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283-2000

San José, 13 de noviembre del 2000

Licenciado
Celín Arce Gómez
Asesor Legal
Ministerio de Educación Pública
S.O.

Estimado Lic. Arce:

Con la aprobación del señor Procurador General Adjunto, nos referimos a su atento
oficio No. AL-49-2000 del 17 de octubre del 2000, en el que indica que mediante
acuerdo adoptado por el CONESUP, en el artículo octavo, aparte 3) de la sesión No.
404-2000 del 25 de mayo del año en curso, se dispuso solicitar el criterio técnico de este
Organo sobre la existencia o inexistencia de la obligación del CONESUP de refrendar
los diplomas de notariado que otorgan las universidades privadas.
En dicho oficio manifiesta el criterio jurídico sobre el particular y señala que los
artículos 37 y 39 del Reglamento General del CONESUP, Decreto Ejecutivo No.
25071-MEP del 26 de marzo de 1996, disponen que los títulos expedidos por las
universidades privadas, que tengan por objeto acreditar un grado universitario, deben
ser refrendados por la Secretaría Técnica e inscritos ante el CONESUP. Argumenta, en
el mismo sentido, que la Sala Constitucional ha dispuesto que el deber de inscribir y
refrendar los títulos, por parte del CONESUP, deviene de la facultad de fiscalización
que le compete sobre las universidades privadas (voto No. 7494-97) y cita el voto No.
2014-2000 de la Sala Constitucional según el cual el título de Notario Público es un
título independiente del título de Licenciado en Derecho, razón por la cual el refrendo
debe realizarse para cada uno de los referidos títulos.
De previo a referirnos al objeto de la consulta, procede recordar que el artículo 4° de
nuestra Ley Orgánica es claro en el sentido de que "Los órganos de la Administración
Pública, por medio de los jerarcas de los diferentes niveles administrativos, podrán
consultar el criterio técnico-jurídico de la Procuraduría…". De lo que se deriva que la
consulta debe ser formulada por el jerarca administrativo, concepto que debe entenderse
en los términos de la Ley General de la Administración Pública. En consecuencia, el
asesor jurídico no está facultado para consultar directamente a la Procuraduría. La
actuación del asesor debe consistir en preparar la opinión jurídica interna y colaborar
con su superior en la redacción del oficio de consulta, pero ésta debe emanar
directamente del jerarca. Ergo, el jerarca debe consultar directamente, sin que sea
correcto que delegue en órganos inferiores el plantear la solicitud. Además, cuando ese
jerarca sea un órgano colegiado, debe transcribirse el acuerdo mediante el cual se
decidió consultar. En el presente caso, la consulta no fue formulada por el jerarca del
CONESUP, lo que amerita un rechazo de la gestión. No obstante, dado que en su
momento la consulta no fue rechazada y que el punto ha sido objeto de análisis por la
Procuraduría, se entra a pronunciarse sobre el fondo. Lo anterior no sin antes advertir de
la necesidad de que se respeten estrictamente los requisitos establecidos en nuestra Ley
Orgánica.
Debe esta Procuraduría referirse, entonces, a la obligación del CONESUP de refrendar
los diplomas de Notario que otorgan las universidades privadas, como consecuencia de
las potestades de fiscalización y vigilancia que le compete ejercer al Estado sobre las
universidades en cuestión. El problema se plantea porque existen dudas sobre la
existencia del diploma de Notario como requisito para ejercer tal actividad.
A.- LAS POTESTADES DE FISCALIZACIÓN DEL ESTADO SOBRE LAS
UNIVERSIDADES PRIVADAS DERIVAN DEL DERECHO A LA EDUCACIÓN
La educación es un derecho fundamental y, por ende, intrínseco a la dignidad humana.
Es el medio que le permite alcanzar al individuo el más pleno desarrollo de su condición
humana y, por ende, el mejoramiento de la vida social en tanto conjunto armónico de
los individuos que la conforman. Como tal, la educación es expresión de la libertad;
manifestación continua del hombre en el perfeccionamiento mismo de su naturaleza y
en la necesidad de expansión y permanencia de su ser. De allí, precisamente, la
consagración expresa que la Constitución Política y los diferentes instrumentos
jurídicos internacionales han realizado de la educación como derecho humano
fundamental. Entre las disposiciones internacionales que lo consagran tenemos la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículo 26), la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (artículo 12), el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (artículo 13) y más recientemente el
Protocolo adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Ley N. 7907 de 3 de setiembre de 1999,
articulo 13. Es decir, como derecho humano, su protección se encuentra en el más alto
nivel de la jerarquía de las normas.
