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UNIDAD 1. EL SABER FILOSÓFICO.


1. La filosofía y otros saberes.
1.1. Qué es un saber. Diversidad de saberes.
El ser humano tiene dos tipos de necesidades. Unas las tiene como ser vivo (vive en el mundo natural) y otras
como participante del mundo de la representación (vive en el mundo de la cultura y el lenguaje). Como ser de la
naturaleza utiliza otros seres para satisfacer necesidades. Pero como ser de cultura tiene otras necesidades que no
puede satisfacer de la misma manera que las naturales.
Al hombre no le basta con subsistir. Para vivir el hombre necesita saber de qué va la vida, dotarla de sentido.
Buscamos alcanzar otros objetivos, que están más allá de los naturales, y que no terminamos de conseguir, como son
la felicidad o la bondad.
Tenemos la necesidad de sentir que alguien nos quiere o nos entiende. También necesitamos pensar que
somos coherentes, que actuamos de acuerdo con lo que pensamos y queremos, y no de modo incomprensible o con-
tradictorio. No basta con que nos aprecien, es necesario que nosotros mismos nos entendamos, nos aceptemos, aunque
sea un poco. Necesitamos encontrar un sentido a nuestra / la vida. Podemos decir que algo tiene sentido o no si encaja,
o no, en nuestros proyectos.
Y otra cosa nos pasa y es tan habitual que no nos percatamos de ella. Necesitamos saber que hacemos las
cosas, el porqué y el para qué. Siempre estamos pensando en el presente, el pasado y el futuro.
Desde el siglo XIX, se ha insistido en lo peculiar de lo humano. El animal nace acabado, programado; posee
pautas de conducta heredadas y es capaz de algunos aprendizajes. El ser humano es un ser abierto, es un hacerse,
porque es un ser de carencias, y por eso un permanente proyecto.
Para satisfacer sus necesidades el hombre elabora saberes. Un saber es, en sentido amplio, un conjunto de
estrategias e instrumentos de los que nos valemos para adaptarnos al medio, transformarlo y usarlo. En sentido es-
tricto un saber es un conjunto de proposiciones verdaderas que podemos decir sobre un tema.
La filosofía es un determinado saber, aunque no cualquier saber es un saber filosófico. La opinión, las cien-
cias particulares también son saberes, pero con ellas no alcanzamos un saber filosófico. Para conocerlo, distingamos
entre:
1º El saber que es opinión del saber que es ciencia.
2º El saber científico del saber filosófico.
La opinión y la ciencia son saberes en su sentido estricto, pero la opinión es un mero asentimiento a esas
proposiciones. En cambio, alguien posee ciencia si puede demostrar esas proposiciones por sí mismo. Por lo tanto,
la diferencia se halla en el sujeto que enuncia la proposición. La misma proposición puede ser ciencia u opinión, para
dos personas distintas. Es ciencia si puede demostrarla por sí misma. Es opinión si lo considera verdadero.
Pero es imposible comprobar por nosotros mismos todo. En las ciencias particulares no importa que nuestro
conocimiento sea opinión porque:
1. Estudian temas que ocupan un lugar secundario en nuestra vida.
2. Quienes las cultivan están de acuerdo en casi todo.
En filosofía la opinión carece de valor, porque es preciso comprobar por uno mismo todo aquello que se
afirma y porque en filosofía no se cumplen 1 y 2. Por otra parte, la filosofía se ocupa de otro tipo de cuestiones que
la diferencian de la ciencia:
1. Cuestiones que nos afectan más profundamente que las tratadas por las ciencias particulares.
2. Existe una pluralidad de soluciones ante los mismos problemas.
1.2. Filosofía y ciencia.
Filosofía y ciencia están construidas como instrumentos más precisos para explicar (filosofía y ciencia) y
transformar (ciencia y sus aplicaciones técnicas y tecnológicas) la realidad. Surgen por insatisfacción ante las expli-
caciones míticas y religiosas, y surgen como explicaciones racionales. Según algunas explicaciones se han ido ha-
ciendo más precisas se desligan de la filosofía y se convierten en ciencia. Así ocurre con el despegue de la ciencia
moderna con Galileo y Newton.
