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19 May 2018 - 9:00 PM

Por: Eduardo Sarmiento

Cambio de metodología o de
concepción
El DANE sorprendió con una tasa de crecimiento de 2,2 % para el primer trimestre del año.
En la información desagregada se encuentra que la agricultura crece 2 %, el suministro de
electricidad, gas y vapor 0,6 %, las industrias manufactureras -1,2 %, la explotación de
minas y canteras -3,6 % y la construcción -8,2 %.
El DANE adoptó un cambio metodológico drástico: amplió el número de sectores en el
cálculo del producto nacional. Los nuevos sectores crecen a altas tasas y carecen de
historia estadística. En contraste, las actividades tradicionales de minería, agricultura,
industria, construcción y energía, que representan más del 50 % del valor agregado de la
economía, crecen en conjunto a menos de cero. Es bien sabido que cuando la mitad de las
partes de un sistema crece por debajo de cero, lo más probable es que la suma no crezca
muy por encima de cero.
Lo cierto es que la elevación del crecimiento del primer trimestre (2,2 %), con respecto al
mismo período del año anterior (1,3 %), no obedece a la mejoría del desempeño de la
economía, sino al cambio del procedimiento metodológico. Si el cálculo de los dos
trimestres, es decir, de 2017 y 2018, se realiza con la nueva metodología, el crecimiento
sería similar. No hay tal recuperación de la economía.
Hasta aquí las observaciones metodológicas. Las cifras desagregadas muestran que los
sectores centrales y líderes de la economía avanzan por debajo del promedio. Dejan al
descubierto las enormes deficiencias del modelo económico. La caída de la minería por
cuarto año consecutivo revela que la movilización de los recursos al sector petrolero no
tuvo la incidencia prevista. Debido a los enormes requerimientos de capital, los elefantes
blancos, como Reficar, generan rendimientos muy modestos. En cualquier otra actividad
de la economía habrían rendido mucho más. La caída de la industria y la volatilidad de la
agricultura revelan cómo el modelo de minería y petróleo, así como la libertad cambiaría,
bloquean el avance de los dos sectores. Su desarrollo no es posible sin una prioridad clara
a la inversión y la protección externa. Lo más desconcertante es la construcción. La
infraestructura vial por sus altos requerimientos de capital y la baja rentabilidad privada
no tiene las características para impulsar la economía. Sin duda, los recursos habrían
resultado mucho más eficaces en la vivienda de interés social y en la construcción de
ferrocarriles y vías menos ostentosas.
La solución no es modificar la metodología para introducir sectores sobre los cuales no se
dispone de control, sino actuar sobre los hechos. Los esfuerzos han girado en torno a la
baja de las tasas de interés, la regla fiscal, las reformas tributarias y la inversión en
infraestructura física. Luego de 4 años de caída persistente del producto nacional y del
incumplimiento reiterado de las proyecciones oficiales, es indudable que el modelo
económico imperante no da los resultados previstos y anunciados en los altos círculos. De
hecho, se plantea cambiar la estructura productiva de la minería a la industria, adoptar un
marco cambiario, comercial y tecnológico que propicie las exportaciones y regule las
importaciones, y seguir una política fiscal y monetaria combinada que asegure la igualdad
entre el producto nacional y el gasto. Si a esto se agrega mayor progresividad tributaria y
mejor focalización del gasto social en salud, educación y pensiones, la recuperación del
crecimiento se realizaría con el aumento de la participación del trabajo en el producto
nacional y la reducción del coeficiente de Gini.
https://www.elespectador.com/opinion/cambio-de-metodologia-o-de-concepcion-
columna-789445

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