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Marina Garces Anonimato y Subjetividad, Una Lectura de Merleu Ponty PDF
Marina Garces Anonimato y Subjetividad, Una Lectura de Merleu Ponty PDF
MARINA GARCÉS*
Universidad de Zaragoza
Resumen: Este trabajo se propone llevar a cabo Abstract: this article intends to develop
un análisis del concepto de anonimato o vida an analysis of the concept of anonymity or
anónima tal como irrumpe en la filosofía de anonymous life, as it appears in Merleau-
Merleau-Ponty, en el marco de una interrogación Pontyʼs philosophy, in the context of a wider
más amplia sobre la experiencia del nosotros en interrogation about the experiencie of us in
las sociedades contemporáneas. La hipótesis de contemporary societies. Our hypothesis is that
la que partimos es que Merleau-Ponty representa Merleau-Ponty reppresents a decisive break in the
un punto de inflexión decisivo en las filosofías phaenomenological philosophies of existence, as
de la existencia de raíz fenomenológica, ya que he moves the attention on the individual and its
desplaza la mirada del individuo y su apertura al openness to the world, towards us, as a contidion
mundo hacia el nosotros como condición de esa for this openness. From that point, we analyse
apertura. Desde ahí analizamos cómo puede ser how this us can be thinked: firstly, how the
pensado este nosotros: en primer lugar, cómo question of intersubjectivity is reformulated out of
se reformula la cuestión de la intersubjetividad, the structure Ego-Alter Ego; secondly, the figures
más allá de la estructura Ego-Alter Ego; en that make the anonymity thinkable as a dimension
segundo lugar, las figuras que hacen pensable of subjectivity; thirdly, the consequences of this
el anonimato como dimensión constitutiva de la reformulation on the «omnipotent fantasy of
subjetividad en los tres planos de la filosofía de Modernity». Finally, we outline some ideas about
Merleau-Ponty; en tercer lugar, las consecuencias a philosophical praxis centered on exploring the
de esta reformulación en el horizonte de la experience of us in our contemporary society,
«fantasía omnipotente» de la modernidad. caracterized by the privatization of existence.
Finalmente, esbozamos las líneas principales de Key-words: Merleau-Ponty, anonymity,
lo que puede ser actualmente una praxis filosófica subjectivity, interworld, flesh, us.
centrada en la exploración del nosotros en una
sociedad caracterizada por la privatización de la
existencia.
Palabras clave: Merleau-Ponty, anonimato,
subjetividad, intermundo, carne, nosotros.
Intersubjetividad y co-implicación
La clave del punto de inflexión que representa la filosofía de Merleau-Ponty hay que buscarla en
la solución que ofrece al problema de la intersubjetividad. Y quizá habría que precisar diciendo que
4 Merleau-Ponty, M.: «Le philosophe et son ombre», en Signes, Paris, Gallimard, 1960, p.263
5 Barcellona, P.: Strategie dellʼanima, Cità Aperta Ed., 2003, p.22
6 Merleau-Ponty, M.: Phénoménologie de la perception, Paris, Éditions Gallimard, 1945 p.402
7 Merleau-Ponty, M.: Éloge de la philosophie, Paris, Gallimard, 1955
8 Dastur, F.: «Merleau-Ponty et la pensée du dedans», en Richir, M. y E. Tassin (eds.): Merleau-Ponty, phénoménlogie et
expériencies, Grenoble, Millon, 1992, pp.43-55
no es tanto la solución como el replanteamiento del problema mismo lo que distingue su aproxima-
ción a esta cuestión9. De hecho, Merleau-Ponty rompe de raíz con la disputa entre soluciones que
ha dominado el mapa filosófico de la modernidad. En las primeras décadas del s.XX el problema
de la intersubjetividad se recibe a través de una doble solución: por un lado, la que ofrece la filo-
sofía hegeliana y su teoría de la lucha por el reconocimiento. Por otro lado, la que, de la mano de
Husserl y Heidegger, hace de la relación con el otro una estructura trascendental. La primera línea
de pensamiento, que Sartre desarrollará también a partir de El ser y la nada, muestra la relación de
dependencia que se oculta en la exterioridad de las conciencias, en su frente a frente. La segunda,
desplaza al plano trascendental lo que desde el mundo empírico no se puede explicar: mi acceso al
otro y mi participación, con él, en un mismo mundo.
