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Resumen
En este artículo planteamos la utilidad del texto narrativo como instrumento de evaluación de las necesida-
des comunicativas de los niños, por un lado; y como recurso para trabajar las competencias textuales en el aula,
por otro, en la que el maestro y el logopeda trabajen conjuntamente. Presentamos, por tanto, una propuesta con
dos vías de intervención: en primer lugar, la evaluación de las habilidades comunicativas de los niños a partir
del discurso narrativo; y, en segundo lugar, la actuación e intervención educativa para la mejora no sólo de las
habilidades lingüísticas del alumnado, sino también para dar respuesta a las necesidades de los niños con pro-
blemas de lenguaje. Para ello, presentamos un protocolo de evaluación de las destrezas narrativas con el fin de
establecer el nivel de competencia comunicativa de los niños y determinar los que presentan problemas de lenguaje
en sus esquemas narrativos. A su vez, planteamos una serie de actividades encaminadas al desarrollo y mejora
de los discursos narrativos infantiles, discursos que, paradójicamente, se encuentran muy presentes en los textos
curriculares. Para que esto sea posible reflexionamos sobre la necesidad de que se produzca una colaboración
entre los profesionales implicados, esto es, el maestro y el logopeda. Ambos profesionales deben coordinar el traba-
jo con actuaciones conjuntas, encaminadas a la mejora de la práctica educativa y de los resultados de los niños
con problemas de lenguaje. El logopeda debe evaluar los grupos de refuerzo que se deben establecer a partir de los
protocolos de evaluación de los discursos narrativos y, en colaboración con el maestro, establecer las actividades
de refuerzo y las medidas recuperadoras que estimen convenientes.
Palabras clave: Discurso narrativo, actuación colaborativa, evaluación e intervención del lenguaje
de los niños.
© 2005 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 1135-6405 Cultura y Educación, 2005, 17 (4), 361-371
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INTRODUCCIÓN
El discurso conectado consiste en una serie de unidades de habla compuestas
por diversos enunciados relacionados temáticamente. Este tipo de producción
lingüística tiene su origen en la conversación que se desarrolla entre el niño y los
adultos próximos, tanto en lo referente a la dimensión interactiva, como en lo
referente a la dimensión estructural. Así, los adultos andamian tanto la capaci-
dad conversacional (en un principio, introduciendo y manteniendo temas; más
adelante, compartiendo esta responsabilidad con los niños), como las habilidades
discursivas (proporcionando modelos a los mismos y ayudándoles a organizar y
estructurar el discurso). Paulatinamente los niños van introduciendo referencias
alejadas del presente sobre sus experiencias y van encadenando progresivamente
sus intervenciones, lo que conduce a la capacidad de dar explicaciones, contar
historias y otras formas de discurso autónomo (Serra, Serrat, Solé, Bel y Aparici,
2000).
De las diversas tipologías discursivas existentes es el discurso narrativo junto
con el expositivo los que predominan en el ámbito escolar. Entendemos por
narración una secuencia causal de acontecimientos en relación a un protagonista
que pretende alcanzar un objetivo o resolver un problema. Posee, además, una
estructura gramatical específica: está formada por un entramado de conexiones
lingüísticas que otorgan una fuerte conexión interna.
El discurso narrativo representa para el niño la utilización de un discurso sos-
tenido formado por un conjunto de proposiciones conectadas temáticamente y
unidas a través de elementos de cohesión con una triple función: psicológica (el
despliegue de estrategias sobre el conocimiento del mundo), social (la adapta-
ción de las historias a los esquemas culturales) y lingüística (la intervención de
elementos estructurales y funcionales). Y es que: “Las narraciones son un índice
de la habilidad de los niños para tener en cuenta las capacidades de procesamien-
to del receptor y, por tanto, reflejan el desarrollo de su cognición social” (Leino-
nen, Letts, y Smith, 2000, p. 105).
Siendo diversos los aspectos que integra el discurso narrativo y diversas las
disciplinas interesadas en su estudio, hay que señalar que sus contribuciones han
variado según su punto de arranque y metodología:
– Desde la Didáctica de la lengua se han investigado, entre otros aspectos, las
posibilidades que ofrece el texto narrativo en las aulas. Son innumerables las
experiencias y propuestas didácticas que contemplan el texto narrativo como eje
fundamental en la formación lingüístico-literaria de los niños López y Guerrero
(1998), Amo (2002), puesto que esta forma de organizar el discurso es también
“una manera de ordenar la experiencia y de planificar el futuro” (Lomas y Tusón,
2000, p. 7).
– Desde la Psicología se han analizado los discursos narrativos infantiles, ya
que éstos, al requerir destrezas cognitivas, sociales y lingüísticas, permiten clari-
ficar los desempeños de los niños con y sin problemas de lenguaje. En este senti-
do, los niños con trastornos de lenguaje (TEL), en los que no se advierten otras
dificultades asociadas (intelectuales, sensoriales, motoras, afectivas o neurológi-
cas evidentes), suelen producir omisiones en el discurso, tanto en las partes fun-
damentales de las proposiciones (Serra, 1997), como en las ideas fundamentales
de la historia (Bishop y Edmunson, 1987; Pérez, 1997).
