El uso militar del magnetómetro de saturación continuó después de la Segunda Guerra Mundial.
Magnetómetros de saturación son muy adecuadas para el trabajo de campo debido a su
durabilidad y pequeño tamaño. Como resultado, se convirtieron en una herramienta común en la
detección de artefactos explosivos sin detonar, como bombas, proyectiles de artillería y minas
terrestres.
Los militares no eran los únicos clientes de un instrumento ligero, portátil que podría detectar
variaciones en el campo magnético de la Tierra. Después de la Segunda Guerra Mundial, y cada vez
más de la década de 1960 en adelante, los arqueólogos comenzaron a hacer uso de
magnetómetros de saturación para detectar las características del subsuelo. Metales ferrosos no
fueron los arqueólogos sólo productos utilizados magnetómetros para buscar. La quema
localmente altera el campo magnético de sustancias como la piedra, la tierra y la cerámica, lo que
permite a los arqueólogos a detectar depósitos de material antiguo. El magnetómetro de
saturación se convirtió en uno de los favoritos con los arqueólogos, no sólo por su ligereza y
durabilidad, sino también debido a su generalmente bajo costo.