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'l'il tr lrr rrriginal: l) ie ue rb orgene lladitíon

del Main
t'r,lrlic^do'e n alemán, en 2000, por Jüdischer Verlag' Francfort
el imperialismo"; "Culpa
'l'raducción de R.S. Carbó ("Dedicatoria a Karl Jaspers"; "Sobre
y Vicente Gómez Ibáñez'
organtzad.a";y "La tradición oculta).iÉranz .,La Ilustración y la cuestión judía"; v "El
¡:f;;l;il;" ;; el mundo de ave",,; Kafka,';
sionismo. Una retrosPectiva").

Cubierta de Mario Eskenazi SUMARIO

844 Arendt, Hanna


óOO La trad¡ciÓn oculta.- 1e ed. 2e re¡mp'- Buenos A¡res :

Paidós, 2005. Dedicatoria a Karl Jaspers


776 P. i 22x!6 cm.- (Pa¡dós Básica)
Traducc¡ón de R. S. CarbÓ y Vicente Gómez lbáñez
lsBN 950-12-6800-4 Sobre el imperialismo 15
1. Ensayo Francés - l. Título Culpa organizada .... 35
La tradición oculta 49
Observación inicial 49
1" edición en EsPaña, 2004
7" ed.icíón en Argentina, 2004
I. Heinrich Heine: Schlemihl y el Señor del mundo de
7" reimpresión,2004 los sueños 51
2' reímpresión, 2005 III. Bernard Lazare: el paria consciente 58
Reseryadostodoslosderechos.Quedarigurosamenteprohibida,sinlaautorizaciónescritadelostitularesdelcopyrig,ht,
III. Charlie Chaplin: el sospechoso . . 6l
bajo las sanciones establecidas u. las leye", la reproduccién
parcial o total de esta obra por cualquier medio o
lV. Franz Kafka: el hombre de buena voluntad 64
prácedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático'
Observación final 73
@ Harcourt Brace New York Los judíos en el mundo de ayer . 75
19?6 tle la presente compilación Suhrkamp Verlag, Francfort del
Main
O Franz Kafka 89
@ 2004 de la traducción, R.S' Carbó y Vicente Gómez Ibáñez
La Ilustración y la cuestión judía 109
@ 2004 de todas las ediciones en castellano
Ediciones Paidós Ibérica SA El sionismo. Una retrospectiva . . 129
Mariano Cubí 92, Barcelona
@ 2004 de esta edición para Argentina y Uruguay
Editorial Paidós SAICF
Notaeditorial .. 171
Defensa 599, 1" Piso, Buenos Aires
e-mail: Iiteraria@editorialpaidos'com'ar
www,Paidosargentina.com.ar

Queda hecho el depósito que previene la


ley 11'723
Impreso en Argentina - Printed in Argentina

Impreso en Primera Clase,


Caiifornia 1231, Ciudad de Buenos Aires, en septiembre de 2005
Tirada: 1000 ejemplares

rsBN 950-12-6800-4

Edición para comercializar exclusivamente en


Argentina Y UruguaY
DEDICATORIA A KARL JASPERS

Querido y respetado señor:

Gracias por permitir que le dedicara este libro y le dijera lo


que tengo que decir con motivo de la aparición del mismo en
Alemania.
A un judío no le resulta fácil publicar hoy en Alemania, por
mucho que sea un judío de habla alemana. La verdad es que,
viendo lo que ha pasado, la tentación de poder escribir otra vez
en la lengua propia no compensa, aunque éste sea el único re-
greso del exilio que uno nunca consigue desterrar del todo de
sus sueños. Pero nosotros, judíos, no somos ya no- exilia-
-o Si bien nues-
dos y difícilmente tenemos derecho a tales sueños.
tra expulsión se encuadra y entiende en el marco de la historia
alemana o europea, el hecho mismo de la expulsión no hace si-
no remitirnos a nuestra propia historia, en la que no represen-
ta un hecho único o singular, sino algo bien conocido y reite-
rado.
Sin embargo, resulta que al final esto también es una ilusión,
pues los últimos años nos han traído cosas cuya repetición no
podr'íamos documentar en nuestra historia. Nunca antes nos
habíamos enfrentado a un intento decidido de exterminio ni,
por supuesto, contado seriamente con una posibilidad tal. Com-
paradas con la aniquilación de una tercera parte del pueblo ju-
dío existente en el mundo y de casi tres cuartas partes de los
judíos europeos, las catástrofes profetizadas por los sionistas
anteriores a Hitier parecen tormentas en un vaso de agua.
Hacer que una publicación como la de este libro se entienda
mejor o con más facilidad no es conveniente en absoluto. Para
mí está claro que será difícil que la mayorÍa, tanto del pueblo
alemán como del judío, considere otra cosa que un canalla o
DEDICATORIA A KARL JASPERS 1l
I 0 LA TRADICIÓN OCULTA

rrn insensato a un judío que, en Alemania, quiera habiar de es- das intenciones, ni que vendría un tiempo en el que precisa-
mente lo que tan evidentemente dictaban la razón y una consi-
[a manera a los alemanes o, como es mi caso, a los europeos'
Lo que digo aún no tiene nada que ver con la cuestión de la cul- deración lúcida e iluminadora parecería expresión de un opti-
pu o lu reiponsabilidad. Hablo simplemente de los hechos tal mismo temerario y perverso. Pues de ios hechos, del mundo en
que vivimos hoy, forma parte esa desconhanza básica entre los
como se me presentan, porque uno nunca puede alejarse de ellos
pueblos y los individuos que no ha desaparecido ni podía desa-
sin saber qué hace Y Por qué lo hace.
parecer con la desaparición de los nazis porque puede apoyarse
Ninguno de los artículos siguientes está escrito -espero-
sin ser consciente de los hechos de nuestro tiempo y del desti- y escudarse en el abrumador material suministrado por la ex-
no de los judíos en nuestro siglo, pero en ninguno -creo y espe-
periencia. Así pues, para nosotros, judíos, es casi imposible que
ro- me he quedado aquÍ, en ninguno he aceptado que el mundo cuando se nos acerca un alemán no le esperemos con esta pre-
creado por estos hechos fuera algo necesario e indestructible. gunta: ¿qué hiciste en esos doce años que van de 1933 a 1945?
Ahora bi.rr, .ro hubiera podido permitirme juzgar con tal im- Y detrás de esta pregunta hay dos cosas: un malestar torturante
parcialidad ni distanciarme tan conscientemente de todos los por exigir a un ser humano algo tan inhumano como la justifi-
fanatismos tentador que pudiera serlo y por espantosa cación de su existencia y la recelosa sospecha de estar frente a
-por
que pudiera resultar la soledad consiguiente en todos los senti- alguien que o bien prestaba sus servicios en una fábrica de la
áot- sin su filosofía y sin su existencia, que, en los largos muerte o bien, cuando se enteraba de alguna monstruosidad
años en que las violentas circunstancias nos han mantenido to- del régimen, decía: no se hacen tortiilas sin romper huevos. Que,
talmente alejados, me han resultado mucho más nítidas que en el primer caso, no hiciera falta ser ningún asesino nato y, en
antes. el segundo, ningún cómpiice conchatrado o ni siquiera un nazi
Lo que aprendÍ de usted me ha ayudado a lo largo de los convencido es precisamente lo inquietante y provocador que
-y con tanta facilidad induce a generaiizaciones.
años a orientarme en la realidad sin entregarme a ella como an-
tes vendía uno su aima al diabio- es que sólo importa la ver- Éste es aproximadamente el aspecto que tienen los hechos a
dad, y no las formas de ver el mundo; que hay que vivir y pen- que se enfrentan ambos pueblos. Por un lado, la complicidad
sar en iibertad, y no en ¡¡¡¿ ,,cápsula, (por bien acondicionada del conjunto del pueblo alemán, que los nazis tramaron e im-
que esté); que la necesidad en cualquiera de sus figuras sólo es pulsaron conscientemente; por el otro, el odio ciego, engendra-
un fantasma que quiere inducirnos a representar un papel en do en las cámaras de gas, de la totalidad del pueblo judío. Un
Iugar de intentar ser, de una manera u otra, seres humanos' .judÍo será tan incapaz de sustraerse a este odio fanático como
personalmente, nunca he olvidado la actitud que adoptaba al un alemán de rehuir ia complicidad que le impusieron los na-
escuchar, tan difícil de describir, ni su tolerancia, constante- zis; al menos mientras ambos no se decidan a alejarse de la ba-
mente presta a la crítica y alejada tanto del escepticismo como se que forman tales hechos.
del fanatismo (una tolerancia que no es en definitiva sino la La decisión de hacerlo completamente y no preocuparse de
constatación de que todos los seres humanos tienen una razón l:rs leyes que quieren dictarles cómo actuar es una decisión di-
f ícil, fruto de comprender que en el pasado sucedió algo que
y de que no hay ser humano cuya razón sea infalible)'
Hubo veces en que intenté imitarle incluso en su ademán al no es qlle fuera simplemente malo o injusto o brutal, sino algo
(lr.rc r-lo hubiera tenido que pasar bajo ninguna circunstancia.
hablar, pues para mí simbolizaba al hombre de trato directo,
l,¿r crrs¿r f'r-re diferente mientras el dominio nazi se atuvo a cier-
al hombre sin segundas intenciones. Por aquel entonces no po-
clía saber lo difícil que sería encontrar seres humanos sin segun- t«¡s línritcs y sc pudo adopta¡ como judío, un comportamiento
12 LA TRADrcró¡u ocurre DEDICAToRIA A KARL JASPERS 13
acorde con las reglas vigentes en unas condiciones de hostili- do intentando mantener sus respectivas arcas lo más cercanas
dad entre pueblos habitual y conocida. Entonces aún podÍa uno posible entre sí.
atenerse a los hechos sin ser por ello inhumano. Un judío po-
día defenderse como judío porque se le atacaba como tal. Los
"vivimos -como usted dijo en Ginebra- como si estuviéra-
mos llamando a puertas aún cerradas. euizás hasta hoy sólo
conceptos y las filiaciones nacionales aún tenían un sentido, suceda en total intimidad algo que aún no funda mund"o algu-
aún eran elementos primordiales de una realidad en la que era no y sólo se da al individuo particular pero que quizá fundará
posible moverse. En un mundo asÍ, intacto a pesar de la hostili- un mundo cuando deje de estar disperso.»
dad, la comunicación posible entre los pueblos y los individuos
no se interrumpe sin más y no surge ese odio eterno y mudo , Son esta esperanza y esta voluntad las que me parecen justi_
ficar totalmente la publicación en Aremania de este libro. En
que nos posee irresistiblemente cuando nos enfrentamos a las cualquier caso, en usted (en su existencia y en su filosofía) se
consecuencias de la realidad creada por los nazis. perfila el modelo de un comportamiento que permite que ros
Ahora bien, la fabricación de cadáveres ya no tiene nada que seres humanos hablen entre sí aunque el Dituvio se abata
so-
ver con la hostilidad y no puede comprenderse mediante cate- bre ellos.
gorías políticas. En Auschwitz,la solidez de los hechos se ha
convertido en un abismo que arrastrará a su interior a quienes
Hauxan ARrNnr
intenten poner el pie en é1. En este punto la realidad de los po- Nueva York, mayo de 1947
líticos realistas, por los que la mayoría de los pueblos se deja
fascinar siempre y naturalmente, es una monstruosidad que
sólo podría empujarnos a seguir aniquilando (como se fabrica-
ban cadáveres en Auschwitz).
Cuando la solidez de los hechos se ha convertido en un abis-
mo, el espacio al que uno accede al alejarse de él es, por así de-
cir, un espacio vacío en el que no hay naciones y pueblos, sino
sólo hombres y mujeres aislados para los que no es relevante lo
que piensa la mayorÍa de los seres humanos o siquiera la ma-
yoría de su propia gente. Puesto que es necesario que estos in-
dividuos hay hoy en todos los pueblos y naciones de la
Tierra- se -que
entiendan entre eilos, es importante que aprendan
a no aferrarse obstinadamente a sus respectivos pasados na-
cionales (pasados que no explican absolutamente nada, pues ni
la historia alemana ni la judía explican Auschwitz); que no ol-
viden que sólo son supervivientes casuales de un diluvio que de
una forma u otra puede volver a caer sobre nosotros cualquier
día (y que por eso podrían compararse a Noé y su arca); que,
finalmente, no cedan a la tentación de la desesperación o del
desprecio a la humanidad sino que agradezcan que aún haya
rclativamente muchos Noé que navegan por los mares del mun-
SOBRE EL IMPERIALISMO

I
Si se contemplan las causas y los motivos inmediatos que a
finales del siglo precedente condujeron al "scramble for Afri-
ca,* y con ello a la época imperialista en que aún vivimos, fá-
cilmente se llega a la conclusión de que, para burla de los
pueblos y escarnio del ser humano, se parían toperas y nació
un elefante.'k* En efecto, comparada con el resultado final de
la devastación de todos los países europeos, del derrumba-
miento de todas las tradiciones occidentales, de la amenazada
existencia de todos los pueblos europeos y de la desolación
moral de una gran parte de la humanidad occidental, ia exis-
tencia de una pequeña clase de capitalistas cuya riqueza y
capacidad productiva dinamitaron la estructura social y el sis-
tema económico de sus respectivos países y cuyos ojos busca-
ron ávidamente por todo el globo terrestre inversiones prove-
chosas para sus excedentes de capital, es verdaderamente una
bagatela.
Esta fatal discrepancia entre causa y efecto es la base históri-
ca y material de la absurdidad inhumana de nuestro tiempo y
estampa el sello del espectáculo sangriento y de la desfigura-
ción caricaturesca sobre muchos acontecimientos importantes
de nuestra historia. Cuanto más sangriento sea el final del es-
pectáculo ernpezó en Franbia con el caso Dreyfus casi co-
-que
mo una comedia-, más hiriente será para la conciencia de la

n uPelea por África., (N. det t.)


*" Arendt alude, invirtiendo su significado, al dicho alemán «parirán montañas
pero sólo nacerán ridículos ratones» (utilizado cuando las grandes palabras o fatigas
sólo obtienen resultados pobres), cita a su vez de la Ars poetica de Horacio Qtarturient
nlontes, nascetur ridiculus mus). (N. del t.)
t6 LA TRADICIóN ocurr¿ SOBRE EL IMPERIALISMO t7

dignidad del ser humano. Es una vergüenza que hiciera falta En los años setenta y ochenta, cuando se descubrieron los
una guerra mundial para acabar con Hitler, sobre todo porque filones de diamantes y oro en Sudáfrica, esta nueva voluntad
también es cómico. Los historiadores de nuestro tiempo siem- de beneficio a cualquier precio y aquel viejo ir a la caza de la
pre han intentado esconder, borrar este elemento de insensatez felicidad se unieron por primeravez. Codo con codo con el ca-
sangrienta (cosa bastante comprensible) y dar a los sucesos una pital, los buscadores de oro, los aventureros y la chusma salieron
cierta grandeza o dignidad que no tenÍan, pero que los hacía hu- de las grandes ciudades de los países industrialmente desarro-
manamente más llevaderos. No hay duda de que es una gran llados para ir al continente negro. A partir de ese momento, la
tentación no hablar de la fase actual del imperialismo y el deli- chusma, engendrada por la inmensa acumulación de capital
rio racial y sí, en cambio, hacerlo de imperios en general, de Ale- que se produjo durante el siglo xlx, acompañó a aquellos que
jandro Magno, del Imperio Romano o de lo favorable que ha la habían creado a aventureros viajes de descubrimiento (en
sido el imperialismo británico para muchos países de la Tierra los que lo único que se descubría era la posibilidad de inver-
(precisamente por no poder administrarlos de manera exclusi- siones rentables). En algunos países, sobre todo en Inglaterra,
vamente imperialista y tener que compartir su control con el esta alianza inédita entre los muy ricos y los muy pobres se cir-
Parlamento y la opinión pública de Inglaterra). Más difícil es en- cunscribió a las posesiones ultramarinas. En otros, sobre todo
tender a aquellos que siguen creyendo en el ufactor económico, en aquellos que habían hecho peor negocio en el reparto del
y en su necesaria «progresividadr, conceptos a los que se remi- planeta (como Alemania y Francia) o en aquellos a los que no
tían los imperialistas cada vez que se veían obligados a suprimir les había tocado nada de nada (como Austria), la alianza se es-
uno de los diez mandamientos. Algunas veces se consolaban con tableció enseguida dentro del mismo territorio nacional, con el
Marx, quien a su vez se habÍa consolado con Goethe: fin de iniciar así lo que se denominó una política colonial. El
París de los antidreyfusianos, el Berlín del movimiento de
Stócker y Ahlwardt, la Viena de Schónerer y Lueger, los pana-
:ir*::l:ff:iL:T.1:'.5" iemanes en Prusia, los pangermanistas en Austria, los panesla-
¿No aplastó miles de seres vistas en Rusia, todos trasladaron directamente las nuevas po-
en su reinado Tamerlán?n sibilidades políticas generadas por esta alianza a la política
interior de sus respectivos países. Lo que entre los partidarios
Sólo que podría excusarse a Marx diciendo que él solamente de los «pan»-movimientos se consideraba primacía de la políti-
conocÍa imperios, pueblos conquistadores y pueblos conquista- ca exterior era en realidad el primer intento (aunque tímido)
dos, pero no el imperialismo, es decir, razas superiores y razas de imperializar la nación, de reorganízarla y convertirla en un
irrferiores. Desde Cartago, la humanidad occidental sólo ha co- instrumento para la conquista arrasadora de terrilorios ex-
rrocido una doctrina que exija y practique sacrificios de sangre tranjeros y el exterminio represiyo de otros pueblos.
y :rx'ril'icia intellectus humillantes: el imperialismo, cosa difÍcil Toda política imperialista consecuente se basa enla alianza
rlt' irrurl,.i¡¡¡u-cu¿rndo éste con piel de cordero- predi- entre capital y chusma. Las dos grandes fuerzas que al comien-
-todavía
,.rl,.r ,'l nn('\/() íclolo de los muy ricos beneficio- o apelaba
-el zo parecían obstaculizarla tradición del Estado nacional y
¡rlr ¡rl lr('l() l(l,lr» «lc los demasiado pobres felicidad.
-la el movimiento obrero- al-la final se revelaron totalmente ino-
fensivas. Es verdad que hubo Estados nacionales cuyos esta-
'lr, It,,,,rr.rrlr l,',, llr,.,Arr ',rrlliL.r,,t¡ttcformapartedellibroWest-óstlicherDi' distas mantuvieron durante mucho tiempo una desconfianza
,,,r¡ r! ,i,1r r instintiva hacia la polÍtica colonial, desconfianza ala que sólo
18 LA TRADICIÓN OCULTA SoBRE EL IMPERIAL]SMo L9

Robespierre dio expresión política consciente con su «Péris- dolas al mismo tiempo de la superioridad técnica de pueblos
sent les colonies: elles nous en coütent I'honneur, la liberté''" altamente civilizados), más que explicarla, las agudas investi-
Bismarck recltazó Ia oferta francesa de aceptar como indemni- gaciones de sus causas económicas la ocultaron.
zación por Alsacia-Lorena las posesiones de Francia en África Sin embargo, de lo que se trata aún hoy es de la estructura
y, veinte años más tarde, cambió Helgoland por Uganda, Zan' política de los imperialismos, así como de destruir las doctri-
zíbar y Witu («Una bañera por dos reinosr, como dijeron des- nas imperialistas capaces de movijizar ala gente para defen-
pectivamente los imperialistas alemanes); en Francia, Clemen- derlos o construirlos. Hace mucho que la poiítica imperialista
L"u, ," quejó en los años ochenta del dominio del opartido de ha abandonado las vías de la legalidad económica. Hace mu-
los pudientes», que sólo pensaban en la seguridad de su capital cho que el factor económico se ha sacrificado al imperial. Sólo
y exigÍan una expedición militar contra Inglaterra en Egipto e algunos viejos señores de los altos círculos financieros de todo
involucrar a la República en aventuras ultramarinas (más de el mundo creen todavía en los derechos inalienables de las cuo-
treinta años después cedió sin el menor pesar los yacimientos tas de beneficios, y si la chusma sólo cree en la raza-
petrolíferos de Mosul a Inglaterra). Pero esta sabia limitación -que
aún los tolera es porque ha visto que en caso de necesidad pue-
de la política nacional parece anticuada ante los nuevos pro- de contar con la ayuda material y financiera de estos creyentes
blemas de alcance mundial que el imperialismo puede -o al del beneficio, incluso en el caso de que sea evidente que ya no
menos eso pretende- solucionar. queda nada de lo que beneficiarse exceptuando, quizá, salvar los
La lucha de los movimientos obreros europeos, por su parte, restos de antiguas fortunas. Está claro, pues, que en la alianza
interesados exclusivamente en la política interior, también que- entre chusma y capital la iniciativa ha pasado a la chusma: su
dó atrapada en la nación, a pesar de todas las nlnternaciona- creencia enla raza ha vencido a la temeraria esperanza de be-
les,. Padecían de desprecio crónico por 1os partidos imperia- neficios ultraterrenales, su cínica resistencia a cualquier valor
listas. Algunos avisos ocasionales sobre el lumpenproletariat y racional y moral ha sacudido, y en parte ha destruido, la hipo-
la posibilidad de que se sobornase a sectores del proletariado cresÍa, el fundamento del sistema capitalista.
prometiéndoles participar de los beneficios del imperialismo, Ahora bien, como la hipocresÍa aún hace agasajo de la vir-
no consiguieron hacer ver que esta alianza en el tud, es en el momento en que no funciona cuando aparece el
-antinatural
sentido del marxismo y el dogma de la lucha de clases- entre peligro real. En el lenguaje de la política esto significa que será
chusma y capital constituía una nueva tuerza política. Sin du- difícii mantener el acreditado sistema inglés, que separa abso-
da hay que agradecer que teóricos socialistas como Hobson en luta y radicalmente la política colonial de la política exterior e
Inglaterra, Hilferding en Alemania y Lenin en Rusia nos des- interior normal; que el único sistema que había atenuado el
cubrieran y expiicaran pronto que las fuerzas motrices del im- efecto bumerán del imperialismo sobre la nación y, por lo tan-
perialismo eran puramente económicas, pero la estructura polí- to, mantenido sana la esencia del pueblo y en cierta manera in-
tica del mismo, el intento de dividir a la humanidad en señores tactos los cimientos del Estado nacional está anticuado. En
y esclavos, in higher and lower breeds,"o en negros y blancos, en efecto, muy pronto será evidente que la organización racial,
c'iloyen.s y una force noire que los proteja, y de organizar las verdadero núcleo del fascismo, es la consecuencia ineluctable
n¿rciones según el modelo de las tribus salvajes (aunque dotán- de la política imperialista. La chusma, reacia a someterse a
ninguna organización propia del Estado nacional, se organiza
* n Mtrct'¿rtt l¿ts c<¡lonias: nos cuestan el honor, la libertad." (N. del t.) de hecho y se pone en movimiento de una forma nueva: como
rÁ «(l¿rsllrs strlleyiorcs c inferiores., (N. del t.) raza, como hombre blanco (o negro o amarillo o de tez oscu-
ocurrl soBRE Er IMPERIALISMo 2l
20 LA TRADICIÓN

ra). Después de que tantos alemanes se trasformaran en «arios»'


plos que les servía la historia, la posibilidad de que la demo-
lo que antes era un inglés puede acabar siendo definitivamente cracia se convirtiera repentinamente en un despotismo cuyos
un "hombre blanco,. Que el intento alemán saliera mal no sig- mandatarios procederían de la chusma y se apoyarían en ella.
Pero no comprendieron que 1a chusma no sólo era las sobras, si-
nifica de ningún modo que estemos seguros de que no habrá
no también producto de la sociedad, que fue ésta quien Ia creó
otros pueblos y naciones que se conviertan en razas o sucum-
Inglaterra conoce perfectamente el peligro con que directamente y por eso nunca podría deshacerse totalmente de
ban a
"ltur.
los nhombres blancos» que regresan de servir al imperio ame- ella. Omitieron tomar nota de la creciente admiración de Ia
ttazan su condición fundamentalmente democrática, y hasta buena sociedad por el submundo (verdadero hilo conductor
que recorre todo el siglo xlx), de su paulatina dejadez en todas
sus teóricos e historiadores imperialistas han lanzado numero-
las cuestiones morales, de su creciente predilección por el anár-
sas advertencias al respecto. El hecho de que hoy se sacudan
quico cinismo de su criatura (hasta que en la Francia de finales
los pilares de los imperios más antiguos, de que 1as doctrinas
racistas también empiecen a envenenar a los pueblos de color, del siglo xlx, con el caso Dreyfus, el submundo y 1a buena so-
indignados con el ohombre blanco', insinúa formas de domi- ciedad se unieron por un momento tan estrechamente que fue
nio f,ue, ai igualar resueltamente la política interio,r y la exte- difícil definir con precisión a los ohéroes, del caso: eran buena
sociedad y submundo a la vez).
rior, controlarán toda oposición y serán capaces de alcanzar
Este sentimiento de pertenencia que une al creador con su
sin contratiempos unos niveles de productividad administra-
criatura que ya había encontrado una expresión
dora desconocidos hasta Ia fecha. -sentimiento
clásica en las novelas de Balzac- es anterior a todas las consi-
deraciones de conveniencia económica, política y social que al
II final han movido a la buena sociedad alemana de nuestro tiem-
po a quitarse la máscara de la hipocresía, a reconocer clara-
genera- mente la existencia de la chusma y a declararla explícitamente
Que el sistema social y productivo del capitalismo
adalid de sus intereses económicos. No es desde luego ninguna
ba chusma es un fenómeno que ya se observó tempranamen-
te y todos los historiadores serios del siglo xlx tomaron cui- casualidad que esto sucediera precisamente en Alemania.
dadosa y preocupada nota de é1. El pesimismo histórico desde
Mientras en Inglaterra y Holanda el desarrollo de la sociedad
burguesa transcurrió con relativa tranquilidad y la burguesía
Burckhardt hasta Spengler se basa esencialmente en tales ob-
y ab- de estos países vivió segura y sin temor durante sigios, la his-
ser-vaciones. Pero to que los historiadores, entristecidos
sorbidos por el puro fenómeno, no vieron fue esto: que Ia chusma toria de su nacimiento en Francia fue acompañada de una
gran revolución popular que nunca la ha dejado disfrutar tran-
no podía identificarse con el creciente proletariado industrial
quilamente de su supremacía. En Alemania, donde la burgue-
ni, de ningún modo, con el pueblo, pues la formaban sobras de
sía no se desarrolló plenamente hasta mediados y finales del
todas las clases sociales. De ahí precisamente que pudiera
pa-
de clase y siglo xIx, su dominio fue acompañado desde el comienzo por
recer que en ella se habían suprimido las diferencias
allá de la nación, dividida en clases- era el pueblo el crecimiento de un movimiento obrero revolucionario de tra-
qr"
-*a. de los nazis), cuan- dición tan larga como la misma burguesía. La simpatía de Ia
1la ocomunidad del pueblo» en el lenguaje
pesimistas his- buena sociedad por la chusma se manifestó antes en Francia
cl«t en verdad era su negativo y su caricatura. Los
capa que en Alemania, pero al final fue igualmente fuerte en ambos
tírr.icr¡s comprendieron la irresponsabilidad de esta nueva
países, sólo que Francia, debido a la tradición de la Revolución
sot'ill y previeron acertadamente, aleccionados por los ejem-
22 LA TRADICIóN oculr¿ SoBRE EL IMPERIALISMo 23

