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LOS

CONTEMPORANEOS Introducción 2

1 TIBIA ARCADIA Y DESPUES


En la literatura uruguaya de los últimos
CONTORNO Y DESTINO
cincuenta años la perspectiva histórico-cultural
impone con nitidez el distingo de dos períodos Localmente, de 1918 a 1933, el país realiza
muy claros. El primero se extiende desde los un experimento institucional inédito en el
primeros tiempos de vigencia de la segunda mundo: el funcionamiento del ejecutivo bicé-
constitución hasta la restauración democrática falo, producto del compromiso entre las fuer-
de la presidencia de Baldomir: de 1918 al 39. zas colegia listas y anticolegialistas. Esos quin-
El segundo arranca del comienzo de la se- ce años producen también un rápido incre-
gunda guerra mundial y llega hasta hoy mismo. mento del nivel de vida, apoyado en un apre-
ciable desarrollo económico que el Estado ve-
Esta bipartición asegura la presencia, al o nía impulsando desde principios de siglo, y en
comienzo de cada uno de los períodos, de una la distribución del ingreso nacional a través
generación. Las dos generaciones son muy dis- del presupuesto y de una legislación laboral
tintas: una pacífica, la otra beligerante, según que en su tiempo se consideró avanzada y que
la separación de Ortega; una solidaria con las tuvo 'Por objetivo To creación de un mercado
generaciones anteriores, con los viejos; la otra de consumo urbano de ancha base popular.
polémica y crítica. Matices de confomismo y Como coronación de estas transformaciones, la
rebeldía habrá en las dos, y casi podría decir- educación recibe un tremendo impulso que des-
de entonces no se ha detenido y que lenta-
se que el rasgo común de estos cincuenta años
mente contribuyó, incluso por sus falencias y
es el unánime fracaso político de los intelec-
omisiones, a modificar el mapa intelectual del
tuales: el régimen, sustancialmente sólido y Uurguay.
seguro de sí mismo, siempre permitirá que los Los de la década del veinte son años de
jóvenes alborotadores trisquen en el jardín; euforia y optimismo: Montevideo es la Atenas
pero les exigirá que se limpien el barro de los del Plata, el Uruguay es la Suiza de América
zapatos antes de entrar a la casa. (más Europa limpia y pequeña que América

Primer Consejo Nacional

de Administración.

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ancha y mugrienta), y una de nuestras tantas De aplicarse esquemáticamente el cálculo
poetisas ~erá ,la Juana ~e América. Pero en de ·Ios quince años, sobre 1932 debería per-
1929 suceden acontecimientos inquietantes. No cibirse otra generación. Sin embargo, el estu-
tanto el lunes negro de WaH Street, hecho cru- dio de lo que hicieron y produjeron los escrito-
cial en el capitalismo contemporáneo cuyos res que asCienden durante la década eJel treinta
efectos empezaron a sufrir uno, dos años des- convence de que no llegaron a formalizar una
pués; sino más bien la muerte de Batlle, consi- generación con 'personalidad propia, sino que
derado por muchos contemporáneos como el fueron una promoción de epígonos y conti-
cimiento sobre el cual se sostenia el pcís. nuadores. En este sentido, aunque la cuarta
la crisis que se inicia en el 29 produjo la década tiene, históricamente, y hasta por est(..
reorganización del mercado mundial, hasta en- los de vida y costumbres, una personalidad
tonces ,regido por Inglaterra, y su traslado al propia, los hombres que en ella irrumpen pa-
centro de poder nortecmericcno. El Uruguay, decieron un destino más bien ing'rato. Por un
inscripto en la órbita británica, oficializa su proceso de polarización polémica, algunos de
crisis con el golpe de estado de 1933. sus nombres más valio·sos 'resultaron coopados

LA
ADMIRADA
GENERACION
ANTERIOR

Nuestra literatura empieza a existir como


acontecimiento universalizable con los autores
de fines del siglo XIX y con el esplendor, aún
no bien comprendido ni destacado, de principios
de siglo. Cuando uno reflexiona sobre lo que
representan poro el idioma y poro la cultura de
América hombres como Zorrillo de San Martín,
Rodó, Voz Ferreira, Rey/es, Sónchez, Herrera
y Reissig, Viana, Vasseur, María Eugenio, etc.,
no puede menos que reconocer que esa época
nos proporcionó sin exageración un verdadero
milagro. Yo me formé espiritualmente en la
admiración hacia la generaciÓfl anterior. No
consideré que para existir o abrirme horizontes
tenía necesidad de menoscabarlos ni destruirlos.
Ni mismo en aquella parte de la obra que,
como humana que es, demuestra alguna debi-
lidad o imperfección. Nuestra generación fue
admirativa y no aitica. Nos formamos a la som-
bra de esos hombres ...

Emilio Oribe, entrevista en


Emilio Oribe según Julio Su6rez. LA MAÑANA, 15/VII/62.

