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EL SUICIDA

Enrique Anderson Imbert

Al pie de la Biblia abierta –donde estaba señalado en rojo el versiculo que lo explicaria todo–
alineo las cartas: a su mujer, al juez, a los amigos. Despues bebio el veneno y se acosto.

Nada. A la hora se levanto y miro el frasco. Si, era el veneno.

¡Estaba tan seguro! Recargo la dosis y bebio otro vaso. Se acosto de nuevo. Otra hora. No moria.
Entonces disparo su revolver contra la sien. ¿Que broma era esa? Alguien -¿pero quien,
cuando?- alguien le habia cambiado el veneno por agua, las balas por cartuchos de fogueo.
Disparo contra la sien las otras cuatro balas. Inutil. Cerro la Biblia, recogio las cartas y salio del
cuarto en momentos en que el dueño del hotel, mucamos y curiosos acudian alarmados por el
estruendo de los cinco estampidos.

Al llegar a su casa se encontro con su mujer envenenada y con sus cinco hijos en el suelo, cada
uno con un balazo en la sien.

Tomo el cuchillo de la cocina, se desnudo el vientre y se fue dando cuchilladas. La hoja se hundia
en las carnes blandas y luego salia limpia como del agua. Las carnes recobraban su lisitud como
el agua despues que le pescan el pez.

Se derramo nafta en la ropa y los fosforos se apagaban chirriando.

Corrio hacia el balcon y antes de tirarse pudo ver en la calle el tendal de hombres y mujeres
desangrandose por los vientres acuchillados, entre las llamas de la ciudad incendiada.
EL ESPEJO CHINO

Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidio que
no se olvidase de traerle un peine.

Despues de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunio con unos compañeros, y


bebieron y lo celebraron largamente. Despues, un poco confuso, en el momento de regresar, se
acordo de que su mujer le habia pedido algo, pero ¿que era? No lo podia recordar. Entonces
compro en una tienda para mujeres lo primero que le llamo la atencion: un espejo. Y regreso al
pueblo.

Entrego el regalo a su mujer y se marcho a trabajar sus campos. La mujer se miro en el espejo
y comenzo a llorar desconsoladamente. La madre le pregunto la razon de aquellas lagrimas.
La mujer le dio el espejo y le dijo:

-Mi marido ha traido a otra mujer, joven y hermosa.

La madre cogio el espejo, lo miro y le dijo a su hija:

-No tienes de que preocuparte, es una vieja.


FIESTA DE DISFRACES
Woody Allen

Les voy a contar una historia que les parecera increible. Una vez cace un alce. Me fui de caceria
a los bosques de Nueva York y cace un alce.

Asi que lo asegure sobre el parachoques de mi automovil y emprendi el regreso a casa por la
carretera oeste. Pero lo que yo no sabia era que la bala no le habia penetrado en la cabeza; solo
le habia rozado el craneo y lo habia dejado inconsciente.

Justo cuando estaba cruzando el tunel el alce se desperto. Asi que estaba conduciendo con un
alce vivo en el parachoques, y el alce hizo señal de girar. Y en el estado de New York hay una
ley que prohibe llevar un alce vivo en el parachoques los martes, jueves y sabados. Me entro un
miedo tremendo…

Dieron las doce de la noche y empezaron a repartir los premios a los mejores disfraces. El primer
premio fue para los Berkowitz, un matrimonio disfrazado de alce. El alce quedo segundo. ¡Eso le
sento fatal! El alce y los Berkowitz cruzaron sus astas en la sala de estar y quedaron todos
inconscientes. Yo me dije: Esta es la mia. Me lleve al alce, lo ate sobre el parachoques y sali
rapidamente hacia el bosque. Pero… me habia llevado a los Berkowitz. Asi que estaba
conduciendo con una pareja de judios en el parachoques. Y en el estado de Nueva York hay una
ley que los martes, los jueves y muy especialmente los sabados…

A la mañana siguiente, los Berkowitz despertaron en medio del bosque disfrazados de alce. Al
señor Berkowitz lo cazaron, lo disecaron y lo colocaron como trofeo en el Jockey club de Nueva
York. Pero les salio el tiro por la culata, porque es un club en donde no se admiten judios.

Regreso solo a casa. Son las dos de la madrugada y la oscuridad es total. En la mitad del
vestibulo de mi edificio me encuentro con un hombre de Neanderthal. Con el arco superciliar y
los nudillos velludos. Creo que aprendio a andar erguido aquella misma mañana. Habia acudido
a mi domicilio en busca del secreto del fuego. Un morador de los arboles a las dos de la mañana
en mi vestibulo.

Me quite el reloj y lo hice pendular ante sus ojos: los objetos brillantes los apaciguan. Se lo comio.
Se me acerco y comenzo un zapateado sobre mi traquea. Rapidamente, recurri a un viejo truco
de los indios navajos que consiste en suplicar y chillar.
LOS BARBAROS
Pedro Ugarte

Nosotros, los barbaros, viviamos en las montañas, en cuevas humedas y oscuras, comiendo
bayas, robando huevos de los nidos y apretandonos los unos contra los otros cuando la noche
se hacia insufrible.

Era cierto que, a veces, un tremolo sordo nos llamaba. Temerosos, descendiamos por el bosque
hasta ver el camino que habian construido los hombres del poblado, y veiamos las caravanas,
los ricos carruajes, los soldados de brillantes corazas. Y era tanto el odio y la envidia y la rabia,
que precipitabamos sobre ellos gruesas piedras (eran nuestra unica arma) y escapabamos antes
de que nos alcanzaran sus dardos.

A veces, en lo mas sombrio e intrincado del bosque, aparecian hombres del poblado que gritaban
y agitaban los brazos. Se acercaban y nos ofrecian inutiles objetos. Acariciaban a los niños y,
con gestos, trataban de enseñarnos alguna cosa, pero eso nos ofendia, y bastaba que uno de
los nuestros gruñera para que todos nos abalanzaramos sobre ellos y destrozaramos sus
artilugios y los despedazaramos. Los hombres que venian a nuestro encuentro no eran, ademas,
como los soldados; eran infelices que se dejaban atropellar, que lloraban si rompiamos sus cajas
de finas hojas llenas de signos apretados. De los soldados saliamos huyendo, pero a aquellos
viejos que venian en son de paz podiamos atarlos a los arboles y torturarlos sin peligro.
Babeando, danzabamos delante de ellos, les aplicabamos brasas candentes, los ofreciamos al
hambre de nuestras mujeres y de los niños que colgaban de sus pechos.

Sin embargo, a veces, disciplinados ejercitos de soldados avanzaban geometricamente sobre el


bosque. Nosotros chillabamos, les lanzabamos piedras, les mostrabamos las bocas desdentadas
con el gesto de amenaza que veiamos poner a los perros, pero ellos se desplegaban, y
capturaban a algunos de los nuestros, y los lanceaban, y los demas solo podiamos retroceder,
adentrarnos mas en el bosque, ocultarnos en lo mas espeso, en lo mas inhospito de sus
profundidades.

Ahora ya casi todo el bosque es suyo. Rebeldes, rabiosos, ascendemos por las montañas
mientras ellos extienden sus poblados, sus caminos empedrados, sus obedientes animales.
Debemos retirarnos cada vez mas, hasta aterirnos de frio en estas cumbres de nieve donde nada
vive, donde nada hay que les pueda ser util. Aqui nos apretamos, diezmados, cada vez mas
hambrientos, incapaces de comprender como son tan habiles para aplicarse sobre el cuerpo
finas pieles, de donde sacan sus afiladas armas.

En las montañas, luchamos por sobrevivir frente a los osos y la lluvia. Vagamos en busca de
comida, aunque cada vez es mas dificil evitar a los hombres del poblado, los hombres sabios,
los que tanto odiamos.

Ellos creen que no pensamos, pero se equivocan. Bastaria que vieran nuestras uñas rotas de
escarbar la tierra, nuestra mirada agria e intolerante, nuestra rabia; bastaria eso para que al fin
se dieran cuenta de que tambien sabemos preguntarnos por que la victoria ha de ser suya.
TE QUIERO A LAS DIEZ DE LA MAÑANA…
Jaime Sabines

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del dia. Te quiero con toda mi alma
y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres,
cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tu piensas en la comida o en el trabajo diario, o
en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que
guardo para mi.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estas hecha para mi, que de algun
modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro
lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tu vienes toda entera a mi
encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo
te digo que tengo hambre o sueño.

Todos los dias te quiero y te odio irremediablemente. Y hay dias tambien, hay horas, en que no
te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me
preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya
ves. ¿Quien podria quererte menos que yo, amor mio?
AVISO
Salvador Elizondo

La isla prodigiosa surgio en el horizonte como una cratera colmada de lirios y de rosas. Hacia el
mediodia comence a escuchar las notas inquietantes de aquel canto magico.

Habia desoido los prudentes consejos de la diosa y deseaba con toda mi alma descender alli. No
selle con panal los laberintos de mis orejas ni deje que mis esforzados compañeros me amarraran
al mastil.

Hice virar hacia la isla y pronto pude distinguir sus voces con toda claridad. No decian nada;
solamente cantaban. Sus cuerpos relucientes se nos mostraban como una presa magnifica.

Entonces decidi saltar sobre la borda y nadar hasta la playa.

Y yo, oh dioses, que he bajado a las cavernas del Hades y que he cruzado el campo de asfodelos
dos veces, me vi deparado a este destino de un viaje lleno de peligros.

