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CRÓNICA: CALEIDOSCOPIO, UN VISTAZO A LA REALIDAD
Eran las 10:30 de la mañana del 27 de septiembre, en espera de poder entrar al gran
Teatro José Vasconcelos, los estudiantes de Comunicación y Periodismo sostenían
firmemente sus cámaras antiguas mientras reían, experimentaban y observaban aquello
que los rodeaba. Con algunas expectativas, poco a poco la fila avanzó hasta que cada
uno eligió el lugar donde ellos o sus cámaras serían espectadores.
Un hombre se encontraba sobre el escenario, con una vestimenta un tanto casual, una
camisa enorme de cuadros, pantalones rasgados y zapatos desgastados, afinaba su
guitarra para la presentación. Minutos después, se proyectaron algunas imágenes en la
pantalla que representaban la esencia de Caleidoscopio: la distopía.
Con ello, dio inicio la presentación 11:45, en medio de un sonido un tanto inquietante y
lúgubre un hombre robusto sale a escena para combatir el ruido que lo superaba. Voces,
miles de voces salían de las negras bocinas y desconcertaba al público. Entre risas, aquél
hombre continuaba su discurso y nos abofeteaba con una realidad que muchos se niegan
a aceptar, cegados por una cortina de humo como la que él mismo que nos lanzó.
El tiempo que nos rebasó, fue representado por el sonido de una chillante alarma. Parecía
una locura producida, una locura que con el lente de sus cámaras los estudiantes trataban
de capturar. De esa manera, el perfomance fue concluyendo, muriendo con un silencio en
forma de respiro para comprender lo que a gritos intentaba decir: observen el mundo,
escuchen, se nos está cayendo a pedazos.
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Entre bromas y anécdotas entretenían a los espectadores que reían a cada comentario, la
interacción entre los trovadores y los estudiantes era natural y alegre, se aplaudía y se
jugaba con los gritos y chiflidos. Ellos no se quedaron atrás manifestándose con
canciones que hablaban sobre el movimiento del 68, conmemoraban 50 años de la
masacre estudiantil, pero lo hacían alegrando y alardeando la valentía de los estudiantes
y las mujeres que participaron en ese entonces, dejando así su esencia positiva en esta
distopía.
A las 2:30, Rodrigo Castellanos daba inicio al performance Utopía laboral y el concurso
fotográfico en vivo: Cirkalle Imaginarte. En él la esencia rebelde de este joven, nos hizo
sentir el franco egoísmo de la sociedad actual mientras corría entre las jardineras con la
frase: “Déjame, déjame” como quien huye de las autoridades opresoras un 2 de octubre
del 68 o ¿2018? De pronto su rol cambia y de ser un estudiante, pasa a ser un trabajador
de oficina que efectúa su trabajo bajo los cánones de felicidad, de los que él discrepa.
Capitalismo visto desde la óptica de quien labora; la desesperación no tarda en aparecer
y pronto el trabajador desea quitarse las prendas que lo condenan a la esclavitud.
Comenzó a hacer malabares con una sonrisa en el rostro y reconoció que sin el arte este
mundo no tendría sentido, nos hizo reflexionar por aquellos que nos necesitan y el miedo
que día con día vivimos en este país fracturado por la violencia, la represión, la pobreza y
delincuencia que está matándonos, sí, a todos. Porque aunque no seas tú el que está
tirado en el pavimento, te afecta en la misma medida y te obliga a luchar por justicia.
Con una pausa para digerir las actividades realizadas en la mañana, la atención sería
dirigida para el auditorio A-1, donde a las 3:30 de la tarde, se armó una fila para la
conferencia Bering- equilibrio y resistencia donde la fotógrafa Lourdes Grobet expuso su
trabajo. Con una presentación cordial y alegre empezó la exhibición de la experiencia
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vivida en el desarrollo de este proyecto. En un inicio el cañón de proyección facilitaba la
visualización de fotografías en un mundo blanco y negro, tundro, pero cálido por su gente.
Explicó la represión vivida por la tensión política y cultural dejan con pocas opciones a los
habitantes para su estilo de vida. Desde una isla perteneciente a Europa los
francotiradores marcan un muro de hostilidad donde antes el viaje de ida y regreso de una
costa a otra era común, la comunicación vital entre seres humanos donde la piel ni los
gustos eran indicio de algo malo.
Para conocer su experiencia en un contexto tan masculino como el de las luchas, Grobet
nos respondió con un tono amable y honesto lo siguiente: “Soy ruda, debiste ver lo que
causé cuando entré a la arena a sacar fotos, todo el mundo enloqueció. Nunca me he
dejado, lucho por ello y mantengo mi postura”.