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Túmulo con los restos de Jqs é Enrique Rodó frente a 1"
Universidad.

enérgicamente como maestros, y adelantados, Gorda. Figari, cuyas obras de estética tarda-
o precursores de la generación que se autofe- rán en ser reconocidas y en verdad carecerán
chó de 1945. Así quedan flotando, en una de vigencia; Torres, en cambio, que regresa
suerte de limbo generacional, un conjunto de en 1934, funda el taller y con él algo más
personalidades que sólo un estudio aislado y que una escuela pictórica. Torres y su taller,
minucioso podrá rescatar. oQ lo Igrgo de veinte años, ·proporcionarán una

imagen ocre y gris, como apesadumbrada, del


Montevideo de la década del 40. Torres irradiá
CONTEMPORANEOS y COETANEOS una suerte de 'influencia moral que superó sus
postulados estéticos.
Como ya se vio, .;¡ 918 no resultó una fecha La muerte de Rodó podría funcionar como
arbitraria. gozne entre dos épocas. El también, póstuma-
El frente literario quedó raleado, entonces, mente, sigue publicando; y la repatriación de
de grandes figuras, aunque de ninguna manera sus restos, en 1920, inaugura, de un modo algo
se produjo el vado. En 1917 Quiroga 'Publica filisteo, la oficialización de su credo. Ya en
Cuentos de amor, de locura y de muerte, y el 19 un grupo de jóvenes (Quijano, Zavala
prolongará su producción hasta los bordes Muniz, Andrés Lerena Acevedo) abre un centro
mismos del suiddio, exacta.mente veinte años estudiantil bajo los simbólicos auspicios de
,después. Quedan Reyles y Vaz Ferreira, y nc Ariel. .
como meros sobrevivientes de una época. Voz, La generación de 1918 adviene sin mayor
parlo menos, gozará hasta su ancianidad de conciencia de sí misma (la única que la tiene
un gran prestigio de Maestro. El mismo Zorrillo es la del 45), sin mayores discordias con los
de San Ma.rtín, representante de la generación padres ni grandes disputas internas. Gustavo
del Ateneo y tardioromántico, sigue traba- Gallinal, en 1917, a los veintiocho años, dicta
jando hasta su muerte en 1931; y la prosa una conferencia, de rara ecuanimidad, sobre
que publica durante la década del veinte es Rod_; releída hoy, parece tan equilibrada
considerada hoy entre lo más valioso de su como tímida. Poco después, sin embargo, Zum
producción. Su figura pequeñc. enfundada en Felde, de la misma edad que Gallinal, un
la levita oscura, su rostro amable y distraído joven nietzscheneano que practicaba el dan-
que saludaba cortés desde la plataforma del dysmo entre la corte que. rodeaba a Roberto
tranvía 35 que lo llevaba dlcriomente de su de las Carreras, 'redacta un severo balance de
casa en Punta Carreta al Banco República, se la obra rodoniana. Zum Felde fue el aguafies-
convierte en una de las estampas más queridas tas del oficialismo celebratorio y no importa
de la época. ~ue después, alejado de un Batlle que no
Alejados entonces del país, dos notables olvídaba la oposición anti-colegialista de Rodó,
pintores y teóricos del arte: Figari y Torres haya atenuado su juicio.

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Isabelino Grodín en Io mi.io.

LA POESIA y LAS PATADAS


Hacia 1910, un lector de la revista BOHEMIA, ciol", decio; y por eso, enamorado de la má-
alarmado por la desorientación enfermiza de quina y obediente del futurismo, canta a los
sus colaboradores (Lista, Moratoria, Lasso de ferrocarriles, a los aviones, o la motocicleta, o
la Vega, Lasp/aces, Mascaró, Angel Falca, Er- la velocidad, al deporte. En las canchas de fút-
nesto Herrera) y la insolvente chafalonía de sus bol comprende los valores estéticos de ese de-
producciones poéticas, les pidió que tomaran porte e intuye que su popularidad funciona
al fútbol como tema. Muy ofendidos, esos sacer- como una formo de aglutinante colectivo que
dotes de la Belleza le contestaron que "la poesía se expresará en los triunfos internacionales de
y las patadas son incompatibles". Amsterdan (1924), Colombes (1928) y Montevi-
Siete años después llegó a Montevideo un joven deo (1930). Y corno prueba de que existe com-
peruano de veintitrés años, "cansado -según
patibilidad entre la poesía y las patadas, es-
dijera posteriormente en una carta- de rodar
cribe el "Polirrítmico dinámico a Gradín, juga-
por el mundo como una carreta de titiritero,
dor de football", que empieza:
con alegría pero sin pan y, a veces, sin Dios".
Juan Parra del Riego desarrolló aquí una in- Palpitante y jubiloso/como el grito que se lanzo
tensa y corta carrera literaria, de los mós ori- de repente a un aviador/todo así claro y ner-
ginales de la década del veinte, la culminación vioso, / yo te canto, ¡oh jugador maravil/osol!
del vanguqrdismo poético de esos años. Aquí, que hoy has puesto el pecho mío como un tré-
también, murió> en 1925, considerándose a sí nulo tambor, / Agildfino, I alado, / eléctrico,!
mismo un poeta uruguayo. "Tenemos que devol- repentino, / delicado, / fulminante, / yo te vi
verle a la literatura su vieja y viril función so- en la tarde olímpica jugar.

