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Una buena parte de los problemas que padece la humanidad obedecen a la degradación y
pérdida de los suelos. Cuando esto ocurre, el ser humano no puede cultivar, o las
producciones de las cosechas son exiguas. Lo mismo ocurre con las praderas y pastos. Del
mismo modo, el hombre y la biosfera se contaminan, pudiendo llegar a degradarse enfermar
o morir (según afecte a uno u otro), como veremos más adelante. Por tanto, no obtenemos
los alimentos necesarios (o están envenenados) para alimentar a la población del área
degradada o perdida. Debemos reiterar que las sociedades industriales han contaminado el
suelo hasta tal punto de que en muchos lugares los productos obtenidos no son aptos para el
consumo humano so pena de afectar gravemente a la salud pública (morbilidad y mortalidad)
de los habitantes que los ingieren. Debéis tener en cuenta que el suelo no es un recurso
renovable a escala humana. Se requieren cientos o miles de años (según las condiciones de
sus “factores formadores”) para regenerarse. Obviamente, los suelos no se reproducen,
aunque una vez perdidos, la edafosfera se regenera, como lo hace la piel humana, trascurrido
el tiempo necesario para ello.
Si los suelos no son utilizados por el ser humano con cuidado, sabiduría y cariño, pueden
perderse, aflorando en caso extremo las rocas subyacentes si se trata de la erosión, o siendo
sepultados bajo cemento o asfalto en el caso del sellado.
Erosión del Suelo
La erosión del suelo puede producirse ya sea por el agua, el viento, el hielo, o la propia
gravedad. Hablamos entonces de erosión hídrica, eólica, glaciar-periglaciar, y mecánica
respectivamente. En la mayoría de los casos, los tipos hídricos, glaciar-periglaciar y
mecánicos requieren que el suelo se encuentre en posiciones fisiográficas de pendiente
(laderas de montañas, colinas, etc.). Por el contrario, en el caso de erosión eólica tal requisito
no resulta necesario. En cualquier circunstancia, el factor externo al suelo que más influye
sobre la erosión es la pérdida total o considerable de la cobertura vegetal. La vegetación
recubre el suelo y evita que las gotas impacten directamente sobre él, ya que en caso de
hacerlo su energía cinética destruye los agregados de los que hablamos en el primer post,
liberando las partículas elementales que lo constituyen (arenas, limo, arcilla) que son más
fácilmente arrastradas por el agua de escorrentía (en el caso de las arcillas también pueden
exportarse en suspensión a través del perfil hacia ríos o aguas subterráneas). Del mimo modo,
las raíces de las plantas, retienen el suelo entre su entramado, resistiendo mejor las fuerzas
que tienden a arrastrarlo hacia otros lugares. Por otro lado, el viento, en ausencia de la
cobertura vegetal, levanta las partículas y las exporta, ya sea por suspensión en el aire (las
más finas) o por reptación (las más gruesas). Existen muchos subtipos de erosión para cada
uno de los cuatro grupos principales que hemos mencionado. Así por ejemplo, en el caso del
agua, podemos hablar de erosión laminar, surcos, cárcavas, etc. En el caso de la gravedad, de
deslizamientos, avalanchas, etc., y así sucesivamente. En una contribución anterior, ya os
explicamos con más detalle, una clasificación de los mismos. Como habréis observado,
muchos cultivos dejan extensas áreas de suelo desnudas, por lo que este queda más expuesto
a los agentes erosivos. Por estas razones, suele recomendarse que entre las especies agrícolas
sembradas (cuando se trata de plantas perennes) se siembren otros herbáceos que tapicen y
protejan el suelo. Se trata de lo que se denomina cultivos de cobertera. Si el agricultor siembra
especies anuales y los suelos requieren descanso para recuperarse (barbechos), es pertinente
sembrar otros que lo cubran mejoren sus propiedades. Hablamos de rotación de cultivos. Las
tradicionales terrazas o bancales, originadas por diversas culturas independientemente,
rompen la pendiente de las laderas en escalones, ayudando a impedir los procesos erosivos.
Todas ellas pueden considerarse buenas prácticas de conservación de suelos.