Ambas son saberes racionales y sistemáticos que buscan una explicación total y rigurosa de la realidad. Pero
se diferencian esencialmente en la metodología, tal escisión se produce en la Edad Moderna. La ciencia conoce la
realidad mediante el método experimental, pero la filosofía, aunque tiene en cuenta las aportaciones de la ciencia, no
produce todo su conocimiento de manera experimental. La filosofía es reflexión y no experimentación, por ello puede
intentar la integración de distintos saberes.
El filósofo y el científico coinciden en el espíritu de búsqueda, pero se diferencian en que el científico se
especializa en un objeto y en el método que emplea, además incide en encontrar resultados, respuestas. El filósofo se
centra en la búsqueda insatisfecha y en la pregunta, le caracteriza la insatisfacción ante la respuesta.
El científico puede explicar de qué trata su ciencia, en cambio el filósofo tiene una respuesta problemática a
la pregunta de qué es filosofía. Es difícil señalar cuál es su objeto, pues su objeto es todo, la realidad en su sentido
más amplio.
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1.3. Filosofía y religión.
La religión coincide en algo con la mitología y con la filosofía en cuanto que da una explicación de la totali-
dad, aunque su sentido fundamental es salvar al ser humano de una situación mejorable. El ser humano debe llevar a
cabo unas actividades que lo religan a la divinidad y alcanzar la salvación en una vida posterior. Este sentido salvífico
trascendente la filosofía no lo tiene, ésta puede ayudar a comprender y a vivir mejor, pero lo suyo es crear problemas.
La religión se manifiesta como un conjunto de verdades que han sido reveladas por la divinidad, en cambio
la filosofía pretende alcanzar la verdad mediante el uso exclusivo de la razón.
Religión y filosofía proponen modelos de vida y aquí sí puede haber coincidencia en las aportaciones morales
y éticas. En esta dimensión práctica pretenden enseñar a llevar una vida buena, por ello aportan preceptos de cómo
actuar. También coinciden en compartir problemas y soluciones en cuestiones como el sentido de la existencia, la
existencia de Dios o la trascendencia del ser humano. Pero la filosofía no puede alcanzar, por ejemplo, el concepto
de la Trinidad.

2. Especificidad del saber filosófico.


Etimológicamente el término “filosofía” significa amor a la sabiduría, tendencia a la sabiduría. El filósofo es
consciente de su carencia de saber e inicia su búsqueda activa a partir de la admiración y el extrañamiento. Esa
búsqueda dinámica del porqué de las cosas es la filosofía. Los ejemplos más claros de esta definición los encontramos
en los filósofos presocráticos, en Sócrates, en Platón y Aristóteles.
La filosofía es un saber que tiene las siguientes características:
a) Es una actividad racional. Se fundamenta en argumentaciones lógicas, hechos, experiencias de la realidad
humana y natural. Parte de la experiencia que muestra hechos y busca mediante la razón el porqué de esos hechos.
De todas maneras, ha habido propuestas que afirman lo contrario de lo que acabamos de señalar como es el
caso del irracionalismo de Friedrich Nietzsche (XIX).
b) Reflexiona sobre el conocimiento, esto quiere decir que reflexiona sobre la forma de conocer en general,
el conocimiento científico, la verdad, los criterios de certeza y el lenguaje.
c) Es un saber radical, sin límites a las preguntas.
d) Es un saber crítico puesto que no da nada por supuesto, cuestiona la tradición o el mismo sentido común.
e) Es sistemático ya que sus afirmaciones deben estar relacionadas y jerarquizadas formando un sistema sin
incoherencias.
f) Es un saber de la totalidad y de las relaciones dentro de esa totalidad. Su objeto abarca toda la realidad no
partes de ella. Sin ser una ciencia particular o cualquier otro saber, se sirve de todos ellos para dar una visión de
conjunto del ser humano en una época y en una sociedad concreta.
g) Según Bertrand Russel (XX) la filosofía se ocupa de lo que queda oscuro, de lo que todavía no es objeto
de una ciencia particular, es la concepción residual de la filosofía.

3. Ramas de la filosofía.
Aunque la filosofía tiene la pretensión de dar una explicación de la totalidad con el paso del tiempo se ha ido
especializando en diversas ramas según el objeto y la perspectiva con la que lo trata.
La metafísica (ontología) se ocupa de la realidad como un todo, de las características de la realidad indepen-
dientemente de cómo ésta se manifieste.
La lógica estudia la forma correcta de los argumentos y establece cuándo un razonamiento está bien cons-
truido y es, por lo tanto, válido.
