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LLEVANDO EL CRÉDITO

A LA POBLACIÓN NO BANCARIZADA
L L E VA N D O E L C R É D I TO
A L A P O B L AC I Ó N N O B A N C A R I Z A D A :

Más oportunidades para los sectores de ingresos medios


y bajos en una economía más eficiente y formalizada

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b o da Siillveir
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ra
© Pablo da Silveira

De esta edición:
© 2010 Kedal S.A.
Todos los derechos reservados

Primera edición: setiembre de 2010

Producción editorial: Ariel Collazo


Edición de textos: María Cristina Dutto
Diseño y armado: Manosanta desarrollo editorial
Ilustración de tapa: Matías Bervejillo

ISBN: 978-9974-8269-0-8
Depósito legal: 15472
Hecho el depósito que indica la ley.

Impreso en Uruguay por Pressur Corporation S.A.


Printed in Uruguay
PRÓLOGO

Quiero agradecer a Martín Guerra que me haya pedido


prologar el libro de Pablo da Silveira. Primero, porque me
permitió leer un ensayo que aborda con inteligencia y rigor
un tema de actualidad para las agendas de negocios y de po-
líticas públicas de Uruguay. Segundo, porque me dio la opor-
tunidad de volver a leer un texto escrito por Pablo, algo que
me hizo recordar sus agudas y desafiantes columnas de los
semanarios Opción y Aquí a comienzos de los años ochenta.
Por su propósito, abordaje y contenido, el libro de Pa-
blo es una referencia obligada para quienes toman decisio-
nes de política que procuran promover la mayor inclusión
financiera de la población. Por ejemplo, el texto controvier-
te de manera fundada iniciativas frecuentes destinadas a
«proteger» a las personas de menores ingresos de prácti-
cas abusivas de las empresas financieras, e incluso muestra
cómo su puesta en práctica a veces conduce a resultados
opuestos a los deseados. Así, los topes a las tasas de interés
impiden una gestión adecuada del riesgo de las institucio-
nes financieras, algo que puede llevar a excluir a la pobla-
ción más riesgosa, precisamente la de menores ingresos.
En un mismo sentido, la intervención del Estado que limita
el derecho de la parte acreedora a hacer valer los términos
de un contrato con el propósito de proteger a la parte más
«débil» (la deudora) podría terminar alentando el raciona-
miento o el encarecimiento del crédito para las personas de
menores ingresos.
El libro reúne y ordena con un lenguaje simple y accesible
argumentos conocidos sobre la influencia positiva que el ac-
ceso al crédito tiene sobre la asignación eficiente de los recur-
sos y la acumulación de capital humano (y por tanto sobre el
crecimiento). Sin embargo, son menos conocidos y resultan
atractivos los argumentos que relacionan los posibles impac-
tos sobre el bienestar de la ampliación del crédito a grupos de
población que no son alcanzados por los canales financieros
tradicionales. Las personas de bajos ingresos, sostiene Pablo,
al no contar con liquidez suficiente terminan pagando precios
mayores porque pierden oportunidades y porque fraccionan
sus compras. Asimismo, debido a que no tienen acceso a tar-
jetas ni a cuentas bancarias, suelen portar dinero en efectivo,
algo que eleva los costos de transacción y los riesgos que en-
frentan. De este modo, la exclusión de la población de me-
nores ingresos de los circuitos de financiamiento termina por
afectar la equidad.
El libro se ocupa también de describir de manera sintética
las principales características de los productos financieros de
uso más frecuente para la población de ingresos bajos. Si bien
muchos de ellos están disponibles en Uruguay, lo interesante
es que la mayoría de esos instrumentos no parecen ser de ac-
ceso fácil y masivo para los uruguayos de menores ingresos.
En Uruguay, al igual que en muchos otros países emergentes,
los bancos tradicionales no han logrado penetrar todos los
segmentos del mercado. Por ejemplo, las micro y pequeñas
empresas (que son el 97% de las empresas uruguayas) pre-
sentan una utilización muy poco intensiva del financiamien-
to bancario, en tanto se estima que solo un 4%-8% de ellas se
financia por este medio, mientras que la mayoría recurre a
las utilidades obtenidas o a capital propio. De modo similar,
a escala familiar, en Uruguay los bancos se han enfocado a
satisfacer la demanda por crédito de la población de nivel so-
cioeconómico medio-alto y alto. El capítulo 6 del libro pre-
senta información al respecto.
El capítulo de conclusiones describe —a partir de la ex-
periencia de la empresa Pronto!— cómo en años recientes
empresas financieras no bancarias han tenido éxito en la
atención eficiente a microempresas y familias de bajos in-
gresos, segmentos tradicionalmente no bancarizados de la
población. En marzo de 2005 estas empresas no financieras
tenían un stock de crédito otorgado de aproximadamente 56
millones de dólares, mientras que en marzo de 2010 esa ci-
fra se ubicó en casi 625 millones. El aumento de los créditos
otorgados por este tipo de instituciones ha tenido como des-
tino principal personas de bajos ingresos.
Pablo argumenta por qué es importante que la población
de bajos ingresos acceda al crédito. El libro contribuye también
a centrar la discusión sobre la legitimidad y las implicaciones
morales de este negocio. En primer lugar, porque el ensayo
propone una línea divisoria conceptual entre lo que serían
negocios legítimos e ilegítimos. Si bien la propuesta es con-
trovertible y probablemente algo difusa para ayudar a diseñar
regulaciones específicas para la industria, contribuye a separar
las buenas intenciones con resultados inciertos de los criterios
generales que son útiles para ordenar las acciones de política.
En segundo lugar, porque el texto describe con cierto detalle los
efectos favorables que se derivan para la sociedad en general de
la aplicación de las mejores prácticas de la industria del crédito
orientada a personas de bajos ingresos. Finalmente, porque el
libro cuestiona, con buenos argumentos, la creencia de que el
negocio de otorgar créditos a la población de menores ingresos
es un negocio de ganadores (las empresas que prestan dinero)
y perdedores (las personas que toman el crédito).
El libro no es, ni pretende ser, un estudio que zanje to-
das las polémicas en torno al tema. Más bien es un ensayo
que desafía de manera inteligente al lector a revisar algunos
prejuicios sobre la industria del crédito orientado a las per-
sonas de menores ingresos. El mérito de Pablo y de su libro
no es, por tanto, ofrecer nuevas respuestas a viejas preguntas,
sino más bien hacernos dudar sobre respuestas que creíamos
correctas. Enhorabuena.
Gabriel Oddone París
Montevideo, agosto de 2010
ÍNDICE

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

1. El negocio de prestar dinero: una perspectiva histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

2. El crédito bancario y sus límites: por qué mucha gente


tiene restringido el acceso al dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
a. Obstáculos generados por las instituciones bancarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
b. Obstáculos generados por los reguladores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
b.1. El control de las tasas de interés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
b.2. Inseguridad jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
c. Obstáculos generados por la propia población excluida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

3. Expandiendo el acceso al crédito: ¿por qué es importante


incorporar a amplios sectores de la población? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
a. La ampliación del crédito favorece la eficiencia económica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
b. La ampliación del crédito favorece la justicia social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
b.1. Impacto sobre el bienestar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
b.2. Impacto en términos de lucha contra la pobreza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
c. La ampliación del crédito fortalece el capital humano
y el capital social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70

4. Extendiendo el crédito al consumo a sectores de ingresos


medios y bajos: la experiencia reciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
a. El préstamo pignoraticio, o empeño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
b. Descuento de cheques (payday loans) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
c. Descuentos sobre el sueldo (o «venta» anticipada de salarios) . . . . . . . . . . . . . . 83
d. Alquiler con opción a compra (rent-to-own) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
e. Préstamo en cuotas descontadas del salario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
f. Microcrédito progresivo o escalonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
g. Préstamo de pares o préstamo grupal (peer lending,
group contract o joint-liability loan contract) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
h. Círculos de ahorro y cooperativas de crédito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
i. Tarjetas de crédito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .97

5. ¿En qué condiciones es legítimo prestar dinero a


los sectores de ingresos medios y bajos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .103
a. El punto de partida: el negocio es que el cliente pague . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
b. Un catálogo de mejores prácticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
b.1. Alfabetización financiera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
b.2. Consumo responsable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
b.3. Uso intensivo de la tecnología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
b.4. Reclasificación controlada de cuentas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
b.5. Seguros de repago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
b.6. Instrumentos de ahorro para la población no bancarizada . . . . . . . . . . . . . . . 116
c. Lo que las mejores prácticas no incluyen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117

6. El crédito al consumo en Uruguay: tendencias recientes


y características . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
a. Un mercado en expansión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
b. El nuevo protagonista: las instituciones financieras no bancarias . . . . . . . . 126
c. Instituciones financieras no bancarias: una caracterización . . . . . . . . . . . . . . . . 130
d. Clientes responsables, decisiones consistentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
e. Una industria que consigue generar clientes satisfechos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142

Conclusión: Cuestionando algunos estereotipos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147


1. El crédito dirigido a los sectores medios y bajos no es sinónimo
de usura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
2. El crédito dirigido a sectores medios y bajos no es un negocio
de altísima rentabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
3. Topear las tasas no suele reducir el costo del dinero,
sino limitar el acceso a él . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150
4. El crédito al consumo no es necesariamente una puerta
a las ventas abusivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
5. Los tomadores de créditos al consumo no son irracionales. . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
6. Los tomadores de créditos al consumo no se sienten engañados. . . . . . . . . . . 157

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .159
PRESENTACIÓN

El crédito al consumo para sectores de ingresos me-


dios y bajos tiende a crecer en el mundo. Poco antes
de la crisis del 2008-2009, que generó una retracción
transitoria, el tamaño de ese mercado era de 750 mil
millones de dólares en Estados Unidos y 450 mil mi-
llones en Europa.1 En todos los países que han sido
estudiados (incluyendo países subdesarrollados de
Asia y América Latina) ese crecimiento ocurre si-
guiendo las mismas pautas: el crédito pasa de ser un
producto exclusivamente ofrecido por los bancos y
orientado a los segmentos ABC1, a ser un producto
ofrecido por una diversidad de instituciones que lle-
gan a penetrar en los segmentos D y E.
El fenómeno se registra con nitidez en América
Latina. Luego de cuatro décadas de fuerte raciona-
miento del crédito, se están incorporando amplios
sectores de la población. En algunos países, el proceso
está siendo impulsado por los bancos tradicionales.
Por ejemplo, el hsbc de Brasil es propietario de una

1. Datos del Wall Street Journal en su edición del 21 de febrero de 2003.

11
de las empresas líderes del sector (Losango) y el Citi-
group compró empresas similares en México, Argen-
tina, Chile y Puerto Rico. En otros casos, el acceso al
crédito es impulsado por empresas ajenas al sistema
bancario y, con alguna frecuencia, ajenas al propio sis-
tema financiero. Por ejemplo, algunas cadenas orien-
tadas al consumo minorista, como Falabella y Ripley,
han creado sus propios sistemas de tarjetas de crédito
en Chile, Perú y Argentina. Esas empresas ajenas al
sector financiero les están haciendo una fuerte com-
petencia a los bancos, o bien han creado sus propias
organizaciones financieras.2 En Chile, los bancos te-
nían funcionando 2,5 millones de tarjetas de crédito
en marzo del 2005, mientras que los comercios mino-
ristas tenían 9,1 millones. Las tarjetas emitidas por los
comercios se dirigen principalmente a los sectores de
ingresos medios y bajos.3
A lo largo de la década de los noventa, Uruguay se
sumó a esta tendencia. El proceso se inició con lenti-
tud, pero se aceleró a partir del 2005 pese a algunas
oscilaciones transitorias generadas por la crisis inter-
nacional. En dólares corrientes, el tamaño del mercado
pasó de unos 500 millones de dólares a principios del
2005 a unos 1.859 millones al cierre del 2009. Como
proporción del pbi, eso significó un crecimiento de al-
go menos del 3 a algo más del 5 %. Si bien dos tercios
de esa cifra son prestados por los bancos, las entidades

2. Para todos estos datos véase Visa 2005.


3. Véase al respecto Larraín 2006: 3-4.

12
no bancarias atienden a un número mucho mayor de
clientes y ya prestan más dinero que la banca privada
(el 65 % del crédito al consumo otorgado por los ban-
cos está concentrado en el brou).4
El propósito del siguiente informe es mostrar que
este desarrollo del crédito al consumo para sectores
de ingresos medios y bajos, y más particularmente
del crédito ofrecido por instituciones ajenas al sector
bancario tradicional, no constituyen anomalías a ser
combatidas sino un fenómeno ajustado a tendencias
internacionales. Se trata además de un fenómeno que
trae beneficios para los consumidores, para el comer-
cio y para el país. Un Uruguay con un mercado de
crédito al consumo más amplio y diverso es un país
más activo en términos económicos y una sociedad
que brinda más oportunidades a su gente. Es también
un país con una economía más formalizada, en la que
resulta más fácil el cumplimiento de la ley. Concomi-
tantemente, el desarrollo de este sector no representa
ninguna amenaza seria, porque las empresas que lo
integran están obligadas a funcionar en un entorno
fuertemente competitivo.

Para desarrollar esta visión, el informe se estructura


en seis secciones y una conclusión.
La primera sección presenta una breve síntesis
histórica del desarrollo del sector financiero, con
el propósito de mostrar que ese desarrollo es una

4. Datos tomados de Rosselli 2009.

13
tendencia de largo plazo en todas las economías de
mercado que ha contribuido de manera decisiva al
crecimiento económico.
La segunda sección se centra en el fenómeno del
racionamiento del crédito. Más específicamente, in-
tenta mostrar por qué, pese al progresivo desarrollo
del sector financiero en todas las economías de mer-
cado, amplios sectores de la población tienden a que-
dar excluidos pese a tener capacidad de repago.
La tercera sección está dedicada a explicar por qué
es deseable atenuar el racionamiento del crédito, es
decir, por qué importa hacer esfuerzos para incorpo-
rar a nuevos sectores de la población. Con ese propó-
sito se hace una breve reseña de los principales argu-
mentos disponibles en la literatura.
La cuarta sección, de carácter descriptivo, enume-
ra las principales dinámicas que han hecho posible la
extensión del acceso al crédito en una diversidad de
mercados. La sección incluye una breve valoración de
los productos más frecuentemente ofrecidos.
La quinta sección intenta extraer algunos apren-
dizajes de la experiencia acumulada a escala interna-
cional, de modo de establecer criterios de distinción
entre buenas y malas prácticas en el negocio financie-
ro dirigido a sectores de ingresos medios y bajos.
La sexta sección abandona la perspectiva global para
centrarse en el caso uruguayo: su objetivo es describir
la evolución reciente del mercado local y las principales
características que hoy tiene el crédito al consumo di-
rigido a sectores de ingresos medios y bajos.

14
Por último, el capítulo de conclusiones se alimen-
ta de los argumentos desarrollados en las secciones
anteriores para poner en cuestión una serie de este-
reotipos que afectan la imagen del negocio y que me-
recen ser desafiados.

15
1.
EL NEGOCIO DE PRESTAR DINERO

17
18
EL NEGOCIO DE PRESTAR DINERO:
UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA

El préstamo a interés ocupa una situación paradójica en


las sociedades que practican la economía de mercado. Por
una parte, se trata de una institución tan antigua como el

propio dinero. Desde que existió alguna forma de moneda,
hubo demandantes y oferentes que estuvieron dispuestos
La idea de que el
a tratarla como un bien transable y no solamente como un
préstamo a interés
sustituto de los bienes que previamente se intercambiaban
era moralmente
mediante el trueque. Los fenicios, los griegos y los romanos
malo se basaba en
conocieron el préstamo a interés (Weatherford 1997: 73). Sin
la percepción de
embargo, pese a los casi tres mil años transcurridos, y pese
que no tenía efecto
a ser ampliamente practicado en las sociedades de mercado,
sobre la producción
el préstamo a interés sigue despertando sospechas morales.
de riqueza.
Muchos miembros de esas sociedades (incluidos muchos de
sus reguladores) lo siguen viendo como una actividad censu-
rable o, al menos, indigna de toda valoración positiva.
En el origen de este fenómeno hay un hecho de carácter
religioso. El judaísmo, el cristianismo y el islam rechazaron
el comercio de dinero, aunque con diferentes grados de se-
veridad. En el caso de las sociedades de raíz judeocristia-
na, estas condenas se han apoyado tradicionalmente en dos

19
pasajes del Antiguo Testamento. El primero proviene del
Levítico (35: 36-37) y dice lo siguiente:

No tomarás usura de tu hermano, ni tendrás ganancia.


No le darás tu dinero a usura ni tus víveres a ganancia.

El segundo proviene del libro de Ezequiel (18: 13) y dice así:

El que dé con usura y obtenga ganancia, ¿vivirá? No vivirá.


Cometió todas esas abominaciones, seguro morirá. Su sangre
caerá sobre él.

La idea de que el préstamo a interés era moralmente malo


se basaba en la percepción de que ese préstamo no tenía nin-
gún efecto sobre la producción de riqueza. Se trataba de la
doctrina sobre «la esterilidad del dinero» (pecunia non parit
pecuniam), que también fue aceptada por Aristóteles.1 Quie-
nes producían los bienes necesarios para la subsistencia eran
los labradores, los pastores, los pescadores y los artesanos. El
prestamista era una suerte de oportunista que sabía aprove-
charse de las circunstancias para apropiarse de algo ajeno.
Pero muchas cosas han cambiado desde el tiempo en
que se formularon aquellas viejas condenas. Ni la actividad
económica es la misma, ni nuestra capacidad de compren-
derla se ha mantenido inmodificada. Esto explica la situa-
ción ambivalente en la que se encuentra hoy el préstamo
a interés. Por una parte, las grandes tradiciones religiosas
siguen teniendo influencia sobre nuestras ideas morales.

1. Véase al respecto Chafuén 1991: 151.

20
Aun muchas personas que han abandonado toda práctica
religiosa sienten que nada puede ser correcto en términos
morales si va contra la Biblia o, según el caso, contra el Co-
rán. Pero, por otra parte, las bases conceptuales que soste-

nían la antigua condena han terminado por desaparecer.
Dos ideas económicas relativamente recientes tuvieron
Las ideas de costo
el efecto de modificar nuestra visión del crédito. La prime-
de oportunidad y
ra es la idea de costo de oportunidad (un concepto cuya for-
del capital como
mulación original suele atribuirse a John Stuart Mill en el
factor multiplicador
siglo xix). El no disponer de los recursos necesarios en el
de la productividad
momento adecuado puede generar grandes pérdidas econó-
debilitaron las
micas. Disponer del dinero requerido para comprar semi-
bases de la condena
lla antes de la siembra no es lo mismo que disponer de ese
moral al préstamo
dinero cuando la época de sembrar terminó. Por lo tanto,
a interés.
quien puede proporcionar los recursos en tiempo oportuno
está haciendo una contribución genuina al crecimiento eco-
nómico y puede reclamar una parte de la ganancia. Recípro-
camente, quien está aceptando pagar una tasa a cambio de
dinero está actuando de manera racional. Supongamos que
tengo oportunidad de obtener una ganancia de 100 si cuento
ahora con cierta cantidad de dinero, pero no ganaré nada si
lo reúno más tarde. Y supongamos que alguien me ofrece
ese dinero a un costo de 30. Mi opción está entre ganar 70 y
ganar 0. Lo racional es optar por lo primero.
La segunda idea económica que terminó por destruir las
bases conceptuales de la condena moral al préstamo a inte-
rés es el reconocimiento del capital como factor del aumento de
la productividad (una idea generalmente atribuida a Adam
Smith en el siglo xviii). En palabras de un economis-
ta contemporáneo, «el capital es la fuerza que aumenta la

21
productividad del trabajo y crea la riqueza de las naciones.
[…] Es el fundamento del progreso y es justamente aque-
llo que los países pobres no parecen ser capaces de produ-
cir por sí mismos, sin importar la intensidad con la que su
gente se involucre en las actividades que caracterizan a una
economía capitalista» (De Soto 2000: 4).
La disponibilidad de capital permite reducir los costos
de oportunidad, incorporar tecnología y sostener esfuerzos
productivos que generan retornos lentos. Al menos por es-
tas razones, quien está en condiciones de ofrecerlo hace un
aporte genuino a la creación de riqueza y tiene una preten-
sión legítima de obtener ganancias.
Las ideas de costo de oportunidad y del capital como
factor multiplicador de la productividad no fueron, sin
embargo, el punto de partida del proceso de debilitamien-
to de la condena moral al préstamo de interés. Fueron
más bien el punto de llegada. Lo que hubo en el inicio
no fueron ideas teóricas sino prácticas comerciales con-
cretas. Los primeros cambios importantes ocurrieron a
principios del siglo xiv, cuando un conjunto de familias
del norte de Italia (principalmente de Florencia, Venecia,
Génova y Pisa) decidieron atender a la gran demanda de
servicios financieros que había quedado insatisfecha luego
de que, en el año 1314, se produjo la definitiva destrucción
de los templarios, que habían sido la gran organización
financiera de la Edad Media.2

2. Sobre ese episodio véase Weatherford 1997: 66 ss.

22
Los banqueros italianos del quattrocento tenían un agu-
do olfato comercial pero también tenían un problema: eran
cristianos. Eso los exponía a la prohibición de practicar la

usura, bajo amenaza de excomunión. Su respuesta consistió
en renunciar a la comercialización de préstamos (porque el
La aparición de
concepto de usura iba asociado a ellos) y desarrollar un ins-
la letra de cambio
trumento alternativo que cumplía las mismas funciones pe-
permitió eludir
ro bajo un nombre y una forma jurídica diferentes. Su crea-
la condena de
ción recibió el nombre latino de cambium per letras, lo que
origen religioso
significa «cambio mediante documentos u órdenes». De allí
y generó efectos
deriva la expresión letra de cambio, aunque su sentido origi-
dinamizadores sobre
nal es diferente del que tiene hoy en la plaza uruguaya.
la marcha general
Una letra de cambio era un documento escrito que or-
de la economía.
denaba el pago de cierta cantidad de dinero a cierta perso-
na en determinado momento y lugar, mediando un cambio
de moneda. Su mecánica es explicada en estos términos
por un historiador:

Un comerciante necesitado de dinero visitaba a un banque-


ro en Italia. El banquero le daba la cantidad de dinero que
necesitaba en efectivo, en florines de Florencia o ducados de
Venecia. Ambos firmaban una letra de cambio por la cual el
comerciante se comprometía a pagar una cantidad algo mayor
en otra moneda, en la próxima feria de Lyon o Champagne,
Francia. El comerciante no tenía por qué ir personalmente a la
feria para pagar. Las dos partes sabían que si el comerciante no
cumplía para la fecha de la feria, las autoridades de Florencia
impondrían el pago de la cantidad debida.3

3. Weatherford 1997: 73-74.

23
Desde el punto de vista jurídico, lo único que existía era un
contrato de compraventa de moneda. Pero en los hechos había
un repago diferido y una tasa de interés. Los banqueros podían
sostener ante las autoridades eclesiásticas que no estaban prac-
ticando la usura, pero en los hechos estaban montando todo
un sistema de crédito y endeudamiento del que terminarían
siendo clientes las propias autoridades eclesiásticas. El negocio
fue tan fructífero que poco más tarde se creó el gremio de los
cambistas (el Arte del Cambio), lo que permitió que una nueva
generación de banqueros se distinguiera de los prestamistas y
prendadores tradicionales, que siguieron siendo objeto de acu-
saciones de usura. «En la práctica, los banqueros se volvieron los
prestamistas de los ricos, mientras los prestamistas y prendado-
res siguieron prestando a los pobres» (Weatherford 1997: 74).
La aparición de la letra de cambio permitió eludir la con-
dena de origen religioso y favoreció muchos intereses par-
ticulares. Pero además permitió que se produjeran a gran
escala los efectos del crédito sobre la marcha general de la
economía, que luego serían teorizados por Adam Smith,
David Hume y John Stuart Mill.
En primer lugar, el uso del nuevo instrumento estimuló
el desarrollo del comercio, porque aumentó la disponibili-
dad de medios de pago, redujo los plazos y mejoró los nive-
les de seguridad:

El uso de letras de cambio […] ayudó a superar un gran obstá-


culo de la época, que era la escasez de monedas y la dificultad
para manejarlas en grandes volúmenes. Las monedas eran pe-
sadas, difíciles de transportar, fáciles de robar, frecuentemente
falsificadas y sujetas a docenas de otros problemas en las rutas

24
mal vigiladas, en las tierras de los nobles corruptos, y en las
ferias y mercados frecuentemente mal administrados que sur-
gían en los nuevos centros comerciales de Europa. […] En 1338,
un embarque de monedas requería tres semanas para llegar
desde Rouen, en el norte de Francia, a Avignon, en el sur, a solo
400 millas de distancia. Y el envío corría peligro de perderse,

ser robado por salteadores o ser pillado por la propia gente que
lo transportaba. En cambio, una letra de cambio podía ser en-
La amplia circulación
viada en apenas ocho días y, si era robada, el ladrón no podía
de letras de cambio
cobrarla. En otras palabras, las letras de cambio circulaban más
puso en evidencia
rápido y protegían a todos los involucrados en la transacción.
un efecto que sigue
Pese a un costo extra del 8 a 12 %, una letra seguía siendo más
siendo hasta hoy
barata que contratar una escolta armada para proteger un en-
el gran aporte del
vío de monedas o lingotes de oro y plata.4
sistema financiero:
la expansión de la
Las letras también liberaron a los comerciantes de los lí-
base monetaria.
mites impuestos por una moneda específica y de los riesgos
eventualmente asociados a ella:

El comerciante podía escriturar la letra en ducados venecianos,


talentos sajones, florines florentinos, testones milaneses, escu-
dos franceses o docenas de otras monedas. La cantidad de le-
tras que podían ser escritas en esas divisas ya no dependía de
la disponibilidad de oro y plata que tuvieran los estados sino
meramente de la confianza de los comerciantes en esa moneda.
Se perdían su confianza en una, rápidamente empezaban a es-
cribir sus letras de cambio en otra.5

4. Weatherford 1997: 74-75.

5. Weatherford 1997: 75.

25
Pero, por sobre todas las cosas, la amplia circulación de
letras de cambio puso en evidencia un efecto que sigue sien-
do hasta hoy el gran aporte del sistema financiero al desa-
rrollo económico: la expansión de la base monetaria. Wea-
therford lo explica de este modo:

En el nuevo sistema, una bolsa con cien florines que podría ha-
Los hechos ber dormido durante años en la caja fuerte de un noble podía
mostraron que ahora ser depositada para su seguridad en un banco italiano que
la circulación de tenía conexiones en todo el continente. El banco podía prestar
dinero es el gran ese dinero y hacer circular las letras de cambio como si fueran
dinamizador de dinero. El noble seguía teniendo sus cien florines, que ahora es-
las economías taban depositados en el banco. El banco tenía cien florines más
de mercado. en sus libros. El comerciante que tomaba el préstamo tenía aho-
ra más dinero, y la persona que se apropiaba de la letra de cam-
bio también contaba con cien florines. Pese a que solo estaba
involucrado un centenar de monedas de oro, el milagro de los
depósitos bancarios y los préstamos las había transformado en
varios centenares de florines que podían ser usados por diferen-
tes individuos en diferentes sitios al mismo tiempo. Esta nueva
moneda bancaria abrió nuevas avenidas para los mercaderes,
manufactureros e inversores. Todos tenían más dinero.6

Este fenómeno descrito en términos históricos por


Weatherford es esencial para entender por qué Aristóteles
se equivocaba cuando afirmaba que el dinero no engendra
dinero. Los hechos mostraron que la circulación de dine-
ro es el gran dinamizador de las economías de mercado.