francesa y a Ia deficiente industrializaciín del país, generó muy 2. El poder es eI dominio acumulado sobre Ia opinión pú-
poca chusma. Cuanto más insegura se siente una sociedad me- blica, que permite que los precios se fijen y la oferra y la
nos puede resistirse a la tentación de desembarazarse del pesa- demanda se regulen de tal manera que redunden en be-
do fardo de la hipocresía. neficio del individuo que detenta el poder. La relación en-
Sea cual sea la explicación que se dé a cada uno de estos tre individuo y sociedad se entiende de modo que el indi-
procesos puramente condicionados por la historia (y que son viduo, en la minoría absoluta de su aislamiento, puede
en el fondo mucho más evidentes de lo que parece hoy, cuando darse cuenta de qué le conviene pero sólo puede perse-
los historiadores se han convertido, en pleno fragor bélico, en guirlo y hacerio realidad con la ayuda de la mayoría. Por
acusadores o defensores de las naciones), políticamente ha- eso la voluntad de poder es la pasión fundamental del ser
blando la visión del mundo que tiene la chusma, tal como se humano. Es ella la que regula la relación entre individuo
refleja en tantas ideologías imperialistas contemporáneas, es y sociedad, es a ella a la que se reducen las demás ambi-
asombrosamente aflna la visión del mundo que tiene la sociedad ciones (de riqueza, saber, honor).
burguesa. Depurada de toda hipocresía, libre aún de la obliga- J. Todos los seres humanos son iguales en su aspiración y
ción de hacer concesiones temporales a la tradición cristiana en su capacidad inicial de poder, pues su igualdad se ba-
(algo que tendrá que hacer posteriormente), dicha visión ya sa en que cada uno de eilos tiene por naturaleza suficien-
fue esbozada y formulada hace casi trescientos años por Hob- te poder como para matar al otro. La debilidad puede
bes, el representante más grande que haya tenido nunca la compensarse con la astucia. La igualdad de ios asesinos
burguesía. I,a filosofÍa hobbesiana desarrolla con una franque- potenciales los sitúa a todos en la misma inseguridad. De
za sin par,'con una consecuencia absolutamente apabullante, ahí surge la necesidad de fundar Estados. La base del Es-
los principios que durante mucho tiempo la nueva clase no tu- tado es la necesidad de seguridad del ser humano, que se
vo la valentía de hacer valer cuando se veía obligada de forma siente arnenazado principalmente por su igual"
suficientemente explícita a las acciones correspondientes. Lo 4. El Estado surge de la delegación de poder (¡no de dere-
que en épocas más recientes ha hecho tan sugestiva chos!). Detenta el monopolio de la capacidad de matar y
-también como compensación ofrece una garantía condicionada
en el plano intelectual- a esta nueva clase la visión del mundo
de la chusma es una afinidad básica con ésta mucho más anti- contra el riesgo de ser víctima mortal. La seguridad es
gua incluso que el nacimiento de la misma. producto de la ley, que emana directamente del monopo-
Si consideramos Ia visión del mundo de Ia chusma (o sea, la lio de poder del Estado (y no de seres humanos guia-
de la burguesía depurada de hipocresías) en los únicos concep- dos por los criterios humanos de lo justo y lo injusto). Y
tos puramente filosóficos que ha encontrado hasta ahora, sus puesto que la ley es emanación del poder absoluto, re-
axiomas esenciales son los siguientes: presenta, para quien vive bajo ella, una necesidad abso-
luta. Frente a la ley del Estado, esto es, frente al poder
1. El valor del ser humano es su precio, determinado por de la sociedad acumulado y monopolizado por el Esta-
el comprador, no por el vendedor. El valor es lo que an- do, la cuestión de lo justo e injusto no existe; sólo queda
teriormente se habÍa llamado virtud; lo fija la naprecia- la obediencia, el ciego conformismo del mundo burgués.
ci«in de los otros», esto es, la mayoría de los que, consti- 5. El individuo desprovisto de derechos polÍticos, ante el
Itriclos como sociedad, deciden los precios en la opinión que la vida estatal-pública adopta el aspecto de la nece-
¡rriblica segúrn la ley de la oferta y la demanda. sidad, cobra un interés nuevo y más intenso por su vida
24 LA TRADICIÓN oculre SOBRE EL IMPERIALISMO 25

y su destino privados. Con Ia pérdida de su función en y criminales se borra: ambos están a1 margen de la so-
la administración de los asuntos públicos comunes a to- ciedad. EI fracasado es despojado de la virtud de los an-
dos los ciudadanos, el individuo pierde el puesto que le tiguos y el desgraciado ya no puede apelar a la concien-
correspondía en la sociedad y el fundamento objetivo de cia de los cristianos.
su relación con sus congéneres. Para iuzgar su existen- 7. Los individuos segregados de la sociedad
-fracasados,
cia individual privada le queda comparar su destino con infelices, canallas- quedan asimismo libres de todos
el de otros individuos, y el referente de relación con el sus deberes para con ella y con el Estado, pues el Esta-
prójimo dentro de la sociedad es la competencia. Una do ya no se ocupa de ellos. Se ven arrojados de nuevo al
vez que el Estado adopta el aspecto de la necesidad pa- estado de natural eza y nada 1es impide obedecer el im-
ra regular el curso de los asuntos públicos, la vida social pulso básico de poder, aprovecharse de su capacidad
de los que compiten vida privada depende en gran fundamental de matar, y de esta manera, despreocupán-
-cuya
medida de esos poderes extrahumanos llamados suerte y dose de los mandamientos morales, restablecer aquella
desgracia- adopta el aspecto de Ia casualidad. En una igualdad primordial de los seres humanos que la socie-
sociedad de individuos donde todos están dotados por dad ha ocultado sólo por conveniencia. Y puesto que el
natur:aleza de la misma capacidad de poder y donde el estado de natural eza del ser humano se ha definido co-
Estado asegura a todos la misma seguridad frente a to- mo guerra de todos contra todos, se insinúa -por así
dos, sólo la casualidad puede escoger a los triunfadores decir a priori- la posible socialización de los desclasa-
y encumbrar a los afortunados.i dos en una banda de asesinos. ;

6. De la competencia (que es en 1o que consiste la vida de B. La libertad, ei derecho, el summum bonum, que se ha-
la sociedad) quedan segregados de forma automática bÍan revelado fundamentales en las diversas etapas de
los totalmente desgraciados y los totalmente fracasados' formación del Estado occidental polis griega, la re-
-la
pública romana, la monarquía cristiana-, se tildan ex-
Suerte y honor, por un lado, y desgracia y vergüenza,
por otro, devienen idénticos. Al ceder sus derechos polÍ- plÍcitamente de absurdos y se desdeñan. Los teóricos
ticos el individuo también delega al Estado sus deberes más importantes de la nueva sociedad proponen de for-
sociales, le exige que lo libre de la preocupación por los ma explícita que ésta rompa con la tradición occidental.
pobres exactamente en el mismo sentido que exige clue El nuevo Estado debe descansar simplemente sobre los
lo proteja de los criminales. La diferencia entre pobres cimientos del poder acumulado de todos los súbditos,
que, absolutamente impotentes y relativamente segu-
l. Con la elevación de la casualidad a criterio máximo del sentido o sinsentido de ros, se doblegan ante el monopolio de poder del Estado.
la propia vi{a, surge el concepto burgués de destino, qr"re adquiere pleno desarrollo en 9. Dado que el poder es en esencia sólo un medio y no un
cl siglo xlx. A él se debe el surgimiento de un nuevo género, la novela (apta par:a ex-
¡¡-esar la diversidad de destinos), y la decadencia del drama (que ya no tiene nada
que fin, la quietud de la estabilidad no puede sino provocar
conlar cn un mundo sin acción donde sólo actúan los que están sometidos a la necesi- la desintegración de toda comunidad basada en el po-
tl¿rcl 6 los que se benefician de la casualidad). La novela, en cambio, en la que hasta las
r¡ isrr¡rs plsiones (exentas de virtud y de vicio) se presentan desde Balzac como un des-
der. Es precisamente la seguridad por completo ordena-
tirrr¡ v«'rriclr> clcl exterior, podía transmitir ese arnor sentimental por el propio destino da lo que delata que está construida sobre la arena. Si el
,¡rrt., sobr.c toclo desde Nietzsche, ha desempeñado un papel tan importante en la inte- Estado quiere mantener su poder, tiene que pugnar por
lr., lrrrlitl:rrl y (lr.rc era un intento de escapar a la inhumanidad del veredicto de la ca-
..rr,rlrrlrrrl l)i¡ il r'(.( lrl)cr'¿ll la capacidad de sufrimiento y comprensión del ser humano (el adquirir más poder, pues sólo aumentándolo, acumulán-
, ¡,11, \,;r r¡rr¡ rro ¡rotlíu scr'rltra cosa, debía al menos ser una víctima consciente). dolo, puede mantenerse estable. Un edificio titubeante
26 LA TRADrcróN ocuLr¿ SOBRE EL IMPERIALISMO 27

siempre tiene necesidad de recibir apoyos del exterioc a Esta progresión absurda, infinita, forzosamente expansiva,
no ser que quiera derrumbarse de la noche a la mañana que ia filosofia de Hobbes previó con tan fría consecuencia y que
en la nada carente de fines y de principios de la que pro- caracteriza la filosofía del siglo xx, genera de forma espontá-
cede. Políticamente, esta necesidad se refleja en la teo- nea la megalomanía del hombre de negocios imperialista, que
rÍa dei estado de naturaleza, err el que los Estados esta- se enfada con las estrellas porque no puede anexionárselas. Po-
rÍan enfrentados en una guerra de todos contra todos y líticamente, la consecuencia de la acumulación necesaria de
el incremento permanente de poder sólo sería posible a poder es que ola expansión lo es todor; económicamente, que
costa de otros Estados. no se puede poner límite a la acumulación pura de capital; so-
10. La misma necesidad de inestabilidad de toda comuni- cialmente: la carrera infinita del parvenu'
dad fundada sobre el poder se expresa filosóficamente De hecho, todo el siglo xrx se caracterizó por un optimismo
en el concepto de progresión infinita. De forma análoga basado en esta ideología del progreso infinito, optimismo que
al poder que crece necesaria y permanentemente, esta se mantuvo incluso en las primeras fases del imperialismo y
progresión tiene que comportarse como un proceso en duró hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. Ahora
el que los individuos, los pueblos y en último término la bien, para nosotros es más esencial la gran melancolía que se
humanidad (hasta la creación del Estado mundial, hoy manifestó de forma reiterada durante el siglo xlx, esa tristeza
tan en boga) estén irrevocablemente atrapados, sea pa- que lo oscureció y a 1a que, desde Ia muerte de Goethe, casi todos
ra su salvación o para su desastre. los poetas europeos dedicaron cantos verdaderamente inmorta-
les. Por boca de ellos, de Baudelaire, de Swinbtlrne, de Nietzsche
no por boca de los ideólogos entusiastas dei progreso, de los
III -y
hombres de negocios ávidos de expansión o de los arribistas
recalcitrantes-, habla el temple fundamental de la época, esa
De la absolutización del poder surge consecuentemente esa desesperación básica que vislumbró, mucho antes de Kipling,
acumulación progresiva e incalculable del mismo que caracte- que uel gran juego sók¡ acabará cuando todos estemos muer-
riza la ideología del progreso del extinto siglo xrx, esa ideolo- tos». Media generación antes de Kipling, toda una generación
gía del más y más grande, del más y más lejos, del más y más antes de las teorías de Spengler sobre el llegar y pasar necesa-
poderoso que también acompaña el nacimiento del imperialis- rios por naturaleza de las culturas, Swinburne cantó la deca-
mo. El concepto de progreso del siglo xvIu, tal como se conci- dencia del género humano. Refractario a las teorías, ei poeta
bió en la Francia prerrevolucionaria, quería criticar el pasado que aboga por los «niños del mundo» tiene que comprometer-
para adueñarse del presente y poder decidir el futuro; el pro- se con el transcurso real del mismo. Si el rnundo se entrega a
greso se consideraba unido a la mayoría de edad del ser huma- la obligatoriedad de sus propias leyes materiales, no recibe la
no. Este concepto está relacionado con el de la progresión infi- influencia de la fuerza legisladora del ser humano y sólo resta
nita de la sociedad burguesa, ya que se confunde con é1, se esa melancoiía general que desde los salmos de Salomón cons-
clisuclve en é1. En efecto, si es esencial ala progresión infinita tituye la sabiduría de este mundo. Si el ser humano acepta esta
l¿r rrcccsidad de progresar, lo son al concepto de progreso del marcha forzosa como 1ey suprema y se pone a su disposición,
si¡1lo xvltt la Iibertad y la autonomía del ser humano, al que di- no está sino preparando la decadencia del género humano- Una
rlro t'oncc¡-rto c¡uiere liberar de toda necesidad (aparente) para vez que se produzca ésta, la marcha forzosa del mundo se con-
(ll¡(' s(' r'i,i:r por leyes creadas por él mismo. vertirá más impedimentos y sin que 1o amenace la liber-
-sin
28 LA TRADrcróN oculre SOBRE EL IMPERIALISMO 29

tad humana- en un «eterno retorno», en la ley de una natura- sos de los positivistas, de los científicos y de los políticos con-
leza que el ser humano no manipulará, pero en la que tampoco temporáneos.
encontrará un hogar, pues no puede vivir en la naturaleza sin Es verdad que la filosofía de Hobbes aún no sabía nada de
transformarla.La canción de la "decadencia germana» sólo es las doctrinas raciales modernas, que además de entusiasmar a la
la vulgarización del anhelo de muerte en que caen todos aque- chusma diseñan formas muy concretas de organización con las
llos que habían confiado en la progresión forzosa del mundo. que la humanidad podría aniquilarse a sí misma- Sin embargo,
El mundo que Hobbes analizó anticipadamente fue el del si- su teoría del Estado no sólo abandona la política exterior a la
glo xx (y no el del suyo propio o el del siglo xvIII). La filosofía arbitrariedad y el vacío de derecho -ya que a1 exigir que los
de Hobbes, a cuya cruda brutalidad no ha osado recurrir la éli- pueblos persistan necesariamente en el estado de naturaleza de
te de la burguesía hasta nuestro tiempo, no hace sino plasmar |a guerra de todos contra todos excluye de principio la idea de ]a
lo que ya se insinuaba claramente desde el principio. No llegó humanidad (único principio regulativo de un posible derecho
a ser válida porque la preparación y advenimiento de la Revo- internacional)-, sino que ofrece los mejores fundamentos teó-
lución francesa formuló e idealizó al ser humano como ricos posibles a todos aquellos teoremas naturalistas en los que
-que
legislador, como citoyen- casi había minado el terreno a la los pueblos aparecen como tribus, separados por naturaleza
progresión oforzosar. Sólo después de las últimas revoluciones los unos de los otros, sin que los una nada, ni siquiera un ori-
europeas inspiradas por la francesa, después de la masacre de gen común, que nada saben de la solidaridad del género hu-
los communards (1871), la burguesía se sintió Io bastante se- mano y que sólo tienen en común ese impulso de autoconser-
gLrra como para pensar en adoptar las propuestas de la filoso- vación que comparten con el mundo animal' Si la idea de la
fÍa hobbesiana y fundar el Estado proyectado por Hobbes. humanidad, cuyo símbolo clave es el origen único del género hu-
En la era imperialista, la filosofía del poder de Hobbes se mano, ya no es válida, los pueblos en realidad agradecen
-que
convierte en la filosofÍa de la élite, que ya ha visto y admitido su existen cia a la capacidad de organización política del ser
que la forma más radical de dominio y posesión es la aniquila- humano en convivencia- se convierten en razas, en unidades
ción. Éste es el fundamento vivo del nihilismo de nuestro tiem- natural-orgánicas (con lo que, de hecho, no se ve por qué no
po, en el que la superstición del progreso es sustituida por la podrÍan provenir los pueblos de tez oscura o amarillos o ne-
superstición simplista- de la decadencia, y los fa- gros de un primer simio distinto al de los blancos y estar todos
náticos del -igualmente
progreso automático se transforman, por asÍ decir de ellos destinados por naturaleza a luchar eternamente entre sí).
la noche a la mañana, en fanáticos de la aniquilación automá- En todo caso, no hay nada que impida al imperialismo -que
tica. Hoy sabemos que si los materialistas estaban tan alegres en su forma más benigna sustituye el derecho por la arbitrarie-
sólo era por estupidez. Que el materialismo científico dad de los burócratas, el gobierno por la administración y la
uprueba, el origen del ser humano de la nada, o sea, de la -que
ma- ley por el decreto- llevar sus principios en materia de polÍtica
teria (que para el espíritu es la nada)- sólo puede llevar al exterior a su máxima consecuencia y decidirse al exterminio
nihilismo, a una ideología que presagia la aniquilación del ser sistemático de pueblos enteros, a "administrar el asesinato en
hurnano, es algo que hubiera tenido que saber cualquiera que masa» de los mismos.
sc hubiera atenido a la filosofía europea (que desde los griegos
iclr:nLif'ic¿iba el origen con la esencia), algo que hubiera tenido
(llr(' l)r'cscntir cualquiera que hubiera leído atentamente a los
¡rr»r'llrs clc la época, errvez de ocuparse de Ios aburridos discur-
30 LA TRADICIóN ocurre SOBRE EL IMPERIALISMO 31

IV que su criatura, Ia chusma, puso fin. A esta hipocresía, a esta


benéfica falta de consecuencia como a la fortaleza de Ia
Los nuevos tiempos nos han enseñado a contar con tres va- -así con Ia Revoiución france-
tradición occidental, que se impuso
riedades de nihilistas: primero, Ios que creen, cientÍficamente sa durante un siglo entero-, hay que agradecerle que los acon-
o no, en la nada. Éstos son locos inofensivos, pues no saben de tecimientos no siguieran el curso de que hoy somos testigos
qué hablan. Entre ellos se encuentran la mayoría de nuestros hasta tres siglos después de las intuiciones fundamentales de
eruditos, que son los más inofensivos de todos porque ni si- Hobbes sobre la estructura fundamental del entonces nuevo
quiera saben que creen en la nada. A continuación están los orden social.
que dicen haber experimentado la nada algun a vez. Éstos tam- La disparidad de causa y efecto que distingue el nacimiento
bién son inofensivos, pero no están locos, ya que al menos saben del imperialismo no es, pues, ninguna casualidad. Su motivo
de qué hablan. Poetas y charlatanes de la sociedad burguesa (ra- fue e1 capital excedente nacido de Ia oversaving,n que necesita-
ramente algún filósofo), nadie les toma en serio, ni siquiera ba a la chusma para invertirse con seguridad y rentabilidad y
cuando hablan de una manera tan franca y unívoca como Law- que puso en movimiento una palanca que, cobijada y disimu-
rence de Arabia (hasta hoy el más grande de todos ellos). Des- lada por las mejores tradiciones, siempre ha sido inherente a la
pués, viene la tercera variedad: Ia gente que se ha propuesto estructura fundamental de la sociedad burgues a. La política
producir la nada. No hay duda de que éstos, al igual que los del poder, depurada de todos los principios, sólo podía impo-
creyentes de la nada, también están locos nadie puede nerse, además, si contaba con una masa de gente carente de
-pues
producir la nada-, pero se encuentran muy lejos de ser ino- principios y cuyo número hubiera crecido tanto que rebasara la
fensivos. En su esfuerzo vano por producir la nada, más bien actividad y capacidad asistencial del Estado. Que esta chusma
acumulan aniquilación sobre aniquilación. Lo hacen jaleados no haya podido ser organizada hasta ahora sino por políticos
por los gritos admirativos y el aplauso de colegas menos dota- imperialistas y que haya sentido entusiasmo só1o por doctri-
dos o menos escrupulosos que ya ven hechos realidad sus sue- nas raciales suscita la fatal impresión de que el imperialismo
ños secretos o sus experiencias más privadas. puede solucionar ios graves problemas de política interior, so-
La aniquilación es, pues, la forma más radical tanto del do- ciales y económicos de nuestro tiempo.
minio como de la posesión, cosa que, después de Hobbes, nin- En la alianza entre chusma y capital, cuanto más recaía Ia
gún adorador del poder qüe fundara filosóficamente Ia igual- iniciativa en la chusma, más cristalizaba la ideología imperia-
dad de los seres humanos en la capacidad de matar ha osado lista en torno al antisemitismo. Cierto que la cuestión judía ya
volver a expresar con la misma apabullante despreocupación. había tenido alguna importancia en la evolución de los pue-
Un sistema social basado fundamentalmente en la posesión no blos como Estados nacionales, pero parala gran política seguía
podía evolucionar sino hacia la aniquilación final de toda po- siendo de un interés absolutamente secundario. La chusma, ex-
sesión; pues sólo tengo definitivamente, y poseo realmente pa- cluida por definición tanto del sistema de clases sociales de la
ra siempre, lo que aniquilo. Y sólo lo que poseo de esta manera sociedad como de la constitución nacional de los Estados, cen-
aniquiladora puedo en realidad dominar definitivamente. Para tró desde un principio su atención llena de odio sobre aquellos
su fortuna y la de todos nosotros, la burguesÍa no reconoció es- que estaban también fuera de la sociedad y sólo de manera muy
te último secreto del poder ni 1o asumió realmente, al menos tal incompleta dentro del Estado nacional: los judíos.
como lo presentó Hobbes. Éste es el sentido de su hipocresía,
esa hipocresía tan extraordinariamente racional y benéfica a la 't «Ahorros sobrantes., (N. del t.)
32 LA TRADICIóN oculre SoBRE EL IMPERTALISMO 33

La chusma miraba con envidia a los judíos, los veía como ligro. No sólo porque Ia inestabilidad de esta figura fundada
competidores más afortunados y exitosos. Con una consecuen- únicamente en el poder se ha evidenciado con mucha más ra-
cia doctrinaria sin par, indiferentes a la cuestión de si los ju- pidez de lo que nadie hubiera podido prever, sino sobre todo
dÍos eran lo bastante importantes como para hacer de ellos el porque también se ha constatado que no es posible transfor-
centro de una ideología polÍtica, los líderes de la chusma descu- mar a todos los pueblos en chusma. Para ello sería necesario
brieron muy pronto que se trataba de un grupo de gente que, a que el imperialismo, cuyo núcleo es la doctrina racial y el pro-
pesar de haberse integrado aparentemente en el Estado nacio- ceso de expansión infinita, calara en los pueblos en la misma
nal, se organizaba en realidad internacionalmente y se mante- medida y los movllizara en el mismo grado, como antaño el
nía unida sobre todo por lazos de sangre, como era obvio. De patriotismo y, más t-arde, Ia forma pervertida del mismo: el na-
ahí que esa falsedad chapucera, los «Protocolos de los sabios cionalismo. De momento esto sólo le ha sucedido a una peque-
de Sión, (que enseñaría a acabar con organismos estatales y ña rama de un pueblo europeo, los afrikaner, qlJe,llevados por
sistemas sociales), tuviera más influencia en la táctica política un destino nefasto a vivir en medio de tribus africanas, tienen
del fascismo que todos los predicadores del poder e incluso las especialmente a mano Ia salida de evadirse de todas las dificul-
ideologías raciales claraménte imperialistas. tades con una organización racial blanca. Aparte de este caso,
Ei baluarte hasta ahora más fuerte contra el dominio ilimi- se constata en todas partes que los imperialismos, los ya exis-
tado de la sociedad burguesa, contra la toma del poder por tentes y los que están gestándose, son construcciones artificiales
parte de la chusma y la introducción de la política imperialista y vacías, carentes del motor interior que tanto tiempo ha man-
en la estructura de los Estados occidentales ha sido el Estado tenido vivo al Estado nacional: la movilización de1 pueblo. El
nacional. Su soberanía, que antaño debía expresar la soberanía E,stado nacional, sin embargo, ya no puede restaurarse, al me-
del pueblo mismo, está hoy amenazada desde todos los flan- nos en Europa, ni el patriotismo en su antigua forma volver a
cos. A la hostilidad genuina que la chusma siente contra él se ser el corazón de una organización política. De modo que se ha
une la desconfianza \o menos genuina que inspira en el pue- creado un vacío que no puede eliminarse ni colmarse con la
blo mismo, que ya no siente que el Estado le represente ni ase- mera victoria sobre la mayor arrreÍraza del mundo occidental:
gure su existencia. Este sentimiento básico de inseguridad fue el fascismo hitleriano. Los intentos de restauración sólo harán
el aliado más fuerte que Hitler encontró al empezar la guerra este vacío más llamativo e inducirán a experimentos formalmen-
en Europa y no desap arecerá sin más con la victoria sobre la te similares que apenas se diferenciarán del nacionalsocialis-
Alemania hitleriana. mo, ya que todos acabarán intentando por igual organizar ala
Tan explicable es que la decadencia del Estado nacional, en chusma y aterrorizar al pueblo.
asociación con el imperialismo, haya engendrado como quien di- Si a pesar de las perspectivas, de las justificadas esperanzas
ce automáticamente ese Leviatán cuya estructura fundamen- en la vitalidad de los pueblos europeos y de las pruebas de la
tal trazó tan magistralmente Hobbes, como grande sigue sien- imposibilidad de transformarlos a todos en chusma se confir-
do el peligro de que la chusma transforme la decadencia de mara algún día que estamos realmente al comienzo de esa pro-
esta forma de organización polÍtica de los pueblos occidentales gresión infinita de la que habla Hobbes y que necesariamente
en una decadencia de Occidente, y como grandes parecen ser sólo puede llevarnos a la decadencia, está claro que esta deca-
de nuevo hoy las oportunidades de que los mismos pueblos dencia real de Occidente tendría lugar mediante la transforma-
que durante tanto tiempo miraron con mayor o menor apatía ción de los pueblos en razas: hasta que del pueblo alemán sólo
la descomposición de su cuerpo político acaben con dicho pe- "hombres blancos, y del
quedasen «eslavos», del inglés sólo
34 LA TRADTcIóN ocurr¿

lrancés sólo ..mestizos bastardosr. Ésta, y no otra, sería la de-


cadencia de Occidente.
En efecto, políticamente hablando, la raza es lo que CULPA ORGANIZADA1
digan los eruditos de las facultades científicas e
-digan
históricas- no
el comienzo, sino el final de la humanidad; no el origen del pue-
blo, sino su decadencia; no el nacimiento natural del ser huma-
no, sino su muerte antinatural. I
Cuanto mayores son 1as derrotas militares del ejército alemán
en el campo de batalla, con más fuerza se hace sentir la victoria
de Ia estrategia política de los nazis, que a menudo se ha identifi-
cado equivocadamente con la mera propaganda. La tesis central
de dicha estrategia, dirigida igual al «frente interior" propio
-el
pueblo alemán- que a sus enemigos, es que no hay ninguna di-
ferencia entre nazis y alemanes, qlue el pueblo cierra filas detrás
de su gobierno, que todas las esperanzas aliadas en una parte del
pueblo ideológicamente no infectada, todas las apelaciones a una
Alemania democrática del futuro, son ilusorias. La consecuencia
de esta tesis es, naturalmente, que no habrá un reparto de la res-
ponsabilidad, que la derrota afectará por igual a los antifascistas
alemanes y a los fascistas alemanes y que las distinciones que hi-
cieron los aliados cuando empezó la guerra sólo obedecían a fi-
nes propagandísticos. Otra consecuencia es que las disposiciones
aliadas sobre ei castigo de los criminales de guerra se revelarán
amenazas vacías porque no se podrá encontrar a nadie que no
responda a la definición de criminal de guerra.
En los últimos años, todos hemos visto con horror que estas
afirmaciones no eran mera propaganda sino que tenían una base
muy concreta, que se remitían a una terrible realidad. Las for-
maciones que sembraban el terror en origen estaban es-
-que
trictamente separadas de la masa del pueblo y sólo aceptaban a
gente que podÍa acreditar ser criminal o estar dispuesta a serlo-