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que hoy asciende con los más limpios méritos,
EL POETA NO VIENE
la de Parra del Riego. la generación del 17
Zum Felde, único joven iracundo en una fue pródiga en poetas, pero entre ellos no
época plácida y cordial, se impuso el ingrato hay ningún gran poeta, aunque los haya bue-
deber de tachar y negar a una buena canti- nos y memorables.
dad de nombres consagrados y de enjuiciar los El postmodernismo fue bastante ingrato en
trabajos de los más jóvenes; también empren- el Uruguay. Como corresponde a un movimiento
dió, solitariamente, la revisión crítica del pa- en definitiva caracterizado por una serie de
sado nacional, tanto histórico como literario. reacciones contra la escuela madre, tuvo una
Quiso, además, moldear el futuro, proclamó actitud oscilante y ambigua: por un lado con-
oscuramente, en El Huanakauri, la necesidad servar las conquistas del modernismo; y por otro
de una literatura americanista y anunció local- restaurar 105 valores que éste había negado.
mente la necesidad de retorcer el cuello al cis- Así se verá en la década del veinte el esfuerzo
ne de engañoso plumaje. Hay que admitir que de Basso Maglio por reinsertarse en la corrien-
el pobre animal modernista ya aleteaba, ago- te simbolista, hermética, con resultados a veces
tado y agonizante, desde hacía años, aunque francamente enigmáticos. O la empresa abier-
hasta cierto punto la proclama individual del tamente exótica y mística de Sábat Ercasty de
crítico ambientó ,la obra de los recién llegados. fecundarse en las cosmogonías orientales que
De todos modos, el poeta invocado por el ya habían atraído ol modernismo. O la reac-
crítico jamás surgió en el Uruguay. Tal vez ción criolla, "nativista", de Silva Valdés, que
nació en Chile y quiso llamarse Neruda, o en obtuvo poemas hermosos, directos, que se hi-
Perú y se llamó Vallejo. Porque, cuando se cieron populares; o la más confusa y menos lo-
revisan los juicios críticos de Zum Felde, todos grada tendencia de Ipuche hacia un gauchismo
los poetas de aquel tiempo merecieron sus cósmico.
reparos, si se exceptúan los nombres de Casa- A la larga, demostró ser más fuerte y persis-
ravilla lemos y Rodríguez Pintos. El balance tente el simbolismo y sus herederos (Valéry, Ril-
que él realizara entonces no tiene por qué ke, Supervielie) que habrá de prolongarse' hasta
ser aceptado, aunque haya contribuido a con- bien entrada la década del' cuarenta. A la
feccionar los valores corrientes de la época. herencia del simbolismo habrá de sumarse,
Entre varios desenfoques omitió a la figura durante los años treinta, la onda provocada

Felisberto Hernández y Jules Supervielle en "Amigos del


Arte".

