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"En Argentina hubo campos de concentración para indígenas"

(Prensa ENDEPA) El pasado 30 de enero, Diana Lenton fue entrevistada por Adrián
Paenza en el programa de la Televisión Pública, Científicos Industria Argentina. En esta
entrevista, Lenton brindó una interesante mirada hacia el concepto de genocidio, su
aplicación al caso de la historia de los Pueblos Originarios de nuestro país, y otras
cuestiones derivadas.

Diana Lenton se doctoró en Antropología por la Universidad de Buenos Aires en 2006, con
Tesis titulada “De centauros a protegidos. La construcción del sujeto de la política
indigenista argentina a través de los debates parlamentarios”. Desde 1994 es Docente de
la UBA y Profesora Titular en la Carrera de Especialización en Estudios Culturales de la
Universidad Nacional de Santiago del Estero.Es Investigadora Adjunta de CONICET, con
un proyecto titulado “Inicios del movimiento indígena en la Argentina: hegemonía y
memoria”. Dirige un equipo de investigación subsidiado por el sistema UBACYT
(“Memorias colectivas y narrativas de la violencia. De la diáspora y el despojo indígenas
hacia nuevas formas de comunalización”), integrado por varios investigadores y
estudiantes de esta misma Sección. Forma parte del Equipo Responsable del proyecto
PICT (FONCYT) “Genocidio, diáspora y etnogénesis indígena en la construcción del
Estado – Nación argentino”.

En una primera parte, indicó que desde el equipo de investigadores que integra
“empezamos a trabajar ante la consulta o discusión si el concepto de genocidio podía
aplicarse a las políticas indigenistas de los estados actuales. Nos pusimos a buscar las
pruebas, porque no es que no existan, sino que en archivos generales donde se han
buscado y encontrado documentos para generar próceres y para la narración de la historia
oficial, están también los documentos que demuestran el genocidio contra los Pueblos
Originarios.. Están ahí, pero no se muestran”.
El profundo y paciente buceo de estos investigadores en la documentación disponible en
archivos oficiales, les permitió conocer detalles de los campos de concentración a los que
eran enviados contingentes de pobladores originarios de todas las edades, que eran luego
entregados gratuitamente como mano de obra esclava de industrias, estancias e incluso
“casas de familia”.
Sostuvo Lenton: “hay distintos lugares donde se localizaron prisioneros de la llamada
Conquista del Desierto en la Isla Martín García, y eran campo de concentración, que no
necesariamente tienen que ser campos de exterminio”. Sobre estos conceptos, la
antropóloga remarca una diferencia en relación a uno de los paradigmas hegemónicos
sobre los cuales suelen hacerse las referencias más usuales: “Nosotros luchamos contra
el modelo de interpretación del concepto de genocidio que viene pensado para definir por
ejemplo como campos de concentración solamente a espacios como lo que fuera
Auschwitz. Existen los campos de concentración que no fueron campos de exterminio. En
Martín García por ejemplo, se concentraba prisioneros de campañas militares de fines del
siglo 19, que después se entregaban como mano de obra gratuita para industrias como las
del algodón, el ázucar, etc. En archivos de la armada, están las cartas de la gente que pide
por ejemplo 200 familias para trabajar en un ingenio, o una chinita para trabajar en tareas
domésticas. Todas estas personas eran llevadas a esos destinos finales desde los campos
de concentración”.

En este sentido, Lenton se refirió a otro punto neurálgico que funcionó como campo de
concentración para poblaciones indígenas capturadas durante la Conquista del Desierto: el
campo Valcheta, en la provincia de Río Negro. “En Valcheta hay un historia distinta,
porque allí se dio la concentración de tribus enteras. Si bien tribu no es un concepto
adecuado, en ese entonces así se denominaban. Este lugar funcionó como campo de
concentración durante diez años. Y luego desaparece el campo. No quedó nada. Es decir,
hay un sistema de silencio e invisibilización de esa historia. Lo que hacemos los
antropólogos e historiadores, como método, es recoger las historias, las memorias que aún
quedan. Tenemos personas que nos han contado que sus abuelos les contaron como se
escaparon de los campos de concentración. En el caso de Formosa o Chaco, esas
campañas que incluían reclutamiento en ese tipo de campos, duraron hasta la década del
cincuenta inclusive”.

En cuanto al uso del término “genocidio” para referirse al proceso conocido como
Conquista del Desierto, la investigadora asegura que “entre las cuestiones que se toman
en cuentan para que una política sea conocida como genocidio está la de someter a una
población civil , a las familias, y en este caso, lo que hace el Ejército de Roca es atacar a
las familias. Ellos sabían que los indios de guerra, como les decían, estaban en
determinados lugares y que en otros lugares estaban las tolderías donde estaban las
mujeres, los ancianos y los niños. Iban a las tolderías, se llevaban a las mujeres, niños y
ancianos, y quemaban los ranchos. Era parte de una estrategia. Después esos niños y
esas mujeres se repartían en las ciudades”.

Lenton también hizo hincapié en otra metodología propia de esas campañas militares, que
se repitiera además como método sistemático durante la última dictadura militar en la
Argentina y otras dictaduras latinoamericanas: el robo de bebés. “En 1948 la Comisión
para la sanción y prevención de delito de genocidio, de las Naciones Unidas, que se crea
sobre modelo de genocidio armenio, genera un concepto de genocidio, que es una palabra
moderna sobre la base del griego, que nace retroactiva porque es un concepto que se
desarrolla con los crímenes ya consumados. Dentro de estos crímenes, la Comisión
identificó también al robo de bebés”.

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