1. Este artÍculo se escribió en Estados Unidos en noviembre de 1944 y se publicó


traducido al inglés en enero de 1945 en la revista,I¿wish Frontier. La que aquí presen-
tamos es la traducción de la versión original.
i\
36 LA TRADICIÓN ocul-rl cuI.pA oRGANTZAD t 37

han ido engrosándose permanentemente. La prohibición de filia- reclutaban sobre todo entre gente puesta a prueba, fuera cual
ción política impuesta a los miembros del ejército se sustituyó fuera su nacionalidad. Si el nuevo orden de Europa, tristemente
por una orden general que sometía a todos los soldados al parti- célebre, hubiera salido bien, habríamos vivido el dominio de
do. Mientras que antes los crímenes, que eran parte de la rutina una organizaciórt internacional del tetror dirigida por alemanes
diaria de los campos de concentración desde el comienzo del ré- en la que habrían colaborado jerárquica-
gimen, eran un monopolio de las SS y de la Gestapo celosamente
-si bjen clasificados
mente según laraza de los distintos paÍses- miembros de todas
protegido, hoy los asesinatos masivos se encomiendan a miem- ias nacionalidades europeas (excepto judÍos). El pueblo alemán
bros cualesquiera de Ia Wehrmacht. Los informes de estos críme- tampoco se hubiera librado, por supuesto. Himmler siempre fue
nes, que al principio se mantenían en el máximo secreto posible de la opinión que el dominio de Europa le correspondía a una
y cuya publicidad se penalizaba como «propaganda difamato- élite racial encarnada en las tropas de las SS y sin vínculos na-
¡i¿», se han ido difundiendo a través de una propaganda de ru- cionales.
mores instrumentada por los propios nazis, que hoy los admiten Sólo las derrotas han obligado a los nazis a abandonar es-
abiertamente como medidas de liquidación destinadas a que los te proyecto para regresar aparentemente a viejos eslóganes na-
«compatriotas» no incorporados ¿ |¿ «comunidad del pueblo" cionalistas. De ahí la identificación activa del pueblo entero con
del crimen por motivos organizativos se vieran al menos impeli- los nazis. La posibilidad de una futura clandestinidad depende
dos a hacer el papel de consentidores y cómplices. La moviliza- de que nadie sea capaz de saber quién es un naziy quién no, de
ción total ha comportado la complicidad total del pueblo alemán. que no haya distintivos visibles exteriormente, sobre todo de que
Para evaluar de una forma adecuada cuál es la transforma- los vencedores estén convencidos de que no hay diferencias
ción política de las condiciones que provoca la propagandanazi entre alemanes. A tal efecto es necesario, naturalmente, inten-
desde la pérdida de la batalla de Inglaterra y que al final ha pro- sificar el terror en Alemania, un terror que, a ser posible, no
vocado la renuncia de los aliados a distinguir entre alemanes y deje con vida a nadie cuyo pasado o popularidad puedan acre-
nazis, hay que tener presente que hasta el estallido de la guerra ditar su antifascismo. Mientras que en los primeros años de
(o incluso hasta el inicio de las derrotas militares) sólo había guerra la ngenerosidad, del régimen respecto a los adversarios
grupos relativamente pequeños de nazis activos ios que no de aquellos momentos y del pasado fue notable que
y
-a
una cifra tam- -siempre
se estuvieran quietos-, recientemente se ha ejecutado a mu-
pertenecían el gran número de simpatizantes-
bién pequeña de antifascistas activos que estuvieran realmente cha gente que, privada de libertad desde hacía años, no po-
al corriente de lo que ocurría. Todos los demás -alemanes o día representar ningún peligro inmediato para el régimen. Por
no- tenían la comprensible tendencia a creer antes a un gobier- otra parte, previendo sabiamente que, a pesar de todas las me-
no oficial, reconocido por todas las potencias, que a los refugia- didas de prevención contra las declaraciones de antiguos pri-
dos (que por e1 hecho de serjudíos o socialistas ya eran sospe- sioneros de guerra o trabajadores extranjeros y de las penas de
chosos). A su vez, sólo un porcentaje relativamente pequeño de prisión o reclusión en campos de concentración, aún pudiera
c:stos últimos conocía toda la verdad y, como es natural, todavía encontrarse a algunos centenares de personas en cada ciudad
cr'¡r rrrás pequeña la fracción de los dispuestos a cargar con el con un pasado antifascista intachable, los nazis facilitaron a su
orlio r[: la impopularidad de decirla. Mientras los nazis creyeron gente de confianza todos los papeles necesarios, certificados
¡'rr l¡r vit'loria, las formaciones que sembraban el terror perma- de moralidad, etc., para evitar que se diera crédito a declara-
Ir¡'r i¡'tott:t¡r:tt'terdas del pueblo (y esto, en guerra, significa del ciones semejantes. A los reclusos de los campos de concentra-
r'lr:r r ilu). Al t'lí'r'cito no le atraía el terror y las tropas de las SS se ción, cuyo número nadie conoce exactamente pero que puede
38 LA TRADrcróN ocuLre cULPA oRGANTzADt 39

estimarse en varios millones, se les puede "liquidar, o soltar es del todo secundario. Es esencialmente propaganda de gue-
(en el caso improbable de que sobrevivan tampoco se les reco- rra, por lo que ni siquiera se aproxima al fenómeno político
nocerá con precisión). verdadera y específicamente moderno. Los escritos en que se
Quién es un nazi o un antinazi en Alemania sólo podrá ave- basa, junto con su demostración pseudohistórica, podrían ser
riguarlo quien sea capaz de ver el corazón humano (en el que, plagios inocentes de la literatura francesa de la guerra prece-
como es sabido, no hay ojo humano que penetre). La carrera dente. En este sentido, es irrelevante que algunos de los auto-
clc un «rrganizerdor de un movimiento clandestino de eso res que hace veinticinco años pusieron en marcha las rotati-
t¿urrlrión hay en Alemania, por supuesto- se
-y
acabaría rápida' vas con la "pérfida Albión" se hayan visto obligados esta vez a
rnente si no actuara de palabra y hecho como un nazi. Cosa na- poner su experiencia al servicio de los aliados.
da fácil en un país en el que llama la atención cualquiera que Asimismo, las discusiones más serias entre los abogados de
no mate siguiendo órdenes o manifieste una satisfecha compli- los alemanes nbuenos" y los fiscales de los alemanes «malos»
cidad con los asesinos. Así, incluso el eslogan más extremo que no sólo pasan por alto el fondo de la cuestión, sino que es evi-
esta guerra ha inspirado a nuestro bando (que sólo es bueno el dente que apenas dan una idea de las dimensiones del desas-
nalemán muertor) se basa en circunstancias reales: só1o si los tre. O bien se las comprime en una declaración general sobre
nazis cuelgan a alguien, podemos saber que estaba realmente buenas y malas personas y en una sobrevaloración fantasiosa
contra ellos. Otra prueba no hay. de la oeducación" o bien parten sin más reflexión de las teorías
raciales de los nazis y les dan 1a vuelta. Sólo que en esta última
operación corren un cierto peligro, ya que los aliados, al ne-
II garse desde la célebre declaración de Churchill a hacer una
guerra "ideológica», han dado sin saberlo ventaja a los nazis
Éstas son las circunstancias políticas objetivas en las que se ue or ganizan ideoló gi camente la derrota despre ocupándose
basa la afirmación de una culpa colectiva del pueblo alemán.
-q
de Churchill- y una oportunidad de supervivencia a todos los
Son resultado de una política sin patria, a- y antinacional, ple- teoremas raciales.
namente consecuente en su obstinación de que el único pueblo De hecho, de lo que se trata no es ni de probar lo evidente
alemán posible es el que está en poder de los que ahora gobier- saber, que los alemanes no son nazis latentes desde los tiempos
-a
nan, unos gobernantes cuya gran victoria, que celebrarían con de Tácito- ni de demostrar lo imposible todos los ale-
-que
manes tienen una mentalidad nazi-, sino de pensar qué acti-
maliciosa complacencia, sería que la caÍda de los nazis conlleva-
ra la aniquilación física del pueblo. La polÍtica total, que ha des- tud adoptar, cómo enfrentarse a un pueblo en el que la línea
truido totalmente la atmósfera de neutralidad en que transcurre que separa a los criminales de 1a gente normal, a los culpables
la vida cotidiana de la gente, ha conseguido que la existencia de los inocentes, se ha borrado con tanta eficacia que mañana
privada de cada individuo sobre suelo alemán dependa de si co- nadie sabrá en Alemania si tlene delante a un héroe secreto o a
mete crímenes o es cómplice de los mismos. En comparación, el un antiguo asesino de masas. De una situación asÍ no nos saca-
éxjto de la propagandanazi en los países aliados, tal como se ex- rá ni definir quiénes son los responsables ni detener a los ocri-
presa en lo que se ha calificado comúnmente de vansitarismo,* minales de guerrar. Dejemos aparte a los culpables principa-

I l)r' llolrt:r-t Gilbert Vansittart, miembro del gobierno británico durante la Segun- to" (citada por Arendt más arriba). Defendió una polÍtica muy dura respecto a Alema-
rlrr I irr'n,r Mrrr¡tli;rl al que se debe la frase nEl único alemán bueno es el alemán muer- nia, tanto en la guerra como después del armisticio. (N. del t.)
40 LA TRADrcróN oculre cul-pA oRGANTZADA 4l
1es, que además de asumir la responsabilidad han escenificado no de Alemania sólo podrá consistir en las desdichadas
todo este infierno: los responsables en un sentido amplio no es- conse-
cuencias de una guerra perdida. y consecuencias así son, por
tán entre ellos. Pues los responsables en un sentido amplio son na...,'aleza, temporales- En todo caso, no hay respuesta poríti-
todos aquellos que simpatizaron Alemania y el extran-
jero- con Hitler mientras pudieron,-en impulsaron ensu subida al
ca a estos crímenes, ya que exterminar a70 u g0 milrones
de
alemanes o dejarlos morir de hambre _algo en lo que, natu-
poder y afianzaron su renombre dentro y fuera de Alemania. y ralmente, no piensan sino unos pocos fanáticos psicóticos-
¿quién se atreverÍa a tildar públicamente de criminales de gue- sólo significaría que la ideorogía de los nazis rriia vencido
rra a todos los señores de la buena sociedad? En realidad no lo aunque fueran otr_os puebros los que detentaran el poder y
son. Sin duda han demostrado su incapacidad para juzgar las er
uderecho del más fuerte, a ejercerlo.
agrupaciones políticas modernas: los unos por considerar que Así como el entendimiento polÍtico de ra gente se queda para-
los principios en política son un mero absurdo moralizante, los lizado ante la nadministración del asesinato en masa,i, la movili_
otros por sentir una romántica predilección por unos gángsters zación total es para é1la frustración de ia necesidad humana
que habÍan confundido con «piratas». La mayoría de los res- de
justicia. cuando todos son culpables, nadie puede juzgarde
ponsables en sentido amplio no se hicieron culpables en senti- ver-
dad, ya que a esta culpa también se ia ha despo;aáo áe ra
do estricto. Fueron los primeros cómplices de los nazis y sus m..a
apariencia, de la mera hipocresía de la responsabilidad.2 En
mejores acólitos, pero verdaderamente no sabÍan lo que hacían la
medida en que el castigo es er derecho der triminar en este
ni con quién trataban. -y de la
axioma se basa el sentimiento de la justicia y del derecho
La gran irritación que acomete a la gente de buena volun- humanidad occidental desde hace más de dos mil ¿fls5-, la
tad cuando se habla de Alemania no es fruto ni de la existen- con-
ciencia de ser culpable es parte de la culpa y la convicción de
cia de responsables irresponsables, a los que seguramente sóro la
capacidad humana de responsabilizarse, parte del castigo.
juzgará la historia, ni de los propios crímenes de los nazis. Su cuár
es el promedio de esta conciencia lo describe un corresponsal
causa es más bien esa monstruosa máquina, eSá «administra- norteamericano en una historia cuyo juego de preguntas y res_
ción del asesinato en masa», a cuyo servicio se pudo poner y puestas no desmerecería la imaginación y la inventiva de
se puso no a miles, no a decenas de miles de asesinos seleccio- un
gran poeta:
nados, sino a todo un pueblo. En el dispositivo que Himmler
ha organizado para la derrota sigue habiendo ejecutores, víc- Q. Did you kill people in the camp? A. yes.
timas y marionetas que continúan desfilando sobre los cadá- Q. Did you poison them with gas? A. yes.
veres de sus camaradas (que antes podían salir de cualquier Q. Did you bury them alive? A. It sometimes happened.
columna de las SS y hoy de cualquier unidad militar u otra Q- were the victims picked from all over EuroperA. I suppose so.
formación). Lo espantoso es que en esta máquina de la muer- Q. Did you personally help kill.people? A. Absolutely not. I was
te todos están obligados a ocupar un puesto, aunque no sean only paymaster in the camp.
directamente activos en los campos de exterminio. El asesina-
to masivo sistemático, concreción en nuestro tiempo de las
teorías raciales y las ideologías del 2. Naturalmente, no es mérito de ros que
"derecho del más fuerte,,
ra suerte de ser judíos o haber
sido oportunamente perseguidos por ra Géstapo- -teniendo
huyeron a. ar"*.riu q.." queden li-
no sólo hace estallar la capacidad de comprensión de la gente bres de culpa. como lo saben y como aún Ies atenazá er horror
ante Io qr. p,r"au pu-
sino también el marco y las categorías del pensamiento y la sar, sacan en todas las discusiones posibles ese insoportable
elemento de autojustifica-
ción que, al final, sobre todo en el caso de ros judíos, sólo puede
acción políticos. se presente como se presente, el futuro desti- hecho- en la reversión de las doctrinas nazis sábre sl mismos.
acabar
-y ya Io ha
42 LA TRADICIÓN OCULTA cULPA oRGANTzAD* 43

Q. What did you think of what was going on? A. It was bad at Alemania no tenían la menor idea hace quince años). Mucho
first, but we got used to it. más reveladora es la figura peculiar de quien se vanagloria de
Q. Do you know the Russians will hang you? A. (Bursting into ser el genio organizador del asesinato: Heinrich Himmler no es
tears) Why should they? What have I done? de aquelios intelectuales procedentes de la oscura Tierra de na-
die que se extiende entre 1a existencia del bohemio y la del so-
(Pm, Sunday, Nov. 12, 1944.)" plón y cuya importancia en la formación de la élite nazi se des-
taca últimamente. No es ni un bohemio como Goebbeis ni un
E,l'eclivamente, no había hecho nada, sólo cumplir órdenes. criminal sexual como Streicher ni un fanático pervertido como
¿Y clesde cuándo es un crimen cumplir órdenes? ¿Desde cuán- Hitler ni un aventurero como Góring; es un pequeñoburgués
do es una virtud rebelarse? ¿Desde cuándo sólo se puede ser con toda la apariencia de respetabilidad, con todas las costum-
honrado yendo a una muerte segura? ¿Qué había hecho él? bres del buen padre de familia que no engaña a su mujer y quie-
En su obra de teatro Los últimos días de la humanidad, enla re asegurar un futuro decente para sus hijos. Ha organizado y
que recreaba los sucesos de la anterior guerra, Karl Kraus ha- difundido conscientemente el terror por todo el país convenci-
cía caer el te1ón después de que Guillermo II exclamara: «Esto do de que la mayoría de la gente no es bohemia ni fanática ni
no es lo que yo quería". Y io cómico-espantoso es que, de he- aventurera ni sádica sino en primer lugar jobholders" y buenos
cho, era verdad. Esta vez, cuando caiga el te1ón, tendremos que padres de familia.
oír a un coro entero de pequeñoburgueses exclamando: oNo Creo que fue Péguy quien llamó al padre de familia el "grand
hemos sido nosotros». Y aunque mientras tanto se nos hayan aventurier du 20iéme siécle". Murió demasiado pronto para
pasado las ganas de reír, 1o espantoso volverá a ser que, de he- verlo como el gran criminal del siglo. Estábamos tan acostum-
cho, será verdad. brados a admirar o ridiculizar la bondadosa preocupación del
padre de familia, su seria concentración en el bienestar de Ia
familia, su solemne decisión de consagrar su vida a su mujer y
TII a sus hijos, que apenas percibimos cómo el fiel padre de fami-
lia, que no se preocupaba sino de la seguridad, se transforma-
Para saber qué resortes del corazón humano hubo que acti- ba contra su voluntad y bajo la presión de las caóticas condi-
var para que la gente se incorporara a la máquina del asesina- ciones económicas de nuestro tiempo en un aventurero que
to masivo, de poco nos servirán las especulaciones sobre la his- nunca podÍa sentirse seguro ante las preocupaciones del día si-
toria alemana y lo que se ha denominado el carácter nacional guiente. Su docilidad ya quedó demostrada en la unanimidad
alemán (de cuyas potencialidades ios meiores conocedores de reinante a comienzos del régimen, cuando este padre de fami-
lia demostró que estaba completamente dispuesto a dejarse
* P.: ¿Mataban ustedes a gente en el campo? R.: SÍ-
arrebatar sus ideas, su honor y su dignidad humana por una
P: ¿La envenenaban con gas? R.: SÍ.
' P.: ¿.La enterraban viva? R.: Pasaba a veces. pensión, una vida segura y la existencia asegurada de su mujer
P,: ¿La traían de toda Europa? R.: Supongo que sí. y sus hijos. Sólo hizo falta la diabólica genialidad de Himm-
P: ¿Ayudó usted personaimente a matar gente? R.: Jamás. Sólo era,el tesorero del
campo.
ler para descubrir que, después de esta degradación, dicho pa-
P: ¿Qué pensaba usled de lo que estaba pasando? R.: Al principio nos parecía mal, dre de familia estaba literalmente dispuesto a todo si se jugaba
l)(.r () no\ acoslumbramos.
l',: ¿ Sabe usted que los rusos van a colgarlo? R. (echándose a llorar): ¿Por qué ten-
,. uEmpleados." (N. del t.)
,lr lrrrr ,¡rrc lrrrct'¡lci? ¿Qué he hecho yo?
44 LA TRADICIóN ocurre cULPA oRGANTzADn 45

fuerte y la existencia básica de la familia sufría alguna amena- guo compañero de colegio al que no increpó, aunque sí se Ie
za. La única condición que puso fue que se le absolviera radi- quedó mirando. El observado dijo muy espontáneamente: tie-
calmente de la responsabilidad de sus actos. Aquel alemán me- nes que entenderlo, arrastraba cinco años de paro a mis espal-
dio que los nazis con toda su propaganda delirante no pudieron das. Podían hacer conmigo lo que quisieran.
conseguir durante años que matara por propia iniciativa a nin- Es verdad que este tipo moderno de ser humano que a falta
gún judío (a pesar de que estuviera bien claro que dicho asesi- de un nombre mejor hemos caracterizado con una palabraya
nato quedaría impune) es el mismo que hoy sirve sin protestar existente lSpiesser)- tenía en suelo alemán
-pequeñoburgués
una oportunidad especialmente buena para florecer y desarro-
a la maquinaria de la aniquilación. A diferencia de los primeros
efectivos de las SS y la Gestapo, la organización himmleriana llarse. Sería difícil encontrar un país occidental sobre cuya cul-
no cuenta ni con fanáticos ni con asesinos sexuales ni con sádi- tura hayan influido menos las virtudes clásicas de la vida públi-
cos; cuenta única y exclusivamente con la normalidad de la ca y no hay ninguno en el que la vida y la existencia privadas
gente de la índole del señor Heinrich Himmler. hayan desempeñado un papel más importante. Éste es un he-
Que no se requiere ningún carácter nacional especial para cho que, en tiempos de penuria nacional,los aiemanes siempre
que la nueva clase de funcionarios se ponga en funcionamien- han ocultado muy eficazmente, pero no cambiado. Detrás de la
to es algo que no necesita ni mencionarse después de las tristes fachada de las «virtudes nacionales» reafirmadas y propagadas
noticias que nos llegan de la presencia de letones, lituanos, po- el «amor a la patria», €l «árrojo alemánr, la "lealtad
-como
alemanar, etc.- se ocultan los vicios nacionales correlativos,
lacos e incluso judíos en Ia mortífera organización de Himm-
ler. Ninguno de ellos es por naturaleza un asesino o un delator éstos sí reales. Sería difícil encontrar otro lugar donde la me-
perverso. Ni siquiera es seguro que hubieran funcionado si lo dia de patriotismo sea inferior a la de precisamente Alemania,
único que hubiera estado en juego hubiera sido su propia vida donde detrás de la pretensión chovinista de "lealtad» y «arro-
y su propia existencia. Como ya no temían a Dios, como el ca- jo» se esconde una tendencia nefasta ala deslealtad y a la de-
rácter funcional de sus acciones les había arrebatado su con- nuncia oportunista.
ciencia, sólo se sentían responsables de su familia. La transfor- Pero el del pequeñoburgués es un fenómeno internacional y
mación del padre de familia (de miembro responsable de la haríamos bien en no caer en la tentación de confiar ciegamen-
sociedad interesado en 1os asuntos públicos a pequeñoburgués te en que sólo el pequeñoburgués alemán es capaz de semejantes
pendiente únicamente de su existencia privada e ignorante de Ia actos horribles. El pequeñoburgués es el hombre-masa moder-
virtud pública) es un fenómeno internacional moderno. Las cala- no visto no en sus exaltados momentos masa, sino en el seguro
midades de nuestro tiempo en el hambre y en el frío refugio (hoy más bien inseguro) de sus cuatro paredes. Ha lle-
-«pensad
riguroso de este valle donde atruenan los lamentos, (Brecht)- vado tan lejos la escisión de lo privado y 1o público, de la pro-
pueden convertirlo en cualquier momento en juguete de Ia lo- fesión y la familia, que no puede encontrar una conexión entre
cura y la crueldad. Cada vez que la sociedad deja sin medios ambos ni siquiera en su propia identidad personal. Si su profe-
de subsistencia al hombre pequeño, mata el funcionamiento sión lo fuerza a matar, no se tiene por un asesino porque no lo
normal y el autorrespeto normal del mismo y lo prepara para hace por gusto sino por profesionalidad. Llevado por la pasión,
aquella última etapa en la que estará dispuesto a asumir cual- no sería capaz de hacer daño ni a una mosca.
quier función, incluido el iob de verdugo. Al ser liberado de Un individuo de este novísimo género profesional hijo de
Btrchenwald, un judío reconoció entre los miembros de las SS nuestro tiempo seguramente se sentirá estafado si mañana al-
r¡uc le entregaban sus documentos de hombre libre a un anti- guien le pide responsabilidades. Pero si en el shock de la catás-
46 LA TRADICIÓu oculre cuLPA oRGANIzAD¡ 47

trofe llegara a adquirir conciencia de que en realidad no era por los pueblos. La vergüenza de ser un ser humano es 1a expre-
sólo un funcionario cualquiera sino un asesino, tampoco elegi- sión, aún totalmente individual y apolítica, de haberlo compren-
ría el camino de la rebelión sino el del suicidio (como muchos dido.
en Alemania, donde se suceden las olas de suicidios). Y eso Políticamente hablando, la idea de humanidad la que
tampoco nos ayudaría mucho. -de
no puede excluirse a ningún pueblo y dentro de Ia cual no pue-
de concederse el monopolio del vicio a nadie- es la única ga-
rantía de que no se sucedan las ..razas superiores» Que se crean
IV obligadas a seguir la ley natural del nderecho del más fuerte, y
a exterminar a las <<razas inferiores, inútiles parala vida, (has-
Desde hace muchos años hablo con alemanes que me dicen ta que al final de la népoca imperialista» nos movamos en una
que se avergüenzan de serlo. Siempre me he sentido tentada dirección en la que los nazis aparecerán como diletantes pre-
de contestarles que yo me avergüenzo de ser un ser humano. cursores de la política futura). Hacer una po1ítica no imperia-
La vergüenza fundamental que hoy comparte mucha gente de lista, tener una mentalidad no racista será día a día más difícil,
las nacionalidades más diversas, y que es lo único que nos ha pues cada día estará más claro que la humanidad es un peso
quedado del sentimiento de solidaridad de las internacionales, para el ser humano.
no ha sido por ahora, desde el punto de vista poiítico, produc- Quizás aquellos judíos, a cuyos padres hay que agradecer
tiva en absoluto. La exaitación de la humanidad de nuestros la idea de humanidad, sabían algo de este peso cuando con el
padres no sólo pasaba alegremente por alto la llamada «cues- oOwinu Malkenu chotonu lefonecho, (nPadre nuestro, rey nues-
tión nacional», sino que además incomparablemente tro, hemos pecado ante ti") cargaban cada año no sólo con los
-cosa
más grave- ni siquiera presentíala seriedad y el horror de Ia pecados habidos en la comunidad, sino con todas las faltas hu-
idea de humanidad y de la creencia judeo-cristiana en un ori- manas. Aquellos que hoy están dispuestos a seguir por ese ca-
gen único del género humano. Ya no fue muy agradable ente- mino de una forma moderna se horrorizan sin
rrar la engañosa esperanza en los "nobles salvajes, al descu- -seguramente
soltar el hondo suspiro farisaico del "Gracias-a-Dios-yo-no-
brir que los humanos también podían ser caníbales. Pero es soy-así»- de las insospechadas posibilidades del "carácter na-
que desde entonces los pueblos han ido conociéndose mejor y cional alemánr. A cambio, han acabado por comprender, con
dándose cuenta de las posibilidades que tiene el ser humano temor: y temblor, de qué es capaz el ser humano (y comprender-
de hacer el mal. En consecuencia, cada vez renuncian más lo es requisito del pensamiento político moderno) y es de supo-
asustados a la idea de humanidad y son más propensos a doc- ner llue no se prestarán demasiado a ser funcionarios de la ven-
trinas raciales que niegan por principio la posibilidad de la ganza. Al menos una cosa es segltra: cuando se trate de luchar
misma. Sienten instintivamente que la idea de humanidad, ad- sin temor, sin transigencias y en todas partes contra el mal in-
quiera forma religiosa o humanista, implica una obligación de menso que el ser humano es capaz de provocar, es en ellos y só-
responsabiiidad colectiva que no desean asumir, pues la idea lo en el1os tienen un miedo genuino de la necesaria res-
clc humanidad, depurada de cualquier sentimentalismo, tiene -que
ponsabilización del género humano- en quien se confiará.
unir ('onsecuencia política de mucho peso: que cada uno de no-
.,.,||oq. lt'n<ll'á que cargar de una manera u otra con la respon-
.,¡rl¡rlrrl;rrl rlc l«rcl«ls los crímenes perpetrados por seres huma-
¡¡rr,:, \' 1r,,, ¡rut'lrlos, con la de todas las atrocidades cometidas
LA TRADICIÓN OCULTA

OespRv¿cróN rxrcnr

Por lo que respecta a sus poetas en lengua no judía, el pue-


blo judío ha sido tan generoso como irreflexivo. Se los ha deja-
do quitar sin protestar y los ha donado a la apología de otros
pueblos, sin haber podido evitar con eilo que se cargara escru-
pulosamente en su cuenta ser el origen de falsificadores de che-
ques y comerciantes. Sin duda, los últimos intentos de reunir y
catalogar a todas las celebridades de origen judío imaginables
han sido útiles para los filosemitas o antisemitas profesionales,
pero en la historia del pueblo figuran más como fosas comunes
en las que enterrar a los olvidados que como monumentos eri-
gidos a aquellos a los que se recuerda y quiere.
Del efecto nivelador de tales catálogos jactanciosos, la histo-
ria de la literatura judía no ha salvado a nadie que no escribie-
ra en yiddish o hebreo. Ha dedicado el mínimo espacio posibre
a hombres que hicieron mucho por la dignidad espiritual de ra
nación, hombres cuyas realizaciones, rebasando ampliamente
el marco de su nacionalidad, representaron a las fuerzas espe-
cíficamente judías en el gran juego de fuerzas de Europa. Desde
que la historiografía judía, siguiendo estrictamente la política
de notables, pulverizó la historia del pueblo judío en crónicas de
países y monografías de ciudades, los grandes nombres han ido
cayendo en manos de ciertos oasimilados» que sólo los han utili-
zado en beneficio propio o de quién sabe qué dudosos argu-
mentos ideológicos.
De la desmembración del puebio judío (en realidad un úni-
co cuerpo) los peor parados fueron los que, viviendo en los
países de la emancipación, en vez de ceder a la tentación del
mimetismo estúpido o de la carrera de parvenu, intentaron to-
50 LA TRADICIÓN oculte LA TRADrcroN ocuLTA 51

empieza con salomon Maimon y termina con Franz Kafka, só-


marse el gozoso mensaje de la emancipación más en serio de lo cuatro conceptos esenciales del paria como figura popular
lo que nadie había pretendido nunca y ser -en su condición judía. Nos parece que entre el uschlemihl" y el «ssR6. d,el mun-
de judíos- seres humanos. Este «malentendido, puso en mar-
do de los sueños" de Heine, el oparia consciente, de Bernard
cha un proceso grandioso: que los judíos, a los que se les ne- Lazare, la representación grotesca del sospechoso de charlie
gaba la libertad política y el contacto directo con la población, se
chaplin y la recreación poética del destino de un ser humano
liberaran a sÍ mismos como seres humanos y como individuos que no es sino alguien de buena voluntad de Kafka existe una
particulares y así, oponiéndose apasionadamente a su entorno
relación plena de sentido que caract eriza a todos los conceptos
tanto judío como no judío, se acercaran por propia iniciativa, genuinos y todas las ideas esenciales, una vez que los alumbra
con la imaginación de la cabeza y el corazón, al pueblo. La la historia.
exaltación de la pasión y la imaginación que exigía esta meta
constituyó el auténtico caldo de cultivo de la genialidad judía,
que en Ia cumbre de su productividad corroboró el antiguo de-
I. Hprl«lctr HrrNE: Scnrpnuur y sL Spñon DEL MUNDo
recho del pueblo judío a ser una nación entre los pueblos occi-
DE Los supños
dentales.
Cualquiera que experimentara la ambigua libeftad de la eman-
En «p¡i¡Tessin Sabbat,, la primera de las Hebrciischen Me_
cipación y la aún más ambigua igualdad de ia asimilación tenía
lodien, Heine nos revela el trasfondo popular del que sale y del
clara conciencia de que el destino del pueblo judío en Europa que proceden sus canciones. A imitación de los viejos cuentos,
no sóio era el de un pueblo oprimido, sino también el de un Heine ve en su pueblo al príncipe convertido en un perro por
pueblo paria (Max Weber). La existencia política como pueblo
culpa del maleficio de una bruja. Los viernes por ra noche que-
se reflejaba en la condición socialmente paria, fuera de la so-
da exonerado de su existencia de perro durante un día y, libre
ciedad, de sus individuos. Por eso los poetas, escritores y artis-
de «pensamientos perrunos», el príncipe, hasta el día anterior
tas judíos crearon la figura dei paria, una nlleva idea del ser
hazmerreír de la calle, canta el gran carmen nupciar (Lecho
humano muy importante para la humanidad moderna. La in- Daudi Likras Kalle). Este canto solemne lo ha compuesto ex-
fluencia de esta figura en e1 mundo no judío contrasta grotes- presamente para é7 y para este fin su poeta, que
camente con el silenciamiento espiritual y político al que su -suertudo
él- escapa ala horrible transformación semanal en un perro
propio pueblo ha condenado a estos grandes judíos. Sin em-
con pensamientos de perro y lleva siempre la existencia del sa-
bargo, para el historiador que mire retrospectivamente forman
bat, para Heine la verdadera existencia positivamente judía.
una tradición, aunque sea oculta, basada no tanto en el cultivo
De los poetas nos enteramos de más cosas en la cuarta parte
consciente de la continuidad como en la persistencia y profun-
del canto a Jehuda ben Halevi. Su_ antepasado se llama: «Señor
dización durante más de un sigio de unas determinadas condi-
Schlemihl ben Zuri Schadday,, que, nrravez, en tiempos inme-
ciones, básicamente las mismas, a las que se ha respondido
moriales en cualquier caso- fue víctima de una
con un concepto, fundamentalmente el mismo, pero cada vez -bíblicos
confusión desdichada. Aunque inocente, fue asesinado porque
más extenso. Puede que la base sobre la que la figura del paria
estaba al lado de Simri, al que pinchas debía matar por culpa
se creó y se fue renovando con cada generación fuera reducida,
cle un amorío inoportuno con una cananea. pero no sólo el ino-
¡rcro precisamente entre los judíos asimilados era más grande cente-desgraciado schlemihl se ha convertido en un antepasa-
rl,' lr» r¡rrc podría suponerse por la historia judía oficial. En las
do sino también Pinchas. En todo caso:
lr.rt,urir.. (lu(' siguen queremos destacar, de una evolución que
52 LA TRADICIÓN oculte LA rRADrcróN ocurr¡ 53

