PRIMERA PARTE:
GENERALIDADES Y CLASIFICACION DE LAS OBLIGACIONES
1. Generalidades
* * *
El hombre es el sujeto del derecho, pero el hombre viviendo en sociedad con otros
hombres. El hombre solo, aislado del resto del mundo; un Robinson Crusoe viviendo
solo, curiosamente no obstante tenerlo todo a su disposición, es un hombre que carece de
derechos porque el derecho nace solamente cuando es posible ejercerlo frente a alguien
que puede disputarlo. En otras palabras, el derecho, en un sentido muy importante, es
sinónimo de acción, como lo fue fundamentalmente para los romanos el conjunto de los
derechos subjetivos: esto es, yo tengo un derecho si es que tengo acción para obtenerlo o
conseguirlo, es decir, si tengo el medio para hacer que sea respetado si alguien me lo
disputa.
El derecho real, como vinculación absoluta, directa e inmediata del hombre con una
cosa, es una etapa originaria en el desarrollo de la sociedad civilizada. Inicialmente en
Roma existieron nada más que derechos reales y eran de esta naturaleza los derechos
del padre de familia o la relación acreedor-deudor.
El titular del derecho satisface sus necesidades con potestad directa sobre la cosa sin
que para ello dependa de la voluntad o de la actuación de otra persona determinada; o,
como expresa el artículo 577 del Código Civil, "sin respecto a determinada persona".
El derecho personal, por el contrario, representa una etapa más desarrollada del
derecho ya que nace y existe necesariamente de la vida en sociedad y del reconocimiento
de la libertad individual y de sus consecuencias jurídicas. El derecho personal es el que
podemos exigir de otra persona quien, en virtud de la ley, por un hecho suyo o por su
voluntad, se ha colocado en la necesidad de dar, hacer o no hacer a nuestro respecto.
Un ejemplo ilustra la diferencia entre derecho real y personal: El dueño de una casa que
la da en arrendamiento ejerce un derecho real sobre esa casa al decidir por sí y ante sí,
sin necesidad de obtener consentimiento de nadie, si la da o no en arrendamiento: Ha
ejercido su derecho real de dominio; de señor de ese bien. Pero, en virtud de una
convención, de un acuerdo de voluntades entre arrendador y arrendatario, ha nacido entre
ellos un vínculo jurídico de distinta naturaleza que el derecho real: Ha nacido un conjunto
de derechos personales que derivan del contrato de arrendamiento: La obligación del
arrendador de entregar la casa al arrendatario y de respetar el arrendamiento mientras
dure el contrato y la obligación del arrendatario de pagar la renta convenida.
Etimológicamente, obligación viene del latín "ob-ligare", que significa atar, amarrar,
ligar, plenamente coincidente con el sentido material que en el primitivo derecho romano
se daba al derecho del acreedor sobre la persona de su deudor quien era amarrado o
encadenado hasta que solventara su obligación.
2. Definición
3. Contenido de la obligación
4. Caracteres de la obligación
5. Elementos de la obligación
c) Objeto: Que es la prestación debida, prestación que podrá ser de dar una cosa,
hacer o no hacer algo. Esta prestación en el patrimonio del acreedor será
integrante de su activo, esto es, obligación activa y en el del deudor, será una
obligación pasiva, esto es, un pasivo.
Tradicionalmente, las fuentes de las obligaciones son (a) el contrato; (b) el cuasi
contrato; (c) el delito y (d) el cuasi delito, división que proviene de las Instituciones de
Justiniano. En los Códigos modernos, incluyendo el nuestro, se agregó como fuente la
ley.
Hay autores que son enemigos de esta calificación tradicional de las fuentes. Sostienen
que las fuentes no son más que dos: La libre voluntad de quien se obliga (el contrato) y la
ley, pues es ésta la que atribuye efectos generadores de obligaciones al cuasi contrato, al
delito y al cuasi delito. Sin embargo, esta crítica no nos parece acertada por cuanto, de
ser así, sólo la ley resultaría como fuente pues es el ordenamiento jurídico - la ley, en
sentido amplio - el que autoriza el nacimiento de obligaciones de los contratos.
El artículo 1.437 del Código Civil dispone que las obligaciones nacen (a) del concurso
real de las voluntades de dos o más personas, como en los contratos o convenciones, (b)
ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una
herencia o legado y en todos los cuasi contratos, (c) ya a consecuencia de un hecho que
ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasi delitos y (d) ya por
disposición de la ley, como entre los padres y los hijos de familia.
El artículo 578, al definir lo que son los derechos personales, a modo de resumen
dispone que son los que se originan en dos fuentes: (a) un hecho voluntario o (b) por la
disposición de la ley y el artículo 2.284 dispone que "las obligaciones que se contraen sin
convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una de las partes ..."; esto es,
establece tres fuentes. Lo anterior confirma que el número de fuentes dependerá del gra-
do de acercamiento o alejamiento de los hechos generadores que queremos usar para
clasificar. Remotamente, sólo existirá la ley; más cercanamente, la ley y la voluntad; más
analíticamente, la ley, el contrato y el hecho voluntario; por último, llegaremos,
manteniendo las críticas, a lo dispuesto por el artículo 1.437, cuya estructura seguiremos.
Confunde dicha norma, también, contrato y convención, esto es, lo genérico con
lo específico. En derecho, convención es todo acuerdo que produce efectos
jurídicos. Así, convención son los contratos, el pago, la tradición. Ahora bien,
cuando la convención tiene por objeto generar obligaciones, nos encontraremos
frente a un contrato. En Códigos modernos, sin embargo, estos conceptos son
sinónimos.
Debe tenerse siempre en cuenta que de los contratos nacen obligaciones, esto
es, derechos personales y jamás derechos reales. El contrato de compraventa
no transfiere el dominio. El contrato es sólo el justo título del que nace la
obligación de efectuar la tradición que es el modo de adquirir.
(b) Cuasi contrato (art. 2.284): El cuasi contrato, como fuente de obligaciones,
debiera ser definitivamente olvidado por constituir una creación artificiosa que la
doctrina ya ha abandonado. Planiol formula a su respecto críticas definitivas y
tajantes.
El Título XXXIV trata de los principales cuasi contratos y el artículo 2285 expresa
que estos son: La agencia oficiosa, el pago de lo no debido y la comunidad.
Hay otros, como el depósito necesario en manos de un incapaz.