La gnoseología o teoría del conocimiento estudia el conocimiento humano, su origen, posibilidad y límites.
La epistemología estudia el conocimiento científico por ello puede utilizarse como sinónimo la expresión
filosofía de la ciencia. En la actualidad el término “epistemología” tiende a sustituir al de “gnoseología”.
La antropología filosófica reflexiona acerca de qué es el ser humano y su lugar en el universo.
La estética se ocupa del arte y de la belleza en general. Como disciplina filosófica específica tiene un origen
relativamente reciente pues surge en el siglo XVIII.
La ética tiene por objeto la moral, estudia las normas morales, su fundamento, validez y universalidad. Aun-
que también tiene una tarea normativa cuando intenta establecer, por ejemplo, qué son el bien o la felicidad.
La metafísica, la ontología, la lógica, la gnoseología, la epistemología y la antropología filosófica pueden
forman parte de la filosofía teórica, pues tratan acerca de cómo es el mundo y cómo lo conocemos. Tienen la aspi-
ración de explicar la totalidad (como pretendieron Demócrito, Platón, Santo Tomás de Aquino, René Descartes,
Immanuel Kant) o de una parcela de la realidad, como puede ser el lenguaje o el conocimiento (sería el caso de
Bertrand Russell).
Las restantes ramas forman parte de la filosofía práctica, en cuanto que abordan temas sobre cómo vivir en
el mundo, en cuanto que pretenden ser una guía para la vida. En esta tarea podemos destacar a Epicuro, Séneca,
Michel de Montaigne, Tomás Moro, Sören Kierkegaard, Friedrich Nietzsche, Jean-Paul Sartre.
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La filosofía por su carácter interdisciplinario se ocupa también de la validez, características y fundamenta-
ción de otras disciplinas. Por ello podemos ver que existen la filosofía del lenguaje, la filosofía del derecho, filoso-
fía política, la filosofía de la historia o la filosofía de la cultura.

4. La filosofía y su historia.
En las ciencias particulares, su propia historia tal vez no sea parte del saber científico. En filosofía sí ocurre
que la historia de la filosofía forma parte de la filosofía.
El origen de la filosofía se explica tanto desde un punto de vista tanto antropológico como histórico. Antro-
pológico porque partimos de que el hombre es el único ser que ha desarrollado el pensamiento y el lenguaje, ¿por
qué? En primer lugar, por su precariedad biológica: es débil y está poco adaptado; por ello ha tenido que desarrollar
su inteligencia y de ese desarrollo surge el pensamiento que es la capacidad de reflexionar sobre las cosas, represen-
tarse mentalmente la realidad. Gracias a esto, el hombre llega a dominar el medio y transformarlo. De manera que el
medio del hombre no es la naturaleza, sino la cultura. En segundo lugar, por su propia conducta. La conducta animal
es instintiva: cada estímulo o necesidad vital tiene una única respuesta, surge de forma innata e inmediata. No piensa
cuál es mejor. En la conducta humana, el papel del instinto es insignificante. La conducta humana requiere pensar,
elegir, representarse opciones posibles. Por ello se ha dicho que el pensamiento es una característica biológica del
ser humano, y, con el tiempo, del pensamiento ha surgido la filosofía, como otras manifestaciones culturales: religión,
arte, técnica.
El punto de vista histórico viene explicado a continuación.
EDAD ANTIGUA.
La filosofía nace en un momento y lugar determinados: en Grecia en el siglo VI a.C. Grecia se encontraba
entonces en un momento de expansión colonial y comercial. La bonanza económica permite el surgimiento de un
grupo de personas que tiene tiempo libre, tiempo para poder pensar de manera autónoma en cuanto les rodea. El
desarrollo del comercio trae el conocimiento de otros pueblos, y ello el relativismo cultural, es decir, se comprueba
que cada cultura explica el mundo de una manera, y que las verdades sobre la vida y la religión dependen del lugar
y el contexto. Así que algunos, los primeros filósofos, se plantean qué método de los que hay es el más acertado para
alcanzar la verdad, y si no lo es ninguno, entonces habrá que buscar alguno que los sea. Al tiempo, esta nueva pers-
pectiva suponía una forma de dominio sobre las demás culturas: se inicia la era del poder de la razón.
