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Resumen del libro TTA, 308-340

SALVACIÓN.

I. PALABRAS BÍBLICAS Y CONCEPTOS FUNDAMENTALES.

Por la acción de Dios los seres humanos son liberados del pecado y de Satanás, del sufrimiento y
de la muerte. En armonía con el AT, donde la salvación es pasada, presente y futura, una persona
que experimenta la salvación de Dios fue salvada (Rom. 8:24; Efe. 2:5, 8), está siendo salvada (1
Cor. 1:18; 15:2) y será salvada (Mat. 24:13; Rom. 5:9, 10). Lo que Dios hizo durante el éxodo es la
base de la esperanza de lo que hará para la redención de Israel en el futuro. En todo esto Dios fue,
es y será el Salvador. La parte que les toca a los seres humanos, al igual que en el éxodo, es estar
quietos y ver la salvación del Señor (Éxo. 14:13, 14; cf. 2 Crón. 20:17). Lo que el éxodo es para el
AT, la vida, muerte y resurrección de Jesús lo son para el NT.

Dios salva de muchas realidades negativas. En primer lugar, salva de aquello que pone en peligro a
las personas. En segundo lugar, Dios salva de situaciones o problemas difíciles o peligrosos. En
tercer lugar, Dios libra a la humanidad de su condición pecadora y sus consecuencias. Aquí la
Escritura habla de estado de perdición (Luc. 19:10), iniquidades o transgresiones (Sal. 39:8).

De acuerdo con las Escrituras, quienes reciben la salvación de Dios son los que, motivados por el
pacto divino de amor y gracia, se percatan de su necesidad y muestran una humilde dependencia
de él. Están abiertos y responden a Dios. En el NT se les llama personas de fe.

El pecado es más que una falta. Puede terminar en una acción, pero comienza como una
inclinación del corazón. Hablar del pecado como poder expresar la paradoja de que el pecado es
algo que hacemos, y que sin embargo precede y determina nuestra acción. La salvación de la
humanidad no es el resultado de un pensamiento divino posterior, o una improvisación necesaria
debido a un inesperado vuelco de los acontecimientos después de la entrada del pecado. Más
bien, la salvación resulta de un plan divino para la redención del ser humano formulado antes de
la fundación de este mundo (1 Cor. 2:7; Efe. 1:3, 14; 2 Tes. 2:13, 14) y se arraiga en el amor eterno
de Dios por la humanidad (Jer. 31:3). El pacto davídico está interconectado tanto con el
abrahámico (Eze. 37:24-27) como con el mosaico (2 Sam. 7:22-24). En este pacto, David sería el
príncipe y rey de Israel (v. 8; Jer. 30:9; Eze. 37:24, 25) y construiría la casa de Dios o el Santuario (2
Sam. 7:7- 13; Eze. 37:26-28). En ese lugar Dios habitaría con ellos, quien en los pactos abrahámico
y sinaítico manifestó que deseaba ser su Dios y que ellos fueran su pueblo. Las leyes sacrifícales
del pacto sinaítico eran una sombra de las buenas cosas por venir, no “la presencia misma de estas
realidades” (v. 1, NVI). De este modo, el tema del primero y segundo pactos en hebreos está
relacionado con el marco de pensamiento de la promesa-cumplimiento y el tipo-antitipo.

Jesús sobre el vestido de bodas (Mat. 22:1-14) Sin esa vestimenta la persona no tiene un lugar
legítimo en la boda a pesar de haber recibido una invitación. Sin esa vestimenta la persona no
tiene un lugar legítimo en la boda a pesar de haber recibido una invitación. Sin esa vestimenta la
persona no tiene un lugar legítimo en la boda a pesar de haber recibido una invitación.

La humanidad perdida espera la sentencia de muerte, la paga por el pecado. Mediante la


justificación una persona que está en una relación equivocada (rota) con Dios entra en una
relación correcta con él. Pablo no enseño que simplemente que Dios justifico a los impíos, si no
que justifico a los impíos que colocaron su fe y confianza en él. Aunque el perdón está a
disposición de todos, no todos serán perdonados. No hay perdón para los que atribuyen a Satanás
la milagrosa obra de sanidad que Jesús realiza a través del poder del Espíritu Santo (Mat. 12:31,
32), el así llamado pecado imperdonable. Pero también de la misma forma en que nosotros somos
perdonados por Dios, el espera que nosotros perdonemos a nuestros semejantes.

La justificación significa que se trata a los pecadores como si fueran justos. Y como, por causa de
Cristo, se les concede la vida en lugar de la muerte, se los trata como si no hubiesen pecado. Como
si fueran justos. Dios no nos ama por causa de la expiación, sino que por causa de su amor proveyó
la expiación.

en 2 Corintios 5:21: Dios “lo hizo pecado”. Dios hizo de Cristo una ofrenda por el pecado, y lo hizo
por nosotros. Esta evidencia señala que la muerte de Jesús no sólo representa a los pecadores (2
Cor. 5:14, 15), sino que los sustituye, porque a través de tal hecho Jesús lleva la culpa y el castigo,
el juicio y la ira, que los pecadores en forma personal tendrían que haber soportado. En la
predicación apostólica la reconciliación ya obtenida se proyecta hacia toda persona, y busca
alojamiento en la experiencia de los que creen.

los creyentes se convierten en hijos verdaderos de su Padre celestial, por lo cual ellos, o el Espíritu
de Dios, claman: “¡Abba, Padre!” (Rom. 8:15; Gál. 4:6). Se cancela su deuda de pecado, y se
convierten en herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rom. 8:17; Gál. 4:7).

Vivir en armonía con los requerimientos divinos no es intentar salvarse por obras. Por el contrario,
es modelar la vida de acuerdo con la libertad que Cristo provee. La indisposición a vivir de acuerdo
con sus requerimientos es rechazarlo como Mesías y al reino que trae consigo. Cristo no puede ser
rey de los que no están dispuestos a ser sus súbditos. arrepentimiento involucra una
transformación completa y radical de la vida. No presupone meramente la conversión, sino que es
la conversión en su nivel más profundo. Y como tal lleva a la salvación (2 Cor. 7:10) y a la vida
(Hech. 11:18).

Según lo presentado hasta ahora, la santificación se refiere a la separación que Dios realiza con un
pueblo para que le pertenezca y le sirva. De acuerdo con 1 Juan 3:2 nosotros, como creyentes, no
sabemos aun lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Cristo aparezca seremos semejantes
él. Hasta ese momento pasaremos por un proceso de purificación, siendo Cristo la norma de la
pureza. En el cielo mismo habrá un incesante acercamiento a él.

En Colosenses 3:1 y 2 Pablo agrega que como resultado de haber sido levantado con Cristo, el
cristiano buscará las cosas del cielo, donde está Cristo (Col. 3:12-4:6), en vez de las cosas
pecaminosas de la Tierra (Col. 3:5-9). De este modo, la participación del creyente en la realidad del
siglo venidero se manifiesta y se prueba por la manera en que la persona conduce su vida moral.
consecuencia de la unión de los creyentes con Cristo es que no necesitan, y por tanto no debieran,
dejar reinar al pecado en sus cuerpos mortales, para obedecer sus continuos deseos (Rom. 6:12).
se pide a los creyentes que cedan sus miembros a Dios como armas de justicia, en lugar de
cederlos al pecado como armas de impiedad.

Cuando nuestro Señor regrese, será la consumación del proceso de santificación que ocurrió al
principio de la vida cristiana.

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