Son los hechos ilícitos que han causado daño. Si hubo dolo habrá delito. Si hubo
sólo culpa, habrá cuasi delito. Esta última diferenciación carece de todo sentido
ya que el efecto es siempre el mismo: la reparación del daño.
Diferencia entre delito y cuasi delito civil y penal: El primero es el que causa daño;
el segundo, el penado por la ley.
(e) La ley
Las clasificaremos:
a) Según su objeto:
(1) Positivas o negativas: Son positivas las obligaciones que contienen una
prestación de dar o de hacer. Negativas, las de no hacer. Esta
clasificación tiene importancia para los efectos de lo dispuesto en los
arts. 1.538 - 1.557.
Importancia
Importancia
1 y 2: Weil & Terré: “Droit Civil”, “Les Obligations”, Dalloz, 10ª. Edición, 1975, págs. 4 y 428.
c) Atendiendo la naturaleza:
- Puras y simples
- Condicionales
- A plazo
- Modales
e) Atendiendo a su naturaleza:
- Civiles
- Naturales
Las obligaciones civiles, son obligaciones perfectas y, por lo tanto, dan acción al acreedor
para exigir su cumplimiento y excepción para retener lo que se le ha dado o pagado en
razón de ellas.
La antítesis entre ambos términos tuvo originalmente en Roma - y de ahí viene el nombre
de obligaciones civiles y naturales - un significado que se relacionaba con la naturaleza
de la obligación: Obligación natural era aquella que por su propia naturaleza imponía un
vínculo entre acreedor y deudor, como por ejemplo, la obligación de restituir el mutuo.
Más tarde dieron el título de naturales a obligaciones que no daban acción pero sí
excepción.
Obligación civil, en cambio, era aquella que emanaba su fuerza de la fórmula sacramental
y solemne de la estipulación del deudor de los requisitos, lo que daba a la obligación un
carácter de arbitrario y artificioso.
Veamos un ejemplo: Una de las obligaciones naturales reconocidas por el Código son
aquellas obligaciones civiles prescritas. Por una parte la ley tiene que dar estabilidad a
los derechos de manera que el transcurso del tiempo consolide situaciones. Así, el
transcurso del tiempo y la inactividad del titular de un derecho, producen la extinción de la
obligación. He ahí un principio de equidad. Pero, por otra parte, está el principio de que
las deudas deben ser pagadas y que no hay tiempo que pueda eliminar el deber de pagar.
La obligación natural viene a ser una respuesta a este dilema. Por una parte se respeta la
prescripción y, por otra parte, si voluntariamente se paga una obligación prescrita, se da
excepción al acreedor para retener lo pagado.
El art. 1.470 del Código Civil expresa que obligaciones civiles son aquellas que dan
derecho para exigir su cumplimiento y naturales las que no dan derecho para exigir su
cumplimiento pero que, una vez cumplidas, autorizan para retener lo que se ha dado o
pagado en razón de ellas. Agrega el inciso final del mismo artículo que, para que no pue-
da pedirse la restitución de lo pagado en virtud de una obligación natural, es necesario
que el pago se haya hecho voluntariamente por quien tenía la libre administración de sus
bienes. El mismo concepto expresa el artículo 2.296.
Las obligaciones civiles, como hemos visto, son obligaciones perfectas en cuanto dan
acción y excepción. Las obligaciones naturales, en cambio, son obligaciones imperfectas
porque sólo otorgan excepción para retener lo recibido en razón de ellas.
Así, de acuerdo a nuestro Código, existe obligación natural donde existió o pudo existir
obligación civil.
De esta manera, así como la obligación civil requiere de un sujeto activo determinado, un
sujeto pasivo determinado y un objeto también determinado o determinable, la obligación
natural requiere de los mismos requisitos. Y esto es lo que distingue esencialmente las
obligaciones naturales de los simples deberes normales: En estos no hay determinación.
En efecto, tenemos el deber moral de dar limosna al que lo necesita, pero en ese deber
moral no hay determinación del sujeto pasivo ni es determinable el objeto.
vinculando en muchos casos este concepto a los deberes morales a los que, por su
importancia, se les estima dignos de alcanzar el rango de obligaciones imperfectas. En
otras palabras, los jueces determinan la existencia de obligaciones naturales allí donde
ven un deber moral digno de protección jurídica.
El concepto de obligación natural fue conocido por el derecho romano clásico y funda-
mentalmente tenía tal carácter (sin acción pero con excepción) las obligaciones
contraídas por incapaces y las obligaciones provenientes de contratos a los que faltaban
las formalidades que se exigen para su validez.
La doctrina imperante a la época de la dictación del Código Civil Francés era un tanto
confusa por la distinta apreciación que se tenía de lo que en Roma se entendía por
obligación natural. Esto originó que el Código Francés sólo reconociera el concepto de
obligación natural, en un artículo en el que se expresa que no puede repetirse lo dado o
pagado en virtud de una obligación natural, sin que defina lo que es obligación natural ni
haga enumeración alguna de ella. Ni el Código Civil español, ni el italiano, ni otros
Códigos europeos establecieron un concepto de obligación natural.
Fue el Código Civil chileno el primer Código conocido que trató sistemáticamente de las
obligaciones naturales y, si bien no las definió, dio un claro concepto de ellas
enumerándolas y restringiendo su contenido separándolo diametralmente de los deberes
morales. Otros Códigos latinoamericanos, siguiendo al chileno, las reglamentaron de la
misma forma.
En el otro extremo tenemos las obligaciones civiles o perfectas que son aquellas que
merecen el pleno respaldo de la ley dándoles tanto acción para exigir su cumplimiento,
como excepción para retener lo pagado por ellas.
En el medio, están las obligaciones naturales que, de acuerdo con nuestra ley, son
aquellas o que fueron civiles o pudieron ser civiles y a las que la ley no da acción pero sí
excepción.
los límites del derecho suplicando ser reconocida en los Códigos aunque fuera en la débil
forma de una obligación natural.
El Código se está refiriendo a los relativamente incapaces porque son éstos los
que, precisamente, tienen suficiente juicio y discernimiento, pero son sin embargo
incapaces de obligarse según las leyes.
El problema es discutible tanto más si tenemos en cuenta que para que el pago
de la obligación natural sea válido tendría que ser hecho por el pródigo una vez
que cese la interdicción o efectuado por su representante legal previa las
autorizaciones del caso.
c) Las que proceden de actos a que faltan las solemnidades que la ley exige
para que produzcan efectos civiles como la de pagar un legado impuesto en
un testamento que no se ha otorgado en la forma debida.
