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LA SESION
PROLONGADA
EN LA ASOCIACIÓN
MEXICANA DE PSICOTERAPIA
ANALITICA DE GRUPO, A.C.
ESTUDIO EXPLORATORIO
A.M.P.A.G.
México, D.F.
Octubre 1992
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I N T R O D U C C I O N
Mi interés en el tema parte de dos experiencias: la primera se remonta a los años setenta
en el Centro de Orientación Psicológica de la Universidad Iberoamericana, donde desde los roles
de coordinadora y participante, tuve oportunidad de tomar parte en diversas experiencias
intensivas de grupo: terapia gestalt, grupos de encuentro, bioenergético y sensibilización sensorial
entre otras y en las que fui testigo y protagonista tanto de cambios notables como de fracasos
evidentes. Esto es, logré a través de una experiencia intensiva comprender y modificar una
relación importante, pero también observé situaciones en las que algunas personas, después de
un cambio fugaz, erigían sólidas barreras defensivas que dificultaban todavía más el acceso a su
conflicto y quedaban, por así decirlo, «vacunadas» para abordajes similares o para cualquier tipo
de psicoterapia.
Elegir este tema para mi trabajo recepcional responde así, por un lado, al deseo de integrar
mi experiencia anterior a mi formación actual como analista de grupo y por el otro, al interés en
colaborar a la definición y conceptualización de la sesión prolongada y participar de esta manera
en el enriquecimiento del campo del análisis grupal.
Confío que esta obra contribuya a estos fines y estimule investigaciones más amplias y
profundas sobre un instrumento tan característico de la A.M.P.A.G.
Para una ampliación sobre este tema consultar: Carrillo, J.A. «Evolución teórico-ténica del análisis grupal en
AMPAG. ¿Es suficiente el psicoanálisis en nuestra práctica real?». Rev. de Análisis Grupal, Vol. V (3) México, 1988.
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METODOLOGIA
A. OBJETIVO
Este trabajo tiene como propósito definir y conceptualizar a la sesión prolongada, estudiar sus
aspectos teóricos, metodológicos y técnicos y ubicarlas en el campo del análisis grupal.
Para estos fines realicé un estudio exploratorio sobre la sesión prolongada de la A.M.P.A.G. y
revisé la bibliografía pertinente tratando de responder a preguntas tales como: cuándo se realiza,
por qué razones, con qué objetivos, cómo se planea, qué técnicas se emplean, qué tipos de
sesión prolongada existen, qué resultados se obtienen, cómo se logran, qué riesgos tiene, qué
mecanismos terapéuticos inciden, etc., con el objeto de definir los factores que determinan la
utilidad de la sesión prolongada al proceso analítico del grupo.
Sesión prolongada es una sesión que se realiza en el contexto de un proceso analítico grupal
regular, que tiene una duración de seis o más horas, en la que aplican técnicas distintas de las
habituales y a donde puede concurrir un terapeuta invitado; incluye por lo menos una comida pero
omite el pernoctar.
B. PROCEDIMIENTO
Esquemáticamente, el procedimiento siguió los siguientes pasos:
B. ENCUESTAS Y ENTREVISTAS.
Paso a explicar las formas en que se obtuvo la información de los analistas, ya que constituye
la parte esencial del trabajo. En el universo de asociados de la A.M.P.A.G. se llevaron a cabo tres
procedimientos que a continuación se describen.
a) Encuesta telefónica:
Se interrogó a 55 analistas de la Asociación acerca de sí practicaban o no la sesión
prolongada.
De ellos, 33 respondieron afirmativamente y 22 negativamente. Los resultados se
encuentran en el Anexo A.
A los miembros plenos que respondieron negativamente se les interrogó acerca de los
motivos de ello; cinco adujeron razones de orden teórico y de éstos entrevisté
personalmente a tres elegidos al azar.
A. ANTECEDENTES
Yalom, (1986pp. 468-493) considera al primer grupo T, creado y dirigido en Estados Unidos
por Kurt Lewin en 1946, el antecesor de los grupos de experiencias intensivas. El propósito de
esa experiencia era adiestrar a dirigentes comunitarios en el manejo de conflictos interracionales.
Lewin, Benne y Lippit, coordinaron grupos de diez participantes que se reunían durante varios
días a la manera tradicional de la época, esto es, para crear grupos de discusión, representar
papeles y aplicar técnicas de diagnóstico y de resolución de problemas. Los coordinadores y
observadores solían reunirse por la noche a intercambiar las observaciones y resultados de las
experiencias.
Es significativo señalar que se distinguieron dos tipos de modelos de grupo T: los integrados
por participantes miembros de una misma unidad de trabajo interesados en formar mejores
equipos y aquellos conformados por participantes extraños unos a otros y que se interesaban en
el conocimiento y la conciencia de sí mismos.
Alrededor de esa época se desarrollaron otras prácticas grupales tales como la terapia gestalt,
el psicodrama moreniano y la bioenergética; algunos aspectos de estos referentes se
incorporaron, luego, al modelo el grupo T.
Por otro lado, a partir del grupo T se desarrollaron otras técnicas (sensibilización sensorial, de
relajación, terapias corporales, grupos de encuentro), mismas que se emplearon en los grupos
intensivos en las décadas de los sesenta y setenta.
Se estima que durante quince años más de cinco millones de personas participaron de esas
experiencias en los Estados Unidos. Yalom (1986) sugiere que se trató de una respuesta a la
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El modelo del grupo T trascendió las fronteras de los Estados Unidos; en 1956 expertos de
éste país coordinaron por primera vez en Francia una experiencia de ese tipo y ya en 1961 la
Société de Psochotérapie des Groupes incluía en sus jornadas anuales temas como la
representación de roles, la relación entre fantasía y rol, la vivencia en el aquí y el ahora.
En razón de esa influencia, Lebovici y Dreygus (Basquin et al. 1977 pp.13-23) diseñaron el
psicodrama psicoanalítico infantil integrando el psicodrama moreniano a la dinámica de los grupos
y sujetándolos a la escucha e interpretación psicoanalíticas. Por otro lado, Anzieu y otros
(1978ab) practicaron los grupos T, primero con el enfoque psicosociológico original y luego,
merced a una profunda reflexión psicoanalítica, como grupos de diagnóstico y seminarios de
formación. Además, la significatividad del modelo de grupo T también se dejó sentir en los
desarrollos socioanalíticos de Loureau y Lapassade.
