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núm. 6
Un i v e r s o s s o n o r o s e n d i á l o g o
noviembre 20 17
editor es
F rancisco García Ranz portada
Orquesta nativa, marimba.
A lvaro Alcántara López Guatemala 1930. Biblioteca
fotogr afía M anuel Polgar 37. Conmemorativa de Colón de la
Organización de Estados Ameri-
A gustín Estrada 45, 54, 55. D eborah Small 21 , 24, 46. canos (OEA).
M ario Cruz Terán 43, 44. A ndrés Moreno Nájera 36 .
C arola Blasche 46, 47. S ergio A. Vázquez Rdez (2-3), 14, 15, contraportada
F. García Ranz 18, 33, 34, 41, 42, 48. 20, 22, 48 -50. Leonardo Rascón, Agustín Es-
J osé Elías Nemer 17. M ariana Yampolsky 40, 41, 50, 51. trada, 1993.
E DITOR I A L ............................................................. 4
§ A segu n es y pa r ecer es
R ubén Darío Álvarez
C uando noviembre era todo el año ............ 7
§ Di j er a ust e d
A lvaro Alcántara López
D el agua, los verso y la poesía ................. 14
§ Pa los de ci ego
F élix Rodríguez León
Apuntes sobre la africanía
de la marimba ............................................... 26
.
§ R ecio y cl a r i to
Más de 40 Monos en Bellas Artes .................36
§ L a s per l a s de l cr ista l
P alma, zacate y bejuco.
La t echumbre vernácula en Sotavento .......38
§ Bon us t r ack
E ntre los tambores de guerra y
la guardia veterana
• Época 1, número seis, noviem- Sobre el album “Antiguas voces del cedro,
bre 2017. La Manta y La Raya, Memorias de Sotavento.” Wendy Cao Romero,
revista cuatrimestral Editores res- © La M a nta y L a R aya Producción general ................................................ 52
ponsables: AAL, FGR. Número de
Reserva en INDAUTOR: en trámi- R evista digital
te. Número de Certificado de Lici- de distribución gratuita
tud de Título: en trámite. Número
de Certificado de Licitud de Con- Hecha en México
tenido: en trámite. Domicilio: Bue-
navista Núm. 34 Barrio Los Reyes w w w. l a ma nt a y l a raya .org
Tepoztlán, 62520. Morelos, México.
Editorial
Un año más que transcurre ante nuestros A lo largo de estos años de editar la revista,
ojos. Y mientras eso sucede los editores de La en no pocas ocasiones nos hemos preg untado
Manta y La Raya deseamos a nuestros lec- sobre la viabilidad e impacto de este proyecto
tores que las futuras fiestas decembrinas para editorial y la recepción que puede tener en
despedir el 2017, lleg uen cargadas de salud y nuestra sociedad. Es decir, saber si hemos lo-
alegría. Este nuevo número, el seis, hace un grado que alg unas personas se tomen el tiem-
g uiño a la palabra y su capacidad de imaginar po para leer con calma los trabajos y ref lexio-
y crear el mundo. Es cierto que la velocidad de nes que con g usto nos hemos dado a la terea
la vida contemporánea y la urgencia con que de solicitar a los distintos colaboradores. La
se cruzan las comunicaciones en los nuevos respuesta a esta preg unta no siempre nos ha
dispositivos y tecnologías de la comunicación quedado muy clara, pero a propósito de este
han minado silenciosamente nuestra capaci- nuevo número, creemos que hasta donde
dad de disfrutar y gozar lo que se dice y el nuestras fuerzas den, debemos contribuir a
cómo se dice. No creemos que ante esta pesada construir espacios de ref lexión que ay uden a
realidad haya mucho qué hacer, si no es empe- construir horizontes de futuro en la vida so-
zando por decisiones individuales que quizá cial y cultural de este país.
terminen contagiando a otras personas, hasta
alcanzar un impacto social que haga sentir su
peso en la vida de colectividades enteras.