Pues su venablo sigue su vuelo, Tan seguro es que las canciones de Heine sobre el pueblo de
Y lo oímos constantemente los judíos y sobre él mismo como rey de sus poetas nada tiene
silbar sobre nuestras cabezas' que ver con la imagen que los judíos excepcionales ricos
Y hiere los mejores corazones"' y cultos- suelen proyectar de sí mismos como que dichas -los can-
ciones, con todo su descaro alegre y despreocupado, son popu-
Desde hace miles de años ia historia no tiene «grandes ges- lares. El paria, que queda fuera de las jerarquÍas sociales y no
tas heroicas» que comunicar cuando nos transmite los nom- tiene la menor gana de integrarse en ellas, se vuelve con el co-
bres de sl-rs «mejores corazones». Nos basta con saber que cada razón confiado a lo que el pueblo y la sociedad ignoran, quie-
uno de sl|6s «fue un Schlemihlr. ren y disfrutan, aquello que les preocupa y divierte; se aleja de
La inocencia es el distintivo del árbol genealógico de los las dádivas del mundo y se solaza con los frutos de la Tierra.
Schlemihl y debido a ella al pueblo los poetas le nacen de esta Si la pura alegría de la existencia terrenal, tontamente mal in-
estirpe: los oseñores absolutos del mundo de los sueños". Sin terpretada como materialismo o ateísmo, tiene algo de pagano
ser héroes, disfrutan de la protección de uno de los grandes es sólo porque parece incompatible con la doctrina del pecado
dioses olímpicos: Apolo. El dios de los poetas y los artistas cui- original o la conciencia cristiana de cu1pa. Esa alegría «paga-
da a los schlemihl desde que una vez persiguió a la bella Daph- na» impregna totalmente el goce infantil y popular de la fábu-
ne y en vez de atraparla a ella atrapó una corona de laurel' la y da a la poesía heineana esa incomparable mezcla de cuen-
to de hadas y avatares humanos y cotidianos qr-le si bien es en
Sí, el excelso délfico es la balada donde alcanza su forma artística perfecta, presta a
un Schlemihl, Y el laurel las pequeñas canciones de amor sentimental su arrollador ca-
que corona tan orgullosamente las frentes rácter popular. Ni la crítica artística ni el odio a los judíos han
es la señal del Schlemihl. podido con esta popularidad emanada de la cercanía primor-
dial del paria al pueblo. Los nazis no pudieron suprimir oLore-
Desde aquel aco¡tecimiento divino, desde que el excelso déifi- ley, ds los cancioneros alemanes, aunque afirmasen que era cle
co tuvo que ponerse en Ia cabeza la corona schlemihl de la glo- autor,,desconocido".
ria,los tiempos han cambiado para peor. Heine nos cuenta lo que EI paria es tan inocente y tan puro, es tan poco lo que quie-
ha sido del dios griego de los poetas en su poema: "Der Apollo- re lograr en este mundo, que incluso la gloria el mundo
gott». Trata de la historia de una monja (lue, enamorada del gran
-que
regala de vez en cuando incluso a sus criaturas más extravia-
dios, sale a buscar a aquel que tan bellamente sabe tañer la lira y das- no es para é1 sino señal de su condición de Schlemihl. El
conmover los corazones. Después de un azaroso peregrinaje des- paria trae las ganas de broma y la risa a una humanidad que
cubre que su Apolo se llama en realidad Rabbi Faibusch (ia adap- quiere competir con un patrimonio divino-natural que ningún
tación judía de Febo) y es recitador de la sinagoga de Amsterdam. ser humano puede discutir a ningún otro (a no ser que lo ma-
:,
pero con esto no basta. En el pueblo más despreciado, Rabbi te). El sol que a todos ilumina es en la existencia de paria el ga-
i,
Faibusch ocupa Ia posición más despreciada. Su padre uhace cir- J
!
rante de Ia igualdad de todos aquellos que tienen una aparien-
i{
cuncisiones» y su madre comercia con pepinillos en vinagre y 3
áÉ
cia humana. Comparadas con «el sol, la música, los árboles,
pantalones usados. El hijo es un pillo que ronda por las ferias, di- * los niños" (todo lo que Rahel denominaba "la realidad verda-
ce bufonadas, canta al pueblo las melodías del rey David y tiene
§
dera, precisamente porque no tiene cabida en la realidad del
por musas a las prostitutas de la casa de citas de Amsterdam' mundo poiÍtico y social), las instituciones humanas resultan ri-
*
54 LA TRADICIÓN OCULTA LA TRADTcIó¡.I ocutt¿ 55

dículas. La inmensa incongruencia entre la naturaleza creada, de fuerte que la tradicional pasión judía por la justicia. Para
el cielo y la tierra, el ser humano (todo igual de bueno en su Heine, la libertad no tiene nada que ver con deshacerse de un
sublimidad) y las diferencias fabricadas socialmente con las que yugo más o menos merecido. El ser humano ha nacido libre y
el ser humano discute, por así decir, el poder de la natura\ezay con su servidumbre no hace sino venderse constantemente a sí
pretende copiar con sus chapuzas al creador tiene algo directa- mismo. Por eso, tanto en sus poemas políticos como en sus es-
mente cómico que salta a la vista. De repente todo se invierte y critos en prosa, su ira no sólo se dirige al tirano sino también
el paria ya no es el schiemihl, el despreciado por la sociedad, al pueblo que lo soporta. Esta libertad heineana brota de un
sino aquellos que viven en un orden jerárquico inamovible por- más allá del dominio y la servidumbre en el que el siervo y el
que han cambiado 1o que la naturaleza les había dado gene- opresor son igual de antinaturales y, por lo tanto, igual de có-
rosamente por el ídolo de las ventajas sociales" Eso es lo que micos. Por eso sus canciones están tan libres de amargura. Al
ocurre sobre todo con el paruenu, que ya per definitionem no ciudadano asfixiado por una realidad de la que al mismo tiem-
nace encajado en un orden jerárquico fijo y en cierto modo po es responsable, difícilmente puede exigírsele esta misma hi-
ineluctable, sino que tiene libertad de elección. Por eso tiene laridad, nacida de ia despreocupación del paria. Incluso Heine
que hacer un gran esfuerzo para insertarse en una estructura la pierde por completo cuando tiene que tratar con esa socie-
jerárquica torturante (con 1o que paga con doiorosa exactitud dad de la que su existencia de paria no le ha permitido desli-
el precio implacable que los demás tributan sin saberlo). Aho- garse del todo: los judíos ricos personificados en su propia fa-
ra bien, los poderosos del mundo humano también son Schle- milia.
mihl para el poeta que compara el poderío de los mismos con No cabe duda de que, en relación con la realidad poiítica, las
la sublimidad ciel sol que ilumina a todos, tanto al rey como al despreocupadas ganas de broma de Heine tienen algo de ensue-
mencligo que se sienta a su portal. Toda esta sabiduría nos es ño e irrealidad. No hay vida verdadera o siquiera posible que
bien conocida por las antiquísimas canciones de los pueblos corresponda a su más allá del dominio y Ia servidumbre. En es-
despreciados u oprimidos, cuya alegría es con frecuencia moti- te sentido el paria, sea un Schlemihl o el Señor del mundo de
vo de asombro. Mientras no seamos capaces de detener el cur- los sueñc¡s, siempre está fuera de la vida real y sólo la ataca des-
so del Sol, seguirán refugiándose en la naturaleza imponente, de fuera. La afinidad judÍa con el utopismo donde más se
manifestó fue precisamente en los países
-que
de la emancipación-
ante ia cual todo arte humano fracasa.
Las ganas de broma de Heine brotan de este desplazamien- da testimonio de la falta de base social en Ia que lo mejor del ju-
to de los acentos, de esta vehemente protesta natural del paria daísmo asimilado se veía en la obligación de vivir. Só1o la pro-
que no puede reconocer la realidad que la sociedad ha cons- ductividad poética, que transformaba 1a insustancialidad e irrea-
truido y 1e opone otra a su parecer más poderosa. De ahí tam- lidad de la existencia del paria en principio realmente activo de
bién la magnífica puntería de su befa. Heine nunca abandona un mundo artístico, salvó a Heine de dicho utopismo. Heine salió
este cimiento comprobable de realidad nattlral y por eso siem- adelante sin doctrinas y sin perder su gran entusiasmo por la li-
pre logra descubrir el punto débil del rival, el talón de Aquiles bertad porque quiso ser el espejo en el que se mirara el mundo
de la estupidez calculadora. político. Y si aún hoy pasa por ser de los críticos más perspica-
En la distancia natural del paria con respecto a toda obra ces de los acontecimientos políticos de su tiempo es porque no
lrulnana aprende Heine la esencia de la libertad. Fue el primer los miraba a través de las gafas de ninguna ideología (aunque lo
irrrlí«r perra el que la libertad significaba aigo más que la "iibe- viera todo desde más lejos y con más precisión, como a través
urcir!rr clc l¿r servidumbre, y para el que esta pasión era igual de las lentes de un telescopio). La "doctrina, de este nhijo ex-
56 LA TRADICIÓN ocurre r¿ rR¿»rcróN ocuLTA 57

traviado,, que después de nhaberse codeado durante mucho buyeron sobremanera al carácter popular y sencillo, humana-
tiempo con los hegelianos, incluso se declaró intrépidamente a mente puro, del arte de Heine.
favor de un dios personal, fue siempre: oDale al tambor y no Como escritor, Heine qrizá fue el único de los maestros ale-
sientas temoq y besa a la cantinera...». manes de la prosa que recibió realmente la herencia de Les-
Libre de temor y con un descaro divino, pues, Heine consi- sing, materializándose así, de la manera más sorprendente, esa
guió al final aquello que sus correligionarios -llenos de temor expectativa tan singular y característica del temprano movi-
y t"*blo¡ con disimulos y con ostentación arrogante, con li- miento de emancipación prusiano, a saber, que Ios judíos, una
sonjas y con fanfarronadas- se esforzaron en vano por conse- vez emancipados, serían no sólo seres humanos, sino seres hu-
guir. Heine es el único judÍo alemán que hubiera realmente po- manos más libres, más exentos de prejuicios y más humanos. La
dido decir de sí mismo que era alemán y judÍo, ambas cosas a absurda exageración de esta pretensión salta a Ia vista y su in-
la vez. Es el único ejemplo importante de asimilación exitosa sensatez política sólo es equiparable a la de los judíos que aún
que puede exhibir la historia entera de la asimilación. En cual- hoy siguen imaginándose que, por muchos que sean 1os pueblos
quier caso, sea porque descubrió a Febo Apolo en Rabbi Fai- que haya, todavía quedan seres humanos sin más, es decir, ju-
busch, sea porque con su poetización del derecho nacional ver- díos. Heine nunca se dejó engatusar por esta clase de «cosmo-
tió a la lengua alemana innumerables palabras judeo-hebraicas politasr, aunque sólo fuera por el mero hecho de que sin pue-
(a las que situó en un plano de igualdad), Heine puso en prác- blos no hay poetas y él no podía permitirse el lujo de ser un
tica, medio en serio medio en broma, aquello sobre lo que 1os poetastro. Se aferró a su pertenencia a un pueblo de parias y a
otros sólo parloteaban: una verdadera amalgama. Basta tener Schlemihl y por eso se cuenta entre los que lucharon en Europa
presente el miedo con el que los judíos asimilados evitaban las por la libertad sin claudicar (de los que precisamente en Ale-
palabras judías, la vehemencia con que insistían en no enten- mania ha habido pocos que 1o hicieran tan desesperadamente
derlas, para calibrar qué quería decir Heine al parodiar alegre- como él). Entre sus contemporáneos, Heine fue el poeta de ma-
mente: oschalet,,k bello destello de los dioses, hija del Elisio...,. yor carácter. Cuanto menos carácter tenía Ia sociedad judeo-
Con lo que no infligía ninguna grave ofensa a Schiller y asig- alemana más temor sentía ante la fuerza explosiva de sus poe-
naba a la comida celestial de la princesa Sabbat su lugar apro- mas. Fue este temor la causa de que quisieran destruirlo con la
piado junto al néctar y la ambrosía' calumnia de que le nfaltaba carácter». Entre los calumniadores
Mientras los portavoces de los judÍos de excepción apelaban también había abundantes literatos judíos que no deseaban se-
a Jesaja y Jeremías para atribuirse un utópico árbol geneaiógi- guir el «camino como alemán y judío, abierto por Heine, un
co de sublimidad extraordinaria (como, por ejempio, Hermann camino que con toda seguridad los hubiera llevado fuera de la
cohen en Alemania) o se envanecían de un poder especialmen- sociedad judeo-alemana, pues Heine se comportó, aunque sólo
te misterioso entre los poderosos de la tierra (como Benjamin fuera en tanto que poeta, como si con la emancipación el pue-
Disraeli en Inglaterra), Heine echó mano de 1o que Ie quedaba blo judío se liberara de verdad, como si no existiera en absolu-
más cerca, aquello que el pueblo tenía en el corazón y en la to aquella condición que regía la emancipación en toda Euro-
lengua tal cual, y le dio el brillo de la palabra poética, con lo p?, a saber, que los judíos sólo podían ser seres humanos si
que ie devolvió, haciendo un rodeo por la lengua alemana, su dejaban de ser judíos. Por eso pudo lo que en su siglo muy po-
dignidad europea. Precisamente las alusiones a 1o judío contri- cos seres humanos pudieron: hablar la lengua de un hombre li-
bre y cantar las canciones de un ser humano natural.
* nschalet, es el nombre de una comida judÍa del Sabbat. (N. del t.)

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*
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LA TRADICIÓ¡¡ OCUTTA 59
.58 LA TRADICIÓN OCULTA

comme pourriture qui nous empoisone.r)'* Había comprendi-


IL Br,nN¿Bo L¡zanp: EL PARIA coNSCIENTE
do que el paria no sólo sufría bajo el dominio de sus parvenus,
sino quq tarde o temprano se vería obligado a pagar la cuenta
Al concretar en Ia figura del schlemihl la afinidad primor-
entera: oJe ne veux plus avoir contre moi non seulement mes
dial del paria con la poesía -que también se mantiene fuera
propres riches qui m'exploitent et me vendent, mais encore les
de la socledad y de hecho siempre le es extraia-, Heine ratifi-
riches et les pauvres des autres peuples qui au nom de mes ri-
có en su época el derecho nacional del pueblo judío, al menos
ches me persécutent et me traquent».'f 'k Así descubrió la "doble
en el munáo de la cultura europea' Bernard Lazare' a quien la
servidumbre, de la que ya habÍa hablado Jost: depender de los
Francia de la época del caso Dreyfus descubrió que la cualidad
específica de 1a existencia del pueblo judío, inten- poderes hostiles del entorno y depender de los propios "her-
de paria
^hacerera
realiáad dicho derecho en el mundo de la política manos acaudalad6s" (ambos incomprensiblemente aliados). Si

Lazare fue el primer judío que comprendió la conexión entre es-
europea. con el concepto del oparia consciente» -Qüe definía
tos dos poderes igualmente hostiles al paria, es porque, formado
ia siluación de los judíos emancipados contraponiéndola a la
en la gran tradición política francesa, sabía que todo dominio ex-
existencia inconsciente de paria de las masas judías no eman-
cipadas del Este-, el judío como tal debía convertirse en un
tranjero se atrae de entre el pueblo oprimido a una casta de se-
cuaces a los que recompensa con priviiegios. Por eso también
rebelde, en representante de un pueblo oprimido que asocia su
lucha por ia libertad con la lucha por la libertad nacional y so- entendió cuán importante era para los judíos ricos apoyarse en
los judíos pobres o, en caso de necesidad, distanciarse de ellos.
cial de todos 1os pueblos oprimidos de Europa'
En el intento heroico de dilucidar políticamente la cuestión El paria se convierte en rebelde en el momento en que entra
judía, Lazare descubrió circunstancias específicamente judías en la escena de la política. Por eso Lazare quería que el judío
(sin menoscabar se odefendiese como paria..., pues cada criatura tiene el deber
irr. u Heine le habÍan pasado inadvertidas de resistir a la opresión,. Exigía nada más ni nada menos que
po. ello la grandeza de su obra). si Heine exclamaba: "¡oué des-
protegida está Israel! Falsos amigos custodian sus puertas, desde el paria abandonara los privilegios del Schlemihl, se deshiciera
á".,rri y desde fuera la custodian la insens atez y el temor, (,8/ del mundo de los cuentos de hadas y de los poetas, renunciase
rabino de Bacharach), Lazare investigó |a conexión política en- a la protección de la naturaleza e interviniera en el mundo de
tre insensatez iudíay falsedad no judía' Descubrió que la base los seres humanos. En otras palabras, que se sintiese responsa-
de la insensatez era la ideoiogía de la asimilación -esa doc' ble de Io que la sociedad había hecho de él y dejara de refu-
trine bátarde-, que acaba por «recommander aux juifs d'a- giarse en las carcajadas divinas y la sublime superioridad de la
bandonner toutes leurs caractéristiques individuelles et mora- pureza humana. Entonces, aunque históricamente hablando el
Ies et de ne se distinguer que par un signe physique destiné á paria judío fuera producto de un dominio injusto sobre la tie-
les désigner á la haine des autres confessions».'k Quería llevar ¡¡¿ le peuple comme.vous l'avez fait, Chrétiens, et
-oVoyez
vous, Princes des Juifs" (Le Fumier de Job)-,'"*" políticamente
al judío paria a una lucha política contra el judío pan)enLt '
urrt qr. sólo fuera para protegerlo de compartir el destino de
éste, que sólo podía llevarlo a la ruina. ("Il nous faut les rejeter o ..Es necesario que Ios rechacemos como porquería que nos envenena.» (N. del t.)
**- «No quiero tener en mi contra además de mis propios ricos, que me explotan
y me venden, a los ricos y los pobres de otros puebios, que en nombre de mis ricos me
persiguen y acosan.» (N. del t-)
" u Rccomendar a 10s judíos que abandonen todas sus característicasalindividuales
odio de las **" «Ved al pueblo tal como lo habéis hecho, cristianos, y vosotros, príncipes de
1 rrr,,r ;rlr.s v rr() se distingá más que por una señal física que los destina
,1,'r¡r,r'.,, rn l('\i()rt('s.» (N. del t.) los judÍos., (N. del t.)
60 LA TRADICIón oculre LA TRADICIÓ¡¡ OCUIT¡ 61

hablando todo paria que no fuera un rebelde se corresponsabi- queriendo liberar al paria de su existencia de Schlemihl y ha-
Iizaria de su propia opresión y deshonraría lo que de huma- cerlo entrar en la escena de la po1ítica, tropezó con el parásito.
no hay en é1. Para esta deshonra no hay salvación posible ni en Ahora bien, si como parásito el paria pierde su dignidad no es
el arte ni en la naturaleza, pues el ser humano no es só}o una porque el parásito sea pobre o ni siquiera porque mendigue si-
criatura de la naturaleza o de Dios: es responsable esté donde no porque mendiga a aquellos contra los que debería luchar y
esté de io que hagan los seres humanos en el mundo creado porque mide su polrreza con el baremo de 1os que son sus cul-
por ellos. pables. Como parásito, el paria se convierte en uno de los so-
Visto superficialmente podrÍa parecer como si Lazare hu- portes de la sociedad sin que 1o admitan en ella. Igual que no
biera sucumbido a la resistencia orgánica de los judíos excep- puede vivir sin benefactores, éstos no pueden vivir sin é1. Me-
cionales, los judíos ricos, notables y filántropos cuyas aspira- diante la caridad organizad a los parvenus del pueblo judío no
ciones de dominio había ofendido y cuya ambición económica sólo consiguen el poder sino también establecer los valores de
había osado denunciar. De ser así, su fracaso habría significado todo el pueblo. El parenu, que teme secretamente volver a con-
e] comienzo de una tradición que, a pesar de su temprana vertirse en paria, y el paria, que espera poder aún ilegar apar-
muerte (1902) y trascendiéndola, habría determinado, si no el venLt, están de acuerdo y tienen razón de sentirse unidos. De
destino, sí al menos la voluntad del pueblo. Que éste no sería Bernard Lazare, el único que intentó hacer una nueva catego-
el caso, lo sabía el mismo Lazare perfectamente, que además ría política del hecho elemental de la existencia política del
más grave para él- detectó cuáles eran los motivos de la puebio, ni siquiera ha quedado el recuerdo.
-cosa
inutilidad de su intento. Lo decisivo no era el comportamiento
de los parvenus, no era la existencia de una casta de señores
que por mucho que quisieran parecer otra cosa eran exacta- III. Csanlrr, Cn¿pttN: EL sosPEcHoso
mente iguales a las castas de los otros pueblos. Incomparable-
mente peor, y decisivo para el fracaso del intento de Lazare, fue Lo mismo que ha llevado al pueblo judío al resultado desas-
el comportamiento del paria que se resistía abiertamente a ser troso de la completa insensatez política y de una unidad y una
un rebelde y encima prefería o bien el papel del nRévolution- solidaridad como pueblo que son una burla de todas las circuns-
naire dans la société des autres et non dans la sienne, (Le Fu- tancias modernas, ha producido en la modernidad algo asom-
mier de Job¡'r o bien volverse un parásito que, desmoralizado, se brosamente bello y singular: las películas de Charlie Chaplin. En
deja llevar por los parvenus convertidos en benefactores (como ellas, el pueblo más impopular del mundo ha creado la figura
en Ia imagen que usaba Lazare de la plebe romana, que dejó más popular de la época, cuyo carácter popular no consiste en
que los patricios ie compraran sus derechos y deberes a cambio la transposición a nuestro tiempo de antiquísimas y alegres
de meras propinas). En ambas formas, como revolucionario en bufonadas sino más bien en la restauración de una cualidad
la sociedad de los otros o como parásito en ia propia (viviendo que ya casi se creía muerta después de un siglo de luchas de
de las migajas e ideales de sus benefactores), el paria seguía de- clase y de intereses: el encanto irresistible del pequeño hombre
pendiendo de7 paruenu, protegiéndolo y bajo su protección. del pueblo" Ya en sus primeras películas, Chaplin nos presenta
Lazare no sucumbió a la hostilidad de los «princes des Juifs", a este pequeño hombre chocando siempre inevitabiemente con
por encarnizadamente que lo persiguieran, sino al hecho de que, los defensores de la ley y el orden, los representantes de la so-
ciedad. Sin duda también es un Schlemihl, pero ya no es un prÍn-
'' " I{cvolucionario en la sociedad de los otros y no en la suya., (N. del t.) cipe encantado en un país de fábula, y de la protección olímpi-
62 LA TRADICIÓN OCULTA LA TRADICIóIt ocum,q

ca de Apolo apenas le queda nada. Chaplin se mueve en un tamerrte independientes el uno del otro: pertenecen, como quien
mundo exagerado grotescamente pero real, de cuya hostilidad dice, a mundos diferentes que nunca van al unísono. AI sospe-
no lo protegen ni la naturaleza ni el arte, sino sólo las artima- choso lo pillan siempre por cosas que no ha hecho pero tam-
ñas que ingenia y, a veces, la inesperada bondad y humanidad bién, como la sociedad lo ha desacostumbrado a ver la relación
de alguien que pasa casualmente. entre el delito y el castigo, puede permitirse muchas más cosas,
A ojos de la sociedad, Chaplin es siempre y fundamentalmen- puede deslizarse entre las redes de leyes que con su espesor
te sospechoso, tan sospechoso que la extraordinaria variedad de atraparÍan a cualquier mortal normal. La inocencia del sospe-
sus conflictos se caracteriza por tener un elemento común: na- choso, que Chaplin siempre plasma en la pantalla, no es un ras-
die, ni siquiera el implicado, se pregunta por lo justo y lo injus- go de carácter, como ocurría en Heine, sino expresión de la pe-
to. Mucho antes de que el sospechoso se convirtiera en el verda- ligrosa tensión que siempre supone aplicar las leyes generales a
dero símbolo del paria en la figura del oapátridar, mucho antes las fechorías individuales, una tensión que bien podría ser tema
de que seres humanos reales necesitaran miles de artimañas pro- de una tragedia. Si, en cambio, esta tensión en sí misma trágica
pias y la bondad ocasional de alguien para simplemente mante- puede resultar cómica en la figura del sospechoso es porque sus
nerse con vida, Chaplin ya presentaba, aleccionado por las expe- hechos y fechorÍas no tienen ninguna relación con el castigo
riencias de su infancia, el secular miedo judío ante los poiicías que le sobreviene. Tiene que sufrir por mucho más de 1o que ha
de un entorno hostil- y ia secular sabiduría hecho porque es sospechoso, pero como está fuera de la socie-
-personificación
judía, que en determinadas circunstancias permitió a la astu- dad y acostumbrado a llevar una vida que Ia sociedad no contro-
cia humana de David acabar con la fuerza bestial de Goliat. la, muchos de sus pecados también pueden pasar desaperéibidos.
Resultó que el paria, que está fuera de la sociedad y es un sos- De esta situación, en que el sospechoso siempre se encuentra,
pechoso para todo el mundo, se ganó la simpatía del pueblo, nacen ala vez el miedo y el descaro: miedo de la ley, porque és-
que evidentemente reencontraba en él ese elemento de huma- ta es como una violencia de la naturaleza, independiente de lo
nidad al que la sociedad no hace justicia. Cuando el pueblo se que uno hace o deja de hacer; descaro disimulado-irónico ante
ríe de la arrolladora rapidez con que chaplin confirma lo del los representantes de dicha ley, porque uno ha aprendido a pro-
amor a primera vista, da discretamente a entender que en su tegerse de ella como se protege uno de los chaparrones (en agu-
sentir este ideal del amor sigue siendo amor (aunque difícir- jeros, resquicios, grietas, que se encuentran con tanta más fa-
mente se le permite ya revalidarlo). cilidad cuanto más pequeño se hace uno). Es el mismo descaro
Lo que une las figuras del sospechoso y el Schlemihl de Hei- que también nos cautiva de Heine, pero ya no despreocupado
ne es la inocencia. Aquello que resultarÍa insoportable y falto de sino inquieto y preocupado, ya no el descaro divino del poeta
credibilidad en argumentaciones sutiles, alardear de sufrir per- que se sabe fuera de la sociedad y superior a ella porque tiene
secuciones inmerecidas, se convierte en la figura de chaplin en un pacto secreto con las fuerzas divinas del mundo, sino el des-
algo entrañable y convincente, pues no se expresa en un com- caro asustado que tan bien conocemos por innumerables histo-
portamiento virtuoso, sino, al contrario, en miles de pequeños rias populares judías, el descaro del judío pobre y pequeño que
fallos e innumerables conflictos con la ]ey. En estos conflictos no reconoce las reglas del mundo porque no es capaz de divisar
se evidencia no solamente que el delito y el castigo son incon- en ellas por sí mismo ni orden ni justicia.
mensurables, que desde la perspectiva humana el castigo más En este judío pequeño, inventivo y abandonado del que to-
duro puede seguir al delito más insignificante, sino sobre todo dos sospechan se vio reflejado el hombre pequeño de todos los
que castigo y delito son, al menos para el sospechoso, comple- países. Al fin y al cabo también éste habÍa estado siempre obli-
*

