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olvidar la dimensión más esencial de los escritos tanto de Marx como de Durkheim:
la naturaleza histórica del hombre. Como lo expresa Durkheim: «el presente se
opone al pasado, y sin embargo procede de él y lo perpetúa». 3 Ambos pensadores
explícita y positivamente distinguen su posición de la que es propio de la filosofía
abstracta, que queda al margen de la historia. Durkheim critica concretamente
tanto a Rousseau como a Hobbes desde este punto de vista. Según Durkheim,
ambos partieron del supuesto de una «solución de continuidad entre el individuo y
la sociedad», y defendieron que «el hombre es, por tanto, naturalmente refractario a
la vida común; no puede someterse a ella más que a la fuerza». Aquí Durkheim
recalca que el sentido que da al término «coerción» es completamente distinto del
expuesto por Hobbes. 4
Es cierto que Durkheim arraiga las necesidades egoístas en la estructura
biológica (es decir, «presocial») del organismo de cada persona; pero deja también
bien claro que el egoísmo es en gran parte producto de la sociedad; por ejemplo, el
impulso hacia la prosperidad económica individual es una creación de la sociedad
moderna en la misma medida para Durkheim que para Marx. 5 En las sociedades
modernas, donde se desarrolla notablemente la individualidad, el egoísmo
representa también una mayor amenaza contra la unidad social. Insiste
categóricamente en que individualismo no es lo mismo que egoísmo, pero el
crecimiento del primero amplía el alcance de las inclinaciones egoístas. La situación
de anomia que predomina en ciertos sectores de las sociedades modernas refleja
precisamente la extensión del ámbito de los motivos y gustos personales, lo cual es
consecuencia de un largo proceso de desarrollo social. En otras palabras, el hombre
moderno, cuando experimenta una situación de anomia, es un ser completamente
distinto del (hipotético) salvaje en el estado de naturaleza presocial. Este último no
se encontraría en una situación anómica. De manera semejante, un niño recién
nacido es un ser egoísta, pero no un ser anómico, puesto que sus necesidades están
vinculadas a determinados limites biológicos. A medida que el niño se convierte en
un ser socializado, se extiende el alcance de sus impulsos egoístas, y lo mismo
sucede con las posibilidades de que se sitúe en un estado de anomia. «Haced
desaparecer toda vida social, y la vida moral desaparecerá al mismo tiempo, al no
tener ya objeto donde asirse. El estado de naturaleza de los filósofos del siglo xvii, si
bien no era inmoral, al menos era amoral». 6
Este punto de vista no es tan diferente del de Marx como generalmente se
supone. Marx sabe tan bien como Durkheim que los racionalistas del siglo xviii
atribuían al hombre en estado de naturaleza facultades que en realidad proceden de
la sociedad. Las formas primitivas de sociedad humana, dominadas por los
caprichos relativamente incontrolados de la naturaleza, tienen un ámbito bastante
restringido de cualidades y capacidades humanas. Para Marx, el carácter social es
precisamente lo que hace «humano» al hombre; es decir, lo que le distingue de los
animales. Todos los sentidos e impulsos biológicos del ser humano son capaces de
esta transformación. La actividad sexual, por ejemplo, como el comer o el beber, no
son para los seres humanos la simple satisfacción de exigencias biológicas, sino que
se han transformado, durante el transcurso del desarrollo de la sociedad, en
acciones que ofrecen múltiples satisfacciones. Como escribe Marx: «Nuestras
sentimientos y prácticas no relacionadas con necesidades orgánicas». El Su, pp. 166 y ss.
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«atomizada» del individuo en la sociedad civil viene legitimada por las normas de contrato y
propiedad. En contraste con el feudalismo, «aquí el derecho ocupa el lugar del privilegio» (p. 157).
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11 Filosofía del derecho (ed. Knox, Londres, 1967, p. 280). Para el concepto de «libertad» en Weber,
16DT, p. 315.
17DT, p. 316; DTS, p. 365. Para una crítica de la posición de Durkheim, véase Georges Friedmann:
The Anatomy of Work, Londres, 1961, pp. 72-81 y passim.
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18 Sin embargo, el modo de ver que expone Engels es mucho más próximo al de Durkheim. Cf.
Engels, «De la autoridad», OE, vol. I, pp. 668-671.
19 DT, p. 41; DTS, p. 4.
20 L’évolution pédagogique en France, pp. 374 y ss. Durkheim dice en otra parte: «En La división del
trabajo el antiguo ideal de moralidad humanista, el ideal moral del hombre cultivado, mostramos
cómo hoy día puede considerarse cada vez más anacrónico, cómo se está formando y desarrollando
un nuevo ideal como consecuencia de la progresiva especialización de las funciones sociales». AS,
vol. 10, 1907, p. 355.
21 IA, p. 526, Aquí es evidente el influjo de Hegel y, a través de Hegel, de Schiller. Cf. Schiller: Sobre
la educación estética del hombre (1795, sexta carta, pp. 31-43 de la edición inglesa).
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EL PROBLEMA DE LA BUROCRACIA
El tema de la expropiación al trabajador de sus medios de producción ocupa el
primer lugar en el análisis que hace Marx de la expansión de la división del trabajo
que subyace en la formación de la empresa capitalista. Al parecer de Marx, esta
expropiación del trabajador es la condición más esencial para que aparezca la
sociedad burguesa; y no da, a lo largo de la historia, las características de la
formación de las relaciones de clase entre el capital y el trabajo implícitas en el
modo de producción capitalista. Es precisamente la naturaleza intrínseca de la
conexión entre división del trabajo y estructura de clases, lo que da a Marx la
posibilidad de llegar a la conclusión de que es posible la trascendencia de la
alienación con la abolición del capitalismo. Ni Durkheim ni Weber niegan la
posibilidad de que se formen sociedades socialistas: pero ambos afirman que la
transición al socialismo no cambiará radicalmente la forma de sociedad que existe.
