permanezco de pie bajo la mística luna. Un vapor de opio, como de rocío, tenue, se desprende de su dorado halo, y, lentamente manando, gota a gota, sobre la cima de la tranquila montaña, se desliza soñolienta y musicalmente hasta el universal valle. El romero cabecea sobre la tumba; la lila se inclina sobre la ola; abrazando la niebla en su pecho las ruinas se van a dormir. Parecido a Leteo, ¡mira!, el lago parece que se entrega a un sueño consciente y no despertaría por nada del mundo. ¡Toda la belleza duerme! Y ¡mira dónde reposa Irene, con sus destinos!