Por otra parte, si nos aproximamos a las propuestas de intervención más habi-
tuales en el lenguaje de los niños, nos encontramos con dos situaciones que recla-
man nuestra atención:
– En lo que respecta a la propuesta logopédica tradicional, la intervención
está dirigida a los síntomas clínicos de los niños con dificultades de lengua-
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Por otra parte, trabajar con los textos narrativos favorece y promueve, entre
otros aspectos, una aproximación al código escrito, una mayor riqueza léxica, un
aumento progresivo de estructuras morfosintácticas más complejas y un enri-
quecimiento global lingüístico y cognitivo. Así, llevar a cabo estas prácticas en
el aula por parte de los profesores:
– Favorece la apropiación al código escrito por parte de los niños de Infantil y
primeros niveles de Primaria. Existe una relación directa entre la frecuencia de
lectura de cuentos por parte del adulto y el aprendizaje lectoescritor de los niños
(Wells, 1988).
– Promueve cada vez discursos más largos con un creciente aumento del voca-
bulario activo que se traduce en un mayor caudal léxico y en una mayor precisión
terminológica (Kaderavek y Sulzby, 2000) siendo de utilidad el contacto y traba-
jo con textos literarios de diversa índole.
– Pone en funcionamiento todos los componentes del lenguaje: forma, conte-
nido y uso, ya que estas tareas actúan sobre el procesamiento cognitivo y el siste-
ma lingüístico en su conjunto.
– Facilita la organización de esquemas mentales, ya que la narrativa implica el
empleo de hechos con cambios que se producen en el espacio y en el tiempo.
En las programaciones del maestro, el discurso narrativo puede servir de base
para crear situaciones naturales de comunicación eficaces para modelar, expandir
y reforzar el lenguaje del niño, Partir de situaciones funcionales en las que se tra-
baje con textos narrativos puede favorecer el desarrollo de la conciencia metalin-
güística de los alumnos, en general, y de los que presentan dificultades para el
aprendizaje simbólico, en particular. Máxime cuando uno de los principales pro-
blemas con los que se suelen enfrentar los profesionales del medio educativo es la
desmotivación de los niños hacia el medio académico, por lo que el uso de este
recurso en el aula servirá como medio para encauzar su interés promoviendo la
realización de tareas más formales necesarias para la reflexión lingüística, el
aprender a pensar acerca del lenguaje.
MODELO DE INTERVENCIÓN
Si consideramos que en la práctica educativa, tanto los profesores como los
mestros de audición y lenguaje y logopedas escolares, utilizan los textos narrati-
vos para desarrollar el lenguaje y los conocimientos de los alumnos, deducimos
que los resultados serán más fructíferos, tanto en el proceso de evaluación como en
el de actuación educativa, si la caracterización y actuación de la competencia dis-
cursiva de los mismos se realizan desde una respuesta colaborativa, teniendo en
cuenta las consideraciones realizadas desde las diferentes disciplinas de investiga-
ción. A partir de estas reflexiones nos hemos planteado la necesidad de que en
nuestra propuesta se establezcan dos vías de intervención paralelas pero conver-
gentes: la evaluación e intervención logopédica, por un lado, y la actuación edu-
cativa en el aula, por otro (ver Figura 1).
Tareas comunicativas
Escolar
MODELO
INDIVIDUALIZADO
DE EVALUACIÓN
Resolución de NO PSICOPEDAGÓGICA Contexto
dificultades (Equipo
Multidisciplinar)
Sociofamiliar
SÍ
Programas educativos del lenguaje Actuación multidisciplinar colaborativa
mente dicho para conocer las destrezas cognitivas y lingüísticas que muestran en
la narración (Contreras y Soriano, 2004):
– Las listas de control están compuestas por tres niveles: el primero se utiliza
para analizar el desarrollo de la situación comunicativa que se pretende evaluar
(en este caso, el discurso narrativo); es decir, si el niño se ha mostrado predispues-
to a participar, su grado de implicación, etcétera. El siguiente está dedicado a
comprobar hasta qué punto el niño conoce y utiliza el esquema narrativo (uso del
imperfecto-indefinido, los organizadores textuales, deixis, etcétera). A continua-
ción, evaluamos el plano del contenido, esto es, nos centramos en el argumento,
en la relación existente entre protagonista-objetivo, y en la utilización de fórmu-
las fijas aprendidas, entre otros aspectos.
– El protocolo de evaluación (ver Tabla I) está destinado a evaluar las destrezas
psicolingüísticas que los niños de entre siete y nueve años muestran en sus narra-
ciones: cohesión (dispositivos lingüísticos que le dan forma) y coherencia (signi-
ficado global que se extrae de una serie de operaciones) (Serra et al., 2000).
sus narraciones, y si éstas son comprendidas por los demás. La exploración del len-
guaje debe abarcar aspectos lingüísticos (recuperación léxica, estructuración de
frases, etcétera) y cognitivos (cohesión de las ideas), determinando los que emplea
con corrección y los posibles procesos alterados. También establecemos el nivel de
comprensión de las narraciones, es decir, si comprenden narraciones de diversa
complejidad, y en qué contextos. En este sentido, se ha comprobado que el dis-
curso narrativo de los niños con trastornos de lenguaje está significativamente por
debajo de los que no presentan dificultades lingüísticas en las dimensiones estu-
diadas, tanto en el mantenimiento del tema como en la comprensión de las histo-
rias al efectuarse preguntas literales e inferenciales (Bishop y Adams, 1992).
