hijo mío Timoteo,


según las profecías un tiempo pronunciadas
sobre ti...

En una alocución personal se dirige el Apóstol a


Timoteo, su «hijo», que al convertirse a la fe cristiana
en orden a la vida eterna ha demostrado tener los
mismos sentimientos que Pablo, su padre espiritual.
Confiando en esa estrecha unión que existe entre ellos,
Pablo insiste en los puntos de su predicación y de su
catequesis que ya antes ha tocado (1,3-11). Le
recuerda a Timoteo antiguas profecías que se referían
a él, sobre cuyo contenido, por desgracia, no sabemos
nada. Seguramente predecían una actuación generosa
de Timoteo en pro de la verdad de la buena nueva
¿Cómo podemos suponer que se pronunciaron esas
profecías? Con toda probabilidad se trataba de
actuaciones extraordinarias del Espíritu, de palabras y
profecías pronunciadas bajo el influjo del Espíritu Santo
por hombres dotados del don de profecía, que
señalaron a Timoteo cuando Pablo, al partir de Éfeso,
buscaba un vicario. Tenemos un precedente en la vida
del mismo Pablo, cuando por indicación del Espíritu
Santo, manifestada por un profeta, fue destinado,
junto con Bernabé, a la labor misional (Act 13,2s).

No fueron, pues, consideraciones meramente humanas


las que llevaron a Pablo a dejar al joven Timoteo como
representante suyo en Éfeso, sino indicaciones del
Espíritu Santo. El Espíritu de Dios vela sobre las
comunidades y señala aquellos hombres que deben
tomar sobre sí la pesada carga de suceder al Apóstol
de los gentiles. Así sucedió entonces en Éfeso y así
sigue sucediendo siempre en la Iglesia, aunque la
voluntad de Dios no se manifieste siempre con
profecías expresas. Ya el Señor había prometido a sus
discípulos: «Y mirad: yo estoy con vosotros todos los
días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

18b ... para que, apoyado en ellas, luches en el


buen combate, 19a con fe y buena conciencia.

Las profecías pronunciadas sobre Timoteo debían darle


fuerza para llevar la responsabilidad que se le da en
Éfeso y para luchar en el buen combate, sobre todo en
el combate contra la falsificación de la buena nueva. A
Pablo le gusta comparar la vida del cristiano, y sobre
toda la vida y misión del que tiene un cargo en la
comunidad, con el servicio militar (*). Como guerrero
de Jesucristo, el ministro debe estar armado para el
combate y para el sufrimiento. Por eso insta a Timoteo
a «luchar en el buen combate», como buen soldado de
Cristo, apoyado en las profecías que a él se refieren.
Las armas más importantes para ese combate son la fe
y la buena conciencia. La fe y la buena conciencia
están íntimamente unidas y le dan fuerza para vencer
al error. Quien va al combate con fe débil, vacilante y
con conciencia manchada e impura perecerá sin
remedio. En el combate por la buena nueva, Timoteo
debe mantenerse firme en su fe y dejarse guiar en su
conducta por la voz de la buena conciencia y, mediante
ella, por la voz de Dios. La vida cristiana es como una
milicia por el Señor; por eso exige lucha continua.
Quien quiera vencer debe tener una fe firme y una
conciencia buena.
...............
* Cf. ICor 9,7; 2Cor 10,3; Flp 2,25; 2Tim 2,3s.
...............

19b por haberse sacudido esta conciencia


algunos naufragaron en la fe: 20 entre ellos están
Himeneo y Alejandro, que yo entregué a Satán,
para que aprendan a no blasfemar.

El destino de esos hombres, de los que Pablo menciona


a dos por sus nombres como ejemplo estremecedor,
muestra la seriedad del combate. ¿Cómo empezó su
perdición? Se sacudieron de encima la buena
conciencia. Rechazaron, como una carga incómoda, las
obligaciones que les imponía su conciencia. Su
perdición comenzó con una vida libertina e inmoral.
Fueron juego de sus pasiones y por eso «naufragaron
en la fe». A menudo el camino que aquí muestra el
Apóstol conduce los cristianos a la deserción. Se
empieza por ser débil en lo moral, por perder el
dominio de sí mismo y esclavizarse a las pasiones, y se
llega a desertar de la fe.

Himeneo y Alejandro tal vez eran ambos colaboradores


de Pablo y de Timoteo en Efeso; en todo caso, Timoteo
los conocía (*). Ambos entregó Pablo a Satán, tal vez
al marchar de Éfeso, porque con su vida y su doctrina
representaban un peligro para toda la comunidad y
amenazaban destruirla. No sabemos cómo se produjo
exactamente esa entrega a Satán. Quizás Pablo hizo
algo semejante a cuando entregó a Satán los
incestuosos de Corinto (lCor 5,5). Probablemente el
Apóstol alejó a ambos falsos maestros de la comunidad
de la Iglesia y, por tanto, también de la celebración de
la eucaristía. Eso les serviría para aprender, para
volver en sí y poder retornar a la comunidad de la
Iglesia.

Esta exclusión de la comunidad de Éfeso, que el


Apóstol realiza, es un acto de disciplina eclesiástica; no
se debe, pues, a motivos personales. Se hace por el
bien de la comunidad, porque su vida religiosa corre
peligro de ser destruida, y por bien de los pecadores,
para que no se hundan más en el pecado. La intención
de Pablo al «entregarlos a Satán» no era excluirlos
definitivamente de la comunidad, sino llevarlos, por
medio de esta dura medida, a mejorar su vida,
sometiéndose a la disciplina que se les impone. Pablo
se preocupa por la comunidad que le ha sido confiada
como una madre que amamanta a su hijo y le da todo
el amor de su corazón (lTes 2,7s); como una madre,
sufre dolores de parto por los cristianos a él confiados
(Gál 4,19). Pero es consciente también de que Cristo le
ha dado plenos poderes, y entre ellos el poder de «atar
y desatar» (**). Ese mismo amor y esa misma
autoridad pastoral se delegan en la Iglesia a los
sucesores de los apóstoles: los obispos.
...............
* Himeneo podría ser aquel a quien en 2Tim 2,17s se llama
negador de la resurrección. No está claro si Alejandro es el herrero
Alejandro a que alude 2Tim 4,14, contra el que se advierte
especialmente a Timoteo.
** Cf. Mt 18,18; 1Co 5,2s.
.............................

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