Sellado del Suelo
El sellado, no ha sido un grave problema para la conservación de los recursos edáficos hasta
los últimos decenios. La densidad de población no era lo suficientemente elevada, como para
tener que sellar grandes extensiones de suelo. Sin embargo, conforme el número de habitantes
del planeta ha ido aumentado a toda velocidad, también lo han hecho el de de ciudades e
industrias, así como las infraestructuras viarias requeridas para ponerlas en contacto.
Actualmente, millones y millones de Km2, se encuentran sepultados bajo asfalto y cemento,
llegando a extenderse en ciertos países industrializados hasta ocupar más del 20% de su
territorio. Pero el problema fundamental estriba en que estas obras humanas suelen instalarse
en los suelos más fértiles y productivos de cada país, compitiendo y desplazando a la
agricultura. La causa fundamental de este problema proviene de que las industrias, urbes y
carreteras son más fáciles de construir en zonas llanas que en las montañosas, y si hay
recursos hídricos cercanos mucho mejor. Generalmente, allí también se encuentran los suelos
más fértiles, como las vegas de los ríos, llanuras costeras, deltas, etc. El caso de las presas o
embalses es más singular aun, ya que inevitablemente deben situarse en los valles fértiles de
las montañas, inundando también los suelos en donde se asentaban los cultivos, pastos y
praderas más productivos e indispensables para sus moradores. Una vez construidas, la
población debe emigrar, ya que por lo general las laderas tienen suelos poco profundos y por
su ubicación en pendiente son muy susceptibles erosión muy severa. El resultado final se
traduce en la destrucción de las culturas de las de montaña o serranas.
Los procesos de degradación del suelo son excesivamente numerosos como para poder
explicar todos y cada uno de ellos. En general, son producto del mal uso que el hombre realiza
de los recursos edáficos. Seguidamente, abordaremos la descripción de los más relevantes,
sin pretender ser exhaustivos.
Salinización y sodificación: se trata de los procesos que tienen lugar al aumentar el contenido
de sales potásicas y sódicas del suelo, en detrimento de otros cationes, que como el calcio,
son vitales para la nutrición vegetal. Bajo estas circunstancias, el pH del suelo aumenta en
exceso (por encima de 8.5), generándose una captura muy descompensada de los nutrientes
que requieren las plantas. Más aun, cuando las sales son principalmente sódicas, los
agregados del suelo terminan siendo muy inestables, destruyéndose con facilidad, y
modificando la morfología del perfil y su estructura negativamente. Prácticas frecuentes que
provocan la salinización del suelo son el riego con aguas relativamente salobres bajo un clima
con déficit estacional de humedad. Un abonado inadecuado también puede inducir ciertos
tipos de salinización. Si la salinización no es muy acusada puede revertirse, haciendo uso de
la ingeniería hidráulica o abonados específicos. Tales procesos, como hemos comentado,
suelen ocurrir justamente en los biomas con déficit estacional de agua, por lo que como
veremos más adelante, aparecen en los ambientes más susceptibles de ser desertificados. En
cualquier caso, no debemos confundir los suelos que son salinos en condiciones naturales, de
aquellos en los que la salinización la induce el incorrecto uso del suelo. Estos últimos pueden
tener un gran valor ecológico por las comunidades vegetales y fauna que sustentan.
Contaminación: La contaminación del suelo es un proceso muy grave y que se extiende como
una plaga por la edafosfera. Sin embargo, antes de comenzar a comentar el tema conviene
discernir entre contaminación y polución, aspecto que no suele ser tenido en cuenta casi
nunca. Hablamos de polución cuando un elemento que aparece normalmente en los
ambientes edáficos, en cantidades moderadas, alcanza magnitudes tan exageradas que
afectan a su estructura y dinámica. Este sería el caso por ejemplo de un abonado excesivo
que induce la acumulación de nitratos y fosfatos, entre otros compuestos. Desde este punto
de vista y aunque suelen tratarse por separado, la salinización inducida por el himbre debiera
ser entendida como un proceso de polución. Por el contrario, el vocablo contaminación
debería reservarse para todos aquellos procesos que inducen la acumulación en el suelo de
elementos o compuestos que son ajenos al mismo. Un caso típico es el de los plaguicidas, y
otros compuestos elaborados sintéticamente por el hombre. También podría incluirse aquí a
las sustancias radioactivas (si bien pueden encontrarse de forma natural en algunos tipos de
suelos en ínfimas cantidades) que se escapan al ambiente tras accidentes de las centrales
nucleares.
