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L A M A N TA Y LA R AYA

núm. 6

Un i v e r s o s s o n o r o s e n d i á l o g o

noviembre 20 17
editor es
F rancisco García Ranz portada
Orquesta nativa, marimba.
A lvaro Alcántara López Guatemala 1930. Biblioteca
fotogr afía M anuel Polgar 37. Conmemorativa de Colón de la
Organización de Estados Ameri-
A gustín Estrada 45, 54, 55. D eborah Small 21 , 24, 46. canos (OEA).
M ario Cruz Terán 43, 44. A ndrés Moreno Nájera 36 .
C arola Blasche 46, 47. S ergio A. Vázquez Rdez (2-3), 14, 15, contraportada
F. García Ranz 18, 33, 34, 41, 42, 48. 20, 22, 48 -50. Leonardo Rascón, Agustín Es-
J osé Elías Nemer 17. M ariana Yampolsky 40, 41, 50, 51. trada, 1993.

2 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 lamr.6.1.0


CONTENIDO

E DITOR I A L ............................................................. 4

§ A segu n es y pa r ecer es
R ubén Darío Álvarez
C uando noviembre era todo el año ............ 7

§ Di j er a ust e d
A lvaro Alcántara López
D el agua, los verso y la poesía ................. 14

§ A sí, como su ena


P oesía en distintas voces ............................ 24

§ Pa los de ci ego
F élix Rodríguez León
Apuntes sobre la africanía
de la marimba ............................................... 26
.

§ R ecio y cl a r i to
Más de 40 Monos en Bellas Artes .................36

§ R e l atos de A n dr és Mor eno


Duelos de verseros ..........................................35

§ L a s per l a s de l cr ista l
P alma, zacate y bejuco.
La t echumbre vernácula en Sotavento .......38

§ Bon us t r ack
E ntre los tambores de guerra y
la guardia veterana
• Época 1, número seis, noviem- Sobre el album “Antiguas voces del cedro,
bre 2017. La Manta y La Raya, Memorias de Sotavento.” Wendy Cao Romero,
revista cuatrimestral Editores res- © La M a nta y L a R aya Producción general ................................................ 52
ponsables: AAL, FGR. Número de
Reserva en INDAUTOR: en trámi- R evista digital
te. Número de Certificado de Lici- de distribución gratuita
tud de Título: en trámite. Número
de Certificado de Licitud de Con- Hecha en México
tenido: en trámite. Domicilio: Bue-
navista Núm. 34 Barrio Los Reyes w w w. l a ma nt a y l a raya .org
Tepoztlán, 62520. Morelos, México.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 3


El puerto de Veracruz desde mar adentro. 1851

Editorial
Un año más que transcurre ante nuestros A lo largo de estos años de editar la revista,
ojos. Y mientras eso sucede los editores de La en no pocas ocasiones nos hemos preg untado
Manta y La Raya deseamos a nuestros lec- sobre la viabilidad e impacto de este proyecto
tores que las futuras fiestas decembrinas para editorial y la recepción que puede tener en
despedir el 2017, lleg uen cargadas de salud y nuestra sociedad. Es decir, saber si hemos lo-
alegría. Este nuevo número, el seis, hace un grado que alg unas personas se tomen el tiem-
g uiño a la palabra y su capacidad de imaginar po para leer con calma los trabajos y ref lexio-
y crear el mundo. Es cierto que la velocidad de nes que con g usto nos hemos dado a la terea
la vida contemporánea y la urgencia con que de solicitar a los distintos colaboradores. La
se cruzan las comunicaciones en los nuevos respuesta a esta preg unta no siempre nos ha
dispositivos y tecnologías de la comunicación quedado muy clara, pero a propósito de este
han minado silenciosamente nuestra capaci- nuevo número, creemos que hasta donde
dad de disfrutar y gozar lo que se dice y el nuestras fuerzas den, debemos contribuir a
cómo se dice. No creemos que ante esta pesada construir espacios de ref lexión que ay uden a
realidad haya mucho qué hacer, si no es empe- construir horizontes de futuro en la vida so-
zando por decisiones individuales que quizá cial y cultural de este país.
terminen contagiando a otras personas, hasta
alcanzar un impacto social que haga sentir su
peso en la vida de colectividades enteras.

4 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 E di tor i a l


Guatemal a. 1930.

Quizá la mayor novedad de este número sea Con este número queremos sumarnos tam-
la apertura que hacemos a la poesía y a la bién a las felicitaciones para quienes han inte-
versada en el mundo jarocho. El tema era, en grado al grupo Monoblanco –y especialmen-
cierta medida, una deuda que teníamos con te a Gilberto Gutiérrez– , por el aniversario
tan importante aspecto de los complejos fes- cuarenta de la creación de este grupo señero
tivos y universos sonoros. Se trata apenas de del son jarocho veracruzano. La culminación
una exploración que, en cualquier caso, busca de los festejos por los cuarenta años del gru-
provocar en los lectores (y protagonistas de po Monoblanco ha sido un concierto en el
la cultura sotaventina) una ref lexión sobre lo Palacio de Bellas Artes. Esperamos que este
que en ese aspecto se ha hecho y se puede y acontecimiento, de la mayor trascendencia en
queda por hacer dentro de la tradición jaro- la vida cultural de nuestro país, encuentre in-
cha. El tan llevado y traído boom del son ja- numerables réplicas en los años venideros, ha-
rocho no debe desviar la mirada en torno a lo ciendo posible que un sin número de grupos
que creemos necesario: una revisión detenida de música popular y tradicional del país acce-
en materia de letrística de las nuevas compo- dan a espacios artísticos y culturales como el
siciones y los alcances poéticos de las nuevas antes dicho.
canciones y sones que se han realizado en los
años recientes; sopesar sus alcances y posibi- Dicho lo anterior, sólo queda agradecerles la
lidades, una vez que hemos convenido que la amabilidad de su lectura confiando disfruten
poética ha sido una de las banderas más enar- y les sea de provecho cada unos de los trabajos
boladas a l interior del mundo jarocho. que aquí presentamos.
Los Editores

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S ecciones de l a re vis ta

A segunes y pareceres
Textua lidades e imag inarios a debate

D ijera usted
Los otros relatos de la memoria social

A sí, como suena


Recuentos y puestas al día del quehacer
creativo
Palos de ciego
Instrumentos y saberes
R ecio y clarito
Experiencias de viva voz
R elatos de Andrés Moreno
San Andrés Tuxtla y sus recuerdos
L as perlas del cristal
Relatos visuales
Antonio Guerra Bullones, Compae Chipuco. B onus track

Tl acotalpan, Ver. 1930.

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A segu n es y pa r ecer es

Los Corraleros de Ma jagual

C uando noviembre
era todo el año modas. Es decir, se le puede escuchar a cualquier
hora de cualquier día del año, con la absoluta
seguridad de que seguirá transmitiendo la mis-
“El artista -en este caso el músico- ma alegría y sentimiento del mismo momento
debe procurar que su obra no tenga en que fue hecha.
fecha de vencimiento”.
Por eso esta lectura, más que una conferencia,
es un lamento que pregunta por las causas de
la subvaloración de esa música. Y no me refiero
Rubén Darío Álvarez tanto a los intérpretes y autores que acabo de
mencionar. No me quejo solamente contra las
Esta frase del cantante panameño Rubén Bla- emisoras que los desterraron. Mis querellas qui-
des me sirve para conceder un modesto elogio sieran tocar por igual, y a manera de defensa, a
a maestros de nuestra música folclórica como los músicos y compositores que siguen haciendo
Clímaco Sarmiento, Pedro Laza, Los gaiteros y ejecutando la música raizal del Caribe colom-
de San Jacinto, Rufo Garrido, Tony Zúñiga, Joe biano, sin que los medios masivos de comuni-
Arroyo, Antonio María Peñalosa Cervantes, Los cación les abran el espacio justiciero que antes
Corraleros de Majagual y otros no menos im- tenían. Mis preguntas quieren tocar también
portantes que alargarían esta lista, pero que sin al ciudadano raso que dejó de programar, cual-
duda alguna cumplen con la premisa que abre quier día del año, esa música en la intimidad de
este escrito: hicieron su música con tanto cora- su vivienda o en las reuniones familiares o co-
zón y mística que ella trasciende el tiempo y las munitarias.

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Los Gaiteros de San Jacinto

Tal parece que tanto las emisoras como los mo- relegados a una fecha carnavalera, en lugar de
radores de nuestra Región Caribe se dejaron seguir compitiendo con cualesquiera de las pro-
convencer por los difusores de la música, quie- puestas musicales que se apoderaron de los hit
nes decretaron que nuestras melodías folclóricas parades de las estaciones radiales.
sólo deben producirse, programarse y escuchar-
se durante las fiestas novembrinas de Cartagena Pero entre esas víctimas sobrevivimos algunos
o en los carnavales de Barranquilla. inconformes, a quienes aún no nos convence el
argumento arbitrario de la música por épocas.
“Esa es música de noviembre” o “esa es música de Nos negamos a creer que para escuchar a Pablito
carnavales”, dicen los programadores de las emi- Flórez o a Etelvina Maldonado haya que esperar
soras cuando algún desprevenido músico folcló- a que transcurran diez u once meses, para de ese
rico les lleva su nueva producción discográfica. modo evitar las burlas y los cuestionamientos de
quienes terminaron enmarañados por este sofis-
“Oye, ¿estás jalando a noviembre?”, preguntan ma: “una mentira mil veces repetida termina
mis vecinos cuando, cualquier día del año, se me convirtiéndose en verdad”.
antoja poner en mi equipo de sonido un disco de
Pedro Laza, de Los Gaiteros de San Jacinto, de La única verdad que viene saliendo a f lote desde
Petrona Martínez o de Los Soneros de Gamero. hace años es que los grandes perjudicados con la
política de la programación musical por épocas
Como puede verse, entonces, todos (de una u son los productores, los intérpretes y los com-
otra forma) hemos terminado siendo víctimas positores de música folclórica, pues si antes se
de quienes decidieron, sin consultar con nadie, les veía en todos los eventos, reclamados por el
que nuestros fandangos, bullerengues, porros, público que escuchaba sus producciones en las
chandés, cumbias y berroches debían quedar emisoras, ahora les toca esperar hasta noviem-

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Antonio María Peñalosa Cervantes

bre y carnavales para que los contraten, si acaso negros, para blancos, para delincuentes o para
tuvieron la suerte de que un programador radial gente culta, cuando en realidad la música, venga
les hiciera la caridad de difundirles alguna nue- de donde venga, es todo un conocimiento cul-
va producción. tural que debe valorarse o descalificarse, según
el esfuerzo estético y literario de quien la crea”.
Porque es ese el otro perjuicio: las emisoras es-
peran el mes de noviembre para programar can- Más adelante, Benítez expresa:
ciones de cuarenta o cincuenta años atrás, como
si no hubiese músicos y compositores nuevos es- “Eso de clasificar la música por épocas ha re-
perando una buena oportunidad para exponer dundado en que los músicos folclóricos no
sus talentos en beneficio de la misma tradición nos preocupemos por tener una continuidad
folclórica de nuestro espectro Caribe. a nivel de organización y de producciones
discográficas, porque se piensa sólo en gra-
Yo estoy entre esos inconformes que no aceptan bar una canción o dos cuando llega el mes
las políticas sin fundamento lógico de las emiso- de agosto, a ver si corremos con la suerte de
ras. Por eso me lancé a preguntar por el origen y que las emisoras las acojan durante los prelu-
los efectos que ha producido el arrinconamiento dios novembrinos. De manera que el común
de la música raizal hacia los últimos días del año. de la gente supone que contratar a un gru-
El folclorista Édgar Benítez me contó lo si- po folclórico cuesta menos, porque no tiene
guiente: “El efecto que ha producido esa políti- algo pegado en las emisoras, tal como suenan
ca se ve en las instituciones educativas, en don- los grupos de champeta, reguetón o vallena-
de a los niños les enseñan la música folclórica to. Ese mismo músico, por no tener trabajo
como un pasatiempo y no como otra posibilidad continuo, nunca dispone de dinero para pa-
de realización profesional. Entonces, el efecto gar en una emisora, como sí lo pueden hacer
subsiguiente consiste en que, desde pequeños, otros géneros. Desde enero hasta agosto le
esos mismos estudiantes se dedican a dividir toca incursionar en otras tendencias musi-
la producción fonográfica en música para vie- cales, cantarles a los turistas o marcharse a
jos, para jóvenes, para pobres, para ricos, para otras ciudades en donde sí lo valoren”.