Cuando desperte en brazos de aquellos seres que el deseo habia hecho aparecer tantas veces
de este lado de mis parpados durante las largas vigias del asedio, era presa del mas agudo
espanto. Lance un grito afilado como una jabalina.

Oh dioses, yo que iba dispuesto a naufragar en un jardin de delicias, cambie libertad y patria por
el prestigio de la isla infame y legendaria.

Sabedlo, navegantes: el canto de las sirenas es estupido y monotono, su conversacion aburrida


e incesante; sus cuerpos estan cubiertos de escamas, erizados de algas y sargazo. Su carne
huele a pescado.
FIN DE BAILE
Miguel Angel Hurtado

Acaban de bajar las luces del salon de baile. La banda comienza a tocar la ultima cancion: una
balada. Siempre odie la musica lenta, pero esta significa “te quiero”, y hay poco mas que decir.

Nunca unos ojos me habian mirado asi. Nunca habia sentido mi cuerpo vibrar a cada nota, ni mis
ojos mirar mas fijos a algo.

Estas notas que envenenan el aire me han henchido el pecho, hiriendo mi alma de muerte. Me
noto temblar cuando nuestras manos se unen, y sus enormes ojos azules se clavan como
preciosas aristas de poliedros de amor en mi mente, en mi corazon, en mi recuerdo.

Mientras, suavemente, el cantante me demuestra que todo lo que ocurre es real, y por ello,
estrecho mi lazo, atenazando mis brazos a su espalda, acercando su pecho al mio. Noto su
respirar entrecortado en mi entrecortado respirar, y entre medias nuestros pechos, golpeados
por nuestro revolucionado corazon. Solo quiero que el pianista lea mi mente, y toque para
siempre esta melodia, mientras hago de mis labios una extension de sus labios. Cierro los ojos
para soñar que este momento es una poesia en nuestros oidos o el sabor del azucar glase del
dulce mas lindo del mundo.

Cuando abro los ojos veo los suyos mirandome, pero tienen veinte años mas. No existe el salon
de baile, solo queda en nuestro recuerdo. Y la cancion suena en nuestras cabezas,
recordandonos cada dia cuanto nos queremos, y que lo que una vez fue sueño permanece siendo
realidad.
EL NIÑO LADRON Y SU MADRE
Esopo

Un niño robaba en la escuela los libros de sus compañeros y, como si tal cosa fuese buena, se
los llevaba a su madre, quien, en vez de corregirlo, aprobaba su mala accion.

En otra ocasion robo un reloj que asimismo entrego a su madre. Ella tambien acepto el robo. Asi
pasaron los años y el joven se transformo en un ladron peligroso.

Mas un dia, cogido en el momento de robar, le esposaron las manos a la espalda y lo condujeron
a la carcel, mientras su madre lo seguia, golpeandose el pecho. El ladron llamo a su madre para
decirle algo al oido, pero al acercarse el hijo, de un mordisco, le arranco el lobulo de la oreja.

Recriminando la madre su accion, le dijo:

–¡No conforme con tus delitos, terminas por herir a tu propia madre!

A lo cual el hijo replico:

–Si la primera vez que te lleve los libros que robe en la escuela me hubieras corregido, hoy no
me encontraria en esta lamentable situacion.
EL TILO
Luis Mateo Diez

Un hombre llamado Mortal vino a la aldea de Cimares y le dijo al primer niño que encontro: avisa
al viejo mas viejo de la aldea, dile que hay un forastero que necesita hablar urgentemente con
el.

Corrio el niño a casa del Viejo Arcino que, como bien sabia todo el mundo en Cimares, tenia mas
edad que nadie. Hay un forastero que le quiere hablar con mucha urgencia, dijo el niño al Viejo.
Las prisas del que las tiene suyas son, la edad que yo tengo me la gane viviendo con calma, si
quiere esperar que espere.

El hombre daba vueltas alrededor de un tilo muy grande que habia en la entrada del pueblo.
Cuando volvio el niño y le dijo lo que le habia comentado el Viejo Arcino, estaba muy nervioso.

Es poco el tiempo que queda, musito contrariado, una docena mas de vueltas al arbol y termina
el plazo.

El niño le miraba aturdido, el hombre le acaricio la cabeza: lo que menos vale de la edad de un
hombre es la infancia, dijo, porque es lo que primero acaba. Luego viene la juventud, siguio
diciendo mientras volvia a dar vueltas, y nada hay mas vano que las ilusiones que en ella se
fraguan. El hombre maduro empieza a sospechar que al hacerse mas sabio, mas se acerca a la
muerte, entendiendo que la muerte sabe mas que nadie y siempre sale ganando. De la vejez
nada puedo decir que no se sepa.

El Viejo Arcino llego cuando el hombre estaba a punto de dar la docena de vueltas.

¿Se puede saber lo que usted desea, y cual es la razon de tanta prisa?…, le requirio.

Soy Mortal, dijo el hombre, apoyandose exhausto en el tronco del tilo.

Todos los somos, dijo el Viejo Arcino. Mortal no es un nombre, Mortal es una condicion.

¿Y aun asi, aunque de una condicion se trate, seria usted capaz de abrazarme?…, inquirio el
hombre.

Prefiero besar a ese niño que darle un abrazo a un forastero, pero si de esa manera queda
tranquilo, no me negare. No es raro que llamandose de ese modo ande por el mundo como alma
en pena.

Se abrazaron bajo el tilo.

Mortal de muerte y mortandad, musito el hombre al oido del Viejo Arcino. El que no lo entiende
de esta manera lleva las de perder. La encomienda que traigo no es otra que la que mi nombre
indica. No hay mas plazo, la edad esta reñida con la eternidad.

¿Tanta prisa tenias…? inquirio el Viejo, sintiendo que la vida se le iba por los brazos y las manos,
de modo que el hombre apenas podia sujetarlo. No te quejes que son pocos los que viven tanto.

No me quejo de que hayas venido a por mi, me conduelo del engaño con que lo hiciste, y de ver
asustado a ese pobre niño…
LA PALOMITA DE LA PATITA DE CERA
Cuento popular de Nicaragua

A una palomita se le quebro y cayo la patita y un angel del cielo le puso otra de cera, pero, cuando
se apoyo sobre una piedra recalentada por el sol, a la palomita se le derritio la patita.
-Piedra, ¿tan valiente eres que derrites mi patita?

Y la piedra respondio:
-Mas valiente es el sol que me calienta a mi.

Entonces la palomita se fue donde el sol para preguntarle:


-Sol, ¿tan valiente eres que calientas la piedra, la piedra que derritio mi patita?

Y el sol respondio:
-Mas valiente es la nube que me tapa a mi.

Volo la palomita a preguntarle a la nube:


-Nube, ¿tan valiente eres que tapas el sol, el sol que calienta la piedra, la piedra que derritio mi
patita?

Y la nube dijo:
-Mas valiente es el viento que me aventa a mi.

Por lo que se fue la palomita a preguntarle al viento:


-Viento, ¿tan valiente eres que aventais la nube, la nube que tapa el sol, el sol que calienta la
piedra, la piedra que derritio mi patita?

Y el viento respondio:
-Mas valiente es la pared que se resiste a mi.

A la pared la palomita le pregunto:


-Pared, ¿tan valiente eres que resistes al viento, al viento que aventa la nube, la nube que tapa
el sol, el sol que calienta la piedra, la piedra que derritio mi patita?

Y la pared respondio:
-Mas valiente es el raton que me hace hoyos a mi.

Y la palomita busco al raton para hacerle la correspondiente pregunta; el raton respondio que era
mas valiente el gato que se lo comia a el; el gato, que era mas valiente el perro que lo hacia huir;
el perro, que era mas valiente el hombre que lo sometia a su dominio; y el hombre dijo que el
mas valiente era Dios que dominaba todas las criaturas del universo.

Y cuando oyo esto la palomita, se fue a buscar a Dios para alabarlo y bendecirlo; y Dios, que
ama a todas sus criaturas, hasta a la mas chiquita, acaricio a la palomita, y con solo quererlo le
puso una patita nueva con huesecito, pellejito, uñitas y todo. Y se acabo, pon, pon.
EL VERDUGO WANG LUNG
Una vieja historia china

Durante el reinado del segundo emperador de la dinastia Ming vivia un verdugo llamado Wang
Lun. Era un maestro en su arte y su fama se extendia por todas las provincias del imperio. En
aquellos dias las ejecuciones eran frecuentes y a veces habia que decapitar a quince o veinte
personas en una sola sesion. Wang Lung tenia la costumbre de esperar al pie del patibulo con
una sonrisa amable, silbando alguna melodia agradable, mientras ocultaba tras la espalda su
espada curva para decapitar al condenado con un rapido movimiento cuando este subia al
patibulo.

Este Wang Lung tenia una sola ambicion en su vida, pero su realizacion le costo cincuenta años
de intensos esfuerzos. Su ambicion era decapitar a un condenado con un mandoble tan rapido
que, de acuerdo con las leyes de la inercia, la cabeza de la victima quedara plantada sobre el
tronco, asi como queda un plato sobre la mesa cuando se retira repentinamente el mantel.