Y para culminar el primer día de actividades del encuentro distópico se presentó alrededor
de las 5:45 horas, con un retraso de 45 minutos, el grupo Ánima Nawal, el cual está
conformado por Pablo Núñez, Pavel Cortes, Juan Valdespino y Alejandro Chimal. Los
cuatro músicos brindaron al público un concierto titulado Manifiesto antiespecista, el cual
giraba en torno a la liberación animal, el veganismo y el sufrimiento de los animales que
son sacrificados para el consumo humano.
Al inicio del recital mencionaron que regalarían algunos artículos que traían, y así lo
hicieron. Después de la segunda canción se lanzó la primera pregunta “¿Cuál es el
proceso para el rescate de un perro o gato?”, una joven que era parte del staff tuvo la
respuesta correcta y Ánima Nawal le obsequió una
playera.
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Entre ritmos como el reggae, el rock y cumbia se desarrolló la última parte de la función,
donde la banda regaló otras dos playeras. Los asistentes ayudaron con sus palmas a
entonar la pieza final Oye como va, un tributo a Carlos Santana; pero con el coro
modificado a “Mira cómo va mi ritmo, bueno pa’ crear conciencia”, a las 7:00 pm el recital
terminó y el público cansado se retiró del recinto.
El mensaje nos puntualizó que la presencia del humano, el capitalismo de las industrias
cerveceras, la tala inmoderada de árboles y el boom tecnológico, está provocando que la
mariposa monarca tenga que cambiar de ruta, perderse o morir por el egoísmo del
hombre que continúa sus actividades olvidando que de ella o de la abeja, depende toda la
humanidad.
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Tres siluetas en la oscuridad se perfilaron delante
de todo el mundo, la música subía y bajaba, las
luces delante creaban, distorsionaba figuras en los
rostros expresivos. Los movimientos fieles e
inesperados parecieran contar una historia, caras
cambiantes en la lona, líneas que desaparecen
acercándose y alejándose, un cambio que lograba
mantener bien abiertos los ojos de los espectadores.
De pronto, los sonidos emitidos por las bocinas cambian la atmósfera, recorriendo de
punta a punta el piso de madera, en piruetas y maniobras jugaban, retrataban la
congruencia del humano en la actualidad. El mensaje principal del aislamiento, el
alejamiento de la interacción de los unos con los otros, la pérdida de la sensibilización…
Son ya las 3:25 y comienza a llegar la gente al evento programado a las 4:00 en punto, la
fila afuera del auditorio se prolonga cada vez más esperando la apertura. Los asistentes
entran y esperan tener los mejores ángulos para poder fotografiar a la extraordinaria
Lourdes Almeida, pocos conocen de ella pero de la misma manera muchos se intrigan y
comienzan a hojear el tríptico que fue entregado al entrar al auditorio.
Leer, explicar toda su trayectoria sería muy largo y tedioso, una persona como ella no
necesita presentación, menciona el profesor Fierro. Ella sonríe y crea una gran atmósfera
con el público que ansía escuchar todo lo que quiere y debe decir. Las cámaras
comienzan a sonar una vez que habla, y aunque siempre permanece en el mismo lugar,
no hace falta que ronde en el podio pues desde su puesto cada uno escucha las palabras
que hacen reflexionar, pensar e imaginar.
La programación tenía planeado que a las 16:45 fuera la premiación del concurso
fotográfico en vivo, del día anterior. Sin embargo, esto se retrasó algunos minutos debido
a las preguntas que se le hicieron a Almeida, quien había terminado de dar su
conferencia.
Minutos después de las 5:00 de la tarde llegó el momento para el concierto de hip-hop.
Las luces se apagaron, sólo quedaron algunas que destinaban al escenario una
iluminación en tonos amarillos y verdes. Salió Shah Mat, quien después de su primer
tema agradeció a los organizadores del encuentro fotográfico. Luego de algunas palabras,
pidió permiso al público para sacar su teléfono pues quería compartir un texto, el cual fue
identificado fácilmente por los asistentes desde las primerias líneas: “cuatro años que
desconoces a tu país en el mapa… cuatro años de Ayotzinapa”.
Shah Mat habló un poco sobre el slam de poesía e hizo una demostración de lo esto. El
tema fue sobre el silencio; no obstante, en el auditorio no se obtuvo el silencio total. Se
escuchaba el murmullo, y el sonido del disparador hacía sincronía con cada movimiento
realizado. Damián, quien manipulaba los controles subió al escenario invitado por Shah
Mat y dio una demostración de su talento. Al terminar, el ambiente estaba plasmado de
euforia y era posible sentir el calor del público entusiasmado.
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