Quizá la mayor novedad de este número sea Con este número queremos sumarnos tam-
la apertura que hacemos a la poesía y a la bién a las felicitaciones para quienes han inte-
versada en el mundo jarocho. El tema era, en grado al grupo Monoblanco –y especialmen-
cierta medida, una deuda que teníamos con te a Gilberto Gutiérrez– , por el aniversario
tan importante aspecto de los complejos fes- cuarenta de la creación de este grupo señero
tivos y universos sonoros. Se trata apenas de del son jarocho veracruzano. La culminación
una exploración que, en cualquier caso, busca de los festejos por los cuarenta años del gru-
provocar en los lectores (y protagonistas de po Monoblanco ha sido un concierto en el
la cultura sotaventina) una ref lexión sobre lo Palacio de Bellas Artes. Esperamos que este
que en ese aspecto se ha hecho y se puede y acontecimiento, de la mayor trascendencia en
queda por hacer dentro de la tradición jaro- la vida cultural de nuestro país, encuentre in-
cha. El tan llevado y traído boom del son ja- numerables réplicas en los años venideros, ha-
rocho no debe desviar la mirada en torno a lo ciendo posible que un sin número de grupos
que creemos necesario: una revisión detenida de música popular y tradicional del país acce-
en materia de letrística de las nuevas compo- dan a espacios artísticos y culturales como el
siciones y los alcances poéticos de las nuevas antes dicho.
canciones y sones que se han realizado en los
años recientes; sopesar sus alcances y posibi- Dicho lo anterior, sólo queda agradecerles la
lidades, una vez que hemos convenido que la amabilidad de su lectura confiando disfruten
poética ha sido una de las banderas más enar- y les sea de provecho cada unos de los trabajos
boladas a l interior del mundo jarocho. que aquí presentamos.
Los Editores
A segunes y pareceres
Textua lidades e imag inarios a debate
D ijera usted
Los otros relatos de la memoria social
C uando noviembre
era todo el año modas. Es decir, se le puede escuchar a cualquier
hora de cualquier día del año, con la absoluta
seguridad de que seguirá transmitiendo la mis-
“El artista -en este caso el músico- ma alegría y sentimiento del mismo momento
debe procurar que su obra no tenga en que fue hecha.
fecha de vencimiento”.
Por eso esta lectura, más que una conferencia,
es un lamento que pregunta por las causas de
la subvaloración de esa música. Y no me refiero
Rubén Darío Álvarez tanto a los intérpretes y autores que acabo de
mencionar. No me quejo solamente contra las
Esta frase del cantante panameño Rubén Bla- emisoras que los desterraron. Mis querellas qui-
des me sirve para conceder un modesto elogio sieran tocar por igual, y a manera de defensa, a
a maestros de nuestra música folclórica como los músicos y compositores que siguen haciendo
Clímaco Sarmiento, Pedro Laza, Los gaiteros y ejecutando la música raizal del Caribe colom-
de San Jacinto, Rufo Garrido, Tony Zúñiga, Joe biano, sin que los medios masivos de comuni-
Arroyo, Antonio María Peñalosa Cervantes, Los cación les abran el espacio justiciero que antes
Corraleros de Majagual y otros no menos im- tenían. Mis preguntas quieren tocar también
portantes que alargarían esta lista, pero que sin al ciudadano raso que dejó de programar, cual-
duda alguna cumplen con la premisa que abre quier día del año, esa música en la intimidad de
este escrito: hicieron su música con tanto cora- su vivienda o en las reuniones familiares o co-
zón y mística que ella trasciende el tiempo y las munitarias.
Tal parece que tanto las emisoras como los mo- relegados a una fecha carnavalera, en lugar de
radores de nuestra Región Caribe se dejaron seguir compitiendo con cualesquiera de las pro-
convencer por los difusores de la música, quie- puestas musicales que se apoderaron de los hit
nes decretaron que nuestras melodías folclóricas parades de las estaciones radiales.
sólo deben producirse, programarse y escuchar-
se durante las fiestas novembrinas de Cartagena Pero entre esas víctimas sobrevivimos algunos
o en los carnavales de Barranquilla. inconformes, a quienes aún no nos convence el
argumento arbitrario de la música por épocas.