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por el tricentenario de la muerte de Góngora, que la civilización se derrumbaba, y expresar
el influjo de la poesía pura de Juan Ramón esta quiebra con nuevas formas expresivas y
Jiménez y la de la generación española del 27; revoluciones estilísticas. la revolución bolchevi-
la promoción poética posterior al veinte (Pere- que estaba lejos, la República de Weimar an-
da, Roberto y Sara de Ibáñez) practica una daba a los tumb,ps pero tenía una constitución
seca -quiso ser también ardiente- perfección ejemplar, del fascismo italiano se tenían noti-
formal. cias no demasiado desfavorables, el nazismo
De lo más revolucionario que tuvo la van- era un partido minúsculo y proscripto; y al fin
guardia europea, poca siembra se recoge por de cuentas la industria pesada no había alte-
aquí. Hubo entonces, en Europa, un repliegue rado el paisaje rural ni destrozado las ciuda-
del creador sobre sí mismo, hacia su mundo des. A cambio de lana y carne obteníamos el
interior, cantera de la que extrae los materia- producto final de la industria. Era grato vivir
les para construir su obra. En la poesía, gra- en los arrabales de la historia. Si males ha-
cias a la doctrina y práctica del surrealismo, bía, eran remediables con mayores inyecciones
esto se manifiesta por un dominio abrumador de democracia política. las lacras sociales, en
del inconsciente, la subjetividad sin trabas; la todo caso, estaban fuera del asfalto, o den-
espontaneidad anárquica llega a erigir a la tro pero pintorescas (el Bajo), o en los cam-
metáfora incontrolada como unidad mínima del pos, más allá de los alambrados que marca-
ser poético. las enseñanzas del surrealismo, si ban los límites de los latifundios donde tantos
se descarta lo que se intuyó durante los años escritores de la época pasaban sus vacaciones.
treinta a través de Neruda y García lorca, El optimimo de los años veinte uruguayos
recién ejercerán alguna influencia durante la era más bien desaprensión. Debajo de la si-
década del cuarenta, con Megget e Idea Vi- milar euforia de "los años locos" norteameri-
lariño. canos corría como una angustia secreta, y la
la vanguardia obtuvo resultados bien mo- excitación revelaba la íntima sospecha, más
destos en el Uruguay, si se exceptúa el futuris- sombría en Europa, de que todo era precario,
mo Marinettiano de Parra del Riego. Del pre- incierto, dudoso: esa botella podía ser la últi-
dominio de la metáfora, el nativismo de Silva ma, de modo que se la bebía hasta el fondo.
Valdés; de las búsquedas rítmicas, el negrismo Aquí no. Aquí el optimismo era seguro, positi-
de Pereda Valdés; del ultraísmo porteño, en su vo, y obedecía a la creencia de que el mundo
vertiente-humorística, Alfredo Mario Ferreiro; del era un orden estable, indefinidamente perfec-
sencillismo post modernista de Fernández Mo- tible. Por eso Voz Ferreira era el Maestro y
reno y el populismo del grupo Boedo, la trans- Rodó vigilaba desde el limbo del idealismo.
formación del romanticismo de Emilio Frugoni, Ya podía Zum Felde leer La decedenele de
que buscará objetivarseen las calles y los ha- Occidente en la traducción de Esposa Calpe y
bitantes humildes de la ciudad. escribir largos artículos en La Pluma; o un so-
En último análisis, y si no fuera por la pre- litario burócroto Julio Martínez lamas, redac-
sencia de una personalidad inquieta, descon- tar en 1930 Riqueza y pobreza del Uruguay,
forme y atribulada como la de Parra (que era alarmado por las deformaciones de la econo-
peruano), no existían mayores motivos socia- mía nacional. la impunidad de la inteligencia
les, en los años veinte uruguayos, para sentir estaba asegurada, la marginalidad social de
como lo hizo entonces la burguesía europea; los intelectuales era una garantía del sistema.

Tupí Nambá: inauguración del primer local.

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Ein stein y V~Z Ferreira en Plaza Artolo.

Consolidadas las instituciones, garantizada la armas cuando las circunstancias lo exiqreron.


representación proporcional, aceitados todos Esa tradición combativa, que rige durante el
los mecanismos' electorales que una oposición siglo XIX, en las luchas por la independencia
celosa vigilaba, el turbulento pasado revolucio- y las guerras civiles, ni siquiera se interrumpe
nario de patriadas y guerras civiles comenzaba con el modernismo; aunque con frecuencia se
a perderse en el fondo de la historia. El Uru- escinde entre vida y' obra, o se desvanece en
guay, o por lo menos Montevideo, se soldaba períodos de fatiga y desencanto.
en torno a una creciente clase media, que de En la primera postguerra los literatos euro-
ahora en adelante otorgaría el tono del país. peos no se jugaron la ropa por ideas políticas:
El Uruguay en conjunto se convirtió en una so- estaban demasiado ocupados en la experimen-
ciedad integrada. tación de nuevas formas y estilos, en el humor
Se publican entonces las narraciones de am- desafiante de tantos ismos. Pronto la convulsa
biente montevideano de Bellán y Manuel de realidad social que cierra la década del veinte
Castro, y las dos son críticas: la hipocresía de los arrojará a la plaza pública. "Todo el fi-
la vida sexual, la sórdida pobreza de los pe- nal del siglo XIX fUe pasivo; la nueva Europa
queños funcionarios. Si esta era la fachada de parece construirse sobre el acto", proclamaba
la ciudad-puerto, europeizante y extravertida, Malraux en La condition humaine.
¿qué pasaba en esos campos que con su alta América Latina, continente sometido a los
productividad financiaban el desarrolo urbano? imperialismos, recorrido por gQlpes militares y
Una prolongada tradición exigía que estos tes- revoluciones, no necesitaba de invitaciones eu-
timonios también fueran críticos y Zavala Mu- ropeas para sumarse a la pelea. La revolución
niz, Esplnolc, Amorim, Dotti y aun ocasional- agraria contra Porfirio Díaz produce su propia
mente Yamandú Rodríguez proporcionarán una novelística, igual que otros movimientos popu-
versión local, algo asardinada, a menudo tris- listas, como el APRA peruano, y el comunismo.
tona y piadosa, de las novelas de denuncia Rivera, Gallegos, Azuela, Alegría, M. L. Guz-
social que a partir de la revolución mexicana mán, !caza, ejemplifican el ciclo de novelas
proliferaron en América. Como no hay rup- sociales, indigenistas y telúricas.
tura generacional entre las décadas del veinte Aunque sea Enrique Amorim, más atento que
y el treinta, corresponde agregar a Morosoli. sus coetáneos a lo que sucede en el mundo
por su continua movilidad de viajero, quien
LAS ARMAS Y LAS LETRAS mejor ejemplifica localmente ese ciclo (La ee-
rreta, El paisano AguiJar, El caballo y su som-
En la literatura uruguaya, ig.ual que en la brn}, también corresponde ubicar en ese con-
latinoamericana, la norma ha sido el compro- texto continental la obra de sus compañeros
miso político del escritor. Muchos de nuestros de generación. Todos ellos, de modo prernedf-
hombres de letras no vacilaron en tomarlas tado o espontáneo, en obediencia a un pro-