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queras y músicos folclóricos, que tuvo lugar du-
rante la década de los años 80 del siglo X X . Al
respecto afirma:

“Antes de los años 80, grabar una produc-


ción discográfica era sumamente difícil,
sobre todo para los artistas del Caribe co-
lombiano. Por lo menos, las compañías dis-
queras de más renombre eran muy rigurosas
a la hora de escoger el artista y el reper-
torio que iban a poner a consideración del
público. Pero, llegada la década de los 80,
Joe Arroyo
los artistas costeños alcanzaron cierta cre-
Refiriéndose a la cuota de responsabilidad de dibilidad, por lo cual las casas fonográficas
los músicos en este fenómeno de exclusión, Be- decidieron incluirlos en una política co-
nítez afirma: mercial que yo llamo la ‘sectorización de la
música’. Es decir: las disqueras comenzaron
“El músico folclórico de Cartagena es ra- a hacer producciones destinadas a públicos
ramente organizado. Eso les ha dado razo- específicos, como la Feria de Cali, el Festi-
nes a los medios de comunicación para no val de la Leyenda Vallenata, el 20 de Enero
tenernos en cuenta. Unos cuantos se han en Sincelejo, Los carnavales de Barranqui-
preocupado por viajar y participar en las lla, La feria de las f lores, en Medellín; y las
ruedas de negocios de los eventos cultura- Fiestas Novembrinas, de Cartagena, entre
les que se realizan en diferentes partes del otras. Ante esa propuesta, los músicos fol-
país, especialmente en Bogotá. Eso, gracias clóricos de Cartagena y Barranquilla, en lu-
a que han diseñado sus propias páginas web gar de negarse a que los regalaran a una sola
y montan sus canciones y conciertos en you temporada del año, vieron una oportunidad
tube.com, lo que ha facilitado que muchos inigualable de darse a conocer, aunque fue-
se hayan ido a vivir a la capital, en donde ra con una o dos canciones en un long play
hacen parte de los grupos musicales de van- de variado repertorio. Esa costumbre quedó
guardia que protagonizan actualmente las tan arraigada que los mismos músicos y com-
programaciones de las emisoras. positores se dedicaron a componer y a or-
ganizar producciones pensando sólo en no-
Pero en términos generales, y en lo que con- viembre y en los carnavales barranquilleros”.
cierne a Cartagena, el músico folclórico está
en desventaja, pues, para empezar, la ciudad Similar opinión esboza Darío Valenzuela Álva-
no dispone de estudios de grabación prepa- rez, quien fuera, por 26 años, el grabador estre-
rados para grabar con un grupo completo, lla de la compañía disquera Codiscos:
pero sí para programar las pistas con las que
graban los reguetoneros y los champeteros”. “Antes de la década de los 80 –cuenta Valen-
zuela-- un artista entraba a los estudios de
Para el locutor y promotor disquero, Moisés De grabación en cualquier momento del año y
la Cruz Gómez, el origen del fenómeno que nos su producción se publicaba en cuanto estu-
ocupa fue un contubernio entre compañías dis- viera lista, sin que importara la época. Pero

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durante los 80 se determinó que cada can-
tante o agrupación musical debía tener un
mes específico durante el cual se publicaría
su producción, política ésta que también
arropó a las producciones de música folcló-
rica costeña, a las cuales, obviamente, se les
creó su mercado a finales de año, pensando
en las fiestas de Cartagena; y entre febrero
y marzo, pensando en los carnavales de Ba-
rranquilla. La diferencia con las demás ver-
tientes musicales radica en que los músicos
folclóricos tenían, prácticamente, una sola
temporada productiva, mientras que los de-
más artistas gozaban de sintonía durante
todo el año”. Tony Zúñiga

Por su parte, el locutor cartagenero José Manuel Y concluye Pinzón diciendo:


Pinzón asegura que fue él quien logró que, en
Cartagena, la música folclórica fuera desplazada “Reconozco que esa estrategia favoreció ten-
hacia finales de año. dencias de vanguardia como el reguetón y la
champeta, pero perjudicó enormemente a
“Cuando llegué a Cartagena –relata Pin- los artistas folclóricos. Ahora lo que creo es
zón--, procedente de los Estados Unidos, en que debería salir otro programador radial
donde había laborado en estaciones radia- con el mismo arrojo que yo tuve, para que se
les, se me ocurrió que aquí podía hacerse lo atreva a reubicar la música folclórica en los
mismo que allá: imponer ritmos de vanguar- primeros lugares de sintonía”.
dia durante gran parte del año y dedicar los
últimos meses a la música tradicional. Fue El docente investigador Ricardo Chica Gelis
así como empecé aplicando esa iniciativa opina lo siguiente:
en Rumba Stereo, desde donde hice que la
champeta criolla tomara la fuerza que tiene “El debate se puede abordar desde muchos
hoy. Esa misma fórmula la llevé a Olímpica ángulos y es muy extenso. Yo sospecho que
Stereo, que estaba muy abajo en el rating, el problema de la desaparición del reperto-
lo que trajo como resultado dos cosas: que rio musical folclórico costeño de la progra-
la emisora terminara ascendiendo a los pri- mación radial durante casi todo el año es,
meros puestos y que me nombraran asesor sin duda, un problema de mercadeo. Lo an-
de Olímpica en Barranquilla, en donde terior es consecuencia de una decisión co-
aplicamos la misma fórmula, que terminó mercial, sin olvidar que los nuevos géneros
regándose por toda la Región Caribe. De musicales (de unos 20 o 30 años para acá)
ahí que en Montería y Sincelejo dejaran de son la banda sonora de las nuevas generacio-
programarse porros en cualquier época del nes. Ahí tenemos el rap, el hip- hop y el re-
año para tenerlos en cuenta únicamente en ggaee que aparecen entre los años 60 y 70 y
la Feria Ganadera y en las Fiestas del 20 de que han cambiado sus formas y sentidos de
Enero”. manera dramática. El otro sentido del deba-

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Rufo Garrido y su orquesta

te creo que está en la política cultural y edu- Tomemos por caso el long play Fiesta y corraleja
cativa del gobierno respecto a ver la música vol. 1, de Pedro Laza y sus pelayeros, que terminó
como un patrimonio y su necesaria difusión convertido en algo así como la banda sonora de
en los pensum escolares. Otro elemento del las fiestas novembrinas de Cartagena, pero no
debate es pensar en una campaña de re-e- porque hubiese sido concebido pensando en ese
ducación de esta materia a través de medios certamen, sino porque la disquera Fuentes lo pu-
digitales y nuevas formas de comunicación, blicó en diciembre, entre 1954 y 1955; es decir, en
como son las redes sociales. Definitivamen- el preámbulo de los carnavales de Barranquilla.
te, creo también que la investigación aca-
démica y rigurosa resulta crucial, pues es De modo que los cartageneros que se gozaron
medular tratar de entender lo que significa esa producción en la capital del Atlántico, la
un fenómeno musical de la tradición coste- compraron y la trajeron a Cartagena, en donde
ña, de una envergadura bárbara en tiempo y comenzó pegándose desde el mes de abril y se
espacio. No obstante la envergadura, su des- afianzó en las fiestas de noviembre.
conocimiento generalizado amenaza con el
olvido, tal y como ha ocurrido con tantos El otro aspecto curioso radica en que los nom-
elementos patrimoniales”. bres de los cortes que integran el citado LP nada
tienen que ver con fiestas novembrinas o carna-
Hablando de las canciones que, desde hace 40 vales barranquilleros: “El mochilero”, “El zo-
ó 50 años se programan durante las fiestas no- rro”, “Pie pelúo”, “Mi aguinaldo”, “Sin breque”,
vembrinas, me llama la atención que la mayo- “El guarumo”, “El guayuyo”, “El chivo mono”,
ría, pese a su innegable espíritu carnestoléndico, “El iguano”, “El barraquete”, y “La papera”, que
muy poco o nada hablan de Cartagena o de no- eran nombres de toros o de haciendas de los de-
viembre. partamentos de Córdoba y Sucre, pues, como lo
indica el título del long play, éste, desde el prin-

12 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 A segu n e s y pa r ece r e s


cipio, fue direccionado al público amante de las
corralejas del Caribe colombiano.

Otras canciones, más antiguas o más jóvenes que


la referida producción, tampoco mencionan fies-
tas novembrinas ni hacen referencia a Cartagena
o Barranquilla. Es decir, podrían programarse
cualquier día del año sin que perjudiquen una
programación radial; y por lo contrario, la enri-
quecerían.

Algunas son: “El lobo”, de Los soneros de Game-


ro; “El muerto borrachón”, de Miguel Beltrán y
su cumbia soledeña; “La pelea es peleando”, de
Fiesta y Corraleja Vol II
Emilia Herrera; “La maestranza”, de Los gaiteros Pedro L aza y sus pel ayeros
de San Jacinto; “Papadio”, de Carlos Vives y los
clásicos de la provincia; “Potpurrí de murgas”, de Eso, sustentado en la normativa constitucional
Toby Muñoz; “La maldita vieja”, de Las alegres que dice:
ambulancias; “La estera”, de Pedro Beltrán; y to-
das las propuestas que presenten los grupos, can- “Los organismos de radio y televisión desti-
tantes y compositores de las nuevas generaciones. narán no menos del 50% de su programación
musical a la emisión de obras del repertorio
Pero el obstáculo siempre son (y seguirán siendo, nacional. El Ministerio de Comunicaciones
si no se hace algo al respecto) los programadores y la Comisión Nacional de Televisión vigila-
de las emisoras, especialmente de la banda FM, rán el cumplimiento de esta disposición. El
quienes argumentan que tienen la plena libertad incumplimiento de estas normas será consi-
de programar lo que les venga en gana, puesto derado como falta disciplinaria gravísima”.
que sus estaciones radiales son empresas privadas
con todo la autonomía que esa condición sugie- Pero, escuchando la avalancha de reguetón, va-
re. Pero se les olvida que sus “empresas privadas” llenato y champeta que las estaciones FM progra-
son posibles gracias al espectro electromagnético, man a diario, podría creerse a simple vista que
que no es un bien particular sino del Estado. Por sí cumplen con la norma, porque se trata de ar-
lo tanto, es público; y, por consiguiente, de todos tistas colombianos. No obstante, si se escudriña
nosotros. con cuidado, esa no es más que otra forma de eva-
dir la responsabilidad cultural que tienen, pues
Por el momento, el abogado Joaquín Torres Nie- se trata de que programen todos las tendencias y
ves afirma que se puede emprender una acción vertientes de la música colombiana y no los pocos
popular para que tanto el Distrito de Cartagena ritmos que convienen a los intereses comerciales
como la Gobernación de Bolívar financien, en de esas empresas radiodifusoras.
los medios de comunicación, la promoción de la
música raizal del Caribe colombiano, tal como se (*) Texto publicado el 19 de septiembre de 2016, en el
financian las propagandas que promocionan los blog Que no se te salga el blog (http://www.eluniver-
diferentes programas de ambas instancias guber- sal.com.co/blogs/que-no-se-te-salga-el-blog/cuando-
namentales. noviembre-era-todo-el-ano).