El gran dia de Wang Lung llego por fin cuando ya tenia setenta y ocho años. Ese dia memorable
tuvo que despachar de este mundo a dieciseis personas para que se reunieran con las sombras
de sus antepasados. Como de costumbre se encontraba al pie del patibulo y ya habian rodado
por el polvo once cabezas rapadas, impulsadas por su inimitable mandoble de maestro. Su triunfo
coincidio con el duodecimo condenado. Cuando el hombre comenzo a subir los escalones del
patibulo, la espada de Wang Lung relampagueo con una velocidad tan increible, que la cabeza
del decapitado siguio en su lugar, mientras subia los escalones restantes sin advertir lo que le
habia ocurrido. Cuando llego arriba, el hombre hablo asi a Wang Lung:

-¡Oh, cruel Wang Lung! ¿Por que prolongas la agonia de mi espera, cuando despachaste a todos
los demas con tan piadosa y amable rapidez?

Al oir estas palabras, Wang Lung comprendio que la ambicion de su vida se habia realizado. Una
sonrisa serena se extendio por su rostro; luego, con exquisita cortesia, le dijo al condenado:

-Tenga la amabilidad de inclinar la cabeza, por favor.


A ENREDAR LOS CUENTOS
Gianni Rodari

-Erase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.

-¡No, Roja!

-¡Ah!, si, Caperucita Roja. Su mama la llamo y le dijo: “Escucha, Caperucita Verde…”.

-¡Que no, Roja!

-¡Ah!, si, Roja. “Ve a casa de tia Diomira a llevarle esta piel de patata”.

-No: “Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel”.

-Bien. La niña se fue al bosque y se encontro una jirafa.

-¡Que lio! Se encontro al lobo, no una jirafa.

-Y el lobo le pregunto: “¿Cuantas son seis por ocho?”.

-¡Que va! El lobo le pregunto: “¿Adonde vas?”.

-Tienes razon. Y Caperucita Negra respondio…

-¡Era Caperucita Roja, Roja, Roja!

-Si. Y respondio: “Voy al mercado a comprar salsa de tomate”.

-¡Que va!: “Voy a casa de la abuelita, que esta enferma, pero no recuerdo el camino”.

-Exacto. Y el caballo dijo…

-¿Que caballo? Era un lobo

-Seguro. Y dijo: “Toma el tranvia numero setenta y cinco, baja en la plaza de la Catedral, tuerce
a la derecha, y encontraras tres peldaños y una moneda en el suelo; deja los tres peldaños,
recoge la moneda y comprate un chicle”.

-Tu no sabes contar cuentos en absoluto, abuelo. Los enredas todos. Pero no importa, ¿me
compras un chicle?

-Bueno, toma la moneda.

Y el abuelo siguio leyendo el periodico.


ABUELITA
Hans Christian Andersen

Abuelita es muy vieja, tiene muchas arrugas y el pelo completamente blanco, pero sus ojos brillan
como estrellas, solo que mucho mas hermosos, pues su expresion es dulce, y da gusto mirarlos.
Tambien sabe cuentos maravillosos y tiene un vestido de flores grandes, grandes, de una seda
tan tupida que cruje cuando anda. Abuelita sabe muchas, muchisimas cosas y esto nadie lo duda,
pues ya vivia mucho antes que papa y mama, incluso antes que hubiera luz electrica.

Tiene un libro de cuentos con recias cantoneras de plata; lo lee con mucha frecuencia. En medio
del libro hay una rosa, comprimida y seca, y, sin embargo, la mira con una sonrisa de
arrobamiento, y le asoman lagrimas a los ojos. ¿Por que abuelita mirara asi la marchita rosa de
su libro de cuentos? ¿No lo sabeis? Cada vez que las lagrimas de Abuelita caen sobre la flor, los
colores cobran vida, la rosa se hincha y toda la sala se impregna de su aroma; se esfuman las
paredes cual si fuesen pura niebla, y en derredor se levanta el bosque, esplendido y verde, con
los rayos del sol filtrandose entre el follaje, y Abuelita vuelve a ser joven, una bella muchacha de
rubias trenzas y redondas mejillas coloradas, elegante y graciosa; no hay rosa mas lozana, pero
sus ojos, sus ojos dulces y cuajados de dicha, siguen siendo los ojos de Abuelita.

Sentado junto a ella hay un hombre, joven, vigoroso y apuesto. Huele la rosa y ella sonrie -¡pero
ya no es la sonrisa de Abuelita!-, si, y vuelve a sonreir. Ahora se ha marchado el, y por la mente
de ella desfilan muchos pensamientos y muchas figuras; el hombre gallardo ya no esta, la rosa
yace en el libro de cuentos, y… Abuelita vuelve a ser la anciana que contempla la rosa marchita
guardada en el libro.

Ahora Abuelita se ha muerto. Sentada en su silla de brazos, estaba contando una larga y
maravillosa historia.

-Se ha terminado -dijo- y yo estoy muy cansada; dejadme echar un sueñecito.

Se recosto respirando suavemente, y quedo dormida; pero el silencio se volvia mas y mas
profundo, y en su rostro se reflejaban la felicidad y la paz; se habria dicho que lo bañaba el sol…
y entonces dijeron que estaba muerta. La pusieron en el negro ataud, envuelta en lienzos
blancos. ¡Estaba tan hermosa, a pesar de tener cerrados los ojos! Pero todas las arrugas habian
desaparecido y en su boca se dibujaba una sonrisa. El cabello era blanco como plata y no daba
miedo mirarla. Era siempre Abuelita, tan buena y tan querida. Colocaron el libro de cuentos bajo
su cabeza, pues ella lo habia pedido, con la rosa entre las paginas. Y asi enterraron a Abuelita.
En la sepultura, junto a la pared del cementerio, plantaron un rosal que florecio esplendidamente,
y los ruiseñores acudian a cantar alli y desde la iglesia el organo desgranaba las bellas canciones
que estaban escritas en el libro de cuentos, colocado bajo la cabeza de Abuelita.

La luna enviaba sus rayos a la tumba, pero Abuelita no estaba alli; los niños podian ir por la
noche sin temor a coger una rosa de la tapia del cementerio. Los muertos saben mucho mas de
cuanto sabemos todos los vivos; saben el miedo, el miedo horrible que nos causarian si
volviesen. Pero son mejores que todos nosotros y por eso no vuelven. Hay tierra sobre el feretro,
y tierra dentro de el. El libro de cuentos, con todas sus hojas, es polvo, y la rosa, con todos sus
recuerdos, tambien se ha convertido en polvo. Pero encima siguen floreciendo nuevas rosas y
cantando los ruiseñores, y el organo suena y sigue vivo el recuerdo de la vieja Abuelita, con los
dulces y queridos ojos eternamente jovenes. Los ojos no mueren nunca. Los nuestros veran a
Abuelita, joven y hermosa como antaño, cuando beso por vez primera la rosa, roja y lozana, que
yace ahora en la tumba convertida en polvo...
EL PUEBLO EN LA CARA
Miguel Delibes

Cuando yo sali del pueblo, hace la friolera de cuarenta y ocho años, y me tope con el Aniano, el
Cosario, bajo el chopo del Elicio, frente al palomar de la tia Zenona, Cena, ya en el camino del
Pozal de la Culebra. Y el Aniano se vino a mi y me dijo: “¿Donde va el Estudiante?”. Y yo le dije:
“¡Que se yo! Lejos”. “¿Por tiempo?” dijo el. Y yo le dije: “Ni lo se”. Y el me dijo con su servicial
docilidad: “Voy a la capital. ¿Te se ofrece algo?”. Y yo le dije: “Nada, gracias Aniano”.

Ya en el año cinco, y al marchar a la ciudad para lo del bachillerato, avergonzaba ser de pueblo
y que los profesores me preguntasen (sin indagar antes si yo era de pueblo o de ciudad): “Isidoro
¿de que pueblo eres tu?” Y tambien me mortificaba que los externos se dieran de codo y
cuchichearan entre si: “¿Te has fijado que cara de pueblo tiene el Isidoro?” O, simplemente, que
prescindieran de mi cuando echaban a pies para disputar una partida de zancos o de pelota
china y dijeran despectivamente “Ese no; ese es de pueblo”. Y yo ponia buen cuidado por
entonces en evitar decir: “Alla en mi pueblo”… o “El dia que regrese a mi pueblo”, pero, a pesar
de ello, el Topo, el profesor de Aritmetica y Geometria, me dijo una tarde en que yo no acertaba
a demostrar que los angulos de un triangulo equivalen a dos rectos: “Sientate, llevas el pueblo
escrito en la cara”.

Y, a partir de entonces, el hecho de ser de pueblo se me hacia una desgracia y yo no podia


explicar como se cazan gorriones con cepos o colorines con liga, que los esparragos, junto al
arroyo, brotaran mas recio echandoles porqueria de caballo, porque mis compañeros me
menospreciaban y se reian de mi. Y toda mi ilusion, por aquel tiempo, estribaba en confundirme
con los muchachos de ciudad y carecer de un pueblo que parecia que le marcaba a uno, como
a las reses, hasta la muerte. Y cada vez que en vacaciones visitaba el pueblo, me ilusionaba que
mis viejos amigos, que seguian matando tordas con el tirachinas y cazando ranas en la charca
con un alfiler y un trapo rojo, dijeran con desprecio: “Mira el Isi, va cogiendo andares de
señoritingo”.

