ADVIENTOPRIMERA SEMANA
DOMINGO (A)
*Rom 13,11-14: Toma y lee
Después que la profunda consideracion sacé del fondo secre-
to y amontoné en presencia de mi corazon toda mi miseria, se
desaté en mi una enorme tormenta, prefiada de copiosa lluvia
de lagrimas. Y para descargarla toda con sus truenos, me levan-
té de donde estaba Alipio —la soledad me parecia mas a propé-
sito para llorar—, y me retiré tan lejos, que ni su presencia pu-
diera servirme de estorbo. Asi estaba yo entonces, y él se dio
cuenta, porque no sé qué fue lo que dije al levantarme, que ya el
tono de mi voz parecia cargado de lagrimas. El se qued6 como
atdnito en el lugar en que estabamos sentados; mas yo, tirando-
me debajo de una higuera, no sé cOmo, solté la rienda a las 14-
grimas, brotando dos rios de mis ojos, sacrificio aceptable a ti.
Muchas cosas te dije, no con estas palabras, pero si con este
sentido: Y tu, Seftor, ghasta cudndo? ¢Hasta cudndo, Seftor,
has de estar siempre enojado? (Sal 6,4). No te acuerdes de nues-
tras maldades antiguas (Sal 78,5). Porque yo sentia que ellas me
retenian. Daba voces lastimeras: «jHasta cuando? Hasta
cuando diré: Mafiana, mafiana? ;Por qué no ahora? ,Por qué
no es esta misma hora el fin de mis torpezas?».
Decia estas cosas, y lloraba con amarguisima contricién de mi
corazon. Mas he aqui que oigo de la casa vecina una voz, no sé
si de un nifio o de una nifia, que decia cantando y repetia mu-
chas veces: «jToma y lee; toma y lee!». Y al punto, cambiado el
semblante, me puse con toda atenci6n a pensar si por ventura
habia alguna especie de juego en que los nifios soliesen cantar