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CEMENTERIOS COMO CIUDAD

Un cementerio, camposanto o panteón es el lugar donde se depositan los restos


mortales o cadáveres (inhumación). Dependiendo de la cultura del lugar, los cuerpos
pueden introducirse en ataúdes, féretros o sarcófagos, o simplemente envolverse en
telas, para poder ser enterrados bajo tierra o depositados en nichos, mausoleos, criptas u
otro tipo de sepulturas. También son utilizados para enterrar las cenizas de personas
cremadas las cuales son guardadas en un cofre o urna.
La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa
dormitorio porque, según la creencia cristiana, en el cementerio, los cuerpos dormían
hasta el día de la resurrección. A los cementerios católicos se les llama también
camposantos, dado que en Pisa, cuando ateniéndose a medidas de higiene la autoridad
ordenó cerrar el cementerio, que había sido construido en el siglo XIII dentro de la ciudad,
el terreno fue cubierto con una gran capa de tierra, que las galeras pisanas habían traído
de los lugares santos de Jerusalén. Y la palabra panteón se utiliza como sinónimo de
cementerio en algunas regiones de América, como México y Andalucía en España.
Usualmente, los cementerios son comunitarios, es decir, en dicho lugar se
encuentran las tumbas de los miembros de la comunidad, sin llegar a ser tumbas
colectivas, pues cada difunto tiene su propio espacio determinado aunque, por decisión
familiar, también pueden enterrarse varios familiares en el mismo lugar.
En cuanto a la simbología, en primera instancia, las escrituras que se plasmaban
sobre un monumento funerario seguían la última voluntad del difunto, eran mucho más
que un epitafio, más aún, los monumentos funerarios y sus símbolos son algo más que el
soporte de estas escrituras y son una lectura complementaria del mismo texto. No es fácil
comprender el lenguaje simbólico de algunos de ellos, porque carece de los elementos
que permiten decodificar el significado de ellos o el que les da quien los encarga. A pesar
de que muchos tienen una larga tradición en la cultura funeraria occidental, hay muchos
de ellos que son muy difíciles de entender.
En el siglo XIX y principios del XX se les dio mucha importancia a los símbolos,
porque expresaban el mensaje que se quería ofrecer al visitante, siendo esta simbología
un complemento a los epitafios, como se refería anteriormente. Uno de estos detalles
podía significar mucho, en especial si se trataba de un concepto religioso o pagano.
A pesar de ser un lugar nostálgico, también es un lugar que alberga un gran patrimonio
arquitectónico, escultórico y artístico. Los mausoleos y tumbas tienen diversos estilos
arquitectónicos: egipcio, griego, romano, mesoamericanos, gótico, morisco y más
contemporáneos. Hay coloridos vitrales y elaborados trabajos en hierro forjado más tradicionales
y también al estilo art decó.
El epitafio, es el texto que honra al fallecido, normalmente inscrito en una losa o
placa sobre su tumba. Tradicionalmente un epitafio está escrito en verso, pero hay
anomalías. Se han distinguido diversos poetas que han compuesto su propio epitafio. El
nombre Epitafio, epitaphium en latín, es compuesto de dos voces griegas epi, sobre,
y taphos, tumba, es decir inscripción puesta sobre una tumba, inscripción sepulcral. En la
antigua Grecia, hacía referencia a la oración dicha respecto a los atenienses muertos en
batalla.

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