El método buscado y encontrado es aceptar como verdadero sólo aquello que puede demostrarse que lo es,
es decir, que tenga un fundamento objetivo y que esté bien argumentado (que tenga una estructura lógica y racional).
Esto es lo que llamamos filosofía.
Entonces se produce el paso del mito al logos.
El mito es un conjunto de narraciones cuyos protagonistas son dioses, o fuerzas naturales divinizadas, que
intenta explicar la realidad. El término logos tiene dos acepciones. Una consiste en significar el lenguaje, la otra
consiste en significar pensamiento, razón. Por lo que logos puede traducirse por “pensamiento lógico basado en
razones y argumentos”.
Veamos las características del mito y del logos.
Según el mito la causa de lo que ocurre en el mundo es sobrenatural: son dioses o fuerzas naturales divini-
zadas; los fenómenos naturales ocurren arbitrariamente, por voluntad de un ser superior, por ello son explicados a
partir de un principio ajeno y exterior a la naturaleza; el mito es producto de la imaginación y la tradición; lo afirmado
por el mito no se pueden demostrar, pues se basa en la autoridad de un ser superior.
Para el logos las causas de lo real son naturales, y por ello hay que buscarlas en la naturaleza; los fenómenos
naturales ocurren por necesidad, es decir, porque así lo exige su propia naturaleza, según reglas o principios internos
que se pueden descubrir; el logos es producto del razonamiento y la investigación, del diálogo y la opinión contras-
tada; las afirmaciones del logos son demostrables, pues se basan en razones y argumentos.
Ambos tienen en común el intento de explicar el origen del Universo y la realidad en su conjunto. También
tuvieron en común la forma de comunicarse pues los primeros filósofos, hasta Platón incluido, utilizaron mitos,
leyendas y alegorías.
Los presocráticos se preguntan por el principio (arjé) de la naturaleza (physis), el origen y causa de todo lo
que hay, que es lo mismo que aquello de lo cual todo está compuesto y explica sus cambios. Es una pregunta radical
que todavía sigue formulada. Superan la mitología, pues explican la naturaleza a partir de ella misma. El primer
filósofo es Tales de Mileto, quien plantea una solución monista cuando afirma que el arjé es el agua. Otro pensador
presocrático es Demócrito quien propone una respuesta pluralista, al afirmar que el arjé son los átomos.
Otros pensadores buscan el arjé en algo más abstracto. Así Pitágoras ve que muchos comportamientos de la
naturaleza pueden ser explicados matemáticamente, y concluye que el arjé son los números. Heráclito de Éfeso,
afirma que hay una ley que lo gobierna todo. Esta ley expresa que todo cambia y nada permanece, todo está en
constante devenir.
Parménides, considera que hay dos vías de conocimiento. La vía de la verdad, que conduce a lo que es, a lo
que no cambia, al ser; y la vía de la opinión (doxa), que tiene por objeto lo que cambia, lo que no es, el no ser. Así
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queda establecida la primera fisura en la totalidad, en la realidad: el mundo sensible (mundo físico) que no es
racional y es el reino del no ser, y el mundo de la razón, que es el objeto del verdadero conocimiento, el mundo de
las leyes inmutables. Pero ambos son necesarios para el hombre, que vive en el mundo sensible y posee una naturaleza
racional.
Con los sofistas y Sócrates cambia el centro de atención, que pasa de la naturaleza al hombre. En el ambiente
democrático de Atenas, ahora la pregunta es por el ser humano y los valores y normas de la convivencia. Este cambio
es conocido como el giro antropológico. La reflexión sobre el hombre y sociedad se produce por el escepticismo ante
la multitud de respuestas de los presocráticos y el cambio político hacia la democracia.
Los sofistas y Sócrates se plantean temas comunes como la educación (política) y el origen y legitimación
de las normas. Pero aportan soluciones distintas.
Los sofistas defienden el relativismo moral. Esta postura queda expresa con Protágoras cuando afirma que
el hombre es la medida de todas las cosas. Y también sostienen el convencionalismo legal que es consecuencia de lo
anterior: las leyes surgen de la convivencia en un momento dado, por lo que pueden cambiar si cambia el contexto
en el que se desarrolla esa convivencia.
Sócrates (V a.C.), en cambio, postula el objetivismo moral y que las leyes surgen para preservar y garantizar
valores objetivos ya determinados. Esta idea será importante para los ilustrados (XVIII) y para defender una ética
universal en el XX.
