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“La ilustración de la Vida de Jesús hecho hombre”

El siguiente relato es el resumen de una historia contada por el fallecido locutor y

escritor estadounidense Paul Harvey: Había un hombre no religioso e incrédulo

que simplemente no podía tragarse la “historia de Jesús” acerca de la encarnación y

de que Dios vino a la Tierra como hombre. Pero una nevosa mañana divisó una

bandada de pájaros acurrucados bajo el intenso frío, sin tener dónde refugiarse. Él

sintió que no podía dejar a esas pobres criaturas ahí congelándose, y pensó en su

establo. Éste les serviría como acogedor albergue — si solamente lograba dirigir a

los pájaros a él.

Rápidamente fue al establo, abrió las puertas de par en par y prendió la luz, pero

los pájaros no entraron. Entonces se le ocurrió atraerlos con comida; corrió a la

casa, tomó unas migas de pan y las esparció en la nieve, haciendo con ellas un

sendero hasta la puerta del establo.

Pero, para sorpresa suya, los pájaros ignoraron las migas y continuaron aleteando

inútilmente en la nieve. Él intentó atraparlos; trató de ahuyentarlos en dirección al

establo caminando alrededor de ellos y agitando sus brazos, pero en vez, los pájaros

se dispersaron en todas direcciones, excepto en la del acogedor y

alumbrado establo.

Y, de repente, se dio cuenta de que le tenían miedo. “Para ellos”, razonó él, “soy una

criatura extraña y aterradora. Si solo se me ocurriera alguna forma de hacerles

entender que pueden confiar en mí, que no estoy tratando de causarles daño, sino
de ayudarlos”. Pero, ¿cómo? Cualquier movimiento que hacía tendía a asustarlos y

simplemente no lo querían seguir. No se dejaban guiar porque le temían.

“Si solo pudiese transformarme en un pájaro”, pensó para sí mismo, “y socializar

con ellos y hablar su lenguaje. Entonces podría decirles que no hay nada que temer

y podría mostrarles el camino al tibio y seguro establo. Pero tendría que ser uno de

ellos para que pudiesen ver, oír y comprender”.

Ese pensamiento se convirtió en una súbita revelación. Estupefacto, se acordó del

mensaje fundamental “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”

(Juan 1:14). De pronto, ¡el evangelio que había escuchado adquirió absoluto

sentido, y cayó de rodillas sobre la nieve!

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