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IGLESIA Y SOCIEDAD 71
depenúientclllenle de que l<ls consideremos acertadns o no. 5 Sean cuales sean
las causas que le atribuyamos, el hecho cierto es que el cristianismo desem-
peñó un papel decisivo en los cambios sociales producidos durante esta épo-
ca.
EDIFICACiÓN DE IGLESIAS
Par" cmpez<lr, durante el período inmediatamente posterior a Constanti-
3. IGLESIA Y SOCIEDAD no los edificios religiosos crislÍflnOs se hicieron muello más vistosos oe 10 que
habí{1!1 sido hasta entonces. Unn vez. 8cabad8 oficialmente la persecución,
qued6 ahierto el camino pnra d desarrollo de la arquitectura eclesiástica en
Dur<lnle los ochenta afios transcurridos aproximadamente entre el deno- cuanto lal. El propio Constnnlino fue un gr<ln constructor de iglesia.,>, y los em-
minado edicto de Milán (313) y 18 rrol11ulg<lcion de I¡¡legislación al1tip8gnna perndorcs sucesivos siguieron su ejemplo. A lo largo del siglo IV se consagra-
de Tenclm,lo r, clliminada arroxim(lc!;¡menlc en 39t-392,lja Iglesia Cristi,lll'l y ron grande;; iglesias en los centros uroanos más irnport<lntes, por ejemplo en
sus obi.'ijJos [ueran g,;¡nanJo lln<l posici()1l fortísima dentro del estado roma- Antinql1í<l, Nicomedia, M¡I;ín n Aquilea; algunns contaron eon el pa1roeinio
no. L'llll,l}'Of piUle de los historimJorcs c.slilrí<lll di.<;jll!c.<;t().~ [\ admitir ",,,imis- imperial, hecho que venía él rcrJejnr el nuevo papel de los emperadores como
mo que por (Iqucl entonces el criSli<lnislIio c0!1s¡ilufil un f<lelor muy impor- patronos de las capitales cristianas. Ln cnorme call1idnd de nbispos atestigua-
tante dentro de 1<1 socicd;ld en gcncf<ll, aunque todavía e:;lu,'icríl muy 1cjns dos en Ins ¡letas de los concilios debería constituir ele hecho una especie de guía
de ser la religión rrnrcsnda por la lolaliclml de 1<1 pohl;lCióll. Pn:cis;l11l('nlc b para estudiar In proliferación de las ig1esi<ls construidas por todo el imperio.
imporl aneía concedidn al fenómeno de 1<1 cristi,llliz<1cióll en lodns sus formas En algunos C<lSOS, determinados edifícios yn existentes fueron converlidos en
-fe. pn1clica. arte y ¡¡rqui\cctura, u organiz'lC.ión :;oci<1!-- con:>lituye una par· ig1csii1s, y, por lo general, los cristinnos sig\lieron utiliz.ando los estilos arqui-
le importante del moderno concepto de «Antigüedad !<lrdi<l".2 Pero I<lS rol'- tectónicos profanos ya existentes, sobre lodo c1moclclo de bnsílica de tres na-
m¡¡s en que los historiadores modernos ven dich;\ evolución son muy V;1- ves rcmatadCls por un ilhside, destinado a convertirse durnnte siglos en la for-
riadas, y ;l,~í unos mantienen In nctillld hoslil propi;1 de Gibboll, y otros m<l predominante de la nrquileclura cclcsiilstici1. Las iglesias más grandes y
manifics\¡l11 l(ls perspectivas Il'iunfalistns presentes en muchas oh ras cuyo::; IlHís presligiosns riv{]li7.nlmn con los cdiricios. públicos pag<l1lOS en tam<lño y
autores son eristj<llloS comprometidos. Según una temí<l m<lterialista estriCIt1, esplendor, y ¡¡ menudo se habl<l de c1las en los sermones y descripciones retó-
el cristianismo constituye 1<1 ideología autojustí[icativa de una nueva estruc- ricas de la épocn. El siguiente inrorme en torno a la construcción (bajo el pa-
tura de poC:er erigida sobre la bm;c de una desigualdad mayor incluso que la trocinio de la emperatriz Eudocia) de la catedral de Gaza, en sustitución del
ya exislcrlle) Pese;) no compmtir este enfoque ideol(lgico, 1\. H, M . .lones viejo templo pflgano debidamente destruido, el Marncíon, refleja en parte el
h<1ce también del c\e.sarrnllo de 1,1 1¡L!c:sia un ractnr decisivo para cxplicnr ];1 cnltlsiflSmo que scntíarllos hombres de aquc!ln época:
"ucc"deneiú» del mundo antiguo. Sin embargo, en 1<1 obra ya cliÍsi¡::;l de E. R.
Dodds, Paganos.r cristianus eH llIla ¿poen de nngrls¡i¡¡ (1965). ap;nccida tan El ~agrad() ob¡~po conlrató 1m .'Ocl'vicio$ eJe un arquilect0 eJe Anlíoquía,
sólo un al10 m<Ís tarde que el libro de Joncs Lala Romal! Elllpirc, se expone Rt\riIlO, hnmbre fllrmnl y experto, y fue él quien llevó a cabo toda 1<1 cdifica-
un esqucm" muy diferente, prcgunt¡índosc su autor si a pilrtir del siglo 111 óón. Tomó un POCQ de c:ll y sciialó el CQnlorno de la srlgrada iglesia, de <1C\ler-
cabe hnblnr de una ¿poca más «cspiritua]" que la <interior, y, de-scr <isí. <i qué do con los planos enviados por la piado$ísima Eudocia. En cu;¡nlo al sagrado
se debe. Esta pregunl8, cuando no el enfoque r<icionalisln y psicológico de obispo, reciló una orrlción e hizo una genu Oexión, ordenando lit pueblo que se
Dodds, ha ejercido lllHl grnn influencia en In gran c8ntidau de obra.'> puhlica- ¡msicra a cavnr. [nmediatamcnle, en un "larde de celo religioso, lodo el mun-
do sc puso a cavar, al tiempo que exclam¡¡b;¡: ,,¡Cri¡;\o ha vencido!» .... De ese
das dUf<1nle lo:'. último:'. nilos sobrc el leT\1f1 de los :'.nnlos varones y nnacorc-
modo, al cabo de unos cuantos dí,lS habírm sido plantauos los cimientos de lodo
tas. 4 En cualquier caso, lodo esludio en torno tll papel desempeñado por la el edificio y se habían retirado ¡os escombros (Marcos Diácono, Vida ,le Porfi-
religión durnnte este período comporta serio.'> problemns metodológicos, y rio, 78, según la trad. ingL de Mango, I1rl, p. 3i).
sólo un enfoque polivalente puede (\,lr cuenta de l<l compkjísima serie de fe-
nómenOS::l los que se dehe prcst<lr (llenci6n, En particular rlhora cslamns en
mejores (lmdiciones que l111nC<1 para ver 11;\51a qué punto tenían ¡as crcenci<ls No obslante, la decoración de Ins nueV<lS iglesias evolucionó con b<lsttln-
religiosas c<lpaddad de convenirsc Cl1 un;1 fucrnl dinnmicn dc 1" llislOI'I<1, in- te lcnlituu; no queda ningún ejemplo anterior n las postrirnerfas del siglo IV
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n 7.\

o los primeros 'Iilos del v de lo que sería la fastuosa d..:cúrución en mosaico


de iglesias tan conocidas como San Apolinar d Nuevo (del afio 490 e) y San
Apolinar in Classe (530-540 aproximadamente) de Ravenu. Santa María la
Mayor de Roma, edificada bajo el patrocinio del papa Six{o 111 (432-44U),
constituye un ejemplo ópccti.\cular del estilo ueddidamenlt:: clúsico de las
cl)!l$truccionc:::> ecfesi<islkas cuyo inll..!rior se nos ha conSérV,¡Jo intac\o; los
eluborauos !llosaico~ Jd arco triunflll, en los que aparece Ulla repn!sent¡\Ción
de la Virgen María vestida de emperiltri'L romana, estilo inspirauos en el re-
pertorio profano ya existente utilizado p¡lnl representar escenas bíblicas. Del
mismo modo, el ,~bsille más antiguo con decoración nlusivaria qUe se con ser-
V,\ en Ronl<\, el de lO! igh:sia ue Santa PUdenZl¡IOU (de finales Jd siglo IV), uLi~
liza tál1lbién motivos imperiales, esta vez para reproJucir la figura Je Cr¡~to
roJeado de los apóstoks, según el estilu habitual con él que se repn:sent,lba
al emperadur y el selhldo rOIll'\]\u.
El segunúo modelo en orJen de illl]Jortanci<l utilizado en la arquitectura
edesiásIica se basaba en ellllorfyriwll, y se utilizÓ sobre (Odo para la COIlS-
trucción de baptisterins, como, por ejemplo, el famoso 13uptlslerío Ortodoxo
de Ravena, ut! formu octugonal (comienzos dd siglo v). Muchos ue esos hap-
tlslerios se hallaban adosados ti iglesias de ph\llla basilical, pero el modelo nu
se linllt8ba únic¡¡mente ¡) este tipo Je edificios; también d<; planta octogonal
era, por ejemplo, la Iglesia Áurea construida por Constanlino en An¡¡oquíil
y desgraciadamente deslIparecida (eL Enseb., Vi!a CUfI.\"I., 1!I,50). Durante el
siglo VI se desarrollaron unas formas arquitectónicas mucho menos clasicis-
tas, adoptando unos moddos muy vmiados que van desde la basílica above-
dada a la denominada planta octogonal doble úe la iglesia lIe los Santos Ser-
gio y Baca d<; CO!lstantinopla, por ejemplo.
Aún se conserva en Estambulla elaborada «gran iglesia,) de Santa Sofía
(Ayia Soj"ya), construida por Justiniano. Fue edificada en sustitución de afro LÁMIN!\ ,{. San P~lb10 Extramuros, basílica pa!cücri$tialla, destruida a raíz de un in-
edificio que ocupaba el mismo solar, y que había quedado totalmente des- Cendio en 1823, pero rcproducich¡ en esta ilcuarda !.le! pin!or de.] siglo XVlll o. P. Pa-
truido tnlS el incenuiu que estalló durante In rebelión de Nika (532); su enor- nini. El és\ilo arquitectónico cuenta Clln much·,¡~ an<tlogias cn otras construcciones y
$C l1asn en el !.le tos i;:!.lificios públicos y en genc¡-al en los principios dé la iln.juileClll-
me cúpula (dedicada el año 56], después que 1<1 original se viniera abajo a
ra civil ¡0Il1.11H\.
raíz de un terremoto ([ut:! hubo en 558) fue considerada -y con toda razón~
por sus contempodneos una vcrdllden\ obra OllleS[fa de ingeniería y de di-
seño./> La l<lbof realiwJa por Justiniano en Santa Sofíu fue imitada a menor
escala en otros lugares, por ejemp!o (;11 Edc.sa (la mODerna UrCa, situada en ]ns familias aris!ocráticns miÍs encumbn\das de la ciudad, n todas luces con
In z.ona oriental de Turquía), donde se n.:,:collstn1yó en el siglo V( lllla iglesia ubjetu de t:lnul'\l· ti Justini"llu. Gregorio de Tours ¡Ifirma que la dccor¡lción
más antigu<l, consagrada también iJ hl Santa S;lpiO::flCi<l.7 La furllla bas·tlicd de uro uelledlll d\C San Poli ... ucto fue frulo de la pl"~visión de Anicia Juliall'l.
mil:; d¡\sicil fue dando pliSO pau1¡¡tlnalllente a la típica p!anta (l<.:. cruz griega, tkseusa de rrll.str~\r los phl!\cS que (enb e] empenlddr de npoderarse <l su
hnbitual en las iglesias biza11linas, cuya arquitec!ura se desarrolló al tiempo mucrte ~k su fortuna, gast;'(l1uosela anles t:ll la orn¡llllcn(ilción de ll!l<l igle-
que iba desarrollándose la liturgia ortodoxa. Durante los siglos v y VI, el C¡l~ si<l:~ Llt decoración de la iglesia resultó suntuosbinlll, con un lecho de oro
n'ictcr púb!ico de estos edificios y el prestigio que conferían n sus promoto- puro, columnas con ricas inCfllC:ilaciones de mdrmol, y unH inscripción uc se-
res, ya fueran emperadores ti obispos, salta a la vista; poco después dI.: [,1 tenta y seis versoS que daba la vuelta a la n<lve, en la que se elogiaba la mag-
construcción de Santa Soffu Se edificó en Constantinopla aira gran iglesia, nificencia de su ofrenda. A juzg,¡r por las (¡Itimas notícias que tenemos ilcer-
dedicnda a san Policuclo -cuya excavación ha sido enlprendida reclente- 3/32 ca de la cunstrucción de Santa Sofía, edificaJa poco después, parece que
menlc-, bajo el patrocinio de Anicla Juliana, dama pertenecienle a una de Justiniano pretendía con su obra tlejar pequet"u. esta iglesia.
IOLESIA Y SOCIEDAD 7S
74 EL MUNDO MEDITERRÁNEO EN LA ANT10ÜED¡\D TARDíA
fundamentales de! papel desempeñado por los prelados. Sabemos de la exis-
Se erigieron asimismo muchas olras iglesias. aunque no ¡an ra1ll0S~5 ni tencia en esta época de numerosos obispos influyentes, cuyo poder se exten-
espectaculares, si bien podemos afinnar quc su innuencia a nivel I?c<ll rue día más allá del ámbito que en la actualidad consideraríamos puramente
comparable a las de Constantinopla y contribuyeron a rcsalt<lr el Imp<lcto religioso; el precedente lo sentó el propio Conslantino, al concederles juris-
que supuso el cristianismo. Su construcción no respondería en re<llidad a I~s dicción secular v así en determinadas zonas alcanzaron una hegemonfa que
verdaderas necesidades de la población, si atendiéramos únicamente al nu- fue incrernentá'r:dose a medida que ibnn aumentando las dificultades con las
mero de habitantes; más bien, como demuestra el C<lSO de las b<lsí\ic<ls bizan- quc chocaba el1l1antenimiento de la administración civil. En san Ambrosio
tinas rcslaurad<\s y modiricad<ls durante los períoc!o v;lnda!o y bi1.nn.lino en de Milán podemos ver l<l figurn de un clérigo tl1l1bióoso, ávido por consoli-
<11gunos yacimientos arqueológicos dcl Norte dc Arric~ como, pO!: CJC1.l1p[O, dar tl toda castn su posición, y C8paz en ocnsioncs de ejcrcer una enorme in-
Sbeitl ü. en la actu;:t! Tu Ilicia. ¡{l construcción o rc.st'HHaelÓn de una Ig!cSI<l so" fluencia sobre el cmperador Tcodosio 1. Otro ohispo «pDlíLico» fuc, estn vez
lía constituir una prueba de prestigio locn\: Itl~ donncionc~ dc dínc,ro por p_<l~­ en Conslnn!illopla, S<1n Juan Cri~óstomo (véase el capítulo 1), nunque el <1S~
te de l<1s fmn¡lia~ <lcomodndas de una dcter111111ada zona. q\1e en epoca c1as!· cclismo de sus costumbres 10 llicieron, nI parecer, baslnnte impopulnr. El hi5-
ca habían ido des¡¡n<ldn~ por regla general n 1<1 construcción o rcst~llIr:ldón tori¡H.lor de la fglcsi<1 S6cr;:¡les comenla el gran número de enemigos que se
de ter11las, pórticos y demás edificios públicos, se destinaron cn esta 0¡W~;1 a granjeó por la sevcrid<ld de su doctrina moral y por su costumbre de exco-
la rc<\lización de obras en In::; iglesias y a sus ajuares y elementos dccnr;¡llvos mulgM <1 los contumaccs:
en general. E};te rcnómcllo resulta evidcnte, pOI: cjel.\Iplo, loclilv¡a en el. siglo
VII en algunas regiones de Slriil, donde hasta las Igle.51<lS de las a.ldcas me's p~­ Lo que conlribuín cn gmn parte a dar crédilo a eslas quejrJs era la cos-
quefias poseían refinadas colecciones de objctos dc J?l~ta .destlntld~s él la h- lumbre del obispo de comer siempre solo y de nQ aceptar nunca las invitacio-
turgía; por lo común se trntab<l de patcn<ls y vasos hturglcos, provlsl~s ~on nes n los Imnquetes. Los molivos quc tení<l para <lctU<l1" de ese modo no los co-
frecuencin de una decoración muy elal1orada, por lo gcner81 escenas 11lbllc<1s nncí~ n"die a cicncin cicr!ll. pero lllg.unos, c!escoso~ de justific¡u su conducl¡¡,
o de otro tipo, como por ejemplo la comunión de- las apóstoles, yen los que afinn¡¡n que tenía un c~tól1l<lgo muy dclicndo y tHl;l digestión muy difícil, vién-
a menudo aptlrccen Inmbién inscripciones con el nombre Je los dOl~alltcs"sc, dose ohlipuo;¡ ob.'icrvar tllln dietn rigtlrosísil1l<l; otros. en enmb·lL1. llc1lf1can su
gún una fórmula St1n1Hmentc simple, como la que aparece ell un plC d~ lam- Ilegali",a fl CQmcr en compniiía a la severidad de!a ab:;{incndn que solín gU<lr-
para hallado en el tesoro dc Kaper Koraon, proccdcll~c. de ll!la ald~a ,t;1.tunda dnl: (SócraLes, !fE, VI.4).11
al cstc de Caleis; «"t En cumplimicnto dcl volo que hlClcron n (la 19lcsla de)
los Santos Sergio y Saco. t Sergio. Simconi(o). Daniel y Tn]llús, hijos de Ma~ J\ difercnó,\ de san J\mbrn.~io y de san lUíln Cri.~óslo1110, Síln J\gu~lín, el
ximinn, de la 111dCil de Kaper J(nrao(n)".'1 Ti)dos estos ohjetos suden l1ev;lr m,"!:; grande de sus conlempor:íneo~. cuyn conversión se debió en gnm pilrle
impreso algún contraste o !ll<lrcn orici;~1 de.la pInta, l):lcyerl1l¡l.c..d;'llarlos con a b influcnein de san Ambrosio, pefllwneció ctlsi siempre en su di6cesi.~ ue la
bastante e;wclitud. La lllay\Jría dc !<1S IgJcSIOlS pa\cocnsllanas slrIa.<: SOI1 dc 1m oscura ciud(lu norleafricnna oc Hipona, escribiendo sU voluminosa abra, pre-
estilo extre.madamenle sencillo, aunque también en CS1,1 rcg.iún clllpcnron a dic;¡noo V llevando lIn<l vida c<lsi monástica. Los 0bispos cri};li81l0S eran pe.r-
levanlarse enseguida edificios más clabor,¡dos, siendo los m¡Ís cspcclacll18rc.s fcctamel~tc conscientes de 1" imparlancin que tenía la com,l11icación, y snn
los de los <;enlros de peregrinación como San Sergio de Rusaf<l, ero I<lS pr~xl­ Agustín fue todo un maestro en el arte de In oratoria y la docencia; escribió
micl<ldes cid Éufrates, donde en el siglo VI se construyó \lna catedral quc vmo diversos tralados sobre la mejor forma de ganm para la comunidad a indivi-
11 sustituir"TI otro edirício de époc<I <Interior. o el :;;)ntU(lrio de Saq Simeón el duos de loda e:o;pecie, desde el pcrson<lje má:o; culto IHlsta el méÍs ignoran\e.
Estiliw cn Q:l!al Si11l8n, donde se levantó una grnn igJcsin. C011 S}I monnste- }Jor desgracia no podemos evaluar el impacto que pudiera tener en sU comu-
ria ndjunto, y otros numcrosos edificios, que rauc8bnn el pilar ~oorc el cunl nidad este modo tan increíblemente actual de entender la psicologfa del pú-
vivió el santo durante más de treinta afios.JI) blico, y ca:o;i no tenemos más remedio que concluir que su genio se malgastó
en lIna diócesis tan peqlleñn. A pesar de todo, el nivel alcanzado en el terre-
no de los desplnilmientos y de In actividad epistolm por determinados
EL I'MEL DE LOS OBISPOS círculos eclesiásticos y por sus seguidores de la clasc superior fue tnn alto,
quc ideas e influencias lIcgnron a propagarse con suma rapidez; no es extra-
Las nueVdS iglesias. sin cmhargo. no cr<'Hl edificios meramcnte dc~o~;¡ti­ ño. por {¡¡Ilto, que san Agustín se mantuviera en comunicación no sólo con
vas ni dcstinados únicamente ni cullO; muchas ele ellas con::-lituían üutenllCO'<: personajes como san Ambrosio o snn Jerónimo, sino también con algunos
colos vedndos de los obiwos, a quienes proporcionahtlfl el marco lH,Í5 udc- 4/32 mist6crnlas de Romn, algunos de los cuales se refugiaron en su territorio a
cuaJo en el cual ejercer sU ¡{lhor de 8doctrin,¡micnto Il1Of<lI, sobal y rcligio- Hlíz del saco de Roma de 410. 12 Personaje totnlmente distinto fue Tcodore\o,
,<;0: y réng.<lsc en c~lcnln que dichn ¡nbar represcntaba uno dc los clc.mcnlos
76 DI. I\HINPO Ml:.DITEltRANEO EN LA ¡\NTICÜt.:DAD TARDlA TI

obi::;po a medi<.ldos del siglo v de Cirro, ciudad d~ la Siria septentrional, son.ti de la que hicieron gula muchos otros obispos. ErLl nalural ,1 tud,lS luces
tlutor también sumamente prolífico, teólogo y polemista, que llevó una vida que In diócesis de Roma ocupara una posición eminente, tanlo en d .hnbitü
igualmente agitada, esta vez debiJo a los problemas prácticos suscitados en Lle la autoridad secular como en el dd prestigio religioso; igualmentt: d pa-
su diócesis por una mayoría de preúicadores sirios y unos cuantos ascetaS su- trIarca d>:: CO!l!iU.lJltillopla, si bien no era técnicamente superior a los olros
mamente exóticos.. n La postura teológica de Teodoreto fue condenada pos- pntrj¡lrcas de Oriente (el de Antioqufil, el de Alejandría, y el de Jerusal¿n),
teriormente en un concilio (553), convirtiéndose en su propia época en un tenia siempre la posibilidad dI.'! intervenir de un modo m,1s pl.'!rsonal ~!1I;¡ po-
personaje muy controvertido, al que el propio emperador prohibió salir de su lítica eslatüJ, como haría san Juan CrisüslOlllO, y de mantener una relación
sede episcopal en 448, so pretexto de que perturbaba la paz. No obstante, por más estrecha con el emperador, que a su vez illtervcndriu l.I menudo en el
mucha energía que demostrara en la defensa de sus creencias doctrinales, $U1; nombramiento o la destitución del patriarca. En el año 553, fecl1i.l en que fa-
epístolas ponen de manifiesto lu atención y el cuidado que pr!'!staba a1;imi~~ lleció el que venía ocupando la sede episcopal de Constantinopla, justO cuan-
mo a la labor pa~toral. do d,.\ba comienzo el V concilio ecuménico, convocado por Ju;;tini;:¡no, el em-
Con ellranscurso del tiempo, la importancia de los obispos, lejos tic dis- perador se encargó de promover i\ un candi{tlto que, según su opinión -y
minuir, fue aumentando más y más. Por lo general procedían de las d<lses <lI- no se equivocaba-, habfu de contribuir a imponer las tesis impedides. No
laS más cultas y a menudo habían recibido una esmerada educación en el le- ubsl¡lHte, en 565, el propio JU!itininno, tras C:lmbiar sus opiniones en materia
rreno de la retórica clásica, que 1;cguía constituyendo e! miele o esencial de la doctrinal, 110 luVO empacho alguno en destituir ¡II mi$!1lo individuo, que en
enseñanza superior. Oada la contus,l situación reinante en Occidente duran- esta llcasión se negaba a apoyadas. Las relaCione!i entre la Iglesia y el estado
te el siglo v, los obispos se vieron a menudo des!'!mpeñando el papel de no ¡;nm, sin embargo, tan simple!i como este ejemplo podría dar a entender-.
ddensores de los valores de la civilización; de ese modo, algunos de ellos, las actuaciones tlespóticas y expeditivas como la~ qUt: acabamos de ver no
como san Martín de 'lbürs, se convirtieron en objeto de wlto poco tiempo COI1.stilllÍ<llt en la práctica la tónica general, y las teurÍlls del llamado «cesaro-
después de sU muerte. H A lo I<lrgo del !iiglo VI fueron adaptándose perfecta- papismo}}, esto es, el supuesto COrt[n>j de la Iglesia ejercidO por el gobierno,
mente a las necesidades impuestas por los nuevos amOs de la situación; tal irían mucho nHls !ejos.
fue el cuso de Venancio Fortunato, pí.ll1cgirista de la dinastía merovingia y
amigo personal de la reina Radegunun, posteriormente elevada él los altares,
que se había retirado a un convento de Poitiers, y él la que Venancio dedicó CONH.1CTOS ENTUE LUS CIOSTlANOS: l.OS CONCIUOS m: LA [GLESIA
diversos poemas corteses, como el que transcribimos a continuación, escrilo
al regreso de un viaje rC"dlizudo por la egregia senOfa: En gellenll podemus afirmar tIlle los emperador.:!> no se flbstuvieron de
intervenir (;'11 el terreno religioso. A !llc!1uLlu este tipo de ¡¡c[itUlles ualKllllu-
¿Cómo es ql1l:! ha vueHo a mí ese rostru COII su f¡¡uimlle luz? ¿Qué te re- gil!" a cpisodios vioknlos, con\() cuando lel legislación severamente antipagn-
tuvo lejos y nusenle l¡mlO titmpo'? Contigo te llevaste mi fdicidml, m,lS con tu na de Teodosio I promulgada en 39!-392 (eTII, XVI,lO,lO-12) indujo a los
regreso me la devuelves, haciendo que el día de la R.esuff<!L'Ción seu una fecha cristiarlOS de Alejandría, instigados por su obispo, Teórilo, a poner sitio al
digna Je doble celebración, Aunque nhora la simiente empieza apenas abro· gran templo de Sera pis y en (¡ltimo término ti destruirlo (vé,lse el capítulo 1).
tar en los surcos, al contemplar mis ojos este día, ya empic'w yo a r~cogcr la Tambi¿n otros templos importanlts fueron n/acildos o arrasndos por la mul-
cosecha ... (Venanclo Fonunnto, K 10, según la trad. ingL de George, IIcmllltim·
¡itud, por ejo:::mplo en la ciudad siria de Apamc-¿l, o en Caz:'1; [ni es \:lmbiéIl el
FU(fIllJIIWS, p. 197).
C(1l1!cxto en d que debemos situar el nsesina[O dc Hipatia, la filósofa neo-
platónica I11Ul..'stra de Sinesio (véase el CUpíIU!O 1).11} Pero !l:lJl1bién se produ-
Paulina de Nola constituye otro ejemplo de personaje del siglo v que. jeron incidentes violentos entre grupos cris¡¡:ll1oS rivales, un c:jemplo de los
procedente de un ambiente acomodado, renunció en buena parle a sus ri- cuales nos lo proporc·1011"dn los enfrentamientos entre arriunos y ortodoxos
quezas para establecer~e en Nota, ciudatl tle Campania, dontle desarrolló urw que tuvi<.:rOll lugar en Constantinopla a comienzos del siglo v. Los monjes ru·
gran lElbor de patrocinio en la esfera religiosa, CO!'l;;tfuyendo un complejo d~ dÍiHl ejercer Lllla innuencia Jh;t"asta en ';$te sentido-, tal es el C¡¡SU LIt los JI.)-
iglesias en honor de su propio patrollo, san [,élix, dd mbmo modo que .':il! m;luús "Insomnes» (/lkoillléroi) Ji:! An¡ioquía, 4ui.;'nt:s provüc:lI·on tales dis-
amigo Sulpicio Severo lo hiciera en honor de san Martín en la dudad gala tic turbios 1.:11 COllSlillll'lllOpl¡¡ que lit..; ltIrbus rivales se l<tnzaron contra ellos en
Primuliacun1. ls 426 y hubieron ue ser deslerraLlos para potler mantener 1<1 ciudad en p<lz. Los
La importancia cada vez mayor dd papado, comentad,l ya al referirnos dos g,raodl.:s concilios tle la Igk-sia celebrados en el siglo Y, el d>:: Éfeso de 4Jl
al pontificado de Gregorio Magno (590-604), fue asimismo frulO no sólo tic 5/32 y el tlt.: Cdl:edonia Lle 451, se vieron precedidos por violentas I!scenas de en-
In situación política de la ¿poca, sino también de la habilidad y la energía per- frelll;ll11il!nto cnln~ los p<lrtiJ,¡rius LIt! la!; diver.'HlS tesis; lal fue la l'uri,) que al-
78 EL MUNDO ¡".IEDITumANEO EN LA ¡\NTIOt"lEDAD TAIWfA IGI..~SIA y S0ctf.oAD 79
c;:¡nzó en 431 la rivalidad existente entre Ciri!o de Alejandría y. Ncstorin de ~mbito especial, y por lo general secundario, en la Antiguedad tardía, por
Constantinopla que a punto csll!vieron los propios prelados de llegar a las el contrario, la religión -tanto pagana como cristiana- no sólo ocupaba el
manos:!1 en cuanto al II concilio de Éfcso de 449, también concluyó con es- centro de I;:¡ escena, sino que la Iglesia cristiana fue además adquit:iendo un
ccnns violentísimas. protagonismo cada vez mayor en la vida política, económica y social. Dada
ComO vimos en el capítulo 1, los tres granJ,es concilios de la Ig,lcsia se ce- la situación, las propias doctrinas cristianas, así como las múltiples altern<lti-
lebraron en esla época: Ercso (431), Calccdot11<1 (451) y Constanlmopla (I1n- vas que dividían a los creyentes, suscitaban el apasionamiento de los hombres
mada V concilio ecuménico, 553-554): pero aunque eslos fueron los miis im- de la época, del mismo macla que hoy día lo provocan las cuestiones de ín-
porLantes, no fueron ni muc1lO menos los unicos. Desde (!t1C se celebran ~1 dole social o política. Algunas de esas discrepancias eran de índole mer¡j-
r concilio de Nieea (:125), h<lbía venido fortaleciéndose In Iclca de una fe tlm- mente práctica, como por ejemplo 13 determinación de la fecha en que debía
versal definida en un concilio gcncr,¡I de los creyentes. y por esLa époc<l alÍn ~e­ celebrarse la Pascua, maleria en lorno a la cual diferían considerablemente
guían debatiéndose numerosos puntos trascendentales que iban desde In cris- las diversils tradiciones locales; pem a la~ cuestiones estrict¡1Inente teológi-
toiogía a la <lutor'ldCld de ICls princip;:des iglesias. sobre todo (csrccialmE'nte C<l.<;. como por ejemplo la de la doble naturale7.;] divina y humana de .JeSll-
dur;nte la scgund<1 mitad de este período) él 1<1 de COllst:1ntillopla respecto de cristo (1 el esta tus conferido <1 la Virgen María, se les ol9rgaba muchil mayor
la de Roma. Adem;ís de publicar sus' netas, los concilios promulghball también import<lnci<1. Durante la primera parle del período que nos ocupa, el arria-
SUs acuerdos ("dnol1cs») en l11<ltcrin de doclrin;:¡, DUloridDU cc1csi¡\stica C'- in- nismo, que centraba su atención en la relación del Hijo con el Padre, siguió
numerables pormenores rel<lcionados con el cmnpmtamicnlo de los crisli;1- cOI1~ti!t1yel1do un problema de pr'lmera magnitud, sobre todo en ~o concer-
nos. sobre lodo por 10 que se rdiere al clero, como por ejemplo los prcCcpl?S niente a lo::; bárbaros, pues si bien cnsi (odas las tribus se habínn convertido
rel8tivos a la contincncin y el celibato, puntos respecto (1 los cuales la IglcsHl ya al cris{i<lnj~mo, lo habían hecho en :m modalid8d <1rri<ln8. Hacia mediados
occiclcntalllací'l más hinc<lfJié y se moslraba m~s sever;1 que 1;1 orienta1.'~ L<ls del siglo V, sin embargo, la problemática fundal11entnl se centraha en la do-
controversias eran aealoradísimas y a meJludo dcsemlloeClban en violentas lu- ble naturaleza divina y humana de Jesucristo. Nestorio [ue condenado en el
chas entre [os distintos obispos y los parlk!<lrios de cada uno. Al cmpcrndo r concilio de Éfe:w (431), pero sus doctrinas pervivieron en sus seguidores, los
compctín [a convocatoria de los concilios ecuménicos, pudiendo ejercer una nestorianos, quc siguieron haciendo hincapié en la humanid<ld de Jesús. El
innuenci,l considerable sobre sus result"dos. como hizo Constantino en el de extremo opuesto del nestorianismo recibió el nombre de monofisismo (que
325 y como haría Justiniano en el de 553-554. En este últill1(l caso las sesiones afirmnba la existencia de una so{(1 physis o (l!wtura!cza» absolutam'enle rJivi-
duraron varioS meses, pues el p<lp<l Vig.ilio se ncg(l n asistir a ellas, a pesar de na de Jesucristo), y serfa est3 postura la que, pese a ser condenada en el con-
h<lllnl"sc presente en Com:t;:wtil1opla. Al rill<ll. tr<ls el acoso (1 que se vio SOlne- cilio rJe Calcedoni(l (451) en la persona de Eutiques. simple cura de Con~­
tido, no luvo m<Ís remcdio que cambiar de postura, pero siguió sin asistir a las lantinopla, constituiría el mayor obstáculo para la consecución de 13 unidad
reuniones, de suerte que las directrices impucs(ns por Justiniano p<lra detcr- cristiana durante los ciento cincuenta años siguientes. CU3ndo Justiniano in-
minilr la<; decisiones de! conc'I1"lo 110 convencieron <1 \<1 Iglesia de Occidente. Al tentó lIevnr a cabo la reconcilíación de las iglesias de Oriente planteando la
término' del concilio de Calcedonia, el emperador M,lró,mo proJ11ulg6 l10 modificación de los cánones de Calcedonia, sólo lograría su propósito a eos-
edicto por medio del cual espcrab,l pcrsu;:¡dir al pueblo cristíall0 de que \,1 con- {(l de. innigir UIl;l. grave orensil a.Ocddente. Un indicio de la fuerza que po-
trovcrsi;'l h<lbía quec!ndo al rin 7.anj<lda: dían llegar a tcner [as opiniones en esta materia nos 10 proporciona el si-
guiente hecho: ,mtes de celebrarse el concilio de Ca!cp..donia, Eutiqucs ya
Por último lo que ¡¡"¡nlo ;111SÍ<lb<1, con la mayor devoción y el m;\~.fcrvienlc había sido condenado en un síllodo locnl (448), pero il]mediatamente des-
dc,co, sucediO. Se ha p\lc.~ln término a 1<1 conlroversl(\ de qllc Cr;¡ objeto la re- pués fue rehn\)i¡il<lc!o por otro concilio de signo contrario (el ((Latrocinio de
lirÍtín ortodoxa de los cristiano!:; por rill se han h,lllado rcmc,J¡o~ conlra 1[1 Éfeso>', de 449). Sc dehió en gran parte;l b labor delnt1cvo emperador Mnr-
Il;~nlif[l culrable. y 1.1 divnsiJad dt.: "pin¡(lIlcs cl1lrc I,,~ gcntes ha d;¡do raso ,11 cI<1nO y:1 la de su riado.~;J c.sposa. l<l emperalriz Pulqueria, el hecho de que el
C(ll1scn~o y la cC1I1cnrdia g,cllcr;ll (Sle"cllS01l. erra/s, 1'. 341). concilio de Calcedonia Jludiera promulg.ar el 25 de octubre de 451 un deere-
(o afirnl;l.ndo la doble n8tumlc"la de Jesucristo. La ui~cusi6n del l1,1Ilwdo
Como he.ll1oS visto. se (rattllE] l11,ís de ulla c1c.darilclÓn de buenos deseos "Tomo>' del p;l[J<l León L en el que se subrnyaban una vez más las dos n8lu-
par<l el fuluro que de una descripción elc 10 que había o.currido .en re·,llic.!mJ. ralC7.ns -.Whs/Ollfiv(!- de Jesucristo (véase el capítulo !), ocu[Jó la 1ll8yor
Sería erróneo pel1S;H que estos conflictos en m;l.(ena t10ctrmal .no er<ln parte del concilio. El Tomo dcsrertó las :"iospechas de [os seguidores de Ciri-
m<Ís que un:'l mfiseara tr;ls la cl1,d se ocultahan .1<1s "~crdader¡~sn CllCSll011C.,~ de lo de AIc.i;Jndría, y así 1ll1lcho~ cristianos orient<lles lleg~1fon ,1 pensar que los
[Joderfo y autoridad de un il1dividuo o de Ulla 19lcsw dctc~'1l1Inl\da, pues. SI el1 ílcuerdos de Ca1cedoni;¡ constituían una traición a los principios de este ohis-
l1uestra socicd~ld L:t religión queda rclegad<l en la I11nyO!"la de los casos (1 un po. L:l.s direrencias crisl;¡liz;¡rían en un verdadero eiSl11tl cuando, pocos <lilos
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80 EL MUNDO MEDITERRÁNEO EN LA ANT!GÜEDAD TARDíA H;I.E:-¡IA Y:-;UC1\'\)I\1> ~ I