En México los grupos intensivos comenzaron a practicarse a finales de los años sesenta; cabe
a la A.M.P.A.G., en los años setenta, el privilegio de introducir técnicas psicodramáticas en los
grupos psicoanalíticos bajo la significativa supervisión de analistas argentinos.
Doy cuenta a continuación de siete referencias que describen los aspectos y condiciones
formales de la sesión prolongada.
1. Fontana y Loschi (1982, pp. 1-16) definen la sesión prolongada como una técnica terapéutica
y de investigación que empleamos periódicamente –de una a tres veces al año-
intercalada en la psicoterapia analítica individual y grupal (p. 1).
Plantea la sesión prolongada sin límite de tiempo determinado; cuando se trata de pacientes
atendidos individualmente suele durar entre ocho y doce horas; en cambio, en los grupos puede
variar entre veinticuatro y cuarenta y ocho horas.
Utilizan en la sesión diversas técnicas auxiliares (música, contacto corporal, imágenes fotos y
cinematográficas, cine psicodrama, test proyectivos) e interpretan los resultados de las mismas.
Como suelen realizar las sesiones prolongadas en el contexto de una institución asistencial,
suspenden las actividades de la misma, acondicionan sitios para el trabajo y el descanso y
disponen que el personal de servicio provea los alimentos y bebidas a fin de que los pacientes no
tengan necesidad de salir.
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2. O’Donell (1974 pp. 218-220) considera que los grupos psicoterapéuticos deben tener
sesiones de cuatro a ocho horas de duración cuando menos una vez por mes, y sesiones
de uno a dos días de duración cada seis meses.
Las sesiones prolongadas deben realizarse cada tres o cuatro meses y durar un mínimo de
siete horas; también pueden ser experiencias de dieciséis horas o más, divididas en sesiones
consecutivas diarias de ocho horas.
A la utilización de ejercicios y a la práctica del rol playing, amén de superfluos, los considera
contraindicados; los terapeutas deben trabajar con el grupo armados con su fuerza y recursos
personales y responder con éstos a los eventos que ahí ocurran. Subraya que el involucramiento
personal y la autenticidad de analista son los elementos más importantes de este tipo de sesiones
y contribuyen a crear una forma especial de presencia terapéutica.
Por otro lado, la comida debe de ser informal, sencilla generosa y provista totalmente por el
analista. Las mejores fechas para realizar estas sesiones son las vacaciones o los fines de
semana largos. El costo es el producto de multiplicar la mitad de la cuota de la sesión regular por
el número de horas de la sesión prolongada.
4. Radosh y Laborde (1987 pp. 22-23) definen a la sesión prolongada como aquella que
se realiza en el mismo espacio de la sesión regular pero en distinto día y con un tiempo
de trabajo mayor que el habitual, esto es, de tres a ocho horas. Suelen utilizar técnicas
psicodramáticas y pueden invitar a otro terapeuta. En la experiencia tiene lugar una
comida; los alimentos y bebidas son provistos por los pacientes.
6. González Ch. y Socorro (1991) plantean la sesión prolongada desde el contrato y como
parte del tratamiento analítico grupal; se trata de una sesión de fin de semana realizada
anualmente por el terapeuta del grupo, a la que puede invitar o no a otro terapeuta y
donde el analista original puede asumir el rol de coterapeuta o de observador.
Eventualmente incluyen en la experiencia algún paciente ajeno al grupo. Utilizan
técnicas de movilización corporal y ejercicios psicodramáticos.
C. CONSIDERACIONES TEORICAS
Opinan que, por sí misma, la modificación del tiempo es un factor de movilización en tanto
que las técnicas, adquieren éstas cuando se incorporan a ese contexto del tiempo prolongado,
regresivo, ligado al cuerpo y a las estructuras e historias más básicas. Confieren a la sesión
prolongada una cualidad distinta a la de la sesión regular aunque se asemeja a ella en cuanto a
que, en ambas, todo se resuelve merced a la lectura e interpretación transferencial psicoanalítica.
Estos autores toman en consideración las nociones de Meltzer (1968) respecto a las fases
del proceso psicoanalítico individual y las extrapolan al proceso psicoanalítico grupal; así,
prescriben que la sesión prolongada puede indicarse para esas fases precisas ocurrentes en el
grupo y con los objetivos ahí descritos, o sea,
2. O’Donell (1974) opina que toda SP configura una experiencia ‘violentadora’ del curso
habitual equilibrado e la interacción grupal (…) que se propone luchar contra la
tendencia homeostática de toda conducta, homeostasis virada hacia lo endopsíquico
pero también hacia lo endopsíquico pero también hacia lo externo o ambiental (pp.18-
20).
Subraya el aspecto lúdico: Los juegos ocupan una posición privilegiada dentro de mi
encuadre, se relacionan con la exploración desarrollo e instrumentación de la capacidad lúdica de
todo ser humano, la imaginación creativa como eje de la transformación de conductas (pp.18-20).
Opina que la ampliación del tiempo de sesión redunda en una mayor posibilidad de
investigación y profundización y que uno de los elementos claves de la alienación social
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3. Mullan (1978), influenciado por Rogers, piensa que el valor de la sesión prolongada
reside en que se trata de un «slice of life», o sea, un evento que se ofrece a los
pacientes en el conjunto de su tratamiento psicoanalítico grupal, esto es, una «nueva
experiencia» estimulada por la presencia del coterapeuta.
Los propósitos de la sesión prolongada, dice, son evaluar, diagnosticar y, luego, movilizar a
los pacientes más allá de lo que permite la sesión regular. La sesión prolongada es inmensa,
posibilita la reducción de resistencias y defensas y coadyuva a consolidar logros.