64 LA TRADICIÓN OCUITA la rn¡.»lclóN ocuLTA 65


r
gado a esquivar una ley que en su sublime llaneza nprohíbe a novelas kafkianas son abstractos, característica que en sus
pobres y a ricos dormir bajo los puentes y robar pan" (Anato- obras de juventud queda subrayada por el hecho de que estas
le France). En el pequeño Schlemihl judío veía a su igual, veía personas sin atributos se dedican permanentemente a algo a lo
grotescamente exagerada la figura que él mismo era un poco que, aparte de ellos, no se dedica nadie: a reflexionar. En Ia na-
(como bien sabía). Y así pudo reírse inofensivamente de él mis- rrativa de Kafka siempre se reconoce al héroe porque éste quie-
mo, de sus desventuras y sus remedios cómico-astutos; hasta re saber «qué es propiamente lo que pasa con las cosas que se
que tuvo que enfrentarse a la extrema desesperación del desem- derriten a mi alrededor como Ia nieve mientras para los demás
pleo, a un "destino» frente al que todos los ingeniosos trucos un vasito de aguardiente ya es firme como un monumento».
individuales fracasaban. A partir de ese momento la populari- Descripción de una lucha trata de una manera muy general
dad de Chaplin se hundió rápidamente, ya no por el antisemi- de cómo se agrupa la gente en sociedad y constata que en el in-
tismo creciente sino porque su humanidad elemental ya no te- terior de un marco únicamente social el efecto de las buenas
nía vigencia, porque la elemental liberación humana ya no relaciones, o incluso amistosas, es muy perturbador. La sociedad
ayudaba a vivir. El hombre pequeño había decidido transfor- se compone de oabsolutos nadiesr: nNo he hecho nada malo
marse en un «gran hombrer. a nadie, nadie me ha hecho nada malo, nadie quiere ayudar-
EI preferido del pueblo ya no era Chaplin, sino Superman. me, nadie en absolutor. Pero a pesar de ello, aquel a quien la
Cuando Chaplin intentó en El gran dictador hacer el papel del sociedad envía a paseo, como es el caso del paria, no puede de-
Superman monstruoso-bestial, cuando contrapuso en un doble cir que haya tenido suerte, pues la sociedad pretende «ser real»
papel al pequeño y al gran hombre, cuando al final se arrancó y quiere nhacerle creer que él es irrealr, que es nadie.
la máscara e hizo emerger del pequeño hombre al Chaplin ser En ei conflicto entre sociedad y paria no se trata sólo de pre-
humano real para mostrar al mundo con una seriedad deses- guntar si la una se ha comportado justa o injustamente con el
perada la sencilla sabidurÍa del hombre pequeño y hacerla otra otro, sino de si al exciuido de la sociedad o al que se opone a
vez deseable, apenas le entendió nadie (a é1, que habÍa sido el ella aún le corresponde alguna clase de reaiidad. Pues la mayor
preferido de todo el mundo habitado). herida que la sociedad ha causado desde siempre al paria que
para ella es el judío ha sido dejar que éste dudase y desespera-
se de su propia realidad, hacerlo aparecer a sus propios ojos
IV. FnaNz Kepra: EL HoMBRE DE BUENA voLUNTAD con el sello de ese «nadie» elre era para la buena sociedad.
En este conflicto que se extiende a lo largo de más de un si-
EI Schlemihl de Heine y el paria consciente de Lazare son glo, Kafka es el primero que ya al comienzo de su producción
de concepción judÍa, e incluso al sospechoso de Chaplin se le da un giro al asunto y hace constar que la sociedad se compone
nota clarísimamente su origen judío. La cosa cambia cuando de oabsolutos nadies [...] en f¡¿s,..En cierto sentido tuvo la suer-
nos encontramos Ia figura del paria en su versión más reciente te de haber nacido en un tiempo en el que ya era obvio que los
y de momento última: en la obra de Kafka, donde aparece dos fracs vestí¿¡ ¿ «nadiesr. Quince años después, Marcel Proust
veces (una, en su primer relato, Descripción de una lucha, y hablaba en El tiempo recobrado de la sociedad francesa como
otra, en su última novela, El castillo). En El castillo K. no viene un baile de máscaras en el que tras cada máscara reía sarcásti-
de ninguna parte y nunca se habla de su vida anterior. No puede camente la muerte.
5s¡ ojudío» poreue, al igual que todos los héroes kafkianos, no Para escapar a la arnerraza fundamental de su conciencia de
posee atributos caracterológicos propios. Los personajes de las realidad, los parias del siglo xx descubrieron dos salidas sal-
s

66 LA TRADICIóN ocurre LA TRADrcróN ocurr.q 67


vadoras que a Kafka ya no le sirvieron. La primera conducÍa a no les hace bien que «se reflexione sobre ellas: [pierden] ánimo
una sociedad de parias que estaban al mismo nivel y que pen- y saludr, esto es, significado real y vivo.
saban 1o mismo de su oposición a la sociedad. En este suelo lo Lo que distingue específicamente a Kafka en nuestra serie
único que germinó fue una bohemia ajena a la realidad. La se- de parias es una nueva y agresiva forma de reflexión. Sin nin-
gunda salida salvadora eligieron muchos de ios judíos guna clase de arrogancia, sin la superioridad majestuoso-iróni-
-que
aislados y solitarios de la asimilación- conducía ala realidad ca del "Señor del mundo de los sueños» (Heine), sin la astucia
imponente de la naturaleza, del Sol que a todos ilumina, y al- inocente del hombrecillo siempre apurado (Chaplin), los héroes
gunas veces al territorio del arte en forma de una cultura y de de Kafka se enfrentan ala sociedad con una agresión conscien-
un gusto artísticos muy elevados. Naturaleza y arte son ámbi- te y deliberada. Por otra parte, a los personajes de Kafka les
tos que se sustrajeron durante mucho tiempo a las intromisio- faltan las tradicionales cualidades del paria judío, a saber, la
nes sociales o políticas y se consideraron intocables: en ellos el conmovedora inocencia y el carácter cómico del Schiemihl. En
paria pudo considerarse durante mucho tiempo invulnerable. El castillo, en la novela que uno casi diría dedicada al proble-
Las ciudades, bellamente construidas y santificadas por la tra- ma judío, cadavez queda más claro que el agrimensor K., ve-
dición, ofrecían al fin sus edificios y plazas a todo el mundo, nido de fuera, es un judío, no porque detente ninguna de las
pues pervivÍan en el presente provenientes de un tiempo pasa- caracterÍsticas típicamente judías, sino porque cae en determi-
do y precisamente por eso mantenían un ámbito público del nadas situaciones y ambigüedades típicas. K. es un extraño que
que nadie quedaba excluido. Al fin los palacios construidos por nadie puede clasificar porque no pertenece ni a1 pueblo ni al
los reyes para ia alta sociedad abrían sus puertas a todo el mun- gobierno. (nNo es usted del castillo, no es usted del lugaa no es
do; al fin las catedrales construidas para los cristianos dejaban usted nada.,) Su llegada tiene algo que ver con el gobierno, na-
entrar también a los no creyentes. Como parte de ese ntodo el turalmente, pero un derecho legítimo a quedarse no 1o tiene. A
mundo, que la sociedad dominante llamaba «nadi€», el paria, ojos de las autoridades burocráticas menores su existencia só-
el judío, tenían acceso a todas las pasadas magnificencias de lo es una casualidad burocrática y su entera existencia ciuda-
Europa (a cuya belleza demostraban muchas veces tener los dana corre el peligro de transcurrir entre ocolumnas de actas,
ojos más abiertos que sus conciudadanos, escrupulosamente que, a Su vez, «Se levantan y Se derrumbanr.i Continuamente
protegidos por la sociedad y el presente). se le echa en cara ser superfluo, «s6[¡¿nte y estar de paso en
Kafka en este relato fue el primero en atacar tanto la natu- todas partes», que al ser un extraño tiene que conformarse con
raleza como el arte, calificándolos de refugio de los expulsados dádivas y que sólo se le tolera por misericordia.
de la sociedad. A su conciencia moderna de la realidad ya no Ie El mismo K. opina que Io más importante para él es llegar a
bastaban el cielo y la tier-ra, cuya superioridad sólo durará mien- ser nindistinguible" y que
tras «os deje en pdzr,, ytambién discutió que el mundo en el "todo depende de que eso ocurra muy
deprisar. Pero enseguida dice que el gobierno no deja de poner-
que todos nos movemos cotidianamente fuera un legado de los
muertos santificado por la belleza. (oYa hace mucho que tú,
cielo, eras real; y t:ú,plaza, nunca has existido realmente.r) A sus l. Cuando apareció la novela, las descripciones kafkianas de Ia burocracia austro-
húngara se consideraron una exageración «surreal,. Sin embargo, puede darse crédito
ojos, la belleza del arte y de la naturaleza también era un pro- a los conocimientos de Kafka sobre el tema, ya que profesionalmente se ocupaba sobre
clucto social, ya que la sociedad, desde tiempo inmemorial, po- todo de la lucha de los trabajadores por sus garantÍas y, extraprofesionalmente, de los
rría dichos refugios como consuelo convencional a disposición permisos de residencia de sus amigos judíos del Este. En cualquier caso, al lector de
hoy tales descripciones le resultan, antes que demasiado fantásticas, demasiado natu-
rkr acllcllc¡s cuya igualdad no reconocía. Por eso a tales cosas ralistas.
fi

ocurra
LA TRADICIóN ocurr.q 69
68 LA TRADICIÓN

ni siquiera conside- un ser humano cuyo comportamiento resulta nuevo y extensi-


le obstáculos para impedírselo' Ei gobierno ble más allá del horizonte de la problemática puramente judía.
podríamos de-
ra que 1o que I(. quiere (la completa asimilación' K., que quiere ser indistinguible, sólo está interesado por lo más
.iri."u rn r..dud-ero propósito' En una carta delunocastillo» se
trabajador universal, por aquello que es común a todos los seres humanos.
Ie d.ice a K. que tiene que decidir 5i
«quiere ser
distinga sólo se- Su voluntad se aplica sólo a aquelio a lo que todos los seres hu-
,rinculado al castillo (un vínculo que aunque 1o
situación laboral manos tienen derecho de manera natural. Si se le quisiera des-
rá aparente) o bien ,, upu'"tte lugareño cuya cribir, difícilmente podría decirse nada excepto que es un hom-
d".idu,enrealidadloscomunicadosdeBarnabas[elmensaje- bre de buena voluntad, pues nunca exige más derecho que el
ro del castillol,. que corresponde a todo ser humano y tiende a no conformarse
mejor la pro-
En ninguna imagen se hubiera podido expresar nunca con menos. Toda su ambición se dirige a tener nun hoga¡
blemáticaenterad-el¡,daismoasimiladorqueenestaaiterna- una posición, un verdadero trabajo", a casarse y «ser miembro
pertenecer en
tiva: o pertenecer al pueblo sólo en apariencia y de la comunidad,. Como es un extraño y no dispone de estas ob-
protección gu-
realidaá al gobierno o renunciar totalmente a la viedades de la vida, no puede permitirse el lujo de la ambición.
judaísmo oficial ha-
bernamental e intentarlo con el pueblo' El Tiene que luchar él solo, al menos eso dice al comienzo dela
bíatomadopartidoporelgobiernoySusrepresentanteshabían novela, por lo mÍnimo, sus derechos humanos, como si ence-
nos cuenta en
sido siempre olugareños sólo aparentes»' Kafka rraran una exigencia excesivamente atrevida. Y puesto que no
judíos que optaron
esta novela cómo les fueron las cosas a los quiere sino los derechos humanos mínimos, no puede dejar
que
por el segundo camino, el de Ia buena voluntad' a aquellos que hubiera sido mucho más oportuno- que se le concedan sus
-lo
(cuyo drama
,e tomu.á., realmente en serio lo de la asimilación exigencias como «una limosna del castillor, sino insistir en ellas
ju-
real no desfiguración- nos describe)' Por é1 habla el como «su derecho".
-que
dío que no quiere Jiro ,"' derechos como ser humano:
hogar'
si sólo Tan pronto los habitantes de la población se enteran de que
trabájo, familia, ciudadanía' Kafka 1o describe como el extraño llegado casualmenÍe goza de la protección del casti-
judío' como
hubiera uno en el mundo, como si fuera el único llo, su despectiva indiferencia inicial se transforma en una hos-
atina con toda
si estuviera realmente sólo' Y en eso también tilidad respetuosa y en e1 deseo de que se vaya al castillo lo
exactitud en Ia realidad humana concreta' en ia problemática más rápidamente posible: con señores de tanta categoría, me-
Io de
humana concreta, pues si un judío se tomaba en serio jor no tener nada que ver. Pero cuando K. rechaza esta posibi-
«ser indistinguible', tenía que comportarse como si
sólo estu-
lidad argumentando que quiere ser libre y declara que prefiere
vieraél,teníaqueaislarseradicalmentedetodossusiguales' ser un sencilio trabajador del lugar a un protegido del castillo
todo el
El K. de la novála de Kafka sólo hace 1o que al parecer (un uhabitante sólo aparente del lugarr), el comportamiento de
no hace sino co-
mundo exigía de los judíos' Su aislamiento los lugareños se convierte en una mezcla de desprecio y miedo
po-
rresponde. u tu afirmación reiterada de que Ia asimilación que a partir de ese momento acompañará todos los esfuerzos
dría.lograrsesinmássilosjudíosestuvieranaislados,sinose de K. Así pues, lo que les despierta inquietud no es tanto el he-
en situacio-
reuniesen en camarilias. Kafka pone a sus héroes cho de que el extraño Io sea como su propósito tan especial de
nestanhipotéticamenteidealescomolasdescritasparaplan. negarse a aceptar nlimosnasr. Los intentos de los lugareños
tear el experimento en estado puro' de hacerle ver su nignorancia», stl desconocimiento de la situa-
P¿rralapurezadelexperimentodelaasimilaciónhabíasido ju- ción, son incansables. Intentan transmitirle la experiencia del
t¡rr¡rlrión necesario renunciar a todos los llamados atributos mundo y de la vida que es muy evidente que él carece-
rll,,r l'r'r', irl renunciar a ellos Kafka nos muestra la imagen de -del
r-e tnanlclóN ocuLTA 71
70 I-A TRADICIÓN OCUI"TA

entre los lugareños y los tener trabajo, ser útil, fundar un hogar, ser miembro de una co-
contándole todos los sucesos acaecidos munidad, no depende de ser oindistinguible". Es evidente que
cuenta K'' para su creciente
habitantes del castillo' Y así se da lo que él quiere, la normalidad, se ha convertido en algo excep-
:;;", de que to t1*pt"-enteconsideraba humano' los derechos huma-
tan obvio para los cional que los seres humanos ni siquiera pueden conseguir de
nos,1a normalidad,-;;¿ lo que una manera sencilla y natural. Todo lo que de una manera na-
d.emás no existe en absoluto' tural y normal está encomendado al ser humano, en el sistema
En su esfuerzo pá' t"t indistinguible'
K' se entera de que la
cadena de historias horribles del lugar le es arrebatado a traición y presentado como venido
vida de los lugareRts es una única de fuera (o, en el sentido de Kafka, de oarribar), como destino,
Ahí está la historia de
que destruyen toda naturalidad humana' regalo o maldición: en cualquier caso como un suceso impene-
tenido el breve honor
la mesonera, ![ue;; t; juventud había trable que puede contarse pero no entenderse, ya que en sÍ mis-
del castillo y nunca ha
de ser la amante a" t"'ot át lo' empleados mo nadie ha hecho nada. El propósito de K., lejos de ser banal
podido olvidar posición (con lo que su matrimonio'
".o "t"t'u¿apatrana)' Ahí está la propia novia de y obvio es, dada la relación entre pueblo y castillo, verdadera-
por 1o tanto, ,"'u-p"'a mente extraordinario y escandaloso. Mientras el lugar esté bajo
", mismo pero estando a pesar
K., a la que habiéndol" "t"dido lo el dominio de los habitantes del castillo, 1o que suceda en él se-
de ello realmente enamorada de
K'' no soporta una- vida senci-
con la ayuda de rá cosa sólo del destino y no habrá sitio en él para un ser hu-
Ila a largo p?azo, 'i' ."tutiones elevadas'' Y mano que, lleno de buena voluntad, quiera decidir su propia vi-
dos empleuao, a" fáca monta del
castiilo rechaza a K' Y, sobre
historia de la familia da. A los lugareños, la simple pregunta por lo justo y lo injusto
todo, ahí está fu "iug'ifica e inquietante les parece un argumento respondón que no valora debidamente
pesa una umaldición» ] por
Barnabas, sobre t"y"o' miembros la nmagnitud, de los acontecimientos ni la magnitud del poder
en su propio pueblo (donde
eso tienen que vivir c orno outralus,r del castillo. Y cuando K., indignado, dice despreciativamente
se sienten como lepro-
los tratan como t"pto'o' y ellos mismos «¡Así son, pues, los funcionarios!, para expresar su desilusión,
sos). La terrible i"t;tttít d9 la
famiiia es culpa de una hiia
obscenas y desvergonza' el pueblo entero se agita, como si se le despojara de un secreto
glrapa que osó ,e.hul'urlas solicitudes sublime, el contenido más auténtico de su vida.
das de ,r, pod".o'o "-pftudo d"el
castillo: oAsí cayó la maldi-
dominados hasta en K., una vez perdida la inocencia del paria, no abandona la
ción sobre nuest;; famiiia'' Los lugareños' lucha. No es que se ponga a impulsar un nuevo orden revolu-
los detalles más i"ti*o, por el
gobierno y sus empleados, escla-
por aquellos que cionario del mundo, como el héroe de Ia última novela de Kaf-
vizados hasta el último de sus pensamientos ka, América, ni a soñar con un «teatro de la naturaleza, en el
hace mucho tiempo cuál
tienen poder, h"" ;;;prendido desde que cada uno tuviera sitio segÍrn sus capacidades y su volun-
es, justa o injustamentl, su
udestino'' un destino que nada pue-
el que se tad. Al parecer, K. es de la opinión de que ya se ganaría mucho
de cambia.. Uo responsable de una carta obscena
"' "t la que queda deshonrada con que un ser humano, aunque sólo fuera uno, pudiera vivir
pone en evidencia sino iu destinataria como un ser humano. Él se queda en el pueblo e intenta, a pe-
es' pues' lo que los lugareños
a pesar de su total inocencia' Esto sar de todo, apañárselas en las circunstancias con que se en-
parece injusto y mons-
denomina¡ 5tr od'estino'' A K'' «eSo Ie cuentra. Por un breve momento vuelve a brillar ante él la vieja
en el lugar"'
truoso, opinión completamente única y majestuosa libertad del paria, del Schlemihl, del Señor del
EstahistoriafulminalaignoranciadeK.Apartirdeesemo. mundo de los sueños, pero en comparación con su propósito
mento ve claro t" propásito de hacer realidad lo humano'
;;; enseguida le parece que no hay n¡¿d¿ más absurdo, nada más
desesperado que esta libertad, esta espera, esta invulnerabili-
,.lrrrr,r rilrr'; (N.,/¿/¡.)
"
r

72 LA TRADTcIóN ocurra LA TRADrcróN ocurra 73

dad,' La libertad del paria es absurda porque no tiene propósi- na nunca puede estar en la excepción, ni siquiera en la excep-
to, porque no tiene en cuenta la voluntad del ser humano de ción del perseguido, sino sólo en lo que es o debería ser la re-
fundar algo en este mundo, aunque sólo sea la propia existen- gla. De esta conclusión surge la inclinación de Kafka al sionis-
cia. Por eso se somete ai profesor tiránico, acepta el «puesto mo. Se hizo seguidor del movimiento que quería liquidar la
miserable, de bedel de la escuela, se esfuerza arduamente por posición excepcional del pueblo judÍo para convertirlo en un
una conversación con Klamm, se hace vurnerable y participa opueblo como los demásr. É1, seguramente el último de 1os gran-
de la gran unecesidad» y las fatigas de los lugareños. des poetas europeos, no podía desear de verdad ser un naciona-
Mirándolo desde fuera, todo estos esfuerzos son en vano, ya lista. Su genialidad, su modernidad, fue especÍficamente su pro-
que hay algo de lo que K. no puede desistir, a sabe[ llamar jus_ pósito de ser un ser humano entre seres humanos, un miembro
to a lo justo e injusto a lo injusto, y argo de lo que no quiere de- normal de una sociedad humana. No era culpa suya que esta
sisti¡ a sabe4 rehusar obtener como regalo de larribal el dere_ sociedad no fuera humana y considerara al desorientado ser
cho que le corresponde como ser humano. por eso todas las humano de buena voluntad una excepción (un «santo» o un lo-
historias de los lugareños no pueden enseñarle a sentir ese te- co). Si los judíos de Ia Europa Occidental del siglo xtx se hu-
mor que todo 1o falsea y con el que suelen envolverlas dándoles bieran tomado en serio el reto de la asimilación, si hubieran
esa profundidad inquietante y poética que tan a menudo
ca- intentado realmente saldar la anomalÍa del pueblo judío y el
racteriza las historias de los pueblos esclavos. K. no puede
ser problema del individuo judío haciéndose "indistinguibles", con-
uno de los suyos porque no es capaz de aprender a tJmer. virtiendo Ia igualdad con todos los demás en su propósito últi-
eue
este temor no tiene un objeto real, por mucho que les haya mo, no sólo la desigualdad, sino también la progresiva caída
atrapado a todos en su círcuro mágico, queda crará cuando ros de esta sociedad en un sistema de relaciones inhumano les hu-
grandes recelos de los lugareños por lo qr" ."rp..ta biera resultado algo tan obvio como al agrimensor de Ia novela
a K. nunca
se convierten en realidad. A K. no le pasa absolutamente de Kafka el horror de la situación del iugar adonde llega.
nada,
excepto que el castillo se resiste con miles de excusas a
darle el
permiso de residencia reglamentario que exige. La lucha
queda
sin decidir y K. muere de muerte totalmente natural, de agota_ OnsEnvecróN prNal
miento. Lo que él había querido sobrepasa las fuerzas de un
hombre solo. Mientras los judíos europeos sólo fueron parias sociales, gran
sin embargo, de algo ha servido K. ar puebro antes de morir partg,'¡*e ellQs pudo salvarse gracias a Ia uservidumbre interior
o, al menos, a algunos de sus habitantes. «Nosotros ,¡-e la libertz{ exterior» (Achad Haam), a una existencia de par-
[los habi_
tantes del pueblo] t...] con nuestras tristes experiencias y
te_
venu consta{temente amenazada. Pero la parte restante, los
mores nos asustamos hasta der crujir de la madera que creyeron \ue éste era un precio demasiado alto a pagar, pu-
[...] Así no
puede llegarse a ningún juicio certero
[...] Ou¿ suerte para no_ dieron gozar cln relativa tranquilidad de la libertad e invulne-
sotros que hayas venido., rabilidad de ura existencia.de paria; un paria que, si bien no
En su epílogo a El castillo, cuenta Max Brod con qué emo_ pintaba nada enla realidad polftica efectiva, al menos conserva-
ción llamó Kafka su atención sobre una anécdota referida a ba fueia en una pequeña esquina perdida del mun-
Flaubert, según la cual éste, volviendo a casa después de visitar do--aunque
la conciencia de Ia libertad y Ia hurnanidad. En este sentido,
a una familia sencilla, feliz y numerosa, habría
dicho: nlls sont la existencia de paria, a pesar de su inesencialidad política, no
dans le vrai» [«Están en lo ciertor]. Lo cierto, la verdad era absurda.
huma-
74 LA TRADrcrórq oculr¿

No 1o fue hasta que en el transcurso del siglo xx el suelo se


abrió bajo los pies de los judíos y los cimientos de la política
se hundieron en ei vacÍo, convirtiendo al paria social y al par-
venu social en outlaws políticos en todas partes. En la lengua LOS JUDÍOS EN EL MUNDO DE AYER
de nuestra tradición oculta esto significa que la protección del A propósito de The World of Yesterday,
cielo y la tierra no protege del asesinato y que a uno se le puede an Autobiography, de Stefan Zweigl
ahuyentar de calles y plazas antaño abiertas a todo el mundo.
Sólo ahora resulta claramente comprensible para todos que la
olibertad absurdar, la terneraria ninvulnerabilidad, del indivi-
duo sólo habían sido el comienzo del absurdo sufrimiento de Hace ciento treinta y cinco años, Rahel Varnhagen describía
todo un pueblo. en su diario un sueño que había tenido: había muerto y estaba en
En este mundo del siglo xx nadie puede arreglárselas fuera el cieio con sus amigas Bettina von Arnim y Caroline von Hum-
de Ia sociedad, ni como Schlemihl ni como Señor del mundo de boldt. Para poder librarse de los pesares de la vida, las tres mu-
Ios sueños. Ya no hay "salidas individuales,: ni para el parvenu jeres debían interrogarse mutuamente sobre sus peores expe-
que firma por su cuenta la paz con un mundo en el que no se riencias vitales. AsÍ, Rahel preguntó: ¿Conocéis la frustración
puede ser humano siendo judío, ni para el paria que cree poder amorosa? Y las otras dos mujeres prorrumpieron en un fuerte
renunciar individualmente a este mundo. El realismo del uno llanto, de modo que las tres lograron arrancar esta pena de su
no es menos utópico que el ideaiismo del otro. carazón. Y Rahel siguió preguntando: ¿Conocéis la infideli-
El tercer camino, el señalado por Kafka, el camino por el dad? ¿La enfermedad? ¿La aflicción? ¿El dolor? Y las dos mu-
que uno intenta con ia mayor modestia y renunciando a la Ii- jeres asintieron con llanto a cada una de estas preguntas, de
bertad y a la invulnerabilidaci alcanzar su pequeño propósito, modo que todas ellas apartaron estas penas de su corazón. Fi-
no es utópico pero como mucho-cosa que el mismo Kafka de- nalmente, Rahel preguntó: ¿Conocéis el deshonor? Apenas hu-
la bien clara- conduce a aleccionar al mundo, no a cambiarlo bo pronunciado esta paiabra, se impuso el silencio, y las dos
(y además sobrepasa las fuerzas del ser humano). En efecto, amigas se apartaron de ella perplejas y asustadas. En ese ins-
este propósito mínimo, hacer reaiidad los derechos del ser hu- tante Rahel supo que estaba completamente sola y que no po-
mano, es, precisamente por sll sencilla elementali.lad, el más drÍa arrancar esta pena de su corazón. Y entonces despertó.
grande y difícil que puede hacerse el ser humano. .e-rlu ''lsn¡¡s Honor'y deshonor son conceptos políticos, categorías pro-
de un pueblo puede un ser humano vivir como 5s¡Illrrlarlo elr- pias de la vida pública. Estos conceptos no tienen demasiada
tre humanos (si no quiere morir de «agotarr¡iento,) Y sólo en co- utilidad en el mundo de la cultura, ni en el ámbito de lo pura-
munidad con otros pueblos puede un pgeblo ayuar a constituir mente privado, como tampoco en el mundo de los negocios. El
en esta tierra habitada por todos .rgtoiros un nundo humano hombre de negocios sólo conoce el éxito o e1 fracaso, y su úni-
creado y controlado por todos nqrdtros en corrún. ca deshonra es la pobreza. El escritor, por su parte, solamente
conoce 1a fama o el anonimato, y su única deshonra es el ano-
nimato. En su último libro, el escritor Stefan Zweig nos descri-