después dI! celebrarse ti V concilio ecuménico, Jusliniuno nombrÓ a Jacub en dIos privilegios especiales t; ¡ndl\~o el aCCéSO ¡l! s'igrario, no eran corun¡l-
Bartadai obispo de Edesa y permitió en loda Siria la ordenacíón especial tic dus ni ungiLlos cumo sober,lnu:; imperiales en el lransplfsu de unll ccremoni,\
sacerdotes monofisitas., abriendo así el camino p'Ma la constitución de una religiosa. Según hemos visto, los obispos podían lIega:r incluso en oCllsiones a
Iglesia aparte (la llamada I<jacobila,~, por alusión a Jucob Bar'adai, o (dgksia humillar al emperador, y ;\ menudo la Iglesia Se resi~tió a acalar la voluntad
ortodoxa siria»), que sobreviviría a la conquista árabe, y que aún persiste en de! soberano. El enrrentamienlo Jirecto entre el emp~rador y el patriarca es-
algunos lugares,l<J taba llamado a convertirse en un rasgo constante de)a vid<l de Sizancio du-
Así pues, pese a los enormes esfuerzos que comportaba [a celebración rante los siglos venideros. En la práctica, el emperador y la Iglesia ~o mejor
de los concilios y la iutensidad de los sentimientos enconlrados, las divisio-
nes religiosas no fueron ni mucho menos subsanadas; es más, como la Igle-
sia de Roma y la 19lesia calólictl del Norte de África, que había logrado so~
equilibrio que se hafÍ¡1 todavíi.\ m¡,s delicado cuanLlo
imperial en Occidt:l1le.
*
dicho, las iglt':sias- mantllvieron un<ls rt':laciones incómodas, g.uan.hlndo un
viniera abajo el poder

brevivir ti las persecucíones sufridas durante el período vándalo para En cüalquier caso, la intervención de los diversos:; mie.mbros de la ramilia
resurgir con más fuerza a raíz de la reconquista bizantina de 534, habían imperial en asuntos de índole religiosa no se limiwbil ::;ólo a lu esfem políti-
aLloptado una férrea actitud antimonofisita, los emperadores de finales dd ca. La madre llc Cun~(an¡il1n, s,lnta Elena, Iwbía senqlúo un precedenk: al vi·
siglo v y del siglo YI se toparon cada vez con más dificu!tudes a la hora de sitar los Santus Lugares y fundar en ellos cJiversu~ iglesias (Euseb., Vito
mantener la unidad de la Iglesia, tan necesaria desde el plinto de vista po- Co/!st., 111,41·46). Este gt:s1o suyo conlribuyó ell graf1 medida <l ¡¡fianzar el\-
lítico. Los intentos por reconquistar Occídente !levados a cabo por Justi- I re los cristiano::; la idea de la pereg,rinacíón, y así u f~nales del ::;iglo IV empe-
niano en nombre de la restauración de la ortodoxia, no vinieron sino a agu- zaron a viajar a Jerusalén y Tierra Santa gentes Je topus clases. Algunas cris-
dizar el problema. Entretanto, las discrepancias respecto di! Constantinopla lianas ricas fundaron centros religiosos que ellas misl*as dirigfan siguiendo el
y Oriente, así como la disolución del poder imperial en Occidente y sobre moddo de sus arislot:dticns mansioncs. 21 Las san las paula, Fabiola, Marcela
todo el fracaso en ú\limo termino dc Justinitmo, que 110 logró reinstaurar y Mdania realizaf(JIl el correspomlienle viaje piadü~o a Jerusal¿n y Belén.
una ht!gel11onía duraden.l de Bi1.ancio, abrieron a ]<1 diót:esis de Roma, a la PusteriornH:ntc, ya ct\ pleno siglo v, su ejemplo fue sl!guido por Eudocia, la
que los c¡lnones del concilio d~ Calcedonia habían concedido y¡l una pri- joven ateniense con la que habia mnLnlÍdo rnalrimpnio Teudusio 11; aten-
macía honorífica, el comino que la llevaría a convertirse en el poderoso pa· diendo a las exhortaciones de santa Mdania (Sócrdtes, HE, VlI,47; Clark,
pado independiente de la Edad Media. L/fe o[ Melmúa, p. 56), la-emperatriz partió en 438 para Tierr,\ Santa, pro~
Ilunciando en el transcurso de su viaje un e1egtlnte;discurso en Antioquía,
que COElcluyó con una erudita cita de Homero (Evag\rio, HE, 1,20). La e$po-
LA INTERVENCIÓN DEL lMI'ElUO EN EL ÁMUITO ECLESIÁSTICO sa del monarca se hizo acompañar de Gri[o de Alejal1úría, siendo recibida en
Sidón pOf la propia Melania, a la que llegó a llamar madre espiritual (Clark,
Los emperadoreS que sucedieron a Constantino fueron todos úistianos, Lije oI Me/nllill, p. 58). Eudocia, sin emb¡lrgo, fue un person8je nefasto, como
excepto Juliano (361 ~363), Y lOdos siguieron el ejemplo de su predet:esor par- no lardaría en poner de manifiesto su rivalidad con S4 cuñada Pulquería, mu-
ticipando activamente en los asuntos de la Ig.lesia. Sin ellll1argu, la situación jer de prurulll.ht religiusídad, al pocu licmpo de regre~ar ¡Je su viaje. A[gllno~
era c:n realid¡ld mucho menos dara de lo qUe estas afirmaciones puedan aca- años después volvcría a lus Santo~ Lugares, eH t;!!;I¡L ocasiÓn prácticamente
so dar a entender. EU!:iebio de Cesaren desarrolló una teuria política, según deskrrada y, una vez allí, se viu obligada por su esposo a redudr la magnifi-
la cual Constantino era el represenl<ln!e de Dios en la Tierra, y esa idea se cencia ue su tren de vida. A pesar de todo, el patrucinio ejercido por Eudo-
convertiría en ta base ue toda la teoría política bizantina. Los emperadores cia en Tierra Santa tuvo en general una gran imporqmcia, y ¡l él!ie debió lu
podír¡n nombrar y destituir patriarcas a su antojo y convocur concilio!; ecu~ construcción de diver!ias iglesias, monasterios y hosP:,icios; ella misma se en·
ménicos, inlerviniendo además activamente en ellos. Podían asimismo lomar cargó Je recordar tdgunn de sus obras en los epigrilllias que compuso. 22 Pos-
parle personalmenle en los debates teológicos, y publicar obras Je maleria leriormente otra empa¡llriz, 'leodora, la esposa de': Ju~tiniano (muerta en
doctrinal, como haría, por ejemplo, JusLiniano. DUr¡lllle IOdo L!:;le período los 54X), seríu recordad" pUl" los rnonofi~¡las orientaks por haber protegido pa-
emperadores emitieron leyes re[¡\clonadas con a!;untos ec1esiüsticos, inten- radójicamente en Constantinopla a los dérigos y m011jes monoris¡tas que se
tando incluso controlar, por ejemplo, el acceso ¡¡ la ordenación sacenJotal hllbí¡\\\ visto obligados a buscar refugio en la capital Jebido a las disposicio.
(que comportaba importantes privilegios riscales) y regurar e! poLler de los nes IOnta¡J,ls por el emperador. Según se ,dirnl<l, JustÍ'¡niano y Teodora tenían
obispos.lo Ahora bien, por mucho que los emperadores saliefi:l11 solemne- por costumbre visitar :\ los monofisitas en e! palacio;de Hormisdns, conver-
mente a recibir en procesión las retiqui<ls sagradas y participaran en los ritos7/32 sar mil ellos, y pedirles su bendición, actitud que adt?ptarían igualmente sus
litúrgicos cada vez más daborados de Santa Sofía, habiénJo~eles concedido ~~~ :mcesores, Justino J[ y su esposa, la empenltriz Soffa,';quien, al parecer, tam-
82 EL MUNDO ME.DITEaR;\NEO EN L/\ ANTIGÜEDAO Ti\fWfi\ IGLESIA Y SOCIEDAD 83
bié n tenía tendencias mOl1ofisitasP Por sorpfcndente que pued,l parecer, lianos que empiezan él aparecer en la actualidad en los pavirnent~s de mo-
Teodora había sido en su juventud actriz de espectáculos de dudos8 morali- .~8ico de las b<lsíliC<lS, nos permiten percibir e! cambio producido en el terre-
dad y, tras ser elevada al piadoso y respelable rango de emperatriz, entre sus no de la fe de las perSO!l8S, también en este caso, como suele ocurrir en nues-
obras de caridad se cuenta la rundación de un convenIo destinado a ncoger a Ira experiencia cotidiana, las creencias individuales suelen quedar ocultos
proslitutas arrepentidas, llamado la ({Penitencia" (Procop'IO, lIüfnrin nrcrmfl, bnja fórmul{¡s convencíon<l!es, y el sentido común nos dice que no debemos
XVH,5; cf, De /1cd((., 1.9.2); su ejemplo hiw oc el!a un person,ljc Slltlwmell- i"1lropellamos y sacar conclusiones precipitadas.
te venerado por toda la 19lcsia oriental. En cualquier caso, es evidente que duranle esta época el cristianismo fue
ganando importancia paulatinamente, tanto en el terreno de la práctica como
-!'iobrc lodo R través de IR predicaci6n, el contaclo personal y la reglamen-
REUG1ÓN PRIVADA Y !(EUG1ÓN I'ÚlH.IC¡\ tación de la pertenencia a las diversas comunidades cristianas- en el de la
vida priv<lda de muchas personas. Esle fenómeno. sin embargo, resultaría
Es indudable que los emperadores se in1l1iscufan en los <tS1.11110S de índo- mi'Ís evidcnle en 1<1$ ciudades, donde, como hemos visto, la Iglesia estaba ya
le religioso por razones de estado. Pero lo cierto e~ que se hallahnn [0'111 im- muy orgnni7.ada, y resulla yn tópico afirmar que la práctica de! paganismo si-
plicados como el que mi'is en ese tipo de asuntos y. desde luego, los intereses guió vivtl cnlos <Ímbitos rurales mucho más tiempo que en los urbanos; si he-
políticos y e! provecho personal se h<lllaban a menudo estrechamente re\a- mos de d8f crédito a nuestras fuentes. todavía existían miles de paganos en
cion8dos entre sí. Uno de los rasgos ll1i.Ís sorprendentes de esta época es el Asia Menor durante el reinado de Ju~tiniano, cuando Juan. Obispo de Éreso,
aumento que np<lrentementc experimcntó en genenl J¡¡ sensibilidad religin- ruc enviado a convertirlos (.luan de Efeso, HE, IlI,3,36)_25 El término «con-
S<I 0, como suele denominársclll, la espirilualid<lc! de ]ilS ¡:!enles. Otro modo de versi('}n,' quiz<1 no SCl1 el mi'is adecuado; una inscripción griega de Sardes, por
formul<lr lo que, según parc.ce. ocurrió. es pl<lOte:H 1<1 cuestión en lér1llinn.~ ejemplo, ,lluoe a! confinamienlo en e.':i[n ciudad de unos "paganQs abomina-
ele religiosidad privada frel1te a re¡igiosidllO plH1!iea. N Evidentel11ente hoy bles e impuros») por orden del rc!crclldarius Hiperequio (Sardes, VIl, n.o 19).
día poseemos muchísimos testimonios ~vidas de santos, rtnéedotas mon"sti-- La pervivcneia de los cultos pag<lnos chocaba con la agresividad del cristi<l-
cas y Iiteralura asc6tica en general~ que nos permiten vislumbr<lr lo que era nlS1110 y podía llegar a molestar a las autoridades lo bastante como para te-
la existencia de la gente normal y corriente, Pero olra cuestión muy di.~[il1tfl ner que recurrir en ocasiones a medidas violentas, como por ejemplo el cie-
es deducir qué fue 10 que produjo un cambin tan dr~!'il ieo en la viu;-¡ -de los in- rre forzoso tic determinados templos por obra del ejército imperial: asr
dividuos. Como el tipo de testimonios que poseemos no s610 liencn un ca- ocurrió con los templos de Gnza, dClllOlklos por el obispo de la ciudad en 402
rácter religioso, sino que además tlluestr;¡n con frecuencia un c!,lr,) deseo de con el bcncpl,ícito del emperador y la colnborflción votuntari<l de los soldn-
promocionar determinados ideales de vida cristian<l, suelen dm la impresión dos (Marcos Diácono, Vida de Porfirio de Gaza, 47-50. 63-70, 76). La facela
de rtUC existía una m<lyor conformid¡¡d con esos idealcs de la que, a jU7.gar intelectual del paganismo se centraba principalmente en las escuelas de rilo-
por los eo¡ncntarios incidentales que esas misl1l;\s fuenles hacen, pmhahlc- sofía de Atenas y Alejandría (vénse el cnpítulo fí), pero si resulla suma111en-
mente se daba en rc¡¡lid<ICl. Se hace nco,.:s;nio asimismo recnr{.\¡n· que a la !e difícil evaluar h<tsta ql!é punto siguió vivo el pag,1!1isl11o debido ,,11 carácter
¡g.1csi<l1c 1m interesado poner de relieve el proceso de crisli¡mll,,1Ciún y restar :>esg<ldo de huena parte de nueslros testimonios, parece evidente que los cul-
importancia a los teslimonios que h,lblan de I¡l pcrvivcncia dd pag¡misrno lo;.; paganos siguieron vivos en numerosos lugares mucho después de ser ofi-
(vé<1sC el ctlpítulo 6); y ¡¡ este rc:>pedo, l11ucho.~ historiadores, comwicnte (1 ill- ciahnel1lc proseritos.2h Naturnlmenle eran lllucha:> las causas que indudnn en
c-onscicntomcntc.la h"" scci.mdado. Así ¡me!>, <1 la hora tk: evalt¡¡¡r io que fue- !as pcrson"s " r.bm7.r;r lo re cristiana, úe"tac;:;ndo la búsqüeda del provecho
ron las ert:-cncias y sentimientos del individuo cn aquella época, pcherí;ul1os persomd en aquellos que ansiab;:¡n la obtención de alguna prebenda por par-
tener pre:¡cnIC que muchos de los testimnnios que hoy día po~¡::e11los nos le dcl gobierno cristiano, !B simple cOllveniencia y el afi'in de librarse de las
oblig¡m por su propi<l 11(lturalcza <l llegar;1 lln<lS conclusiolles prq:ollcebid<ls. gri1VC~ disposiciones antipagflllaS dictad;]s sllcesivalllen~¡ por los cmperado-
Numerosl~s sermones pronllnci¡ldos pm san J\Jan Crisóstnmn n fipak:.s del si- res,n Otfas muchas personas, como es habitual, eOlivivían con diversas
glo IV dan'" entender que muchos miembros de su eomUllidad sqgufan trfln- creencias conlr,HJiclorias y Iwbrían pue:>lo el grito en el cielo si <llgllien les
quilamcnt,~ reali7.ando pnkticéls que. en opinión del ormlor sagntdo, no !e- huhiera hecho notar tan curiosa circunstancia. Con tOdll, a comienzos del si.
niJn nl1dn'dc erisli"l1'lS. lndtl.~o en (¡<))-692. el concilio de Con~(fll1"¡¡nop[a "in glo VI seg.uía hílbiendo paganos entre las fnmilias acoll19dadas de Afrodisias,
Trullo» volvía a conden,¡r Ins prRclieas j1,lgnn;\S e inlenl;lba rcgl"nJel1!ar las y entre los estudiantes de Alejandría hnbfa por aquello!; misrno~ año¡:; paga·
vidas de los que se denominaban <l sí mismos cristianos, que por entonces nos y cristianos a un tiempo. A finales de! siglo VI, a raíz de los escandalosos
cran sin duda <llgun<l la inmensa mayorí<l dc b población. Así pues, aunque acontccimien!os ocurridos en He1iópoli5, volverían a renlizarse juicios contra
nl¡!unos testimonios. por ejemplo l;¡s carlas e jn.~crirciol!es ftlllcr¡lrias de cr¡.~- 8/32 p8ganos en Conslantinopla,ll\ y Justiniano llevó ¡¡ cabo diversas purgas de in-
R4 EL MUNDO l\!EDITElmANEO EN Lt' t\NTlliOEú,\[) TARDíA H;LFS1,\ \' Sll('Il·[),\\l

telectuales pnganos pertenecientes a las altas esferas de la capital, que aca- Z:'IS exis(cnks CIHre el ascetismo pagano y el cristi'\1lú, sobre ludo en su ver-
baron con su muerte y la confiscación de sus bienes, así como con el ciern.: tientc 111,\$ intelectual. la doctrina neoplatónica fomentnba un régimen cor-
definitivo de la Acad~mia neoplatónica de Atenas: poral basauo en una prudente moderación en toJos los aSpeCll)S (riskesis:
"ejen:itación, adicstramiellto»), incluida la continencj., sexual, conforme ¡¡
C¡¡USÓ estu gran espanto. El emperador decretó tjlle. quie!H.::~ luvi<.::ran los preceptos de! [¡¡osara griego arc:lico Pi¡¡-í.goras, cuyo modelo habiu sido
creencias hd¿nicas [es J<::clr, paganas} no pudieran desempenar ningún cargo resucitaJa, por ejemplo, pur Hmblico, uulor de comienzos de! siglo IV, en su
público, mientras que cU¡lntos :;iguicrall alguna lit lits Olras herejías dcbcrÍ¡\Il obra titulada De vi/a Py¡}llIgoricn.J2 En cambio, algunos cristianos al menos
ubandol1<lr el estado romano en el plazt) tle tres mt:ses, si !lO abrazaban la k or-
fueron más <I\1<í 1: inknlaron cmular d ejcmplo pro[Jut:slo en los rdatus ele
todoxa (Malatas, Crónica, s<.::gün la traJo illgL de Jeffreys, p. 263).
hls tentaciones de san Antonio, uirigi\!ndo m<1s su ¡¡tenelón al modo de c:vitar
los placeres cartl<lks y ,HJoptundo las formas más raras imaginables de mor-
tificat:ión.3}
MONJES, ASCETAS Y SANTOS VAl\ONES Hay quien ha afirmado que el monacato rue una especie de movimiento
u~ ~'protesta)) en contra de la Iglesia insLitucionaliz3da,-pero lo cierto es que
Fue esta la época de los santos y los anacoretas. Fue esta la época en que el ideal ascético en general (renuncia a las comodiuades.corpom!es, incluidas
se propagó por todo el Mediterráneo el movimiento monástico, primero a \as ropas ele abrigo, a la dieta :mludable, al üseo perso!wl y sobre todo a las
través de los que en Egipto, 1\ imü:\ción de san Pacomio y san Antonio, <1 fi~ relaciones sexu.lles) había alCul11.üdú una gmll prepondernllcia entre los pri"
nales dd siglo 111, Se retiraron al úe~ierto, y lue:go a través de la IIH1ltiluu de milivus t:rislianos desde fecha lllUy tempran.a.)'¡ Para poder entender las fur·
cenobios religiosos de todo tipo, unos de: carácter formal y otros Lle canicler mas tan p'lrtit:ulures en que ese idL!<11 fue asumido en la Antigüedad ti1rdi:.l, \a
¡nfo~mal. Los monasterios siguieron en Oriente la regla de san \3asilio y en Vida de SClII AI/rol/io, atribuida a SHn Atanasio, resulta importantísima. Esta
OccuJenle la ue Juan Casial1o, como por ejemplo el qU\! fundó Clsiodoro obra presenta el modelo cl,isico Ll~ vida ast:etica, con su contraposición entre
en Squil!ace. 2'J La cifra de monjes debió de ser altísima, ascendiendo su nú- mLlnJo y espiritualidad auténtica, sus espduznantes recetas de cómo super.lr
mero, según parece, a varios millares sólo en Egipto; por poner algún ejem- la tenlación, y su típico decorado, el desierto, Jlmde haHn 10$ kones son uo-
plo extraído de 1<\$ fuentes litenlrias, Paladio dice en su J1Ü"toria !aw·íaclI que 1ll<\ÚOS por el poder espirittwl Lid santo v:lrón. Por si fuera poco, se convirtió
a comienzos del siglo v había en Alejandda 2.000 monjes, en Nitria 5.600 as- en lectura obligato(ia para todo cristiano biclleJucaJo. San Agustln tuvo no-
cetas y eremitas varones, 1.200 monjes y doce convenlos de monjas en Antí- ticias del poderoso efecto que ejercía poco antes de su conversión u [<1 vida
noe, mientras que en Tabellnisi había 7.000 monjes, 1.30U de los cutlles habi- ascética cristiana, cuando fue a Mitán en 3&'7; él Y su amigo Atipio recibieron
taban sólo en el monasterio de San Pacomio, así como un convento de 400 la visita de un cristianu lIamadu Puntidano quien
monjas. No obstante, ~\unql!e existí.m gnmdes monasterios CU!l!O los que 11\':-
mo:; mencionndü, vak: Ll pella subrayar ia gran variedad qUlC mostraba la HU!; ¡;ontó 1.\ hisloría ú~ Allll.J(\tO, 0.:1 mUllj..: t;gipc:io, nombre que lkv;I!I con
vida re.ligiosa en ~sta época, pues ni mucho menos tenía por fUe!~La que adop- ~f:!Ilde IWI1[".\ (us serviúores [Agustín cs[{i habl\lnúo con Dios], aunque hasta
tar la {afina de Vida en común que se h.izo habitual a partir de la Edad Me- entom:cs ni Atipiu ni yo habíamos oído hablar ele él. Cuando so;) ¿nleró ¡Je ellü
dia. Muchos religiosos, sobre todo las mujeres, siguieron viviendo en peque- [ponticil\l\ol. se recreó en contarnos su hislori¡¡, inspirando a I!uestra ignoriln-
ños grupos o incluso en la intimidad de sus casas,Jll mientras que muchos de da el conucimiento Jt! In ~r<l¡H.Jt"l.a de aquel hOlllbn: y JedaranJo ~u asombro
los cenobios del desierto <ldoptaron 1,\ forma de ¡auras, en las que un J1l"l!lle- PI)!" la t:ircullslant:·I,l de '1m: no supiéral1\os Iwda de d ... De ahí pasó en su pl:\·
ro indeterminado de monjes vivían independientemente, cüua UllU en su ce!" lit<l a hablamos oe las multitudeS que l\lIbia en los lTIon,ls!erios y Jd modo di::
da, en torno a un.\ iglesia central, a la que acudían todos semanalmente para vida que llevan por ¡¡gr¡ldarlc, y de lus r~rtilc.'i yermos dd d~sit:nu (COI/!, VIII,
6,14, se/!,lIn la traJo ilt/!,!. de H. Chadwick, SI/im i"Íugusri¡¡e. CUl1fI:!HiOtI.>,Oxrurd,
celebrar el culto en comun. 31 Muchas de las personas que durante el siglo v
IlJ9t, p. t92).
no se decidieron a entrar en religión, sufrieron indudablemente el in!1ujo de
l~s ide~les uscélicos y del ejemplo de determinados asceta~, adaptando luego
dichos Ide<lks 11 sus vidas y a su fe. El horizonte ascético iba lll~ís ,,11t'i de lus Lus monj~s J~sarro!!abafl a ve..::'.:s una intensa actividad política, qUe en
muros de l<.ls comunidades religiosas organi"l.¡Hlas, y por Sllpl1~StO !f~lscenLlía ot:ilsiollCS daba !ug¡\!· a st.!l·ias knsíol1c:-; enlre cllm y 1;\:; aUlorid,¡ues civiles.
!.o~ !imites del cristianismo; esos m¡slIws ideales fueron encumiadus COI\ igu;li No obstante, ~ería erróneu separar el "monacato», fenómeno todavía suma-
lervor por los iilósofos neoplatónicos Je los "íglos IV y v, que predit:aball la ll1entt; V,¡go en esta épOC.I, Jd movimiento ascético l!n general, aparte de qUe
abstinellUU de !os placeres carm!les, de b~ cornidas lujosas y tI¿ todo ¡¡pü Úe 9/32 las ideas y ¡as pr:.'ic:!1t:<lS (lscóicas habían (alado (nJud!¡bknv;·· ,.; en toJa la
ostentación (véase el capítulo 6). Ahora bien, peSe a la::; ntlmerosas semejau- sut.:ieuad. Durante el siglo v y sobre louo en Siria, ¡lIgunos tt<;c :,doptaron
86 EL MUNt10 MEDITERRÁNEO EN LA ANTIOÜEDAD TARDíA
IGLESIA Y SOCIEDAD 87
unas formflS de a;¡cctisll1o flbsolulamenle e.'\peclaclllflrc.~; ttll era el ct\.~O de los
eslilili1!\, que !legaban f1. vivir dumntc ;uios sobre pl<llaforrlws dispuestas en lo práctica solía establecerse no demasindo lejos de 1¡¡5 'lOn;lS pobladas, de 1¡¡$
alto de cQlumnas erigidas ñl efecto. L<.lS más famosos entre C$los pcrson;¡jcs que dependía para la obtenci6n dc la eomióa y para su supervivencia. La ar-
fucro~ los dos Simconcs -el primero de los cuales murió en 459 Iras prtsnr~
qucologm 11<1 puesto de manifiesto que el desierto de Judea era cru7,¡¡do por
se caSI cuarenla aiios viviendo en un<l columna !cvant<ldn en Oalal Sim<lIl, en un 'mlrincaoa red de caminos qüe unían unos monasterios con olros, y sabe-
Siria, mientras que el segundo, cuya vid",<;e si¡lIa ya en plello-siglo VI, erigió mos que en muchos casos los monjes manlenfan estrechos vínculos eOll la or-
su pilar cerca de Antioquía-, y Daniel (muerto Cll 493), discípulo del primer ganización eclesiástica y con el p~tr¡area de Jerusalén, Además, 1¡¡ dieta ha-
Simeón, quc se pasó trcinta y tres años en unn columna cerca de Constfll1!i- billli1[ de los monjes consislía, al parecer, básicamente en pan, para lo curd
nopla.:I.~ Estaban después los boskoí, que se alimentaban sólo úe hierba y habría sido imprescindible comprar trigo, a menudo a muchas leguas de ca-
brotes de planlas, y olro,<; que se encaden<lban y viví<ln en esl¡\hlos, Había in'- mino. pues no se cría gntno en los ¡¡mbientes desérticos. Otras aclividades tí-
clu!\o quienes renunciaban has!;:! lill punto i1 1;\ vanidad)' presunción Illunda" ric<l.~ de los monjes, como el Irc'.117;(ldo de cestos, serían indicio oe que re<lll-
!lBS que se jac[;:¡ban de no estar en sus cilbales. Entre estos últimos h,lbf;¡ z¡¡l"mo Ir;¡nsC1ccinnes COlllcrcin!cs de algún tipo con el mundo exterior.
hombres y nlujcrc,<; y, ,1 modo de ejemplo. podemos cit¡'Ir <1 un ilsccta del sig,lo mientras que 1(1 pro[1i¡¡ edificación del monaslerio supondría una inversión
:'1 llamado Si meón el Loco, que desafiaba las convenciones hm:;!n el punto de económica de primer orden y h¡¡bría tenido unas repercusiones considerables
Intentar en una ocasión bailarse en lil~ lcrmi.1s ele las mujeres en Emes<I sobre tod(l la economía local. En efecto, los propios monaslerios de los siglos
(H~r1ls), con lo cual Jo único que consiguió fue ser cxpuh;;¡dt; a [!oJpcs por l;¡.~ v y YI!cv¡¡ntados en el desierto de Judea, al norte y al sur de JerUSAlén, se ins-
mUjeres que h;¡bí<l11 (¡cueliclo a lns b¿liios (Lconcin, Vidll de Sill!c(Í¡¡ el Loco, crihcn CIl el proceso de ascn!;Hniento de la población en los Icrritorios mar-
14). Olr8s [orillas de <lSCC¡iSlllO. en c<1mhio, comporl;lhiln el ejercicio de la (;1· ginales.quc constituye uno de los rasgos más sobresalientes de Palestina y Si ..
rid(ld priictica, como delllueSlr<l el G1M1 de Eufcmi,l de: Ami~l[! y ~11 hija. n cl Ti" durante este periodo (vbsc el cnrílUlo 8),
de 1;). hernl(ln(l de Eufemia, María de Tclln, rccogido~ por Juan de Éfe50; ¡¡¡,~ Lil hospilnlidad conslituía, en efe_cla, un¡¡ de las princip,des obligaciones
tres sanlas mujeres ~e pasaron 1<1 vida cuidando a los enfermos y (1 los Ilecc- de los monjes, y así. por ejemplo, el cenobio de Mm'Urio, situndo no lejos de
~itados, y no se. arredraron cuando se vieron en la necesidm.l de embarc;).fsc Jerusalén, \cní¡¡ una hospederí<'l bastante grande p.,ir<'l los visitantes. provista
para ir en percgrinación hasltl Jenl.~<lléll. de iglesia y cumlrns. Para escapar de la gran ci1ntidnd de vi,<;itanles que, al pa-
Como suele ocurrir con casi todos los fenómenos hi~túrio)s, h;¡y v;¡rías reeer.los seguía, alguno!\ anacoretas adoptaron la {nctic¡¡ de tra.~¡adarse de un
raZDlles que ju!\tirlc;m !a f111I.lUl;:¡ridau y prestigio de cs!os ;;;mlos vtlrnne.~ y dc silio a olro, ~i bien el P¡¡pel del Simio varón comporta entre otras cosas .ql in-
c;;las salltC1s mujeres. {,m h<lbitml[cs en In époc<l. La obra y<1 d¡isic<l de Pele!' lcr¡¡cción con el resto de la sociedad, como en rC<llidad hiciera san Antonio;
Brown ¡:;obrc c,<;te lema sugiere que lodos estos C<1sns -sohre lpdo los de Si- dc e,~e modo, pues, 10 mis!llo que l"n[05 otros, Amón, Ul10 de los primero.o:
ria~ dchcrí(lll ser c.~tudi(ldos en ténninns ;-¡ntrop(11úgicos, cOllsidcrnndl1 que. monjes dc Nilria, en Egipto, recihid a numerosos visilailtes y obró milagros
respondefÍ(I[l ni tipo dcl patrono rural. cuya función serfa la de mitigar ];¡s prtr<l ellos. L\lS monjes leníntl necesidad de olras pcrsnnrts sobre las cll¡¡lcs
lensiones y dilicult<1des experimcntadas por los c'i1Jllpesinos ..\(' Aunque el ;lr- cjerccr la carid¡¡d, y la hospita!io¡¡d conslilUi¡¡ UIl¡¡ parte fund¡¡¡ncnla! de su
título de BroWil .supuso un ~r¡1Il estímulo p<1l"<I otros invcs(ipadnres. huhn modo de vida. En las Vidas de los PlldrC5 del Desierto .~e alude <l varias dc
quien c'llscguida intentó enmendarle la pl<ln;\; se le (lbjetó, pnr ejemplo. que es;).'> visi!¡¡s:
a menudo esos santos ap¡¡recían en grandes ciud<ldcs o en sus inlllediaciones,
donde indudablemcnte hnbrí81l alraido 1<1 alención óe l;ls minorías :H:omo- Nn.~ de\\lvi1l1os I;¡mb¡én en Nitri<l, donde enconlrarpm a muchos gr<lnde¡;
dad<1s o incluso la del emperador ----como sería el caso de Daniel el Esti¡i¡;,---; nn<lcprcta~. Algunos cran n;¡1tJra!cs de la región. y otros forasteros. Todos ellos
dCsl¡)C,lllnn por sus virtudes y riVllliZllblln tillOS r.on otros ell el rigor de ~u nscc .
se le [¡;:¡ reprOCh¡ldn ',l(!cm{¡s que Itl!> explicaciones de tipo funcinl1<1l re,~poll­
tisll1n. c~forzá!ldm;e cllda uno en super;!r 1(1 mllnera de vivir del vecino. Algu-
cien simplemente a un dementQ del rclíllO, y ell parlicul;¡r que 110 nos dicen
nos ~c dedicaban II la contemplación, otros, en cambio, a !;¡ vid;¡ ;¡clivll. En
c~'mlo ernn vistos esos ascetas por SliS conlempor;ineos, ni tampoco neccs;l-
CU:ll1to nos divis<Hf.lIl, :lUnqlle todavía estáh<lmos lejos, en medio de! desierto,
rl(llTIcnte cómo se veían i1 sí mismnsY Efectivamente, había IllUchos tipos dis- linos Cll<lIllos :;aJieron a nueslro encuentro p;¡ra traernos ¡¡gua, otros nos !¡¡V;1-
tintos de snntos y santa5; desde Illego no ocberí;llllos pensar que 5e lral<lhn ron h15 pies, y otros limpiaron nllc,<;trns ves!idUfllS. Algunos 1I0S invitaron ¡¡ C{J ..
de, un fenómeno exc!usiv;lmenle rural, ¡¡unque Jo idea a5cé(Íca de <tp;lrl<t- Oler. otrn~ nos exhor{,lron a llprender li!S virtudes. y otros en fin a c!cdic(lTnns
nlICnlo del mundo encajaría especialmenle en !n.~ <Imbicn!es rur;llcs n próxi. ;¡ li! contemp!neión y ni eonocimicnlo de Dios_ C¡¡da UIl" ,~e llpresuri!b¡¡ a lI.';:lr
mo;;; al desierto. La retirada i1 las soledades m¡ís rcmolns constituye Lodo un en nuestro provecho el arle qlle tuviera (Vidas d(' los Padr('5 del Dcsicrlo, se-
{óf/os de la ¡i\cratu¡,n J1)OIl,íslic¡¡: y, sin cmhugo, CU¡¡IHJO el asceta se rc!ir¡¡bil gún ¡f<ld. ingL de Russdl, r. l05).JK
al desierto -tanto ,,1 uel 1\110 Egipto, como ¡¡ los ue Judea o Siria-, en In
10/32
88 EL MUNDO t>!EDITERltÁNEO EN LA ANTIGÚEDAD TAltl¡(A