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D i j er a ust e d

Del agua, los versos y la poesía

Sergio A. Vázquez Rdez, 2014.

Alvaro Alcántara López

Recuerdo haber escuchado, a inicios de los día una poesía popular de alto valor, que hacía
años noventa, una exaltada prédica de quienes aún más interesante cultural y estéticamente
integraban las nacientes agrupaciones profe- al son jarocho.
sionales de son jarocho, afirmando que los
versos que se cantaban en los sones iban más Aquel argumento no sólo era planteado por los
allá del estereotipo de versos “picantes”, chus- distintos grupos de son jarocho “tradicional” –
cos o groseros, que los conjuntos jarochos que tal era la etiqueta que se empleaba en aquel en-
tocaban en centros de recreación social, salo- tonces para diferenciarse del otro son jarocho
nes de baile, clubes nocturnos, cantinas o res- que hacían los grupos que acompañaban a los
taurantes habían empezado a fijar en el ima- ballets folklóricos– sino que fue apuntalado y
ginario social de nuestro país desde mediados documentado por una serie de artículos de in-
del siglo X X . La idea que se defendía entonces vestigación y divulgación, escritos en la década
iba más allá: sostenía que la lírica que se can- de los años noventa por Antonio García de León
taba en los distintos sones jarochos abrevaba y R icardo Pérez Montfort, autores a los que con
en las mejores tradiciones poéticas del siglo el correr de los años se sumaron nombres como
de oro español, el barroco novohispano y el los de Alfredo Delgado Calderón, Ana Santos
siglo X I X ; por tanto, en el son jarocho resi- o Caterina Camastra, por citar sólo a algunos.

14 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 D i j e r a ust e d


Zenen Zeferíno y el Sonoro sueño. Sergio A. Vázquez Rdez, 2014.

Algunos años más tarde, ya bien instalado en ción el son El Fandanguito, incluido en el
el correr del nuevo siglo y milenio, volví a to- disco Sones de Veracruz y que nos fijáramos
parme con esta idea en el magnífico relato de en el jaraneo y canto de Antonio García de
Juan Pascoe, titulado La Mona. Allí Pascoe León. (1)
comparte su experiencia de haber “redescu-
bierto” al son jarocho, tras haber escuchado, a Tras haber escuchado aquella grabación la
sugerencia de Adrián Nieto, el son de El Fan- opinión de Juan Pascoe en torno al son jaro-
danguito, incluido en el ya clásico disco del cho cambió. Aquel disco se volvió, según sus
INAH Sones de Veracruz. propias palabras, “en una obsesión” y aunque
las piezas eran, en general, las mismas que ya
Sabía del son jarocho lo que se escuchaba en conocía y valoraba bastante poco, en aquel fo-
el disco del Ballet Folklórico de México, o nograma había reconocido una manera y acti-
como música de anuncio en algunos anun- tud “completamente distintas” de interpretar
cios radiofónicos, o como música de charola los sones jarochos. “El Fandanguito” ejecutado
en un gran restaurante de Tlalpan. De las por Antonio García de León, –anotó Pascoe–
músicas regionales que comenzaba a iden- trascendía la literatura gauchesca, la de Jorge
tificar, ésta era la que menos me atraía. Se Luis Borges o la nueva trova latinoamericana,
me hacía repetitiva, plagada de simpáticos tradiciones éstas poético - musicales con la que
chistes fáciles, autocomplaciente: no obser- se encontraba bastante familiarizado.
vaba en ella la gracia y la refinada poesía an-
tigua de los sones jarochos, ni el vigor ni la La idea del alto valor poético de la versada que
sorpresa musical de los sones de Michoacán. se canta en el son jarocho no ha dejado de estar
Pero Adrián Nieto me dijo que para conocer presente en los discursos pronunciados desde
el nuevo rumbo que podía tomar la nueva
música mexicana escucháramos con aten- Juan Pascoe, La Mona, México, Universidad Veracruzana,
(1)

2003, pp. 9 – 10.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 15


David Haro

los distintos entornos sociales que hoy conf lu- La aparición o reedición de recopilaciones de
yen en el mundo jarocho, aún cuando en oca- versada jarocha fue también un aliciente para
siones me ha parecido que los ejemplos utiliza- este proceso de recuperación de la poesía. Im-
dos no siempre han sido los mejores. posible no mencionar al vuelo Sones y cantares
jarochos de Humberto Aguirre Tinoco, La ver-
En la puesta en valor de la dimensión poética sada de Arcadio Hidalgo, Soy como peje en marea
de la lírica popular jarocha resulta imposible o El hilo de mis sentidos; dejando para otra oca-
no evocar aquí la presencia del grupo Chu- sión el recuento de trabajos provenientes direc-
chumbé desde mediados de los años noventa, tamente del mundo académico. La proliferación,
particularmente por el trabajo desarrollado en en la década de los años noventa, de grabaciones
este aspecto por Patricio Hidalgo y Zenén Ze- de grupos de son jarocho, tanto en casettes o
ferino. La importancia creciente que adquirió disco compacto, ayudó a socializar muchos ver-
el performance poético en las actuaciones de sos grabados en estudio por los grupos y que
este grupo, contribuyó enormemente no sólo empezaron a repetirse canónicamente en los
a visibilizar la fuerza poética de la versada, fandangos y tocados por aquí y por allá acompa-
sino también a trazar un horizonte de creación ñando los sones en los cuales habían sido graba-
poética a futuro que refrescara las temáticas, dos. Los efectos didácticos en materia de versos,
convicciones y sensibilidades de la música ja- de discos como Al primer canto del Gallo y Sin
rocha. Proceso, hay también que decirlo, en tener que decir nada de Monoblanco, Antiguos
que agrupaciones como Monoblanco, Siquisirí, sones jarochos de Zacamandú, Caramba niño de
Tacoteno, Los Parientes de Playa Vicente (en- Chuchumbé o el disco homónimo (el primero de
cabezados por los hermanos Ramírez) o Son hecho) del grupo Son de Madera dejaron bien
de Madera venían haciendo fuertes contribu- claro que era importante saber qué versos cantar
ciones o aproximaciones dignas de tomarse en y que los aprendices jaraneros debían ocupar un
cuenta. tiempo significativo de su aprendizaje a fortale-

16 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 D i j e r a ust e d


Patricio Hidalgo. José Elias Nemer, 2013.

cer el conocimiento de las estructuras poéticas Un repaso a los piezas musicales de nueva crea-
y a conocer el espíritu y color de los versos que ción de grupos de son jarocho o cercanos al son
se podían cantar. Pero es justo decir que el afor- jarocho que han gozado de mayor aceptación
tunado encuentro de los integrantes del grupo entre el público, durante los últimos 15 años
Monoblanco con Arcadio Hidalgo había revela- (nos siempre sones; de hecho cada vez más bajo
do a los entonces jóvenes de aquel grupo la fuer- el formato de “canciones”) permiten reconocer
za y poderío de la palabra y la poesía rimada en que se tratan de 1) nuevas versiones de sones ya
la tradición jarocha. Este aprendizaje quedaría conocidos a las que se ha cambiado la rítmica; 2)
plasmado en el cuidado puesto en la versada que estribillos contagiosos en ritmos binarios acom-
apareció en los discos del grupo y, a lo largo del pañados por versos de larga data y ya grabados
tiempo, ha sido reforzado por los vínculos en- (sextetas, quintillas o décimas); 3) Pese a los
tre Monoblanco y el Taller Martín Pescador del contextos sociales cambiantes del país, la predo-
afamado impresor antiguo Juan Pascoe, tam- minancia de versos que aluden al entorno natu-
bién miembro fundador del grupo. ral, la vida campirana, la f lora y la fauna; 4) ver-
sos “patrimonialistas” que exaltan las bellezas
La creciente popularización de un nuevo tipo de los lugares pero no las contradicciones socio
de composición en el entorno del mundo jaro- económicas o violencia social de esos mismos
cho, al que en otro lugar he denominado bala- espacios; 5) excepcionalmente, piezas de nueva
da – son, ha contribuido a generar, de muchas creación que han empezado a experimentar con
maneras, una confusión mayúscula entre la con- estructuras poéticas y de composición musical
dición o aspiración poética de la versada jaro- que vale la pena dar seguimiento.
cha hasta convertirla en sinónimo de versos “de
amor”, que en no pocas ocasiones rayan en los ¿Se encuentra la versada jarocha de reciente crea-
cursi. ción en una crisis de la que aun no es capaz de
darse cuenta? ¿Cuáles son los temas, caracterís-

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 17


Samuel Aguilera, Mauro Domínguez y Fernando Guadarrama. F. García Ranz, 2017.

ticas y figuraciones de esta versada? ¿Está la ver- abanico de espejos creativos en los cuales obser-
sada jarocha de nueva creación cumpliendo con var(se) al trabajo poético de Patricio Hidalgo,
cierto compromiso histórico de narrar y recrear pero pensando en aquellas composiciones que
los escenarios sociales, sensibilidades, contra- en los últimos años ha hecho para ser interpre-
dicciones o expectativas de la vida cotidiana del tados como boleros y congas y no tanto sones
país y del mundo en general? ¿Qué ha sido de las jarochos –aunque quizá esto se deba más a mi
pretensiones poéticas que hace algunas décadas desconocimiento.
llamaron la atención de unas y otros, al encon-
trar en la versada jarocha maneras “novedosa- Lo cierto es que las observaciones o críticas
mente antiguas” o “nostálgicamente refrescan- que podrían hacerse al estado actual de la ver-
tes” de narrar la vida, de ficcionar la realidad? sada de reciente creación podrían extenderse a
Tengo la impresión que algunas de las respues- la parte musical. Los logros y éxitos del movi-
tas o alternativas a estas inquietudes personalí- miento jaranero en general y de algunos grupos
simas (sic) pueden encontrarse en las propuestas en particular quizá sólo han llevado a postergar
de músicos y agrupaciones que no pertenecen una ref lexión profunda sobre la calidad artísti-
en sentido estricto a la comunidad jaranera. Los ca, estética y capacidad de comunicar emocio-
esfuerzos de compositores como David Haro o nes en lo que se está haciendo y lo que se quiere
Rafael Campos; de poetas/escritores como Sa- seguir haciendo desde la tradición jarocha. El
muel Aguilera, Fernando Guadarrama y Alfre- hecho que tras cuarenta años y al menos tres
do Delgado; o de agrupaciones como Los Aguas generaciones de soneras y soneros jarochos los
Aguas podrían ser motivo de estudio, análisis índices de escolaridad, las condiciones de vida
y ref lexión, al respecto de la clase de letras que o laborales dentro del mundo de la música no
se han empezado a proponer para cantar en los hayan cambiado demasiado en todo este tiempo
sones o canciones (no siempre son versos con tendrían que obligarnos a ref lexionar con serie-
rima y métrica fijos). Incluyo también en este dad y profundidad a dónde estamos llevando a

