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El trabajador tenía que trabajar incansablemente para obtener algunos medios para solo obtener
algunos medios con que alimentar su sufrida existencia. Las clases de relaciones entre patronos
y trabajadores eran de amo a esclavo, a base de decisiones autocráticas. El señor feudal era
amo absoluto, su poder de decisión era ilimitado, a tal grado que llegaba a “decidir” hasta en la
noche de bodas de sus vasallos (derecho de pernaada o prima nocti).
De esta manera cabe destacar que otra característica de este periodo, fueron las formas
descentralizadas de gobierno y como reacción a lo sucedido en el imperio Romano y en el
gobierno democrático griego, que fueron altamente centralizados.
Es así como aparece el feudalismo, sistema bajo el cual los antiguos ciudadanos y habitantes
del imperio Romano se agruparon alrededor de personajes en busca de su protección.
Al continuarse las guerras y con la caída del Imperio Romano, se levantaron nuevos Estados que
repartieron las tierras conquistadas o las depositaron a Señores feudales para gozar de su
protección, creándose grandes extensiones de territorio que se denominan feudos y que eran
propiedad de una nueva clase social, los señores Feudales, en donde ellos eran los dueños y
los antes esclavos, los colonos y los campesinos libres se convirtieron en campesinos vasallos
que en ciertas circunstancias se convertirían en servos u el lema era “no hay tierra sin señor”.
A través de los siglos, las normas administrativas y los principios de la organización publica se
fueron transmitiendo de las instituciones estatales (como en el caso de Atenas, Roma, etc.) a las
instituciones de la naciente Iglesia católica y a las organizaciones militares. Esa transferencia se
hizo lenta, pero efectivamente, tal vez porque la unidad de propósitos y objetivos-principios
fundamentalmente en las organizaciones eclesiásticas y militares no se encontraba siempre en
la acción política que se desarrollaba en los estados, movida generalmente por los objetivos
contradictorios de cada partido, dirigente o clase social.
La iglesia impuso sus valores en el orden social y religioso, identificando el gobierno eclesiástico
con el estado.
En el campo comercial se impusieron criterios muy severos pues la actividad de los mercaderes
se consideraba como una actividad vergonzosa e ilícita. La usura fue considerada como un robo.
El valor fundamental de este periodo radicaba en la salvación del alma, objetivo que se
desprendía de del principio de que el hombre fue puesto en la tierra durante un período en el que
su primer afán debería ser prepararse para la eternidad. Estos valores conformaron el sistema
económico medieval.
El último parte del medioevo dos fechas importantes se introducen en la escala de valores:
Primero. Se desarrolla una creciente actividad comercial en los estados italianos, por un
incremento en las actividades de los gremios artesanos. Se da, al mismo tiempo, por un creciente
intercambio comercial de productos entre los estados.
Segundo. Los valores basados en principios religiosos empiezan a cambiar, a raíz de los escritos
de Santo Tomas de Aquino, entre otras cosas, justifica contra la opinión establecida, la actividad
del mercader, sosteniendo que, aunque el comercio es desagradable en un mal necesario y que
el comercialismo tiene una función social. Se considera importante esta justificación de las
actividades mercantiles. La usura siguió siendo condenada y restringida.
Durante la Edad Media, floreció y se consolido la iglesia católica, apostólica y romana que, de
acuerdo con sus principios doctrinales, el Papa recibe su autoridad de Dios y ocupa la mayor
jerarquía en la organización. Su autoridad central es poderosa y única, en contraposición a otra
forma administrativa en donde conforme la organización crece se van estableciendo niveles
intermedios e inferiores de autoridad, en la iglesia católica existe un proceso inverso no de
delegación, sino de superposición de autoridad a niveles superiores. El Papa conserva una
autoridad no delegada y los nombrados derivan la suya no del Papa, sino directamente de Dios.
Al crecer el número de fieles las pequeñas misiones se constituyeron en iglesia y estas desde
un principio se agruparon en diócesis. La autoridad coordinadora se caracteriza de un poder
central, que tiene unido a un colegio de obispos con poderes propios que requieren, sin embargo,
la subordinación a dicho poder central. En esta época, el poder interfirió en la administración de
la iglesia y hubo una larga contienda en los siglos XI, XII y XIII.