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grama o a la honesta veracidad, documentan al paternalismo distributivo del Estado. Reyles
las transformaciones que en esos años sufre el pudo ser en el Uruguay un fascita y un nacio-
campo uruguayo, incluyendo las diferenciacio- nalista como mera extensión de su pensamien-
nes regionales (el Norte en Amorim, el Este to adepto a la fuerza y la violencia, enérgico
Vio frontera en Morosoli, Dosetti y lava la) y y voluntarista, simpatizante del nacionalismo
,la vida frustradora de los suburbios pueblerinos de Barrés y de la obra de Mussolini. Otro del
(Espínola) .
900, Voz Ferreira, filosófica y políticamente
La tibia arcadia batllista de la década del
tan opuesto a Reyles, se pronuncia sobre Tos
veinte fue cursada por continuas movilizaciones
acontecimientos mundiales en unas conferen-
electorales, a las que no se sustrajeron nume-
cias que dicta en la Universidad de Buenos
rosos escritores. La década siguiente provocó
Aires y recoge en libro un año después. Uru-
una feroz polarización política, pautada por el
guayo hasta la médula (un carácter que él,
golpe de estado de marzo del 33, la desocu-
como pocos, contribuyÓ a formar), Voz sigue
pación obrera, la ascendiente marea del fascis-
encontrando razones para ser optimista. lum
mo en Europa y los golpes militaristas latino-
Felde, en cambio, ya desprendido del molde
americanos, la guerra civil española y los
batllista, reflexiona sobre el ocaso de la de-
frentes populares. Ante el golpe de Estado,
mocracia.
Frugoni se atrinchera en la Universidad con sus
huestes estudiantiles y resiste; en el exilio es- En el centro mismo de la déccdo; se produce
cribe su libro (La revolución del machete), en enero de 1935 la invasión de Basilio Muñoz,
igual que Gustavo Gallinal (El Uruguay el único intento armado para derrocar al régi·
hacia la dictadura); el estreno de La cruz de men de marzo. Esa confluencia de fuerzas bot-
los caminos, de lavala, en el Sodre, se con- !listas y blanco independientes dura apenas
vierte en un acto poHtico que Ghigliani, el un mes y se deshace por falta de organización,
zorro, deja correr. Es el momento en que se quizá de fervor popular, y sobre todo cae de-
funda la AIAPE, Asociación de Intelectuales, rrotada por la superioridad técnica del ejército
Artistas y Periodistas, "Por la defensa de Jo terrista, que utiliza la aviación contra los re-
cultura"; es el momento de la poesía social de volucionarios. El encuentro de Paso Morlán de-
Cipriano Vitureira, Tacuruses de Serafín J. Gar- termina el desbande de las fuerzas sublevadas.
cía y el arranque del realismo socialista de En esa última patriada intervinieron los escrito-
Gravina. res lavala Muniz y Paco Espínola, y la figura
Pero los años treinta no sólo presencian in- del general Basilio Muñoz ha sido evocada en
quietudes hacia la izquierda. En su última eta- un libro juvenil de Arturo Ardao y Julio Castro.
pa, Carlos Reyles publica tres ensayos que re- En el exilio riograndense, lavala redactó la
velan la presencia de un Uruguay vigilante del crónica apresurada de su compromiso con las
destino de Europa, desde un ángulo intelectual armas, La Revolución de Enero, nuestro modesto
conservador, poco afecto a la democracia 'V Malraux, nuestro mínimo Koestler.