Al anterior reconocimiento a nivel internacional, debe añadirse el desarrollo
jurisprudencial realizado por nuestra Sala Constitucional que, además de reconocer el
derecho a la educación como un derecho fundamental, enfatiza en que es una libertad, o
lo que es lo mismo, un derecho de libertad.
Esta conceptualización de la enseñanza como libertad no es, sin embargo, irrestricta.
Muy por el contrario, si bien inicialmente la Sala Constitucional mediante el voto 3550-
92 de las 16:00 hrs. del 24 de noviembre de 1992 se alejó del concepto de servicio
público que normalmente caracteriza a la educación en otros ordenamientos jurídicos,
posteriormente ha ido perfilando la función del Estado en la educación privada, en el
entendido de que esta última es de interés público, por lo que el Estado tiene el deber de
inspeccionarla y fiscalizarla. Y es que, precisamente, además de ser un derecho
fundamental que, por ende, merece la tutela del Estado, lo cierto es que la educación
constituye un pilar del desarrollo del país. Carácter que tiene tanto la educación pública
como la privada. Esta no es más que una manifestación, una forma de ser del derecho
genérico a la educación. De allí, precisamente, que no pueda pensarse en la educación
privada como una mera libertad no sujeta a límite alguno sino que, por el contrario, se la
entienda sujeta a la fiscalización y vigilancia del Estado, tal y como claramente lo ha
definido la Sala Constitucional.
En el ámbito específico de la educación privada la Constitución Política ha dispuesto lo
siguiente:
"Artículo 79: Se garantiza la libertad de enseñanza. No obstante, todo centro docente
privado estará bajo la inspección del Estado".
Esta obligación de vigilancia e inspección del Estado sobre los centros docentes
privados abarca a las universidades privadas. De allí, precisamente, que la Ley que crea
el Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria Privada (CONESUP), Ley
No. 6693 del 27 de noviembre de 1981, señalara entre las funciones del Consejo, las
siguientes:
"Artículo 3º.- Corresponderá al Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria
Privada:
a) Autorizar la creación y el funcionamiento de las universidades privadas, cuando se
compruebe que se llenan los requisitos que esta ley establece.
b) Aprobar los estatutos de estos centros y sus reformas, así como los reglamentos
académicos
c) Autorizar las escuelas, y las carreras que se impartirán, previos estudios que realice la
Oficina de Planificación de la Enseñanza Superior (OPES).
ch) Aprobar las tarifas de matrícula y de costo de los cursos, de manera que se garantice
el funcionamiento adecuado de las diversas universidades privadas.
d) Aprobar los planes de estudio y sus modificaciones.
e) Ejercer vigilancia e inspección sobre las universidades privadas, de acuerdo con el
reglamento, que al efecto propondrá al Poder Ejecutivo, para ser aprobado por éste. El
reglamento deberá garantizar que se cumplan las disposiciones de esta ley, sin coartar la
libertad de que gozarán esas universidades, para desarrollar las actividades académicas
y docentes, así como para el desenvolvimiento de sus planes y programas.
f) Aplicar las sanciones que se establecen en el artículo 17 de esta ley".
Las funciones que debe ejercer el Estado, por medio del CONESUP, sobre las
universidades privadas han sido definidas por la Sala Constitucional como
comprensivas del derecho a exigir requisitos y garantías mínimas en el desarrollo de las
funciones que le son propias a las universidades (ver en este sentido votos No. 3550-92
y 7494-97). De esta forma, lo cierto es que dentro del concepto de "educación superior",
existe un mínimo necesario que el Estado debe garantizar se produzca a fin de que los
educandos reciban la enseñanza mínima requerida para poder ejercer, eventualmente, la
profesión que se encuentren estudiando. Lo anterior conlleva, también, la obligación del
Estado de garantizar que el todo social cuente con profesionales debidamente
preparados. La responsabilidad social de las universidades privadas con la comunidad
nacional implica el cumplimiento de requisitos mínimos de currículum y de excelencia
académica que todo centro docente debe satisfacer a fin de que sus egresados puedan
desempeñarse posteriormente en el área laboral que hayan seleccionado.
B.- COMPETENCIA DEL CONESUP PARA REFRENDAR LOS TITULOS DE
NOTARIO QUE EXTIENDAN LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS
La pregunta sobre el refrendo de los diplomas de Notario Público por parte del
CONESUP tiene como antecedente necesario el establecer si el Título de Notario
Público es requisito necesario para poder ejercer la función notarial.