Al igual que en el caso de las obligaciones contraídas por incapaces relativos, nos
encontramos frente a obligaciones provenientes de actos que adolecen de un
vicio de nulidad.
Don Luis Claro Solar y Ramón Meza Barros, por el contrario, sostienen que no
hay ninguna razón para limitar el alcance a los actos unilaterales. Desde luego
porque si el testamento aparece en esta norma por la vía ejemplar, es el único
acto unilateral que contiene el Código de manera que no sería ejemplo de otros.
En segundo lugar, porque la terminología empleada por el Código está sacada de
Las Siete Partidas que a su vez se inspiraron en el Derecho Romano donde las
obligaciones naturales podían emanar tanto de actos unilaterales como de
contratos.
Creemos que es más razonable la posición de los que estiman que esta norma no
está limitada a las declaraciones unilaterales de voluntad.
Al igual que en el caso de las obligaciones prescritas, en este caso existió una
obligación civil y su cumplimiento fue demandado ante los Tribunales, pero la
demanda fue rechazada precisa y únicamente porque no pudo ser probada.
Pueden darse muchos casos teóricos y el más simple es el de una obligación en
dinero de más de 2 UTM (art. 1.709) que son obligaciones que, en conformidad
con el Código, sólo pueden ser probadas por escrito. Pues bien, si una persona
prestó a otra una suma de dinero sin dejar constancia escrita del préstamo y la
deuda no es pagada sino después de ser rechazada por falta de pruebas en un
juicio, es lógico que por razones de equidad la ley dé valor a ese pago dando
excepción para retenerlo.
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Todos estos casos de obligaciones naturales nos plantean una cuestión que es
sumamente debatida: para que existan como obligaciones naturales y para que
puedan producir los efectos atribuidos por la ley a las obligaciones naturales ¿es
necesario que previamente haya una sentencia judicial que declare la nulidad del
acto del incapaz, la nulidad absoluta por falta de solemnidades o la prescripción
de la acción civil?. En otras palabras, ¿cuándo nace la obligación natural en el
caso de la nulidad relativa o absoluta? ¿desde que se contraen las obligaciones
con los vicios de nulidad o cuando es declarada nula la obligación civil?.
Sostengo que la declaración judicial previa para que surja la obligación natural se
requiere desde luego - aunque esto es obvio y nadie lo discute - en el caso de las
obligaciones que no han sido reconocidas en juicio por falta de prueba, de
manera que no es extraño que en teoría sea necesaria una sentencia judicial para
que surja una obligación natural toda vez que en este caso así debe suceder.
Pues bien, en el caso de las obligaciones contraídas por un incapaz que
la nulidad el menor llegado a la mayoría de edad o el obligado por el acto nulo por
falta de solemnidades libre y voluntariamente pagan la obligación, estaremos
frente al caso establecido en el artículo 1.470, esto es, en el caso de aquel que
cumple una obligación natural con base en la equidad.
En síntesis, estimo que en el caso de los números 1), 3) y 4) del artículo 1.470
del Código Civil es necesario la sentencia judicial previa al cumplimiento para que
nos encontremos frente a una obligación natural. En el caso del número 2) no es
necesaria la sentencia judicial.
I.- Dan derecho al acreedor para retener lo que se ha dado o pagado en razón
de ellas; II.- Pueden ser novadas, es decir, susceptibles de una novación; III.-
Pueden ser caucionadas; IV.- No hay a su respecto, cosa juzgada; V.- No pueden
ser compensadas.
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I.- Lo primero y más característico de los efectos de la obligación natural es que dan
excepción para retener lo dado o pagado en razón de ellas. Esto significa que
cumplida una obligación natural por el deudor surge para el acreedor una
excepción que impide que el deudor que la cumplió pueda posteriormente
reclamar la restitución de lo dado o pagado en razón de ser indebido porque
(art. 2.296), precisamente, el pago de una obligación natural no es un pago
indebido y no es indebido porque tiene una causa y tiene causa porque emana de
una obligación reconocida expresamente por la ley cual es la obligación natural.
El que paga una obligación natural no hace un acto de mera liberalidad sino que
cumple una obligación, satisfaciendo un vínculo jurídico.
Pero para que lo pagado pueda no repetirse el art. 1.470 inciso final exige
que se reúnan tres requisitos:
(2) Que el pago sea hecho por una persona que tenga la libre disposición de sus
bienes;
(1) ¿Qué quiere decir el Código cuando expresa que el pago debe ser hecho
voluntariamente? (inciso final art. 1.470).
En concepto de don Arturo Alessandri significa que el deudor debe pagar (a)
por un acto de espontánea y libre voluntad y (b) que sea hecho por el
deudor con pleno conocimiento de la situación jurídica, es decir, conociendo
la verdadera naturaleza de la obligación; sabiendo que va a pagar una obligación
natural que no se le puede exigir.
En concepto del Sr. Meza Barros, la exigencia de que el pago sea hecho
voluntariamente no agrega elementos especiales sino que sólo reafirma el
hecho de que el pago debe ser libre, esto es, sin coacción por quien tenga la
capacidad de hacerlo.
(2) El art. 1.470 exige que el pago se haga por quien tenga la libre administración
de sus bienes; sin embargo los autores están contestes en que la expresión
"libre administración" debe entenderse por "libre disposición" porque sólo el
que tiene la libre disposición de sus bienes puede válidamente extinguir la obliga-
ción por el pago porque es un acto de disposición el transferir bienes de un
patrimonio a otro para cumplir una obligación.
Son varias las disposiciones del Código que utilizan el término "libre
administración" como sinónimo o comprensivo de libre disposición como sucede
El pago de una obligación natural es un pago y, como tal, debe reunir los mismos
requisitos que el pago de una obligación civil, requisitos que son los que veremos
en su oportunidad cuando tratemos el tema de la Extinción de las Obligaciones.
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II.- El segundo efecto de las obligaciones naturales es que ellas pueden ser
novadas según expresamente lo señala el art. 1.630 del Código Civil, que
expresa que, para la validez de la novación, se requieren que ambas
obligaciones, la primitiva y la nueva, sean válidas al menos naturalmente.
Debemos tener presente que las obligaciones naturales sólo pueden extinguirse
mediante el pago efectivo o mediante novación, pero no pueden compensarse.
