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(Antropologia
Cultural)
En este texto el autor intenta explicar las diferencias que hay entre la forma de
pensar (el raciocinio) de los hombres primitivos y de los hombres civilizados.
Franz Boas define a lo primitivo como " Primitivos son aquellos pueblos cuyas
actividades están poco diversificadas, cuyas formas de vida son simples y
uniformes, y cuya cultura en su contenido y en sus formas es pobre, e
intelectualmente inconsecuente".
Por lo tanto podemos decir que el método de asociaciones utilizado por los
primitivos es de carácter heterogéneo, es decir, a impresiones subjetivas. En otras
palabas, las asociaciones que realizan los primitivos están basadas en aspectos
más bien emocionales, repetitivos, que en aspectos racionales.
En cuanto al cambio también surge otra diferencia, por un lado en la vida primitiva
existe una gran resistencia al mismo debido en gran parte a fuentes emocionales
que son prevalecientes y por lo tanto crean una resistencia a lo nuevo. Mientras
que en nuestra civilización las acciones no penetran con suficiente profundidad en
nuestro espíritu como para establecer conexiones que les otorguen valores
emocionales, de ahí, nuestra fácil disposición al cambio.
El concepto del hombre, posee una doble entrada irreductible: natural y cultural. El
hombre es un ser bio-cultural; todo rasgo humano tiene una fuente biológica, a la
par que todo acto humano está totalmente culturizado.
BIO CULTURAL
2. Segunda idea falsa: Hay una jerarquía natural entre culturas (y entre
subculturas)
Todas las culturas son y han sido influenciadas por las demás, que exista una
cultura pura es una idea totalmente falsa e imposible.
4. Cuarta idea falsa: los recintos propios de la cultura son los museos, los
teatros y las bibliotecas.
Es una idea falsa debido a que todas las culturas y sus manifestaciones son algo
vivo, algo que surge y se transforma sin cesar y a veces incluso desaparece
después de haber existido algún tiempo.
Este proceso puede interpretarse como una manifestación del esfuerzo secular del
Estado por lograr el control y gestión global de la cultura, bajo una lógica de
unificación y centralización.
Esta fase implica la subordinación masiva de los bienes culturales a la lógica del
valor de cambio y, por lo tanto, al mercado capitalista. Esto significa que en la
situación actual la cultura se ve jalada simultáneamente por el Estado y por el
mercado, no solo nacional, sino también transnacional.