1.- La exigencia del Título de Notario
Dispone el Código de Notariado como requisitos para ser notario público:

"ARTÍCULO 3.- Requisitos

Para ser notario público y ejercer como tal, deben reunirse los siguientes requisitos:
(…)
c) Ser licenciado en Derecho, con el postgrado en Derecho Notarial y Registral,
graduado de una universidad reconocida por las autoridades educativas competentes;
además, haber estado incorporado al Colegio de Abogados de Costa Rica al menos
durante dos años y, con la misma antelación, haber solicitado la habilitación para ejercer
el cargo. (…)"
« ARTÍCULO 10.- Solicitud de inscripción
La persona interesada en que se le autorice para ejercer la función notarial, deberá
solicitarlo por escrito a la Dirección Nacional de Notariado. La solicitud deberá
acompañarse de los siguientes documentos:
a. El título que lo acredite como abogado inscrito en su Colegio, con dos
años en el ejercicio de la profesión.
b) El título de especialista en Derecho Notarial y Registral(…)"
Como bien puede observarse de las disposiciones transcritas, para ser notario público no
es suficiente con el ser Abogado, ya que se requiere contar con una especialidad en
Derecho Notarial Registral, así como con dos años de incorporación en el Colegio de
Abogados de Costa Rica. Dichos requisitos difieren de los exigidos por la anterior Ley
de Notariado. En efecto, dicha Ley establecía como requisito el ser abogado y el haber
practicado el Notariado "por lo menos durante dos años consecutivos" (artículos 3 y 4).
Quienes cumplieran con dichos requisitos podían solicitar a la Universidad la
expedición de un diploma de Notariado. En la práctica, dicha expedición estaba sujeta a
que el interesado hubiera cursado, como parte del currículo, la materia registral y
notarial. El diploma de notariado no se otorgaba mecánicamente por el hecho de ser
abogado, sino que era indispensable que la carrera de Derecho contemplara los cursos
correspondientes. Lo cual reafirma el compromiso de la universidad con la sociedad, en
el sentido de que no puede expedir un diploma universitario si ese diploma no ampara
un conocimiento teórico y práctico para el ejercicio de la actividad a que se refiere el
diploma
Al derogarse la Ley de Notariado y entrar a regir el Código de Notariado resultaba
imperativo que la persona interesada en ejercer el notariado cumpliera con los nuevos
requisitos de especialidad, ergo, sólo quienes al momento de entrada en vigencia el
Código pudiesen acreditar la condición de especialistas en Derecho notarial y registral
podrían solicitar su inscripción como notarios. Lo cual planteaba un problema para los
estudiantes (quienes tenían expectativas de derecho) y los abogados que habían
cumplido con los requisitos anteriormente exigidos para tal ejercicio. Por ello, el
legislador recurrió al derecho transitorio con el fin de regular el momento a partir del
cual serían exigibles los mencionados requisitos para ser Notario Público. Al efecto se
dispuso lo siguiente:
"TRANSITORIO VII.- Los requisitos de especialidad en Derecho Notarial Registral y
los años de incorporación al Colegio de Abogados de Costa Rica, establecidos en el
inciso c) del artículo 3 y en los incisos a) y b) del artículo 10, se aplicarán cinco años
después de la vigencia de esta ley. "
Una lectura detallada de la normativa en cuestión deja entrever que el legislador
costarricense, al regular el tiempo de entrada en vigencia de los requisitos consagrados
en el inciso c) del artículo 3 y en los incisos a) y b) del artículo 10 del Código Notarial,
no contempló expresamente la obligación de contar con el Título de Notario que se
exigía en la Ley Orgánica de Notariado, Ley No. 39 del 5 de enero de 1943, derogada
por el actual Código Notarial. Esta omisión, sin embargo, no puede de forma alguna
interpretarse como la inexistencia del requisito de contar con el Título de Notario para
poder ejercer la función notarial durante el período de los cinco años a partir de la
vigencia del Código Notarial, de modo tal que sea suficiente la condición de abogado
para el ejercicio que nos ocupa. Diversas razones se oponen a dicha interpretación.
En primer término, el Código Notarial dispone que es Notario Público el "…profesional
en Derecho, especialista en Derecho Notarial y Registral, habilitado legalmente para
ejercer la función notarial" (artículo 2). El requisito de la especialidad no está vigente
por disposición del Transitorio, pero ello no significa que el interesado no requiera estar
habilitado para ejercer la función notarial. Habilitación que la da el conocimiento
teórico y práctico de la materia registral y notarial.