6. Weatherford 1997: 75-76.

26
El economista Roberto Cachanosky explica cómo este fac-
tor sigue actuando hasta hoy, en un contexto en el que se
han agregado elementos que no existían en la Edad Media,
como el encaje bancario:

Los supuestos del análisis son:


1. Hay 100 pesos en circulación, que es la base monetaria.
2. No existen encajes obligatorios del Banco Central.
3. Los bancos tienen un encaje técnico (voluntario) del 10 %
de sus depósitos.
• El señor A tiene los 100 pesos iniciales y los deposita
en el Banco 1.
• El Banco 1 constituye encajes por 10 pesos (el 10 %
de los depósitos) y le presta al señor B 90 pesos.
• El señor B deposita los 90 pesos del crédito en el
Banco 2.
• El Banco 2 constituye encajes por 9 pesos y le presta
al señor C 81 pesos.
• El señor C deposita los 81 pesos en el Banco 3.
• El Banco 3 constituye encajes por 8,10 pesos y le presta
al señor D 72,9 pesos.
¿Cuál es la capacidad de retiro de fondos de A, B y C?
A puede retirar 100 pesos.
B puede retirar 90 pesos.
C puede retirar 81 pesos.
Total: 271 pesos.
Partiendo de una base monetaria de 100 pesos se llega a una
capacidad de demanda de las tres personas de 271 pesos. Ese
es el multiplicador del sistema financiero que está basado en
el encaje fraccionado.

27
Cuanto más reducido es el encaje, mayor es la capacidad
de expansión secundaria que tiene el sistema financiero. Si el
encaje es de 1 %, el multiplicador crece y es mucho mayor que si
el encaje es del 10 %. Si el encaje es del 100 % no existiría expan-
sión secundaria de moneda porque el multiplicador sería 1.7

En esta mecánica reside el gran efecto dinamizador del


sistema financiero, así como la fragilidad de las actuales eco-
nomías de mercado. Como observa el propio Cachanosky:

[…] este sistema de encajes fraccionados puede funcionar en la


medida en que no vayan todos al banco a retirar sus fondos.
¿Qué ocurriría si A, B y C quieren retirar todos sus fondos
al mismo tiempo?
El Banco 1 tendría que pedirle al señor B que cancele su
deuda (supongamos que es un crédito en descubierto).
Para eso, B tiene que ir al Banco 2 y retirar sus fondos, con
lo cual el Banco 2 tiene que llamar al señor C y pedirle que
cancele su deuda.
El punto es que, en el caso de retiro masivo de fondos, los
deudores de los bancos no tienen la capacidad de poder cance-
lar inmediatamente sus deudas y, entonces, aparecen los pro-
blemas de liquidez de los bancos.
Por ejemplo, cuando se produjo el efecto Tequila en el
verano de 1995, la gente retiraba sus depósitos de los ban-
cos. Como los bancos tenían guardada solo una parte de los
depósitos y habían prestado el resto a sus clientes, tuvieron
problemas para recuperar los créditos y hacer frente a los

7. Cachanosky 2002: 109.

28
pagos en ventanilla de la gente que retiraba sus depósitos.
El efecto en el resto de la economía fue que se rompió la
cadena de pagos.8

El riesgo de las crisis financieras es el costo a pagar por


haber alcanzado un dinamismo productivo sin precedentes

en la historia humana. Y la evolución de las sociedades de
mercado contemporáneas sugiere que ese costo es moderado
Varias figuras
en relación con los beneficios que ofrece. Pese a los duros
de la llamada
efectos de las crisis que ha conocido el sector financiero, el
escolástica tardía
crecimiento económico logrado en el correr de los últimos
hicieron esfuerzos
dos siglos no tiene equivalente en ninguna civilización an-
por alejarse de la
terior ni en ningún sistema económico alternativo. Y parece
antigua condena al
claro que el modo en que se maneja el dinero es una parte
préstamo a interés.
esencial del fenómeno. La principal diferencia entre el anti-
guo Egipto (es decir, una de las sociedades más evoluciona-
das de su época) y una sociedad desarrollada contemporánea
no está en la cantidad de trabajo que desplieguen sus miem-
bros, sino en la circulación de capitales y el modo en que esa
circulación impacta sobre la actividad productiva. A eso, y
no solamente a un libre juego de oferta y demanda que ya
existía entre los fenicios, es a lo que llamamos capitalismo.
El efecto dinamizador del sector financiero fue percibi-
do por quienes intentaban teorizar sobre la economía a fines
de la Edad Media. Algunos de los principales intelectuales

8. Cachanosky 2002: 110. Esta dinámica no se da del mismo modo en


aquellas instituciones que otorgan créditos pero no reciben depósitos. Esas
instituciones tienen el mismo efecto multiplicador que los bancos pero, en el
caso de no poder recuperar los créditos, sufren pérdidas que afectan a quienes
las proveen de fondos.

29
de la época (que normalmente eran personal religioso de la
Iglesia Católica) hicieron esfuerzos por alejarse de la antigua
condena al préstamo a interés. Esa tarea fue emprendida por

varias figuras de la llamada escolástica tardía, que se consti-
tuyó en el principal movimiento intelectual de Europa entre
Desde Domingo
fines de la Edad Media y principios del Renacimiento.9 El
de Soto y Felipe
convencimiento de esos autores sobre las ventajas del prés-
de la Cruz hasta
tamo a interés debió ser poderoso, porque defender esa idea
Adam Smith, Stuart
significaba ir contra lo que podía leerse en la Biblia y contra
Mill, la escuela
lo que había afirmado en el siglo xiii santo Tomás de Aqui-
austríaca y Stiglitz,
no, es decir, la principal figura del pensamiento medieval y el
la comprensión de
fundador de la propia escolástica. Pero eso fue precisamente
la economía y del
lo que hicieron.
rol que corresponde
En 1557, un importante fraile dominico llamado Domin-
al sector financiero
go de Soto escribió una obra titulada De Iustitia et Iure, que
ha avanzado
tuvo 27 ediciones a lo largo del medio siglo siguiente. Ese
enormemente.
libro incluía frases como esta:

Si un comerciante deposita efectivo en un banco, el banco le ga-


rantizará la paga de una suma mayor. […] Es muy rentable para
un banquero el tener efectivo disponible. No hay maldad en esto.

De Soto estaba lejos de ser una figura menor. Fue profe-


sor de la Universidad de Salamanca, confesor de reyes y uno
de los principales teólogos del Concilio de Trento, celebrado
en 1545. Participó además en la famosa polémica de Valladolid
(1550-1551), en la que se debatió si los aborígenes encontra-
dos en América eran seres humanos dotados de alma.

9. Véase al respecto Chafuén 1991.

30
Menos influyente que De Soto pero igualmente claro en
su postura favorable al negocio financiero fue fray Felipe de
la Cruz, que escribió en 1637 una obra titulada Tratado úni-
co de intereses, sobre si se puede llevar dinero por prestallo. Allí
afirma entre otras cosas:

Puede suceder que sobrevengan problemas y que [el presta-


mista] no tenga el dinero que prestó. ¿No tiene que merecer
una recompensa ese sufrimiento debido a privación, y no tiene
algún valor? 10

Desde Domingo de Soto y Felipe de la Cruz hasta Adam


Smith, Stuart Mill, la escuela austríaca y Stiglitz, la com-
prensión del funcionamiento de la economía y del rol que le
corresponde al sector financiero ha avanzado enormemente.
Sin embargo, hasta hoy perdura la tensión entre esas ideas (y
las prácticas reales que las sustentan) y las viejas normas mo-
rales de origen religioso. Las sociedades de mercado siguen
practicando el préstamo a interés a gran escala y al mismo
tiempo siguen mirándolo con sospecha. Por cierto, las cosas
han evolucionado. El préstamo a interés ya no es prohibido
por las leyes ni puesto en manos de minorías supuestamente
inferiores.11 Pero la sospecha moral pervive y con cierta fre-
cuencia se traduce en prácticas políticas o administrativas.
Hacer visible el carácter fuertemente contextual de
las razones que generaron esa sospecha es una condición

10. Las dos últimas citas están tomadas del libro de Chafuén, ya referido.
11. «Los judíos cumplieron frecuentemente el papel de prestamistas ya que, a ojos
de la Iglesia, ya estaban destinados a la condenación eterna» (Weatherford
1997: 73).

31
importante, no solo para evitar acciones que puedan entor-
pecer innecesariamente el sano funcionamiento de los mer-
cados, sino también para que podamos aspirar a un mínimo
de coherencia entre aquellas prácticas sociales en las que
frecuentemente nos involucramos y las convicciones mora-
les que consideramos correctas.

32
2.
EL CRÉDITO BANCARIO Y SUS LÍMITES

33
EL CRÉDITO BANCARIO Y SUS LÍMITES:
POR QUÉ MUCHA GENTE TIENE
RESTRINGIDO EL ACCESO AL DINERO

Los bancos fueron durante mucho tiempo, y en buena me-


dida siguen siendo hasta hoy, el principal oferente de crédi-

tos tanto para la producción como para el consumo. Pero
tradicionalmente han concentrado su oferta en sectores
El acceso al
muy específicos de la población, dejando afuera al resto. La
crédito bancario
situación puede variar de un país a otro,1 pero, en general,
para el consumo
en todas las economías de mercado hay una proporción im-
se encuentra
portante de consumidores que quisieran acceder a un crédi-
racionado. Tanto
to bancario y no lo obtienen.
en América Latina
Quienes se encuentran en esta situación suelen ser sub-
como en Europa,
divididos en dos grandes segmentos.2 Por una parte está la
quedan sin acceso
población no bancarizada, es decir, aquellos que nunca tu-
extensos segmentos
vieron contacto con un banco ni recibieron ningún servicio
de población.
de ellos. Por otra parte está la población sub-bancarizada, es
decir, aquellos que tienen una experiencia muy limitada con

1. Por ejemplo, en Estados Unidos el crédito al consumo ha estado tradicio-


nalmente más extendido que en Europa. Cálculos recientes indican que los
europeos tienen acceso a un tercio de crédito menos que los estadounidenses,
medido como proporción del producto bruto interno (Fishelson-Holstine
2004:11).
2. Sobre esta distinción véase Dood 2009.

35
las instituciones financieras tradicionales (por ejemplo, todo
se reduce a tener una caja de ahorros en la que su empleador
deposita el salario). Es frecuente que los miembros de este
segundo segmento tengan cierta capacidad de repago, pese
a lo cual nunca llegan a obtener un préstamo bancario.
En América Latina, los bancos ofrecen créditos al con-
sumo desde hace aproximadamente 35 años, pero su cliente-
la pertenece predominantemente a los segmentos ABC1. Se
calcula que el 60 % de la población latinoamericana no tiene
acceso adecuado a ellos. En esa situación se encuentran más
de 20 millones de hogares únicamente en Brasil. En toda
América Latina, la cifra ronda los 60 millones.3
El racionamiento del crédito bancario también existe
en países con economías más dinámicas, como Estados
Unidos. Se estima que unos 70 millones de hogares es-
tadounidenses no tienen acceso al crédito bancario. De
ellos, unos 40 millones tienen alguna capacidad de repago
y constituyen el mercado potencial para las formas no tra-
dicionales de crédito. Según cifras recientes, el 30 % de los
hispanos residentes en Estados Unidos obtienen crédito
en instituciones financieras que no responden al modelo
del banco típico.4
¿Por qué tanta gente queda afuera del crédito bancario
tradicional y por qué ese fenómeno ha sido tan estable a lo
largo del tiempo? Esta pregunta ha intrigado a numerosos
estudiosos en las últimas décadas. Las respuestas que die-
ron no siempre coinciden entre sí, pero casi todas tienden

3. Datos tomados de Visa 2005.


4. Todas las cifras tomadas de Dood 2009: 1-3.

36
a ubicarse en una de tres categorías. En esencia, el crédito
bancario ha estado (y en buena medida sigue estando) ra-
cionado porque existen tres tipos de obstáculos:


a. obstáculos generados por los propios bancos;
b. obstáculos generados por los reguladores, y
Los bancos tienen
c. obstáculos generados por la propia población excluida.
interés en extender el
crédito, pero cuentan
La distinción entre estas tres familias de obstáculos es pu-
con información
ramente analítica, lo que significa que no hay que elegir entre
imperfecta sobre su
ellas a la hora de buscar la explicación correcta. De manera
público potencial:
general, todos estos factores tienden a operar al mismo tiem-
es costoso distinguir
po, aunque su peso relativo puede variar según el contexto.
entre los clientes
potenciales
a. Obstáculos generados
efectivamente
por las instituciones bancarias
confiables y
aquellos que solo
La exclusión de muchos clientes potenciales no es solo
parecen serlo
(según algunos, ni siquiera principalmente) el resultado de
insuficiencias que afecten a quienes recibirían los créditos,
sino también (para algunos, principalmente) el resultado de
insuficiencias que afectan a quienes están en condiciones de
otorgarlos. Esto no significa que estemos ante un fenómeno
de «pereza gerencial» generalizada, ni necesariamente ante
el efecto de prejuicios sociales o étnicos (aunque algunos
afirman la importancia de este factor). El modo de funcio-
namiento de las instituciones bancarias tradicionales impo-
ne restricciones sistémicas que son difíciles de evitar.
Desde los trabajos de Stiglitz, Jaffe y Weiss, la manera
más frecuente de analizar este problema es en términos de

37
asimetría de información.5 Los bancos tienen interés en ex-
tender el crédito a todas las personas con capacidad y vo-
luntad de repago, pero cuentan con información imperfecta
sobre su público potencial. De manera más específica, quien
otorga el crédito enfrenta tres problemas de información:

1. antes de aprobar el crédito, no conoce adecuadamente la


calidad de su cliente (es decir, desconoce el riego específico
que está asumiendo al aceptarlo);
2. una vez otorgado el crédito, no tiene información comple-
ta sobre el modo en que su cliente está usando el dinero, lo
que no le permite hacer buenos pronósticos sobre su com-
portamiento inmediato, y
3. en el caso de los préstamos productivos, no tiene infor-
mación completa sobre los retornos que está teniendo el
cliente, de modo que no está en condiciones de evaluar con
precisión las dificultades de repago que pueden ser even-
tualmente invocadas.6

En resumen, es costoso para los bancos distinguir en-


tre los clientes potenciales que son efectivamente confiables
y aquellos que solo parecen serlo. En tales condiciones, es
más eficiente para ellos tener una política de precios poco
diferenciados y exigir garantías fácilmente ejecutables, que
esforzarse en una evaluación pormenorizada de los deman-
dantes y trasladar la diversidad de situaciones a los precios.7

5. Véanse al respecto Stiglitz & Weiss 1981; Jaffe & Stiglitz 1990.
6. Para una discusión de estos tres aspectos, véase Armendáriz & Morduch
2007: 35-36.
7. Véase al respecto Sadoulet 2005: 201-02.

38
Dicho en otros términos: para los bancos tradicionales es
preferible tener menos clientes, con niveles de riesgo razo-
nables y menores costos operativos, que aumentar el tama-
ño de su cartera a cualquier costo.
El sistema que surge de esta lógica puede describirse co-

mo «un crédito racionado basado en información imperfec-
ta» (Collins et al. 2004: 6). Los dos factores que determinan
Una línea de crítica
este resultado son la información incompleta de la que dis-
sostiene que las
pone el banco y la incapacidad de muchos clientes de ofre-
asimetrías de
cer garantías que los bancos puedan considerar suficientes.8
información son,
Cuando estos dos factores se suman, es difícil «desarrollar
al menos en parte,
nuevos productos y llegar a la población nula o escasamente
generadas por los
bancarizada, por parte de unas instituciones que tratan de
propios bancos,
obtener un beneficio seguro al tiempo que evitan ser acusa-
y que parte del
das de fijar precios salvajes» (Seidman & Tescher 2004: 33)
costo de obtener
El resultado al que nos conduce esta dinámica es una
información se
imperfección del mercado: pese a que los bancos están in-
debe a que éstos
teresados en prestar dinero y a que hay gente interesada en
no conocen a
tomarlo, quedan excluidas muchas personas que tienen vo-
la población de
luntad y capacidad de repago. En un mercado perfecto, esas
ingresos medios
personas recibirían lo que buscan y las empresas provee-
y bajos.
doras de crédito verían crecer su negocio (Stiglitz & Weiss
1981). Pero este resultado imperfecto es consecuencia de
un comportamiento racional de los bancos, que son «com-
prensiblemente reluctantes a entrar en mercados donde las
garantías son escasas y los costos de transacción son altos»
(Armendáriz & Morduch 2007: 51).

8. Sobre este punto véase Armendáriz & Morduch 2007: 7.

39
Este argumento general es persuasivo, pero rara vez es
aceptado en su forma pura por los analistas. Buena parte
de ellos agrega matices y relativizaciones que apuntan a una
misma conclusión: el alto nivel de racionamiento del crédito
no es un resultado sistémico inevitable, sino, al menos en
parte, una consecuencia del modo en que se comportan, por
lo menos, los bancos tradicionales.
Algunos señalan que, si bien la búsqueda de garantías
es entendible, el modo en que la practican las instituciones
bancarias introduce rigideces innecesarias. A ojos de los
bancos tradicionales, los clientes no solo deben tener acti-
vos, sino la clase de activos que el sistema bancario considera
adecuados. Una característica bien conocida de esos activos
es que deben ser fácilmente comercializables, de modo de
permitir que el banco recupere liquidez a corto plazo. Otros
criterios para la selección de activos son «que tengan el po-
tencial de aumentar su valor de mercado, como es el caso de
los bienes inmuebles, o de aumentar la capacidad de generar
ingreso de sus propietarios, como ocurre con los autos so-
bre el supuesto de que aumentan el rango de lugares donde
pueden encontrar empleo» (Belsky & Calder 2004: 2). A
la hora de prestar, la regla de los bancos ha sido: «si no hay
esta clase de garantía, no hay negocio». Para la mayor parte
de la población eso significa «no hay negocio» (Armendáriz
& Morduch 2007: 36). Pero la capacidad y la voluntad de
pago pueden ser correlacionadas con otras características o
comportamientos de los clientes potenciales.
Una segunda línea de crítica consiste en sostener que las
asimetrías de información son, al menos en parte, genera-
das por los propios bancos. Parte del alto costo de obtener

40
información se debe a que los bancos tradicionales «están
lejos» y, en consecuencia, no conocen a la población de in-
gresos medios y bajos. Otra parte se debe a que los bancos

tienen altos costos de funcionamiento con relación al grado
de complejidad de su operativa, y una estructura orientada a
Los bancos
lograr fuertes beneficios en relativamente pocas operaciones.
tradicionales diseñan
Esas estructuras de costos y de funcionamiento inviabilizan
sus préstamos
casi cualquier negocio que genere beneficios más modestos
pensando en el cliente
distribuidos en un mayor número de operaciones.9 Otra
promedio. El resultado
parte del problema se debe a que, si bien las instituciones
es que son demasiado
bancarias tienen motivos generales para actuar cooperativa-
caros para los buenos
mente y compartir información sobre la historia crediticia
clientes y baratos
de sus clientes, también suelen tener motivos circunstan-
para los de mayor
ciales para no hacerlo, o solo hacerlo de manera imperfec-
riesgo: los buenos
ta: «algunos informantes potenciales no tienen incentivos
tomadores de créditos
para entregar información sobre el comportamiento de sus
subsidian a los malos.
clientes, porque intentan mantener a sus mejores clientes a
salvo de sus competidores o esconden información que los
competidores puedan usar para evaluar mejor los riesgos o
fijar mejor sus precios» (Belsky & Calder 2004: 5).
Una tercera línea de crítica sostiene que los prejuicios so-
ciales o étnicos juegan un papel más importante que el que
puede ser detectado por el análisis económico. En algunos ca-
sos puede tratarse de prejuicios de los funcionarios que están
a cargo de las evaluaciones de riesgo. En otros casos puede
tratarse de prejuicios de los clientes de los bancos tradiciona-
les, que prefieren que las instituciones se mantengan lejos de

9. Sobre este punto véanse Belsky & Calder 2004: 25,


Armendáriz & Morduch 2007: 8.

41
ciertos sectores de la sociedad, ya sea porque temen un au-
mento del riesgo para sus propios depósitos o porque prefie-
ren no encontrarlos en los locales bancarios. Desde el punto
de vista metodológico es difícil evaluar el impacto de estas
actitudes, pero algunos autores sostienen que no hace falta
hacerlo. Cualquiera sea el alcance de esos fenómenos, es claro
que existe una alta correlación entre el hecho de pertenecer
a un sector social históricamente postergado (por ejemplo,
una minoría étnica) y la imposibilidad de satisfacer las condi-
ciones tradicionalmente requeridas para acceder a un crédito
bancario.10 Uno de los mayores problemas del racionamien-
to del crédito bancario sería entonces que estaría excluyendo
«del mercado formal de créditos a los pobres y a los miem-
bros de las minorías, aun si muchas de esas personas son tan
confiables como otros clientes» (Sadoulet 2005: 1).
Pero tal vez el argumento más fuerte contra el racionamien-
to del crédito bancario consiste en señalar que es irracional.
Los bancos tradicionales lo practican para proteger sus intere-
ses, pero el resultado que obtienen es el opuesto. Este proble-
ma fue planteado en términos clásicos por George Akerlof y se
lo conoce como la paradoja de los limones. En Estados Unidos,
el término limón suele emplearse para aludir a los autos usados
que parecen estar en buen estado pero esconden problemas se-
rios (su superficie es reluciente, pero su contenido es agrio).11
Dado que los compradores de autos usados tienen me-
nos información que los vendedores sobre el estado de cada
auto, y dado que subsanar esa insuficiencia es costoso, la

10. Al respecto véase, por ejemplo, Belsky & Calder 2004: 23.
11. Véase al respecto Akerlof 1970.

42
estrategia general de los compradores consiste en no pagar
por encima del precio del auto promedio que puede encon-
trarse en el mercado. Este comportamiento es racional, pero
inevitablemente perjudica a los vendedores de los mejores
autos usados, que reciben tendencialmente menos de lo que
podrían. Por esa razón, no hay incentivos para mantener en
excelente estado un auto que se va a vender, porque proba-
blemente el mercado no va a pagarlo. De este modo aumen-
ta el riesgo promedio al comprar un auto usado.
Algo similar ocurre con los préstamos bancarios. Dado
que los bancos tradicionales tienen información incomple-
ta sobre la calidad de cada uno de sus clientes potenciales,
diseñan sus préstamos pensando en el cliente promedio. El
resultado es que los préstamos son demasiado caros para los
buenos clientes y baratos para los clientes de mayor riesgo.

En los hechos, los buenos tomadores de créditos están subsi-
diando a los malos. El resultado es un fenómeno de selección
El intento de
adversa: los buenos clientes no toman los préstamos y los
intervenir en el
malos sí lo hacen, lo que aumenta el riesgo promedio, lleva a
mercado para
los bancos a pedir más garantías y presiona las tasas al alza.
proteger a los
El resultado es perjudicial para los buenos pagadores, que
más débiles suele
frecuentemente quedan fuera del mercado como consecuen-
tener el efecto de
cia de vicios ajenos,12 pero también para los bancos tradicio-
perjudicarlos.
nales, que terminan con una cartera de peor calidad porque
aumenta la proporción de clientes inseguros.13

12. Véase al respecto Collins et al. 2004: 6.


13. Véase sobre este punto Armendáriz & Morduch 2007: 51.

43
b. Obstáculos generados por los reguladores

Un segundo grupo de explicaciones que ayuda a entender


el racionamiento del crédito (es decir, la exclusión sistemática
de personas con capacidad y voluntad de pago) tiene que ver
con el comportamiento de los reguladores. Para compren-
der la naturaleza del problema, puede ser útil establecer una
analogía con un tema que no tiene ningún vínculo evidente
con los mercados financieros: la ayuda al desarrollo. En ese
contexto específico, la intención de interferir en las dinámi-
cas de mercado para lograr resultados socialmente deseables
conduce con frecuencia al resultado opuesto:

En África, es frecuente que un desastre natural o un conflicto ar-


mado conduzcan a una hambruna. Como consecuencia de una
de esas dos situaciones, los granjeros locales solo son capaces de
producir una parte de la comida que la gente necesita para vivir.
Entonces, las organizaciones internacionales de ayuda envían co-
mida gratis. Esta decisión parece lógica y humanitaria. Pero, si
bien sirve para que la gente tenga comida en el corto plazo, ¿qué
ocurre al año siguiente? Los granjeros que tras la crisis estaban
luchando con sus pobres cosechas son dejados totalmente fuera
del mercado cuando llega la comida gratis. Nadie quiere com-
prar lo poco que pueden producir. Esto genera una consecuencia
inesperada: los programas dedicados a alimentar a la gente ham-
brienta terminan perpetuando el hambre. Una alternativa más
inteligente para una organización humanitaria sería comprar to-
do el alimento que los granjeros locales producen pero no están
pudiendo vender, y ayudarlos a producir más. Si todavía existe
una diferencia entre la oferta y la demanda local, entonces puede

44
traerse alimento adicional. Idealmente, se lo debería importar de
los países vecinos, de modo de fortalecer la capacidad productiva
en la región. Pero la mayor parte de la comida es enviada hoy

desde el otro extremo del mundo. Organizar esos envíos demora
meses y los costos son usualmente un 50 % superiores a los del
Verse obligado
alimento producido y comprado localmente. Como resultado, el
a pagar tasas
problema del hambre en África está peor que nunca.14
elevadas puede ser
un problema.
Abundante evidencia generada en diversidad de contex-
Pero, al menos
tos muestra que la misma dinámica se produce en el caso del
en ciertas
crédito orientado a los sectores de ingresos medios y bajos.
circunstancias,
El intento de intervenir en el mercado para proteger a los
un problema
más débiles suele tener el efecto de perjudicarlos. Dos ejem-
mayor es no
plos típicos son las normas que ponen límites a las tasas de
acceder al crédito.
interés y los obstáculos a la ejecución de garantías por parte
de acreedores que han firmado contratos legalmente válidos.

b.1. El control de las tasas de interés


Con mucha frecuencia, quienes ofrecen crédito a los sec-
tores de ingresos medios y bajos son acusados de cobrar ta-
sas abusivas. Y es un hecho que, de manera general, el crédi-
to dirigido a estos sectores es más caro que el que se ofrece a
quienes cuentan con altos ingresos y respaldo patrimonial.
En la sección 4 se verá que el cobro de esas tasas comparati-
vamente altas no es necesariamente sinónimo de abuso. Pe-
ro lo que aquí importa es que los intentos de bajar las tasas
por la vía regulatoria han resultado ser contraproducentes:
en lugar de proteger a los más débiles, los perjudica.