Suelo contaminado
Causas de la contaminación:
Sin embargo, la degradación y pérdida de suelos en ambientes muy húmedos y fríos (escasa
evapotranspiración), también acarrea graves consecuencias para los ecosistemas y vuelven a
manifestarse en el paisaje, pero de una manera radicalmente distinta. En estos casos, los
ecosistemas no son capaces de evacuar todo el agua que reciben por las precipitaciones, por
lo que los suelos se encharcan, comenzando a aparecer vegetaciones adaptadas a soportar
tales volúmenes de aguas en el medio edáfico (poros totalmente anegados, es decir con
ausencia de aire, que impiden la respiración de las raíces y las reacciones biogeoquímicas
que requieren de oxígeno). Se inicia sí un proceso al que denominamos hidromorfía que
terminará modificando la estructura y dinámica de los suelos. De este modo lagunas, turberas,
juncales dan al paisaje un aspecto verde, pero excesivamente “acuoso”. Mientras la
desertificación torna nuestras vestimentas polvorientas, la anegación induce a que el barro se
adhiera a la indumentaria y calzado que llevamos. Estos procesos son típicos de ambientes
Sin embargo, la Tierra emergida comenzó a poder ser habitada por seres vivos, gracias a la
creación de la capa de ozono (que no deja de ser oxígeno en estado muy oxidante y que nos
comenzó a proteger de los dañinos rayos ultravioletas procedentes del sol), iniciándose la
formación de suelos, más o menos, como los conocemos en la actualidad. Estos volvieron a
secuestrar más carbono en forma de materia orgánica, junto a la biomasa terrestre,
disminuyendo una vez más el efecto de invernadero y generando un nuevo enfriamiento del
Planeta. Incluso actualmente, cuando considerables extensiones de La Tierra han perdido
mucha materia orgánica debido a las prácticas agropecuarias, la cantidad de CO2 de
albergada en la edafosfera es muy superior a la de la atmósfera. Si toda la materia orgánica
de los suelos se mineralizara y fuera emitida en forma de CO2 y metano hacia la atmósfera,
el calentamiento climático que provocaríamos sería enorme en comparación al que sufrimos
actualmente, lo que generaría el colapso de las civilizaciones modernas. Tan solo los suelos
circumborales de la Tundra (y parte norte de la Taiga) almacenas el doble de anhídrido
carbónico que el que actualmente contiene la atmósfera. Los suelos pueden ser fuente o
sumidero de CO2 según los gestionemos. Resulta por tanto vital conservar el CO2 en el suelo
en forma de materia orgánica, que como ya hemos indicado, además favorece el desarrollo
de las plantas, acelera los ciclos de nutrientes y resulta esencial para el desarrollo de la vida
en el planeta. Pero seamos un poco más concretos.
Pero en hombre no sólo está influyendo en el ciclo del carbono, sino en otros muchos de la
biosfera. Uno de los más seriamente afectados en la actualidad es el del nitrógeno. Es cierto
que se oye hablar menos de él. La razón estriba en que no genera efecto de invernadero. Sin
embargo, su disrupción provoca graves problemas de contaminación sobre los ecosistemas y
el propio ser humano, poniendo la biosfera en peligro.
No tenemos aun respuestas a muchas preguntas esenciales que nos ayudarían a predecir el
futuro de la biosfera. Lo que si sabemos es que si no cuidamos nuestros suelos, el futuro de
la sociedad será muy oscuro. Y sin embargo, en la ciencia actual, el estudio de la edafosfera
no ha despertado gran interés. O la situación se revierte o será mucho más difícil resolver los
graves problemas ambientales que sufre la humanidad.