18 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 D i j e r a ust e d


nuestra tradición. Aunque plantear lo anterior la juventud. ¿Cómo narrarlo en versos? ¿Cómo
no me hace olvidar ni dejar de reconocer las de- resguardar la palabra y la memoria? ¿Cómo hon-
cenas de proyectos sociales que en este momento rar la tierra, la familia o los amigos que lo han
se siguen desplegando por distintas geografías inventado a uno?
del mundo y que han abierto nuevas opciones
y perspectivas de vida niños, jóvenes y adultos. Hace varios años escuché unos versos que des-
de entonces, además de gustarme, constituyen
La fuerza, contemporaneidad e imágenes vitales la inspiración poética a la que se puede aspirar,
que han ofrecido por tanto tiempo los versos incluso en estos tiempos:
que hemos heredados de las y los mayores siguen
intactos: Los borrones que anuncian en las car- Ma r iqu it a qu it a qu it a
tas las lágrimas derramadas ante la ausencia; la qu ít a me de pa decer
pena de un puente que añora al agua que trans- que el a g ua que se der ra ma …
curre; los desprecios que se han sufrido por ser no se v uelve a recog er.
“negro” el color de la piel; el abrazo que se pide a
una chinita para ver si así se espanta al dolor de Y de cuando en cando me repito estos versos,
la muerte; o la libertad que se envidia a los pá- admirando esa compleja sencillez con la que se
jaros advertidos que vuelan felices en el monte. puede representar la vida toda, evocarla, es decir
¿Cómo nos toca narrar este mundo actual? Este inventarla en sus alegrías y tristezas.
vivir de urgencias desenfrenadas, de conversa-
ciones a distancia, de amores que duran lo que
dos peces de hielo… de héroes que se han ido con

Los Aguas Aguas

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 19


A sí, como su e na

Sergio A. Vázquez Rdez, 2014.

Poesía en distintas voces

Queremos compartir con todos ustedes esta cación con las distintas tradiciones escritas
ensa lada de poesía a distintas voces. Si hasta del mundo, de las que –por cierto– nunca ha
ahora La M anta y La R aya ha dado poco estado desvinculada. Los esfuerzos creativos
espacio a la poesía (y a la literatura), en este de las nuevas generaciones que se encuentran
número queremos ay udar a la difusión del ligadas a las distintas tradiciones musicales
trabajo creativo de poetas de distintas latitu- y festivas de nuestro país, puede y debe po-
des, generaciones y propuestas. La selección tenciarse en el conocimiento y estudio de las
hecha es por demás aleatoria y no represen- distintas formas poéticas del mundo, tanto
tan más que el g usto de los editores. Estamos del presente como del pasado. Confiamos
convencidos que las posibilidades estéticas que disfruten esta pequeña muestra y los mo-
del mundo de la oralidad debe seg uir enri- tive conocer más ampliamente el trabajo de
queciéndose al fortalecer puentes de comuni- las y los poetas aquí incluidos.

20 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 A sí, como su e n a


D avid Haro J esús Orta Ruiz, “El indio naborí”

Lo que todo ex-amante debería saber


pero temía preguntar Tu pa labra t iene el a r te
de i lu m i na r la ceg uera :
Si acerca impune su fantasma hábla me , que no hay ma nera
húyelo a besos de ver te si n e sc ucha r te .
si el dolor te golpea el corazón S ólo a sí puedo m i ra r te
escóndelo… bajo la almohada e x a c t a , como si u n d ios
si escuchas un sonido con mov ido por m i s dos
de pieles en tu boca l i nter na s de rot a s pi la s ,
desgárrale las alas al deseo me h iciera nue va s pupi la s
si te exige implacable con el cr i st a l de t u voz .
cuéntamelo todo
invéntale
juramentos mortales.

Deborah Small, 2009.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 21


Sergio A. Vázquez Rdez, 2014.

Tomasita Quiala S amuel Aguilera Vázquez

Te va s no sé c ua ndo a mor S oy i nd io pr ieto y trompudo


pero siento que te i rá s que a n i ng ú n bla nco ha env id iao
c uá ntos péta los tend rá s porque e stoy sa cra ment ao
que de sha cerle a m i f lor. con la ora ción de Sa n Br u ño.
Te va s y siento u n dolor Y si ven que soy mont u no
ca si i nd ig no de e ste enc uentro rejón y pr ieto he na cido.
pero te va s en el centro Yo voy con el pecho erg u ido
de m i emba rca ción quer id a y la f rente le va nt a d a
y te l le va s enseg u id a y como f iao no he ped ido
a l ma r… con m i a mor a dentro. a na iden (sic) le debo na d a .

C omo somos de scend iente s


del per ro ma s apa leao
puedo m i ra r a l pa sao
pa rá ndome en el pre sente .
De a qu í le va nto la f rente
a t ier ra mejor sembra d a .
Y a na iden ped i mos na d a
Q ué nos pueden conseg u i r!!!
Si la v id a a l v iv i r
todos la t ienen pre st a d a!!

22 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 A sí, como su e n a


D aniela Meléndez Tania Márquez Aragón

S oña r te no e s noved a d Boca del cielo


nove d a d e s no soña r te Si mis ojos escribieran otro gallo me cantara
no e s m i del i r io m i ra r te los rayos del sol se mezclan con palabras
del i r io e s ya m i verd a d relámpagos con silencio
que e s por ti u na i n mensid a d el verano se abre en el encuentro del lago y el mar
l lena de a mor y de m iel se abrió la boca y ¿qué dijo?
p or t i no hay sab or a h iel llegó la respuesta y la pregunta había cambiado
n i soled a d que de sg a r ra ¿Qué dijo?
ere s la z o que me a ma r ra ¿Cómo arrancar la palabra al pasado?
la s e strel la s en la piel . esa que buscó ser futuro
y nunca existió en el ahora porque es real.
El día es un sacrificio
el vacío se desborda
el instante se abre
P atricio Hidalgo Belli se cierra el instante
se abre
E l d ía que f rente a m í aletea el tiempo…
la muer te se ha g a pre sente
m i cora z ón a la g ente ¿Qué significado invisible dijo?
le voy a deja r a qu í . ¿Qué dijo?
Pa ra que sepa n a sí No la palabra
que no he muer to de verd a d la percepción
que la muer te en rea l id a d la cosa
e s otra for ma de ser el algo
y ca nta ré ig ua l que ayer ese todo algo
p or to d a la eter n id a d . siempre en la punta de la lengua
en el reverso del lenguaje.

¡Aquí está la vida!


Si mis ojos escribieran
otro gallo me cantara

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 23


Fernando Guadarrama

S embra ron m i me sti z aje Tra ig o c u lt u ra s d iversa s


en la er m ita del Rosa r io, cor r iéndome por la s vena s ,
a u n la d ito del sa nt ua r io tra ig o a los g r ieg os de Atena s ,
de a quel Cr i sto del buen v iaje , a los maya s y a los persa s ,
de a l lá v iene m i l i naje de m i l Diose s tra ig o f uer z a s
soy i nd io, neg ro, a nd a lu z , pa ra sent i r me seg u ro,
c uatro r u mb os , u na cr u z , tra ig o el br i l lo de lo obsc u ro
soy la selva , el ma r y el r ío, y lo neg ro de la lu z ,
de a l lá v iene el ca nto m ío tra ig o a l que mu r ió en la cr u z
de la a ntig ua Vera cr u z . y a l rayo como conju ro.

S oy de ma r y de monta ña , Tra ig o sa ng re a me st i z a d a
soy de ca fé y de ma í z , de i nd io, neg ro y e spa ñol ,
teng o a bier ta la ra í z , y tod a la lu z del sol
soy de a ma ra nto y de ca ña , en e st a sa ng re me z cla d a ,
soy de Mé x ico y de E spa ña , que hoy e s f ie st a en la en ra ma d a
soy n ieto de i nd ios y moros , de m i suelo a mer ica no,
soy el ja g ua r, soy los toros , como la C eiba en el l la no
ca r ib e y med iter rá neo, con su s ra íce s prof u nd a s ,
y a mo el verde momentá neo a sí se na ce y se f u nd a
de u na pa r va d a de loros . m i pueblo vera cr u z a no.

Deborah Small, 2009.

24 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 A sí, como su e n a


Alexis Díaz Pimienta

B alada del balsero


Dijiste:
“Iré a otra tierra, iré a otro mar.
Otra ciudad habrá mejor que esta.
(…)
No hallarás nuevas tierras,
no hallarás otros Mares.
La ciudad te seguirá.
Konstantinos Kavafis

Sosténme, balsa bendita, Oh, balsa, bálsamo, bal.


sobre mi propia esperanza. oh tromba de ag ua infinita.
Confía en mi voz y avanza. Rema, reza, llora, grita,
Sosténme, balsa bendita, canta el Himno Nacional.
ahora que una aleta grita ¿Es la génesis del mal?
su hambruna de martes trece. ¿la apocalipsis del Bien?
Paciencia, a ver si aparece ¿Hacia dónde vamos, men?
a lg ún buque fantasmal. La Calle Ocho es una ola.
Noche, miedo, espuma, sal, Pasa cerca una bal-sola
ciudad que desaparece. y yo estoy solo también.
¿Hacia dónde vamos? ¿Quién Cojímar heming wayano:
nos indicará el camino? El joven y el Mar. La muerte
Viento del sur, remolino, chapotea y se divierte,
laberinto hacia el edén. Cojímar heming wayano.
Hablen poco, remen bien, No te preocupes, mi hermano,
seremos ricos mañana, “ japinesis e warm gan”.
digan adiós a La Habana Madre fue a comprar el pan.
brújula loca, terral, Madre solloza en la orilla.
oh, ba lsa, bá lsamo, ba l. Madre nada en su mejilla.
oh, madre, oh, Virgen reglana. Madre no cree en Supermán.
¿Hacia dónde vamos? ¿Dios Sosténme, balsa bendita.
nos indicará el camino? Sosténme, Virgen Reglana.
Ag ua, sol, Willy Chirino, Sosténme, vieja patana.
qué hambre, qué frío, qué tos. Sosténme, balsa maldita.
- Vamos a remar los dos. Sosténganme, Jane y Chita:
- Asere, cállate un poco. Juan no, Johnie es que me llamo.
- ¿Loco? – Que te calles. -¿Loco? Sosténme, mujer que amo.
Good morning , good by, yes, yes, Sosténme, Dios, si me quieres.
jamón, coca-cola, inglés, Madre, no te desesperes:
Pluto y el Pájaro Loco. cuando lleg ue te reclamo.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 25