Luego, las razones que motivaron al legislador a estipular el requisito de contar con una
especialización en Derecho Notarial y Registral estriban, precisamente, en la necesidad
de otorgar una mayor garantía sobre el adecuado ejercicio de la función notarial.
Garantía que pasa por un conocimiento profundo de la materia registral y notarial. Debe
recordarse que la función notarial no es más que el ejercicio privado de una función
pública (artículo 1 del Código Notarial), razón por la cual el Estado debe garantizar que
las personas autorizadas para el ejercicio de dicha función se encuentren plenamente
capacitadas para su adecuada práctica. La trascendencia legal de las actuaciones de los
Notarios Públicos a nivel individual como a nivel nacional ha fundamentado la directa
participación del Estado en la regulación de la función pública no sólo en Costa Rica
sino en los diferentes países del hemisferio. Resulta ilógico considerar que el legislador
regula para obtener un mayor conocimiento de parte del interesado en el Derecho
notarial y registral y simultáneamente por un plazo de cinco años, decide que dicho
requisito (conocimiento) es absolutamente innecesario, de modo que cualquier Abogado
–aun cuando no tenga un conocimiento mínimo, expresado por los cursos que en la
carrera haya recibido sobre le tema- pueda ejercer el notariado, sin necesidad de
diploma alguno para tal actividad. Lo razonable es interpretar que si bien el legislador
consideró conveniente que las mayores exigencias académicas (especialidad en Derecho
Notarial y Registral, lo que supone estudios universitarios de post-grado) debían ser
diferidas para que los centros universitarios se prepararan y pudieran ofrecer la
preparación requerida, consideró necesario que se mantuviera la situación existente en
que las universidades que imparten cursos de derecho notarial y registral, como parte
del programa de estudios normales, continuaran haciéndolo y expidiendo, entonces, el
diploma de notariado a quien los hubiere cursado satisfactoriamente.
Si a lo anterior se une la consideración del interés público y el valor de seguridad
jurídica, debe concluirse que el requisito de contar con el diploma de Notario
establecido en la Ley Orgánica de Notariado es plenamente exigible durante el periodo
de los cinco años contados a partir de la vigencia del Código Notarial. Seguridad que se
vería afectada en perjuicio de la colectividad en general y de los posibles clientes en
concreto si no se mantuviera el requisito de contar con tal diploma, en tanto elemento de
comprobación de un conocimiento, quizás elemental, de la materia notarial y registral.
Al efecto, resulta ilustrativa la posición de Recasens Siches en lo relativo a la función
del Derecho como garante de la seguridad:
"…aun cuando el Derecho está avocado a la realización de valores de rango superior -a
cuya luz debe justificarse-, sin embargo, debe, ante todo, y, previamente, crear una
situación de seguridad. La seguridad es también un valor. El rango de este valor de
seguridad es inferior al rango de otros valores jurídicos -la justicia y los demás por ella
implicados-. Pero la realización de este valor de seguridad es condición indispensable
previa para el cumplimiento de los valores de superior jerarquía. O, dicho con otras
palabras: para que haya Derecho es preciso que se dé un orden cierto y de seguro
cumplimiento. Además, la Estimativa Jurídica exige que ese orden cierto y seguro sea
justo, favorecedor del bien común, etc. Pero esas calidades superiores deben realizarse
en un orden cierto y seguro…" Luis Recasens Siches, Vida Humana Sociedad y
Derecho, editorial PORRUA S.A., México, 1952, pp. 546-547
Podría argumentarse que esta interpretación mantiene la vigencia de un requisito
previsto en una ley derogada y que, por consiguiente, se está dando efecto jurídico a una
norma que no es Derecho vigente. Se estaría ante una ultraactividad de la Ley derogada,
puesto que regiría tanto para hechos pendientes como para situaciones nuevas que se
presentaren en el plazo de cinco años en que se ha diferido la aplicación de los
requisitos para ser notario. Una ultractividad no prevista expresamente por el Código de
Notariado. Este elemento no es sin embargo, significativo. La pervivencia de la ley
derogada puede derivarse de una expresa declaración del legislador o bien ser implícita,
cuando el legislador difiere la aplicación de la nueva ley a las situaciones pendientes
reguladas por la ley derogada o incluso para situaciones nuevas, como sería
mayormente el caso que nos ocupa. Lo que no puede interpretarse como un desinterés
del legislador por reglar la situación, o bien como creación de una esfera de libertad que
permita a cualquiera poder ejercer la función pública de notariado.