Las transferencias con el analista y con los otros pacientes se expresan y trabajan a través
de la confrontación directa y de la fantasía. Las vicisitudes de las relaciones en el grupo, señala,
constituyen uno de los focos centrales de la sesión prolongada; ésta es un método que permite a
los pacientes modificar sus sentimientos transferenciales, cosa especialmente cierta cuando el
terapeuta invitado es del sexo opuesto al analista original. Este aspecto cobra importancia en
tanto que, afirma «desde el principio la presencia del coterapeuta cambia la forma de la sesión
prolongada en relación con la sesión semanal», ya que esta nueva presencia «intrusa» rompe las
formas habituales, factuales y fantaseadas de interacción y ocurren fenómenos diversos en el aquí
y el ahora procesual. El analista original y los pacientes habrán de acomodarse a esa nueva
situación y persona, hacerse cargo de una realidad distinta y de esa suerte de conciencia fresca a
la que adviene el grupo. En suma, en la sesión prolongada ocurre un reacomodo transferencial.
¿Qué se instaura y/o produce al introducir en un grupo terapéutico una ruptura del
encuadre cotidiano por alteración del tiempo? (p.16).
Citando a Bachelard (1979) responden que la SP: derriba los obstáculos amontonados por
la vida cotidiana, (…) reemplaza el saber cerrado y estático por un conocimiento abierto y
dinámico, da a la razón motivos para evolucionar (p.17).
Para ellos, las dos variables principales de la SP son la ampliación del tiempo y la inclusión
de alimentos.
devoración los miembros del clan refrescaban y reafirmaban su semejanza divina (…): uno es una
parte de la sustancia de su madre que lo ha parido y de cuya leche se nutrió. (p.17)
Consideran que las técnicas de acción están al servicio del tratamiento de las resistencias
y ayudan a superar éstas movilizando al paciente y acelerando e intensificando el proceso. Las
analogan, citando a Kesselman (1970), a los catalizadores, capaces de acelerar un proceso sin
cambiar su naturaleza.
Piensan que el grado de movilización que ocurre en una SP cambia en razón directa a la
cantidad de variables modificadas del encuadre.
D. RESUMEN
El material revisado en este capítulo permite establecer ciertas generalizaciones y algunas
particularidades acerca de la sesión prolongada.
a) La duración que se le asigna varía de tres (el doble de la sesión regular) a cuarenta y
ocho horas; lo más común es que realicen la sesión a lo largo de ocho horas.
b) Todos, si no tienen como parte del equipo terapéutico original, incluyen para esa
ocasión un terapeuta invitado que puede jugar los roles de coterapeuta, de experto en
ciertas técnicas auxiliares o de mero observador.
A. ANTECEDENTES (*)
En los años setenta como consecuencia del ambiente cuestionador histórico-político
prevalente en el mundo occidental, ocurrió en la A.M.P.A.G. una intensa y amplia movilización
aunada al crecimiento de la institución. Surgió la necesidad de diferenciarse y lograr una
identidad propia; por otro lado la experiencia de trabajo con grupos, evidenció las limitaciones del
marco conceptual exclusivamente psicoanalítico que se utilizaba en ese entonces, provocando en
consecuencia profundas reflexiones teórico, técnicas y metodológicas.
Estas experiencias y la demanda clínica de contar con mayor tiempo en el grupo para la
realización de dramatizaciones, dieron origen a la sesión prolongada.
C. SONDEO INICIAL
(Anexo A)
Esta primera aproximación exploratoria, realizada por la vía telefónica a cincuenta y cinco
asociados reporta los siguientes datos:
(*)
Síntesis tomada de las entrevistas realizadas con Carrillo, J. A., González , J.L., Jinich, A. y Radosh, S. Y su artículo
«Introducción de técnicas dramáticas en psicoterapia analítica de grupo» (1975).
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3. De lo anterior se concluye:
Describo la sesión prolongada de acuerdo a las respuestas más frecuentes de los analistas
que la practican:
Las técnicas de acción utilizadas con más frecuencia son: las psicodramáticas,
las consignas, los ejercicios de imaginación, relajación y gestalt, así como los
ejercicios físicos de «calentamiento», la lectura y la expresión corporal además
de ejercicios de creatividad, bioenergéticos y la grabación de videotapes.
c) Aún cuando supone gran esfuerzo, tiempo y desgaste, los analistas que la
practican consideran a la sesión prolongada como indispensable o muy
recomendable en el tratamiento analítico.
8. RESUMEN.
Así en lo que se refiere a los aspectos formales de la sesión prolongada, al uso de técnicas
de acción, efectos y utilidad terapéutica hay un amplio acuerdo.
1. DESACUERDOS TEORICOS
d) Los efecto de la sesión prolongada son efímeros, por tanto, no tienen utilidad
para la mutación reestructurativa.
f) Hacer modificaciones el encuadre tienen un precio muy alto; se tiene que saber
desde dónde y para qué se hace.
h) El analista debe esta callado y abstinente; si habla sin interpretar, usa técnicas
de acción o camparte los alimentos, encubre la fantasía inconsciente y obtura el
proceso analítico. Si no se trabaja con el deseo, no se trabaja
psicoanalíticamente.
3. RESUMEN
Parece que los analistas que la objetan la suponen una experiencia intensiva
practicada fuera del contexto de un proceso psicoanalítico; en ese sentido sus
reparos serían más sólidos. En cambio, si se considera que la sesión
prolongada se realiza dentro de un proceso y encuadre analíticos y se trabaja
como tal, los argumentos opuestos a practicarla pierden validez.
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D I S C U S I O N
A)
Al principio de este trabajo anuncié una definición operacional mínima de la sesión
prolongada (pág. 4) que a la luz de la información recopilada reformulo y preciso, al mismo tiempo
que, para distinguirla, defino otros procedimientos análogos practicados por los analistas de la
A.M.P.A.G.
Es una sesión de tres a seis horas de duración que se realiza generalmente al mismo día y
lugar de la sesión regular ampliado el tiempo de ésta. Se propone cuando se requiere contar con
un mayor espacio para elaborar un evento traumático, una emergencia, o un problema grupal,
cuya naturaleza, significado o intensidad desbordan el tiempo regular. Utiliza fundamentalmente
técnicas verbales y no incluye comida, ni terapeuta invitado.
SESION PROLONGADA
Es una sesión de seis a doce horas de duración, que se realiza con un grupo terapéutico
constituido, en sábado, domingo o día festivo. Su objetivo es la movilización del grupo y de los
individuos para lograr mayor intensidad y profundización en el proceso terapéutico. Aplica tanto
técnicas verbales como de acción, puede incluir un terapeuta invitado y se suele compartir una
comida. Generalmente se realizan en el mismo lugar de trabajo, pero no se pernocta.
