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El origen de las danzas

religiosas está en las


autóctonas y comienza con la
llegada de los frailes
franciscanos que llegaron con
los españoles a evangelizar al
nuevo mundo, aunque ellos no
estaban de acuerdo con
bailarle a Dios.
Sin embargo, en Tlatelolco fue
donde por primera vez los
frailes organizaron una peregrinación, salieron y pasaron por varios pueblos
con destino a Santiago de Querétaro.
Fue al inicio de la evangelización y en esta misma etapa que se dio la
primera aparición de la Virgen de Guadalupe en México y durante toda esta
época comenzaron a llegar frailes como los jesuitas, dominicos y agustinos,
quienes aprendieron algunas tradiciones de los indígenas e incorporaron
las danzas en cada celebración religiosa.
Para 1870 ya había una organización establecida entre los danzantes y
empezaron a generar toda una tradición hasta nuestros tiempos.
En 1910, cuando surge el movimiento de revolución en el país, hubo un
receso o interrupción de los eventos de las danzas por alrededor de 12
años, aunque algunos grupos intentaron seguir con las tradiciones, pero fue
hasta 1922 que la paz de algunas regiones comenzó a regresar y con ella
la organización de danzas religiosas.
En 1925 llegó la guerra cristera, obligando a suspender las danzas una vez
más, debido a que las autoridades civiles prohibieron estos eventos y
cerraron las iglesias. Sin embargo, los círculos de danza concheros
continuaron practicando su tradición en secreto. En 1931, se
conmemoraron los 400 años de la aparición de la Virgen de Guadalupe en
el Tepeyac, lo cual provoca una nueva unión y reunión de los danzantes.

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