De los resultados analizados se obtendrán dos líneas de trabajo:
– Determinar qué alumnos necesitan reforzar uno o algunos de los aspectos
lingüístico-discursivos para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje en la clase
desde la agrupación flexible del aula, esto es, qué grupos de alumnos con dificul-
tades comunes pueden mejorar su competencia comunicativa a partir de ciertos
refuerzos en la programación del profesor.
– Determinar qué alumnos requieren actuación logopédica directa al mostrar un
claro deterioro discursivo, es decir, qué alumnos necesitan la atención directa en el
aula de logopedia.
En la siguiente tabla (ver Tabla I), se pueden comprobar los elementos de la
expresión/comprensión narrativa que pueden ser utilizados en un protocolo de
evaluación. Mediante su empleo se pueden constatar las dificultades característi-
cas de los niños con TEL en el mantenimiento del tema (omisión de aspectos
generales de la historia, junto con elementos proposicionales), y/o en los aspectos
lingüísticos morfosintácticos y léxicosemánticos (Contreras y Soriano, 2004).
Para efectuar la evaluación hemos presentado a los niños un cómic de cuatro
viñetas: en la primera, un niño ve un carro con helados; en la segunda se acerca al
padre para pedirle dinero; en la tercera pide el helado al heladero y le paga; y en
la cuarta se marcha contento con su helado.
Errores morfológicos. Expresadas en la concordancia en el sintagma nominal (p.e. los niño), con-
cordancia verbo-sujeto (p.e. los helados estaba), adecuación del verbo a la referencia temporal
(p.e. ayer llevará el niño...) y la concordancia verbal entre la oración principal y la dependiente
(p.e. vio el carro donde llevará los helados) (Serra y Bosch, 1993).
Errores sintácticos son los relativos a las omisiones (p.e. el niño compra helado), adiciones (p.e. se lo
chupó el helado), sustituciones (p.e. “un carro que estaba un hombre”, en lugar de “un carro donde
estaba un hombre”), inversión de sujeto (p.e. el padre le pidió dinero al niño) y la ausencia de refe-
rencia pronominal (p.e. el niño pidió... y el heladero se lo dio).
Errores proposicionales, donde se agrupan las omisiones del núcleo nominal (p.e. vendía helados y
el niño se los compró), del complemento verbal (p.e. el padre le dio y con esto se compró un helado) o
del núcleo verbal (p.e. el niño...los helados), y las amalgamas incompresibles (p.e. niño pidió dine-
ro que compró un helado con él) (Serra, 1997);.
Se codificaron dos errores: a) las respuestas descontextualizadas (Bishop y Adams, 1992), sin
relación con la pregunta (p.e. ¿en qué los vende? en precio) y b) las respuestas incorrectas a las
preguntas causalidad-finalidad (Gili Gaya, 1972) (p.e. ¿por qué se lo compra? para comérselo).
1. Contar y leer cuentos en clase con o sin ayuda de imágenes por parte del maestro. Progra-
mación de actividades: reconstrucción del relato con los alumnos: señalar las ideas princi-
pales del texto y ordenarlas, indicar los personajes principales y secundarios que intervie-
nen, los lugares que aparecen, el acontecimiento desencadenante de la historia, el desenla-
ce... descripción de personajes, de ilustración de episodios, etc.
2. Pedir a los niños que cuenten una historia (real o inventada). Preguntas literales e inferen-
ciales sobre organización narrativa (idea principal, cómo son los protagonistas, dónde suce-
de, qué hacen, qué les suceden, para qué lo hacen, qué consiguen...).
3. Narrar un relato con ayuda de imágenes seriadas. Ordenar secuencias para reconstruir
cuentos conocidos. Asociar varios párrafos a sus correspondientes viñetas para reconstruir
una historia.
4. Asociar diálogos a protagonistas de diferentes cuentos.
5. Jugar con las estructuras convencionales, con las que suelen comenzar y terminar un cuen-
to.
6. Inventar un cuento entre toda la clase con o sin ayuda de imágenes escogidas al azar. Crea-
ción conjunta de un cuento a partir del binomio fantástico de Rodari.
7. Cambiar el principio o fin de un cuento conocido, y dramatizarlo.
Notas
* Mª Carmen Contreras trabaja en el ámbito de la inclusión educativa, los trastornos específico del lenguaje y la des-
ventaja sociocultural. Mª del Mar Ruiz centra su investigación en el análisis y evaluación del lenguaje infantil, así
como en el inicio del aprendizaje lectoescritor en Educación Infantil.
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