14. Smith & Thurman 2007: 21-22.

45
Dos experiencias recurrentes abonan esta conclusión.
La primera involucra tanto al crédito al consumo como a
la producción. La segunda se aplica de manera específica al
crédito productivo. Ambas permiten confirmar que no al-
canza con tener buenas intenciones para generar efectos po-
sitivos. Con mucha frecuencia, la buena voluntad conduce a
malas políticas.
La primera experiencia ha sido registrada en una gran
variedad de contextos: las regulaciones que ponen límites a
las tasas de interés no conducen a un aumento de la oferta
de crédito barato, sino a una restricción global del crédito
legal, que castiga especialmente a los más pobres.
A diferencia de lo que ocurre en otras industrias, el ne-
gocio financiero no exige grandes inversiones en bienes de
capital ni tiene ninguna otra característica que impida una
rápida salida del negocio. Por esta razón, una reacción nor-
mal ante la limitación de las tasas de interés es que quienes
están en condiciones de invertir se orienten hacia industrias
que prometan mejores rendimientos. La regulación de las
tasas no afecta negativamente a quienes disponen de capital
(que rápidamente encuentran mejores opciones) sino a los
demandantes de crédito, que pierden la posibilidad de obte-
nerlo o terminan recurriendo a un mercado negro en el que
hay tasas todavía más elevadas y métodos más bruscos de
asegurar el repago.
Verse obligado a pagar tasas elevadas puede ser un
problema. Pero, al menos en ciertas circunstancias, un
problema mayor es no acceder al crédito. Esto ocurre,
por ejemplo, cuando la imposibilidad de acceder al dine-
ro genera costos de oportunidad importantes, o cuando

46
los consumidores incurrieron en atrasos ante proveedores
que cobran recargos por mora extremadamente altos. Si
las tasas altas son una condición para que la oferta de cré-
dito se mantenga presente, los sectores de ingresos bajos y
medios tienen razones para preferir esa alternativa. Como
se verá más adelante, este comportamiento está lejos de
ser irracional.

La segunda experiencia refiere de manera específica
al crédito dirigido a la actividad productiva. Con alguna
El topeo
frecuencia, las experiencias de microcrédito orientadas a
administrativo de
alentar el emprendedurismo en sectores de ingresos me-
las tasas no tiene
dios y bajos optan por aplicar tasas sensiblemente meno-
por lo general el
res que las que existen en el mercado. La idea es ayudar
efecto de abaratar
al despegue económico de personas que enfrentan difi-
el crédito, sino el de
cultades serias. Pero la experiencia ha mostrado que esta
debilitar el mercado
práctica es contraproducente. El principal efecto de bajar
legal y fortalecer
artificialmente las tasas es prolongar de forma igualmente
el mercado negro.
artificial la sobrevida de emprendimientos inviables. Así
lo explican dos autores con amplia experiencia en micro-
créditos con fines sociales, es decir, dos personas que in-
gresaron al sector por un impulso solidario y no por inte-
rés comercial:

Frecuentemente se piensa que, porque quienes reciben los


préstamos son pobres, se les debe cargar una baja tasa de
interés (una tasa subsidiada por debajo de la tasa local de
mercado). Luego de años de experiencia, aprendimos que los
programas que aplican esas tasas artificialmente bajas suelen
fracasar, porque los descuentos en los intereses son usados pa-
ra sostener emprendimientos débiles a los que en realidad se

47
debería dejar caer. Lo que necesita la gente pobre son fuentes
de ingreso auténticas y durables. No se les debería permitir

que se endeuden para poner en marcha emprendimientos, a
menos que los préstamos, incluidos los intereses, tengan el
Lo que realmente baja
efecto de aumentar fuertemente su ingreso.15
el costo del dinero
es la competencia
La primera experiencia mencionada se refiere a todas las
entre distintos
formas de crédito. La segunda se refiere de manera particu-
proveedores en un
lar al crédito a la producción. El primer caso muestra que
clima de igual acceso
el topeo administrativo de las tasas no tiene generalmente
a la información.
el efecto de abaratar el crédito, sino de debilitar el mercado
legal y fortalecer el mercado negro. El segundo caso mues-
tra que la sinceridad en las tasas cumple una función social:
«Maximizar la eficiencia económica no requiere que todos
los miembros de una aldea tengan acceso al crédito, sino
que accedan solamente los aldeanos más productivos» (Ar-
mendáriz & Morduch 2007: 29).
En conjunto, la experiencia sugiere que las medidas que
impiden que las tasas reflejen las condiciones del mercado
no tienen otro efecto que quitar transparencia. Lo que real-
mente baja el costo del dinero es la competencia entre dis-
tintos proveedores en un clima de igual acceso a la informa-
ción: «El tema de fondo es que el cliente esté en condiciones
de evaluar los costos completos que implican los servicios
financieros. Esta es la manera en la cual la mayor parte de
los países con sistemas financieros consolidados han abor-
dado el problema» (Larraín 2006: 26).

15. Smith & Thurman 2007: 56-57.

48
b.2. Inseguridad jurídica
Una segunda forma de intervención de los reguladores
consiste en obstaculizar los esfuerzos de los acreedores por

hacer valer los contratos legales ante un caso de incumpli-
miento. Detrás de esta actitud suele estar la voluntad de
La inseguridad
proteger a quien se percibe como débil, frente a quien es
jurídica tiene como
percibido como fuerte. Pero, una vez más, los efectos son
resultado normal una
contraproducentes. La inseguridad jurídica tiene el efecto
retracción de la oferta
de alentar el default estratégico, es decir, la cesación de pagos
de dinero. También
por parte de personas que están en condiciones de honrar
favorece el aumento
sus obligaciones. Esto aumenta el riesgo moral que enfren-
de las tasas de interés
tan quienes ofrecen crédito. El resultado normal es una re-
y de las garantías
tracción de la oferta de dinero.16
exigidas, lo que agrava
Un especialista en el tema describe de este modo la diná-
el racionamiento
mica que se genera:
del crédito.

Los pobres pueden ser víctimas frecuentes de políticas ex-


cesivamente laxas, cortes de justicia carentes de firmeza y
derechos de cobro demasiado débiles. Es obvio que estas po-
líticas pueden ayudar a un deudor pobre que se encuentra en
dificultades, pero al mismo tiempo pueden elevar el costo de
tomar dinero prestado y llevar a que los pobres queden ex-
cluidos del mercado de crédito. El contraste que se encuentra
en Brasil entre un dinámico mercado de préstamos para com-
pra de autos y un anémico mercado hipotecario proporciona
una elocuente ilustración de este problema. Mientras que
bajo la ley brasileña es relativamente fácil recuperar un auto
como consecuencia de un default en el pago del préstamo que

16. Véase al respecto Armendáriz & Morduch 2007: 45ss.

49
permitió comprarlo, es muy difícil expulsar a los ocupantes
de una vivienda que han dejado de pagar su hipoteca.17

El caso de Brasil no es la excepción sino la regla. En di-


versos contextos se confirma que «un débil respaldo legal de
los contratos reduce el tamaño de la deuda contraída por los
hogares de bajos ingresos, pero no tiene efectos significativos
sobre los hogares de ingresos altos» (Fabbri & Padula 2005:
113). Un estudio realizado en 1997 sobre datos del Survey on
Consumer Finances de Estados Unidos reveló que «la canti-
dad de excepciones a la ejecución de activos en caso de banca-
rrota aumenta la probabilidad de que un hogar sea rechazado
como candidato a recibir un crédito […]. También reduce a la
mitad el volumen del crédito que reciben los hogares ubica-
dos en la mitad inferior de la distribución de activos, al mis-
mo tiempo que aumenta ese volumen para los hogares que se
ubican en la mitad superior» (Fabbri & Padula 2005: 115).
La seguridad jurídica no depende únicamente del con-
tenido de las leyes, sino también del modo en que se admi-
nistra justicia. Esto incluye los costos del proceso judicial y,
de manera muy especial, la velocidad para dictar y ejecutar
sentencias. «Cuanto más altos son los costos judiciales, me-
nor es la cantidad de crédito disponible, porque los bancos
compensan la pérdida de ingresos por ejecuciones median-
te un aumento de las tasas de interés» (Fabbri & Padula
2005: 114). Y cuando más es lenta e ineficiente es la justicia,
más «decaen los incentivos para pagar por parte de quie-
nes tomaron créditos, ante lo cual los bancos responden

17. Bolton 2005: 2.

50
aumentando las garantías colaterales, es decir, racionando el
crédito» (Fabbri & Padula 2005: 114). Todo esto perjudica a
quienes tienen menos.
Un estudio reciente en Italia compara el efecto de la ca-
lidad de la administración de justicia (y no del contenido de

las normas) sobre el acceso al crédito. Si bien las leyes son
las mismas en todo el país, la eficiencia de la justicia, medida
«Un mal
por la agilidad de los procesos judiciales, varía mucho de una
funcionamiento
región a otra (básicamente, la eficiencia es mucho mayor en
del sistema legal
el norte que en el sur). Los autores del estudio concluyen:
redistribuye el
crédito hacia
La disminución del respaldo legal a los contratos aumenta la
los sectores de
probabilidad de que a un hogar le sea negado el acceso al cré-
mayores ingresos.»
dito. La fuerza de este efecto disminuye a medida que aumen-
ta el ingreso o la riqueza. La probabilidad de que le sea negado
el acceso al crédito a un hogar ubicado en el cuartil inferior de
distribución del ingreso varía desde el 55 % en el peor distri-
to judicial al 9 % en el mejor. Si se atiende al cuartil superior,
la probabilidad varía entre el 24 % en el peor distrito y el 6 %
en el mejor. El mismo efecto es detectado en relación con la
disponibilidad de crédito. […] Una disminución del respaldo
legal reduce el monto de la deuda en los hogares pobres pero
no afecta a los hogares ricos. El efecto resulta ser económica-
mente significativo. Calculando la semielasticidad de la deuda
de los hogares en función de la variable legal, se obtiene que
un aumento del 1 % en los costos legales está asociado con una
reducción de € 1.600 en el volumen de deuda de los hogares de
bajos ingresos.18

18. Fabbri & Padula 2005: 115.

51
La conclusión general del estudio es que «los bancos
compensan los mayores costos legales asociados a un sis-
tema ineficiente acentuando la exigencia de garantías cola-
terales, elevando las tasas de interés y negándole el crédito
a una mayor proporción de demandantes» (Fabbri & Pa-
dula 2005: 117). Como resultado, «un mal funcionamiento
del sistema legal redistribuye el crédito hacia los sectores de
mayores ingresos» (Fabbri & Padula 2005: 138).
En resumen, la intervención de los reguladores, aun
cuando esté motivada por objetivos nobles, tiende a generar
efectos contraproducentes. Una de las razones que explican
la recurrencia de este fenómeno es que los reguladores tienen
un conocimiento muy imperfecto del sector (por lo pronto,
mucho más imperfecto que el que tienen los agentes econó-
micos). Esto los lleva a tener una escasa conciencia de los
efectos concretos que generan sus decisiones. Por ejemplo,
en el contexto uruguayo, la obligación de registrar contable-
mente los atrasos como pérdidas tiene el efecto inadvertido
de desestimular lo que en la sección 5.b se llamará reclasifi-
cación controlada de deudas, es decir, uno de los mecanismos
más importantes que existen para asegurar una sana expan-
sión del crédito a la población no bancarizada.
Este problema tiene en principio dos vías de solución. La
primera consiste en que los reguladores aumenten conside-
rablemente su conocimiento del sector. Se trata de un cami-
no viable pero costoso, sobre todo en la medida en que otras
industrias pueden plantear la misma demanda. La segunda
vía de solución consiste en que los reguladores establezcan
canales de comunicación muy fluidos con los agentes econó-
micos, de modo de poder informarse sobre las condiciones

52
del mercado y los efectos esperables de sus eventuales inter-
venciones, y luego regulen con moderación.

c. Obstáculos generados por


la propia población excluida

No solamente los bancos y reguladores toman decisio-



nes que resultan en un racionamiento del crédito. En cier-
ta medida, el racionamiento también resulta de decisiones
Muchos clientes se
tomadas por una población que se autoexcluye. Contra lo
autoexcluyen de la
que a veces suele creerse, «las personas que no acceden al
operativa bancaria por
crédito tradicional no tienen necesariamente un comporta-
sus costos, o porque
miento financiero malo o inestable. De hecho, cuando se es-
sienten que los
tudia el punto, las razones por las que esa gente no usa esos
bancos tradicionales
productos tienen más que ver con sus estilos de vida y sus
no son para ellos.
concepciones mentales que con el hecho de haber fallado en
el modelo financiero tradicional» (Dood 2009: 2).
Investigaciones realizadas en distintos contextos permi-
ten identificar un conjunto de razones que, de maneras que
pueden variar significativamente de un lugar a otro, tienden
a repetirse en todas partes.
En primer lugar, muchos clientes se autoexcluyen por-
que conocen o intuyen los costos de la operativa bancaria.
La capacidad de ahorro de esas personas es tan pequeña que
sus cuentas de ahorro quedarían por debajo de los mínimos
exigidos por los bancos para no cobrar fees. Similarmente,
su necesidad de librar cheques es tan esporádica que no tie-
ne sentido pagar por una cuenta corriente y una chequera.
Muchas personas tienen plena conciencia de estos hechos y
actúan en consecuencia (Berry 2004: 5).

53
En segundo lugar, muchas personas buscan instituciones
ajenas al sistema financiero tradicional porque el régimen
de funcionamiento de los bancos no se ajusta a sus necesi-

dades. Un banco puede demorar semanas en responder a
una solicitud que es urgente para el cliente. Complementa-
La gran mayoría de
riamente, los horarios de funcionamiento de los bancos no
quienes perciben
se ajustan a las rutinas de las personas de ingresos medios
ingresos medios o
y bajos, que suelen tener empleos con horarios rígidos y ex-
bajos cubren casi todos
tendidos. Muchas personas son conscientes de estas restric-
sus gastos pagando al
ciones. Por eso descartan la idea de empezar su búsqueda
contado, muchos no
de crédito en un banco y se orientan hacia organizaciones
cuentan con la cultura
que tienen plazos de respuesta más breves y horarios de
financiera necesaria, y
atención más amplios.19
muchos sienten
En tercer lugar, hay barreras culturales. Muchas personas
desconfianza hacia
sienten que los bancos tradicionales no son para ellas. Las
los bancos
intimida el ambiente de las agencias bancarias, no se sien-
ten cómodas en presencia de sus clientes habituales, temen
ser discriminadas o han tenido la experiencia de serlo.20 Su
escasa educación formal les impide entender la folletería y
la señalética, o les dificulta el llenado de formularios. Tam-
bién tienen dificultades para entender la jerga específica en
la que se expresan los funcionarios.21
El factor anterior se combina con una cuarta carencia:
muchas personas no cuentan con la cultura financiera ne-
cesaria para entender los servicios que se les ofrecen o eva-
luar su grado de conveniencia. La gran mayoría de quienes

19. Véanse al respecto Belsky & Calder 2004: 22, Sherraden & Barr 2004: 21.
20. Sobre este punto véase Seidman, & Tescher 2004: 10.
21. Sobre estos aspectos véase Belsky & Calder 2004: 22-23, Berry 2004: 7.

54
perciben ingresos medios o bajos cubren casi todos sus
gastos pagando al contado. En general no usan chequeras,
no solo por el problema de costos ya mencionado, sino
también porque buena parte de los comercios en los que
compran no aceptan cheques.22 Para este público, la opera-
tiva de un banco no es fácil de entender.
Un quinto factor, estrechamente ligado a los dos ante-
riores, es la desconfianza hacia los bancos que sienten mu-
chas personas de ingresos bajos y medios. La ignorancia de
las reglas de juego, sumada a la sensación de no pertenecer
a ese ambiente, les hace temer que puedan meterse en pro-
blemas sin advertirlo. Los bancos tradicionales existen para
servir a los ricos, de modo que son insensibles (o eventual-
mente malintencionados) con los pobres. Esta clase de per-
cepción no solo se registra en los países en desarrollo, sino
también en países desarrollados como Estados Unidos: casi
la tercera parte de la población no bancarizada dice descon-
fiar de los bancos.23

22. Véase al respecto Berry 2004: 11.


23. Sobre este punto véase Dood 2009: 5.

55
3.
EXPANDIENDO EL ACCESO AL CRÉDITO

57
58
EXPANDIENDO EL ACCESO AL CRÉDITO:
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE INCORPORAR A
AMPLIOS SECTORES DE LA POBLACIÓN?

Pese a las dificultades que han tenido los bancos tradicionales



para extender el crédito más allá de sus clientelas históricas,
existe un amplio consenso en el sentido de que es deseable
Si efectivamente la
avanzar en esa dirección. Las razones que se invocan son múl-
intensidad en el uso
tiples, pero pueden resumirse en tres grandes afirmaciones:
de instrumentos
financieros por los
a. la ampliación del acceso al crédito es deseable por razones
agentes económicos es
de eficiencia económica;
una condición para el
b. la ampliación del acceso al crédito es deseable por razones
desarrollo económico,
de justicia social, y
el racionamiento del
c. la ampliación del acceso al crédito es deseable por su im-
crédito debe ser visto
pacto sobre el capital humano y el capital social.
como un obstáculo.

Ninguno de estos argumentos debe ser interpretado co-


mo una luz verde para cualquier clase de práctica expansiva.
La reciente crisis del mercado de hipotecas sub-prime en Es-
tados Unidos, y las terribles consecuencias que generó, son
una advertencia suficientemente elocuente al respecto. Pero
los excesos y las malas prácticas existen en todos los órde-
nes de la vida. Lo que estos argumentos afirman es que la

59
expansión del acceso al crédito, en la medida en que se reali-
ce de manera sana, tiene consecuencias altamente positivas.

a. La ampliación del crédito favorece


la eficiencia económica

Numerosos estudios sugieren que, tal como descubrie-


ron los italianos a fines de la Edad Media, existe una alta
correlación entre la profundidad financiera (es decir, la in-
tensidad en el uso de instrumentos financieros por los agen-
tes económicos) y el crecimiento de la actividad económica.1
Un libro reciente explica en lenguaje anecdótico la impor-
tancia de este vínculo:

Imagine vivir en una sociedad donde toda transacción deba


ser concretada en efectivo. Una sociedad sin bancos ni otras
fuentes alternativas de préstamos y demás servicios financie-
ros. Usted no podría escribir un cheque ni cargar una compra
en su cuenta. Sus ahorros deberían hacerse en efectivo y guar-
darse en el bolsillo o bajo el colchón. Acumular suficiente efec-
tivo como para hacer una compra grande, como un auto o una
casa, se volvería casi imposible. Invertir sería una tarea difícil
de emprender, ya que no habría bolsa de valores: las compa-
ñías que requirieran un capital inicial para ponerse en marcha
nunca podrían levantar vuelo. Usted tendría dificultades para
expandir las ventas de su pequeña empresa porque su inventa-
rio de ropa, alimentos o artículos básicos para el hogar estaría
limitado por su estrecho margen de ganancia. No sería posi-

1. Sobre este punto véase, por ejemplo, Larraín 2006: 1.

60
ble tomar dinero prestado para comprar, reparar o reemplazar
equipamiento y, dado que usted no tendría reservas, las peque-
ñas emergencias se convertirían en desastres. Ahora bien, más
de la mitad de la población mundial funciona en economías
informales de este tipo. […] Lo que a ojos de un turista parece
simplemente un mercado callejero en el país subdesarrollado
que visita, es en realidad la versión comunitaria de un mega-

mall donde, en lugar de las transacciones de crédito y débito a
las que estamos habituados en el mundo desarrollado, todos
Quienes no tienen
los intercambios se hacen en efectivo. […] En cambio, intrin-
acceso al crédito son
cados sistemas de banca y finanzas alimentan las economías
los más pobres, los
de los países desarrollados, proveyendo préstamos y otros ser-
menos educados, los
vicios financieros a clientes con historia crediticia, así como
más jóvenes y quienes
capital a muchos negocios potencialmente rentables.2
pertenecen a grupos
sociales desfavorecidos.
Si efectivamente la profundidad financiera es una con-
En casi todas partes,
dición para el desarrollo económico, el racionamiento del
el acceso al crédito
crédito debe ser visto como un obstáculo. «La literatura re-
tradicional está aun
ciente en desarrollo económico ha puesto en evidencia el po-
peor distribuido
tencial de ineficiencia del racionamiento del crédito y lo ha
que el ingreso.
identificado como una causa fundamental del subdesarro-
llo» (Bolton et al. 2005: 2). Esta conclusión se aplica tanto a
los países pobres como a los ricos. El estudio ya mencionado
a propósito de los servicios financieros en Italia compara el
grado de desarrollo económico de cada una de las regiones
de ese país con la seguridad jurídica y el acceso al crédito.
El resultado es que «hay una correlación fuertemente po-
sitiva» entre los tres factores (Fabbri & Padula 2005: 114).

2. Smith & Thurman 2007: 38-39.

61
En otras palabras, a igualdad (relativa) de cultura y de re-
glas de juego, las zonas con una administración de justicia
más eficiente y con mayor difusión de los instrumentos fi-
nancieros son también las zonas más ricas.
El sentido de las causalidades entre crecimiento econó-
mico, profundidad financiera y seguridad jurídica está lejos
de ser evidente. De hecho, parece existir una dinámica de cír-
culo virtuoso que refuerza recíprocamente los tres factores.
Pero, cualquiera sea la complejidad del vínculo, al menos un
punto está claro: el desarrollo del sector financiero alienta el
crecimiento económico porque permite que surjan mercados
allí donde no los había. Esto vale tanto para el crédito a la
actividad productiva como para el crédito al consumo:

La inexistencia de mercados de bienes y servicios que los


consumidores demandan y los oferentes pueden satisfacer al
tiempo que reciben un beneficio competitivo es una impor-
tante falla del mercado. De hecho, el desarrollo relativamente
rápido de un mercado de créditos dirigido a sectores de ingre-
sos medios y bajos puede ser visto como una respuesta a las
fallas de un régimen de racionamiento del crédito altamente
regulado, que sirve a clientes sin historia crediticia o con una
historia complicada.3

Los efectos benéficos de la expansión del crédito suelen


ser fácilmente percibidos en el caso del crédito a la produc-
ción, pero son algo menos evidentes en el caso del crédito
al consumo. Sin embargo, los efectos positivos existen en

3. Collins et al. 2004: 5.

62
ambos casos. En la medida en que las tasas de repago sean
altas, la expansión del crédito al consumo conduce a un

aumento de la demanda de bienes y servicios que impacta
favorablemente sobre la producción, sobre la demanda de
Estar privado de
empleo y, en última instancia, sobre la recaudación.
crédito implica costos
Finalmente, la expansión del crédito a sectores de ingre-
de oportunidad,
sos medios y bajos, tanto en forma de crédito a la produc-
y genera costos
ción como de crédito al consumo, tiene el efecto de aumen-
adicionales ligados a
tar los niveles de formalización de la economía. En la me-
lo que efectivamente
dida en que ese crédito es ofrecido por empresas conocidas
se compra, en menores
y debidamente reguladas, los circuitos por los que circula el
cantidades y a un
dinero se hacen más visibles, las leyes se vuelven más fáciles
precio unitario mayor.
de aplicar y mejora la recaudación del Estado. También es
más fácil detectar excesos o prácticas de cobro incompati-
bles con el orden legal vigente.

b. La ampliación del crédito


favorece la justicia social

Hace ya más de un siglo, el escritor francés Anatole


France (premio Nobel de Literatura 1921) observaba que
«solo los pobres pagan al contado. Pero no lo hacen por
virtud, sino porque no les dan crédito».4 Desde entonces
hasta hoy, múltiples estudios han confirmado el punto.
Quienes no tienen acceso al crédito son sistemáticamen-
te los más pobres, los menos educados, los más jóvenes y

4. «Il n’y a que les pauvres gens qui payent comptant. Ce n’est pas par vertu; c’est
parce qu’on ne le fait pas crédit». La frase figura en un libro titulado Pierre
Nozière, publicado en 1899.

