PARll INCENDIOS to:j
Una ind,ustria da su secreto a los bomberos.
(Conilensado de uNational Safetg lüe,ras,,)
Por Paul W. Kearney
E* .n"o.ro de 1946 se in-
cendió un pajar de [rba-
non, en el estado de Connec-
ticut. Tratándose de tales
incendios, el pajar casi siem-
pre se quema hasta los ci-
mientos, pues rara vez es posible apagar
el heno ardiendo, a causa de lo largo de
las llamas y del intenso calor que despi-
den. Pero éste lo apagaron prontamente
Clark W. Standish, guardabosques de
Connecticut, y varios bomberos volun-
tarios del lugar. El paiar no sufrió más
daño estructural que la pérdida de algu-
nas tablas que fue preciso quitar para que
los bomberos entraran.
Logrose este resultado extraordinario
por medio del uagua mojadar, último
adelanto en el apagamicnto de incendios,
que ya se ha empleado con muy buen
éxito y que promete: pr:imero, extinción
más rápida de muchos incendios, con dis-
minución consiguiente de los daños cau-
sados por el agua; segundo, extinción de
incendios incipientes que hasta hoy era
imposible detener antes que se propaga-
ran; tercero, grande economía de trabajo,
por 1o rnucho que se disminuyen el ure-
paso» (examen minucioso que hay que
hacerdespués de apagado el incendio, pa-
ra seguridad de que en ninguna parte
quede fuego), la vigilancia en los campos
La
incendiados, y el riesgo del resurgimiento
del incendio.
Para las regiones rurales donde el agua
es escasa, el empleo del agua pulverizada*
ha sido de sumo provecho, pues la canti-
dad de ella que se requiere para apagar un
incendio no es sino la mitad de la que se
necesita cuando se usa un chorro maciz-o,
como el de las mangueras ordinarias.
Ahora, el agua moiada duplica o triplica
la eficacia de la neblina.
Ei agua mojada es agua ordinaria a que
se agrega una sustancia química que au-
menta notablemente su poder de pene-
tración. Cuando el guardabosques Sran-
dish llegó al pajar incendiado, el noventa
por ciento del agua que los br¡mberos es-
taban lanzando contra las llamas chocaba
con el heno ardiendo y rebotaba sin pene-
trar en é1. Standish introdujo una tobera
pulverizadora por una abertura situada
un poco arriba del heno, y lanzó por ella
un chorro de agua mojada proveniente
de un tanque auxiliar,
uAntes de cinco minutos,r, dice Stan-
dish, uel agua empezó a escurrir por el
fondo del montón de heno, que tenía
como tres metros y medio de alto; pronto
empapó todo el montón, y el incendio
quedó apagado por completo.,
*"'n' ;fuego, en s*¿ccrou¿s
o:y;;; 'oan
sus tanc ia nr-..,""::'.'-;':::,' Llegué a Coventry, pueblo del
(lLlc se agrega al agua, aumenta el poder
rlc pcnetración de ésta disminuycndo su
t cnsión superlicial, la cual tiende a lb¡mar
ur¡titas esféricas que permanecen en la
srr¡rerFcic de cu:rlquicr cucrpo sobre el
r'u:ll se rieguc, Echcnsc s,rbrc rrn p:rpel
r,:rrias gotitas de agua corr un cuentago-
l:rs, y se verá que conservan su Iorma es-
lórica y no penetran en el papel. Agré-
.qllese un agente humectante, y al punto
las gotas se aplanan, se extienden, pene-
Lrany emPapan.
En Nerv Haven, estado de Connecticut,
una empresa de papel de desecho tuvo un
gr¿nde incenclio hace unos cuatro años.
l'.n el edificio había varias toneladas de
papei en balas. Después de muchas horas
de brega, los bomberos lograron apagar
las llamas. Pero con esto no terminó su
t.rrce. Ocho horas m,ís tuvie ron que crn-
¡rlear urepasando, las ruinas anegadas,
abriendo balas y extir.rguiendo el fuego
traicionero que aún ardía lentamente en
casi todas ellas.
Este trabajo de «repaso», o recono-
cimiento posterior, consume las dos ter-
ceras partes del tiempo que los bomberos
emplean en los incendios. A pesar del es-
mero con que lo ejecr,rtaror-r los bomberos
de Neu, Haven en el incendio menciona-
clo, en la semana siguiente hubo que
llamarlos seis veces más, a causa de resur-
gimientos del fuego en lugares donde ellos
lo habían dado por extinguido completa-
mente .
Hace pocos meses ocu¡rió otro ince ndio
de grandes proporciones en el mismo al-
macén de papel de desecho. Los bomberos
1o extinguieron en igual tiempo, próxi-
mamente, que el primero. Pero esta vez
no se necesitó el tedioso repaso, ni a los
bomberos los volvieron a llamar después.
Su iefe, Paul Heinz, había errpleado
de enero
agua moiada.
cst¿rclo
de Rhode Island, pocas horas después rluc
habían apagado con pasmosa rapidez cl
incendio de un taller de cepillar madcra
que amenazaba adquirir gran magnitud.
El edificio del taller e ra de tablas. El piso
principal cstaba lier.ro clc madera apilada
hasta el teclio, y en el s<ítano, abierto por
un ext.remo, había un depósito de aser¡ín
de dos metros de alto, que cubría casi
todo el piso. El incendio, que principió
cuando un obre¡o est¿rba cebando Lln mo-
tor de gasolina, se extendió hacia abaio
por las rendijas del entablado, y encontró
abunciancia de excelente combustible pa-
ra alimentarse, amén de una fuerte l¡risa
que entonces estaba soplando.
