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Terapia Sistémica Constructivista

La terapia sistémica constructivista surge en la segunda mitad del S.XX del encuentro de
varios estudios y descubrimientos que suponen un nuevo paradigma para las ciencias
naturales y sociales; el enfoque Sistémico.

La motivación de buscar un nuevo modelo teórico y de intervención en psicología nace de


las investigaciones sobre las patologías severas (esquizofrenia, anorexia y bulimia,
adicciones…) donde las terapias tradicionales no conseguían resolver los problemas
satisfactoriamente.

En las investigaciones clínicas, por ejemplo, se observaron casos donde el tratamiento en


terapia individual conseguía que un paciente aquejado de esquizofrenia mejorase y, al poco
tiempo, otro miembro de la familia entraba en crisis o reproducía los mismos síntomas.

Estas y otras observaciones produjeron la necesidad de efectuar una abstracción en el


pensamiento de los terapeutas, que comenzaron a entender los sistemas humanos como
realidades holísticas, donde el todo era algo más allá que la simple suma de sus componentes,
y donde la sintomatología individual era una parte del patrón de una realidad psicológica más
amplia.

Esta nueva forma de entender la Familia provocó el desplazamiento de una visión


intrapsíquica a un abordaje complejo, donde se hizo necesario incluir otros elementos hasta
entonces ignorados, lo que desembocó en una revolución epistemológica y conceptual.

La principal aportación de la Terapia Sistémica Constructivista fue una epistemología


revolucionaria que nos obligó a los psicólogos a reflexionar sobre la manera en que hacemos
una reflexión, es decir, la reflexión sobre cómo pensamos lo que pensamos.

La Terapia Sistémica Constructivista permite poner una mirada global sobre el sistema
familiar y sobre el transcurso de los procesos de construcción de la identidad. Su objetivo
es determinar, clarificar y abordar las dinámicas familiares conflictivas, disfuncionales o
desestructuradas.

El terapeuta no dirige a la familia, sino que la acompaña en su proceso de indagación y la


apoya, para que pueda reencontrarse con los valores que han quedado dañados por la
dinámica familiar. Contribuye, con su curiosidad, al acercamiento de la familia a su historia
más difícil; a una realidad que a veces, es tan temida como liberadora.

Poner más conciencia en la dinámica familiar, permite que todos sus miembros armonicen
su visión acerca de la estructura y funcionamiento de la familia, expresen los temores y
creencias que subyacen a su comportamiento, y hagan explícito lo que cada uno pretende
comunicar a los demás por medio de sus acciones, a veces perjudiciales para él mismo o
para los demás.
Cuando aflora y se restituye lo valioso de la familia, cada uno puede saber quién es y de
este modo, queda libre para continuar su propio camino en paz, juntos o por separado.

El enfoque sistémico es especialmente relevante cuando los conflictos personales


mantienen al individuo atrapado en su familia de origen, y le impiden funcionar
adecuadamente en su vida, o con su propia pareja o familia.

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