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2 EL INVIERNO DE NUESTRO
DESCONTENTO
En 1939 al Uruguay no le pasa nada: es un
testigo. En setiembre, Inglaterra y Francia de-
claran la guerra a Alemania, y a mediados de
diciembre los montevideanos, echados sobre la
rambla, contemplan el inesperado show de una
batalla naval de verdad: el hundimiento del
Graff Spee. Durante días el humo del acora-
zado alemán de bolsillo cubrirá el horizonte:
nada más que esa amenaza nos trajo la gue-
rra, que en cambio significó buenos tiempos
para nuestro comercio exterior y una excelente
coyuntura para la industria vernácula.
Pero al Uruguay literario de 1939 sí le pa-
saba algo, aunque duraría años en darse
cuenta: cien páginas en papel estraza, 11
por 15; en la cubierta, un Picasso falsificado
con mano infantil y humorística. Costaba un
peso y nadie lo compró, o mejor dicho: lo
compraron unos cuantos veinteañeros que con
el tiempo comprendieron que tenían entre las
manos el libro fundacional de la nueva narra-
tiva uruguaya: El pozo, de Juan Carlos Onetti,
un relato amargo -también imperfecto- acer-
ca de un ser turbio y frcccscdo. epítome de
un pesimismo uruguayo inconcebible en medio
de la euforia optimista del Centenario y sus
alrededores. "Detrás de nosotros no hay nada
-dice Eladio Linacero, hundido en su pozo exis-
Justino Zavala Muniz.
tencial-. Un gaucho, dos gauchos, treinta y
tres gauchos". Con esa novela corta se inicia
el invierno del descontento en una nueva ge-
neración de escritores.
En 1939, Onetti también se encarga de la
secretaría de redacción del semanario recién
fundado por Carlos Quijano, un político blanco
en disidencia con las oligarquías partidarias,
un intelectual, un dotor que constantemente
fracasara en sus intentos para apendizarse 0·1
gran tronco del lema común con su agrupa-
ción socializante. Marcha fue la tercera ern-
presa periodística de Quijano y será la vencida.
Dotado de un ojo muy certero para rodearse
de valores jóvenes, la sección literaria de su
semanario se convertirá en el trascurso de
pocos años en la cabecera de uno de los gru·
pos más dinámicos de la generación que en-
tonces emerge. Dirigir la página literaria de
Marcha se convirtió en una obsesión para
muchos y buenas batallas se dieron por su con-
troL Era un centro de poder, y buena parte
de la historia literaria de los últimos lustros
no se puede reconstruir sin ella.

25
.

los moldes valorativos de la generaclon del


CRITICA Y BELIGERANCIA
45 tienen una ramificada genealogía, pero en-
Si en 1917 la muerte de Rodó pudo ser sim- tre los antecedentes locales corresponde apun-
bólica, en 1939 no sucede nada semejante. tar la influencia que ejerció el magisterio de
Mueren luis Melián lafinur, miembro de la exigencias y rigores de Arturo Despouey.
generación del Ateneo, que se distinguió por Entre los últimos años de la dictadura de
su odio a Artigas y su antipatía a Varela y Terra y los primeros de la presidencia de Bal-
Martínez lamas, un Casandra de la economía domir, se gestaron los rcsqos que posterior-
nacional, cuyo magisterio recogerá Quijano. mente habría de identificar al grupo de los
Si para varios miembros de la generación del "lúcidos" ¡'según la pintoresca terrninoloq;o
900, la bohemia y hasta la fatalidad (Delmira de la época): ante todo, una actitud alerta,
Agustini asesinada por su marido) determina- receptiva pero no pasiva, ante el producto cul-
ron una temprana desaparición de la escena li- tural importado, particularmente el cine y el
teraria, la generación del 17 disfruta el cre- iazz; una actitud de consumidor refinado y
ciente mejoramiento de los niveles de vida y exigente. Junto con el cine y el teatro, se in-
salubridad que el país consigue darse enton- corporaron los nombres que por entonces re-
ces. La prolongada vejez de la generación gían en los grandes centros imperiales de la
del 17 no dejará de producir efectos literarios. cultura contemporánea: Celine, Faulkner, He-
la vejez y, también, una visión burocrática de mingway, Scott Fitzgerald, Huxley, Joyce,
la vida: perdida la vitalidad creadora, sólida- Proust, lawrence.
mente amurallados en sus puestos públicos, la guerra interrumpió el flujo de novedades
acogidos a prebendas y canongías, para ellos francesas y la linea de gravedad se trasladó
la cultura no será más que otro expediente hacia la lengua inglesa. España, sobre todo
tramitado en el Ministerio de Instrucción PÚ- por la adhesión de la España peregrina, man-
blica. Contra el Estado, gerencia de la clase tuvo contacto permanente con nuestro desarro-
gobernante, no tendrán otra queja que la es- llo cultural: visitas de leÓn Felipe, Alberti, Juan
casa cuantía de los premios o el desinterés de Ramón Jiménez. En 1946 se instala en Mon-
talo cual ministro en el proyecto de ley, tan tevideo José Bergamín, nombrado al año si-
cuidadosamente elaborado por el gremio, que guiente catedrático de literatura española en
atribuye cómputo jubilatorio especial a los la flamante Facultad de Humanidades y Cien-
libros publicados. cias; dejó huellas en la formación de más de
Aunque no todos los escritores descendieron un escritor, en la integración de un grupo y
con los años a este conformismo, fue contra ese en la orientación de un par de revistas.
trapo rojo que arremetieron los jóvenes surgi- la generación del 45 de ninguna manera
dos en la década del cuarenta. El signo de la presenta un frente homogéneo, y ya desde su
nueva generación será durante años la belige- presentación se ola vio segmentada, aunque no
rancia, tanto que muchos de sus integrantes atomizada. Gracias a los grupos que formaron,
llegarán tarde al libro. sus miembros se identificaron entre sí, se re-

Juan Ccr los Onetti.