Platón (V-IV a.C.) busca con su teoría de las ideas un fundamento para aquella pregunta por la convivencia
y lo encuentra en la idea de Bien. Es el primero que aporta un sistema completo que explica la realidad como totalidad.
Aristóteles (IV a.C.) continúa con la concepción de la filosofía como un saber sobre la totalidad; un saber
que está al final y por ello al principio de todo saber.
Durante el Helenismo (a partir de finales del siglo IV a.C.) se produce la escisión entre filosofía y ciencia.
La primera se centra en cuestiones éticas, de razón práctica. Estoicismo y epicureísmo se caracterizan por su desin-
terés por la filosofía como saber teórico, están centradas en la ética y en definir el ideal de vida del sabio. En este
contexto aparece el cristianismo como saber de salvación. Es un momento importante porque nuestra cultura es fruto
de la filosofía griega y el cristianismo.
EDAD MEDIA.
Durante la Edad Media las relaciones entre la filosofía y la ciencia mantienen una situación semejante a la
que había durante la mayor parte de la Antigüedad, es decir, no se diferencia entre ellas. Durante esta etapa (con el
dominio de las religiones monoteístas como el cristianismo y el islamismo) el saber se convierte en teología. La
filosofía es el conocimiento de la causa primera y última de todo, Dios. La filosofía queda reducida a “esclava”
(ancilla) de la teología pues sirve para hacer racional el conocimiento de Dios. La verdad se entiende ahora como la
palabra revelada por Dios a través de los textos sagrados. La filosofía tiene la función de hacer comprensible esta
revelación. La filosofía medieval cristiana se divide en dos grandes periodos: la Patrística y la Escolástica.
La Patrística tiene sus orígenes en los primeros siglos del cristianismo y alcanza hasta el siglo VIII. A lo
largo de este periodo se formulan los dogmas de la religión cristiana. Buena parte de estos autores pretenden armo-
nizar la razón y la fe como es el caso de San Agustín de Hipona.
La Escolástica se inicia en el siglo VIII y llega hasta el siglo XIV. La tarea fundamental es lograr la síntesis
entre razón (filosofía) y fe (teología) y se produce en el sistema de Santo Tomás de Aquino (XIII). Durante esta
etapa es fundamental la aportación de los filósofos judíos (Maimónides) y musulmanes (Averroes). Con Guillermo
de Occam (XIV) se inicia la crisis de la Escolástica y la transición a la Edad Moderna en cuanto que afirma la
separación entre razón y fe: las verdades de fe están fuera del alcance de la razón. Así la filosofía (ciencia) tendrá su
campo y la teología el suyo.
EDAD MODERNA.
En el Renacimiento, siglos XV y XVI, se afirma el conocimiento de la Antigüedad como base para alcanzar
la excelencia del ser humano. Supone una vuelta de la razón y cultura clásicas. Es fundamental en este momento el
inicio y desarrollo de la revolución científica con Nicolás Copérnico (XV-XVI), Johannes Kepler (XVI-XVII), Ga-
lileo Galilei (XVI-XVII) e Isaac Newton (XVII-XVIII). Galileo sintetiza la nueva ciencia: útil, matematizable y
experimental. Por ello es el padre de la ciencia moderna. Ahora sí se separan definitivamente filosofía y ciencia. La
ciencia experimental que toma como modelo la física y como método el hipotético-deductivo. La filosofía se ocupa
de aquellos campos que quedan fuera, fundamentalmente los que se refieren al hombre: moral, psicología, política,
arte; aunque todavía mantiene la consideración de ciencia primera y universal.

El siglo XVII.
La revolución científica abre la modernidad y determina que la mayor parte de las investigaciones filosóficas
giren en torno al conocimiento, su origen y sus límites. El racionalismo afirma que la única fuente segura de cono-
cimiento son la razón y su contenido, las ideas, frente a la inseguridad de lo aportado por los sentidos. Es normal que
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se considere a las matemáticas como la ciencia modelo. Su fundador y autor más importante es René Descartes
(XVII).
El empirismo, que también se desarrollará durante el siglo XVIII, surge en Gran Bretaña. Su característica
fundamental es la afirmación de que el conocimiento tiene como única fuente la experiencia sensible. La ciencia que
servirá de modelo es la física y los autores más importantes son John Locke (XVII) y David Hume (XVIII).
El siglo XVIII.
