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la sociedad, organizada con todos sus integrantes, tanto de los medios de produccióncomo de
las diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en los mismos.12 La RAE define así el término
socialismo: «Sistema de organización social y económica basado en la propiedad y
administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes».3
El socialismo implica, por tanto, una planificación y una organización colectiva consciente de
la vida social y económica.4
Subsisten sin embargo criterios encontrados respecto a la necesidad de la centralizaciónde la
administración económica mediante el Estado como única instancia colectiva en el marco de
una sociedad compleja,56 frente a la posibilidad de formas diferentes de gestión
descentralizada de la colectividad socialista, tanto por vías autogestionariascomo
de mercado, así como mediante el empleo de pequeñas unidades económicas socialistas
aisladas y autosuficientes.78
Existen también discrepancias sobre la forma de organización política bajo el socialismo para
lograr o asegurar el acceso democrático a la sociedad socialista a clases sociales o
poblaciones,9 frente a la posibilidad de una situación autocrática por parte de
las burocracias administrativas.10 Las formas históricas de la organización social de tipo
socialista pueden dividirse entre determinadas evoluciones espontáneas de ciertas
civilizaciones de carácter religioso y las construcciones políticas establecidas por proyectos
ideológicos deliberados. De éstas se destacan, respectivamente, el Imperio inca11 y la Unión
Soviética.
Índice
• 1Concepto
• 1.1Origen de la palabra socialismo
• 1.2Socialismo y comunismo
• 1.3Socialismo como movimiento político
• 2Historia
• 2.1La influencia de la Ilustración y el socialismo utópico
• 2.2Los debates entre los socialistas clásicos
• 2.3El socialismo en el siglo XX
• 2.4El socialismo del siglo XXI
• 3Véase también
• 3.1Conceptos relacionados
• 3.2Socialismo marxista
• 3.3Socialismo no marxista
• 4Referencias
• 5Bibliografía
• 6Enlaces externos
Concepto[editar]
Al parecer la palabra socialismo fue empleada por primera vez por el monje Ferdinando
Facchinei en 1766 para referirse a la doctrina de los que defendían el contrato social como el
fundamento de la organización de las sociedades humanas. Veinte años más tarde, otro autor
italiano, Appiano Buonafede, volvió a utilizarla. Sin embargo, la palabra socialismo, en el
sentido moderno del término, no aparece hasta 1830 en Gran Bretaña y en Francia, casi
simultáneamente, para designar las ideas de los seguidores de Robert Owen y de Henri de
Saint-Simon. El primer uso preciso del neologismo se suele atribuir
al sansimoniano francés Pierre Leroux quien en el número de octubre-diciembre de 1833 de
la Revue encyclopédique publicó un artículo titulado Del individualismo y del socialismo,
aunque en él criticaba ambas doctrinas por considerarlas el resultado de la exageración de la
idea de libertad, la primera, y de la idea de asociación, la segunda.12 Sin embargo, en una
nota añadida a la reimpresión del artículo años más tarde escribió:13
Desde hace algunos años, nos hemos acostumbrado a llamar socialistas a todos los pensadores
que se ocupan de reformas sociales, a todos los que critican y reprueban el individualismo… y en
este aspecto yo mismo, que siempre he combatido el socialismo absoluto, soy designado hoy
como socialista. […] Soy socialista sin duda, si se quiere entender por socialista la doctrina que
no sacrifica ninguno de los términos de la fórmula Libertad, Fraternidad, Igualdad, Unidad, sino
que todos los aúna.
Entre agosto de 1836 y abril 1838 Louis Reybaud publicaba en la Revue des deux
mondes tres estudios bajo el título de Socialistas modernos dedicados a Saint-Simon,
a Charles Fourier y a Robert Owen, y en los que confirmaba que el término socialismo, en su
sentido moderno, había surgido hacia 1830.13
Como ha destacado Jean-Paul Thomas, toda «palabra nueva, responde a realidades nuevas.
