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En la AC se considera que el inicio de la depresión es consecuencia de un suceso
desencadenante que, de forma súbita o progresiva, aparte de la vida del sujeto existen
reforzadores importantes (unido a los factores biológicos y genéticos), en este caso la
perpetuación del estado se debería al mantenimiento de unas conductas que, aunque
suponen un cierto lenitivo a corto plazo impiden romper la dinámica que encadena al
sujeto a una vida pobre en reforzamiento positivo. Lo más importante se produce
cuando empieza a funcionar un control aversivo: al deprimirse el sujeto se aleja o rompe
con el entorno habitual e interrumpe rutinas presentes en su vida, volver a introducirse
en el entorno es muy difícil, así que el sujeto decide no afrontar la situación o no se
siente con fuerzas para ello. Como consecuencia de esto surgen los “problemas
conductuales secundarios”, ya que al actuar así, es imposible entrar de nuevo en
contacto con aspectos vitales que reportarían una mejora del estado de ánimo. Todo ello
incrementa la pérdida progresiva de la capacidad para resolver problemas.
Sin embargo, la auténtica meta de ambas modalidades de terapia es que las actividades
que el sujeto recupera sean las que le produzcan el reforzamiento natural. También,
debemos recordar que en todo modelo conductual, la concreción de los objetivos es
muy importante y por esta razón la intervención debe ser directiva y estructurada y con
temporalidad. Al finalizar la terapia, se reserva un tiempo por si existe alguna recaída y
se le explica de nuevo al paciente que la terapia que se realiza es un aprendizaje para no
repetir conductas problemáticas del pasado.
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desensibilización sistemática) y otra en la línea del condicionamiento operante (técnicas
operantes). Así surgieron dos tendencias, la terapia de conducta y el análisis aplicado.
Las terapias de tercera generación representan un salto cualitativo porque estas técnicas
están orientadas a que la persona actúe con responsabilidad de la elección personal y a
la aceptación de los eventos privados que conlleve ese proceder.
En los siguientes puntos iremos viendo en qué consiste cada una de estas características.
El objetivo del bienestar es disfrutar de inmediato, cuanto más mejor, sin dificultades y
contratiempos, sin que se generen las condiciones para una actuación con la
responsabilidad de objetivos a largo plazo y que trascienden a uno mismo. Se demoniza
el dolor como algo anormal. La búsqueda persistente de eventos privados positivos, o de
control de los negativos para poder vivir es una trampa, ya que es evitable comportarse
para controlar lo que no se puede controlar. Cuando los réditos de esa estrategia son un
incremento y extensión del malestar, y una reducción de la capacidad de vivir
plenamente; es entonces cuando la persona está en una espiral paradójica.
Esta terapia ha sido efectiva en numerosos estudios de caso. En los ensayos clínicos
controlados se ha demostrado mejor (especialmente en los casos crónicos) o igualmente
eficaz al terminar los tratamientos, pero las diferencias son sustanciales en los periodos
de seguimiento (ensayos controlados en la depresión, abuso de drogas, actos auto-
lesivos…).
Ha resultado eficaz para evitar cronicidad y alterar de forma notable el curso de secuelas
y síntomas variados. Aun así, estamos hablando de una terapia con no muchos años,
joven, que necesita más trabajo, pero es un proyecto ambicioso de investigación básico-
aplicada que mejorará la terapia y permitirá un conocimiento de la condición humana
más acertado para prevenir y resolver problemas.
La terapia con pacientes límite es muy complicada y tiende a abordarse con aprensión
ya que su pronóstico es muy decepcionante (se pueden esperar grandes complicaciones
médicas y sociales durante al menos 5 años después de iniciado el tratamiento. Linehan
sugiere que los pacientes límite presentan respuestas emocionales al medio en forma
más rápida e intensa y con un ritmo de retorno a la línea base más lenta que los
individuos normales (dificultad de regulación de la experiencia emotiva). Esta autora
propone que las respuestas desadaptativas de las personas con diagnóstico límite serían
consecuencia de la interacción temprana y prolongada entre un niño emocionalmente
vulnerable con un medio ambiente invalidante. La vivencia interna de su vulnerabilidad
puede dar como resultado que la persona límite experimente sus propias emociones
como no adecuadas. El paciente frecuentemente trae consigo que piense que sus
problemas se originan en él, de que él tiene algo mal dentro de sí que es necesario
modificar.El trastorno se considera sistémico, un problema de ajuste entre un individuo
y el medio en que le tocó vivir y se le define en relación a lo normal, asumiendo una
continuidad entre la salud y lo “límite”. Linehan propone una terapia que supone que los
pacientes límite presentan déficits cognitivo-conductuales de importancia, tanto en el
área de las relaciones interpersonales, como en el control de las emociones y en la
capacidad para tolerar el sufrimiento. En la terapia dialéctica conductual este problema
se aborda ofreciendo distintas modalidades terapéuticas, así como un formato de grupo.
En terapia grupal se enseñan habilidades básicas, mientras que en terapia individual se
trabaja la motivación y, junto con llamadas telefónicas de apoyo, se promueve la
generalización de habilidades a las situaciones específicas de la vida del paciente.
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TDC como la simple aplicación de principios conductuales, tiene una serie de
características que la distinguen de estas:
Respecto a las estrategias, éstas han de ser tanto técnicas específicas para lograr un
objetivo como con la función o papel que cumple el terapeuta, Además su aplicación ha
de ser flexible y adecuada al momento y características del paciente. Existen 4 tipos de
estrategias que ayudan a lograr los objetivos:
Las estrategias dialécticas que funcionan como elemento organizador de la terapia. Una
parte fundamental es prestar atención al contexto y analizar las conductas de oposición
que se producen de forma natural. Hay tres tipos de estrategias dialécticas.
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Las estrategias dialécticas específicas tratan de formular y utilizar paradoja, representar
al abogado del diablo, extremar el significado de las expresiones, el empleo de cuentos
y metáforas, etc.
En las estrategias de estilo tenemos que la Terapia Dialéctica Conductual utiliza dos
estilos distintos de comunicación. El primero es la comunicación recíproca. El objetivo
es reducir la diferencia de poder percibida entre paciente y terapeuta. Para ellos se
requiere de honestidad, autorrevelación y tomar en serio al paciente y sus deseos. La
comunicación irreverente se utiliza para “descolocar” al paciente y que éste se pueda
“colocar” de forma más sana. Es útil cuando necesitamos atraer su atención, cambiar la
respuesta afectiva o mostrar un punto de vista totalmente distinto. Una comunicación
irreverente casi nuca corresponde a lo que el paciente espera, utiliza la lógica para tejer
una red de la que éste no puede escapar (si el paciente dice “me voy a suicidar”, el
terapeuta le responde “pensé que habíamos acordado en que no ibas a dejar la terapia”).
Es importante que ambos estilos se mezclen y se equilibren mutuamente.
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tampoco a hombres límite. Aún así, hasta el momento este tratamiento parece
prometedor.
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