La c o n tr a c u lt u ra
como p ro te s ta
. "I
. 1
CUADERNOS DE JOAQUÍN MORTIZ ~•
ENRIQUE MARROQUÍN
La contracultura
como protesta
, ,
ANALISIS DE UN FENOMENO JUVENIL
MÉXICO, 197 5
Prime ra e clii~n. julio de 1975
D. R . © !itoria l Joaqu ín Mouiz, S. A.
Tabílsco l. ( México 7, D . F.
•
PRóLOGO
Este libro representa uno de los primeros intentos, en
nuestro país, para dar luz a un fenómeno tan complejo
cuya cercanía, en el plano temporal, ha imp·edido que se
le observe con la perspectiva y la objetividad necesarias.
El fenómeno connota la revisión de algunas concepciones
del mundo para ofrecer la posibilidad de cambios sus-
tanciales que modificarán la actitud que el ser humano
tiene hacia el mundo que lo rodea y hacia su propio uni-
verso interno. Las tesis en si no son nuevas, pues nada hay
nuevo bajo la luz del sol, pero si es novedosa la agrupación
de semejantes ideas en un fin concreto: la transformación
esencial del ser humano, aquello que Enrique Marroquín
ha denominado como "cambio cultural".
Esta revisión de valores, me parece, es algo que apenas se
inicia, y quizá por ello correspondió a ciertos jóvenes ser los
abanderados, los heraldos de las transformaciones que han
de v.enir. El que las ideas que Enrique Marroqu{n desglosa,
y trata de analizar, fueran sustentadas por los jóvenes no es
casual: los jóvenes enfrentan la tarea monumental de par-
tir de la inconsciencia., de los actos guiados por impulsos,
para adquirir la riqueza de la conciencia, para domeñar
la irracionalidad ciega y obtener la responsabilidad en
cada uno de sus actos, para ganar la cert"eza, o al menos
la convicción, de que el camino que eligen en la vida
corresponde a las necesidades concretas del contexto irre-
petible en que se hallan.
Por esa razón no me parece extraño) sino incluso nece-
sario, que los albores de una nueva era se manifestasen
inicialmente, con toda la confusión y toda la algarabía
que ello implica, en quienes apenas están "descubriendo
el mundo" y que aún tienen por delante la tarea de cimentar
su. existencia ya sea bajo los moldeJ y los patrones estable-
cidos o bajo una concepción revolucionaria.
Todo lo anterior, pienso, debe de resultar mU)1 discuti-
ble) si es que no francamente inaceptable, cuando se con-
sidera que las. actitudes y las ideas -dispersas y caóticas-
de los "jipis", o "jipitecas" como les llama Enrique Ma-
Noquin, sean las que entrañen ese cambio sustancial para
1
7
toda la huma nidad . Ésta es una p,,-oposición difici l, que
tiene ante sí un verda dero océan o de ideas preco't'lrcebidas,
de criter ios emoc ional es y de, como ya he tratad o de estipu -
lar, una evide nte falta de perspectiV'a histór ica para anali-
zarse debid amen te.
Sin embargo~ de algún punto se debe de partir . M~
parece incue.,;_;tionable que el fenóm eno de los jipis -me-
xican os o no- es algo much o m,ás comp lejo que el de una
simpl e "mod a", o de una actitu d pasaj era o manip ulada .
Ha'Y much as razon es para considerar lo anter ior. Prim fro
que nada, el hecho de que el sector juven il de la sociei lad
-o una parte de él- haya irrurn pido con fuerza inneg able
hasta. hacer se prese nte en la vida social de nuest ros paí-
ses. Anter iorme nte, los jóven es de casi todas las época s
rep,re sentab an grupo s despr ovisto s de ideas ,propias;, que
sólo se dedic aban a dejars e guiar por las mane ras que el
·"mun do adu,.lto,, establ ecía, según sus intere ses. En la dé-
cada de los años sesen ta result ó innegable;, y de allí la
difusi ón hasta adqui rir la conno tación de una "moda ".,
que algun os jóven es no se. halla ban dispu eMos a acept ar
acríti came nte los linea mient os que se les prese ntaba n, sino
que emple aron una gran canti dad de energ ía para pre-
senta, · punto s de vista distin tos, que aunq ue se manif estara n
de una mane ra caótica, result aban digno s de consi derac ión.
En la décad a de los años sesen ta los jóven es llama ron
la atenc ión de toda la socied ad media nte dos forma s, tra-
dicion ales, de lucha : una, políti ca; otra, moral . En la ,pri-
mera, los jóven es insist ieron , con una gran pasió n, en la
neces idad irreve rsible de llevar a cabo camb ios prof un~
dos, revolu ciona rios: de camb iar hasta la 'raíz la orga-
nizac ión de_ los sistem as políti co-ec onóm ico-so ciales que he•
mos padec ido para evitar la explo tació n del homb re por
el homb re y para empe zar a estab lecer las bases de socieda-
des más propi ciator ias, más huma nas. En la segun da, los
jóven es insist ieron , hasta hacer paten te7 que la organ izació n
viciada., anqui losad a, de los regím enes sociales tiene su
base dentr o del ser huma no mism o: que la tende ncia tan
agudi zada, hacia la autod estruc ción, hacia la pérdi da esen-
cial de valore s, hacia la conce pción del mund o como un
infier no de falta de comu nicac ión y de intere ses mezq ui-
nos tambi én tiene que niodif icarse desde su. raíz, para que
las relaci ones huma nas se aireen y para que pueda existi r
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una manera de vivir mediante la cual la vida se disfrute
y el hombre llegue a su plenitud, a disponer del mdximo
de sus potencialidades, y la vida misma no se desperdicie.
Ambas actitudes revolucionarias de los jóvenes -que
podrían considerarse como "externa" e "interna"- resul-
taron saludables para toda persona que estuviera dispuesta
a analizar esas proposiciones sin prejuicios, con una mente
abierta. Ambas, también, de ninguna fo-rma eran origina-
les: sus antecedentes datan de muchos siglos, pero quizás
hasta nuestros días se hicieron tan patentes en. un plano
más colectivo y mds i'ndividttal, y por ello mds suscep-
tible de modificar la totalidad de condición humana.
Creo que a los "jipis" correspondió la "revolución inter-
na'': el ªcambio culturalu a que alude el autor. Este sector
de jóvenes recurrió a viejas tesis filosóficas., religiosas,
esotéricas., y a actitudes también mu.y antiguas., para pro-
testar ante hábitos tan arraigados que continuaban., y con~
tinúan, moviéndose sin que nos demos cuenta. Natural-
mente, toda esa serie de ideas y de conductas se dieron sin
orden ni concierto, respondieron a "impulsos irrefrenables"'
que los mismos jóvenes se hallaban incapacitados para ana-
lizar debidamente. Esto, por desgracia, no podfa ser de
otra manera, y ésa es la razón por la cual, me parece, el fe•
nómeno de los jipis haya motivado tantas reacciones, las mds
sumamente emocionales y apasionadas. A un alud de ideas
caóticas correspondieron respuestas igualmente caóticas.
Tengo la impresión -y de ninguna manera la certeza-
de que ésa no es la manera apropiada de encarar un
problema .. .i'.-fe parece que ante un fenómeno complejo que
se presenta sin orden se debe de proceder ordenadamente;
de una forma tal que resulte complementaria: ante un
fenómeno "irracional" ha.y que anteponer la razón, ante
una profusión apasionada hay que ofrecer la serenidad, y
ante algo caótico, revuelto, se debe proceder como cuando
uno se topa con hilos enmarañados )', con una paciencia
y una perseverancia invencibles, se procede a apartar y a
seleccionar., a extraer hilo tras hilo hasta formar madejas.
Creo que este libro de Enrique Marroquín se ha pro~
puesto una tarea de ese tipo. Tengo la impresión de que,
aparte de que hay una gran cantidad de· p7oposiciones
polémicas y discutibles, de apreciaciones que aún requieren
reflexión y enriquec,imiento, si es que no la réplica total,
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el autor de este libro se propuso ofrece-r puntos de partida ,
bases sobre las cuales el fenóme no juvenil de los jipis sea
observa do y meditad o. No dudo que, en lo esencial, la
actitud de Marroq uín ha sido muy se-ria y por ello muy
saludable: evitó, hasta donde pudo, la simpatí a o la anti-
patia, hizo a un lado .la posibili dad seduct'ora de alejar el
tema por consideraf'lo intrasc endente o por concebi rlo co1no
imposib le de enfrenta rse hasta di.sponer de mejores ele•
mentas de juicio. No quiso, tampoc o, suscribirse a las fuen-
tes más cercanas, las de la experie ncia persona l y las de
los medios masivos de comuni cación, sino que con una
gran laborio sidad también partió de estudio s filosóficos,
algunos de ellos clásicos, para formar su punto de 1,ista y,
asi, hacer patente la importa ncia que concede a todo este
fenóme no que, creo, rebasa los ámbito s '~juveniles".
Un terna como éste, la necesid ad de cambio s cultural es
para comple mentar los cambio s político s y económicos,
de ningun a manera puede abarcarse en un solo libro, y
mucho menos agotarse con los vehícul os filosóficos de un
solo autor. La.s bases que este libro ofrece, esos puntos de
partida , también tienen la virtud de p ermitirn os ahonda r
en ellos y de invitarn os a encarar la necesid ad de modi-
ficar, hasta la transfor mación total, nuestro s criterios mora-
les. Así como sectores cada vez más grandes de todas las
sociedades han empezado a ser conscie ntes de la necesid ad
de la revoluc ión política económ ica, igualme nte es im-
prescin dible conside rar si esa revoluc ión podrá ser posible
con los "sistem as'' morales , individ uales, que ahora nos
dom inan con la misma dictadu ra férrea de los j1eores fas-
cismos.. Tambié n hay fascismo s interno s que requier en la
revolución, la lucha constan te e insorbo rnable. No puede
haber un orden justo en la socieda d si no existe su equi-
valente en el individ uo, y por eso los jipis profntsieron:
rw siempre se puede tener lo que uno quiere, pero si se
intenta , se podrá tener lo que uno necesii'a.
Un tema como éste subraya la posibili dad de fundir
ambas formas de lucha, de comple1nentarla.s en una ·rela-
ción dinámic a, dialécti ca; esto, me parece, es emf>ezar a
introdu cirnos en el futuro más esencial. Por eso espero
que este intento sean · bienven ido.
José Agustín, mayo, 1975
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INTRODUCCiúN
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todo ello íntimamente relacionado. Las revueltas estudian•
tites fueron signo de que la conciencia social y política
ha ;u1mentado. En cambio, no hemos tomado suficiente-
mente en cuenta la maravillosa transformación cultural,
a la cual la nue·va generación del pelo largo ha sido tan
sensible.
Desde esta perspectiva de cambio cultural se enfoca el
presente libro. El aumento del consumo de la droga en-
tre la juventud puede ser efecto de las transformaciones
socioculturales para las que el joven no estaba preparado.
Pero igualmente la droga puede ser considerada como un
factor de cambio, en el contexto de determinado marco
cultural. Al menos, la subcultura hippiei contestataria de
los valores occidentales hasta el punto de considerarse
. como contracultura, puede ser estudiada como una viven-
cia profética de la nueva cultura en gestación.
La primera parte de este libro puede coincidir con mu-
chos reportajes periodísticos ya inactuales. De todos modos
se imponía una descripción breve de este fenómeno so-
cial, en especial dentro del marco de la realidad mexicana.
Entre nosotros se creyó que el hippismo fue tan sólo un
movimiento de reacción contra el desarrollismo tecnocrá-
tico y deshumanizador del primer mundo, y, por lo tanto,
ajeno a nuestra idiosincrasia. Se acusó a nuestros "xipi-
tecas" ele ser blanco fácil del colonialismo cultural, como
ejemplo del borreguismo imitativo de la cultura domi-
nante. En buena medida así fue: la droga, el libertinaje
sexual y cierto misticismo escapista nos son importados
para sofocar la incipiente toma de conciencia que la ju-
ventud va adquiriendo. Sin embargo, no se tuvo en cuenta
que el hippismo norteamericano fue, ante todo, un movi-
miento de reacción oontra los valores culturales vigentes,
mismos que rigen en nuestro país: en :México vivimos
bajo la misma superestructura ideológica que en Norte-
américa, agravada además por nuestra situación <le domi-
nados y de colonizados. Por lo tanto, no es extraño que
haya sido también posible un movimiento de disidencia
cultural similar aunque no idéntico al de nuestros veci-
nos. Nuestros "xipitecas", o sea el hippismo mexicano,
crearon una subcultura propia con matices originales, que
aquí se trata de interpretar.
En esta primera parte, además, he creído necesario aña-
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dir un capítulo sobre la droga, a pesar de que las conclu-
siones deben ser ya de todos conocidas. La segunda parte,
en cambio, pretende ser una reflexión crítica pensante
sobre este fenómeno. Los muchachos vivieron en su ma-
yoría inconscientemente un mito colectivo. Sin embargo,
coincidieron con McLuhan en detectar una nueva forma
de comunicación entre los hombres, que conduciría a una
transformación de los valores culturales. Esto los hizo
visionarios del futuro. No importa que en última instan-
cia haya sido un movimiento burgués, efímero y destinado
al fracaso. También los fracasos pueden ilustrar la ruta
posible a seguir. Ahora que "el sueño ha terminado"
-como cantara John Lennon- podemos percibir su men-
saje con objetividad. Tal vez entonces descubramos que
ya no somos los mismos; que algo ha sucedido en nosotros
desde que ellos aparecieron. Dejemos, si se quiere, la pala-
bra "hippie" como una estorbosa etiqueta prefabricada.
Prestemos más bien atención a las mentes más lúcidas y
representativas del movimiento y aprendamos humilde-
mente de ellas. Esto fue lo que traté de hacer, cuando
circunstancias fortuitas me permitieron convivir con las
"tribus" xipitecas más representativas, aprovechando las
facilidades para el conocimiento humano que se le brin-
dan al sacerdote. Aparte de las implicaciones pastorales
que planteaba una epidemia de drogadicción, comprendí
su riqueza significativa, y los tuve como un verdadero
"signo de los tiempos", como llama la teología actual a los
acontecimientos que· de alguna manera nos marcan la
marcha de la historia: tal vez la vuelta a una vida más
natural y sencilla sea la única vía posible de supervi-
vencia -supuesta la transformación sodopolítica- ante
las fuertes crisis que se avecinan en la industria, la sobre-
población y la carencia de alimentos. La reconquista del
ocio creativo, de la conciencia trascendental, de la liber-
tad interi~:>r, en un clima de alegría, de paz y de amor.
El retorno del espíritu mistérico y la liberación de esas
potencias que el racionalismo imperante ha dado en llamar
"inferiores", podrán ser otros tantos logros de la nueva
cultura en gestación.
Réstame, por último, recordar a todos los muchachos
1
•onderos" que conocí, y a quienes debo, en definitiva,
estos descubrimientos.
13
PRil\.fERA PARTE
LA PROTESTA
CAPÍTULO I: UN POCO DE IIISTORIA
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El mismo Keroua c ha dicho: ''No somos bohemi os, re-
cuérden lo, 'beat' significa beato, significa golpead o. Se le
advierte , se le advierte en un 'beat', en el jazz (el autén-
tico jazz frío, o en un visceral número de rock)."
Otro guía de la generac ión "beat" será Allen Ginsher g.
En 1956 publica Howl (Aullido ). donde se exalta la locu-
ra, el sexo y la droga. Lleno de angusti a existenc ial,
protesta contra los vicios de la sociedad establecida. Hijo
de una militan te comuni sta medio loca, es interna do en
un manico mio, donde conoce a Carl Solomon, quien le
inicia en esta forma de ver la vida.
Parecie ra que estos muchachos, hastiados de la vida,
han perdido el interés por todo. Esto es totalme nte enga-
ñoso. Si hay algo que salta inmedia tamente a la vista en
ellos es precisam ente la búsque da desenfr enada de algo.
Persona lmente guardo algunos recuerd os del tiempo en
que pude convivi r con algunos de ellos.
En cierta ocasión, en un albergu e, mt abordó una
beatnik italiana, pregun tándom e mi parecer sobre ellos.
Le dije que me parecía interesa nte, y ella se enfadó pen-
sando que los tenía como objeto de estudio. "l\íe parece
que ustedes están buscand o algo sin saber exactam ente
qué cosa sea", insistí, y ella estuvo de acuerdo. "¿Qué
hacer si lo que pensába mos que era la felicida d se des-
cubre como un engaño? " Y mantuv imos una sabrosa plá-
tica sobre el sentido de la vida. l\íe confesó que pasaba
las noches en vela pensand o en todo esto.
En la misma. novela On the Road, ya citada, aparece un
diálogo igualme nte característico:
"-Debe mos correr, sin detener nos, hasta llegar.
-¿Y dónde vamos, hombre ?
-No lo sé, pero debemo s irnos."
¿Qué es precisam ente lo que ellos buscan? En una entre-
vista que le hiciero n a Keroua c se le formuló esta misma
pregun ta y él rápidam ente respondió: " A Dios. Quiero
que Dios me muestre su rostro." Dice Keroua c que la
"'beat generat ion" se caracteriza por una profund a religio-
sidad. Cualqu iera que les haya tratado de cerca verá
que esto es cierto. Jóvenes profund os, que sienten en su
vida misma la decaden cia del materia lismo occiden tal y
que, inconfo rmes, buscan otra forma de •ida. No serán
20
satisfechos, sino de la infinitud de Dios. Santidad o Jo.
cura; pero nunca mediocridad.
27
CAP ITU LO 11: LOS XIP ITE CAS MEX ICA NOS
Desde nuest ros antep asado s aztecas, desap areci eron las lar-
gas cabel leras negra s, brillosas, lacias y gruesas de la raza
de bronc e. I-Ioy las volvemos a ver entre mestizos, con un
"yask i" al cuell o, traíd o de la sierra. ¿Fue el fenóm eno
hipp ie en lvléxico un movi mien to snob , de impo rtació n,
indicador de la pene traci ón cultu ral que estamos sufrie n-
do? ¿O por el contr ario, bajo el mime tismo de signos
exter iores , se ence rraba un genu ino movi mien to de rebe-
lión cultu ral?
Es parte de nues tro desti no geográfico e histó rico el
tener punt os de conv ergen cia con los Estad os Unid os:
toda zona front eriza es lugar natur al de acult uraci ón; las
fonn as sociales y polít icas norte amer icana s, proµ ucto del
liber alism o clásico, fuero n deter mina ntes en nues tra Inde-
pend encia , la Refo rma, e inclusive en la Cons tituci ón.
Nuestra cultu ra urba na correspon de a los mismos patro nes
cultu rales occidentales, y, por lo tanto , ya tenem os los ,mis-
mos p1·oblen1as ecológicos y las mism as contr adicc iones
de cualq uier país tecni ficad o· aunq ue sea en grado me-
nor y comp licad os por la situa ción de depe nden cia. De
aquí se deriv an dos conclusiones impo rtant es:
Estamos sufri endo una trem enda colon izaci ón cultu ral:
la publi cidad , el cine y la TV, las histo rietas cómicas, etc.,
nos presi onan a acep tar el "ame rican way of life'', y, con-
secue ntem ente, a apoy ar el sistem a capit alista . Com o el
francés entre las oliga rquía s del porfi riato , en la actua lidad
es · signo de statu s social habl ar corre ctam ente el inglé s
y posee r rasgos de la cultu ra domi nante .
Por esta razón nuest ros "juni ors" fuero n a "aliv ianar se"
al otro lado y traje ron sus discos impo rtado s, pósters, pi-
pas exóticas, LSD, meda llone s de San Francisco, etc.: para
demo strar a sus cama radas que estab an muy "in".
Por otro lado, si nues tro desar rollo tecno lógic o es con~
ducid o por las mism as ideas-guía, caren tes de una filosofía
huma nista y aboc adas hacia la explo tació n, no será extra fio
que prov oque n la mism a prote sta y reacc ión en una ju-
ventu d deseosa de camb io. La acusación hech a á nuest ros
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xipiteca s de ser agentes de colonización cultura l no percibe
que el movimi ento hippie, en su forma más auténtic a y
originar ia, fue precisam ente un movimi ento descolo nizador .
Los hippies pqsiero n en crisis los valores de la. propia
cultura occiden tal. Desean do descubr ir su índivid ualidad ,
estereot ipada por tabúes y corivencionalismos sociales, tra-
tan de ver la vida con los ojos ingenuo s de los niños y
los primitiv os. En una búsque da "descol onizado ra" van
a redescu brir el modo de vivir de los negros y de los
indios america nos. De modo semejante, nuestro s xipiteca s
explora n el México perdido : bellos lugares olvidad os, cos-
tumbres indígen as, la esoteria de Quetzal cóatl. .. Se rom-
pe el etnocen trismo occiden tal y se busca la integrac ión
de la nueva cultura cósmica de la que hablaba ya nuestro
Vasconcelos.
Un context o sociocu ltural diverso tuvo que dar una
signific ación propia al movimi ento. El hippie "gabach o'•
reaccio na contra una socieda d de consum o alienad a en
product os superflu os. En cambio , México es un país sub-
desarro llado, con múltipl es carencias. Nuestro s xipiteca s,
desertor es de la burguesía, pudiero n denunc iar a sus fa-
milias la forma de vida de una gran mayoría ele mexicanos
a quienes ellos explota n. Si no trabajan , no será tanto
, porque no quieran colabor ar con la alienaci ón del trabajo
del ,;sistem a", sino por la obligad a desocup ación urbana
crecient e día a día. Usan huarach es porque miles de mexi-
canos no pueden compra r zapatos ; no comen carne por
amor al vegetar ianismo , y con ello denunc ian a los millo-
nes de seres que no pueden comerla aunque quisiera n.
No se bañan, no tanto por protesta a la manía burgues a
de limpiez a, sino porque sus habitaci ones, como las de
la mayoría de los mexican os, carecen de un eficient e ser-
vicio de agua corrient e. Viven apiñado s en comuna s, des-
cubrien do una nueva forma comuni taria de vida, como
millone s de familias mexican as que tienen que apiñars e
en cuartuc hos miserab les ... En muchos de ellos la de-
nuncia fue inconsc iente: al salir de sus casas se vieron
precisad os a vivir como pobres. Pero como no eran pobres
auténtic os, raciona lizaron . sus carencia s revistié ndolas de
poesía. Conserv an su ideolog ía pequeño -burgue sa, con la
cual se engaña n a sí mismos y a otros meneste rosos, ense-
ñando que aunque es bueno ser rico, no es malo ser pobre
29
si ae sabe acrlo. La frustración no viene tanto con la po.
breza en sí, sino que la causa la publicid ad al provocar
deseos e.le vivir como otros que tienen de lo que carecemos.
Los signos exteriore s pueden ser los mismos. La situa•
ción diversa evocará interpreta ciones diversas. Lo vemos
también en el llamado "símbolo de la pazt•. En los Estados
U nidos fue el símbolo de los pacifistas que se opo~ían a
la guerra del Vietnam. Ellos, que tanto aman la vida,
son enviados contra su voluntad a Oriente -el Oriente
admirad o- a matar o a ser muertos. La objeción de con•
ciencia resulta subversiva y este símbolo es, ante todo,
político. En cambio aquí la oposici6n a la violencia es
instrume ntalizada por la derecha, para condenar los bro•
tes tenorista s y guerriller os de quienes se oponen de
esta forma al "sistema" y a su violencia institucio nalizada.
El signo de la paz (el "piz.an•lof") es postizo, signo de
pertenen cia a "la onda.. y publicida d comercia l. Si dijimos
que el genuino movimie nto hippie fue descolpnizador,
al haber sido instrume ntalizado por el "sistema" y al per•
der su autentici dad se volvió francame nte colonizad or por
parte de la cultura dominan te. En sus últimos pósters,
por ejemplo, ya no traen más mens~je que aceptar el modo
de vivir american o. ·
La acusación de "colonial ismo cultural" hacia nuestros
xipitecas se escuchó principal mente con ocasión de Aván•
daro y con ocasión del rock. Cuando nuestro festival, hubo
varios lamentos porque ondearon banderas norteame rica-
nas. Quisiera fijarme en este detalle. La · bandera es un
símbolo, y como todo símbolo el significad o es conven-
cional. A un militante de izquierda , esta bandera le re-
cuerda el imperiali smo; pero para un hippie comsmopolita,
esta bandera va unida al rock y a la maravillo sa juventud
norteame ricana.
Como en tiempos de la "ola inglesa", cuando la bandera
británica decoraba las camisetas de la juventud mundial,
los hippies "gabacho s" supieron hacer de su bandera un
objeto pop. Esto no lo hubieran podido hacer nuestros
xipitecas . En México tenemos un respeto idolátrico a la
bandera. En una sociedad primitiva como la nuestra, el ma-
yor crimen social, según el Dr. Fromm, es "profana r" la
bandera, puesto que no es otra cosa que la violación de los
símbolos del clan. El apego tribal al suelo, a separarse de
80
la madre. En Avándaro se puso sobre los colores patrios
el símbolo de la paz, sustituyendo a la belicosa águila az.
teca. Esto provocó desgarradura de vestimentas, porque
esta juventud no respetaba nuestras tradiciones. Lo que
realmente sucedía era que la nueva generación las arreha•
taba al monopolio oficial. Ya que el xipiteca no puede
ponerse unos pantalones con los colores patrios, decorará
los suyos con los de una bandera extranjera.
En cuanto al rock, los jóvenes de todo el mundo lo
adoptaron como himno de su generación. Permítaseme de
nuevo, a este propósito, traer otro recuerdo de mi estancia
en el extranjero. Tenía compañeros de los más diversos
países. Se organizó una convivencia en la que cada país
presentaría cantos de su tierra. Aquello estaba medio
muerto. Entonces alguien tomó su guitarra y se le ocurrió
. tocar una pieza de los Beatles. Todos unidos por un mismo
sentimiento se unieron y formaron una sola voz. Esto nos
lleva a revisar la noción misma de folklore. La música
"folk" es aquella con la que el pueblo en determinado
momento de su historia se siente identificado, Nuestra po•
blación urbana joven se siente más próxima al rock que
a los mariachis, a John Lennon más que a Agustín Lata o
l\ilanzanero. El rock electrónico es simplemente la música
de nuestra era electrónica.
En la actualidad. cuando Latinoamérica está redescu•
briendo su propia identidad, se está dando un resurgir del
folklore. En estos momentos de nacionalismo descoloniza•
doren lo político y en lo económico, una buena parte de la
población, la más inquieta políticamente, mira hacia el sur
más que hacia el norte. Prefiere la música tradicional y
recela del rock, proveniente de la cultura dominante. Pero
para ser populista no se precisa volver al corrido. Hoy en
día, los jóvenes de los suburbios proletarios que asisten a
los CCH, y que representan tal vez el elemento más inte•
resante de la juventud actual, no miran hacia allí. Ellos
se identifican con el rock electrónico.
Aparentemente esto puede interpretarse como una ma-
nifestación más del colonialismo cultural. Pero el rock
es música de disidentes en nuestra actual cultura urbana.
Nacido de la rebeldía negra, el rock expresa los anhelos
de reinvindicaciones de la juventud rebelde actual. Se pre•
cisa, desde luego, una polítización de nuestros rocanro-
31
lcros, y que comp ongan en españ ol, explo rando los filones
de nuest ra músic a tropic al así como de la indíge na (en su
mome nto oport uno volveré sobre el tema) . Se precis a, igual-
mente , que los jóven es politiz ados comp ongan sus cancio nes
de protes ta a ritmo de rock latino ; que nuestr os músicos
suban de nivel cultur al y se insert en en la realid ad del
país, prefir iendo , inclusive, contin uar en la cland estini dad
y no vende rse al "sistem a", como lo han venid o h aciend o,
pues decidi damen te no se puede n canta r banal idade s en
autén tico rock. Yo bien creo que cuand o tengam os nuestr o
propi o rock mexic ano, o su equiv alente, lejos de ver au-
mentado el colon ialism o cultur al, será signo de que estare-
mos en plena tr ansfor mació n polític a.
pinas a media dos del siglo p asado en los barcos que ne-
gaban a Acapu lco, para ser emple ada como cáñam o. En el
frente , las soldad eras -las "marí as"- acomp añaba n siem-
pre a sus "juan es." Entre ellas, tal vez estaba "la cucara-
cha", vieja reumá tica con dificu ltades p ara camin ar "por-
que no tiene, porque le falta, marih uana que fumar ". Allá,
tal vez, una "marí a" que se llama ba Juana era el "cone cte".
Se introd ujo en la capita l y su u so se exten dió entre el
lumpen urban o: los soldados de la tropa, los policías, los
encarcelados, el hamp a, los cargadores, cilindreros y bole-
rítos de princi pios de siglo. Las invest igaciones del Dr.
Segur a l\:Iillán, han registr ado algun as piezas de nuestr o
folklore, que la citan:
i La tierra mágica del peyote, Ed. Era, México, 1969; Los hongo5
alucinantes, Ed. Era, México, 1970.
3 Tratando de encontrar un posible origen de esta trilogía toté-
35
~ste poblado construido sobre las nubes y con sus casitas
legenllarias.
Llegan los primeros xipitecas a cmner del hongo y en-
contrarse consigo mismos y con Dios. Se forjan en lo recio
de la sierra, pasando frío y hambre. Los lugareños, en un
principio, les reciben con curiosidad amable. Les permi-
ten hospedarse en sus jacales, guían sus "viajes", toleran
sus locuras, les venden información y comida. A cambio
de esto, reciben unos cuantos centavos, y los consejos o
Tecuerdos de estos sencillos visitantes capitalinos que se
sienten iluminados. La vida en la sierra era sencilla y comu-
nitaria. El espíritu de compañerismo, aun entre extraños,
hacía más idílico aquel lugar. Bañarse desnudos en Puen-
te de Fierro, en ese riachuelo virgen aún de latas o papele8;
labrar las suaves piedrecillas del arroyo para afiadirlas al
típico "yaski", especie de camándula que -los padrinos
regalan a sus ahijados en este lugar. Los "chavos,. se col-
garán el "yaski" al cuello o lo regalarán a su "chava"
como "souvenir" de la sierra. Hoy día, perdida· su signifi-
cación, se les puede conseguir por un par de pesos en la
Zona Rosa.
Hacia principios del 69, Huautla tuvo su apogeo. Mu-
chas "tribus", cada cual con su onda, extranjeros, algunos ·
ídolos del rock, riquillos en sus coches, o proletarios. Mu-
chos de ellos se sentían gurús y trataban de iniciar a los
demás. Un muchacho con dinero y medio loco se creía
4
Cristo y vivía en una comuna con sus doce ' apóstoles",
quienes seguramente le seguían más por los "viajes•' que les
proporcionaba que por sus ens~ñanzas. La represión se
dejó se.ntir. Las oligarquías se alarmaron al enterarse de que
sus hijos se habían ido a drogar a aquel lugar. Enviaron
a los federales. Deportaron a los extranjeros y bajaron a
cerca de 200 xipitecas. Quedó orden de aprehensión para
cualquier muchacho que circulara por ahí; también se or-
denó que en la cárcel se les cortase el cabe11o y se les pusiese
a trabajar. Entonces la cárcel de Teotitlán se volvió un
lugar turístico. Sus muros se llenaron de signos de la
paz y leyendas sicodélicas. Los presos mazatecos, que
aún no hablan castellano, se dedicaron a tallar en madera
honguitos o signos de ]a paz, para venderlos a estos visi-
tantes de tres días. Los lugareños cambiaron de actitud
hacia estos turistas que les dejaban poco dinero y que
36
ya se hacían molestos. Ahora ellos mismos los delatan al
ejército, o los procurarán "transar". En los parajes de
la sierra, sobrevivirán solamente pequeñas hordas de aven-
turerillos rapados, que a cambio de un poco de comida,
algún "viajecito" o alguna prenda de vestir, pondrán a
disposición de los que lleguen su habilidad para subsis-
tir en la sierra, su conocimiento sobre "conectes", escon-
drijos o costumbres del ejército. Los xipitecas, entonces
se dirigirán a otros lugares por ellos conocidos: la playa
de Cipolite, donde pueden bañarse desnudos sin pro-
blemas; San José del Pacífico, Palenque. . . • donde tam-
bién hay hongos alucinógenos y son lugares agrestes y
escondi<los.
39
de las escuelas: los rechazados de la escolaridad por falta de
capacidades. lV[ uchos de los hippies, en cambio, poseen bri-
llantes cualidades intelectuales; pero desean voluntaria-
mente seguir otra ruta.
En lVIéxico, la cosa no tenía tantas complicaciones. Se
trataba, simplemente, de "pirar de casa". aunque esto
fuese aquí mJs difícil que en los Estados Unidos, lugar
donde se calcula que un millón de chicos abandona pre-
maturamente el hogar ca.da año. Las desavenencias gene-
racionales no han tardado en hacer su aparición: los rígidos
criterios convencionales en algunos padres, víctimas de la
frustración y de las represiones, se dejan sentir sobre los
chicos que empiezan a tomar conciencia de una nueva
forma de vida. Tal vez la cosa comenzó con el pelo largo,
lleno de simbolismo en los comienzos (recordemos a aquel
muchacho inglés que se suicidó porque su padre le cortó
la cabellera mientras dormía). Las discusiones continúan.