Los textos literarios nos pl!rmiten conslatar que este Lipa JI! ascetismu EL ,\Kn, CjUSTlANO y LUS lHlJErOS DE jlF.CUl:.HDO. LAS l'I::H¡·:l;ltlNACIUNl:S
era una cuestión no sólo de teorla, sino también de práctica, de SUerte que el " u. ARTE RELACIONADO CON ELLAS
monje estaba obligado a quejarse de los visitantes que venian a esturbarle en
su oración, y al mismo tiempo tenía que animarlos a venir" visitado. Del ()tro d~ los rem'HnenÚ;¡ cuyos desarrn!lú se remol1ta a la última parte de
mismo modo, aunque el asceta vivía much¡¡s veces en una ciudad, lInu do.: lus Iluestru pl'ríndo es el uso c¡lda V<.:"L miÍs rn;cuen[e de las imágcnes religiosils
grandes lemas de discusión era si en efecto podía praclicarse la s<lnliJ¡lU en y l'I f..:rvur pUl' hlS efigies de: Jesucristu, la Virgen y 10$ ::;11n\0$. Pese a b pfllhi-
un cenlro urbuno. Sería un error, no ubsLante, exagerar la nota y phlHlear la bicióo de vener,¡f represcfltaciol1es plúst"II.:'\S hcre.uada de! juJaísmo pUf !OS
cuestión en términos de enfrentamiento entre vida rural y vida urbana, pues cristíanos, a finaks dd siglo V! empCZ,¡rllOS a encontrar los primeros testimo-
en el discurso monástico los términos Mleslerto>} y «ciudad» venían a rcpre~ nios de lcunos o im<Ígenes portütiles, a menudo pil1tad~ls sobre madera, en el
sentar la espiritualidad personal y los vínculos ex!ernos respectivamente, y estilo que lan ramoso se huría en epOe¡1 bizantina, aUllC!Ue esos mismos mo-
no designaban un lugar propiamente Jicho. Por Olril parte, de! mismo 1110JO tivus eran ya habituales en ulro tipo de sopunes Inlly distintos, como por
que el santo varón tenin necesidad de Olfas [1crsúnas, toda comunidad, por ejemp!u":11 pequeñus objetos, gener~\!l\lente de l11arti!, () tambi¿n en granJo;;s
pequeña o grande que fuern, tenía necesidad de su santo; es posible que no sup<.:¡·ri...:i...:;¡, C0l110 por ejemplu en IlLlrdauns o en lus mos,lieos de las i;;.Io...'$i'IS:11I
se le llamara con uemasiada asiduidad, pero su presencí" y su santidad eran Una Vt::"L miÍs, y sobre touu t~lliel1Jo en ClIent¡l las numerosas historias que se
imprescindibles. Todos los sectores sociales lo daban por supuestu. De esa Cllt::nlan acert.:a de: la inlervt::llción mill1gwsa de algún icono en !¡l vitla ue
forma, hasta un autor tan sofisticauo como Procopio cuenta cómo cuanJo los lk:tefminados personajes, este fenómeno ha siJo considerado ulla m'\11ifesta·
arqueros henali!as que servían tn él ejército ú..:l rey Cavildh de Persi,l inten- dón Ilui~ de la rdigiusid;¡d pupul;lr y, ¡d ll1iSIHD [icl1lpu, UIl simple n.:!"lejo Je
taron asaetear al santo varón Santiago, las nechas se negaron u salir di.: lus af- \;1 j)ieuaJ individual y privad:l. Sin embarg,o, lus pri!l1t.:ros gr~lnJl..:s icunos pú-
cos. Santiago se hubía retirado a un lugar apartado, a dos jornaJas de la ciu- blicos de lo::; que tenemos Iluticí~l se sitúan en el conlexto de Jil':> gllerra;¡ coo-
daLi de Amida, donde se alimentaba Ltnicamente úe semillas·, los habitantes tnl P..:rs'r..l de rin¡dc$ dd siglo VI, cUilndo rueron S'lC".ldos en procesión cuma
de la zona habían i.:ons!ruido para él un rústico albergue, provisto ue unas estandartes militares; udemás, c;¡ evidente que la corte y la iglesia oricial se
cuantas aberturas que le permitían mirar al exterior y conv¡;;rsar incluso con Llieron tanta prisil como los ciuJadanos particu!an:s en encarg,ar su fabricíl-
la gente. Cavadh le pidió que devolviera el poder ofensivo a sus arquerus, ción y adoptar su usO; por otra parle, aunqué: a menudo son las mujeres líls
pero después, tras prometer ti Sunti"go, que había accedido a sus pt':t¡ciol\~s, rrotal~nnista:) (k esos relulus de im,lg,L·nt:s mibg,ros:\'>, dio no significa ni ¡¡1L1·
concederle lodo lo que pitliera, el sllnto dijo que sólo quería que le garaIlli- eilo menos qu<.: las ilmígenL!s fUL!ran n1l'IlO':> vL!!lL!radas púr lo~ !1úlllbrI2S que
:lara la seguridad de toJo el que acudiera hasta a!lí solicitando asilo y refugio por la.;; l11ujeres:1I Li¡ prolircl"ilcit'ln LIt estos objdos IUvo tinas repercusiones
de la guerra (BP, 1,7,5-1l). muy prufundas sobre d carácter que habría J(; aduptar el mecenazgo artísti-
Como gran parte del material utili:zudo por Peler Brown en su primer aro co y sobre las actitudes Je la gente ante el arte profano y chísico en general;
tículo, est/! ejemplo se sitúa en Siria, y desde luego es eviJente que, aunque pUl otra parle, daría lugar durante los síg!us VIII y!X l\ un largo pcríúLlo Jo..: di-
san Antonio se rcti¡ó al desierto de Egipto, el ascetisll\O conoció un espet.:ial vísiól1 religiosa en UizancioY
vigor en Siria, donde adoptó ademüs unaS I'ormas bastante curiosas. Ello se No obslnnte, incluso dUJ"<.ll1le d siglo Vl y hasta bien entrado el VI!, seguí·
debe sin dudil Ldgunil al hecho de que los ideales ascéticos y¡1 estaba]} allí muy Il1US ellcontrando ..:stilus y mutivos c!~lsícos. En general ré:sulta erróneo pen-
arraigados, y no se limitaban sólo ,1 los cristianos: gnóst"lcus, l1l<Heionitas. y sar que se. dio lIn~\ evolución lilltal que conduju del arte c!úsico (equípnríldo
maniqueos predicaban también la renuncia de lodo lo mundano. Vale t<101- con "pagano») al cristiano, o que se produjeron sucesivas «vueltas" a lo dá-
bién la pena señalar, sin embargo, que desde lo~ tiempos dd primer gfi\n SiLO, aunque e.,>ta ltltim¡l teoría ha sido la que ha contado con m,ls adeplos en-
autor cristiano en !engua siríaca, Efrén de Nísibis (muerto aproximadamen" tre los hi;¡!ori¡¡dllfl.:S Jd arte. Por el cOl1lr,lI"io, lu que !Jubo rl!~ unn coe.xis·
te en 373), la lradición nscéticil siria auoptó unas formas rarliculaflllctlle S<.:- l!.::IIt:ül d.; t:stilos y II1\Jlivus, qu.;;¡<.: <.:xpliciI mejor apehlnJo ,1 los u.Hll.:eptos de
vtras?1 Tienen también bastante importancia las cuc;¡tiones más geneniles Illecellazgu y función l1rtistica que, como tod •. lvÍ¡\ suele ser h¡lbi¡ual, iI 1,\ ide:!
relativas al desarrollo del cristianismo en Siria, fenómeno considerado cun úe incremento prog,resivo L1e la espiritl!al¡di\u.~·l La reJ¡.lción exi"lc::ntc entre
frecuencia sumamente pecullar, y su comiguiente inlluencia sobre el reslO opción religiosa () gusto artístico y !n decc:lón de ((lS motivos cLísicos es b:ls-
del imperio (véase el capítulo 8). lanl<.: difkil, pero algunos libros publicilJos recientemente han puesto de re-
lievl:: que nu se puede defender la relaóón Je una dderrnip'·'¡;¡ obra con el
11/32 zación
pag¡¡nis!1l(l o con un destinatario p<¡gnno basúndo"e simpler" .. · ~ en la uti¡i·
<.':11 ella de temas clásicos; así úCl;rrr.:, por ejemp!D, en c- ·~;.'.so de nume-
roo;a~ '1i<.:zils de plata y de ciertos lilad·iics de ¿poca t:Ji"dorro,' .~': tambi¿n ¡¡
90 EL MUNDO MI"'.D[TEHRÁNEO EN LA ANTIGÜEDAD TARf)fA
IGLES!A Y SOCIEDAD 91
los mecenas cristianos les gustaban los motivos dásicos. 44 La interpretación y
datación de esos motivos yesos estilos ha sido objeto de un acalor<ldo dchi'l-
te, sobre lodo por lo que respecta a ciertos objetos relacionados con In aris-
tocracia senf\toriCll del Bajo Imperio, utilizados para demostrar h.l pervivcn-
da del paganismo ha~la bien entrado el ..,iglo v entre los miembros de esta
clase, aunque lus prQl1lemas de intcrpret<1ción no son menores por lo que se
refiere a otros estadios posteriores ele este mismo período. Hablaremos m<Ís
de todo este asunto en felación con el reinado de Justiniano, quien a menti-
do ha sido considerado un decidido defensor del rctorno a lo clásico (véase
el capít\llo 5).
Lo cristi<1nizélCión afectó a la producción artística IRmbién por otras vías,
por ejemplo en la fabricación de objetos de recuerdo -lfil11[HlH1S. hotellas
pz¡r<t conservar ,lgUfl de! río .lord{¡n. y cosa" por el e5Iilo·-, que lo" peregr¡l1o.~ I.Á~!lNA 5. 1V\ed;¡l1;¡ de lcrfacot;¡ {c¡¡{ogírrl, cn 1(1 que ¡¡pi1rcce rc:prescnl;\<Jo san 5i-
se !iev<lh;:¡n ct)!1sigo cHnndo regresab<111 a sus hogares. Podemos afirrl1<1r que meón ei !'3stilil¡¡ el Joven (fin¡¡lc,~ del siglo VI) en 10 alto de su columna, en el Monte
Admirable. cere:! de Au(¡oquf:L Junto C{)!1l;l.~ holclbs (mI!JllIlInr) dc Silnlo5 {¡Ico.o; {1 d.c
las peregrinaciones conocieron en esta época un gr,ll1 auge, tanto l<ls que (e-
agl1,-\ hendila, estas (!¡/{ogÍ(li constiwínn los típicos .mUI!('¡¡¡'~~ que_ so!í;¡n IlcvfHSC con.~l­
nían como meta Ticrr<l Sanl<l, como !<lS que "c dirigían a lfls capillas de los go los peregrinos cu;¡ndo regrcsab¡¡n (1 s\¡¡; hog<t!"c.s.
santos canonizados y de los sanlos varones, ~obre lodo a <ltJue!1as que alber-
gaban alguna reliqui:¡ famos<l. Los numerosos ejemplos de U/l/l'clJirs de las
percgrintlciones a Tierno Santa suden d,\tnr~e en torno al úglo VI, y 1'.011 un to del,IS ViudtlS y los huérfanos habí~ corrido tl c<1rgo de la congregación. La
indicio de la envergadura alcanZ<1da en Palestina por el comercio rcl;¡ciona- costumbre sigHió viva, y lomaría una fornH1 muy concrel<1 en 1<1 fundación de
uo con 18s peregrin~lciol1cs dur,mle este periodo, tH!!lque podían conseguirse edificios construidos exclusivamente con esn finalid<1d. A través de la limos-
otros objetos semcj,u1tes en otros centros de peregrinación como el S<lntua- n<1 y la financiación de esas instituciones, la Iglesia, los obispos, o, en muchas
rio de Santa Teda, en Se1cucifl, en Asia Menor:!5 !\ partir del siglo v pode~ ocasiones. determinados cristianos ricos, lIevnron a caho una efícn redistri-
mos observnr el creciente arí1n ve los peregrinos por llevarse nlgún recucrd() bución de la riqueztl; por olra parte, ti través úe lil construcción de iglesi<ls y
de su viaje, yil fllera en for111n de 1;ímparas o botellas de ng!!:l bendilil. (l so- medianLe nlr<lS formas diversas de pa\rooa;t,g,o, ese tipo de ilcluaclones tuvo
hre todo de Otljctos miHl\lfacturados. lales C0l110 l<l,~ terracolas de! sigln VI un P<lPc! fundill11enlnl ala hora de cambiar el aspecto y la bnse económica de
procec!en¡cs dcl stlntlJario de San Simeún el Joven, situmlo nI suroc,ste de J\ n~ la vid" urb<lna (véase el capítulo 4)Y Pero llunque exi5te una rcJación darf-
tioquíü, y muchos otros ejemplos semejantes. Ya hemos visto 1" proliferación :sima el1tre la beneficencia clásica y el patronazgo cristÍ<mo, los objetivos y las
de iglesias y el impacto que tuvieron en el desarrollo de la arqui¡eeturn. Un motivacionc" de éste tenían U!1<1S raíces muy distintas, basándose sobre todo
centro (le" pcrcgrilli¡ción poseía nOfl1,,!lmente una o má~ ig!esi<ls, y conslnba en el precepto evangélico de rcnunciar a las riquezas y repartírsel<1s a lo~ ~o­
ndCll11ís J.:: olros edificios anexos dc.~tinado$ a recihir y presLar alpu:ión a los bres (eL MI, 19.2]). A diferencia de la beneficencia cl:ísica; la caridad Cristia-
pcrcgril1cls: Lodos es los centros cran asimismo sede de algún fllercndo o fcri(\ na, al menos en pril1cipio, iba dirigida a los pobres propiflmcnte dichos, de
importanÍc en loda In cmn<lrca. Tnmbién por esl,1 ÓPOC,I cmpeZ;\íon a cons- cuya existencia casi no habían sido conscienLes las minorías privilegiadas ro-
lruirse l1lQnasterios por todo el Mcditcrrlineo,. algullos de los ct.I'Jl~s fl\ca.n~a­ manas,4~ Naturalmente no todos los cristianos ricos estaban dispuestos a
fon gr<lnc¡ts proporciones; ap<lrte de las ya eXlstcntes en los edlfjClos religIO- ab,mdofl<lf su vid;:! de lujo y molicie, como sabemos por los sermones en los
sos, rnuch'as aIras hospederías para los peregrinos (xmodnchcia) y hospilü!cS que !le conden¡¡ su conslnnte gm:to por la oslentac'!ón, y de hecho s-e escri-
destinado:;;¡] cuid"do de los enfermos fueron funJado,~ por cri5li;1I10s ricos hieron numerosas obr"s en [¡¡S que !le inlenlab<l atenuar la ruerz.a del llltlll-
que pusieron la lH<ídic<1 ya tr,¡dicion,ll de la beneficencia plibliCil al servicio dato cvangélit:n arg,ull1enl<lllt!o que también los ricos radifln salvarse, Sabe-
dc la car'ld¡¡d crisli<1\1,lY' mos. sin clllh¡¡rgo, de muchos ca~os de il1dividuos que rCIlUnci<lfOn a sus
riquczas. como por ejemplo Paulina de Nol;}, o el más fi-l1110S0 aún de sanla
MC!ilnia 1(1 Joven (muerta en 486), que vendió jUI1Wll1cnte con su esposo Pi-
LA IGLESIA y LA IUQUEZ" !liano sus v;Jsllsimos lalifundios para !levar una vid<l de renuncia, conforme a
los preceptos del cris¡innismo. 4Q Actos de renuncia como estos, por muy rca-
Lil limosntl se h;lhía erigido en lino de los principios de la Ig!csi<l primi- les que fueran. qui'l_á no fuesen !<1n dram~licos como p<1reccn, por cuan lo los
liva. y desde los siglos II y !B en Jc!crrnin<ldas conHlnid<ldcs el lllanlcnimiel1- dOl1í1nles ;.;o\ían ocuparse primero de sus ramiliues y adCl1l~5, en vez de en-
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EL MUNDO MEDITEHRÁNEO EN LA ANTIGÜEDAD TARD!A

tregar sus posesiones l}irectamente a los pobres, tenían por costumbre dúrsc- adopt,lron en este sL:ntidú un gran protagonismo. Todav¡a debe.l1l~s ~nfr~:)­
hls a la Iglesia para que fuera elta In encargada de repartirlas, incrementan- tarno~ a 1,1 ditlcultatl que clltraña juzgar 11,15ta qué punto esa cnstl,llllZUCion
do de ese modo la riqueza de ésta. Debemos recordar por aIra parte que tos institucional fue nden1<ls interioráada por el eiudildilno medio, pues ya he-
monasterios fundados posteriormente por muchos de estos ricos solían re- mos sena lado que las fuentes pueden en ocasiones !.lar una ímprl!sión un [a~­
girse por UnOs principios en buena medida aristocráticos y selectivos. Pe sr: a to equívoca. En cuulqui¡;:r cuso, el cristianismo primitivo no sólo se cnractcn-
todo, es indudable que se produjeron donaciones especluculares.50 A finales :t.ó por apmi<lr un Jct~rm¡nado marco cultual, silla además por suministrar
del siglo IV y comienzos del v, época en la que aún !labia muchos paganos en- una doctrin<l, una di;¡ciplina y una reglamentación de tas vidas de todos sus
[re los miembros de la aristocracia -a veces incluso entre los familiares más mkmbros en un grado extraordinariamente,alto. Es posible que las pr<Ícticas
próximos del donante~, esta práctica fue para eUos motivo de seria preocu- y las creenci"s paganas siguieran vivas durante mucho tiempo, co.!1l.o ha ocu-
pación por la salvaguanJiu de !as hacient.!us familiares. 51 La tensión provoca- rrido incluso en épocas más recientes, pero la 19lesi:l posconstU!11111Jana supo
da por ta exigencia cristiana de llevar una vida de renuncia y celibato y por muy bien cómo ganarse los corazones de los fieles, además de sus mentes.
las necesidades de procreación y de mantenimiento de la riqueza en el seno
de ta familia, propias de toda sociedad tradicional, a fin de asegurar su per-
petuación, acabó convirtiéndose en un verdadero probkmaY Pero, si bien
no tenemos por qué suponer que la mayoría de los cristianos adoptaran drás-
ticas medidas de renuncia a las riquez.as y de absteoción sexual, es indudable
que una gran proporción de esa riqueza, dedicada hasla entonces i\ la pro~
ducción, pasó a manos de la Iglesia. Claro que los pobres se beneficiarían
hasta cierto punlo de todo este proceso, y que algunos monasterios, por
ejemplo en Palesfina, contribuyeron en gran medida al desarrollo de la eco-
nomía local, pero el principal benefici,lrio seguramente fue la propia Iglesia,
que pudo así sentar las buses de la enorme riqueza de la que disfrutaría du-
rante la Edad Media. El volumen de esa riqueza, que había ido a pmar ama"
nos de la Iglesia en forma de donaciones y legados desde que Constamino le
concediera la posibilidad de heredar, levantando la prohibición del celibato
de los ricos impuesta por Augusto, puede juzgarse echando una mirada al Li~
ber POl/tificalis (basado en UI1 original de siglo VI), que contiene un c:alíllogu
de las ingenies fortunas donadas a las iglesias de Roma, entre ellas latifull-
dios cuyas rentas daban de sí lo suficit!l\le para el illl.lntcnimiento de la Igle-
sia en cuestíól1. n
Aunque, como hemos visto, en tiempos de JU:lliniano lodavía se produje-
ron algunas «purgas» de paganos bastante violentas, e incluso hubo alguna a
finales de siglo, en los años 579-580, es evidente que en el siglo VI el cristia-
nismo estaba ya firmemente arraigado en la fábrica del estado. La fragmen-
tación del imperio Je Occidente, junto can la conversión de todas las tribus
bárbaras Ílwasoras (cin:unstal1cia que no había pm.lído preverse en absohl!o),
permitió a la Iglesia asumir en esta zona un p¡.¡pelllt:gemónico, incluso cuan,
do el reino con el que había de tratar era arriano, o incluso ruando, como su-
cedió con los vándalos del Norte de África, dichu reinu perseguía a los cató-
licos. En cuanto a Oriente, la Iglesia, pese a sacar provecho tIe la creciente
prosperidad que caracterizó ,,1 siglo v, desempeñó también un pape! muy ac-
[ivo en la reJisLribución úe la riqueza, fenómeno que supondría la transfor-
mación del Bajo Imperio en una sociedad cristiana medieval. El proceso se
vio favorecido e incluso acderado por el hecho mismo de que los emperado-
res, auoque no siempre fueran lus personajes más relevantes Jt la socitd¡¡d, 13/32l: ~
6. CULTURA Y MENTALIDAD
¿Exi:>Lió lllHI "llll!nlalidad" \!::;p~cí ri ci1 mcnl,; propia de la Anlig,iit:daJ ta r-
t.lía? ¿Cómo fue la vi cu ltural que se dio uurante estt período? Y lo qllt~ 1::5
u"
más importante, ¿qué c¡JJnbios Se operaron en la cultura y en la sociedad?
$cl11cjante tipo dI! CIII!sliones suelen !levar aparejada una compmación
110 L;~plk¡t¡¡ CUll el 11lund o d,ls ico, con la Europ¡¡ !11cdiev,li, Ú -llH:110S l'rl.! -
CIl\.!l\lemcnl ~- cun Bil.'Uv.:ill. Ar)os alnís el Bajo lmpt!rio en panicu\.u fu\!
vÍl:lim;1 ¡Jc IIn,\ ':il!ril! \.11,: tlllllpi\f;'lclOIlCS nada hal,lgadora:; cün tU!; sig lus pn.: ·
CeUl!Lltcs, prcsulltaml!nle supcrilHl!s y rm\s "I"iH;iunaks»; frente ¡I CS,I$ epa!.;,,:;
gloriosas el período ~urrespon d¡t: nlt: a la Antigüedad tardía ha sido cOmiiJe: ·
r¡¡du una etapa c;¡ racll.! ri:l.atla por 1;1 superstición, la irracionalidad, el totali·
larislltl), u pUf 1<15 HeS tusas;1 la ve"/. (vé'lse la in troducc ión y d capítulo 1).
Esta é)l~lClllc SUllUt.:S Il.t t!cc:tJenó ., ha s illo nmsitle raJa al!crm.liv¡\lllente el
final de liJ A nt igüedad y e! comiem:o de. li. E(btl Media. Pl!ro 1.1 Ant igüedad
l;:l¡-dia ha sido vista también con más simpatí¡l, e incluso a veces con nostal -
gia , calilíc;\ndoscla dt: mOlllento cumbre de la rc:ligiosiúad y la espiril uali ·
dad. \ Por últ imo, lu:; hiz.\ntin is,las han dcUaliúü mucho la cuestión dI! cuá ndo
cmpia.¡ rc;¡!nlt; nl c UiZ,I"ÓO, y s.i los. afio:> que vau desoe el reinadu de Cons-
ta nt ino hast.\ d sig.lü VII deben incluirse en la Alltigü~dad larú[,I, I!n lü fi¡SC
IHutobi'l;llltillU, () silllp li,:l1le lll e l: 1l la época biz;ullina. Pero si Ji! dil'isión de In
historia en periodos $\Je:h:: se r necesar ia, puúiellJo incluso 11 veces resullar S,I -
mamente iluSlr¡lliviI, por r¡tZOlH!!:i pnÍl:Licas, también puede constituir un serio
obsLiÍculu. En IlllestrU célSO adcII¡¡I ... todo Jepemk de qUe fijemos nl1 ~str:1
;¡Wllcil)1l en 1" vid ;.! l¡lll! llL!V;,I[):1 1I11 monje Úe 1i1 Siri~1 septentriunal, en la ¡Jt::
un ~lristócr:lla I'LJll1anu, II en la de 1I11 t'ampesi no griego. Y es que en la Anti -
güed,,(\ 1.¡rLlf.. no h ubu una SClclt'd au hOlllogéne.l. Ll geogr¡lfía y hl cl ase so -
cial nlllstiLuycn fm;(urt.s variables que no permiten ¡liS generalizaciones.
¡¡pm!..:. de que: existen Otras v¡¡r!<1bks igualmente signíficnlivas, C(II11(J la rdi -
gióll o el sustrato élnico.
Los .. csludios I.:ultllraks ... se han convenido en ulla disciplina llulóno-
mil. Ahorll bien, micnlr<ls q\le es basla nte habilUal saC;lT a relucir cu est io-
nes relacionadas con lel cultura y la «mentalidad ... cuando se picnsil en otros
IlHIIlh!ntos de 1,1 historia, sólo últ im amente ha n e mpl:zmlo a aplicarse en Sil
14/32 forma m;is usu:d ;, \ estUdio tld Bajo Itn pcrio_ CUlUn hem us \' ISIO, los Cllfü-
ques marxistas y Illall!rialistas han siuu y sigucn sic ntlo muy ;mpOrl:lIl les cn
142 EL MUNDO ¡"'[ErnTERRÁNEO EN LÁ ANT1GÜEDAD TAlm[A CULTURA Y MENTALIDAD 14.1