Pa los de ci ego

y las representaciones gráficas que se han presen-


apuntes sobre la tado son ambiguas, incluyéndose claras falsifica-
ciones tanto de supuestos códices, como de entre-
africanía de vistas. Junto con ello, algunos investigadores han
desarrollado trazos históricos del instrumento
la marimba sin fuentes confiables, y dando un tratamiento
evolutivo a la marimba más como objeto que
como instrumento musical, enfocados en supues-
Félix Rodríguez León tas transformaciones morfológicas, pero dejando
de lado afinaciones, técnicas de ejecución, con-
La motivación inicial del presente texto deviene textos de participación, o demás rasgos propia-
de la necesidad que hemos identificado en el esta- mente musicales. Todo ello nos llevó, entonces,
do de Chiapas por esclarecer el supuesto “origen” a corroborar rasgos africanos perfectamente re-
de la marimba en la región, en una discusión ya conocibles en la marimba en Chiapas, además de
añeja entre un antecedente prehispánico maya o visualizarla en un contexto más amplio, ya que
su llegada desde el continente africano en la me- no es un instrumento exclusivo del estado, mu-
moria de los esclavos, que fueron traídos a este cho menos del país, sino que tiene una historia
territorio. compartida con una gran cantidad de países de
Centro, Sudamérica y el Caribe. Lo que aquí se
En primera instancia, revisamos las fuentes apor- presenta es una síntesis de un trabajo más exten-
tadas para defender un antecesor indígena, y lle- so publicado en el año 2006 por el Consejo Esta-
gamos a la conclusión de que ninguna de ellas es tal para la Cultura y las Artes de Chiapas.(1)
contundente, ya que ni se han encontrado vesti-
1 Revisaremos de forma muy rápida los rasgos africanos que
gios reales de algún instrumento precolombino, han sobrevivido en la marimba, y en una segunda sección,

26 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 Pa l os de ci ego


La africanía de la marimba podido determinar rasgos africanos identifica-
Determinar un antecedente africano en la ma- bles en las marimbas que se tocan actualmente
rimba chiapaneca nos ha exigido, antes que otra en Chiapas. En este primer punto, saltan a la
cosa, una revisión de las marimbas africanas, a vista dos rasgos evidentes y de africanía innega-
las cuales llamaremos genéricamente xilófonos ble: la morfología y el nombre.
en este texto, dado que el nombre “marimba”
no es genérico en todos los lugares. De hecho, La morfología
hemos podido identificar más de cuarenta nom- Kwabena Nketia, en su libro The music of Afri-
bres distintos que se dan en diversos países de ca (1974: 81), clasifica las marimbas africanas
África a estos xilófonos, lo que implica variantes en tres tipos, de acuerdo a su construcción. El
no sólo de nomenclatura, sino de timbres, di- tercer modelo que describe, aun cuando no le
mensiones, formas de construcción, materiales, da nombre, consiste en teclas montadas sobre
agrupaciones, números de ejecutantes, funcio- un marco de madera, bajo las cuales se colocan
nes musicales, escalas, géneros, estilos, ensam- resonadores de calabazas, uno para cada tecla,
bles con otros instrumentos, funciones sociales, variando el tamaño del resonador de acuerdo a
y muchos otros elementos intrínsecos a un ins- la altura del sonido que produce la tecla. Ese es
trumento musical. Determinar cuáles de estos exactamente el modelo que encontramos vivo
instrumentos llegaron a América, es práctica- en Chiapas, en donde los resonadores de cala-
mente imposible, aún más considerando los pro- baza han sido sustituidos en el último siglo y
cesos históricos que habrían llevado a la pervi- medio por cajas de resonancia de madera que
vencia de algunos y la desaparición de otros. A conservan el nombre local dado a las calabazas
partir de reconocer estos instrumentos, hemos secas: pumpos. La adaptación a las escalas dia-
tónicas y cromáticas ha traído adecuaciones en
algunos factores para el establecimiento de la marimba en la distribución de las teclas, como la inclusión
América.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 27


del segundo teclado, a manera de piano, atri- El nombre
buida a Corazón Borrás, pero la estructura de Uno de los rasgos donde salta a la vista la afri-
xilófono de teclas independientes sigue prácti- canía de la marimba de manera más innegable
camente intacta. es en su nombre, aun cuando han existido in-
tentos por encontrarle etimología maya. Al
Uno de los documentos más recurridos para menos en cinco países de áfrica encontramos
defender el origen indígena de la marimba es xilófonos con este nombre, además de que he-
el atribuido a Pedro Gentil de Bustamante, su- mos encontrado una referencia a una supuesta
puestamente fechado el 9 de octubre de 1545 en diosa “marimba” entre los zúlu, sin más datos
la hacienda de Santa Lucía, en Jiquipilas, Chia- que nos permitan sustentarlo. La marimba lle-
pas, en el cual se narra una celebración de indí- ga a América llamándose así, al menos en algu-
genas mixtecos, según el texto, que se desarro- nas de sus versiones, y sería sumamente egoísta
lla en torno a un xilófono, al que llaman yolotli pensar que el nombre se origina en territorio
(“corazón del cielo” en mixteco, dice el escrito) chiapaneco o guatemalteco, como han preten-
ejecutado por un indígena. El origen del ins- dido autores, cuando recibe esta denominación
trumento ya es incierto, ya que sólo se cuenta en prácticamente todos los países de América
con una transcripción de Amador Hernández, Latina en donde se encuentra. Fernando Ortíz
certificada por autoridades locales de Jiquipi- y Johnston mencionan que la raíz “imba” es de
las, no conociéndose el documento original. Sin origen Bantú, y, con numerosas variantes, signi-
embargo, destaca la morfología del instrumento fica “canto” (Ortiz, 1995: 7). Así, otros xilófonos
descrita en el texto, ya que se corresponde to- africanos reciben nombres como silimba, ilim-
talmente con un modelo africano. Dice el texto: ba, rimba, mbila, timbilla y zimbila, mientras
… dicho instrumento está compuesto de ocho que podemos reconocer instrumentos africanos
tablillas de madera roja, desiguales de tamaño, y afroamericanos que conservan esta raíz en sus
questán agujereadas unidas con cordón y pro- nombres, como la mbira, kalimba o karimba, y
ducen eco alegre con tablas del palo del maca- sus versiones cubana y mexicana: marímbula y
guil (macagüil)(…) las hileras de tablas amarra- marimbol, respectivamente. De igual manera,
das a orquetas (sic) cortas sembradas y estiradas en Brasil encontramos el berimbau, arco musi-
bajo dicho instrumento un hoyo en el suelo y cal con el que se acompaña el baile de capoeria.
pegados con resina en las tablas cascabeles de Finalmente, el término “marimba” se utiliza ac-
serpiente quen hacen vibrar las notas musicales tualmente de forma genérica para determinados
con golpes de dos pequeños palillos con cabeza tipos de xilófonos incluso en el ámbito académi-
de cera negra uno por cada mano (…) questa mú- co, como la marimba de concierto.
sica lo acompaña un tambor del cuero de animal
(…) (Pineda, 1990, 32). Modificadores de sonido
Un tercer rasgo característicamente africano en
Horquetas enterradas para sujetar tablillas col- la marimba es el uso de un modificador de so-
gadas sobre una agujero en el suelo, se trata de nido, presente en la llamada “telita” que se co-
los Xilófonoes que Koetting describe para Áfri- loca en los pumpos. En ciertas músicas de Áfri-
ca como “de tecla libre”. Un segundo modelo ca negra encontramos un particular gusto por
africano identificado en Chiapas, si queremos cierto tipo de sonidos que, desde la perspectiva
confiar en la legitimidad del documento descri- del oído occidental podríamos catalogar como
to. Sobre los cascabeles de víbora, hablaremos ruidos que se añaden al timbre original de los
más abajo. instrumentos. Estos sonidos se logran incorpo-

28 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 Pa l os de ci ego


rando a los instrumentos musicales lo que Nke- til de Bustamante en 1545, notamos ahora los
tia llama “modificadores de sonido”, ya sean ob- cascabeles de víbora añadidos a las teclas, evi-
jetos o membranas que agregan una vibración, dentemente, modificadores de sonido del tipo
cascabeleo o zumbido al sonido original. Nketia de sonajas secundarias, lo que nos permite
los menciona de dos tipos: sonajas secundarias y concluir que el modelo descrito en la presunta
mirlitones. Las sonajas secundarias las podemos transcripción del documento antiguo, es com-
identificar en tambores como los Batá de Cuba, pletamente africano.
a los que se amarran cascabeles y objetos metáli-
cos que vibran al toque de la membrana, e inclu- La marimba como ensamble
so persisten de manera simbólica en la costum- Si bien consideramos a la marimba como un solo
bre en algunas regiones de México, incluyendo instrumento, en la práctica funciona como un en-
Chiapas, de insertar un cascabel de víbora en el samble instrumental de dos maneras: al ser tocada
interior de la guitarra, bajo quintos, bajo sextos por varios músicos simultáneamente, y su com-
o requintos jarochos, con el simple argumento binación en juegos de dos marimbas juntas, en
de mejorar el sonido. cuyo caso, claro está, también cada instrumento
se comparte por más de un ejecutante. La distri-
Los mirlitones, por su parte, son membranas bución de varios músicos en una misma marimba
semitensas que vibran por simpatía con el soni- obedece a la posibilidad de disponer las funcio-
do emitido por el instrumento, haciéndolo más nes musicales entre ellos. Existen muchas varian-
“nasal”. Este es el modificador presente en la ma- tes, pero quizás una distribución básica sea la de
rimba de Chiapas, en muchos modelos america- tres músicos en una misma marimba llevando las
nos, y que es característico también de gran can- secciones de melodía, acompañamiento y bajo. En
tidad de modelos africanos. Si bien a simple vista algunas versiones los músicos economizan, de-
pareciera este un rasgo característicamente mor- jando bajo y sección armónica a un solo músico
fológico, en realidad es mucho más profundo, ya que acompaña a la melodía; en otras, además de
que implica el gusto por ciertos timbres, es de- la melodía se agrega una segunda voz, quedando
cir, la marimba trae de África un gusto estético. cuatro músicos. Las posibilidades son diversas,
Regresando al xilófono descrito por Pedro Gen- siempre adecuándose al modelo musical europeo.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 29


Por otra parte, dentro de las variantes morfo- su parte, existen xilófonos tenores de dieciséis
lógicas de la marimba en Chiapas actualmente teclas, xilófonos altos de diecinueve (tres teclas
existen dos modelos básicos: la “grande”, de cin- graves adicionales), tenor de veinte teclas, bajo
co octavas, y la “requinta”, de tres. Ambas se eje- de diez y contrabajo de cuatro (Nketia, 1974:
cutan simultáneamente. Este rasgo, junto con el 82), mientras que en Senegal son comunes las or-
hecho de compartir un mismo instrumento en- questas de xilófonos que acompañan las ceremo-
tre varios músicos, nuevamente nos remite a los nias fúnebres (Cusset, 1998). Dentro de las atri-
xilófonos africanos, en donde es común encon- buciones que se han dado en Chiapas respecto al
trar verdaderas orquestas de xilófonos en donde desarrollo morfológico de la marimba, la tradi-
se comparten las funciones instrumentales (ade- ción oral ha difundido que Santiago Borráz fue
cuadas éstas a sus propios sistemas musicales), el inventor de la marimba requinta, o segunda
tocando melodías, contramelodías, acompaña- marimba más pequeña. Es claro que la contri-
mientos y bajeos, muchas veces utilizando una bución, en todo caso, de Borráz, debió consistir
técnica característica de la música africana, lla- en el diseño de un modelo que se estandarizó,
mada hocket, en la versión inglesa de la palabra, pero que en Chiapas debió haber sido conocido
derivada del hoquetus medieval, en la cual una el uso de marimbas en juegos.
sola melodía o ritmo se forma por varios instru-
mentos intercalados, complementándose entre La marimba como experiencia colectiva
sí. Koetting (1922: 97) no duda en equiparar El funcionamiento de la marimba como ensam-
la distribución de las voces de los xilófonos de ble trae consigo el hecho de que el músico par-
acuerdo al modelo occidental de soprano, alto, ticipa en todo momento en un grupo, incluso
tenor y bajo. desde su aprendizaje, lo que proporciona una ex-
periencia completamente distinta al estudio in-
Gilbert Rouget (2001) describe entre los Goun dividualizado. Esto se puede ver ref lejado en la
de Benin meridional ensambles de dos xilófo- gran cantidad de conjuntos marimbísticos que
nos a los que califica como indisociables, y com- encontramos en el estado, en que niños de muy
para sus funciones instrumentales con las de los corta edad muestran un dominio considerable
ensambles de tambores. Entre los Chopi, por del instrumento. Más allá de que, a diferencia