Asi que, en cuanto pude, me largue de alli, a Bilbao, donde decian que embarcaban mozos gratis
para el Canal de Panama y que luego le descontaban a uno el pasaje de la soldada. Pero aquello
no me gusto, porque ya por entonces padecia yo del espinazo y me doblaba mal y se me antojaba
que no estaba hecho para trabajos tan rudos y, asi de que llegue, me puse primero de
guardagujas y despues de portero en la Escuela Normal y mas tarde empece a trabajar las radios
Philips que dejaban una punta de pesos sin ensuciarse uno las manos.

Pero lo curioso es que alla no me mortificaba tener un pueblo y hasta deseaba que cualquiera
me preguntase algo para decirle: “Alla, en mi pueblo, el cerdo lo matan asi, o asao.” O bien: “Alla
en mi pueblo, los hombres visten traje de pana rayada y las mujeres sayas negras, largas hasta
los pies ” O bien: “Alla, en mi pueblo, la tierra y el agua son tan calcareas que los pollos se asfixian
dentro del huevo sin llegar a romper el cascaron” O bien: “Alla, en mi pueblo, si el enjambre se
larga, basta arrimarle una escriña agujereada con una rama de carrasco para reintegrarle a la
colmena.”

Y empece a darme cuenta, entonces, de que ser de pueblo era un don de Dios y que ser de
ciudad era un poco como ser inclusero y que los tesos y el nido de la cigüeña y los chopos y el
riachuelo y el soto eran siempre los mismos, mientras las pilas de ladrillo y los bloques de
cemento y las montañas de piedra de la ciudad cambiaban cada dia y con los años no restaba
alli un solo testigo del nacimiento de uno, porque mientras el pueblo permanecia, la ciudad se
desintegraba por aquello del progreso y las perspectivas de futuro.
OLOR A CEBOLLA
Camilo Jose Cela

Estaba enfermo y sin un real, pero se suicido porque olia a cebolla.


-Huele a cebolla que apesta, huele un horror a cebolla.
-Callate, hombre, yo no huelo nada, ¿quieres que abra ventana?
-No, me es igual. El olor no se iria, son las paredes las que huelen a cebolla, las manos me
huelen a cebolla.
La mujer era la imagen de la paciencia.
-¿Quieres lavarte las manos?
-No, no quiero, el corazon tambien me huele a cebolla.
-Tranquilizate.
-No puedo, huele a cebolla.
-Anda, procura dormir un poco.
-No podria, todo me huele a cebolla.
-Oye,¿ quieres un vaso de leche?
-No quiero un vaso de leche. Quisiera morirme, nada mas que morirme muy de prisa, cada vez
huele mas a cebolla.
-No digas tonterias.
-¡Digo lo que me da la gana! ¡Huele a cebolla!
El hombre se echo a llorar.
-¡Huele a cebolla!
-Bueno, hombre, bueno, huele a cebolla.
-¡Claro que huele a cebolla! ¡Una peste!
La mujer abrio la ventana. El hombre, con los ojos llenos de lagrimas, empezo a gritar.
-¡Cierra la ventana! ¡No quiero que se vaya el olor a cebolla!
-Como quieras.
La mujer cerro la ventana.
-Oye, quiero agua en una taza; en un vaso, no.
La mujer fue a la cocina, a prepararle una taza de agua a su marido.
La mujer estaba lavando la taza cuando se oyo un berrido infernal, como si a un hombre se le
hubieran roto los dos pulmones de repente.
El golpe del cuerpo contra las losetas del patio, la mujer no lo oyo. En vez sintio un dolor en las
sienes, un dolor frio y agudo como el de un pinchazo con una aguja muy larga.
-¡Ay!
El grito de la mujer salio por la ventana abierta; nadie le contesto, la cama estaba vacia.
Algunos vecinos se asomaron a las ventanas del patio. -¿Que pasa?
La mujer no podia hablar. De haber podido hacerlo, hubiera dicho:
-Nada, que olia un poco a cebolla.
LA PUERTA CERRADA
Edmundo Paz Soldan

Acabamos de enterrar a papa. Fue una ceremonia majestuosa; bajo un cielo azul salpicado de
hilos de plata, en la calurosa tarde de este verano agobiador. El cura oficio una misa
conmovedora frente al lujoso ataud de caoba y, mientras nos refrescaba a todos con agua
bendita, nos convencio una vez mas de que la verdadera vida recien comienza despues de esta.
Personalidades del lugar dejaron guirnaldas de flores frescas a los pies del ataud y, secandose
el rostro con pañuelos perfumados, pronunciaron aburridos discursos, destacando lo bueno y
desprendido que habia sido papa con los vecinos, el ejemplo de amor y abnegacion que habia
sido para su esposa y sus hijos, las incontables cosas que habia hecho por el desarrollo del
pueblo. Una banda toco “La media vuelta”, el bolero favorito de papa: Te vas porque yo quiero
que te vayas, / a la hora que yo quiera te detengo, / yo se que mi cariño te hace falta, / porque
quieras o no yo soy tu dueño. Mama lloraba, los hermanos de papa lloraban. Solo mi hermana
no lloraba. Tenia un jazmin en la mano y lo olia con aire ausente. Con su vestido negro de una
pieza y la larga cabellera castaña recogida en un moño, era la sobriedad encarnada.
Pero ayer por la mañana Maria tenia un aspecto muy diferente.

Yo la vi, por la puerta entreabierta de su cuarto, empuñar el cuchillo para destazar cerdos con la
mano que ahora oprime un jazmin, e incrustarlo con saña en el estomago de papa, una y otra
vez, hasta que sus entrañas comenzaron a salirsele y el se desplomo al suelo. Luego, Maria dio
unos pasos como sonambula, se dirigio a tientas a la cama, se echo en ella, todavia con el
cuchillo en la mano, lloro como lo hacen los niños, con tanta angustia y desesperacion que uno
cree que acaban de ver un fantasma. Esa fue la unica vez que la he visto llorar. Me acerque a
ella y la console diciendole que no se preocupara, que estaria alli para protegerla. Le quite el
cuchillo y fui a tirarlo al rio.

Maria mato a papa porque el jamas respeto la puerta cerrada. El ingresaba al cuarto de ella
cuando mama iba al mercado por la mañana, o a veces, en las tardes, cuando mama iba a visitar
a unas amigas, o, en las noches, despues de asegurarse de que mama estaba profundamente
dormida. Desde mi cuarto, yo los oia. Oia que ella le decia que la puerta de su cuarto estaba
cerrada para el, que le pesaria si el continuaba sin respetar esa decision. Asi sucedio lo que
sucedio. Maria, poco a poco, se fue armando de valor, hasta que, un dia, el cuchillo para destazar
cerdos se convirtio en la unica opcion.

Este es un pueblo chico, y aqui todo, tarde o temprano, se sabe. Acaso todos, en el cementerio,
ya sabian lo que yo se, pero acaso, por esas formas extrañas pero obligadas que tenemos de
comportarnos en sociedad, debian actuar como si no lo supieran. Acaso mama, mientras lloraba,
se sentia al fin liberada de un peso enorme, y los personajes importantes, mientras elogiaban al
hombre que fue mi padre, se sentian aliviados de tenerlo al fin a un metro bajo tierra, y el cura,
mientras prometia el cielo, pensaba en el infierno para esa fragil carne en el ataud de caoba.

Acaso todos los habitantes del pueblo sepan lo que yo se, o mas, o menos. Acaso. Pero no podre
saberlo con seguridad mientras no hablen. Y lo mas probable es que lo hagan solo despues de
que a algun borracho se le ocurra abrir la boca. Alguien sera el primero en hablar, pero ese no
sere yo, porque no quiero revelar lo que se. No quiero que Maria, de regreso a casa con mama
y conmigo, mordiendo el jazmin y con la frente humeda por el calor de este verano que no nos
da sosiego, decida, como lo hizo antes con papa, cerrarme la puerta de su cuarto.
TINIEBLAS
Esteban Padros de Palacios

Vengo de muy lejos. ¿De donde? Todo son tinieblas. Oscuridad aterradora. Si pudiera abrir los
ojos. Razono que quiero ver. Tengo la voluntad de ver. Pero no puedo. Los parpados. ¡Oh, los
parpados! Como pesan. No, no se mueven. ¿Estare ciego? ¿Y donde estoy? Puedo pensar.
Estoy pensando. Y tengo frio y miedo. La muerte. ¿Es la muerte? Si no estoy muerto, ¿por que
no puedo ver nada? ¿Por que no puedo moverme? Me invade el panico. ¿Estare paralitico?
¡Abrios de una vez, Dios mio, abrios! Y ahora ¿que sucede?

-Lucas, Lucas…

Es una voz muy suave. Una voz solicita que viene de muy lejos. ¿Lucas soy yo? Si, debo de ser
yo.

-Lucas…

De nuevo la voz persuasiva, la voz serena. Esto quiere decir que oigo. Mis oidos captan sonidos.
Hay algo exterior a mi. Mi mente se desvela. Los dedos. Puedo mover los dedos. No, no estoy
paralitico. Estoy tocando una tela, una tela de textura conocida. Si, una sabana. ¿Y por que una
sabana? Si pudiera ver… Una sabana, una cama. ¿Que hago en una cama sin ver nada? ¿Estare
realmente ciego? ¡Oh, no, eso no!