Supongamos que una persona debe por una obligación prescrita $100.000 y que
a su vez el acreedor de esa obligación natural es deudor de otros $100.000 en
favor de la deudora de la obligación natural. No pueden compensarse ambas
obligaciones legalmente porque para que la compensación legal opere, esto es,
para que produzca la extinción de las obligaciones recíprocas hasta por su monto
igual se requieren que ambas sean exigibles conforme al art. 1.656. Siendo la
obligación natural una obligación no exigible porque carece de acción para exigir
su cumplimiento, no puede haber compensación.
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III.- El tercer efecto de las obligaciones naturales es que pueden ser caucionadas
con fianzas, hipotecas, prendas y cláusulas penales constituidas por un
tercero para seguridad de la obligación natural según expresa el art. 1.472.
Para que estas cauciones valgan tienen que ser constituidas por terceros
puesto que si la garantía la constituye el propio deudor el acreedor carecerá de
acción tanto para exigir la obligación principal como para exigir la
obligación accesoria que es la caución.
En concepto del Profesor Alessandri las cauciones a que se refiere el art. 1.472
son las cauciones constituidas una vez que la obligación natural ha surgido,
esto es, una vez que la sentencia judicial haya declarado la nulidad relativa,
absoluta o la prescripción de la obligación.
La situación de la fianza (arts. 2.335 - 2.338) de una obligación natural tiene dos
efectos especialísimos cuales son que carece el fiador del beneficio de
excusión y acción de reembolso.(art. 2.375 N° 1)
Es lógico que carezca del beneficio de excusión toda vez que éste consiste en el
derecho del fiador a exigir que el acreedor se dirija primeramente contra el
principal obligado contra quien no puede dirigirse porque se trata de una
obligación natural.
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IV.- El cuarto efecto de las obligaciones naturales es que la sentencia judicial que
rechaza la acción intentada contra el naturalmente obligado, no extingue la
obligación natural, según expresa el art. 1.471.
V.- No pueden ser compensadas. Desde que la compensación exige que ambas
obligaciones sean exigibles, no pueden compensarse obligaciones naturales que
no pueden exigirse.
El art. 1.470 del Código Civil no es taxativo cuando enumera las obligaciones naturales.
De los arts. 2.259, 2.260 y 2.263 aparece que hay tres tipos de juegos y
apuestas.
a) Los juegos ilícitos o de azar, como la ruleta, etc. (arts, 2,259 y 1.466).
3.- El art. 99 del Código Civil establece que no podrá pedirse la multa que por parte
de alguno de los esposos se haya estipulado en favor del otro en el caso de los
esponsales, por no cumplirse lo prometido; pero si se hubiere pagado la multa no
podrá pedirse su devolución.
4.- En el caso del objeto o causa ilícita (art. 1.468) no pareciera haber obligación
natural porque no hay un problema de equidad envuelto. Por el contrario
pareciera que ésta es una simple sanción para aquel que contrató como objeto o
causa ilícita a sabiendas.
2) Sin embargo, este efecto de cumplimiento puro y simple puede verse afectado por
las modalidades del acto jurídico que, como es sabido, son tres: la condición, el
plazo y el modo.
I. OBLIGACIONES CONDICIONALES
2. El artículo 1.473 define la obligación condicional como aquella que depende “de
un acontecimiento futuro que puede suceder o no”. El mismo concepto aparece
del artículo 1.070 al referirse a las asignaciones testamentarias condicionales
expresando que aquellas son las que dependen de una condición, esto es, “de un
suceso futuro e incierto, de manera que según la intención del testador no valga la
asignación si el suceso positivo no acaece o si acaece el negativo”.
3. Las obligaciones condicionales se rigen por las normas del título IV del Libro IV del
C.C., artículo 1.473 al 1.493 y por las normas dadas para las asignaciones
testamentarias en el título III del Libro IV, artículos 1.070 a 1.088.
(i) La futureidad;
(ii) La incertidumbre
obligación. Por ello, el art. 1.071 expresa que: “La condición que consiste en un
hecho presente o pasado, no suspende el cumplimiento de la disposición. Si
existe o ha existido, se mira como no escrita; si no existe o no ha existido, no vale
la disposición” (inciso 1°).
Ello es así, porque la condición debe ser un hecho futuro porque sólo en los
hechos futuros puede haber incertidumbre.
La incertidumbre debe ser objetiva, esto es, emanada de la naturaleza misma del
hecho y no de la opinión subjetiva de quien la estipula. Así, si una persona
ignorante cree que hay personas que pueden morir y otras no y estipula como
condición: Le doy a Pedro $ 1.000.000 si Juan muere”, no habrá condición porque
la muerte no puede ser condición sino sólo un plazo indeterminado porque
sabemos que todos hemos de morir pero no sabemos cuándo.
Para que la muerte de una persona pueda ser condición de un acto jurídico y no
un plazo indeterminado, debe agregársele otros hechos que transformen la muerte
en algo que puede suceder o no, como por ejemplo, que la muerte se produzca en
un plazo determinado. “Doy a Pedro $1.000.000 si Juan muerte antes del 1 de
Enero de 2005”. En este caso hay una condición porque lo que es incierto es que
antes de esa fecha Juan morirá o no.
El artículo 1.072 expresa que si la condición que se impone como para tiempo
futuro se ha realizado en vida del testador y el testador lo supo y el hecho es de
los que se pueden repetir, se presumirá que el testador ha exigido su repetición; si
no se puede repetir, se considerará la condición cumplida y si no lo supo, sea
posible o imposible que se repita, la condición se tendrá por cumplida.
Andrés Bello en su Mensaje (XXVII) expresa: “Es una regla fundamental en este
proyecto la que prohíbe dos o más usufructos o fideicomisos sucesivos; porque
unos y otros embarazan la circulación de los bienes y entibian el espíritu de
conservación y mejora, que da vida y movimiento a la industrial. Otra que tiende al
mismo fin es la que limita la duración de las condiciones suspensivas y
resolutorias, que en general se reputan fallidas si tardan más de treinta años
en cumplirse”.
En el año 1938, por la ley 6.162, todos estos plazos, a excepción del relativo a la
duración del usufructo, fueron rebajados a 15 años, manteniéndose las mismas
razones para quienes argumentaban que ese era el plazo general de vigencia de
las condiciones indeterminadas, no siendo relevante la situación del usufructo a
favor de personas jurídicas, ya que ello era un problema de plazo y no de
condición.