!a historiografía de esta époc<1, aunque la trascendencin concedida aC[U~ll­ a los modelos del imperio, y los reyes mostraban una actitud defer;nte <lnle
mente ti la «cullura» !¡¡lCC que otros [Huchos enfoques sean igualmente dif!.- el emperador: Amnlasunta, hija única y heredera de Teodorico, rey de los os-
nos de nuestra atención. Por ejemplo, no existe una historia feminista d~l trogodos, mujer que había recibido una buen<l [ormaeión, deseaba dar t<lm-
fin de In Antigüedad, pero eso sí, los pnrlid,¡rios del concepto de decadell- bién a su hijo una educación romana (cf. Proc., BG, 1,2), Y para defender ante
cia postulan la existencia de UI1<1 C<líc!f1 a partir de una norma prccxi~lcntc el senado romano la candid¡¡tura de Teodahado para convertirse en su espo-
ddinida por completn en l~r!l1inos Tllnscu¡il1n<:. Incluso Peler Brnwll, que so -elección que luego se revelaría sumamente desafortunada-, apel¡¡!)¡¡ (1
rcchaz.a la nodón de úccaucnciíl y prefiere habl<lr de cambio o lransforll1;J- su buena educación:
ción. al describir el punto dc partíd<l de dícll(1 lr,msformación "f¡rmOl que se
lJ(l,<;<l en UI1 «modelo dc par¡(bd" existente en el seno de ¡as elites (ele V(1- A estas ouellrlS prendas se nfiade su enviúiable crudición ¡iterad", que con-
rones) uro(1n<1S a comienzos de 1(1 época illlperi(11, car<1c!c-ri7(1da~ por su P<1- fiere nucvo l,rilla <1 una nalurale7.a ya de por sí ¡("Jable, En ella halla el homhre
ganisnlO cívico; frulo de la cal;ís!rorc de! sigln 111 fue, 01 su juicio, "el hOI11- sabio mcdios par<1 h<1ccrse más S<lb'IO: el guerrero dc~cubrc con qué fortalecer
bre de la Antigi.ied;]u l;]rl!fal>,2 Cito es le ejemplo, indudablemcnte de forma sU vn!or: el príncipe "prende a aclmin¡slr<lf a su pueblo con equidad: y no hay
injusl<l, porque el propio Pete, Brown h~ sugerido que 1<1 AI1t"lgikc!;:¡c! t<lr- sitoaóón en In vida que 110 mcjore gracins ni glorioso conocimiento de 1;.1~ le-
lrfl~ (Cfls¡odmo, Fnr., X.J, ~egü!l la trad, ingl. de S. Bamish, Ca:i5indotlls: Va·
día fue testigo de UIl claro aleji'¡n1icnlfl de los vt1lores pt'lh!icos lraclióol1;i!cs
¡-iac,l.."Ivcrrool,19n).
en bcneficio del iÍmbiln de lo privado y, por cnde, e,;lc período 11<lhría Stl-
puesto un paso muy significativo en el dc,~;¡rro!!o de la idclllidad del irldi-
viduo;l Si realmente esto era así o no. y hasta qué punto cabe fel¡lCinn¡¡r La otra institución que d¡¡ba cierta sensación de unidad de costumbres,
este ¡mxcso con I;¡ cristial1i7.aciÓn. será ohjelo de Ull ultcrior debate (vém:e y<:l que no de creencias, era la Iglesia, Tanto en Oriente como en Ocddente
1" p. 161). En cuanto <l l<ls tesis que dericnden la noción de decadencia, lo los obispos gozaban de una autoridad y un prestigio local que eran a la vez
mismo que las de corrupción y superstición, son bel'eL!er(!!'> de un d¡scl1r.~o de orden temporn! y espiritl1::tl, y así sus sermones Ir¡¡(<lb<:ln indislint<lmente
hisloriogrMico que en buella p,lrle eS l;Hn[1ién (111torilarin, pur;¡ rClllílliscc-ll- lenws Lle uno y (úü tipo: por 011';\ parle, los santos varones y i<lS santas mtJ-
ti<l en re<llicbd dcl.di!'>cur~o dc los Ir~dici()nil!isl,ls tk~ J;] époe;¡, como Iwr jeres, tanto si viví<lll en mOll<lsterios como si Jo hací<ln r~:)f su cuc..nla, o<:up<:l-
ejemplo Procopio. cll;lIlcln 11,1hl<l de colectivos como el de las Illujeres, las ban un;:! p;ll'te importante de b esccna soei;:¡L Adel1l::í;;;, S! las rnarl1fcst-;lClones
c!¡lSeS humildes () los h;írb;lI'Os."1 m<Ís c.!evadas dc la cultur<l perlencC-Ínn n \<1:" ciudñc!es, mucha." fuentes ~c este
período, sohrc lodo lilS de carácler hagiogrMicn, nos permiten deseubnr cu,-íl
era \;1 vida en las aldeas, que prob<:lblcll1cntc no rucra muy distin!8 en la P;:¡1"-
L\ 1'J'ftVIVF.NC1,\ DI'. 1.IIS E~TI{UCn_m,\s -rU/lDlnON,\I.ES le oriental y en la parte occiúenWI de! imperio. A PCS(l1" del nuevo sl!;tema ju-
rídico 111;\S centralizado, y ue las amel1<:lzas de castigos más severos, el go-
t:.n primer lugar, no oh.<;I;\nlc, t1chCllHlS prq~unlarnos hast;] qué punlo SO~ bierno del Bajo Imperio probablemente no fucra más [ol<l\ilario, ni _la vid<t
brcvivid la cullt1r8 tradiciona!. cotidiana más hrtll<:l! de lo que lo fuer<l Acornienw:-; de la época imperial. Las
1-bs1a fill<1lc.~ de la época quc !lOS OCUP¡¡, huena r;\rte del lerrilorin que eslructur<lS estatales c<:lfacterfsticas de los primeros tiempos del imperio si-
cireul1c!n el (\·1ccl¡lcrr;ineo orienl<:ll -cuando n\CllOS- se lwll¡th<l SU;Cl;l ¡¡ 111\ guieron hastñ cierto puntn vivas, y la Tglcsi<l, prindp<l! riv,,1 del est~do en la
Illismn sistema Hdl11illlslr,¡(i\'o y tle gohicrl\lI. al ClI,¡j p:tg<lIM Sl1~ illljll1CSIOS)' lucha por el control de l<l sociedad, :o:iguió cOl11partíendo el protagolllsmo C?!l
del cll;)l espcr;¡b¡¡ que In clcfcndie1"<l tlH.:dinnlc (lhr:!s de ddcl1s;¡ )' l'l empico los poderes lempor<l!cs, Las comunicaciones yel comercio C?11 .1ugClres d!~­
de su pndcrio 111ili¡;-¡r. En !1lUCl1~lS rcg'ulJ!es ];\ culllll';1 SCg.UÍ;l siendo en gr;l!l lillltes siguieron su cur~(l, incluso Ir,IS la pérJid8 de las provlIlClaS de OC.CI-
!llcdiclil urbana, C()I1\O hahía sido siempre. P,lra f'l"m:-\lpio, 111 mismo que 1);¡1"<\ dente a fjnales del siglo v. Se ["ll<lha de una sociedad prcmoderna .y prC!1l-
.luslin·l'lIlo, 1<1 idea tk civili;r.acióll ;lcomp;-¡rlah,1 lleccs;¡ri:l111Cllle;\ la de ciud;ld: dusUtal, como siempre, re ro en Oriente ~y tamhién el1 lllllCh¡¡s reglOnes de
en los lenilnr:os rcconquisl<¡dos se fundaron nuevos cCI1(rns mh;lIllls --y Oeódel1(c- ser~uía siendo dar"dtl1cnte una sncied,ld romall<l: todavía no h~l­
(¡Iros fueron rcs!:wr<lt!os-. y 11licnlr~s pcrvivicl"(lll lils ciud;ldcs. lodo el :\]1:1- llÍa empezado ln Ed;¡t! rvlcdia.
mi\) que ,l(()lllj1,liiaha \:¡ (¡¡llul';' ~(cr!1l;I~, C(11IG1CiólL in.~litll(.:i{l¡H;S !llunici-
p:llcs. 1.'10.:.- tun} lamhién uc<\siúll de solHevivir. Sed,l la dCC\c!CllCi;1 de esas
ciudt1dcs -que se vio prccedid,¡ (l, mejor dicho. halló su prístin,l m<lllifesla·
ción en el decaimienlo de dichas inst¡tucioncs~ 1<1 que rcn!menle vendl-í;¡ ~
ll1ilrcar la tr;:111sición de 1" !\l\ligllcdad a la Edad I'v!et!i¡¡ (véase el Glpíl\du 7).
Incluso en los reinos h;írll<\rUS dc Occidente. tílulos e inslituciolles ;Jjlc!ah;ll1 15/32
144 L:L. MUNDO t"'¡EUITEHI~ÁNEO EN LA ANTIGÜEDAD T¡\!tDiA ('UITIIH.\ 'i MHi¡-:\II\l,\l>
LA ACJ'A CULfUHA: UTEII.ATURA dI;: Pavia y, ya en tiempos de tos merovingios, Ven~ll1t:io Forlun<lIO, autores to-
L1us qlle ll'.cibiernll su fuunación r<.!lórica kyendo ¡¡ los d;'isicos. En realídm!,
MienLfi1S SI! mantuvo en pie el apítrtllO estatal y municipal, s'¡guió siendo las tensiunes SlIscíL1Jas, COnlU es n<t!ttr¡¡], a !I\(..'dida quc 1<1 knguil y bs furnllls
posible adquirir UI\i.l educación c!üsÍt.:a al viejo L:stilo, aunque a veces en lln~l dúsiG1S ib'ln n:cihi.:nLlu progresivCllllt.!llle nuevus usos. con:;t!l uyen lino ut: los
forma algo desyirtu,:¡da. Lo cierto es que para que funcionaran las tstructtl- factor..:s 1l1:ís productivos en la evolución de la lj¡er,tfura «meLlievllj",
nlS sociales y politic¡:¡s era imprescindible la existencia de una formación Pero vo!v¡l'.¡¡do;\ l,! llleratura g,rit;g,l, ya hel1l()s vislO que el difícil arle de
rl.!(órica al ,\lcanee de la población, y en Constantinopla y en los gr<ll1des cen- escribir L'pigmlllc¡s düsicllS en griego siguió en aligo,: C!l liclllpUS LIt.: jll~;[inial1\l,
tros urbanos era el propio estado el encargado dt proporcioll¡¡rlil. Aún se- y 1.:1I (;,1"/,',1, l'illeSlil1;l, en pkllu siglu VI, hubo Ull,! cSl:uo..:la l1luy ;1I,:liv;1 de n:lú-
guía habiendo libros, y si ahora eran CafOS, \¡¡nlbién lo habí¡Hl sido en hl éPll- rkas y poetas crisli,¡nn.s enormemente COlllpClenll.::>.¡() Ll furm,lción I"e\órie;¡
ca cLísica. P<lra adquirir esa formación, b,¡s¡¡d,¡ funuamentalmente en lus su lía ser d prdudio de la escuda tI<: jurispnluencia, por eje.mplo, LIl rkri¡u
autores c!¡lsicos, en¡ preciso pertenecer n una familia acomodada y, por lo ge- (Beirul), centro de este tipo de. estudios lJ:!sla ql1t: 1,1 CiUU,ld fue deslruid,¡ pur
neral, ser varón, Así, por ejemplo, Sinesio, perteneciente a una estirpe ¡¡(O·· Ull tern.'rl1otD en 551. Zacarías Rétur, autor tk cDmienzos del siglo VI, nus h,1
modada de Cirenaic<l, poseía unos excelenLes conocimientos (k: proS:l, poesía dejado Ull animado cu,¡drü dt! lo qUe era 1<1 vid,1 de un c.,(udiante <l rimlles dd
y filosofía griegas. Sólo UflUS ClItHlWS mujeres esrcci¡!lnlenle privilegiadus Le- siglu v t:!l. esta ciudad y en Alej,lnuri,¡, uUllde jóvenes cfis¡i¡¡lloS y pag¡\I1t)S
nían aCce:w a estas artes; entre ellas, por ejemplo, la emperatriz f2udocia, que. ~cntre dIos SevcfO, futuro p,lIri,ln':~1 de An(loqllb~ estudiaban juntlls y en
escribió algul1¡lS poesías en griego, La c,lpaciJnd de escribir versos griegos ocasiones-llega]),¡n incluso ¡¡!as 11l,1IlOS, 1I En A!ejílllc!riíl había la pusibiliebd
era muy esrimnda; durante el siglo v aún florecieron algunos POt:li¡S en Egip- de e:;luL!i¡n retórica y filosofía, y Sl.!v<.:ro luVO t:!1lfC sus compañeros H Par,l-
[0, que pusieron sus habilidades al servicio de los gnlodes persoll¿ljes, con- ¡¡o, pilg,ll1U origin¡Hio de Afrodisias, pequel'la ciud:ld penJida en 10$ confines
virtiéndose en sus panegiristas. A finales {id siglo VI, un tal DiÓ~c.oro de de Caria; C¡lstlalmenle poseemos buenos testimonios de las posibilid¡lues tk
Afrodito, en el Alto Egipto, seguía escribiendo versos en griego de lema InJ- alc¡lIlZilr una buena educación que tenían lus hijos de 1<15 mejores famili'ds de
¡Jicional,5 Durante los siglos v y VI hubo toda una serie de autores que escri- L:sta ciudau. 12
bieron en griego diversas: historias de corle cJasicisti'l,6 y aunque el enfoqut
de. Las hi~tofia$ de la Iglesia escritas por autores como, por ejemplo, SÓcrates
o Sozómello en el siglo v, o Evagrio Escolástico a finales dd vl,sea quizá algo
diferente, también estos libros se componían partiendo de la base ele una ex-
celente fonnación retórica.? La adquisición de tina formación llIuy parecida, Duranll' los siglos v y VI ¡¡¡mbién la f¡¡osona cünüció un gran auge, sobre
sólo que en latín, seguía siendo posible en Deciden le, Los comentarios de tudu el! Akn¡l~ y Alejillldrúl, !as dus principales ciudades en las que se im·
Servio ala ohm de Virgílio, los Sfll/ll'l1(/!iU de l'vlacrobio, y los nueve libros del p,lfti;¡ su enseñanz,l; hoy día S¡¡benlOS l11u<.:hu m;\s de (mJo ello que h:¡ce ,11-
De IW{JflÚ Plúlolugi[/t! <.'1 Mermrii, de Marciuno Capel]il, d¡ltan de la prime ni gún ¡iO::JlIP(), debido al renov,ldo interés el..; I(}~ e~peci;:disl,lS por 1<1 Cil oso fí·cl
m¡tad del siglo v,~ O1Íéntras que el poet<l norleafr'lcano DraC(¡Ilt:io compuso griega de ép\lC<1 t,lrdfaY Muchos e!e:nenlOs de 1<1 Lr¡¡dición fiJosófic¡¡ platóni-
varios pOemas bastante extensos en 11t!x,ltndros duranle el reríouo VÜIll]¡llu, C¡l I'uenlll absurbidos por lu ductr'lJl<¡ cristiana y de ese nwdo se hicieron :11;-
éPOC,1 de la cual conocenlOS lambíénla co!ect:ión de poemillas hllillus llama- cl'.sibks al grall público bajo distinto rupuje,l.1 Las doctrin,1S neoplatónicéls de
da AlIlolugía {millll y Jos epigrall1<l.'i de LuxorioY De comIenzos de la época los siglos v y VI, !'.in embargo, fueron ilh:ntifkudils il menudo con el paganis-
bizantina datan los p~negfrico.'i de Corippo (véase el capitulo 5), y, scgtlo pa- mo. Con [¡,cl'uenó" adoptab¡ln una form:1 sumamente elitista y en ciertos ~ec­
rece, en el Norte de Africa siguió enseñándose a Virgilio -como siempre se lores de la clilse alta siguieron gozando de ba~[aJHe predicamento; como y,l
había hec!lo- incluso después de la reconquista de Just¡niano, al menos du- hemos visto, la familia de P¡lralio, en Afrodisi¡¡s, eJlViÓ a sus hijos ,1 estudiar
filnte cierto tiempo, Quien querra aprender <1 e:;cribir en latín COmo es debi- a AlejanclrÍil, y una serie d\.: importantes mosaicos de P;;¡fos, en la isla de Chi-
do lo apre:ndía leyendo a Virgiljo: los descubrimientos papiníceos proceden- pre, y de Apamea, en Siria, sede ue una norecienle escuela d~ filosofía, es-
tes de la ciudad de Nessan<l, en un lugar perdido de la frontera egipciü, ponen pl.!ci<llme!He famosa por la I¡¡bor desarrolbd¡¡ en ell" por Jfimblico, mllor de
de manifiesto que tal seguía siendo la costumbre a finales del siglo VII, mu- comienZOS del siglo IV, sugieren también 1<1 difusión alcanzada pur las icle::ls
cllo después de 1;1 conquista <Írabe. En l<l Italia ostrogoda, lo mismo que en neopl¡¡IÓllic¡¡s durante est,) cenluri,lY Atcna~ era j;[ princip:d sede del Ileu-
cualquier otra parte, eran admiradísimas las elaboradus m:¡n¡festat:iones de platonismo, versión tardía del pl,11onismo nsuó¡IJa príncip¿¡!m~nle con la fi-
retórica, según podemos ver por las obras de Casiodoro (véase el c¿¡pílU!O 2), gura ele Plo\ino, auLor activo durante el siglo 111, y en nuestrC ~~dodo espe-
y de numerosos obispos erudilos de Occidente, enlre ellos san Ambrosio de CJ¡¡]mtnle con Proclo. Este último llegó a Atenas en 430 ~onsigtlió
la
Milü!l, de finales del siglo IV, Cesáreo de Aries, Avitu üe Vienne, Enodio 16/32 je!'''lur;¡ de la eSCUeli) a h\ temprana l:c1ad llc: 25 u 26 ui',os, er Siguió os-
14fi EL MUNDO IvlED!TERRÁNEO EN LA ANl'IG(icDAI1 T,\ROfA CULTURA Y MENTALIDAD [47

tentando el cargo hastü su muerte, üconleeiJ<I en 4R5, siendo escrita su fJio~


grafía por su sucesor, Marino.lr.
Los neoplatónicos desarrollaron su propio sistema de educación filo-
sóf¡ca, en el que se armon¡zahan las doctrinas de Aristóteles y los estoicos
con las de Platón, rormünc!o un plan de e~tudios büstünle complicado. Los
filósofos «üristotélicosn de la Alejandría Lmdorromantl eran en rcalidad t!ln
neoplatónicos como los de Atenas, mientras que Simplicio, uno de los más
grandes filósofos atenienses de esta época, escribió a su vez una serie ele
interesantes comentarios en lorno a I<ls obr<l$ de Aristóteles. Pero el nco-
platonismo lcnía tC\mbién llJla raccla profundamente religiosa; en rca!idad
era considcríldo cmii un ~¡.~te11la rc.lig.ioso. Lo~ ne.opl<"!lónicos in!cn!¡:¡h;1ll ex-
plicar la natur;Jlen de lo divino y dcs¡¡rrol!C\r úe paso un¡¡ tcn!ngí<l cicn(ífi-
C<l; rr<lclicilb:lll el <lscctisl1lo (véilse el c8j1Í!ulo 3), I<t conlemplaci¡'lIl y la
nr;IÓÓI1, vencrnh<lll a los dioses. y cmpk.aha11 U11as m;\11er¡¡s especiales
dc illvoc;¡r!os (\a "teurgia,. l. Crcínn en lil posibilidad de 1;1 rcve!;\Ci(¡n divi·
na, sohre [(Ido pOI' medio Jc los II<lmados "Or,"Ícu!os caldeos» (sigl{l 11). que.
~cgün clecífll1. eran revelaciones oblcl1ida~ interrogando al ilhn;l de j'btúl1.
De hecho, r<ll';j Proclo y sus discípulos, Pbl6n y sus ohnl.'> habíall ,dGUJZól-
do el CS1;lluS de verd¡lt1cr;ls "Sa,grmléls Escriluras».17 N,iluralmcnlC eSéls doc-
trinas fueron ielcntificacl::lS con el paganismo, pero muchos ele los gr;¡ndes
pensadores cristianos. C("ll1l0 s;¡n Grcgorio de Nisa o FIIl Agustín, recibieron
l8111biéll un profundo influjo del ncop!;¡IOllisllln. Algunas phras de Pl<1ton,
en especi<ll el Timeo y cl Fedl"(1, ejercieron una g.ran inflllCnct;l cn muchos
élutorcs cristianos, incluido s<ln Ag.ustín, }' ele. hecho ncopl;lt{)lli.~!110 y cris-
tianisrno tcnían l11ucho en cnll1t1n. rH En la AtcnilS del siglo v Prncln dirigió
un,¡ «cscm:la>l. 110 t,mlo en el scntido ,lrquitcclónic() {} institucional dc! tér-
mino -según p<lrecc. las cn;;cilanzi\s de la !\ca(\ellli" SC['.Uí'Hl imp<lrli':nt!o-
se dc una 1Il,lllcri\ hílslante 111[orl11;11 para los cr¡!críos mndcrnn~-. ctt;mh.)
en el sentido mi"Ís prñctico ele que congregab¡¡ a su ;llrededor a un grupo de
c1isclpulns, sohl'c los cu:¡]es p:Hece que ejercía tina inrlucllci;l clI·isIl1;ítlca y
con quienes cekhr¡¡ha divers(1s fOI"l1\;lS de culto pagnt1o. entre ellas la 01";1-
ci(¡[1, 1<1 !llcditacl\ín Ji el d.ntico dc hilllll(\S, cabiendo incluso h;)hlil1" de ell-
l"<lciol1cS milagrosas. tU,Hl(\a el p;¡dre de. un<1 niil,1 !lO en vano lI.lJllada As-
clcrigcnía, que se h<lII,lha gr,1Vísim,I1HCntc cnrcrm;J, pidi{j ,1 Proclo que
rogar<l por ella,

Proclo lomó cOI1~igo <lll'l;¡n l\:rides de ULli;\. hombre que era un gran amign
de la s¡lhidmía, y jl.llltns se dirigieron ¡ji A,Sclcpcnll. pill';] \1I'ar al dios y suplí·
c;\rlc por);¡ 111ft;1 cllkrl1l'1. Lo cierto e.~ que por entollc",s 1;\ ci\ld,]d t,,(];¡vfa 1... ·
ni;\ \;} ~\1cr\ ... t.lc disfl ular dc la pre~cllci;¡ dd dios. y cl1cluptn dd Salv;\l!n[ le~
decir, i\sc1cl'ill] \nd:\1!í;¡ no hahi;l sido ~aql!c;¡d" \,... 1'Ilr In;, criSli;¡nn.~¡
y Il1icl\(ras Proclo Ol";lb;¡ scg.\in el iHllig.un ritn, se prndujll l!Il Cl!llhi!l rqwllli-
no en el cst;¡¡Jro de la nialur;¡. qlle cll~e!!uida .<;c ~il1til¡ llll:ior: el Salvador, pm
cunnlo el';! tlll dios. la Cll1"tí con lml:l facilid:1d (Vid" de l'rlle/I!, 29,cilada de Saf-
frey, pr. 261·262.).1"
17/32
148 EL MUNDO MEDITE.RRÁNEO EN LA ANTIGÜEIJAD TAH.DiA l'UlTUgA y MENTr\I,llli\\)
Cuando en el año 529 prohibió Jusliniallu la C\V:iei'iaU'l.<I de la filut)llria en S()UE1),\I) EN lll,\NSHll(M,\C1ÓN
Atenas,lu se Llice que los siett; filósofos neoplatónicos que a la "';¡I'lón se en-
contraban allf, dirigidus por el gran Dill1lilScio, emprendieron un viaje a Per- Dejando a un lado hl filosofía, ¿quién leí:! las obras literarias de estilo
Sill
en busca del rey-filósofo de Platón, pues pensaban que el nuevo sober<\- ekvauo'l Pues bien, si b,lY i.llgún nlsgo que defina la cultura literaria de \;.1
no de aquel país, Cosroes 1, estaba tan interesado por la filosofía griega que Antigikdau tardía e::; su car:ícter clasista. l1l:ls 'Kusado incluso entonces que
había encargado varias-traducciones de Platón. Si alguna vez Ikgaroll real- l!l\ éPUt<IS '1I1teriures. Dicha literatura requería una formación muy esplC'cialí-
mente a la corte persa -esta historia tan romántica comporta algunos l.i.1U<I, uo ::;ólu por parte de los aUlores, sillo también por parte de su público,
elementos bastante sospechosos-, lo cierto es que enseguida se sintieron de- y desde luego haei" el siglo VI d griegu hablado por la población se diferen-
CepciOllí:ldos y emprendieron el regreso, no sin antes procurarse un salvucolI- cinba notahlt.:!llcnle (.le esta lengua literaria clllta.D En tiempos ¡Je Heradio
uucto conforme al tratauo de paz. firmauo en 533. El episodio lo recuge Aga- (6lD-ó-l l), la cultura litnaria tradio:.:ional estaba aún al alcance del públicu, ,ll
tías, f1üt., 11,30-31, en el contexto de una invectiva dirigida contra Cosroes y menos en Constantinopla, pero cuando las ciudades cntraron en su prucesu
contra un tal Uranio, quien, ~egún Agalías, había fomentado inútilmente las de decadencia, empezó il resultar mucho l1lellOS acce~¡ble para la mayorí<l do.:
pretensiones filosóficas del rey. Lo cierto es que la anécdota ha dallo lugar él la go.:lltC, y empezó también <l hacer:>e perceptible una seria disminución
muchas úiscusiones, tanto por lo que se refiere a la suerte corriJa por la Aca~ de lo:> libros disponibles y dd Clll1ocimio.:nlo dI:! lo~ ¡tutores c!<hicos, conoci·
demia de Atenas, como por lo que respect<l al Jestino de lus filósofos en ge- miento que ..:1 imperio bizantino no volved,J a rccuperar hast" los siglos IX y
neral, 'sobre todo el de Simplicio, que llegó a protagonizar unu violenta polé- X.1.1 Ahora bien, mientras el sistema Ct!llC¡llivo Si! m¡mtuvo en pie, sigukron
mica en Alejandría con su rival Juan Filópono. Una teoría bastante reciente prúduciémlú.~e obra~ escritas a la llHlnL!ra c!~·\sic¡¡, C0l1l0 las mencionadas an-
smliene que pasó el resto de su vida en Harrán (Carras), en Mesopotamia, lo.=rionllente. SL! necesitaban maestros que pcrpe\llan1l1 el SiSlemí.l, y, por otra
lugar famoso COmo sede del paganismo hasta fecba muy tardía, dunue habría parte, se consiL!erllbJ que Ullí! buena formación o.:!1 el campo de la retórica
fundado y dirigido una escuela platónicll. De ser cierta esta teoría -aparte d,-hica cOI\~ti[lIía un requisito illlJispens<lbk pilr<l ,lcccder a la burocracia im-
de basarse en una serie de posibles referencias locales presentes en lus perial y desde luego par,¡ oblcn~r cu,-dquicr cargo público. Esta situación SI:!
cOtnenl<lrlos de Simplicio, se runda en gran medida en U!li1 única afirmación ptlSll c!.lr<lll1cnle de llI,¡nil·i..:sLu <llIleLliildus del !:>iglo IV, cuando la IltlI!V~1 d,l~
de un autor árabe del siglo x, que acaSO aluda El la presencia de filósofos !it g,ob~rnantt: de Cunstantino se. vio en l~l nccesid,ld de recibir unas cuantas
platónicos en dicho lug<lr·--, esta circunstancia habría tenido imporlantes das!!s particulares Jc historia de Roma,25 y lo mismo ocurriría una genera-
consecuencias para la transmisión de la filosofía grieg<l en el mumlo islü- ción o dos más larde, cU<lndo un rélor de pruvincias como Ausonio alcanzó
mico.:!' cierta tll}loriedad ell su c¡¡Jid¡ld de prefecto del pretorio y de cónsul; del mis·
Pero, pura lo que a nosotros nos interesa en este momento, lo que llama 1110 lllodo, el ptldiJ egipciu Cl<ludi,¡l1u $e cunvirtió L:n d principal p,1I1egir¡sl~1
la atención es la intensidad lllle !:iiguiewlI teniendo los debates filosóficos a de ESlilicón y Honarío. Entre las rlgufiJS liter~\fi<l$ que ,1ka!1-zaron cíerta re-
mediados dd siglo VI. Juan rilópono, el princi¡xll t'ilósofo de Alejandría ¡Xli levancia durante el siglo v destaca el historiador Olimpiodnro, originario JI!
aquel entonces, era además cristiano. Escribió lIna larga serie de obras en las la Tebas de Egipto, llll!.! se califica a sí mismo «poeta de profesió]1l) (Ir. 1,
que atacaba las tesis de Proclo, según el cual el mundo no tenia principio, Blockley); era pagano y hal1Í¡1 recibido 11I1<1 excelente formación en todo lo
aunque sus teorías no eran lo bastante fundamenta listas pnril el gusto de al- re.1m:ionado con la tradición clásica; además habla viajauo mucho, diferen-
gunos cristianos. Filápono se adhirió a unn forma especial de nwnorisislllO ciúndose ~n este punto ue 1,\ nr.. \yorla de sus colegas. Prisco, otro historiador
llamada tri[eísmo,~2 pcro era individualista y polemista, y uesde luego lb la griego LId !:iiglo v, cHraderiz~ldu pUl' un estilo clásico mc'ts dt.:purado que el el¿
sel1sación de que en los círculos filosóficos de Alej,llldría había espacio para Olimpiodoro, se inspiró [Jard l.:scribir sus ubras en HerÓdoto y Tucídides. En
una variedad muy considerable de puntos de vista. A diferencia de ALenas, 440 fUe enviado en una misión diplomática a entrevistarse con Atila, rey de
que sucumbió a las invasiones eslavas iniciadas en 582, y donde, caso de que los hunos, y en su historia pone: de maniriesto su admiración por este perso-
continuara la enseñam.a de la filosofía, no tuvo la menor posibilidad de :;tr naje, ,d lkmpll que c(ltica ti Teodosio Il por intentar comprarlo.1t> Otro per-
cultivada a una escala ni remolamente comparable con la tradición de tiem" sonajt: curiusu es eiro de Pallópulis, pocl,¡ orillndu \¡¡rnbicn de Egipto, que
pos pretéritos, A!ej,mdría logró sobrevivir ti la legislación impuesta pUf JW:i- alL'¡¡m.ó los cargos lk prel\:clo de la ciucla¡J, pn::kcru del prClor:o y cónsul en
tiniano y conservar su tradición filosófica hasta bl conquista ;\rabe. tiempos de Teodosiu 11, p,lra luego, víl.'lima ue las intriga!:i cor~ ':;-"~na$, ser aCll-
sndu dI! paganismo y enviado al destierru como obispo de la p·.::q~leila CiUll<1d
f{lgia de CoticuY No obstante, la preponderancia del c1asici.>mo y el predi-
18/32 C.lll1entn del que gnz,¡b.¡ en el terrello de la lileratllrn habrían de causar sin
duda aigull,\ b,lstanles qudH,I(krus de cabe'l.;\ Cll~¡nU() se inlC '5 adapladu ,\
ISO El. MUNDO t-,·lED!TEHRÁNEO EN LA ANTlO("I[;I)AO TJ\Rní/\ CULTURA Y MENTAL!D!'.D 151