'.'Bodas de sangre": representación en el Teatro, Solí,
bajo la dirección de Margarita Xirgú. (Museo y Archivo
de la Comisión de Teatros Municipales).

SOLIDARIDAD CON LA REPUBLlCA ESPAÑOLA


El estímulo que precisaba apareció una mañana Margarita Xirgu, la eminente actriz española,
en los títulos de los diarios, que anunciaban fue la intérprete del desgarrado corazón de
la guerra civil española. No necesité escuchar Federico García Lorca y sin ningún rubor en 'a
esta vez lo que me decían los mayores ni mis platea, en el paraíso, de pie, desde todos los
iguales. No precisé tampoco estudiar cuidado- lugares del teatro en que fui a verla, dejaba
samente lo que decían los diarios montevideanos correr mis lágrimas, ante el impacto de aquella
y las gentes, para saber cuál era el lado que poesía tan honda, abrazadora y permanente.
me correspondía. La gran mayoría del pueblo Si en el teatro llorábamos, en la calle volvía-
tampoco necesitó de discursos de barriadas ni mos a reunirnos para manifestar nuestras opi-
de indoctrinación alguna para expresarse. niones, y la ciudad proni o adquirió el nervio
Había tristeza en el aire y frente a la cerveza y el ritmo, la angustia y la austeridad que le
o al café, había más silencio que conversación, transmitió el pueblo. Montevideo, apenas si
hasta que alguien, en cualquier rincón en que recuperado de sus propias heridas, más morales
estuviera, comenzaba a cantar algunas de las que físicas, volvía a ser castigado y a verse
tonadas de la República. La música, de esa envuelto en el ciclón de las pasiones. Esta vez
España too lejana antes del conflicto, pareció de pasiones más profundas y devastadoras, de
como ligada a nuestra sangre por miles de pasiones internacionales, y la voz medida de
puentes invisibles. Yeso guerra fue nuestra los políticos y la lentitud natural de las gentes
guerra y su agonía también la sufrimos nosotros. y la facilidad de nuestra vida cambiaron de
Las obras de Federico García Lorca, que lle- golpe, como si ono de pronto viera en un espejo
garon a las salas de teatro de Montevideo, ter- que las facciones se le fueran cambiando. Mon-
minó esa conquista que comenzara con el dolor tevideo se iba resintiendo de todo lo que suce-
y su gracia abrió para nosotros, para los jóve- día, como un niño no sabe defenderse del mun-
nes, todo un mundo de ilimitada riqueza, el do en que vive.
mundo de la España que no conocíamos, ni co- Asdrúbal Salsamendi,
nocimos nunca bien .. LA VENTANA INTERIOR

