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Una disciplina segmentada.

Escuelas y
corrientes de las ciencias políticas: Gabriel
Almond.
Introducción.
A estas alturas de mi carrera universitaria, en sexto semestre de la licenciatura en
ciencias políticas y administración pública, he visto lo que verdaderamente significa
estudiar esta carrera. Pero entonces es cuando me pregunto, ¿por qué mis compañeros
y yo estamos estudiando esto? Puedo responder que en primer semestre lo que
buscaban era ser políticos, y yo creí que tal vez podría encontrar mi camino en las
ciencias sociales, realmente no tenía una visión mía a futuro con esta profesión.

Las decisiones se tomaron y aquí estoy, redactando este reporte sobre las tesis de Gabriel
Almond. Esto me hace llegar a otra cuestión: ¿por qué queremos saber ciencias políticas,
de que nos servirá en la vida laboral aprender qué es el conductismo, el nuevo
institucionalismo y la elección racional, sí lo único que quieren es el título para poder
encontrar trabajo? Las respuestas a estas cuestiones pueden ser varias y la mayoría
certeras (para mi punto de vista): no saben lo que realmente quieren, no era lo que
esperaban, quieren dedicar su vida a la política, quieren dar clases, o les gustaría
cambiar la realidad social en la que están viviendo. Todo lo anteriormente dicho es sólo
una percepción personal y no debería ser tomada como una realidad ya que no tengo
argumentos científicos ni estadísticos para comprobarlo, claro que hay estudiantes a los
que les gusta y les apasiona las ciencias sociales. Pero en mí caso y en la realidad en la
que me encuentro, hay alumnos que no saben a estas alturas que es política ni mucho
menos ciencia política.
Todo esto es debido a que nos encontramos en una época en la que las ciencias sociales
y en especifico las ciencias políticas, ya no son lo que eran antes, el mundo se vuelve
cada vez más complejo, la filosofía es la única que aun tiene los elementos para poder
estudiarla, pero las ciencias sociales, a pesar de tener toda esa vasta metodología ya no
aporta nada. Actualmente sólo se llega a hacer análisis político, pero tiene mucho que
ya no se crean leyes ni teorías al respecto sobre la conducta humana, el poder, el Estado
o el sistema político.
La política siempre ha sido un tópico del interés humano y algo que desde siempre ha
sido explicado desde el punto de vista filosófico, sociológico y científico. Este tema
históricamente ha sido objeto de innumerables estudios y escritos que tratan de
encontrar una explicación o idealización de lo que se debería hacer y científicamente lo
que realmente se hace.
Con todo lo anteriormente dicho seguiremos con el tema a tratar:
Mesas separadas: escuelas y corrientes en las ciencias políticas.
Las ciencias políticas cayeron en crisis durante la década de 1980, debido a que su
estatus como ciencia se puede poner en duda debido a la división de varias escuelas que
tienen su propia definición de ciencia política. Metafóricamente Almond lo define así:
“las diversas escuelas y corrientes de las ciencias políticas se encuentran actualmente
sentadas ante mesas separadas, cada una con su concepción de lo que deben ser las
ciencias políticas, protegiendo un núcleo oculto de vulnerabilidad.”
Esta forma de ver la separación de las diferentes escuelas de la ciencia política es el
principal problema que provoca la poca producción de resultados de “verdadera
ciencia” que puedan ser comprobables medibles y explicables. Más adelante nos explica:
“Las ciencias políticas adoptaron las características metodológicas y de organización de
la ciencia –institutos de investigación presupuestos en gran escala, el uso de métodos
estadísticos y matemáticos, etc. La ciencia política ha prosperados materialmente, pero
no es una profesión feliz (p.40).” Es al final de la segunda guerra mundial cuando esta
disciplina tiene que adoptar métodos de rigor científico.
La ciencia política está dividida en dos dimensiones. Una es ideológica, y otra es
metodológica. En la dimensión metodológica están los extremos de blandos y duros. En
el extremo blando se encuentran los estudios clínicos y descriptivos: se usa el ejemplo
de los textos que explican otros textos, dando a relucir su verdadero significado
mediante el análisis del lenguaje empleado en ellos. También en el extremo blando se
encuentran los estudios filosóficos más abiertos a las pruebas empíricas y el análisis
lógico.
En el otro extremo del continuo metodológico, Almond nos explica, se encuentran los
estudios de carácter cuantitativo, econométrico y aquellos que contienen modelos
matemáticos; y lo más extremo podría ser la combinación de modelos matemáticos,
análisis estadísticos, experimentos u la simulación computarizada en la bibliografía
sobre opinión pública. Ejemplos extremos de este polo duro podrían ser las teorías
relativas al sufragio, la formación de coaliciones y la toma de decisiones en comités y
burocracias, implicadas en la comprobación de hipótesis generadas por medio de
modelos formales y matemáticos.
En lo referente al lado izquierdo del continuo ideológico aparecen grupos de la tradición
marxista, los teóricos de la política crítica, los dependencistas y los teóricos del sistema
mundial los cuales, según Almond: rechazan la posibilidad de separar al conocimiento
de la acción y subordinan a la ciencia política a la lucha por el socialismo. Desde el otro
extremo se encuentran los neoconservadores quienes defienden a la economía y al libre
mercado.
Después Gabriel Almond menciona que si combinamos estas dos dimensiones,
obtenemos las cuatro escuelas en las ciencias políticas: la izquierda blanda, la izquierda
dura, la derecha blanda y la derecha dura.
No hay cohesión entre las distintas corrientes de la ciencia política, cada uno de estos
extremos es sumamente visible y se imponen entre ellas como la más correcta. Una por
un lado es argumentativa o cualitativa, mientras que la otra es cuantitativa.
Con estos datos no extraña que esta no sea una profesión feliz, no es la primera opción
de muchos estudiantes jóvenes. Hay más estudiantes de derecho que estudiantes de
ciencia política.

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