1. Nueva York, Viking Press, 1943 (trad. al.: Die Welt von gestern. Erinnerungen
eines Europriers, Estocolmo, 1944).
76 LA TRADICTóI.I oculre &os JUDÍos EN EL MUNDo DE AYER 77

be el mundo de los literatos en ei que se había formado y alcan- las librerías alemanas junto con los de autores tan conocidos
zado la f.ama; la buena suerte lo había librado de la pobreza, y como é1, siempre le preocupó que los nazis convirtieran su
su buena estrella, del anonimato. Preocupado por su dignidad nombre en el de un ncriminal», que hicieran del famoso Stefan
personal, había preferido mantenerse alejado de la política has- Zweig el judío Zweig. Al igual que sus colegas menos sensibles,
ta tal punto que, retrospectivamente, seguÍa viendo la catástro- menos talentosos y por lo tanto menos expuestos que é1, jamás
fe de 1os últimos diez años como un rayo en el cielo sereno, co- pensó que ese digno distanciamiento de 1a polÍtica, que hasta
mo una monstruosa e incomprensible catástrofe natural. En entonces la sociedad había elevado al rango de verdadera cultu-
medio de esta catástrofe, él se esforzó por mantenerse firme en ra, en la vida pública pudiese llamarse simplemente cobardía,
sus posiciones y salvar su dignidad. Pues que ricos e ilustres ni que la distinción, que durante tanto tiempo había protegido
ciudadanos vieneses, desesperados, mendigasen visados para tan efectivamente contra cualquier acontecimiento desagrada-
huir a países que pocas semanas antes apenas habrían sido ea- ble y penoso, de repente desencadenase una impredecible suce-
paces de localizar en el mapa le parecía aigo profundamente la- sión de humillaciones que convertían la vida en un verdadero
mentable. Y la idea de que é1, que hasta ayer mismo era un infierno.
hombre afamado y recibido con honores en otros países, pudie- Antes de que Stefan Zweig preparase el fin de su vida, descri-
se alguna vez llegar a formar parte de ese montón de apátridas bió con esa despiadada exactitud que brota de la frialdad de la
y sospechosos, esta sola idea le aterrorizaba más que el mismo más absoluta desesperación, lo que el mundo le había regalado y
infierno. Pese a que el año 1933 cambió su vida personal, esta lo que finalmente le había infligido. Describió la dicha de la fama
fecha no fue capaz de cambiar absolutamente nada de sus valo- y la ignominia de Ia humiilación. Describió su expulsión del Pa-
res, de su posición ante el mundo y ante la vida. Él siguió jac- raÍso; del gozoso paraíso que proporciona la cultura, del paraíso
tándose de su apoliticismo; ni siquiera se le pasó por la cabeza del trato no tanto con simpatizantes cuanto con personalidades
que, desde un punto de vista político, pudiese ser honorable es- tan afamadas como é1, del paraÍso del interés infinito por los ge-
tar fuera de la ley, sobre todo cuando ya no todos los hombres nios que ha dado la humanidad, pues poder penetrar en sus vi-
son iguales ante ella. Que también fuera de la Alemania nazi, das, coleccionar cual reliquias sus legados más personales había
durante la década de 1930 "los mejores» cedían a los valores constituido la mayor dicha de una vida bendecida con el ocio.
de los nazis y discriminaban a los despreciados y perseguidos Describió cómo se encontró repentinamente con una realidad
por éstos, fue algo que sí supo ver y que nunca se ocuitó a sí en la que ya no había nada de qrie gozar, en la que sus famosos
mismo. colegas lo evitaban o lo compadecían, y en la que Ia docta curio-
Ni una sola de sus reacciones de esa época procede de con- sidad por el pasado se veía constante e insoportablemente obs-
vicción política alguna, todas ellas son fruto de su hipersensibi- taculizada por el ruido de las malas noticias, el espantoso es-
lidad a las humillaciones sociales. En lugar de odiar a los nazis, truendo de los bombardeos y las infinitas humillaciones de las
su deseo era hacerlos rabiar. En lugar de despreciar a aquellos autoridades.
de sus amigos que se adaptaron inmediatamente a la nueva si- Ese mundo en el que é1 se había instalado «prematura, tier-
tuación, agradeció a Richard Strauss que siguiese aceptando na y tristemente» como en su propio hogar, ese parque de los
sus libretos; como quien agradece a un amigo que no lo aban- vivos y de los muertos en el que sólo los espíritus más refina-
done en los malos momentos. En lugar de luchar, calló; afortu- dos rendían tributo al arte y cuyas verjas impedÍan el acceso al
nadamente, sus libros no fueron prohibidos inmediatamente. vulgo de forma más efectiva que habría podido hacerlo la Mu-
Y aunque le consolaba pensar que sus libros eran retirados de ralla china, ese mundo estaba acabado y había sido destruido
78 LA TRADrcrów ocur.ra LoS JUDÍOS EN EL MUNDo DE AYER 79

para siempre. Con él se perdía también esa imagen de la socie- fectamente cuán locos fueron todos ellos; aunque cuesta creer
dad de celebridades en la que sorprendentemente se esperaba que realmente comprendió aiguna vezla relación existente en-
descubrir la "vida real,: la bohemia. Para el joven hijo de bur- tre su desdicha y su locura.
gueses que pensaba abandonar la protección del hogar fami- Pocos meses antes de caer en la Primera Guerra Mundial, su
liar, el bohemio que no obstante se distinguía por cosas contemporáneo Charles Péguy había descrito los tiempos que
-del
tan esenciales como por ei hecho de que éste frecuentaba con- Zweig denomina ula época dorada de la seguridad» como la
tadas veces, y de mala gana,los lugares de reunión y nunca po- época en la que todas las formas políticas existentes, pese a no
día pagar su café- pasó a personificar el hombre experimen- ser ya reconocidas como formas legítimas por los pueblos,
tado en las adversidades de la vida real. Para el recién liegado, el sobrevivÍan incomprensiblemente: en Rusia un despotismo ana-
bohemio, que sólo soñaba con enormes tiradas de ejemplares, crénico; en Austria la corrupta burocracia de los Habsburgo;
personificaba el genio desconocido, y de este modo la prueba del en Alemania el estúpido régimen marcial de los junkers, odiado
fatal destino que la "vida real" podía preparar a un joven lleno tanto por la burguesía liberal como por la clase trabajadora; en
de esperanza. Francia, pese a todas las crisis, la Tercera República, que inclu-
Naturalmente, el mundo que describe Zweig no pertenece so gozaría de un plazo de gracia de otros veinte años. La solu-
en absoluto a1 ayer; naturalmente, el autor de este libro no vi- ción de este enigma es que Europa estaba demasiado ocupada
vía propiamente en el mundo, sino sólo en sus márgenes. Los en ampliar su radio de influencia económica como para que
barrotes de la verja dorada de ese particular parque natural es- cualquier capa de la sociedad o cualquier nación se tomase real-
taban demasiado juntos para que sus moradores pudiesen ver mente en serio las cuestiones políticas. Antes de que la lucha
a través de ella, una visión que sólo habría podido estropear su de intereses económicos desencadenase conflictos nacionales y
gozosa presencia en el recinto; tanto es así que Zweig no men- acabase penetrando todas las formas de organización política
ciona ni una sola vez el hecho más terrible y funesto de la pos- instituidas por los europeos, la representación política se con-
guerra, el paro, una situación que Austria, su patria, sufr.ió más virtió durante cincuenta años en una especie de teatro, por no
que cualquier otro país europeo. El que a nosotros, hoy, ios ba- decir de opereta. Simultáneamente, en Austria y en Rusia este
rrotes tras los que estos hombres pasaron su vida y a los que de- teatro se situó en el centro de la vida nacional de ia crema de
bieron su insólito sentimiento de seguridad, nos parezcan bas- la sociedad.
tante similares a los de una cárcel o a los de un gueto, no resta En ia «época dorada de la seguridad, se había producido
ni una pizca de vaior a este extraordinaria document humain. una transformación de las relaciones de poder muy particular.
Es sorprendente, y hasta extraño, que entre nosotros haya exis- El inmenso desarrollo de todas las fuerzas industriales y eco-
tido un hombre con una ignorancia lo suficientemente grande, nómicas había reducido progresivamente la importancia de los
y con una conciencia lo suficientemente pura, como para mi- factores puramente políticos en el campo de fuerzas interna-
rar el mundo de preguerra con los ojos de la preguerra, para cional y ios poderes puramente económicos adquirían cada vez
ver la Primera Guerra Mundial con los ojos del impotente y va- mayor protagonismo. Poder se hizo sinónimo de potencia eco-
cío pacifismo de Ginebra y para considerar la engañosa calma nómica, a la que los gobiernos tenían que doblegarse. De este
de1 período 1924-t933 como la vuelta a la normalidad. pero modo, los gobiernos ya no cumplían más que una función de
también es digno de alabar y de agradecer que al menos alguien representación vacía de contenido y esta representación se apro-
haya tenido el valor de reflejar exactamente todo lo que suce- ximaba cada vez más al teatro, a la opereta. Pero la burguesÍa
día, sjn ocultarlo ni maquillarlo, aun cuando Zweig sabía per- iudía, a diferencia de la alemana o de la austriaca, no mostra-
80 LA TRADrcróN ocurre Los JUDfos EN EL MUNDo DE AYER 81

ba ningún interés por alcanzar posiciones.de poder, ni siquiera la sociedad, tenÍa que ser nada más y nada menos que una cele-
en el ámbito económico, conformándose con la riqueza acu- bridad.
mulada y alegrándose de la seguridad que ésta parecÍa prome- Nada documenta mejor la situación de 1os judíos de aquella
ter y garantizar. Los hijos de judíos acomodados se alejaban época que los primeros capítulos del libro de Zweig. Estos ca-
progresivamente del mundo de los negocios, pues enriquecerse pÍtulos demuestran fehacientemente que la fama era el princi-
por enriquecerse ya no tenía para ellos sentido alguno; cada pal objetivo de todos los jóvenes de aquella generación. Su ideal
vez eran más los que elegían profesiones relacionadas única y era el genio, que ellos veían encarnado en la figura de Goethe.
exclusivamente con el mundo de la cultura. La consecuencia Todo joven judío capaz de hacer una rima intentaba imitar al
de esto fue que, en unas cuantas décadas, tanto en Alemania joven Goethe, todo aquel que mostraba alguna aptitud para el
como en Austria gran parte del mundo cultural, periodístico, dibujo jugaba a ser el Rembrandt del futuro, cualquier niño con
editorial y teatral pasó a manos judías. dotes musicales pretendía seguir los pasos del genial Beetho-
Si los judíos de Europa Occidental y Central hubiesen pres- ven. Y cuanto más culto era el hogar familiar de ese niño pro-
tado alguna atención a las realidades políticas de sus países, digio, tanto más se incentivaba en él la imitación, que no se
habrían tenido todas las razones para no sentirse nada seguros. limitaba exclusivamente al arte. Esta imitación afectaba al con-
Pues, efectivamente, en Alemania los primeros partidos antise- junto de la vida personai de este individuo, que se sentía tan su-
mitas surgieron en la década de 1880; por esa fecha, Treitschke blime como Goethe, imitaba su "olímpica» renuncia a la polÍti-
logró que el antisemitismo fuese «socialmente aceptable», párá ca, coleccionaba cualquier cosita que, habiendo pertenecido a
emplear su propia expresión. Con el cambio de siglo, en Aus- una celebridad, pudiese caer en sus manos y se afanaba por co-
tria comenzóla agitación Lueger-Schónerer, que concluyó con nocer personalmente a cualquier hombre iiustre; como si de
el elección del primero como alcalde de Viena. Y en Francia, ei ese modo pudiese obtener para sí mismo un poquito del aura
caso Dreyfus determinó durante años la política interior y ex- que confiere la fama o como si estuviese preparándose para el
terior del país. Zweig, que menciona a Lueger, lo describe co- futuro e ingresase en la escuela de la fama.
mo un hombre cordial que siempre fue leal a sus amigos ju- Pero, evidentemente, esta idolatría del genio no fue sólo cosa
díos. Evidentemente, entre los judÍos vieneses nadie de los judíos. Como es sabido, Gerhart Hauptmann, que no era
-excepto judío, la llevó hasta tal extremo que hizo todo lo posible para
ese «loco» redactor del folletín dela Neue Freie Presse, Theodor
Herzl- tomó nunca en serio el antisemitismo, y menos todavía parecerse a Goethe, o más bien a uno de los numerosos retratos
esa forma moderada de antisemitismo representada por I-ueger. y bustos clasicistas del gran maestro. Y si el entusiasmo que por
O al menos, eso parecía a primera vista. Una mirada más aten- entonces mostraba la pequeña burguesía alemana por la gran-
ta, sin embargo, nos ofrece otra imagen de la realidad. Desde deza de Napoleón no condujo directamente a Hitler, es innega-
que Treitschke había hecho nsocialmente aceptable, el antise- ble que contribuyó a la exaltación histérica de este «gran hom-
mitismo, en Alemania y en Austria el bautismo ya no garanti- f¡s» por parte de los intelectuales alemanes y austriacos.
zaba directamente la pertenencia a la sociedad no judía. Cuán Aunque el endiosamiento del ngran hombre" en sí mismo,
antisemitas eran ulos mejores» era algo que los comerciantes sin referencia a lo que ese gran hombre pudiera haber hecho
judíos difÍcilmente hubiesen podido descubrir, pues ellos só- en realidad, era la verdadera enfermedad de la época, eviden-
lo perseguían intereses económicos y no buscaban la acepta- temente entre los judíos esta enfermedad adquirió formas espe-
ci(rn de la sociedad no judía. Sus hijos, en cambio, descubrieron cÍficas y, en el caso de los grandes genios de la cultura, se im-
t'orr rn¡ridez que un judío, si quería ser plenamente aceptado en puso de manera especialmente poderosa. Pero la escuela de la
82 LA rRADrcróN ocuLre r-os ¡uoÍos EN EL MUNDo DE AyER 83

fama en Ia que ingresó la juventud judía vienesa fue el teatro, y afirma orgulloso: nThat ninetenth of what the world celebrated
el modelo de celebridad que siguió fue el actor" as Viennese culture in the nineteenth century was promoted,
Aquí se impone de nuevo una restricción. En ninguna otra nourished, or even created by Viennese Jewry».,t
ciudad europea desempeñó el teatro un papel tan relevante co- Un¿r cuitura que gira en torno a la figura del actor o del vir-
mo en la Viena de los años de la descomposición política. Zweig tuoso introduce criterios muy nuevos y altamente dudosos.
describe de forma rnuy bella cómo la muerte de una conocida nI-a posteridad no laurea al actorr, y éste necesita, usa y abusa
cantante de la corte hizo que a la cocinera de los Zweig, que de la fam¿r y del aplauso en inmensas cantidades. Su tan cono-
nunca había escuchado a la cantante ni la había visto nunca, cida vanidad es, por decirlo así, una enfermedad profesional.
se le saltaran las lágrimas. Dado que la representación política se Pues dado que todo artista ha de tratar de transmitir y dar tes-
había convertido en teatro, el teatro se convirtió en una suerte timonio de su mundo a la posteridad, los impulsos propiamente
de institución iracional y el actor en una especie de héroe na- artísticos de los r¡irtuosos y de los actores se ven permanen-
cional. Como ahora el mundo tenía algo de teatral, el teatro po- temente frustrados y se procllran histéricas válvulas de esczrpe.
día presentarse como mundo v como realidad. Hoy resulta difí- Como el actor no puede contar con la posteridad, su criterio es
cil entender qlre incluso Hugo von Hofmannsthal se plegase a la grandeza más allá del éxito inmediato. Pero, al mismo tiem-
este histerismo que provocaba el teatro y que durante décadas po, el éxito inrnediato era el único criterio de ogenialidad, que
creyese que tras el entusiasmo que éste suscitaba entre los vie- quedaba despr-rés de separar los acimirados ograndes hombres,
neses había una especie de civismo ateniense. Hofmannsthal de todos sus logros concretos v de considerarlos exclusirramenle
pasaba por alto que lo que arrastraba a los atenienses al teatro clesde el punto de r¡ista de su «grandeza en sí misrna». Así suce-
eran las piezas que en él se representaban, la forma de tratar el Ció, en la literatura, con lzr biografía, que se centró exclusiva-
mito y la sublimidad de la palabra poética, medic¡s con los que mente en la vida, la personalidad, los sentimientos y el cornpor-
confiaban en dominar las pasiones de sus vidas y su destino tamiento de los grandes hombres. Y no Io hizo, propiamente
como nación. En cambio, io que arrastraba a los vieneses al Iiablando, para satisfacer la vulgar curiosidad por los secretos
teatro era el actor que en él actu¿rba; los escritores escribían de alcoba, sino porque en cierto modo confiaba en captar la
para este o aquel actor, el juicio de los críticos se refería exclu- esencia de Ia grandeza misma a través de esta absurda abstrac-
sivamente a los actores y a sus papeles; los directores aceptaban ción. Pero en este punto, en el culto de la ograndeza en sír, ju-
o rechazaban las obras dependiendo únicamente de si tal o cual díos y no judíos estaban completamente de acuerdo. Ésta es la
actor favorito del público recibía o no papeles lo suficientemen- razón por la que el mundo cultural judío y la cultura teatral ju-
te atractivos. En una palabra, Viena anticipó e7 starsystem que día vienesa lograron imponerse sin dificultacl, convirtiéndose
después difundiría el cine. Lo que aquí se anunciaba no era un en la quintaesencia de la cultura europea.
renacer de los clásicos, sino Hollywood. Gracias a su profundo conocimiento de la historia, Stefan
Si la situación políticahizo posible la confusión y la inversión zweigpudo evitar hacer uso de este criterio de forma demasiado
de las relaciones entre ser y apariencia, fueron precisamente los ingenua. Fue este conocimiento el que a todo connais-
judíos quienes pusieron en realidad en funcionamiento este mun- -pese
seurship- le libró de la tentación de ignorar lisa y llanamente a
do de la apariencia, quienes lo entregaron al público y quienes
prepararon su fama. Y como, no sin razórt, Europa consideró la
cultura teatral austriaca como un fenómeno muy representativo " nQue nueve cle cada diez partes de Io qr-re el mund<¡ celebra como la cultura vie-
nesa clel siglo xtx fueron promovidas, alin-rentadas o incluso creaclas por los juclÍos vie,
de la época, en cierto sentido Zweig también tiene razón cuando ncscs.» (N. del t.)
84 LA TRADICIóN ocune LOS JUDÍOS EN EL MUNDO DE AYER 85

Franz Kafka y a Bertolt Brecht, los escritores más importantes te deseo explica también que la organización de los ámbitos ar-
de posguerra en lengua alemana que jamás lograron el éxito, así tístico, literario, musical y teatral quedase en sus manos. Ellos
como de confundir la relevancia de los escritores con la tirada fueron los únicos que se interesaron más por alcanzar este obje-
de sus obras: nHofmannsthal, Arthur Schnitzler, Beer-Hofmann tivo que por sus propias obras y su propia fama.
and Peter Altenberg gave Viennese literature European standing Pues, si bien la generación judía de finales del siglo xtx go-
such as it had not possessed under Grillparzer and Stifter,." zaba de una seguridad económica, si estaba plenamente con-
Debido precisamente a la auténtica modestia personal de vencida de la igualdad de derechos garantizada porla sociedad
Zweig y al hecho de que su autobiografía prescinde discreta- burguesa, su situación social era harto problemática, su posi-
mente de todo lo que es demasiado personal por considerarlo ción social insegura y ambivalente. Desde un punto de vista so-
falto de interés, llaman especialmente la atención los continuos cial, estos iudíos eran unos parias, y sólo dejaban de serlo si se
detalles sobre las personalidades que conoció durante su vida o pr"ocuraban su aceptación con medios extraordinarios. Sin em-
que frecuentaron su casa, constituyendo una prueba fehaciente bargo, en el caso de un ilustre judío la sociedad olvidó sus le-
de que ni siquiera los judíos más brillantes de entonces consi- yes no escritas. oEl poder irradiado por la fama, de Zweig fue
guieron sustraerse a la maldición de su época, la adoración de ese una verdadera fuerza social, su aura le permitió moverse libre-
ídolo que todo lo nivela: el éxito. Ni la capacidad de diferencia- mente e incluso tener amistad con antisemitas como Richard
ción, ni la sensibilidad más extrema, pudieron hacer nada contra Strauss o Haushofer. Entre los excluidos de la sociedad, entre
esa extraña vanidad que igualaba burda e indiscriminadamente, 1os apátridas, la fama, el éxito, fue un instrumento para procu-
sin prestar atención alguna a las diferencias de nivel, todos los rarse un entorno, una patria. Como, cuandc¡ es grande, el éxito
nombres conocidos. En su álbum de visitantes de Salzburgo, traspasa las fronteras nacionales, l¿rs celebridades adquirían
Zweig coleccionó a sus «contemporáneos ilustres, con la mis- con facilidad el estatus de representantes c1e una confusa so-
n-ra pasión con la que acumuló manuscritos de poetas, músicos ciedad internacional en 1a que los prejuicios nacionales carecían
y científicos del pasado. Ni su propio éxito, ni la fama alcanza- ya de validez. En cualquier caso, era más fácil que un judío aus-
da por sus obras, bastaron para saciar una vanidad que, aunque triaco fuese aceptado como austriaco por la sociedad de Fran-
escasamente relar:ionada con su carácter, y hasta posiblemente cia que por la de su propio país. El cosmopolitismo de esta ge-
contraria a é1, estaba profundamente enraizada en una visión neración, esta curiosa nacionalidad que sus miembros aducían
de1 mundo que, impulsada por la búsqueda del ngenio natu- en cuanto se les recordaba su origen judío, mostraba ya LIna
ralr, del «poeta hecho carne», consideraba que la vida sólo va- fatal simiiitud con esos pasaportes que permiten a sus titulares
lía la pena si se desarrollaba en medio de una atmósfera de fa- permanecer en todos los paÍses excepto en ei país que los ha
ma, en el seno de la élite de elegidos. expedido.
La insuficiencia del propio éxito, el deseo de convertir la fa- Esta sociedad internacional de celebridades se desmembró
ma en un ambiente social, de crear una especie de casta de hom- por primeravez en el año 1914, antes de descomponerse defi-
bres ilustres, una sociedad de celebridades, esto es justamente lo nitivamente en 1933. A Zweig le honra no haberse contagiado
que define a los judíos de aquella generación y lo que los distin- nunca de ia histeria de la guerra, haber sido siempre fiel a su
gue esencialmente de la manía del genio propia de la época. Es- máxima de mantenerse alejado de la política y no haber sucum-
bido, como fue el caso de otros muchos escritores, a la tenta-
o oHofmannsthal, Arthur Schnitzler, Beer-Hofmann y Peter Altenberg dieron a la ción de utilizar la guerra para instalarse socialmente fuera del
Iiteralura vienesa un nivel europeo que jamás tuvo con Grillparzer y Stifter., (N. del t.) círculo de la intelectualidad internacional. A ello contribuyó,
LOS JUDfOS EN EL MUNDO DE AYER 87
86 LA TR.ADICIóN ocurr¡

sin duda, el hecho de que durante la guerra perdurarorr restos pletamente extraño y hostil, el que representa la sociedad para
de esta sociedad de preguerra. Como es sabido, en la década de iodos los discriminados, para todos aquellos que no pertene-
1920, es decir, justamente en los años en los que Zweig alcanza cen por nacirniento a elia.
páro el destino, en su forma de catástrofe política, quiso fi-
slrs mayores éxitos, esta Internacional de las celebridades to-
d.avía funcionaba en Europa. Pero en 1938 Zyeig comprobará nalmente que Zweig recayera en el anonirnato. Le arrebató la
con amargura que esta Internacional, y el derecho de formar fama, prr.t é1 sabÍa mucho mejor que sus colegas que la farna
parte de el1a, depende de la posesión de determinado pasapor- de un escritor no puede menos de desvanecerse si ya no puede
ie nacional y que no existe una Internacional para apátridas' escribir y publicar en su propia lengua. Le robó sus coleccio-
La sociedad internacional de celebridades era la írnica en la nes, y con eilas su relación íntima con las mayores celebrida-
que los judíos gozabande igualdad cle derechos. siendo así, no des áel pasado. Su casa de Salzbur*o, y con ella su relación
es de extrañar que pusiesen todo su mimo en desarrollar hasta con las celebridades c{e su tiempo. Y finalmente, su preciado
el menor de sus talentos, que para sjl65 "el más exquisito aro- pasaporte, que posibilitaba la representación del apátrida en el
ma del mundo, más delicado incluso que el de la rosa de Jeri- Lxtranjero y que ayuclaba a sltperar las dificultades de la exis-
có,, fuese oel olor de Ia tinta de imprimir» y qr-re en su vida no tencia burguesa en su País-
hr-rbiese mayor alegría y mayor preocupación que la impresión Y de nuevo, al igual que durante ia Primera Guerra Mun-
de un 1ibro, su publicación, las críticas o las traducciones a 1en- diai, honra a Zweig no haberse dejado contagiar por la histeria
guas extranjeras. Para eilos, eso equivalía a un reno\rado po- reinante y haber vencido la tentación de adquirir 1a nacionali-
nerse-en-contacto con un mundo en e1 que, para poder obtener dacl inglesa. Él no hubiese podido representar a Inglaterra en
el reconocimiento de los demás, uno tenía que presentar su el extranjero. En la Segunda Guerra Mundiai, cuando la socie-
nombre impreso. dad internacional de celebridades se disolvió definitivarnente,
pero la fáma, por 1a que el paria obtenía una especie cle car- el apátrida perdió el irnico mundo en el que gozó de derecho
ta de ciud adanía en la élite internacional de las celebridades, de ciudaclanía.
también concedía otro privilegio que, a iuzgar por la descrip- En su último artículo, uThe Great Sik:nce" (ONA, 9 de mar-
ción de Zweig, era ai menos igual de importante: 1a superación zo de 1942), escrito poco antes de su muerte, zweig intentó to-
del carácter anónimo cle la vida privada, la posibilidad de ser mar posición en política, la primera vez en toda su vida. En es-
conocido y admirado por desconocidos y extraños' Aunque a te escrito no aparece la palabra ojudío,; por última vez, Zweig
veces se pudiese recaer en el anonimato, la fama constituía intentaba representar a Europa, a Europa Central, que se asfi-
una especie de coraza siempre preparada, una coraza que uno xiaba en silencio. De haberse pronunciado sobre el terrible des-
podía volver a ponerse en todo momento para protegerse con- tino de su propio pueblo, sin duda se habría aproximado a los
i* Iu. adversidades de 1a vida. Sin duda alguna, a Zweig nada países europeos cuya lucha contra el opresor fue también una
le repuglaba más que la enemistad y nada le horrorizaba tan- i.rcha contá la persecución de los judíos. Éstos sabÍan mejor
to como Ia posibilidad de recaer en el anonimato. Pues en sus que é1, que.iamás se preocupó por su destino político' que ei
brazos, desposeído de la fama, habrÍa vuelto a ser 1o que fue al ho¡f, no está completamente desvinculado del hoy, ocomo si un
comienzo de su carrera profesional, solamente que en condi- ernpujól,cayese de lo alto cle una cumbre a causa de un fuerte
ciones distintas y mucho más temibles, a saber, uno de esos cuyo progrcllles para ellos el ayer no era en absoluto ese "siglo
desgraciados que se ven enfrentados a Ia tarea casi imposible o.grtio y nues'r,.ciencia, arte y grandes inventos fueron nuestro
de encantar, conquistar, tomar por la fuerza un mundo com- "gr,.
88 LA TRADICIÓN ocut-t¿

Sin la corazaprotectora de la
fama' desnudo y desposeído'
del pueblo judío- Había habi-
Stefan ZweígtopO *" fu realidad
en un paria' entre ellas FRANZ KAFKA
do muchas formas áe evitar convertirse
Pero la única forma de evitar
la torre de marfil q'" "'u la fama'
y ra peregrinación por.el globo
estar_fuera_d"l^_r; fu; ia huida
áeshonra para todo el que
terráqueo' Esta diiamación fue una judío de ha-
políticos y sociales de su En el verano d.e 1924, cuando Franz Kafka, un
pretendió vivir en pu' to" los valores
precisamente para es- bla alemana de Praga, moría a consecuencia de tuberculosis
la
6¡'¡aca No existe ¿"¿u alguna de que fue
durante toda su vida' pa- a la edad de 41 años, su obra sólo era conocida
por un pequeño
;;;;;^1; que Stefan Zweigse entrenó
ra estar elpazcon el mundo, con el
entorno, para mantenerse círculo de escritores y por un círculo de lectores todavía más
de toda política' Para este reducido. Desde entonces, su fama ha crecido lenta e
incesante-
;i";;;;-ente aleiado de toda lucha' paces' ser judío fue y es una los principales es-
mundo, con eI q," Z*"ig hizo las mente; en los años 1920, Kafka erayauno de
actual' aunque no cas- critores de la vanguardia alemana y austriaca; en las décadas
á"rfrorrtu, una desho"'u q'" la sociedad
tiga con la muerte, tu'tigá con la
difamación' una deshonra pa- de 1930 y 1940, suobra llegó exactarnente al mismo
círculo de
ra la que ya no ú;;;ttoria individual alguna en la fama in- lectores y de escritores en Francia, Inglaterra y E'stados
Uni-
en la política y en la dos. La cualidad específica de su celebridad no cambió en nin-
ternacionar, sino única y exclusivamente
lucha por el honor de todo el pueblo' gúnpaÍsnienningunadécada:Iatiradadesusobrassiguiócare-
.i.ráo de toda proporción con la creciente literatura publicada
escritores
sobre él o con la influencia que su obra ejercía en los
de la época, una influencia cada vez más honda
y más amplia'
es el
Lo más característico de la influencia de la prosa kafkiana
constan-
hecho de que las más distintas «escuelas» han tratado
nadie que
temente de presentarse como sus herederas; al parecel
se considere «moderno» puede pasar por alto
su obra' pues és-
una cua-
ta pone de manifiesto algo particularmente novedoso'
hd;d que hasta el momento no ha aparecido en ninguna otra
partecorlumismaintensidadyconlamismabrutalsimpli-
cidad.
de otros
Esto es muy sorprendente, pues Kafka' a diferencia
autores modernos, Se mantuvo'completamente al margen
de
todoexperimentoydetodomanierismoiiterario.Sulenguaje
.luro y simple como el lenguaje coloquial' sóIo que depura-
¡aL ".
do de los descuidos y de las jergas propias de éste' T-a relación
-ondi- posibles
.¡'de esos del alemán de Kafká "on la infinita multiplicidad de
la que guarda el agua con
estilos lingüísticos es la misma que
il