-Se mueve…

La voz se dirige a otras personas. Parece contenta. Luego hay gente a mi alrededor. Un esfuerzo.
Un esfuerzo para despegar los parpados. Ver la luz. Sobre todo ver la luz. No siento dolor. No
hay duda de que estoy en una cama. Seguramente una cama de hospital. Pero, ¿por que digo
de hospital? No recuerdo nada. Si, si recuerdo. Vagamente. La imagen de un coche. Un gran
chirrido. Un choque. Eso es. Estoy volviendo a la vida. Salgo de la anestesia. ¡Oh, Dios, los
parpados parece que se mueven! Vislumbro formas borrosas, imprecisas.

-Por fin…

Unos dedos suaves se posan sobre mis ojos. Me cierran los parpados. Y es en este momento
cuando al fin veo. Veo con claridad a mis abuelos, a mi padre, a Carlos, mi gran amigo, que murio
tan joven…

-Lucas, hijo. Al fin has llegado. Ha sido un camino muy duro.

Y ahora si, ahora los contemplo a todos bajo una nueva, infinita luz.
EL ASESINO
Stephen King

Repentinamente se desperto sobresaltado, y se dio cuenta de que no sabia quien era, ni que
estaba haciendo aqui, en una fabrica de municiones. No podia recordar su nombre ni que habia
estado haciendo. No podia recordar nada.

La fabrica era enorme, con lineas de ensamblaje, y cintas transportadoras, y con el sonido de las
partes que estaban siendo ensambladas.

Tomo uno de los revolveres acabados de una caja donde estaban siendo, automaticamente,
empaquetados. Evidentemente habia estado operando en la maquina, pero ahora estaba parada.

Recogia el revolver como algo muy natural. Camino lentamente hacia el otro lado de la fabrica,
a lo largo de las rampas de vigilancia. Alli habia otro hombre empaquetando balas.

–¿Quien Soy? –le dijo pausadamente, indeciso.

El hombre continuo trabajando. No levanto la vista, daba la sensacion de que no le habia


escuchado.

–¿Quien soy? ¿Quien soy? – grito, y aunque toda la fabrica retumbo con el eco de sus salvajes
gritos, nada cambio. Los hombres continuaron trabajando, sin levantar la vista.

Agito el revolver junto a la cabeza del hombre que empaquetaba balas. Le golpeo, y el
empaquetador cayo, y con su cara, golpeo la caja de balas que cayeron sobre el suelo.

De Stephen King
El recogio una. Era el calibre correcto. Cargo varias mas.

Escucho el click-click de pisadas sobre el, se volvio y vio a otro hombre caminando sobre una
rampa de vigilancia. “¿Quien soy?” , le grito. Realmente no esperaba obtener respuesta.

Pero el hombre miro hacia abajo, y comenzo a correr.

Apunto el revolver hacia arriba y disparo dos veces. El hombre se detuvo, y cayo de rodillas, pero
antes de caer pulso un boton rojo en la pared.

Una sirena comenzo a aullar, ruidosa y claramente.

“¡Asesino! ¡asesino! ¡asesino!” – bramaron los altavoces.

Los trabajadores no levantaron la vista. Continuaron trabajando.

Corrio, intentando alejarse de la sirena, del altavoz. Vio una puerta, y corrio hacia ella.

La abrio, y cuatro hombres uniformados aparecieron. Le dispararon con extrañas armas de


energia. Los rayos pasaron a su lado.

Disparo tres veces mas, y uno de los hombres uniformados cayo, su arma resono al caer al suelo.
Corrio en otra direccion, pero mas uniformados llegaban desde la otra puerta. Miro furiosamente
alrededor. ¡Estaban llegando de todos lados! ¡Tenia que escapar!

Trepo, mas y mas alto, hacia la parte superior. Pero habia mas de ellos alli. Le tenian atrapado.
Disparo hasta vaciar el cargador del revolver.

Se acercaron hacia el, algunos desde arriba, otros desde abajo. “¡Por favor! ¡No disparen! ¡No
se dan cuenta que solo quiero saber quien soy!”

Dispararon, y los rayos de energia le abatieron. Todo se volvio oscuro…

Les observaron como cerraban la puerta tras el, y entonces el camion se alejo. “Uno de ellos se
convierte en asesino de vez en cuando”, dijo el guarda.

“No lo entiendo”, dijo el segundo, rascandose la cabeza. “Mira ese. ¿Que era lo que decia? Solo
quiero saber quien soy. Eso era”.

Parecia casi humano. Estoy comenzando a pensar que estan haciendo esos robots demasiado
bien.”

Observaron al camion de reparacion de robots desaparecer por la curva.


LEMMINGS
Richard Matheson

—¿De donde vienen? —pregunto Reordon.

—De todas partes —replico Carmack.

Ambos hombres permanecian junto a la carretera de la costa, y, hasta donde alcanzaban sus
miradas, no podian ver mas que coches. Miles de automoviles se encontraban embotellados,
costado contra costado y paragolpe contra paragolpe. La carretera formaba una solida masa con
ellos.

—Ahi vienen unos cuantos mas —señalo Carmack.

Los dos policias miraron a la multitud que caminaba hacia la playa. Muchos charlaban y reian.
Algunos permanecian silenciosos y serios. Pero todos iban hacia la playa.

—No lo comprendo —dijo Reordon, meneando la cabeza. En aquella semana debia de ser la
centesima vez que hacia el mismo comentario—. No puedo comprenderlo.

Carmack se encogio de hombros.

—No pienses en ello. Ocurre. Eso es todo.

—¡Pero es una locura!

—Si, pero ahi van —replico Carmack.

Mientras los dos policias observaban, el gentio atraveso las grises arenas de la playa y comenzo
a adentrarse en las aguas del mar. Algunos empezaron a nadar. La mayor parte no pudo, ya que
sus ropas se lo impidieron. Carmack observo a una joven que luchaba con las olas y que se
hundio al fin a causa de su abrigo de pieles.

Pocos minutos mas tarde todos habian desaparecido. Los dos policias observaron el punto en
que la gente se habia metido en el agua.

—¿Durante cuanto tiempo seguira esto? —pregunto Reordon.

—Hasta que todos se hayan ido, supongo —replico Carmack.

—Pero…, ¿por que?

—¿Nunca has leido nada acerca de los Lemmings?

—No.

—Son unos roedores que viven en los Paises Escandinavos. Se multiplican incesantemente
hasta que acaban con toda su reserva de comida. Entonces comienzan una migracion a lo largo
del territorio, arrasando cuanto se encuentran a su paso. Al llegar al oceano, siguen su marcha.
Nadan hasta agotar sus energias. Y son millones y millones.
—¿Y crees que eso es lo que ocurre ahora?

—Es posible —replico Carmack.

—¡Las personas no son roedores! —grito Reordon, airado.

Carmack no respondio. Permanecieron esperando al borde de la carretera, pero no llego nadie


mas.

—¿Donde estan? —pregunto Reordon.

—Tal vez se hayan ido.

—¿Todos?

—Esto viene ocurriendo desde hace mas de una semana. Es posible que la gente se haya
dirigido al mar desde todas partes. Y tambien estan los lagos. Reordon se estremecio. Volvio a
repetir:

—Todos…

—No lo se; pero hasta ahora no habian cesado de venir.

—¡Dios mio…! —murmuro Reordon.

Carmack saco un cigarrillo y lo encendio.

—Bueno —dijo—. Y ahora, ¿que?

Reordon suspiro:

—¿Nosotros?

—Ve tu primero —replico Carmack—. Yo esperare un poco, por si aparece alguien mas.

—De acuerdo —Reordon extendio su mano—. Adios, Carmack —dijo.

Los dos hombres cambiaron un apreton de manos.

—Adios, Reordon —se despidio Carmack.

Y permanecio fumando su cigarrillo mientras observaba como su amigo cruzaba la gris arena de
la playa y se metia en el agua hasta que esta le cubrio la cabeza. Antes de desaparecer, Reordon
nado unas docenas de metros.

Tras unos momentos, Carmack apago su cigarrillo y echo un vistazo a su alrededor. Luego el
tambien se metio en el agua.

A lo largo de la costa se alineaban un millon de coches vacios.


LA TRISTEZA
Rosario Barros Peña

El profe me ha dado una nota para mi madre. La he leido. Dice que necesita hablar con ella
porque yo estoy mal. Se la he puesto en la mesilla, debajo del tazon lleno de leche que le deje
por la mañana. He metido en el microondas la tortilla congelada que compre en el supermercado
y me he comido la mitad. La otra mitad la puse en un plato en la mesilla, al lado del tazon de
leche. Mi madre sigue igual, con los ojos rojos que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla,
desparramado sobre la almohada. Huele a sudor la habitacion, pero cuando abri la persiana ella
me grito. Dice que si no se ve el sol es como si no corriesen los dias, pero eso no es cierto. Yo
se que los dias corren porque la lavadora esta llena de ropa sucia y en el lavavajillas no cabe
nada mas, pero sobre todo lo se por la tristeza que esta encima de los muebles. La tristeza es
un polvo blanco que lo llena todo. Al principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, “tonto el
que lo lea”, pero, al dia siguiente, las palabras no se ven porque hay mas tristeza sobre ellas. El
profesor dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no puedo dejar de pensar que
un dia ese polvo blanco cubrira del todo a mi madre y lo hara conmigo. Y cuando mi padre vuelva,
la tristeza habra borrado el “te quiero” que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor.
EL GALLO Y EL GATO
Esopo

Un gato ataco a un gallo con la intencion de matarlo, pero como no tenia ningun motivo para
hacerle daño, comenzo a acusarlo de la siguiente manera: sabes que eres un animal que grita
mucho, con la voz aguda que tienes, despiertas a los que duermen tranquilamente por las
noches.