Ahora se trata de la música "esc.andalosa". de }as "fachas".
etc ... En el fondo de todo esto está el nerviosismo, pro-
ducto del temor de que el hijo "haya contraído algún
vicio" (es decir, que fume marihuana). Acaso se haya
notado la sustracción de algún dinerillo u objeto de poco
valor. Luego siguieron las ideas exóticas. Ahora ya se ha-
bla de religión; pero no en el sentido ortodoxo. Es hasta
este momento cuando los padres recuerdan su propia reli-
gión olvidada para preocuparse más por la ortodoxia del
muchacho ("mi hijo ya no va a misa"). Las críticas au-
mentan ("esos amigos raros que tiene lo están extra-
viando"). El chico es paciente, dulce; pero hay algo que
no va bien. Ha descuidado sus estudio~. Probablemente
no pueda seguir. ltl 1nismo protesta porque en clase sólo
le enseñan tonterías y dice que se le trata de domesticar.
Hasta cierto punto sus críticas pueden tener validez, pero
en el fondo se ve que se trata de simples racionaliza-
ciones. Abandona la escuela, y entonces se le trata de
conseguir un traba jo. El cabello resulta una fuerte clificul~
tad. Una vez conseguido aumentan las críticas a la enaje-
nación laboral. No quiere seguir el camino de su padre,
esclavo de un trabajo rutinario sólo aceptado como fuente
de remuneración económica. Lo que él desea es una acti-
vidad en la que pueda realizarse. ..
Ahora se le critica porque no quiere trabajar; pero él
40
tiene ahora proble mas mucho más import antes que ése:
se trata de descub rir nada menos el por qué se trabaja y
por qué se vive. lnteno gantes existenciales: ¿quién es él
mismo?, ¿qué es lo que realme nte desea en la vida? Sus
padres "no lo dejan ser", y le quiere n impon er formas
conven cionale s de vida: entrar a la univer sidad, enamo rar•
se y fornica r si se quiere -siemp re y cuando se haga con
discreción-, no cohabi tar hasta habers e recibid o y pasada
determ inada ceremo nia social con tintes religiosos. Luego ,
procre ar hijos -no demas iados- , que recomi encen el mis.
1no ciclo rutina rio de vida. l!.l ya no está dispue sto a ello.
Piensa en nuevas posibil idades, aunqu e la explica ción ú lti~
ma es que la droga ha enerva do su volunt ad y lo ha
sumer gido en la abulia .
El chico se empeñ a ahora en vivir los contra valore s <le
su familia . Sus padres ya no lo pueden tolerar . Infam ia
para la familia , mal ejemp lo para los herman os. Ya se
habrá escapa do algunos días a la sierra, con poco dinero ,
pues no tiene preten siones. Los p adres (ahora ya saben
de cierto que se droga) se sienten culpab les. El mucha cho
termin a por dejar el hogar.
Yo he sido testigo de mucho s drama s familia res seme-
jantes. A veces han recurr ido ~ mí alguna s de estas ma-
dres afligid as. Es increíb le las tonterí as en las que pueden
incurr ir: una mujer de clase humild e, a quien su mismo
hijo Je confesó que se drogab ~, lo llevó como castigo a su
pueblo de origen -en las afuera s de la capita l-; le quitó
pantal ones y · zapato s para que no se fuera con sus ami-
gos ... Luego se quejab a de que su hijo huyera . O aquell a
otra -émul a de los protag onistas de la pelícu la "Joe" -
que puso un detecti ve privado para que siguier a a su hija,
y se lanzab a por las buhard illas hasta encont rarla. Otra
más le pidió ella misma a su hijo un "ácido " para poder
acerca rse a él y saber lo que se siente. Un padre "com•
prensiv o., le procur a él mismo la droga "para que no re-
curra a los trafica ntes". Los padres de un niño bien no
se explic aron por qué les arrojó a la cara las llaves de un
auto nuevo que le regala ron a condic ión de que se dejase
tratar por un siquiat ra. Otras recurr en a la política del
avestru z: en una fiestec ita de cumple años, pasan en charo-
las "pasta s" y ponch e de peyote. La mamá y la tía esta-
ban presen tes muy sonrien tes. Ahí no pasaba nada. El
41
alarmismo de los padres lo complica todo, y es aprove-
drndo por algunos policías para sus chantajes.
Hay que saber dar la importancia real a hechos que
a veces no son otra cosa que experiencias juveniles de
f:ic:il solución. Yo recomiendo, a los padres que me visitan,
mucha serenidad, que se procuren una información sufi-
ciente y objetiva sobre la droga y, sobre todo, mucha
autenticidad: carecen de autoridad ante el chico los pa-
dres que critican su amoralismo sexual; pero que, al mismo
tiempo, no han sabido integrar ellos mismos su vida amo-
rosa en una forma correcta. Critican ahora el exotismo
religioso, pero ellos tampoco cumplen con los deberes de
su propia religión. Tal vez tengan razón cuando recrimi-
nan al hijo que no es el camino para ser "él mismo", 1a
vestimenta estrafalaria y su conducta antisocial; pero tam-
poco ellos se interesan por el chico por sí mismo. sino
que les preocupa más lo que los vecinos y parientes pue-
dan decir. y que su conducta es una infamia para la
familia.
También será bueno que no se dejen chantajear por el
hijo. Los muchachos saben explotar favorablemente su
situación de "chicos problema". Es natural que los padres
no quieren que su hijo se vaya de casa, sobre todo porque
en la mayoría de los casos hay razones para ver que no
están maduros para la separación. Sin embargo, a veces
este paso puede ser acertado habida cuenta de otras cir-
cunstancias, y muchos de ellos están dispuestos a empren-
der una aventura y demostrarse a sí mismos lo que son
capaces de hacer.
Unos pocos escaparon a escondidas, como la chica aque-
lla de la canción de los Beatles: "She's leaving home".
La mayor parte lo hizo con el beneplácito de sus padres.
Se fueron a vivir en comunidad, en cuartuchos de azotea
reservados a la servidumbre en las colonias burguesas. Las
dificultades con los vecinos pronto los harán emigrar hacia
las afueras, donde la gente es más tolerante. Trataron de
abrirse camino en las artesanías y en el arte: poco a poco
se va formando un estilo de manufactura xipiteca, en ar~
tkulos de piel o de chaquira. Igualmente se ha ido crean-
do un estilo propio de música andera, con la que la
"chaviza" se ha ido identificando, y que ha surgido de
estos muchachos. ..
42
, allá
Dur ante la prim era etap a de la histo ria del rock
eros
por los 50, lvféxico tuvo un buen núm ero de rocanrol
de las
que supi eron asimi1ar crea tivam ente las trad ucciones
gráf icas
"rol as" más conocidas. Aho ra, las emp resas disco
rien cia.
vier on un públ ico fácil con quie n repe tir la expe
ione s
Bast aba t_raduc ir -bas tant e mal por cier to- las canc
erica no
de los prin1eros pues tos del "hit para rle" nort eam
y hace rlas grab ar por algú n conj unto comercia
lém, para
ginal-
tene r un éxit o aseg urad o. Pero , por fortu na, mar
más au-
men te a ellos se gest aba un mov imie nto de rock
teca s
ténti co. Com enza ndo por simp le mim etism o, los xipi
ubri r
van apre ndie ndo las piez as del rock. Lleg an a desc
necesi-
el "fee ling ", y van mejo rand o. Desgracia dam ente,
t''. Pero
tan apar atos costosos, inaccesibles para los "dro p-ou
mu-
poco a poco se va form ando un nuev o mov imie nto
r pro~
sical, sobr e todo cuan do los grup os de Tiju ana, mejo
vistos, se trasl adan a la capi tal.
to
Por su situa ción , Tiju ana resu lta un encl ave. Pun
lo lati-
fron teriz o entr e las dos Américas, entr e lo sajó n y
"sou nd
no, es un tram polí n favo rabl e desde el cual el
dónd e
latin o" de nues tros mí1sicos atra viese la fron tera , y
ncia en
mús icos ugabachos" sin posi bilid ades de com pete
postes
su país pued an colarse para triun far aquí . Y en los
se van
y pare des de las colo nias prol etari as de la capi tal,
, en lo-
anun cian do las ''tar dead as.. dom ingo tras dom ingo
', desde
cales impr ovis ados , llam ados en leng uaje "and ero'
Has ta
Parm énid es Garc ía Sald aña, los "hoy os funk ies".
casas
ahor a, el rock "chi cano " se toca ba en fiestecitas de
"ond a"
parti cu1a res de fami lias b urguesas ; pero ahor a la
habí a pasa do a la juve ntud prol etari a.
ó a
Com o he dich o ante s, el mov imie nto ond ero entr
s lo
1\léxico por el snob ismo de nues tros "jun iors". Ello
la cual
pasa ron a los jóve nes de la pequ eña burg uesí a, de
drog a
salie ron los xipi tecas más auté ntico s. Por fin la
el lum-
llegó al sitio que siem pre le habí a corr espo ndid o:
ron la
pen prol etar io de los barr ios popu lares . Con ocie
iles,
mot a; pero el ácid o y otro s aluc inóg enos les eran difíc
vía se
así que le "lleg aron a las past as" cuan do éstas toda
em-
pod ían cons egui r en las farm acia s con facil idad . Sin
r y ce•
barg o, su drog a prop ia fuer on los inha lant es: tíne
ades
men to flexo. Cua lqui era que tran site por las ciud
ciu-
perd idas o Jos "bar rios. mise ria" de nues tra flam ante
43
<lad; cualqui era que frecuen te las· miserab les vecinda des
de nuestro México viejo, encontr ará gran cantida d de bol-
sas de plástico con residuo s pegajosos, amarill entos, tira-
das por las azoteas. La drogadi cción se ha extendi do. Ya
se calcula un buen 15% de jóvenes que la practica n. Sólo
que se perdió el mito xipiteca . ¿O será que la droga en el
proleta rio preocu pa menos?
Los nuevos protago nistas anderos se centran en el rock.
Confec cionan ellos mismos su propia vestime nta: un cha~
leco puesto directa mente sobre su torso moreno ; algún
signo de la paz, sin signific ado preciso, los "blue jeans"
cor tados acá, pintarr ajeados allá, la greña larga. Ellos son
los que frecuen tan los "hoyos funkies.,, destrarn pándose ,
alterna ndo con las "tortita s aliviana das". En estos locales,
sin siJlas, al reventó n, poca ventilac ión, vapor humano ,
algún "hornaz o" disimul ado, la música, a todo volume n,
sintiénd ose en el abdome n, el cuerpo abando nado en énte-
ra libertad , esponta neidad, gritos, desinhi bición, impun-
tualida d, "halcon es sicodélicos'.' armado s · de garrote s que
in-ump en para provoca r, para que luego la policía clausur e
el local; pandill eros a la entrada que quitan el dinero a la
chaviza, taloneo , ''groupi es'' mexica nas .. ,r Así se va fra-
guando el "rock chicano ".
Sin facilidades de grabaci ón, sin ingenie ros técnicos que
realicen un trabajo decente , sin equipo suficien te. Proble-
mas con Espectácu1os, con la censura , con los organiz adores.
Excesiva compet encia, escasa prepara ción, carenci a de loca-
les. . . Pero vamos adelant e. Nadie aprecia el esfuerz o
de nuestro~ músicos. Entreta nto, la chaviza se interesa m ás
y más. r,.,ruchos de nuestro s jóvenes proletarios, con su
guitarr a vieja, aborda n la Escuela N acional de 1\-Iúsica. So-
brecup o que hace que · surja la Escuela Libre de 1\-túsica.
Esperan zas para un movim iento totalme nte autócto no que
respond a a las ·e xigenci as del ror.k, sin comercialismos.
Entre tanto, en Guadal ajara, cierto grupo con influen -
cias logra ganar la radio local. Su éxito alienta a las casas
grabado ras, que por fin descubr ieron a un nuevo filón.
To.do se precipi ta ahora, y se decide el experim ento. Esto
será, ante todo, Avánda ro.
•
En el movim iento ondero mundia l, los festivales de rock
44
son mome ntos trascendentes. Woodstock, Altam ont, Louis-
ville, son ya lugare s sagrados, centro s ritual es de la nueva
genera ción. Parmé nides Gard a Salda ña dirá que los festi-
vales son "el últim o refugi o para contener la paran oia y la
esquiz ofreni a en que había termin ado la 'flowe r genera -
tion' ",
Tamb ién aquí, Ayánd aro marcó el clíma x del movim ien-
to onder o mexic ano, al tiemp o que el inicio de su brusco
descenso. Resul ta sintom ática la indife rencia, si no hostili-
dad, con que este festival fue acogido por la prensa 1 los
intele ctuale s y la opinió n públic a en gener al. Cerca de
200 000 jóvene s congregados, dejado s en entera liberta d,
prácti camen te sin vigila ncia, y con nuevas droga s que cir-
cularí an librem ente, serían sin lugar a dudas un magní fico
campo exper iment al para estudi ar las aspira ciones de esta
gener ación "cabe llo largo" . Sin embar go, para reseña r
este impor tante evento , los grand es diario s envia ron a sus
report eros de nota roja, en vez de utiliza r a sus mejor es
eleme ntos, a sociólogos, antrop ólogo s y sicólogos. ¡El escán-
dalo asfixió a la herme néutic a!
Avánd aro manif estó las nueva s rutas del movim iento on•
dero. Los viejos xipite cas no se entusi asmar on demasia-
do por el concie rto. Los pocos que asistie ron pensa ndo
encon trar a sus amigos de la sierra llegaron con su chava
y sus hijito s y se instal aron lejos de la plataf orma, en
refugi os de ramas constr uidos con deten imien to No faltaro n
los "junio rs" de las Loma s o del Pedre gal, llega.dos en
sus musta ngs a la hora del concie rto, dispue stos a alboro tar
o a destra mparse. Había tambi én unive1·sitaríos, tal vez
miem bros de comités de lucha, no muy adent rados en esta
"onda", preoc upado s p or el enfoq ue político del evento .
Hubo predic adores religiosos, muchachos "fresa " que -ve•
nían a curios ear, etc. Pero la mayor ía de ]os asistentes, los
nuevo s protag onista s del movim iento ander o, fueron mu-
chach itos moren os, entre los ·16 y los 19 años, estudi antes
de "voca s" o "prep as", hijos de buróc ratas, obrero s o peque •
ños comer ciante s, es decir, la baja clase media de colonias
prolet arias. Venía n en grupo s de cinco o más, casi sin di-
nero, y con un impro visado atuen do pop reduc ido a lo
esencial. ~Iulti tud hetero génea , partid arios ya sea de la
mota, ya sea del alcoho l. Junto a l "¡aliv iánate1 maest ro,
15
no te azotes!", se podía escuchar el prosaic o "¡ órale, ca-
brón, no mames l"4
Ya sabemos que en toda congreg ación multitu dinaria se
disminu ye la individ ualidad · propia de cada particip ante,
en una identifi cación con el alma colectiv a de la turba.
Igualm ente, la droga sicoactiva disminu ye las frontera s de
la propia individ ualidad , para proyect arla en la totalida d
de lo existen te. A todo esto habrá que añadir otros factores
unitivo s secunda rios, tales como la filosofía hippie, ten-
diente al panteís mo monista ) el condici onamie nto publici-
tario de ,voodstock como signo del pacifismo y convivia-
lidad, la unión nacida de la persecu ción: la droga consu-
mida fuera de la ley por esta minorí a -una gran minorí a-
con pretens iones de conocer algo que los demás ignoran ;
los slogans de los altavoces, el lugar bello y libre. . . todo
esto junto provocó una experie ncia única de unión y soli-
daridad experim entada solame nte por los asistentes.
En los tiempo s en que vivimos, cuando la p_olarización
de las clases sociales se acentúa más, la cultura "pop"
trajo cierto acercam iento en los patrone s cultura les de los
diversos estratos de la poblaci ón. Sabemo s que en cual~
quier socieda d domina la ideolog ía de la clase domina nte.
Pero en estos momen tos en que la ideolog ía burgue sa está
siendo sometid a a crisis por los elemen tos revoluc ionario s,
un grupo de muchac hos deserta de su propia clase y trata
d e vivir precisa mente los contra.valores de la cultura en la
que fue educad o. Aunqu e esto sólo se haya llevado a cabo
hasta cier to punto, puede explica r cómo la subcult ura ges-
tada entre ellos, aparent emente coloniz ante, fue recibid a
por los n1ur.hachos proleta rios. H asta ahora era normal
que las clases altas fuesen las que impusi eran la moda
y las ideas. Ahora son los ricos los que imitan a los
"drop out" margin ados y se acercan al mundo del hampa,
que ha sido el inundo natural del rock y de la droga.
Hay en el hombre dos instinto s poderosos, ambos re~
primido s por la civilización occiden tal: el instinto agre-
sivo y el erótico. Tal vez la violenc ia no sea natural al
47
prestó atención . 1-iás bien era esto un signo de desinhi-
bición. ¿Exhibicionis1no? Desde luego, como la muchach ita
que hizo el famoso "streap tease", pero no más de lo que
puede acontece r cotidiana mente en nuestros centros noc-
turnos.
El hombre moderno ha reprimid o el espíritu numénic o
y lo dionisiac o, relegánd olo al inconscie nte. Sabemos la
atracción de la juventud ondera por elemento s tribales.
Las tribus primitiva s se solían reunir a danzar en torno
a la hoguera, bajo la luna, ayudado s por ciertas drogas.
Tenían sus purificac iones sexuales colectivas, con sentido
sacro. Las analogía s encontra das en Avándar o saltan a la
vista. Se había pensado que fuera en luna llena, pero
el festival tuvo que retrasars e por el futbol femenino ,
otra enajenac ión que podía hacer sombra a ésta. Pero
hubo cantos de exorcism o a 1a lluvia; danzas al ritmo mo-
nótono de un tam-tam electróni co, y hasta ritos cósmicos
y misterioso, como aquél mientras precisam ente el Ritual
tocaba su "Satanás ". Se rumoreó que cerca de 3 000 enca-
pu chados se arrodilla ron al paso de un ataúd.e
Se criticó bastante la infiltraci ón norteam ericana en el
festival, como pudo verse en la gigantesc a Coca-cola, la
bandera o los cantos en inglés. Ya hablé .de esto an terior-
mente. No debemos confund ir la cultura dominan te de la
burguesí a nortean1 ericana con patrones surgidos de la con~
tracultur a "undergr ound". Cierto que el imperial ismo fue
promoto r, y en esa misma medida hubo instrume nfalizaci ón.
Muchas fallas de organiza ción se debieron a Ia pretensió n
de importar festivales sin tener en cuenta nuestra pecu~
liar situación . A \\Toodstock. acudiero n hippies de la bur-
guesía norteame ricana, con suficient es dólares en los bol-
sillos, muchos de los cuales ya habían cumplid o los 30
años, y poseían sentido de orden. Aquí las cosas eran de
otro modo, y las motivaci ones también. Pero el pueblo
dejado a su espontan eidad hizo que surgieran manifest a-
ciones nacionali stas: ondeó la bandera mexican a con el
. signo de paz, hubo penachos tricolores, y una vivencia de
nuestra raza. Recuerd o una fotografí a aparecid a en Pie·dra
Rodante, la publicac ión ondera mexican a: un verdader o
indio, de tórax moreno y larga cabellera , sobre un caballo.
50
(1970). Ahora se comprende: amplia promoción del festi-
val, escándalo por consigna y luego la represión. Ilusos
y perjudicados, los xipitecas no sabrán sobrevivir. El sueño
ha terminado.
CAPITULO III. HERMENt.U'rICA DE LA
APARIENCIA
..r.,.- ::,
'>
pectos inconscientes ocultos detrás de este simbolismo. Ar-
mando Batallas escribió recientemente un artículo lleno
de interés.1 En él se hace mención al libro del Dr. Charles
Berg, The Unconscious Significante of Hair. Se trata de
estudiar el simbolismo del cabello largo a niveles cada vez
más profundos. A primera vista el pelo largo simboliza
lo femenino, y el corto, lo masculino. Al menos esto es
cierto en nuestra cultura y en tiempos relativamente re-
cientes. Por esta razón -dice Batalla- cuando algunos
hombres rudos y de poca cultura encuentran a algún joven
de cabello largo, reaccionan según la ecuación "pelo
largo = mujer". Si la presunta mujer 1·esult? ser hombre,
se sentirán culpables de homosexualidad (por otra ecua-
ción elemental: ver = desear). Bromas a este propósito
fueron frecuentes al principio del movimiento.
Dicen los antropólogos que en sociedades cerradas o pri-
mitivas algún detalle sin importancia en sí mismo pero
que es innovador en aquella cultura es revestido de un
carácter moral, resulta como un atentado contra la socie..
dad misma, y se le suele castigar con el ostracismo. Así
ha sucedido a propósito del pelo. Yo mismo tuve oportu-
nidad de ver en algunos pueblos del sur de Estados Uni-
dos, tradicionalmente racistas, letreros en que se prohibía
el ingreso a muchachos de pelo largo, en lugares donde
hasta hace poco se 1es vedaba a los negros. Un joven que,
en estas circunstancias, decidía usar su cabellera larga,
desafiaba los convencionalismos imperantes, adoptando por
este mismo hecho una actitud rebelde.
Dice la sicología que cuando un símbolo es estudiado
a un nivel más profundo~ se descubre que con frecuencia
altera el significado más inmediato. Según esto, el signi-
ficado secundario del pelo será ahora más bien lo mascu-
lino ("ser hombre de pelo en pecho"). Por esto, los ado-
lecentes se rasuran antes de tiempo, y las mujeres bigotu-
das son vistas como hombrunas. El pelo significará la
rebeldía: los beatniks comenzaron a dejarse crecer el pelo,
como protesta contra el "sistemaH; los guerrilleros de
Sierra l\llaestra se dejan la barba. Cuando la invasión nazi
a Francia en 1940, el ejército hitleriano -cuidadosamente
rasurado- se topó con rebeldes de cabellera hirsuta. Para
1 "Los Tres Pelos del Diablo", aparecido en la re\'ista Eclipse~
enero de 1972.
54
solidariza rse con ellos, en las ciudades, se introdujo la
moda de la barba. El papa Gregorio Magno ordenó rasu-
rarse a los sacerdote s por la misma época en que se impone
el celibato obligatori o. El concilio de Tolosa en 1119 ame-
naza con excomun ión al clérigo que se deje crecer cabello
o barba ...
Y todavía podemos ahondar más. El simbolism o terciario
correspon<le a algo muy elementa l y profundo de nuestro
inconscie nte. Para el autor, el · pelo a · este nivel tendría
cierta relación con el complejo freudiano de culpabili dad
anal, asociado al excremen to que uno retira cada día. :f:sta
es la razón por la que nos sentimos incómodo s el día que
no nos rasuramo s, y por ello también, se tacha a barbu-
dos y melenudo s de "sucios" y "cochinos ." l\t1ás aún, la
connotac ión sexual no puede faltar a este respecto. Tal
vez esto explique por qué las mujeres para entrar en los
templos tenían que cubrir púdicame nte su cabeza, como
acontece todavía en Oriente. En el hombre, el pelo largo
tiene significac ión fálica. La persona de autoridad ve en
su subordinado peludo a un rival sexual, y responderá
con la represión , intentand o castrarlo. El 1·elato bíblico de
Sansón es interpreta do por algunos como castració n (San-
són tenía su fuerza masculin a en la cabellera) . Observem os
con Piazza cómo en los sitios donde hay mayor represión
es donde se usa el cabello más corto: hospicios , asilos,
cárceles, seminario s . . . y la sociedad industria l contem-
poránea; En muchas religiones existe la tonsura; algunas
religiosas también se rapaban: ¿será signo de voluntari a
aufoinmo lación?, ¿no revelará ciertas formas de vivencia
del voto de castidad, confundi do con la represión cas-
trante? La represión continúa cortando cabelleras : los
militares en Chile, como antes en Grecia, comenzar on ra-
pando. En el l\.1éxico preolímpi co, cuando Tlatelolc o, se
hicieron "razzias" en la Zona Rosa para pelar greñudos ;
en Tránsito, aduciend o argument os muy poro convenien -
tes, se niega la licencia a melenudo s y barbones, según La
Prensa del 2 de mayo de 1972; la policía de ciertas ciuda-
des rapa a los detenidos aun por simple sospecha; en
varias escuelas no se admite a los alumnos más que con el
cabello sumamen te corto, a discreción del director; .se nie-
ga el puesto de trabajo inclusive a obreros y aún manda-
deros: no se les admite la entrada en restauran tes y hoteles
55
oaxaqueños. Hoy en día, se va llegando a mayor toleran~
da, sobre todo si el "melenudo" pertenece a la burguesía.
Pero quienes se rebelan contra una situación represiva,
siguen dejándose crecer a lo menos las patillas.
56
ropa identificaba al individuo. Cada cual poseía su atuen-
do característico, sobre todo si se trataba de personajes de
cierta importancia. Hoy día, en nuestra cultura del ano-
nimato, la ropa se hace en serie. Por cierto esta manera
de vestir proviene de los hábitos monacales sacados de los
conventos por las ideas calvinistas. l\IcLuhan considera
que la ropa en serie es producto de la invención de la
imprenta y sus caracteres repetitivos, y esta forma de
producción está guiada sobre todo por actitudes mercan-
tilista s. Antes, la nieta, al llegar a la mayoría de edad,
heredaba el vestido de la abuela. Ahora, en nuestra socie-
dad del "desperdicio", la moda se comercializa, ejerce fuerte
tiranía v, cambia varias veces al año.
Es contra este uniformismo burgués que el hippie re-
clama su derecho a la propia individualidad. Él mismo
confeccionará su atuendo cortando aquí, pintando allá y
dando vuelo a su fantasía creadora. En la moda pop de
Carnaby Street se admite totlo: uniformes antiguos, vesti-
dos charlcston, túnicas orientales, huipiles mexicanos, blu-
sas exóticas. . . en fin, ahora ya se puede uno poner
cualquier cosa y vestir como se quiera. La misma abun-
dancia de la industria textil. en su pretensión de hacer
consumir más y más, condujo hacia la desaparición de la
moda en cuanto imposición.
Es curioso que en el reino animal el macho, con ele-
gantes plumajes o melena, resulte siempre más atractivo
que la hembra. También fueron los hombres, en épocas
pasadas, quienes eran los portadores de la moda. Fue sola-
mente a partir del absolutismo español y posteriormente
con la Reforma, cuando se optó por un puritanismo en
la moda masculina. Con la actual generación, el hombre
recobra los colores. Hoy nos vestimos en formas y colores
increíbles hace apenas un par de décadas. El unisex se
impone en tiempos de mayor libertad sexual. El movi-
miento de liberación femenina y el gusto por lo natural
afecta a la moda femenina. Las "chavas,. onderas repu-
dian pintarse, usar brassiere y prefieren los pantalones.
Un aura de fantasía sicodélica y originalidad envuelve
toda la moda actual. De las comuna!, rurales (reminiscen-
cia de los antiguos cuáqueros que colonizaron la inhóspita
Norteamerica), vino la efímera moda de la maxifalda.
Pero no pudo lograr desbancar a la revolucionaria mini-
57
falda, ¿por qué?
Apare nteme nte la ropa defien de el pudor ; en realid ad
juega con el "cubri r y dejar en descub ierto". La moda
femen ina provoc a la excita ción de los hombr es descub rien-
do cierta parte de su cuerpo . Cuand o ya nos hemos habi-
tuado a ello, despla za la atenci ón hacia otra parte. Así,
duran te cierto tiempo se trató del busto, como en la época
del Imper io en Franci a y de los Estuar do en Inglat erra;
otras veces fue la grupa, como en la Inglat erra victori ana;
y el bikini atrae la atenci ón hacia el abdom en. Cada cam-
bio del centro de atracc ión sexual va seguid o de cierto
escánd alo, lo cual demue stra hasta qué punto la excita ción
es condic ionada cultur almen te. Ahora bien, en la actuali -
dad, la parte del cuerpo a la que se trata de hacer dirigir
nuestr a atenci ón es el muslo, sea por la minifa lda como
por los pantal ones "acam panad os" de la moda unisex .
La minifa lda no fue sólo subir la falda unos centím etros,
sino que cambi ó la direcc ión sexual. Por esto pienso que
esta moda aún durará cierto tiempo .ª
l,Tno de los elemen tos más impor tantes que caracte rizan
a la genera ción del cabell o largo ha sido la modifi cación
del lengua je. Hoy día, la public idad, la demag ogia de
quiene s quiere n ganars e a la juvent ud, y hasta la litera-
tura, recurr en al "calich e" juveni l. La juvent ud por vez
prime ra irrump e en el mundo de los adulto s con nueva
forma de ver la vida. Esto reperc utirá necesa riamen te1 en
el lengua_je. José Agust ín escribió en cierta ocasió n: ' Los
hippie s. . . sostuv ieron muy esotéri camen te, que el nombr e
de las cosas encier ra la esenci a de las cosas; por lo- tanto,
si hay una nueva visión de la realida d, hay que empez ar
por nombr ar las cosas.'' Y en esto coinci de con l\.1arcuse,
quien escribió a su vez: "A la nueva sensib ilidad que se va
forman do, corres ponde un lengua je nuevo que expres e los
valores cultur ales en gestac ión." El lengua je iría indica n-
do, según esto. el grado en que se vayan desarr olland o
relacio nes sociales cualita tivame nte diferen tes, pues "la
ruptur a con el contin uum de la domin ación debe ser tam-
bién una ruptur a con el vocab ulario de la domin ación" .
• Dr. Clifford Allen: "Significado Sexual de la Ropa". en la re-
vista Luz, o·c tubre de 1967, N. Y.
58
fenó men o de
Sabemos que el mov imi ento hip pie fue un
que se expre-
disi den cia cult ura l y por tant o era preciso
el cam po del
sara com o tal. Al ope rar este fenó men o en
coin cidi ó con
arte (el rock como exp resi ón con test atar ia),
ito del poe ta:
lo que Ben jam in Pér et afir mar a a pro pós
lucionar~os,
"Se alza con tra todos, incl uye ndo a los revo
tica . arbi tra-
que situ ánd ose en el terr eno de la sola polí
imi ento cultu-
riam ente aisl ada así del con jun to del mov
logr o de la
ral, prec oniz a la sum isió n de la cult ura al
revo luci ón social" .4
iend en con
Tod as las min oría s étni cas del mu ndo def
prin cipa lme nte
veh eme ncia su dialecto, ya que es lo que
y es par te
les da el sen tim ient o de per tene ncia a su raza
los gob iern os
de su mod o de ver la vida . Por esta razó n,
úni ca la de
cen tral ista s pro cur arán imp one r como leng ua
cua lqu ier otra
los dom inad ores . Igu alm ente sucede con
su pro pio len-
min oría mar gin ada . Tra tará de des arro llar
a la policía.
gua je (argot, slang, caló, etc.). par a bur lar
de los barr ios
Par a Par mén ides Gar cía Sald aña , el leng ua je
fío a las bue-
bajo s "es escudo y puñ al; afre nta, reto , desa
umb res pro hi-
nas cos tum bres y defe nsa, par ape to de cost
ave ntu ra, de
bidas. Dif eren cia un mu ndo que vive en la
. Marcuse, por
otro que nieg a tod a pos ibil idad de vivirla"
es des arro llan
su par te, a{irma que "los gru pos sub cult ural
las inofensivas
su pro pio leng uaje, saca ndo de su con text o
ndo las par a
pala bras de la com unic ació n coti dian a y usá
tabú s por el
des igna r obje tos o acti vida des con vert idas en
gran par te del
sistema establecido". Esto sucede con una
voc abu lari o xip itec a reci bido del amb ient e
de la droga:
rnazo"', etc ...
"via je'', "áci do" , "ca rtón ", "qu ema r'\ "ho
par a el hom-
Tod a acti vida d verdade ram ente imp orta nte
el vocabu-
bre forj a su pro pio vocabu lari o: así tenemos
ado con el
lari o de la fábrica, por ejern plo, o el rela cion
ción . Así tam-
maíz (sie mbr a y cosecha), . o con la ·pro stitu
é", se lim pia
bién sucede con la dro ga: la "ye rba " o el "caf
o" o "joi n" se
de ''cocos", par a pod er "for jarl o". El "pit
"qu ema " a] "ati zars e'', "rol ánd olo " entr e los "grifos" has ta
"da rle mat e" a la ' bac ha,. ...
4
60
han sabido captar este lengua je en lo que tiene de
profun do.
62
sino a
ritua les. No adm ira a Nap oleó n o a Ben ito Juárez.
seosos
Bud a, a Cris to, a Jung . Se les pued e criti car de fanta
esta
idealistas; pero no de insinceros. lnclu si ve tal vez
part e
mism a actit ud de búsq ueda espi ritua l expl ique en
otro
su cons umo de la drog a. Pero esto ya será obje to de
capí tulo .
