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Las primeras calderas industriales fueron las calderas pirotubulares, que actualmente se utilizan para
presiones de hasta 30 bares, temperaturas de hasta 300ºC (vapor sobrecalentado) y una producción de
hasta 55 t/h de vapor, con uno o dos hogares dependiendo de la potencia, según se indica en la
normativa Europea EN12953.
Más tarde, aparecieron las calderas acuotubulares, para superar los límites de potencia y presión de las
pirotubulares habiéndose conseguido presiones de hasta 350 bar, 600ºC y producciones de hasta 2.000
t/h. Este tipo de calderas se fabrican de acuerdo con la normativa Europea EN12952. Dentro del grupo
de calderas acuotubulares, para pequeñas producciones, se encuentran las llamadas calderas de vapor
rápido o de serpentín, que gracias al pequeño volumen de agua permiten obtener vapor en muy poco
tiempo.
A excepción de algunos casos obvios, según la potencia o presión de vapor necesarios, hay discusiones
históricas sobre qué tipo de caldera es el ideal. No obstante, para esta cuestión no existe una única
respuesta y se tiene que estudiar cada proyecto independientemente. Generalmente, las calderas
pirotubulares permiten, gracias a la cámara interior de vapor y al volumen de agua, una gran estabilidad
ante las fluctuaciones de carga y presión de los procesos industriales. Por otro lado, las calderas
acuotubulares permiten adaptarse mejor a consumos puntuales o esporádicos gracias al reducido
contenido de agua.
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Generador de vapor rápido con tres pasos de humos, para una producción más rápida y eficiente de
vapor saturado, gracias a su gran superficie de calefacción y reducido volumen de agua.