las condiciones de la é¡:JOca.:,..q Dicho sis!cl11<1 venía (l perpe!U<lf -y e~c Cf<l manifiesto la existencia de una densa red de intereses culturales comunes
cfec¡ivmncnlc su obictivo- unas actitudes absolulnmcnlc Iradicionales; en que se extendería desde la Galia e Halia al Norte de Árrica,'u
la misma medida, in~ponía unas categorías fijas de pensamiento. y CIl pnrti-
eular imposibilil<lba una percepción realista de las relaciones manlcnic!ílS con
los pueblos bárbaros. a los que por definición se <ltribufa tina absolulil ffllla CRISTIANISMO y CULTURA POPULAR
de cultur,,_
Ahora bien, el propio sistcl1l<l cultural que hahí<l creado y mantenido este Dur<lntc mucho tiempo ha hall;\do campo abonado entre los especialis-
tipo de literatura tan elitista empezó él cambi;¡f r¡'¡piúZll11cnlc. Las consecuen- las la idea de que la litcmtura cristiana constituye una forma de ClJltura po-
cias inmediatas de todo esto pueden interpretarse en sentido vertical, en tér- pular. Semejante teoría, sin embargo, supone lI1la descalificación tácita de la
minoS de literatura «superiop, y úe litcrílturn ,<popular», o en sentido horí- i111port;¡nctél de 1;\ literatura cristiana y debc~10::; dcci.r qu.e se ba~¡a: cslrechn-
ZQlllaL en térmitlo.~ de f¡¡iaeión rc!igiosn. Pero flmba:; di:-;Litlclone~ pueden ell ll1ente rC'lncionacl;l con la ídc<I de que el J3<ljO ImperiO fue una epoca c;\rac-
ocasiones resultilr equívocas: de ese (I1odo, bs hílgiogrnfias cris!iaJ1;-¡s tilla;; lerizada por el declive gcncr<-11 de tocl<-1s las actividildcs inte!eetu<ilcs.·H Los
veces son «populares», y otras cOll1porlan rasgos propios de lil1iteralurn m;ís eiemplos citados <Interiormente ponen de m<lnifieslo que no podel11os acep-
elevada;"'! análogamente, por crédl!las y simples que a menudo pucd<l!l pare- t~)f sin m<1S semejante punto de vista. Pero (1 diferencia de la cultura dásic<l,
cer las crónicas llllivers<lles cristi<HlétS, que <lh<lrcatl desde los tiempo::; de quc er;\ fundamentalmenlc elitis[n, lél vcrdad es que el cristianismo dirigía
Adán n la época en que viviera su autor, debido ,\ Sll aparente ralta de juicio conscientelllcnte su 1l .. !1wda a todas l<ls c1;\scs de la socied;:¡d, ínclu~clldC1 cx-
críticO, lo cierlo es que C0ll10 géncrn n;-¡clcron con el grnll erudi[o crisLiano plfcit;llllell[C a los c.~clavos y a I<lS Illujeres. Aunque la famosa fmse 9c S<1tl Pa-
Eusebio de Cesare;\, y los e.icmpln~ de las mismas qne sc nos hilll conserV<l- blo, "No hay ya judío o griego, no hay siervo o libre, no hay var,án o hembra,
do tienen más rasgos ell comlln con la hisloriogmría «d{¡~ica» de lo que sue- porque todos sois uno en Cristo Jesús» (Gál., 3(23), 110 produJo:-y proh<l-
le pcns¡¡rse.:11l Por t'd[imo, muchísimas obr<ls cris¡iflllaS poscen un carácter blcmentc nunca lo pretendió-la abolición de 1m; diferencias -sodal?s, lo cier-
mnrcad¡¡mcnle retórico, y llliliz;¡n lod~Il<1 partt[crnalin que proporcionaba l¡l to es que si la ponemos en rclaei<ín con otros dichos famoso? de JeSús, ~0n10
formación clásica .. El propio s"n Aguslín, quizá el nüis grl1ndc aulor cris\inno aque! que <lfirmn lo difícil que pnm el r!en es entrar en el remo (.le Jos clc!ns,
de esta époc<l, [uc maestro de re[{¡rica, y no dudó en utili7.íll" Sl1~ h,lhilit!;lL[es el cris[ianismn trajo consigo un cambio de <lcti[ud respecto de c!elitos c.olec-
,,1 m<Íximo cll<lnclo se dcdicó (l escrihir ohns rc!ig;insas. Pero, como hemos tivos <l los que el mundn I"OlI1ano pagano apenas h;-¡(,ía prestado <l!enrión, y
visto (véase el c<lpftulo 1),;\ difercncia de la l1¡¡lyoría de los ;\\l!nn,:s d;í."icos, espeeialmen[e rcspecto de 10'<; pobrcs.
era t:lll1bién 'lbsolulnnlcnle c\Hlsciente de cu,ilcs er¡ln lil.'; técnicas nccesarias En último término este proceso se de.ió sentir también en el terreno cul-
para dirigirse a un PÚlllicn inculto, y un<1 y 0[1"0'1 vez insiste en los prohlcm<ls tor;'!!. El hundimiento del viejo sis[cma cultural y cduC<"1livo del mundo clási-
lJuc plante;\ la c-onci¡iact6n de !os ohjctivm; intckCll1il!cS y rcltkiens con la fe co se ha rcl<1cion;'!do a veces con una ~<nucva cultura de corte populan), ca-
religiosa. Su mayor nhr;¡, La ciudad de Dios. cscrita poco después de! saco de ractcri7.ada por una mayor universalidad y por basarse menos en lil palabra
Rom,\ perpclrildo por r\lariC<l en 410. constituye una mcditilción alllplificil' cscrit<l y m,ís en In forma vis\tal y oralY A primer.. vist" ~'da teorfaJicne Il1U-
d;:¡ cn torno no t¡¡nLo;:¡ ¡;\S C"USil.'; de dkho acontecimiento cllanto <JI lug.ar que cho que ver con 1<1 suerte que corrieron las ciudadcs y I,IS cstrucll1f<ls educa-
ocupan el l1lundo y 1<1 cultur<1 c!¡]sic<l en el c.'it¡UC!1l<l ele la providencia divi- tivas tanto en Oriente como en Occidente: en cualquier caso, debemos ser
n¡;¡ ..1! Otm:s ¡;¡utores crísti<!Jlos, como Sincsio o Sidonio Aro!illilf, f1mhos anll- muy cautos a lo hora de alribuir todos esos c("!mbiO$ al cristianisf:lO. P.or lo
gl105 lerr;\[cnientes convertidos después en obispo~ (véase el capítulo 2), pronto, el C<lflíc!cr de los le.~l¡monios disponihles es bas¡Ell1te p,HCW! e mdu-
~ompusieron rl]cmas dc enrie clasidst;-¡ que a primer" vist" uo ítcllcn 1l;\t!;¡ ce ;\ ident¡ricl1r lo '<Ilílganon y lo "clásico» con los niveles sociales 1nás <litas,
dc cristia'los,'"\:! Pero el irnp;¡cto producido por la cristi'llli7.¡¡ciún nlOd'lficó mienlras que aigun¡¡s fuentes cristianas, como par ejen¡p!o las vi~as de los
íil!l1bién ¡~s prácticilS de lectura, cspc_,j¡11menLc desde el punto y ]lpr;¡ en qlle santos y la literatura monástica en particular, suelen ,din¡:~(1rse en la dirección
la Biblia:;e puso al a1cntlcc de todo el.mundo. Se desarrolló una erudición cs- opuesta. En olr<l::; p<llnhras, lo {¡nico que ocurrc es que (enemos más inf~r­
pecíric;¡1l1cn[c cristi<l1l" con las rrimerns cOTHunidades 111011;ísticn's de Occi- maei6n de los seclores más pobres de la sociedad a travr~s de los lextos CriS-
dente -por ejemplo 1" de I;-¡ isl,1 dc Lérins-, pre_cur.~onls a finales de! siglo tianos que la que sobre esos mismo~ grupos nos suministra el n.1Undo pag~no,
v de !o~ grancics centros mO!1;íslico.~ y 'crudilos de la Edad Medí,¡: Ohispos y Si rcalmente existe alguna difercncin, qui7.á se deba a los cambiOS ~roduC!d()s
cscrilorcs como P¡1tI1¡nn de Nola combinaron un saher nlldtisccu'!;1r con una en 1<-1 sncicúml, de los ctl,lle~ c.l crist"lan'ISn10 no serín mfls: que un eJ(;mp!o, Lo
oprcsiún crisLinl101, en hllcn;! P,lI'[C ;\ lr<lvés de 1;1 epistolug.rafia, 'que consti" cierto es que en la lite.r;\tunl p;¡lrfsIÍGa.'iC nf¡nlll1 <1 men:.ldo que. las pintur:1s
luyÓ un géncm p;¡rlicul;1f111CnIC nnrccienlc enlre los cristi¡IIl11S cultos de cn- sagrnda,~ son una fOm!;l de educar al vulg,n incullo, y dicha circunst"¡\Ilcin rlGI-
lllicl1l.(lS del sigJn v; se nos 1\,111 conscrvado muchlls ejemplos, que pOl1cn de so confirme eSél equiparación en[re cuHura «cristiilna» y ctdtufn «popul;¡p>,
19/32
152 EL /l.-tUNDO MEl)lTEltRÁNEO EN LA ANTIGÜEDAD TAltDL\ nl\Tll!(,\ ~' l\IFNT,\IJDAD 153
por ,lo que.s~ ha hecho muy habitual apelar u [as "cre~nda$ populares» p;l!"a Iradlll.:irsl.: lambi0211 (l I.::;la kl1gu;¡ ntlJlll'rUS¡¡S obras lilt:f;lrias gril'g;ls, prOCI'Sll
justlficar el Incremento durante el siglo VI de los testimonios que hacen alu- qlle ~c realizó también en sentiuo inver~o, quizá con mús [recut:=lll:ia ue Jo c¡ut.::
sión a las imügenes religiosas. JÓ El problema a este respecto es que con el ico- sude lldmitirsc.J'J A re~llltas de dio el siríaco adoptó ntl!l1c.rosos préstamos
no bizantino dn la sel1s,¡ción de que entramos en un munúo partil:ulnrllltllte lingüísticos -vocablo:;; y locuciont!s- ut:l griego; a su vez la !it\::r,ttura griega
«espiritual» y poco clásico: (nu$l'~t;¡1ll0S rdiricmlu i¡ h; ohms cristianas en esta lengua) recibió d influ-
j,l de la siriaca.
La imagen visu¡¡I, el retrato csli¡izauo, consLituía un símbulo <':OIH.:tuU',\do E.!l la Anligllclh\u tardí;.¡, jl'lkstitla COllstiluía ademú:;; el ct.::nlro ut: LOtl-
y pOlen[!! que hablaba din.:clamenlt: al !lumbre ,k la callt:. El hombre conicn- (¡Iehl dt.: las trm!iciollt:S cristiana y judí;l. CUt1lI) hemos visto, las jgksia:;; erigi-
le y molic!llt: hi\bia pt:nJiJo loJa afin¡d,ld con d ~ilnbol¡slllo c¡"udito y Ii¡erario d;1s pDr Cunslanlinu l.:!l Ti!.;!"]"a S,mla ael'ler<ll"on la transfurmación Je P,\ks-
(jut: había caraclcrizadll la viJ¡¡ pllblica durunlt: luda In ¿poca ¡tnpcri~t!Y
tina cn un :Ktivísil1lu centro de:: peregrinaciulle::s ("ristian¡¡s (véa~e d t.::apftulu
1). t\ lularg,u ue lus siglus IV y v, la propi,l Jt:fusalén dejó de ser un,l colonia
. Ello supone, sin emburgo, confundir el ~ín!oma COI! la C¡lUSi¡; en la prác- fll!llan,\ (a e.~o h¡¡bía ljuL'(hlJo rL'dw.:id,¡ (ras!a guerra Je lns juuíos) para con-
tlea, las clases m~ls altas y cultivadas sentúm (¡HIto entusiasmo por los iconos, vL'rtirsL' L'n!" ciudad salita lh:1 cristianismll.-1III\:ro ILJS cri~l¡¡lflOS lllViL'run \al11-
los santos y anacoretas como el pueblo llano. También sus prioridades habían biéllljuc hacer frente ,1 la presencia dI.: los judíus cn Palestina, donde ~L'gUí¡lll
variado; en otras palabras, se produjo un cambio rapiúísimo del propio s·!:,>le. ';"\vie::ndo; prec:isamen¡e en csl~1 región se COlllpil;lt"ía a com¡ellzü~ de! período
ma cultural que había venido sosteniendo la cultura urbana propia de la An- qut! eS\<.\I1lOs esludianJo el enorme volume.n de textos escritos en arameo que
tigüedad. clásica. Incluso lo~ historiadores profanos de finales de! siglo v y de se dt!nomina 'I"hlmud de Pales¡ina II ue Jerusalén (colección dc,in¡crpretacio-
to~o el Siglo VI, corno por eJen~pl() Zósimo (que era pagano.) y 1'1"0":Op10 (que nes rab¡nic;ls lit.:: UI1¡1 ohr,¡ hebrea ¡JlltL'riul", la t\·1isnú n Comentarios ,1 ];1
eVlden.k,rnente no era un cscntor "popular»), ponen de IlHlllifiesto una gran Ixy):1I La dudau g;¡lIka JL' Tibcrí;¡dt.::s fUl' el c\:nlro Lid juú¡lbnlU rabinico
receptlvluad para todo 10 que son m¡lagros y denHls rut.::torcs rdigiosos y nn que produjo el Talmud, y hasta d afio 42<) llUbo ~Il dla Ulla st!ril' de palri:H-
dudan en utilizarlos para explicar los hechos históricos.J!l ens judius que L'jerdan su ilulllridad de forllla h~réditaria; p¡lrticulllr inf!ut.:!l"
~o p;~ret:t.!, pUes, qUe la cristillnizílción trajera necesariamente consigu el ó;¡ ejercio uno de ellus, Ganwlit:l,'J cumienzos ¡Jd siglo v. Pero hl progresi-
debllllamlt!llto de los clÍnones cultundes de la elite, 'dunque e$ evidente que va erisli;¡nizaciún lh.: 1;1 zona trajll Wllsígu 1<1 hostilidad calla Vl:Z 1ll,lyur hacia
se produjo un cambio eu ellos. No obstante, a finales cid periodo qllt.:: nll~ 10:-; judius do.: óc:r\os aUlOn:s cristi:lJ1US, Cl)JllO, por ejc:mplo, S~l!l Juan Crisós"
oc LIpa las estrueturas sociales básicas se h¡lllaban en muchos C¡\SOs en un es- lU\llO;l! y esla lt.:núel1l:ia iría inlt:llsiric;indost! hasta halbr su t.::xIJl"L'sión Uo.:íi-
tado de constanlt: tran~formación, sobre todo en la periferia del imperiu. I'u- niliv;t en las legislacioncs discriminatorias:l .\ Los judíos de Pale~;¡¡Il;l, no obs"
demos vislumbrar en parte esta situaciÓn en las relaciones existenles entre la l;¡ll!l:, s·¡guieron siendo llllil cUll1uniJad prósper,¡ y hc!Clliz'H.I¡¡ durante los
lengua y la cultura local. El latín continuó siendo la lengua oficial en el calll- siglus VI y VJl, según demuestran los magníl"icos mO~<licos de !a~ sírmgogas,
po del derecho, la administración públic1:1 y el ejército hasta mediados del si- como aqud dcsLubierto en Gaza en d que aparece David car;¡cterizado C01110
glo VI, y por consiguiente siguió utilizándose bastante, incluso en Constanti- Orfen, n l<ls nU!lleJ'usils represent;¡cionc~ de los signos del zodíacO y ue 1-1<..'-
nopla. En los reinos b:írbaros de Occidente el ¡aUn conservó igualmente un 1"IOS, como la de Ham!llat TiberíHtks. Los judíos utilizaban en sus inscripcio"
puesto preponderante. junto a las lenguas nativas, hasta ac'lbar produciendo 1It.::$ y t.::pitafio$ el griego y t:l anUlll!u; pu:;;eernos un,l inscripción en ;.\rllllll:O
las lenguas romnnces. Pero en Oriente, no sólo se produjo un" gran transfor- b~ls¡a\lle extensa (siglo v) procedente de Rchob, Cilla que se recogen los pft:.~
mación del griego hablado, sino que el desarrollo relativamente pacífico y cepllls .lUlnlllcJicos relativos n la tierra de Isracl.'¡~ Algunos cristianos, como
próspero que conoció Oriente dumnte el siglo v trajo consigo un incremento por ejemplo san Jerónimo, aprendieron el h,;:breo; sin embargo, el propio san
muy significativo de las colonias rurales y por consiguiente del número de ha- krónimo estudió las Sagradas Escriluras -úe las cuales realizó una lraúuc-
bitantes, y además una importancia cada vez mayor de las lenguas vern:.ícu- ción ¡¡llatfn comp!t:\¡¡mente nueva, pues la Biblia btina utilizad"l en su épo-
las. Durante este período, el georgiano, el armenio y el copto pasaron a tener 1.:a st.:: b¡lSaba en !a traducción griega uel Antiguo Tes[amento conocidil con el
forma escrita, auoque el caso que mejor ilustra este fenómeno, como ven!- nombre de los Septllllginw-, fundamentalmente con el objeto de poner en
mos, es el del siríaco, dialecto del arameo que en esta época se convirtió en kla de juicio las interpretaciones judías:.
una lengua literaria de primer orden, utilizada sobre [Oclo por autores cris- Estos ejemplos, pese a sus limitaciones -y podría decirse lo mismo de
tianos. La mayor importancia conceúida a las provincias y regiolles fronteri- mlll:lws regiones de Occidente-, ponen de m¡\Ilirieslo LJue dun\!lle la época
zas de Oriente a pm!ir del siglo IV, junto con el cosmopolitismu de la pobla~ qUe estalllos c~tudiando los cambio::; cullurales fueron consecuencia dt! la
ción de toúa esta zona, contribuyó a que menudearan Ins traducciones del mezcla tle \¡J pnbl¡¡ción y del ¡Isent¡lnúento úe puo::blns uistin\os en udenni-
griego a! siríaco, sobre loJo con fines práct¡cú~. PerO e::nseguida empeZi\ron a 20/32 nad¡¡s. úrc:.as, al menos en la medida en que se debierall <1 ncüvos religiosos.
154 EL MUNDO MEDITERRANJ;.O EN LA ANTIGOEDI\O TAllO {A
CULTURA y MENTALIDAD 155
L()~ siglos v y VI en Occidente constituyen ti todas luces un ejemplo rUnO;)-
menlal de lraT1!>formac!ón de los asentamientos. mientras que el C<150 dc J;¡
Palestina de! siglo VI, pocos años antes de que se produjenm las invilsiotlcs
persa y iÍrabc, constituye también una rrucba evidente de la yux:tuposición
de grupos sociales y religiosos diversos. Pe"c a 10 difícil que pueda resultar la
tarea, las innovaciones introducidas en las investigaciones ¡lrqueo[ógicas, que
han empezado a estudiar [os restos úe asentamientos nlsticos en dcLcrmif18-
d;;]s zonas, constituyen la mejor forma de explicnr lo;; cambio.'; cultuf<llc.<; pro-
ducidos en In Antigüedad lardín. y de sustituir los viejos modelos h;\.~lldos en
l"s fuentes literarias o simplemente en los prejuicios de los cspccinlistas.

. CRISTIANISMO y PAGAN1S,\10

Al estudiar fa litcratur<1 proran,] de esta época resulta Stlnl"lllenlc difícil


dcslind<H lo que es c!~ís¡C(l de lo que es auténticamente pagnno, y lo cierto es
que cn el griego hablado corrientemente el término ~<hc!eno)-' pasó a signifi-
car "p8g¡mo».45 Semcjante distinción resull;¡b;¡ probtelll<Ític<I pnra los propios
cristianos. algunos de los cuales no tuvieron el menor cmpnchn en lanzar ata-
ques front81es contra la ¡itcrnlura griega chísica y los ,<he!cnos»:lf, La actual
controversia en torno a ID liternlura Inrina profana y al artc dc lcnuelH.::ills cla-
sicistas producido en Roma a finales de! siglo IV y durnntc lodo el ''iigln v res-
ponde también en parte a una simple cuestión de terminologíaY En ett:lOlo
ni proceso de eristi<:lnización de la :'iocieJad del [3<1,Ío Imperio. se produjo en
rcn¡idad !llucho m:ís despacio de lo que ;;uc!e creerse. Hc~utta b<l~;t<1nle difi-
ci! ju;;tipreci<lr 1<1 reatid<ld de ]<lS convicciones rclig.ios[ls de 1I11¡¡ ~;ocicdad n
partir de l¡l1as fuenlcs que a l11enudo poseen un car;Íder polémicr o tienden
a J[1 eX<lger<lción. Rasgo habitual de la literatura cristiana es la claLtpraci6n de
catalogas de cultos p<lganos y de todp snerte de herejías, aplie<111do <l todos
ellos la correspondiente contr<lp<lrlida cristiana, de suerte que las ruentes
crisliílllas pfrecel1 ell general una mera C<lriC(llur¡¡ del paganislllQ: Como ya
hemos viS\ü (véase el capífulo 3). el estado impuso In fe erislian'l COIllO reli-
gión oficial a partir del reinado de Teodosio 1; I¡l legislación ¡mpcri<ll anil11(')
¡'\ los cristL:tnos a lanz[lr sus ¡¡[<lques cnnlra tos templos y estatuns:de los ¡M-

g<lllos. siendo en ocnsiol1cs los propios I;o!d<ldos quienes, cllmr!ien~¡o órdenes


del cmpcradm, cjecl!!<lron aquellos actos de vio!cnci<l. No obSI,1j1Ie, !o.~ in-
tentos de la solúadesGl de cumplir ¡as órdenes recibidils chocaro¡;' il menudo
con re¡¡ccioncs violentas por parte de la población, y no olvidemos que mu~
ChilS veces los cnrrentnmicntos crnn tamhién fruto de renó!!ils y riva!¡d"dcs
pcrson<l!cs. como en el caso de los estudiantes de I\lej,l11dría en tiempos de
Severo,·~ M¡ís de un siglo después del reinado de lcoc!osio, Jusliniilllo seguía
promulgando leyes contrn los pagnnos y Pllhlicilndo edictos en contra de los
disidentes en gencr;d -herc.ics. m¡lIliqucos y hOTl1osextJales~, sobre lodo si
se dec!icab;m a li) enscii¡lIlZil:I'¡ Pero aunque es indudahle que Justini;lI1o lle- LÁMINA 9. El gran refectorio del monn~leri(J de M;¡rlirio, en el desierto :de Judc;¡,
vó a c;:lbo ulla decidid,l polftica procrislinn'l. dcbcrí,lIllOs estuúiar IOc!;:I esta cercn de Jcrusntén. El m(Jnas!crio fue construido n rinn!cs del siglo v, pero ~1 refecto-
21/32
rio es cien aiio~ pnslcriof.
15" EL tI-IUNDl) !\lEDlTERHÁNEO !:N LA ANTlliÜ[!),\D TAltI)i" 1:17
legislación en relación COll la actitud generalmente repr~s¡vH adoptada du- como ponen de manifj~sto stln Juan Crisóslomo, en Consllllltinopla, a caba-
rante todo este período por el estado frente a lodos los gfllpas minoritarios, llo entre los siglos ¡V y v, o las aClas del concilio \,in Trullo», a fil1<1ks. del si-
entre ellos, por ejemplo, los jlllJfos y los samarilnno!:i, y n:sultil !Huy dificil di- glo VII, qlll.~ muestran alh\ un gran interés por el tema, Un fen?!1:cno muy fn;,-
lucidar si Jos cargos de los que se les acusaba tenían o no en realidad carác- cuente, que aparece un:! y otra vez en numerosos textDs cnslmllos de muy
ter político. En general, podemos calibruf cuál era la situación de nquellos JI diverso lipo, y que por [¡mIo debió de tener su correlato en la vida real, es la
quienes se les ocurría oponerse al gobíemo recorda!1do que, al comienzo de tendencia a creer en el Jestino y, sobre: toJo, en la astrología; cabe suponer
su HÜ"toria arCl/lla -obra particularmente crítica COll la figura del empera- que, ~n efecto, Iwbía en ¡¡([Lidios tiempos una gra~ cantidad de pob!¡¡dón q~e,
dor-, Procopio afirma que en ¡iempos de Jusliniano la publicilción de su li- como ocurre en !a ¡¡ctualidad, Il!nía unas CfCenC!,lS enormemente contr,ldIC-
bro le habría costado la vida. En los procesos ¡neoaJos hacia 580 (véasl; el ca- torias, según ponen de Illilniriesto los relatos de curaciones efectuadas por
pítulo 3), el rnismüiimo patriarca de Antioquía fue llamado a Constantinopla santos mi]¡¡grosos o los numerOSOS ¡lmuletos de esta épOCl que se nos han
y acusado de. paganismo. También d gobernador de I¡I provincia e íntimu conserv~do,SJ Aunque Cyril Mango est,í en lo cierto ;11 afirmar que el mundo
amigo suyo, Anatolio, fUI;! acusado de estar relacionado COIl tos cultos paga- n\ental dt! Biz,.!!lcio tenía nllÍ$ que ver con «un¡1 conslrucción de los apologis-
nos, de Edesa, y elllsunto fue complicándose con un suicidio, un asesinato y l<IS cristianos y judíos elaborad u durante los primeros cinco o seis siglos de la
un Icono tras el que se ocultaba una estatua de Apolo. Los juicios, que fimd- era cristiana,) que CDn cualquier concepción Je la cultura clásica prupi<lmen-
mente tuvieron lugar en CO!lslaotinoph\, se vieron acomp¡:ulados de diversos te Llicha,54 probablemente concede muy poco valor a la persistencia de las
motines populares contra la pasividad de! emperudor Tiberio y el patriarca ide¡IS y pr,kticas paganas, si biellllo tenemos pUl' qur:: ¡dl.'ntiric<lr CS1;IS úllimas
Eutjquio, íI raíz de los cuales el antiguo gobernador de Siri,l, Anato¡io, fue COII las ideas llamadas ,\d~ísicas". No m<Ís f¡\ci! resllltil valorilf con eX¡lClitud
arrojado a las fieras y empalado en el Hipódromo, siendo rinalme.nte su cuer- en qué !Hedida cllntribuyt'i la cristianización a la evolución úe 1<1 Anligüedad
ea dl!scuartizado y devorndo por los lobos (Evagrio, HE, V,18; d, Juan <.le clfisica y a su transforlllación en el mundo I\)!.:diev¡ll\~' (l, más exaclllmente,
Efeso, HE, 111,27-35, V,37).'itl El reinado de Justiniano se canlc!erizó asimis- de[erJninar si la cristianiz<lción fuI.! la causa o d rl.!sultado de Olros cambios
mo por un endurecimiento de la actitud de Bizancio frente; a los judíos y los acontecidos en el edificio de la sociedad,
samaritanos, subre todo u raíz de las grandes rebeliones de estas últimos
acontecidils en 529 y 555; en el curso de la revuelta de 555' fue asesinado el
procónsul de Palestina. Como cabría espl!rar, durantl! los. disturbios Je 57lJ la LA VIDA PR!VADA
caza del rebelde afectó por iguul a judíos, samaritanos y montanistas,
Resulta bastante difícil determinar cuánto !enínn de verdad estas acusa- y,l hemos estudiado lu difusión alcanzada por las pr<ÍCtic;.ls ascéticas y la
ciones. Pl!fQ si bien es cit:r!o que el pagallismo proporcion¡¡ba un prdextu ~u­ veneración de qUe er:lll uhjeto los sanlus VllflllH::S y las Sal1t~ls rnujeres cris-
maml!nle útit para todo tipu de ¡ltaqu<.:!s persun¡lles u Jloliticos, I;.IS fu..:ntcs su. tianas (vé;n;;e el tapíwlo 3). AUI! aceptando cun cí¡;)'l{l escepticismo 1,IS citras
gieren que, en general, ha!:;!a fecha muy tardía hubo en Oriente llluchísilll<lS tlt: monjes y ascetas egipcios que nus dan Ins fUt'lItes, él número de hombres
pl!rsonas, pertenecientes a todos los nivdes de la sociedad, que, pese 01 Ser }' 11Iujcres que ¡;n el conjunto del imperio se- dedicaron a lu vida religios¡l de ..
cristiamls, conservaron numerosas creencias y pnktic'ils de origen pilgano. No hía ascender en el siglo V ;¡ varios millares, y hablu <llgunos cenobios verda-
todos los templos paganos, ni mucho mell()s, IHlbían sido transformados en 7
der,lJ\1cnk graut.!es, 1ue :dberg<'lb;11l ,1 nHís de dOscientos ll1onjesY' Aunqu~
iglesias cuando Juan de Éfeso, el futuro historilldor ele la !gle~ia, fue enviado 1,II11bién lu~ p,lg¡¡nUS, y en especia! los neupl:\lónicos, companí¡lIl los princi-
en 542 ZI la parte occidental d..: A-sia Menor en mls'l(w eV¡¡ngeliLildor:1.51 En pius g<.'ilefil!t:s de [¡l yid¡¡ ilscr::!ica, entre ellus no t!xistÍ<1J1 mon~lsleJ'i{)s de es~
Occidente, en cambio, donde 1<1 hj~tor¡¡\ siguió un curso llIuy distilltu, parece estilo y IllS iukrtsadns en este t¡ru de pr,-klic,IS perténecían en general ¡¡ los
q.ue el paganismo ufreció menos resiste:m:ia, excepto en el Call1JlO, hcchu qUe grupus nl<ís selectos y minoril'-lfi~lS de la soci.:dad; su número, Pllt:S, CUlllp',I-
viene a !:illbmyar su rl!\<lción en Oriente con li! Iradidón -,tudavía !lU inte- rado con d de lus cristi,¡llús, t:1'<1 l11uy limitado. Resulta ,\simismn mtly difícil
rrumpida- d c la e:clucaciÓn y la cultura cUsicas, Pero incluso en d CillllpU, sab¡:!' h:1S\a qw.! punto habían p";lletradu lus ¡dc,lle~ de la viué\ mon,lslica Ji as-
hubo en Occiúente algunos obispos, como Cesáreo de Aries, (1 comienzos dd cética t:n la ~o(it:d<lJ c.n g,ener¡¡1. Un rasgo sorprenúente, en cu,llquier caso,
siglo VI, que dieron una gran prioridad a la evangelización, actitud que (11.:- es el interés pUl' las biogrnfías, por b¡s vidas de dctennin;.1dos cristianos y, en
muestrn que la batalla nllll no !Jabí,¡ sido gnnaua, ni mucho menos.51 llcasiulles, l;\lllbi¿'n por las de algunos p,lganos, Pese ¡J hl ide,di:¿¡¡ción que !as
. Determinar el final ud paganismo antiguo no es desd!; luegotmc,l f;leíl, c,¡r,lcler'l:/il y al hecho dl.' insCfihúst! en el marco dd diche liler<lrio y religio-
telllendo I!n cut:nlll que muchas de las fuentes ele las qUe d¡spollenlo~ Sllll so, es!,IS ubras vienen a subrayar el increnH. 'ltlo de 1,\ alenciÓn prestaua ¡.¡ la
cristiarlils. No obstante, el af¡)n ut: 10$ predicadores y del gobierno por erra. [
22/32 person'l; por olra parle, el crislianismo primitivo 1M sido con$icerado prueba
dicar la::; prácticas p,lganas con:stituye un rasgo Illuy curiuso de. este período, ..}'.'\ fehaciente del nuevo ¡nlcres suscitado por el individuo en gen'~'-~'Y El ¡¡V,II1-
'1
15H EL 1vlllNDn MEDITERRÁNEO EN LA r\NTIGOEDAD TAfm(A CULTUHA y MENTALIDAD 159