65
CAPIT ULO IV: LA REVOL UCiúN
SICOD f.LICA
64
habíamos exagerado el problema: que la fármacodepen-
dencia tiene entre nosotros menores porporciones de lo
que se creyó a primera vista. Tal vez el consumo de
marihuana alcance, de todos modos, un buen 10~~, con-
tando entre esta cifra a algunos consumidores ocasionales,
que no deben ser considerados como dependientes.
No sólo las cantidades fueron menores en nuestra pa-
tria. También el tipo de droga es de menor peligrosidad.
En los Estados Unidos, el verdadero problema son las
drogas heroicas. Las tropas enviadas a Vietnam reciente-
mente tuvieron ocasión de obtener a un precio sumarnente
bajo heroína de muy buena calidad. Igualmente, el con-
texto fue diferente. Allá, por ejemplo, el LSD se volvió
mito por la propaganda de Timothy Leary.
Los hippies norteamericanos hicieron uso primordial
de drogas sintéticas. :tstas tienen otro inconveniente más
respecto de las naturales, y es que en 1a mayoría de los
casos son confeccionados por laboratorios clandestinos, por
estudiantes de pocos escrúpulos, y no se sabe con certeza la
cantidad empleada. 3 En cambio, nuestros xipitecas tuvie-
ron, en general, bastante recelo por todo tipo de droga
química, incluyendo las "pastas" (o sea, medicamentos de
venta legal), pues su filosofía fue netamente naturista.
Este primer grupo de consumidores, quienes posiblemente
deban ser considerados los más significativos de entre
los jóvenes drogadictos, se acercaron más al mundo mágico
o religioso de los huicholes, mazatecos o yakis, entre quie-
nes se encontraban los alucinógenos y cuya venta, hasta
hace poco, era considerada legal.
65
Nuestros xipitecas, a semejanza de sus más auténticos
colegas --gabachos", acudieron a la droga por creerla de
provecho personal. Estaban seguros que consumiéndola au-
mentaba su conciencia, encontraban a su Dios, y no se
perjudicaban grandemente. Se acercaron a ella buscando
su liberación, antes de descubrir que estaban sometidos
a una nueva esclavitud. Junto a ellos podemos colocar a
algunos jóvenes estudiantes, quienes perseguían el vanguar-
dismo cultural de la nueva generación norteamericana:
su música, sus manifestaciones artísticas, sus nuevas ideas.
La droga era una nueva exploración sicológica del propio
subconsciente o del inconsciente colectivo. También ellos
buscaron en la droga algo positivo.
Pero hubo también otro tipo de consumidores más peli-
grosos: pandilleros y bohemios se abocan a la droga pre-
cipitándose en un fatal camino ltacia la degeneración. La
droga estropeó el idealismo hippie. Las "comunas" se con-
virtieron en asociaciones de adictos que vivían en la sucie-
dad, promiscuidad y pereza. La poliadicción, los· chantajes,
el tráfico, la prostitución. . . es el desenlace.
69
derá que fue por curiosidad. Este tipo de droga es algo
nuevo, reservado a una minoría. Hay en el hombre un
deseo profundo y laudable de exploración. La droga po-
drá convertir al chico en un aventurero, en un Magallanes
de la interioridad. Por otra parte, estaba la publicidad. Los
Beatles terminaban cantando en I'm the Walrus: "Every-
body smokes pot"; hay varias alusiones en Sargcrit
Pepper, en cuya portada aparece inclusive una plantita
de marihuana. Esto es sólo un ejemplo de lo que podemos
ver en los pósters y prensa "underground." Había con-
ciencia que relacionaba la droga al vanguardismo cultu-
ral y a cambios sociales. Quienes se oponían a ello, eran
los "fresa'', es decir, los representantes de los valores ca-
ducos. Quienes la fumaban, en cambio, eran los que "esta-
ban en la onda", es decir, quienes percibían la realidad
de determinada manera, que eran moralmente más libera-
les, políticamente contestatarios, amantes de la paz y del
amor, y que conocían secretos de sensualidad. ,La droga
se relaciona a toda una orquesta de los sentidos: luces y
colores. música, olor a incienso, almohadas y cierta liber-
tad sexual. La publicidad mitificó estas drogas y sobreva-
loró sus efectos. Cierto que el precio podía parecer dema-
siado a los principiantes, pero se tranquilizaron al denunciar
el alarmismo seudocientífico de algunos médicos, quienes
pretendían ingenuamente asustar para impedir el consu-
mo. Frente a ellos estaban también los testimonios de
otros médicos, aparentemente mejor informados, que de-
cían que no había daños comprobados por el consumo
de marihuana, y que era más peligroso el alcohol o el
mismo tabaco.
El muchacho, pues, ha roto el tabú y comienza a expe-
rimentar por sí mismo. Ahora descubre los delicados mati-
ces escondidos en una simple nube, o la sinfonía que hay
detrás de una melodía cualquiera. Siente aumentar su
"feeling" en la música que realiza. y la inspiración en su
pintura, aunque es probable que se desilusione cuando pase
el efecto, tal vez comience a adentrarse en consideraciones
sobre la propia persona, por más que la objetividad del
juicio y el sentido crítico se vean afectados por intromi-
siones de la fantasía. Percibe con mayor claridad la~ enaje-
naciones del medio que le rodea, y se va aficionando por
razones, diríamos, filosóficas. Cree, sinceramente, que la
70
droga Je proporciona cierta utilidad.
No sólo los muchachos han pensado que la droga puede
dar beneficios reales. Algunos científicos creen también
que se puede usar productivamente. Por ejemplo, James
R. Parsons, célebre sociólogo de la Universidad de Califor-
nia, sustentó hace poco una importante conferencia ante
la Asociación Histórica Americana, en la que defendía
que este tipo de drogas, utilizadas por hombres responsa-
bles y de firme mentalidad, podrían ser una ayuda para
estudiar el pasado histórico. A manera de ejemplos propo-
nía entender la China primitiva, por su gusto por el
platillo exótico de patas de oso, o entender el imperio
mongol del siglo XIII por la conciencia de colmena de
las abejas.
Aldous Huxley es también partidario de la posibilidad
de usos positivos para este tipo de drogas. En Las puertas
de la percepción analiza su viaje con mezcalina como con-
tribución a la epistemología. En la sociedad ideal de "La
isla", se suministraban hongos alucinógenos para el me-
jor equilibrio síquico y religioso, aunque en el supercivili-
zado "Mundo feliz .. , la droga -el soma-, cumplía una
función enajenante.
Timothy Leary, antes de desacreditarse científicamente,
fue apologista del LSD para provocar experiencias mís-
ticas y mejorar así la sicología mediocre del norteameri-
cano de hoy. Y en México también tuvimos a nuestro
Dr. Salvador Roquet, quien mantiene intercambios con
el Dr. Albert Hoffman -descubridor del LSD- para estu-
diar posibles aplicaciones siquiátricas y terapéuticas de
estas drogas.
En fin, tal vez pudiese ser que la hun1anidad encuentre
posibles usos provechosos de estas substancias. De momento
no hay nada seguro. De todos modos, vemos que ha habido
casos en que se las ha buscado con fines experimentales,
obteniendo, a veces, algunos beneficios.
í.sa no es, desde luego, la postura de la 1nayoría de los
muchachos. f\.Iuchos la consumen simplemente porque les
gusta, por moda, por presiones ambientales" por aventure•
rismo o por snobs. l\.fás interesantes serán los móviles no
conscientes que influyen en la habituación.
Ya hicimos referencia anteriormente a la actitud parri•
cida de quienes se drogan para castigar a sus padres en
71
lo que u1ás les duele. Ésta es la venganza ante su iucom-
presión.5 Un buen número de consumidores, ante la im-
posibilidad de entablar una comunicación auténtica con
sus padres, o hacer frente a sus problemas, lo hacen en
una actitud escapista. Ha sido observada con frecuencia
la correlación entre la fármacodependencia y la desinte-
gración familiar. 6 La droga es aprovechada para chanta-
jear emotivamente a los padres llamándoles así Ja atención
y siendo de este modo objeto de sus preocupaciones.
Feigel H. C. 7 encuentra además del conflicto genera-
cional, actitudes masoquistas y de tendencia a la muerte.
Yo recuerdo la frase de un muchacho: "l\fo vov; a Huautla
a comer el bonche de hongos, para que truene de una
vez y me quede forever." Un fatalismo, fruto de senti-
mientos <le culpa, unido a deseos de probar sensaciones
intensas y tendencias suicidas. Es sabido de varios casos
de suicidio llevados a cabo en medio de "viajes" con LSD.
La muerte es la experiencia subjetiva más intensa y fas•
cinante, por tanto es tentación para los aventureros de la
subjetividad. Adem{1s, desde Jimmy Hendrix, Janis Joplin
y .Jim ~-lorrison, la muerte por droga se ha mitificado.
En ::.v.t:éxico, el Dr. Césarman se hace cargo de aquellos
que llegaron a la droga para sentirse integrados a un
grupo, en momentos en que nuestros valores culturales
tradicionales parecen desbaratarse, ocasionando un brutal
problema de identidad entre los jóvenes, ya que los va10-
1·es culturales tradicionales parecen desbaratarse ocasio-
nando un brutal problema de identidad en los jóvenes,
ya que los valores de los p:1drcs no son válidos, el ch.ico
intentará afirmar su personalidad con sus compañeros. Al
estar prohibidas las drogas, realiza un acto de autoa[irma-
ción, a la vez que de rebeldía, contra la autoridad que
las prohibe.
El sentirse parte de un grupo coherente, unido, ante per-
seguidores comunes. con valores propios, da un sentido
de estabilidad no encontrado en el hogar. Feigcl cree que
en estos muchachos, la marihuana no pasa de ser un
72
capricho pasajero, aunque con posibles consecuencias.
En otros más, la marihuana o este tipo de droga ha
entrado a la propia sicología, ya problemática, y encuen-
tra en ella la forma de solucionar aparentem.ente las ten-
dencias neuróticas. Se cae así en la dependencia síquica,
creyendo encontrar ayuda en la droga. Concluyendo, mu-
chos jóvenes al consumir la droga creyeron obtener algún
beneficio. En muchos casos hay que darles la razón y
reconocer que así ha sido. Pero, ¿a qué precio?
Tal vez sea necesario reseñar lo que conocemos actual-
mente sobre los daños producidos ·por las drogas más
comunes dentro de la "onda" en l\léxico.
73
de su agrado. Tal vez desde entonces, derivadas de los
'•hassassins", vino la palabra ..asesino·', y se vinculó la
planta a tendencias criminales.
A mediados del siglo x1x, un grupo de literatos bohe-
mios la descubrió en Europa, cuando era sustancia legal
encontrada en las farmacias. Se formó el famoso club de
los hashishins, que se reunía en el Barrio Latino de París.
De este club salieron escritos literarios de gran valor,
como el célebre libro de Baudelaire, Los paraísos artifi-
ciales, o las descripciones de Teófilo Gauthier. Estos autores
sacrifican en aras de sus pintorescas narraciones literarias
no poco de objetividad científica, exagerando sus efectos
o dramatizando sus daños; sin embargo, sus conclusiones
merecen ser tenidas en cuenta aun hoy.
Unos años más tarde volvió a surgir la inquietud, esta
vez desde el punto de vista farmacológico. Mencionaremos
especialmente a Pascual Brotteaux y Shneider. Por último,
la atención derivó hacia sus efectos sociales. En .los Estados
Unidos, la yerba, consumida por negros y marginados
urbanos, gozaba de bastante mala fama, y se tenía la idea
de que conducía al crimen. 8 Sin embargo, había discre-
pancias, y no faltaban quienes defendían su uso legal. La
atención derivó entonces hacia Egipto o la India, lugares
donde esta droga es legal. Existían estudios como el de
Carlson, o un informe de la Oficina Central sobre narco-
traficantes en Egipto, muy exagerado; pero en la actuali-
dad hay pocos que estén de acuerdo con ellos. Fue enton-
ces cuando se realizó una importante investigación encar-
gada por el célebre alcalde de Nueva York, Fiorello La
Guardia, a la Academia de Medicina de Nueva York. En
1944, la comisión publicó el informe. Sus resultados, orien-
tados hacia su uso social, concluían que esa droga no
conduce directamente al deterioro mental o físico, no pro-
duce adicción, ni se registraron muertes atribuibles direc-
tamente a su uso, ni conduce a una conducta delictiva.
Este informe, pese a su seriedad, ocasionó enconados ata•
ques y pronto fue relegado al olvido. Nadie se volvió a
ocupar de esta droga sino hasta la década de los sesenta
en la que vuelve a llamar la atención. Ahora la burguesía
8
Robert S. de Ropp. Las drogas y la mente, Comwiñfa Editorial
Continental, México. 1960, pp. 59-97.
74
se alarma más, puesto que ya no se trata de los negros
de los barrios bajos, a quienes a lo más hay que temer
su peligrosidad, sino que ahora son sus propios hijos.
Los jóvenes la consumen más y más. Ahora ellos tienen
también una palabra que decir, a pesar de que no se les
quiera tomar en cuenta.
Paralelamente al aumento epidemiológico, creció tam-
bién la investigación seria. Ahora los libros sobre el tema
son tan abundantes que ya casi ni los mismos especialistas
pueden mantenerse al corriente. La prestigiada revista
Science publicó en 1971 un estudio titulado: "l\{arihuana.
Tres años después" .9 En este tiempo se ha logrado aislar
el sintético trans-tetra-hydrocannabino (THC), con lo cual
se ha logrado una cuantificación más precisa de la droga,
importante para efectos farmacológicos. Además, se estu-
diaron los efectos fisiológicos, los cambios perceptivos y
síquicos, se usaron diversos tipos de tests sicométricos y bio-
químicos y, por último, se compararon estos resultados con
diversos homólogos de THC y con las descripciones de suje-
tos de la calle. Podemos decir que será muy poco lo que
quede por estudiar. Tal vez falte aún una comprobación
más exacta de los efectos que el consumo habitual produce
a largo plazo en los adictos. Se van encontrando algunos
testimonios recientes que parecen confirn1ar que el uso
prolongado de esta droga produce lesiones cerebrales. El
estudio concluye a propósito de ]os efectos sicológicos en-
tre habituados:
" ... Lo que es más perturbador son los reportes de efec-
tos sutiles en la personalidad asociados con el uso prolon-
gado de la droga: disminución del deseo de trabajo, pér-
dida de motivación, pérdida de las funciones intelectuales
.y de juicio. Se puede argüir que individuos con tales
manifestaciones pudieron desenvolverlas sin el uso de la
droga; pero la evidencia ostensible no sigue a esta aserción.
En vista de que muchos usuarios de esta droga se reclutan
entre segmentos de nuestra juventud más favorecidos con
10
En el folleto publicado por Centro de Rehabilitación Juvenil,
leemos lo siguiente: " ... Hay que comidernr (a la marihuana) con
mucho la más peligrosa de (las drogas) conocida, por constituir
la puerta que se abre hada otras de mayor importancia:'.
n Excélsior, 14 de febrero ele 1972.
76
Se dice que el LSD afecta a los genes hei-editarios. Los
doctores Pinkney y Habenich, de la sociedad Internacio-
nal de Temperancia, en su estancia en l'viéxico, hicieron
a la prensa esta alarmista declaración: "Todo aquel que
haya hecho un 'víaje' -en la alfon1bra mágica del LSD-
a la dimensión flotante, jamás tendrá hijos normales."
Como he dicho, tales experiencias en bocas de científi-
cos, además de ser inexactas, abaten a quien tiene el
problema y, por ese fatalismo masoquista, hará uso mayor
<le la droga. El vulgo puede dar respuestas categóricas a
los problemas; pero la verdadera ciencia debe contentarse
muchas veces con dar sólo porcentajes.
Así, recientemente, los Drs. NoTma, Dishotsky, Laogh-
man y Mogar condujeron una investigación para investigar
los posibles daños genéticos del LSD. 12 Hicieron varios
experimentos con animales cuyo ciclo reproductivo fuese
suficientemente corto para observarlo. Se observaron mu-
taciones o rupturas cromosómicas en ratones, moscas, leu-
cocitos de sangre, y en un 23.4-% de consumidores. Conclu-
yeron que el LSD puro (no de venta callejera), en canti-
dades moderadas, no produce un daño perceptible. Es un
mutógeno débil, efectivo sólo en al tas dosis.
Aparte de los daños genéticos, es opinión común entre
Jos médicos, que el ácido lisérgico y alucinógenos similares
pueden ocasionar trastornos sicóticos: Jos llamados "malos
via_jes", en algunos casos, cuando ya preexistían disposi-
ciones malignas. A veces un solo viaje fue suficiente para
desatar la perturbación; otras, se presentan en forma ines-
perada después de cierto número de ellos.
Los inhalantes o volátiles, tales como el tíner o cemento
flexo, que según el Tribunal para Jvienores, ocupa ya la
mayor parte de ]os casos que allí acuden por abuso de
droga, producen -según criterio común- lesiones orgánicas
o deterioro de neuronas, es decir, daños irreparables. En
cuanto a las anfetaminas y barbitúricos, conocidos vulgar-
mente como Hpastas", incluyendo los "diablitos'', aparte de
sicosis esquizofreniformes comunes a otras drogas; produce
hiperactividad física o mental, ideas de grandiosidad, y mo-
77
dificaciones en la personalidad como hostilidad, suspicacia
o antagonismo.
A propósito de las conclusiones expuestas como modifi-
caciones a la personalidad se me ocurre preguntar: ¿hasta
qué punto tales modificaciones son causadas exclusiva-
mente por la droga o hasta dónde no influye la suges-
tión ambiental? ¿Hasta qué punto la desadaptación a los
valores imperantes es síntoma de trastorno síquico o más
bien de salud en medio de una sociedad enferma? Cam-
pillo-La 1'~uente, por ejemplo, a propósito de los daños
del LSD, aluden como rasgos patológicos congénitos a la
ingestión de la droga. factores tales como '"repudio de los
valores convencionales, pérdida de interés en el logro de
metas lucrativas, ideas seudomfsticas, tendencias regresivas
a la vida nómada y naturista" ... es decir, cambio de valo-
res culturales correspondiente al mito xipiteca. Por cierto,
no nos extraña que en la terapia para "rehabilitar" al
chico supuestamente enfermo influyan patrones_ culturales
y tendencias políticas de los médicos encargados. lgual-
mente, en vez de "perseguir la droga" (supuesto que esta
forma sea la adecuada para tratar un problema tan com•
piejo), se reprime la cultura juvenil y sus manifestaciones
como el rock, el pelo largo o el caló de las revistas ju-
veniles.
Citamos un párrafo del folleto publicado por el Centro
de Trabajo Juvenil, que patrocinan las Damas Publicistas:
"Se han señalado los múltiples factores que proponen a
las reformas del status social, jurídico y económico, cuyo
instrumento predilecto -las víctimas precisamente de los
teóricos de los movimientos radicales y la economía del
crimen- son los núcleos juveniles. . . Se pretende ampliar
el número de esas víctimas y la maniobra empezó en nues-
tro país hace algunos afios. Se ataca y altera el núcleo
familiar, y se culpa a los padres, a los métodos de enseñanza,
a los maestros, etc ... , con lo que se facilita la ruptura
con los antiguos controles morales y los patrones socio•
culturales establecidos. Por ello, desgraciadamente. se pro•
mueven el alcoholismo, el uso de drogas, la pornografía y
la promiscuidad sexual. Se propagan también determina•
das ideas o seudofilosofías que pretenden la revolución
ideológica, inclusive en los altos niveles intelectuales (uni-
versitarios y eclesiásticos, por ejemplo), con ta tesis de
78
que hay que destruir los sistemas vigentes o integrar un
nuevo tipo de organización humana, a pretexto de los
errores cometidos por la generación adulta."
Son los celosos defensores del "orden" establecido preo-
cupados por estos disidentes, "desadaptados sociales", a
quienes tratan de "rehabilitar" por los daños infligidos
por la droga, reduciéndolos al sistema de valores vigente.
Ellos ven en la droga una conspiración izquierdista para
desviar a la juventud; mientras que los izquierdistas creen
en una maniobra de la derecha. A veces se piensa enton-
ces, en las increíbles intrigas de la mafia, con el "Padri-
no" y demás. Por lo tanto, diré algo sobre el tráfico y la
contraofensiva policiaca.
Si usted viajara, por ejemplo, a Egipto o algún otro
país árabe y se encontrara a un cortés anfitrión, probable-
mente le invite a su fumadero particular a darse un "to-
que" de hashish, y se mostrará escandalizado de que en
Occidente el alcohol se anuncie inclusive por TV. Mahoma
prohibió el alcohol, pero no dijo nada acerca del opio.
Como se ve, el problema de la droga no debe ser tratado
exclusivamente desde el ángulo legal. por más que éste
también sea necesario. Recordemos el tiempo en que el
alcohol estaba prohibido en Norteamérica, cuando la lla-
mada "ley seca", que precisamente coincidió con el tiempo
del gangsterismo. Ahora nuevamente se ventila la cues-
tión de la legalidad a propósito de la marihuana.
Se dice que cuando una ley se quebranta por un buen
número de la población en forma habitual, resulta inope-
rante y prácticamente deja de regir dado que no puede
ya controlarse su cumplimiento. Desde luego que habría
que ver a qué tipo de leyes se refiere.
En la actualidad, es más fácil conseguir un "toque" que
un taxi. Los boleritos de la Merced dan a sus clientes
boleadas de $ 50, y los muchachos de ciertas preparato•
rias compran tortas "especiales" de $ 30, en las que se
incluye la "mercancía". En algunos sectores de la joven
burguesía el consumo de marihuana se ve normal. Las fa-
mosas operaciones antidrogas de la frontera han sido hu- ,
millantes para México, y la organización del crimen recurre
a medidas cada vez más ingeniosas para burlar la vigilancia
policiaca. Por ello es perferible la educación juvenil que
las medidas coercitivas, las cuales muchas veces se prestan
79
a chantajes de agentes corruptos, o son pretexto para la
represión de eventos culturales. Una larga temporada de
cárcel para un consumidor ocasional produce más nial
que bien.
.Este problema se aplica inclusive respecto de la heroína.
Se calcula que en Estados Unidos habrá unos 6 millones
de adictos a esta terrible droga. La heroína llega a Estados
Unidos por <los procedencias distintas, con sus respectivas
rutas. La primera tiene su punto <le origen en Turquía,
donde el cultivo del opio es legal para fines médicos. De
allí el tráfico clandestino va a Europa, donde se refina y
convierte en heroína, paTa ser introducida a los Estados
Unidos por varias rutas. Recientemente ha sido América
del Sur la preferida por los traficantes organizados a escala
mundial. La segunda vía parte del llamado "Triángulo de
Oro", lugar donde se juntan las fronteras de Birmania,
Laos y Tailandia. Esta ruta sigu~ hacia los Estados Unidos
por vía de Bangkok, Saigón, las Filipinas y Hong-Kong.13
La absurda guerra de Vietnam, aparte de lo.s d~sequilibrios
económicos y políticos que trajo para Norteamérica, im-
plicó un considerable aumento de la drogadicción. El 30
por ciento de los combatientes norteamericanos resultaron
adictos a la heroína, y la guerra misma facilitó la opera-
ción de tráfico. Parece ser que las organizaciones políticas
del mis1nísimo presidente de Vietnam de Sur, Nguyen van
Thieu, del expresidente Nguyen Cao Ky y del primer
ministro Tran van Khiem lo favorecen. 14 La revista Ram-
parts, llega a implicar en el tráfico a personas allegadas
al presidente N ixon, o que le ayudaron a llegar a la
presidencia.
Es apasionante la criminología de la droga, y no extraña,
dadas las pingües ganancias que de ella se obtiene. No
es de extrañarse que se llegue a la misma corrupción de
los funcionarios. La lucha aumenta, los controles se ha-
13
Interesante reportaje a Myles J. Ambrose. Director de Aduanas
de Estados Unidos, en Excelsior, 18 de febrero de 1972. "El presidente
Nixon -dice el articulista- solicitó al congreso 155 millones de
dólares para la campaf'i.a antidroga en 1971." Para el tráfico de heroí-
na. en Sudamérica, el reportaje de Nathan Adams, aparecido en
Selecciones del Readers Digest, junio 1973.
u Declaraciones de Alfred '\\r, McCoy, inYestigador de la Universi-
dad de Yak, quien pasó 18 meses en el lugu. Excélsior, 3 de junio
de 1972. •
80
cen más fuertes y posiblemente el tráfico se logre dis-
minuir.
Algo semejante puede aparecer respecto a la marihuana.
No nos llama la atención saber que hay corrupción entre
los agentes y funcionarios de l\'1éxico, en noticias que de
vez en cuando se logran filtrar en nuestros periódicos:
Lewis Walt, ex comandante de la Marina de los Estados
Unidos en Vietnam del Sur, reveló ante el Congreso que
1
' existe una amplia corrupción y complicidad con los tra-
81
l\fás importante es la labor preventiva. Que se dé infor.
mación objetiva a los muchachos, sin alarmismos ni exa-
geraciones, y dejar que ellos tomen sus propias decisiones.
Ya no es posible controlar desde fuera, y lo prohibido a
veces ejerce más fascinación o favorece la represión en
otros aspectos culturales. Por estas razones no faltan quie-
nes opinen que se debería legalizar la marihuana.
Desde luego que dicha legalización no sería una venta
libre o incontrolada. Se trata de substancias peligrosas
que requieren regularización. También el alcohol es una
de estas drogas, y sería de desear que se contro1íue más
su venta y publicidad'. Tal vez los efectos sociales del
alcohol fuesen inclusive peores que los de la marihuana,
puesto que produce agresividad.19 Inclusive el tabaco es
también peligroso. El Dr. Césarman dijo en cierta ocasión:
"Más personas mueren por enfermedades como el cáncer,
esclerosis y padecimientos·· de los bronquios entre consu~
midores de tabaco, que de cualquier tipo de droga. Entre
éstas, la que menos trastornos neurológicos produce es la
marihuana".2 º Se trata más bien de hacer su consumo un
poco "menos ilegal", como distingue el Dr. Leo Hollister,
ya citado. Igualmente partidario de esto, en los Estados
Unidos, es el Comité Nacional contra el Uso de la Mari-
huana y Abuso contra Estupefacientes, organismo que reco·
mienda se eliminen todas las leyes que vayan contra el
uso de la marihuana en forma privada. También en l\fé•
xico hay una tesis jurídica según la cual se debería per-
mitir a sujetos que se confiesen "adictos", portar la can•
tidad necesaria para su consumo diario.
Estas reformas legales se proponen una actitud más hu-
mana hacia los jóvenes consumidores. Sin embargo, existen
también argumentos importantes contra dicha legalización.
En primer lugar, la droga nos está viniendo de los países
del primer mundo en los momentos en que la juventud
comienza a cobrar conciencia política, lo cual es muy
significativo. En caso de legalizarse la marihuana, pronto
se verían sembrados muchos campos que ahora se em-
plean para la producción de alimentos. Hoy, cuando la
111
El Dr. T. Weil comprobó que sujetos que habían ingerido alcohol
cometen más errores en el manejo de automóvil que aquéllos que
fumaron marihuana: Science, primavera de 1968. ..
10 Excélsior, U de mayo de 1972.
82
tierra di5ponible para el cultivo está escaseando, no debe-
ría permitirse su empleo para producir sustancias que en
realidad enervan la voluntad y la conciencia humanas (in•
cluyendo el tabaco o el alcohol). Además, de legalizarse,
correspondería al gobierno la licencia y el control de la
producción, distribución y venta, lo cual es más difícil
aún que el alcohol, pues cualquiera puede tener una
planta en su casa. Por último, concediendo que la mari-
huana tenga menores consecuencias sociales o acaso nocivas
que el alcohol, la experiencia dice que la nueva droga
no sustituye a la tradicional, sino que se añade a las ya
aceptadas.
Sea cual fuere la actitud más conveniente a seguir, que-
da de todos modos claro que el asunto debería tratarse.
más que en forma criminológica, deide un enfoque edu-
cacional y que de ninguna manera esto pueda ser pretexto
para sofocar movimientos culturales. Se está gestando una
nueva forma de ver la vida y la juventud de cabello largo,
acaso con ayuda de la droga. pudo percibir los primeros
signos. A nosotros nos toca, de forma consciente y respon•
sable, estudiar también los signos a los que nos han abierto
los profetas xipitecas y tratar con eficiencia de encaminar-
nos hacia la nueva cultura.
8!
SEGUNDA PARTE
LA CONTRACULTURA
CAPITULO I: DROGA Y CAl\,IBIO
CULTURAL
Culturas animistas
89
mos intentar una somera descripción destacando ,-princi-
palmente lo que convenga más al tema. Contra 1~ que se
podría pensar, estas culturas no son más simples que la
nuestra, sino por el contrario mucho más. complejas.
El elemento formal, es decir, el factor unificativo de es-
tas culturas, es su actitud sacra ante el mundo. Dent1·0
de la naturaleza, se separarán ciertos elementos, objetos,
lugares o tiempos especiales, que serán lo "sagrado", con-
trapuesto a lo demás, tenido entonces como "profano".
Los fenómenos naturales no son comprendidos como tales,
sino que se pensará a la naturaleza como viva -el ani-
mismo-, y como campo de lucha entre demonios y fuerzas.
Se hará uso de la magia, mediante ritos que -según la
ley de la homología- no serán sino repeticiones del mismo
ritmo natural de los fenómenos. Así, para pedir lluvia, el
hechicero rociará con agua desde un árbol, los cantos, simu-
larán los truenos y el ritmo de las danzas recordará el
ritmo natural de las estaciones y los ciclos vitales.
El hombre vive inmerso en el cosmos, y apenas se per-
cibe como diverso de la naturaleza. tsta, a su vez, es tenida
como totalidad. Igualmente se da una inmersión en la
colectividad: el individuo no tiene conciencia de sí o de
su diversidad; sólo existe como miembro del clan. La
tribu, dentro del totemismo, es pensada igualmente como
un todo o unidad. Por tanto, las relaciones tribales serán
marcadas por una rígida jerarquía, descansando sobre los
lazos de la misma sangre.
En este tipo de culturas, la razón lógica no se encuen-
tra sino incipientemente desarrollada.2 Los hombres se ri-
gen por los instintos. Están cercanos al inconsciente, sobre
todo en la forma denominada por los sicoanalistas "in-
consciente colectivo." En muchos casos se trata de un pen-
samiento presimbólico y es aquí donde ]a sexualidad tiene
una función peculiar, más exrensa que el simple ámbito
reproductivo. Sujeta sólo por los tabús, en el sentido estric-
. to del término, la contención no es debida a motivaciones
moralistas, sino religiosas. Así, tenemos las purificaciones
sexuales colectivas para casos de defunción, los ritos de
iniciación sexual y otras prácticas similares. Sin constric-
• Para Lévi-Strauss estas culturas poseen cierta lógica, basada en
lo concreto, según las apariencias sensibles. Cf.: Pensamiento salvaje,
op., cit. •
90
dones moralis tas o racionales, se liberan las llamada s
fuerzas "inferio res" en forma de proyección dionisiaca.
Es el espíritu orgiástico, de evasión de lo individ ual para
sumerg irse más y más en el todo. Esto lo favorecerá la
danza. el ritmo, y sobre todo, ciertas drogas.
Philipp e de Felice ha puesto de manifie sto en su libro
Poisons sacrés, ivresses divines, la constan te de las drogas
en las religion es animistas. Es digna de mencio narse aque.
lla práctica en que el hechice ro bebe el ácido en un cráneo
humano , y luego orina. El ácido, que ha perman ecido in-
alterado , es bebido entonce s por el resto de la tribu en
la orina del hechicero, y todos entran así en ese estado
alucina torio, percibie ndo semiconscientemente la unidad
tribal y cósmica. a la que da origen la introxic ación con
este tipo de droga. Tambié n podemo s citar el caso mexi-
cano de los huicholes, )' el lugar que entre ellos ocupa
el peyote. La droga es centro de su religión , y una especie
de sacrame nto para entrar en comuni ón con lo divino. La
peregrin ación, peniten cial y fantaseosa, a través del de-
sierto potosin o hacia las mesetas de Viricota , para la recolec-
ción de los primero s peyotes: las alucina ciones -a las cua~
les atribuy en un valor real-, que les hacen percibfr las
diversas transfor macion es de su dios.
En el número 9 de la revista "underg round'' Oracle de
los Angeles apareci ó un artículo de Allan D. Coult, doctor
en antropo logía y en filosofía, titulado "Sexo, Religió n
y LSD". En el paganismo, según el autor, el dios Pan, dios
de las pastura s, hombre y bestia, es el dios de la vida
salvaje y está inmerso en la naturale za. Se da continu idad
entre lo vegetal ·y lo animal: los sacrificios de animale s se
emplea n para que la sangre fertilece los vegetales. No
se adora a deidade s abstractas, sino que el poder del creci•
miento viene de la fecundi dad misma de la naturale za.