63
quienes pertenecen a grupos sociales desfavorecidos. En
casi todas partes, el acceso al crédito tradicional está aun
peor distribuido que el ingreso.5
Hay al menos dos razones para pensar que esta distri-
bución desigual es inaceptable en términos de justicia. En
primer lugar, carecer de acceso al crédito tiene un impacto
negativo sobre los niveles de bienestar que va mucho más
allá de la evidente restricción de las oportunidades de con-
sumo. En segundo lugar, el racionamiento del crédito tiene
consecuencias negativas en términos de lucha contra la po-
breza. El primero de estos fenómenos involucra fundamen-
talmente al crédito al consumo, mientras que el segundo
está principalmente asociado al crédito productivo.

b.1. Impacto sobre el bienestar


En un libro publicado en 1997, Jack Weatherford acuñó la
expresión «el gueto del efectivo» («the cash ghetto») para refe-
rirse a las condiciones de vida de los sectores que no son ser-
vidos por el sistema bancario. Estar encerrado en el gueto del
efectivo significa estar reducido a un mundo donde casi única-
mente existe el pago al contado, sin que sea posible desarrollar
una historia crediticia ni acceder a las condiciones necesarias
para diferir los pagos.6 Como ocurre siempre que se imponen
guetos, las consecuencias de ese encierro son múltiples y ne-
gativas. Tres de ellas merecen especial destaque.
En primer lugar, estar privado de crédito implica costos
de oportunidad, no solo en el caso del crédito con fines pro-

5. Sobre este punto véase Sherraden & Barr 2004: 21.


6. Véase al respecto Weatherford 1997: 209.

64
ductivos sino también en el del crédito al consumo. Poder
comprar una estufa antes de que empiece el frío no es lo
mismo que verse obligado a postergar la compra hasta los

últimos días del invierno. La diferencia con el crédito a la
producción es que los costos no se miden en oportunidades
Fuera del acceso
perdidas de ganar dinero, sino en oportunidades perdidas
al crédito, grandes
de acceder a mejores niveles de bienestar. En muchos casos
mayorías de nuestras
(por ejemplo, el de las personas ancianas o con problemas
sociedades quedan
de salud) la imposibilidad acceder rápidamente a esos nive-
condenadas a
les de bienestar puede tener consecuencias graves.
conformarse con
En segundo lugar, estar privado de crédito genera cos-
niveles de bienestar
tos adicionales ligados a lo que efectivamente se compra.
muy inferiores a los de
Al pagar solamente en efectivo, los pobres están condena-
quienes sí tienen acceso.
dos a comprar en menores cantidades y, por lo tanto, a un
precio unitario mayor. El costo de un cigarrillo es más alto
cuando se compra una cajilla que cuando se compra un car-
tón, y aún más cuando se compra una unidad que cuando
se compra una cajilla. Pero mucha gente tiene ingresos tan
fragmentados en el tiempo (porque cobra por semana o por
día) que no puede evitar la compra fraccionada aunque su
ingreso mensual le permitiría hacerlo. «El efectivo es parte
de un sistema de intercambio mucho más caro que el siste-
ma libre de efectivo en el que funcionan las clases medias y
altas» (Weatherford 1997: 211).
En tercer lugar, estar encerrado en el gueto del efectivo
significa estar limitado a servirse del dinero como único
medio de pago. Los habitantes del gueto no tienen tarjetas
de crédito, ni chequeras, ni cuentas bancarias que les per-
mitan hacer débitos automáticos o transferencias. Esto les
genera dos tipos de desventajas.

65
Por una parte, quienes se manejan exclusivamente con
dinero tienen más problemas de seguridad: «La gente que
vive en el gueto del efectivo suele llevar más dinero encima
que la gente rica, que tiene una billetera cargada de tarjetas
bancarias. […] También es frecuente que esa gente tenga di-
nero escondido en su casa» (Wheatherford 1997: 217). Lo
mismo ocurre con los comercios. Frecuentemente hay más
dinero en la farmacia de un barrio pobre que en una casa de
ropa fina. La razón es que los clientes de la primera pagan en
efectivo, mientras los otros pagan con tarjeta o con cheque.

En la cultura del gueto del efectivo, todos saben quién proba-


blemente tendrá dinero. Además de los vendedores y encarga-
dos de pequeños negocios, la gente con dinero es aquella que
recibe pagos regulares del gobierno: las madres solteras que
reciben ayuda social, las personas mayores que cobran una ju-
bilación y enseguida la convierten en efectivo. Esas personas,
especialmente los ancianos sin familia, son víctimas frecuentes
de crímenes.7

Por otra parte, los costos de transacción suelen ser más


altos en el gueto del efectivo. Esto se debe, entre otras cosas, a
que quienes están dentro del gueto tienen más dificultades
para mover fondos de un sitio a otro. Wheatherford hace
una observación relativa a Estados Unidos que vale para
otros países:

7. Wheatherford 1997: 217.

66
Mientras la gente que tiene cuentas en bancos extranjeros y
transfiere dinero electrónicamente mueve millones de dólares •
al día sin ninguna supervisión del gobierno, la gente que en-
tra a Estados Unidos debe declarar a la Aduana toda suma Una ampliación del
en efectivo que supere los 10 mil dólares, bajo riesgo de per- acceso al crédito
der el dinero que supere ese límite. Es mucho más fácil mover aparece como
mil millones de dólares desde un banco de Tokio a uno de condición esencial para
Atlanta que ingresar desde Vancouver o llegar a Dallas con vencer a la pobreza,
más de 10 mil dólares en efectivo.8 y como un tema de
primera magnitud para
Al dejar fuera del acceso al crédito a las grandes mayo- cualquier reflexión
rías de nuestras sociedades, las estamos condenando a con- sobre la justicia social
formarse con niveles de bienestar muy inferiores a los que en el contexto de una
alcanzan los sectores pudientes, y también inferiores a los economía de mercado.
que ellos mismos podrían alcanzar en otras circunstancias:

Ese mismo efectivo que permite funcionar a la economía de


los pobres, eleva barreras contra su participación en una eco-
nomía general que funciona basada en cheques, tarjetas de
plástico e impulsos electrónicos. La sociedad general levantó
sus propios muros para mantener el dinero del gueto lejos de
la economía de la clase media.9

b.2. Impacto en términos de lucha contra la pobreza


La reflexión y las mejores prácticas con relación a la lucha
contra la pobreza han dado un giro importante en la última
década. «En los años recientes, la investigación ha pasado de

8. Wheatherford 1997: 216-217.


9. Wheatherford 1997: 216.

67
centrarse exclusivamente en estrategias orientadas a aumentar
el ingreso de los pobres a intentar colocar a la gente de bajos
ingresos en mejores condiciones de generar activos» (Servon
et al. 2005: 46). Activos en este contexto no significa única-
mente valores, bienes inmuebles o de capital, sino también
capacidad de ahorrar, de invertir y de obtener crédito.
Una de las estrategias propuestas para avanzar en esta
dirección es la titulación de personas de bajos ingresos que
ha sido defendida por Hernando de Soto.10 Su punto de
partida es que muchos habitantes del tercer mundo care-
cen de títulos de propiedad, pese a que permanecen ligados
durante períodos prolongados a un trozo de tierra o a una
vivienda. Las razones de esa falta de titulación son de natu-
raleza histórica: en el origen hubo la ocupación de un terre-
no fiscal, de un predio en el que estaba prohibido construir
por razones de seguridad o salubridad, o de una propiedad
abandonada por sus dueños. Pero la estabilidad del vínculo
con ese bien ha quitado relevancia a la explicación original.
La idea de De Soto es entregar títulos de propiedad a
esas personas, para que la situación de hecho pase a tener
existencia jurídica. De Soto espera varias consecuencias
benéficas de ese cambio. Una de ellas es que la titulación
generará incentivos para ahorrar e invertir, ya que nadie
está demasiado inclinado a poner dinero en una parcela o
en una vivienda de la que puede ser expulsado en cualquier
momento. Otra consecuencia benéfica es que, al pasar a ser
propietarios, esos individuos contarán con garantías colate-
rales para acceder a mejores créditos. La esperanza es que

10. Véase al respecto De Soto 2000.

68
esa oportunidad sea aprovechada por algunos de ellos para
impulsar emprendimientos productivos que les permitan
salir de la pobreza.
La otra gran estrategia desarrollada en estos años con-

siste en favorecer el emprendedurismo en los sectores de
ingresos bajos y medios. Esta es la idea que impulsa al Gra-
La educación es un
meen Bank de Muhammed Yunus y otras obras inspiradas
factor esencial en
en el mismo modelo.11 En lugar de llevar a la gente a estar en
la reproducción y
situación de cumplir con las garantías patrimoniales exigi-
ampliación del capital
das por los bancos tradicionales, tal como sugiere De Soto,
humano, pero no
lo que propone esta estrategia es eliminar esa exigencia y
el único. El mundo
sustituirla por un mecanismo específico de seguimiento de
del trabajo, la vida
los deudores.12
asociativa y el debate
Si bien los instrumentos empleados son diferentes, el
público juegan un
objetivo final perseguido es el mismo: disminuir radical-
papel esencial en
mente el racionamiento del crédito, como manera de fa-
la transmisión de
vorecer la mejora en las condiciones de vida (mediante el
saberes y destrezas.
acceso a bienes de consumo) y en la productividad del tra-
bajo (mediante la inversión productiva). En ambos casos, el
acceso al crédito aparece como una condición esencial para
vencer a la pobreza.13 Cuando esta convicción se combina
con la constatación de que son siempre los mismos grupos
sociales los que quedan fuera de las formas tradicionales de
crédito, la ampliación del acceso se convierte en un tema de
primera magnitud para cualquier reflexión sobre la justicia
social en el contexto de una economía de mercado.

11. Sobre este punto véase Yunus 1999 y 2006.


12. En la próxima sección se analizará más en detalle este mecanismo.
13. Véase sobre el punto Bolton et al. 2005: 3-4.

69
c. La ampliación del crédito fortalece
el capital humano y el capital social

Desde los trabajos pioneros de Gary Becker, el capital hu-


mano aparece como una condición esencial para el desarro-
llo.14 Por capital humano se entiende el conjunto de saberes y
destrezas incorporados por la población que conducen a un
aumento de la productividad económica. Al emplear la pa-
labra capital Becker quiere enfatizar que el conocimiento es
un valor o recurso económico a ser empleado en los procesos
productivos, tal como lo es el capital monetario. En un sentido
estricto, el capital humano está compuesto por todos aquellos
saberes y destrezas que permiten distinguir el trabajo califi-
cado del que no lo es. En un sentido más amplio, el capital
humano incluye también los conocimientos y destrezas que
permiten a los individuos actuar como agentes económicos
racionales y como ciudadanos capaces de funcionar en un en-
torno institucional complejo (por ejemplo, individuos capaces
de ejercer adecuadamente sus derechos y sus deberes).
La educación es un factor esencial en la reproducción y
ampliación del capital humano, pero no el único. El mun-
do del trabajo, la vida asociativa y el debate público juegan
un papel esencial en la transmisión de saberes y destrezas.
Cada vez que nos involucramos en una actividad que nos
estimula a un mejor desempeño como agentes económicos
o como ciudadanos, estamos contribuyendo de manera in-
directa a acrecentar el capital humano de la sociedad. Del
mismo modo, cuando el mundo laboral, la vida asociativa o

14. Véase al respecto Becker 1975.

70
el debate público se deterioran y pasan a transmitir mensa-
jes equivocados (por ejemplo, fomentan actitudes oportu-
nistas en lugar de cooperativas), se convierten en grandes

mecanismos destructores de valor.
Vistas las cosas desde este ángulo, la ampliación del ac-
Existe un consenso
ceso al crédito parece en condiciones de aportar nuevos be-
amplio sobre que
neficios. El acceso al crédito favorece lo que algunos autores
el acceso al crédito
llaman la alfabetización financiera, es decir, la incorporación
ofrece oportunidades
de un conjunto de conocimientos sobre el modo en que fun-
para aprendizajes
ciona el sector financiero, así como de una serie de destrezas
administrativos,
que permiten servirse responsablemente de las oportunida-
comerciales y de
des que brinda ese sector.15
consumo financiero.
En la literatura suele distinguirse entre capital humano
(compuesto de saberes y destrezas que podemos encontrar
en la población) y el capital social (compuesto de virtudes
y valores que pueden compartir las personas). Algunos au-
tores sostienen que la alfabetización financiera contribuye
a ejercitar virtudes como el autocontrol y la disciplina, lo
que a su vez fomenta la cooperación entre los ciudadanos.
Algunos estudios empíricos ha detectado una alta corre-
lación entre la disponibilidad de capital social (entendido
como una predisposición a la cooperación leal) y el buen
funcionamiento de las instituciones, aunque se discute el
modo en que se vinculan ambas variables: ¿el alto capital
social favorece el buen funcionamiento de las institucio-
nes, el buen funcionamiento de las instituciones estimula
la cooperación, o ambos se retroalimentan? 16

15. Véase sobre el punto Servon et al. 2005: 49.


16. Véase al respecto Fabbri & Padula 2005: 113 ss.

71
Más allá del modo en que se diriman estos debates, exis-
te un consenso amplio en el sentido de que el acceso al cré-

dito favorece cuatro tipos de aprendizaje.
En primer lugar, favorece aprendizajes sobre el propio
Un desarrollo sano
funcionamiento del sistema financiero: la mayor parte de
del mercado del
los consumidores suelen conocer los créditos a cuota fija
crédito al consumo
(porque los comerciantes minoristas desarrollaron hace
requiere de una
años ese producto), pero están menos familiarizados con el
preocupación por
funcionamiento de una tarjeta con pagos flexibles o de una
lograr que la mayor
línea de crédito. Incorporar estos conocimientos es un pro-
cantidad posible de
ceso que, dadas ciertas condiciones, se realiza con éxito.
personas incorpore
En segundo lugar, el acceso al crédito genera aprendizajes
aprendizajes con el
relativos a la administración del propio dinero: los clientes
menor costo posible.
pueden aprender a evaluar qué proporción de sus ingresos
futuros pueden comprometer en el repago de un crédito, a
manejar las estacionalidades asociadas al gasto (por ejem-
plo, el inicio de clases de los hijos) o aquellas asociadas a sus
propios ingresos (aguinaldos y otros beneficios sociales).
En tercer lugar, tener acceso al crédito permite familia-
rizarse con algunas formas de razonamiento básicas en el
dominio de las finanzas, como comparar el costo del di-
nero en diferentes opciones de crédito o buscar el mejor
trade-off entre el valor de la cuota y el plazo de cancelación
de la deuda.
Por último, el acceso al crédito genera oportunidades
para ejercitar la disciplina y el autocontrol. «Asumir una
deuda y hacer pagos mensuales regulares requiere discipli-
na. Meses o años de pagos regulares tienden a instalar una
capacidad de autodominio que permite dejar atrás el consu-
mismo rampante» (Belsky & Calder 2004: 14).

72
Que estas oportunidades existan no garantiza que el
aprendizaje efectivamente se produzca. También es verdad
que los costos de aprendizaje pueden variar enormemente
de un individuo a otro, según las condiciones en las que ac-
túen. Esta diversidad de escenarios genera un terreno apro-
piado para distinguir entre mejores y peores prácticas a la
hora de extender el crédito al consumo. Un desarrollo sano
de ese mercado requiere una preocupación por lograr que la
mayor cantidad posible de personas incorpore esos apren-
dizajes con el menor costo posible. Un desarrollo irrespon-
sable es aquel que se desentiende del asunto. Esta cuestión
será tratada con más detenimiento en la sección 5.

73
4.
EXTENDIENDO EL CRÉDITO AL CONSUMO
A SECTORES DE INGRESOS MEDIOS Y BAJOS

75
76
EXTENDIENDO EL CRÉDITO AL CONSUMO
A SECTORES DE INGRESOS MEDIOS
Y BAJOS: LA EXPERIENCIA RECIENTE

Suele considerarse que el primer intento sistemático de


extensión del crédito bancario a sectores de ingresos me-

dios y bajos fue realizado en 1928. Ese año, el National City
Bank de Nueva York abrió una línea de pequeños créditos
Múltiples estudios
dirigida a trabajadores del sector formal. La iniciativa tuvo
confirman que la
originalmente una inspiración política, ya que el banco fue
clientela de las
impulsado a hacerlo como manera de combatir el préstamo
fuentes de crédito
informal. Pero las autoridades del banco descubrieron que
alternativo son
se trataba de un buen negocio. Con una tasa de interés del
aquellos en quienes
12 % y una muy baja tasa de mora (el banco perdió menos de
no se interesan los
tres dólares por cada mil prestados), el beneficio fue cuan-
bancos tradicionales.
tioso (Wheatherford 1997: 223).
Pese a ese inicio alentador, y por alguna combinación de
las razones enumeradas en la sección 3, los bancos tradicio-
nales nunca lograron una presencia fuerte en los segmentos
de ingresos medios y bajos. Por este motivo, en casi todas
las economías de mercado «existe un sistema dual de provi-
sión de crédito, en el cual las comunidades de ingresos bajos
tienen una probabilidad mucho más alta que las de ingre-
sos altos de acudir a proveedores alternativos de servicios
financieros (prestamistas, compradores de cheques, casas

77
de empeño) que a las instituciones ubicadas en la corriente
principal del sistema (instituciones bancarias y especialistas
en créditos prime)» (Belsky & Calder 2004: 3-4).
La existencia de este sistema dual no es difícil de enten-
der. Por una parte, los bancos y otras instituciones financieras
tradicionales no llegan a penetrar en los sectores de ingresos
medios y bajos. Por otra parte, «mucha gente está dispuesta
a pagar altas tasas de corto plazo para recibir préstamos en
efectivo» (Caskey 2005: 40). El resultado es el nacimiento
de toda una serie de instituciones ajenas al sector financiero
tradicional que ofrecen productos orientados a satisfacer esa
demanda. La descripción que hace un especialista de lo que
ocurre en Estados Unidos es aplicable a otros países:

Hay un extenso conjunto de mercados de crédito para los po-


bres en Estados Unidos, que funcionan en forma casi total-
mente separada de la corriente principal. Esos mercados ope-
ran fuera de la pantalla de radar de la mayor parte de los inves-
tigadores que se dedican a estudiar los mercados financieros
más grandes y formales. […] Esos mercados alternativos son
muy importantes para los pobres, que dependen de ellos. To-
da mejora en esos mercados puede proporcionarles beneficios
sustanciales. Los estudios muestran […] que el racionamiento
del crédito no se manifiesta en la práctica como una clara línea
de división entre quienes tienen acceso al crédito y quienes
no lo tienen. En realidad, hay todo un rango de opciones de
crédito alternativas que están abiertas a los clientes pobres, y
algunas de ellas suponen diseños institucionales sofisticados.1

1. Bolton et al. 2005: 2.

78
Múltiples estudios confirman que la clientela de estas

fuentes de crédito alternativo son justamente aquellos en
quienes no se interesan los bancos tradicionales. Entre ellos
El préstamo
predominan las personas «menos educadas, de menor ingre-
pignoraticio
so, jóvenes, desempleadas, inquilinas más frecuentemente
disminuye el riesgo
que propietarias de su lugar de residencia. Además, quienes
del prestamista,
no se relacionan con los bancos tienen mayor probabilidad
pero sus costos
de vivir al día, con ninguna o muy poca capacidad de ahorrar
operativos son altos
dinero» (Berry 2004: 1). En los países donde existen mino-
porque, en general, el
rías raciales postergadas, esas poblaciones son más excluidas
valor unitario de las
que el resto.
prendas es modesto.
¿Cuáles son los productos más frecuentemente ofrecidos
a esta población? La situación varía de un país a otro, pero
estudios realizados en los últimos años coinciden en señalar
la importancia de algunos de ellos, ya sea porque están pre-
sentes en diversidad de países o porque tienen mucho peso
en algunas economías especialmente influyentes. A continua-
ción se presenta una breve descripción de aquellos que son
mencionados con más frecuencia en la literatura. Se excluyen
productos que caen fuera del crédito al consumo, como los
préstamos hipotecarios. También se excluyen los mecanismos
informales de crédito, como el préstamo familiar, que pueden
tener un peso significativo en algunos grupos sociales.

a. El préstamo pignoraticio o empeño

Se trata del préstamo otorgado contra una prenda, que


normalmente es un artículo fácilmente comercializable. Es
un sistema antiguo pero todavía muy usado. En Estados
Unidos, donde el tema ha sido bien estudiado, se calcula

79
que el número de locales dedicados a este negocio pasó de
4.800 en 1986 a más de 11 mil en el 2003.2 Existen grandes
cadenas que constituyen las caras visibles de la industria,
como Cash America, EZCorp o First Cash Financial.3 Las
tasas anualizadas oscilan entre el 30 y el 300 %, aunque
normalmente son préstamos de corto plazo. Se calcula que
en Estados Unidos hay unos 42 millones de transacciones
de este tipo cada año, por un monto total de algo más de
tres mil millones de dólares. El 80 % de los objetos empeña-
dos son recuperados dentro de los tres meses siguientes.4
El préstamo pignoraticio disminuye el riesgo del pres-
tamista, ya que en caso de incumplimiento se procede a la
venta del objeto empeñado. Pero los costos operativos son
altos porque, en general, el valor unitario de las prendas es
modesto (en Estados Unidos, el préstamo promedio es del
orden de los 75 dólares). Una estrategia reciente para bajar
los costos de transacción consiste en realizar las ventas a
través de Internet, en sitios como eBay.5 La ventaja para el
cliente está en la rapidez y en la flexibilidad de las condicio-
nes (no hace falta tener un empleo formal ni una historia
crediticia). Esto lo hace especialmente atractivo para ciertas
poblaciones, como los inmigrantes.6
El producto tiene, sin embargo, inconvenientes. En pri-
mer lugar, no todo el mundo cuenta con bienes que sean
atractivos para quienes conceden esta clase de préstamos.

2. Véase Seidman & Tescher 2004: 7.


3. Véase Caskey 2005: 24 y 29.
4. Véase Belsky & Calder 2004: 17.
5. Véase Caskey 2005: 30.
6. Véase Caskey 2005: 28.

80
En segundo lugar, el hecho de empeñar tiene en muchos am-

bientes una connotación negativa, ya sea porque se lo ve co-
mo algo vergonzoso o porque hay barreras afectivas. Por esta
El préstamo de corto
razón, mucha gente prefiere sistemas alternativos y las casas
plazo garantizado
de empeño tienden a operar en nichos bastante reducidos.7
con cheques tiene las
ventajas de su rapidez,
b. Descuento de cheques (payday loans)
de la flexibilidad (no
se requieren más
Es una modalidad de préstamo puente que se ha vuelto
garantías que esos
muy popular en Estados Unidos. Está dirigida a personas
documentos) y de la
que reciben cheques de terceros (tengan o no una cuenta
facilidad de acceso.
bancaria), así como a quienes pueden librar sus propios
cheques (en general, gente de ingresos medios que tiene una
cuenta bancaria). Responden a una necesidad de efectivo a
corto plazo. La mecánica usual es que el cliente entrega un
cheque a cobrar en pocas semanas, y a cambio recibe efec-
tivo por un monto algo inferior al valor nominal. El cliente
puede cancelar en efectivo antes del vencimiento del cheque
(y entonces le devuelven el documento), puede dejar que el
cheque llegue a su fecha de pago o, si tiene dificultades de
repago, puede hacer un rollover, lo que implica pagar los in-
tereses generados hasta ese día y cambiar el cheque por otro
con vencimiento posterior, agregando nuevos intereses.8
Las ventajas son la rapidez del préstamo (en 30 minutos se
puede conseguir el efectivo que se necesita), la flexibilidad de
las condiciones (no se requieren más garantías que el propio
cheque) y la facilidad de acceso (se puede obtener un préstamo

7. Véase Caskey 2005: 20 y 28.


8. Véase Bolton 2005: 3.

81
casi cualquier día de la semana a casi cualquier hora). Estudios
indican que los clientes también aprecian la brevedad de los

plazos de pago, porque eso los ayuda a disciplinarse.
Este producto se desarrolló enormemente en Estados
El descuento
Unidos a partir de los años noventa. En el 2001 se calculaba
garantizado con
que había unos 10.000 locales dedicados a este negocio en
una liquidación
casi todos los estados federados.9 Para el 2003, la estimación
de sueldo está
había subido a 14.000 locales. El éxito del sistema llevó a
al alcance de
muchos bancos a incorporar sistemas acotados de sobregiro,
personas con
con intereses que se cobran por día y una fee fija por hacer
empleo formal
uso del sistema, con el fin de evitar perder clientes a manos
y sin cuenta
de un competidor ajeno al sistema bancario. En los hechos,
bancaria.
esta solución funciona como un préstamo de corto plazo a
tasas más altas que el préstamo bancario tradicional.
Los préstamos comercializados tienen un valor prome-
dio de 300 dólares. Las tasas anualizadas oscilan entre el 100
y el 500 %. La tasa anual acumulada en el caso de un rollover
con vencimientos quincenales puede superar el 1.000 %.10
Pero los defensores del sistema sostienen que estas altas ta-
sas son engañosas, porque se trata de un préstamo de corto
plazo que raramente conduce a compromisos prolongados.
Para la mayor parte de los clientes, los payday loans funcio-
narían como un seguro contra emergencias financieras.11
Las tasas de mora (siempre en Estados Unidos) oscilan
entre el 10 y el 20 %. Para protegerse del riesgo, es frecuente

9. Véase al respecto Caskey 2005: 24-26.


10. Véase Belsky & Calder 2004: 16-17.
11. Este es un punto discutido por los críticos del sistema, y alguna evidencia dis-
ponible parece darles al menos parcialmente la razón (véase Belsky & Calder
2004: 21-23)

82
que los prestamistas pongan límites bajos a quienes piden
por primera vez (usualmente en el orden de los 200 dólares)
y nunca presten cantidades demasiado abultadas, ni siquie-
ra a los clientes conocidos (un límite frecuente son los 500
dólares). Muchos prestamistas están afiliados a un bureau
de crédito. La versión más segura del préstamo es cuando
el cliente presenta sus propios cheques. Para esos clientes,
dejar vencer el cheque significa costos (incluyendo costos
legales) que prefieren evitar. Por lo tanto, casi siempre pre-
ferirán renegociar con quien le suministró el dinero.12

c. Descuentos sobre el sueldo


(o venta anticipada de salarios)

Se trata de una variedad del producto anterior. En este


caso, lo que se descuenta no es un cheque sino la liquida-
ción del próximo sueldo. Este producto está al alcance de
personas que no tienen cuenta bancaria ni pueden emitir
cheques, pero requiere un empleo formal y permanente.
Este sistema ha tenido cierto desarrollo en Estados Uni-
dos desde principios de los noventa. Popularmente se lo co-
noce como la venta del salario.13 Al igual que el payday loan,
suele funcionar como solución de corto plazo ante emer-
gencias económicas. El sistema encierra mayores riesgos
para quien otorga el crédito porque, a diferencia del caso
anterior, no existe un documento rápidamente convertible
en dinero. La liquidación de sueldo sobre la que se hace

12. Véase Caskey 2005: 17ss.


13. Véase Caskey 2005: 23.

83
el descuento proporciona información fidedigna sobre los

ingresos del cliente, pero no es un documento fácilmente
ejecutable. La voluntad de pago tiene, por lo tanto, más im-
El préstamo
portancia que en el caso anterior.
descontado del
salario requiere
d. Alquiler con opción a compra (rent-to-own)
contar con un
empleo formal
Es una modalidad relativamente extendida en Estados
y la cooperación
Unidos y México. Permite acceder a ciertos artículos (típica-
del empleador.
mente electrodomésticos o herramientas) a personas que su-
fren restricciones de acceso al crédito. El cliente paga sema-
nal o mensualmente una cuota de alquiler que, pasado cierto
plazo, puede convertirse en compra. El precio final suele ser
dos o tres veces el precio de contado. En general no se piden
garantías de ningún tipo, pero cualquier interrupción en los
pagos implica la obligación de devolver el artículo. Se estima
que en Estados Unidos se realizan más de tres millones de
transacciones de este tipo cada año, con una facturación algo
inferior a los cinco mil millones de dólares.14

e. Préstamo en cuotas descontadas del salario

Es un producto muy tradicional y extendido geográfica-


mente. Desde el punto de vista del cliente, tiene la ventaja
de no requerir más condiciones que contar con un empleo
formal. Pero está fuera del alcance de quienes no cumplen
esta condición y requiere la cooperación del empleador, que
debe incluir el descuento en la liquidación del salario.