En aras del principio de seguridad jurídica la Dirección Nacional de Notariado emitió la
directriz de las diez horas del treinta de noviembre de mil novecientos noventa y ocho,
en la que dispone que el título de Notario Público es requisito para el ejercicio de la
función notarial, y que éste debe exigirse hasta que entre a regir plenamente lo dispuesto
en los incisos a) y b) del artículo 10, así como el inciso c) del artículo 3 del Código
Notarial. Esta directriz no hace más que reiterar la exigencia establecida en el
ordenamiento jurídico costarricense de contar con el diploma de Notario Público,
mientras entra a regir la obligación de contar con un postgrado en Derecho Notarial y
Registral y con dos años de incorporación en el Colegio de Abogados para poder ejercer
como Notario Público. Exigencia que se justifica en el hecho de que –aun cuando no
esté expresamente indicado en la Ley de Notariado- una universidad no podría expedir
diplomas universitarios, aquí en notariado, si la formación que imparte no comprende el
título (en este caso la materia notarial y registral) a que se refiere el diploma.
La exigencia del diploma de notario satisface los imperativos de seguridad jurídica y los
intereses y derechos de quienes al entrar en vigencia el Código de Notariado cursaban la
carrera de Derecho y de los abogados que no se habían inscritos como Notarios pero
reunían los requisitos para hacerlo. Se satisface, así, el interés público que propugna por
una preparación más amplia en el ámbito notarial y registral como justificante de su
ejercicio, interés que a pesar del Transitorio VII está presente en otras disposiciones del
Código, particularmente en el artículo 2 que señala que es Notario Público el
profesional en Derecho especialista en Derecho Notarial y Registral. Especialización
esta última que únicamente puede acreditarse en la actualidad mediante la expedición de
un diploma de Notario que garantice, entre otras cosas, que el solicitante ha recibido la
capacitación adecuada para ejercer la función notarial, o sea, que ha ganado
satisfactoriamente los cursos de Derecho Notarial y Registral previstos dentro de la
carrera de Derecho.
2.- El refrendo de los títulos de Notario Público
El Reglamento General del CONESUP, Decreto Ejecutivo No. 25071 del 26 de marzo
de 1996, establece expresamente la obligación del CONESUP de refrendar e inscribir
los diplomas expedidos por las universidades privadas:
"Artículo 37.- Todo título expedido por las universidades privadas y que tengan por
objeto acreditar un grado universitario, deberá ser refrendado por la Secretaría Técnica e
inscrito ante el CONESUP.
Artículo 38.- La Universidad interesada solicitará el respectivo refrendo al título o
títulos correspondientes a la Secretaría Técnica. En el mismo acto deberá acompañar
una declaración jurada del rector en que manifestará que tales títulos han sido expedidos
conforme a derecho, así como que sus beneficiarios han cumplido con la totalidad de
sus obligaciones académicas.
Artículo 39.- La Secretaría Técnica extenderá el refrendo correspondiente dentro de los
quince días hábiles siguientes a su recibo, salvo que determinare la existencia de alguna
irregularidad, en cuyo caso, informará al CONESUP para lo que estime pertinente…"
Como bien lo señala la Asesoría Legal del Ministerio de Educación Pública, la Sala
Constitucional mediante voto No. 7494-97 resolvió una acción de inconstitucionalidad
interpuesta contra la Ley que crea el CONESUP y el Decreto Ejecutivo que en ese
momento la reglamentaba. Interesa resaltar que la Sala declaró la constitucionalidad de
las normas del Reglamento referentes al refrendo de los diplomas. Al respecto, el
órgano jurisdiccional dispuso que esta normativa no es más que una extensión del deber
de fiscalización y vigilancia que le compete ejercer al Estado en materia de educación
privada, "sin coartar la libertad de que gozarán esas universidades, para desarrollar las
actividades académicas y docentes, así como para el desenvolvimiento de sus planes y
programas". Debe precisarse que si bien el voto señalado se refiere al Decreto Ejecutivo
No. 19650 del 18 de abril de 1990, derogado por el actual Decreto Ejecutivo No. 25071,
la obligación de refrendar e inscribir los títulos otorgados por universidades privadas se
mantuvo en el presente Reglamento, razón por la cual el voto de la Sala resulta
plenamente aplicable. De modo que :
"…si bien es cierto, las universidades privadas pueden expedir títulos académicos, ello
debe hacerse bajo la debida vigilancia e inspección del Estado, por cuanto es
responsabilidad de éste garantizar que la libertad de educación se cumpla efectivamente,
por tratarse, como se ha mencionado antes, de un derecho humano fundamental. Es
deber del Estado asegurarse de que los títulos académicos que se expidan, efectivamente
cumplan con los requisitos previamente autorizados, pues sólo así se logra controlar que
los profesionales que van a ejercer estén mínimamente capacitados". (voto No. 7494-97
de 15:45 hrs. del 11 de noviembre de 1997).
