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El aprendizaje no puede darse sin actividad, y una manera efectiva de lograr esta actividad es
mediante la pregunta adecuada y oportuna. A lo anterior se agrega que cuando se trata de
estimular la creatividad y la curiosidad, aparece la pregunta como elemento esencial e
insustituible. Se considera dos casos: la pregunta del maestro y la pregunta del alumno.
La pregunta genuina
Es aquella que hace el maestro porque desconoce algunos aspectos relacionados con el tema,
quiere conocer otros enfoques, siente la necesidad de aprender algo nuevo o desea comparar
el concepto de sus alumnos con el suyo propio. Se dice además, que la pregunta genuina
permite que el discente aporte sus propias ideas al desarrollo del curso, tome confianza en la
materia al sentirse descubridor, y desarrolle su capacidad creadora, al tratar de resolver
situaciones que son difíciles para su maestro.
La pregunta ficticia
Se llama ficticia a la pregunta que hace el maestro a pesar de saber la respuesta. Esta
pregunta encierra un gran valor didáctico, va que mediante ella se puede:
La pregunta torpe
Se llama así a la pregunta que no se debe hacer, y mucho menos en clase, debido a que no
conduce a desarrollar hábitos deseables en los alumnos, sino que más bien entorpece su
capacidad creadora. Esta pregunta, además de revelar pobreza intelectual en el maestro, no
exige un proceso de elaboración de la respuesta por parte del alumno. En esta pregunta se
diferencian las siguientes categorías:
- Pregunta de complemento:
¿El número siete es...?
¿El número dos es ... porque...?
¿Qué es un triángulo?
- Pregunta obvia.
- Pregunta redundante:
La que se hace de acuerdo con el principio de redundancia.
- Pregunta desobligante:
- ¿Entendieron?
Como propiedad fáctica del lenguaje es perfectamente válida esta pregunta, ya que es un
medio para mantener la comunicación, pero didácticamente no se admite, y en su lugar, se
recomiendan otros medios para que el maestro se entere si el mensaje llegó al grupo.
La metodología de la pregunta
Se utiliza esta expresión para referirse a condiciones concretas que afectan de una manera u
otra la calidad de la pregunta. Los elementos básicos que configuran la metodología de la
pregunta son la fluidez, el momento y la dinámica. Se observa la interpretación de cada uno de
estos términos:
La fluidez. Es la habilidad personal para formular preguntas al grupo y para resolver las que
éste plantea.
El momento. Con este término se refiere al estado psicológico del alumno y al ambiente de la
clase; ambos aspectos pueden afectar la respuesta del alumno.
La dinámica. Ésta consiste, básicamente, en distribuir la pregunta entre todos los elementos del
grupo y en aprovechar las respuestas (correctas e incorrectas) para producir nuevos
aprendizajes.
- Formular al grupo gran número de preguntas y luego indicar en particular quién debe
responder (esto tiene que ver con el momento), con el fin de que los estudiantes tengan
tiempo de pensar.
- Distribuir la pregunta de tal manera que la mayor parte del grupo participe (dinámica).
- Motivar a los alumnos que responden acertadamente con una voz de aprobación (muy bien,
correcto ... ), o con un ligero comentario.
- Evitar expresiones verbales y no verbales (gestos, acciones ... ) que puedan inhibir a los
alumnos.
La esencia de la pregunta
- Construir preguntas superiores. Éstas se caracterizan porque exigen una mayor elaboración
de la respuesta por parte del estudiante. Las preguntas de esta categoría son de las formas:
Las preguntas superiores se ubican en distintos grupos, de acuerdo con el objetivo que se
persiga.
X + X +. . + X
n Veces
¿Puedes hacer un esquema que ilustre el teorema de Tales?
¿Podríamos utilizar el teorema de Pitágoras para hallar la distancia entre los puntos A y B?
Preguntas que impliquen una inferencia del estudiante. La inferencia puede ser de inducción o
de deducción.
El alumno tiene plena libertad para preguntar lo que quiera, aun si su pregunta está
aparentemente desligada del tema. La profesión del docente obliga no sólo a responder las
preguntas de los alumnos, sino a crear el ambiente propicio para que sean formuladas. Sin
embargo, no se pueden convertir en solucionarios públicos, sino más bien deben aprovechar
los interrogantes para motivar la discusión en el grupo.
Los estudiantes responden de maneras muy diferentes a los interrogantes planteados en clase,
y los docentes deben estar preparados para aprovechar al máximo las respuestas obtenidas.
Tan importante es formular correctamente las preguntas que se dirigen al grupo, como manejar
hábilmente las respuestas de los alumnos. Se observan, a continuación, los casos más
comunes.
En casos como éste, se debe dar sugerencias que lo estimulen y orienten en la elaboración de
la respuesta. Si, a pesar de las orientaciones, él insiste en su actitud inicial, se debe investigar
un posible problema personal.
En este caso se debe pedir una justificación de la respuesta, usando preguntas como éstas:
Respuestas incorrectas
Ante una respuesta incorrecta, se debe dirigir nuevamente la pregunta al grupo para que se
detecte el error. La conversación puede iniciarse así:
Respuestas satisfactorias
Ante una respuesta correcta se debe felicitar al alumno diciendo, por ejemplo, muy bien,
exactamente, correcto; además, es conveniente utilizar la respuesta para:
El método heurístico
La palabra heurística se deriva del griego euriskein, que significa hallar, encontrar. En este
sentido, la heurística puede entenderse como un método o procedimiento mediante el cual se
puede deducir o inducir la verdad. Este texto no se ocupará del estudio de la heurística como
tal, sino de su aplicación en la solución, de problemas matemáticos.
- Comprender el problema.
- Identificar los datos y las incógnitas.
¿Cuál es la incógnita?
Prospectiva
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