Para Merleau-Ponty, ambas soluciones comparten un planteamiento que es la fuente de su
común error: en ambas el problema se formula desde la pregunta por mi relación con el otro, desde
el esquema «yo-otro». La aporía en la que desembocan no está pues en el error que contendrían sus
respectivas soluciones sino en el punto de partida de su planteamiento, en lo que Merleau-Ponty
llama «la trampa del otro ante mí»10. «Ya lo hemos dicho, nunca se podrá comprender que el otro
aparezca ante nosotros; lo que hay ante nosotros es un objeto».11 Un objeto tras el cual situamos
una conciencia que se convierte en el horizonte imposible de nuestro afán de conocimiento y, como
no, de nuestro deseo.
Merleau-Ponty rompe con esta herencia y no pretende aportar una solución más a las ya exis-
tentes. No se propone como el descubridor de una vía de acceso al otro hasta entonces ignorada.
Lo que hace es mostrar la falsedad del problema hasta entonces planteado y cambiar las coordena-
das de la pregunta. Salir de la trampa del otro ante mí implica cambiar el punto de partida: ya no
puede ser el yo encerrado en su conciencia y frente al otro sino el campo de relaciones de un yo
puesto en plural. Ahí es donde estamos y eso es lo que hay que explicar. «La certeza injustificable
en un mundo que nos sea común es para nosotros la base de la verdad».12 La intersubjetividad no
se constituye en el acceso al otro sino en la co-implicación de un nosotros. Para Merleau-Ponty la
cuestión es clara: ¿cuándo encuentro al otro? No cuando accedo a su conciencia sino cuando me
reconozco como parte de un nosotros, cuando aprendo a experimentar nuestra co-implicación en
un mundo común. Hacer este aprendizaje es la tarea de la filosofía misma. Una tarea que, como ya
se puede intuir, es inseparablemente política.
La llave de este aprendizaje es el concepto de anonimato. Antes de entrar en un análisis porme-
norizado de las figuras del anonimato en la filosofía de Merleau-Ponty, avancemos algunas cues-
tiones preliminares. Junto con el error de poner al otro ante mí, la tradición filosófica ha arrastrado
el error de situar al nosotros fuera de mí. El giro de Merleau-Ponty arrastra el nosotros al interior
mismo de la subjetividad, en los bordes de su inacabamiento. El nosotros no es el resultado de una
suma de yoes ni de la fusión con una entidad trascendente. Está en la dimensión anónima de mi
propia existencia, en lo que hay en mí que no es mío. Merleau-Ponty lo formula de la siguiente
manera:
9 He desarrollado con más detalle esta cuestión en el trabajo «¿Quién te ha robado el mundo?», publicado en Estudios
sobre Sartre, Zaragoza, 2007.
10 Merleau-Ponty, M.: «La percepción del otro y el diálgo», en La prosa del mundo, Taurus, Madrid, 1971, pp. 195-196.
11 Íbid.
12 Merleau-Ponty, M.: Le visible et lʼinvisible, Paris, Gallimard, 1964, p. 53.
«En la reflexión más radical tengo que encontrar ya entorno de mi individualidad abso-
luta un halo de generalidad, una atmósfera de socialidad (…). Mi vida tiene que tener un
sentido que yo no constituyo, tiene que haber una intersubjetividad, que cada uno de nosotros
sea un ser anónimo en el sentido de la individualidad absoluta y un anónimo en el sentido
de una generalidad absoluta. Nuestro ser en el mundo es portador concreto de este doble
anonimato».13
Y continúa:
En resumen:
Tal como acabamos de ver, desde la reformulación del problema de la intersubjetividad ha apa-
recido en la filosofía de Merleau-Ponty un concepto de nosotros que no es síntesis, sino entre y que
no es fusión en una entidad trascendente sino co-implicación en un mundo común. El nosotros no
tiene una sustancialidad propia. Es una de las dimensiones fundamentales de la subjetividad con-
creta: la dimensión de su anonimato o generalidad, la articulación de su existencia como ser en el
mundo abierto, no al éxtasis de la verdad, sino a la praxis concreta de la acción común. Podríamos
decir que toda la filosofía de Merleau-Ponty es un incesante rastreo de estas articulaciones, de los
lugares anónimos de la co-implicación.
Las figuras que adquiere el anonimato a lo largo de sus escritos podrían ser una clave de lectura
de la evolución de su pensamiento, desde el análisis de los campos perceptivos, en sus primeras
obras, hasta el esbozo final de una ontología del ser sensible y común. Por eso proponemos la
siguiente tabla, en la que resumimos los tres planos de la filosofía de Merleau-Ponty con sus
correspondientes figuras del anonimato:
participamos. «Un campo no excluye a otro campo, como un acto de la consciencia, por ejemplo
una decisión excluye otra, sino que tiende incluso a multiplicarse, ya que es la apertura a través de
la cual me hallo expuesto al mundo».21 Por eso una subjetividad, concebida desde su encarnación,
no puede ser absoluta, siempre está implicada en un determinado mundo natural y humano. «El
cuerpo del otro y el mío son un todo, el derecho y el revés de una existencia anónima de la que mi
cuerpo es en cada momento el trazo y que habita los dos cuerpos a la vez».22 La intersubjetividad
no es el puente entre nuestras conciencias: es nuestra intercorporeidad constitutiva, en tanto que
sujetos anónimos de la percepción.