ce de 1<1 cristianización tro.io a~jm¡smo consigo un cambio en las actitudes do su dc,<¡co de 110 casarse o de. no tener relaciones sexuales, se vio obligada
para con los difuntos. Mientras que el derecho romano h .. bía prohil1ido rigu- a ceder y tuvo dos hijos: cuando ambas criaturas murieron, siendo aun muy
roS<1mente la inhumación de los C<'Idávcres dentro dc los recintos urbanos niños, pudo al fin prevalecer SU deseo de !levar una vida de ascetismo. La jo-
muchos cristianos empezaron a ser enterrados en el inlerior o en los <lfrcdc~ ven 11OScí;¡ !;¡tifundios en Hispania, Árriea, Maurit(,lIlia, Brítania, Numidia.
dores de las grandes basílicas, C0l110 sabemos por las numerosas inscripciones Aquitania y Galia, algunos de los cuales contenían centenares de esc~avos, y,
sobre mosaico que dan testimonio de ello: por olrel parte, muchos mnnastc- según se dice, la finca que poseía en las inmediaciones de Thgasle ~m más
riO:5, por ejemplo el de Eutimio, en e! desierto de Judea, con1cnían 1(1 lumba grande que 1<\ propia ciudad. De este modo, el hecho de qlle las capas más
de $U fundador y un osario para los monjes. altas de la sociedad tomaran al pie de la letra el concepto de vida ascética su-
Los can;hios sociales y religiosos tuvieron también repercusiones ecolló- puso una honda fiSUfí'l en las práctic<ls sociales habHuales hnsta aque! mo-
micas: cuando Constan lino abolió la legislación anterior, que impollía g.ravcs menlo y (aunque por <lquel entonces buena p<lr!e de la cI<I~e senatorial seguía
sanciones ;:J los miembros dc lils_ clases superiores que dceidiernll quedarse siendo p<lg<lna) trajo comigo un quehranto consider"ilblc de la familia':y la su-
solteros. el cc!ib¡¡to pilSÓ a constituir U!ln opción inLeresante ¡<lmbié!1 parn los e{,$ión heredil;¡ri<l. Aunql.lc C<1recemos de testimonios de cariÍcter cuantitati-
ricos. aunque dicha pr;:Íc[ica tuvicr;:¡ en oCflsiones un<1S cOllsecuencias muy se. vo. el incremento del monaquismo debió también de tener sus repercusiones
rias y peligrosas [,,\rn las herenci<1s y la distribución de In riqueza. Bien co- sobre la propia estructur;¡ de la familia; la vida moniÍslica supuso una alter-
nocido es el éxito ohlcnido por .~all Jerónimo en su celo por fomC'nlar un la- ¡¡¡¡¡¡va aceptahle frente al matrimonio y desempeñó un pnpe! fundam!\:nt¡¡1 de
lante cxlrcmtlclil!l1Cnte ilscético entre las j(¡venes de la <lristocracl;1 rO!l1all<l a rilrOl a In redistribución de 1<1 riqucza.(Jl
finales de! siglo IV, cirCl!lIstill1ci" que pro~oc(¡ un rcscnlilllienl() c(Jlllprensiblc Menos [¡\eil resulta sopesar hasta qué punto la actilud individual de re-
entre los miembros de la l1obfez<l que no hahían nbnndonado el p<1g'lIIiSlllO.:iH nuncia supuso lIníl redistribución de la riquez<l en beneficio de las c1afes más
Sin embargo, la forma méÍs habitU<l1 de renuncia entre los miembros de esl!! pobres. En cualquier C8S0. y aun ndmiticndo el indudable y espectacular en-
clase consistía en que un ma!rimonio, después de engendrar tillo () dos hijos riquecimiento que conoció la Iglesi<l instilucional, el desarrollo de la ~ostum­
que ascgur<lran la perpetuación del linaje, decidía abstenerse de (oda rela- bre c1'i:;[I1\I1:1 dc la límosn<l y de la beneficencia soei,¡[ constituye uno de los
ción sexual y VC11clí,) sus propied;ldcs en heneficio de 1;1 Iglesia. 1\ comicn:r.Ds r;¡sgqs l11;ís import;:mtes de este período; dichn pn'icliea no se lilllitah~ al sim-
del siglo v !enemQS el caso de Pilulino de Nula, que. junto con \;\l 1Il1ljc_r, dio ple rep;Jrlo de limosnas, sino que se m¡¡nifesltlbOl también en la construcción
este p;I."O ueá;ivo y l!cgó m<is tarde a ohispo de esla ciud<ld de Campa;¡ia; sus y mantenimiento de estahlccimientos de c¡¡fioad, como hospitnlc$ o 3silos de
cartas y otr<ls fuentes de 1<1 époc<l n05 proporcionan un \estimonio detal!adí- ancianos. La caridad cristiana. que en cierto sentido vino a sustituir a)a labor
simo de todo 10 ocurrido; rcr(l mucho m,ls c:<ipect<lcul<lf fue sin dud<\ el ca.so de los «evérgel<ls» (bencfaetores públicos) de época clásica -aunque en al-
de sanln Mdmi,\ 1;\ Jcw¡;n ·-asf Il¡¡mada pa!"a dircrcllci:lrla uc su ',¡huela del guno.';; c<\.~os siguió exislicnuo--, lenia unos objetivos y mecanismos muy dis-
mismo nombre, mujer ,¡sil11ismo piadm;í:<iim,l- y de su esposo, !'inlano, que lintos. M
en C. 410 vendicron sus colosales proriedildcs eonl 1'<1 [a volunl<\d del padre de Comn sabemos por la sociedad contcl1lpor;:Íllca. los cambios producidos
la !lll1chach;¡. Va!crin Publícol:¡, cuando clb eon{;¡h;1 sólo veinle nitos y él en el C<llllpO dc las prácticas sexualcli constituyen uno de los fcnómenos más
apcna.~ veinticuatro. Lfls posesi(lnc.~ de Md¡lnitl y I'inia!lo se h:ll!:lb¡¡n dise- diFíciles de jU7.gar con exactitud. En cllllundo antiguo, rara el et!;¡I·carcce-
mintld<ls literalmente por todo el orhe rnnWlln: mos en grnn parle de f!lenles de car;:Ídcr personal, como por cjempJ:O cartns
privild;¡:; o diarios/'" por no h<lhlar de estadísticas de cualquier \ipo~ el pro-
Tras COlllrrrlr \'aria~ i~ta~.I;l.~ pu~icrnll c.1l111anos dc In;; sa!1l0r; V;1I"Illl{'$. Del h1cm<l resllHa doblemente diríciL 1..0$ líos de la corte merovingia. rc~ogidos,
mis;no Jll(ldo, "Jdqlliricrol1 tll0ml"ltrin;; de monjes y virgcl1c". y .~q·¡;IS regalaron por ejemplo, por Gregario de Tours, poncn dc manifiesto que el crisÜanis1llo
;1 los quc vivían en ellos, dolando ;1 cad,] !tlgrlr de U!la cantidad ~\lf¡cicnlc dc no se fij!!b,l mucho en la ll10mlidnd reinante -cuando mel10s- en: aquella
oro. Hicieron orrenúa de stl~ numerosos v costosos vestidos dc s¡:'da en los ;¡I" corte, excepto <lcaSO cuando algún obispo demasiado alrevido se decidí;-¡ a to-
I¡¡r~s oc iglcsill.~ y rnona~terills. Se dcshic"¡cfon en ~u lolalid¡ld d¡2 lo~ incnllla_ mar c;-¡1'tas en el asunto. En cuanto a la sociedad en general, resulta bilslantc
blc~; objelos de plat,l que poscíi\ll. y con c1!o~ conslruyeron allurh y fllndrlron
arduo saber si la <Iprohación un,ínime que se concedió al a~ccl¡smo tuvo ver-
el h;soro de 1l1llCha5 iglesia;;. y rc;dizilrfln nl\lchas olr;¡~ (lfrcnd;¡~ ¡\.r5i<)~ (Cfark.
dadcras repercusiones cn l<l vida sexual de la mayoría de la pohlac;ión_ Te-
Li¡'~ nf Mdlllliu. p. 19).
nicndo en C\lCllt<l [os numerosos sermones en los que se exhorta a los cristi<1-
nos" guardar la dehida continencia SCXllíll. es lógico dedu.¡::ir -eom~¡ ocurre
No se Ir8t,ll1a súln dc dar dircrtamcnlc <l los pohres Indo cuanto se tc- con los numerosos sermones en los qlle se h"hln de !a conlinuaciój1 de Ins
ní¡I: 5'¡ con todo, 1,1 simple I.;scala :1 1;1 que lleg.ó 1,1 actittlll dc ITll\1!Ki" dt.: las rr;kticas p;¡g<ll1as (1 jl.ldaicas- que en realidad mediaha un ahismo ~l1trc lo
gcn\cs resul!" sorprcndente. Mclania. que, :;cg.ún SI.; ;¡finlla. h"hí;¡ il1<11\¡rcS\;\- 23/32que pretendíil el prcdicildor y lo que era la realidad. No ob~tantc. serín ,Hrics-
160 EL MUNú() MliúITl!lW.ANEO EN LA ANTI{,ÜE¡)AD TAIUli ... lb!
gaJo concluir que uichus exllUrliH.:iunes no tuvieran d¡;cto alguno, y la ¡n~ delenlli!\ada t'a!l\¡¡¡,\ se lktli..:,\!'a a la vida lIlll\\ústi..:a y dI.! {!uo.: nu ..:a\\\bi,\r:\ SU:i
geme ¡;antiJaJ lIe vidas de santos de esla época que poseemm; constitUyen lI,ibilus s..::xutlks !ll bastan!...: Ctll1W para n:dll(ir ..:nnsiu!.Cf<.\bkmente d nivel de
todo un testimonio del beneplácito general concediúo a este lipo de "ctitu- procrel\ción, es 111UY probahle qu<.: alguno de dios, ::;obre todo ~i se trat¡¡b,\
des, además de proporcionar un gran número de ejemplos concretos.") Ello úe una (a~~l 10 b:\stullle ricH, realizara algún tipo de cloll~ciún -en ocasiones
no significa, por supuesto, qut! la:; pnh.:ticas sexuales habituales hasta en ton- geill.!rusbima- a la iglesia local. M,ís imporl,\nle que !os;n:su(t¡¡dos pnktiCLls
c~s cambiaran radicalmente en ludos tos Ca:ws, ni siquiera en la mayoría de dl' estas ideas a nivd inJividu,,1 I\H:fti aC¡\~l) d g,radu d~ control mural y su-
dIo:>, Sólo las inscripciones pueden propurcionarnos una información esta- eial sobre la vid,\ de 1:\ po.:rso!l'¡ que ell1pe7.Ó ,1 ¡¡nugars~ 1¡1 19lesi:¡, y que ~e
dística en torno a Ins dimensiones que tenía la ramilia en el mundo Hnliguo rlmnifcstó por ejo.::mplo en bs re~tricci()ncs ímpltcsta~ .IÍ matrimonio dentro
(e incluso ésta pueue resu!tm eng'Jflüsa, pues mramenle Jisponemos Je una lit: los gl-ados dc p¡lfcntcsco pt:rmiliJos,hu Es posiblo.:: que; la cristianización no
muestra estadislica lo bastante grande). Partiendo úe esta base, un estudio c<.unbiura los corazones de la gente tanto como SI.': ha v~n¡do úicienJo, pero
recientemente publicado conduye que no había una diferencia nO[¡lble entre fueron mudlas y muy numerosa:i bs rorllla~ en las que: intemó contfOlnr el
las familias paganas y las cristianas, Resulta inlt:resante constatar que cnln: las aspeeto externo de su vida.
clases acomodadas, con c<1pacidad para costearse imporlnntes monumentos
funerarios, el tamaño normal de la familia era compantble, según parece. ni
de la familia nuclear contemporánea. La Iglesia condenab<l los melados an-
ticonceptivos con una vehemencia que parece inúitar lo extendida que se ha-
llaba su práctica, pero adt:!11ás de estos métodos habra otros meúios de redu- El cristianismo tuvo en cualquier ca!:iO como ('on!:ie~uencia el acceso de
cir las dimensiones de la familia, entre dlo!:i la venia de los niños y el (;IS Illujen!s a la csfl!ra pública. Efer.:tivamcllte, la mujcr:podí:l ahora viajar a
infanticidio pUf exposición, custumbre prufumlHmente arraiguda en todo el Ticrr;1 Santa, ['undar monasterios. 'lprL.'ndef l1..:brl.:o, uedt.1ir no casarse y qUe-
mundo antiguo. M dan;!.: soltera, \l dedicarse a la vida religiosa y enlabiar ¡bnistaJ ('un hombres
Cometeriamos un grave error si Hlribuy¿ramos Ul\ can\c!t:l' Jl!!1l¡¡~¡ildu aj~nus a su dreuto familillr, opciones toda$ a las (¡Ut; dijtcilll1cnlc habrían [L:-
rOl11illltico al matrimonio y II la viúa familiar Jd Bajo Imperio proyectando nido acceso ell otros tiempos, Cahría rer.:únJm, en culilraposición con esta
!:iobre ellos prejuicios contcmpofálleo~: para la mayoría úe la gente, siguieron llueva situación, e! hechu de qu~ los esclavos y colono~ cristi,-tI1os siguieron
siendo unas relaciOnes illjtlsta~ y btisiCl\mente desigut\!cs, COIllO roJemo~ V!.:f constituyendo en su ¡nmens;\ mayoría [a gl"an masa J~ c!esconot.:idos de la
ell el an¡llisis dd pape! dt:~ell1pei'iado por el padre que realiza san Agustín 1;;:1\ Antigiktbd, a quicll~s ningt'!n aulur se digna uedicar ni \m ri.:nglón ell sus es-
La ciudad de Dhh; en él se pone sobre ludo de rdieve.la relación de uomi- critos. CtliHldo la altcrnativa o.;ra CUll toda verosimilitud una vÍthl de pena!i-
lIio que éste I1wnlenía COII los restantes miembros de la ['¡unilia, elllpezanúo dades o de hastío, d ascetismo ofrecía cuando menos la ilusión ue ulla ini-
por su espusa (Civ. Dei, X1X,16).t,s La esperanza de vida seguíu siendo eorta, eiativa per::;onaJ. A naJie se le ocurrir,1 sostener que d estal.us o la libertad
~obre todo para la!:i mujeres en edad de tener hijos, y la Ulortaliuad infantil de las mujeres ilumclltaron tic rorllla ostensible durante!este período; lo cier-
era muy alta, mienlra!:i que IO!:i métodos disponibles para evilar el ex,:cslvo lo dl'!:idl' luego es que,:.1I ser considerada ]¡I mujer, entre otras cosas, C,ll!~a y
crecimiento de la ramilia (no nec<.!sariamcnle i¡plicadus con el cOllscnlimicII- origt;n ue la tentación carnal, huo:na PiU·te lk la ¡i\o:r¡\{Url¡ to:ulógic¡¡ de la epo-
to de la madre) eran crueles y dolorosos. En Cllnl1l0 a 10$ nii1us, siguen Slen- ca llluestra linos link:> dara!llenk l1l¡sóginos;h~ :lhora liien, nUllca se realiz6
do los grandes olviLlados de las fuentes antiguas, y para este períouu no re- el menor inlenlU de negar il la~ mujeres el acceso a la pi.ultid<id, y en ueter-
sulta más f:ícil encontrar testimonios de cómo era su viua úe lo que Jo es para minados ambientes se hizo posible la amistau entre hOI)1bres y mujeres, has-
épocas C\nterior~s, Ello no implica que imliviuulIlmente la gente no se preo- ta un punto difícil de imaginar en la sociedad ;)agnnaYJ¡ Característic¡1 curio-
CUpünl de 1m niños; lo único que quiere Jecir es que a 10$ niños siguió I.:on- sa de la literatura cristiana de! B¡ljO Imperio e:i qUe sI! comienza a prestar
cediéuuoseJes un papel muy eSt.:ilso en la doclIll1entnción cscrita, hecho qtll! ,¡\enciÓll a hl~ mujcres elln un,l illtcllsidad difícil de im¡iginar en época düsi-
dI! por si resulta ya ba~lante significativo. Los mensajescvllllgelicos accrt.:a de ca. Lu vida de ~anl<¡ tvlacrin¡¡, t:$crlta a rinaks ud ~ig,lü !v por su hernHll1ü,
los niños (eL Mt, jl),14) tuvieron UllOS efecto~ suciales mueho menores que los Grcgoriu de Nisa, es una obm tao conocida que !:iuele;olv¡uarse lo singular
que hacían referencia a los ricos y n los pobres, que es el hecho de que su pI'otagonisl<l sea una mujer.7~ Al igual que los po-
Sea como fuere, y <lun ateniéndonos a la$ opiniones menos generosüs en bres, la~ mujeres fueron consideradas dig.nas de atención, Como cabría espe-
e:ite sentido, la cantidad de individuo!:i y recursos que pa!:ió del control de las n\f, tenemos noticias sobre todo de mujeres cristianas dé dase alta como san-
familias al de la Iglesia en SU!:i diversas formas fue cOH!:iiderab!e, y el hecho tu Mdania ¡u Joven, ~unt<l Pauta y sus hij,ls, ,lmigus de san Jerónimo, o la
tuvo evidentemente unas repercusiones muy !lonúas sobre el conjunto de la 24/32 di;\Cll\li~a ülimpíaue, amiga Jo: !ian JUilll Crisóstomo. 'jeniendo en L'tH.:nla el
!:iocieuad, Aunque se dieru el caso de que ninguno de lo!; miembros de una IlHlI c<\r¡)cter de S:1n króni!llll, rC!:iulta enlcl'llcceuor p:ens;¡r t:-.:e los santos
162 EL MUNDO MEDIlT.. RllÁNEO EN LA ANTIGÜEDAD TARDfA CULTUHA y MENTALIDAD 163

P¡¡ul¡¡, F¡¡biakl y Eus!oquio fuernn enterrados con é! en Bclcn. pues se h¡¡bfa su estatm; es de estricta subordinación a la figura del marido, y su acceso a la
vaticinado que justicia esl" muy limitrsdo, Las prescripciones del derecho civil romano que
afeclaban al individuo en cuanto t,l1 sufrieron pocos cambios con la cristiani-
1<1 ~eñora Paula, que lo cuida. morirá primero, viéndose ¡¡sí <11 fin libre de su ru- zación, y de hecho lo único que hicieron los emperadores cristianos fue po-
dCla [es decir. 1<1 de san lerónimoJ.JPucs] por culpa sUy<l ning.una pcrmna S<1I1- nerlas 01 fa vez en vigor. La nueva legislación, en cambio. mostraba un gran
t<1 qucrín vivir en nque! lugar. Su m<11 carácler habrí<l alejado de aHí indUS(l a interés por la ddensa de 1<1 moralidad pública, y sobre todo por la defensa de
su propio hermano (Paladio, /-lis/oria lnllsíncn, XXXVI,6-7, ¡';Cg¡Íll la lrad. ing!. la castidad; a p;>rlir de c.."le momento, la mujer habría de encontrar nuevos
de Meyer: texto cilildo por P. Brnwn, Thc Llady (/In! Sacie/y, Nueva York, 1937, obstáculos a la iniciación de los trámites de divorcio, y se pusieron muchas
p_ 378).
lrab<ls a quienes pretendían contraer segundas nupcias; a partir de Constan-
lino se aprobaron una serie de leyes que e<lsligaban con más severidad a las
Evidenfemente este tipo de mujeres no constitui<11l In tónic<1 gcner<1l, mujeres que a los hombres que iniciaran un proceso injustificado de divorcio,
rero comportamientos scmejante~ tampoco habrían sido posibles en épocas hn1>l{l que en 548 Justiniano equiparó las penas. No obsl<lnte, incluso dur<lnte
anteriores. 71 P<1r<1 la mayorí8, se tr;¡l¡¡ba nHi:.> de un;¡ pOSIUr<l vital que de un el reinado de los emperadores crisLÍanos el matrimonio siguió siendo ulla
verd<ldero cambio en su estilo de vida, pero incluso en este sentido las posi- cuestión civil, y no religiosa. Por otra parle, 101" derechos y obligaciones de las
bilidades se hallaban h<lrto restringid<1s. Junto al aparenle aumento de las madres sobre sus hijos se vien:m not<1blemente fortalecidos' especialmente en
oportunidades de la mujer Glhe rcs,llt<lr el hccll0 de que fucw.tusll\ll1elltc du- tiempos de Jus!iniano, dc quien procede lil mayor parte de la legisl<lcíón re-
ranlc esl<l época cU<lnd01;l Virg,etl M,lrf<1 sc cOllvirti6 e11 tillO de !os principn- lncillnad" con estos te11ltls, y ClI}'<lS ¡nnovacione~ tenían en rClllid¡¡d por ohje-
!e~ objetos dc culto y VCl1cf¡lción de los cristianos. L(1s motivos inmediatos de lo mejorar fundamenlahnenle la situación jurídic8 de la mujer. 75 No obstan-
dicho fenómeno quizá sean de orden cristológico (vé<lnsc los C<lpítulos 1 y 3). le, el verdadero papel desempeñado por el cristi<1nismo en la realización de
pero el prestigio de su culto traía ap<lrejado UIl mensaje simbólico imporlan- lodas estAS transformacione.'i dista mucho, desde luego. de estm claro; es in-
tísi 1110 par<l las mujeres: si Eva represen{¡lba el car;Íeter pecaminoso de la mu- negable que duranle este periodo se produjeron muchos cambios en l<l lcgis-
jer y su facela corruptora. María dcslaeaha pnr su p\HeZ'l. demoslrada por Sil !acil'in, pero el motivo de dichos cambios es harina de otro costal. El rasgo
virginidad y por su lot;,1 sumisión a 1<1 volUnl<1d divina,'ll Este ucs(ll'ro!lo del más sorprendente acaso sea sencillalllente el incremento de la atención pres-
culto de la Virgen, espcci:llmcntc por!¡l époc;o en que se celebró el ccmcilio tada en la legislación imperi<ll a 18s cuestiones rc\tlcionadas con las mujeres;
de Éfeso (431). vino precedido por una acaloradísill1il defensa de la virgini- y este hecho resulta ya suficientemente illlrort¡lllle de por sí.
dad por p8fte de muchos padres oc la Iglcsia de finales del siglo IV; pese il no Así pues. las vías de acceso a 1<1 vida públic<I de l<ls que disponí<l11 las mu-
ser ni Illtlcho Illenos un r(jsgo cxc!usiv,l1l1enlc C<trClc\crísllco úe h mujer, !Cllll- jeres -y 110 olvidcmos que sólo existían Imra Ulla minoría- seguían sicndo
hi6n esla virtud solía e.icmp!HiG¡rsc a trnvés dc la imngen scduclor¡l lfauióo- lHUy 1i111it:1(l;)s. Los casos de las in1c1ec!Utlles pag(\l1<lS Hipalia y Atcnnide, hija
n<11men l e <ltribuid;l a la I1mjerY l'ucsln que el hombre seguí;] representando cs!n (¡!tima de un fi!ósofo t1tcniense y posleriorlncnte espos<1 de un empera-
por entonces, jo mismo que en!n mayo1'Í<l de In:; sociedndes ani,~riorcs y pos- dor -COI1 el l10mhre de Eudocia-, 1ms enlabiar amistad con P111ql1cr¡<l, la
teriores a aquélla, la racion;llidau, n~icnlras que In mujer venh definida en pi,u.losa hermana de Teodosio II (véase el capítulo 1), fueron igu<1lmente ex-
funclól1 de su idcntid<ld sexual, no es de extrail<1r que la ndqui:;:ición de cier- cepcioll<11cs, si no más. Por otra Imrte, dentro ya de 1:1 e~rera de la religión,
to g,radQ de !ibertad supusit.:'ra P¡lrfl la mujer 1<1 I1cg<1ción ele su stxw¡lid<lcL No t<lnto en el seno de la familia como en el de la vida religiosa, I¡¡s mujeres ¡¡l··
se Ir<lla\la de un mcnl ¡denl, ,,,ino l¡C U1l(l renlid<1c1 que cvidenlt'nlCnle se Ilc- GlIlJ':;HOIl un cSl;¡tus mucho mils elevado del quc h¡1I1í<1Tl !:,:nido hastil enton-
vahn I <lmhién <1 la pr¡lctica, como ueTllueslr<ln las vidas de f\lgo,lils sanlas le- ces. En este sentido -al qued<lf las mujeres invafiahlenwnle releg¡¡(las a la
gendarias. como, por cjemplo, S;l1l[<l M,¡rí¡¡ Egipcí;'C<l, que ocultahan por esfeffl de lo rrivado- c¡¡bría decir que l<l vidil privada }'. los valores indivi-
completo su condición de Illujer y se vc.~lí¡H1 de hombre, j1<lra no revc1nf dua!es guzaron en eslc período de una estimac.iÓn y una Importancia mayo-
por regla general st! vcnlaucra naluraleza hasta que no se ha!l;Jban en 1>U le- res. En algunos aspectos, las limitaciones a las que habían de hacer frente las
cho de ll1ucne,74 mujeres, con ser ya gmndcs, llegaron incluso a intensificarse, pero al mismo
El cstudio pormcl\oriznc!o de las llUt11Cl'OS<lS leycs referentes alm¡¡lrimo- ¡iempo -y el hccho resulta ya baSItlnte singular, teniendo en cuenla el me-
nio y de Olri\S cucslínncs r('\:lCioll:l(las cn!llas mujeres j1t!hlie<ld:\s entre el rei- dio soci;-¡[ en el que se produj{I-, y sin olvidar en ningún mOlllcn!\l los lími-
nado de C01lstanlino y d de JustillO 1¡ (5({i-:;7X), pone de Ill<lllirieslo qtlc Le.~ impuestos por la moral y la dodrin;¡ religiosa de la época, el fOlldo más
hubo una serie de clemcntos que pcrmancócfoll in<lHcrable:.> y otros que su- íntimo de 1;¡ fJersoll<l no rue definido nunca C0l110 una entidad exclusivamen-
frieron numerosos c<1mhins. L;¡s lllujercs siguen siendo consic!er<1c!;¡s b;Í¡.;iC<l- le !l1<1scu!inn.
menlc .<;ujcl\lS dL'j1L'lldiL'1l1l's y nccesitadas cn Indo lllOIl\Cnto de pru!t'có(ll1~ En lllu(ho.~ <1Spcctos fue este un período IUl1m!l\1o!'lo. en el que nlgullHs
25/32
160.1 t:L MUNDO ML,:nITEltRÁNI.!O EN LA ANTIGÜH)Al) Tt\lmi,\
de las barn:nls sociales ex istentes empezaron a uebililarse, cUi\ndo no fuewn
derribadas por complelo. Uno dI.! los. msgos. mús sobresalienles de esta epo-
ca es n todas luces el progn.:so experimentado por la cristiani'L,-\l::i{)I1, que
trajo consigo UI\U se rie de Iransfo flllaciones sociales y el desarwl!o lit una
ideología autori[aria.1/: Pero la fragmentación ele la sociedaJ romana en Oc-
ci dente, los asentamientos bárbaros y d poslt:.rior des:urollo de loo re inos
germánicos contribuyeron tílmbién ti alterar Iris normas c::stablccidas; otrü
cuestión muy distint,¡ es, sin embilrgo, si dichos cnmbios lrajc::ron o no consi-
go una ma yor libertad . En el imperio de O rien te, el siglo VI -y especi al -
men!!.! el reÍt\ado de JusLiniano- supuso todo un hito en la his lori., de la 13i-
zancio de los primeros (iempos, ul cúnli.\r con Ull emperador fuerte, unos
ministros poderosos y un gobierno centralizado. Al mismo tiempo, sin cm ·
bargo,ln Vil)!ellcia urbana alcanzó cotas des.conocidas hasta la ('echa (vé;lse é l
capítulo 7), poniéndose en tela de juicio la relación existente enlre el CentrO
y la perife!'i:l . Uts ambiciosas medidas "dopladas por Juslinia no supusieron
para el imperio - y para 10$ sucesores de Juslinianu- una serie de dit'it u!la-
des que más larde, a finale s de;l siglo VI, se pondrían sobre lodo do,; m;lOiCio,;s-
10 en las re!;lciones \ll<u\lenidus con la poderosa potencia vecina,la rersi a SiI-
s¡inida. Justiniano realizó una importantísima codificación de leyes y fu e
tamhién un legislador de incomp¡lrable vigor, pero no logró implantar UILl\
segl¡lridad ¡juradera ni una armonía inlerna en el ¡mp!.:!'¡o. Cumo verelllD!i en
los dos. capílulos suc.:sivos, la evide nte p rospcl'idild I.k cie rtas zonas del im -
perio de Oriente: dunHlte el siglo VI no [)astó para librarlo dc las ame l\aZlIS
que se le vinieron encima.
26/32
NOTAS (rr. 5R.70) 219
I
I,