,pi imPosible Ia infinita muitiplicidad de posibles bebidas. su


prosa no pare-
*,tlfl nflundo com-
91
FRANZ KAFKA
90 LA TRADICIÓN oculre rl
chos, K. se da cuenta de que detrás
de su detención nhay una
en sí misma no tiene nada que no sólo se compone
ce caracterizarse por nada especial' grurr'otgurrízación. Una oiganización
pura y atrsoluta comu- inspectores y jueces de ins-
de atractivo o de seductor; es más bien de corruptos guardianes, dá necios
es' cuando se la consi- personas honestas'
nicación, y su única nota característica truccíón, que en el mejor de los casos son
de que lo que e1la comu- de altos y supremos
dera con más detenirniento' el hecho sino que además .o.,utu de un conjunto
más simple'
nica no hubiese podido comunicarse de forma es tal que magistrados, con su numeroso e inevitable
séquito de ayudan-
clara y breve. Aquí, la ausencia de amanerarniento palabras personal auxiliar' tal vez
por las tes, escribanos, gendarmes y demás
rozalafalta de estilo, la falta de predilección de esta gran organiza-
incluso verdugos... ¿Y cuál es el objetivo
comotalesrozalafrialdad'Efectivamente'Kafkacarecedepa- ción...? Detener u i""o"us inocentes
y abrir contra ellos un
corno en mi caso'
labrasydeconstruccionessintácticasfavoritas.Elresultado ;;;;;t" sin senticlo y la mayoría cle ias veces'
forma de perfección
de esta falta de predilección es una nueva infructuosor.
de todos los estilos de1 procesos' pese a su ab-
que también parece estar muy alejada Cuando K' se da cuenta de que tales
ser infructuosos' contacta
pasado. surdidad, no necesariamente han de
le explica cómo
Enlahistoriadeialiter.aturadifícilmenteprredeencontrar-
«genio
teoría flg] con un abogado, que en largas conversaciones
se un ejemplo más claro de la falsedad de la puede adaptarse a las circunstancias ¡r
cuán poco razonabie re-
de Kafka' En esta obra niega a someterse y des-
desconocifl6» que el hecho de la fama sulta rebelarse contra elias' K'' que se
la bús- con el sacerdote de Ia cárcei'
,o truy ni una sotra línea ni una sola trama que satisfaga ;;; ^ su abogaclo, se encuentra
(Broch) del }ector' en la y le aconseia de-
quecla de «entretenimiento y consejo» que Ie ensalza r" át"i'^ grandeza del sistema
pasado' Lo único considerar ias
forma que éste aclquirió a 1o larg-o cle1 sigto jar cle preguntar por ia verclad' pues «no hay que
que atrae y atrapa ál lector de Kafka es
la verdad misma' y con verdad' siiro únicamente de
virtud de su pro- cosas desde el punto de vista dá la
,., p"rf".á falta de estilo -todo «estilo»' en su necesidado. En otras palabras' si
ei abogado se esforzaba
logra atraer de que sirvc a este
pia fascinación, apartaría de-la verclad- Kafka
i

siempre a1 lec- por demostrar: así es el mundo' el sacerdote


forma tan increíbie que sus historias cautivan éste es el orden del mun-
su auténtico conte- 'i mundo tiene como misiÓn demostrar:
tor, aun cuando éste iea incapaz de captar opobre pYlto ds vis{¿» y re-
en hacer que e1 do. Y como K. cree que éste es un
nido de verclad. Kafka es un verdadero rnaestro del mundo»' es evi-
plica: «La mentira se convierte en el orden
I
I

permanente una in- ,l


lector consewe y lleve consigo de manera como no es «su
$i
tl á"n," que perderá su juicio; por otra parte' como
determinadayvagafascinación,asociadaalrecuerdoabsolu- que en un último juicio' y rechazalas «extrañas argumentaciones'
tamente claro de ciertas imágenes y acontecimientos en absoluto' no
en algún rno- nfalsedades» llue en el fondo no le conciernen
principio parecen carecer de sentido' hasta que sólo pierde elluicio, sino que lo
pierde de forma vergonzosa'
el verdadero signifi- que puede oponer a la ejecu-
mento, en virtud de cualquier experiencia' de modo que finalmente io único
con la
cado de ia historia u.ubá revelándose repentinamente ción es su vergüenza'
Iuminosa fuerza de la evidencia' y da muerte a K' no es
de interpre- Et poa"r d" lu máquina que engulle
El proceso' qlle generó una pequeña biblioteca otro que tu up..i""tiu ¿" neáesidaá que
puede hacerse realid¿rcl
a su publicación, es hombres por la necesidad' L¡r
taciones en las dos-décadas que siguieron en virtud d" lu fu"inaclón de los
exactamente porqlle Ia necesid¿rtl t's
la historia del señor K', que es acusado sin saber maquinaria se pone en funcionamiento
obedecen e1 pro- porque su automatisnrr, nl
qué ha hecho, procesado^tit' 'ab"t a qué leyes considerada como algo sublime y
ccso y el juicio, y finalmente ejecutado sin
haber comprendido es tomado por cl sínr-
que sólo puede detenár la arbitrariedad'
nacla clel ás.,'-'to' Buscat'do la verdadera
raz6n de los he-
irrnuis
92 LA TRADICIÓN OCULTA FRANZ KAFKA 93

bolo de la necesidad misma. La maquinaria se mantiene en mente al final de la novela es ésta: «Fue como si la vergüenza
movimiento mediante la mentira en nombre de la necesidad, hubiese de sobrevivirler. Esto es, la vergüenza de que éste sea el
por lo que se considera que todo aquel que se niega a someterse orden del mundo y de que é1, Josef K., pese a ser su víctima,
a ese uorden del mundor, a esa maquinaria, es un criminal que sea un siervo más de dicho orden.
atenta contra una especie de orden divino. Tal sometimiento se Qtre El proceso es una crítica implícita de la forma burocrá-
logra cuando la pregunta por la culpabilidad o la inocencia que- tica de gobierno de la vieja Austria, cuyas numerosas y antagó-
da totalmente silenciada y es sustituida por la resolución de en- nicas nacionalidades eran regidas por una jerarquía burocráti-
trar en el juego de la necesidad adoptando el papel impuesto ca uniforme, es algo que se reconoció en cuanto se publicó la
por la arbitrariedad. novela. Kafka, empleado de una sociedad de seguros y amigo
En el caso de El proceso, el sometimiento no se logra a través de judíos del Este de Europa, a los que tenía que procurar un
de la violencia, sino simplemente a través del creciente senti- permiso de residencia en Austria, conocía muy bien la situa-
miento de culpabilidad que despierta en el acusado K. una in- ción política de su país. Sabía perfectamente que, cuando al-
culpación vacía e infundada. Obviamente, este sentimiento se guien caía en las redes de la burocracia, estaba acabado. El po-
basa en última instancia en el hecho de que ningún honrbre der de la burocracia convertíala interpretación de la ley en un
está libre de culpa. En el caso de K., un atareado empleado de instrumento de la anarquía, por lo que la permanente incapa-
banca que nunca ha tenido tiempo para romperse la cabeza con cidad de acción de los intérpretes de 1a ley se compensó con un
abstracciones como éstas, este sentimiento de culpa se convier- absurdo automatismo en el escalafón más bajo de la jerar-
te en su propia fatalidad: hace que tome erróneamente la mal- quía burocrática, dejando en sus manos toda decisión- Pero
dad organizada de su entorno por el sentimiento general de cul- como en los años 1920, fecha en la que se publica la novela, los
pa de los hombres, que es verdaderamente cándido e inocente europeos todavÍa no conocían suficientemente la verdadera
comparado con esa mala voluntad que convierte «la mentira en cara de la burocracia, o sólo la sulría un pequeñísimo número
el orden del rnundo» 1, eue es capaz de usar y abusar incluso de de ellos, el espanto y el horror que expresa la novela se antojó
la sana humildad de los hombres en beneficio de ese orden. inexplicable, poco acorde con su verdadero contenido. La no-
Así pues, el funcionamiento del maligno aparato burocráti- vela causaba más horror que lo que ella describía' Así se empezó
co en el que el protagonista ha quedado atrapado inocente- a buscar otras interpretaciones, que se encontraron, siguiendo
mente, corre parejas con una evolución interior desencadenada la moda de |a época, en una descripción cabalística de realida-
por el sentimiento de culpa. Esta evolución oeduca, al protago- des religiosas, en una especie de teología satánica.
nista, lo forma y lo transforma hasta hacerlo apto para desem- Naturalmente, la obra de Kafka se prestab a a lal confusión,
peñar la función que se espera de é1, para ser capaz de participar que, aunllue menos vulgar, no es menor que la confusión de
mal que bien en el mundo de la necesidad, de la injusticia y de la que son víctimas 1as interpretaciones psicoanalíticas de1 es-
Ia mentira. Ésta es su manera de adaptarse a las circunstancias. critor. Lo que Kafka describe es una sociedad que se cree repre-
La evolución interior del protagonista y el funcionamiento de la sentante de Dios en Ia Tierra, y unos hombres que toman las
maquinaria se encuentran finalmente en la última escena, la es- leyes de esa sociedad por mandamientos divinos que la voluntad
cena de 1a ejecución, en la que K. se deja conducir al patíbulo humana no puede cambiar. La maldad del mundo, de la que son
sin oponer resistencia alguna, sin rechistar. K. es asesinado en víctimas los protagonistas de las novelas de Kafka, es precisa-
nombre de la necesidad; confundido por su conciencia de culpa, mente su propia deificación, su arrogante pretensión de ser
acaba sometiéndose. Y la única esperanza que asoma breve- una necesidad divina. Kafka se propone destruir ese mundo re-
§
á
a,
94 LA TRADrcróu ocurra FRANZ KAFKA 95

flejando con brutal claridad su horrible estructura, confron- favores o como privilegios. Y como K. quiere derechos y no
tando a Ia realidad con sus propias pretensiones. Pero el lector privilegios, como quiere ser un ciudadano más y «mantenerse
de la década de 1920, hechizado por las paradojas, confundido lo más alejado posible de los señores del castillo >>, rechaza aÍn-
por las contradicciones, no quiso atenerse a razones. Sus inter- bas cosas alavez,los favores y las relaciones privilegiadas con
pretaciones de Kafka decÍan más de sí mismo que del propio el castillo: así, ésta es su esperanza, "sin duda se le abrirán de
Kafka; su ingenua admiración de un mundo del que el escritor golpe todas las puertas, puertas que, de depender exclusiva-
habÍa mostrado con brutal claridad su insoportable monstruo- mente de los señores del castillo y de su gracia, no sólo perma-
sidad revelaba su idoneidad para el uorden del mundo», así co- necerían por siempre cerradas para é1, sino que jamás podría
mo la estrecha relación existente entre 1o que se llamaba élite y encontrar».
vanguardia y ese orden del mundo. La amarga ironÍa de Kafka En este punto entran en acción los aldeanos. Les asusta que
sobre Ia falsa necesidad y la necesaria falsedad, que juntas K. sólo quiera ser uno más de ellos, un simple ntrabajador de
constituyen la «naturaleza divina, de este orden del mundo, la aldear, no entienden que rechace formar parte de la clase
ironía que es la verdadera clave de la trama de la novela, fue dominante. Una y otra vez intentan convencerle de que le falta
sencillamente pasada por alto. experiencia del mundo, de que no sabe nada de la vida, que de-
pende constantemente de la gracia de sus señores y que puede
El castillo,la segunda gran novela de Kafka, nos conduce al ser tanto una bendición como una maldición, y de que en el
mismo mundo. Pero ahora este mundo no es visto con los ojos mundo no hay nada más comprensible o menos azaroso que Ia
de un hombre que jamás se ha preocupado por su gobierno y dicha y la desdicha. K. no quiere comprender que, para los al-
por las cuestiones de carácter general, y que por ello sucumbe deanos, la justicia y la injustícia, gozar de unos derechos o ver-
impotente a la apariencia de la necesidad, sino con los ojos de se injustamente privado de ellos, también es cosa del destino,
otro K., de alguien que se acerca a ese mundo por su propia vo- de un destino que hay que aceptar o cumplir, pero que no es
luntad, en calidad de forastero, y con la intención de hacer rea- posible cambiar.
lidad un proyecto muy concreto: establecerse en é1, ser un ciu- A partir de aquí se revela el verdadero significado de la ex-
dadano más, construirse un futuro, casarse, encontrar trabajo, rranjería del agrimensor K., un forastero que no es ni aldeano
en una palabra, ser un hombre de provecho para la sociedad. ni funcionario del castillo, por lo que está situado fuera de las
Lo específico de la acción de El castillo es que al protagonis- relaciones de poder del mundo que le rodea. Con su insistencia
ta sólo le interesan las cuestiones más generales y sólo lucha en los derechos humanos, el forastero demuestra ser el único
por cosas que ios seres humanos parecen tener garantizadas de que conserva una idea de lo que es llevar una vida humana en
nacimiento. Pero aunque él sólo pide el mínimo de la existen- el mundo. A los aldeanos, su propia experiencia del mundo les
cia humana, desde el comienzo deja claro que exige ese míni- ha enseñado a verlo todo, el amQr, el trabajo y la amistad, co-
mo como un derecho y que sólo lo aceptará como tal. Está dis- mo una gracia que pueden recibir ude arribar, de 1as regiones
puesto a hacer todas las solicitudes que sean necesarias para del castillo, pero como una gracia sobre la que ellos ya nada
obtener el permiso de residencia, pero no quiere obtenerlo co- pueden. Así, las relaciones más simples se han convertido en
mo un favor; está dispuesto a cambiar de profesión, pero no las más misteriosas; lo que en El proceso era el orden del mun-
piensa renunciar al utrabajo regularizado". Todo esto depende do aparece aquí como destino, como bendición o maldición, al
de la decisión del castillo, y los problemas de K. empiezan cuan- que uno se somete con temor y respeto. AsÍ pues, el propósito
do se da cuenta de que el castillo sólo otorga derechos como de K. de procurarse sobre Ia base del derecho ese mínimo que
96 LA TRADICIÓN OCULTA FRANZ KAFKA 97

todo ser humano necesita para vivir, no resulta algo obvio, sino El mundo de Kafka es sin duda un mundo temible. Que es
que en este mundo es una absoluta excepción, y como tal un mucho más que una simple pesadilla, qlue por desgracia se
escándalo. De este modo, K. se ve obligado a luchar por ese ajusta estructuralmente a la realidad que nos tocó vivi¡ es algo
mÍnimo vital con tal denuedo que se diría que sus pretensiones que probablemente hoy sabemos mejor que veinte años atrás.
son el colmo de la arrogancia humana, y si los aldeanos se Lo magnífico de esta obra es que sigue conmoviéndonos tanto
apartan de él es porque en su lucha sólo ven una hybris que como ayer, que el horror de La colonia penitenciatia no ha per-
constituye una amen aza para todo y para todos . Para ellos, K. dido ni un ápice de su f:uerza después de las cámaras de gas.
no es un extraño porque, en tanto que extranjero, carece de de- Si la obra de Kafka se limitase a profefizar un futuro horri-
rechos, sino porque llega y exige su cumplimiento. ble, sería igual de huera que todas las profecías apocalípticas
Pese al miedo de los aldeanos, que en todo momento temen que nos han invadido desde principios del siglo xx, o más exac-
por K., a éste no le ocurre absolutamente nada malo. Pero tam- tamente desde el último tercio del siglo xx. Charles Péguy, que
poco logra nada, y al final Kafka se limita a augurarle una también tuvo el dudoso honor de ser considerado un profeta,
muerte por extenuación, es decir, una muerte completamente señaló en Lrna ocasión: nEl determinismo, en la medida en que
natural. No obstante, lo que K. consigue, lo consigue única- podemos decir algo de é1, no es probablemente más que la 1ey
mente sin proponérseio; por sí mismos, sr'l actitud y sus juicios de lo que ha quedado atrás". Esta sentencia contiene una gran
sobre las cosas que suceden a su alrededor logran abrir los verdad. En la medida en que la vida concluye inevitable y na-
ojos a unos cuantos aldeanos: «Tienes una sorprendente vi- turalmente con la muerte, siempre es posible predecir su final.
sión de las cosas... a veces tus palabras me son de ayuda, pro- La vida marcha de forma natural hacia su ocaso, y una sociedad
bablemente porque vienes de fuera. A nosotros, en cambio, con que se libra ciegamente a la necesidad de sus leyes inmanentes
nlrestra escasa experiencia y nuestros constantes temores, nos no puede sino sucumbir. Los profetas son siempre c inevitable-
estremece incluso el crujir de la madera sin que podamos ha- mente profetas de la calamidad, pues la catástrofe siempre pue-
cer nada para evitarlo, y cuando alguien se asusta, contagia in- de predecirse. Lo milagroso es siempre la salvación y no la rui-
mediatamente su miedo a los demás, qlle se estremecen sin ni na; pues sólo la salvación, y no la ruina, depende de la libertad
siquiera saber por qué. De esta forma difíciimente podemos cle los hombres y de su capacidad de transformar el mundo y su
formular un solo juicio correcto... ¡Qué suerte que hayas veni- curso natural. La absurda idea, tan generalizada en la época de
do,. K. se niega a desempeñar este papel; é1 no ha llegado para Kafka como en la nuestra, de que la misión del hombre es so-
«traer suerte» a los aldeanos, no le sobran ni tiempo ni fuer- meterse a un proceso predeterminado por unas fuerzas, cua-
zas para ayudar a los demás; el que espera esto de él nse equi- lesquiera que éstas sean, no puede más que acelerar la deca-
vocá».r Él sOio quiere poner orden en su vida y mantenerla or- dencia natural, pues con esta idea el hombre pone su libertad
denada. Como en la persecución de este objetivo, a diferencia al servicio de 1a naturaleza y de su tendencia a la decadencia.
de K. en El proceso, no se somete a la aparente necesidad, 1o Las palabras que Kafka pone en boca del sacerdote de la pri-
que le sobreviva no será la vergüenza, sino el recuerdo de los al- sión en El proceso revelan la teologÍa oculta y la fe más profun-
deanos. da de este funcionario como una fe en la pura necesidad, y en
última instancia los funcionarios son funcionarios de ia necesi-
dad, como si ésta necesitase de ellos para poner en funciona-
l. AsÍsediceenelapéndicedelaterceraedicióndeElcastillo,NuevaYork, 194ó miento el ocaso y la ruina. En tanto que funcionario de la nece-
(Fráncfort, 1 95 1 ). sidad, el hombre se convierte en el funcionario más superfluo
rj
&i
98 LA TRADICTóN ocurra
FRANZ KAFKA 99
de la ley natural de la decadencia, y como él es más que mera
suelen tener nombre y sólo conocemos sus iniciales. Aunque
naturaleza, degenera en instrumento de la destrucción activa.
este seductor anonimato sólo se debiese a la casualidad, al üe-
Pues así como no hay duda de que una casa construida por los
cho de que sus novelas quedasen incompletas, estos personajes
hombres conforme a leyes humanas acabará derrumbándose
en cuanto la abandonen y la libren a su destino natural, tam-
no son en modo alguno personas reales, gente que podamos en-
poco cabe duda de que el mundo edificado por los hombres y contrar en el mundo real; pese a las detalladas descripciones, les
regulado por leyes humanas se convertirá en mera naturaleza faltan precisamente esas propiedades únicas e intransferibles,
y se encaminará hacia su destrucción final si el hombre decide esos pequeños y a menudo superfluos rasgos de personalidad
que juntos constituyen la realidad de una persona. se mueven
convertirse a sí mismo en mera naturaleza, en un ciego pero
preciso instrumento de ias leyes naturales. en el seno de una sociedad en la que cada uno tiene un papel
que cumplir, en la que cada cual está definido en cierto modo
Así las cosas, resulta bastante indiferente que el hombre ob-
por su profesión; y si se distinguen de esta sociedad y adquieren
sesionado por la necesidad crea en la destrucción final o en el
progreso. Si el progreso fuese verdaderamente «necesario», si protagonismo en la trama de la novela es solamente porque ca-
fuese realmente una ley sobrehumana inevitable que afectase recen de un lugar determinado en el mundo de aquellos que ejer-
por igr-ral a todas las épocas de nuestra historia y cuyas redes cen su profesión, porque sus roles son sencillamente imposibles
atrapasen fatalmente a la humanidad, en ese caso no podría- de determinar. Pero esto significa que tampoco los personajes
mos describir mejor y de forma más exacta la marcha del pro- secundarios son personas reales. Los relatos de Kafka no tie-
greso que con estas líneas de las Tesis de filosofía de la historia nen nada que ver con la realidad en el sentido de las novelas
de Walter Benjamin: realistas.
si el mundo kafkiano prescinde por completo de la realidad
F.l tingel de la historia [...] ha vuelto el rostro hacia el pasado.
exterior de la que se hace eco la novela realista, probablemen-
Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, á/ ve te también prescinde de forma mucho más radical de la reali-
una catástrofe única que amontona incansablemente ruina so- dad interior de la que se hace eco la novela psicológica. Los
bre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, hombres entre los que se mueven los personajes de Kafka care-
despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. pero des- cen de rasgos psicológicos, pues fuera de los papeles que cum-
de el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y plen, fuera de sus puestos y de sus profesiones, no son absolu-
que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este hura- tamente nada; sus protagonistas también carecen de rasgos
cán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la es- psicológicos susceptibles de determinacién, pues en su alma
palda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta no hay lugar para otra cosa que no sea 1a misión que en cada
el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.r. caso se proponen cumplir: ganar un juicio, obtener un permiso
de trabajo y de residencia, etc.
Probablemente la mejor prueba de que Kafka no es un pro-
Esta abstracción, esta falta de cualidades de ros hombres de
feta más es el hecho de que cuando leemos sus historias más
Kafka, puede tentar a tenerlos por simples exponentes de ideas,
crueles y horripilantes, y que sin embargo la realidad ha cum-
por representantes de determinadas opiniones, y de hecho to-
plido, si no superado, nos invade constantemente el sentimien-
to de inverosimilitud. Así, los protagonistas de sus novelas no
;l dos los intentos contemporáneos de ver en la obra de Kafka una
teología dependen de este error de interpr:etación. pero si abor-
ir damos el mundo de Kafka sin prejuicios y sin opiniones pre-
'' En Discursos ¡ninterrampidos, I, Mad¡id, Taurus, pág. l$. (N. ctel e.)
$t concebidas, captamos inmediatamente que sus personajes no
¡l
FRANZ KAFKA 101
IOO LA TRADICIÓN OCULTA

tienen ni el tiempo ni la posibilidad de adquirir rasgos individua- la misma: poner de manifiesto la anormalidad de la sociedad y
Ies. Así, por ejemplo, cuando en América se plantea la cuestión de
del mundo de la normalidad, el delirio que encierran las opi-
si el conserje del hotel ha podido confundir al protagonista de la niones tenidas comúnmente por respetables y las calamitosas
novela con otra persona, el portero rechaza esta posibilidad adu- consecuencias para todos de los actos realizados conforme a
ciendo que si confundiese a la gente, no podría seguir siendo estas reglas de juego. Lo que mueve a los personajes de Kafka
portero; su profesión consiste precisamente en no confundir a no son determinadas convicciones revolucionarias, sino única
unos con otros. La alternativa es totalmente clara: o es una y exclusivamente la buena voluntad, que, sin apenas saberlo o
persona y está afectado de Ia falibilidad de la percepción y del quererlo, desenmascara las estructuras ocultas de este mundo.
conocimiento humanos, o es un portero y por tanto ha de pre- El efecto de irrealidad y lo novedoso de la técnica narrativa
tender estar dotado de una especie de perfección sobrehumana kafkiana resultan precisamente de su interés por estas estructu-
en su función. Los empleados a los que la sociedad obliga a tra- ras ocultas y de su radical falta de preocupación por lo superfi-
bajar con infalible precisión no se convierten por ello en infali- cial, por los aspectos y lo puramente fenoménico del mundo.
bles. Los empleados, los trabajadores y los funcionarios de Kafka Por esto es totalmente erróneo incluir a Kafka entre los surrea-
están muy lejos de ser infalibles, pero todos ellos actúan sobre listas. Mientras que el surrealista trata de mostrarnos el mayor
el supuesto de una sobrehumana eficiencia universal. número posible de aspectos y puntos de vista contradictorios
Lo que diferencia el proceder kafkiano de Ia técnica novelís- de la realidad, Kafka crea libremente tales aspectos y nunca se
tica habitual es que Kafka ya no describe el conflicto de un fun- conforma con la realidad, pues 1o que a é1 le interesa no es la
cionario entre su esfera privada y su función en la sociedad; él realidad, sino la verdad. Si el fotomontaje es la técnica preferi-
ya no pierde el tiempo en contarnos cómo esta úitima devora la da de los surrealistas, la técnica de Kafka podría definirse más
vida privada de la víctima en cuestión, o cómo su esfera priva- bien como la construcción de modelos. Así como el que quiere
da, su familia, por ejemplo, le obliga a convertirse en un ser in- construir una casa o asegurarse de su solidez ha de proporcio-
humano y a identificarse tanto con su papel como sólo 1o hace narse unos planos del edificio, del mismo modo podríamos de-
un actor durante el breve espacio de tiempo que dura la repre- cir que Kafka elabora los planos del mundo existente. Obvia-
sentación. Kafka nos pone inmediatamente frente al hecho co- mente, comparados con una casa real, sus pianos tienen algo
mo tal, pues para é] 1o único relevante es ese hecho. La supuesta de "irreal", pero sin ellos la casa no habrÍa podido construirse;
competencia universal, la apariencia de una eficiencia sobrehu- sin ellos no podríamos reconocer los pilares y los muros de
mana es el motor oculto que pone en marcha la absurda ma- carga, ios únicos que confieren a la casa una existencia en el
quinaria del aniquilamiento que engulle a los personajes de Kaf- mundo real. Basándose en estos planos elaborados a partir
ka y ia responsable de su perfecto funcionamiento. del mundo real y que obviamente son antes un producto del
EI tema principal de las novelas kafkianas es el conflicto en- pensamiento que de una experiencia sensible, Kafka construye
tre un mundo que el escritor presenta como una maquinaria sus modelos. Para comprenderlos, el lector necesita hacer uso
que funciona sin dificultad alguna y un hombre que trata de de la misma imaginación que se requirió para su elaboración,
destruirla. Pero los protagonistas de sus novelas no son hom- y si puede comprenderlos de esta forma es porque tales mode-
bres como los que encontramos a diario en nuestro mundo, si-
a, I los no son fruto de la libre fantasía del autor, sino resultados
§
no distintos modelos del ser humano en general, cuyo único * del pensamiento mismo, de los que Kafka se sirve para sus
sl construcciones. Por primera yez en la historia de la literatura,
rasgo distintivo es su más absoluta concentración en lo esencial-
mente humano. Su función en la trama de la novela es siempre un escritor exige a sus lectores la misma actividad que mues-
102 LA TRADICIÓN oculte FRANz KAFKA 103