30 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 Pa l os de ci ego


de otros instrumentos, la marimba no debe ser como los multitudinarios mitotes indígenas,
afinada por el niño, y que es relativamente fácil descritos por los cronistas, en que la experiencia
obtener un buen sonido de las teclas, estamos colectiva española e indígena de danzar, conf lu-
seguros de que la experiencia colectiva es el de- yó con la experiencia colectiva africana de crear
tonante que permite a los niños iniciarse en el la música.
instrumento. Hay que mencionar que las ade-
cuaciones modernas de la marimba han traído La improvisación
consigo el surgimiento de la figura del solista, La concepción actual urbana de la improvisa-
pero ésta se corresponde más a patrones de otros ción en la marimba se corresponde a patrones
géneros originalmente ajenos a la tradición de propios del jazz o músicas afrocaribeñas, en que
Chiapas, como el jazz o algunos géneros de los dentro de la pieza se otorga un momento a un
llamados “tropicales”. músico para mostrar su destreza y lenguaje mu-
sical. Esta forma se aplica, principalmente, a la
La música africana es considerada un evento voz melódica. No obstante, la improvisación
primordialmente social, participando en acti- que debió de existir en un origen en la marimba
vidades colectivas, dándose mayor énfasis a la de Chiapas, y que aún se encuentra presente en-
actividad musical grupal que a las ejecuciones tre los músicos de tradición arraigada, es aque-
solistas. En la música africana cada uno de los lla en que cada músico, no sólo la melodía, va
presentes tiene un lugar especial en la construc- haciendo pequeñas modificaciones en su parte
ción musical, y constituye un punto de referen- para dar cierta variedad a la pieza, de tal for-
cia para los demás músicos. Hacer música no ra- ma que cada ejecución es única e irrepetible, y
dica solamente en crear improvisaciones frescas, en donde el diálogo musical entre los partici-
sino en la forma en que se expresa el sentido en pantes es fundamental. Diferenciamos así una
la ocasión, en la que cada uno de los músicos improvisación individual, la “moderna”, en la
contribuye al resto de los participantes. que inclusive se hagan suertes como tocar con
Finalmente, en la experiencia colectiva debie- la marimba a espaldas del músico, y demás ar-
ron conf luir otras experiencias festivas españo- tilugios, y la colectiva, nuevamente, en la que
las, como los fandangos y los saraos, o indígenas, la música es producto de las pequeñas adiciones

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 31


o “recreaciones” que se van creando en cada sec- Referencias
ción. Un ejemplo de la construcción improvisa- Asturias, Carlos Ramiro, 1994, “La vasija Maya de Ta-
toria en África nos lo da John Miller Chernoff, tinlinxul”, en Antología de la marimba en América. César
Pineda del Valle, compilador. Pp. 131–144, Librería Editner.
quien identifica entre los dagomba del norte de Guatemala, C. A.
Ghana el término m–pahija, de significado no ––––– 1994b “Trámite para la devolución de la vasija de Tatin-
totalmente preciso, pero que implica la capaci- linxul” en Antología de la marimba en América. César Pineda
del Valle, compilador. Pp. 151–158, Librería Editner. Guatema-
dad de un músico para añadir ciertos elemen- la, C. A.
tos en su ejecución, generando estilos propios. Blacking, John, 1995, Music, culture & experience. Selected
También esto resulta sumamente evidente en los papers of John Blacking. Introducción de Reginal Byron y pre-
ensambles de tambores, en que los tambores de facio de Bruno Nettl. University of Chicago Press. Chicago.
dimensiones pequeñas y medianas llevan bases Koetting, James T.. 1992, “Africa/Ghana” en Worls of music.
rítmicas que van variando ligeramente, mien- An introduction to the music of the world’s peoples. Jeff Todd
Titon, editor general. Scrimer Books. Estados Unidos de
tras que el tambor más grave lleva el liderazgo a América.
través de la improvisación. Miller Chernoff, John, 1984, African rhythm and afri-
can sensibility. Aesthetics and social action in afridcan musical
Conclusión idioms. The University of Chicaco Press. Chicago.
Otros elementos como algunas técnicas de eje- Nettl, Bruno, 1998, In the coruse of performance. Studies
cución, como el roll o “trino”, también llegaron in the world of musical improvisation. Bruno Nettl y Melinda
Russell, ed. The University of Chicago Press. Chicago.
de África con la marimba, y fueron necesarios
factores como que los grupos africanos traídos Nketia, J. H. Kwabena, 1974, The music of Africa. W. W.
Norton & Company. Estados Unidos de América.
hubieran tenido xilófonos en su arsenal sono-
ro, la existencia de maderas tropicales para re- Rodríguez, Félix, 2006, La marimba en Chiapas. Motivos
para una africanía. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes
producir el instrumento y que se reprodujeran de Chiapas. Tuxtla Gutiérrez.
elementos no musicales en donde los xilófonos
tuvieran acogida, para que la marimba se asen- Bibliografía y fuentes de información
tara en ciertas regiones americanas. De ahí, la Argüello Hernández, Luis Miguel
historia se ha hecho cargo de supervivencias, de- 2014 El laberinto se mueve: noticias varias sobre cuerdas
y afinaciones antiguas para jarana en el son jarocho,
sapariciones y transformaciones. Hoy, las discu- Hyspanica Lyra; No. 20, dic 2014, España.
siones anquilosadas en torno a un origen de la 2012 Texquitote, Lugar de Lauderos; en Memorias del Pri-
marimba deben dejarse de lado. La marimba es mer Coloquio de Cultura Popular y Arteanías; van`t
Hooft (Cordinadora); Coordinación de Ciencias So-
de Chiapas, finalmente, con absoluta vigencia y ciales y Humanidades de la UASLP, México.
diversidad para hacerla un pilar del patrimonio Guzmán Bravo, Jose Antonio
musical de Chiapas. 1978 Mexico, Home of the first musical instrument workshops
in America; Early Music 6, pp. 350-355.

Dedicatoria y agradecimientos
Este trabajo va dedicado a cada uno de los cuachi- (*) Texto publicado anteriormente en la revista Artes de
la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNI-
chiketl de Texquitote entre cuyos nombres figu- CACH): Rodríguez León, Félix. Apuntes sobre la afri-
ran: Abel Plácido, Adolfo Quirino, Arturo Ortiz, canía de la marimba en Chiapas. Artes, [S.l.], v. 5, n.
Benja 1, p. 68-73, 2011.

32 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 Pa l os de ci ego


R ecio y cl a r i to

Más de 40 Monos en Bellas Artes


Algunos comentarios al vuelo

No creo exagerado pensar que el pasado lunes rizontes musicales quedaron al descubierto. Así
30 de octubre, allá en Bellas Artes, todo mundo los monos blancos aprendiendo que la orquesta
salió ganando. No me refiero a qué tan compla- sinfónica es un organismo musical complejo,
cida quedó la audiencia, sino a qué tan sorpren- un leviatán que necesita, a pesar de las restric-
didos quedaron los músicos (sinfónicos, monos ciones que impone el sindicato de músicos, de
blancos y anacrúsax), bailarines, zapateadores un director para nadar en los grandes mares,
y versadores, reunidos en una propuesta artís- así como de arreglistas sinfónicos, en este caso,
tica musical compleja y ambiciosa: un estreno conocedores de los sones jarochos. Los músicos
mundial de pronóstico reservado; una fórmula sinfónicos pudieron percatarse que el 6/8 no
química que parecía difícil de balancear. empieza y termina con el Huapango de Monca-
yo y que el fraseo del son de La Guacamaya va
Sin embargo, y a pesar de las limitaciones (so- sincopado (fraseos y rítmicas sesquiálteras en
lamente hubo un ensayo general previo), ahí 6/8 que las orquestas juveniles venezolanas ma-
todos aprendieron algo de todos, la apuesta fue nejan de maravilla), mientras los monos blan-
exitosa y sobre todo, nuevas posibilidades y ho- cos hicieron lo suyo, guiados por un director

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 33


de orquesta, y envueltos en los diferentes pla- Valga reconocer el trabajo artístico realizado
nos sonoros y tímbricos que sólo una orquesta por Víctor Pichardo, Gustavo Calzada, Rodri-
sinfónica puede dar. Así también una opor- go Díaz, Jorge Arturo Castillo y desde luego
tunidad para los bailarines profesionales del de Arturo Márquez en esta puesta, o apuesta,
Ballet de Amalia de zapatear y danzar, al son sinfónica. Así también la participación del
de Mono Blanco, El Chuchumbé y otros sones; experimentado chelista de son jarocho Rodri-
precisamente en Bellas Artes, donde mejor go Díaz, del arpista de lujo Celso Duarte, del
luce el Ballet, en un encuentro inédito y sobre trío de versadores, también “de luxe”, Samuel
todo espectacular; sin duda algo que pudiera Aguilera, Mauro Dominguez y Fernando Gua-
resultar irónico para algunos. darrama, y del maravilloso cuarteto de saxo-
fones Anacrúsax. Finalmente habrá que reco-
Muchas más líneas se deberán dedicar a este nocer que Mono Blanco tiene duende, y que
microsismo del día lunes, en donde se logra- los monos, tanto en la escala animal como de
ron conjugar muchos elementos exitosamente, acuerdo con las creencias chinas, casi siempre
y que dejó al descubierto, como los sismos de se salen con la suya.
tierra, otras posibilidades sonoras y musicales,
tanto dentro del son jarocho como de la músi- F 5f
ca sinfónica, vetas aparentemente no agotadas
que ahí están, que ahí siguen, en vida latente. Texto publicado y difundido por Facebook
el 4 de noviembre de 2017.

34 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 R ecio y cl a r i to


R e l atos de A n dr és Mor e no

Duelo de
En una ocasión en la comunidad de A xochio
verseros se celebraba una boda donde se casaba la hija
de uno de los principa les del rancho con un
joven de otra comunidad vecina, en la cua l el
A ntonio Xolio Bustamante, nacido en la C . Presidente Municipa l, Sr. A ntonio Xolio
comunidad de Ohui lapan, f ue a lca lde de Bustamante, era el padrino. Como era cos-
nuestro pueblo de 1933 a 1937 y de los pocos tumbre en aquel los tiempos, l legaron músi-
a lca ldes provenientes de la comunidad cam- cos y bailadores de otras rancherias ya que
pesina . La comunidad más pequeña de nues- era una boda importante para la comunidad.
tro municipio l leva su nombre. Todo era un mar de gente.