I1

3. IgloifJ y .fl>ríC'¡lI rI (pp. 7(1·93)


27/32 1. er. JUll!::~ uu~. 1. pr- 1(,7· 1"9.
2. 1\1 pc rfm lu fIlie vn lid ~ittl{l l v :l1 VI! se le cl\lirica "nlCll\1rl0 tic .. ~PfIC:l. dc cS I'¡ril \l:l lid il d~ ;
220 EL MUNDO I\IEDlTERRÁN('.O EN LA ANTIGÜEDAD TAlmiA NllL\S tl'I'. 71\·t'.!] 221
d. K. Wciti!umnn, cd., 'nle A¡;e uf Spirilllll/i¡y. Nut:va YllfK, IY7l); (ambiél\ d p~'l'io¡Ju dc' (!'lllSi. 11<1:1 ,\I\iUI:I<I:I rd"ción <.le !as IHcdiJas l.unaJ'ls ¡'ur k\5 (ris\i:lIl<ls eOllu,,:lu> p,lgaIlO~, ,¡si ¡;Oill" d~
cil'in h'lI..'iu el une brl.\l¡¡liua suele c,ul.>;kkrarSt: en esos nlÍsmo~ l.!fminu" eL E. Kil'l.inger, [3y. I¡I~ rea<.:ciul1<·s pa;:an;¡s a la~ UÚS\\HIS. sobre loJu cn !,,~ cir~ull!, illl¡;[,.:qU<llcs IIrbJlllús: \'é¡l~C <1St·
vu¡¡i¡¡e ..trI il] ¡/¡,' Mllki/J,~, Cambriu!;c, M'IS$., 1'177. t\li,II'" G. Fuwdell. "Bisllllps ;IIlJ lclllpk-S in lhe ~'''S\cf¡\ Rnnmn clll]l;re. AD :l1l1·~J:;". Jfh.'í',
3. Cf. de SIC. Croi.~, L" fudw d!! dil.l"e;·. 1\. ~., 2'1 (1<¡7H). pp. 5J·7H; R. P.. C. l-lilI15(>11. "Tlu.! tr:msfo("ll1atinl\ oí paglltlli.!mples imu d_1U~dl\::
4. Una de las m;ís f~(:i<!l\h.'~ ~I.'ri~ la ¡Jc Petel Hruwn (d. UibtiogralTa, p. '2 . 14); véanse ;¡~i­ in !ho.: (;u'ly christian eelllur;e~", }rJIIJ"llul o[ S~lIIilic Swd;~.'·' 23 (\1>7"),.11(1. 2:)7·267; W. E Kaq;¡
mi~"l<J "Jil!! M(lki,¡g "f LIIII! illlliq"il.\', Cmnbridg,c. Ma~,;., 1'.171:;; .. Lato.: anliquity", lOll 1'. Ar;i;~ y (j. Jr., ~'llle nrlh·<.:<.:nlufY ¡willghl uf [IF.anll\\c !SI"! pal~\lIIISIII", (hml';" <[1 ,1/c'di"cn¡f¡u,"27 (\';l6ú).
Duhy, .:J5., Ih'iwry uf l'ril'lIk Uje, l. tf,lducciólI inglesa lId ur;gin,,¡ [f,lIIo!S, C¡ll1lhridge, MH~S., ¡)p. 1.\3.:!7.'i; R. V¡¡¡¡" 0:1111, "FWIlI pagauism 1" Chri,ti,'lluy in lal: ;lIlIi'[t:r: (j;¡¡¡P'. Vim~r..16
191)7, pp. 235-)1). Sobre In imporlnneiil I:ollccdida \t:eü:n(<!!llcnlc JI!a "t."sjlirilualidtld", eL Susan (I,}H5); F TrulI1bky. ~"l'agalli~ln in the Ureek wurlJ al lhe cad <.J[ :1I)!I<¡Ully: ¡he ¡;a~c:: 01 r~¡¡.ll
Ashbrúok H¡¡rvcy, Asn'!Ü"m 1111<1 SOci"IY in C,/.ris. fulm uf E{!hcJUS aml¡h~ UI'<'j" uf 11,,: {,'III/tTII Alla¡"lin aliJ Clrceec", 1I1Jf\-'¡¡¡-d "HI"O/. Un'., 7H l[')ti5). pp. 3n-l~1 . l~espcclU ~I caso ele Ht¡HI-
Sal/lis, !3t:rkdey y Los Angeles, ClII¡r., 199U. tia, el: J. Rist, ~HYjla(ia'" ¡'Ir"'·Ni.\", 1') (l<)(':'). pp. 1H-·225. Alan CJEllCfIJII, ~Thc t:llll'reSS ane! the
5. Rcspe~(o ul pod~r social}' pulítico de la cO~l\\ovi~ión prupia lld cri~lia!lismo primitivo, [ll'd". \'ule Cfmsicul Slwlics, 27 (19X1), pp. 217-2!::i'J, subr;lya la al:liwd illlOler<JlI!c: .pC. fú t'lmbi';n
véase M. Muan, 'tire Source,r <>¡ Soda¡ PUII'I!r, 1, CambriJgr:, 1')H6; rr:speCIO ti hl iIllPUfl,u\cin Je ¡,IS cOIul'lictu.:iolll:S, ¡¡m: supuso la ¡nlerv~lIeiún el\ h.'s asunltJs rc¡¡giuS\'~ dc \a f~mlli¡l unpefl:1I de
las clJITIl.Hlicadon<:s (~cnuolles, <!s~l"i{O~, rcpn;~e¡ltaciúlle~ pl,blÍl::I~, I.:tc.) '-'ll la Prul)¡lgn..:ióu úe di. OriclI!e <1 ~lHniel¡:l<l~ úd siglu v.
e!],! cosmovLsión, d. AVt:ri! Call1ufúll, C¡',ísriallily I(/Id ¡he !~helurh' uf E"lIIl'if<:, Ikrkc!ey y Lll~ 17. eL HoluUl, '!1ICot/Oj"Í<ur EIII[lróS<:S, Pll. 147·17-'1.
Augt:1cs, Calif., 11)i)1. ¡tí En gcneral, eL J. MCyl.:udmlr, Imfl~riill U/li/y uml Chrisrillll nil'i.\"i"m·, Crc.~twoud: NY,
6. D<!~cripcidn CIl Procapio, De lIedij.", 1,1,22 ~~ .. Y <:11 un t:.XICIIS<l poema dr: P¡lblo el Si1r:n· L')):I'!; J N. Ke'iy, /,ar/y Ch,.i.'·I;ml lJJJ("lriw!.\". lllllJres IlJ77'; J. Herrin,: The FUrtllUllUl1 of (J:r!"-~_
dario \!!icriW 1:1l0 IHotivo ¡Jr: su ,egllnda ur:Ui<;¡IL'ión el! 563; veasr: R. Krau!lH:illlel". Hurl)' Chrix . /t"lII/ulII. Odur;[, I<JK7, pp. '.11-127, cOIHic'llc un buen c'~¡uJi" del V «.lucil¡u <!culIIenico Je ))).
1;<111 II//{/ RYZIlrIl;ne Ar~'¡'ileclllre, cuióón revis¡¡ú'l, Hanll()ndsw~'rth, 1')75, pp. 21 )-2"U. e~po.::..:ial. 55~, I¡\le fl);lfCÚ UII hilO iIllP"fl;I!l¡ísünu en 1\, ruplUf,¡ enll'" Orj~nl( y Occid~nl<!. ~
nll.:!lle p. 237, aCere:1 UC los ¡¡ntccedC:llte~ de Santa Sofia; lradu\:ciOlll.:s al inglés en Mangu, Afl, 11). Para !mis delalles, d. W. H. C. Frr:lld, A lI¡,.I"ry uf ¡lte I\·IW¡(!II/¡y.~ir~ MOVCIIII'IEJ, (¡un-
pp. n-lO!. hridgr:, 1077.; ]1.:'l'eeltl a I<I~ mdt:tlOlt:ÍtllleS, d .sU~;¡lI A~hhrullk ¡'!¡¡rvey;, ~ !{cnll:mbcring pain: S}',
7. 50hrc e~t¡¡ ig!<:sia y ~(lhre d himllo ,)fI sirfaco <:n lple se hl I:dl.'bra CO!HO s¡lllhu!u Je lus ríae hishlriograplly :\nd Ihe separation 01 111<: chul"c[¡e'''' 111'-:'1/111;<111. 5~ {191:>);\), pp. 2')5-}{)~.
cido~, d. Kalh!<!ell MeVcy, ~'n\r: úulllCÚ chun.:h as 11\i<:rocusm; lilcrury l"aO!S úl" .\1\ ardl'kelura! 20 V':lIS<! JUIICS, l. la" I!, (¡¡pitIlLu XXI! (,,111" ehun.:h»).
syUlhu!~, DlII¡¡h<lI"/U/l Ouh I'II/-It::n, 37 (!0!:l3), pp. '.11-111. 11. eL G. U. Ilulll. 1/01.1' Lwrd I'i/Willw);¡' i" I/¡c L<I'" UW/IlIII j;'II!I,irt' AD 1/2--I6U, OJo:"
1:>. Cf. R. M. II¡¡rrison, A "temple fo, I1YWlltiWII, Lunurcs., 1'.l!:lY;d poema cSI:i en Afll/¡. ¡'"l., ¡"urd, 1')72, l'al'Í\uh, VII. .
!.IO. Ve¡¡se iI~¡ll1i~lllu Grcguriu Je '1¡1Ur~, /Jc ¡:loriullwrlyrfl/ll, 1U2; palte de hl N¡¡rruliu de S. Su. '22.. l"L 1 \(¡!tlm, TI""II/",i<1Il 1·:lIIlm'.ut'~·. ¡\1~1I C'IIl\~·ron. "Thc elllprl:~, "ol!ld ¡lI.: [lod". :i"bn'
/llIill se Cll~Ue¡llrll Iraduóuu al inglés eu M¡llIga, tlfl, pp. '.16 ss. 1;] insnil,<.:i'm r:1! vcr~,r d.c Eut.!",:;a CII bs lcrl!l"~ de 1IaII1E1l:t¡ (¡adcr, Cl\ la r¡hefa ,,¡¡cIlla[ t.!cl Mar
0). ct: Murliu Iv!unudl Mangu, Sif¡,u frUIII I::Ilr1y llywll/illlll. 1"he Knpa KUW<IIl IItHI Ud". tI<.: Calilc;¡, \'é~I\;~ J. Green y y_ Ts,¡fl"if, ,,(jreek il\~~r¡p¡i(lm; rrulll l-I¡Ullmat G:ldcr: " pUt:m by
¡,,¡J Tri!lI:ilu«J,', 13al1illlllr~, Maryland, !'.Il\6, p. '.111; Y V':¡¡Sl:: ¡lsi!lüsmu]¡l ÍlllrGdw:eiún" I.:st,\ ubr,!. lllc Eml'res~ EuJ\lei;1 ¡lIId l\Yu buildill¡;~ ins<:ri¡l\i"n;~. '-'md Ex/J/"falÍ(!II fimn"tf. 31 \1':11)1),
!O. Cf. R. Milburn, EMly ChrÚ"ritm An, Ikrkcl<!y y Los Áng<!lI.!s. ClIlif.., llJtltí, pp. 126_12lJ. pp. 77-91', ¡'¡UIIt. I {ufy I-<mil {ji/!:fill!lI{ie. c;¡pitulu X.
1 L Sobre san AllIbmsio, d. R. A. Markus, "("he Elld uf rlnden1 C/¡I"inir/fli1y, Cambridge, 2.1. er. A~hhrl>uk 11,u-vc:y. A:>ro:l;Úllll 1111,1 S"cicl.l' ill Crisis, pp. X(H{7; Cam"rou, ¡>f(J(UpiIlS,
19V{), pp. 43-141); subrt: ~au J\wn Cri~Js¡umu «(uyas altcnw¡jvas en su p:\pd ¡Je obi~po de COIlS' pp.7h.KI.
I¡¡nliooplu cuustiluycn uu bucn o.::jo.::!I\plu do.:: la eUlllplie,uJ,1 rcJ dI.:: influcllcIas 1"ulIlI;l(la I)(u' las 2.1. ('''11\\1 hac~l\ Arii:s y l)lIby, "ch, 11i.~¡",-.I' uf l',-il',llc' I.lj'·.! (y'¿as~ e~!,,:<:i;,¡jlll~"n!e d (;;!.
aU(uriJaues sccuhlrcs, lus 1Il~,"je~. ~ongr~g,lCi~lIlc~, llhispo, riv,lk~ y miemhrus .Id [¡;¡jo o.:IcH'. ell pitillu fctl\\t:I;¡,I" pUf Pel':! Ilf<l\~\I)
I:uyo St:llU !<!Ilía 'Iuc "dun!' mi prdauu l¡u\ elllillellLc CUlillO t!l), d. J tI. W. (i. Lic¡'l.:s~hth-'tl /¡ur. 25. L~" L'<I\llid,,,1 eS a !od"s IlIt:c~e~"g'-',ad¡¡. Adelll<ís. 1U:111 (ra Il¡<m"j"isila y ¡1m lu ¡allt" su
/1/J,-jUIlS dlll/ I/i:dw¡n "¡rmy, CJmrdJ 1/1/'/ Slllfe il! Ihe Ag,' (JI.-lr .. u<ljj¡~ 1111,1 CIUY.'·OlIOIlI. U~¡unl. eli.!l:áülI 110 pueJc ~~r más eX!l"all.. : vb~e (·IIIII'ill. L<lsl I',I.~'II!.\", pp. 1-13-1·1·1. La adi"iu:,d H1i~ilJ'
[l)VU, pp. 16(,·227; K. I [ohun, ·}"h<!l"IU!.iul/ Emprc.ISO:.r. W,,"U"I ulld l/IIfI~ri(/1 U"lI/i1l({>/¡ il! L"I ..· llera dmaule este pefÍodu, por lu Jcul,h ~1I(lrnl':, iba tllfig,lU;¡ por lu !?l!neral a !\)~ hnrh,,¡u~ que
illlliqui¡y, Bcdi.dcy, C¡¡!iJ", 1%2. hahitaban ell la,; Inúrs<:lIe~ tld lerritoriu J¡;\ tElljlcrio y. p"r ~\)mig;tÚcnle, !ell;a Ullit~ ct\nnola~iu·
["1. La uum d,bÍl;a sollr.: ¡'l figuril de Sllll A!!.U~líll "'~ la biografía dc PCle, UruWH, Al/,t:!I.m·. II~S jl"ljlica~ "'''l' ",,¡tlhles
ne uf /-I/pPIl, LonJres, 19(,7; para tilla breve ill!roducción ,,1 pcnsi\luio.:nlH de san Agll'liu, 26. ¡\ (.'S!c·f"~IH.:<:lll, véasl:: F: R. Twnlhley, IId/ellie l<dj_~i,,1l {¡¡Id C¡'ri:;¡illlli~lI/Í(lIl, L'. 37{/-
d. Hr:nfy Ch¡IJwick, A!lgllJ"lil/c, Oxj"uru, I')H6. Su ubra J"u(ldamclHal ~()bre diuácli"¡1 oJd cl"Ís!i:¡. 52\1,:: vols., Lcydcn, 1'.193; d. T. E. Grego(y, "TII~ s\lrvi\';¡luf J1a¡;an¡~I1\ in ChristÍilll (lre<;"e.;:;¡
Ili~1l1U ~s f)e donril/lI r!¡ri,-¡illll,r. perú v':,lse I,lmbi¿n Dt' Cllic'C/¡'-:"II/ldi> mdilm.\. u'llil:lil SUfVq'''. AfI~ 107 (I ')t}I,), PI). 22')·2·1"1; y l:lInhicll G. W. BlIwers~Jlk, IIdlellism in L"I~ AJI"
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. 1'1. eL R. Van D,ml, ü'(ufership mili CuttUlllllliry ill l.me AIII¡'IUe' Gl/u/, lkrkdey y LIl~ 111'111 l:tlCJI;re Al) /{I()·--IOU, New l-IavclI, CUIIII., I',;{·I; s<lbre las !lleúiJ,\S Je lus ~mper<Ju(n'es nlE1-
Angd.::s, CuliJ., 10il5, p. 167; (rala ¡¡ucnHh luuus estus !ema~ o.::!\ !',cncralalu hu¡;,u del siglu"Y. 1m el pa~an¡'imll: P. LCiUerJ..:. lIyUlI!lillO: ll¡1l1l<1l1islII, Ir'lu. ing!., CanlJ.\:rru, I;JB6. pp. 73·7'.1. .
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de las rdi4uias sagfaú,ls pur 1II1l1i\lllS ue prest¡giu lucal. cf. Petcf Bruwu. '{"he (",,11 uI//¡e' S"ims, 40; Y en general véu,e el c<Jpitulo ti. . ' .
Lundres, IWll; y V,UI Dalll, Le¡¡den}¡iplllul C(J//IIllw/i/y. pp. 177·)UO. l'u~l;;"eH!m nlllllerll~(JS ICS~ 2'1. ['ara una breve inlfEldueci6n tI11~ma. \'¿¡¡~C S. (l .. I·!"ll. f)oclrutC 1/m/ l'wCll(O: lit I/¡~
¡inlOlliO$ pW(CUellles dt: la Cialia dc lus sigJ,,~ v y VI, ulJ(ld.: C~s;\rcu de Ark, (5U"!;.S.n) ~j~[. ¡,',Ir!l' ("/11</"'-/1, L"IlJrc~. 1'J91, I:Hpílulu ."'-VIL LO$ ~igl"s v y VI [¡¡cru\! cll:',r:\ll pl.;fiodu <.Icll.:~la­
dó pUS1(;rinfUlcntc UII papel semejank ¡;n el ftlfl¡JU, aunlju"': ¡Jc c¡¡¡";i(lcl" má, pruvineiano: d C. hlcl:imielllu dc ¡,IS flluuaeiulIl.:s IUuuáslieas ell Oe.:i<.lcnle; el gran ~au:llell¡to <.h: Nur~i;¡ fuc <:un·
E. Stallchlfc. SI- A¡'m;¡¡ 1111,1 ¡'¡;- Na¡;iu¡:rllphu. Ox(urú, \<)1:;3; W. Klingshifll, "Clmrity anJ ]1'" !~!\lp" .. :ill~<I de C:I~iud,)r", mit:nlras que en ~I pcriado tr,lnwurrido ¡;nll'c 5U llegada ~ 1;1 Gali¡¡
wer: C¡¡c~ar;\I~ uf Arl<:s alld (he r~ns<l,uing uf e"l'tiv,,~ j¡1 $Ub·Ruman Uaul". fil'~: 7.'1 (!'.I~5), jll"u(edclIl<! d~ Irlanda (<.:. 575) y:iU IlIU~¡(C ell 615. ~<IEl C"ltl<llbul1u fl~lIu;¡r¡a lus granul.:S celltru~
pp. 183·103. <1" !.ux(;uil, FOllwillc y Bl,hbio.
16. I~ CIIlIvin, A Chrul!idl! vI ¡he 1.11;-1 P"!!.IIII.;, t""I. ¡lIgi.. Cilnlbridgc, Iv!a,s., I'NO, "ffC(~ 28/32 )() Sullle h\~ rcligiu~;tS de esta ¿puca, vca,e SUSanll\l L'::IUl, ¡!irgill.\· uf Gud, O.dtln.l, 191))
222 EL MUNDO MEDITERRÁNEO EN LA ANTIGOEDAD TAIWIA NOTAS (pr. S4-9R) 223

_ 31, Ln in!fI1(/ucrjón d;L~ic<1 n C-~¡C ICllla .~ig\lc ~ieI1U{l la (lbr;¡ de !J. .1, Chillv. Tllr rks{'rl" ducci{¡n a este le111n, nsf como oumerosos cjemplo~. En cu~ntl1 ~ la~ peregrin"cionc~ pmpi;¡-
~'Iy. Oxford. 196(,; r~~reccl" ;¡ I;¡ org~n;7~adon ccnnl,¡¡i¡;¡l instituida por ~;¡Il r"comin. \'b~c mcnle dichas., eL 1-111nl, lIo'-~ LmJrf f'Uwima¡;c: y el cstudi(' má~ general de: P. M"r~vlll. UI'I1X
J. Rnl\~5C;¡n, PndWIJJIIIS, Bcrkcky )' LfI~ I\ngdC$. CllliL. IWi5. Y. Hirschfo:,hl. nw.lwlwrlll Or- Jnilll.< 1"11'i1ai,,/!!:r.~ rl'Oricrtl, Pnrl.~. 19R5; r~m r~s percgrlrmdones en lil G;¡lia, vé~se VlIn D~m,
STrI M(JI1(1.lIcrio ia ¡he Ry.~fII1Ii"r l'crifJd. Ne.'" H;¡VC'Il, Conn .. 1<)1)2. h;I~;;nrl(l~C en I!wlllc~ ;U'- LnHla.<hi/ ''''¡/ C,mulllmil)'. c~rc"inlmcn\e pp_ 249 ~~.
[J\lc(>¡(iIÜC<l.~ y hler;'!>!;¡.<
un tiempo. orn::cc 1111 r;¡nnrallln ¡;l~cin;¡ll(c \lt.: la vida cnlidi;lna en 1111-
¡¡ 411. eL D. J. Cn05Hmlelns.. IJy¡n"ri"r. r/lila"illmpy 11IId Soón/lVrI!úrc, Nc\V Urunswick, NJ.
mcrn.<os 111{ln~ ~ lcri,,~ del dc~icr\1l (!c. Judea dllmnlc 10.< ~iE!I(~ \' Y VI. !'}c,:'I.,
.12. T r<ld" in¡~L (j, ClnTk. Tr;'ln~I:1.j¡;d Tcx l ~ [In Hi_<lnr;~II~. R: Lin.:rp'JIlI. I<J~N. S,,¡'n; l'i1 ;í"". ';7. l'¡¡ra el C;¡~<l de h¡¡\i~. v¿n~c 1]. Ward-I'c.rkin~. Fn"" CI".u;fIIl ¡lnlil/llil_l' rn ¡Ior. Mir/d/r.
rR'. er. I),.t O Mc;¡r;¡. rylhnf;or¡¡,< Rn . Íl·rd. M,,/h"1Il11fir,< ,,,,d
rh¡lo,W'I'/'I' ¡ti L<II(' Ami",,¡I\, ()~. !I.~r,~ /lr/,,,,, /',,[-,I1r: lIuilrlillf( il! N"rrlrrm ""rI Crlllrnl/lfT/y AD .1/l0·8511. Odnrd, 19R4. ~eglJndn
rord.I9:'N. . -' parlc. ~ 'I1,e ri~c "r Chri.~l¡~" r~lrnn"g<: ~ . e~pcd"lrnenlr.I'P_ S¡~84. 149·152.
érL Para una compafilcinn biognírio;;¡¡, d. A, Mcredhh. "A~ce! ic i~rn . Chris!;¡¡n ;lIlJ GrcC"k ~ . ~R. CL J. llcrrin. "ldenl.~ nr <:h~rily. rca!il¡c~ (l[ wcrr;:,re_ 11,,': phibnlhrnpic <'ictivily nf Ihe
inur/wl or
TlICO!OKicfll Sludir.l. n. ~ .. 27 (197(.). pp. J ¡ J.]2Z: véase ;¡,Jcrn¡l~ UII<1 ~"rie IW\.' ampl¡~ By-¡:¡¡n\inc Chnrch». cn R. Morri~. ed.,-C!wn:¡' "nd Prvp¡~ in l1yt(lI!lillllJ, Birmíngham, 1990.
de rragmen!os en In eolcedlln de fllenle.< V. Wil11hush. ed .. A<t"I:tic fll'/¡(H'inr i" (irn"w.Rolllm' pp. 1.'11-164: y VCase ~s¡mi~mo el capftulo (,_
I\miqllily, Minne~roli~. ~'rinnesotn, )991). <19. ve~se 1<1 ¡raducc.ión ¡ng!c.~~ y el wmenl~ri(1 de \¡¡ inleresantísima (Obra de CI~rk, Life
),) er. especialmente Peter [3fOwn. nll~ n¡>rly (lml .\·"cir:ty. MCII. WIlWCII (/11(/ So-u,,/U,.. "fl1·ld",rill.
m!l!Ó(lI.irm in En")' Chri.Ttinl!iry. Nucva Y(>rk. Ig~~ (Imy tmd. C<1~L: El m.-r¡JrJ y 1" .«1I";rdllrl. 50. Re~rcclo ~ l;¡s pfccnudt.lnc~ Inm~da~ p~rn con lo~ ramili¡In:~, cr. 1. Harrics. ,,"Trea~\ln!
~llIchrnk. narccl(ln~. 199]): AUne r~nus.'elk, 1'¡>n¡c!II: Off Iksin: [J1U1 ¡J,r /lorl" iJl ¡\mú,,,irr. ¡r;¡d. in hcn'lcl1~: prnpaly <lnd lnhcri\~nee nmong Ihe ~enalors uf l<l1e Rome», en E. Cr~ik, cd., Mn·
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.15. ['nra l[)s esli!ita~. v":a~c S. Ashhro ok Hnrl'ey. ,(!lIC scnsc or n s l )'litc: per~pccli"C5 nn Si. 51. Cf. el csludin fund;¡rnenl;JI de Pclcr Bm\\'n. ,,!\.<pcCl~ of Ihc Chri~li<lni7<'I¡oll or Ihe Ro-
n1eflnlllc Ei\!cr". VIRili"r c!tri.<liml"c, ,ll (19~Hl. pr- .17¡:¡.394. 11Ian nristncr¡¡cy"" iR.'>. 51 (1961). pp. 1-11 (induid" en 5U ohr~ miscelánea Ildigimr lIIrr/ Snóoy
:(,. CL P. n~nwn. "llH~_ri~c ~nd f1>nelinll nf lhe l¡nly '11<111 ¡ il l~1r: ~"liqu;l )'~ .Jli:.\ r,l (1<17!). ill Iltr A,~r nI Sr. Ar'.I:II.rrillc, Lllndrc~. ln2. pp, 1(,1-172).
pr· R~l -IO I . re({)[!.H!n)' ~l>1l'hado ell'U jihm Sm::;rl_l' 11111/11,,, !fn/r ill f./lle ;\¡¡¡iqlliry. Ilcl'kclC)' \" 52:. La Cl1e~!i';1l e~ debnlid~ en prnfumlidnd por Evclyne PallngenJ1. I'ollvnlt t,-nll"'lIir¡UC
l.O:l f\n¡;elc~. Cnli r.. ¡'JIU. pp. ¡O.'- !.')2. . ,'1 I'nUl'ff{" .wó"I,' ti n.l'<.rlJla, f11'-l/JI' xic'rfr_t. P"ris. 1'177, pp. 1 D-I."5. Y espceinlnu: n1c IR1·1')('.
37: Pnr.n ¡~~,rc;l!::ei"nc~ ~l ~r!ícHl(l de f1mwl1 y COl"" ejemplo de olr'lS pl'r~l'erlil'~~. ,'(ame ~J. Trnd. ing.l. de R. Dnl'i~. Li'lcrp""I. 1981).
I,,~ ar!IC!!ln~ !nclll1dn~ eH la o h ra tic S. ¡-lildel. nI.. 7"1' fJ.'"~"l!Ii!!,· S"illl_ I,ondrc~, !'¡:-O; Julia ~~'i­
I',cr_ Er,,-I.,' /.lY<:lllllinr: ()rlrnll SIrinls. Oxfnrd. l'J77: L. tI,.1. Whilhy. ~¡\hro Ihe Dendri(c: :111 ~nli.sn­
cwj holy m¡¡n», en Mithncl Whil h j'. I'hilip !!¡¡rd:- y Mnry Wh¡1\lY. eds., I/"mo Fiu'",: C/I!.!.,irnl
,~I1r~i:.t/w 101m IJmmlrll". Orisllll. 19H7, pp..10<)·jI7; A.~hhr~"k i-Iar\'cy. An:rlic:i.,-11/ nml Su.-i'"Il'
lfI (nsu. -
38. L1 Ir~nsm¡~i\Ín lc~l\lal de ¡~ lileralura mnn:islic;'l nlií.~ ;llllign¡¡ e.' hi1.~l~lllC" clll11plci;l.
pero mtlcho~ de los rcl¡¡h>~ de In~ J'adres de! Desierto de E.c;iplfl hnll .~ido COn\'c!lienlelllCIltc ;~.
co¡:idn_~ po r fkutl:icla \Vard, Tlu' S<H·ing.! o(lh¡- O,..'Trl !-''¡/¡cr.'. Lon'¡rc~. 1'175: y por Itl!.~sdl.l.i.
,.,._, ,,( 11". Dr."."1'1 /·",1"".1.
:1,9. ce j\. V¡i,iI>IIS./1
{1;"lm}" o( i!w¡<lid<ll1 in 11,," .'JI'film Oril"lll. 2 \'Ill~ .. Lovai!!il. 195R-l%I);
S, O.roek. «E;¡rly Syri;¡n ~seclici~nl». NU/!/CI1, 20 (\97 J). PI', ¡ -19 (~r\lculo incluilh, tlcspu0s en -"!\.~
SYr~nc f'cr.<~rCli"c.< (JII I,n(c An/u/IIII.'". Londres.. 19R~): Sus.", !\shj,rook H~rvl:)'. "W"lll"" in ..,inly
Syn;¡n Chn.~li:¡llily'" cn Averil Call1ernn \' ¡\ n ll:1¡~ Kuhn. ~d~.. IIII{/~t"" ,,-r
\\'''111<''' il! ;\11I"/l/il.1:.
Lnndres. ]9HJ (ell. rC'·I.~<1d~. I'J'J.'l).pp_ 2~X.2rJ,,\.
40., r~'i! el dcs~rro¡¡" de In vCllcrnci,:m lk iconos. eL E. Kilzingcr, .. Th,~ ellll n[ illlag,,~ in
Ihe peflod bdmc lco!loe1:l~!"".I)IfIllI",rlr'" (J"k., I'!lflrrt. ~ (l '-l54). PI'. R'i.l.'iO; textos ell 1\1;¡I1!!Il.
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I(~~ :(:(lIln~. e~_ Judllh I-Icrnn, ,,\\'nI11el1 ¡¡¡¡ti f;Ji¡i , ;nicnm in ear!y Chri~li~nity", q! le :;~mud 't
(,. Sleclml1n ,ll)!\(:~. cd~ .. CII/Wrc. Ir¡'·/I/".~_\' /I/UI I',,/rries. Londres. 19,';2. 1'1'. 56·H.': 'v de 1;1 mi~ma
nll[(1[;I. ¡:r'l"lJIu/"tirJl! <Ir C/lIÚI1"IIII"III, pp. 31l7-.\ 1I1. .
-12. ;;n!1fe Indo esln. I'éa~c Hohín Cnrlll'l(k. Il'rilil/,!: ill (;(1ld, Lnndn;!>. j ~)85.
4~. E~H enorme variedad \1\lcdn p¡¡lcnle <\\ C\1l1l{'!l1rl<lr ¡ ;1~ repr"dllecinl1c.~ ¡¡II\' nl';¡r c ((~11 Ul
101 oh::1 de Wcit7m~nn. Ilge /I! Spiri /ll'llilr. c~l:ilo¡!n ven.lndtr~l11 c l1le exhausli\"O ¡Je la 1\1:,n ex-
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29/32
vo NOTA5 (1'1'. Id(I.Wl) 231
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S!(l1I E(((I\'Jlli,lIu rrr Carthncr. VII, Ann i\rhor. Michig:ln. 19R2. pr. 30 -JI: sobre Lu, orio, er. M.
RI\Scnhlum, Ltl.wriu.t. 1\ ' .,(Ilill (>(lr' 1,III(1I1¡: l/U Vn'fdol.t, Nuev¡¡ Yo rk . 1961. !
10, A 010<.\0 de inlr(1(! ucdón, eC. G . O{'lwlley. Gn l a i l! ' /¡r Ea rl,. S i.rf/, Ce,.,,,?', Nnr~:I;".
Ok l:'lllOllla, IQ(.J: C~rol A . M . G luclcer. T/le Cirr nfGn ...(I;I! rll c R(I/IItl" (I,uf D)'lf'IIIf1/Ie" P",~nd.t.
OJlfnnl, HA R , II)R7, junI o con P. Chuv in . .t Chr<mide (Jfr/,e IASI PIIglllU. lmd. ¡rl fol .. F"mhno¡;c.
r.. el/lllml)' ,,,,,nlolidnd ( p r. 141 .1 ("1) Ma~. 1~90, pp. 11 5· 117. . ¡ ..
11 . tn fu cnte e~ la ¡~itlrl de" Se"I'C"ro, q ue J1f1!\eem t~ en 1.1 tr"ducóftn ;tI s!rlacn d e¡ \m (lr!g.In~ 1
l . V én~c .flt prff . Inlroouccitlll; C'~ IC :l~llCdu C~ fl uc..'ihl llc rdi¡>ve. por cjc mpln, e n la ¡!llfll· ~I·ic.~n: er. (llll viu, Clmmicle (I{."r tn.rl fn,r.tllI.t . pp.. l O~-I{)(¡. : . . .
(lu ~dlÍ/l tlel ¡¡11m oc Sdm~li:ln 1~ Hr.lCk )' Stl1.l1E1 Ashh n .uk Ilnrvc:y. 11"(1' Wumr./I uf 111(' S-"";/lII I"l.. Tc nelll\lS le~l iOlQnH1S
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y pm q llé ruJo pwuud rsc ell d ~i [!.h,l IV CM: inc rcmcnt n uc la c~ ri ril lJa l«.hlC.I . La misllIa IC... i.~ ~u ­ b¡ ; o(!.r~{ja I"~ .tinen'e. Enlre ¡;:OS .,l>ra ~ 01:'1<; rcdcn tc.<: de¡¡ trtc:1n por ~u im¡mrlnn(l;!, In~ ~e R,c~, ,,<J
gicrc n I tJ.~ lfllllo!'> de (l t r;¡~ ohr a ~. pUf cicmpl" In colccc:i.' n oJc artrctll n~ dd p m l,i" Uro"'!! S"drry Sm .,h¡i (ef. ~1I 1;/111', Crr:a lim. n/u/lite Cmllimw",: Tll e(.da i¡j Állliquil." ' III d lile ~dy ~f lrl~/e
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'l. (1 ¡\\'\'fil ( ':1 1111.:1 1111 . ~ n\"I.:,,\l in e ¡\frir:t: Ihe liLn:try C\'ÍI¡"II~'\' ~, \'Il f /ll¡ ' ·I·nu.1' ,,{ Mid/f-
232 EL MUNDO to.!EI)IT12RltÁNEO EN LA ANTlOÜU)¡\l) TAltDi.,\ NOr,·\S (1'1'. 1~'J·\)1) 2.1:\