“Esa es música de noviembre” o “esa es música de Nos negamos a creer que para escuchar a Pablito
carnavales”, dicen los programadores de las emi- Flórez o a Etelvina Maldonado haya que esperar
soras cuando algún desprevenido músico folcló- a que transcurran diez u once meses, para de ese
rico les lleva su nueva producción discográfica. modo evitar las burlas y los cuestionamientos de
quienes terminaron enmarañados por este sofis-
“Oye, ¿estás jalando a noviembre?”, preguntan ma: “una mentira mil veces repetida termina
mis vecinos cuando, cualquier día del año, se me convirtiéndose en verdad”.
antoja poner en mi equipo de sonido un disco de
Pedro Laza, de Los Gaiteros de San Jacinto, de La única verdad que viene saliendo a f lote desde
Petrona Martínez o de Los Soneros de Gamero. hace años es que los grandes perjudicados con la
política de la programación musical por épocas
Como puede verse, entonces, todos (de una u son los productores, los intérpretes y los com-
otra forma) hemos terminado siendo víctimas positores de música folclórica, pues si antes se
de quienes decidieron, sin consultar con nadie, les veía en todos los eventos, reclamados por el
que nuestros fandangos, bullerengues, porros, público que escuchaba sus producciones en las
chandés, cumbias y berroches debían quedar emisoras, ahora les toca esperar hasta noviem-
bre y carnavales para que los contraten, si acaso negros, para blancos, para delincuentes o para
tuvieron la suerte de que un programador radial gente culta, cuando en realidad la música, venga
les hiciera la caridad de difundirles alguna nue- de donde venga, es todo un conocimiento cul-
va producción. tural que debe valorarse o descalificarse, según
el esfuerzo estético y literario de quien la crea”.
Porque es ese el otro perjuicio: las emisoras es-
peran el mes de noviembre para programar can- Más adelante, Benítez expresa:
ciones de cuarenta o cincuenta años atrás, como
si no hubiese músicos y compositores nuevos es- “Eso de clasificar la música por épocas ha re-
perando una buena oportunidad para exponer dundado en que los músicos folclóricos no
sus talentos en beneficio de la misma tradición nos preocupemos por tener una continuidad
folclórica de nuestro espectro Caribe. a nivel de organización y de producciones
discográficas, porque se piensa sólo en gra-
Yo estoy entre esos inconformes que no aceptan bar una canción o dos cuando llega el mes
las políticas sin fundamento lógico de las emiso- de agosto, a ver si corremos con la suerte de
ras. Por eso me lancé a preguntar por el origen y que las emisoras las acojan durante los prelu-
los efectos que ha producido el arrinconamiento dios novembrinos. De manera que el común
de la música raizal hacia los últimos días del año. de la gente supone que contratar a un gru-
El folclorista Édgar Benítez me contó lo si- po folclórico cuesta menos, porque no tiene
guiente: “El efecto que ha producido esa políti- algo pegado en las emisoras, tal como suenan
ca se ve en las instituciones educativas, en don- los grupos de champeta, reguetón o vallena-
de a los niños les enseñan la música folclórica to. Ese mismo músico, por no tener trabajo
como un pasatiempo y no como otra posibilidad continuo, nunca dispone de dinero para pa-
de realización profesional. Entonces, el efecto gar en una emisora, como sí lo pueden hacer
subsiguiente consiste en que, desde pequeños, otros géneros. Desde enero hasta agosto le
esos mismos estudiantes se dedican a dividir toca incursionar en otras tendencias musi-
la producción fonográfica en música para vie- cales, cantarles a los turistas o marcharse a
jos, para jóvenes, para pobres, para ricos, para otras ciudades en donde sí lo valoren”.
te creo que está en la política cultural y edu- Tomemos por caso el long play Fiesta y corraleja
cativa del gobierno respecto a ver la música vol. 1, de Pedro Laza y sus pelayeros, que terminó
como un patrimonio y su necesaria difusión convertido en algo así como la banda sonora de
en los pensum escolares. Otro elemento del las fiestas novembrinas de Cartagena, pero no
debate es pensar en una campaña de re-e- porque hubiese sido concebido pensando en ese
ducación de esta materia a través de medios certamen, sino porque la disquera Fuentes lo pu-
digitales y nuevas formas de comunicación, blicó en diciembre, entre 1954 y 1955; es decir, en
como son las redes sociales. Definitivamen- el preámbulo de los carnavales de Barranquilla.
te, creo también que la investigación aca-
démica y rigurosa resulta crucial, pues es De modo que los cartageneros que se gozaron
medular tratar de entender lo que significa esa producción en la capital del Atlántico, la
un fenómeno musical de la tradición coste- compraron y la trajeron a Cartagena, en donde
ña, de una envergadura bárbara en tiempo y comenzó pegándose desde el mes de abril y se
espacio. No obstante la envergadura, su des- afianzó en las fiestas de noviembre.