El cenado del romano pontífice, lo constituyen los cardenales y el gobierno de la iglesia le asisten
como consejeros y colaboradores, se le denomina sagrado colegio de cardenales y se distribuye
en tres órdenes: episcopal, presbiteriana y diaconal.
Siendo la iglesia católica la mayor organización mundial existente y a su vez la más centralizada
en su forma de gobierno, resulta importante por sus funciones desde el punto de vista
administrativa.
El concepto de jerarquía dentro de la organización militar es tan antiguo como la propia guerra,
pues existió siempre la necesidad de un estado mayor para el ejército. Sin embrago, el estado
normal, como cuartel general, solo apareció en 1665 con el distrito de Brandemburgo, precursor
del ejercito prusiano. La evolución del principio de asesoría y la formación de un estado general
tuvo su origen en el siglo XVIII en Prusia, con el emperador Federico II, el grande (1712-1786),
quien deseoso de aumentar la eficiencia de su ejército hizo algunas innovaciones en la estructura
de la organización militar. Con la ayuda del general Scharnhorst fue creado un estado mayor
(staff) para asesorar el mando (línea) militar. Los oficiales de línea y de asesoría trabajaban
independientemente, en una nítida separación entre la planeación y la ejecución de las
operaciones de guerra. Los oficiales formados en el estado mayor se transferían posteriormente
a posiciones de mando (línea) y de nuevo al estado mayor, lo que aseguraba una intensa
experiencia y vivencia en las funciones del gabinete, de campo y nuevamente de gabinete.
Otra contribución de la organización militar es el principio de dirección, según el cual todo soldado
debe conocer perfectamente lo que se espera de él y aquello que debe hacer. Resalta la Mooney
que aun Napoleón, el general más autócrata de la historia militar, nunca dio una orden sin explicar
su objetivo y verificar que se había comprendido correctamente, estaba convencido de que la
obediencia ciega jamás llega a la ejecución inteligente de cualquier acto.
A comienzos del siglo XIX, Carl Von Clausewits (1780-1831), general prusiano, escribió un
tratado sobre la guerra y los principios de guerra, sugiriendo como administrar los ejércitos en
periodos de guerra, en este se inspiraron muchos teóricos de la administración que
posteriormente se basaron en la organización y en la estrategia militar, adatando sus principios
a la organización y a la estrategia industrial.
Teoría de Montesquieu
Carlos Sècondat Montesquieu (1689-1755), con sus teorías del pensamiento administrativo, tuvo
gran influencia en la administración pública moderna para la división de los órganos del Estado
y en grado menor para la separación funcional de actividades en las empresas privadas.
El poder Legislativo es el que hace las leyes o deroga las existentes, el Ejecutivo tiene la
responsabilidad de aplicará y el Judicial castiga los delitos y tiene a su cargo la interpretación de
las diferencias entre las personas.
Montesquieu considero convenientemente que los miembros del poder Judicial fueran
transitorios y salidos de lo “más popular” en tanto para los Poderes Legislativo y Ejecutivo podrían
ser permanentes “porque no ejercen particularmente contra persona alguna”. A pesar de ello lo
fundamental de su Teoría de la separación funcional se mantiene actualmente, sin embrago, lo
más importante es, no la separación sino la coherencia de sus funciones para que el Estado
actué con unidad.
La revolución industrial
En cuanto a la administración del factor humano dentro de las organizaciones encontramos que
existía una división del trabajo de tal manera que las actividades a realizar fueran más simples,
las jornadas de trabajo eran de 12 a 13 horas, las condiciones ambientales eran peligrosas, los
salarios eran bastante bajos, etc.
Al trascurrir los años, los trabajadores empezaron a tener conciencia de que la forma de vida que
llevaban era realmente precaria y que las condiciones laborales en las que se encontraban
dejaban mucho que desear, por lo que surgieron ciertas tensiones entre las clases obreras y los
dueños de las industrias; esto llevo a la necesidad de generar algunas leyes que laborales que
defendieran los derechos de los trabajadores.