14. Véase Belsky & Calder 2004: 19.

84
Desde el punto de vista de quien otorga el crédito, se tra-
ta de un préstamo muy seguro porque el cliente no puede
decidir la interrupción transitoria del repago como respues-
ta a eventuales emergencias financieras. En el caso de que el
salario se pague por vía bancaria, el real cliente es el emplea-

dor, y el banco tiene prioridad para cobrarse directamente
de la cuenta del empleado. Ese descuento automático redu-
El microcrédito sin
ce el riesgo y permite ofrecer mejores tasas. Esto explica por
garantías colaterales
qué este tipo de préstamo es preferentemente comercializa-
y escalonado tiene
do por los bancos y ofrecido por los empleadores como un
costos operativos
beneficio para sus asalariados.
altos, debido a la
ausencia de garantías
f. Microcrédito progresivo o escalonado
y a la intensidad del
Se trata de una modalidad practicada tanto por empre-
trabajo en la selección
sas comerciales como por organizaciones sociales sin fines
de clientes y en la
de lucro. El principio fundamental es ofrecer «una secuencia
gestión de cobros.
de préstamos sin requerimiento de garantías colaterales», a
los que se va accediendo «en la medida en que se cumpla
con el repago. Todo default es penalizado con la restricción
de acceso a futuros préstamos. El incentivo que tienen los
clientes para pagar no proviene del miedo a perder una ga-
rantía colateral en caso de default, sino del deseo de mante-
ner el acceso a préstamos futuros por montos mayores. La
ausencia de garantías colaterales favorece la expansión del
crédito. El acceso a préstamos futuros crea incentivos para
el repago por parte de aquellos que valoran el crédito futu-
ro» (Sadoulet 2005: 202). La progresividad de los présta-
mos «aumenta los costos de oportunidad de la interrupción
del repago y desalienta en consecuencia el default estratégi-
co» (Armendáriz & Morduch 2007: 125).

85
El crédito escalonado ha resultado exitoso en una diver-
sidad de contextos, tanto en el terreno comercial como en el
de las organizaciones no lucrativas que ofrecen microcréditos
con fines sociales. Según datos proporcionados por la Micro-
credit Summit Campaign, en el año 2006 las iniciativas de
este último tipo habían servido a 113 millones de familias en el
tercer mundo.15 Diversos estudios indican que el sistema fun-
ciona adecuadamente, aunque eso no significa que esté libre
de dificultades. Dos de ellas merecen ser mencionadas.
En primer lugar, el crédito escalonado tiene costos opera-
tivos altos. La ausencia de garantías y otras seguridades pro-
pias del sistema bancario tradicional obliga a trabajar intensa-
mente en la selección de clientes y en la gestión de cobros. En
diferentes contextos, dos instrumentos se han revelado esen-
ciales para asegurar el repago. El primero es mantener contac-
tos frecuentes con quienes toman los préstamos, de modo de
conocer su situación y acordar soluciones ante la aparición o
la inminencia de problemas. Esta mecánica requiere que los
créditos sean de corto plazo y con fechas de pago frecuentes,
lo que en muchos casos supone cobros semanales para adap-
tarse al ritmo de ingreso de los clientes.16 El segundo instru-
mento es el intercambio de información entre proveedores,
con el propósito de asegurar que quienes toman créditos con
uno de ellos no lo hagan al mismo tiempo con otros.
Los dos mecanismos son eficaces, pero también costosos.

15. Dato tomado de Smith & Thurman 2007: 36.


16. Sobre este punto véase Smith & Thurman 2007: 53.

86
En ambos casos se requiere un uso intensivo de tecno-
logía y de recursos humanos calificados.17 Esto explica por
qué las organizaciones que ofrecen este tipo de créditos co-
bran tasas sensiblemente más altas que las del sector ban-
cario tradicional, excepto cuando se trata de organizaciones
sin fines de lucro que operan subsidiadas. «Las altas tasas
de interés pueden estar reflejando los altos costos de hacer
funcionar el negocio, es decir, los costos asociados a la se-
lección de clientes, al monitoreo de los préstamos y a las
gestiones de cobro. Estos costos pueden no ser pequeños,
especialmente cuando los clientes potenciales no ofrecen
garantías colaterales y cuando los mecanismos legales son
débiles» (Armendáriz & Morduch 2007: 29).
La segunda dificultad tiene que ver con el propio escalona-
miento de los créditos. Una condición para que los incentivos
al repago funcionen es que los montos aumenten de manera
significativa a medida que se cumplen ciclos exitosos. «La vo-
luntad de pago depende del valor que se asigna a los préstamos
futuros, y ese valor está influido por su tamaño, esto es, por la
tasa de crecimiento de los préstamos» (Sadoulet 2005: 210).
Dadas las características de la población a la que se atiende,
esto conduce a que la dinámica se frene relativamente rápido,
o bien a que se ingrese en una zona de alto riesgo (préstamos
de montos crecientemente elevados para una población de in-
gresos modestos que no puede ofrecer garantías).
El modo en que se responde a este problema depende
de la clase de institución que otorga el préstamo. Las orga-
nizaciones que practican el microcrédito con fines sociales

17. Véase al respecto, Armendáriz & Morduch 2007: 122-23.

87
suelen apelar a recursos como el préstamo grupal, del que se

hablará enseguida. Las empresas comerciales suelen optar
por una combinación entre diversas penalizaciones (intere-
El tying u oferta de
ses de mora altos, reducción de los montos que pueden ser
productos asociados
solicitados) y la oferta asociada de productos (por ejemplo,
al crédito puede
una tarjeta de crédito) a los que solo se acceda en caso de un
ser usado como un
buen comportamiento crediticio previo.
incentivo para el
Esta oferta de productos asociados, conocida general-
repago, que ofrezca
mente como tying, es vista con alguna frecuencia como un
beneficios genuinos
camino hacia las ventas abusivas. Pero, como acaba de verse,
a los consumidores,
no solo se trata de una operación destinada a aumentar la
al mismo tiempo de
facturación sino, con frecuencia, de una condición para la
favorecer la facturación
buena marcha global del negocio del préstamo escalonado.
de las empresas.
Por otra parte, se trata de una práctica usual en muchos
mercados, que incluye industrias tan tradicionales como la
automovilística (un ejemplo típico son los equipos de audio
o de aire acondicionado para autos). La práctica es conside-
rada legítima en la medida en que no se creen situaciones de
monopolio ni de abuso de posición dominante, es decir, en
la medida en que los dos productos puedan ser adquiridos
por separado en mercados competitivos.
Adicionalmente, el tying puede generar beneficios para
los propios consumidores. Esto se debe a que las empresas
pueden hacer economías de escala (por ejemplo, ahorrando
costos de distribución o de promoción) o pueden hacer un
mejor aprovechamiento de la capacidad instalada.18 Cuando
esto ocurre, el proveedor puede proponer opciones de com-
pra que implican ventajas genuinas para el cliente:

18. Véase sobre el punto Evans. & Salinger 2005: 6-7.

88
Supongamos que hay dos bienes (A y B) y dos consumidores
(I y II). El consumidor I está dispuesto a pagar 10 por A y 4
por B. El consumidor II está dispuesto a pagar 4 por A y 11
por B. El costo marginal de ambos bienes es 0. Si no se los
vende unidos, el precio de los bienes A y B es 10 y 11 respecti-
vamente. El consumidor I compra A, el consumidor II compra
B y no hay ningún beneficio para los consumidores. Pero si
se los vende juntos, el vendedor pone un precio de 14 para el
conjunto. Ambos consumidores compran el paquete y, por lo
tanto, sus dos componentes. El consumidor II obtiene un be-
neficio de 1. Los beneficios del vendedor pasan de 21 a 28.19

Esta lógica parece aplicarse a la comercialización de pro-


ductos financieros dirigidos a los sectores de ingresos me-
dios y bajos. Un ejemplo típico son los seguros. Dado que los
clientes de esas empresas viven en una situación de relativa

precariedad económica, son especialmente vulnerables a una
amplia gama de eventos que pueden afectar seriamente su ca-
El préstamo a
pacidad de generar ingresos (despidos, reducción de horas de
grupos mutuamente
trabajo, enfermedades, accidentes de trabajo que produzcan
comprometidos
algún grado de invalidez, divorcios, muertes). La fórmula más
en el repago no
utilizada en los sectores ABC1 para enfrentar esas eventuali-
requiere cuenta
dades es el ahorro. Pero esta población tiene dificultades para
bancaria, empleo
ahorrar, de modo que un seguro puede ser una manera más
formal, ni garantías
racional de protegerse. Si el tying les permite acceder a esos
colaterales. En general
productos a mejores costos, habrán obtenido un beneficio.
no existe cobro de
Practicado de manera adecuada, el tying puede ser usa-
intereses por mora.
do como un incentivo para el repago al mismo tiempo que

19. Evans & Salinger 2005: 17.

89
permite mejorar la facturación de las empresas y ofrecer be-
neficios genuinos a los consumidores. La manera de evitar
eventuales abusos consiste en cumplir la condición ya men-
cionada de que los dos productos puedan ser adquiridos de
manera independiente en mercados competitivos.

g. Préstamo de pares o préstamo grupal


(peer lending, group contract o joint-liability
loan contract)

Es el modelo popularizado por Muhammad Yunus a par-


tir del Grameen Bank de Bangladesh, fundado en 1976.20 No
se requiere cuenta bancaria ni empleo formal. Tampoco exis-
ten garantías colaterales ni, en general, cobro de intereses por
mora. Los beneficiarios del crédito son organizados en gru-
pos que realizan actividades de intercambio y capacitación.
En ciertas versiones, los propios miembros del grupo deci-
den el orden en el que cada uno irá recibiendo los préstamos,
pero el cumplimiento de la secuencia depende del repago de
quienes ya obtuvieron el dinero. En otras variantes, todos re-
ciben el dinero a la vez, pero su comportamiento incidirá en
el acceso al crédito de los miembros de otro grupo asociado.
El repago se hace en público, delante de los miembros
de todos los grupos asociados. La idea es combinar la ca-
pacidad típica de los bancos de ofrecer recursos ajenos a la
comunidad con el acceso a información y los bajos costos de
transacción típicos del entorno comunitario.21

20. Para una síntesis histórica véase Armendáriz & Morduch 2007: 11-14.
21. Sobre este punto véase Armendáriz & Morduch 2007: 85 ss.

90
Aunque no todas las experiencias de préstamo grupal son
exitosas, las que consiguen serlo suelen obtener muy buenos
resultados. Pese a ir dirigidos a población de muy bajos recur-
sos, «las tasas de repago en los programas bien gestionados
están típicamente por arriba del 95 %» (Sadoulet 2005: 199).
Buena parte de las explicaciones que se han dado para
justificar este éxito tienen que ver con las dinámicas que se

generan en el ámbito grupal. Para algunos, la mutua depen-
dencia de todos los miembros del grupo lleva a que los par-
El crecimiento de
ticipantes se encarguen de excluir a los clientes que suponen
los programas de
mayor riesgo.22 Para quienes ven las cosas de este modo, el
préstamo grupal ha
préstamo grupal traslada a los clientes la evaluación de ries-
sido notable. Luego de
gos.23 Para otros, el temor a las sanciones sociales por parte
que Muhammad Yunus
de los miembros de la propia comunidad reduce el riesgo
recibiera el Premio
moral.24 Para quienes piensan de esta manera, el compro-
Nobel de la Paz, la
miso grupal opera como un seguro a favor del organismo
experiencia también
que otorga el crédito: una gran parte del riesgo pasa a los
se ha trasladado a los
clientes, quienes deben encargarse de gestionarlo a cambio
países desarrollados.
de un beneficio que es la reducción de tasas.25 Los más en-
tusiastas del método sostienen que el secreto está en el vín-
culo de solidaridad que se establece dentro de los grupos.
En un contexto de mucha transparencia de información, la
ayuda mutua funciona eficazmente y permite compensar
momentos de debilidad de un deudor específico sin que
exista mayor riesgo de default estratégico.26

22. Véase, por ejemplo, Stiglitz 1990, Wydick 1995.


23. Sobre este punto véase, por ejemplo, Meyer 2002, Smith & Thurman 2007: 49.
24. Véase por ejemplo Besley & Coate 1995, Armendáriz 1999.
25. Véase sobre este punto Bates 2005: 151, Armendáriz & Morduch 2007: 90.
26. Véase al respecto Sadoulet 2005: 203

91
Otros analistas proponen explicaciones menos entusias-
tas. Para algunos, la atención prestada al funcionamiento de
los grupos hace perder de vista que en este modelo también
actúa la expectativa de acceder a mejores préstamos, propia
del crédito escalonado. Toda evaluación de la importancia
de los grupos debería descontar el impacto de este factor.27
Para otros, al menos parte de los buenos resultados se debe
a un fenómeno poco admirable: ante las dificultades de pa-
go de un deudor individual, la presión social puede volverse
más dura que los métodos tradicionales de los bancos. Se
han documentado casos de comunidades que excluyen al
deudor de la vida comunitaria o lo obligan a (mal)vender
su tierra, sus herramientas o sus animales, muchas veces en
beneficio de otros miembros del grupo.28
El crecimiento de los programas de préstamo grupal ha
sido notable. Veinte años después del nacimiento del Gra-
meen Bank, el Banco Mundial estimaba que estaban funcio-
nando unos siete mil programas similares en más de sesenta
países, sirviendo en conjunto a más de 14 millones de clientes
por un monto total de casi siete mil millones de dólares. Para
fines del año 2006, solamente el Grameen Bank había servi-
do a seis millones de clientes.29 Ese año, Muhammad Yunus
recibió el Premio Nobel de la Paz. Desde entonces la expe-
riencia se ha trasladado a los países desarrollados. Hoy hay
instituciones que practican el préstamo grupal en treinta de
los cincuenta estados que conforman los Estados Unidos.30

27. Véase Sadoulet 2005: 202.


28. Sobre este punto véase Armendáriz & Morduch 2007: 100-111.
29. Datos tomados de Smith & Thurman 2007: 180.
30. Dato tomado de Armendáriz & Morduch 2007: 12.

92
Pero, si bien los préstamos grupales han alcanzado una

fama merecida, sus críticos señalan zonas oscuras.
En primer lugar, la experiencia sugiere que la eficacia de
La evidencia sugiere
estos planes disminuye a medida que aumenta la riqueza de
que, en el área del
las sociedades donde se aplican. En países como Bangladesh
crédito a la producción,
dan muy buenos resultados, pero en Estados Unidos tienen
los préstamos
logros modestos. Esto se debe a una serie de razones que in-
personales favorecen
cluyen costos de funcionamiento mayores (entre otras cosas,
el desarrollo de
porque los servicios financieros ya existentes cubren una par-
emprendimientos
te importante de la clientela potencial), niveles de mora sig-
exitosos con mayor
nificativamente más altos (debidos a una mayor incidencia
frecuencia que los
de comportamientos oportunistas de gente que asimila estos
préstamos grupales.
programas a la ayuda social) y beneficios poco atractivos en
comparación con emprendimientos alternativos (entre otras
cosas, porque las normas vigentes impiden la comercializa-
ción simultánea de otros productos más rentables).31
En segundo lugar, alguna evidencia sugiere que, contra
lo que declaran sus defensores, los préstamos grupales tien-
den a excluir a los más pobres entre los pobres. Dado que
los participantes son conscientes del riesgo que corren al
incorporar a personas que puedan entrar en default, una re-
acción frecuente es excluir a los miembros más débiles de la
comunidad. Este fenómeno se ve reforzado por el hecho de
que, con cierta frecuencia, el funcionamiento de los grupos
tiende a diluirse, y eso es sabido de antemano (o al menos
temido) por los participantes. La selección inicial se vuelve,
por lo tanto, muy conservadora. Que estas dinámicas de ex-
clusión se produzcan o no depende en buena medida de la

31. Para todas estas afirmaciones véase Sadoulet 2005: 199-200.

93
intensidad de los lazos comunitarios, pero ese factor es muy
difícil de evaluar en las etapas iniciales por los prestadores
de crédito. Las asimetrías de información han cambiado,
pero siguen existiendo.32
En tercer lugar, una evidencia ya abundante sugiere que,
en el área del crédito a la producción, los préstamos perso-
nales favorecen el desarrollo de emprendimientos exitosos
con mayor frecuencia que los préstamos grupales.33 Esta
tendencia tendría una explicación económica:

Quienes toman préstamos en grupo enfrentan un riesgo que está


ausente en el préstamo individual. Si alguien que tomó prestado
individualmente tiene éxito, recibe un beneficio directo. Pero, si
tomó el préstamo grupalmente, se enfrenta a una lotería: recibi-
rá un beneficio si todos los demás miembros del grupo también
tienen éxito, pero el beneficio será menor si alguno falla. […]
El cliente ya no solo enfrenta el riesgo de su propio default, sino
también el riesgo de default de sus asociados.34

A esto se suma que también debe hacerse cargo de tareas


que tradicionalmente son asumidas por los bancos:

Monitorear no es una tarea sin costos, ni siquiera para indivi-


duos que viven en una estrecha proximidad. Lo normal es en-
tonces que el monitoreo sea imperfecto, lo que abre el camino
para el riesgo moral. […] Pero bajo un contrato de préstamo

32. Para todo lo anterior véase Armendáriz & Morduch 2007: 100 y 109.
33. Para una bibliografía sobre este problema, véase Madajewicz 2005: 252, n. 5.
34. Madajewicz 2005: 230.

94
grupal, ya no es el banco quien se expone a ese riesgo, sino los
miembros del grupo. […] Los beneficios del préstamo grupal

se contrabalancean con sus costos. […] Y esos costos aumen-
tan con el tamaño de los préstamos, porque las consecuencias
Hoy coexisten
de un default se agravan a medida que crecen los montos.35
círculos de ahorro
espontáneos,
Evidencia generada en varios contextos36 sugiere que, en
cooperativas de
estas condiciones, las personas que cuentan con proyectos
crédito y círculos
de inversión más prometedores y requieren mayores mon-
gestionados
tos tienden a alejarse del préstamo grupal, mientras que los
por empresas
grupos concentran a las personas cuyos proyectos tienen
comerciales,
una mayor probabilidad de fracaso y requieren menores
organizaciones
cantidades de dinero. Si esto es así, «la extendida confian-
sofisticadas y
za en el préstamo grupal podría convertirse en una nueva
de creciente
trampa de pobreza» (Madajewicz 2005: 231).
profesionalización
con límites entre
h. Círculos de ahorro y cooperativas de crédito
ellas cada vez
más borrosos.
Los círculos de ahorro fueron originalmente organiza-
ciones espontáneas y sin fines de lucro, cuya existencia ha
sido detectada prácticamente en todo el planeta y en todos
los niveles de ingreso. En la literatura especializada se los
conoce con el acrónimo rosca (Rotating Savings and Cre-
dit Associations). Hoy también existen en versiones alta-
mente institucionalizadas, normalmente gestionadas por
empresas con fines de lucro.

35. Armendáriz & Morduch 2007: 110.


36. Véase al respecto Madajewicz 2005: 231.

95
El modelo básico consiste en un conjunto de personas que

se compromete a aportar una cantidad fija de dinero durante
un lapso preestablecido. Una fórmula típica es que el com-
El número de
promiso dure el mismo número de meses que la cantidad de
personas que se
miembros del grupo. Cada mes se recaudan las cuotas y lue-
sirven de una tarjeta
go se sortea el total entre los miembros, excluyendo progre-
de crédito es mucho
sivamente a aquellos que ya han ganado. Al cerrarse el ciclo,
mayor que el de
todos habrán cobrado un monto equivalente a la suma de
aquellas que tienen
todas las cuotas pagadas en un mes dado, y habrán devuelto
una cuenta bancaria
ese monto en un número de cuotas conocido de antemano,
o son candidatas a
frecuentemente luego de haber ajustado por inflación.37
recibir un crédito
Las cooperativas de crédito fueron inicialmente una va-
tradicional.
riante de la idea anterior, que incluyó la posibilidad de ser
ahorrista sin tener la obligación de retirar un préstamo e
introdujo condiciones más complejas para organizar el re-
pago. Hoy es frecuente que coexistan círculos de ahorro
espontáneos, cooperativas de crédito y círculos gestiona-
dos por empresas comerciales. La progresiva sofisticación
de esas organizaciones y la creciente profesionalización de
quienes las administran tienden a volver borrosos los lími-
tes entre ellas. Aun en el caso de que formalmente no haya
retiro de utilidades, el desarrollo de burocracias relativa-
mente complejas, el cobro por servicios de administración y
la incorporación de complementos salariales ligados a resul-
tados hacen que muchas de las organizaciones no lucrativas
sean casi indistinguibles de una empresa comercial, excepto
por los beneficios fiscales que reciben.38

37. Sobre este fenómeno véase, por ejemplo, Greer & Smith 2009: 94-95.
38. Véase sobre el punto Armendáriz & Morduch 2007: 57ss.

96
i. Tarjetas de crédito

La primera tarjeta de crédito moderna (Diners Club) apa-


reció en 1950 como un producto de lujo con forma de cupón.
En 1955 adoptó el formato de plástico. En 1958 surgió Ameri-
can Express, su primera competencia. Ese mismo año, el Bank
of America lanzó otra tarjeta que a partir de 1977 se llamaría
Visa. En 1967 el City Bank of New York creó su propia tarje-
ta, que años más tarde pasaría a llamarse MasterCard.39
Este aumento de la cantidad de tarjetas estuvo acompa-
ñado de un importante crecimiento del número de consumi-

dores. La proporción de familias estadounidenses que utili-
zan una tarjeta para hacer sus compras pasó de algo menos
Las tarjetas
de la mitad en 1970 a tres cuartos en 1998, pese a que en ese
existentes tienen
lapso se produjo un significativo aumento de la población.40
costos altos, tanto
En América Latina y el Caribe, hay actualmente circulando
bajo la forma de fees
unos 350 millones de tarjetas que llevan la marca Visa, que es
como de intereses,
el líder del mercado. A esa cifra se debería agregar la cantidad
y requieren un
de plásticos puestos en circulación por sus competidores.
grado no trivial de
Las cifras anteriores indican que el porcentaje de perso-
cultura financiera
nas que se sirven de una tarjeta de crédito es mucho mayor
para poder ser
que el número de personas que tienen una cuenta bancaria
aprovechadas en
o son candidatas a recibir un crédito tradicional. En los he-
todo su potencial.
chos, las tarjetas de crédito se han constituido en un eficaz
instrumento para combatir el racionamiento del crédito.
Sin embargo, también tienen limitaciones.

39. Datos extraídos de Wheatherford 1997: 227.


40. Datos tomados de Fishelson-Hostine 2004: 12.

97
En primer lugar, muchas de las tarjetas existentes tienen

costos altos, tanto bajo la forma de fees como de intereses.
Esto las convierte en un instrumento inalcanzable para
La experiencia
buena parte de los consumidores que constituyen el merca-
acumulada sugiere
do de otras formas de crédito.
adoptar prácticas
En segundo lugar, las tarjetas requieren un grado no tri-
responsables cuando
vial de cultura financiera para poder ser aprovechadas en
se ofrece un producto
todo su potencial. Una proporción significativa de los titu-
como la tarjeta de
lares de tarjetas solo las emplean como medio de pago, es
crédito a la población
decir, cancelan la totalidad del estado de cuenta dentro del
no bancarizada.
mes siguiente al momento en que realizaron sus compras.41
Otros solo financian en la media en que se les ofrezcan pla-
nes de pago sin recargo. Quienes utilizan su tarjeta como
una fuente de créditos revolving son solo una fracción de
los tarjetahabientes. Esta proporción puede variar signifi-
cativamente de un país a otro, y también según los distin-
tos segmentos de mercado de un mismo país.42 Pero en casi
todas partes son relativamente pocos quienes hacen un uso
intensivo de todas las posibilidades que ofrecen las tarjetas.
En tercer lugar, la propia complejidad del producto au-
menta los riesgos de default por parte de consumidores poco
advertidos. Personas que pueden manejar con responsabili-
dad y solvencia un préstamo con cuotas fijas pueden terminar
generando bolas de nieve cuando se sirven de una tarjeta.

41. En Uruguay, el 50 % de la facturación de las tarjetas está en esta situación


(Rosselli 2009).
42. En Uruguay, esta situación es particularmente frecuente entre las personas
de menores ingresos. Según el Monitor del mercado del crédito al consumo
de Pronto! correspondiente a diciembre de 2009, dos tercios de las familias
comprendidas en los segmentos C2-E están en esa situación.

98
Nada de lo anterior alcanza para poner en duda que la
tarjeta de crédito es una de las principales vías por las que
se canalizará la expansión del crédito en los próximos años.
El producto tiene numerosas ventajas para los clientes (por
ejemplo, más flexibilidad en el repago que un crédito tradi-
cional) y también para las empresas (por ejemplo, la tarjeta
fideliza a los clientes más eficazmente que una línea tradi-
cional de crédito). Además, las tarjetas contribuyen fuerte-
mente a la formalización de la actividad comercial. Sin em-
bargo, la experiencia acumulada sugiere adoptar prácticas
responsables cuando se ofrece este producto a la población
no bancarizada.

99
5.
¿EN QUÉ CONDICIONES ES LEGÍTIMO
PRESTAR DINERO A LOS SECTORES
DE INGRESOS MEDIOS Y BAJOS?

101
102
¿EN QUÉ CONDICIONES ES LEGÍTIMO
PRESTAR DINERO A LOS SECTORES
DE INGRESOS MEDIOS Y BAJOS?

