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 Franz Boas: Las asociaciones emocionales de los primitivos.

(Antropologia
Cultural)

En este texto el autor intenta explicar las diferencias que hay entre la forma de
pensar (el raciocinio) de los hombres primitivos y de los hombres civilizados.

Franz Boas define a lo primitivo como " Primitivos son aquellos pueblos cuyas
actividades están poco diversificadas, cuyas formas de vida son simples y
uniformes, y cuya cultura en su contenido y en sus formas es pobre, e
intelectualmente inconsecuente".

Una de las características más estudiadas del pensamiento primitivo es la


aparición de relaciones entre actividades mentales que a nosotros nos parecen
enteramente desemejantes. En la vida primitiva, la religión, la ciencia, la música, la
poesía, la danza, el mito, la historia, la moda y la ética aparecen entrelazadas de
una manera confusa. El hombre primitivo contempla a cada acción no solo como
adaptada a su principal objeto y cada pensamiento relacionado con su fin
primordial, sino que los asocia con otras ideas a menudo de carácter religioso o al
menos simbólico. Así les confiere una significación mayor de la que a nuestro
juicio merecen. Un ejemplo de estas asociaciones tan triviales de actos con ideas
sagradas serian los tabúes, ya que una desviación del modo de obrar
acostumbrado despierta violentísimas emociones de aborrecimiento.

Por lo tanto podemos decir que el método de asociaciones utilizado por los
primitivos es de carácter heterogéneo, es decir, a impresiones subjetivas. En otras
palabas, las asociaciones que realizan los primitivos están basadas en aspectos
más bien emocionales, repetitivos, que en aspectos racionales.

Por otra parte, en la vida “civilizada” las actividades exigen el máximo de


aplicación de nuestra capacidad de raciocinio y una represión de la vida
emocional, nos hemos acostumbrado al concepto frio y realista de nuestras
acciones, de los incentivos que nos mueven a ellas, y de sus consecuencias. Por
lo tanto se puede decir que las asociaciones en la mente de la vida civilizada son
homogéneas, orientadas primordialmente por la razón y no por los sentimientos.

Así el cambio de cultura primitiva a civilizada parece consistir en la eliminación


gradual de lo que podría llamarse las asociaciones emocionales, socialmente
determinadas, de impresiones sensoriales y de actividades que son
paulatinamente sustituidas por asociaciones intelectuales.

En cuanto al cambio también surge otra diferencia, por un lado en la vida primitiva
existe una gran resistencia al mismo debido en gran parte a fuentes emocionales
que son prevalecientes y por lo tanto crean una resistencia a lo nuevo. Mientras
que en nuestra civilización las acciones no penetran con suficiente profundidad en
nuestro espíritu como para establecer conexiones que les otorguen valores
emocionales, de ahí, nuestra fácil disposición al cambio.

 Edgar Morin: La unidualidad del hombre.

El concepto del hombre, posee una doble entrada irreductible: natural y cultural. El
hombre es un ser bio-cultural; todo rasgo humano tiene una fuente biológica, a la
par que todo acto humano está totalmente culturizado.

Es evidente que el concepto de hombre es un concepto cultural, que tiene


necesidad de un lenguaje para ser formulado, y que está sometido a grandes
variaciones según las culturas, según incluso las teorías biológicas. Pero no es
menos evidente que las culturas donde se forma el concepto de hombre son algo
propio de la organización social de un ser biológico, siempre el mismo en sus
caracteres fundamentales de bípedo con gran cerebro y que podemos llamar
hombre.

Lo que nos introduce en un problema de método: el concepto de hombre conserva


un carácter sociocultural irreductible, pero ahí donde es sociocultural, remite a un
carácter biológico irreductible. Es necesario ligar las dos entradas del concepto del
hombre según un circuito en el cual uno de los dos términos remite siempre al
otro, circuito que permite al observador científico considerarse a si mismo como
sujeto enraizado en una cultura aquí y ahora. Desgraciadamente, vivimos en una
disyunción extrema entre los fenómenos socioculturales y los fenómenos
biológicos: la biología y la antropología permanecen todavía ampliamente
prisioneras de una concepción demasiado restringida de su objeto. Por lo tanto, el
verdadero problema es poder encontrar el tejido conceptual que nos permita
descubrir la coexistencia de estos fenómenos, sino, no conseguiremos superar el
nivel de una biología subinteligente y de una antropología que se agota en si
misma. Si queremos escapar de este engranaje, resulta urgente operar una
soldadura epistemológica entre ciencias de lo vivo y ciencias sociales. Para ello,
es necesario comenzar por explicar en que es el hombre un ser totalmente

BIO CULTURAL

Decir que el hombre es un ser biocultural, no es simplemente yuxtaponer estos


dos términos, es mostrar que se coproducen uno al otro y que desembocan en
esta acción de doble proposición:

TODO ACTO HUMANO ES BIOCULTURAL (comer, beber, dormir, defecar,


aparearse, cantar)
TODO ACTO HUMANO ES A LA VEZ TOTALMENTE BIOLOGICO Y
TOTALMENTE CULTURAL.

En primer punto: EL HOMBRE ES UN SER TOTALMENTE BIOLOGICO: todos los


rasgos propiamente humanos provienen de rasgos primates que se han
desarrollado y han llegado a ser permanentes. En este sentido, el hombre es un
superprimate. La misma observación debe hacerse en el dominio de la afectividad,
los sentimientos de fraternidad y de rivalidad que encontramos en los mamíferos
también se han desarrollado en nuestra especie: el hombre ha llegado a ser capaz
tanto de la mayor amistad como de la mayor hostilidad con respecto a su
semejante. Todo esto para explicar que no hay rasgo propiamente humano que no
tenga su fuente biológica.