conocimiento generalizado amenaza con el
olvido, tal y como ha ocurrido con tantos El otro aspecto curioso radica en que los nom-
elementos patrimoniales”. bres de los cortes que integran el citado LP nada
tienen que ver con fiestas novembrinas o carna-
Hablando de las canciones que, desde hace 40 vales barranquilleros: “El mochilero”, “El zo-
ó 50 años se programan durante las fiestas no- rro”, “Pie pelúo”, “Mi aguinaldo”, “Sin breque”,
vembrinas, me llama la atención que la mayo- “El guarumo”, “El guayuyo”, “El chivo mono”,
ría, pese a su innegable espíritu carnestoléndico, “El iguano”, “El barraquete”, y “La papera”, que
muy poco o nada hablan de Cartagena o de no- eran nombres de toros o de haciendas de los de-
viembre. partamentos de Córdoba y Sucre, pues, como lo
indica el título del long play, éste, desde el prin-
Recuerdo haber escuchado, a inicios de los día una poesía popular de alto valor, que hacía
años noventa, una exaltada prédica de quienes aún más interesante cultural y estéticamente
integraban las nacientes agrupaciones profe- al son jarocho.
sionales de son jarocho, afirmando que los
versos que se cantaban en los sones iban más Aquel argumento no sólo era planteado por los
allá del estereotipo de versos “picantes”, chus- distintos grupos de son jarocho “tradicional” –
cos o groseros, que los conjuntos jarochos que tal era la etiqueta que se empleaba en aquel en-
tocaban en centros de recreación social, salo- tonces para diferenciarse del otro son jarocho
nes de baile, clubes nocturnos, cantinas o res- que hacían los grupos que acompañaban a los
taurantes habían empezado a fijar en el ima- ballets folklóricos– sino que fue apuntalado y
ginario social de nuestro país desde mediados documentado por una serie de artículos de in-
del siglo X X . La idea que se defendía entonces vestigación y divulgación, escritos en la década
iba más allá: sostenía que la lírica que se can- de los años noventa por Antonio García de León
taba en los distintos sones jarochos abrevaba y R icardo Pérez Montfort, autores a los que con
en las mejores tradiciones poéticas del siglo el correr de los años se sumaron nombres como
de oro español, el barroco novohispano y el los de Alfredo Delgado Calderón, Ana Santos
siglo X I X ; por tanto, en el son jarocho resi- o Caterina Camastra, por citar sólo a algunos.
Algunos años más tarde, ya bien instalado en ción el son El Fandanguito, incluido en el
el correr del nuevo siglo y milenio, volví a to- disco Sones de Veracruz y que nos fijáramos
parme con esta idea en el magnífico relato de en el jaraneo y canto de Antonio García de
Juan Pascoe, titulado La Mona. Allí Pascoe León. (1)
comparte su experiencia de haber “redescu-
bierto” al son jarocho, tras haber escuchado, a Tras haber escuchado aquella grabación la
sugerencia de Adrián Nieto, el son de El Fan- opinión de Juan Pascoe en torno al son jaro-
danguito, incluido en el ya clásico disco del cho cambió. Aquel disco se volvió, según sus
INAH Sones de Veracruz. propias palabras, “en una obsesión” y aunque
las piezas eran, en general, las mismas que ya
Sabía del son jarocho lo que se escuchaba en conocía y valoraba bastante poco, en aquel fo-
el disco del Ballet Folklórico de México, o nograma había reconocido una manera y acti-
como música de anuncio en algunos anun- tud “completamente distintas” de interpretar
cios radiofónicos, o como música de charola los sones jarochos. “El Fandanguito” ejecutado
en un gran restaurante de Tlalpan. De las por Antonio García de León, –anotó Pascoe–
músicas regionales que comenzaba a iden- trascendía la literatura gauchesca, la de Jorge
tificar, ésta era la que menos me atraía. Se Luis Borges o la nueva trova latinoamericana,
me hacía repetitiva, plagada de simpáticos tradiciones éstas poético - musicales con la que
chistes fáciles, autocomplaciente: no obser- se encontraba bastante familiarizado.