El gallo defendiendose dijo: No hago ningun mal a nadie, mas bien, hago un favor, ya que mi
canto sirve como un despertador para los que tienen que levantarse temprano. El gato siguio
acusando al gallo, diciendole que era un mujeriego, cuando otros animales solo tienen una
pareja.

¿Acaso yo tengo la culpa de eso? No ves que el amo me ha puesto aqui tambien para multiplicar
a los mios.

El gato no conforme con todo, dijo: Basta ya, no me convence todo lo que has dicho, y en eso se
lanzo sobre el gallo y lo mato.
EL QUE PROMETE IMPOSIBLES
Esopo

Un hombre muy pobre cayo enfermo de una enfermedad incurable y mortal, los medicos lo
desahuciaron, muy afligido el hombre entonces recurrio a los dioses. Le rogo a estos que se
apiadasen de el y que lo curasen.

El hombre enfermo prometio a los dioses que si le curaban de esa enfermedad que padecia, les
iba a hacer un enorme sacrificio con cien bueyes.

Su mujer que estaba cerca, oyo prometer algo imposible a su marido, y le pregunto ¿De donde
iba a sacar los cien bueyes si los dioses le curaban?, el hombre respondio, mujer, acaso piensas
que si un dia de estos me levanto de la cama porque los dioses me han sanado, estos van a
venir a cobrarmelos.
EL LEON Y LA ZORRA
Esopo

Un leon muy astuto que vivia en una cueva, fingia estar enfermo, con el unico fin de engañar a
los demas animales para que entren a su cueva, una vez dentro de ella, el leon mataba y
devoraba a los incautos animales. Una zorra tambien llego a la cueva, pero muy desconfiada, le
dijo a gritos al leon desde la entrada de la cueva, que sentia que este tan enfermo.

El leon viendo que la zorra no queria entrar a la cueva, le insistia para que pase a verlo, diciendole
que no tenga miedo, ya que estaba muy enfermo y no podria hacerte daño. Lo que me da
desconfianza, le dijo la zorra, es las huellas de los animales que han ingresado, pero no veo las
huellas de los animales que hayan salido de ella.
PINTURA AZUL
Fernando Jose Palacios Leon

Es una historia de amor, es dura porque es triste, es una historia de amor porque es injusta y, a
un mismo tiempo, dulce como un recuerdo, dulce como la lenta conciencia de su desaparicion o
su hundimiento en la memoria.

A veces resurge, imprevista y libre, como un pajaro sobre el alfeizar bañado por el sol de la
mañana, mientras espero que llegue el autobus, cuando me imagino mas joven ante el cristal de
un vagon de metro o al ver una melena negra ondeandose con prisa por llegar a alguna parte.

Me enamore de Mar. ¿Quien recuerda el momento exacto en el que nos enamoramos, la


distancia que separa la ausencia de la presencia del amor en nuestro cuerpo? Pudo ser
quitandose el abrigo junto a un perchero, poniendo en orden unos folios de su mesa, sonriendo
mi ultima ocurrencia.

Con el tiempo me hice su mejor amigo, hablabamos por telefono durante horas, conocia nombre
a nombre la dolorosa lista de sus amantes, sus anecdotas, sus secretos durante los paseos de
los domingos, ella tenia siempre cosas que contar.

Una tarde me arme de valor y mirandole a los ojos se lo dije en el aparcamiento a la salida del
trabajo:

-Te amo, no se si alguien ha amado asi alguna vez a otra persona. No podia dejar pasar un solo
dia mas sin decirtelo.

Se acabaron las llamadas y los paseos, deje de saber donde pasaba sus vacaciones, ya no
entraba con su mirada a los pisos de sus amantes, pidio que le cambiasen de mesa en el trabajo.

-Si no fueras minusvalido, serias el primer hombre con el que me casaria.

Recuerdo sus lagrimas sobre la pintura azul y una melena negra ondeandose con prisa por llegar
a alguna parte.
EL JOVEN Y LA MALA MUJER
Esopo

En un pueblo habia un joven que se dirigia a la casa de una mujer a quien queria con locura,
cuando llego a la casa se quito la capa y la colgo, y se puso a hablar de sus amores, y paso todo
el dia con la mujer. Cuando oscurecio el joven se quiso ir a su casa; pero antes de irse ella le
pide dinero para comprarse ropa, el joven saco de su bolsillo dinero y enseguida la mujer se
apodero de ello la mujer vio que el joven llevaba puesto un anillo de mucho valor y se lo pidio y
el joven se lo entrego, enseguida tomo su capa se despidio de ella y se marcho.

Cuando el joven se marcho la mujer se echo a llorar, una amiga que oyo los gritos y los gemidos
y se fue a consolarla le dijo que no tardaria en volver, y ella le respondio que no sentia que se
haya ido el sino de no haberle podido quitar la capa que llevaba.
LA MUJER Y EL MARIDO MUERTO
Esopo

Habia una vez una mujer sumamente triste por la muerte de su marido, y esta se mudo a una
casa al lado del cementerio donde estaba enterrado su marido para llorar alli.

En aquellos dias un hombre cometio un delito, por lo cual lo sentenciaron a muerte y fue
ahorcado. Despues pusieron como de costumbre a un soldado para vigilar al ahorcado, el
soldado un dia tuvo mucha sed y fue a la casa en la que vivia la mujer a pedir un poco de agua
y el viendola le gusto mucho.

Y entonces el soldado empezo a ir a la casa para hablar con ella, dejando al ahorcado con ella
le robaron el cadaver del ahorcado, viendose el soldado en aquel problema se asusto por el
castigo que le iba a caer por su descuido fue corriendo a casa de la mujer, este le conto su
problema la mujer se compadecio de el y desenterro a su marido, esta lo puso en la horca en
lugar del delincuente y asi tapo el descuido del soldado.
ABANDONAR EL NIDO

El adolescente saca por la ventana la maleta forzosamente lista para su gran escape. El motivo:
la negacion de su madre ante su deseo de ir al rio con sus compañeros de travesuras.

Diego cree que ya fue suficiente, pues tiene 13 años y aun su madre es quien decide por el:
¡Diego has esto; Diego te prohibo hacer esto! Se siente abrumado por sus pensamientos y los
consejos de quienes dicen ser sus amigos: “Eres un gobernado por tu mami” “Niñita de mama”.
Sin embargo, su hazaña fue descubierta por su abuelo. Hombre de campo graduado en la
universidad de la vida sosegada y sabia; anciano amante de usar el sombrero al estilo de la
pedrada, de mirada fija, manos rudas por el trabajo y de mentalidad lucida y vivaz. Sorprende a
su nieto en su gran escape. Lo toma de la mano sin pronunciar palabra hasta llevarlo a un arbol
caido que les servira de banco y testigo del relato de una gran enseñanza:

– “¿Sabes por que las aves pueden volar?, una pregunta obvia para Diego, alguien que cree
saberlo todo. Sin embargo, aprendio algo nuevo aquella tarde. “No solo vuelan porque tienen
alas. Vuelan porque se preparan para hacerlo. Cuando un pajarito imprudentemente quiere volar
antes de tiempo, sube al borde de su nido y se lanza. Pero sus pequeñas alas no estan
preparadas para ese instante de su vida. Y entonces, ¡el gran chasco! Se estrella contra el suelo.
La caida puede lesionarle de por vida. Y un pajaro que no vuela no es un pajaro. No te adelantes
a tu tiempo. Tu madre y los que te amamos sabemos que no es tu tiempo de volar. Ademas, el
pajarito que se lesiona no solo no puede volar sino que no regresa al nido”.

Aquel anciano toma su modesto sombrero. Se levante en silencio; y se aleja. Diego mira su nido
y piensa que algun dia volara a otro lugar. Pero hoy no sera ese dia.
LOS CUADRUPEDOS Y LAS AVES
Esopo

Algunos animales cuadrupedos y algunas aves estaban siempre en guerra, durante esta guerra
el murcielago temeroso de que el bando contrario gane la batalla, y viendo que sus enemigos
cuadrupedos eran mas fuertes, se cambio de bando.

Despues un tiempo, llego el aguila, el aguila les dio animo y estas empezaron a pelear con mas
esfuerzo y ganaron a los cuadrupedos. Y al final los cuadrupedos y las aves hicieron las paces,
estos dos condenaron al murcielago a quitarle las plumas por su traicion, y les prohibieron que
jamas se acercase a ellos. Por esta razon este animal nunca sale de dia sino de noche.
EL CABALLO Y EL ASNO
Esopo

Muy muy lejos habia una familia con mucho dinero que tenian un caballo lleno de energia y muy
elegante, orgulloso de sus costosos adornos, se encontro en un camino bastante estrecho con
un humilde asno que venia desde muy lejos iba cargado con gran peso y porque este no le cedio
el paso al momento, le dijo el caballo con impertinencia: Vil animal ¿porque me impides el paso?
deberias darme las gracias de no acabar ahora mismo a patadas. El asno lleno de miedo se
aparto cediendole el paso.