ter, Gu,mliuus uf L,UlgIW!:<,. na~ CI'w/!/!ulriwJ UJ/.! Soc/e/y 111 Lule .rl1l1Í<{lÚry, lkrkelcy y Lus el <.:apilulll I1 ~"¡I~tllllye ulla l>ueo,1 1ll1wduceión [l"fa <':UiHl<.:Cl· <.:u;il ..:ra la si\tm~iólI d<.: l,,~ jlldio~
Allg\!Ic~, CaliL. !IJtm. ~I\ l;¡ Antigücdad tardía.
'lh. CT Ulu¡;kl.:y, 11, prim~flI parte, ~~IJliLUltls II y IIL eL Jut\"S, Lli/::, jI. \}p.1)·¡.j·'J50
·13.
27 CllUvin, Chn;mide nI ¡)1I: LIISI J',,¡;WIS, pp. 93·')·1, basiÍml{)~<: en AI,1I1 ('¡llllCI"UIl, "\V¡I!!' En g¡;:ncral, Y~asc L~~ 1. Leville, Allá':lll s.v""gog(w.,. N,· ....:<lh',( krusakn, !':IXI. y pp
.j.\.
dcring puds" y ,dIlo! c!llpr¡;ss illlÚ the pu":l", l"ln.1 I"s I'"sibilidad'-'s <1" pr"!l1uo;iÓn ",,,;,,¡ '111" pru. ')1) "'''- :ll"~rG,
ti" Reholl.
pul'ciúllubuu I~s h~bil¡d¡!dcs lih::f,!lins, v~a,t: ¡¡~imbmú K. 1-!opkÍ¡\" "SUl:iallll!lhili¡y in lhe lalcr .j.'i El t';1"1I11110 "pilg¡¡nisIllU" sus~ila Illl grave: plollkll1;¡, pur cuantu Ilu uol,iglla ll!:a cnli ..hJ
Ruman "Ull'ir",: ¡he cv¡d<!n~'<! 01' AI.lSUllius~, CQ. ti (l'J{,I), pp. 23lJ-2AIJ; id., <,Elile nmuilily ¡!lIIH: I'wpia!llcm<:: uidla, ~íllO \1\le ,ú\,) indica lo que no ~~ eri~li"n\1; por es~ ,algunus. ~"lud'LlS(l$ pr~­
Ruman cmpir.:", t:!) M. 1. Finky, eJ., Slll¡[i~$ in rlllóe,1I SuáclY, Londres, 1')7~, pp. llJJ·!10 (liay !i.;r~n IllÍI¡1,lr lus 1~1"I1I¡lIllS "p\llit"'¡~i\l<.l~ y "pul¡ld~IlI". p~w eS!;l ,,,lueIOn \amb,en pl~l\l~iI pro-
bh.:mas; y n 'Iut:, pUl Un,1 p"rle. ,dg,UI1lI5 p"g,lm" cr:m c~cncj";,ne\lIC Uluu[lh;bla$. l11jcll1r~s qu~
InuJ. cast.: ES(Ur¡¡[I~' su/m: "blofÍfI <lIIliS"'I, Akal, M,,,lrid, 1<J ü !).
2~. PUf lu 'lu" se rdÍl:re a !;l llisloria, ¡"Henu en d que [csulla c~pe<.:Í¡1111H;1l1C ¡Iustralivu el aC:i\SU HIlKha g~!\t<: ricn~e (jU~ el cristl,lImnw er~ una religión menus l!Iunut~¡sla de lu ljue ~~tc
easo de Prúeúpio, d. Camcrun, l'ftxopiu" y subrt: tUllu el c;lpÍlulo J; en cu,ulltl ;¡ la lradid'\Jl ..le l~r1l\inu \.I"ria a ':lItenucr.

imilar u¡rc~lanlt:ll¡c los modelos c/¡bicos, h,ibilo que a IllCIlUUU dcgt:IH:raba en 1.1 :Irliliciusiolau y 46. eL B<.)wcrsú~k, I/dh'lIü'1I( in L<lIe rlntilfl¡j¡y.
.17. En cUllira dt: bs id..:~s m;í, IUSC~S U~ "rtac(."iún p¡¡g,'lll',lll I.:n \~ R(l!\l~ de rini1!cs r.Jd si-
la ¡Ikc\aó,'ill, d. Avcril y Alan CamefOll, .. Chr¡~ti;JIlily ;!!ld lra¡Ji¡iull in IIIC hisllwillg,nljlhy of Ih~
glu t\', el'. AI<l1\ C:lInewn, "[';¡gani,m :lIld !iter;'!,lr" in fo\!rtb-cCl\lllfj' ROI1l~", ChrLllillllhlllt! ~I
latel" Ruman cmpin:», e/m",,:. Qllar/., 14 (1;16 .. ), pp. J¡6·J2H.
¡mili':, /ifl¿w¡I"¡t.¡" dr I"lIflliqHit¡J turdí!'/;!, Elllrc!iem Hardl, 23. Gin~brn, !'}7ó, pp. 1·4U; ui., "Thc 1~·
29. Y por ende prcsenlun much()~ cl<;mcnl()~ ell <.:umúlI WIl ¡liS biografí¡¡~ de sal11ns varo"
lil\ revival uf lhc fUUfl]¡ ccnlul"y", en W. TrcadgulJ, ~\.I .. U"lwi.'il'wICO hefore ¡he !/wrún"((J,a,
nes p,lg<1lIUS de hl e¡Joc,l; d. Averil C¡¡merOn, CllriJ'fiuJlilY l/mllhe RhelOric vf t.·mpire, Berkdey
Sl<mford,llJH·l,I'[l.4?'·5K.
y LllS Ángek.s, Calif., ¡')<JI, t:sp<!d~\mcllle el capitulo II!', reSpi;~llJ a lo~ simtos v,lrunes pagallU~
·IX La pr;II~¡p,,1 fu"nlc CS In Vi,/" d~ ú¡d"m,l.kl mós,,¡"u l\e"pl:I!Óllicú ¡jt"'llieils~ D~masáo
ell g~nef¡)I, I¡éa~e f('WJCII, ,,!l,é pugall huly !111m".
(prl>xiU\;¡III~lIIc :lp"r~~~¡¡\ "!la ¡¡·a,J. il1g1. ,J" P. Alh;LI1¡¡,siadi. T["llll~I"I"d TI.'.xlS rol' Hi~lurilln~, Li·
JU. el'. espedalllu.:m", Eli:woeth 1<:rrrey" "M"j,¡las wLlrkl-\,¡cw»> y Rogc! S~.,l!, «Mal"l,,~
V~lp<.)U\).
llnd hi~ COnleJ\lp()rarit:~~, en E. Jd"freys, B. Croke y ft. ScoII, ~u'., Swdi¡!, Úl Jo/m 1II<1I<1¡'¡.l~ SyLl.
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31. Mudws L1c Ins (,bras dc SlUl Agustin mn <ll.h;m;ís ricas el! UbSCf\',lcillues di; e¡¡rá<:ter so·
<jue, Ih~l"il\' ,fu UII.I".Em¡,irt>, !I, París y AIll~¡crd¡H\\, 1'I·j<), r"impL 1'>6::>, PI'. ]7(l'.~73. Fu,,:[oll
eial. y nI.) sólo rcspcclO u las d~lses altas: d. llrcllt !)h;¡w, «11\c fmnily in lalC ¡Ulliquily: lI,e cI'i·
prun·sHd.,5 el I"'tricio ¡:u~¡IS, el c¡rwcs/"F .!"Hui !1,tI"lii TUlló~ y d ex pl"~ !ello A~(kpiódutu; c~l~
ocn~e (JI Auguslinc", }'UXI dlll/I'r':.Il'III, !!5 ()l)X7). pp. J·S!, c,pccialmcllle )-1;
úllim<l~" su'I~'"ló, ,11 ¡gil;!! '-¡!lC FlI~ilS, c¡¡alld" CII 5·lh [ue jll/)Pldu 1"'" scgumla n·1. ¡''''II~;,d" .k los
32. Hc~pcclO al crisl'm1\i~mll y la ~u!luril d;hic;" \'~allsc asimismu, !l<lr ejemplo, ,"'1. L W.
Bli~IlI\IS .:al gus.
L"islncr, Clrri.H¡"¡rllity mul C/llxsirrr¡ CHltun' i/l tl/o: f.<H<'f UllImm ¡~'I/ll!iro:, IIh;I(."¡I, NY, 1'1)1; W. Ja·
5l). C\~uvin. Ulmllól.."k "I l/le 1.".\"1 !'a¡{HH.I·. ¡lp. 1-I-j·I~t\: ll"w~r"i"L·k. Ifd/wi"'l in Lm,· r\nl!,
.:ger, Etlfly Clui,.Ii<lIlÍly l/mi Gud¡ 1'llÍdáll, Cambridbc, Mas,., 1000il (h,IY Ir,,,.!. C;I~!.: CrhtiulIi.rmu
I¡¡¡¡¡y. pp. :iS ~~.
pri/JJiú<"(l)' J!<lidúll g";':¡;/l, FCE, tvladrid, 1905); G./I. K~nncdy. Clu.\"!,iClII U!1,'wr¡" "mi iI.l· ellri.I··
:'01. Chuvill, C/¡r,,"ide uf ¡he' Lm POIi/":,., pp. 1·!J·14·); d. c"pil(,lu ni
fjwl ami S,:clllar -¡,."diriOlJ ¡I<IIII And':JIIl<! Mullan Time.l, L(llIdr.:~, I':iHO.
52 Sohrc C"s<ir"u, d~ W. Klinb~hirn, ~Ch;¡ri¡y am.! ptlw~r; c.,e~",.iu5 or Aries 'lfH.l the r~l\'
]J. eL R. Malhj~oll, "Epislulug]"~phy. lilcnny ~ir~k~ illlU family lics ji) !aIC Rllllwn (Jaul".
~ulllin!!. uf ~;¡pllve~ in ~ub"l{ml)¡ll\ G¡¡uk". JN..\~ 75 (1~l\5), pp. H;]·20]: R. A. Murkus, Tire En¡f
'I:..\hl, 111 (l981). pp. \)5·10'1.
]4. Cf. Aycril Camcwn, Chrü'liullil)' 111111111.: RII,'lVrii.: uf 1~'III{Jil¡:> pp. 2UU S~., uml<..k sc e~­
(ir t\¡¡ÓOII ClllúlÍunity, Camhridge. \<.I')ll. pp. 202-211, quicn subraya que C\llllldu Cesáreu utili·
,<1 d termino "1',lg'II'"'' ~~ n.:nere \l I\\efllll!u l,m ,;úlo ,¡ ¡ligu puramentC ~uIISue[ud¡n;¡r¡[). Suhr~
luuia l:l siglo VI. y p,uJ·im. la eV:Ulgdi1.¡¡ciulI J" la ]I:,iiil ,,,pkntrional a cuI1l¡~l\'w~ Jc t:sta cp<.lca. d. Rita LI~.ZI, "Ambrv$e\
35. l'etl.:!r Bruwn, 1"1,,, wu,.1d uf L<II': AJlliqlli¡y, B"rkelcy y Ltl~ Án¡;.:k~, Calif., 19'>1, jl. IHI. elllllCmpOl"arics ,111\.1 the Chri~tianiza!iofl uf florlh",rn It<lly,', J/Ü:!jO (¡<NU), pp. ¡56·173.
36. Comu pur ejcmplo han: E. j(ilzinger, ,,'['he ~u¡¡ uf im¡lges in lh" p~riud helor..: !cuno- 5]. eL G. Vibn, ,.Arl, medie;'!" und nmgic iu e¡\r!y lli/.amiu!ll>J, /JullllmrtOlI Qllks l'upas,
dnSlll». DlIIlllJuf/oll Ol/h' J>upcrs, 8 (11)5,1), pp. 85-15U; Vt¡lSC asjll\i~mo J. l-[o:rriu, "]11/: ¡-¡".//Iuliou Jl:\ (!91"1'1), pp. 6)-1>6; H. !vlagm!li¡15, "nI!.! livcs uf l!yzamillc saint, ;!5 ~l,urc~s oC dala I"uf ¡he his~
ui Clrrútcl/Ilofll, Ox!"on.l,l<JB7, pp. J07 S~. tur}' ulllWgic ill ¡hc t,"Í.~lh nnd ~ellCflth ci:nlurics A.D.: sorci:ry, I"~ll ..:s ¡¡nd ¡CUtiS", B..... wlltion, J7
37. nrown. 'Wurl¡/ o¡ LlII" AmÍt¡uify. Para una eu!t:~ción de leslimunios en lurno a los icu- (19h7l, pp. 227·26\); y Avcril C;1I1\~r¡)n. ~Providcn":e and I"rc~will in la\.: llmi1.luity", en l~u HUlVe
nos durllnle estu éIJll~¡¡, d. Mi1!lgo, An; y ~obn: !¡¡~ t1!lÍln¡¡s de~(\das del siglo Vt, Y.!a~c Avcri! Ca- y Ala" \Va;", ~Js., f'n~¡Ji(lill¡; IJ¡.: Fulll/"e, Call1hri\.lgt', 1')9), pp. lIB-t,¡}.
InCfLll1, "Im<lgc;¡ u" <lulhnri(y: ,;lites <lnd ico!ls in hile ,iXlh.ccntu(y BywntlUIlI", 1'mil IIml f'r':IeJII, ."1'-1. "Di~ClllllÍnll"¡¡y w'llh the c!¡¡sskal Jl;\~1 111 ByzilnlÍuln", en IVbrgarct ¡"'Iulkll y l~og<':r
!.S·l (197;1), pp. 3-25. S~ut!, ~ds., Ul'<<itlliwl! lImllll" C"l1/!;s(¡:<l1 'i¡'urli¡jUII, 13irlllingham, 10i>¡, ]l. 57.
38. CL L. ('1¡lLeO Ruggini, ,,'nlC tt:<.:ksiasti<.:¡¡1 histories ¡¡nu ¡lit< \mgall histut¡ugnljlhy: pro- .'15. Ivl;lIkus. "111,' bu/o]" tI,lt"i,'w C/irislim';I)", pp. 224·225. iugk¡"C", por el wl1lr~riu. '1U~ el
ViUCHl"C am.! ulÍrndc,,,, ¡\tlll:JUI~I"'I, ll. S., 55 (1977 J, pp. IU7 .12.6: id.. ,d¡ mirilcul" 11ell<1 ndl"l ,1 del prutcs<.> de c¡¡!j)l>iu ljue conduce dt; 1.1 Antigikdad n la Edad MeJí" ~<)ue est<; ,,¡¡tur ~jlll" a fi·
I"Hlo inlp"ru: cll,\~dlO e I"unl:iunc". eH /lu!jiuSnJI'/¡ú:. Cllllllrn d Sv"¡~I¿" 1\1'-."\11" ,I¿de)', I'~\ris, )1,,1,,, cid ~lgI" VI-- ~"l'''~u \lila cSl'ecit J" ~icrr" U" h"ri~LHI\"~, una ""~Li~ión .:pi"temulrigIC"n,
¡9B!, PI'. 161·2U~; Avc .. '! ClIl1emll, Clui)"IÍ"nÍly '/1Id IJ¡~ U}¡~I",ic ,,/ l::JJlpiro!, t:¡¡l,illllo VI. un ~lIlellaj" d" ludo lo pro(;lI\o" (d: p. D.(I), ell WIlII;lpuskilín CUIl la 1!\¡IYUf :lrnpli¡uLl di: !luri·
J\). CL !)d)a~ti<11l l'. Brock, "Grei:k iUIO Syriilc an.! Syria~ inlll Gr~ek)" iuduit.!ll ~t) su uhrll wotes de! 1Il1\llUO cri~¡i;lI\u Juranl" d !l;¡ju [nIPeriu. Respecto ti liI úclim;lil~iÓII ue csu; harí.
¡ilulad¡\ .\yriu<.: f'~np.:cliv~s UII LIIt~ AII¡ú/llit)', Lllmlrc~, 1(jl.l'¡, 11; e id., ~rr(!m ant;¡gonism (o :IS- 'l.llnlc~ <.:11 Ori~!\!c, V¡\I~C ilsimislllo mi \lhra titulad;1 C/1I"i.rrillllil)" 11m! Ihc I/ht>lUrio.· u/ El!lf'ir~, tao
similal;o<l: Syriilc "U;luJes 10 G,,,t<k k"winl~,'), ibid., V pílUlu VI.
-10. Subn: tuJo e~lc procc~u 11 lo !"rgo Jd ~igl" 111 vea~,-, P Willk.:r, l/u/y eily, //IJ/)' I'f" ....:.\", .'i(,. eL cl eSllIJio d~ I,,~ mOIl;blcríllS d~ [',!lesli!I,1 r~;lli·l<IJ<1 por Y. l"Iirsl:hklJ, r/¡~ Jm/llcim
Oxfu¡"u, I '10U. V~.\<'rl MlJl!n,lai~s in ¡/1e- UyZIIIJlUle l'aiIJd, Nt'lV Havell, Olllll., 1'I'J2 (nót~~~ que el terminu "bi·
41. el. H. L Slnl~k y G. Slemberg<:r, 1¡¡IIVd",:litm Iv IJ¡~ )¡¡fnwd Imi! Midw'lh, l'aJ. illg!., znHlill"" ~e ¡1j)1!C:,1 ¡I(juí;¡ i,1 ¿llU~,1 que IIO~"!ru~ ul:lll)lnill¡¡II\OS An\;gilct.!aLl [¡¡[[Ji;,) _
EJimhtlfgu,19lJll.
42. et. K L. Wilkcll,Jolm Chrysw/Iltll II",II/¡~Jc",~" Bc.kdey y lu~ Állgel"", Cdil., 100tG; 31/32 57 No j"""~': que e>:.islü Ulla guia g~I"",.:tI r<! ..·icIllC Je las YiJ~s Ú~ s~nlOs y Jellllis "bras
h;"~raf;~a,, J',uc¡'H:idas dl""<Il~ 1" Al\ligu<.:daJ l"rJ¡~, p<:ru, "" I!xl" e.""'. V':'''G ""él'il Cll!ll..:fUn.
234 r.L M UN DO MEDITERI(ÁNEO EN LA i\NTlGÜUJ/\l) Tl\ ltDj j\ NOTAS (PP. 157-H17) 235
Cflri.Tlirmi/)' "li d lile: Rhrll1ric "1 Elllf'irr: . c~p"-'ci;'llll!cnlc el c;'IpÍlI.lo 111. L'\ ohr:! tle i>airicia Cnll. 74. er. W:l rd. lf"rlm.1 nfr/oc r)~.~~n. :
lIi"~ '"I-''''' in {,,, ' O" "/tú" " í"" ¡I,·!'k,·!.·y ~. I ."s A,,)'.d,· •. 1';-oI¡r., ¡'/!(I . ..,~ m:\., li", ilml:, d~' ¡" '1'1<' ~\I ,.~, , ;f. el ¡n!c"c ~II,,! ¡~im \l y 1"'(lmm,u"Í7ndo e~Il!(li" ,1.; J. lknuelllllp, 1.1' ."<tlu( ¡/r In !"'JU/Jt
!l!ul" d n ,. nl t..:" .!!.:r: I'ar'l (k,:id,,"lc, <"1. Alis'U ll;'HI,I¡¡rd I '.l!i"II, /("",¡.~ ,o ("",.",li.'<I', l1 mu1<wI',r '1 ti IJ)ltl>" CC (.J(':·7e .<i!:de). l . Le dm¡¡ ¡mp¿~;nl, I'l"f~, 19'JO: "-. Ut "~tlliq"e.~ ~"ci.tlICl, ~arf~ 19'12.
Lo l1d rc5. II1H7; y a mo do d e ;1II1,.,:lIla in tmcluc;d':'n ;1 dcrt~ m lllcri:l lCl; h;'l~llImC C\lriU5(1~ PHI(';' Vé~ ~c nsilll;smo A. A rj;¡¡v:l. HWoU1c n a.ml1~w in \:lI e IIll l!qUI (y~, 01$5.., H:!~!Okt. Parj Ullll co m -
dcn\c-~ de. Oric{1l c. \'.!;\~C fl!:ncdicla W;, rl!. f/<II'lm,~ r>f ¡Jw {J" ,l n/, o~r\lnL 1'/.'017. II."o r:lcit'lo CO!I 1:l siluación fci n~ntc en Occidcnlc. d. WemJy Ol\V;c......Celtte W~mc" ~f' ¡.he cllT ly
.'i!\. eL J. N. D. Kclly. Jv"' .. r. l.un drc.... 197~: 1'. Un,"'n. nI!: 1I''''r ,... tI S,oc-;rf~'. M"". \\'''111(11 Miu,lIc A lI.e~", en A~cril C"lllcron y A mélie Ku hr(. cd~. , Imag c.f nI lVo mclI JI! An llti July. Lan -
(/I!II,\"o w,¡ l?cmmdtr/in ll in ¡::(Id.\' ChriJli(!lril.l'. Nucv;'l Yo rk . 1911.~ . rp. ;l6(¡- JRf, (ha y 'rOld. ra~l. ; fI dre,,- I'lt!J . ftv;';'"Oo e n 199.\. pp. 145·1(,(,. : ,
owrJ!o y ."''';('11",1. Muchnik. ¡bree!!",.,. \'~).l ).
'ti 7(,. Sobrc el aUl(\rí [:lri.~ tnn,
er. Avc dl C am crnn , c rlfrlliml;l}' amI Ilre Rll e/oric (Ir f(mplTI' , e~·
:l<J. eL R. U:r.7i "Una ~o cict'" e~(>r!" I~ ;\11';!~ceti~lll o : 11I¡~urc Ic gj~ llIIiv c. mnti v" T.i"ni ecnnn· IlCcI:llmClllC el ellpllulo VI; fi rown, I'on·a lIIut ftrJrlfl.1inIJ in l..<llt ¡\1I{iqJ/ily. e¡:¡p"I\I~ I V.
!
mi c:h~~ . .'iludí Slfl rid. ~ (19:-:9). pp. 12<J· 1:'iJ.
f.o. R ~ ~¡:(1 que Ir:!!" ,le foro, .' den\;\-,,;~d o esqucn, .i!ica. ilumlLlc nI) ~c equ iv ocll ;,1 hnc cr hin· 1I
c;¡pié en él. J. Goody. T/¡F ()n 'c!II/JIIIFIII nIlhe Fnmil.y l",eI Mnfringc;1I f:,¡r¡.'flC. ClIHlhriúr•.::. I'JR.\:
,·':;t~C ;¡~i""~mo o. 1. KCf17.er y R . P. S"Ucr. c,h .. H,t' ,·¡""lIy i" 11,,{1' ¡ro", ATII;q"í/y 'ft rlI(' "'('.
l"C/!/. Nc w Hav¡;o . Con n.. lt)Yl \!
1>1. E.<;;l eMiú.,u podía liCr índi"idu:tl o clllcctiva: fC!ircctO" 1:1 jlri"n.:r;!. . d . f . E. C"I\~olir\ll.
"San ie o patrn n c'l Le ari st[\Cr;,1.ic l;lrdn~ l1l ic hc e ;1 poten: de n" c~r i l?l". S/I/di .'il",ió .•1 ( 19Xt)).
pp. Wt}·t)9L 1.11 propi;¡ \gl c.~i;l . p<lr mctl il1 1.1.: lo~ .. u i~ p... ~ :"Ido~ltá 1'" ,.Ie <Id p"pd de~"'lI l'c ii :ltl"
I",r los hc ncr;¡ c lorc~ pri \'~ dt15 C" cl le rrcn o de 1115 (1hf~ ~ rl'lhlic;¡ ~: e L n. Ward - I'cr kill~, (:,.,J/I) ("In< .
.,icn/¡l m it/lúly /" Ilu: M i.J,Ift" " .1;0 . Urb,lII ('"Mit: nuildillg ill NtlI"llwIII 1/11(1 C,'mrul lll/(l' Al) 3IKI.
8511. o.~rOf<1. P,I!;.!.
(,2. LiI m:l}'or parle de !;IS n\lmcrn!<;l ~ c;¡ r1 ".~ e{1n"C r"i\d a.~ n(. nr'li dicen ¡\ireel;um; nle n il \I;1
del ~5u ntl'.}' ticnen un cnrric lc r 5cmipuhlico (1 lil¡:f:lfio. La m¡:jor fu enle p¡,ra 1:1 aU lénl ie a cpi~.
1\,I(I,!!r~rill pri"/l(ln c s I¡¡ 1¡IlC n \1<; p mpClrdona n los papirf'li. IIIlC:"I menud o Ctll l~r\';lI\ fr" ¡:LIlc.lll' ~'
dc c ~rt ll~ e~cril,,~ po r 1.. genl¡: no rlllal )' co rrie nh:. ilUm¡lll: m int cr prcl "ci,¡" resull n a \'ccc.< ~u·
nlllnl c nl c difíci l.
(,.1. El pmh1cw :o de 1m; IcsliIl1011 i, '~ e~ 11",,1;1:1111<, pllr E. P;lIl;¡~~. ,'n. /',,""rrl" t'r:oflf""i,/ u<' ,.,
l,mll"rr1r p 'ci"/r ti n y umcc. 1\'-. V 11' .• i<,<"lo, r:lr~... 1977, pp. 145' 155.
(,.l . OrenJ O. Shaw. .. 1.:11;11 lu ncr~ rr cp i)!f"ph)' and fll mil)' lifc in Ih c bler Rnm;¡n elllpi re" .
/I;s/ori(/ . .'J (P):H). pp. oJ."i1 .'¡<J7: ¡,f. . ~' I he fami ly in la le: an li qu;ly" ; .~!l hn:: I n~ rnéhnlr'.' "nli,:",,·
eept i v,,~. el. Sh;tw. ~ ·111e (¡unilr in \¡¡Ie :"' I ¡(,uil}'~. ,>p. 4·, .,11. r llJt:m;'i~ VC¡¡$C K. '!t'pl;ins.• ("IlOI·
Irael'l'l iulI in Ihe R IlI1l ~1! en 'pi!"c". C"ml'"m/il"l' S/Il¡/ io ;" SI'd,'(\' 1I",llIi," f.lry, 1'1 <I(}(.~l . PI'. 1H·
1:0;1: whrc el i"r"nlfótlin y la \'COIII \Ic niiít~ d . S h;\w.•11¡e ramily in lalc :llI l itIUilr~. PI'. ,1.\ l<".
65. Cf. Sh.1W. ,,!'arn i]y in 1.11e .' lItiq uil V~ . PI'. 10 ~s .. C~ l'e cial m en!c 211-:11-1. L., ~ hi.~l"r;adllre'
( ' Hl\cmpn r:l nCfl') tliSCfCP;\1I el' cl 5enl it!1l I\ \;e alribuyen a 1;1 ,lccisitin dc ~ivir en ed iha'" It'mll"~
l"l(lr Mclani;¡ y IllrOl~ muj ere~ d e ~II ~rHlca . I'Ue~ ~q.Ú Jl UntlS ~lI r('l n(~ cie rlo ¡;ra¡Jo dc lih e r;lt~¡ (ín . y
:tC~ ün Illro~ et:llln :lelO ;1Il 1ina lural y r<""·Ct~: 1" acli\u d ' O,ll;ld;¡ alln i liC Ill m:'''lr¡' I'OI II\,h"ia. :I\IU ·
qtlc eon c atl1cb. lll:\.~ bicn tic 1~ rrimc r;, I<;$'s,
N, . Sil;,"'. ~r-¡"l\il}' in late ¡tnl iGu ily ... p. .1<): y \·ca.~c 11. Shaw 'j 11 . 1'. S"llcr. "C!tl!.<: ·\;i" Ill;>·
n i:l!!c ;1I Rom.,n 50.:icly •. !<Inn. n . ~ .. 1\1 (¡9.'~") .1' [l. 4 .12 -4~'¡ .
(,7. Para m i c~ tudill "I:'oS dctall;¡JIl. \·b.'c r.illi" n Clark . IVmm'JI j" tille AIJliquily. O ., I,1rt1.
1119.1
1Í.'l. Cr. It Ro~ cnwr)' Ruelhcr. etl., N.dí.~ir", ,/11,1 Sex ;Jm. Nueva York. 1'l74.
(,9. el. EIiT;llwl h A . C1ark. kr¡f/lJr. O,".r.w."(//I! IIU'/ F,14:ud.t. Nttc\':I York y'!ilrolll\'. l'l1lJ.
7D, I\~í kl scnal~ /l.. tI.·1 olllij!li nno. ~·l1le Lile "r SI. M ~erílla hy Grq'.or)' or Nr<\:¡" , (,Il
J. Ol.)[::r ~. J. W. Eatlic. e¡]s .. n ,e Crl)fl ti! ",r Amir'" II;.</"r;"". L1Uh:..". M:o ry l'fll.I. I'!!(¡;¡.
1'1'. ,1.¡:;-,15.'<.
7 L Véa.'IC npt,·o.:i,,\rncllle la (Illccci,~tt \k ~rticultl~ 1\1; E¡¡7~ hcl h A. Cl.1rk. A <c('/¡'- I'i.-I.,· ",Jd
I\"'oll/{'n:f fiJil IJ. Lcwi~ l(l n. NY. ]lJXf,: rl ~IlC;, [la CO lIsn lin n. «M<ltlcIJi di C(l11111<1I1;\lIIl·n(n e 11l"tli
(Ii ~'UlI;fk:l7i!ll1c [lcr j"'lri.<hlt"r'f/.;:t IÓlIll1inilc .Icl rllt::ddt·n h: ~. el\ (ii'mlina. ctl .. l . 1'1'. 27.l .:UItI.
7~. CL Ave !il C!lIl1crn ll. C/¡ri.rli""il.'· "' ''/Ih(" I?I l/'lIIrir r:Jl ÜI I('irr. PII. 11i:'i .<~. 1 {~~ l'ce(ll. d
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