Es una sesión de doce a cuarenta y ocho horas de duración continua (solo se interrumpe
para descansar y tomar alimentos), en el lapso de dos o tres días, que ocurre en el mismo lugar
de la sesión regular o en otro, incluso fuera de la ciudad. Implica una mayor convivencia ya que
se participa de varias comidas en común y se puede pernoctar en el mismo lugar. Se realizan con
un grupo terapéutico constituido o con pacientes atendidos individualmente que se agrupan sólo
para la ocasión. Usa siempre técnicas de acción y cuenta con la presencia de un terapeuta
invitado. Su objetivo es incrementar el impacto de la movilización y profundización en el proceso
terapéutico mediante el trabajo grupal intensivo contínuo.
B)
La dificultad teórica y metodológica más importante en relación con la sesión prolongada
se refiere a cómo integrarla dentro del modelo del análisis grupal tal como lo define Carrillo (1988):
marco teórico multi e interdisciplinario organizado por el eje teórico metodológico psicoanalítico.
(p.43).
Como salvar, entonces, las contradicciones aparentes que implica su práctica desde lo
psicoanalítico. Qué hacer, pues, con las modificaciones al encuadre espacio-temporal; con el uso
de técnicas de acción; la inclusión de otro terapeuta; y con la comida compartida y la convivencia
concomitante.
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Anzieu (1978ª p.14), por su parte define al psicoanálisis aplicado como al conjunto abierto
y siempre en desarrollo de las prácticas concretas del método del psicoanálisis general y afirma
que no hay ningún campo de manifestación de los efectos del inconsciente en que el método
psicoanalítico sea inaplicable y que la tarea consiste en descubrir los efectos específicos del
inconsciente en una esfera particular y determinar las transposiciones requeridas del método
general en función de los sujetos analizados y de la naturaleza del objetivo.
En nuestro medio González Ch., citado por Díaz Portillo (1988 p.14), considera que una
terapia es psicoanalítica en cualquier contexto si reconoce la existencia de la represión; hace
consciente lo inconsciente mediante la interpretación de las defensas y de las resistencias; toma
en consideración la transferencia y la contratransferencia en la comprensión del material
psicológico y acepta que el conflicto intrapsíquico tiene un referente evolutivo genético.
Las citas anteriores indican los requerimientos teóricos y metodológicos para que un
instrumento psicoterapéutico, en este caso la sesión prolongada, pueda ser considerado dentro
del marco conceptual psicoanalítico.
Sigo el concepto de Bleger (1975p. 243) de «ruptura que forman parte del encuadre».
Prefiero utilizar el término modificación («cambio que no altera la esencia», Pequeño
Larousse Ilustrado, 1989) a ruptura; por modificación entiendo el uso de un recurso
técnico del analista en el respeto al encuadre.
Meltzer (1976) refiere que: no obstante lo importante que la interpretación pueda ser para
la «curación» y el insight, no constituye la tarea principal del analista en lo que hace al
establecimiento y mantenimiento del proceso analítico. Esto último se efectúa mediante la
creación del «encuadre» en el cual los procesos transferenciales de la mente del paciente pueden
encontrar expresión. (pp.20-21).
Para él, creación del encuadre modula la ansiedad: se da a través de la reiterada vivencia
que tiene el paciente en análisis de que hay un lugar donde la expresión de sus procesos
transferenciales no será satisfecha mediante la actividad contratransferencial, sino solamente
mediante la actividad analítica, es decir, una búsqueda de verdad. (Para esto) es necesario que el
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encuadre reduzca al mínimo las interferencias en el desarrollo de su transferencia, tales como las
que podrían ser causadas por la intrusión de realidades externas en el encuadre. (p.21).
«no proceso» en el sentido de que son las constantes dentro de cuyo marco se da el
proceso y corresponde más a una estrategia que a la técnica (…) un proceso sólo
puede ser investigado cuando se mantienen las mismas constantes: dentro del
encuadre psicoanalítico incluimos el rol del analista, el conjunto de factores
(espacio)ambiente temporales y parte de la técnica (e la que se incluye el
establecimiento y mantenimiento de horarios, honorarios, interrupciones regladas,
etc.). (p..236)
Anzieu (1978a p. 22) considera al encuadre como el referente simbólico instituyente en los
grupos y en relación al cual se realiza toda la labor terapéutica. Así, el analista asume su función
en referencia al sistema de reglas que el encuadre impone, en tanto que permite a paciente
abandonarse a la angustiante experiencia del proceso primario y desplegar sus transferencias
bajo la protección de ese mismo sistema simbólico.
Las citas anotadas dan cuenta del sentido, importancia y significado del encuadre y
subrayan su carácter de constante, esto es, de su invariabilidad como requisito fundamental que
sostiene su inclusión en la práctica psicoanalítica.
¿Cómo, entonces, conciliar la modificación del encuadre que ocurre al instaurar la sesión
prolongada en un grupo analítico regular, con las características descritas del encuadre?
Bleger (1975 p. 242 y sigs.) dice que el encuadre es «la más perfecta compulsión de
repetición», que «en realidad hay dos encuadres: uno, el que propone y mantiene el psicoanalista,
aceptado conscientemente por el paciente y otro el ‘mundo fantasma’ «producto de las
proyecciones y vínculos simbióticos del paciente. Al igual que en las instituciones, en el encuadre
se depositan, resguardan y ocultan las partes más primitivas, indiferenciadas y psicóticas de la
personalidad, y así pueden pasa inadvertidas, pues sólo se evidencian cuando aquel se rompe o
amenaza romperse.
El mismo autor plantea que cuando el analista rompe el encuadre, por ejemplo, por alguna
cancelación de sesión, ruptura que forma pare del encuadre mismo, se abre una «grieta»,
aparecen los contenidos del «mundo fantasma», se ponen de manifiesto y se abre la posibilidad
de trabajarlos.
Lo anterior no significa que debamos romper el encuadre en el sentido que lo definí líneas
arriba –como una falla el analista en el respeto al mismo- pero sí su modificación dentro del
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encuadre, ya que nos ofrece la perspectiva de considerar a la sesión prolongada como una
estrategia analítica de gran utilidad.