La insuficiente penetración del crédito bancario tradicional



ha dado lugar al desarrollo de mercados alternativos en los
que se comercializa un conjunto de productos fuertemente
Una manera simple
diferenciados. Esos productos son ofrecidos por proveedo-
pero clara de
res que pueden variar mucho en la concepción que tienen
trazar una línea
del negocio y en el modo en que establecen vínculos con sus
entre una industria
clientes. En ese contexto hay espacio para que se consoliden
moralmente aceptable
mejores y peores maneras de hacer las cosas, incluidas algu-
y creadora de valor
nas que no deberían existir.
y una condenable
No toda forma de préstamo a interés es usura, pero la
y económicamente
usura efectivamente existe. No siempre las altas tasas de
destructiva es decir
interés configuran un atropello, pero los atropellos efecti-
que la industria es
vamente se producen. Los abusos de posición dominante
legítima cuando el
ocurren en todos los mercados, desde los más pobres hasta
negocio consiste
los más sofisticados.
en que el cliente
pague su deuda, e
Un ejemplo típico es el esquema 5-6 practicado por presta-
ilegítima cuando
mistas inescrupulosos en Filipinas. Un préstamo de 5 pesos
consiste en que no
al alba requiere un repago de 6 pesos a la caída del sol. Es-
consiga hacerlo.
to representa un 20 % de interés por día o, asumiendo una

103
semana laboral de seis días, una tasa anual del 6.000 %. Si por
alguna razón el deudor entra en default, los métodos de cobro
pueden ser brutales.1

Un problema añadido es que las soluciones de tipo regu-


latorio tienen un alcance limitado. Tal como se mostró en la
sección 2, la experiencia enseña que el Estado «puede estar
mal equipado para intervenir y puede elegir estrategias que
empeoren los problemas o generen más costos que beneficios.
Las agencias estatales pueden carecer de la información reque-
rida para regular eficazmente o pueden fracasar en el intento
de inducir ciertos comportamientos en los agentes privados.
La burocracia puede ejecutar las leyes de manera desleal, o el
proceso político puede llevar al Parlamento o a la burocracia a
crear reglas que favorezcan indebidamente a las instituciones
que estén asociadas con ciertos grupos» (Barr 2004: 8).
En este contexto se vuelve particularmente importante
reconocer las mejores prácticas que se han identificado en
la industria, como paso previo para apelar a la capacidad de
autorregulación de las empresas. Esta estrategia no implica
suponer que ninguna forma de regulación estatal pueda ser
eficaz, pero sí supone admitir que, allí donde la autorregula-
ción sea capaz de operar, es probable que genere soluciones
menos distorsionantes y, en consecuencia, más satisfactorias
en términos de eficiencia económica y de equidad social.

1. Smith & Thurman 2007: 55.

104
a. El punto de partida:
el negocio es que el cliente pague

El punto de partida en esta clase de abordaje consiste


en identificar los límites que separan la legitimidad de la
ilegitimidad en el negocio de vender créditos a los secto-
res de ingresos medios y bajos. ¿En qué condiciones puede
considerarse que esa actividad es una industria moralmente
aceptable y creadora de valor, y en qué casos merece ser per-
cibida como una práctica moralmente condenable y econó-
micamente destructiva?
Una manera simple pero conceptualmente clara de tra-
zar la línea es decir que la industria es legítima cuando el
negocio consiste en que el cliente pague su deuda, y es ile-
gítima cuando el negocio consiste en que no consiga hacer-
lo. Esa es toda la diferencia entre un proveedor de dinero
legítimo y un usurero en el peor sentido del término (esto
es, en el sentido personificado por Shylock en la obra de
Shakespeare El mercader de Venecia).
El proveedor de dinero actúa en forma legítima y creado-
ra de valor cuando aspira a vender un producto, realizar una
gestión de cobro exitosa, obtener una ganancia competitiva
e, idealmente, vender un nuevo producto a un cliente que ha
quedado satisfecho. En cambio, la figura del usurero aparece
cuando el negocio consiste en estimular al cliente a asumir
compromisos que no está en condiciones de afrontar, para
luego generar utilidades desmesuradas mediante el cobro de
tasas por mora o mediante la ejecución de garantías.
Además de tener la ventaja de la simplicidad, esta dis-
tinción proporciona algunos criterios que pueden ser útiles

105
en la práctica. Una empresa que consigue fidelizar a una

proporción significativa de sus clientes en un mercado com-
petitivo está aportando una señal fuerte de pertenecer a la
Existe una alta
parte sana de la industria. Una empresa que tiene ingresos
correlación entre
desmesurados por concepto de mora o que judicializa a una
el hecho de no
proporción comparativamente alta de sus clientes está dan-
acceder a un
do señales de pertenecer a la parte oscura. Curiosamente,
crédito bancario y
los reguladores se fijan más en las tasas de interés (que de-
el hecho de haber
penden fuertemente de factores contextuales, como los cos-
abandonado la
tos operativos) que de estos indicadores más directamente
educación formal.
asociados a la naturaleza del negocio.

b. Un catálogo de mejores prácticas

Un examen de la literatura especializada revela un alto


grado de confluencia en la enumeración de las mejores prác-
ticas que pueden encontrarse en la industria. Entre las más
frecuentemente mencionadas figuran las siguientes.

b.1. Alfabetización financiera


La mayoría de los clientes que toman préstamos en
instituciones ajenas al sector bancario tradicional carecen
de una experiencia crediticia sofisticada.2 Eso implica que
tienen poca información sobre el negocio financiero y no
están acostumbrados a razonar en el marco de sus reglas
de juego. La alfabetización financiera consiste en la trans-
misión de conocimientos y destrezas que permiten a una
persona entender los mensajes que recibe cuando se mueve

2. Véase sobre el punto Visa 2005.

106
en ese dominio específico, así como desarrollar habilidades

que la pongan en condiciones de gerenciar razonablemente
sus propios intereses.
Las instituciones
Los conocimientos y destrezas a transmitir pueden ser
financieras tienen
de carácter muy general (¿En qué me afecta la inflación?
buenas razones para
¿Cómo se calcula una tasa de descuento?), o bien cuestio-
involucrarse en una
nes más específicas (¿Cuál es la diferencia entre una cuen-
tarea de alfabetización
ta corriente y una caja de ahorro? ¿Cómo se lee el estado
financiera, dado que
de cuenta de una tarjeta de crédito?). Pero lo que define a
atienden a un público
las acciones de alfabetización financiera (por oposición a
poco informado sobre
aquellas que se orientan a fomentar el consumo responsa-
el negocio financiero
ble) es que buscan transmitir conceptos o habilidades sin
y no acostumbrado a
asociarlos a ninguna decisión específica.
razonar en el marco de
Tradicionalmente se entendió que esta tarea debía reali-
sus reglas de juego.
zarse dentro del sistema educativo, en lugar de ser también
asumida por las empresas o las organizaciones de la socie-
dad civil. Pero esta visión ha cambiado en los últimos años.
La razón es que existe una alta correlación entre el hecho
de no acceder a un crédito bancario y el hecho de haber
abandonado la educación formal. De este modo, si la alfa-
betización financiera se pone exclusivamente en manos de
las instituciones educativas tradicionales, es probable que
una alta proporción de quienes solicitan créditos fuera del
sistema bancario nunca lleguen a incorporar esos conoci-
mientos y destrezas. Una gran ventaja de las instituciones
financieras ajenas al sector bancario es que se mantienen
cerca de esas personas, incluso cuando el sistema educativo
ha perdido contacto con ellas.3

3. Sobre este punto véase Gwatkin & Mccarthy 2004: 3.

107
Las instituciones financieras no tradicionales (incluso
aquellas de perfil netamente comercial) tienen a su vez bue-
nas razones para involucrarse en esta tarea. Por una parte,

la alfabetización financiera tiende a mejorar globalmente
los niveles de racionalidad de los agentes económicos.4 Esto
El propósito de
disminuye el riesgo de una regulación excesiva, lo que en
fomentar un
general es visto como deseable a ojos de las empresas. Por
consumo responsable
otra parte, las acciones de este tipo suelen tener el efecto de
es ayudar al público
fidelizar clientes y atraer nuevos consumidores.
a eludir compromisos
Las acciones de alfabetización financiera pueden reali-
que estén fuera de
zarse en una amplia variedad de formatos, entre los que se
su alcance y hacer
incluyen los convenios con instituciones educativas y socia-
un uso eficiente
les, los acuerdos con departamentos de capacitación o recur-
de los recursos
sos humanos de otras empresas y la difusión de contenidos
y oportunidades
a través de Internet. La búsqueda de alianzas para poner en
disponibles,
marcha estas acciones puede verse facilitada mediante una
minimizando los
argumentación que ponga en evidencia los efectos positi-
riesgos de default.
vos que pueden esperarse para el conjunto de la economía:
«Malas decisiones, malos productos y malos procesos en los
mercados financieros suelen generar fuertes externalidades
negativas. […] En teoría, es menos probable que un consu-
midor más educado entre voluntariamente en acuerdos co-
merciales imprudentes» (Gwatkin & McCarthy 2004: 3).
Las acciones de alfabetización financiera también
pueden dirigirse a los clientes de las propias empresas de
crédito, mediante la realización de convocatorias a par-
ticipar en actividades presenciales o a través de Internet.

4. Algunos datos sobre evidencia confirmatoria de esta afirmación pueden


encontrarse en Gwatkin & McCarthy 2004: 7.

108
La participación en esas actividades puede ser considera-
da un dato positivo durante la evaluación de riesgo, lo que
puede funcionar como un incentivo para los clientes.

b.2. Consumo responsable


Las acciones orientadas a generar un consumo respon-
sable son similares a las anteriores, con la diferencia de que
están orientadas a asistir al cliente en la toma de decisio-
nes concretas. Esas decisiones pueden incluir, entre otras, la
contratación de productos ofrecidos por la propia empresa,
el ordenamiento general de las cuentas del hogar, el dise-
ño de una estrategia para escapar a una espiral de endeu-
damiento o la definición de un procedimiento de ahorro
orientado a la compra de un bien específico (por ejemplo,
una moto).5 En todos esos casos, el propósito es eludir com-
promisos que estén fuera del alcance del interesado, hacer
un uso eficiente de los recursos y oportunidades disponi-
bles y minimizar los riesgos de default.6 Este es un punto
importante en el mercado de créditos a sectores de ingresos
medios y bajos, porque la evidencia sugiere que, en el punto
de partida, estos consumidores no son tan competentes co-
mo los clientes del sistema bancario tradicional.7
Los formatos que pueden adoptar estas actividades van des-
de los cursos convencionales y las consultas a través de Internet,
hasta la introducción de la figura de un consejero financiero al
que se puede apelar en forma voluntaria y personalizada.8

5. Véase al respecto Belsky & Calder 2004: 40-41.


6. Véase sobre el punto Gwatkin & McCarthy 2004: 3.
7. Véase Visa 2005: 4.
8. Sobre estas alternativas véase Seidman & Tescher 2004: 8.

109
La tarea de generar consumo responsable no es indepen-
diente de la gestión normal de un crédito. De hecho, las mejores
prácticas apuntan a combinar ambas cosas. «Cuando el clien-
te recibe aprobación, su atención está enfocada en la forma en
que gastará el dinero y no en la forma en que lo reintegrará. Es
mucho más eficaz brindar la información para educar al cliente
en el uso del crédito durante el primer mes de actividad» (Vi-
sa 2005: 31). Algunas maneras sencillas de cumplir la tarea en
las primeras etapas (cuando el cliente es menos sensible a una
labor de tipo educativo) consisten en administrar cuidadosa-
mente los límites de crédito y llamar a los nuevos clientes antes
de que se venza el primer pago, de modo de ayudarlos a crear
una rutina.9 En la etapa posterior se le pueden hacer recomen-
daciones para ordenar sus cuentas (ya sea mediante folletería o
Internet), se lo puede invitar a una actividad de capacitación o
se le puede ofrecer un contacto con un consejero financiero.
Al igual que en el caso de la alfabetización financiera, la
participación en actividades orientadas a generar consumo
responsable puede ser presentada a los clientes como una
oportunidad para mejorar su perfil en la etapa de evalua-
ción de riesgo de cualquier nueva solicitud que presenten.

b.3. Uso intensivo de la tecnología


Un conjunto de mejores prácticas especialmente difundi-
do en la industria consiste en hacer un uso intensivo de la
mejor tecnología disponible. Este requisito es indispensable
para que la búsqueda de márgenes razonables de seguridad
no atente contra la rapidez de respuesta, que es clave para el

9. Véase al respecto Visa 2005: 27.

110
éxito del negocio.10 Este aprovechamiento de la tecnología

disponible tiene además el efecto de debilitar los mecanismos
de discriminación que generan el racionamiento del crédito,
Un uso intensivo
ya que permite procesar con agilidad múltiples variables que
de la tecnología
están correlacionadas con la voluntad y la capacidad de pago.
permite avanzar
Dos aplicaciones específicas de esta idea son los punta-
hacia puntajes de
jes de crédito (credit scores) y los precios asociados al riesgo
crédito más afinados,
(risk-based pricing).
ampliando los
Los credit scores son una idea antigua en los mercados fi-
límites del negocio y
nancieros. El instrumento fue originalmente desarrollado en
rompiendo barreras
1958 por American Investment (una empresa de créditos ba-
que encierran
sada en St. Louis) y desde entonces no ha dejado de difun-
innecesariamente
dirse. Para fines de los años setenta, el 60 % de los bancos y el
a muchos
70 % de las empresas financieras de Estados Unidos lo habían
consumidores en el
incorporado.11 Pero numerosos especialistas sostienen que el
gueto del efectivo.
actual grado de desarrollo de la tecnología permite avanzar
todavía más, especialmente en el intento de incorporar indi-
cadores no tradicionales de voluntad y capacidad de pago.
Mucha evidencia confirma que algunos datos escasamen-
te utilizados por el sistema financiero tradicional son bue-
nos predictores de comportamiento crediticio. Entre ellos se
cuentan, por ejemplo, la continuidad en el pago del alquiler
de una vivienda o de servicios básicos como la electricidad
y teléfono. Actualmente es posible incorporar esta informa-
ción a la evaluación de riesgo, con bajo costo y en plazos bre-
ves.12 Avanzar hacia credit scores más sensibles y afinados es

10. Véase al respecto Visa 2005: 24.


11. Véase sobre el punto Fishelson-Holstine 2004: 4.
12. Véase al respecto Belsky & Calder 2004: 37.

111
al mismo tiempo una manera de ampliar los límites del ne-
gocio y de romper barreras que encierran innecesariamente a

muchos consumidores en el gueto del efectivo.
La tecnología también puede ser usada de manera más
Si el negocio
intensiva para refinar la política de precios.
financiero
genuino consiste
Los precios asociados al riesgo pueden producir, en las circunstan-
en conseguir
cias correctas, una asignación de recursos más eficiente. Pero que
que el cliente
eso efectivamente ocurra es una cuestión empírica que depende
cumpla con las
de las prácticas comerciales, del comportamiento de los consumi-
obligaciones
dores y de un análisis de información que capture ajustadamente
asumidas, la
el riesgo subyacente. La ganancia en términos de eficiencia solo
reclasificación
ocurre si la industria es capaz de medir, predecir y poner precio a
controlada de
riesgos crediticios sistemáticos. Los progresos en la tecnología de
deudas es un
la información ya han tenido impactos importantes sobre la eva-
instrumento
luación de riesgo. […] Pero no todos los sistemas automatizados
coherente que
se han revelado igualmente confiables en sus predicciones. […]
disminuye el
El éxito en el uso de las nuevas tecnologías ha sido desigual. […]
riesgo de default,
Algunos proveedores de créditos subprime incurrieron en pérdi-
genera ingresos
das mayores que las esperadas, en tanto otros tuvieron beneficios
concretos, y
por encima de la tasa competitiva de retorno.13
fideliza al cliente.

De manera general, la tecnología puede ser utilizada


para afinar la evaluación de riesgo, tener una mejor política
de precios, reducir los plazos de respuesta, hacer un me-
jor seguimiento del proceso de repago y generar historias
crediticias más discriminadas. Los avances que se logran
en esta dirección suelen redundar en una mayor eficiencia

13. Collins et al. 2004: 4.

112
económica por eliminación de las fallas de mercado y en
mejores oportunidades para amplias capas de la sociedad.

b.4. Reclasificación controlada de cuentas


Si el negocio genuino consiste en conseguir que el clien-
te cumpla con las obligaciones asumidas, una población con
fragilidades económicas y culturales necesitará con cierta
frecuencia que se le concedan segundas oportunidades. Un
método ampliamente utilizado y repetidamente exitoso es
la reclasificación controlada de cuentas. Básicamente, el mé-
todo consiste en «rescatar» a un cliente que ha incurrido

en un impago por la vía de acordar a corto plazo algún tipo
de pago que esté por debajo del monto que hubiera debido
Un esquema de
saldarse. En caso de que el cliente cumpla, su cuenta pasa a
seguro de repago
ser considerada al día, la mora no se cobra y el cliente asume
otorgaría más
el compromiso de retomar los pagos.
protección a los
Mirada con una visión de corto plazo, la reclasificación con-
clientes con buena
trolada de deudas implica una pérdida de ingresos. Pero, mira-
trayectoria crediticia,
da con una visión más amplia, esta práctica disminuye el riesgo
contribuyendo
de default, fideliza al cliente y genera ingresos concretos frente
a fidelizarlos y
a lo que ha pasado a ser una simple expectativa de cobro.
generando incentivos
para un mejor
El programa de reclasificación de cuentas puede servir como
comportamiento
una herramienta adicional para controlar la morosidad y ofre-
de los clientes
cer una alternativa de buena fe a los clientes que tal vez estén
más recientes.
atravesando una situación difícil debido a un problema de sa-
lud o a la pérdida de sus ingresos.14

14. Visa 2005: 28.

113
b.5. Seguros de repago
Se trata de una idea todavía más presente en la literatura
que en las prácticas concretas de la industria.15 Su fuente de
inspiración son los seguros de automóviles16 y su primera
aplicación fueron los seguros de vida asociados a los prés-
tamos hipotecarios. Su uso, sin embargo, parece especial-
mente generalizable a las empresas que ofrecen créditos a
sectores de ingresos medios y bajos.
Dado que la población que solicita esos créditos tiene
ingresos modestos, es muy vulnerable a una amplia gama
de incidentes que pueden afectar su economía (despidos,
reducción de horas de trabajo, enfermedades, invalidez por
accidentes de trabajo, divorcios, muertes).17 La fórmula más
utilizada en los sectores de altos ingresos para enfrentar estas
eventualidades es el ahorro. Pero esta población tiene dificul-
tades para ahorrar en cantidades suficientes, de modo que un
seguro puede ser una manera más racional de protegerse.
La idea esencial del seguro de repago es ofrecer conjun-
tamente con el crédito un seguro optativo que se activaría
en caso de que el cliente no pueda hacer frente a sus obliga-
ciones.18 El costo del seguro (que se paga junto con el crédi-
to) se calcula en función de la historia de defaults que tenga
la institución en los años anteriores.

15. Para un análisis de antecedentes, véase Brown & Craig 2000,


citado en Sadoulet 2005.
16. Véase al respecto Caskey 2005: 21ss.
17. Véase sobre el punto Belsky & Calder 2004: 6.
18. Para una descripción más detallada de lo que se dice aquí, véase
Sadoulet 2005.

114
Para evitar usos estratégicos de esta opción, la institu-
ción debe tomar una serie de medidas: 1) el seguro sólo se
ofrece a personas que tenga una historia crediticia favorable
con la propia organización (reputación positiva fundada
en el debido cumplimiento de sus obligaciones previas, lo
que supone que no hay seguro para el primer préstamo);
2) aun cumplida la condición anterior, el precio del seguro
debe ser alto, de modo de desalentar a quienes planifiquen
un default estratégico en su segundo préstamo; 3) el precio
inicial del seguro será objeto de reducciones a medida que el
cliente vaya acumulando créditos sin problemas de repago,
hasta llegar eventualmente a cero. De este modo se genera
un nuevo incentivo para pagar los primeros préstamos, se
concentra la venta del seguro en aquellos clientes con alta
reputación y se ofrece a esas personas una seguridad añadi-
da para enfrentar eventuales circunstancias adversas.
El costo de usar el seguro es una pérdida tal de reputa-
ción que afectará negativamente el costo de un seguro nuevo,
pero no tan severo como para impedir tomar un nuevo prés-
tamo. Si el cliente entró en default y activó el seguro, podrá
tomar un nuevo préstamo pagando el precio inicial de un
nuevo seguro. Si el hecho se repite, su pérdida de reputación
lo eliminará como candidato a comprar el seguro o, even-
tualmente, como candidato a obtener un nuevo préstamo.
Se espera que un esquema de este tipo otorgue más
protección a los clientes con buena trayectoria crediticia,
contribuya a fidelizarlos y genere incentivos para un mejor
comportamiento de los clientes más recientes. Algunos de-
fensores de la idea van más lejos y proponen pasar de se-
guros de repago centrados en eventos negativos (muertes,

115
enfermedades, accidentes laborales, despidos) a otros que
también contemplen eventos positivos (casamientos, naci-
miento de hijos). Pero estas soluciones no suelen ser segu-
ros en sentido estricto, sino más bien modalidades de aho-
rro colectivo.19

b.6. Instrumentos de ahorro para la


población no bancarizada
La población de ingresos medios y bajos tiene una ca-
pacidad de ahorro demasiado reducida como para que los
bancos se interesen en ella.20 Pero eso no significa que sea
nula. Con alguna frecuencia «la ausencia de ahorros no se
debe a su incapacidad para generarlos, sino a su falta de
oportunidades» (Armendáriz & Morduch 2007: 15). Parte
de esa falta de oportunidades tiene que ver con los proble-
mas de seguridad, que hacen poco recomendable el ahorro
«debajo del colchón». Otra parte tiene que ver con los pro-
cesos inflacionarios, frecuentes en los países donde vive la
mayor parte de esa población. Cuando la inflación se hace
presente y no es posible percibir intereses por los ahorros
generados, la decisión racional es el consumo.21
Frente a este contexto, es frecuente que las organizacio-
nes financieras que trabajan con microcréditos den oportu-
nidades de ahorro, típicamente mediante el procedimiento
de abrir cuentas en el sector bancario donde se acumu-
lan los ahorros de un alto número de personas.22 Pero las

19. Véase sobre el punto Belsky & Calder 2004: 43.


20. Para un desarrollo de esta idea véase Sherraden & Barr 2004: 21.
21. Véase a este respecto Armendáriz & Morduch 2007: 147ss.
22. Sobre este punto véase Seidman. & Tescher 2004: 7.

116
normas vigentes en muchos países ponen obstáculos a esta
práctica, especialmente en el caso de las organizaciones con
fines de lucro. Eso explica por qué, en varios países del ter-
cer mundo, numerosas organizaciones que se dedicaban al
microcrédito terminaron por convertirse en bancos.23

c. Lo que las mejores prácticas no incluyen

La lista de mejores prácticas puede extenderse, pero es



importante señalar que entre ellas no se incluye la aplica-
ción arbitraria de descuentos ni la renuncia al cobro ante
Los subsidios tienden
las eventuales dificultades que encuentren los clientes. Más
a favorecer a los
bien al contrario, una buena práctica consiste en tener tasas
más ricos, que son
estables y una política de cobro previsible y rigurosa.
quienes están en
En la industria del crédito a sectores de ingresos medios
mejores condiciones
y bajos, estas prácticas son esenciales para que funcione uno
de tomar préstamos,
de los principales mecanismos de disuasión del default estra-
y a los amigos del
tégico, que es la expectativa de continuidad institucional.
poder, que son
quienes se benefician
Dado que el incentivo al repago está asociado a la expectativa
de las decisiones
de futuros préstamos, quienes toman dinero evalúan la proba-
discrecionales.
bilidad de supervivencia de la institución proveedora a la hora
de programar sus decisiones de repago. Turbulencias en la in-
dustria local, o dudas sobre la continuidad de un prestamista
específico, pueden generar avalanchas de defaults que serán ra-
cionales porque funcionarán como profecías autocumplidas.24

23. Sobre esta evolución véase Smith & Thurman 2007: 57ss.
24. Sadoulet 2005: 210.

117
Una institución que cobra tasas de interés estables y
mínimamente exigentes ofrece más garantías de sobrevida
a los consumidores que una institución que tiene un com-
portamiento errático en este terreno. Aun los consumido-
res menos sofisticados perciben que «si la organización no
carga tasas de interés suficientemente altas saldrá fuera del
mercado» (Smith & Thurman 2007: 166). Eso puede alen-
tar comportamientos que confirmen el pronóstico. Algunos
sostienen que una manera de asegurar la estabilidad a me-
nor costo para los consumidores consiste en subsidiar las
tasas. Pero la experiencia indica que esta solución trae más
problemas que beneficios. Los subsidios tienden a favorecer
a los más ricos, que son quienes están en mejores condi-
ciones de tomar préstamos, y a los amigos del poder, que
son quienes se benefician de las decisiones discrecionales.
«Cuando a las tasas de interés no se les permite reflejar los
costos de la intermediación financiera, la riqueza y el po-
der político terminan reemplazando a la rentabilidad como
base de asignación del crédito» (McKinnon 1973, citado en
Armendáriz & Morduch 2007: 9).
Lo mismo ocurre en el caso de las políticas de cobro.
Una institución que no consigue hacer creíbles sus ame-
nazas ante un riesgo de incumplimiento alentará el default
estratégico y terminará por descapitalizarse y desaparecer.25
En el caso de los bancos, esto significa hacer creíble la ame-
naza de recurrir a las garantías colaterales. En el caso de
las organizaciones que operan sin este tipo de garantías, la
principal amenaza consiste en bloquear el acceso a nuevos

25. Véase al respecto Smith & Thurman 2007: 56).

118
créditos. En estas condiciones, «la credibilidad de las reglas
significa que la institución será capaz de excluir a algunos
buenos pagadores cuando dejan de cumplir con el repago»
(Sadoulet 2005: 211).
La renuncia a actuar con firmeza ante las dificultades de
repago no se cuenta entre las mejores prácticas porque ame-
naza «lo más importante para quienes necesitan dinero, [que]
es tener acceso al crédito» (Smith & Thurman 2007: 166).
Ese acceso desaparece si se compromete la continuidad de las
organizaciones que están en condiciones de proporcionarlo.