El sig uiente relato lo contó don Ig nacio Co- La fiesta se desarrol laba como toda fiesta de
ba xin hace unos treinta años, Don Nacho esos tiempos: en la mesa de banquetes los re-
f ue jaranero y cantador. Era la década de los cién casados, los padres, embajadores y pa-
treinta y la música de jarana era lo que reina- drinos. En medio del patio la tarima y a lre-
ba en las rancherías. Había muchos músicos dedor de la tarima las mesas de los invitados
y cantadores y bai ladores ni se diga . y familiares.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 35


Terminada la comida se dio inicio el huapan- Pero el cantador le respondió en el acto con
go, la tarima muy concurrida por bai ladores, un nuevo verso:
hombres y mujeres subían y bajaban de el la,
los tocadores no daban pausa a la música y Hasta que rug ió el león,
los cantadores desgañitándose en el canto. a ver a cómo nos toca .
Yo defiendo mi pendón,
Después de varios sones, se invita a los recién vengo de por La Boca
casados para que suban a la tarima con el son a cantar a esta f unción.
del Zapateado. Todos se pusieron de pie y los
esposos se encaminaron a la tarima . Los ver- Pleito no vengo buscando,
seros empezaron a echar versos deseando co- pues represento la ley.
sas buenas para el matrimonio. Todo era risa Tú me andas cucuseando,
y a legría . Cuando estaba a punto de terminar pero Dios sabrá hasta cuándo
el son se acerco un hombre y echo un verso pueda ag uantar a este buey.
no dirig ido a los recién casados, sino a l a lca l-
de que se encontraba a hí presente: En la casa de gobierno,
tú representas la ley.
Traigo el código romano, Aquí encontrarás tu infierno,
y me sobra la razón. ya verás quién es tu rey,
Vengo buscando a un tirano, por gracia del sempiterno.
he l legado a esta f unción
con la ley en la mano. Aquel que la ley formó,
como su obra divina,
Todos quedaron sorprendidos, los demás a nadie le encomendó
cantadores enmudecieron y se escuchó una una misión tan fina,
nueva copla: y menos a ti te dio,
que eres del cardo espina .
Aquel que la ley aplica,
y con la ley se protege, El que de miedo se muere,
es una araña que teje se justifica de todo.
para atrapar lo que pica . Y cuando luchar se quiere,
deja vicios y placeres.
El a lca lde había permanecido en silencio, Vamos buscándole el modo.
pero después de tres versos el coraje lo inva-
dió y le contesto a l brav ucón: Ya que eres buen cantor
y vienes a debatir,
Permítame compañero, a hora me vas a decir:
decir con educación: Qué es la muerte y el amor,
yo soy viento en el potrero, si la muerte nos da temor
y no ando de pendenciero y el amor nos hace vivir.
pá arruinar esta f unción.

36 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 R e l atos de A n dr é s Mor e no N .


De esta manera se entabló un enfrentamiento La música sig uió y los cantadores trabados en
entre dos verseros quienes a través del canto su porfía por más de una hora, hasta que no
de coplas simples, de arg umento o de arg u- pudiendo más el adversario de la Boca trato
mento mayor trataron de resolver sus proble- de agredir físicamente a l a lca lde. La música se
mas políticos, pero también medir su capaci- detuvo y separaron a l molesto adversario de
dad como cantadores. La Boca . El cantador perdedor agarró cami-
no hacia su rancho y la fiesta sig uió su curso.
A cada verso cantado se encontraba pronta
respuesta , la fiesta se detuvo por un tiempo Lo que el cantador no sabía era que se había
para centrar su atención en los dos verseros enfrentado no solo a l a lca lde sino a l mejor
que medían su capacidad como cantadores. cantador de Ohuilapan.

Fandango. Pl aya Vicente, Veracruz. Manuel Polgar, 2017.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 37


L a s per l a s de l cr ista l

Cuenca del Papaloapan, Veracruz. Walter Reuter (1).

Palma, zacate y bejuco:


La techumbre vernácula en Sotavento
Mario Cruz Terán viviendas que se consideran provisionales, 100%
biodegradables, y a las que en nuestra cultura
Carol a Bl asche
hemos llamamos simplemente chozas. Chozas
Agustín Estrada de carrizo, de adobe enjarrado, de tablas de ma-
Francisco García Ranz dera... . Casas con grandes techos inclinados, de
Deborah Small gran pendiente, recubiertos de múltiples capas
traslapadas de hojas de palma real o de racimos
Sergio A. Vázquez Rodríguez de zacate colorado peinado, atados al armazón
Mariana Yampolsky del techo con bejuco. Un sistema de techo apa-
rentemente simple, pero ingenioso, que sólo co-
Arquitectura vernácula campesina, casas que se noce la gente del campo.
han construido y reconstruido desde tiempos
muy remotos, una línea continua que abarca mi- La palma y el zacate cumplen un ciclo expuesto
lenios, una sabiduría local íntimamente relacio- al abrasante sol, a los fuertes vientos y a las to-
nada con los materiales y recursos naturales de rrenciales lluvias. En el Sotavento es común reno-
cada lugar, y que sigue siendo la mejor alternati- var la cubierta de palma de una casa cada 10 ó 12
va sustentable en el mundo rural. Nos referimos años, los techos de zacate son más resistentes, se
concretamente a casas campesinas que muchas cambian cada 15 ó 16 años. La palma y el zacate
veces ni se registran en los censos de población; además de impermeables, son materiales vegeta-

38 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 L a s pe r l a s de l cr i sta l


Cuenca del Papaloapan, Veracruz. Walter Reuter. (1)

Hidalgotitl án, río Coatzacoalcos. Charles B. Waite, c. 1909.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 39


les muy térmicos: protegen mejor del frío, y son un techo. El techo es el elemento más importante
más frescos en los calores. Hoy en día esta forma y simbólico de una casa, sin duda juega un pa-
constructiva vernácula se conserva entre grupos pel primordial en nuestras vidas. Una casa con
indígenas de diferentes etnias asentadas, muchas techos a dos aguas es uno de los símbolos más po-
de ellas, en las “zonas de refugio” de la región. La deroso de abrigo. Hay techos que cumplen mejor
colectiva fotográfica aquí reunida, registra las ca- esa función, como propone Christopher Alexan-
sas de mazatecos y chinantecos al occidente de la der: el techo o techumbre sólo abriga si contiene,
cuenca del Papaloapan, de nahuas y mestizos de abraza, cubre y rodea el proceso de la vida.
Los Tuxtlas, y de nahuas y popolucas de la cuenca
del Coatzacoalcos, al sur de la región sotaventina. Esa cualidad la descubrimos en las imágenes que
integran esta colectiva fotográfica: en todos los
A través de la lente y las magníficas imágenes casos encontramos un sentimiento fundamental
de los diferentes fotógrafos aquí reunidos, des- de cobijo. Casas de las que muchas veces, a cierta
cubrimos, en todos los casos, casas cubiertas por distancia, sólo vemos sus tejados de palma o zaca-
techumbres a dos aguas, algunas veces de dimen- te que parecen cubrir a sus habitantes como una
siones imponentes, siempre generosas, en varie- gallina a sus polluelos, en perfecta armonía con
dad de formas y proporciones, y, como es carac- el entorno, como parte central de conmovedoras
terístico de la arquitectura vernácula indígena, imágenes del espíritu doméstico rural en sus for-
con ausencia de ventanas; en todo caso pocas y mas más sencillas.
pequeñas. Las casas más primitivas no son sino Los editor es

Usil a, Oax. Mariana Yampolsky, 1993. (2)

40 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 L a s pe r l a s de l cr i sta l


Usil a, Oax. Mariana Yampolsky, 1993. (2)

San Pedro Ixcatl án, Oax. Francisco García Ranz, 2009.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 41


San Pedro Ixcatl án, Oax., F. García Ranz, 2009.

Tuxtepec, Oax., F. García Ranz, 2009.

42 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 L a s pe r l a s de l cr i sta l


Isl a de Soyaltepec, Oax. Mario Cruz Terán, 20o5.

Isl a de Soyaltepec, Oax. Mario Cruz Terán, 20o5. Isl a de Soyaltepec, Oax. Mario Cruz Terán, 20o5.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 43


Isl a de Soyaltepec, Oax. Mario Cruz Terán, 2014.

44 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 L a s pe r l a s de l cr i sta l


Los Tuxtl as, Ver. Agustín Estrada, 1992.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 45


Los Tuxtl as, Ver. Deborah Small, 2009.

Los Tuxtl as, Ver. Carol a Bl asche, 2015.

46 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 L a s pe r l a s de l cr i sta l


Los Tuxtl as, Ver. Carol a Bl asche, 2014.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 47


Pa japan, Ver. F. García Ranz, 2009.

Cosoleacaque, Ver. Sergio A. Vázquez Rdez, 2014.

48 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 L a s pe r l a s de l cr i sta l


Cosoleacaque, Ver. Sergio A. Vázquez Rdez, 2014.

Cosoleacaque, Ver. Sergio A. Vázquez Rdez, 2014.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 49


Cosoleacaque, Ver. Mariana Yampolsky, 1993. (2)

Cosoleacaque, Ver. Sergio A. Vázquez Rdez, 2015.

50 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 L a s pe r l a s de l cr i sta l


Cosoleacaque, Ver. Mariana Yampolsky, 1993. (2)

Referencias
(1)
Vivienda Campesina en México. Valeria Prieto (Coord. General), 2ª ed.,
1994, Studio Beatrice Trueblood, S. Turismo, Sedesol, Infonavit, México.
(2)
The Traditional Architecture of México. Mariana Yampolsky, Chloë Sayer
textos, 1993, Thames and Hudson, Ltd, London.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 51


B on us t r ack

Antiguas voces de cedro


Memorias de Sotavento
Grabaciones de campo (1991 - 1997)

Wendy Cao Romero


Pro ducción Gener al

Gr abaciones de c amp o
Guillermo Pous Navarro
Pablo Flores Herrera
Wendy Cao Romero
Alec Dempster

Foto gr af ía
Agustín Estrada, Rodrigo Vázquez
Carola Blasche, S. Alberto Vázquez

Edición especial
Xalapa, Veracruz, 2015

E ntre los tambores de guerra


y l a vieja guardia veterana

Antiguas voces del cedro , Memorias de Sotavento, un


álbum de tres discos compactos, publicado en 2015
con textos de Wendy Cao Romero, nos entrega una
colección de 50 grabaciones de campo, sones jarochos
y entrevistas registradas entre 1991 y 1997 que incluye
Sones campesinos de l a región de Los
Tuxtl as, 1995.
y documenta a muchos de los músicos de la vieja guar-
dia, maestros músicos de sones y saberes, referentes
fundamentales de las nuevas generaciones de músicos
jarochos que se desarrollan y multiplican en las dos
últimas décadas del siglo X X.

El acervo está integrado por grabaciones de campo


asociadas a dos importantes trabajos publicados an-
teriormente: Sones campesinos de la Región de los Tux-
tlas (1995) y Las Voces de cedro (1997). (1) A pesar de
la importancia de ambos documentos sonoros, éstos
no fueron ampliamente conocidos por varias razones,
y una re-edición, en particular de Sones Campesinos,
había sido anhelada desde los inicios de los años 2000.
Sin embargo, la mitad de las grabaciones contenidas en
L as voces del cedro, 1997.