vaba en ella la gracia y la refinada poesía an-
tigua de los sones jarochos, ni el vigor ni la La idea del alto valor poético de la versada que
sorpresa musical de los sones de Michoacán. se canta en el son jarocho no ha dejado de estar
Pero Adrián Nieto me dijo que para conocer presente en los discursos pronunciados desde
el nuevo rumbo que podía tomar la nueva
música mexicana escucháramos con aten- Juan Pascoe, La Mona, México, Universidad Veracruzana,
(1)
los distintos entornos sociales que hoy conf lu- La aparición o reedición de recopilaciones de
yen en el mundo jarocho, aún cuando en oca- versada jarocha fue también un aliciente para
siones me ha parecido que los ejemplos utiliza- este proceso de recuperación de la poesía. Im-
dos no siempre han sido los mejores. posible no mencionar al vuelo Sones y cantares
jarochos de Humberto Aguirre Tinoco, La ver-
En la puesta en valor de la dimensión poética sada de Arcadio Hidalgo, Soy como peje en marea
de la lírica popular jarocha resulta imposible o El hilo de mis sentidos; dejando para otra oca-
no evocar aquí la presencia del grupo Chu- sión el recuento de trabajos provenientes direc-
chumbé desde mediados de los años noventa, tamente del mundo académico. La proliferación,
particularmente por el trabajo desarrollado en en la década de los años noventa, de grabaciones
este aspecto por Patricio Hidalgo y Zenén Ze- de grupos de son jarocho, tanto en casettes o
ferino. La importancia creciente que adquirió disco compacto, ayudó a socializar muchos ver-
el performance poético en las actuaciones de sos grabados en estudio por los grupos y que
este grupo, contribuyó enormemente no sólo empezaron a repetirse canónicamente en los
a visibilizar la fuerza poética de la versada, fandangos y tocados por aquí y por allá acompa-
sino también a trazar un horizonte de creación ñando los sones en los cuales habían sido graba-
poética a futuro que refrescara las temáticas, dos. Los efectos didácticos en materia de versos,
convicciones y sensibilidades de la música ja- de discos como Al primer canto del Gallo y Sin
rocha. Proceso, hay también que decirlo, en tener que decir nada de Monoblanco, Antiguos
que agrupaciones como Monoblanco, Siquisirí, sones jarochos de Zacamandú, Caramba niño de
Tacoteno, Los Parientes de Playa Vicente (en- Chuchumbé o el disco homónimo (el primero de
cabezados por los hermanos Ramírez) o Son hecho) del grupo Son de Madera dejaron bien
de Madera venían haciendo fuertes contribu- claro que era importante saber qué versos cantar
ciones o aproximaciones dignas de tomarse en y que los aprendices jaraneros debían ocupar un
cuenta. tiempo significativo de su aprendizaje a fortale-
cer el conocimiento de las estructuras poéticas Un repaso a los piezas musicales de nueva crea-
y a conocer el espíritu y color de los versos que ción de grupos de son jarocho o cercanos al son
se podían cantar. Pero es justo decir que el afor- jarocho que han gozado de mayor aceptación
tunado encuentro de los integrantes del grupo entre el público, durante los últimos 15 años
Monoblanco con Arcadio Hidalgo había revela- (nos siempre sones; de hecho cada vez más bajo
do a los entonces jóvenes de aquel grupo la fuer- el formato de “canciones”) permiten reconocer
za y poderío de la palabra y la poesía rimada en que se tratan de 1) nuevas versiones de sones ya
la tradición jarocha. Este aprendizaje quedaría conocidos a las que se ha cambiado la rítmica; 2)
plasmado en el cuidado puesto en la versada que estribillos contagiosos en ritmos binarios acom-
apareció en los discos del grupo y, a lo largo del pañados por versos de larga data y ya grabados
tiempo, ha sido reforzado por los vínculos en- (sextetas, quintillas o décimas); 3) Pese a los
tre Monoblanco y el Taller Martín Pescador del contextos sociales cambiantes del país, la predo-
afamado impresor antiguo Juan Pascoe, tam- minancia de versos que aluden al entorno natu-
bién miembro fundador del grupo. ral, la vida campirana, la f lora y la fauna; 4) ver-
sos “patrimonialistas” que exaltan las bellezas
La creciente popularización de un nuevo tipo de los lugares pero no las contradicciones socio
de composición en el entorno del mundo jaro- económicas o violencia social de esos mismos
cho, al que en otro lugar he denominado bala- espacios; 5) excepcionalmente, piezas de nueva
da – son, ha contribuido a generar, de muchas creación que han empezado a experimentar con
maneras, una confusión mayúscula entre la con- estructuras poéticas y de composición musical
dición o aspiración poética de la versada jaro- que vale la pena dar seguimiento.