La ley 16.952, de 1968, rebajó estos plazos a 10 años; sin embargo, esta misma
ley rebajó a 5 años el plazo máximo de restitución del fideicomiso alterando, en
consecuencia, la uniformidad que era el principal sustento de la doctrina que se
basaba en ella para concluir que las condiciones tenían un plazo máximo dentro
del cual debían cumplirse o tenerse por fallidas ya que, precisamente, el artículo
739, que rompió la uniformidad, se refería a “toda condición de que penda la
restitución de un fideicomiso”. Esto daba pie, así, a sostener que esta limitación a
5 años sólo se refería a la condición cuando hay un fideicomiso, lo que
transformaba cada regla sólo aplicable al caso concreto a que se refería no
pudiendo hacerse una aplicación general.
Hoy día, entonces, existen sólo dos normas que se refieren a un plazo máximo
para las condiciones indeterminadas: Una, de 10 años para las asignaciones
condicionales a personas que no existen pero que se espera que existan; y otra de
5 años para la condición de la que pende la restitución del fideicomiso ¿cuál es
entonces el plazo máximo para todas las condiciones?
El sentido común nos indica que un plazo máximo debiera existir dada la
importancia que tiene la estabilidad de los derechos. Ante la ausencia de norma
expresa los autores se inclinan por el plazo de 10 años. Bien merece el
Código, en esta materia, una modificación.
Las condiciones tácitas son aquellas que la ley entiende que existen en
determinados actos o contratos, siendo la más importante, tanto desde el punto de
vista teórico como práctico, la establecida en el artículo 1.489 que expresa que en
“todo contrato bilateral va envuelta la condición de no cumplirse por uno de los
contratantes lo pactado, pero, en tal caso, podrá el otro contratante pedir a su
arbitrio o la resolución o el cumplimiento del contrato, con indemnización de
perjuicios”.
Conforme al art. 1.474, la condición positiva consiste en acontecer una cosa: Hago
tal prestación si Ud. se casa; si llueve mañana.
La negativa, en que una cosa no acontezca: Hago tal prestación si Ud. no viaja a
Europa.
Esta clasificación no tiene importancia práctica puesto que ambas se rigen por los
mismos principios y tienen los mismos efectos.
Así lo establece el artículo 1.478: “Son nulas las obligaciones contraídas bajo una
condición potestativa que consista en la mera voluntad de la persona que se
obliga. Si la condición consiste en un hecho voluntario de cualquiera de las partes,
valdrá”.
Para determinar los efectos de una condición física o moralmente imposible, hay
que distinguir si se trata de una condición positiva o negativa, suspensiva o
resolutoria.
Podemos así decir, que condición suspensiva es un hecho futuro e incierto del cual
depende la existencia o el nacimiento de un derecho; y condición resolutoria,
cuando de ese hecho futuro e incierto depende la extinción de un derecho.
Así podemos decir que siempre una misma condición será suspensiva para quien
está en situación de adquirir un derecho y resolutoria par aquél a quien se le
extinguirá un derecho.
Y esto es así, porque los bienes, los derechos están radicados siempre en una
persona y si en virtud de una condición se suspende su adquisición para uno, por
su cumplimiento se extingue o resuelve para la otra.
El artículo 1.482 expresa al respecto: “Se reputa haber fallado la condición positiva o
haberse cumplido la negativa, cuando ha llegado a ser cierto que no sucederá el
acontecimiento contemplado en ella, o cuando ha expirado el tiempo dentro del cual el
acontecimiento ha debido verificarse, y no se ha verificado”.
Así, si la condición positiva es indeterminada, esto es, no se ha fijado plazo dentro del
cual el acontecimiento debe haberse producido, la condición positiva se tendrá por fallida
cuando se haya hecho cierto que el acontecimiento no se producirá. Por ejemplo, si se ha
puesto como condición para la prestación que Juan se case, y Juan muere antes de
casarse, o no se casa dentro del plazo general para el cumplimiento de las condiciones
(10 años o 5 años, según el caso).
Si la condición positiva es determinada, esto es, se ha fijado un plazo dentro del cual
debe cumplirse la condición, si tal plazo vence sin que la condición se cumpla, la
condición se tendrá por fallida. Por ejemplo, si doy tal prestación a Pedro si se casa antes
de cumplir 30 años, se entenderá fallida la condición si Pedro no se casa en ese plazo (o
antes si se ha hecho cierto que no se casará, por ejemplo, si muere antes).
En el caso de la condición negativa, si doy, por ejemplo, tal prestación a Pedro si Luis no
se casa y no se ha fijado un plazo que haga determinada la condición, la condición se
entenderá fallida si acontece el hecho, esto es, si Luis se casa; y se tendrá por cumplida
si se ha hecho cierto que Luis no se casará, por ejemplo, por haber muerto. Si la
condición es determinada, el cumplimiento o el estado de fallida se determinará si el
hecho acontece o no acontece dentro de ese plazo.
Para que la condición se repute fallida, es necesario que así suceda por circunstancias
fortuitas o, en todo caso, ajenas a la voluntad de la persona que se obliga. Así lo expresa
el inciso 2° del art. 1.481.
Los artículos 1.483 y 1.484 contemplan las normas que rigen la manera como deben
cumplirse las condiciones.
El artículo 1.483 dispone, en su inciso primero, que “La condición debe ser cumplida del
modo que las partes han probablemente entendido que lo fuese, y se presumirá que el
modo más racional de cumplirla es el que han entendido las partes”.
Por su parte, el artículo 1.484 expresa que “Las condiciones deben cumplirse
literalmente, en la forma convenida”.
Frente a una condición, lo primero que debe determinarse, siguiendo las normas
generales de interpretación de los contratos (artículo 1.560), es la intención o voluntad de
las partes y para determinarla, se estará al modo más racional de cumplirse. El inciso 2°
del artículo 1.483 nos pone un ejemplo: Si la condición es darle una suma de dinero a un
incapaz, la probable intención de las partes y la forma racional de cumplir la condición no
será la de ser entregado el dinero al incapaz, sino a su tutor o curador.
Si la condición es que Pedro viaje a Punta Arenas, la probable intención de las partes es
que viaje efectivamente a esa ciudad y el modo más racional de hacerlo será en avión. Si
Pedro viaja en avión y se discute que el viaje debió haberlo hecho en barco, lo primero
que el Juez tendrá que concluir es que la intención de las partes fue que Pedro viajare a
Punta Arenas, siendo indiferente en qué medio lo hacía y, además, concluir que la forma
más racional de viajar es en avión.
Ahora bien, establecido esto, debe cumplirse la condición literalmente y Pedro debe viajar
a Punta Arenas y no podría darse por cumplida la condición si viajó a Puerto Williams.