Poco tiempo despues el caballo enfermo y quedo muy delgado de forma que no se pudo curar,
y en ese estado se hizo incompetente para el regalo de su amo. Entonces el amo lo hizo llevar
estiercol, a tirar del carro, y a trabajar en el campo, cambiando los equipos bordados en montura
y aparejos de labor; y asi iba cargado por los caminos, enfadado y agotado. En el campo se
encontraba un asno, era el asno que hace un tiempo que el caballo habia faltado el respeto, el
asno vio al caballo que traia un gran peso de estiercol, le dijo: ¿No eres tu aquel caballo que le
gustaba sobrepasar a los demas? ¿Donde se encuentra tu altaneria y orgullo? ¿Donde esta tu
gran silla dorada y tus brillantes e impolutos arreos? Amigo, lo que te esta pasando es justo por
arrogante.
ABISMOS

Hacia semanas que no los oia. A Raul le resultaba extraño que ya no estuvieran deambulando
por el jardin los ratoncitos que durante todo el verano lo habian acunado con sus minimos pasitos
en la pared contra la que estaba acomodada su cama.

Se levanto de prisa asustado y descubrio que ya no quedaba ninguno; se habian marchado sin
despedirse. Los dias siguientes fueron tristes y solitarios para el niño y dejo de reir y de sonreir
como solia hacerlo.

Cuando su madre le pregunto que le ocurria, el le manifesto su tristeza por la ausencia de los
ratoncitos. ‘Ni siquiera les habia dicho lo especiales e importantes que eran para mi’, sollozaba
convulsionado por la pena. ‘No te preocupes, ya volveran’, fue la tranquilizadora respuesta de su
madre.

Efectivamente, los ratoncitos regresaron. Pero cuando lo hicieron, habia pasado demasiado
tiempo y Raul no los recordaba: se habia convertido en un joven apuesto al que ya no le
interesaban los asuntos de la infancia, preocupado en volverse mayor.

Por mucho que los visitantes rascaron las paredes, Raul no les presto atencion. Y continuo con
su vida adolescente como si nada. En el fondo de su alma el hueco del abandonado sufrido en
la infancia continuo horadando silenciosamente y todos sabemos que, tarde o temprano, volveria
a cobrar protagonismo en su vida; porque el tiempo no cura las heridas.
EL NIÑO-PAJARO

Lo miraba fijamente como si dentro de su cuerpo hubiera algo que ella necesitaba para existir.
El niño tambien la miraba: nunca antes habia visto un pajarraco tan inmenso; bueno, una
pajarraca: el siempre creia que las aves eran femeninas. Comenzaba a pensar que se trataba de
una de esas alucinaciones que estaban aquejandolo desde hacia un largo tiempo y de las que
su madre huia despavorida.

Cuando sus ojos estaban a punto de romperse oyo la voz de su madre que solicitaba con
urgencia su presencia. Bajo las escaleras con decision, cumplio con su madre y volvio a su
habitacion; la pajara ya no estaba. Dejo la ventana abierta pero no volvio a verla. Durante dias
enteros espero ansioso su regreso, y cuando ya no tenia esperanzas de volver a mirarse en el
fondo de sus ojos ocurrio algo que confirmaria sus sospechas.

Era de noche, su padre acababa de llegar a la casa mas cansado, aterrado con el mundo y
violento que nunca. El niño no recordaba haberlo visto de esa forma antes. Su ropa despedia un
cumulo de olores: “todos los bares y sitios de la ciudad se pegan a su piel”, penso el niño. En
poco tiempo empezo a golpear y destruir todo lo que se ponia en su camino. Cuando el niño supo
que habia llegado su turno se escabullo y subio mas rapido que deprisa a su habitacion.

Cerro la puerta con una violencia timida y asustadiza y se quedo paralizado. Entonces, la vio: la
inmensa pajarraca estaba parada de pie junto a la ventana. Intento acercarse a ella pero al
hacerlo ella volo hacia el sol. Y, sin saber bien como, el niño se vio a si mismo surcando los aires,
huyendo de esa vida que no le depararia mas que lamento y tristeza.

El sol se habia puesto y sus padres continuaban gritando e incendiando la casa: demasiado
ocupados en sus asuntos como para pensar en ese niñito que ya se iba, que dejaba el tiempo
de infancia para siempre.
EL MONSTRUO QUE ME VISITA

Desperte en medio de la noche: las cortinas danzaban con el viento, el aire estaba espeso y se
escuchaba una dulce melodia que venia de alguna parte. Mis ojos estaban abiertos pero, a
excepcion de las cortinas, no podia ver nada.

Lo intente con mas ardor y pude ver que por la ventana entreabierta pasaba un inmenso monstruo
de forma eterea, que se fue introduciendo lentamente en la habitacion. La musica dejo de sentirse
nitida, y todo el espacio se volvio como de nebulosa.

Me senti como cuando mi madre me llevaba en brazos del salon a la cama (siempre me ha
resultado mas sencillo dormirme en compañia); alguien o algo me llevaba hacia alguna parte y
no habia nada que pudiera hacer para evitarlo. Llegue a sentir que tenia la liviandad de un
fantasma y que mis extremidades se volvian totalmente flexibles.

Su respiracion sobre mis pomulos, sus punzantes ojos sobre los mios, su mano aspera apoyada
en mi frente arrugada y atemorizada. Un miedo terrible se apodero de mi; el mundo entero
confabulaba para hacerme daño, para corromperme, para exterminarme. “No, estoy dormida”,
me dije. Sabia que no era verdad pero ¿como creer entonces que aquello estaba sucediendome
realmente? Su aliento llego a rozar mis entrañas y me helo profundamente.

Fue entonces cuando la luz se apodero de mi y lo comprendi todo. Abri mas los ojos, lo que habia
ante mi era un monstruo horrible, pero no muy diferente a como yo me veia. Supe que la unica
forma de escapar de esa situacion era conocerlo plenamente y me introduje sin reparos en lo
mas profundo de mi mente.

Cuando abri los ojos el mediodia asolaba la alcoba. La ventana estaba cerrada, las cortinas
rigidas y la musica se habia terminado. En el aire espeso revoloteo una mosca, y se alejo por
una hendija de la puerta. Afuera un sol radiante se manifestaba inalterable disipando las pocas
nubes que quedaban.
EL LEON AFONICO

En un recondito rincon africano, vivia un leon al que sus cuerdas vocales le impedian rugir como
sus semejantes. Un defecto de nacimiento, del que nadie estaba enterado, que le obligo a
adoptar una actitud mucho mas tranquila y sosegada que la del resto de sus congeneres, gracias
a la cual se granjeo la amistad de todos los animales de los alrededores.

Un dia, su destino se cruzo con el jabali mas cabezon y pesado del mundo. Tan pesado era, que
el leon deseo fervientemente poder rugir para apartarlo de su lado. Fue tal la sensacion que le
produjo este inoportuno invitado, que se puso a trabajar en un invento capaz de reproducir el
sonido de un rugido. Los meses pasaron y el jabali regreso para terminar la conversacion que
creia tener pendiente con el leon.

Harto de tantas patrañas, acciono el boton de su maquina, para lanzar el rugido mas potente y
aterrador jamas escuchado. Un gran rugido, que ademas de su objetivo, aterrorizo al resto de los
habitantes del lugar.

Solo y abandonado por todo el mundo, el leon comprendio que para que todo el mundo lo
respetara no era necesario rugir. Muy arrepentido por su accion, pidio perdon todos sus amigos,
prometiendoles que nunca jamas les asustaria con sus rugidos.
LA JUGUETERIA

En la calle Prada, cerca de la heladeria mas visitada por los turistas, se encuentra la Jugueteria
Believe; dentro podemos encontrar todo tipo de juguetes, desde el clasico oso de felpa hasta la
maravillosa muñeca de temporada, pasando por vaqueros, payasos, cascanueces, peonzas y
demas. Cada noche, cuando el dueño cierras la ultima puerta y se prepara para ir a casa, los
juguetes que ahi habitan cobran vida… o dejan de aparentar ser inertes.

Claro que no todos los juguetes tienen vida, solo los que la gente rechaza y es que, al ser victima
de un hechizo, la jugueteria solo les da vida a los juguetes que llevan mas de una temporada
ahi… podemos pensar que es un castigo, pero los juguetes realmente se la pasan muy bien,
cuando consiguen olvidar que estan ahi por el rechazo de los niños humanos, que cada dia
prestan mas atencion a los aparatos tecnologicos que a los juguetes tradicionales; de cualquier
manera, algunos juguetes llevan ya una larga temporada varados en aquella tienda, como
ejemplo esta Beary, un precioso oso de felpa con la cara mas tierna del mundo, quien es el que
mas tiempo ha estado en la tienda, siempre esperando, todos los dias pone su cara mas tierna
y espera que algun dia un niño o niña deje de ver su movil o aparato y lo observen a el, quien
esta dispuesto a ser fiel y dar amor a quien se pronuncie su amo.

Esta jugueteria es especial, sin duda alguna, pero no es bueno no ser observado. Si algun dia te
topas con ella, te recomiendo que dejes de jugar en el movil o consola portatil y pongas atencion
en todos los juguetes, en todos los detalles que tienen, trata de identificar la mirada de anhelo
que te presentan, procurando proyectar la futura alegria que estos te podrian dar, si tan solo
pones atencion y vives tu infancia como debe ser.
EL RATON Y EL TORO

Tras comer una copiosa cantidad de hierba, el Toro sintio que sus parpados le pesaban
enormemente y se echo a dormir. Cuando estaba en lo mejor de su sueño, un impertinente raton,
le mordio en una de sus patas con mucha saña.

