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EL CORAZÓN DE UN MAESTRO

-PABLO Y TIMOTEO-
(2°Timoteo 1:1-5)

“Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo
Jesús; a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de parte de Dios el Padre y de Cristo Jesús
nuestro Señor. Doy gracias a Dios, a quien rindo culto con limpia conciencia como lo hicieron mis
antepasados, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones de noche y de día. Me he acordado de
tus lágrimas y deseo verte para ser lleno de gozo. Traigo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la
cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy convencido de que también en ti”.

1. UN SALUDO ALECCIONADOR (vv.1-2).

“Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo
Jesús; a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de parte de Dios el Padre y de Cristo Jesús
nuestro Señor”.

Todo obrero cristiano debe estar seguro de cuál es la voluntad detrás de su llamamiento, así como
el apóstol dijo: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios”. Quien entra al ministerio
porque lo ve como una cuestión entretenida y popular, no ha entendido la voluntad de Dios.

Aunque el ministerio trae consigo sus aflicciones, esto no nos hace dudar: “según la promesa de la vida
que es en Cristo Jesús”. Y es una vida plena tanto para el presente como para la eternidad.

Todos necesitamos un mentor en el ministerio: “a Timoteo, amado hijo”. ¡Qué privilegio!


tuvieron Timoteo, Tito y otros más que fueron enseñados por Pablo. Miremos tras nosotros, y honremos a
nuestros mentores, padres y guías espirituales. Pero es cierto, no son perfectos; mas Dios en su infinita
sabiduría nos los ha dado.

Qué sería de nosotros si no fuera por la “Gracia, misericordia y paz” de nuestro Dios. “Gracia”
porque recibimos el favor de la salvación que no merecíamos. “Misericordia” porque no recibimos el
juicio y castigo que sí merecíamos. Y “Paz” porque fuimos reconciliados con Dios, transferidos de la
enemistad a la amistad.

Nunca olvidemos quién es la fuente de gracia, misericordia y paz que experimentamos en nuestra
vida, las cuales vienen: “de parte de Dios el Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor”. De donde
aprendemos que “Dios” es ser divino poderoso. “Padre” es creador de nuestras vidas y quien nos adopta
como sus hijos. “Cristo” es el Mesías divino prometido, su promesa no ha fallado, él vino y vendrá otra
vez. “Jesús” es el Dios encarnado para ejecutar nuestra salvación. Y “Señor” es el único a quien debemos
obediencia absoluta. Si Cristo no es el “Amo, Dueño y Señor” de nuestra vida, ¡Qué atrevimiento e
insolencia el decir que somos cristianos!

2. ACCIÓN DE GRACIAS (vv.3-5)

“Doy gracias a Dios, a quien rindo culto con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados, de que
sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones de noche y de día. Me he acordado de tus lágrimas y deseo
verte para ser lleno de gozo. Traigo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en
tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy convencido de que también en ti”.

Entre las personas más confiables están los que siempre tratan todo con oración: “Doy gracias a
Dios, a quien rindo culto con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados”. Lamentablemente no
todos entienden esto de la oración, pues se trata de una relación más que de un hábito religioso. Notemos
lo siguiente: (1) Hay gratitud constante. (2) Hay una devoción de culto privado entre el adorador y su
Dios. (3) Hay una transparencia y no un rito en la acción, pues la conciencia es el árbitro de nuestras
acciones. Y (4) Hay un legado y/o compromiso de quienes aprendimos.

Seamos sinceros, no todos oramos por todos. Si así fuera nos faltaría el tiempo, y para lograrlo
haríamos oraciones muy escuetas. Sin embargo, siempre hay alguien orando por ti. Tal vez, no son todos
los que quieras, pero son más de lo que piensas. Así que, las palabras de Pablo a Timoteo dicen: “de que
sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones de noche y de día”. ¡Esto sí que es compromiso! Esto es
amor por el compañero de milicia.

Esto es conexión entre los que laboran en el ministerio: “Me he acordado de tus lágrimas y deseo
verte para ser lleno de gozo”. Cualquier parecido con la realidad NO es mera coincidencia. Dios nos ha
regalo un compañero de ministerio. Alguien quien ha visto tus lágrimas, alguien que ha sentido tu dolor,
alguien que conoce tus miedos, alguien que ha visto tus debilidades o errores (y no por eso cambia).
Alguien que al verte es lleno de gozo.

Un compañero de ministerio, sabe cuándo hacerte recordar las cosas: “Traigo a la memoria la fe
no fingida que hay en ti”. No intenta animarte con palabras zalameras o lisonjeras. Es alguien que te
conoce, y conoce tu fe.

Un compañero de ministerio ha aprendido a conocer tu contexto familiar: “la cual habitó primero
en tu abuela Loida y en tu madre Eunice”. Es éste el que te exhorta a seguir el mismo sendero de la fe,
que otros antes caminaron ya.

Un compañero de ministerio es quien confía en Dios más que en ti. Sin embargo, no tiene dudas
sobre ti: “y estoy convencido de que también en ti”. Como dije, es alguien que conoce tu fe, ha visto de
cerca tu ministerio, ha visto de cerca tu corazón, y sabe muy bien cuando eres vulnerable. No obstante,
está convencido de que seguirás en la carrera hasta llegar a la meta de la fe.

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