Existe unidad entre lo fálico y la religión vegetal. Cuando
el grano muere, se entriste cen; y se alegran con la resurrec-
ción, al brotar de la yerba.
La deidad del paganis mo es un dios matern o -la Ma.
dre Tierra y el matriar cado- y pertene ce al reino vegetal.
Con la domesticación de los animale s y la aparició n de la
,religió n judeocr istiana, se cambia de signo. Ahora es el Dios
Padre, el Cielo y el patriarc ado. El animal no resucita , como
aparent emente sucede con las plantas , simplem ente muere.
91
Si el hom bre resu cita , será sólo su espí ritu. De
aqu í cier ta
tens ión dial éctica entr e la natu rale za y espí ritu,
hast a re-
cob rar la plen a unid ad con la resu rrec ción de la
carn e.
Según Wil hem Reic h, en el orgasmo el hom bre
sale de
sí mismo y se sum erge en el cosmos. Se disuelve
n las fron -
teras de la pers ona y la separación "mo ral" entr e
el den tro
y el fuera. En el orgasmo el hom bre obti ene
una sensación
de bea titu d sim ilar a la religiosa o al Nirv ana.
Lo que
acon tece es que en Occ iden te hem os perd ido la
capa cida d
de orgasmo com plet o -no s dice - y sólo nos con
tent amo s
con tene r e-yaculaciones.
Esto mism o es lo que sucede, a juic io de nue stro
artic u-
lista part idar io de los alucinógenos, con el LSD
. Tam bién
aqu í se da una dism inuc ión de las fron tera s de
la prop ia
pers ona lida d; dism inuc ión de las tensiones que,
segú n
Reic h, obst acul izan el orga smo verd ader o. Com o
en las reli-
giones "nat ural es", se proc ura saca r de la natu rale
za todo
el goce posible, en luga r de la dico tom ía entr e "car
ne" y es-
píri tu de algu nas· manifestaciones sup uest ame nte
cristianas.
Por estas inte resa ntes descripciones, pese a su disc
utib i-
Iidad, nos dam os cue nta de que la rela ción exis
te entr e _
las relig iones sacras animistas, las drogas y el
sexo. To-
das ellas son form as dionisiacas de evasión, en cult
uras en
don de no se da aún conciencia neta men te indi vidu
al, sino
imm ersi ón en la trib u, en el todo, y un anh elo
de part i-
cipa r cósmicamente de todo ritm o natu ral.
Para Mar shal l I\-fcL uha n lo que caracteriza form
alm ente
a una cult ura dete rmi nad a es su form a prep ond
eran te de
comunicación. El alfa beto dará orig en al desa rrol
lo de la
vista, es decir, a la razó n lógica. Las cult uras prea
lfabéticas,
como las que trata mos , se rela cion an de form
a -audio-
tácti l, lo cual abre al inconsciente colectivo, com
o hem os
visto. "En las cult uras triba les la exp erie ncia vien
e arre -
glad a por una vida de los sentidos, dom inan tem
ente aud i-
tiva, que repr ime los valores visuales . .. Las cult
uras ora-
les acci onan y reac cion an a un mis mo tiem po."
Nosotros,
occidentales, hem os .rep rimi do nue stra s emociones,
esto ha
sido el precio de la civilización:
1
' La inst rucc ión crea
tipos de pers onas muc ho más sen-
cillas que las que se form an en la com plej a tela
raña de
las sociedades triba les y oral es ordi nari as, pue sto
que el
hom bre frag men tado crea el mun do occidentfll
homoge-
92
neizado, mientras que las sociedades orales están consti-
tuidas por personas diferenciadas, no por sus habilidades
o aptitudes especializadas, ni por señales visibles, sino por
sus mezclas emocionales únicas. El mundo interior del
hombre oral es una maraña de emociones y sentimientos
complejos que el hombre occidental hace ya mucho tiempo
que ha desgastado o reprimido dentro de sí. en interés
de lo eficiente y lo práctico...3
Culturas Metafísicas
93
del mundo hallado s por la incipie nte ciencia, median te
símbol os críptic os sólo revelad os a los iniciados, transm i.
tidos a través de los siglos hasta las actuale s secta.s teosóficas
que preten den vincula rse a ellas.
Podem os conoce r el espírit u de estas cultura s estudia n•
do un poco del budism o Zen, tan en boga entre los xipi•
tecas . .En cierta ocasión pregun taron a un maestr o Zen cómo
sintetiz aría el secreto de su sabidu ría. El maestr o respon•
díó: "Cuan do comas, come; cuando duermas, duerm e."
"Buen o -replic ó el discíp ulo-, eso lo hace todo el mun•
do." "No -repus o el maestr o-, la mayor ía de los hom•
b1·es cuando comen piensa n, y cuando duerm en, sueñan ."
Este breve koan ilustra el secreto del Zen: hacer lo
que se está hacien do, presen ciándo se cada momen to como
el más import ante de la vida. El arquer o Zen, al dispara r,
se hará él mismo el blanco , el arco y la flecha; se com-
penetr a con todo lo real. El occide ntal concede gran im-
portan cia al fruto de sus acciones y Jlega .a olvida r la
acción misma . El Bhagav ad-Git a predic ará la renunc ia
al fruto de las acciones, para simple mente "ser". La ac-
ción del hombr e es fruto de su ser~ consecuencia de lo
que somos; pero a nosotro s nos preocu pa lo que hacem os,
lo que produc imos, más que lo que somos. El Zen trata
de siJenciar todo el "ruido " que llevam os en nuestro inte•
rior, formad o sobre todo por concep tualiza ciones raciona •
listas y desarro lla nuestr a capaci dad de escucha: estar
atentos a la vida, viviend o el p resente con toda plenitu d,
manten iéndon os en la dimens ión mistéri ca de la existen cia
y dejand o a un lado las preocu pacion es que obstac ulizan
la felicida d. El hombre "civiliz ado" ha olvidad o las ac-
ciones más natura les: cómo comer debida mente, cómo
respira r, cómo camina r: olvidam os nuestro s contac tos con
la natural eza, el sol, el aire y el agua. El Yoga, antigu a
ciencia orienta l, será un buen medio para reapre nder todo
esto en nuestr a vida de cultos animal es domésticos.
Tal vez el elemen to formal de estas cultura s metafí .
sicas sea la concie ncia trascen dental: la idea del Absolu to.
la mística, el mister io del Ser, la metafís ica, el arte esen-
cial. .. Para Heidegger. esta concie ncia es lo que carac•
teriza al hombre, "pasto r del ser", y consec uentem ente, el
"centin ela de la nada" . El hombr e debe manten erse en esta
concie ncia para no enajen arse en la banali dád de lo coti•
94
diano; el ir y venir curioseando todo, metido en los veinte
mil problemillas de cada día. Todo ese lote bruto de
ser estaría ahí, inútil, si no hubiese un hombre en quien
esto tomase conciencia. Mantener esa conciencia ha sido
el principal trabajo de las culturas metafísicas.
Oriente ha sido soñador. De aquí el opio, el hashish,
la meditación trascendental y las largas letanías de los
monasterios de lamas tibetanos. El panteísmo es la religión
inmanente de quienes perciben la unidad del todo, y des-
cansan en la inmutabilidad del Ser, en medio del tráfago
banal de las cosas de este mundo. La única tarea del
hombre sobre la tierra será irse purificando del "kar-
ma", del "ego", es decir, el sentimiento de la propia
individualidad, para sumergirse en este todo, que no es
otra cosa que Dios mismo. La impasividad ante los sufri-
mientos aparentes, la creencia en un fatalismo, un destino
irrevocable escrito en las estrellas, pues la vida es apa-
riencia, y lo único verdadero es la inmutabilidad de Dios.
Hay que irse purificando de todo esto en sucesivas re-
encarnaciones hasta llegar a la plena identidad con el
Absoluto. :tsta es la tarea mística, la vida interior, el con-
trol de las pasiones.
Sin embargo, esta conciencia trascendental se ha ido
perdiendo en Occidente. Más aún, esta pérdida es lo que
ha caracterizado a la cultura occidental.
La Cultura Occidental
95
ha sido la cultu ra de la cienc ia físico -mat emática y
su
aplic ación a la técnica mod erna .
:tsta ha sido la razón .formal de la cultu ra occid ental
y resul ta fácil de expli car. El hom bre posee dos facul tadei
ai
cognoscitivas un tanto diversas o, si se quie re, dos form
h
de conocer: la prim era es la inteligencia libre, q ue es
facu ltad del abso luto, la que abre las puertas a la con
cienc ia trasc ende ntal, lo cual expli cába mos, es lo qm
cons tituy e prop iamente al hom bre. Pero si uno se man
tiene en la cont empl ación pura , simp leme nte se paral iza
ría su acció n y no podr ía subsi stir. Para su supervivenci;
el hom bre ha tenid o que desa rroll ar otra facul tad,
1,
razón lógica.6 El obje to de la razó n lógica son los ente
concretos, que ella man eja saca ndo conc lusio nes de pre
misas dada s. Con ella, el hom bre pued e man ejar las situa
ciones conc retas y desar rolla r así el senti do de lo úti
y lo práctico. Emit iend o juicios racio nales y sensa tos, e
-
hom bre pued e valer se muy bien en el mun do; pero corr(
el pelig ro de · perd er la dime nsión de la total idad , del sen
tido de la vida y con ello caer en la enaje nació n.
E:
hom bre se sume rgirá ento nces en la bana lidad de lo coti-
dian o, curio seán dolo todo, man ipula ndo, palab rean do,
en
cant ando, fabri cand o, utilizand o ... como recor damo s
rá-
los análi sis exist encia les sobre la enaje nació n contempo
n ea en Ser y tiem po. Esto preci same nte es lo que acon teció
a nh 1el comp lexiv o en nuestra cultu ra occid ental . El pen-
-
sami ento de lo abso luto se ha ido perd iend o, Los meta
yó
físicos inten taron prese rvarl o, hasta que la filoso fía deca
en palab rería de conceptos; igua lmen te los místicos, me-
y
dian te rígid as prác ticas ascéticas, dura s vigil ias, ayun os
oraci ones ; pero la oración igual ment e pasó de mod a, y los
-
mismos clérigos nos volcamos en efici entes empr esas apos
,
tólicas, alocados por el vérti go de la acció n occidental
os
a burri dos por tanto s rezos rutin arios. Tal vez los últim
,
en perd er esta conc ienci a hayí,ln sido los artis tas esenciales
como un Van Gog.h o un Wag ner.
Ze n y sico-
tales y occidentales sobre la flor, en el libro Budis mo
anális is, de From m-Su zuki, FCE, México, 1969.
nálisis de
1
From m utiliz a estos nomb res en sentid o inverso (Sicoa
la sociedad,· comemporánea) ; pero he queri do mant ene
¡ esta nomen•
clatur a de Huxle y (Las puertas de la perce pción ), que concuerda
mejor con el pensa mient o tradicional escolá stico.
Occidente ha sido la cultura de la razón lógica. Esta
facultad ha mantenido una verdadera dictadura, reprimien-
do a las llamadas "potencias inferiores" que caracterizaban,
como vimos, a las culturas .animistas, y contraponiéndose
igualmente a la inteligencia libre, propia de las culturas
metafísicas.
Contra lo que se piensa comúnmente, la razón lógica
tiene una función eliminativa más que aumentativa. Algo
así como lo que Nietzsche pensaba acerca de la memoria.7
La función primaria de la memoria, según él, no es recor-
dar, sino precisamente olvidar. Nos volveríamos locos si
recordásemos todo lo que alguna vez hemos pensado o
percibido. Para preservar su misma salud mental, el hom-
bre desarrolló la facultad de olvidar la mayor parte de
sus·. percepciones y así sobrevivir. De modo semejante, no
podríamos resistir si nos mantuviésemos todo el tiempo
desde el pensamiento de la totalidad en la inteligencia libre.
Por esto, nuestra percepción es selectiva: percibimos lo
que nos con,dene. La razón lógica es la facultad que par-
cializa lo real, que marca límites y distinciones un tanto
arbitrarios a las cosas. Gracias a ello podemos ganar el
mundo, aunque sea al elevado precio de perder el alma,
es decir, 1a visión mística del Ser. Son precisamente los
instantes privilegiados los que nos hacen recordar esa in-
tuición primigenia de la realidad, y ésta será la labor nunca
acabada de la mística, la metafísica o el arte.
Es cierto que es posible también la enajenación orienta-
lista, es decir, quedarse en la contemplación pura de las
esencias, indiferentes a las transformaciones necesarias de
nuestro planeta. Pero Occidente se enajenó huyendo de la
conciencia trascendental, y así pudo desarrollar las cien-
cias exactas y la técnica.
Pero ahora cabría preguntarnos cuál fue precisamente
el hecho que dio origen a este fenómeno. ¿Cuándo y por
qué nació esta cultura representativa de un estadio nece-
sario y fatal para el desenvolvimiento histórico de todo
el mundo?
i\.1cLuhan será quien mejor responda a estos interrogan-
tes. Como se recordará, para él, lo que configura a las cul-
., Genealogla de la moral, trad. francesa, Gallirnard, París, 1964.
"La faute, la Mauvaise Conscience et ce qui lcur rcsscmble", II diser-
tación, No. I, pp. 73-77.
97
tur as es su for ma de com uni cac ión . Los
me dio s de com uni -
cación imp ort an má s que el me nsa je que
tran smi ten . 1\:Iejor
aún , eUos mis mo s son el me nsa je, y por
lo tan to, un me dio
nue vo intr odu ce cam bio s en tod a la
est ruc tur a cul tur al.
Seg ún esto, Oc cid ent e deb e· su con figu
rac ión al alfa bet o
fon étic o fen icio intr odu cid o y apl ica
do por los rom ano s.
La esc ritu ra fon étic a es la esc ritu ra util
itar ia por excelen-
cia, pue s con me nos de 30 caracteres,
fáciles de esc ribi r y
ráp ido s de leer , se pue de dec ir abs
olu tam ent e tod o en
for ma rac ion al. Sin em bar go, este gén
ero de escritura dej a
esc apa r tod a apr oxi ma ció n afe ctiv a ant
e lo rea l. La escri-
tur a ide ogr am átic a pro pia de las
cul tur as orie nta les, de
rasgos difí cile s y de mu ltit ud de car
acte res, con serv a me-
jor dic ha con viv enc ia pue sto que hab
la má s a la intu ició n
y a la inte lige nci a libr e que a la
raz ón. Los rom ano s,
gra cias a la esc ritu ra y a las car rete ras
, mu tua me nte inf lu-
yentes, log rar on el dom inio del mu ndo
. En efecto, la es-
crit ura fon étic a, util itar ia y fun cio nal
, fac ilita la com uni -
cac ión nec esa ria par a la mo vili zac ión
de las tropas. Gra cia s
a ello fue posible el imp erio (Oc cid ent
e siem pre ha sid o
imp eria list a).
Los car acte res simples y rep etit ivo s
del alfa bet o ence-
rra ban en ello s mismos la inv enc ión
de la imp ren ta, y fue
este des cub rim ien to, en el que tan to ha
ins isti do Mc Luh an,
lo que pos ibil itó el des arro llo ulte rio
r de la cul tur a oc-
cid ent al. Lo rep etit ivo de los signos de
la imp ren ta rec uer-
da la fab rica ció n en serie de la ind ust
ria con tem por áne a.
Ni siq uie ra pod em os sospechar has ta
dón de nos ha con-
figu rad o este inv ent o. Co n la imp ren
ta se per dió la aut o•
rid ad del ma estr o, ma nte nid a aún
en las uni ver sid ade s
·medievales ("m agi ster dix it") , cua ndo
la ens eña nza era
aún aud itiv a en bue na par te: los cop
ista s ela bor aba n pre-
ciosos ma nus crit os que el ma estr o "le
ía" y com ent aba (de
aqu í las "lec cio nes " de cla se) . Per o con
la imp ren ta, cua l-
qui er alu mn o pod ía aho ra ten er sus
pro pio s textos. La
letr a imp res a, m::is vis ual , le abr ía las
pue rtas del pro pio
juic io crít ico y rac ion al. Por esta raz
ón, la imp ren ta dio
pie al ind ivid ual ism o. El sigl o XVI fue
el siglo del Ren a-
cim ien to, de los nac ion alis mo s, de la
ind ivid ual ida d y de
la imp ren ta. El me die vo no adm itía el
cul to a la persona~
lida d. El arte rom áni co de los fro nta
les de los alta res era
anó nim o, así com o las cat edr ale s gót
ica s o les me lism as
98
,lcl canto gregoriano. En cambio, en el Renacimiento los
al'tistas comienzan a firmar sus obras. El individualismo
es un carácter propio de la cultura occidental.
El priiner libro impreso fue la Biblia, por esta razón
no nos extraña que la pérdida de la autoridad y el indivi-
dualismo, abiertos por la imprenta, diesen origen al libre
examen de los textos sagrados y con ello al protestan•
t i.smo.
La ética protestante influyó notablemente en la caracte-
ri1.ación del moderno Occidente: el individualismo, el sen-
tido de organización, la frugalidad, el ahorro, el aprecio a
la libertad, etc. . . nacen, precisamente, apoyándose en la
incipiente burguesía, mientras el catolicismo se quedaba
anclado en la época feudal. Max Weber ha estudiado esta
ética en su relación con el capitalismo. Definen al capita•
Jismo inicial los principios de libre competencia, supervi-
vencia de los mejor adaptados y su fuerte organización.
Esto también caracterizará a nuestra cultura.
Con el protestantismo, lo que antes se tenía por codicia
es visto ahora como partiendo de la voluntad de Dios y
repercutiendo en bien de todos. Ahora, la salvación indi•
vidual vendrá con el trabajo. Todo esto será 1o que se ha
denominado: "el sueño americano_,.
La revolución industrial no tardó. en aparecer. Era la
última consecuencia lógica de esta cultura. El rápido des-
arrollo de la técnica, aplicada a la producción; la acumu•
ladón de capitales y en fin, la explotación. La evolución
de nuestra cultura ha seguido un curso determinista y
ahora comienzan a aflorar las contradicciones. ~1arx puso
de relieve las contradicciones del sistema capitalista, desti•
nado a su autodestrucción. El marxismo, última etapa del
pensamiento occidental, se va convirtiendo en la filosofía
imperante. Pero la liberación ·que propugna habrá de ser
de todo el hombre íntegro, pues en todo él afecta la opre-
sión. Del capitalismo industrial al imperialismo interna•
cional; de Ja economía a la cultura y a la modificación
de todos los valores existentes. Y esto ya se está fraguando
sin que se perciba con claridad.
En Estados Unidos, vanguardia de la industrialización,
mientras que en teoría se sigue hablando en conformidad
al "sueño americano_,, en la práctica éste va siendo ne-
gado: se exaltan los valores individuales, pero la organi-
99
zaci ón extr ema.. con vier te al indi vidu o en una
piez a mái
de la máq uina social; se hab la de aho rro y
frug alid ad
pero toda la econ omí a ame rica na se basa en
el prin cipi e
con trar io: la soci edad de cons umo ; se hab la
de trab aje
tenaz, mie ntra s que todo el mun do, prin cipa lme
nte los jó
venes, pers igue n aum enta r el tiem po del ocio.8
La orga ni
zación traj o consigo una con cent raci ón de pod
er y u1
aum ento de la buro crac ia. Se regu lan toda s las
rela cion e
del indi vidu o, se con trol an hast a sus gust os más
insignifi
cantes, hast a la mín ima past illa de mascar que
da con trc
lada en algu na máq uina com puta dora . La
técnica, cad;
vei más pod eros a, con tam ina la atm ósfe ra y todo
esto pre
duc e un mal esta r difu so en las men tes jóvenes.
Los hom
bres sigu en vivi end o enaj enad os, defe ndie ndo uno
s valo re
que ya son inop eran tes, guiá ndo se por convenci
onalismo
artificiosos y cost umb res anacrónicas. Tod o este
desech<
cult ural de expl otac ione s, enaj enac ión y cont
roles es le
que la . nue va gen erac ión dio por llam ar el
"establish
men t", es deci r, el "sistema". ·
Y exis te· una razó n de fond o que exp lica
todo esto
Dec íam os que lo que dio orig en a la conf igur
ació n de h
cult ura occi den tal, es deci r al pred omi nio de
la razó r
lógi ca sobr e la inte lige ncia libre , ha sido el alfa
beto foné•
tico y posteriormente la letr a impresa. Esto con dujo
a la
técnica mod erna . Aho ra bien , la técn ica llegó
a descubri r
la elec trici dad y con ella una nue va form a de
comunica-
ción. Los mod erno s medios de com unic ació n:
radio, cine
y tele visi ón; la faci lida d de desp laza mie ntos
por los rápi -
dos med ios de tran spor te hace que se vaya perd
iend o la
form a de com unic ació n visu al pro pia de la letr
a imp resa
y que se reco bre la com unic ació n aud iotá ctil
prop ia de
las cult uras prim itiva s. Es el reto rno a lo trib
al en el que
la razó n lógi ca perd er.á su hege mon ía. Fre ud
afirmó que
toda nue stra civilización se ha desa rrol lado a
costa del
sacrificio de la. espo ntan eida d de las pote ncia
s inferiores.
Lleg a el tiem po en que este sacr ifici o ya no será
tan nece-
sario. Si, segú n l\fcL uha n, cada med io de com
unicación
es prol ong ació n de algu no de nues tros sent idos
· (las 11an-
'
8 '
Cf.: Why te Jr. Will iam H., El Hom bre Orga
FCE , 1961. nit.ación, Méxi co,
.
1961.
8
Cf.: Why te Jr. ~Villiam H., El Hom bre Organizaciati, FCE,
México,
100
1;1, son prolongación de nuestros pies; la ropa, prolonga-
e i(1n de nuestra piel, etc.), la electricidad será prolongación
tlt~ nuestro sistema nervioso central. La electricidad está
ahriendo a una nueva forma de comunicación no visual
y por lo tanto, está ocasionando una verdadera revolución
eulLural. La era del libro va llegando a su término. La ins-
r it 11ción educativa está en entredicho. Una nueva cultura
• c>~1nopolita, sin los trasnochados nacionalismos del siglo
xv1, una cultura universal, cósmica, una nueva fonna de
\·ivir está en gestación.
101
modificaciones cult ura les.
En tiem pos mu y recientes, una bue na por ción
de la ju-
ven tud occ iden tal con sum ió alucinógenos,
gestándose así
un fen 6me no social que la pre nsa den om inó
como "hip pis-
mo ". Se form ó ento nce s una sub cul tura rep
rim ida por la
cul tura oficial, per o que term inó por afectar
nuestros va-
lores, intr odu cien do una nue va man era de vivi
r. La droga,
prim eram ente , "de scon ectó " a la nue va gen
erac ión de fa
cul tura occ iden tal en decadencia, la cua l
fue rechazada
com o "fre sa" y nos abr ió al mu ndo de cult ura
s ante rior es.
no par a pro mov er un reto rno imp osib le, sino
par a red es
cub rir valores olv idad os cua ndo creí amos que
los vigente,
era n los úni cos esenciales o superiores. Ade
más, la drog<:
dio un ade lan to pro féti co had a la nue va cul
tura en ges-
taci ón.
Raf ael Llo pis en el pró log o a un aut or tan
sicodélicc
com o H. P. Lov ecra ft 8 dice que el aum ent
o de la toxico-
man ía en nue stro s día s se deb e en bue na par
te a razonef
epistemológicas. Nos recu erd a que el pro gres
o del conoci-
mie nto hum ano consistió en una dife renc iaci
ón cad a ve,
más níti da ent re el yo y el no yo, ent re suje
to y obj eto,
ent re con cien cia y cosmos. .El prim itiv o
carece de la
conciencia del yo y vive ena jen ado en el
cosmos sintién-
dose una uni dad con él. El cosmos se antr
opo mor fiza , al
tiem po que se da una apr opi ació n del cosm
os por par te
del yo. Por esto, es pro pia de estas cult ura
s, com o vimos
arri ba, la mag ia; es decir, trat ar de mov er al
mu ndo por las
pro pias emociones. Per o aun que la base de
la mag ia sea
erró nea , va pos ibil itan do un apr end izaj e por
tant eo y así
se va c·o noc iend o al mu ndo y las rela cion es
objetivas ent re
las cosas. Se va per fila ndo la sep arac ión ent
re el yo y el
no yo. Par ece ría lógico que a n1edida que
la con duc ta
obj etiv a y raci ona l vay a en aum ento , la mag ia
fuese desapa-
reci end o; per o no sucede así en estas cult ura
s, y la razó n
es por que la mag ia, adetnás de la fun ción
dicha, ejer ce
un alivio en el suje to ang usti ado que la real
iza. tste es un
efecto mer ame nte sub jeti vo, por lo que poc
o a poco, a
med ida que el pen sam ient o raci ona l y obj
etiv o va te-
nie ndo éxit os y va apr ove cha ndo más a 1a
colectividad, se
va rep rim ien do el pen sam ient o mág ico de
la sociedad. Se
8
Viajes al otro mun do (Ciclo de .Avrm tura
s Onf ricas d e Ran dolp h
Carter), Alianza-Edit oria l, Mad rid, 197 l.
•
102
olvida la eficacia subjetiva de la magia, y que todos tene-
mos necesidad subjetiva de lo numinoso, aunque ya no
ucan1os en la realidad objetiva de las leyendas de brujas.
Naturalmente, con lo que se dice aquí, no se propugna
hacer retornar la magia al campo de lo objetivo, donde la
1;11.ón lógica tiene plena validez. Por el contrario, se
1rata n1ás bien de objetivar más al mundo y <le permitir
una subjetivación mayor del yo. Pero esto no lo entiende
el racionalismo mecanicista adialéctico que niega por igual
la eficacia subjetiva y objetiva de la magia. Se ejercerá
entonces una fuerte represión a la magia en bloque y a
todo lo que no sea ciencia empírica. La única facultad de
]a actividad humana que continuará preservando la di-
mensión de la fantaseoso será la estética, Huna magia que
se debe puramente subjetiva", ineficaz para mover al
mundo, pero capaz de modificar el yo.
Llopis aplica esto al consumo actual de las drogas. lVf u-
dios viajes iniciáticos de la antigüedad se realizaban con
ayuda de drogas alucinbgenas. 9 Nuestra sociedad indus-
trial, junto con los avances fabulosos de la técnica, re-
prime la vivencia de lo numinoso y descuida el conocimien-
to y manejo del propio yo. Pero existe en nosotros una
necesidad de vivir experiencias numinosas, manifestada
cuando evitamos la censura impuesta por la lógica, en los
relatos fantásticos, por más que nadie crea en los númenes
del mundo subterráneo. Esto es lo que Jung llamaba los
arquetipos del inconsciente colectivo.10
Existe un cierto parentesco entre las ideas del niño,
del loco, del primitivo, de los sueños, o de ciertas drogas.
Los hippies acudirán a ellas para evadir el mundo cua•
drado del racionalismo ambiental y sumergirse en las fan-
tasias del pensa1niento mítico. No creen, desde luego, salvo
raras excepciones, en la realidad objetiva de sus alucina~
dones. Tratan más bien de dejar en libertad la expresión
de estos arquetipos como lo que son. La liberación de lo
irracional y fantaseoso, tal como lo hace el surrealismo,
11 Se han señalado analogías entre un viaje de LSD con los viajes
a "otro mundo", e11 decir, ritos de morir y renacer, como el Bardo
Thodol o el libro Tibetano de los Muertos.
10 "El sustrato síquico de los hombres es común a todos ellos
en todas las épocas, y pervh·e en las capas más íntimas de nuestro
inconsciente".
103
el sicoanálisis, o el ''reali smo fan tástico" de Bergi er. Sev,
en búsqu eda de lo primi tivo, hasúa dos de los "bene ficios '
de la dviliz ación . Vuelv e la cultu ra animi sta, aunq ue cor
signo diver so.
Anun cio d el festival de rock de 1\1iami, 1969: "A todé
-la nación Wood stock : Se convoca a todas las tribus ;
celeb rar los ritos del princ ipio de la prima vera y fin de
invie rno . .. " El rock es recon quista del r itmo originari<
orgás mico ritual ; los festivales son encue ntros tribal es
Huau tla es pereg rinac ión al lugar sagra do; Charl es Man
son realiz a un asesin ato ritual de culto satán ico . . . En la
mont añas de San Luis Potosí se tiene anual ment e un:
reuni ón de brujo s, para concentrarse y llena r la tien;
de buena s vibra ciones; una reuni ón mayo r se tuvo er
julio de 1972 cerca de Aspen, Color ado, cuand o una muJ
titud de comu nas hippi es e "hijo s del sol" se congregaro1
para este fin. Recue1·do un diálog o, entre xi pitecas a quie
nes yo consi derab a sanos y produ ctívos . Con toda natu
ralida d me dicen : ''Díce n que en Marte toda 1a gente de
plane ta se pone a medi tar junta un día al año. ¿Te ima
ginas qué energ ía se· despe dirá? ... " En Woodstock, urn
much acha desnu da se lanza a una hogu era, como sacrificic
ritual . Podrí amos conti nuar los ejemp los, pero no tiene
caso . ..
EN FR EN TA ~f IE N TO
D E V A LO RE S
CO NV EN CI ON AL
HI PP IE .
op ul en to
pr iv ile gi ad o po br e
des{ avorecido
bl an co
in di o
ur ba no -in du st ria l
sofisticado pa st or al ur ba no -a rc ád ic o
ex pe rim en ta do si m pl e
"n ai f"
ad ul to
ni ño
ho m br e/ m uj er
ju ve nt ud
12
Los Hippies, una contracultura, Ed . Cu ad
cc lon a, 1970. ern os An ag ram a, Ba r-
..
106
mascu lino femen ino
genita l "polim orfo perve rso"
trabaj o juego
dolor place r
poster gación de las lo inmed iato. El ahora
gratif icacio nes existe ncial
tenso relaja do
lógica lineal lógica metaf órica, ana-
lógica
palab ra image n
poder amor
indivi dualis ta comu nitari o
fuerza flor
orden ado espon táneo
rutina rio anárq uico
instru menta l expre sivo
limpi o desas trado
socied ad ser (indiv iduo)
cuerp o mente
razón intuic ión
objeti vo perso nal
a) Las co nt ra de fin ic io ne
s de be n es ta r localizad
ra iz ad as so ci al m en te (lo as y en-
s su bu ni ve rs os re qu ie re
dades; las co nt ra de fin ic n su bsocie-
ío ne s de la re al id ad re
frasociedades); qu ie re n con-
b) La s co nt ra de fin ic io
ne s de be n es ta r ce nt ra
tu ad as : de be n de sa fia r lm en te si-
al sistema de va lo re s en
claves de te ns ió n y vi los pu nt os
olencia; de be n pr es en
fr on ta ci ón a lo s se nt id ta r un a con-
os y valores no rm at iv os
ce nt ra le s;
e) D eb en of re ce r form
as de oposiciones y de
qu e co nd uz ca n a un a sa fil ia ci ón
re be lió n social, m ás bi
di vi du al ; en qu e in -
d) Ofrecer fo rm as de ac
ción, proyectos de vi da
co rp or en es tru ct ur as al , qu e in -
te rn at iv as .
Se gú n esto, ¿h as ta qu é
pu nt o los hi pp ie s co ns
un desafío a la sociedad tit uy er on
, o si m pl em en te ~e de se
de ella? Aunc1ue su ac nt en di er on
tit ud co nt es ta ta ria se re
cu ltu ra l, sus so lu ci on es du je se a lo
, m ot iv ad as po r la dr
fantaseosas y no pr op us og a fu er on
ie ro n un a so lu ci ón re al
Ta m po co pr ov oc ar on un ac ep ta bl e.
m ov im ie nt o social de en
Su de sp ol iti za ci ón fu e ve rg ad ur a.
causa de qu e no pasa
vo ca r un a re vo lu ci ón se n de pro-
bu rg ue sa clasista. C ua nd
llegó a los pr ol et ar io s o la dr og a
se pe rd ió to do signific
m iló al alcohol co m o ad o y se así•
ot ra m an ife st ac ió n más
m o y evasión. de machis-
Pe ro si el hi pp is m o fu e
un a su bc ul tu ra ef ím er a
1narginación y un a co nt po r au to -
ra cu ltu ra in tr an sc ed en
litización, fu e ta m bi én te po r apo-
un a pr ec ul tu ra , o sea,
m ie nt o significativo pr un movi-
ofético de la nu ev a cu
gestación. En te nd ám on ltu ra en
os . El ca m bi o cu ltu ra
ve rif ic an do es in de pe nd l qu e se es tá
ie nt e de l m ov im ie nt o
dr og a no es ca us a de te hi pp ie . La
rm in an te de este ca m bi
qu e pu ed a ser oc as io na o, po r m ás
lm en te un fa ct or co ad yu
ci de nt e ha da do ya su va nt e. Oc-
ap or ta ci ón a la hi st or ia
los m om en to s de su au y vivimos
to de si nt eg ra ci ón . V ol va
da r a ~f cL uh an , qu ie n m os a recor-
de cí a qu e O cc id en te na
ice práctica-
108
mente con la impren ta, la impre nta aboca a la técnica y
c'-sta a la electri cidad. La electri cidad es la negaci ón de la
impren ta, abrien do camin o a una nueva forma de comu-
11icación de tipo oral. Los hippie s fueron totalm ente mclu-
hanian os. Identif icados con lo tribal, encon traron en la
electri cidad una .estruc tura adecua da. El rock electró nico
se volvió el medio para comun icar su mensa je, no tanto
racion al, cuanto vivenc ia! y emotiv o. Los hippie s se mo-
vieron en los mass-media como el pez en el agua. Pese a la
precar iedad de medio s económ icos y de su recono cida po-
breza, public aron un buen númer o de revistas "under -
groun d" y conqu istaron un medio tan difícil y podero so
como es la radio. Convi rtiend o en image n su person a mis-
ma, fueron noticia , al obliga r a las revista s ilustra das a
ocupar se de ellos. Su influen cia creció tanto que provoc ó
un nuevo estilo de vida.