E,ntre los que acudieron cuando sonó
la llamada de alarma estaba f. R. Hill,
jefe de bomberos, que traio dos mil qui
nientr¡s litros cle agua mojada en un tan-
que auxiliar de su camión de bombas.
Hizo abrir dos aguje ros en el piso, y me tió
por ellos sns toberas pulverizadoras. Al
rnismo tiempo mandó que a la boca de
agua más cercana, que distaba trescientos
setenta metros del lugar, se llevara una
tubería de reserva de unos 64 milímetros
de diámetro. Pero cuanclo ios encargados
de esta operación regresaron de la boca
de agua, des¡rués de unir a ella su larga
tubería, ¡ya no había incendio! El agua
mojada había acabado con él en un deci¡
Jesús. En el examen que se hizo poste-
riormente se vio que el agua había empa-
pado completamerte la madera y el ase-
rrín y penetrado en la tierra subyacente
hasta una prolundidad de cinco centlne-
tros.
nEn E,xerer», dice el guardabosques
Clarence Edson, de la sección de Rhode
Island del servicio federal de bosc¡ues y
parques, ohicimos ¡ecientemente una
comparación práctica del agua mojada y
el agua ordinaria en la extinción cle un
 SELECCIONES DEL READER'S DIGEST
incendio ocurrido en campos cubiertos de
vegetación.
«Estos campos eran bastante extensos.
En la superficie,,sobre una capa gruesa de
mantillo, había grande abundancia de
pinochas y de maleza seca. Puse una cu¿r-
drilla en el lado del oeste, cen aguÍr mo-
jada, y otra, con agua ordinaria, en el
lado del este. Las dos cuadrillas constaban
de un mismo número de hombres y te-
n'ran un mismo equipo mecánico. La del
agua ordinaria necesitó cinco horas para
apagar el incendio en su sección, incluso
el tiempo empleado en repasar el terreno
y echar agua de nuevo en las secciones
donde aún quedaban restos de fuego. La
otra cuadrilla extinguió el fuego en su
zona, que era de varias hectáreas, en me-
nos de una hora, y no tuvo que vigilar
durante el resto de la noche, ni volver a
echar agua en ninguna parte. »
Es fácil conseguir hombres que ataquen
un incendio cuando por todas partes sur-
gen las llamaradas y el trabaio es exci-
tante y animado. Pero cuando se trata de
la tarea agotadora de cavar en el suelo en
busca de rescoldo y fuego oculto que arde
y se aviva lentamente, o cuando hay que
pasar toda la noche yendo y viniendo por
bosques oscuros con un pesado tanque de
agsaala espalda-entonces la mayor par-
te de los bomberos voluntarios se van a su
casa porque el trabajo, fuera de fatigoso,
es en extremo árido y monótono.
Los agentes humectantes se pr€pararon
al principio para la industria de los teji-
dos, a fin de hacer que las disoluciones de
teñir y blanquear penetraran bien y uni
formemente en los géneros. Hoy se ven-
den varios centenares de ellos, hechos de
acuerdo con otras tantas fórmulas. No
todos se adaptan a la extinción de incen-
dios; pero, de los que se han probado
hasta ahora, como treinta prometen bue-
nos resultados. La primera empresa que
Mayo r947 «AGUA MOJADA» PARA INCENDIOS t05
seespecializó en Ia fabricación de humec- dustriales, a muchas de las cuales a mertaz-a Para tales incendios, y para los quq de
tantes para incendios fue la de Arnold, constantemente el peligro de incendios ordinario ocurren en las casas de habita-
Hoffman & Co., de Providence, estado de debido a la acumulación de materiales ción, Ios graneros, las tiendas y los !os-
Rhode Island. Su «Drench » empezÁ a especialmente inflamables, como corcho, ques, el agua moiada promete evitar la
venderse en noviembre de 1946 a 66 cen- algodón, grandes montones de hulla grasa pérdida de millones de dólares debida al
tavos por litro, envasado en cilindros de (que a menudo se enciende espontánea- fuego y aI agua que se usa para extin-
unos 2o8 litros.'El precio sin duda dismi mente) y polvo de madera y de granos. guirlo.
nrirá a medida que aumente la produc-
ción.
Un incendio grande todavía necesita
mucha agua y aparatos fuertes de alto
rendimiento. Pero para la mayor parte de
los incendios bastan unas pocas tuberías
delgadas con agua mojada. La concen-
tración normal para los que en los Esta-
dos Unidos se llaman incendios de clase A
(madera, basura, etc.) es de uno por
ciento (mezcla de 99 partes de agua y una
de humectante). Para aceites volátiles de
punto de inflamación de más de 38 grados
centlgrados, como el petróleo de alum-
brado y el aceite combustible, la mejor
concentración e§ la de dos por ciento,
aunque se han logrado buenos_resultados
con concentraciones menores. La gasolina
y otros líquidos de bajo punto de infla-
mación no se apagan fácilmente con agua
mojada;
Los envases galvanizados no resisten
por muchos meses la acción qulmica de
los agentes humectantes. En tales casos,
el agente se agrega al agua inmedia tamente
antes de usarla. Pero en los tanques de
acero tales agentes, si se les agregan bue-
nas sustancias antioxidantes, no causan
mayor daño que el agua natural de casi
todas partes.
Providence ha sido probablemente la
primera ciudad en usar agua mojada en
los tanques auxiliares de los camiones de
su servicio de bomberos, El departamen-
to de bosques del estado de Massachusetts
la lleva en muchos de sus camiones de vi-
gilancia. Y cada día es más usada por los
cuerpos de bomberos de las empresas in-
.fl