2.7
conocieron y afirmaron su personalidad; el gru- titutiva de ciertos bienes de consumo y cayó
po les proveyó de ~eguridad en un medio lite- derrotado por carencia de mercado interno,
rario hostil, les concedió amigos y aliados, les baja productividad y costos altísimos; que vive
cuidó las espaldas en las malos momentos de del campo, pero el campo no produce y se
la guerrilla generacional, que jamás fue tan despuebla; que teme las aventuras creadoras
ácida, dura y cruel en el Uruguay como en esos y contempla con aprensión el futuro; que es
años. De allí la persistente solidaridad de esos egoísta y tramará todas las coartadas para
grupos hasta hoy, de allí también que degene- evitar el cambio social; que demográficamente
raran en capillas enconadas, en sectas furi- es viejo y ha decidido negarse el renuevo de
bundas, en clanes estertóreos. Si había grupos la juventud por medio del malthusianismo; que,
era porque no había público, ni había casi en fin, percibe asombrado que no es una isla,
aire libre entre ellos. Pero tanto ruido armaron que no es más la Suiza de América ni hay
que al final lograron hacerse notar socialmente moyores motivos para la fatuidad optimista
y el deshielo comenzó. porque comparte e'l destino de otros pueblos
latinoamericanos, asiáticos y africanos, eso
LA RESTAURACION REVISIONISTA que entonces mismo empezó a llamarse sub-
desarrollo y neocolonialismo.
Al revisar el esquema de fechas políticas de En 1955, con diferencia de meses, desapa-
la década del 40, surge la certeza de la es- recen Asir y Número, los únicos sobrevivientes
casa relevancia de los acontecimientos locales del movimiento de revistas de los' años 1947/50.
en el desarrollo intelectual de esos años. Exac- Falta de 'rubros ---Jla cullturaes un luio- la
tamente lo contrario sucede durante la década Biblioteca Nacional deja de comprar 105 ejem-
siguiente, cuyo rasgo diferenciador ha de ser plares que aseguraban parcialmente la edi-
la extremada politización de sus intelectuales, ción de las revistas. No había público que las
insertos en una corriente de radicación nacio- sostuviera, subsistían gracias al apoyo oficloi,
nal y practicantes de un valioso ensayismo que por un 'lado abominaban y por otro exi-
ideológico. Surge entonces una promoción de gían. Eran hijos de la prosperidad y fueron
economistas, sociólogos e historiadores que ha- víctimas de la orisis. Pero ese mismo año, y la
brán de retocar y modificar profundamente los coincidencia no puede ser ccsucl, surgen Ne~o
estudios, y aun ,la imagen, del país. Durante la y Tribuna Universitaria. Algo más que el tono
década del cuarenta la transformación es esen- intelectual cambio con ellas. Ambas revistas
cialmente literaria y estética; y los instrumen- sensibilizaron precursora mente - y ésa es la
tos de ese cambio son varias revistas que se función social de los intelectuales- ,la crisis
publican entre 1947 y 50, como Asir, Número, que el Uruguay sigue padeciendo, esbozaron
Escritura y Clinamen, además del semanario panorámicamente sus causas y fueron vehículo
Marcha. de respuestas políticas dentro de la mejor
A partir de 1953, el país queda, económica tradición americana.
y existencialmente hablando, en la intemperie En este país minúsculo, casi un vaso de agua,
más hostil. Entonces el verdadero rostro del la tormenta de su inteligencia en torno a 'los
Uruguay empieza a insinuarse: un país de eco- años claves que van de 1958 a 1962 sugiere
nomía estancada y hasta en retroceso, cuya uno de los capítulos de mayor interés que pre-
estructura cruje; que intento la producción sus- senta nuestro proceso intelectual durante el
siglo XX. Porque en la agitación y el descon- radio. Para el'los Neruda es un clásico de bi-
tento no participaron, como en la primera oleo- blioteca, a punto de entrar en los programas.
da de 1958, sólo blancos revisionistas, sino de Secundaria, como entró Machado. Va,léry y
también batllistas desencantados, como Ma.ggi, la vasta herencia del simbolismo y la genera·
que escribe obras teatrales y ensayos muy ción española del 27 pertenecen a la historia
reveladores de ,la descomposición del país. La literaria. Sus experiencias son otras. En primer
Unión Popular fue apoyada por escritores del lugar, un marxismo abierto, no dogmático,
45, como Martínez Moreno, Guido Cestillo, enriquecido por Sartre y el existencialismo, Lu-
Benedetti y Real de Azúa. Otros, como Luis kacs y Galvano Delia Volpe. En segundo lu-
Pedro Bonavita, un blanco independiente que gar, no Borges sino Cortázar; no Bergamín ni
se inicia como escritor en la década del 50, García Lorca, sino Juan Goytisolo y los nove-
integran el frente que organizó el Partido Co- listas de la Escuela de Barcelona; no Gide ni
munista como respuesta y que pretendió cap- Supervielle, sino el Nouveau Roman; no Orson
tar, y lo consiguió, el fervor izquierdista pro- Welles sino Antonioni; no Stalin sino Mao; no
vocado por la revolución cubana. No se cono- Rodó sino Benedetti.
cen pronunciamientos del grupo Asir, siempre
políticamente silencioso o retraído, aunque no Practican una poesía neutra, objetiva, preo-
indiferente. cupada, aunque es en esta zona de la creación
donde todavía no es posible percibir lineas
daros. En la producción narrativa es fácil ad-
UNA GENERACION CON PUBLlCQ vertir la influencia del cine y a veces una pas-
mosa destreza técnica en el uso de tiempos y
También hacia 1958 se insinúa, muy tímida- planos que desconocieron sus mayores. Y aun-
mente al principio, la presencia de un nuevo
que en conjunto impresionan como poseedores
público, compuesto en su mayor parte por
d; una cultura bastante funcional, por no de-
jóvenes, y de otra generación de escritores. La
cir algo estrecha, cuando se hunden en la eru-
generación del 60 fue la primera generación
que nació con público: un público nuevo, joven dición histórica, por ejemplo, otra vez sorpren-
y ávido, cuya edad -revelada por una en- den. Es más que auspicioso que dos treintoñe-
cuesta de 1963- oscila entre los 25 y 35 años, ros hayan escrito ya una de las grandes obras
se recluta en las clases medias urbanas y tiene de la historiografía nacional: Historia rural del
una educación promedialmente superior. Su Uruguay moderno.
aparición corona, así, las cuantiosas inversiones Los mayores, los del 45, les han dicho que
que en educación realizara el país durante son una generación, yeso no les da ni frío
muchas décadas.
ni calor. Son un poco taciturnos, andan sueltos,
Los miembros de la generación que adviene
no forman grupos ni peñas, publican un par de
en 'los primeros años dela década del 60, ca-
revistas y carecen del respeto supersticioso por
recieron de la experiencia directa del golpe de
Estado de Terra y de la guerra civil española; el libro que sintieron sus mayores. No dan al
incluso, para muchos de ellos, la segunda 'libro más importancia que la que en verdad
guerra mundial se confunde con vagos re- tiene: un objeto de consumo más, no el cáliz
cuerdos de titulares de prensa y noticias de que porta la cultura.

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