La sesión prolongada además de ser una modificación al encuadre dentro del encuadre,
supone la creación de un nuevo encuadre. Se estaría hablando entonces, de dos encuadres: un
encuadre habitual y un encuadre transitorio o más bien de un subencuadre dentro del encuadre
original que lo abarca y lo contiene. Una vez cumplido su cometido, ese subencuadre se repliega
al original, lo que en él ocurrió se continúa elaborando y queda solamente como referente, y como
un recurso del que se puede hechar mano en cualquier momento.
En el análisis de las entrevistas a los analistas que utilizan la sesión prolongada se vio que
existen dos criterios en relación a considerar a la sesión prolongada igual o diferente de las
sesiones regulares. Vista la sesión prolongada como una modificación al encuadre dentro del
encuadre, que tiene su propio encuadre, no puede ser considerada como una continuidad
indiferenciada en el tratamiento analítico grupal. Es pertinente concebir a la sesión prolongada
como un evento extraordinario, como un paréntesis dentro del tratamiento, como un espacio
transicional entre una sesión regular y otra, con cierta calidad distinta a la sesión regular y que,
como reportan Radosh y Laborde (1987p. 28), tiene su propia continuidad. Se podría incluso decir
que se trata de dos procesos que aunque se entrecruzan y se continúan, pueden ser
diferenciados.
3. ¿Qué modificaciones se pueden hacer al encuadre que no signifiquen una ruptura del
mismo?
a) El aspecto contractual.
Este, en términos de Del Cueto y Fernández (1985 pp.50 y sigs.) «condensa las formas
que un grupo adopta para su funcionamiento». Comprende acuerdos acerca de la
fecha y lugar, intercambio tiempo-dinero: duración y frecuencia de las sesiones y
honorarios.
b) El aspecto de la técnica
Esta, tradicionalmente, privilegia lo verbal e incluye por parte de los pacientes: la libre
comunicación y la no omisión y por parte del analista: la atención flotante y la labor
interpretativa.
c) El aspecto normativo.
Sus elementos conforman la esencia del sistema simbólico de reglas: aquellas que en
primer término lo fundan, la abstinencia(*) y la reserva analítica (**) y sus derivadas, la
discreción(***) y la restitución(****).
Etchegoyen (1988 p. 27-29) señala que Freud tipificó la actitud mental del analista en dos
normas necesarias para establecer y mantener la situación analítica: la abstinencia y la reserva
Por lo que toca a los aspectos técnicos , la posición del analista permanece invariable en lo
que se refiere al uso de la palabra mediante la interpretación. Esta posición del analista
corresponde, en primer término, a las propias verbalizaciones de los pacientes y, luego, a la
lectura psicoanalítica de sus actitudes y conductas, esto es, de lo preverbal. La introducción de
técnicas que van más allá de lo verbal, -técnicas de acción susceptibles de un tratamiento y
traducción psicoanalíticas-, al campo del análisis grupal significan una modificación aceptable a la
técnica, pues su función es ampliar las formas de comunicación de los pacientes, para ser
analizadas en interpretadas en la misma forma.
4. Son varias las repercusiones que tienen lugar al instaurar las modificaciones en la
sesión prolongada.
En primer lugar en la sesión prolongada se subraya y amplifica algo que se observa en las
sesiones regulares: la creación de un espacio figurado utópico y ucrónico dentro del cual se
despliega el inconsciente. Es posible que esto suceda porque la sesión prolongada adquiere una
connotación que se asemeja a los «ejercicios espirituales de encierro»; implica un aislamiento de
la vida cotidiana para dedicarse de lleno al trabajo analítico, significa «un alto en el camino» para
meterse en uno mismo y cambiar.
Kaâs citado por Anzieu (1978a pp.37-39), señala en relación con el grupo T, que el grupo
se presenta como un «paréntesis»; los pacientes «se retiran», el grupo toma un carácter
simbólico, ocupa el lugar del fantasma, el espacio imaginario en el que el inconsciente dispone las
representantes-representativas de los deseos reprimidos, desrealizados, simbolizados; el grupo
ayuda a los participantes a apartarse del lugar al que su deseo inconsciente lo ha fijado, acosado
por el entorno social y les permite encontrar su puesto como sujetos.
Bajo este rubro se incluyen una gama de procedimientos no analíticos que han sido
incorporados a la práctica de la SP.
Esto obedece, según Fontana y Loschi (1982 pp. 43-63) a una omisión que hace la técnica
psicoanalítica: ésta, en sus fundamentos teóricos, subraya la importancia del primer periodo de la
vida, previo a la aparición de la palabra, donde el cuerpo es hegemónico y significativo en la
constitución de la personalidad; sin embargo, señalan, la técnica poco se ocupa de ese referente
original y privilegiada al lenguaje. En ese sentido, introducir las técnicas preverbales, el registro
del cuerpo, a la técnica, según estos autores, complementa la visión del proceso psíquico y
mejora la aplicación terapéutica.
González J.L. y Döring, R. (1988) afirman que las técnicas de acción posibilitan la inclusión
del cuerpo y que el psicodrama y otras técnicas movilizadoras restituyen al ser humano su
integridad psicosomática: dar espacio a lo sensorio-corporal hace que la elaboración terapéutica
sea más profunda y completa.
En sus términos:
Las técnicas dramáticas no solo movilizan sino que recuperan el sentido de las
palabras especialmente en aquellos pacientes que llevan muchos años en
tratamiento y han creado un alto grado de psicologismo. (p.201).
Por su parte, Campuzano e Izaurieta (1987 p.43) advierten del cuidado que cabe tener
operativa y epistemológicamente en la integración de técnicas de acción de origen no
psicoanalítico al tratamiento analítico grupal.
En el nivel epistemológico, difiero con algunas prácticas como la de Mullan (1978 pp.142-
143) ya que rompe una regla fundamental del método psicoanalítico. Mullan hace la SP desde la
influencia de los grupos de encuentro de Rogers por lo que considera a la «autenticidad» como el
logro de ese objetivo iniciar la sesión con un sueño de terapeuta, con lo que transgrede la norma
de la reserva del analista. El mismo caso sucede con las técnicas de masaje que utilizan Fontana
y Loschi pues implican una ruptura de la regla de la abstinencia.
