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21-09-2018

El porqué de la guerra económica de Trump


Hedelberto López Blanch
Rebelión

Usted se ha preguntado cuál es la razón por la que el magnate estadounidense Donald Trump ha
lanzado una agresiva guerra económica contra diversos países lo que pone en peligro la
recuperación económica mundial que aun no se ha podido levantar completamente de la última
crisis iniciada en 2008.

Trump ha ido contra todos bajo el enunciado de su política "América primero" y ataca con
impuestos aduaneros, bloqueos y fuertes medidas económicas no solo a Irán, China, Rusia, Corea
del Norte, Siria, Venezuela o Cuba, sino también a aliados como Japón, Corea del Sur, Canadá y la
Unión Europea.

En realidad es que su colimador esta dirigido hacia China y Rusia, sus dos principales potencias
enemigas desde los ámbitos económicos políticos y militares, las que a mediano plazo podrían
limitar la hegemonía universal que ha mantenido Estados Unidos desde principios de la década de
1990 cuando desapareció la Unión Soviética y se desintegró el campo socialista de Europa Oriental

A Rusia le ha impuesto cuantiosas sanciones económico-financieras desde hace dos años las que
han sido apoyadas por la aliada Unión Europea. Ante esa situación, el gigante euroasiático ha
enfilado sus negocios y comercio hacia otros destinos, principalmente Asia, Medio Oriente, Lejano
Oriente, África y América Latina.

China, por su parte, sigue diversificando sus relaciones y se ha convertido en los últimos tiempos
en uno de los principales socios comerciales e inversionista en numerosos países del planeta.

El paso que acabó de abrir la actual guerra comercial lo dio Trump cuando en un acto publicitario
efectuado en Washington, firmó y enseñó en marzo pasado los documentos que imponían un
arancel del 25 % sobre las importaciones estadounidenses de acero y del 10 % a las de aluminio.

De ahí en adelante, se han sucedido gravámenes de nuevos aranceles sobre todo a productos
importados desde China con las consecuentes respuestas por parte del gigante asiático.

Otros países se vieron en la necesidad de hacer algo similar con los productos estadounidenses

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que importan y también han recurrido a la Organización Mundial del Comercio para denunciar las
prácticas anticomerciales llevadas a cabo por Washington.

El presidente estadounidense se ha lanzado contra Pekín para tratar de detener sus constantes
avances económicos y tras imponer aranceles desde julio a los productos chinos por valor de 50
000 millones de dólares, el pasado 13 de septiembre se anunció que aplicaría otros por 200 000
millones, aunque se desconoce cuando entrarán en vigor.

Con su decisión, Trump ha creado una interrupción de gran alcance en el comercio internacional
con consecuencias negativas sustanciales para empresas y consumidores.

Pero vayamos a la verdadera razón de la agresiva política sancionadora que ha tomado fuerza
dentro de la Casa Blanca.

El analista chino Chen Ping, en un reciente artículo publicado en varias páginas web, indica que
dos sucesos similares ocurrieron después de la Segunda Guerra Mundial.

El primero, la llamada Guerra Fría desatada por Estados Unidos contra la antigua Unión Soviética
que incluía fundamentalmente un fuerte enfrentamiento ideológico- comercial con el fin de
estrangularla en todos los campos y evitar que lo sobrepasara como potencia mundial.

El segundo sucedió al observar que el desarrollo industrial y tecnológico de Japón resultaba


vertiginoso.

Tokio se acercaba al 60 % del Producto Interno Bruto estadounidense y al considerarlo como una
de las mayores amenazas contra su hegemonía emprendió medidas comerciales y económicas para
debilitar al país del sol naciente.

De esa forma, limitó el acceso a su mercado de productos como automóviles, telecomunicación,


equipamientos médicos, semiconductores y también prohibió una serie de exportaciones de alta
tecnología hacia ese país. El resultado ha sido la detención durante dos décadas del crecimiento
acelerado que llevaba Japón.

En estos años, China ha mantenido un desarrollo incontenible y en la actualidad su Producto


Interno Bruto (PIB) se ubica en el 65 % del estadounidense con la expectativa real de sobrepasarlo
en los próximos cinco años, según varios expertos.

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Esa perspectiva ha puesto nerviosos a los magnates políticos norteamericanos.

A esto se suma el super-megaproyecto denominado la Franja y la Ruta de la Seda que con una
fuerte inversión china enlazará y beneficiará a cerca de 100 países del orbe con enorme predominio
para el gigante asiático.

Pekín también ha puesto en ejecución el Plan Nacional de Fabricación 2025 para incrementar el
desarrollo de alta calidad en las industrias y las tecnologías.

Aquí se encuentran las auténticas razones de toda esta furia de sanciones y severas medidas
comerciales adoptadas por la Casa Blanca.

En conclusión, el objetivo de Estados Unidos no es disminuir su déficit comercial con China, sino
detener el auge estable y progresivo del gigante asiático que de no presentarse ningún obstáculo
se convertirá en pocos años en la primera potencia económico-científico-industrial del mundo.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative
Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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