Las doctrinas sociales no surgen casualmente a principios del siglo XIX. Tienen como origen
inmediato la revolución industrial y la miseria que le acompaña… Contraponen a la búsqueda
egoísta del provecho la visión de una comunidad de productores ligados unos a otros por una
solidaridad fraternal». Según este autor las raíces del socialismo hay que buscarlas en las
propuestas igualitarias de los grupos «radicales» de la Revolución Francesa, como la
del enragé Jacques Roux que escribió en 1793, denunciando los acaparamientos de los bienes
de subsistencia: «los productos de la tierra, como los elementos, pertenecen a todos los
hombres. El comercio y el derecho de propiedad no pueden consistir en hacer morir de
miseria y de inacción a nuestros semejantes».13
Socialismo y comunismo[editar]
Unos diez años después de la aparición de los términos «socialismo» y «socialista» surgieron
en Francia las palabras «comunismo» y «comunista» y su uso se difundió
rápidamente. Étienne Cabet y el neobabuvista Jean-Jacques Pillot las emplearon de inmediato
y el adjetivo «comunista» fue usado para referirse a un banquete organizado por Pillot
celebrado el 1 de julio de 1840 en las afueras de París en el que participaron más de mil
comensales, en su mayoría obreros, y en el que se defendió la necesidad de aplicar reformas
que no fueran meramente políticas para alcanzar una «igualdad real».14 En junio de 1843 el
poeta alemán Heinrich Heine, quien desde hacía más de diez años vivía en París, advirtió de
su crecimiento: «Los comunistas son en Francia el único partido que merece atención».15
Desde Francia los términos «comunismo» y «comunista» se difundieron por los Estados
alemanes y por Suiza, gracias al libro de Lorenz von Stein publicado en 1842 en Leipzig con el
título El socialismo y el comunismo en la Francia de hoy (Der Sozialismus und Communismus
des heutigen Frankreichs) —Wilhelm Weitling, August Becker y otros los utilizaron enseguida
—, y también por Gran Bretaña a través de otros canales. Así el término «comunismo» fue
sustituyendo progresivamente al originario de «socialismo» o al menos se confundió con él.16
Según Jean Bruhat, en la década de 1840 «comunista» y «socialista» no eran términos
completamente equivalentes ya que los comunistas se distinguían por unas ideas que en
ellos estaban más claramente afirmadas que en los socialistas, como la realidad de la lucha
de clases de la que se derivaba la necesidad de la revolución —la conquista del Estado— para
alcanzar la nueva sociedad, pues para cambiar al hombre había que cambiar el régimen
económico y social en el que vivía, como lo advirtió el neobabuvista Théodore
Dézamy cuando criticaba a los que creían «que para modelar al hombre a su gusto bastaría
proponérselo de un modo testarudo y enérgico».17 Estas diferencias fueron las que motivaron
que Karl Marx y Friedrich Engels adoptaran el término «comunista» y no el de «socialista»
para llamar a la Liga que fundaron en 1847 y al manifiesto de la misma hecho público al año
siguiente. Engels explicó en 1890 que en aquellos años «la parte de los obreros que,
convencida de la insuficiencia de las revoluciones meramente políticas, exigía una
transformación radical de la sociedad, se llamaba entonces comunista» mientras que la
mayoría de los que se hacían llamar «socialistas» «se hallaban fuera del movimiento obrero y
buscaban apoyo más bien en las clases "instruidas"», «y como nosotros ya en aquel tiempo
sosteníamos muy decididamente el criterio de que "la emancipación de la clase obrera debe
ser obra de la clase obrera misma", no pudimos vacilar un instante sobre cuál de las dos
denominaciones procedía elegir».18
Después de 1848, los términos «socialismo» y «comunismo» se afirmaron y se superpusieron,
identificándose en unos períodos y diferenciándose en otros, y también se utilizaron para
caracterizar etapas de desarrollo histórico distintas.19 El sociólogo francés Émile
Durkheim afirmó que en el «comunismo», a diferencia del «socialismo», la contribución a la
producción común era libre y no planificada mientras que el consumo se vivía en común.20
Poco después Lenin en El Estado y la revolución (1917) utilizó la palabra «socialismo» para
referirse a la primera etapa en la consecución de la sociedad sin clases o «comunismo»,
caracterizada por la organización colectiva de la producción y la distribución en tanto
que el consumo seguiría siendo particular.21
Según el marxismo, en un sistema socialista, al establecerse la propiedad social (colectiva) de
los medios de producción, desaparece cualquier forma de propiedad privada de los bienes de
capital y con esta el capitalismo como forma de apropiación del trabajo asalariado, una forma
de explotación por vía económica. Por lo tanto el socialismo constituye el primer paso para la
extinción de las clases sociales (o comunismo) dando así por superada la lucha de
clases como motor del progreso histórico.22
Por extensión se define como socialista a toda doctrina o movimiento que aboga por su
implantación. Frecuentemente existen diferentes movimientos políticos que adoptan el título
de Socialismo: desde aquella fecha existen ideas de búsqueda del bien común e igualdad
social, hasta los proyectos reformistas de construcción progresiva de un Estado socialista en
términos marxistas, o las variantes pre y post-marxistas de socialismo (sean obreristas o
nacionalistas), o al intervencionismo, conceptos de socialismo o de sus métodos que pueden
variar drásticamente según varíen los interlocutores políticos y que algunas veces se
distancian en mayor o menor medida de su etimología: estatistas, nacionalistas,
marxistas, cooperativistas, corporativistas gremiales clásicos, corporativistas de Estado
o fascistas, socialistas de renta, socialistas de
mercado, mutualistas, socialdemócratas modernos, etc.