Kónig disting ue entre moda y estilo. Este último en-
vuelve a todo el ser human o, y es más estable y durade ro
que la simple moda pasaje ra. Las pautas de un estilo son
config uracio nes de la misma vida cultur al. Los hippie s
reunie ron estas condic iones, pues el descub rimien to de una
droga sería algo demas iado intens o como para no ocasio-
nar modifi cacion es cultura les.
113
CAP1TULO II. EL RESCATE DE LA VIDA
NATURAL
Cuando uno visita una tienda donde venden "pósters"
cuando uno hojea las revistas "underground" de la épo
hippie no puede menos que llamar la atención la repetiti
insistencia sobre temas de vida natural o de críticas m
o n1enos irónicas hacia la vida "civilizada." U no de ell<
por ejemplo, pintaba en el plano del fondo a enorm
máquinas-satélites que provocaban una tremenda expi
sión atómica con bombardeos de rayos lasser; luego, en
plano medio, estaba un mono enarbolando un hueso
manera de utensilio, es el principio de la vida propiamen
humana dentro del proceso evolutivo. Por último, en
primer plano, dos hippies, uno rubio y otro negro, ,
larga cabellera, torso desnudo y sendas espadas. El me
saje parece ser el siguiente: el hombre nace· con la técnic
.es el "horno faber"; pero ahora ella misma lo está co
<luciendo hacia su autodestrucción. Los hippies pretendf
salvarlo volviendo a la Yida natural Otro póster simi1;
describe todo el proceso evolutivo, desde el mono, has
esa caricatura de hombre, lleno de fórmulas matemátic
en la cabeza y objetos de consumo, de traje y corbat
Por últin10, una pareja hippie sale de esa locura y retorr.
feli1. a Ja vida natural. Es la era de Acuario. f.ste tambié
es el tema <le la reciente obra teatral de Oceransky: Sirnii
La niitología de los orígenes, la vida natural y el retorn<
Un amigo hippie me contó en cierta ocasión su teorí
de ''la quinta generación", aunque se trataba más bien d
categorías lógicas que propiamente generacionales. Cok
caba la primera generación en el campo: allí había arme
nía natural; el autoritarismo del padre se justificaba po:
las mismas exigencias objetivas de las labores rurales, pue
existe un tiempo determinado para sembrar o para cose
char. L a segunda generaci6n emigra a la citidad y queda
allí e.orno lumpen proletaria, sufriendo las consecuencia~
de adaptación para esta nueva vida. La tercera generación
se establece plenamente en la ciudad. La cuarta generación
podrú gozar de los bienes urbanos, pero al mismo tie1npo
comienba a percibir desazón e incomodidadei. La quinta
114
111·11t·1 ;u iún volverá de nuevo al campo, mediati1ada por la
e 11lt111a urbana.
E" así como esta generación de las flores se dispone a la-
hrn r la tierra adoptando la forma de vivir propia de los
11111ivos de la región. Tal vez sea el inicio de una primera
tni~ración urbana al agro, después de aquella aparente de
lo, ricos en sus chalets de fin de semana. Ante los pro•
hlc•mas ocasionados por el hacinamiento y gigantismo de
um·stras ciudades, es probable que se fomente en el futuro
un espíritu aventurero similar, que por otra parte contri•
l,11ida a dinamizar el proceso de desarrollo agrario y su.
pcrar esa arbitraria separación entre campo y ciudad.
Pocos fueron los muchachos que se establecieron en for-
ma duradera en el campo; pero la mayoría hizo incursiones
mfts o menos largas en lugares apartados y de belleza
uatural. Algunos venían de Estados Unidos. Un nuevo
1.urismo sin cámaras fotográficas que viene a aprender ese
,11:te olvidado de vivir que todavía poseen los indígenas
del sur.
El campo volvió a los hippies al realismo de la tierra.
Pudieron percibir que no todo era poesía bucólica en estos
lugares; que también en el campo se da enajenación y mi-
seria. Pero su pereza, irresponsabilidad e inmadurez afec-
tiva, por una parte, y la represión del "sistema" por otra,
hicieron fracasar una experiencia que posiblemente hubie•
se contribuido a rehabilitar a algunos de ellos.
Justamente con este retiro al campo, la "'vuelta a la na-
turaleza" trae consigo una forma más natural de vida. El
yoga volverá a centrar la atención en el cuerpo; retornan
antiguas dietas vegetarianas. El vegetarianismo hace a sus
practicantes más pacíficos y bondadosos. Observemos que
los animales carnívoros son más agresivos que 'los herbí•
voros. Esto está en consonancia con el pacifismo generado
por la marihuana. Muchas veces, el vegetarianismo puede
ser racionaliladón ante precariedad de recursos que no
posibilitan comprar actualmente la carne. Hoy, en tiempos
de escasez, como en Oriente. se pone de moda esta dieta.
He escuchado ya argumentos en pro del vegetarianismo en
barrios proletarios donde la carne es inaccesible. Sin em-
bargo, los . defensores del vegetarianismo piensan que ésta
es la forma "natural,, de alimentación del hombre. Puede
ser saludable, a no ser porque disminuyan las reservas del
115
:atlticuerpos no enco ntra dos en las prot eí-
orga nism o y 105 getal.
nas de orig en vee.s para reso lver esta dific ulta d, don
de en-
Pero es enta flc 'tl natu rism o es una cien cia elab
orad a
tra el naturisJ:J'.lº·r algu nos médicos (Kh üne, Van
der, Le•
en O ccid ente Pº tll de resc atar la vida natu ral dent
ro de
zaet a), y que t:!~ó!l· Insis te en que la salu d es el
esta do
nues tra dviliz:e1-c:ibl"e y que la enfe rme dad aparece
cua~ do
natu ral del hotl l tia natu ral de vida . Por esto
pref iere
se rom pe la fo:;
11 tiva: baño s de sol, de aire, de agua .
la medicina pre '{ dieta adec uada . Con estas prácticas
es
de luz; ejer ció05 ~getarianismo. En cam bio, la med
icin a
más posi ble el v etl los micr obio s com o caus a
de enfe r•
escolástica -insi ste cllf?ª más por cura r. El hom bre
de h~y,
med ad y se pre º e;to, vive en cond icion es de sana
torio .
débi l y pred iSPu :arm acol ógic o mul tipli ca y enca
rece los
El comercialistJ1° ~s term inan a la larg a por into
xica r al
prod ucto s, los ctlªt o la med icin a natu rista pref iere
. o. p "' es . . las an•
orga nism OJ :o,ed1c1na1es.
cestrales plan t~s i!Jlbito sexu al imp era el natu rism
o hip~
Tam bién en e1 ¿istas escandinavos, los actuales hipp
ies
pie. Com o los 1111 ¡1.dismo es la form a natu ral de vida
del
aseg uran que el ~ 0 rbosidad fue una cost umb re adqu
irida
hom bre y que 1~ Siem pre que pued en tom arán
sus ba•
con la civilizaC1 11'¡ 0s arro yos ·de Hua utla , las play
as de
ños desn udos , eJl ces se prac tica gene ralm ente sin
11 gran -
Cipo lite, etc. toto '(/ para algu nos de ellos, educados
en
des inco nvenieílteS~Íó n sexu at tien e un e.fecto Iiber
ador.1
amb ient :s ~e teP;piaron sin dific ulta d el cont rol nat~
l. a
Los h1pp1es ;1c tLlral. Un póst er pint aba a un v1e10
base del ritm o ?ª en un islote, arro jand o al mar
las
arru gado , solitilr1?t1{ltiles. Incl usiv e las razo nes natu
ristas
últim as píld oris f \_¡r, sobr e todo en México, las
drogas
les hici eron pre. etédcas. Ama n la vida y los niños,
odia n
natu rale s a las 510:vdad, la com ida sinté tica v la Coca
-cola.
el artif icio de Jil et ta razó n para usar el pelo ·largo. U
no de
Incl usiv e alegaJ1 e; prin cipio lo usé co1no prot esta y
rebel-
ellos me dijo : ¡I~ la drog a y creía que el pelo me servía
día; lueg o le toP 3
de C~Iifornia se pei:mi~en estos bañO!I_ nudista~.
1 En varia s pl_aylls
eaJtzado por perio dista s del Elysmm l!1c.,
Un infor me crít~cO ,A.dtJe~ture apare ce e~ el libro de
Jerry Hopkrns:
publi cado en Nudi st , ~1ula , Buenos Aires, 1969.
El L,bro Hipp ie, id,
•
ll6
, umo antena s para captar ciertas vibraciones; después lo
usé porqu e me gustó y. ahora, porqu e es lo natura l.''
Esta, pues, ha sido la forma descub ierta por los hippie s
que ellos trataro n de llevar con la mayor radica lidad po-
gible. Se sobree ntiend e que este gusto por lo natura l fue
una reacció n contra la forma civiliz ada de vida. Lanza ron
críticas tremen das contra la civilización, tal vez concor-
dando con las mentes más lúcida s de los actuale s cientí-
ficos y filósofos, como vamos a ver.
Una carica tura de Los Angeles Free Press mostra ba a una
sorpre ndida ranita ante un hombr e de traje y corbat a que
en Jugar de cara tenía una calavera. De dicha calave ra sa-
lía un alamb re con un botón que el indivi duo apreta ba
entre sus dedos. Efecto de este dispositivo es que el cráneo
de la calave ra había volado en pedazos por una explos ión
en forma de minib omba atómica. Al pie de la carica tura
se leía: "Hom bre demos trando su superi oridad sobre los
anima les/' Expres ión plástica de la actitud hippie hacia
la técnica. A diferen cia de los animales, el hombr e apren-
dió a n1anip ular el mundo para poder subsistir. Pero pre-
cisame nte con sus inventos prodigiosos está llegan do a
autode struirs e. La bomba es el invent o más obvio al res-
pecto y recuer do a Jasper s en su ensayo sobre la bomba
atómic a. 2
Con el surgim iento de la cultur a occide ntal; la técnica
pasó a un plano cualita tivame nte diferen te. Marx fue uno
de los· primer os en percibir esta transfo rmació n y descu-
brir que con la revolución indust rial se modif icaban cua-
litativ ament e las relaciones técnicas de produc ción, enaje-
nando más el trabajo de los obrero s al alejarl os de su
propio produc to. Sin em~argo, Marx partici paba en buena
parte de las ideas corrientes de su siglo y espera ba que
una vez suprim ida la explotación capital ista, con sus
respectivas relacio nes sociales de produc ción, la técnica ha-
bría de traer el bienes tar del hombr e.
Pero en la actual idad parece que las cosas no se han de-
senvue lto confor me a la visión optimi sta de los profet as
decimonónicos. Nadie pone en duda la explos ión cien-
tífico-técnica de nuestros días. Oppen heime r asegur aba
1
Karl Jaspers , La Bomba Atómica y el Futuro del Hombr e, Cua-
dernos Tauru&, Madrid , 19.58. Igualme nte puede verse su visión de
la técnica, en: Origene Senso della Storia> op. cit., II parte.
117
que 9 ,l'í) de Jo¡ científico s experime ntales engendra dos por
la hunnida d_. viven todavía. La ma)'or parte de los in-
,1entos :~cnico~ de toda la historia se realizaro n en los
último120 años. Fourastié expone algunas cifras revela-
doras: ie 1943 a 1964, la velocida d máxima de las máqui-
nas colli ucidas por el hombre se ha multiplic ado por 40;
la pote:acia de e:xplosivos se ha multiplic ado por 10 millo-
nes; la1eguridad del funciona miento de aparatos electró-
nicos se ha m-..i tiplicado por 10; la cantidad de informa-
ción t::rnsmisil>!e por un sólo hilo, por I 000, etc ... 3
Anteest o, lc11 actitudes siguen siendo divergen tes. Hay
por ej ~oplo, qllienes piensan que Ja técnica abre paso a
todo 1..-..n mundo espiritua l, como sucede entre gente de la
Iglesia., sobre t odo a partfr del reciente concilio, expresa-
mente :i "Gau:liu m et Spes": la técnica es participa ción
del poder creador de Dios; "ha logrado dilatar y sigue dila-
tando E: campo de su dominio sobre casi toda la · natura-
leza '' ( ¡83)"; h 1 abierto nuevos caminos para perfeccio nar
la cultua "(#5});" transform a ]a faz de la tierra e intenta
ya la coi quista de los espacios interplan etarios". La Iglesia
<le 1a e 1il actu al se suma tardíame nte al número de sus
apologi~ta s, pr~dsam ente cuando las mentes más lúcidas
comien2a n a cutstiona rla.
Para ?oder echar a andar toda la maquina ria exigida
por las ft bricas actuales se necesita gran centralis mo, mono-
polio, y consigui entemen te un consider able aumento de la
burocrac ia. El individu o ha pasado a formar parte de
la máqtJina , en lugar que ésta le sirva a él. La técnica
sería, según sus objetante s, la destrucci ón de lo viviente,
la ruinade l hombre. Se habla del "demoni smo" de la téc-
nica, lo cual no quiere decir que sea obra del demonio ,
sino algo creado por el hombre y no querido por él. Como
al apre11diz de brujo, se le ha escapado la obra de sus
manos. A.. este propósito recordam os el mundo futuro des-
crito por la ciencia ficción de Farenhe it 451, o mejor aún
el Munllo feliz de Aldous Huxley, donde el hombre fu-
turo, ~ngendra do en probetas , es condicio nado desde su
base fetal para el trabajo que va a desempe ñar. Un mundo
perfectaill.ente "aceitad oº del que se habrá excluido toda
rebelión -y en el que se consume su droga especial: el
• París, 1965.
•. Jean Jourastié: Les 40 OOOHeures, Laffont-G onthier,
)18
"soma'' , inocua e ídeal para los fines de semana .
Entre estas dos actitude s hacia la técnica, no podría
faltar tampoc o la eterna voz de los amante s del término
medio: la técnica -nos dicen- en sí misma no es ni
buena ni mala, depend e del uso que se le dé. La técnica
no es más que un medio, y siempre que el medio se abso-
1utiza se pierde el sentido del todo. Hay que fijarse en
el "para~q ué" más aún que en el "cómo'' . El hombre de
hoy, lanzado a produc ir artificios, máquin as que crean
máquin as, ha olvidad o pensar hacia dónde vamos.
Cabría pregunt arnos por qué el hombre modern o se lan-
zó tan imprud enteme nte en la peligrosa aventur a del
tecnicismo. Tal vez entonce s se descubr an ciertos móviles
más o menos inconscientes que guían nuestro modo de ac.
tuar .4 Jean Brun nos habla a este propósi to de una actitud
mística dionisia ca de superac ión del espacio y tiempo. Esas
tendenc ias perennes de volver al huevo origina l o por el
contrar io, lanzarse hacia la totalida d. El hombre transfie re
a la máquín a las funcion es normale s de sus órganos,
para crear un organis mo fuera de sí, y perder su individ ua-
lidad. Por esta razón, la máquin a se vuelve erótica.lS Al
no aceptar al Dios vivo, el hombre modern o se inclina ha-
c.ia los ídolos, obra de sus m anos, que él ha absoluti zado.
hasta llegar a postrars e ante ellos. Su religios idad se satis-
fará en los vértigos de velocid ad de las máquin as para eva-
dirse extática mente y sentir, como el indígen a con la dan-
za, la fusión de la individ ualidad en el Todo.
Estos mismos móviles inconsc ientes están también pre-
sentes en lo que conside ramos una consecuencia negativ a
de la técnica: la contam inación ambien tal. El Dr. Fernand o
Césarm an nos describe sicoana líticame nte el por qué del
Ecocidia.6 Según él, la destruc ción que hacemo s de la na-
turaleza no es simplem ente un resultad o casual debido a
exceso de cu ltivo, sino que tal vez estén influye ndo algunas
necesidades reprimi das. El autor parte del impulso que
4
Es curioso observar que la Biblia es más b ien pesimista respecto
a la técnica, sobre todo en los primeros libros: la descende ncia de
Caín fue la que se dedicó al progreso (Gen. IV, 17-24): la torre
de Babel, en donde la tentación es llegar a Dios p or los esfuerzos de
la civilización (Gen. XI) .. .
& Jean Brun, El retorno de Dionisios, Ed. Extempo ráneos,
México,
1971.
11
Ecocidio, Cuaderno s de Joaquín Mortiz, México. 1972.
ll9
tien e el niñ o. de alim ent ars e. En el
úte ro se tuv o una
vivencia de ple na gra tifi cac ión sin frustra
ciones y ent onc es
se formó ciert:a ima gen del mu ndo ext
eri or como un pa-
raís o gratifica.1te. Per o luego irá des
cub rien do que no
sie mp re la na ura lez a nos tra ta así. El
ham bre es posible,
los ele me nto s t veces se com por tan
de for ma hostil. El
hom bre deberc1 hac er esfuerzos par a dom
ina r el me dio , y
obl iga rlo a qu e nos dé lo que deseam
os. Ent onc es el niñ o
se sie nte fru st.n do y rea cci ona rá con
agresió n par a casti-
gar a la ma dre rechaz ant e, en act itu
d can iba list a. De sde
luego, el chi co crecerá; per o hab rá que
dad o una fan tas ía
inconsciente q 1.:~ inf lui rá pos teri orm ent
e en su vida. Por
ello, desean1os :ies tru ír lo que nos trat
a. de ext e rmi nar .
Per o par adó jic .amente, si lo des tru in1
0s, nos des tru imo s a
nos otr os mi sm a, por lo que nue stro
s deseos se fru stra n
por seg unda ve. y aho ra la fan tasía nos
pin ta un mu ndo
básicamente ma lo al que nos ten em os que
someter.
El ecocidio nos mu est ra has ta qué ext
rem o pue de con•
<lucirnos la téc11ica, o me jor , el tec
nicismo, que es un
val or pertenecien.te a una det erm ina da
cul tur a. Per o últi -
ma me nte , los m ismos defensores de los
valores tecnicistas
ya tien en que r~c-ono cer estos ext rem
os y ent onces arg uye n
de otr a forma. Dic en que estos ext rem os
se exp lica n por que
no hem os des arr olla do nue stra organi
zación pol ític a al
mis mo ritm o q11e nue stra tecn olo gía .
Ellos creen que la
mis ma técnica niás avanzada será la que
resuelva los pro -
blemas que ell a mis ma ha creado. Per
son alm ent e no creo
esto. El tecnicismo, de con tin uar en
la dirección que
lleva, nos con duc irá má s fác ilm ent e al
"m und o feliz" de
Hu xle y. Est e aut or tam bié n Jo pie nsa
así y por eso, des-
pu és de pin tar nos en su nov ela el est
ado de salvajismo
pri mit ivo , por u n.a par te, y el est ado
de supercivilización
ena jen ada por el otr o, sie nte la nec esi dad
de ima gin ar otr a
terc era pos ibil ida d y lo hac e en su nov
ela.ficción La isla.1
Un a peq ueñ a isla per did a en el Pad
fico J en la que se
han inte gra do a ]a. par los mo der nos des
cub rim ien tos cien-
tíficos, con una vid a lo más ape gad a a
lo nat ura IJ baj o la
sab ia filosofía, de base pan teís ta, del vie
jo rajá . Los hab i-
tan tes de la isla., ma dur os, sencillos y
ualivianados'' com o
lo pod ría ser un bue n hip pie , se opo nen
a la exp lota ció n
' La edición esp año la está a cargo de
Edh asa, Bar ~lo na, 1971 .
12{)
de su petróleo para no sucumbir al imperialismo enaje-
nante. Para que las coincidencias con la vida hippie sean
más marcadas, se les permite tomar de vez en cuando los
clásicos hongos alucinantes, que les abren a la contempla·
ción trascendental. Tal vez esta tercera posibilidad de vida
sea la única alternativa posible si se quiere conservar no
sólo la salud mental, sino inclusive la misma superviven•
cia humana.
Recientemente, publicado por la Potomac Associated
Book, salió a la luz pública un estudio considerado como
fundamental. Un grupo de especialistas de todo el mundo
bajo la dirección del Dr. Dennis L. Leadow, y que se
denomina el "Club de Roma" se dedica a estudiar los
problemas más graves de nuestro tiempo, tales como el de
la pobreza, la destrucción del ambiente, el desarrollo ur-
bano incontrolado, la pérdida de fe en las instituciones,
la inseguridad en los empleos, la inflación y otros tras•
tornos monetarios, la enajenación de los jóvenes, etc ... 8,
descubriendo que estos problemas se interrelacionan y que
por tanto habría que estudiarlos precisamente en esa su
interrelación. Para estos fines hicieron un "modelo del
mundo'' con ayuda. de computadoras tomando los datos
más seguros.
Concluyeron que en caso de continuar al mismo· ritmo
el crecimiento de población, la producción de alimentos,
la industrialización, el consumo de recursos naturales v, la
contaminación del ambiente, los límites de crecimiento
<le nuestro planeta se habrán alcanzado en los próximos
cien años. Entonces lo más probable será una fuerte decli-
nación en la población por muertos de ha1nbre. y la parálisis
de la industria. Sin embargo. es posible superar esta crisis.
Para ello haría falta alterar el crecimiento y alcanzar el
equilibrio, asignando a cada persona· un consumo limitado
y dando a cada cual las mismas oportunidades, . para que
todos satisfagan sus necesidades básicas, siendo preciso co•
menzar en esta misma década; de lo contrario, ya sería
tarde.
La humanidad se duplica cada 30 años. Esto quiere de-
cir que de continuar a este ritmo demográfico, en el año
2 000 serán 7 billones de personas y cuando los bebitos que
8
Los limites del crecimiento, FCE, México, 1974.
121
ahor a está n naci endo llegu en a la anci anid ad, se
encon~
trará n ccn una pob lació n cuat ro veces may or de la
que los
vio nacer. Ima gino cuál será ento nces la situa ción
de po•
breza. Clar o que el crec imie nto econ ómi co tam bién
au-
men ta sene jant eme nte; pero ya vemos cóm o no se
dirig e
a rem edii .r los gran des prob lema s sociales, sino que
por el
contrariCJ, vem os aum enta r la dife renc ia entr e país
es po-
bres y pise s ricos: "Th e rich get rich er, the poo
r get
chil dren ", nos dicen.
Sab ienflo que más de la mita d de los hom bres apar
eci-
dos sobr e el plan eta está n ahor a vivos, y que la
gent e
sigue mul tipli cándose, hem os ele pens ar, en prim er
luga r,
en cóm o dim enta r a la pobl ació n futu ra. Des de lueg
o que
será n nece sarias refo rma s radi cale s de los actu ales siste
mas
socioeconc,micos. ¿Pero bast ará para erra dica r el
ham bre
con esto r En Zam bia, Africa, mue ren 260 niño s de
cada
nlil. Estu iios conf iable s nos dice n que la tierr a
agrí cola
disp onib le es a lo sum o de 3.2 billo nes de hectárea
s, de
la cual la mita d está en Jugares civilizados; la otra
mi-
tad requ erirá de cuan tioso s gastos para pod er apro vech
arla .
La tierr a :n able dism inuy e con el urba nism o, la eros
ión y
la cont amin ació n. Pero aun cuan do pudi ésem os apro
vech ar
toda esta tierr a y se dupl icas e la prod ucci ón agrí
cola ,
resu ltarí a insu ficie nte para el futu ro. Sob re todo depe
nde
de nues tra deci sión actu al: o nos dedi cam os bási cam
ente
a prod ucir alim ento s, o pref erire mos egoí stam ente
prod u-
cir bien es supe rfluo s cuyo consumo se recl ama más
y más
gracias a que la pub licid ad capi talis ta nos los pres
enta
com o indispen sabl es.
Los apol ogis tas de la técn ica reto rnar án conf iado s
espe-
rand o en ella. Pero para la técnica se requ iere n com
bus-
tible s y recursos. Y aqu í de nuev o inte rvie nen los
lími tes
del crec imie nto. Nue stro plan eta disp one de l,lna cant
idad
dete rmin ada de recursos natu rale s no reno vabl es
y éstos
se irán acab ando . La cant idad de meta les que que
dan en
el mun do ya no es sufic iente para satisfacer la dem
anda .
De con tin11ar el cons umo en la mism a prop orci ón,
se ago~
tará n en men os de un siglo y esto incluyendo desc
ubri -
mien tos espe ctac ular es, de los cual es los mism os geól
ogos
desc onfí an. Ya los países petr oler os árabes, al sabe
r que
las rese rvas de petr óleo conocidas está n calc ulad
as para
unos cuar enta años, com ienz an a pe~ ibir el pod
er de
122
que disponen y utilizan sus recursos como arma para no
dejarse explotar por el imperialismo. La crisis de ener-
géticos ha comenzado; pero aún así, se siguen producie ndo
coches de alto consumo. Nuestra "socieda d de desperdi•
do" entrará en crisis, pues debemos pensar en producir
cosas que duren y cuyos desperdicios se puedan aprove-
char, en vez de producto s desechables -y la moda de lo
efímero.
Y con esto entramo s a otro problem a más. Los recursos
gastados podrán ser utilizados de nuevo en una buena
parte; pero queda otra que no sólo se desperdicia, sino
que pasa a contami nar atmósfera, agua y tierra. Sólo re-
cienteme nte hemos tomado conciencia de esto, y por cierto
que mucho tenemos que agradecer a los hippies, pues ellos
pusieron de moda el tema de la ecología en el dominio
de la opinión pública. Crecen exponen cialment e los con-
taminant es mensura bles. Los medios para controla r la con•
taminaci ón resultan muy costosos y aunque a la fecha no
sea posible calcular los límites de contamin ación que pue-
de soportar nuestro planeta, sabemos que ese límite existe
-el medio también es limitado---, y que está más cerca de
lo imaginado. La vida de la biósfera deberá ser contada
más en décadas que en siglos o milenios.
En seguida los investigadores pasan a trabajar con el
"modelo del mundo'', siguiend o las interrela ciones de to-
dos estos problema s. Van consider ando minucios amente
todas las posibilidades, tomando inclusive los datos más
conservadores, para concluir en la crisis que se avecina.
La tecnología, de cierto, no resolverá esos problemas. Más
aún, ha provocad o efectos colaterales que perjudic an más
de lo que benefician. La tecnología sin límites pide un
precio mayor del que el hombre puede pagar. Los auto-
res reconoce n que no toda tecnolog ía es mala. "Más que
oposición ciega al progreso, es oposició n al progreso cie-
go". La crisis será inevitabl e mientras permane zca el
mismo marco de valores culturale s, pues toda nuestra cul-
tura se desarroll a según el principio del consumo incon-
trolado y de lucha contra los límites presupon iendo un
mundo ilimitado e inmenso. Pero ahora reconocemos los
límites del planeta y debemos aprende r a vivir de ellos.
Lo único que puede salvar al mundo será, precisamente,
el cambio cultural.
123
A propós ito de la reunió n de Estras burgo, a la que asis• ·:¡
tió el presid ente Echeverría, se ha vuelto a hablar de este ·,'!
estudi o. Sus conclusiones, parcializadas, han servido de .
orient ación a la actual polític a demog ráfica tan critica da.
Se objeta que el contro l natal se está llevan do según crite-
rios burgu eses, puesto que al tratar de dismin uir los naci-
miento s sin las radica les reform as de estruc turas económico-
sociales, se preten de que los ricos sigan mante niendo su
situación de privile gio sin compa rtir los bienes limita dos
con una poblac ión en crecimiento. Se habla de que los
países socialistas no se quejan de sobrep oblaci ón, sino que
procu1·an aprovechar toda la mano de obra que tienen ,
tan abundante como la de China . Inclus o, más que la
sobrep oblaci ón sea causa del hambr e, se insiste en que
es el h ambre la causa de la sobrepob1aLión, puesto que
cuand o una agrupa ción de seres vivos está en peligr o de
extinc ión, su instint o vital la hace ser más fecund a.
Todo esto no obsta para que las conclusiones del estu-
dio sean válidas. Se ha insistido en el contro l natal como
remed io ante la crisis; pero el estudi o insiste más en el
cambi o de valores cultur ales. Propu gna el estado de equi-
librio en que los nacim ientos se iguale n a las muerte s; en
donde se haya estabil izado el capita l indust rial, orient ado
h acia lo que es realm ente necesario; que en vez de viajes
a la luna o carrer a armam entista, se dirija a resolver el
proble ma de la alimen tación ; que se produ zcan máqui nas
que duren, en vez de declar arlas pronta mente obsoletas; que
se aprove chen los desperdicios; que dismin uya la indus-
tria, para evitar la contam inació n y el agotam iento de re-
cursos y que sea dirigida a lo más necesario. Esto ocasio nará
desocu pación , que si es repart ida podría posibi litar en
todos un aumen to del ocio creativo: la cultur a menta l
y moral, el arte, la religió n, el atletis mo, la investigación
científica . . . así vemos que la descripción de esta so-
ciedad futura coinci de bastan te con la vida que, por intui-
ción, señala ron nuestr os xipitecas.
127
cier tas deficier:cias. Se crit icó a los mu
cha cho s que iba ri
a inst alar se al cam po de eva dir la rea
lida d. A esto res-
resp ond iero n (llos que el cam po era la rea
lida d y no esa
vid a de arti fi <io cita din a. Per o su pos tura
se torn ó dog-
mát ica, pro po: nien do la tota l abo lici ón
de las ciudades y
de la ind ust ria Alg unos enu me ran con
bas tant e real ism o
las acti vid ade s urb ana s no nec esa rias:
com ien zan , desde
luego, con la ind ustr ia de aliment os sint
étic os, tan odi a-
dos por ellos; ~ero lue go aña den las dro
gas com o cigarri-
llos; gra n parte de la ind ust ria farmaco
lógica, jug uetes
infa ntil es, arm as, div ersi one s ena jen ant es,
etc . . . Per o lle-
gan a pro pug tar una reg resi ón a la
com uni dad feu dal
pre urb ana . Tem end o en cue nta la explosi
ón dem ogr áfic a,
ya no es pos ible.. com o pre ten den , la org
anizac ión del pla -
net a en peq ueiías com uni dad es agrícolas.
Ade más, la ide a
del cam po de muchos de ellos, pro ven ien
tes de la burgue~
sía, no pas a de ser un suefio de rom ant
icismo buc ólic o:
flores, paj aril lo~ salu d y tran qui lida d.
Per o el cam po es
nue stro sub des arro llo: des nut rici ón, falt
a de higiene, de
edu cac ión , del it1cue nci a y buena dos is de
ena jenación. Ir
al cam po imp lica rá con trib uir a din ami
zar lo y rem edi ar
sus pro blem as, a.provechando la edu cac
ión urb ana .
P ero hay crít icas que van más a fon do, al
den unc iar su
act itud nat uris ta com o un mo vim ien to
reg resivo: ado pta n
formas cor resp ond ien tes a la era pre ind
ustr ial; pre tend en
vol ver a la fase agrícola de la hist oria , e
inclusive, al paraí~
so, bañ and ose oes nud os en la sier ra, sin
preocupaciones
por el trab ajo. Has ta aqu í lleg a su lógi
ca, si no es que
aún más lejos.0 La vue lta a las cul tur as
ind íge nas qui zás
imp liqu e un ret( )mo a la infa nci a (am or
a los niñ os, los ·
cue ntos, los jueg os), nostalgia de la ma
dre ausent e, que
dej aro n al sali r del hog ar y, por fin, reto
rno a1 sen o ma-
tern o. Rec uer do la crít ica más mo rda
z de esta act itud
hip pie, en un cua dro colg ado en una com
una : den tro de
una bot ella , que par a má s ten ía la form
a de un gen ero so
pec ho ma tern o, un hip pie des nud ito en
me dio de la nat u 4
129
evoluci onar s eá luchar contra esa tendenc ia necrofílica a
la regresión.