Andrés Bello quiso, con esta última norma, dejar en claro que, a diferencia del derecho
antiguo que permitía el cumplimiento de la condición por equivalencia, que en el Código
Civil ello no sería aceptable. Así, si la condición era de recibirse de médico y el
beneficiario se recibía de dentista, la condición no podía darse por cumplida.
Expresa al respecto este artículo que si la cosa se destruye, perece o se pierde sin culpa
del deudor, la obligación se extingue; si con culpa o por un hecho del deudor (vgr., si la
Regula esta norma a continuación los efectos de los deterioros y mejoras de la cosa. La
cosa se debe en el estado en que ésta se encuentra beneficiándose el acreedor de sus
mejoras sin estar obligado a pagar por ellas. Así, si vendo un fundo bajo condición
suspensiva y antes del cumplimiento de la obligación sus árboles producen frutos que se
encuentran pendientes (sin ser cosechados) al momento de cumplirse la condición, los
frutos pertenecerán al acreedor. Por otra parte, si la cosa pierde valor porque se deteriora
(vgr., se quemaron los árboles), pendiente la condición, estos deterioros los sufre el
acreedor sin indemnización a favor del acreedor a menos que los deterioros provengan de
la culpa del deudor, en cuyo caso tendrá el acreedor derecho a que se “rescinda” el
contrato o que se le entregue la cosa, en ambos casos, con indemnización de perjuicios.
El término que usa el artículo “rescindir” no es correcto puesto que en tal evento, el
acreedor tendrá derecho a resolver el contrato.
Debe tenerse siempre en claro que estas normas se refieren a las cosas específicas o
cuerpos ciertos y no a las cosas genéricas (vgr., 100 sacos de trigo), toda vez que el
género no perece y siempre se deberá la misma cantidad del género de igual calidad.
No trata el Código en esta materia lo que sucede con las expensas extraordinarias para la
conservación de la cosa en las que haya podido incurrir el deudor de la obligación de dar
el cuerpo cierto pendiente la condición, a cuyo efecto, como veremos, debiera aplicarse el
artículo 756 que regula esta materia tratándose del fideicomiso.
(ii) El acreedor tiene una legítima expectativa de llegar a ser titular del
derecho y, como consecuencia. la ley le reconoe el derecho a
impetrar medidas conservativas (arts. 1.492, 721, inciso ° y art.
1.078, inciso 1°).
Así, por ejemplo, nada dice el Código en las reglas sobre condiciones
respecto de lo que sucede con las expensas extraordinarias en que haya
podido incurrir el deudor de la obligación de dar una especie o cuerpo cierto
al cumplirse la condición, norma que sí el Código la hace aplicable al caso
del fideicomiso en el art. 756. De la misma manera, al dar el Código la
regla aplicable a las mejoras necesarias, no las diferencia de las útiles y
voluptuarias; se refiere solo, en general, a las mejoras (art. 1.486), las que
pertenecerán al acreedor sin compensación al deudor. Si las mejoras
necesarias son aquellas indispensables invertidas en la conservación
material o jurídica de un bien (art. 908) – vgr., el cerramiento de la
propiedad para impedir depredaciones – a las que incluso tiene derecho el
poseedor de mala fe vencido – ¿es comprensible que por estimarse como
regla general la retroactividad de la condición deba concluirse que el
deudor no tiene derecho a que se le abonen? ¿No sería una inequidad
contraria al espíritu general de la legislación y ello, basado en una ficción?
Esta cuestión va a ser siempre discutible desde que no hay norma expresa
que lo resuelva.
(1) El artículo 1.486 que, como vimos, declara que las mejoras,
aumentos y deterioros pertenecen al acreedor, sin perjuicio de
considerar que las mejoras necesarias deberían ser reembolsadas
al deudor;
(1) El art. 1.486 en cuanto a que la pérdida o deterioro por hecho o culpa del deudor,
que, de seguirse el principio de la retroactividad debieran afectar al acreedor,
afectan sin embargo al deudor;
(2) Conforme lo disponen los arts. 1.488, 1.078 y 1.338, pendiente la condición, los
frutos pertenecen al deudor sin que tenga derecho a ellos el acreedor. Si se
siguiere el principio de la retroactividad, los frutos debieran ser del acreedor bajo
condición suspensiva y debiera restituirlos el deudor cumplida la condición
resolutoria;
(4) Siempre se ha aceptado que los actos de administración del acreedor condicional
quedan afirme.
Como hemos visto, la condición resolutoria es el hecho futuro e incierto del cual depende
la extinción de un derecho. Si digo que doy a Pedro el cuadro tal del autor X, pero me lo
devuelve si se recibe de abogado, estamos frente a una obligación bajo condición
resolutoria y cuando se reciba de abogado se resolverá la obligación y deberá devolverlo,
porque el derecho de Pedro a tener ese cuadro se habrá extinguido. Cuando una
persona adquiere una cosa bajo condición resolutoria, pasa a ser verdadero y absoluto
dueño de ella, pero, una vez cumplida la condición, su derecho se resolverá, dejará de
ser dueño y deberá restituir la cosa a su antiguo dueño quien, pendiente la condición
resolutoria, tendrá la expectativa de volver a ser dueño si se cumple la condición.
Se aprecia en este ejemplo que toda vez que existe un derecho sometido a condición
resolutoria, existe por la otra parte un derecho sometido a condición suspensiva porque,
una vez que opere la condición resolutoria, el nuevo dueño dejará de serlo y la cosa
pasará a manos del antiguo propietario quien en el intertanto tenía la expectativa de llegar
nuevamente a su dueño.
El estudio de los efectos de la condición resolutoria pasa por el análisis de tres tipos de
condición resolutoria:
Si yo pacto darle $10 MM a Pedro hasta que se reciba de abogado, estaremos frente a
una condición resolutoria ordinaria.
(3) Cumplida: Los efectos de la condición resolutoria ordinaria cumplida, por ser los
mismos que los efectos de la condición resolutoria tácita y del pacto comisorio,
tanto entre las partes como frente a terceros, lo analizaremos más adelante.
del art. 1.479 que, al definir la condición resolutoria, expresa que lo es “cuando
por su cumplimiento se extingue un derecho”.
Conforme lo dispone el art. 1.489: “En los contratos bilaterales va envuelta la condición
resolutoria de no cumplirse por uno de los contratantes lo pactado.
