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acotaciones
El príncipe Verdemar. Si fuese como dices, bastaría para mi gloria dar la vida en tu defensa. ¡Ya
está ahí el dragón!
Se oye el vuelo del dragón rompiendo las ramas de los árboles. Es un monstruo que tiene rasgos
de serpiente y caballo con alas de murciélago.
La infantina. Yo no quiero que tan noble vida se aventure en una muerte cierta.
El príncipe Verdemar pelea con el dragón. Hay un momento en que el caballero siente desmayar,
pero lo anima el sentimiento divino del amor y levantando su espada, vence al dragón.
El príncipe Verdemar. Solo puedo conducirte hasta las puertas de la ciudad. Una promesa me
impide entrar.
Un duende sale del ramaje con unos zapatos de piedras preciosas, y los deja sobre la hierba.
De un salto, como lo dan las ranas, desaparece.
La infantina. (Asombrada.) ¡Oh! ¡Qué lindos! Solo las hadas de los cuentos los tienen así.
El príncipe Verdemar. ¿Me dejas encerrar en ellos los lirios de tus pies?
Se alejan y buscan el camino el uno en los ojos del otro. Y van así por el bosque, que empieza a
llenarse de sombras y los ruiseñores cantan en sus nidos.