El socialismo continúa siendo un término de fuerte impacto político, que permanece vinculado
con el establecimiento de un orden socioeconómico construido por, para, o en función de, una
clase trabajadora organizada originariamente sin un orden económico propio, y para el cual
debe crearse uno público (por vía del Estado o no), ya sea mediante revolución o evolución
social o mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin
clases estratificadas o subordinadas unas a otras; idea esta última que no era originaria del
ideario socialista sino del comunista y cuya asociación es deudora del marxismo-leninismo. La
radicalidad del pensamiento socialista no se refiere tanto a los métodos para lograrlo sino
más bien a los principios que se persiguen.
Existen diferencias entre los grupos socialistas, aunque casi todos están de acuerdo en que
están unidos por una historia en común que tiene sus raíces en el siglo XIX, en las luchas de
los trabajadores siguiendo los principios de solidaridad y vocación a una sociedad igualitaria,
con una economía que pueda, desde su punto de vista, servir a la totalidad de la población en
vez de a unos pocos.
Por otro lado el significado de facto del socialismo ha ido cambiando con el transcurso del
tiempo. Así en el marxismo-leninismo el socialismo es considerado como la fase previa
al comunismo, mientras que en la socialdemocracia con el término de socialismo se alude a la
redistribución de la riqueza mediante la aplicación de un sistema fiscal progresivo.
Historia[editar]
Inglaterra fue una de las dos cunas del socialismo «utópico». Existieron dos causas
importantes que dan al socialismo utópico inglés su carácter peculiar: la revolución industrial,
con su cortejo de miserias para el desarrollo del Proletariadobritánico, y el desarrollo de una
nueva rama de la ciencia: la economía política, concepto asociado a la búsqueda de dominio
titular de las ciencias políticas.
En Francia tuvo un carácter más filosófico que en Inglaterra. Su primer representante fue el
conde Henri de Saint-Simon, considerado por Engels el creador de la idea en estado
embrionario que sería utilizada por todos los socialistas posteriores.23 Propuso la Federación
de Estados Europeos, como instrumento político para controlar el comienzo y desarrollo de
guerras. Al mismo tiempo Charles Fourier, concibió los falansterios (comunidades humanas
regidas por normas de libre albedrío e ideologías económicas socializadas).
Índice
• 1Introducción
• 1.1Significado y objeto
• 1.2Límites con disciplinas adyacentes
• 1.3Ética y moral
• 2Ramas
• 2.1Metaética
• 2.2Ética normativa
• 2.3Ética aplicada
• 3Historia
• 3.1Edad Antigua
• 3.2Edad Media
• 3.3Edad Moderna
• 3.4Edad Contemporánea
• 4Véase también
• 5Notas y referencias
• 6Bibliografía
• 7Enlaces externos
Introducción
A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de entender la ética y distintas
propuestas morales orientadoras de la vida humana. Es posible decir que la ética es la parte
de la filosofía práctica que se ocupa del hecho moral y de los problemas filosóficos que nacen
de la conducta humana. La ética se dedica al estudio de los actos humanos, pero aquellos
que se realizan por la voluntad y libertad absoluta, de la persona. Todo acto humano que no
se realice por medio de la voluntad de la persona y que esté ausente de libertad, no forma
parte del campo de estudio de la ética. La ética, por tanto, no inventa la vida moral, sino que
reflexiona sobre ella. Desde la perspectiva del discurso moral existe la presunción, además,
de que el ser humano es en cierto modo libre. Esta consideración deja abierto el campo de
posibilidades de actuación de los seres humanos. En el ejercicio de esa libertad se producen
conflictos que constituyen la clave de la vida moral y sobre los que la ética, como reflexión
teórica, trata de dar luz, para encauzar adecuadamente la praxis, la acción humana.