Hay otro riesgo en relación con las técnicas de acción: que se presten a la dilución del
trabajo terapéutico, no contribuyan al proceso y más bien se signifiquen como técnicas
espectaculares o divertidas pero irrelevantes.
pensar en imágenes, mismas que luego tienen que ser traducidas a lo verbal lo que implica una
tarea más vasta. Tal oposición a la aplicación de las técnicas de acción y correlativamente a las
sesiones prolongadas en donde ser realizan, se fundamenta menos cuando reconocemos que,
entre otras cosas, el método psicoanalítico tiene como parte fundamental lograr que la
representaciones oníricas, las escenas fantaseadas y las sensaciones oníricas, las escenas
fantaseadas y las sensaciones corporales, devengan en imágenes para se luego simbolizadas y
verbalizadas.
Si suponemos que las técnicas de acción dan cuenta del registro corporal e insinúan los
respectivos registros resal, imaginario y simbólico del mismo, este solo efecto les confiere utilidad
y relevancia para incluirlas en la práctica clínica.
Reitero que las técnicas de acción deben ser sometidas a la lectura analítica en tanto
develan el conflicto inconsciente y posibilitan su análisis y elaboración.
Es frecuente que el grupo analítico regular sea atendido por dos analistas que trabajan
bajo el acuerdo de una coterapia, ya sea de pares o docente-alumnos con fines de entrenamiento
en la Clínica de la A.M.P.A.G. La experiencia y literatura desarrollada en la Asociación sobre el
tema es amplia (Díaz de Mathmann, C., Döring R., Guerra, T., Márquez, O. «La Coterapia»
(1978); Díaz Portillo, I., Guadarrama, J., Ramos, V., Socorro, H., Vives, J. «Dinámica de la
relación experto candidato» (1983); Aurón, F., García Barrientos, J. «Análisis de espacio
interterapéutico» (1987) y da cuenta de múltiples y diversos aspectos de la relación coterapéutica,
sin embargo es pertinente hacer algunos señalamientos sobre la coterapia en la sesión
prolongada.
En el caso que nos ocupa y sea cual fuere el número de terapeutas del grupo regular, la
mayoría de los entrevistados suelen invitar a otro terapeuta para esa sola ocasión.
De cualquier manera es indispensable que exista pleno acuerdo entre los coterapeutas, se
respete el sistema de reglas y establezcan un diálogo abierto y sincero. De la Aldea (1985 p.34)
confiere categoría de norma al diálogo intertransferencial y lo pone como la condición que
posibilita el trabajo coterapéutico en un grupo.
c) La comida compartida.
Dado el largo tiempo que dura experiencia, la comida es en principio una necesidad
operativa de la misma. Sea compartida o no por analistas y participantes, tiene un profundo
sentido simbólico.
26
Para Radosh y Laborde (1987) la comida compartida con el grupo está indicada, es
analizable y provee de un rico material simbólico y fantaseado; previenen, no obstante, que el
analista no sea el que aporte los alimentos para no instaurarse como una imago de madre nutricia.
La comida compartida –en el contexto de una sesión prolongada que contienen un sentido de
retiro y aislamiento de la vida cotidiana- establece entre los comensales una especie de lazo
sagrado, fantasías de unidad del grupo y cohesión que asemejan a aquellas atribuidas al mítico
banquete totémico.
d) La planeación
La práctica y resultados óptimos de una sesión prolongada corre pareja con una
planeación cuidadosa que comprende, en primer lugar, la inclusión de su enunciado y
futura realización desde el encuadre; en segundo lugar, repensar al grupo y a los
individuos, detectar y atender conflictos y resistencias; luego, definir los objetivos, las
técnicas a utilizar y la forma de participación del analista invitado. La planeación no debe
invalidar la plena prioridad que tiene el proceso del grupo en la sesión prologada. Una
planeación bien realizada previene riesgos.
(*)
Basado en el concepto de Fenichel, O. «Teoría psicoanalítica de la neurosis», Editorial Paidos, México 1987. (pag.
141).
27
En todo caso, de acuerdo con Anzieu (1978a) la prevención de actings, quiebres psicóticos
y perversiones obtiene del sistema de reglas su fundamento teórico y práctico. Advierte, citando a
Missenard, que cuando el terapeuta no percibe esta organización simbólica o no la respeta,
alienta el desencantamiento de efectos inconscientes fuera de las condiciones que posibilitan su
comprensión y tratamiento, el delirio, la tentativa de suicidio, el accidente, el delito, acaban por
constituir las únicas salidas prácticas cuando los mecanismos de defensa habituales han sido
desmantelados y los impulsos circulan sin ser ni reconocidos ni verbalizados (pp.22).
Agrega que la observación clínica confirma que estas eventualidades se producen cuando
los coterapeutas están separados por divergencias profundas o cuando el analiza espera del
grupo la satisfacción real de una instancia pulsional, mientras que estas eventualidades no
ocurren o lo hacen de forma fácilmente reversible si los analistas trabajan coherentemente con el
sistema el simbólico de reglas y, en su caso, recurren al análisis intertransferencial.
De acuerdo al momento del proceso que curse un grupo regular (inicio, parte media o
cerca de la terminación) existen diferencias en las respectivas sesiones prolongadas. La mayoría
de los analistas de la A.M.P.A.G. no aplican el procedimiento al inicio, más bien lo hacen en la
parte media o cerca de la terminación arguyendo la necesidad de trabajar con un grupo bien
cohesionado.
Sería interesante saber de las características y efectos de la sesión prolongada al inicio del
proceso, sobre todo en los grupos a tiempo limitado con objetivos específicos. Carrillo
(comunicación personal) sugiere que esta práctica realizada en esa etapa permitiría enunciar y
proponer los mecanismos de funcionamiento y lograría la integración del grupo y el
establecimiento de la cultura grupal.
Es conclusión, para que la sesión prolongada pueda ser considerada como un instrumento
terapéutico del análisis grupal, además de basarse en la teoría y técnica psicoanalíticas, habrá de
cuidar que su encuadre se encuentre institucionalizado en el encuadre inicial de la sesión regular,
que se plantee de una manera clara y definida; que no haya modificaciones en la relación analista-
grupo-paciente; que no se transgredan las reglas de abstinencia, reserva analítica, la discreción y
la restitución y que la inclusión de otro terapeuta y la técnicas de acción discurran dentro de los
límites señalados.