Césarm an, qcien también coment a este pasaje en forma
psicoanalítica.., ve en la manzan a el símbolo del pecho
matern o y és1:e. a su vez, símbolo de la naturaleza, grati-
ficante o frus t1mte. Al romperse la imagen de un mundo
plenam ente gnt íficador, sobreviene la frustración y, en
venganza, se ·come la manzan a", es decir, el hombre
reacciona en. art:itud canibal ista hacia la madre rechazan-
te, de donde Il~.S vendría la tendenc ia a destruir la natu-
raleza. En la Eblia aparece claro que un pecado human o
provoca hostilic ad en la naturale za. Después del pecado
de Adán, el cad go: "Por haber comido del árbol que yo
te había proh.i\i do comer, maldito sea el suelo por tu
causa: Con fat~a sacarás de él el aliment o todos los <lías
de tu vida. E~inas y abrojos te produci rá .. . ". Igual-
mente, despué s del pecado de Caín: "Aunqu e labres el
suelo, no te da1i más su fruto .. . ", y con el Diluvio, Im
pecados del hoI11bre eran demasiado grandes y la natura-
leza se le reveli en forma de inundaciones. San Pablc
dirá más tarde q1e "la creación fue sometid a a la vanidad.
no espontá neamen te, sino por aquél que la sometió ... "
Es decir, el futuro del hombre histórico es lanzars{
hacia adelante, ¡enosamente, en un proceso de humani za.
ción que también afecta a la naturale za; pero con fuerte:
tendenc ias regresivas y similares resonancias ecológicas . . E:
movimi ento hippie tiene ese cuño necrofílico de retorne
a la vida natural prehum ana. Un tanto especial, pues s1:
vida depend e fundam entalme nte de la ciudad. Más bier.
pretend en "un enclave arcaico en el corazón de la
ciudad" .
Ni el tecnicismo deshum anizant e, ni el retorno román-
tico, ya imposible,. aceptan do de nuevo la sumisión a la
naturaleza. Entre ambas posiciones extremas, están aq ué-
llos que se preocup an seriamente del problem a. El hombre
necesita de la naturaleza y no sólo para satisfac:er sus nece-
sidades básicas (Sllstento, aire, etc ... ), sino para exigen~
das vitales de índ()le espiritu al: contem plación del campo,
ejercicio al aire libre. . . Pero la natural eza también debe
ser domina da y sometida pues a veces nos resulta hostil.
La técnica puede ayudam os en esto, inclusive para la
contemplación (la fotografía, los microscopi9s, satélites
130
y demás, nos han mostrado nuevos aspectos de la na-
111 raleza); pero debemos controlar nuestras propias crea-
• iones a riesgo de que terminemos por autoaniquilarnos.
St' requiere un replanteamiento ético de nuestra conducta.
li;1cia. la naturaleza, para no dejarnos llevar por intereses
c·goístas, de forma inconsciente, sin importarnos las conse-
n1encias de nuestros actos para otros hombres y otros
1icmpos. Inclusive habría que plantearnos esta ética en
l'orma política. Los campesinos son desplazados por los
chalets de ricos que quieren gozar del campo los fines de
semana; los países ricos pretenden frenar la industrializa•
dón de los países pobres "porque esto destruiría el equili-
brio ecológico", etc. Deberemos, además, revisar nuestros
valores culturales, pues lo que consideramos normal o
inevitable, se observa que es sólo la visión de la vida de
una determinada cultura en vías de desaparición.
131
CAPITULO III: LA RECO~QUISTA DEL
OCIO
STUART HAI
155
Según él, nu es tr a so
ciedad es tá en fe rm a
no se tr at a de ad ap y po r lo ta n to
ta r al in di vi du o a
ad ap ta r és ta a la s ne su cu ltu ra , si m
cesidades del ho m br
qu e esto se de be rí a e. D e pa so di n
te ne r en cu en ta en
tos de re ha bi li ta ci ón ci er to s tra ta m ie n
de dr og ad ic to s. L a en
re su lt ad o ce nt ra l de aj en ac ió n es e
los efectos de l ca pi ta
so na lid ad . Po r en aj en lis m o sobre la pe r
ac ió n en ti en de un m
cia en la qu e la pe od o de ex pe ri en
rs on a se si en te a sí
ex tr añ o y no co m o m is m a como ur
cr ea do ra de sus pr op
nu es tr a so ci ed ad la en io s actos. E r
aj en ac ió n es casi to ta
de l tr ab aj o im pi de l. L a vastedaC:
qu e ca da in di vi du o
pu ed a ve r el co nj un en lo pe rs on a:
to , ni si qu ie ra el di re
presa, el cu al tr at a si ctor de un a ero•
em pr e co n gigantes:
di al , la fi rm a de la co el m er ca do m un-
mpetencia, el si nd ic at
m os cosas y las ac o, etc. C om pr a-
um ul am os si n qu e
pe rs on a, y lu eg o la se as im ile n a 1a
s de se ch am os po rq ue
m od a. Po r eso nu es ya pa sa ro n dt
tr a sociedad de co ns
un a so ci ed ad de desp um o es a la ve1
erdicio.
El hi pp is m o ta m bi én
realizó, a su ni ve l,
al tr ab aj o de nt ro de estas críticas
este "s is te m a" . Pe ro
su cr íti ca a la pe rs on ta m bi én alcanzó
a m is m a de l tr ab aj ad
el an si a de bi en es m or "f resa": po r
at er ia le s el ho m br e
al oc ad am en te a la ac m od er no se la nz a
tividad. E n vez de tr
vive pa ra tr ab aj ar , ab aj ar pa ra vivir,
la ti en do la id ea de
es tá en la s cosas y qu e la felicidad
no en el ho m br e m
pr eocu pa rs e po r "ser ismo. E n vez de
" más, el ho m br e
"t en er '' m ás o, al m de ho y an he la
enos, "h ac er " más. Pe
fr ut o del ser y po r es ro la ac ci ón es
o el activismo es el vi
m od er no , qu ie n hu ye cio de l ho m br e
de sí m is m o refugi
pr op ia s obras. án do se en sus
Pascal di jo qu e m uc
ha s tr ib ul ac io ne s vi en
ho m br es no sa be m os en po rq ue los
qu ed ar no s qu ie to s en
taciones. Hemos ol vi nu es tr as ha bi -
da do el ocio, y es
qu e un ua ba jo al ie na na tu ra l, pu es to
do tr ae co1no co ns ec
un ocio al ie na do . Si ue nc ia ta m bi én
el ho m br e tr ab aj a si
re la ci ón co n lo qu e n un a ve rd ad er a
es tá ha ci en do ; si co
mercancías de un m m pr a y co ns um e
od o en aj en ad o, ta m bi
co m pa ra rá pa rt id os én co ns um ir á y
de fu tb ol , películas,
E l ho m br e ac tu al es revistas, etc .. .
pasivo pa ra el ocio y
de "e st ar de ocioso m ás .b ie n tr at a
", si n ha ce r na da ,
pr ep ar ar su cu er po si no si m pl em en te
pa ra el tr ab aj o del
R ec ue rd o un a an éc do dí a :i gu ient e.
ta personal. D ur an te
el campeo-
134
nato mund ial de futbo l celeb rado en Méxic o, me encon-
traba con algun os xipite cas en las afuera s de la ciuda d,
una noche en la que los autos de los aficio nados volví an
frustr ados despu és de ver perde r a nuest ra selección na•
cional. Enton ces tuvim os una reflex ión sobre este de-
porte : no nos referí amos, desde luego, al hecho de prac•
ticar un depor te, algo muy salud able. sino que veíamos,
por el contra rio, cómo el juego se ha ido alejan do de la
perso na. Ahor a el juego lo realizan dos oncenas y los es-
pecta dores partic ipan proye ctánd ose desde sus butacas, supo•
niend o que se es de los privil egiad os asistentes (la mayo ría
debe contentarse con segui rlo por televi sión o por transis-
tor). La indus trializ ación del depor te ha alej ado al puebl o
de la pelota. El futbo l educa para la pasivi dad, por lo que
no es extra ño que sea favorecido por las dictad uras tipo
brasil eño. Apare ce en la socied ad ejerci tada, reglam entad a,
depri mida, que lo neces ita para que no desap arezca del
todo su sentid o de la vida.2 He tomad o el futbo l sólo
como un ejemp lo de la divers ión enaje nada. Podrí amos
contin uar con los "comi cs", las telenovela s, el cine. Holly -
wood e inclusive, el rock comercial. Aristó teles pensa ba
que el ocio era el fin de la vida del homb re en el mund o.
Natur almen te se tratab a del ocio creador, n.o de estar "apla-
tanad o" en un sillón consu miend o progr amas idioti:zantes
de televisión. Era la ''atara xia" griega, discip lina filosó-
fica orden ada a procu rar sereni dad menta l y biene star
físico: ]a oració n y vida contemplat iva, el arte., las rela-
ciones huma nas, la identi ficación con la naturaleza, el ejer-
cicio al aire libre, el cultiv o de la cultu ra. . . esto es
el ocio que el homb re se debe procu rar.
Natur almen te que para obten er un n1,íxim o de ese ocio
("otiu m", en latín) el homb re deber ía dedic ar parle de su
tiemp o y energ ías para procu rarse el susten to n ecesar io.
Esta activi dad forzosa, más bien priva ción de la verda dera
vida huma na, era el "no-o cio", el "nec-o tium" , el "nego-
cio", visto siemp re en funci ón del ocio. ltste sería el estado
"natu ral" del homb re, descr ito en la mitol ogía bíblica
como el paraíso terren al, estad o en el que no se daba la
dicoto mía ocio-t rabajo : el homb re vivía en ocio creati vo
' Puede n verse al respecto "l•oot- ball y alienación", de José
Sebreli, en el libro El futbol, Ed. Jorge Alvarez, Buenos Aires, 1967 o
"Il Foot Ball" de F. J. Buyten dijk, Ed. Vita e Pensei ro, Milano , 19.54.
135
cu ltiv an do el jar dín de l .Edén qu
e Dios le dio. El tra ba jo
coe rci tiv o es vis to co mo castig
o po r el pe cad o de ha be r
rot o la arm on ía na tur al.
Co n el feu dal ism o me die val
la sep ara ció n en tre el
"o tiu m" y el "nec~otium" se ace
ntu ó má s sup on ien do la
ex plo tac ión de l ho mb re po r el
ho mb re. En ton ces los pri -
vil egi ado s -lo s "li br es "- po día
n tra nq uil am en te va car en
el ocio, de jan do a los "si erv os"
la tar ea de l "ne go cio ", de
do nd e se ori gin a la div isi ón en
tre tra ba jos serviles y art es
lib era les. Sig uie nd o la an tig ua
tra dic ión jud ía, la Igl esi a
cat óli ca ins ist e en la n ecesidad
de l oci o pa ra todos, salva-
gu ard an do un mí nim o: el rep oso
del sép tim o día . D esde
lue go qu e aq uí el oci o del qu e
se tra ta es el oci o cre ati vo ,
po r lo qu e no se pro hib en las
art es lib era les .
· Co n el p aso de l rég im en feu
da l al bu rgu és se da un a
cur ios a inv ers ión de tér mi no s:
mi en tra s qu e en el feu da-
lis mo las clases pri vil egi ada s se
de dic ab an al ocio, ah ora
la nu ev a clase do mi na nte , im bu
ida de l lab ori oso y ah orr a-
tiv o esp íri tu pro tes tan te, se vu elc
a al "ne go cio " pro du cti vo ,
ob lig an do tam bié n al pro let ari
ad o a tra ba jar más y más.
En cam bio el Ium pe n, los ma
rgi na do s de la act ivi da d
pro du cti va , viv en en un a des ocu
pac ión forzada. El neg oci o
de jó de est ar en fun ció n de l
ocio pa ra inv ert irs e la di•
rec ció n.
An te el gra ve pro ble ma de la de
soc up aci ón -q ue ah ora
est á alc anz and o pro po rci on es
ala rm an tes - lo jus to ser ía
qu e no s rep art iésemos tod os má
s equ ita tiv a1n ent e tan to ~l
ocio como el "ne go cio ''. Cr eo qu
e tod os sal drí am os ga na n-
do . Pe ro los val ore s cu ltu ral es
vigentes, int roy ect ado s po r
la pu bli cid ad cap ita lis ta, nos ha
cen tra ba _jar más y más,
no sólo pa ra satisfacer ne cesida
des básicas, sino pa ra con-
sum ir mu cho s ob jet os sun tua rio s
o pa ra po de r pe rte ne cer
al costoso gu eto de los ricos.
"L a au tom ati zac ión qu e ha ce po
sib le el no tra ba jo -d ice
He nri Le fev re- , la bu rgu esí a dir
ige nte la cap ta pa ra su
uso. No am plí a los ocios, sin o sub
ord iná nd olo s a la plus-
va lía, po r el sesgo de la ind ust
ria liz aci ón y de la comer~
cialización de las div ers ion es y
de los espacios de éstas.
Esteriliza, al con sag rar lo a su
pro pio ocio sin cap aci da d
cre ati va, el no tra ba jo. Su sci ta
· est a rev ue lta sin tom áti ca,
1a rei vin dic aci ón de l n o tra baj o,
qu e qu ed a ma rgi na l (co-
mu nid ad es hippies). Lo s 'valores'
de l tra ba jo ..degeneran,
136
-y nada los reemplaza ... llega el momento en que la bur-
guesía mantendrá el trabajo en los países industriales, en
vez de dejar aparecer el no trabajo. Resulta que los espa-
cios de trabajo, de no trabajo y de ocio se embrollan en el
espacio mundial de una manera paradójicamente nueva,
que apenas comienza a tomar forma y repartición". 8
Jean Fourastié escribió un magnífico libro titulado Les
40 000 Heures, 4 cuya tesis es que con la automatización
disminuyen las horas del trabajo del hombre. De las 700 000
horas que dura aproximadamente toda nuestra vida, sólo
trabajaremos 40 000. Ya en el ambiente laboral mexicano
se está promoviendo, tal vez antes de tiempo, la semana de
40 horas para todos. El problema planteado a los sociólo-
gos es, precisamente, el cómo emplear el tiempo libre. A
esto los hippies supieron dar una posible respuesta. Ellos
no "tienen" tiempo libre, sino que viven en el ocio. La
droga conduce, es cierto, a la pereza e irresponsabilidad;
pero favorece la creatividad. por lo que esto no obsta para
que puedan proporcionar buenos aportes sobre cómo em~
plear el tiempo libre. Ellos mismos confeccionan su propia
ropa, proyectando su individualidad en el vestido, cons•
truyen sus propios muebles y su propia casa (ya se ha
comprobado que cuando los inquilinos hacen ellos mismos
su hogar viven más felices), curan ellos mismos sus enfer-
medades, prestan más cuidado al propio cuerpo, conversan
mucho con sus hijos, los educan, gustan de la meditación y
de la contemplación de la naturaleza y, sobre todo, se dedi~
can al arte, liberados del mito occidental de especializa•
dones tediosas de la escuela. Tratan tan sólo de liberar
las capacidades creativas latentes en todo ser humano,
en un ambiente de comunicación interpersonal.
Además de ser un medio para obtener remuneración eco-
nómica y de ganarse la subsistencia, el trabajo es realizador
del hombre y fuente de satisfacciones. En lo posible ha-
bría que dedicarse al trabajo adecuado a nuestras inclina-
ciones y aptitudes. ¡Cuántos "juniors" de la burguesía
serían felices si se dedicaran a mecánicos, por ejemplo, y
no pueden hacerlo por el "decoro" y "dignidad" clasista!
Entre el pasivismo hippie y el activismo "fresa", Thei-
s El pensamiento ,na.rxisla y la ciudad, Ed, Extemporáneos, Mé-
xico, 1973, penúltima página.
" Ed. Gonthier, París, 1965.
137
lard de Chardin propugnaba: "el equilibrio de las activ1•
dades y las pasividades". No debemos subvalora r la con-
templación, sin descuidar la acción. Es el fenómeno curioso
de la Iglesia actual: grupos activistas, inclinados al com-
promiso político con toda la metodología científica, y
grupos carismáticos, "pentecostales", dedicados a la con-
templación pura, pidiendo a Dios que venga la justicia.
Si fue mérito del hippismo descubrir el ocio creativo,
su falla estuvo en no haber previsto el modo de lograr su
subsistencia. Forjaron la utopía de una posible sociedad
del ocio, en la que cada cual se dedicase a lo que le gustare,
pasando el tiempo en música, droga y amor, como en
Woodstock o Avándaro.
En 1967 hubo una especie de "reunión cumbre" entre
los líderes del movimiento, en la casa flotante del filósofo
Allan Watts. Entre los presentes estaban Allen Ginsberg,
Gary Snyder, Timothy Leary y miembros del "San Fran-
cisco Oracle". Se discutió precisamente sobre el trabajo
y el dinero. Snyder preveía en el futuro que la tecnología
habría de provocar un desempleo masivo y que entonces
todo sería proporcionado gratuitamente por la m isma so-
ciedad. "En realidad la economía norteamericana podría
regalarle a cada uno una renta mínima y le costaría pro-
bablemente menos de la décima parte de lo que se va en
obra social", y Watts añade de paso q ue costaría menos
sobornar a toda Asia, que hacer allí la guerra.6 Lo que se
les olvidó a estos líderes fue que ese ocio sería en prove-
cho de la explotación laboral del tercer mundo.
Otro caso simi]ar se tuvo en aquel mismo año en Haight-
Ashbury, cuando fue asediada por varias centenas de mi-
llares de jóvenes de cabello largo. Atraída por la publicidad
de la nueva vida, llega toda una avalancha humana, con
los problemas q ue se pueden imaginar. Entonces se orga-
nizan los "diggers ., para repartir comida gratuita en los
parques. Recibieron ayuda de todo el territorio nacional,
h asta que la comunidad descubrió que era una especie de
centro turístico y p ensó explotarse a sí misma fabricando
souvenirs. El hippie, quien rechaza a la sociedad y la
critica, vive de ella. Abbie Hoffman escribió su "Róbate
(i " Una histor ia social de los hippies", por Wa:rren Hinckle, en la
138
este libro", en donde se describe cómo vivir a costa del
"sistema" . Allí se indica dónde conseguir comida gratuita,
libros, concierto s. . . Y hasta un búfalo vivo.
El problema de la subsisten cia fue el factor determi~
nante en el fracaso xipiteca. Entre nosotros, se aprendió el
"taloneo" , moderna y jovial forma de mendicid ad. Otros
ensayan con la desocupa ción disfrazad a; pero en lugar de
vender chicles, venden varitas de incienso en la Zona
Rosa; otros, más ingenuos , pensaron en vivir de la música,
sin tomar en cuenta la excesiva oferta de buenos músicos
que ahora hay y que para poder vivir de ella necesitarí an
costosos aparatos eléctricos. Hubo quien probó suerte en
el campo hasta que se dio cuenta de que allá no todo era
poesía bucólica. No faltaron quienes obtuviero n " feria"
operando fuera de la ley: tráfico de droga, prostituc ión.
Otros más se metieron al teatro, o donde pudieron ; pero
la m ayoría encontró manera de abrirse paso con la ma-
nufactura .
l\tféxico es país que se presta para esta actividad . El
sentido artístico innato, el mercado turístico, la artesanía
indígena. El gobierno favorece este trabajo y promuev e la
creación de un estilo propio, ya apreciado en el mundot
que al tiempo que conserve lo autóctono , pueda ser utili-
zado según las exigencia s del tiempo actual. Lástima que
esta política favorezca a los privilegiados propietar ios de
talleres en los poblados indígenas , h aciendo objetos en
serie, contra los que tienen q ue competir los pobres arte~
sanos manuales. En este tiempo, el espíritu ·creativo de
los xipitecas, su mentalid ad y gusto pequeño burgués,
conocedo r de las exigencia s del mercado, sus contactos con
la població n indígena, pudieron contribui r a la creación
de un estilo propio que ahora asimila la moda "zon-
rosada'' en brazaletes , anillos de chaquira, morrales, ob-
jetos de p iel, etc. Sin emb argo, todos ellos tienden de una
manera u otra, a abrirse paso por el campo del arte, sobre
todo, la música moderna, el negocio más gigantesco de
nuestros días.
139
su pe re st ru ct ur a id eo ló gi
ca y co ns ec ue nt em en te
pr in ci pa le s m ov im ie nt os social. Lo s
in no va do re s de la hi st
si do ac om pa ña do s o pr ec or ia ha n
ed id os po r al gú n m ov im
tís tic o qu e les ha se rv id ie nt o ar-
o de ex pr es ió n. Pl at ón
un a modificación del di jo qu e
rit m o m us ic al tra ía co
tra ns fo rm ac ió n po lít ic a nsigo un a
pa ra le la . La m ús ic a ac om
m om en to s em ot iv os de pa ña los ·
un gr up o y les sirve pa ra
sión. El hi m no , po r ej em da r cohe-
pl o, en ar de ce a los co m
la m ús ic a sa gr ad a recoge ba tie nt es ;
el es pí rit u y en ge ne ra l
m ús ic a pa ra cu al qu ie r tene1nos
m an ife st ac ió n masiva.
El arte, ad em ás , es un a
fo rm a de catarsis social,
m en to s de im po te nc ia pa en m o-
ra re al iz ar un ca m bi o, pu
le ra m ás fáciln1ente es es se to-
ta s m an ife sta ci on es co
como inofensivas. ns id er ad as
La m ús ic a po pu la r es ex
pr es ió n cu ltu ra l de l pu eb
la suel e co nt ra po ne r a la lo . Se
m ús ic a "c ul ta "; pe ro es
pe rs pe ct iv a clasista. En to es un a
re al id ad , la m ús ic a cu
un a el ab or ac ió n m ás pe lta es só lo
rf ec ta de l m is m o se nt im
pu la r. Po r desgracia, co ie nt o po -
n la ac tu al di vi sió n de
le s, la m ús ic a "c ul ta " fu clases socia-
e ar re ba ta da al pu eb lo ,
de el la un pa tri m on io ha ci en do
el im in at or io : los rid íc ul
tos elitistas, con tra je de os concier-
et iq ue ta y pr et ex to pa ra
ci ón de joyas, ju nt o co ex hi bí - ,
n el m ito de qu e es un
"d ifí ci l'' , sólo accesible a m ús ic a
a pe rs on as "c ul ta s" .
En la ac tu al id ad , co n lo
s gr an de s m ed io s de co
ci ón al servicio de un a m un ic a-
es tru ct ur a ec on óm ic a en
ap ar ec e la m ús ic a co m er aj en ad a,
ci al , "g as tro nó m ic a" , co
no m in a St ra ni er o- Li be ro mo la de-
vi ci , la cu al ah og a ta nt
sica cu lta co m o la m is o la m ú-
m a m ús ic a po pu la r. Es
ga st ro nó m ic a es un pr od ta m ús ic a
uc to in du st ria l qu e no
n in gu na in te nc ió n ar tís pe rs ig ue
tic a sin o Ja satisfacción
m an da s de l m er ca do , y de las de-
re su lta un in st ru m en to
co ac ci ón ideológica de l eficaz de
ci ud ad an o de un a so ci ed
sas. La ca nc ió n de co ns ad de ma•
um o fo rm a pa rte de la
tu ra y es en la estru ct su pe re str uc - ·,¡
ur a ec on óm ic a de l sis te
se de be n bu sc ar la s ra zo m a do nd e
ne s de qu e és ta se a as
ot ra fo rm a.6 í y no de
Es ta m ús ic a "g astro nó m
ic a"
popular, pr in ci pa lm en te en ha bf a sofocado a la m ús ic a
N or te am ér ic a, y el colo
nialis-
e Cf.: Um be rto Ec
o, Ap oc alí pti co s e integ
de masas, Ed . Lu me n, rados ante la cu.lt1-'ra
Ba rce lon a, 1968 . "L a ca
pp. 313·334. nción de co ns um o" ,
•
14 0
mo cultural nos importaba una canción melódica estan-
darizada y facilona, encarnante ella misma de todo ese
mundo "fresa" que la produjo. Inclush·e el jazz, que pudo
considerarse como música popular, pues naci6 de los mú-
sicos negros callejeros, se había institucionalizado. Se im-
ponía ya algo nuevo, sobre todo cuando la joven genera-
ción iba despertando. El detonador fue Bob Dylan, trovador
judío a quien se le ocurrió que con la música también se
podía cornunicar algo. Y ése algo fue precisamente lo que
toda su generación deseaba decir sin saberlo. Ginsberg
aulló con su poesía; Dylan desde las primeras estrofas de
Blowin' in the Wind o Times they are a'changing, sacu-
dió la conciencia adormecida de la joven burguesía y los
Bcatles hicieron la identificación del nuevo mensaj-e con
la generación "beat". No sólo la letra resultó revoluciona-
ria. La música misma fue contestataria. Rompiendo con
los 1noldes melodiosos, propios para oídos habituados a
Jo tranquilo y seguro de las estructuras vigentes, la nueva
músic:a electrónica resulta agresiva, caótica y sensual.
El rock expresa la sexualidad descarnada. Ahora -como
afirma Parménides García Saldaña- el chavo blanco quie-
re "coger" y esto, naturalmente, es un atentado contra la
propiedad privada. Se trata de una subversión al "sistema"
o la sanidad familiar. Es un atentado contra la concep-
ción pequeño burguesa de la virginidad.
La base estaba en la vieja música negra norteamericana:
aquellos primeros esclavos afrkanos encontraron en la
música una añoranza de su tierra, un ritmo que les faci-
litaba el trabajo y un vehículo de comunicación, puesto que
sus esclavjzadores tenían buen cuidado de no poner juntos
a negros del mismo dialecto. Adoptaron a medias la len-
gua de sus explotadores e igualmente a medias los instru-
mentos musicales blancos. En los· oficios religiosos, adop~
tan los cantos luteranos, con la expresividad sensual
africana, dando origen a los bellos "spiritualsº. Posterior-
mente, en el barrio de las Linternas Rojas en los prostíbu-
los de Nueva Orleans, nacerá el Jazz. lviientras, los blancos
tenían su música "folk", el "count.ry". Cuando el --coun-
try" se encuentra con el "blues", nace el "rythm & blues",
del cual Ray Charles fue el gran maestro. Esto dará origen ·
al rock cuando los negros tomen conciencia de su explo-
tación y decidan reclamar reinvindicaciones raciales.
l{l
Elvis Presley sac6 el rock <le los guetos y los Beatles
le pusieron electricidad. Pronto surgió toda una pléyade ,
1
de grandes genios: Rolling Stones, Jimmy Hendrix, Janis
Joplin, The Doors con Jim Morrison, The Mothers of .'(
Invention con Frank Zappa, The Animals con Eric Bur- \
don; Traffic, Jefferson Airplane, etc ... , nombres que
quedarán registrados en los anales de la música.
El natural rechazo de los adultos a este nuevo género ·;
musical favoreció los mensajes contestatarios y aumentaron
los impedimentos, por lo que en varias ocasiones tuvo
cierto aire de clandestinidad. Un movimiento musical ..
potencialmente subversivo tuvo por fuerza que ser re-
primido. La droga daba ocasión para el1o.
Pero la joven generación tomó esta música como su him-
no y los empresarios pronto percibieron una nueva fuente
de ingresos. Descubrieron que podían dominar sin mayo-
res problemas este grado de disidencia y de pronto se puso
de moda lo "subversivo", pues no pasaba de palabras. Los
músicos, quienes al principio trataron de crear concien-
cia, fueron atrapados y el rock cayó de nuevo en la comer-
cialización. Conjuntos mercantiles se cuelan como falso
"underground" prefabricado y los pocos mensajes autén-
ticos de quienes, como Lennon y otros más, trataron de
politizar al rock, quedaron absorbidos por el todo, per-
diendo su capacidad de impactar.
"Mientras los conjuntos de música experimental o poli-
tizada crean que pueden difundir sus ideas dentro del
marco de la industria de la condencia, tienen auténticas
posibilidades de infiltrarse en ella. Pero en este caso, tales
conjuntos serán empaquetados y etiquetados, serán objeto
de una publicidad incrementadora de los beneficios y la
mayoría de la gente ya sólo les comprará debido a la in-
tensificación de la publicidad. Hasta el momento todavía
no ha sido analizado si el empaquetado y etiquetado
mata simultáneamente todos los contenidos que debían ser
comunicados al público, reduciéndolos a un producto de
venta. Ahora bien, este proceso no es un problema de la
industria discográfica sino una cuestión general de la fun-
ción del trabajo dentro de la industria que actúa. sobre la
conciencia".7
•
'1 Roldf-Ulrich Kaiser, El mundo de la música pop, Barral Editores,
142
Marx percibió cómo en la actualidad el poder lo de-
:enta quien posee la propiedad de los grandes medios de
roducción. l\1cLuhan diría que el poder está en manos
le quien posea los grandes medios de comunicación, aun-
que en la realidad ambas cosas sean lo mismo. La joven
generación cada vez lee menos. La era de la imprenta ha
terminado y nuestra comunicación ya es audiovisual. Los
poetas jóvenes transmitieron sus ideas a través de la mú-
sica. Con su música conquistan la industria discográfica
y gracias a ella, la radio. Su aspecto pictórico nutrió la
gran prensa ilustrada, hasta el punto de que algún ob-
servador opinara que el hippismo fue creación de la gran
prensa. Sobre todo su n1úsica fue el arma que el sistema
no pudo destruir. "No podrán quitarnos nuestra música",
gritará desafiante Eric Burdon.
El rock es la música de la completa expresividad. Los
n1ejores vocalistas no serán quienes modulen mejor la voz,
sino quienes mejor se entreguen. AErica devolvió a Oc-
cidente el cuerpo. El rock reproduce el ritmo del orgasmo,
y los negros norteamericanos pudieron expresar en él sus
sentimientos raciales, como en J.\,[éxico parece que expre-
sará por fin un renacer del espíritu indígena. El rock
posee fuerte capacidad asimilativa, la "country", la tro-
pical, el jazz (Chicago, sobre todo). Algunos músicos com.o
Zappa o Paul McCartney. tienen influencias de Stock-
hausen o Stravinsky (desde la aparición del rock eléctrico
se venden más discos de la música culta electrónica). Es
una música internacional, propia del espíritu cosmopolita
de la joven generación.
El rock, por último, está democratizando la música. Los
ídolos de la canción provienen ya de todos los estratos so-
dales y visten como su público. Nace del pueblo y en el
pueblo debe permanecer. Quienes prefieren tocar en los
"night-clubs" de la burguesía) están condenados a perder
autenticidad.
No sólo en la música destacaron nuestros xipitecas. La
característica del arte actual es la de amalgamar varias
ramas del arte sin la atomización occidental. En el mismo
rock muchas veces la letra es poesía pura; los músicos se
deben presentar dando show, lo cual los acerca al teatro
y hasta al ballet (Pink Floyd). La ópera.Rock ha tenido
algunas obras de interés: pienso en Hair, que describe la
143
filosofía hippi e, que en Acapu lco escandalizara a sus asis--.;
tentes. Tomm y, de los Who, es una fábul a que encar na la ·:-
joven generación, sordo muda ·y ciega por los traum as socia- :·1
les; pero que adqui ere la ilumi nació n interi or. Jesucristo }
superestrella, de Andr ew Lloyd Webb er y Tim Rice, to- .
ma el etern o tema de la Pasió n según San Juan, conven-··.·
cidos de que en la actua lidad un Jesuc risto polém ico
reactu alizad o podrí a tener el mism o éxito taquil lero de i
y./
cualq uier superestrella. La magnificencia de Broad way y:·;
el largo metra je cinem atográ fico corro boró la prueb a. ~
Además de la ópera , tambi én el teatro fue camp o explo- )
rado por estos muchachos. Ya no se trata tanto de ac- j
tuar simpl emen te, sino de dar y transm itir un mensaje, -i:
plena mente convencidos de él. Oceransky es ejemp lo mexi- ·..;J
cano de esto: Conejo blanco; el cuent o de Alicia en el pa{s)i
de las maravillas, en el que Alicia come un hong o y ve :,~
el mund o de otra mane ra, encon trand o su verda d en el ;~
mund o de los niños y los locos; Simio, el mito de los oríge- .:'~
nes y el retorn o a la vida natur ista. Se trata del happe ning, A
catarsis y libera ción: hacer del teatro un templ o, un mitin , ·;;/i<.,
un evento. _::~
Pasan do a las artes plásticas, la pintu ra sicodélica, espe- ~~~
cíe de un surrealismo alucin ógeno de contornos distorsio- )_
nados y much o colorido. El eleme nto repeti tivo es propi o .·-~:
de estas- drogas y las alusiones al subconsciente prete nden·::'.;·
manifestax ·e l mund o tal como podrí a verlo un droga do.· ::"
Elige n princ ipalm ente el póster, o cartel artístico, que,..,
permite gran divulgación. Este géner o de arte tuvo in~:·
fluenc ia en el estilo publi citari o actua l, llama do "pop" .
Por fin, el cine recib irá ia influe ncia de este movi mient o ·
mític o y creativo del nuevo homb re del maña na .
•
144
CÁP1 TULO IV: EL HOl\. fBRE NUE VO
147
pan teís ta, pro fes ado por muchos. Se pie nsa
que la di versi{
dad es sólo apa rien cia y que tod os form
am os una uni dad :;
metafísica. El "eg o" es el "ka rma ", el
pec ado y el ma t:;.