Significado y objeto
• 1Etimología
• 2Ramas
• 2.1Metafísica
• 2.2Gnoseología
• 2.3Lógica
• 2.4Ética
• 2.5Estética
• 2.6Filosofía política
• 2.7Filosofía del lenguaje
• 2.8Filosofía de la mente
• 2.9Filosofía de la historia
• 3Historia
• 3.1Occidente
• 3.1.1Filosofía griega
• 3.1.2Filosofía medieval
• 3.1.3Filosofía renacentista
• 3.1.4Filosofía moderna
• 3.1.5Filosofía contemporánea
• 3.2Oriente Medio
• 3.3Oriente
• 3.3.1Filosofía india
• 3.3.2Filosofía budista
• 3.3.3Filosofía de Asia del Este
• 4Iconología
• 5Véase también
• 6Notas y referencias
• 7Bibliografía
• 8Enlaces externos
Etimología[editar]
Según Pitágoras, la vida era comparable a los juegos olímpicos, porque en ellos encontramos
tres clases de personas: las que buscan honor y gloria, las que buscan riquezas, y las que
simplemente buscan contemplar el espectáculo, que serían los filósofos.
Años más tarde, Platón agregó más significado al término cuando contrapuso a los filósofos
con los sofistas. Los filósofos eran quienes buscaban la verdad, mientras que los sofistas eran
quienes arrogantemente afirmaban poseerla, ocultando su ignorancia detrás de juegos
retóricos o adulación, convenciendo a otros de cosas infundadas o falsas, y cobrando además
por enseñar a hacer lo mismo. Aristóteles adoptó esta distinción de su maestro,
extendiéndola junto con su obra a toda la tradición posterior.15
El texto más antiguo que se conserva con la palabra «filosofía» se titula Tratado de medicina
antigua, y fue escrito hacia el año 440 a. C. Allí se dice que la medicina «moderna» debe
orientarse hacia la filosofía, porque solo la filosofía puede responder a la pregunta «¿qué es el
hombre?».13
Ramas[editar]
Véase también: Anexo:Ramas de la filosofía
Las ramas y los problemas que componen la filosofía han variado mucho a través de los
siglos.1617 Por ejemplo, en sus orígenes, la filosofía abarcaba el estudio de los cielos que hoy
llamamos astronomía, así como los problemas que ahora pertenecen a la física.16 Teniendo
esto en cuenta, a continuación se presentan algunas de las ramas centrales de la filosofía en
el presente.
Metafísica[editar]
Gnoseología[editar]
Lógica[editar]
El socialismo es, ante todo, un conjunto de ideas que conduce a una sociedad ideal. En tal sociedad, se
supone, todo funcionará armónicamente. Dejarán de existir los conflictos entre los distintos seres
humanos debido a la óptima planificación de los recursos y la producción.
Para llevar a cabo esa sociedad ideal, se parte de la creencia de que “no existe la naturaleza humana
intrínsecamente”, en la expresión de Adolfo Zerboglio, es decir, se supone que es el sistema de
producción el que determina los pensamientos y acciones humanas, y no a la inversa. De ahí que sería
cuestión de buscar el mejor sistema de producción y los seres humanos se adaptarán al mismo en cierto
lapso de tiempo. Esta vez no deberíamos adaptarnos a la voluntad de Dios, o al orden natural, sino a la
planificación social hecha por un hombre.
Es por ello que la libertad no es considerada como algo esencial para el socialista, por cuanto se
considera que la libertad es un valor dentro de la sociedad capitalista, y que no ha de ser esencial en la
sociedad comunista.
El socialismo presenta dos fases que es necesario tener presentes. Una es la etapa de transición desde el
capitalismo al socialismo, en la que se hacen severas críticas al primero sin tratar de mejorarlo, sino
que se busca reemplazarlo a través de la revolución, que puede adquirir características violentas. La
segunda fase comienza con la “dictadura del proletariado” y sigue con la consolidación de la sociedad
planificada y la adaptación mencionada.
Mientras que, para el pensamiento liberal, es prioritario el individuo antes que la sociedad, para el
socialista es prioritaria la sociedad antes que el individuo, de ahí que, para él, la vida individual tiene
poco valor, y menos aún la tendrá la de los opositores.