119
6.
EL CRÉDITO AL CONSUMO EN URUGUAY

121
122
EL CRÉDITO AL CONSUMO EN URUGUAY:
TENDENCIAS RECIENTES
Y CARACTERÍSTICAS

El crédito a las familias está escasamente desarrollado en


Uruguay. El tamaño total del mercado a mediados del 2009
(incluyendo crédito hipotecario, vehículos y consumo) era

del orden de los 3.100 millones de dólares. De este total,
algo más de 1.500 millones correspondían a crédito al con-
Medido como
sumo.1 La banca privada tiene una escasa participación en
proporción del
el negocio. El 90 % del crédito hipotecario está en manos de
PBI, el crédito al
un único banco estatal (el Banco Hipotecario), y otro banco
consumo pasó de
público (el Banco República) proporciona el 65 % del crédi-
algo menos del
to bancario al consumo. En mayo del 2009, el conjunto de
3 % a algo más
los bancos privados tenía créditos concedidos para compra
del 5 %, entre
de automóviles por apenas 8 millones de dólares. En enero
2005 y 2009.
de 2010, los préstamos hipotecarios otorgados por los ban-
cos privados solo ascendían a 236 millones.2
Este débil desarrollo del crédito a las familias, y en par-
ticular del crédito al consumo, parece deberse a la combina-
ción de dos factores.3 Por una parte, los sectores de ingresos

1. Datos tomados de Rosselli 2009.


2. Según cifras del Banco Central del Uruguay.
3. Véase al respecto Guerra 2009: 4.

123
altos tienen una fuerte aversión a endeudarse (una larga
historia de devaluaciones y fuertes oscilaciones en las tasas
de interés los ha impulsado a financiarse a sí mismos). Por
otro lado, durante muchos años existió una escasa penetra-
ción de la banca (y muy en especial de la banca privada) en
los segmentos de menores ingresos.
Pero la información disponible indica que este panorama
está empezando a cambiar. En primer lugar, el crédito a las
familias en general, y el crédito al consumo en particular, es-
tán en un proceso de expansión. Este proceso apenas se de-
tuvo durante la crisis internacional de los años 2008-2009 y
las perspectivas para el futuro inmediato son alentadoras. En
segundo lugar, buena parte del dinamismo que se detecta en
el crédito al consumo se debe al creciente protagonismo de
las instituciones financieras no bancarias, es decir, de un con-
junto de empresas ajenas al sector bancario tradicional que
están consiguiendo llegar adonde los bancos no llegaban.

a. Un mercado en expansión

En el año 2005, todo el crédito a las familias uruguayas se


ubicaba en el entorno de los 1.500 millones de dólares. A me-
diados del 2008 había superado los 3.500 millones. Un año
más tarde (tras las turbulencias generadas por la crisis inter-
nacional) se ubicaba en torno a los 3.100 millones. El crédito
al consumo siguió un comportamiento similar: pasó de unos
500 millones a principios del 2005 a algo más de 1.500 mi-
llones a mediados del 2009, y siguió creciendo en los meses
siguientes. Medido como proporción del pbi, el crédito al
consumo pasó de algo menos del 3 % a algo más del 5 %.

124
Según estimaciones privadas, el crédito al consumo tota-

lizaba al cierre del año 2009 unos 1.850 millones de dólares.
De ese total, unos 1.354 millones (es decir, el 73 %) estaba en
Las expectativas de
manos de los bancos. Aproximadamente los dos tercios de esa
crecimiento de la
cifra correspondían al brou y el resto a la banca privada. Las
economía, de una
financieras no bancarias pertenecientes al sector formal (bá-
mejora del salario
sicamente, aquellas que aportan a la Caja Bancaria), tenían
real así como de un
prestados unos 496 millones.4 Estas cifras no incluyen los
aumento del consumo
préstamos otorgados por el comercio minorista ni a los pres-
privado general hacen
tamistas informales, cuyo volumen de negocios se desconoce
razonable esperar
pero, según estimaciones, podría oscilar entre el 50 y el 100 %
que el crédito al
del crédito otorgado por las financieras no bancarias.5
consumo continúe
Al menos parte de la expansión del crédito al consumo
expandiéndose.
se explica en función del contexto. La economía uruguaya
creció en promedio un 6,7 % anual entre el año 2004 y el
2008. El salario real creció en promedio un 4,5 % anual en-
tre el 2005 y el 2008 (en el año 2009 creció un 7,8 %, pero
eso no debe tomarse como referencia por tratarse de un año
electoral). El desempleo se mantuvo durante ese período en
el entorno del 7 %. Este contexto favorable generó un au-
mento del consumo privado que estuvo por encima del 7 %
anual entre el 2005 y el 2008.
La crisis financiera internacional produjo un ligero impac-
to, pero su influencia dejó de sentirse en el segundo semestre
del 2009. Todos los indicadores relevantes (facturación de
comercios y restaurantes, venta de autos cero kilómetro) se
recuperaron desde entonces. Los pronósticos para los próxi-

4. Todas las cifras tomadas de Rosselli 2010.


5. Dato tomado de Guerra 2009: 4

125
mos años son consistentemente favorables. Se espera un cre-
cimiento mínimo del 3 % anual, un descenso del desempleo
(que se estabilizaría en torno al 6 %), una mejora del salario
real no inferior al 2 % anual y un aumento del consumo pri-
vado del orden del 5 %.6 En estas condiciones, lo razonable es
esperar que el crédito al consumo continúe expandiéndose.

b. El nuevo protagonista: las instituciones


financieras no bancarias

El crédito colocado por las entidades no bancarias del



sector formal pasó de unos 180 millones de dólares a media-
dos del 2005, a unos 420 millones a mediados del 2009, a
El sector bancario,
unos 496 millones al cierre de ese año. Estas organizaciones
en su conjunto,
han sido, por lo tanto, actores importantes en el proceso de
sigue teniendo
expansión del crédito. Pero el dato más significativo no es
una presencia
su aporte al crecimiento global del negocio, sino el hecho de
relativamente
que estén creciendo donde los bancos no penetran.
débil fuera de
En cifras globales, los consumidores uruguayos se dis-
los segmentos
tribuyen del siguiente modo. El 6,5 % pertenece a los seg-
socioeconómicos
mentos ABC1, es decir, a los sectores de más altos ingresos.
ABC1, destacando en
Otro 25 % pertenece a los segmentos C2-C3, es decir, a los
ese sentido el estatal
sectores de ingresos medios. Algo más de la mitad de la po-
Banco República,
blación (55,6 %) se ubica en los segmentos D1 y D2, es decir,
que llega a familias
en los sectores de ingresos bajos. En el segmento E (aquel
de los segmentos
que reúne a las personas de ingresos muy bajos) se ubica
C2, C3, D1, D2 y E.
aproximadamente el 13 % del total 7 (gráfico 1).

6. Todas las cifras tomadas de Rosselli 2009.


7. Datos tomados del Monitor de Mercado de Crédito 2010 de Pronto!

126
gráfico 1.
Las financieras buscan negocios en segmentos más bajos
que el sector bancario tradicional
brou
hsbc
ab NSE: Total del PaÍs
bbva BANCOS c1
santander
citibank
(12) c2 ExtrapolaciÓn a la PoblaciÓn de 18 años y mÁs
bandes de Edad de Todo el PaÍs, en Miles (Censo 2004)
itaú
crédit
nbc c3 promedio
discount del ingreso
surinvest personal en $
lloyds
en miles Febrero de 2010
FINANCIERAS
oca GRANDES (12)
d1 2,1 48.491 115.519
pronto!
creditel
anda 4,4 101.600 50.019
cash
fucac
crÉdito de la casa 9,2 212.437 26.688
crÉditos directos
acac d2 15,9 367.146 17.742
italcred
valor
microfin 26,6 614.219 11.187
FINANCIERAS 29,0 669.638 7.270
CHICAS e
y COMERCIOS 12,9 297.873 4.099
(+de 100)
100 2.309.095

Fuentes: cainse (año 2005, 1.020 hogares relevados) e ine (extrapolación propia basada
en el Censo 2004 y en la evolución del índice medio de salarios).

Según cifras de mediados del año 2009,8 solo el 20 % de las


familias ubicadas en los segmentos C2 y C3 estaba pagando
algún crédito a un banco privado. En los segmentos D1 y
D2 (es decir, aquellos que agrupan a más de la mitad de la
población), esa proporción bajaba al 10 %. En el segmento
E la penetración se ubicaba en el entorno del 5 %. Las cifras
son mejores en el caso del Banco República, que llegaba a

8. Los datos son tomados de Rosselli 2009. La información no incluye deuda


generada a través de tarjetas de crédito.

127
la tercera parte de las familias ubicadas en el segmento C3,

al 40 % de las ubicadas en los segmentos D1 y D2, y al 20 %
de las ubicadas en el segmento E (es decir, los más pobres).
Las organizaciones
Pero esta mejor penetración no alcanza para compensar la
financieras no
escasa presencia de los bancos privados, de modo que el sec-
bancarias tienen
tor bancario en su conjunto sigue teniendo una presencia
mayor penetración
relativamente débil fuera de los segmentos ABC1.
que todos los
Las organizaciones financieras no bancarias llegan con
bancos —el Banco
especial fuerza a esos sectores. Según la misma fuente men-
República y los
cionada, su penetración alcanzaba a más del 20 % del seg-
privados— sumados,
mento C2 y a más del 40 % del segmento C3. En el segmen-
sobre los segmentos
to D1 llegaban al 70 % de las familias, en el segmento D2
D1, D2 y E.
superaban el 50 % y en el segmento D estaban por encima
del 60 %. Quiere decir que, en los segmentos D1, D2 y E, las
financieras tienen mayor penetración que todos los bancos
sumados, el brou y los privados (gráficos 2 y 3).

gráfico 2.
Porcentaje de encuestados con crédito bancario vigente1
70%
brou
60% otros bancos

50%

40%

30%

20%

10%

0%
c2 c3 d1 d2 e

1. Sobre el total de encuestados que tienen algún tipo de crédito vigente.


Fuente: Mercoplus LA, agosto del 2009. Crédito vigente que no ha sido contratado para vivienda o au-
tomóvil. No incluye endeudamiento con tarjetas de crédito. Información proporcionada por Kedal con
autorización de Mercoplus.

128
Si bien el sector bancario representa más del 70 % del di-
nero que se vuelca al crédito al consumo, la principal fuente
de crédito para las personas ubicadas en los tres tramos de
menores ingresos son las organizaciones ajenas a ese sec-
tor. La población de esos segmentos representa en conjunto
más de dos tercios de los habitantes del país. Si esta pene-
tración no se refleja en el volumen de facturación es porque
esas personas se endeudan por montos pequeños, mientras
que los clientes del sistema bancario lo hacen por cifras ma-
yores. Complementariamente, para las financieras ajenas
al sistema bancario, el crédito al consumo es el foco de su
negocio. Para los bancos, en cambio, solo representa el 10 %
del total de créditos concedidos, tanto en el sector privado
como en el público.

gráfico 3.
Porcentaje de encuestados con crédito vigente
de entidades no bancarias1
80%

70%

60%

50%

40%

30%

20%

10%

0%
c2 c3 d1 d2 e
1. Sobre el total de encuestados que tienen algún tipo de crédito vigente.

Fuente: Mercoplus LA, agosto del 2009. Crédito vigente que no ha sido contratado para vivienda o au-
tomóvil. No incluye endeudamiento con tarjetas de crédito. Información proporcionada por Kedal con
autorización de Mercoplus.

129
La penetración de las financieras no bancarias en los sec-

tores de ingresos medios y bajos se refleja en las tasas de en-
deudamiento. En diciembre del 2009, el 90 % de las familias
El público potencial
comprendidas entre los segmentos C2 y E estaba pagando
de las entidades
algún crédito al consumo (la cifra incluye las deudas con las
financieras no
financieras, pero también aquellas contraídas con el comer-
bancarias está
cio minorista y con prestamistas informales). Este conjunto
compuesto por casi
se componía de un 58 % que estaba pagando un préstamo
dos millones de
y al mismo tiempo tenía saldos pendientes en su tarjeta de
personas: el conjunto
crédito, un 23 % que solo estaba pagando un préstamo y un
de uruguayos que
9 % que únicamente tenía un saldo pendiente en su tarjeta
ganan menos de 15
de crédito. El 35 % de las familias endeudadas tenía una baja
mil pesos mensuales.
tasa de endeudamiento con relación a sus ingresos: desti-
naba en promedio el 12 % al pago de cuotas. El 33 % tenía
una exposición media (destinaba el 33 % de sus ingresos a
pagar cuotas). El 10 % tenía una exposición alta (destinaba
dos terceras partes de su ingreso al pago de cuotas) y un
4 % enfrentaba vencimientos que estaban por encima de sus
ingresos. Para el total de familias que consumen créditos en
estos segmentos, el promedio era del 34 % de los ingresos
destinados a pagar cuotas.9

c. Instituciones financieras no bancarias:


una caracterización

En Uruguay existe aproximadamente un centenar de en-


tidades financieras no bancarias que operan en el mercado

9. Datos tomados del Monitor del mercado del crédito al consumo de Pronto!,
diciembre de 2009

130
formal. Una docena de ellas constituyen el grupo de «las

grandes» (acac, anda, Cash, Creditel, Crédito de la Casa,
Créditos Directos, fucac, Italcred, Microfin, oca, Pronto!,
Las tasas de interés
Valor) mientras que el resto son organizaciones pequeñas,
que cobran las
generalmente de implantación local o regional. El público
financieras son
potencial de este conjunto de organizaciones está compues-
significativamente
to por casi dos millones de personas, equivalentes al 75%
más elevadas que
de la población. Se trata del conjunto de uruguayos que
las aplicadas por el
ganan menos de 15 mil pesos mensuales. Eso las diferencia
sector bancario en los
claramente de los bancos, que se dirigen como máximo a las
préstamos al consumo,
500 mil personas de mejores ingresos.10
lo cual es explicado por
Las tasas de interés que cobran las financieras están re-
los niveles de riesgo
guladas por el Banco Central y se ubican en el entorno del
más altos, los mayores
70 % anual. Esta cifra es significativamente más elevada que
costos operativos
la tasa promedio de los préstamos al consumo otorgados por
por cliente, y por el
el sector bancario, que es del orden del 40 %.11 Esta diferen-
menor volumen de
cia no es particular de Uruguay sino ajustada a tendencias
cada operación.
internacionales. En América Latina, las tasas cobradas en
este mercado son en promedio un 30 % más altas que las que
cobran las tarjetas de crédito. «La necesidad de fijar precios
más altos se convierte en un factor crítico para compensar
los costos operativos y asegurar la rentabilidad» (Visa 2005:
17).
Hay al menos tres factores que contribuyen a explicar
esta necesidad.
En primer lugar, las financieras no bancarias enfren-
tan niveles de riesgo más elevados que los bancos, porque

10. Véase Guerra 2009: 4.


11. Datos tomados de Guerra 2009: 4.

131
otorgan préstamos a personas que no pueden ofrecer garan-
tías y funcionan en un régimen de repago voluntario. Los
bancos, en cambio, operan en un entorno más protegido. De
los aproximadamente 400 millones de dólares que los ban-
cos tenían prestados a mediados del 2009, 255 millones co-
rrespondían a créditos amortizables, 127 millones a deudas
generadas por el uso de tarjetas y 18 millones a créditos no
amortizables. De los 255 millones correspondientes a cré-
ditos amortizables (es decir, aquellos que suponen mayores
niveles de riesgo), 207 millones (es decir, un 81 %) estaban
siendo repagados mediante descuento de haberes o débitos
a cuentas controladas por el propio banco acreedor.12
Estos dos mecanismos de aseguramiento del repago es-
tán fuera del alcance de las financieras. El resultado es que
los niveles de mora son diferentes. El Banco República,
que solo ofrece préstamos contra el sueldo, tiene una tasa
de mora del 2,7 % para sus préstamos al consumo.13 En el
conjunto del sector privado (bancos más financieras) la tasa
de mora para préstamos al consumo el del 5,2 %.14 Pero el
subgrupo de las financieras tiene una tasa promedio de casi
el 7 %, con oscilaciones que van entre el 3,5 y el 8 %, según
las empresas.15
El segundo factor que explica las tasas de interés son los
costos operativos. Estos costos provienen de la necesidad de
tener mucho personal calificado para organizar una gestión
de cobro proactiva (dada la ausencia general de garantías) y

12. Todos los datos anteriores tomados de Rosselli 2009.


13. Dato del Banco Central a enero de 2010.
14. Dato del Banco Central a enero de 2010.
15. Datos tomados de Guerra 2009: 6 y del Monitor de Pronto!

132
una fuerte base tecnológica que permita evaluar riesgo, fijar
precios y hacer un seguimiento del repago con niveles de
eficiencia acordes a las incertidumbres que se enfrentan.16

La descripción que se hace de una empresa en particular es
aplicable a otras del ramo:
La idea de que
el crédito a los
Pronto! maneja una cartera de us$ 65 millones y emplea a 400
sectores de ingresos
personas. Si se compara ese volumen de activos con el de las insti-
medios y bajos es
tuciones bancarias, nuestro negocio parecería ineficiente porque
un gran negocio
la mayoría de los bancos que operan en plaza local tienen varios
(o simplemente un
miles de millones de dólares en sus portafolios que son admi-
negocio abusivo) ha
nistrados por un número más o menos parecido de empleados,
sido alimentada por
dependiendo del banco. Lo que ocurre es que el tipo de tran-
las comparaciones
sacciones en el mercado financiero no bancario obliga a ser muy
que se realizan con
intensivo en todas las estrategias de abordaje al cliente, lo cual se
las experiencias de
refleja en el nivel de costos muy elevado de este negocio.17
crédito social.

El tercer factor que explica el valor de las tasas de interés


es la menor utilidad por cuenta individual, en comparación
con las que obtiene el sistema bancario. Esto no solo se de-
be al problema de costos sino también al menor volumen
de los montos retirados por los clientes. Tanto en Uruguay
como en el conjunto de América Latina, el préstamo pro-
medio otorgado por las financieras no bancarias oscila en
torno a los 500 dólares. La situación es muy diferente a la de
la banca, donde un préstamo al consumo fácilmente multi-
plica por 10 esa cifra.

16. Véase al respecto Visa 2005: 24.


17. Guerra 2009: 5.

133
A causa de estos tres factores, las financieras no banca-
rias son en Uruguay una industria de rentabilidad mode-
rada. Un estudio realizado por Deloitte sobre los balances
de varias financieras en el período que va entre setiembre
del 2008 y marzo del 2009 muestra resultados que, según
las empresas, oscilan entre el 0,5 % y el 5,8 %.18 Ese semes-
tre fue un lapso de contracción transitoria de la demanda
de crédito, de modo que puede esperarse que las utilidades
estén habitualmente algo por encima de esas cifras, pero es
poco probable que la superen en mucho. En el conjunto de
América Latina, donde el ambiente regulatorio es variable y
complejo, las tasas de retorno de algunos bancos han oscila-
do entre el 10 y el 16 %.19
La idea de que el crédito a los sectores de ingresos me-
dios y bajos es un gran negocio (o simplemente un negocio
abusivo) ha sido alimentada por las comparaciones que se
realizan con las experiencias de crédito social. Si organi-
zaciones sin fines de lucro como el Grameen Bank pueden
prestar plata a los pobres a intereses más bajos que la tasa
promedio de mercado, eso probaría que las empresas co-
merciales están generando utilidades enormes.20
El punto de partida de esa comparación es correcto.
Las experiencias inspiradas en Muhammad Yunus suelen
cobrar tasas de entre el 30 y el 50 % anual, lo que en gene-
ral equivale a entre el 10 y el 25 % por encima de la infla-
ción local. Pero lo que se olvida es que las experiencias de

18. Véase Rosselli 2009.


19. Dato tomado de Visa 2005: 34.
20. Véase al respecto Greer & Smith 2009: 107.

134
microcrédito social suelen estar fuertemente subsidiadas
por los gobiernos nacionales, por gobiernos extranjeros o
por donantes privados. Eso no ocurre en el caso de las orga-
nizaciones comerciales.
Pese a toda su fama, el Grameen Bank no habría podido
sobrevivir tal como se lo conoce si hubiera debido sostener-
se en el mercado:

El Grameen Bank anuncia en sus informes anuales que ha ge-


nerado beneficios casi cada año desde el inicio. Por ejemplo,
la suma reportada entre 1985 y 1996 fue de un millón y medio
de dólares, a dólares de 1996. Esas modestas ganancias están
en línea con el foco puesto por Grameen en la reducción de la
pobreza. Pero durante ese período Grameen se benefició de
subsidios provenientes de una variedad de fuentes. A veces se
trató de subsidios directos, como fondos para pagar la capaci-
tación de su personal. A veces se trató de subsidios indirectos,
y para rastrearlos hay que mirar con lupa las declaraciones de
ingresos del banco. […] Los informes de Grameen indican,
por ejemplo, que entre 1985 y 1996 ingresaron subsidios di-
rectos por 16,4 millones de dólares. Dado que esos subsidios
son contados como ingresos del banco, es claro que cuando
el cuerpo gerencial de Grameen dice que tuvieron ganancias
cada año, solo está diciendo que entró al banco más de lo que
salió. Si se restan esos 16,4 millones al millón y medio repor-
tado como beneficio, se ve con claridad que en ese período
Grameen no generó ganancias en el sentido en que son tradi-
cionalmente calculadas.21

21. Armendáriz & Morduch 2007: 235-236.

135
La objeción se vuelve todavía más seria cuando se atien-
de a los subsidios indirectos, que totalizan casi 159 millones
de dólares en préstamos blandos y otros tratamientos pre-
ferenciales.

Un examen más detallado muestra que, cuando el banco


anuncia ganancias por 1,5 millones entre 1985 y 1996, esa cifra
reposa sobre 175 millones de dólares en subsidios tanto implí-
citos como explícitos. […] El costo real (esto es, ajustado por
inflación) del capital para Grameen fue en promedio de –1,8 %
durante los años 1985-1996. Durante ese período, Grameen
habría debido pagar tasas de 5 al 10 % para acceder a capital si
no hubiera contado con préstamos blandos.22

Nada de esto niega el valor de la experiencia iniciada por


Yunus, pero permite entender que no es posible servirse de
ella como punto de comparación para evaluar el funciona-
miento de las empresas comerciales. Si se quisiera compa-
rar, se debería recurrir a un instrumento como el sdi (Sub-
sidy Dependence Index), que intenta medir en cuánto debe-
rían aumentarse las tasas para que una organización pueda
funcionar sin subsidios. Cálculos realizados por Jonathan
Morduch con auxilio de este instrumento indican que «el
Grameen Bank hubiera debido aumentar sus tasas cerca de
un 75 % para poder funcionar sin subsidios durante 1985 y
1996, manteniendo igual todo lo demás» (Armendáriz &
Morduch 2007: 137). A esto se debería sumar el aumento
en los costos de funcionamiento que, tal como se vio en la

22. Armendáriz & Morduch 2007: 240-241.

136
sección 4, aparece cuando se quiere hacer funcionar una or-
ganización de este tipo en países significativamente menos
pobres que Bangladesh.
La historia del Grameen Bank se repite en muchos otros
casos: múltiples agencias de microcrédito solo alcanzan la
suficiencia luego de un período inicial de funcionamiento
fuertemente subsidiado.23 Las organizaciones que se dedi-
can a luchar contra la pobreza tienen claro el punto y se
esfuerzan por captar donaciones. En el año 2007, la em-
presa ups incluyó entre los festejos de sus 100 años de vida
donaciones de un millón de dólares a tres organizaciones
dedicadas al microcrédito.24 En febrero del 2008, la Bill and
Melinda Gates Foundation donó 24,2 millones de dólares
para el desarrollo de organizaciones de este tipo en África,
Asia y América Latina.25 Estos datos ayudan a entender que
las organizaciones sociales dedicadas al microcrédito no
son un punto de comparación pertinente cuando se trata de
evaluar a las organizaciones comerciales.

d. Clientes racionales, decisiones consistentes

La evidencia disponible sugiere que al menos parte de


los consumidores que optan por las instituciones financieras
no bancarias actúan con altas dosis de racionalidad, es de-
cir, consiguen tomar decisiones consistentes que no atentan

23. El Grameen Bank mejoró su balance en los últimos años, en buena medida
porque incorporó los ahorros de sus clientes como nueva fuente de capital.
Véase Armendáriz & Morduch 2007: 238.
24. Véase al respecto Greer & Smith 2009: 115.
25. Véase Greer & Smith 2009: 120.

137
contra sus propios intereses. La relativa juventud de la in-

dustria impide disponer de datos agregados para el conjunto
del sector, pero un estudio de caso permite detectar el fenó-
La evidencia sugiere
meno.
que al menos parte
El gráfico 4 muestra el modo en que evolucionó la colo-
de los consumidores
cación de Pronto! (una de las empresas líderes del sector)
que optan por
durante el 2006 y el 2007. Se trata de dos años en los que las
las instituciones
estacionalidades se perciben con particular claridad, porque
financieras no
es un período sin mayores turbulencias: las cifras no se ven
bancarias actúan
afectadas por la crisis del 2001-2002 ni por la del 2008-2009.
con altas dosis de
Los clientes se endeudan fuertemente en marzo-abril, es
racionalidad.
decir, al comienzo del año lectivo y sobre el final del período
caluroso. Se trata de un momento pautado por la compra
de útiles, vestimenta escolar y equipamiento para resistir el
frío que se avecina. En los meses siguientes los clientes re-
ducen consistentemente su pasivo hasta el mes de junio, que
es un mes de aguinaldo. Las gráficas sugieren que muchos
consumidores se sirven de ese ingreso extra para sanear su

gráfico 4.
Estacionalidades en la colocación de Pronto!

2007

2006

feb mar abr may jun jul ago set oct nov dic

138
presupuesto. Una vez aliviado el pasivo, vuelven a contraer
obligaciones que terminarán de amortizar antes de que lle-
gue el nuevo momento de contraer deudas. Los datos agre-
gados dan la imagen de clientes que perciben el riesgo de
una espiral de endeudamiento y actúan del modo necesario
para evitarla. Se trata de consumidores con poca educación
formal, pero sin ningún signo de irracionalidad.
El mismo fenómeno se observa al analizar el comporta-

miento de los clientes en tiempos de crisis. En los dos perío-
dos críticos que se vivieron en la primera década del siglo,
El comportamiento
los clientes de Pronto! mostraron una sensibilidad y una ra-
de los clientes de las
pidez de respuesta que no difieren demasiado de las que po-
entidades financieras
drían esperarse de una población con formación específica
no bancarias no es
en economía. Cuando a fines del año 2001 empezó a haber
en tiempos de crisis
señales de que se avecinaba una crisis económica, la colo-
sustancialmente
cación de Pronto! cayó significativamente, y siguió hacién-
diferente del que
dolo luego de que técnicamente se entrara en recesión. En
siguen los de las
otras palabras, ante las primeras señales negativas, muchos
entidades bancarias: se
clientes se liberaron de pasivo y se abstuvieron de contraer
abstienen de contraer
nuevas obligaciones. Durante todo el 2002 la colocación se
nuevas obligaciones.
mantuvo deprimida. Solo a inicios del 2003, cuando ya se
veían claras señales de reactivación, los clientes empezaron
a asumir nuevos compromisos. Este comportamiento no es
sustancialmente diferente del que siguieron los depósitos
bancarios o las ventas de vehículos cero kilómetro, dos va-
riables que están más afectadas por el comportamiento de
personas altamente educadas y con experiencia en el terre-
no de las decisiones económicas. Una vez más, el comporta-
miento de quienes pertenecen a sectores de ingresos medios
y bajos refleja un alto grado de racionalidad.

