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Negrita, cursiva, comillas: evitar el

doble subrayado

Un error frecuente en tesis y documentos de autores noveles o nunca editados es el uso del
doble subrayado o doble destacado. Por subrayado no me refiero aquí a utilizar una línea
debajo de la palabra, como se estilaba de manera estándar antes del uso de las computadoras,
es decir, este tipo de subrayado. Me refiero, en cambio, a la necesidad de emplear más de un
signo tipográfico para destacar una palabra u oración dentro del discurso escrito.

Existen varios métodos tipográficos para subrayar, destacar o mostrar que algo es distinto de
alguna manera de las palabras que tiene a su alrededor. El subrayado propiamente dicho
(método propio de las máquinas de escribir) casi no se emplea en la actualidad, gracias a la
existencia de la cursiva y la negrita. Las comillas, ya sean americanas (“ ”) o angulares, de
codo o españolas (« ») también cumplen una función tipográficamente diferenciadora: aíslan
la palabra y en algunas ocasiones hasta le dan su propio tono de voz, por así decirlo. También
se puede optar por las VERSALES o las VERSALITAS, y solo en casos justificados, la
mayúscula inicial.

Sin embargo, en el esfuerzo del escritor por hablar a través de los signos y por mostrar las
diferencias entre una palabra y las que la rodean, ocurre el error de subrayar mediante dos o
más signos tipográficos.

Pongamos un ejemplo clásico: las obras literarias, cinematográficas y artísticas (con algunas
excepciones, según la convención que se siga) se escriben generalmente en cursiva. Es una
convención que han adoptado diversos sistemas editoriales y bibliográficos, como Chicago,
APA, Cambridge y hasta la misma Real Academia Española (RAE). La encontramos incluso
en las recomendaciones de las obras de maestros editores como José Martínez de Sousa y
Roberto Zavala.

Usemos una película de moda, de una sola palabra: Avatar. Hay quienes podrían caer en la
tentación de escribir: Avatar, “Avatar”, “Avatar” y, en algún caso extremo, “Avatar”, en
donde mediaría inclusive un cambio de fuente.

El mismo problema aplica para las citas textuales. Las citas inferiores a 40 palabras (límite
de APA) se escriben entre comillas, dentro del texto. Sobra ponerlas en cursiva. Las citas
más grandes se destacan mediante márgenes diferentes y un tipo de letra más pequeño.
Sobran cursivas y comillas: los márgenes y el tamaño bastan para saber, de buenas a primeras,
que estas no son palabras del autor.

El escritor, ya sea de tesis o libros, deberá preguntarse –ojalá antes de comenzar a escribir y,
en definitiva, antes de remitir su manuscrito a valoración– cuáles son las convenciones
editoriales a las que deberá apegarse para publicar (así se trate de hacer público su trabajo a
través de una biblioteca, de internet o en forma de libro impreso). Si es una tesis, deberá
averiguar, en su facultad o universidad, a cuál sistema bibliográfico deberá apegarse y
adquirir el manual correspondiente, en donde este tipo de detalles aparecen estipulados. Si
escribe para una editorial, deberá solicitar el manual de estilo de la casa o pedir ayuda de su
editor.

Pero aun si se escribe en soledad, para uno mismo, la norma de la lengua es clara: únicamente
se necesita destacar una vez. Lo demás sobra y se vuelve grito tipográfico.

Por eso, antes de sobrecargar su página escrita con signos que se acumulan unos sobre otros,
recuerde la regla de nunca aplicar doble subrayado.

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