"T ú ere s yo", dic en ellos, y trat an de viv
irlo. En la prác•<
tica , asp iran al ver dad ero com uni star ism
o: no sen tir a lot'.
d-e má s com o "los-otros", sin o com o "nos-o
tros". De ntr o de;: _
la act ual estr uct ura social esto res ulta
difí cil y no hay :;
pac ien cia par a esp era r a que ven ga el cam
bio social. Ha~./
brf a que bus car una for ma de vid a
en la que éste pu+>
diese ser el prin cip io de base y de aqu
í se pen só en "la :\
com una ".
::Ú
.. ~·-~i
. ·,
·:·y.¡,
La for ma com una l de vid a tien e ya su "•\¡¡
his tori a y cue nta ij
con exp erie nci as valiosas en otra s par tes
del mu ndo . Exis;;--~
ten, inclusive, pub lica cio nes inte rna cio nal
es que sirv en de'.1}
con tac to ent re ellas. Se trat a de una for ma
ava nza da de co-:-j
ope rati vis mo aco rde con nue stro proceso
de socialización, ,A
y alg uno s pie nsa n que pue de ser de util ida
d par a Lat ino • /
am éric a actu al.
La mo tiva ció n por la que los xip itec as . /:·
lleg aro n a· este :\
exp erim ent o no fue mu y ma dur a: exi stía
dad es afectivas y eco nóm icas al aba ndo nar
n fue rtes necesi. >
pre ma tura me n• _:
te el hog ar y esta for ma de vid a les dab
a má s pro tecc ión ,:. :.,
dis min uía los gastos y pod ían rep arti r me
jor sus ganancias~ :
a la vez de que les dab a con cien cia de
esta r exp erim en• .
tan do una nue va vid a. El trab ajo en casa
per mit e ma yor ·i
des arro llo de tod os en un am bie nte de cre
ativ ida d y liber~ ·
tad, ade má s de per mit ir más tiem po ded
ica do a las reia...
don es hum ana s. Ha y que desplazarse
a las ciu dad es 10· .
me nos posible, pue sto que es frec uen te
que tales com una s
se esta ble zca n en el cam po. Descub rier on
que no es nece• .
sar ia la posesión de mu cho s bie nes par
a ser feliz: libr os, ·
discos y los mÚebles necesarios con fec cio
nad os por e110!
mismos. Si se pue de tener un espacio par
a sembrar las ..
ver dur as de con sum o inte rno , mu cho me jor.
Lue go se pen só,.
que no hab ría que env iar a los niñ os
a la escuela, que
ellos mismos hab ían aba ndo nad o. Dec idie
ron edu car los a
su ma ner a, después de cue stio nar la
pro pia edu cac ión
rec ibid a. Pie nsa n que mu cho s adu ltos ,
es decir, los abu e-
los de los rec ién nac ido s, se sien ten frus
trad os cua ndo los
hijo s han crecido. cNo ser ía ent onc es la
educa<;ión de los
148
pequeñines de la comuna una actividad adecuada a las
personas maduras? Las comunas, además, deberían de orga-
nizarse conservando cada cual cierta especialización. En-
tonces, la comunicación entre ellas, de diversas áreas de
trabajo aparte de ventajas económicas ayudaría muy bien
a una educación constante. El trabajo en casa no falta,
da ocasión para la creatividad y empleo del ocio. El am-
biente es original y agradable, la libertad respetuosa es
la regla y convida a la fraternidad.
En los Estados U nidos se lograron resultados - positivos
de este experimento. Lograron suprimir el dinero, vol-
viendo al trueque entre comunas. Alguna gente de dinero
se arriesgó en empresas semejantes y su sentido de organi- .
zación era grande. Hace poco, en Colorado, hubo un en-
cuentro de comunas diseminadas por todo el territorio,
muchas veces en lugares secretos para evitar publicidad y
huéspedes desagradables.
En ~.féxico también tuvimos algunos experimentos simi-
lares. Fueron conocidas las de Acopilco, Perote, Oaxaca,
Banderillas y demás. Pero una cosa son las ideas, y otra
es la práctica, sobre todo cuando falta madurez y realis-
mo. Es así como vimos tristemente fracasar la mayoría.
de estos experimentos: muchos parásitos abusaron de la
hospitalidad; falta de trabajo, pereza, "aplatanamiento"
derivado de la droga; dificultades con los vecinos del lugar
o con la policía, sobrepoblación, hacinamiento, inmadu-
rez afectiva, desorden, indisciplina y carencias económicas
fueron las causas principales. Sólo alguna que otra, más
disciplinada, ha logrado subsistir hasta hoy. Esto es una
lástima. Tal vez estas experiencias en la nueva forma co-
munal de vida hayan sido el mejor aporte del movimiento.
Es decir, la posibilidad de que convivan dentro de la misma
localidad varios matrimonios adultos. En nuestro l\féxico
viejo tenemos cierto precedente con las vecindades de pa•
tio común. Tal vez también se deba tener la cocina y co-
medor en común. Un trabajo artesanal en la misma loca-
lidad, y llegar a la misma economía comunitaria. Acaso
esto traiga las reformas buscadas para un nuevo tipo de
familia, de educación infantil, aparte de las indudables
ventajas económic.a.s y de organización de la vida.
149
Una de las obje cion es más frecu ente s hacia. la form a
'.
com unal de vida es que de este n1odo se favo rece ría
la
prom iscu idad . No nos extr aña, pues dond e más se ha cen-
.
trad o la represión en la cult ura occi dent al es, precisa-
.
n1en te, en la esfera sexu al, hast a el pun to de llega r
a
cree rse que lo que dio pie a nues t_ra civilización fue precisa-
•
men te esta repr esió n. 2
Entr e nosotros, el sexo es visu aliza do desde una pers-
.
p ectiv a sicológica o mora lista . En cam bio, en las cultu ras
·
anirn istas el sexo se revis te de cará cter sacro. A manera
de ejem plo Rog er Caillois estu dió los ritos sexuales
de :
la tribu bant ú de los Tho ngas . Con tra ciert as inte rpre
ta- .
don es de la escuela freu dian a orto doxa que teme raria
~
men te proy ecta en los salvajes los com plejo s de la vida
.
civilizada, obse rvam os cóm o en estos pueb los lo sexu al
es
visto con natu ralid ad: no se dan inhi bicio nes, sino que
la pola ridad sexu al prov ee de mod elos y es base de
la
bipa rtici ón de la natu ralez a y de la socie dad en pare
s
com plem enta rios y antagónicos. La sexu alida d nu tre todo
un arse nal antr opológico-religioso: ritos de puri ficac ión,
de iniciación, prác ticas mágicas, orgí as ritu ales colectivas
,
etc. Para i1us trar lo dich o, citar é el sigu iente ejem plo:
el . auto r obse rvó que cuan do hay una 1nue rte, se pien
sa
en una mald ición sobr e la tribu , la cual afec ta princ
i-
palm ente a los hom bres en su líqu ido semi nal, fuen te
de
la vida. Por esto, para puri ficar se, todo el pueb lo, comen-
zand o con los más ünpu ros (los fami liare s o los transgre~
sores), debe n tene r relaciones sexu ales proc ura'n do que
el
líqu ido sem inal caiga fuera . Con éste, 1a muj er se unta
el omb ligo, y lueg o todo el mun do va al río a tene
r
un baño puri ficat orio . L as viud as debe n ir a "des parr
a-
mar la mald ición " fuer a del pueb lo. Con pret exto
de
visit ar a un p arien te va a otra alde a, y sedu ce a un hom
-
bre, proc uran do retir arse ante s para que el sen1en caig
a
fuer a. Si lo logr a, "ha venc ido al duel o". Si el hom bre
se da cuen ta del timo, llam a a su s amig os y por la fuerz
a
' Aquí habrí a que citar la obra de Freu d: Malestar en
la cultura.
Marc usc cree que, en la actua lidad , la civilización ha
alcar uado la
segur idad debid a, por lo que hoy en día esta r epres
ió4 ya resul ta
innec esaria .
150
1 deposita dentro de ella el semen. En este caso la viuda
fue "vencida por el duelo''. 3
Las culturas orientales hicieron énfasis en el control de
los impulsos. entre los que se cuenta la sexualidad. Pero
también aquí se encuentra estrechamente unido lo sexual
y lo sagrado. Pienso en el texto hindú del Ka1nasutra,
adornado con las posturas sexuales 1nás diversas. En Oc-
cidente la sexualidad ha sido devaluada, por una parte,
por los 1noralistas maniqueos que insisten excesivamente
en la mortificación del cuerpo, recelando del principio
del placer; por otra parte, por los explotadores del morbo
que se valen de ella para aumentar el consumo capitalista.
De estos dos tipos se deriva la hipocresía sexual en la que
vivimos, ya que en casa se nos predica una rígida moral
sexual, mientras que fuera de ella nos topamos con un
ambiente hipererotízado. Los jóvenes viven bombardeados
por ambos extremos, recibiendo además el ejemplo de la
doble vida de sus padres y demás adultos.
La represión del "sistema" descansa en buena parte en
la represión sexual,' por lo tanto, una sana liberación
sexual es ya potencia]mente Tevolucionaria. Sin embargo,
existe también la posibilidad de que las cosas sucedan
en el sentido contrario. Alguien ha observado que la re-
ciente oleada de libertinaje sexual corresponde a los mo-
mentos en que la juventud toma conciencia política.
De los países ricos nos es importada toda una avalancha
tle material pornográfico y de publicidad en favor de dicho
libertinaje. Es posible que se quiera utilizar al sexo como
una especie de droga para enervar la conciencia social
de la juventud. Es precisa una buena dosis de sublitna-
ción sexual (no represión) para una .militancia efectiva.
últimamente se ha tratado de relacionar el psicoanáli-
sis con las ciencias sociales. En esta línea se descubren
nuevas luces sobre el sentido de la sexualidad en la cultura
occidental contemporánea. Recordemos un viejo libro del
Dr. René Allendy titulado Capitalismo y ~exualidad.5
155
'J-.
"J
beneficiosa, a la larga , para nuest ra cultu ra afect ada def¡
repre sión. Igual ment e, esper amos que la refor ma de eS:,~
tructu ras políti co-sociales habrá de contr ibuir a la resolu-.;\
ción de algun as forma s patol ógica s de la sexua lidad:.f
occid ental . _-;
Sin ,emba rgo, lamen tamo s aún la depre ciació n de Ic/ i
sexua l en la joven gener ación . Al volve rse habit ual y'J
fácil, el libert inaje termi na en el hastío . Es ahora cuan- ·-'¡;
do más se está impo niend o un repla nteam iento mora l - ~
j
sexual.9
Nos hemos h abitu ado a ver la sexua lidad como algo pe-)
camin oso, convi rtiénd ola en tabú. Inclu sive dentr o del ma- \
trimo nio, se ha visto el acto sexua l como algo no caren te \·
de algun a falta y tolera do única ment e en orden a la ·\
pro?e ación . Hay q~e super ar, además, la concepción bi~- ·;1
log1sta de la sexua lidad , que la reduc e a los órgan os gem- :1
tales y más bien habrí a que enfocarla desde el proce so ,,,
de huma nizac ión. Por lo tanto , si un deter mina do ejer- j
cicio de la sexua lidad sirve para const ruir 1a perso na, :1
será éticam ente bueno . Si, por el contr ario, sirve para ·1
destru irla (por egofsmo, agres ivida d, narcisismo, etc ... ), -¡
~m ili 1
Natu ralme nte hay que mant ener la objet ivida d de las J
faltas graves, perju dicia les a la madu rez huma na: pero no '.i
valor emos objet ivam ente todo pecad o sexua l con idént ica '{
medid a. Habr á que tener cuida do siemp re de enfoc ar la ·!
sexua lidad desde las tende ncias oblat ivas de la perso na, q
a la dona ción y al amor. Conc luyen do: ni la repre sión 'í _1
"
• Tal , •ez ilustre el libro d e Marci ano Vidal: M oral de amor
revi¡ta Christ v.s, en
Jexual idad, un resum en del cual aparec ió en la
junio de 1972. ,
156
CAPITULO V: EL DESAFIO DE LA NO
POLtTICA
157
a.1nbiente de los guetos respiraba aún este clima pacif ,,
que poseía toda una filosofía y que contaba con precurso:
en la India de Ghandi y en otras partes del mundo, cu,f
do la cantante baladista Joan Báez se afilió al movimien;
y le dio publicidad entre la juventud blanca. Se cone ' .;
con Bob Dylan y denuncian las opresiones del "sistema•:·
hasta poner de moda la canción de protesta. Los pad : .
tas que luchaban en favor de los derechos civiles sabf ·:,
que el amor puede ser "un arma caliente". Se precf'.
amar al enemigo y atacar su conciencia. U san todos l ::
modos de presión moral que su ingenio les descubre, ent'J
los que está en primer lugar el boicot y la no cooperació\ ·
Los primeros pacifistas opositores a la guerra de Vie·:,
nam quemaron sus cartillas, prefiriendo la prisión a e,.
operar con lo que su conciencia les hacía ver como ur(
guerra injusta. La objeción de conciencia comenzó a pla ·
tearse en los medios jurídicos. ,
Los hippies nacieron al contacto de las minorías étnil
cas politizadas y de los trovadores de la protesta joved.i
Tomaron del pacifismo no violento su lema de "paz y
amor" y en algunas ocasiones imitaron este tipo de ac. .
dones un tanto espectaculares y provocativas, con s~
verdadero enemigo, la policía local, regalándoles flores,
lustrando sus botas o lavando sus coches. "Tú sólo puedes
protestar con efectividad -leemos en el vademecum hip-
pie 1- cuando amas a aquel contra cuyas ideas estás pro-
testando, de la misma manera como te amas a ti mismo."
1.ste es el principio base pacifista. Se pensó entonces que
si una buena parte de la juventud norteamericana secnn•
daba el movimiento, el ..sistemaH "tronaría". No se tra-
taba de ninguna revolución armada, simplemente del viejo
método de la no cooperación: para aniquilar a la sacie,
dad de consumo, el boicot, no consumir más que lo esen
cial; para terminar con el modo de producción capitalista:
la huelga de brazos caídos; no producir, ni trabajar; ne
enrolarse al servicio militar, salir de la escuela y la fa,
milia; "desconectarse", Hdrop-out". Y algunos de los pri•
meros hippies fueron muy conscientes y politizados. E:
mismo Ginsberg es hoy un conferencista infatigable.
Ahora bien, el método de la no violencia exige un;;
fuerte visión crítica, en compromiso heroico para sufri1
1 Be Here Now, oJJ. cit. •
158
las persecuciones sin responder con agresividad. Organiza-
' ión. unidad, y un fuerte compromiso para llegar hasta las
últimas consecuencias en la presión mqral. El detectar
dónde están exactamente los mecanismos de opresión para
desmontarlos concientizando a los oprimidos o atacando
directamente la conciencia del opresor. Esto es lo que está
haciendo en buena parte el movimiento "chicano" de
César Chávez, y esto es precisamente lo que no pudieron
hacer los hippies, parte por su ideología burguesa, pero
wbre todo por causa de 1a droga.
Al inicio la droga sicoactiva abrió la conciencia a un
nuevo modo de vida, sacudiendo a muchos de su indo 4
162
amen ca, movim ientos similares han dado su aport ación ,
sobre todo en el camp o de la expre sivida d, como ha puest o
<le relieve Stuar t Hall. Los beatn iks romp ieron el inmo-
vilismo políti co de la juven tud ameri cana. Desde enton ces
se ha dado una politi zació n crecie nte del "undc rgrou nd".
Después de los 1 'beats " fuero n las manif estaci ones en favor
de los derechos huma nos, las rebeld ías de las unive rsida-
des, la nueva izquie rda, los "Pant eras Negra s", las suble-
vaciones de los gue tos, los pacifictas contr a la guerr a de
Vietnam, para termi nar con el llama do "fenó meno Me
Gove rn". En todo este conte xto hay que ubica r a los
hippi es donde les corres ponde, no siemp re en la desafilia-
ción políti ca, sino más bien en la creac ión de un nuevo
estilo para la políti ca...Las forma s existentes, casi anár-
quica s de los hippie s, son prueb a vivien te de auten ticida d
para esta clase de movim ientos políticos. Talan te libert a-
rio antiid eológ ico. Los hippi es no sólo han ayuda do a
defin ir un estilo, sino que han hecho del esti1o mism o un
princ ipio políti co."
Los hippi es en sus m anifestaciones usan del ingen io,
del humo r, de la alegrí a y la creati vidad . "La políti ca y
activi dad social -dijo Coun try Joe en cierta ocasi ón- de-
ben ser entret enida s, no aburr idas. Cuan do el ala izquie rda
hace cosas, las hace sin energías. Pero cuand o los hippies
hacen algo, mues tran energías, y los radica les apenas se
están fijand o en esto." 8 Lo vemos tambi én en México.
Sólo hasta muy recien temen te la izquie rda se dio cuent a
que el arte es un eleme nto indisp ensab le de la políti ca,
sobre todo el arte joven.4 Hasta ahora , los milita ntes de
izquie rda acusa ban de colonialism o cultu ral a los jóvenes
''onde ros" que gusta n del rock en lugar del folklore. En
Sudam érica la músic a de conte nido social tiene riquís ima
creati vidad . Acaso sea tambi én conve niente que explo remos
las raíces de un rock latino , en españ ol, más adecu ado a
la era electr ónica actua l. Los tristes cartel es comu nistas ,
con los clásicos colores negro y rojo y los símbo los ya des-
prestigiados, tal vez pront o se revist an del colori do y estilo
i Citado por Ralph J. GJeaso n, en "El poder
de la no-pol ítica o
la muerte d e la izq uierda burguesa", en el libro: L os hippie s, e:,,;
-
presión de una crisis de Marga ret Randa ll, Ed. Siglo XXI, México
,
1969.
' Merece menció n especia l el Centro Libre de Experi menatc ión
Tea tral y Artísti ca (CLET A-UN1\.M).
163
la ima gen pub lici tar ia
"po p", pre sta ndo má s ate nci ón a
del me nsa je.
ític a es la ate nci ón
Otr o apo rte hip pie respecto a la pol
s condiciones de vid a.
de viv ir ya en el pre sen te las fut ura
del fut uro . Y vive con
El rad ica l act ivis ta vive en fun ció n
olv ida el presen te. Po r
tal int ens ida d que con fre cue nci a
am arg ado y r esenti do.
esta razón, mu cha s ,:eces se le ve
act itu d rev olu cio nar ia,
La tristeza no tien e por qué ser
da la esperanza. Ha y
sin o má s bien el opt imi sm o que
o viv ien do el pro pio
que pre ocu parse del fut uro, sí, per
sea en las act ual es
presen te y sab ién dol o gozar, aun que
ital ism o per dur e aún -i
est ruc tur as. Es pos ibl e qu e el cap
ir ya aho ra una ante~ .-.;
p or más de un siglo. ¿Po r qué n~ viv
se lucha? Lo s hip pie s, ;t
lad ón de la soc ied ad por la cua l
viv irlo con ant ela ción i:i
pro fetas del cam bio cul tur al, decide n
y su experienci a res ult ó ric a en
descub rim ien tos precisa•:•·;!
vivencia!. Ellos, a su ::.i,
me nte por con ceb irla en for ma 1
de la fut ura soc ied ad,
mo do, tuv ier on cie rta exp erie nci a
pro ven ien te de la bu r.. .-}'$
sin clases, cua ndo un bue n núm ero
rio s. Pu die ron dar se •if
gue sía convivió con com pañ eros pro leta
la vid a en su inmedia.;_)!:
cue nta que la bur gue sía no conoce
niñ o, crece en un -:-:·:.\
tez. El ric o tien de a aisl ars e. De sde
a par ticu lar con com• -/·
pat io enr ejado, asiste a un a escuel
ja ais lad o en coche éJ '~·-
pañ ero s de su mis ma con dición , via
ares selectos. Per o los ·;_
en el cam ión escolar, fre cue nta lug
de se apr ende a sobre~ _:'.'.
niñ os pob res viven en la cal le, don
tricciones sex uales, . se :-: _
vivir en la luc ha. Tienen me nos res
for ma lism os conven- ~:
crí an con mayor esp ont ane ida d, sin
sí mismos, a elu dir · 1a' · \.
cio nal es; apr end en a bas tars e po r
ens eña ron a los ricos . ,:_; ·
pol icía . En la com una , los pob res
de ellos a crit ica r al /.~·
a u sar su cue rpo y apr end ier on
·van gua rdi sta que ellos :;;f-_
"sis tem a" y tod o un bag aje cul tur al : ;,t.
al.
descon ocí an en su am bie nte tra dic ion
tica me nte los cáno: .:~\;
El rad ica l ma rxi sta qu e sigue dog má
ha de clases, sin perci~ -~ ~ .'.
nes ort odo xos est á ate nto a la luc
hab ita en su misma i·
bir al nue vo pro leta rio cul tur al que
!vfientras este activista·:,
casa, y que es su hij o de "gr eña ".
o y los factores ma t~f '
pon e énf asis en el sistema pro duc tiv
de su "co nci enc ia"i:-;
ri ale s con vir tién dol os en par ám etr os
a Marx. de cab eza ,
los jóv ene s de cab ello largo "po nen
la con cie nci a en la r~:;
dan do la pri ma da a la prá xis sobre
nan el cambi<f cul tur a~-
tru ctu rac ión de la soc ied ad. Pro pug
161:
que se cone cta íntim ame nte c<;>n el polít ico; pero pien-
san que en la actu alida d es más fácil com enza r por aqué
l.
"Las sociedades post indu stria les se han desa rroll ado tan-
to que han trans form ado la conc ienci a social. Dep ende
n
cada vez más del trabajo men tal. .. Para un estad io más
eleva do de civilización, se requ iere la 'prod ucci ón'
de
formas de conc ienci a más elevadas que las que actua
l-
men te hay. Nuev as posi bilid ades en el dom inio de la cul-
tura sobr e la natu ralez a. Com o l\1arx vio que la transfor-
maci ón revo lucio naria sólo ocur riría cuan do se diese
cont radic ción entre las relac ione s de prod ucci ón y las
fuerzas prod uctiv as, así los hipp ies ven esta trans form
a-
ción en la cont radic ción entr e los sistemas dom inan tes de
pens amie nto y valores, por una parte , y los valo res y for-
mas de conc ienci a emer gent es que esta mism a sociedad
ha prod ucid o."5
Los hipp ies perc ibier on con clari dad que, de cont inua r
el sistetna de valores vige nte, el hom bre va en cami no de
su auto destr ucci ón. En la tierr a sobr epob lada se están
gasta ndo los recursos necesarios para subs istir, despilfa-
rrados por la sociedad de consumo. Si el hom bre apre nde
a vivir en equi libri o, la tierr a lo podr ía suste ntar vario
s
cient os de miles de años más. Para ello hay que apre
n-
der a vivir en la frug alida d y los hipp ies nos mue stran
que esta form a de vida pued e tamb ién ser bella . Se pre-
cisa toma r conc ienci a hoy mismo. Desde lueg o que pa.ra
esto se precisan prof unda s trans form acion es sociopolíticas
(el ejem plo de Chin a nos ensefia que la racio naliz ació n· es
necesaria para preservar nues tras rique zas). Pero esto
no
es suficiente. Los mismos valo res occid ental es de la indu
s-
triali zació n y cons umo sín freno vale n tanto para los Esta-
dos Unid os com o para Rusi a. Trat an de reme diar pequ
e-
ños prob lema s inme diato s sin mira r a largo alcan ce, hasta
qne de pron to, casi sin prev erlo, apar ece la crisis de ener-
g-éticos. Por lo tanto , hem os de situa r a los hipp ies dond
e
están y no trasl adar su intui ción de camb io de valor
es
c:ultu rales al terre no mera men te polít ico, pues ahí han
desb arrad o.
Hace algu nos años, daba clases en una prep arato ria y
junt o a ella, habí a una casa grab ador a de rock dond e ha-
bitab an unos xipitecas. Yo me mov ía en amb os ambi entes
.
0
Stuar t Hall, op. cit.
165
Aquí, los muc hac hos eran activistas ateos y viol
entos. Allá,
eran con tem plat ivos, misticones y pacifistas
pasivos. La
juv entu d de la déc ada de los sesenta se divi dió
en dos polos, '.
el activista y el expresivo. Pero no tien e que
hab er oposi..- :;:·
ción entr e ambos. Si a los hipp ies les rep ugn
a la violencia .;
física, muc hos activistas tam bién la descart
an en la actua-;~
lida d como imp ract icab le. Per o esto sólo pue
de man tene rse) ;·
a condición de un fuer te com pro miso revolúci
cap acid ad crít ica organizativa, que fue en lo
onario y una:?
Tal vez ésta hay a sido su lección.
que fall aro n~:1,
}f
- ·;~;{ ..\~~~
:j
·. "·• ·
·-.~},.
;~•.:.
·;'l....
:.\:~
•.·
. • ·:
,1 .~
',
' .
t.
166
CAP1TULO VI: SINTONIZANDOSE CON LA
DIMENSIÓN DIVINA
167
mé nic o per o con sid erá nd olo ún ica
me nte com o exp lor aci óµ)
de la pro pia sub jet ivi dad . a dif ere
nci a de la me nta lid acl
trib al qu e le oto rga ba un a rea lid
ad obj eti va. Est o últ im o,;
tam hjé n ha suc edi do var ias vec
es en tre nuestros xipitecas-:-L
La s alu cin aci one s les abr ier on el
ape tito de exp eri enc i~,\~
místicas com o las rela,tadas a p~o
pósit~ de los éxt asis . d~'.~
los santos. Ta l vez alg un "re bo te'
de ácido sea con fun did a:;~
po r alg un a vis ión sob ren atu ral ; tal
vez la ign ora nci a reli~Ji.
gio sa y psicológi ca les hay a lle vad
o a pen sar qu e la dro g~;~
rea lm ent e les con ect aba con un
pla no sup eri or. Podría:;~
mo str ar aq uí var ios casos: un mu
cha cho qu e "viaja ba" e1'J
Se ma na San ta, tie ne la mi sm a
ten tac ión de Jud as .y de,,_,,
Pe dro ; otr o ve a un hm nb re pec ado
r con ver tid o en pe rrof ·
otr o mi s ve un ser lm nin oso que
le da un me nsa je; a otro:;·
se le apa rec e la Vi rge n IV.faría, etc
. . . Re cob ran su actua-:j,
Jid ad las vie jas ens eña nza s con oci
das po r cua lqu ier direc~ ·:,;
tor de alm as, cua nd o se hab lab
a de "disce rni mi ent o de·/
esp írit us" , los cua les se mo str aba
n excesivamente cau tos \
res pec to de las vision es. Sa n Ju an
de la Cruz, doc tor de la r~
mística, po nía en gu ard ia a las
per son as qu e pre ten den \
seg uir el riesgoso cam ino de la un
ión con Dios. dic ien do ';(~·,
qu e a veces es el mi sm o dem on
io qu ien pro du ce est as}j
visiones. El dem on io pu ede ser tam
bié n todas estas causas :j)
na tur ales exp ues tas po r Hu xle y.
Fá cil me nte con ect ado con el esp j Íi
írit u nu mé ric o de es• ='~
tos nuevos "m ísti cos ", est á el pen
sam ien to sacro y sob re ::{q
tod o los rito s sacrificiales. ''L a juv
en tud act ual tie ne nece- .\j
sid ad de nue vos rito s", m e dec ía
rel ata rm e aqu ell a esc ena de Wo
un hip pie "ga bac ho " al ·
od sto ck qu e él mi sm o -:!:.!
J
presenció. Po r la no che hac ía frío
gra nd es· ho gu eras. lVIu cho s toc aba
. Se ha bía n enc end ido
n alg ún ins tru me nto mu - :;~
.\1
sical, otr os bai lab an des nu do s alr
ede do r al com pás de un . ..;~
ritr no ancestral. En ton ces un a
chi ca des nu da se arr oja .·'
a la hog uer a, sua vem ent e. com o
si se echase un cla vad o
al agu a. Inm edi ata me nte la sacaro
n. Pro bab lem ent e hay a
inf lui do la ten den cia sui cid a varias
veces no tad a ent re los
"vi aje ros " del áci do; per o mi int
erl ocu tor Je dio un a ex~
pli cac ión rel igi osa: "E sta ba con gre
gad a to<la un a tri bu y · ·
el festival era un act o cul tua l. Est
a trib u exi gía un sacri-
ficio. Ell a lo com pre nd ió y se ofr
eci ó am oro sam ent e com o
víc tim a exp iatori a." Y me vie ne a
la me mo ria el sacrificio
ate rra do r de Sh aro n Ta te, de cuñ
o sat áni co, pd -pe trado
168
l>or Mason y su "familia". ·
· rvn presencia sacerdotal fue recibida muchas veces den-
.ro de este contexto sacro. Recuerdo algunas cere1nonias
1upciales: Túnicas de manta blanca, acaso bordada por el
novio mismo. Descalzos, con un ramo de azucenas, mucho
incienso, flautas y órgano, ambiente religioso y liturgia
solemne. ~.fás tarde, cuando comprendí mejor el sincre-
tismo religioso de muchos de ellos y su inmadurez afectiva,
me negué a administrar el sacramento. Entonces pidieron
de todos modos mi presencia para celebrar de algún modo
su unión. Una vez, en el Valle de las 1\fonjas: una estrella
esotérica en el suelo. Al centro, la Biblia y los cuatro ele-
mentos: un vaso de agua, una veladora para el fuego, un
trozo de roca, y una vara de incienso. El ámbito sagrado,
un círculo de iniciación. Los novios, de blanco, se juraron
5u amor y se entregaron sendas palomas blancas que deja•
ron en libertad. Las palomas hicieron su vuelo, mientras
las guitarras acústicas tocaban una balada religiosa.
En otra ocasión, en una antigua capilla masónica (la
"Casa del Sol"), grand-es vitrales de colores, gruesos cirios
en gran cantidad, el altar, una gran cesta de frutas, flores
blancas y sobre una zalea de borrego, una copa de vino y
otra de agua. Pebeteros perfumados con mirra e incienso,
tapices; en la alberca del jardín, lirios flotantes con vela-
doras. Los novios, de blanco, con sus respectivos signos
zodiacales bordados en colores. Música de clavecín y flauta.
Los concurrentes llevaban varas de incienso, cascabeles o
flores; vestían de ostentosa fantasfa. Allí se leyeron .trozos
del Cantar de los Cantares; se prestaron juramento y fue-
ron rodeados por un lazo de cascabeles.
Otra vez, en una comuna. tuvo lugar el rito de inicia-
ción para imponer el nombre. Dentro del pensamiento
sacro, el nombre de una persona posee una significación
especial. De alguna forma la persona es su nombre, de aquí
el cambiar el nombre de acuerdo a una misión determi-
nada. En medio de una lluvia de pétalos de rosa, se va
irr1poniendo nombre a los candidatos, en sánscrito, lengua
apta en la que el hombre corresponde a las características
y peculiaridades de cada cuaL "'La juventud actual tiene
necesidad de ritos", vuelvo a 'recordar a mi amigo hippie,
y de ritos fantasiosos, barrocos, visuales. Precisamente cuan-
do nuestra forma litúrgica con frecuencia deriva hacia la
169
sob ried ad rac ion alis ta de las iglesias lute
ran as de cul tura
sajo na y cua ndo se inte nta la desacraliza
ción del cristia-
nism o ¿no esta rem os con fun die ndo con
esp írit u sacro y
me nta lida d prim itiv a, ciertas man ifes taci
one s ima gin ati-
vas sofocadas por la dec ade nte cul tur a
occiden tal? Cre o
que hab ría que estu dia r esto seri ame nte
a pro pós ito de ·..
cier tas prácticas del cato lici smo pop ula
r, inte rpr eta das ·
com o fan átic as o sincretistas; per o que
poseen imp orta n-
cia par a rom per la mo not oní a de la
vid a del bar rio o
del pue blo .
.. Tod os som os prim itiv os" . dic en los ant ,,
rop ólo gos cua n- ·~
do estu dia n 1as cul tura s anim ista s. La
mag ia, o sea, _la )
pre ten sión de apo der arse de fuerzas ocu
ltas de la nat ura - .:~
leza en pro vec ho pro pio y no por el cam
ino ard uo ele la )
ciencia, sino por el fácil del rito . Lo not
amo s en la adivi- ·.)
nac ión , los cur and ero s mex ican os y acaso
en alg una s prác- ·;?
ticas sob re nue stro culto a los santos. Tam
cas se dej aro n llev ar de este mis mo esp
bié n los xipite-
írit u. Ah ora se '~
J
trat a del pod er de la me nte y la con cen
trac ión . Recorde- )li~
mo s las ~ongregaciones multitud_inar ias en
Sa~. Lui s Poto~!' '· I
por la sierra. o la céle bre reu nió n de los
"h110s del Sol , ;
en Aspen, Col ora do, por juli o del 71.
Se trat a, en estos --f
casos, de cre ar un fue rte cam po ma gné tico
en favor de la ·1,
paz del mu ndo .