Con base en lo anterior, y teniendo en cuenta que el ordenamiento jurídico costarricense
exige un conocimiento de la materia notarial y registral para ejercer el notariado y que
ese conocimiento debe derivar de los cursos en las materias correspondientes, se sigue
la necesidad actual de que se cuente con el Diploma de Notario para poder ser inscrito
como Notario Público y, consecuentemente, para poder ejercer la función notarial.
Reafirmamos que ese conocimiento debe provenir de los cursos recibidos, la
comprobación de lo cual se realiza por medio del diploma correspondiente. De allí que
dicho requisito debe pervivir a la ley derogada. En la medida en que el diploma sea
expedido por una universidad privada., debe estar sujeto a la competencia del
CONESUP. Resulta aplicable lo establecido la Sala Constitucional en su resolución No.
2014-2000, en el que se determina la obligación que le asiste al CONESUP de refrendar
los títulos de Notario Público:
"…Yerra la recurrente al afirmar que el título de Notario Público es accesorio al de
Abogado y que como "quien puede lo mas (sic) entonces puede lo menos", en sustento
de su alegato en el sentido de que como ya el CONESUP le refrendó su título de
Licenciada en Derecho, necesariamente debe refrendar el de Notario Público. En
realidad se trata de dos títulos diferentes, que representan que su titular está capacitado
para ejercer tanto la profesión de abogado como la función notarial, sin que esto
implique necesariamente que quien obtiene el título de abogado adquiere los
conocimientos para el ejercicio del notariado. Tan es así que se deben aprobar materias
especiales dentro del respectivo curriculum académico e inclusive, en el Código
Notarial vigente se define al Notario Público como el especialista en Derecho Notarial y
Registral, habilitado legalmente para ejercer la función notarial (artículo 2), y, aunque
no se trata de un requisito exigible actualmente, en el numeral 3 inciso c) se estipula que
el Notario deberá contar con un postgrado en Derecho Notarial y Registral…" (ver en el
mismo sentido voto No. 2000-2415 de la Sala Constitucional).
De esta forma, el refrendo del CONESUP de los diplomas de Notario Público expedidos
por las universidades privadas no es más que una de las manifestaciones del poder de
fiscalización sobre la Educación que le compete al Estado en materia de educación. Se
trata, simplemente, de garantizar que los abogados habilitados para el ejercicio del
notariado cuenten con el currículum y las capacidades suficientes y necesarias para
desempeñar adecuadamente el ejercicio privado de la función pública.
CONCLUSIONES
Por lo antes expuesto es criterio de la Procuraduría General de la República que:
1. La potestad de vigilancia y fiscalización del Estado sobre el funcionamiento de
las universidades privadas se deriva, directamente, del derecho fundamental a la
educación.
2. El Diploma de Notario Público es un requisito indispensable para que los
abogados puedan ser habilitados para el ejercicio de la función notarial, durante
el período previo a la entrada en vigencia del inciso c) del artículo 3 y de los
incisos a) y b) del artículo 10 del Código Notarial, o sea, durante los primeros
cinco años a partir de la entrada en vigencia del referido cuerpo legal.
3. Los artículos 37 y ss del Decreto Ejecutivo No. 25071 del 26 de marzo de 1996
establecen la obligación del CONESUP de refrendar los Títulos que expidan las
universidades privadas, como derivación directa de la potestad de vigilancia y
fiscalización del Estado sobre las universidades privadas.
4. En consecuencia, los Diplomas de Notario Público que expidan las
universidades privadas deben ser refrendados por el CONESUP, para lo cual
deberá verificar que la emisión del diploma responda a criterios académicos y,
por ende, constituya una certificación del conocimiento teórico en materia
notarial y registral.
De Ud. muy atentamente:

Dra. Magda Inés Rojas Chaves Licda. Georgina Inés Chaves Olarte
Procuradora Asesora Asistente de Procuraduria

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