Este análisis es trasladable a la experiencia del mundo histórico-social y los significados que
socialmente compartimos. Las difíciles relaciones entre el individuo y la sociedad plantean para
Merleau-Ponty el mismo falso problema que la pregunta por el acceso al otro. La sociedad no está
fuera del individuo. No constituye su marco circunstancial sino su situación, en el sentido más
existencial de la palabra. Reaprender a ver el mundo, para Merleau-Ponty, es descubrirse como
sujeto encarnado en un cuerpo e inscrito en una situación histórico-social. El mundo social no es
un conjunto de objetos ni una suma de individuos. Es también un campo, «una dimensión de exis-
tencia permanente».23 La historicidad es consubstancial al campo intersubjetivo. Por eso el mundo,
como el cuerpo, incorpora en su esencia el «entre»: no hay mundo para el hombre que no sea un
intermundo. La historia, lejos de ser una acumulación de eventos o una ley absoluta, es una prác-
tica colectiva y anónima de institución de significado. «El Espíritu del mundo somos nosotros».24
Dicho con de otro modo, la historia es «la tentativa continuada de la expresión»,25 una expresión
cuya incompletud esencial es una llamada anónima a ser siempre retomada.
Finalmente, esta filosofía de la percepción y de la expresión anónimas desborda los límites de
la fenomenología para esbozarse, en los últimos textos inacabados de Merleau-Ponty, como una
ontología de la dimensión común. La filosofía de la intersubjetividad desemboca en una ontología
de la carne. La carne es la verdad ontológica de la intersubjetividad. El sujeto, sin disolverse, se
hace plural en el concepto de carne y pierde su oposición al objeto. ¿Por qué? Porque la carne es
fundamentalmente reversibilidad y entrelazamiento: entrelazamiento de las manos que se tocan
entre sí y reversibilidad de la visión cuando deja de ser la ventana de la conciencia para convertirse
en la expresividad inagotable del ser. Como un cubo de seis caras, que nunca puede ser visto del
todo, la visibilidad del ser siempre incorpora una opacidad que reclama la visión del otro. Desde
el concepto de percepción, Merleau-Ponty hacía pensable un campo de experiencia que no excluye
a otro. Desde el análisis de la visión, como visibilidad inagotable de ser, Merleau-Ponty abre la
puerta a «lo que la reflexión no podrá nunca comprender: que el combate resulte a veces sin ven-
cedor y el pensamiento sin titular. Ya no conciencias con su propia teleología sino dos miradas,
una en la otra».26
La carne es el entrelazamiento y la diferenciación de las miradas, su reversibilidad y su no-coin-
cidencia, su generalidad y su concreción. Ésta podría ser también la definición de anonimato en la
filosofía de Merleau-Ponty. Un campo preobjetivo primordial en el que tiene lugar la diferenciación
21 Merleau-Ponty, M.: «La percepción del otro y el diálogo», en La prosa del mundo, p. 199.
22 Merleau-Ponty, M.: Phénoménologie de la perception, p. 408.
23 Merleau-Ponty, M.: Phénoménologie de la perception, p. 415.
24 Merleau-Ponty, M.: Signes, p. 82.
25 Merleau-Ponty, M.: Signes, p. 87.
26 Merleau-Ponty, M.: Signes, p. 31.
Dimensión común
Reaprender a ver el mundo con Merleau-Ponty significa abandonar la distancia que nos pone
frente al mundo para descubrirnos como cuerpo inscrito en un campo de relaciones. Significa partir
de la idea de que la facticidad de nuestra existencia no es individual sino ya inmediatamente colec-
tiva. Significa, en fin, incorporar un nuevo lenguaje del ser, que es el de los signos que se esconden
en los intersticios y las articulaciones, en las bisagras y los entrelazamientos.
El ser sólo puede ser recorrido desde sus articulaciones. Disperso en la opacidad de nuestras
experiencias, es «el estallido del mundo sensible entre nosotros».31 Su unidad no es la de ninguna
esencia, sólo puede ser la de una dimensión común.
La filosofía de Merleau-Ponty nos propone un aprendizaje ontológico que, como hemos vistos,
es inseparablemente un aprendizaje político. Reaprender a ver el mundo significa aprender a pensar
el nosotros no como una entidad trascendente en la que fusionarse, no como una sustancia autó-
noma dotada de conciencia y voluntad propias, sino como una práctica de significación colectiva
y anónima que constituye una de las dimensiones fundamentales de nuestra subjetividad concreta.
