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Todo comunica

Convivencia y comunicación

Todos los días vivimos situaciones con otras personas. Les miramos queriendo saber qué les pasa y nos
sabemos observados como si nos indagaran; les decimos cosas y escuchamos lo que nos dicen, intercambiando
información, opiniones, impresiones y generando sensaciones complejas. Suponemos intenciones y esperamos
que nos entiendan más allá de las palabras que les decimos. Esto ocurre sin que lo podamos evitar y se llama
comunicación.

Al nacer no conocíamos el lenguaje verbal, conocerlo y dominarlo nos tomó mucho tiempo. Sin embargo,
vimos el rostro de mamá o de los cuidadores significativos y rápidamente aprendimos a descifrar qué nos
expresaban, qué emociones y qué interacción con nosotros se estaba desarrollando. Antes que las palabras, ya
sabíamos leer el rostro de las personas. En el rostro humano los llamados tejidos blandos expresan las
emociones, por la acción de los músculos de la mímica. Sobre la superficie de los huesos del cráneo se
implantan más de cuarenta pares de músculos, de diversas formas y funciones, unos son gruesos y fuertes,
otros son finos y pequeños como el que eleva la comisura de los labios al sonreír y el que dilata los orificios de
la nariz al respirar con mayor intensidad, entre otros. De este modo el rostro permite una extraordinaria
expresividad que funciona paralelamente a las palabras que pronunciamos. Esto significa que somos capaces
de hablar con el rostro.

Entonces, lo que acontece en la comunicación resulta “axiomático”. Es decir, resulta evidente e irrefutable que
esa construcción desplegada entre las personas, desde que iniciamos un encuentro, se desarrolla siempre
según determinados fenómenos que es posible definir de modo explícito. Hay condiciones de hecho en la
comunicación humana que es imposible evitar. Es decir, ocurren impostergablemente.

La comunicación humana tiene aspectos que son propiamente literarios, o de la lingüística, como son la
pronunciación y el uso correcto de la gramática; hay otros aspectos que son propios de los sistemas
organizacionales, de la propaganda y de los medios de comunicación, que tienen que ver con la masificación.
Pero también hay aspectos que son más específicamente psicológicos, en el sentido de afectar dimensiones
emocionales, de comprensión cognitiva y de los afectos, pues a todos nos pasan cosas y nada de lo que ocurre
con otras personas resulta neutro. Comunicarnos es lo que está sucediendo desde el inicio hasta que nos
despedimos, con información y todo tipo de argumentos, pero también movilizando vínculos. Por eso, gracias a
un psicólogo experto de apellido Watzlawick, veremos cinco axiomas de la comunicación:

1. Es imposible no comunicarse:
Todo comportamiento comunica. Como no existe una forma contraria al comportamiento (algo así como un
«no comportamiento» o un «anticomportamiento»), tampoco existe la «no comunicación».

2. Toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal manera que el último califica
al primero, y es, por tanto, una metacomunicación:
En toda comunicación, además del significado de las palabras y de la información que ofrecen las palabras, se
da información sobre cómo el que habla quiere ser entendido, y cómo la persona receptora muestra entender
el mensaje; y cómo el primero ve su relación con el receptor de la información y el receptor ve su relación con
el emisor de la información.

3. La naturaleza de una relación depende de la gradación que los participantes hagan de las secuencias
comunicacionales entre ellos:
Tanto el emisor como el receptor de la comunicación estructuran el flujo de la comunicación de diferente
forma y, así, interpretan su propio comportamiento como mera reacción ante el del otro. Cada uno cree que la
conducta del otro es «la» causa de su propia conducta, cuando lo cierto es que la comunicación humana no
puede reducirse a un sencillo juego de causa-efecto, sino que es un proceso cíclico, en el que cada parte
contribuye a la continuidad (o ampliación, o modulación) del intercambio. Las secuencias fluyen, se estancan,
se cortan, se interrumpen, cambian de dirección o de ritmo…

4. La comunicación humana implica dos modalidades: la digital y la analógica.


La comunicación no es solo palabras habladas (comunicación digital: lo que se dice); también es importante la
comunicación no verbal (o comunicación analógica: cómo se dice). En el acto comunicativo, lo digital y lo
analógico funcionan de modo automático o controlado, en la medida que la atención del hablante esté puesta
en algo específico: que me escuchen, que me entiendan, decir toda la información que se requiere, hacerme el
interesante, engañar, mentir, seducir, etc.

5. Los intercambios comunicacionales pueden ser tanto simétricos como complementarios (asimétricos):
Si la relación de las personas comunicantes está basada en intercambios igualitarios, pues tienden a igualar su
conducta recíproca, es decir hablan de igual a igual; o si la relación está basada en intercambios aditivos, es
decir, donde uno y otro se complementan, produciendo un acoplamiento recíproco de la relación. Una relación
complementaria es la que presenta un tipo de autoridad (padre-hijo, profesor-alumno) y la simétrica es la que
se presenta en seres de iguales condiciones (hermanos, amigos, alumnos, etc.).

Para aterrizar, podemos aplicar a partir de las siguientes preguntas:


¿Qué efectos tienen los siguientes conceptos en la comunicación y luego, como consecuencia, en la
comunidad? La ironía, el ignorar al otro, las humillaciones, el sarcasmo…
La empatía, la asertividad, la contención, la congruencia….
¿Qué otros factores complican, y cuáles favorecen la comunicación?

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