cha hasta convertirla en sinónimo de versos “de
amor”, que en no pocas ocasiones rayan en los ¿Se encuentra la versada jarocha de reciente crea-
cursi. ción en una crisis de la que aun no es capaz de
darse cuenta? ¿Cuáles son los temas, caracterís-
ticas y figuraciones de esta versada? ¿Está la ver- abanico de espejos creativos en los cuales obser-
sada jarocha de nueva creación cumpliendo con var(se) al trabajo poético de Patricio Hidalgo,
cierto compromiso histórico de narrar y recrear pero pensando en aquellas composiciones que
los escenarios sociales, sensibilidades, contra- en los últimos años ha hecho para ser interpre-
dicciones o expectativas de la vida cotidiana del tados como boleros y congas y no tanto sones
país y del mundo en general? ¿Qué ha sido de las jarochos –aunque quizá esto se deba más a mi
pretensiones poéticas que hace algunas décadas desconocimiento.
llamaron la atención de unas y otros, al encon-
trar en la versada jarocha maneras “novedosa- Lo cierto es que las observaciones o críticas
mente antiguas” o “nostálgicamente refrescan- que podrían hacerse al estado actual de la ver-
tes” de narrar la vida, de ficcionar la realidad? sada de reciente creación podrían extenderse a
Tengo la impresión que algunas de las respues- la parte musical. Los logros y éxitos del movi-
tas o alternativas a estas inquietudes personalí- miento jaranero en general y de algunos grupos
simas (sic) pueden encontrarse en las propuestas en particular quizá sólo han llevado a postergar
de músicos y agrupaciones que no pertenecen una ref lexión profunda sobre la calidad artísti-
en sentido estricto a la comunidad jaranera. Los ca, estética y capacidad de comunicar emocio-
esfuerzos de compositores como David Haro o nes en lo que se está haciendo y lo que se quiere
Rafael Campos; de poetas/escritores como Sa- seguir haciendo desde la tradición jarocha. El
muel Aguilera, Fernando Guadarrama y Alfre- hecho que tras cuarenta años y al menos tres
do Delgado; o de agrupaciones como Los Aguas generaciones de soneras y soneros jarochos los
Aguas podrían ser motivo de estudio, análisis índices de escolaridad, las condiciones de vida
y ref lexión, al respecto de la clase de letras que o laborales dentro del mundo de la música no
se han empezado a proponer para cantar en los hayan cambiado demasiado en todo este tiempo
sones o canciones (no siempre son versos con tendrían que obligarnos a ref lexionar con serie-
rima y métrica fijos). Incluyo también en este dad y profundidad a dónde estamos llevando a
Queremos compartir con todos ustedes esta cación con las distintas tradiciones escritas
ensa lada de poesía a distintas voces. Si hasta del mundo, de las que –por cierto– nunca ha
ahora La M anta y La R aya ha dado poco estado desvinculada. Los esfuerzos creativos
espacio a la poesía (y a la literatura), en este de las nuevas generaciones que se encuentran
número queremos ay udar a la difusión del ligadas a las distintas tradiciones musicales
trabajo creativo de poetas de distintas latitu- y festivas de nuestro país, puede y debe po-
des, generaciones y propuestas. La selección tenciarse en el conocimiento y estudio de las
hecha es por demás aleatoria y no represen- distintas formas poéticas del mundo, tanto
tan más que el g usto de los editores. Estamos del presente como del pasado. Confiamos
convencidos que las posibilidades estéticas que disfruten esta pequeña muestra y los mo-
del mundo de la oralidad debe seg uir enri- tive conocer más ampliamente el trabajo de
queciéndose al fortalecer puentes de comuni- las y los poetas aquí incluidos.
S oy de ma r y de monta ña , Tra ig o sa ng re a me st i z a d a
soy de ca fé y de ma í z , de i nd io, neg ro y e spa ñol ,
teng o a bier ta la ra í z , y tod a la lu z del sol
soy de a ma ra nto y de ca ña , en e st a sa ng re me z cla d a ,
soy de Mé x ico y de E spa ña , que hoy e s f ie st a en la en ra ma d a
soy n ieto de i nd ios y moros , de m i suelo a mer ica no,
soy el ja g ua r, soy los toros , como la C eiba en el l la no
ca r ib e y med iter rá neo, con su s ra íce s prof u nd a s ,
y a mo el verde momentá neo a sí se na ce y se f u nd a
de u na pa r va d a de loros . m i pueblo vera cr u z a no.