En cierta forma suponen constituir una especie de “clase elegida” o “pueblo elegido”, por cuanto
atribuyen al capitalismo estatal (socialismo), y a la dictadura del proletariado, características de pleno
humanismo, mientras que observan a los empresarios, comerciantes y profesionales (la burguesía)
como personas carentes de aquellos atributos.
Describen la sociedad capitalista en una forma negativa, que no admite mejoras, sino que proponen su
total derrumbamiento. Sostienen que existe una lucha entre opresores y oprimidos, que culmina con la
explotación de estos últimos. Por el contrario, pueden verse en sociedades reales muchos “burgueses”
que no presentan tales características, mientras que la competencia se da entre distintos empresarios,
siendo los empleados y accionistas aliados de aquél para quien trabajan o en cuya empresa invierten su
capital.
Así como muchos alemanes, luego de haber escuchado una, diez, mil, un millón de veces, que la culpa
de todos sus males, y de Alemania, la tenían los judíos, lo que provocó el holocausto, los marxistas
repiten una, diez, mil, un millón de veces, que la culpa de todos los males la tienen los burgueses
explotadores, lo que también llevó al mayor genocidio del cual se tenga noticias (especialmente en la
ex URSS y China).
Ante esa prédica, no es extraño que la “dictadura del proletariado” sea ejercida por gente llena de odio
contra la clase burguesa (en general, la gente decente) y cuyas acciones estén motivadas por cierta
necesidad de venganza.
En la sociedad ideal, existe igualdad de derechos, pero no de obligaciones, ya que se adopta aquella
expresión de Marx: “De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”. De ahí que los
más capaces para trabajar deban hacer mayores aportes que los menos capaces, pero todos recibirán
beneficios en forma igualitaria. Parece ser, sin embargo, que a pesar de los muchos años de comunismo
en varios países, la población simplemente optó por trabajar al menor ritmo posible.
Mientras que el empresario, en una sociedad libre, debe innovar y aumentar la productividad, para no
verse desplazado del mercado, el empresario, en el socialismo, no tiene esas necesidades, ya que sólo
debe adaptarse a lo que viene planificado por los políticos a cargo de la planificación central. De ahí las
grandes diferencias entre calidades en productos destinados a una misma utilidad.
En la sociedad libre han de ser los aspectos afectivos, es decir, netamente humanos, los vínculos de
unión entre los hombres, mientras que en el socialismo han de serlo los medios de producción y el
trabajo. En lugar de proponer una gran familia, el socialista propone una gran sociedad anónima.
Como los marxistas se consideran un sector “iluminado”, poseedor de la “verdad”, están deseosos de
“liberar” a otros pueblos de la opresión capitalista, de ahí que en ellos surgen ambiciones imperialistas,
especialmente cuando poseen cierto nivel de armamento.
No es fácil convencer a quienes siempre tienen en la mente una sociedad ideal, planificada, el
socialismo, al cual se le opone una sociedad real e imperfecta. De todas formas, para ejemplificar las
ventajas de la propiedad privada respecto a la propiedad estatal, considérese el caso de los elefantes y
las jirafas, que no son de nadie (o son del Estado) estando en vías de extinción, mientras que los
animales domésticos y el ganado, crecen en número por cuanto tienen dueños que los cuidan
adecuadamente.
La muralla de Berlín, y otros aspectos carcelarios, no presentan inconvenientes a quienes aspiran a
ocupar los puestos altos en la sociedad comunista que promueven. También es vista con agrado por
quienes tienen muy pocas aspiraciones y que, en una sociedad igualitaria, se verán liberados de tener
que envidiar a aquéllos que tienen proyectos, ambiciones y capacidad suficiente para hacerlos realidad.
El socialismo es, ante todo, un conjunto de ideas que conduce a una sociedad ideal. En tal sociedad, se
supone, todo funcionará armónicamente. Dejarán de existir los conflictos entre los distintos seres
humanos debido a la óptima planificación de los recursos y la producción.
Para llevar a cabo esa sociedad ideal, se parte de la creencia de que “no existe la naturaleza humana
intrínsecamente”, en la expresión de Adolfo Zerboglio, es decir, se supone que es el sistema de
producción el que determina los pensamientos y acciones humanas, y no a la inversa. De ahí que sería
cuestión de buscar el mejor sistema de producción y los seres humanos se adaptarán al mismo en cierto
lapso de tiempo. Esta vez no deberíamos adaptarnos a la voluntad de Dios, o al orden natural, sino a la
planificación social hecha por un hombre.