28
C O N C L U S I O N E S
La sesión prolongada es una práctica utilizada con frecuencia por los analistas de la
A.M.P.A.G. tanto en su ejercicio privado como en el institucional.
Se define como una práctica que implica la ampliación del tiempo y la introducción de
técnicas de acción, entre sus principales elementos.
Su utilidad analítica y terapéutica radica en que pone de manifiesto aspectos que pueden
permanecer ocultos dentro del encuadre de la sesión regular verbal, posibilita su análisis y
elaboración y facilita la movilización de las defensas y resistencias individuales y grupales
consta que permite trabajar a mayor profundidad e intensidad.
1) Ser planteada desde el encuadre inicial para que forme parte del referente simbólico y
de esta manera quede institucionalizada dentro del tratamiento analítico grupal.
3) Que tanto las características del encuadre de la sesión prolongada como el proceso de
la misma no lesionen la situación y la relación analítica.
5) Utilizar únicamente técnicas de acción que puedan ser integradas dentro de la teoría y
la técnica psicoanalítica y que no impliquen la ruptura de las reglas.
6) Que no haya modificaciones en el lugar y rol del analista cuando haya un terapeuta
invitado, definiendo y explicitando el rol del segundo.
Si este estudio logra despertar interés e indicar algunas de las líneas a seguir
profundizando habrá cumplido ampliamente su propósito.
30
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Anzieu, D., Bejarano, A., Kaâs, R., Missenard, A., Pontalis, J. B. El trabajo psicoanalítico en los
grupos. Ed. Siglo XXI. México, 1978b.
Carrillo, J.A. (1984) Análisis grupal de duración limitada. Apuntes para un modelo. Rev. de
Análisis Grupal, Vol. IV (1) México. 1987.
Carrillo, J.A., González, J.L., Jinich, A., Radosh, s. (1975) Introducción de técnicas dramáticas
en la psicoterapia analítica de grupo en Psicoanálisis y grupos. Ed. Pax, México. 1988.
Del Cueto, A.M., Fernández, A.M., Scherzer, A., Smolovich, R., Moccio, F., Kesselman, H.,
Langer, M., Pavlovsky. E., Bauleo. A., Fasché., A. Lo grupal. Ed. Búsqueda, Buenos Aires, 1985.
Díaz Portillo, Isabel. (1988) Terapia grupal breve. Rev. de Análisis Grupal. México. Vol. V (4)
Fontana, Alberto, E. y Loschi, Julio a. Sesión prolongada, más allá de los cincuenta minutos.
Gedisa , Argentina. 1982.
González de Gutiérrez, V. El cambio de encuadre en tres grupos terapéuticos, que han sido
trabajados en una forma tradicional durante un período aproximado de siete años. Inédito.
A.M.P.A.G. México. 1991.
31
Gottschalk, L. A. y Houser, E.M. Sensitivity Groups, Encounter Groups, Training Groups, and
the Laboratory Movement. En Kaplan, H. I., Sadock, B.J. Comprehensive Group Psychtherapy.
Ed. Williams & Wilkins, Baltimore/London. E.U.A. 1983.
Mullan, Hugh. (1962) The Extended Session in analitic Group Therapy en Rosenbaum, M. y
Mullan H. Group Psychotherapy Theory an Practice. The Free Press, N.Y. E.U.A. 1978.
Radosh Silvia y Laborde, Walter (1984) La sesión prolongada en el análisis grupal, vía de
profundización. Rev. de Análisis Grupal, Vol. IV (1) México. 1987.
Rodrigué, E. y T. De Rodrigué, G. El contexto del proceso analítico. Ed. Paidos, Buenos Aires.
1966.
A N E X O “A”
Se llamó a todos los miembros de la Asociación y se logró establecer contacto con 55 los
resultados fueron como sigue:
21 Solamente en el consultorio.
5 de ellos suelen asistir, además, como coterapeutas a sesiones prolongadas con grupos
de otros colegas.
5 de ellos suelen asistir, además, como coterapeutas a sesiones prolongadas con grupos
de otros colegas.
2 Falta de tiempo.
3 No dieron razones.
33
A N E X O “B”
respuesta de 1 a 3 personas
“ “ 4 a 7 “
“ “ 8 a 11 “
“ “ 12 a 14 “
1.- FECHA
2.- DURACION
En un solo día:
De 8 a 12 horas.
De 4 a 6 horas.
14 horas.
3.- LUGAR
En la ciudad:
En el consultorio privado o en otro más amplio.
En las instalaciones de la de A.M.P.A.G.
34
Fuera de la ciudad:
En una casa prestada.
En un hotel o casa rentada.
4.- FRECUENCIA
5.- COSTO
Bebidas Alcohólicas
No se usan bebidas alcohólicas
Incluye sólo vino de mesa con moderación como parte del ambiente de
relajación
Hay bebidas alcohólicas con medida.
Técnicas psicodramáticas, rol playing, escenas, cambio de roles, doblajes etc
Consignas, terapia de acción.
Ejercicios de imaginación, ensueño dirigido
Relajación.
Gestalt «silla caliente»
Ejercicios físicos de «calentamiento».
Lectura y expresión de la imagen corporal.
Ejercicios de creatividad: instrumentos musicales, papel y colores, plastilina,
barro, máscaras, etc.
Bioenergético.
Filmar videotape y pasarlo luego a los pacientes.
35
Planean con el grupo aspectos formales tales como fecha, lugar, comida
y convienen en que no quede cerca de vacaciones y avisan con un mes o
mes y medio de anticipación.
Piensan en el grupo y en los pacientes, definen objetivos para la sesión
prolongada y hacen una cierta planeación pero siempre dan prioridad al
proceso en la sesión prolongada.
Planean el tiempo aproximado de duración de la sesión prolongada
calculando hora y media por cada paciente.
No hacen ninguna planeación del contenido ni del proceso de la sesión
prolongada.
Solo planea cuando se trata de un tema específico.
9. DESARROLLO DE LA SP.
Es indispensable.
Muy importante porque el trabajo s agotador; es primordial el diálogo
interclínico y lo que significa como supervisión del trabajo; si un paciente se
pone mal el otro puede atenderlo; el compañero sirve como continente para
las angustias del otro. El problema en el consultorio es el económico en
A.M.P.A.G. se deben hacer siempre en coterapia.