En segundo punto: EL HOMBRE ES TOTALMENTE CULTURAL: todo acto está


totalmente culturizado: comer, dormir, e incluso sonreír o llorar, lo mismo sucede
con los actos más biológicos también son culturales: nacer, morir, casarse.

Conclusión: EL SER HUMANO ES TOTALMENTE HUMANO PORQUE ES AL


MISMO TIEMPO PLENA Y TOTALMENTE VIVIENTE Y PLENA Y TOTALMENTE
CULTURAL.

 Esteban Krotz: Cinco ideas falsas sobre la cultura.

La cultura es el elemento que distingue a la especie humana de las demás


especies. Esto significa que la cultura es tan antigua como la especie humana.

1. Primera idea falsa: se puede y no tener cultura.

Desde el punto de vista de la antropología, tal expresión carece de sentido: todos


los seres humanos, por definición, tienen cultura. Tener cultura es un rasgo
característico de la vida humana, esto quiere decir: ser parte de la especie
humana significa ser un ser cultural.

2. Segunda idea falsa: Hay una jerarquía natural entre culturas (y entre
subculturas)

No existe absolutamente ningún criterio objetivo, y mucho menos científico para


establecer jerarquías entre culturas. No hay nada que indique que una cultura sea
mejor o peor que otra, lo único que se puede decir es que a uno le gusta más esta
expresión cultural y a otro más aquella.

3. Tercera idea falsa: Hay culturas “puras” y “mezcladas”

Todas las culturas son y han sido influenciadas por las demás, que exista una
cultura pura es una idea totalmente falsa e imposible.
4. Cuarta idea falsa: los recintos propios de la cultura son los museos, los
teatros y las bibliotecas.

Es una idea falsa debido a que todas las culturas y sus manifestaciones son algo
vivo, algo que surge y se transforma sin cesar y a veces incluso desaparece
después de haber existido algún tiempo.

5. Quinta idea equivocada: La existencia de la cultura depende del Estado

El ámbito de la creación y reproducción cultural es mucho mas amplio que el


ámbito de las instituciones estatales y por otra parte la historia del Estado cubre
solo una mínima fracción de la historia de la humanidad y la cultura es tan antigua
como la especie humana.

 Giménez Montiel: La cultura en la tradición filosófico-literaria y en el


discurso social común.

Tanto en el campo de la filosofía como en el de las ciencias sociales, el concepto


de cultura forma parte de una familia de conceptos totalizantes estrechamente
emparentados entre sí por su finalidad común, que es la aprehensión de los
procesos simbólicos de la sociedad y que por eso mismo se recubren total o
parcialmente: ideología, mentalidades, representaciones sociales, doxa,
hegemonía, etc. De aquí se origina un problema de delimitación de fronteras y de
homologación de significados.

Como podemos observar en el capitulo numero uno de Giménez Montiel, nos


damos cuenta que hace hincapié en que existe una polivalencia semántica y a su
vez una indeterminación del término cultura entendiéndolo como un concepto
totalizante e inespecífico. Ante esta situación sostiene que deberían plantearse
dos objetivos, por un lado una revisión crítica del concepto de cultura mientras que
por otro, se plantea generar un concepto de cultura coherente y homogéneo.

A su vez, en el capítulo 1 también se hace un repaso etimológico del término


cultura, entendiendo que como todo termino sustantivo, el termino cultura admite
dos grandes familias de acepciones: las que se refieren a la acción o proceso de
cultivar (donde caben significados como formación, educación, socialización,
paideia) y las que se refieren al estado de lo que ha sido cultivado, que pueden
ser, estados subjetivos (representaciones sociales, mentalidades, buen gusto) o
estados objetivos (como cuando se habla de “patrimonio” artístico)

Luego se hace un análisis histórico de la evolución del término cultura:

 Hasta el siglo XV se aplicaba el término casi exclusivamente al cultivo de la


tierra.
 En el siglo XVIII los filósofos alemanes confieren a la cultura un sentido
totalizante que desborda el plano meramente individual o personal,
definiéndola como un ideal de vida colectiva que abarca la totalidad de las
acciones humanas.
 En el curso del mismo siglo XVIII se consuma el proceso de
autonomización de la cultura: la cultura se constituye en un campo
especializado y autónomo, valorado en si y por si mismo, independiente de
toda función practica y social.

Pero la cultura así autonomizada y definida ha ido progresando, según Hugues de


Varine, por diferentes fases, antes de adquirir la configuración actual:

1. Primera fase: fase de la codificación (s XIX)

Esta consiste en la elaboración progresiva de claves y de un sistema que permiten


fijar y jerarquizar los significados y los valores culturales, tomando inicialmente por
modelo la “herencia europea” como sistema de valores heredados. De este modo
se van definiendo el buen y mal gusto, lo distinguido y lo “bajo”, lo legitimo y lo
espúreo, lo bello y lo feo, lo civilizado y lo bárbaro, lo artístico y lo ordinario, lo
valioso y lo trivial.

2. Segunda fase: fase de institucionalización de la cultura (1900)

Este proceso puede interpretarse como una manifestación del esfuerzo secular del
Estado por lograr el control y gestión global de la cultura, bajo una lógica de
unificación y centralización.

3. Tercera fase: fase de mercantilización de la cultura (1960)

Esta fase implica la subordinación masiva de los bienes culturales a la lógica del
valor de cambio y, por lo tanto, al mercado capitalista. Esto significa que en la
situación actual la cultura se ve jalada simultáneamente por el Estado y por el
mercado, no solo nacional, sino también transnacional.

 Giménez Montiel: la cultura en la tradición antropológica.

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