52 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 B on us t r ack


Antiguas voces son inéditas; se incluyen 9 graba- con sones jarochos: Los Utrera (Urtex UL 3002) y
ciones adicionales de 1995 (“bonus tracks”), no La Iguana (C orason CO 127). (3) En 1997, se publi-
incluidas originalmente en Las Voces de cedro, y can los discos CD, Son de Madera (Urtex UL 3003)
un tercer disco CD, Memorias de Sotavento, con y Mono Blanco y Stone Lips (Urtex UL 3004).
19 grabaciones más, también inéditas, realizadas
entre 1991 y 1997 por Wendy Cao Romero, Pa- Y no solamente el sonido cambió, de analógico
blo Flores y Alec Dempster; entre éstas se inclu- a digital, y sus formatos de reproducción y dis-
yen también entrevistas breves, con testimonios tribución. Es en esos años de fin de siglo, cuan-
de viva voz de algunos músicos. do muchos cambios empiezan a manifestarse
claramente, signos inequívocos de un antes y
Pero hagamos un recuento. Durante los años 80 un después contrastantes de cara al nuevo mi-
del siglo pasado, en los Encuentro de Jaraneros lenio, de una nueva generación de músicos, ya
de Tlacotalpan se dieron a conocer una canti- no enteramente campesina y una nueva socie-
dad de músicos rurales y campesinos, insospe- dad más digital. Antiguas voces también retrata
chados y sorprendentes. Sin embargo, las gra- y da testimonio de algunos de los nuevos grupos
baciones de campo de sones jarochos por parte emergentes (retoños) de Los Tuxtlas, como Cul-
de etnomusicólogos se detuvieron hacia 1984, (2) tivadores del Son y Los Utrera, integrados por
cuando ya la práctica musical iba en decadencia jóvenes músicos alrededor de los músicos maes-
y los fandangos campesinos, en muchos lugares, tros Juan Pólito Báxin, Juan Mixtega Baxin y
habían desaparecido 30 ó 40 años antes. Para los Esteban Utrera. Una diferencia de edad, entre
años 90, con el regreso del huapango ranchero y estas dos generaciones, posiblemente de más de
el despertar del son jarocho campesino, nace el 30 ó 40 años.
interés entre músicos e investigadores por docu-
mentar con mayor cuidado y registrar la música Pero Antiguas voces es una colección de graba-
y a los músicos en sus localidades, in-situ, a nivel ciones para desgranar, una madeja de hilos va-
de tierra, y no “en vivo” sobre templetes, a tra- rios que podemos ir deshaciendo, descubriendo
vés de micrófonos para “presentaciones” y bajo e identificando poco a poco; algunas hilos fuerte
ref lectores de luz. atados entre sí, otros sueltos. Un primer recuento
de los registros sonoros más notables y singulares
Así nace, como una iniciativa independiente, que contiene la colección reunida, nos lleva a las
primero el proyecto Sones Campesinos al que grabaciones de dos maestros guitarreros de leyen-
continuará Las voces del cedro, ambos proyec- da: Francisco “Chico” Hernández y Nefatlí “Talí”
tos íntimamente ligados. Dos trabajos similares Rodríguez. Son contadas las grabaciones que se
que de igual manera contribuyeron a la docu- conocen de don Chico, a quién se le considera
mentación sonora del son jarocho de los años 90 uno de los últimos y grandes maestros de la gui-
son los casetes Son de Santiago Vol. I y II (1997) tarra de son, así como de don Talí y su conjunto
y Homenaje a Los Juanitos (1998). Se trata tam- Flor de Caña (de Las Pitas) de quiénes se presen-
bién de trabajos poco conocidos. Y es que, por tan grabaciones inéditas. Antiguas voces nos en-
una parte, todos estos documentos sonoros pio- trega también registros de muchos de los grandes
neros nunca se re-editaron, tampoco tuvieron guitarreros de la época, dejando testimonios de
un gran tiraje y al momento de su publicación, Florentino Corro, Felix Báxin, Benito Jiménez
el formato de casete ya empezaba a ser obsoleto. Rodríguez, Delio Morales, José Palma, Juan Pó-
Coincidentemente, y como referencia, tenemos lito Baxin, Cirilo Promotor, Nazario Santos, Es-
que para 1996 aparecen los primeros discos CD teban Utrera, Andrés Vega Delfín y Juan Zapata.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 53


Dentro del acervo encontramos ejemplos musicales de
un numero importante de grupos campesinos, prin-
cipalmente de los municipios de Santiago Tuxtla y de
San Andrés Tuxtla, dando cuenta de la gran diversidad
musical dentro de la región, en donde quedan conteni-
dos muchos pequeños universos sonoros, pero también
recoge e incluye sones jarochos indígenas popolucas de
Santa Rosa Loma Larga (municipio de Hueyapan de
Ocampo), desconocidos prácticamente hasta entonces,
así como ejemplos de sones en estilo más llanero (Blan-
co de Nopalapan, Cañada, Pueblo Nuevo, Tlacotal-
pan), y ejemplos puntuales de músicos y estilos locales
Son de Santiago. Juan Zapata, José Palma e Isa ac registrados en Chacalapa, al sur, y en Playa Vicente, al
Quezadas. Agustín Estrada 1996. occidente de la región sotaventina.

Comencemos por mencionar a Los Soneros del Barrio


y su interpretación de El Ahualulco (Tilapan, 1993),
posiblemente la primera grabación del violín tuxteco
(Atanasio Martínez Ignot) en un ensamble tradicional.
Así también resultan valiosos los registros de los grupos
San Martín Sinapan de Felix Báxin, del dueto de Felix
y Arcadio Baxin, y de Los Cultivadores del Son con Juan
Pólito Báxin y Juan Mixtega Báxin, una grabación del
son El Borracho, también con violín.

Posiblemente una de las primeras grabaciones del nota-


ble grupo Son de Santiago de Juan Zapata, Jose Palma
e Isaac Quezadas, sea El Butaquito registrado en 1993,
Alma Jarocha. Benito Mexicano, Salomón Parra
y Nazario Santos. Agustín Estrada 1996.
un grupo emblemático de los años 80, representantes
de toda una época y de todo un estilo, acompañados
en esa ocasión del versador Raymundo Dominguez. In-
teresante es la “instantánea familiar” de Andrés Vega,
Tereso y Martha Vega, interpretando El Valedor regis-
trada ese mismo año, y resulta también importante la
inclusión de registros realizadas en 1996 del Grupo de
Playa Vicente, formado por José María Álvarez, el “Pa-
riente”, Higinio “Negro” Tadeo y Benito Jiménez, pi-
lares junto con don Chico Hernández de la música de
esa región.

Habrá que destacar la grabación del extraordinario gru-


po Alma Jarocha de Nazario Santos, Benito Mexicano,
Salomón y José Parra interpretando María Chuchena.
Sin duda uno de los grupos más extraordinarios y efica-
Leonardo Rascón. Agustín Estrada 1996.

54 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017 B on us t r ack


ces en un fandango.(4) Una de las joyas del acervo de Agustín Estrada, junto con la de otros nota-
es el registro de El Buscapiés interpretado por el bles fotógrafos como Rodrigo Vázquez, Carola
dueto del guitarrero Florentino “Tino” Corro y Blasche y S. Alberto Vázquez, que retratan a mu-
su hermano Guillermo con jarana y Jesús Sán- chos de los músicos que dan vida a Antiguas voces.
chez, cantador. Antiguas Voces incluye una nueva,
y también extraordinaria, grabación de Los Corro, No resulta exagerado considerar Antiguas voces
así como una entrevista con don Tino. del cedro, Memorias de Sotavento, la colección
de grabaciones de campo de son jarocho más im-
Un caso singular dentro de la tradición musical portante registrada en los años 90 del siglo XX .
lo es el notable músico de armónica Leonardo Invitamos a que conozcan esta obra sin duda fun-
Rascón, del que se incluyen varias grabaciones damental.
a dúo con Esteban Utrera y Ramón Gutiérrez, y L os e di tor es
con el conjunto de muchachones en aquel enton-
ces, integrado por Liche Oseguera, Tacho Utre- Notas
ra, Patricio Hidalgo, Darmacio Cobos y Ramón (1) Sones campesinos de la Región de los Tuxtlas, un ca-
Gutiérrez, captados in fraganti en 1993 con don sete publicado en 1995 con 14 grabaciones de campo
realizadas por Guillermo Pous, con textos de Ricardo
Leonardo. Cabe destacar que no fue sino hasta Pérez Montfort y Claudia Cao Romero; Las voces de
1997, cuando se publica La Bamba, interpretada cedro, un disco compacto publicado junto con el libro
por Delio Morales y Liche Oseguera, grabación La Puerta de Palo de Agustín Estrada en 1998, con 10
registros de campo grabados por Pablo Flores y Wendy
con la cual se empieza a documentar y se presenta Cao Romero, con textos de Ricardo Pérez Montfort.
una muestra de la forma y estilo de tocar la gui- (2) Lieberman hace sus últimas grabaciones en Veracruz
tarra grande vozarrona del sur de Veracruz, hasta en 1983, y Stanford hasta 1984.
(3) Este último con grabaciones de campo de Lieberman
entonces muy poco conocidos; ya cuando el ins- et al. registradas entre 1975 y 1983. Es contrastante
trumento había traspasado las fronteras regiona- el hecho de que en 1995 se publicara el casete Sones
les 15 años antes, y se había difundido y populari- Campesinos con las 1ras grabaciones de Los Utrera (re-
gistradas en 1993), y en 1996 aparezca el CD Los Utre-
zado fuertemente. Finalmente hay que reconocer ra (Urtex UL3002) con distribución mundial.
las entrevistas de Nazario Santos, Cirilo Promo- (4) Como lo demostró Alma Jarocha en más de una oca-
tor y Carlos Escribano contenidas en la colec- sión en los fandangos de las Fiestas de La Candelaria
de Tlacotalpan en los años 80 y principios de los 90.
ción, y desde luego la excelente obra fotográfica

Guillermo Corro. Agustín Estrada 1996. Florentino Corro. Agustín Estrada 1996.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 55


56 La m anta y la r aya número 6 / nov 2017
Colaboradores

revista número seis


A lvaro A lcántar a López
Historiador, promotor cultural, sonero.

R ubén Dar ío Á lvar ez


Cartagena, Colombia, 1965. Periodista. Es autor
de varios libros entre los que destacan Noticias de
un poco de gente que nadie conoce (Ed . Pluma de
Mompox, 2007); Crónicas de la región más invisi-
ble (Universidad de Cartagena 2010) y La fuga del
esplendor: conversación con la música cartagenera
de los 80 (Ed . Gente Nueva. 2014). Actualmente co-
labora en la UDC Radio, de la Universidad de Car-
tagena. También escribe semanalmente en el blog
“Que no se te salga el blog”, de la página web del
diario El Universal.

F r ancisco García R anz


Ingeniero civil, arquitecto, músico.

F élix Rodr íguez León


Licenciado en Etnomusicología por la UNAM ,
maestrante en Música por la Universidad de Cien-
cias y Artes de Chiapas ( UNICACH) . Profesor de
asignatura de la Escuela de Música de la Facultad
de Artes de la UNICACH , el Centro de Estudios
para el Arte y la Cultura de la Universidad Autó-
noma de Chiapas (UNACH) y Facultad de Huma-
nidades de la UNACH .


A ndr és Mor eno Nájer a
Jaranero, promotor cultural.

número 6 / nov 2017 La m anta y la r aya 57


núm. 6 noviembre 20 17

Agustín Estrada 1996.

w w w. l a ma nt a y l a raya .org

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