139
gráfico 5.
Los clientes de Pronto! ante la crisis del 2001-2002

4
millones

3 Comienzo «formal»
de la crisis
3

• 2 6 meses antes del


comienzo «formal»
1 de la crisis

El comportamiento 1

de los clientes
0
may

may
ago
set
oct
nov
dic
ene
feb
mar

jun
jul
ago
set
oct
nov
dic
ene
feb
mar
abr

jun
jul
ago
set
de una empresa
financiera no '01 '02 '03
bancaria como
Pronto! cuestiona
La crisis financiera internacional del 2008 afectó leve-
la imagen de
mente a Uruguay. Básicamente, todo se redujo a un en-
un consumidor
friamiento de la actividad durante el primer semestre del
inadvertido que
2009, que estuvo más generado por las dudas de los agen-
se deja seducir
tes económicos que por problemas en la economía real. Pa-
por los llamados
sada la mitad del 2009, se generalizó el convencimiento de
de una industria
que no habría dificultades graves y la economía retomó la
inescrupulosa.
senda del crecimiento. El segundo semestre del año fue un
período de optimismo.
El comportamiento de los clientes de Pronto! refleja con
exactitud esta evolución. La colocación, que había subido
entre junio y setiembre del 2008 (tal como había ocurri-
do en los años anteriores), invirtió esa tendencia y tuvo un
descenso (aunque más leve que el registrado en el 2001).

140
gráfico 6.
Los clientes de Pronto! ante la crisis del 2008-2009

130
millones

Aumenta la demanda tras


120 conocerse los primeros indicios
de que la crisis no afectaría el
mercado local
110

100

90 Comienza a hablarse de
la crisis internacional y
cómo podría afectar en
80 nuestro país

70
may

may
jun

jul

ago

set

oct

nov

dic

ene

feb

mar

abr

jun

jul

ago
'08 '09

Las oscilaciones se prolongaron hasta junio del 2009, y a


partir de ese momento se retomó una clara tendencia al-
cista. Una vez más, los consumidores de los segmentos de
ingresos medios y bajos exhibían buenos niveles de infor-
mación y de racionalidad.
El comportamiento de los clientes de una empresa es-
pecífica cuestiona la imagen de un consumidor inadvertido
que se deja seducir por los llamados de una industria ines-
crupulosa. Esto no permite extrapolar conclusiones para
el conjunto de la industria, pero advierte contra cualquier
tendencia a hacer juicios globales descalificatorios, así como
confirma la importancia de ser extremadamente cuidadosos
a la hora de tomar decisiones regulatorias.

141
e. Una industria que consigue
generar clientes satisfechos

Una imagen relativamente difundida de la industria finan-


ciera extrabancaria incluye la idea de que los clientes no solo
son inducidos a asumir compromisos que van contra sus in-
tereses, sino que además son sorprendidos con una larga serie
de costos ocultos y recargos injustificados. Una vez más, la re-
lativa juventud de la industria impide que exista información
agregada sobre el punto. Pero los datos correspondientes a una
de las empresas que lideran la industria ponen en cuestión la
validez general de esta descripción para el caso uruguayo.
La tasa de reclamos de personas que han comprado pro-
ductos en la empresa Pronto! es extremadamente baja. El
siguiente cuadro presenta los datos para el segundo semes-
tre del 2009 (faltan las cifras correspondientes al mes de di-
ciembre). En cualquiera de esos meses, el número de clien-
tes activos osciló entre casi 130 mil y algo menos de 145 mil.
En el peor de esos meses (agosto) se presentaron 104 que-
jas, y en el más favorable (noviembre) hubo 38. Durante los
cinco meses considerados, hubo una queja cada 1.775 clien-
tes. Pero aproximadamente la mitad de esas quejas fueron
realizadas ante la propia empresa, que cuenta con un ser-
vicio de atención de reclamos (en muchos casos no se trata
de reclamos en sentido estricto, sino de consultas de clien-
tes que, por ejemplo, se están habituando a usar su tarjeta
de crédito). Quienes presentaron quejas ante Defensa del
Consumidor, el Banco Central o la agesic fueron un grupo
menor. Para los cinco meses considerados, hubo un reclamo
ante un regulador externo cada 2.829 clientes activos.

142
cuadro 1.
Tasa de reclamos de clientes de Pronto!:
Julio-Noviembre 2009
jul-09 ago-09 sep-09 oct-09 nov-09
adeco 55 58 47 39 35

agesic 0 0 2 1 1

bcu 2 1 0 0 0

Sub total 57 59 49 40 36
Reguladores

sar (Pronto!) * 35 45 40 21 2

Total Reclamos 92 104 89 61 38

jul-09 ago-09 sep-09 oct-09 nov-09


Clientes activos 129.415 131.825 136.151 140.056 144.465

Productos activos 171.062 179.107 188.777 197.082 206.537

jul-09 ago-09 sep-09 oct-09 nov-09


Total Reclamos/ 0,071% 0,079% 0,065% 0,044% 0,026%
Clientes

Total Reclamos/ 0,054% 0,058% 0,047% 0,031% 0,018%


Productos

Este alto nivel de satisfacción se refleja en los niveles de


fidelidad de los consumidores. El 71 % de los clientes que esta-
ban activos al cierre del 2007 (es decir, que tenían vales vigen-
tes, una tarjeta de crédito activa, o ambos) seguía en la misma
condición al cierre del 2008.26 Dicho en otros términos, 7 de
cada 10 clientes del año anterior seguían cumpliendo sus pa-
gos o habían adquirido un nuevo producto al año siguiente.

26. Dato extraído de la Memoria anual 2008: 17.

143
.
CONCLUSIÓN

145
146
CONCLUSIÓN: CUESTIONANDO
ALGUNOS ESTEREOTIPOS

La industria del crédito dirigido a la población de ingresos


medios y bajos es frecuentemente objeto de críticas funda-
das en estereotipos. Un estereotipo es una imagen aceptada
en forma acrítica por los miembros de un grupo social (o
eventualmente de una sociedad entera) que se funda en una
visión falsa, simplista o caricaturesca de su objeto. La ima-
gen del judío avaro, del gallego tosco o de la mujer inútil son
ejemplos tradicionales de estereotipos.
Ser objeto de un estereotipo significa estar expuesto a
la incomprensión, a la discriminación y eventualmente a la
hostilidad. Pero los estereotipos pueden desmontarse me-
diante una combinación de evidencia empírica y argumen-
tación. Si el desarrollo de la industria del crédito dirigido a
la población de ingresos medios y bajos tiene un efecto po-
sitivo sobre las condiciones de vida de quienes pertenecen a
esos sectores, desmontar los estereotipos que pesan sobre
esa industria es entonces una tarea importante, tanto desde
el punto de vista económico como social.
En las próximas páginas se sintetizan algunos argumen-
tos que permiten desmontar ciertos estereotipos especial-
mente frecuentes e insostenibles. En cada caso se remite a

147
secciones de los capítulos anteriores en los que esos puntos
son tratados con mayor desarrollo.

1. El crédito dirigido a los sectores medios


y bajos no es sinónimo de usura

• Es difícil definir la usura en términos de tasas de interés,


porque el carácter abusivo de una tasa depende fuertemente
del contexto. Los diferenciales de riesgo, los costos operativos
y las condiciones de acceso a mejores alternativas pueden ha-
cer que una misma tasa sea o no aceptable desde este punto
de vista. Hay, sin embargo, una definición de usura que no es
relativa al contexto y que delimita claramente los límites de la
decencia en el negocio de prestar dinero: un proveedor de cré-
dito tiene un comportamiento usurario cuando su negocio no
consiste en que los clientes cumplan con el repago sino en que
entren en default, ya sea para quedarse con sus bienes o para
generar ganancias desmesuradas mediante el cobro de intere-
ses por mora. El cobro de intereses exorbitantes es un camino
posible para lograr este efecto, aunque no es el único (véase al
respecto la sección 5.a).
• Visto desde esta perspectiva, existe un espacio para el desa-
rrollo legítimo de una industria del crédito que no pueda ser
acusada de usura. Esa industria podrá cobrar tasas más altas o
más bajas, según cuáles sean sus costos y sus riesgos (lo mismo
hacen los bancos tradicionales cuando aplican tasas más altas
a sus créditos al consumo que a sus créditos hipotecarios). Pe-
ro todas ellas constituirán la parte sana de la industria, en la
medida en que su negocio consista en que los clientes paguen
(argumentos generales en la sección 5.a).

148
• Existen indicadores que permiten distinguir fácilmente entre
las empresas sanas y las que no lo son. Por ejemplo, la propor-
ción de los ingresos que es generada por el cobro de intereses
por mora, la proporción de clientes que terminan en sede ju-
dicial o la ratio entre ingreso y endeudamiento de los clientes
(más desarrollo en sección 5.a).
• La reclasificación controlada de deudas es reconocida en el mun-
do como la mejor práctica que caracteriza a las empresas que no
buscan el default de sus clientes (descripción en la sección 5.b.4).

2. El crédito dirigido a sectores medios y bajos


no es un negocio de altísima rentabilidad

• Es verdad que las tasas cobradas por esta industria son más al-
tas que las que suelen cobrar los bancos (por ejemplo, 70 con-
tra 40 % anual), pero esto no se traduce en utilidades desme-
suradas. Un estudio realizado por Deloitte sobre los balances
de varias financieras uruguayas muestra beneficios que oscilan
entre el 0,5% y el 5,8 % (véase detalle en la sección 6.c).
• Las tasas son más altas, en primer lugar, porque los riesgos
son mayores. Los sectores de ingresos medios y bajos son una
población que en general no puede aportar garantías colate-
rales y está muy expuesta a shocks. Las financieras tampoco
disponen de otros mecanismos de aseguramiento que normal-
mente utilizan los bancos, como el débito automático sobre el
sueldo (el 81 % de los préstamos amortizables otorgados por
los bancos uruguayos se cobran de esta manera). Las tasas co-
bradas por las financieras son más altas que las tasas cobra-
das por los bancos, por la misma razón que los préstamos al
consumo ofrecidos por los bancos tienen tasas más altas que

149
los préstamos hipotecarios ofrecidos por esos mismos bancos
(más desarrollo en sección 6.c).
• Las tasas son más altas, en segundo lugar, porque los costos
operativos son mayores. Las empresas que ofrecen crédito a los
sectores de ingresos medios y bajos deben ser muy intensivas
en tecnología y en recursos humanos calificados. Estos costos
son ineludibles para asegurar el repago en condiciones de au-
sencia de garantías, y también porque la rapidez y la sencillez
en la evaluación de riesgo y el otorgamiento del crédito son cla-
ves para el éxito del negocio (véase las secciones 5.b.5 y 6.c).
• En tercer, lugar, las tasas son más altas porque es menor la utili-
dad por cuenta individual. En Uruguay, el préstamo promedio
a los sectores de ingresos medios y bajos se ubica en el entorno
de los 500 dólares y tiene un plazo de repago del orden de los
12 meses. Estas cifras están alineadas con las tendencias inter-
nacionales. La situación es muy diferente en la banca, donde un
préstamo al consumo fácilmente multiplica por 10 ese monto y
genera intereses durante años (véase la sección 6.c).

3. Topear las tasas no suele reducir el costo


del dinero, sino limitar el acceso a él

• La idea de que es posible cobrar tasas más bajas en los créditos


dirigidos a la población de ingresos medios y bajos está ali-
mentada por la experiencia de las organizaciones de índole no
comercial dedicadas al microcrédito, como el Grameen Bank
de Muhammad Yunus. Pero la comparación es inadecuada,
porque esas organizaciones reciben fuertes subsidios al menos
durante los primeros años de su existencia. De no contar con
tales subsidios, el Grameen Bank hubiera debido aumentar

150
sus tasas en un 75 % para asegurar su viabilidad entre 1985 y
1996. Ese incremento habría sido necesario pese a que funcio-
na en países extremadamente pobres, lo que supone muy ba-
jos costos de funcionamiento (más desarrollo en sección 6.c).
• Los intentos de topear las tasas por vía regulatoria suelen tener
efectos contraproducentes. El negocio financiero no exige gran-
des inversiones en bienes de capital ni tiene ninguna otra caracte-
rística que impida una rápida salida del negocio. La reacción nor-
mal ante la limitación de las tasas de interés es que los inversores
se orienten hacia industrias que ofrezcan mejores rendimientos.
La regulación de las tasas no afecta negativamente a los inver-
sores (que rápidamente encuentran mejores opciones) sino a los
demandantes de crédito ajenos al sistema bancario, que pierden
la posibilidad de obtenerlo o terminan recurriendo a un mercado
negro en el que hay tasas todavía más elevadas y métodos más
bruscos de asegurar el repago (más desarrollo en sección 2.b.1).
• Las trabas al cobro de tasas que reflejen las condiciones de mer-
cado tienden a estimular el default estratégico. Esto se debe a que
uno de los principales incentivos para el repago es la expectativa
de continuidad institucional, lo que es visto como una condición
para recibir futuros préstamos. Si los consumidores tienen du-
das sobre el futuro de una empresa que los provee de créditos,
surge un incentivo para interrumpir el repago. Esa decisión será
racional, porque la acumulación de defaults estratégicos generará
una profecía autocumplida (más desarrollo en sección 5.c).
• La experiencia sugiere que las medidas que impiden que las
tasas reflejen las condiciones del mercado tienen el efecto que
quitar transparencia. Lo que realmente baja el costo del dinero
es la competencia entre distintos proveedores en un clima de
igual acceso a la información (más desarrollo en sección 2.b.1).

151
4. El crédito al consumo no es necesariamente
una puerta a las ventas abusivas

• Muchas empresas que ofrecen créditos a consumidores de in-


gresos medios y bajos practican el tying, es decir, la venta de un
producto (por ejemplo, una tarjeta de crédito) asociada a la
previa venta de un producto diferente (por ejemplo, un prés-
tamo). Esta modalidad genera sospechas de conducir a prác-
ticas abusivas, pero no hay razones para verla de este modo
(para más desarrollo de todo este punto, véase la sección 4.f ).
• En primer lugar, el tying es una práctica usual en muchos merca-
dos, que incluye industrias tan tradicionales como la automovilís-
tica (un ejemplo son los equipos de audio o de aire acondicionado
para autos). La práctica es considerada legítima en la medida en
que no se creen situaciones de monopolio ni de abuso de posi-
ción dominante (es decir, en la medida en que los dos productos
puedan ser adquiridos por separado en mercados competitivos).
• En segundo lugar, el tying aparece como una condición para
practicar el préstamo escalonado. Un requisito para que esa
clase de préstamo funcione es que los montos aumenten de
manera significativa a medida que se cumplen ciclos exitosos.
Solo así existen incentivos para el repago. Pero al ser aplicada
en una población de ingresos medios y bajos esta práctica llega
rápidamente a su límite, a menos que se opte por prestar mon-
tos indefinidamente elevados a una población que no podrá
pagarlos. Ligar el acceso a ciertos productos al buen compor-
tamiento crediticio es una manera de superar esta dificultad.
Para muchas empresas, no se trata solamente una operación
destinada a aumentar la facturación, sino de una condición
para la buena marcha del negocio.

152
• El tying también permite ofrecer mayor variedad de productos
a mejor precio, ya sea porque las empresas hacen economías
de escala (por ejemplo, ahorrando costos de distribución o de
promoción) o porque pueden aprovechar mejor la capacidad
instalada. Este puede ser un beneficio importante para perso-
nas que tienen necesidades diversificadas pero pocas opciones
de consumo. Un ejemplo típico son los paquetes de señales
ofrecidos por las compañías de televisión por cable.
• Esta lógica se ajusta especialmente a las empresas que ofre-
cen créditos a sectores de ingresos medios y bajos. Un ejemplo
típico son los seguros. Dado que los clientes de esas empre-
sas viven en una situación de relativa precariedad económica,
son especialmente vulnerables a una amplia gama de eventos
que pueden afectar su capacidad de generar ingresos (despi-
dos, reducción de horas de trabajo, enfermedades, accidentes
de trabajo que produzcan algún grado de invalidez, divorcios,
muertes). La fórmula más utilizada en los sectores ABC1 para
enfrentar tales eventualidades es el ahorro. Pero esta pobla-
ción tiene dificultades para ahorrar, de modo que un seguro
es una manera racional de protegerse. Si el tying les permite
acceder a esos productos a mejores costos, habrán obtenido
un beneficio (más desarrollo en la sección 5.b.5).

5. Los tomadores de créditos al consumo


no son irracionales

• Una amplia evidencia confirma que las personas que toman


créditos fuera del sector bancario tienen menos años de edu-
cación formal y menos experiencia crediticia que los clientes de
los bancos. Esto alimenta la imagen de una industria dedicada

153
a atraer a individuos incapaces de actuar con racionalidad, que
no pueden vencer sus impulsos inmediatos y asumen compro-
misos que perjudican sus intereses. Pero esta visión no resiste
a un examen cuidadoso. Por una parte, el análisis económico
indica que hay razones por las que puede ser racional tomar un
crédito pese a disponer de ingresos modestos. Por otra parte,
la evidencia empírica revela que, al menos en el caso de una de
las empresas líderes en Uruguay, el comportamiento real de los
clientes es racional y bien informado.
• Hay al menos cinco razones generales por las que puede ser
racional tomar un crédito, aun en el caso de que las tasas a
pagar representen una proporción significativa de los ingre-
sos. La primera de esas razones son los costos de oportunidad.
Estos costos no solo justifican el crédito a la producción sino
también el crédito al consumo. Poder comprar una estufa an-
tes de que empiece el frío no es lo mismo que verse obligado
a postergar la compra hasta los últimos días del invierno. La
diferencia con el crédito a la producción es que en ese caso los
costos se miden en oportunidades perdidas de ganar dinero,
mientras que en el caso del crédito al consumo los costos se
miden en oportunidades perdidas de acceder a mejores niveles
de bienestar (más desarrollo en sección 3.b.1).
• Una segunda razón es que, aun en el caso de que las tasas
sean altas, frecuentemente son más bajas que muchos recar-
gos por mora. Es racional tomar prestado para no endeudarse
con ciertos proveedores de bienes y servicios particularmente
rigurosos, entre los que frecuentemente se cuenta el Estado.
Esta clase de «emergencia económica» justifica muchas deci-
siones de compra de productos financieros (más desarrollo en
la sección 2.b.1).

154
• Una tercera razón es que disponer de crédito evita comprar
fraccionado y, en consecuencia, permite acceder a mejores pre-
cios. De este modo, lo que el cliente paga por concepto de ta-
sas se compensa parcialmente con otras formas de ahorro. Si a
esto se suma el impacto positivo sobre el bienestar al no tener
que postergar el consumo, la decisión puede ser plenamente
justificable (más desarrollo en la sección 3.b.1).
• En cuarto lugar se ubican las razones de seguridad. Para mu-
cha gente que no tiene acceso al sistema bancario, ahorrar «de-
bajo del colchón» es una opción peligrosa. Los problemas de
seguridad son demasiado grandes en sus zonas de residencia y
sus viviendas no cuentan con buenos sistemas de protección.
En esas condiciones, pagar tasas de interés puede ser más ba-
rato que otras opciones disponibles, como poner rejas, instalar
una alarma o abrir una cuenta que no alcance los mínimos
requeridos por el banco (más desarrollo en la sección 3.b.1).
• En quinto lugar, endeudarse puede ser una decisión racional
en ciertas etapas del ciclo de vida. Por ejemplo, es razonable
hacerlo cuando se deben enfrentar gastos extraordinarios
(causados, por ejemplo, por el nacimiento de un hijo) y se
puede tener la expectativa razonable de mantener o mejorar
los ingresos en el período inmediato. Esto es especialmente
cierto para las personas de ingresos medios y bajos, que suelen
ser más vulnerables a shocks de corto plazo, como un aumento
momentáneo de los gastos o una pérdida igualmente momen-
tánea de ingresos (más desarrollo en la sección 4.f ).
• El análisis económico indica, entonces, que el comportamien-
to de las personas de ingresos medios y bajos que toman cré-
ditos puede ser perfectamente racional. Y la evidencia empí-
rica confirma que, al menos en el caso de una empresa como

155
Pronto!, los clientes no son consumidores impulsivos que se
embarcan en espirales de endeudamiento incontrolado, sino
agentes económicos capaces de tomar decisiones racionales y
bien informadas (para todo lo que sigue, véase la sección 6.d).
• Los clientes de Pronto! exhiben, en primer lugar, un buen ma-
nejo de las estacionalidades ligadas a sus ingresos y egresos. La
colocación de la empresa tiene picos y valles que se ajustan muy
bien a los momentos de mayores gastos para las familias (co-
mo el comienzo del año lectivo) y a los momentos de ingresos
extra que permiten reducir pasivo y equilibrar el presupuesto
(típicamente, el aguinaldo de junio). Los datos agregados dan
la imagen de clientes que perciben el riesgo de una espiral de
endeudamiento y actúan del modo necesario para evitarla.
• El mismo fenómeno se observa al analizar el comportamiento
de los clientes en tiempos de crisis. En los dos períodos críti-
cos que se vivieron en la primera década del siglo (2001-2002
y 2008-2009), los clientes de Pronto! mostraron una sensibi-
lidad y una rapidez de respuesta que no difieren demasiado
de las que podrían esperarse de una población con formación
específica en economía. En ambos casos, muchos clientes se
liberaron de pasivo y se abstuvieron de contraer nuevas obli-
gaciones en cuanto aparecieron señales de que se avecinaban
dificultades económicas. Y también en ambos casos, los clien-
tes empezaron a asumir nuevos compromisos en cuanto per-
cibieron señales de reactivación. Además, la intensidad de esas
reacciones estuvo en proporción con el tamaño de las turbu-
lencias que enfrentó la economía. Aunque estos datos no son
extrapolables al conjunto del sector, es interesante observar
que, si bien los clientes de Pronto! tienen menos escolariza-
ción y menos experiencia crediticia que los clientes de la banca

156
tradicional, la colocación de la empresa no tuvo un comporta-
miento sustancialmente diferente del que tuvieron los depó-
sitos bancarios o las ventas de vehículos cero kilómetro, dos
variables que están más afectadas por el comportamiento de
personas altamente educadas y con experiencia en el terreno
de las decisiones económicas.

6. Los tomadores de créditos al consumo


no se sienten engañados

• La imagen negativa de la industria financiera extrabancaria in-


cluye la idea de que los clientes no solo son inducidos a asumir
compromisos que van contra sus intereses, sino que además
son sorprendidos con una larga serie de costos ocultos y recar-
gos injustificados. Si bien no existe evidencia para el conjunto
del sector, los datos correspondientes a una de las empresas
que lideran la industria ponen en cuestión la validez general
de esta afirmación para el caso uruguayo.
• La empresa analizada (Pronto!) tiene una tasa de reclamos ex-
tremadamente baja. Entre junio y noviembre del 2009, el núme-
ro de clientes activos osciló entre casi 130 mil y algo menos de
145 mil. En el peor de esos meses (agosto) solo se presentaron
104 quejas, y en el más favorable (noviembre) apenas hubo 38.
Durante los cinco meses considerados, hubo una queja cada
1.775 clientes, pero aproximadamente la mitad de esas quejas
fueron realizadas ante la propia empresa, que cuenta con un ser-
vicio de atención de reclamos. Quienes presentaron quejas ante
Defensa del Consumidor, el Banco Central o la Agesic fueron
un grupo menor. Para los cinco meses considerados, hubo un
reclamo ante un regulador externo cada 2.829 clientes activos.

157
• El caso de Pronto! también revela un alto nivel de fidelización
de clientes. El 71 % de los clientes que estaban activos al cierre
del 2007 (es decir, que tenían vales vigentes, una tarjeta de cré-
dito activa, o ambos) seguía en la misma condición al cierre
del 2008. Dicho en otros términos, 7 de cada 10 clientes del
año anterior seguían cumpliendo sus pagos o habían adquiri-
do un nuevo producto al año siguiente.

158
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163
Pronto!

Pronto!, patrocinador del sello Kedal Editor, es una empresa uruguaya


dedicada a la administración de créditos al consumo.
Desde su inicio, en 1997, en el histórico departamento de Colonia, ha
experimentado un franco crecimiento, y en la actualidad está presente
en todo el territorio nacional. Cuenta con 37 sucursales, más de 350 au-
toservicios que gestionan los créditos y financiación a través de órdenes
de compra en diversas empresas, para brindar soluciones financieras a
más de 160.000 clientes.
Desde el año 2009 emite la tarjeta de crédito Visa de Pronto! e in-
corpora Beneficia, un emprendimiento que busca adaptar la propuesta
de valor a la realidad de los tarjetahabientes y su núcleo familiar. La
propuesta incluye los mejores y más diversos beneficios, entre los que se
destacan los de salud y seguridad.
Pronto! lidera la actividad, facilitando el acceso al crédito a los secto-
res con nula o baja bancarización. Con un perfil innovador promueve que
se mejoren e igualen las condiciones de consumo entre los uruguayos.
Asentada sobre bases muy sólidas en materia de cumplimiento re-
gulatorio, la empresa cuenta con un Defensor del Cliente, protección de
derechos inédita en el ámbito privado y el sector financiero.
El crecimiento de Pronto! se sustenta en la inteligencia de negocio,
desarrollada a lo largo del tiempo, que permite adecuar la oferta a las
necesidades del cliente. La gestión de la información y el conocimiento
es su gran ventaja sustentable.
El activo principal es el capital humano. Más de 500 colaboradores
diariamente hacen de Pronto! un excelente lugar para trabajar en térmi-
nos de clima organizacional.
La capacitación continua y la apuesta al desarrollo profesional y hu-
mano de su gente se vinculan estrechamente con la integridad y el afán
de superación, los valores que definen la identidad de Pronto!
La misión organizacional concibe la responsabilidad social empre-
saria en términos de aportar valor para lograr el bienestar de todas las
personas que interactúan con la empresa. En tal sentido se desarrollan
acciones con diversos grupos de interés en las áreas de valores y prin-
cipios éticos, calidad de vida, medio ambiente, apoyo a la comunidad y
marketing responsable.
El gran desafío, en consonancia con el negocio, es facilitar el enten-
dimiento de conceptos que habiliten a las personas a desenvolverse con
éxito en el mundo financiero. Para ello se fomenta un consumo regulado
a través de valores, que permita comprar de manera consciente y equi-
librada, administrar los gastos con eficiencia y desarrollar un historial
crediticio sano.
La publicación de este título forma parte del compromiso de la em-
presa con la democratización de la educación financiera y la promoción
de la filosofía del consumo responsable.
Es un aporte a la comprensión de la industria y su impacto en la
sociedad.

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