Descubrir el anonimato que nos constituye es saberse en situación. Es embarcarse en una práctica
de liberación que no se escribe en el vacío sino en la materialidad de los cuerpos que somos, en
la densidad de los lenguajes que hablamos, en la concreción de las relaciones de poder que nos
separan y enfrentan. Esta práctica no tiene principios ni doctrinas que se puedan separar de sus
realidades. Y no porque no tenga convicciones, sino porque éstas sólo valen algo en las manos de
los hombres y mujeres que las aplican.
En dirección opuesta a los caminos de singularización que nos propone el existencialismo y
en cuyo horizonte siempre resplandece la promesa de la autenticidad, Merleau-Ponty nos está pro-
poniendo que aprendamos el anonimato. No te escojas a ti mismo, experimenta el anonimato que
hay en ti. La promesa no es la autenticidad. Tampoco una conciencia del mundo más esclarecida.
El horizonte de este otro camino es la conquista de la libertad en el entrelazamiento. Decíamos
que el anonimato, tal como es propuesto por Merleau-Ponty, representa un punto de inflexión en
la teoría moderna de la subjetividad. Ahora podemos ver que también representa un giro radical en
las bases mismas de la tradición emancipatoria moderna. Como argumenta en las últimas líneas de
Fenomenología de la percepción, no somos libres a pesar de nuestras determinaciones sino que es
a través de ellas que, comunicando con el mundo natural y humano, llegamos a serlo.
Dicho así, parece casi obvio, pero nuestra experiencia contemporánea del mundo está muy
apartada de esta idea. La globalización, lejos de ser la configuración de un mundo común, está
proclamando el «triunfo de lo privado»32 en un mundo único pero sin dimensión común. No sólo
los bienes materiales y los recursos han sido privatizados. También lo ha sido la existencia misma.
La manera como nos inscribimos en el mundo hoy remite únicamente a referencias privadas: pri-
vadas por autorreferentes y privadas por mercantilizadas. Esto no significa únicamente que nuestras
formas de vida sean individualistas. Es algo mucho más radical: significa que tanto el yo como el
nosotros han sido privatizados: el yo, en el aislamiento biográfico de la sociedad-red; el nosotros,
en la guetización de grupos concebidos como refugios ante la inclemencia global. «La globalización
es la abstracción de la sociedad, pero también la locura de una totalidad-sistema que asume dentro
de sí a cada individuo singular de manera absolutamente autónoma».33
En este contexto, la pregunta por lo común se ha convertido en uno de los principales ejes
del pensamiento crítico actual. La pregunta está orientada por dos tendencias principales: una,
heredera del marxismo como macrorelato, insiste en preguntar por el sujeto de la historia, por el
nuevo proletariado o por su sustituto. Así, a partir de análisis actualizados de las nuevas condicio-
nes de producción, se habla hoy del precariado, de los inmigrantes, de los pobres o de la multitud,
entre otras propuestas, como protagonistas de los nuevos conflictos sociales y agentes del cambio
revolucionario futuro. La otra tendencia está dominada por una imagen mitológica de la comuni-
dad como conjunto armónico y orgánico de relaciones entre los hombres. Ya se proyecte desde el
pasado preindustrial o desde una periferia no-occidental, ya se visualice hacia un futuro tecnofí-
lico, la comunidad es invocada como un ideal al margen de las condiciones de vida materiales y
concretas.
Frente a estas dos maneras de hipostatizar lo común en un sujeto invocado en tercera persona o
en una comunidad fuera de nosotros, la filosofía de Merleau-Ponty nos enseña a preguntar por lo
común en primera persona y desde la concreción de la propia vida. Después de todo lo que hemos
visto, ahora ya sabemos que esto es posible porque en la primera persona ya no encontramos,
solamente, la miseria y la impotencia del individuo puesto frente a los otros y frente al mundo sino
un espacio de vida singular y a la vez anónima, un nosotros que es acción común y «verdad por
hacer».34 Es un desplazamiento importante, una enseñanza política indispensable en unos tiempos
en que el único patrimonio que tenemos es la propia vida. Con ella nos lo jugamos todo, puesto
que cada uno de nuestros atributos personales (lengua, color de piel, estilo, nacionalidad, etc) no
dibuja tanto un espacio de pertenencia como una posibilidad particular, personal e intransferible, de
conectar con el mundo. Por eso hoy la propia vida es el campo de batalla.35 Aprender el anonimato
no es deshacerse de ella. Es aprender que tu vida no es sólo tuya y asumir las consecuencias de
este aprendizaje.