Muy enfadado por ese ataque sin razon, se levanto rapidamente para perseguir a tan insolente
animal. A pesar de que corrio con todas sus fuerzas detras de su pequeño agresor, no consiguio
llegar a tiempo para atraparle. Frustrado ante tal situacion, intento en vano alcanzar al ratoncillo,
cavando alrededor de la madriguera.

Tras un rato cavando sin obtener resultados, se quedo nuevamente dormido. Al no escuchar
ningun ruido, el raton salio sigilosamente de su escondrijo y tras buscar el sitio mas adecuado,
volvio a pegarle otro mordisco al toro.

Sorprendido ante esta situacion, se quedo mirando fijamente el agujero y escucho:

-Crees que por ser tan grande, tienes derecho a hacer lo que te plazca, pero ya es hora de que
comiences a respetar un poco mas, a los que son mas pequeños y menos fuertes que tu.
EL EMBUSTERO

Habia una vez, un hombre muy enfermo y sin recursos, que desesperado se comprometio a
sacrificar la cantidad de cien bueyes a los dioses, si estos le ayudaban a curarse completamente.

Los dioses, a los que siempre les gusta probar a los mortales, decidieron ayudarle y comprobar
si era cierto lo que el hombre decia.

Recuperado por completo de sus dolencias y al no tener los animales, ni el suficiente dinero para
darles la ofrenda prometida a sus benefactores, fabrico cien bueyes de sebo y los llevo al templo
para que fueran sacrificados.

-Oh Dioses, aqui teneis lo que os habia prometido.

Al verse engañados, trazaron un plan para darle una buena leccion a este hombre tan embustero.
Mientras dormia, se introdujeron en uno de sus sueños, mostrandole una gran bolsa con mil
monedad de plata en una playa cercana.

Extasiado ante esa enorme fortuna, se desperto inmediatamente, dirigiendose todo lo rapido que
pudo hasta la playa. Alli, no solo no encontro ninguna bolsa, sino que ademas fue capturado por
unos piratas, que lo vendieron como esclavo en la ciudad mas cercana, obteniendo por su venta
mil monedas de plata.
LA ESTRELLA DIMINUTA

Habia una vez en una galaxia muy lejana, una pequeña y simpatica estrellita, a la que encantaba
descubrir el mundo que la rodeaba. Un buen dia, a pesar de las advertencias de sus padres,
decidio salir a explorar por su cuenta, ese precioso planeta de color azul que veia desde su
morada. Tan emocionada estaba por su vision, que no tomo ninguna referencia para volver a
casa.

Resignada a su suerte, decidio inspeccionar detenidamente el planeta e intentar disfrutar todo lo


posible de su aventura. Alli, dado su gran brillo, todos la tomaron por una extraña luciernaga, a
la que deseaban atrapar. Volando todo lo rapido que pudo, se encontro con una gran sabana,
tras la que se oculto. Al ver que la sabana se movia sola, la gente creyo que se trataba de un
fantasma, huyendo del lugar. Tan divertida escena, sirvio a la estrella para olvidarse que estaba
perdida y divertirse de lo lindo.

Una diversion, que se termino, cuando fue a visitar al dragon de la montaña e intento asustarle
con su disfraz. Lo que no sabia, es que el dragon no le tenia miedo a nada y que su osadia, la
iba a llevar a las llamas que salian de la boca del animal.

Pasado este mal trago, dio con la solucion para conseguir encontrar el camino de vuelta: cuando
llego la noche, se subio en una gran piedra y comenzo a lanzar señales luminosas al cielo. Tras
un rato intentandolo, sus padres descubrieron su familiar brillo y la ayudaron a volver a casa.
LA VERDADERA JUSTICIA

Habia una vez un califa en la ciudad de Bagdad, cuyo unico objetivo en esta vida, era ser un rey
honrado. Para conocer si estaba logrando alcanzar su objetivo, les pregunto a todos los que se
encontraban bajo sus ordenes, si era justo con ellos. Todos le contestaron afirmativamente, algo
que le preocupo enormemente, ya que penso que no le decian la verdad.

Para asegurarse de que sus subditos no lo estaban engañando, inicio un largo viaje por las
ciudades de alrededor, en las que con un disfraz, preguntaba a la gente su opinion sobre el califa
de Bagdad. Al igual que sucedio en su ciudad, nadie dijo nada malo de el.

Quiso el destino que al califa de Ranchipur, le asaltaran las mismas dudas que a su colega,
comenzando tambien un viaje lejos de su amado reino para recabar otras opiniones. Un buen
dia, cuando ambos califas se encontraban de regreso a sus reinos, se encontraron en un angosto
sendero, por el que solo podia pasar un carruaje a la vez. Nadie parecia estar dispuesto a ceder
su lugar y aunque intentaron buscar algo que pudiera aclarar esta situacion, fue imposible
encontrarlo, hasta que el visir del califa de Bagdad a su colega:

-¿Como reparte justicia tu señor?

-Con los buenos es benevolo, honrado con los que son iguales a el y severo con los que
comenten malos actos

-El mio es amable con los duros de corazon, generoso con los malos, magnanimo con los injustos
y afable con los honrados.

Al escuchar estas palabras, el califa de Rachipur, aparto su carruaje y espero a que se marchara
el mas justo de los hombres.
EL ROBOT DESPROGRAMADO

Ricky, era un afortunado niño, que vivia en una maravillosa casa, en la que todo funcionaba de
forma automatica. Para ayudar a realizar las tareas del hogar, sus padres, compraron un robot.
Gracias a este aparato, la habitacion del pequeño Ricky, siempre estaba perfectamente
ordenada, hiciese lo que hiciese durante el dia anterior.

Estaba tan ordenado, que le era totalmente imposible, encontrar varias de sus cosas favoritas.
Buscaba y buscaba, pero nada volvia a aparecer en el mismo sitio en el que lo habia dejado.
Desconcertado, comenzo a sospechar del robot (ya que nadie mas entraba en su habitacion),
preparandole una trampa, para descubrir si el robot, le estaba robando sus cosas.

Tal y como sospechaba, el robot, estaba cogiendo sus cosas y guardandolas en algun escondite
secreto. Tras descubrir al ladronzuelo, fue a contarle a sus padres lo que estaba pasando y les
pidio, que lo cambiaran por otro nuevo. Sus papas, quitaron importancia al asunto y se negaron
a sustituir a una maquina que tan bien funcionaba. Muy enfadado, Ricky, decidio conseguir mas
evidencias de las fechorias del robot, para que sus padres lo creyeran.

Un buen dia, el robot, cansado de sus protestas, le devolvio un parte de los objetos robados y le
dijo, que como siempre los veia por el suelo, pensaba que no le interesaban y que las mandaba
a otro lugar, en donde resultaran utiles.

Avergonzado por su comportamiento, comenzo a usarlas con cariño y nunca mas volvio a
desaparecer nada. as dos justicias
LAS DOS JUSTICIAS

Dando un pequeño paseo, un filosofo de la antigua Grecia, se encontro en su camino con dos
mujeres, cuyo tamaño era realmente impresionante. Como temia molestarlas, se escondio tras
unos arbustos, para contemplarlas mejor.

Justo en ese momento, aparecio en escena, uno de los hijos del rey, cuya oreja parecia herida y
que se acercaba a las 2 mujeres, pidiendo justicia.

Las dos mujeres, evaluando la situacion, le preguntaron, cual de las 2 justicias queria. La primera,
cuyo aspecto era mas amable, escucharia la version del agresor y le obligaria a proteger la oreja
sana e instante a regalarle un casco, para tapar su desgracia.

La otra mujer, por el contrario, sancionaria al culpable con castigos fisicos y le proporcionaria una
espada, para castigarle con la misma accion a su hermano pequeño.

Pensandolo mucho, decidio que esta ultima diosa, fuera la que impartiese justicia, haciendole un
pequeño corte en la oreja a su hermano.

Cuando todo hubo pasado, el filosofo pudo descubrir, que la segunda diosa, era Ares, dios de la
guerra, el cual queria demostrarle a la diosa Temis, la verdadera naturaleza de los humanos.
Una vez que el dios se hubo marchado, la diosa, comenzo a charlar con el filosofo, con el cual,
nacio una bonita amistad.
LAS HORMIGAS

En un lugar muy lejano, los gemelos David y Andres, junto a toda su familia, celebraban las
maravillosas notas con las que habia concluido sus estudios uno de sus primos mayores.
Terminado el festejo, los mayores y los niños, se fueron distribuyendo por los diferentes lugares
de la casa.

Mientras los adultos charlaban animadamente, los niños correteaban felices por el jardin, jugando
a sus juegos favoritos. De repente, uno de los pequeños, se paro a observar a una enorme fila
de hormigas, que transportaban sobre su diminuto cuerpecito, pequeñas cantidades de comida.
Al ver la rapidez de sus movimientos, agarro una para verla mejor y sin mediar palabra, intento
pisotearla. Afortunadamente para la hormiga, la madre de David y Andres, se dio cuenta de sus
intenciones y le detuvo antes de que pudiera pisarla.

Ante su cara de desconcierto le dijo:

-¿Es que no ves que las hormigas estan trabajando para reunir comida para pasar el invierno?
Deja de molestarlas, pues no van a hacerte daño, y aprender de ellas, puesto que son uno de
los animales mas trabajadores y fuertes que existen en la naturaleza.

Arrepentido por la mala accion que iba a cometer, prometio junto a los demas niños protegerlas
y proporcionarles el alimento que tanto necesitaban.

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