La Ilustración se caracteriza por la fe en la razón como instrumento para conocer y transformar la realidad y por
afirmar que la ciencia es el principal instrumento para conocer y dominar la realidad natural. Surgen ideas que han
servido de motor hasta la actualidad como el liberalismo, la democracia, y la idea de progreso. En este siglo se
produce la síntesis del racionalismo y el empirismo con el pensamiento de Immanuel Kant (1724-1804).
EDAD CONTEMPORÁNEA.
El siglo XIX es el siglo de la Revolución Industrial, del desarrollo del sistema capitalista y del ascenso de la
burguesía. La ciencia se acerca cada vez más a la técnica.
Continúa la separación entre ciencia y filosofía; aunque ahora el criterio de la experimentación es casi el
único para establecer qué es ciencia. Por lo tanto, ya no se considera a la filosofía como ciencia y hasta se cuestiona
su papel en la historia. Estas son las ideas del positivismo, filosofía propia de la revolución industrial, junto con el
utilitarismo. El máximo representante del positivismo es Auguste Comte, quien enunció la ley de los tres estados:
el pensamiento humano ha pasado por tres estados sucesivos y que se excluyen mutuamente. Son el teológico (pre-
dominan explicaciones mitológicas), metafísico (explicaciones filosóficas) y positivo (científico) superior a los an-
teriores y el último que se inicia en su época.
Aparecen las llamadas ciencias humanas o ciencias sociales: psicología, sociología, antropología. Surgen a
partir de lo que le había quedado a la filosofía, el tema del hombre. Parece que la filosofía se queda sin contenido
específico.
Buena parte de las corrientes contemporáneas abandonan o desconfían de la razón. Así surgen los filósofos
de la sospecha, y el objeto de esa sospecha es la razón. Representativos son Karl Marx, Friedrich Nietzsche y
Sigmund Freud. Se proponen destapar las condiciones ocultas de la existencia humana. Marx se fija en las condi-
ciones económicas, Nietzsche critica la cultura occidental como un prolongado error que ha ocultado la auténtica
naturaleza del hombre y Freud desvela los mecanismos ocultos de la psicología humana. Los tres han tenido enorme
influencia en el XX.
El socialismo marxista y el anarquismo son críticas y alternativas al modelo económico y social capitalista.
En el caso Friedrich Nietzsche la crítica se extiende a toda la cultura y tradición occidentales.
En el siglo XX el modelo positivista del saber persiste, aunque en últimas décadas del siglo sufre importantes
críticas. El positivismo continúa con el neopositivismo pues se mantiene el protagonismo de la ciencia. La filosofía
neopositivista tiene por temas la ciencia y el lenguaje. Al fin y al cabo el lenguaje es el vehículo de transmisión del
pensamiento (conocimiento), y también del científico. Autores importantes de esta corriente son Bertrand Russell,
Ludwig Wittgenstein y Karl Popper. Para estos autores los enunciados, para ser científicos, deben expresar algo
que pueda contrastarse con la experiencia. Los que no cumplen con esta condición, son pseudoenunciados. La filo-
sofía queda con un papel de revisión del lenguaje científico.
La fenomenología, cuyo fundador y máximo representante es Edmund Husserl (XIX-XX) surge como
reacción al cientifismo del XIX y le caracteriza el considerar que la filosofía debe ser un análisis de la realidad
fenoménica (no la realidad física y cuantificable de la que se ocupan las ciencias particulares), esto es, de los fenó-
menos que se muestran a la conciencia. Esto supone poner al sujeto, al yo, en el centro del conocimiento.
La hermenéutica se origina en el ámbito de las ciencias humanas. Afirma que los ámbitos de lo humano no
pueden conocerse mediante una descripción objetiva, sino que requieren una comprensión o interpretación subjetiva
desde el presente y buscando relaciones en el contexto en que haya surgido lo estudiado.
Las guerras mundiales propician la aparición del existencialismo (afirma la libertad y el desamparo del ser
humano) y la explotación del hombre anima el desarrollo del marxismo. Dentro de la tradición marxista destaca la
Escuela de Francfort que sintetiza, para complementarlas mutuamente, las ideas de Freud y Marx (freudomarxismo)
para liberar al hombre tanto en el plano objetivo como en el subjetivo. El objeto de su crítica es todo aquello que
deshumaniza nuestra sociedad, todo aquello que conduce a la alienación.

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