Los contratos son bilaterales “cuando las partes se obligan recíprocamente”, conforme lo
dispone el art. 1.439. En estos contratos hay una prestación y una contraprestación; dos
acreedores, cada uno titular de un derechos, y dos deudores, cada uno con la carga de
una obligación. El contrato de compraventa es el más característico de los contratos
bilaterales donde hay un comprador, acreedor de la cosa comprada y deudor del precio; y
un vendedor, acreedor del precio y deudor de la cosa vendida.
En los contratos bilaterales, entonces, la ley establece que, sin necesidad de expresión
alguna, existe la condición resolutoria que dará a las partes el derecho de pedir la
resolución del contrato o su cumplimiento, en ambos casos con indemnización de
perjuicios, si es que la otra parte no cumple su obligación correlativa.
La condición resolutoria tácita no se conoció en Roma donde sólo llegó a existir algo
parecido con la Lex Comisoria que reconoció el derecho de los contratantes de un
contrato bilateral a pactar en forma expresa el derecho a resolver el contrato en caso de
incumplimiento.
Fueron los canonistas quienes, por razones de equidad, establecieron esta condición
tácita por la injusticia que envuelve en un contrato bilateral el hecho de que uno cumpla y
el otro no, vgr, el vendedor entregue la cosa vendida y el comprador no pague el pecio.
Enseña también la doctrina, que la condición resolutoria tácita constituye una protección
del contratante diligente frente al contratante incumplidor; una garantía para el
contratante diligente en cuanto la existencia de esta condición inducirá al incumplidor a
cumplir para no verse privado de los beneficios del contrato; y una sanción para el
incumplidor.
a) Tácita o subentendida;
b) Resolutoria porque, por su cumplimiento, se extinguirá un derecho;
c) Simplemente potestativa desde que depende de un hecho voluntario del deudor.
La ley es clara en cuanto subentiende esta condición sólo en los contratos bilaterales
(compraventa, permuta, arrendamiento, promesa de celebración de contrato, etc.).
El contrato es unilateral “cuando una de las partes se obliga para con otra que no contrae
obligación alguna (art. 1.439), vgr: comodato, mutuo, renta vitalicia, etc.
Por ejemplo, en el comodato o préstamo de uso gratuito donde el único que contrae
obligaciones es el comodatario entre las que se encuentra, además de la obligación de
restituir, la obligación de emplear la cosa de acuerdo al contrato o para el uso ordinario
según su naturaleza, el comodante podrá exigir la devolución de la cosa aún antes de
expirado el plazo del contrato, con indemnización de perjuicios, si es que el comodatario
hace un uso ilegítimo de la cosa.
Una situación especial se da en los contratos bilaterales de tracto sucesivo, esto es,
aquellos que se van cumpliendo y renovando sucesivamente en intervalos de tiempo,
como por ejemplo, el arrendamiento donde se ajusta la renta por períodos determinados.
En estos casos, el efecto de la condición resolutoria no es la resolución del contrato que
por su efecto retroactivo obligaría a retrotraer las cosas al estado anterior, sino que
constituye una terminación del contrato hacia el futuro, con indemnización de perjuicios
si el arrendador opta por ello y no por exigir el cumplimiento del contrato.
(2) Incumplimiento
El art. 1.552, que estudiaremos en su oportunidad, expresa que: “En los contratos
bilaterales ninguno de los contratantes está en mora dejando de cumplir lo pactado,
mientras el otro no lo cumpla por su parte, o no se allana a cumplirlo en la forma y tiempo
debidos”.
Nuestro Código, a diferencia de otros más modernos, no contiene alguna norma que
establezca en forma expresa la “excepción de contrato no cumplido” para enervar la
acción de cumplimiento. Tan sólo el art. 1.552 expresa que el acreedor incumplidor no
puede demandar al deudor incumplidor la indemnización de perjuicios. De ello, hay
quienes desprenden que la “excepción de contrato no cumplido” no existe como tal y que
si el deudor incumplidor es demandado de incumplimiento por su acreedor, también,
incumplidor, sólo podría enervar la acción de cumplimiento demandando
reconvencionalmente a su acreedor para que también cumpla originándose, en definitiva,
una compensación judicial. Es este un planteamiento interesante pero muy discutible por
la injusticia que tiene el hecho de poder demandar el cumplimiento de una obligación
correlativa quien, a su vez, no ha cumplido con la suya.
A su turno, el art. 1.873 expresa que: “Si el comprador estuviere constituido en mora de
pagar el precio en el lugar y tiempo dichos, el vendedor tendrá derecho para exigir el
precio o la resolución de la venta, con resarcimiento de perjuicios”, norma idéntica a la
contemplada para el caso de no entregarse la cosa en el art. 1.826, inciso 2°.
Puede apreciarse que estas normas no hacen sino que reproducir la disposición del art.
1.489 que establece la condición resolutoria tácita.
Por ello, el pacto comisorio no es sino la condición resolutoria tácita, expresada. Y como
tal, puede estipularse en cualquier contrato bilateral y sus efectos son idénticos a los de la
condición resolutoria tácita.
Conforme al art. 1.879: “Si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo convenido,
se resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo, hacerlo
subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las veinticuatro horas subsiguientes a la
notificación judicial de la demanda”.
Parte de la doctrina estima que este pacto comisorio calificado, a diferencia del pacto
comisorio simple, opera de pleno derecho.
En nuestra opinión ello no es así ya que lo único que sucede con este pacto es que se
limita el tiempo dentro del cual el comprador puede pagar el precio: Si en el pacto
comisorio simple puede hacerlo hasta la sentencia definitiva o hasta antes de la vista de la
causa en segunda instancia, en el pacto comisorio calificado sólo lo puede hacer hasta
las 24 horas de notificada la demanda. Pero si es necesaria la demanda, será
necesaria la sentencia que declare la resolución y ésta ocurrirá al momento de quedar
ejecutoriada la sentencia y no transcurridas que sean las 24 horas sin que el deudor haya
pagado.
En esta materia todos opinan que, obviamente, puede pactarse; pero difieren en cuanto a
sus efectos.
Hay quienes sostienen que el pacto comisorio calificado produce efectos diferentes al del
pacto comisorio simple sólo en la compraventa porque sólo en este contrato ha sido
regulado. Otros opinan que la misma norma es aplicable para todos los contratos y
produce el mismo efecto que en la compraventa. Por último, hay quienes sostienen que
el pacto comisorio en los demás contratos produce el efecto de resolver ipso facto el
contrato sin que el deudor pueda enervar la resolución ni siquiera dentro de las 24 horas
de notificada la demanda.