La droga, fina lme nte , ha abi erto las pue .~
rtas de la vid a ,_:,
inte rior . Los mu cha cho s sin tier on ent onc
es sed de esta '}
mis ma vid a y conscientes de los pel igro s
cur ren al ocu ltis mo y a las ant igu as reli
de las drogas, re- ;¡
giones, has tiad os ·}
del mu ndo ma teri alis ta en que vivimos.
La filosofía neo- :j¡
positivista, el con duc tism o psicológico, la
cib ern étic a y la . ·,\;1
ind ustr iali zac ión , mu tila ron al hom bre y
lo dej aro n vad o. ,_.r'.
Ah ora, la jov en gen era ció n siente la nos talg
ia del esp írit u . .·.) :
El recelo hac ia las inst ituc ion es los ale
establecidas. En cambio, se lee a Krishnam
ja de las iglesias .: '>
urti, al Bha gavad~ ·'·
Git a; se escucha a cua lqu ier swa mi que
vie ne a México
con fines proselitistas, se apr end e a me dita
r con la técn ica }.
del Ma llar ishi Maiech, pag and o los $ 500
que cue sta el ,,.;-
des cub rim ien to del "m ant ram " ind ivid ual
, etc ... :{.
Aq uí ven dría bie n hac er una dife ren
cia ent re vid a ·.}·:>•.:
inte rior y vid a esp irit ual . La dro ga o
alg una s técnicas .: \
me dita tiva s pue den abr ir a la vid a inte
rior . E! hom bre T
mo der no está exc esiv ame nte volcado hac
ia afu era y ha ol~
170
vidado el mirar dentro de sí. La droga y la meditación
abren a ese mundo; pero hay diferencia entre ellas. La
meditación trascendental se opone a cualquier tipo de dro-
gas. La marihuana excita la racionalidad y la fantasía,
que es precisamente lo que la meditación trata de acallar.
Pero la vida interior también se distingue de la vida
espiritual. Los antiguos maestros del espíritu distinguían
entre ascética y mística. La vida espiritual predicada por
el cristianismo es precisamente la unión con Dios. Dios
mismo presente en nosotros. Pero no es el Dios del pan-
teísmo oriental, únicamente inmanente, sino un Dios per-
sonal, un Tú diverso del yo humano, por más que al mismo
tiempo sea más íntimo que nosotros mismos. La contem-
plación mística será, precisamente, ir haciendo poco a
poco consciente esa vida de comunión con la divinidad.
La perfecta claridad se dará en el "cielo,., ese estadio del
espíritu posterior a la muerte, donde veremos a Dios .. cara
a cara.,; pero podemos irlo adelantando predisponiéndo-
nos para ello. Los éxtasis son los instantes privilegiados
de una claridad mayor. aunque aún lo veamos como en
un "espejo". La preparación del sujeto sería la ascéúca,
que puede incluir las prácticas meditativas de las diversas
escuelas; mientras que la mística propiamente dicha, sería
una donación de Dios mismo.
La mística es una forma de salir de uno mismo para
perderse en Dios. U na mística errada será la fuga dioni-
siaca de sí mismo para sumergirse en el todo, la desperso-
nalización. Pero Dionisos -dice Jean Brun- "adorado
como el dios de la liberación, no es más que el ídolo de
la fuga". En cambio, el éxtasis auténticamente divino es
personalizante. La filiación monista dominante en el mun-
do ondero conduce a la pérdida de identidad -"todos so•
mos uno". Hay que aceptar el determinismo de un mundo
fatal. Hay que suprimir los deseos y el Yo mismo, pues el
"ego" forma parte del "karma", es decir, del mal. A un
estado similar conducen las drogas, con las que las fron•
teras de la individualidad se diluyen, acentuando la uni..
dad en el todo. El espíritu visionario de la droga, fanta•
seoso, acrítico y fácil de extraviar, no tiene que ver con
la mística genuina, aunque a veces se confunda.
El Papa Pablo VI se refirió en cierta ocasión al con1u•
mo de droga por los jóvenes deseosos de vida interior: use
171
el espí ritu );
trat a de un hec ho que conm ueve prof und ame nte
sima sens i/(
hum ano -di jo- y pon e en peli gro esa deli cadí
Esp íritu :.:~,
bili dad ante el misterioso infl ujo inte rior del
los Dones,. t
divi no, a la que está n dest inad os los Carismas,
Pab lo. La_)
y los Fru tos de la Gra cia de los que hab la San
o a desper- :r
econ omí a del Evangelio, orie ntad a por com plet
ne radi cal- . '.
tar y dila tar el rein o inte rior del espí ritu , se opo
sens ibili dad ";.
men te a toda s las ano mal ías artif icia les de la
cua lqui er {
y la sicología hum ana ; la ebrietas prov ocad a por
al dom inio.::;
clase de inte mpe ranc ia que arre bate al hom bre
opuesto de \
raci ona l de sí mismo, se encu entr a en el polo
unió n con l:
esa otra eb,·ieta.s que inun da al hom bre en com
al. A ella j
Dios, al aum enta r la ínti ma exp erie ncia espi ritu
ías:- "La eti.':·
se refi ere San Am bros io en una de sus poes
de Lau -/.
bíba mus sob-riam ebri etat em spiritus' (Him no ·
des f.8 •·:
•,>
. ~:.
ritu en esa ·. .
La tecn ifica ción occi den tal ha sofocado al espí
jóvenes <le ~:
atm ósfe ra con tam inad a de mat eria lism o. Los
cos de una ::
la nue va gen erac ión, cansados de los valores cadu
les iden.. ·
cult ura y abu rrid os por las relig ione s inst ituc iona
r cam bio,
tific adas con el "sis tem a" y opu esta s a cual quie
al nue va,
deseosas, al mis mo tiem po, de una vida espi ritu
éric as - Ro-
acud iero n al ocu ltism o teosófico. Las sectas esot
sacruces, Mas one ría y frat erni dad es en gen eral
- viví an roo- : :
ron en la ·
men tos de plen a decaden cia. Por eso ·perc ibie
ión una .
curi osid ad por lo m istér ico de la nue va gen erac
adep tos y .·
mag nífic a opo rtun idad para hacerse de nue vos
así les abri eron las pue rtas del herm etismo.
de pen -
El ocultismo, segú n me ente ré, es una corr ient e
s cult uras :·
sam ient o que dice rem ontaTSe hasta las anti gua
aron los
egip cia y bab ilón ica. Fue entonces cua ndo se forj
zodiacales.
anti guo s símbolos y las prim eras inve stigaciones
mon oteí s-
En Egipto, Am ón intr odu ce por vez prim era el
no de la
mo. Su símbo1o, tam bién cono cido com o el ''sig
alqu imis tas
vida ", estu vo en bog a entr e los hipp ies. Los
gua , cuan -
medievales con tinu aron con esta sabi durí a anti
de caballe-
do la cien cia estaba en sus com ienzos. órd ene s
al fuer on
ría y sectas de inic iado s con su resp ecti vo ritu
ltos a los
cons erva ndo estos hallazgos, man teni énd olos ocu
-
ª Cita do por la revista Sefíal, sept., 1971.
172
profanos, mediante la esoteria. Posteriormente, el ocultis•
mo se conectó con la masonería, orientándose a la perfec-
ción mental del hombre y los fenómenos parasicológicos.
Durante el medievo el cristianismo era la ideología oficial
y monopolizaba la ciencia. Tal vez por esto, para liberarse
de su dominio, los teósofos permanecieron en la clandes-
tinidad. Aunque monoteístas, rechazan una religión deter-
minada y prefieren más bien un sincretismo construido
con aportaciones de todas las religiones, principalmente
las más antiguas. La hermenéutir.a de signos cabalísticos
es un estudio arduo y que a la postre no conduce a nin-
gún sitio, pues no se orienta a la transformación del mun-
do. Sus seguidores se sienten iluminados, superiores a los
demás, y guardan hermandad entre sí.
La atracción ejercida por el ocultismo dent1·0 del movi-
miento ondero se debió principalmente al pensamiento sim-
bólico. Occidente tiene signos de perfecta y precisa sig-
nificación lógica. Esto es lo que ha posibilitado la logística
y la cibernética. En cambio, Oriente ha preferido los sím-
bolos y enigmas de significación abierta, las parábolas y
los "koans". Esto abre a un ámbito mental muy sugerente
para que cada cual profundice según le evoque. Hoy en
día está resurgiendo entre nosotros, desde el psicoanálisis,
el surrealismo, el cine y teatro nuevos y las fábulas "páni-
cas" de Alexandro Jodorowsky. 4
Yo recuerdo a uno de nuestros xipitecas, totalmente
impregnado de esoteria. Poseía una magnífica colección
de libros ocultistas que guardaba con veneración. Todo su
discurso era una correlación ininterrumpida de símbolos
y prindpios iniciáticos. Vivía como un asceta con su esposa,
una beduina cuyos ancestros habían permanecido sin mez-
clarse hasta ella; dormían sobre petates y decían hacer el
amor sólo en días de luna llena. Su casa, arreglada con
sumo cuidado y mucho gusto, tenía un altar esotérico,
con la "cruz de Acuario" y otros signos, en el que cons-
tantemente ardía una lan1parita de aceite, de exotismo
oriental, para ahuyentar los malos espíritus. Ante ese altar
se colocaba, a manera de ofrenda, 1a comida vegetariana
que habrían de comer. Su obsesión era sentirse perseguido
por poderes demoniacos, celosos de sus secretos. En Teoti•
' C/.: Marshall McLuhan: Del clisé al arquetipo,, Ed. Diana, Méxi-
co, 1973.
173
hua cán con stru yó un tem plo astrológico
, par a rec obr ar ]~.;
esoteri a tolt eca y pag aba al vel ado r par
a que le dejase-.;
sub ir a la pirá mid e por la noc he, a hac
er su oración. ·
La bib liot eca Kie r comenzó a ven der má
s y más libr o, ·
eso téri cos, has ta que todas las libr ería s
tuv iero n que dedi.:·
car un esta nte par a libr os de este tipo .
Ho y se hab la de
"co smo bio log ía", "cu erp o astr al", "tel equ
ine sia" y otra s :.
pal abr as a las que no estábamos hab itua
dos. Con preten• -~:
siones científicas, exp lota n el sen tim ien to
mág ico de qui e.. ._
nes han per did o la fe en las reli gio nes
inst itucionales; _'
per o que con serv an una sed inm ens a de lo
div ino y lo mi~: -¡
terioso.
La teosofía, decíamos, realiza un sinc reti ·::;\
smo religioso~::~.'.
que en la act ual ida d tien e como base el
bud ism o. El Dr. - ~
Tim oth y Lea ry pre ten dió con ver tirse en
el sum o sacerdote )
de una nue va reli gió n bas ada en el ácid
dro ga sería como el sac ram ent o par a ent
o lisérgico. La :\
rar en com uni ófü :t
Hiz o una fun dac ión ded icad a al estu
dio de reli gio nes _.:.¡
com par ada s.
El bud ism o ha sido la reli gió n más fav ··.:;
orecida en este '.·-:
med io. Nue stro s xip itec as la ado pta n sup
erfi cial men te, en~--~)
ten dié ndo la cad a cua l a su ma ner a y con
me nor entusias- .·:!
mo que sus her ma nos del hip pism o "ga
bac ho" . Y en la .,
Zon a Ros a se emp ezó a ver a los folk
lóri cos · "Ha re-
Kri shn a", pro mo vid os por Har riso n, que
tien en aqu í un
tem plo en una bue na casona, vist en al esti
lo bon zo hin dú,
con la típi ca ton sur a (dis tinc ión ent re el
med io de cabello
larg o en que se mu eve n), son vegetariano
s, dic en no consu~
mir droga, tien en pro hib ido leer otro libr
o que no sea n los
Vedas, ven den incienso, y (lo esencial)
ent ran en tran ce
can tan do ]os nom bre s de Dios, el Har e-K
rish na. Un a reli-
gió n sum ame nte sencilla, que cum ple la
fun ció n de cual-
qui er dro ga par a un pue blo igu alm ent e
sen cill o, al ena-
jen arlo de la realidad.
En México , una inst ituc ión que ha ten
ido gra n éxi to,
y de mu cho infl ujo en la esoteria xip
itec a, ha sido la Gra n
Fra tern ida d Uni ver sal, ent ida d apo yad a
en las enseñanzas
de Serge Rey nol d de la Ferriere, especie
de san tón laico.
Organiza cur sos de Yoga, de med itac ión ,
de astr olo gía; pro -
mu eve el veg etar ian ism o y otra s categor
ías onderas.tt
1
Su libro , muy cono cido entr e los xipi teca
s: Yug. Yoga . Yoghismo,
una matesis de psitologia, Ed. Diana, México,
1969. •
174
I La Sociedad de la Vida Imperson al de Ivléxico publicó
1n libro escrito, según parece, por un antiguo heresiarc a
abalista de nombre Levi. Se trata del Evangelio espiritual
1
176
Desde que 1a <lroga ocasio nó un cierto desper tar religioso
entre los xipitec as, se dio una clara proyec ción del movi-
miento . La preven ción natura l de estos mucha chos hacia
cualqu ier tipo de institu ción hizo que su sentim iento re-
ligioso perma necier a al marge n de las iglesias estable cidas
y en un prime r 1nome nto se lanzar on a la esoteria. De
aquí se interes aron por el budism o. Pero en '\-léxico, la
tradici ón cristia na era mayor que en los Estados Unido s
y pronto se despertó nuevo interés por Jesú~ y los evange-
lios. Primer o, como dijimos, entend ido en sentid o panteí sta;
pero poco a poco nuestr os xipitec as fueron carnbi ando la
cruz de Amón por el viejo crucifi jo y el Bhaga vad-G ita
por la Biblia . Su amor a la natura leza, a la vida pobre y
sencilla, al espírit u pacífic o y dulce, a los anima les ... les
aseme ja· a bueno s franciscanos. El espírit u de la comun a
se parecí a en ciertos aspectos a las viejas comun idades
religiosas, por más que las rle los xipitecas fuesen sexual-
mente mixtas y estuvie ra ausent e la discip lina monac al.
Person almen te tuve una experiencia con alguno s de ellos
en las afuera s de la capita l. Allí, a la lnz de las velas, se
lefa a San Juan· de la Cruz o Fray, Luis de Grana da, y se
notaba cierto espírit u de servicio, pero gozand o de plena
liberta d.
Veían a la Iglesia católic a burócr ata, tradici onalist a y
dogmá tica; pero en cambio , al leer el libro de los Hecho s
de los Apóstoles, descub ren un aire fresco, espont áneo y
carism ático, con mue.has similit udes con la actual situa-
dón polític a y cultur al. Pronto se identif ican con los
primer os cristianos. Ellos conoce n las persec ucione s injus-
tas. Han encon trado la fe, y esto les da valor para sufrir.
Recue rdo a un m.ucha cho: había sido un calave ra antes
de encon trar a Cristo . Con sus amigos, en Huaut la, hada
fuertes penite ncias de repara ción; fue llevad o preso a cau-
sa de la droga. En la cárcel escribió una nota en la que
decía estar dispuesto a dar testim onio a causa de su Fe
hasta la muerte . Evang elizaba a los demás presos. Un día,
lo encon traron asesina do por la espald a, y detrás de sí,
habían dibuja do una gran cruz con su propia sangre ...
Como los primeros n1ártires del cristianismo, van a los
tribun ales y allí confie san su Fe ("No se preocupe1i por lo
177
qu e de be n res po nd er" , dec ía
Jesús). Y ellos res po nd en
va lie nte me nte a mu ch as arb itr
ari ed ad es de los oficiales.
Re cu erd o a un mu ch ach o qu e
al ser lle vad o a dec lar ar,
acu sa ap oc alí pti cam en te al age nte
del lvl ini ste rio Pú bli co:
"T ú tie nes el ág uil a de la op res
ión -re fir ién do se al escu-
do na cio na l-. pe ro a ti tam bié
n te ne ga rá tu día ." Lu eg o
rom pe un a reg la qu e está sob
re la mesa, hac e un:;i cruz
co n ell a mi en tra s pro fet iza : "C
on la reg la qu e midiereis,
seréis me did o". Te sti mo nio s val
ien tes , lás tim a qu e en rea-
lid ad no fue sen po r con fes ar su
fe, sin o po r causa de Ja
droga. Estos xip ite cas cri sti ano s
no ve ían op osi ció n en tre
su fe y la adi cci ón . Al gu no s sí
se da ba n cie rta cu en ta y
tra tab an de ap art ars e po co a poc
o. Así, fue ron hac ien do
un uso má s dis cre to de ella,
sin tie nd o la nec esi dad de
de jar la. Pe ro ellos con fes aba n
qu e los ho ng os los ha bía n
lle va do a Di os y a cam bia r de
vida.
Lo pri me ro qu e hic ier on estos
xip ite cas cristia no s fue
cam bia r la ide a de Dios. Co mo
dic e Th om as 1\-ierton, el
dia blo tam bié n hace teología y
ha for jad o cie rta im age n
de Di os seg ún sus criterios. An
ali zan do los sím bo los de la
div ini da d ten em os en pri me r
tér mi no un gra n ojo. ,Di os
es alg uie n qu e no s vig ila y no
s co ntr ola . Pie nso en este
sím bo lo co mo se en cu en tra en
los bil let es de dó lar , sob re
un a pir ám ide (cu rio sam ent e las
cu ltu ras con pir ám ide s
ha ri sid o sie mp re tot ali tar ias ,
pu es des de arr iba pu ed en
co ntr ola r me jor al pu ebl o). Qu
é inc óm od os est arí am os al
sen tir no s esp iad os po r un ojo
tra s de la cer rad ura . "U n
mu nd o no s vig ila ", con un a gra
n lup a tri an gu lar . N"osotros,
des de aba jo, solo vemos un ojo
, en tre rayos. Pro yec tam os
e:n Dios la imagen qu e tenemos de la au tor ida d. Ot ras
veces pin tam os a Di os co mo un
an cia no de ba rba bla nca ,
de sex o ma scu lin o, raz a bla nc a
y viejo, pu es no po drí am os
im ag ina r un dio s mu jer , ne gro o
jov en. Di os tie ne la fig ura
de los do mi nad ore s. Lo pin tam
os all á lejos, en tre nu be,s,
fue ra del mu nd o. Un lib ro en
la ma no , una. especie ele
cód igo de der ech o, pa ra qu e a cu
alq uie r tra nsg res ión de su
arb itr ari a ley, im pu est a desde fue
ra, no s lan ce a un a cárcel
pe rpe tua lla ma da inf ier no , en
la qu e los carceleros son
ter rib les dia bli tos con col a de
bu rro y cue rno s. Es ta ima-
ge n, car ica tur iza da des de luego
, 1a po de mo s ve r en los
cu ad rit os qu e tie ne el pu eb lo en
sus cua rto s, rep res en tan do
la mu ert e o un dio s gre co rro ma
no con rayos y tn¡enos, y la
178
balanza en la que siempre domina el mal sobre el bien.
Estos antropomorfismos revelan nuestra idea de Dios.
Pero el verdadero Dios está de parte de la liberación. La
cárcel del infierno no tiene rejas, y sólo están en él quienes
desean estar allí (suponiendo un "allí"). La ley moral no
es un código exterior, sino las tendencias naturales a nues-
tra propia personificación. Dios es la fuerza evolutiva que
impulsa a todas las cosas a su perfección. San Juan le
llamó "El Amor", y es un impulso inmanente en las cosas.
Hemos hecho demasiada insistencia en la tracendencia de
Dios; pero ahora es tiempo de insistir más en su inmanen-
cia. Claro que ambos aspectos han de ser salvados, pues
Dios sigue siendo un Tú para el hombre, y es en el Amor
al otro donde se culmina nuestra perfección.
El hombre tiene tentación de hacer a Dios a su imagen
y semejanza. Así, desenmascarando esta imagen de Dios
Padre según el modelo del clásico padre mexicano, el
diablo vuelve a meter la cola y nuestros xipitecas prefieren
la imagen de un Dios-mamá consentidora, que deja fumar
motita ("Dios dio el verde de los campos al hombre y
vio que era bueno"), al que sólo le importa el amor,
entendido en la forma romántica de Hollywood; un Dios
milagroso, mágico, visionario, que exige nuestra desperso-
nalización al unirnos a l!l; una religión interiorista, pre-
texto para desentendernos del mundo, el "valle de lágri-
mas" que hace de los hombres sus títeres.
Sería ahora el momento de que volviésemos al Dios de
la Biblia, que se reveló al pueblo precisamente en una
situación política, cuando estaban en Egipto padeciendo
•terrible explotación. Y ese Dios no les mandó resignación
y paciencia en los trabajos prometiéndoles un Cielo fu..
turo que les compensara, sino que fue el impulso que 1011
sacó de su inercia y les condujo hacia su liberación.
Pero los hippies fueron descubriendo, poco a poco, que
la droga era opuesta al Evangelio y que podían vivir sin
ella. Asf surgió entonces en los Estados Unidos un fuerte
movimiento conocido como "Jesus Revolution", "Jesus •
People" o "Jesus Freaks". 1\-fanteniendo el prejuicio hacia.'·
las iglesias institucionalizadas, este movimiento no se afi.. :
lia a ninguna de ellas, aunque algunos de sus miembro1 \
individualmente lo estén. El pentecostalismo fue tal ve1 ·.
la iglesia de la cual recibieron más apoyo.
179 .·
David Wilkerson, pastor pentecostal de una parroquia
rural, siente la inspiración de traslada,rse a Nueva York
para trabajar con pandillas de .ióvenes. En este medio, se
encontró con la droga, sobre todo heroína, y su presencia
tuvo resultados espectaculares, como se narra en forma
apasionante en el libro La cruz y el p•u ñal. Convencido de
que la mística podía ser una forma válida de rehabilita-
ción, creó un centro para esto, con resultados sorpren-
dentes. Su experiencia fue inspiradora del movimiento que
estamos reseñando. :M i experiencia personal me induce a
pensar que si es verdad que la Fe en Cristo pudo contribuir
para que se abandonase la droga, esto sólo no basta, sino
que se precisa una forma de terapia. Estos muchachos, ya
cristianizados y pese a su buena voluntad, continúan pre-
sentando los rasgos r.aractereolé>gicos propios del adicto.
Los ambientes de lá ugente de Jesús" son similares a
los de los xipítecas: cafés con pósters de Cristo, mt'lsica
de rock cristiano, llevan el cabello largo, aman la libertad.
Se trata de hacer de la Fe en Cristo algo simpático y
agradable. Como los hippies, toman los medios rle . comu-
nicación: festivales, revistas, botones, pósters, ca lcomanias,
camisetas ... tratan de hacer popular a Jesucristo. Como
los hippies, tampoco trabajan por lo general, sino que
van por el mundo predicando a Jesús y atacando a los
Hare-Krishna, sus rivales. Se les puede encontrar en el
1\fetro o los camiones, con sus canciones-mensaje. Estu-
dian el Evangelio de nuevo estilo imaginativo; se encuen-
tran en un contexto similar al cristianismo primitivo y
discuten problemas semejantes a los de San Pablo, sobre
si se puede o no comer carne (Rom. XIV, I-5), si se debe
usar el cabello largo (I, Cor. XI, 14), si se debe trabajar
(II. Tes. 3, 10-12). Se hacen fervorosas oraciones espon-
táneas, aparecen los Carismas, se habla en Lenguas, bau-
tismos colectivos, profecías . . . Piensan que Jesús va a
volver pronto a arreglar todos nuestros problemas sociales.
Tal vez ésta sea su manera de presentir que se acerca el
fin de algo y el posible comienzo de otra forma de vicla.
Un grupo llamado "Los hijos de Dios", de norteamerica-
nos establecidos en nuestro país, exigen a sus seguidores
abandonar su fan1ilia, y no trabajar -el clásicp "drop-
out". Como en tiempos de los tesalonicenses, igualmente
preocupados por una supuesta próxima venida .de Jesu-
180
cristo, San Pablo les diría aquel la frase: "El que no trabaj e.
que no coma ."
Este movim iento trae nuevo frescor al cristia nimio , ha
ayuda do a much os a dejar la <lroga, tiene buena s posibili-
dades para el ecum enism o y unión entre cristianos; pero
no es la revol ución que se esperaba. Es un movi mient o que
no intere sa más que a los jóvenes, en el que persis te el
gusto por lo vision ario y lo mágic o de sus predecesores
xipitecas. Aho1·a se llama n "car.isn1as" y "leng uas", su
oraci ón es el estado de trance y el despe rtar artific ialme nte
la emoti vidad , contr a lo cual había n puest o la alerta hom•
bres de seria vida interi or. Para mí, orar es sinton izar
nuest ra volun tad con la de Dios, para tener las mism as
"vibra cione s", es conec tarse con la dimen sión divin a, aun-
que no haya ese sentim iento extático, sino que más bien
nos lance a la acción. Notam os en estos much achos , la
1nisma apolit izació n de los hippie s. Ahor a que la Iglesia
latino ameri cana se politi za, nos viene de Estad os Unido s
este movim iento colon izado r, con sus predi cador es anti-
comu nistas , sus novelas de heroís mos detrás del ~'telón
de acero ", sus estam pas cristia nas con la bande ra norte-
ameri cana y predi cando una fe confo rmista , que hace el
juego al capitalismo, esper ando un Jesús caído del Cielo
que mágic amen te arreg le todas las cosas. Han dejad o la
droga , es verda d, pero la han camb iado por otra de nom-
bre "Jesú s". Ellos mism os lo confie san dnica ment e: "An-
tes eramo s drogadictos, ahora somos Cristo adicto s", el
opio del puebl o en servicio de la domin ación .6
. Paral elame nte a este movim iento de jóvenes, y tal vez
influi do por él, entra en México el pente costa lismo en-
tre los adulto s. Hasta hace poco, no sabíamos casi nada
de ellos, se trata de una tercer a fuerza dentr o del cristia•
nismo , pues no se consi deran · ni católicos, ni protes tantes .
Más que propo ner o negar algún dogm a en especial, su
centr o de atenc ión se dirige a reaviv ar la exper iencia pen.
tecostal. No hay ningu na razón para pensa r -dice n ellos -
que los carismas que acom pafiar on a la iglesia primi tiva
hayan desap arecid o el día de hoy. Y aduce n prueb as por
las cuale s se supon e que en todos los perio dos de la his-
toria · ha habid o cristia nos carismáticos. Reacc ionan contr a
8
Cf.: Jean Duchesne: "Jesus Revolu tion" mad~ in USA, Ed.
Marova, Madrid , 1973.
181
el frío formal ismo de las iglesias establecidas, batien do
palmas, y cantan do con entusia smo y espont aneida d. A
veces la. oració n emotiv a ya no encuen tra palabr as y la
lengua se suelta con alguna jerigonza, mientr as el corazó n
contin úa en el Señor. A esto le llaman "habla r en len-
guas", dándos e a veces fenóme nos parapsicológicos, pues
quien así ora, está pronun ciando su oración en alguna
lengua que él desconoce; pero conoci da por otro de los
presentes. El movim iento va cobran do a uge y en Méxic o
alguno s sectores de la Iglesia católic a han mostra do inte-
rés en él. Entend emos perfect amente que el pentecosta-
lismo haya sido la Iglesia más interes ada en el movim iento
hippie , y que d e aquí hayan venido nuestro s "Jesus
Freaks''. Pero al mismo tiempo , se puede percib ir en al-
gunos de los antigu os xipitec as que se van interes ando
cada vez más en la nueva Iglesia, compr ometid a en el
proces o de transfo rmació n del contine nte.
1$4
cultura romana y asumir la de los nuevos pueblos bárba-
ros. La conversión de Consta ntino puso a la Iglesia del
lado de la autorid ad oficial. Se instituc ionalizó y se alió
a la nacient e cultura occidental, europea . Las "misiones
de infieles", entonces, contrib uyeron a la colonización cul-
tural de todo el mundo. Con el cambio de los modos de
producc ión durante la Reform a, cuando el feudalismo co-
mienza a declinar, la Iglesia adoptó una postura conserva-
dora de sus privilegios medievales y esto la mantuv o
cerrada a la Revolu ción francesa con el predom inio bur•
gués, el liberalismo, el capitali smo y el cientificismo. Ape-
nas reciente mente ha dejado el feudalismo, cuando ya
estamos en otro periodo de cambio de modo de produc-
ción. Por esto, el catolicismo podrá más fácilme nte pasar
al socialismo que sus herman os protestantes. Igualm ente
hoy, cuando Occiden te está en decadencia. la Iglesia tiene
posibilidades de recobra r su esencia "católic a". Para ello
deberá favorecer los movimientos de pluralis mo cultura l
y apoyar a la nueva cultura en gestación. Debe des.
occidentalizarse, haciéndose del Tercer mundo para poder
integra r 1a nueva cultura cósmica, que los hippies han
vislumb rado: negros, orienta les y latinoam ericano s estu-
vieron en la onda hippie. Se margin aron de todas las ins-
tituciones, las cuales están occidentalizadas, y trataron · de
vivir nuevos valores no corresp ondient es a la cultura oc..
cidenta l. La era del libro ha termina do. La electricidad
abre a una nueva forma de comuni cación entre los hom•
bres, audiovisual y táctil. La Iglesia, para ser. fiel a su
misión de luz del mundo, deberá estudia r lo que nuestros
xipiteca s entendi eron como la "era de Acuario 't y discern ir
lo que en esto había de fantaseoso e irreal para quedarse
con el vislumbre profético. ·
Los hippies trajeron ciertos elemen tos de la antigua
tradició n .cristiana, precisa mente cuando la nueva Iglesia
los va olvidan do. Prefiere n la liturgia barroca y visual, a
nuestra nueva liturgia de sobried ad raciona lista occidental
europea : túnicas, incienso, contem plación , tonsura , ayu-
nos y abstinencia, pectorales, postura s meditat ivas, inter-
pretacio nes alegóricas de la Escritura, en lugar de nuestras
interpre tacione s cientificistas; pero todo esto con una sig-
nificación diversa a la que estábam os habitua dos en loa
tiempos preconciliares de decaden cia teológica. Se diría
18&
. .:.:•:
que más bien reco bran su sent ido orig inal . Men ción
espe /·~
cial merece la música. Desde que desapareció el
cant «~:
greg oria no con la Mis a en leng uas vern ácul as. la
música: ;
litúr gica resu lta pobr e. Yo estoy conv enci do del
valo r· °'.
espi ritua l de la música "sou l'', mad re del nuev o
ritm o. ;~
Basta con reco rdar los anti guos "spi ritua ls" negr
os. El :.
jazz y simi lares pue den ser un rico fil6n para
la 1núsica ·
sagr ada prop ia para nues tro tiem po.
·
El n1ovimiento hipp ie tuvo pret ensi ones escatológ
icas: _:
"El prin cipi o del fin está )'ª próx imo ", decí an en Aún
hay
flores. Al acercarse el fin de un mile nio, pulu lan
fácil . .
meri te las profecías. Es prob able que la intu ició n
del fin
del mun do, o de la vuel ta de Jesú s, se base adem
ás en
que inco nsci €nte men te se perc ibe el fin de un "mu
ndo '\
es decir, la deca denc ia del capi talis mo y. más aún,
de
toda nues tra cult ura occidental. Ya expu simo s
a este
propósito, la prof ecía cien tífic a del Club de Rom a,
según
la cual se prev é una fuer te crisis haci a el afio 2 030,
de-
bida a la escasez de alimentos, la sobr epob lació n, el
agot a 4
187
1NDIC E
l. Un poco de historia . 17
II. Los xipitecas mexicanos 28
111. Hermen éutica de la aparien cia 52
IV. La revoluc ión sicodélica . 64
N!! OO5 2
•
Enriq ue Marr oquí n
LA CON TRA CUL TUR A COM O PRO TEST A
Este libro tiene com o fuente inme diata las profu ndas
inqu ietud es que desp ertar on en su auto r los
mov imie ntos juven iles que se han pres enta do en los
últim os años. La música, el vestuario, las drogas, el sexo
y ·otra s cuestiones que se encu entra n entre los jóvenes
-y más específicamente entre los mexicanos, que
Marr oquí n nom bra " xipit ecas" -, adquieren su
verdadera dime nsión al ser tratados por un sacerdote
jove n que ha estado muy cerca de sus semejantes y·
busc a com pren der y expl icar su mun do. La
contracultura, com o se ha dado en llam ar a algunas de
tas expresiones de estos movimientos, es para el auto r
una veta constante de búsqueda y encu entro de nuevas
perspectivas que trans form an el mun do
cont emp orán eo; la prote sta es la form a más defin ida
que muestran las nuevas generaciones ante un mun do
que no es de su agrado. Ambos elementos han dado ·
orige n a una serie de "prob lema s sociales", que en
últim a instancia son sólo la representación visib le de la
crisis de la sociedad glob al.
Enrique Marroquín (Méx ico D. F., 1939), es un
sace rdote claretiano , especializado en filoso fía social
en universidades pont ificia s europeas (Salamanca,
Roma y Lovaina), que dura nte tres años ejerc ió su
,:ninisterio entre jóvenes con problemas de ·
drog adic ción , y es actualmente párro co en una zona
marg inad a y maestro en el Insti tuto Supe rior de
Estudios Eclesiásticos.