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Una descripción clásica del método científico funciona de la siguiente manera: “las ciencias
parten de la observación fiel de la realidad. Seguidamente, se extraen las leyes de esa
observación. Esas leyes se someten a comprobaciones experimentales y se prueban. Esas leyes
probadas, finalmente se unen en teorías que describen la realidad”.
Según la visión de que las personas tienen de la observación, esta llega a las cosas “tal y como
son”. Por eso se dice con frecuencia que la observación debe ser fiel a la realidad informando
solo acerca de lo que existe. La observación seria una nueva atención pasiva, un puro estudio
receptivo. Pero en realidad la observación no es puramente pasiva: se trata de cierta
organización de la visión. Solo veré las cosas en medida de que estas se correspondan con
cierto interés, eliminando lo que no.
Cuando observo algo siempre tengo que describirlo. Para lo cual utilizo una serie de nociones
que ya tenía antes: estas se refieren siempre a una representación teórica, generalmente
implícita. Sin esas nociones que me permiten organizar mi observación, no sé qué decir. Y en la
medida que carezca de un concepto teórico adecuado, estoy obligado a apelar a otros
conceptos de base.
Por lo tanto, no observamos pasivamente, sino que estructuramos lo que queremos observar,
utilizando las nociones que parecen útiles para tener una observación adecuada, es decir, que
responda al proyecto que tenemos. Entonces es cuando decimos que observamos hechos.
Digo que es un hecho sí creo que es algo indiscutible, que nadie cuestiona. Un hecho ya es un
modelo teórico de interpretación que habrá que establecer o probar. Al ser la observación de
los hechos siempre la construcción de un modelo de interpretación, nos damos cuenta que ese
modelo va unido a lo que nos interesa en el momento.
Por otro lado, no se puede observar sin utilizar el lenguaje sea verbal o mental. Una
descripción en una lengua no producirá el mismo efecto que en otra. Estamos atrapados en el
lenguaje. Así que los científicos no son individuos que observan el mundo a partir de cero; sino
que son los participantes de un universo cultural y lingüístico en el que se insertan sus
proyectos individuales y colectivos. La observación neutra respecto al objeto es una ficción.
El autor señala que las proposiciones empíricas que solo cuentan lo que vemos, y que serian la
base de los conocimientos científicos, son ya en parte proposiciones teóricas. Pero difieren de
las teóricas en que por una convención practica unida al trabajo científico del momento, se
establecen como momentáneamente indiscutibles. Luego con la práctica, la proposición
empírica puede convertirse en teórica. Si una proposición no concuerda con la teoría, más que
modificar la teoría, modificamos las reglas de interpretación de la observación y describimos lo
que vemos de otra manera.
Usualmente insistimos en que la observación científica del mundo tiene una objetividad
absoluta, nos negamos a ver que observar es integrar al mundo en los proyectos que tenemos,
creyendo que es solamente situarse pasivamente frente a la realidad. Pero toda observación
conlleva de un elemento fidelidad. Esto último implica que toda observación se sitúa en una
comunidad humano y con ella se relaciona, está a su vez se relaciona con una historia, con un
mundo que no controlamos. De esta forma no observamos sencillamente lo que queremos
ver, sino que nos insertamos en algo más, en una historia humana y en un mundo. A su vez,
usualmente sentimos que lo que observamos es real, pero el sentimiento de realidad es
subjetivo y afectivo y hace que tengamos confianza en el mundo tal y como lo vemos. Los
científicos también creen ver algo real cuando están en una comunidad científica que aprueba
lo que ven. Por el contrario, cuando creen que son los únicos que observan un fenómeno,
tienen un sentimiento de irrealidad e incluso tienden a no creer en sus observaciones. El sujeto
empírico es aquel que realiza una observación y se ve influenciado por que en ella hay de
particular e individual, por sus intereses y pasiones.
Cuando estamos acostumbrados a ver el mundo de una forma determinada, se hace casi
imposible ver las cosas de otro modo. La visión que tenemos del mundo parece entonces
absolutamente objetiva y necesaria.