Importante; enriquece pero lo complica, lo principal importante es que no
haya rivalidades, narcisismos suceptibles, ni problemas personales.
Muy útil, pero tiene que ser una persona muy amiga con quien haya una
identificación conceptual; si el otro actúa diferente a uno, no pensar que «la
regó» sin tratar de ver lo que el oro está viendo y complementarlo.
Tiene que ser alguien lo más aséptico posible, alguien de fuera que sea
respetuoso del grupo y de uno y no llegue como el Mesías; alguien con quien
se pueda entablar un diálogo no persecutorio.
Permite repensar al grupo, entender más a los individuos y al grupo; es una
forma de autosupervisión; es más fácil trabajar con un grupo con mayor
cohesión y motivación; se obtiene más información sobre los pacientes.
Económicamente conviene, es una manera de no perder ingresos si el
analista se va a ausentar unas semanas.
Da una gratificación narcisista, da mucha satisfacción.
Es agradable trabajar en un ambiente más suave, gusto por convivir con los
pacientes, es muy divertido.
DEFINICION
Indispensable.
Altamente recomendable.
Util.
Muy útil para tratamientos breves.
Si no se saben manejar las técnicas de acción se puede llevar a una paciente
a un quiebre psicótico.
Actuaciones impulsivas sexuales, agresivas o autodestructivas.
Si se sabe lo que se esta haciendo, no implica riesgo alguno.
Deserciones.
No hay riesgo, si un paciente tiene un momento psicótico éste es una
posibilidad de resolver el conflicto. Si se sabe contener y manejra, se trabaja
y se resuelve.
Si hay riesgos por la regresión, no creo en la regresión óptima. Aparece un
material: lo dejas ser o lo tapas; puede haber acting in, acting out o quiebre,
pero puede ser una avance.
Puede haber mayores resistencias como consecuencias de una sesión
prolongada mal llevada.
Que la experiencia sea traumática porque no se regule la intensidad que el
paciente pueda soportar. La sesión prolongada tiene una mayor capacidad
de penetración e impacto que la sesión regular.
Si el terapeuta es autoritario e incisivo puede provocar un quiebre.
No hay riesgos; los pacientes que se quiebran son muy narcisistas y quieren
llamar la atención.
42
A N E X O “C”
Ya que solamente entrevisté a tres personas, no clasifiqué los resultados por frecuencia
de respuestas, más bien presento una síntesis de sus comentarios.
ENTREVISTA 1
Considero a los grupos a tiempo limitado y a la sesión prolongada como respuestas a las
necesidades de entrenamiento, pero no como formas de tratamiento psicoanalítico que permitan
conseguir mutaciones reestructurativas.
La sesión prolongada es muy dramática, pero sus resultados son efímeros. Las técnicas
de acción ponen a funcionar otra estructura de pensar, esto es, pensar en imágenes en vez de
hacerlo verbalmente y finalmente tiene que ser retraducido a términos verbales. Pienso que el
uso de técnicas no verbales dentro de un proceso analítico es como regresar a la psicología de
1895, y ya sabemos que el insight no basta. Hacer dramatizaciones tiene que ver con la urgencia
terapéutica, con la actuación de la contratransferencia. No obstante, si el analista entiende por
qué quiere dramatizar, puede devolverlo como interpretación.
Modificar el encuadre tiene un precio muy alto; cambiar parámetros implica saber cómo y
para qué. Se tiene que entender de dónde viene la demanda de una sesión prolongada. Romper
la abstinencia por satisfacer el deseo de mayor tiempo y atención del analista es obturar el
análisis.
La sesión prolongada y las técnicas de acción, manejadas por un terapeuta hábil, pueden
ayudar a romper resistencias en un paciente con un Yo fuerte y puede ser una experiencia
enriquecedora desde lo individual, pero en grupo tiene el riesgo de que la experiencia sea
traumática, lo que puede ayudar a uno, puede quebrar a otro, no hay necesidad de eso. Existen
otras maneras de trabajar las resistencias, con un paciente difícil, por ejemplo, un colega, se
puede trabajar con el superyo, con las resistencias del ello, con la viscocidad de la libido con las
ganancias secundarias. Para emergencias se tiene otras alternativas, se puede hacer una sesión
extra individual o grupal.
En los grupos a tiempo limitado y objetivos focalizados, sí es útil una sesión prolongada; si
se planea de acuerdo a objetivos focalizados y si está planeada desde el encuadre. Es más útil
que el psicoanálisis clásico y de mayor beneficio social pero no si se pretende hacer una
modificación estructural.
ENTREVISTA 2
El problema de la sesión prolongada es con que parámetro y desde que teoría se hace.
Utilizar técnicas de acción, comer con los pacientes, darles más tiempo, no creo que ayude al
proceso. Además, propicia actings y el pasaje al acto no es elaborable.
43
El analista de grupo debe estar callado, abstinente, al hablar sin interpretar tapa la fantasía
inconsciente, si no se trabaja con el deseo, todo lo que se hace no tiene nada que ver con
psicoanálisis. El analista debe darse tiempo para pensar, saber, escuchar, tolerar la ansiedad y
tener claro un referente teórico desde donde interpretar. Muchos analistas no interpretan, más
bien explican, aconseja, apoyan y trabajan desde la ilusión grupal; han dejado el psicoanálisis, en
sus publicaciones no aparece nunca Freud.
ENTREVISTA 3
No hago sesión prolongada porque no existe una elaboración teórica que garantice que el
cambiar el encuadre no interfiere el proceso regular; además, no trabajo con coterapeuta por lo
que sería muy difícil y fatigosa. No incluiría un coterapeuta para la sesión prolongada porque se
provocaría una disociación de la transferencia, significaría introducir al grupo un factor extragrupal
y no tendría sentido, lo considero un elemento disruptivo.
Mi línea puede ser compatible con la sesión prolongada, pero el problema es como
encontrar una elaboración teórica que permita estar seguro y cómo de que lo que se hace en la
sesión prolongada no perturba lo que se hace en las sesiones regulares.
Una sesión prolongada es importante por la intensidad del trabajo, por el mayor espacio de
elaboración y por la movilización, pero lo que sucede en una sesión prolongada de todas maneras
surge en el trabajo cotidiano. No entiendo a la movilización tiene que ver con la intensidad del
trabajo que no se da en la sesión regular.