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El machismo es la preferencia cultural del hombre sobre la mujer, en diversos aspectos de la vida.
Es más notorio en las sociedades orientales que en las occidentales; aun así, mundialmente se
conoce que este prejuicio continúa arraigado en comunidades y zonas de bajos niveles
socioeconómicos. Cuando hablamos de preferencia cultural, se refiere a que se elige al varón como
mejor preparado, mejor dotado, más adecuado, que la mujer, por ejemplo, al realizar ciertas tareas
u oficios, así como profesiones. Por ejemplo, la política está llena de machismo, siendo así que recién
a finales del siglo XX se ha podido apreciar el aumento de mujeres involucradas como autoridades
elegidas, funcionarias públicas, congresistas, entre otros cargos públicos. El machismo es también
muy notorio en las instituciones militares y policiales. A pesar que en la actualidad se cuenta con
más mujeres policías en nuestro país, aún no existen Generales mujeres.
Harari (2014) postuló algunas teorías que lo explican, como: la diferencia en la potencia muscular;
la propensión a la violencia, mayor en varones que en mujeres; la diferencia en la adaptación a la
supervivencia, heredada genéticamente. En cualquiera de estos factores, también se encuentran
críticos a estos postulados, los cuales argumentan que no todos los hombres son verdaderamente
más fuertes que las mujeres, y de acuerdo a estudios médicos las mujeres tienen mayor resistencia
al dolor o a enfermedades; entre muchos otros argumentos. El antropólogo Mark Dyble (2015), de
la Universidad de Londres, en una investigación reciente señala que al principio, en las sociedades
prehistóricas, hubo igualdad de género, pero que este equilibrio se rompió cuando las comunidades
cazadoras pasaron a ser agrícolas.
En algunas culturas o sociedades, es aún notoria la diferencia entre los varones y mujeres, respecto
a ciertos privilegios legales o morales. Un ejemplo claro son las sociedades asiáticas, sobre todo las
de Medio Oriente, donde en caso de adulterio, o el embarazo previo al matrimonio se castiga con
la pena de muerte. En dichas sociedades la mujer debe pedir permiso al varón para poder trabajar.
En algunas sociedades de África y Asia aún las mujeres no tienen derecho al voto ni otros derechos
ciudadanos. En dichas sociedades, desde la escuela viene la educación machista, además de lo
inculcado tradicionalmente por las familias, lo que puede denominarse de aculturación machista,
para justificar el orden de lo existente y no mutar ni permitir la rebelión o cambio radical de las
costumbres sociales.
Referencias