Pareciera que el pacto comisorio calificado, con sus efectos especiales que limitan la
acción de la justicia, sólo es posible en la compraventa por no pago del precio y en la
permuta que se rige por las normas de la compraventa. Ello, por cuanto reviste más
inequidad que el vendedor haya entregado la cosa y no se le pague el precio, el más
importante y común de los contratos bilaterales, que en cualquier otro contrato en el que
las partes pueden convenirlo.
Si en la compraventa se da al deudor 24 horas para cumplir, ¿cómo podría ser lógico que
en el contrato de distribución pueda darse a lo “ipso facto” toda su extensión literal
otorgando más derechos al principal que al vendedor que entregó la cosa sin recibir el
precio?
No, nadie puede autocomponer los conflictos porque son los tribunales de justicia los
llamados a resolverlos por razones no sólo legales sino, también, constitucionales.
4. Cumplida la ordinaria, no pueden las partes enervar sus efectos ya que el acto o
contrato se resuelve por el ministerio de la ley; en la tácita, las partes pueden
enervar sus efectos, cumpliendo la obligación;
5. La ordinaria puede ser alegada por todo el que tenga interés en ello; la tácita, sólo
el contratante diligente, sus herederos o cesionarios;
La acción resolutoria que emana de la condición resolutoria tácita, prescribe según las
reglas generales, esto es, en 5 años desde que la obligación se hizo exigible. La que
emana de todo tipo de pacto comisorio, en el plazo estipulado por las partes o en 4 años
si no hubieren estipulado plazo o hubieren pactado uno superior, contados desde la
fecha del contrato, como expresa el art. 1.880.
El contratante diligente, como hemos visto, tiene en virtud del art. 1.489 el derecho a
optar, en caso de incumplimiento, por el cumplimiento del contrato o su resolución con
indemnización de perjuicios. Si opta por el cumplimiento del contrato, precluye su
derecho a demandar la resolución. Podría, sin embargo, demandar en lo principal la
resolución y, en subsidio, el cumplimiento.
En todos aquellos casos o situaciones en los que la ley ha dado efecto retroactivo a la
condición, lo tendrá, como sucede con los aumentos, mejoras y deterioros no culpables;
en aquellos otros en que no se establezca el efecto retroactivo, no lo tendrá, como sucede
con los frutos y los deterioros culpables; por último, en los casos en que nada ha dicho el
Código, como en el caso de las expensas extraordinarias de conservación – y, en nuestra
opinión, las mejoras necesarias – habrá que aplicar el principio general que es la
irretroactividad.
Debe tenerse presente que, en los contratos de tracto sucesivo, la resolución toma el
nombre de “terminación” ya que no tiene efecto hacia el pasado sino, solamente, hacia el
futuro.
La condición resolutoria cumplida produce, frente a terceros, los mismos efectos sea
que se trate de la condición ordinaria, tácita o pacto comisorio.
Pues bien, ¿qué sucede con los terceros que, pendiente la condición, adquirieron la cosa
objeto del acto o contrato o constituyeron en su favor gravámenes sobre ella?
Los artículos 1.490 y 1.491 regulan esta importante materia. En síntesis dicen que
cumplida la condición, habrá acción reivindicatoria contra los terceros poseedores de
mala fe, esto es, quienes hayan adquirido la cosa en conocimiento de la existencia de la
condición.
Dichos artículos, sin embargo, dada su redacción, han dado lugar a múltiples discusiones
doctrinarias y jurisprudenciales.
El art. 1.490 se refiere a las cosas muebles; y el art. 1.491, a los inmuebles, dando
normas de distinta redacción para unas y otras.
El artículo 1.490 expresa: “Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición
suspensiva o resolutoria, la enajena, no habrá derecho a reivindicarla contra terceros
poseedores de buena fe”.
Por su parte, el art. 1.491 dispone: “Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena,
o lo grava con hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o
gravamen, sino cuando la condición constaba en el título respectivo, inscrito u otorgado
por escritura pública”.
Ambos artículos parten expresando “Si el que debe una cosa...” bajo condición.
Se critica esta redacción puesto que, se sostiene, las cosas “no se deben” cuando hay
condición porque del acto o contrato condicional no surgen derechos reales, sino sólo
personales y, en consecuencia, mientras la condición no se cumple, nada se debe. Sin
embargo, esta crítica nos parece infundada porque a lo que ella se refiere es a aquél que
está en situación de deber una cosa por el hecho de verificarse una condición, esto es,
efectivamente debe una cosa “bajo”, esto es, sujeto a los efectos de la condición.
(a) El Plazo:
Ahora bien, el art. 1.490 se refiere al que “debe una cosa a plazo” que es
enajenada” antes del vencimiento del plazo. Esta norma puede, así, referirse a
una obligación de dar, esto es, de transferir el dominio, de una especie o cuerpo
cierto que debe ser materializada al vencimiento de un plazo; o a una obligación de
entregar una cosa (obligación de hacer).
En todos estos casos se da la situación en que hay alguien que “debe una cosa
mueble a plazo”.
En este caso, es A el que “debe una cosa bajo condición suspensiva”. Si antes del
cumplimiento de la obligación A vende el bien a un tercero, B no tendrá acción
reivindicatoria contra el tercero porque A nunca le hizo tradición y, en consecuencia,
nunca fue dueño. En tal caso, B sólo podrá exigir el precio de la cosa y la indemnización
de perjuicios (art. 1.486).
El ejemplo sería:
El artículo 1.491, que se refiere a los inmuebles, habla sólo del que “debe un inmueble
bajo condición”. ¿A qué condición se refiere? Al igual que en el caso del art. 1.490, sólo
se refiere a la condición resolutoria y excepcionalmente a la suspensiva si ha habido
tradición si es que es posible que, dado el régimen de propiedad inscrita, el deudor
condicional que hizo tradición mediante la inscripción, pudiera enajenar a un tercero.
En esta materia la ley ha tenido que arbitrar entre dos derechos: el del tercero que
adquirió de quien, al momento de la enajenación, era dueño, y el derecho de aquel, que
cumplida la condición, recuperó o adquirió, según el caso, el dominio. Y la forma de
resolver el conflicto fue afectando al tercero que, con pleno conocimiento de la
existencia de la condición, esto es, de mala fe, adquirió la cosa. Cumplida la condición,
tendrá que someterse a las consecuencias y será pasible de la acción reivindicatoria. En
cambio, aquel tercero que adquirió de buena fe, sin saber de la existencia de la condición,
no resultará afectado.