Dedicatoria y agradecimientos
Este trabajo va dedicado a cada uno de los cuachi- (*) Texto publicado anteriormente en la revista Artes de
la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNI-
chiketl de Texquitote entre cuyos nombres figu- CACH): Rodríguez León, Félix. Apuntes sobre la afri-
ran: Abel Plácido, Adolfo Quirino, Arturo Ortiz, canía de la marimba en Chiapas. Artes, [S.l.], v. 5, n.
Benja 1, p. 68-73, 2011.
No creo exagerado pensar que el pasado lunes rizontes musicales quedaron al descubierto. Así
30 de octubre, allá en Bellas Artes, todo mundo los monos blancos aprendiendo que la orquesta
salió ganando. No me refiero a qué tan compla- sinfónica es un organismo musical complejo,
cida quedó la audiencia, sino a qué tan sorpren- un leviatán que necesita, a pesar de las restric-
didos quedaron los músicos (sinfónicos, monos ciones que impone el sindicato de músicos, de
blancos y anacrúsax), bailarines, zapateadores un director para nadar en los grandes mares,
y versadores, reunidos en una propuesta artís- así como de arreglistas sinfónicos, en este caso,
tica musical compleja y ambiciosa: un estreno conocedores de los sones jarochos. Los músicos
mundial de pronóstico reservado; una fórmula sinfónicos pudieron percatarse que el 6/8 no
química que parecía difícil de balancear. empieza y termina con el Huapango de Monca-
yo y que el fraseo del son de La Guacamaya va
Sin embargo, y a pesar de las limitaciones (so- sincopado (fraseos y rítmicas sesquiálteras en
lamente hubo un ensayo general previo), ahí 6/8 que las orquestas juveniles venezolanas ma-
todos aprendieron algo de todos, la apuesta fue nejan de maravilla), mientras los monos blan-
exitosa y sobre todo, nuevas posibilidades y ho- cos hicieron lo suyo, guiados por un director
Duelo de
En una ocasión en la comunidad de A xochio
verseros se celebraba una boda donde se casaba la hija
de uno de los principa les del rancho con un
joven de otra comunidad vecina, en la cua l el
A ntonio Xolio Bustamante, nacido en la C . Presidente Municipa l, Sr. A ntonio Xolio
comunidad de Ohui lapan, f ue a lca lde de Bustamante, era el padrino. Como era cos-
nuestro pueblo de 1933 a 1937 y de los pocos tumbre en aquel los tiempos, l legaron músi-
a lca ldes provenientes de la comunidad cam- cos y bailadores de otras rancherias ya que
pesina . La comunidad más pequeña de nues- era una boda importante para la comunidad.
tro municipio l leva su nombre. Todo era un mar de gente.
El sig uiente relato lo contó don Ig nacio Co- La fiesta se desarrol laba como toda fiesta de
ba xin hace unos treinta años, Don Nacho esos tiempos: en la mesa de banquetes los re-
f ue jaranero y cantador. Era la década de los cién casados, los padres, embajadores y pa-
treinta y la música de jarana era lo que reina- drinos. En medio del patio la tarima y a lre-
ba en las rancherías. Había muchos músicos dedor de la tarima las mesas de los invitados
y cantadores y bai ladores ni se diga . y familiares.
Isl a de Soyaltepec, Oax. Mario Cruz Terán, 20o5. Isl a de Soyaltepec, Oax. Mario Cruz Terán, 20o5.
Referencias
(1)
Vivienda Campesina en México. Valeria Prieto (Coord. General), 2ª ed.,
1994, Studio Beatrice Trueblood, S. Turismo, Sedesol, Infonavit, México.
(2)
The Traditional Architecture of México. Mariana Yampolsky, Chloë Sayer
textos, 1993, Thames and Hudson, Ltd, London.
Gr abaciones de c amp o
Guillermo Pous Navarro
Pablo Flores Herrera
Wendy Cao Romero
Alec Dempster
Foto gr af ía
Agustín Estrada, Rodrigo Vázquez
Carola Blasche, S. Alberto Vázquez
Edición especial
Xalapa, Veracruz, 2015
Guillermo Corro. Agustín Estrada 1996. Florentino Corro. Agustín Estrada 1996.
A ndr és Mor eno Nájer a
Jaranero, promotor cultural.
w w w. l a ma nt a y l a raya .org