Con todo, la esencia de la posición de Durkheim sé aparta aquí diametralmente de
la de Weber, de modo que puede decirse que el concepto de este último sobre el
desarrollo de la división del trabajo en las sociedades occidentales constituye una
tercera alternativa frente a las que ofrecen Marx y Durkheim.
tal. En otras palabras, Weber considera que la característica más esencial del
capitalismo es la especialización de las tareas burocráticas. Esto lo comprueba a
nivel más empírico con el análisis que hace de los procesos de burocratización, en
parte separables, en economía y en política. El Estado racional, con su cuerpo de
funcionarios burocráticos, no proviene totalmente de la racionalización económica,
sino que hasta cierto punto precedió al capitalismo y creó condiciones que
favorecieron ciertamente la aparición de éste.
Con ello, Weber niega expresamente que la expropiación al trabajador de sus
medios de producción se limite al ámbito industrial. Al contrario, aplica el concepto
a otros contextos institucionales. En la tesis de Weber, cualquier forma de
organización que tenga una jerarquía autoritativa es susceptible de un proceso de
«expropiación»; Weber reemplaza el concepto marxiano de «medios de producción»
por el de «medios de administración». Simplificando excesivamente, podría decirse
que Weber otorga a la organización de relaciones de dominación y subordinación la
importancia que Marx atribuye a las relaciones de producción. Según Weber,
cualquier sociedad política puede organizarse en forma de «propiedad», en la cual
los mismos funcionarios poseen sus medios de administración. Así en la Edad
Media los vasallos del rey controlaban la administración económica de sus
respectivos distritos y eran responsables de procurarse sus propios soldados y
equipo militar. Las acciones del monarca para reunir en sus manos todos los
medios administrativos fomentó la formación del aparato estatal moderno.
Ningún funcionario en particular posee personalmente el dinero que paga o los edificios,
tiendas, instrumentos y aparatos de guerra que controla. En el «Estado» contemporáneo —y
esto es esencial para el concepto de Estado— se completa la separación del personal
administrativo, de los jefes administrativos y de los trabajadores respecto a los medios
materiales de organización administrativa. 25
Estos acontecimientos fueron los factores más importantes que impulsaron la
aparición del Estado moderno en el cual «una categoría de funcionarios expertos,
basada en la división del trabajo» 26 está completamente separada de la propiedad de
sus medios de administración. En general, la división del trabajo avanza
simultáneamente con la centralización de los medios administrativos, y con la
«expropiación» de los funcionarios. Se encuentran pruebas de ello, indica Weber, en
las organizaciones militares. En los ejércitos feudales cada soldado se procura su
propio armamento; así sucede también con las distintas milicias de emergencia.
Pero en los Estados donde se necesita un ejército permanente a disposición del
monarca, como por ejemplo en el Antiguo Egipto, se desarrolla una estructura
burocrática, en la que el rey posee las armas y suministra el equipo militar. En el
capitalismo occidental, bajo el influjo inseparable de la administración y el cálculo
racional de trabajos especiales, el proceso de expropiación de los medios
administrativos penetra en muchos ámbitos, entre los que se incluyen no sólo el
ejército, sino todas las demás organizaciones donde haya una división especializada
del trabajo (universidades, hospitales, etc.). Lo que más fomenta el crecimiento de la
especialización burocrática es su superioridad técnica sobre todos los demás tipos
de organización para coordinar las tareas administrativas. Esto, a su vez, depende
en parte de que los puestos burocráticos sean ocupados por personas que posean la
preparación y títulos correspondientes. «Sólo la moderna burocratización lleva a sus
últimas consecuencias los exámenes racionales especializados». 27 De ahí que el
25 ESC, p. 103.
26 ESC, p. 110.
27 EYS, vol. II, p. 750; WuG, vol. 2, p. 585; cf. también GASS, pp. 500 y ss.
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28 GASS, p. 413.
29 EP, p. 258. Hoy día el trabajador individual es «una ruedecita» dentro de la máquina burocrática, y
«sólo se pregunta a sí mismo si puede o no progresar hasta convertirse en una rueda más grande».
GPS, p. 413.
30 GASS, p. 414.
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CONCLUSIÓN
El objetivo de este último capítulo ha sido poner de relieve que las perspectivas
sociológicas de Marx, Durkheim y Weber tienen sus raíces en concepciones
We, vol. 17, pp. 538-549. La Comuna, dice Marx, fue «la forma política de la emancipación social»
(ibíd., p. 545).
38 OE, vol, I, p. 539. La forma como Marx presenta el sistema político de la sociedad burguesa, en
tampoco es casual que, en la actualidad, sólo pulse en los círculos más íntimos y reducidos, en
situaciones humanas personales, en pianissimo, ese algo que corresponde al pneuma profético, el
cual en épocas anteriores arrasó comunidades enteras, a las que fundió como una llamada
incendiaria». ESC, p. 191.
46 ESC, p. 157. Cf. Löwith: «La “construcción” de tipos ideales tiene como base una humanidad