Es por ello que la libertad no es considerada como algo esencial para el socialista, por cuanto se
considera que la libertad es un valor dentro de la sociedad capitalista, y que no ha de ser esencial en la
sociedad comunista.
El socialismo presenta dos fases que es necesario tener presentes. Una es la etapa de transición desde el
capitalismo al socialismo, en la que se hacen severas críticas al primero sin tratar de mejorarlo, sino
que se busca reemplazarlo a través de la revolución, que puede adquirir características violentas. La
segunda fase comienza con la “dictadura del proletariado” y sigue con la consolidación de la sociedad
planificada y la adaptación mencionada.
Mientras que, para el pensamiento liberal, es prioritario el individuo antes que la sociedad, para el
socialista es prioritaria la sociedad antes que el individuo, de ahí que, para él, la vida individual tiene
poco valor, y menos aún la tendrá la de los opositores.
En cierta forma suponen constituir una especie de “clase elegida” o “pueblo elegido”, por cuanto
atribuyen al capitalismo estatal (socialismo), y a la dictadura del proletariado, características de pleno
humanismo, mientras que observan a los empresarios, comerciantes y profesionales (la burguesía)
como personas carentes de aquellos atributos.
Describen la sociedad capitalista en una forma negativa, que no admite mejoras, sino que proponen su
total derrumbamiento. Sostienen que existe una lucha entre opresores y oprimidos, que culmina con la
explotación de estos últimos. Por el contrario, pueden verse en sociedades reales muchos “burgueses”
que no presentan tales características, mientras que la competencia se da entre distintos empresarios,
siendo los empleados y accionistas aliados de aquél para quien trabajan o en cuya empresa invierten su
capital.
Así como muchos alemanes, luego de haber escuchado una, diez, mil, un millón de veces, que la culpa
de todos sus males, y de Alemania, la tenían los judíos, lo que provocó el holocausto, los marxistas
repiten una, diez, mil, un millón de veces, que la culpa de todos los males la tienen los burgueses
explotadores, lo que también llevó al mayor genocidio del cual se tenga noticias (especialmente en la
ex URSS y China).
Ante esa prédica, no es extraño que la “dictadura del proletariado” sea ejercida por gente llena de odio
contra la clase burguesa (en general, la gente decente) y cuyas acciones estén motivadas por cierta
necesidad de venganza.
En la sociedad ideal, existe igualdad de derechos, pero no de obligaciones, ya que se adopta aquella
expresión de Marx: “De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”. De ahí que los
más capaces para trabajar deban hacer mayores aportes que los menos capaces, pero todos recibirán
beneficios en forma igualitaria. Parece ser, sin embargo, que a pesar de los muchos años de comunismo
en varios países, la población simplemente optó por trabajar al menor ritmo posible.
Mientras que el empresario, en una sociedad libre, debe innovar y aumentar la productividad, para no
verse desplazado del mercado, el empresario, en el socialismo, no tiene esas necesidades, ya que sólo
debe adaptarse a lo que viene planificado por los políticos a cargo de la planificación central. De ahí las
grandes diferencias entre calidades en productos destinados a una misma utilidad.
En la sociedad libre han de ser los aspectos afectivos, es decir, netamente humanos, los vínculos de
unión entre los hombres, mientras que en el socialismo han de serlo los medios de producción y el
trabajo. En lugar de proponer una gran familia, el socialista propone una gran sociedad anónima.
Como los marxistas se consideran un sector “iluminado”, poseedor de la “verdad”, están deseosos de
“liberar” a otros pueblos de la opresión capitalista, de ahí que en ellos surgen ambiciones imperialistas,
especialmente cuando poseen cierto nivel de armamento.
No es fácil convencer a quienes siempre tienen en la mente una sociedad ideal, planificada, el
socialismo, al cual se le opone una sociedad real e imperfecta. De todas formas, para ejemplificar las
ventajas de la propiedad privada respecto a la propiedad estatal, considérese el caso de los elefantes y
las jirafas, que no son de nadie (o son del Estado) estando en vías de extinción, mientras que los
animales domésticos y el ganado, crecen en número por cuanto tienen dueños que los cuidan
adecuadamente.