tran él y su obra. Y tal actividad no es sino esa imaginación temprano. Aunque las circunstancias (al menos en opinión de A)
que, según Kant, o[es] capaz de crear otra naturaleza a partir son precisamente las de la víspera, tarda diez horas esta vez en
d.e los materiaies que le suministra la existente». Así pues, los
llegar a H. Lo hace al atardecer, rendido. Le comunicaron que
B, inquieto por su demora, ha partido hace poco para el pueblo
planos sólo los comprenderá aquel que pueda y quiera imagi-
de A y que deben haberse cruzado por el camino. Le aconsejan
narse las verdaderas intenciones del arquitecto y los futuros que aguarde. A, sin embargo, impaciente por la concreción del
aspectos del edificio. negocio, se va inmediatamente y retorna a su casa.
Este esfuerzo de imaginación es 1o que Kafka exige en todo Esta vez, sin prestar mayor atención, hace el viaje en un ra-
momento a su lector. Ésta es la razón por la que el lector pura- to. En su casa le dicen que B llegó muy temprano, inmediata-
mente pasivo, tal como Io educó y formó la tradición novelÍsti- mente después de la satrida de A, y que hasta se cruzó con A en
ca, cuya única actividad consiste en identificarse con uno de el umbral y quiso recordarle el negocio, pero que A le respondió
1os personajes de la novela, apenas sabe qué hacer con Kafka. que no tenÍa tiempo y que debía salir enseguida.
Lo mismo puede decirse de1 lector curioso que, decepcionado Pese a esa incomprensible conducta, B entró en la casa a es-
con su propia vida, busca en la ficción literaria un mundo en el perar su vuelta. Ya había preguntado muchas veces si no había
regresado todavía, pero continuaba aguardando aún en el cuar-
que sucedan cosas que a é1 nunca le ocurren, o que, movido
to de A. Contento de poder encontrarse con B y explicarle lo su-
por un verdadero deseo de saber, espera que la literatura Ie en-
cedido, A corre escaleras arriba. Casi al llega¡ tropieza, se tuer-
señe alguna cosa. A este lector, los relatos de Kafka lo decep- ce un tobillo y a punto de perdir el conocimiento, incapaz de
cionarán aún más que su propia vida, pues estos relatos no tienen grita¡ gimiendo en la oscuridad, oye a B vezya muy lejos,
nada que ver con las ensoñaciones, y no procuran ni orienta- -tal y desaparece pa-
tal vez a su lado- que baja la escalera furioso
ción, ni enseñanza, ni consuelo alguno. Sólo el lector que, por ra siempre.-*
las razones que sea, por más indeterminadas que éstas sean,
busque la verdad, sabrá qué hacer con Kafka, y se mostrará in- En este relato, la técnica constructiva de Kafka se muestra
finitamente agradecido cuando, de repente, en una sola página casi al desnudo. En él se reúnen todos los factores más impor-
o incluso en una sola frase se le revele Ia esencia de hechos ab- tantes que suelen concurrir en los casos de una cita fallida: el
solutamente triviales. exceso de celo (A sale de casa muy temprano, pero tan precipi-
Ejemplo de este arte de la abstracción en el que sólo hay lu- tadamente que no reconoce a B cuando se encuentra con él en la
gar para lo esencial, es el breve relato que sigue a continua- escalera); la impaciencia (a A el camino a H se le hace infinita-
ción, que además sólo trata de un hecho especialmente simple mente largo,lo que hace que se preocupe más por el camino que
y cotidiano: por alcanzar su objetivo, esto es, encontrar a B); el miedo y el
nerviosismo (éstos hacen que A no piense bien las cosas y se
UNa coNpuslóN con»r,,rNe apresure a volver a casa, cuando'hubiese podido esperar tran-
quilamente el regreso de B). Todo esto prepara la acción del ca-
Un problema cotidiano, del que resulta una confusión coti- pricho del destino, que siempre acompaña al fracaso y que
diana. A tiene que concretar un negocio importante con B en H, anuncia y sella la ruina final del que está enfadado con el mun-
se traslada a H para una entrevista preliminar, pone diez minu- do. Es basándose en estos factores generales, y no a partir de
tos en ir y diez en volver, y en su hogar se enorgullece de esa ve-
locidad. Al día siguiente vuelve a H, esa vez para cerrar el nego-
cio. Ya que probablemente eso le insumirá muchas horas, A sale '" En Obras Completas, Barcelona, Teorema, 19$. (N. del e.)
FRANz KAFKA 105
104 LA TRADICIéN oculra
habitualmente era capaz de ofrecerle el estrecho y seguro mar-
una experiencia concreta, como Kafka construye su relato. Pues-
co de su existencia. Todos estos novelistas, tanto los que refle-
to que ninguna realidad obstaculiza esta constrücción, sus dis- jaban el mundo de forma realista como los que inventaban mun-
tintás elementos pueden adquirir la cómica y gigantesca magni-
dos fantásticos, compitieron constantemente con la realidad.
tud que les es propia, de modo que a primera vista la historia se
Esta novela clásica ha evolucionado hasta la novela entendida
presenta como una de esas fantásticas historias de Münchhau-
como reportaje, una concepción que se ha desarrollado especial-
i"r, qr" las gentes de mar gustan de contarse las unas a las otras. mente en Estados Unidos, 1o que es totalmente lógico, pues pro-
La sánsación de exageración sólo desaparece si dejamos de en-
bablemente ya no hay fantasía capaz de competir con la realidad
tender la historia como la constatación de un suceso real, esto
de los acontecimientos y de los destinos de hoy.
es, como un informe sobre unos hechos que son producto de una
La contrapartida de la seguridad que proporcionaba el mun-
confusión, y pasamos a entenderla como el modelo de Ia confu-
do burgués, en el que el individuo reclamaba a la vida la parte
sión misma, cuya perfecta lógica intenta vanamente imitar nues-
de experiencias y de sensaciones que creÍa que le correspondía,
tra limitada experiencia en situaciones de confusión. Esta audaz
aunque nunca la consideraba suficiente, eran los grandes hom-
inversión de las relaciones entre modelo y copia, en la que, desa-
bres, los genios y los seres excepcionales, que el propio indi-
fiando una tradición milenaria, el relato se convierte de repente
viduo burgués consideraba como la maravillosa y misteriosa
en modelo y la realidad en Ia copia que ha de rendir cuentas,
encarnación de algo sobrehumano, a lo que se podría llamar
constituye una de las principales fuentes del humor kafkiano y
.,Destino», como en el caso de Napoleón, o "Historiar, como en
hace que esta historia tan divertida pueda consolarnos sobre las
el caso de Hegel, o "Voluntad divina", como en el caso de Kier-
citas que todos hemos perdido o que podemos llegar a perder en
kegaard, quien afirmaba que Dios había querido presentarlo
nuestra vida. Pues el humor de Kafka es expresión inmediata de
como un ejemplo, o oNecesidadr, como en el caso de Nietzsche,
esa libertad y despreocupación humanas que comprende que el
quien decía de sí mismo que era «una necesidadr. Para estos
hombre es mucho más que sus fracasos, simplemente por el he-
individuos sedientos de nuevas experiencias, la máxima sensa-
cho de ser capaz de inventarse una confusión todavía más con-
ción era la experiencia del destino mismo, por 1o que para elios
fusa que cualquier confusión real.
el modelo supremo de hombre era el hombre que tenía una vo-
narrador Kafka no es un no- cación, un destino, una misión que realizar, o cuya realización
De 1o dicho se desprende que el
era él mismo. De este modo, «grandes» no eran ya propiamen-
velista en el sentido que damos a este término cuando habla-
te ni una obra ni unos actos; ogrande» era ahora el hombre
mos de la novela clásica del siglo xlx. La base de la novela clá-
mismo, en tanto que encarnación de algo sobrehumano. La ge-
sica era una actitud ante la vida que, en lo esencial, aceptaba el
nialidad dejó de ser un don concedido por los dioses al hom-
mundo y la sociedad, que acataba la vida tal como ésta se ofre-
bre, que no por ello dejaba de se.r humano; la persona en su to-
cíay parala que la grandeza del destino residía en que éste es-
taiidad se convirtió en la encarnación misma del genio, por lo
taba más allá del bien y del mal. La evolución de la novela clási-
que éste ya no podía ser un mortal más. La definición kantiana
ca fue paralela al lento declive del citoyen, que en Ia Revolución
de1 genio muestra claramente que esta comprensión del genio
francesa y en la filosofía de Kant hizo el primer intento de go-
como una especie de monstruo sobrehumano es exclusiva del
bernar el mundo con las leyes instituidas por los hombres. Su
siglo xx y que jamás ha existido antes. Para Kant, el genio es
florecimiento coincidió con el pleno desarrollo del individuo
el don con el que la ,rnaturaleza prescribe su regla al arter; hoy
burgués, que veía el mundo y la vida como un gran teatro y
podremos discutir esta concepción, e incluso afirmar que en el
que deseaba «vivir» más experiencias y sensaciones de las que
106 LA TRADICIÓN oculrA FRANZ KAFKA lO7

genio es la humanidad misma la que nprescribe su regla al ar- fallidas y los restos de todas sus ruinas, porque a este hombre
1os dioses, por el solo hecho de tener buena voluntad, Ie han
te»; pero aquí io importante es que en esta definición del siglo
dado un corazón indestructible. Y como 1os personajes de Kaf-
xvur todavÍa no se aprecia nada de esa vacía concepción de Ia
grandeza que hará de las suyas en el Romanticismo, inmedia- ka no son personas reales con las que podamos identificarnos,
como só1o son modelos y, pese a tener un nombre, permanecen
tamente después de Kant.
en el anonimato, todos podemos sentirnos aludidos y hasta lla-
Lo que en Kafka resulta tan moderno y al mismo tiempo es
mados personalmente. Pues ese hombre de buena voluntad po-
tan inusual entre Sus contemporáneos y en su círculo de escri-
demos serlo todos y cada uno de nosotros, quizás hasta tú y yo.
tores de Praga y de Viena es precisamente el hecho de que él
jamás se presentó a sí mismo como un genio ni como la encar-
nación de ninguna grandeza objetiva, y que por otra parte se
negó radicalmente a someterse a todo tipo de destino. Él no es-
taba enamorado del mundo tal como es, y de la naturatreza de-
cía que su superioridad sobre el hombre sólo durarÍa «mien-
tras yo os deje en paz». Lo que de verdad le importaba era la
posibilidad de un mundo construido por los hombres, un mun-
do en el que la acción dei hombre no dependiese de otra cosa
más que de él mismo, de su propia espontaneidad, y en el que
la sociedad humana se rigiese por ias leyes instituidas por los
hombres, y no por fuerzas ocultas, fuesen éstas buenas o malas.
Y en este mundo, que no era un simple sueño, sino un mundo
que había que empezar a construir inmediatamente, Kafka
no quería en modo aiguno ser alguien excepcional, sino un ciu-
dadano más, un .,miembro de la comunidadr'
Naturalmente, esto no signilica que él' como a veces se pien-
sa, fuese un hombre modesto. En una oportunidad escribió en
su diario que él mismo se admiraba del hecho de que cada frase
que escribía al azar eraya una frase perfecta, lo que es verdad'
Kafka no era un hombre modesto, sino un hombre humilde.
Para asegurarse al menos la posibilidad de llegar a ser un
ciudadano más de un mundo liberado del fantasma de la san-
gre y del hechizo del horror como intentó describirlo en
América, concretamente en
-tal
suhappy-end-, no pudo menos de
anticipar la destrucción del mundo existente. Sus novelas son
una anticipación de esta destrucción, con cuyas ruinas constru-
ye la imagen sublime del hombre como un modelo de la buena
voluntad, que puede mover montañas y edificar nuevos mun-
dos, que puede soportar la destrucción de las construcciones
LA ILUSTRACIÓN Y LA CUESTIÓN JUDÍA

La versión moderna de la cuestión judía data de la Ilustra-


ción; fue la Ilustración, es deci4 el mundo no judío, Ia que plan-
teó Ia cuestión. Sus interrogantes y sus respuestas han deter-
minado el comportamiento de los judíos, han determinado su
asimilación. Desde la asimilación de Mendelssohn y desde la
obra de Dohm Über die bürgerliche Verbesserung der Juden (1781),
la discusión sobre la emancipación presenta siempre los mis-
mos argumentos, que culminan en la obra de Lessing. A él le
debemos tanto la propagación de las ideas de humanidad y de
tolerancia como la distinción entre verdades de la razón y ver-
dades históricas. Si esta distinción es tan sumamente impor-
tante es porque puede conferir legitimidad al carácter fortuito
de la asimilación que se ha producido en el curso de la historia;
tras esta distinción, ésta sólo necesita presentarse como progre-
siva aproximación a la verdad, y no como adaptación y recep-
ción de una determinada cultura en determinado, y por ende
fortuito, estadio histórico.
Para Lessing, el fundamento de la humanidad es 7a razón
común a todos los seres humanos. En tanto que lo más pro-
piamente humano, es ella la que vincula a Saladino con Natán
y con el templario. Sólo ella constituye el verdadero vínculo
entre los hombres. A partir de este énfasis en 1o humano, que
se fundamenta en lo racional, crece el ideal y la exigencia de
tolerancia. La idea de que en todos los hombres, aunque se ha-
lle oculto tras la variedad de dogmas, costumbres y usos, es-
tá siempre el hombre, este respeto a todo lo que tiene rostro
humano, no se deriva únicamente de lavalidez universal de
la razón en tanto que mera cualidad formal; la idea de tole-
rancia está más bien estrechamente unida al concepto de
verdad de Lessing, que a su vez sólo puede entenderse a par-
110 LA TRADICIóN ocurre LA TLUSTRAcTóN v re cuEsrróN ¡uoÍ¡ 111

tir de su concepción de la historia y de sus consideraciones tórica. Las verdades históricas sólo son «verdaderasr, es decir,
teológicas. universalmente convincentes y vinculantes, si son confirmadas
Con la Ilustración la verdad se ha extraviado, o más aún: ya por la verdad delarazón. De este modo, es la razón la que ha
nadie la quiere. Más importante que la verdad es el hombre que de decidir sobre la necesidad de una revelación y por ende sobre
la busca. «No es la verdad, en cuya posesión puede estar cual- la historia.r La contingencia de la historia puede ser subsanada
quier hombre, [...] sino ei verdadero esfuerzo por alcanzarla,lo ulteriormente por la razón; es ella la que decide ulteriormente
que hace valioso al hombre.,r El hombre pasa a ser más im- si la Historia revelada es o no idéntica aIa razón. La Historia
portante que la verdad, que es relegada a un segundo plano en revelada es la encargada de la educación del género humano.
beneficio del nvalor de lo humano». La tolerancia descubre es- Al final de esta educación, que nosotros experimentamos como
te nuevo valor. La omnipotencia delarazón es la omnipotencia historia, está la época ,.de un nuevo Evangelio sfs¡¡6», eue
del hombre, de lo humano. Como el hombre es más importan- vuelve superflua toda educación. El fin de la historia es su pro-
te que cualquier nposesión de la verdad», er la fábula de los tres pia disolución; al final de este proceso, lo relativamente con-
anillos el padre da un anillo a cada uno de sus hijos, sin decirles tingente se transforma en lo absolutamente necesario. "La
cuál de ellos es el auténtico, de modo que éste acaba perdién- educación no proporciona nada al hombre que éste no pueda
dose. En tanto que revelación religiosa, la verdad no está extra- tener por sí mismor; se limita a conducirlo a esa perfección
viada en la Ilustración alemana, tal como la representa Lessing, que es connatural a é1. La historia dirige a la razón hacia su
sino que su pérdida queda compensada con el descubrimiento autonomÍa, pues la Revelación incluye desde el principio a la
de lo puramente humano. En su esfuerzo por alcanzar la ver- razón. La mayoría de edad del hombre es la meta de la Revela-
dad, el hombre y su historia, que es una historia de búsqueda, ción divina y de la historia humana.
adquieren un sentido propio. Ei hombre ya no está simplemente En tanto que responsable de la educación del género humano,
en posesión de un bien y su sentido ya no depende de esta pose- la historia tiene una significación que ni siquiera la razón puede
sión; buscando puede ahanzar este bien, que en sí mismo no es llegar a captar totalmente. La razón sólo puede confirmar su
una garantía objetiva de salvación. Como en esta uampliación de «qué», pero después ha de renunciar a su «cómo» reconociendo
fuerzas, que es la búsqueda de la verdad se capta lo único sus- que no le compete. .,Pero si ha de poder y ha de haber una Reve-
tancial, para los tolerantes, esto es, para lo verdaderamente hu- lación [...], el hecho de que la razón encuentre en ella cosas que
mano, las diferentes confesiones religiosas no son más que dis- la superan ha de ser antes una prueba de su verdad que un argu-
tintas denominaciones del mismo hombre. mento en su contra.» Estas palabras no son un nuevo elogio Ce
Para la razórt,la historia no tiene ningún poder de demos- la autoridad divina. Más bien hay que considerarlas en relación
tración. Las verdades históricas son contingentes, las verdades con la principal tesis teológica de Lessing, según la cual la reli-
delarazón necesarias, la contingencia está separada de la ne- gión es anterior a la Sagrada Escritura e independiente de ella.
cesidad por «un repugnante abismor, y saltar sobre é1 significa Lo esencial no es la verdad como tesis, como dogma o como ga-
incurrir en una «ptro(Poorg eig &)"),o [svos»: las verdades histó- rantía objetiva de salvación, sino como religiosidad.
ricas no son verdades en sentido propio, y por más probadas A primera vista, esto no parece sino una asunción ilustrada
que estén, tanto su facticidad como su demostración son siempre del pietismo. Los Fragmente eines Ungenannten sólo pueden con-
contingentes: la demostración sigue siendo de naturaleza his-
2. Véase Zur Geschichte der Literatur. Aus detn 1. Beitrage. Ein Mehreres aus den Pa-
l. Theologische Streit s chrift en. Eine Duplik. pieren des Ungenannten, die Offenbarurtg betreffend.
II2 LA TRADICIÓN OCULTA LA rLUSrRAclóN y re cupsrróN ¡uoÍ¡, 1 13

fundir al teólogo, no al cristiano; su fe en Cristo es inquebran- tiempo: aunque de forma cadavez más perfecta, esta historia só-
table, ya que esta fe se basa en la pura interioridad. n¿Qué pue- lo logra aproximarse a la verdad. Esta teoría de la historia mues-
den importarle al cristiano las explicaciones, las hipótesis y las tra una estructura radicalmente distinta de la expuesta en la
demostraciones de este hombre? Para é1, el cristianismo es al- obra La educación del género humano. No es en modo alguno
go indiscutible, una verdad que hace que se sienta digtl656.» Pe- una secularización del cristianismo primer lugar, y funda-
ro el énfasis en esta inquebrantable interioridad contiene ya la mentalmente, porque la verdad está-en reservada a Dios-,:t sino
desconfianza dela Ilustración hacia la Biblia; si se enfatizala pu- que desde el principio se centra única y exclusivamente en el
ra interioridad, es porque en la Sagrada Escritura la objetivi- hombre; si presenta la verdad como un fin tan remoto en el tiem-
dad de la Revelación ya no está asegurada. La separación de po, es porque al hombre terrenal la verdad no le concierne en
religión y Biblia es el último intento vano de salvar la religión; absoluto. Su posesión no hace sino obstaculizar el despliegue
vano, pues esta separación destruye la autoridad de la Biblia y de las potencialidades del hombre, robarle la calma que éste
con ella la visible e inteligible autoridad de Dios sobre la Tie- necesita para hacerlo efectivo, apartar la mirada de lo huma-
rra. «La religión no es verdadera porque los evangelistas y los no: la verdad sólo concierne a Dios, para los hombres no es im-
apóstoles nos la hayan transmitido, sino que nos la han trans- portante. Esta rotunda afirmación del carácter eternamente
mitido porque es verdadera., Si la verdad de la religión es ante- inacabado y fragmentario de todo lo humano en aras de lo hu-
rior a la verdad de la Biblia, ya no es objetivamente segura, sino mano mismo es eludida enla La educación del género humano.
que ha de buscarse. La asunción ilustrada de la religiosidad pie- La recepción de la Ilustración por parte de Mendelssohn, su
tista destruye al mismo tiempo el pietismo. Lo novedoso no es uformación" (Bildung), todavía tiene lugar en el marco de la
el énfasis en la interioridad, sino el hecho de que ésta sea adu- religión judía. Su objetivo es defender este marco, por ejemplo
cida contra la objetividad. contra los ataques de Lavater. Para ello se sirve de la distinción
Así pues, en Lessing la historia presenta dos dimensiones dis- de Lessing entre verdades de la razón yverdades históricas. Pe-
tintas. En primer lugar,la historia es la eterna búsqueda de la ro además de hacer una apología del judaísmo, Mendelssohn
verdad: comienza con la mayoía de edad del hombre, pero le es- ha de defender la posibilidad de su propia "formación»: para
pera un camino infinito. En segundo lugar,la historia es la res- ello se sirve de la absoluta autonomía de la razón proclamada
ponsable de la educación del género humano, que se vuelve su- por la Ilustración. «Los iibrepensadores Lessing- tie-
perflua y termina cuando el hombre alcanza su mayoría de -dice
nen hoy una visión panorámica de todos los campos de la eru-
edad. La primera dimensión de Ia historia permite que el hom- dición, y pueden adentrarse en cualquiera de sus caminos tan
bre, una vez que ha tomado conciencia de su razón, vuelva a pronto como consideren que valga la pena hacerlo.ra Esta ca-
empezar y funde una historia. Ésta es la única idea de la que pacidad de pensar por sí mismo constituye la base del ideal de
Mendelssohn se hará eco. En Lessing, sin embargo, esta nueva formación de Mendelssohn; la auténtica formación no se nutre
historia que hay que fundar está completamente anclada en el de Ia historia y de sus hechos, sino que vuelve a ésta superflua.
pasado. Es el pasado dominado por la autoridad el que es edu- La única autoridad es la de la razón, a la que todo hombre es
cador. La mayoría de edad del hombre es el resultado de un capaz de acceder en solitario y por sí mismo. El hombre que
proceso, el producto de una educación que Dios concedió a los piensa vive en un aislamiento absoluto: separado del resto, en-
hombres. Alcanzada esta mayoría de edad, comienza la segun-
da historia del hombre, que, a diferencia de la primera, no ca- 3. Véase Theolog. Streitschriften. Eine Dr.tplik.
rece de un fin, pero éste queda aplazado indefinidamente en el 4. Lessing, Theolog. Streitschriften. Anti-Goeze, IX.
LA ILUSTRAcTóN v ¡-e cupsrlóu ¡uoÍa 115
114 LA TRADICIÓN oculr¡'
tes. Como en el Antiguo Testamento no hay nada que «se opon-
debería ser común a todos' ga ala razórrrr,'' es decir, nada que sea contrario a ella, el judío
cuentra la verdad, que propiamente a mí
.En su vida, cada cual sigue su propio camino ["'].Peroel con- también está comprometido con unas leyes situadas más allá
quiso que también de la razón que, sin embargo, el no judío no tiene por qué aca-
me parece que la Providencia nunca en este
j;"i. de la humanidad avanzase y se perfeccionase la razón se
tar; pues son ellas las que constituyen el elemento diferenciador
mundo a 1o largo de los siglos'' En Mendelssohn' ya no tiene entre los hombres. Las verdades eternas son la base de la tole-
de la historia'
vuelve todavÍa rnás indepÁdiente rancia: "¡Cuán feliz sería nuestro mundo si todos ios hombres
critica explícita-
ningún punto de anciaje en ella; Mendelssohn oeducación del captasen y actuasen conforme a la verdad, que comparten los
Lessing' la rnejores cristianos y los mejores judíos!".'' Segútn Mendelssohn,
mente la filosofía de la historia de
Lessing permitió que le
género humano, q" *i eterno amigo entre las verdades de la razón y las verdades históricas sólo hay
de Ia humanidad"'5 E'I
metiese en la cabe za alginhistoriaáor una diferencia de forma; no pueden atribuirse a diferentes esta-
es necesario para la for-
conocimiento de la histJria todavía no dios evolutivos de la humanidad. La razón siempre ha sido
más que libertad de pensa-
mación de Mendelssohn; ésta no es igual de accesible a todos los hombres en todos los tiempos. Lo
carece de toda vin-
miento. Por su p.;;it otig""' Mendelssohn único diferente es la vía de acceso a ella; la de los judíos no só-
judío; pero é1 no necesita
culación con el *ttttdo ti'ltu'ul no del pen-
lo comprende el acatamiento de la religión judía, sino también
descubrir .,o-busarse-en-nada' esta independencia la exacta observancia de la Ley en sí misma.
"st*
samiento, en el clima intelectual dominante' En Lessing, la distinción de historia y razón tenía como ob-
Así como vr",,Jtiu'ohn reduce la
autonomía de la razón a\a jetivo superar la dimensión dogmática de la religión; Mendels-
y a su independencia de to- sohn, en cambio, se sirve de ella para intentar salvar la religión
capaciclad-de-pensar-por-sí-mismo
esta mism a razón sólo era
do hecho (mientras q'" "" Lessing judía enrazón de su ncontenido eterno», independientemente
de 1o humano)' del
una herramienta fa'l "t ¿""ubrimiento de su base histórica. Ei interés teológico, responsable de la se-
tesis de ia separación de ver-
mismo modo i-pá-" un giro a ia paración de historia y raz6n, introduce al mismo tiempo Ia sepa-
dadesde rarazóny.,"'aud-"shistóricas:Mendetrssohnconvierte ración entre el hombre que busca la verdad y la historia. Todo lo
esta tesis aog*'^ f de ella para hacer su apoiogía del real, ya sea el entorno, los congéneres o la historia, carece de la
", '" 'i*" es idéntica ala ra-
judaísmo. puru ¿l,iureligión judía y sólo el1a legitimación de la razón. Esta eliminación de la realidad está
«verdades eternas»' clue
cional, y en concreto ervirtud de sus íntimamente relacionada con la situación real del judío en el
son las únicas vinculantes desde
un punto de vista religioso' mundo. Su indiferencia hacia el mundo era tan grande, que és-
judaísmo' explica Mendels-
Pues las ,.rdadtt históricas del te se convirtió en algo totalmente imposible de transformar. La
la reiigión mosaica fue
sohn, sólo tuvieron validez mientras nueva libertad garantizada por la formación, la libertad de
es el caso después de la
la religión de una nación, lo que ya no pensamiento y la libertad de la razón no cambian las cosas. El
las nverdades eternas»' a las mundo histórico es igual de insignificante para el judío «culto»
destrucción del Templo' Solamente de la Sagra-
.i.* ,i"-pre ha habido acceso' son independientes de la religión judía, y
que para el judío oprimido del gueto.
rtrr lr.scritu.^, .";r,it"yen el fundamento Esta indiferencia del judío hacia la historia, basada en la
judíos con la
'.,
'r, ,'ll;rs lrrs clue
hoy siguen comprometiendo a los ahistoricidad de su destino y alimentada por una Ilustración
en el Antiguo
,, l,r'',r. rlr'"rrr 1'r:tclres- Si no estuviesen presentes
t, r i¡rrr ,rrr¡ rrr l.r I t'v rri la traclición histórica serían vinculan- 6. Correspondencia con el príncipe hcredero dc Braunschweig-Wolfenbtittel, 1776.
7. Mendelssohn a Bonnet, 1770. Véase Moses MendeLssol¿rus Ges. Schrif'ten, vr¡1. VIl,
¡rires. LXXXII y sigs.
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I
1t
rl
LA ILUSTRACIÓN Y LA CUESTIÓN JUDÍA 117
116 LA TRADICIÓN OCUT-T¿

en base tan idónea para sus aspiraciones, esta generación, que, a


entendida a medias y no del todo asumida, queda superada
argu- diferencia de Mendelssohn, ha roto sus vínculos con la reli-
un pasaje de la teoría de Ia emancipación de Dohm' cuya
siguientes' Para gión, trata por todos los medios de hacerse un hueco en la so-
,r"r,u.ió, será decisiva durante las décadas
ciedad. Se identifica hasta tal punto con la obcecación de la
de los
Dohm (el primer escritor que se ocupa sistemáticamente
Ilustración , para la que los judíos no son más que gente oprimi-
juclÍos ..t ÁI"*urria), el pueblo judío no es el "Pueblo de Dios"'
judíos son hom- da, que renuncia a su propia historia y considera que todo lo
.ri siqrri".u el pueblo del Antiguo Testamento' Los
Ésta suyo es tan sólo un obstáculo para su integración real en la so-
bres como los demás. Pero la historia los ha corrompido'it
judíos de entonces ciedad, para su autorreaiización como seres humanos.i('Inter-
es la única concepción de la historia que los
preta la distinción de Mendelssohn y de Lessing entre razón e
hicieron suya. Asimismo, esta concepción explicaba suficiente-
y historia en beneficio de la razón; y esta interpretación es tan ex-
mente su atraso cultural, su falta de formación' su nocividad
se convierte trema que llega a proferir blasfemias que Mendelssohn jamás
su improductividad sociales. Para ellos, la historia
la historia de se habrÍa atrevido a decir: «¿Se pretende poner entre la espada
fundamentalmente en una historia de 1o ajeno; es
y la pared al honesto investigador objetándole, por ejemplo,
los prejuicios en los que estaban atrapados los hombres antes que la razón humana jamás puede rivaTizar con la divina? En
a. tu eio.a de la Ilustración: la historia es la historia de un pa- verdad, esta objeción no logrará inquietarle en ningún momen-
sado malo o de un presente que todavía está bajo el
poder de
to, pues incluso el conocimiento de la naturaleza divina de esta
losprejuicios.E,lob;.ti,odelaintegraciónsocia]ydelalibe. fe y de este deber de obediencia ha de someterse al tribunal de
,u.ió.r"d" los judíos es precisamente librar al presente de las la razón humanar. Friedlander ya no se sirve de la separación
cargas y de las consecuencias de esta historia'
de razóne historia para salvar la religión judía, sino que hace de
Asídesencillayderelativamentesimpleeslasituaciónde ella un instrumento para abandonar lo antes posible ia religión.
la primera g"rr"rutió., de asimilados. Mendelssohn no sólo es-
Para Mendelssohn, libertad significaba libertad de formación
fá práctícamente de acuerdo en todas las cuestiones teóricas y garantizaba la posibilidad de nhacer consideraciones sobre
.on io, promotores de la asimilación, con Dohm y Mirabeau: sí mismo y sobre su religiónr. Ahora, en cambio, la considera-
puru éstor, igual que para los juclíos, él ha sido y es la prueba
ción de Ia religión judía es expresamente un instrumento para
á" q.r" los juáíos pueden y deben mejorar, de que bastaría con transform¿¡ ola situación política" de los judíos. Y el discípulo
transformar su pásición social para convertirlos en miembros
La de Mendelssohn contradice abiertamente a su maestro, que ha-
social y culturalmente productivos de la sociedad burguesa.
por David bÍa dado este consejo: "Adaptaos a las costumbres y a las cir-
segunda generación de asimilados (representada
sigue aferrándose a cunstancias del país al que os hayáis trasladado; pero permane-
nii"¿tarr¿.r, el discípulo de Mendelssohn) ced siempre fieles a la religión de vuestros padres. ¡Llevad
la tesis ilustrada de 1a corrupción histórica." Partiendo de esta
ambas cargas como podáis!". Friedlander contradice claramen-

cit-, l, pág' 45; II, pág' S; «Que los


judíos son hombres como todos los
8, Dohm, op. 10. Ibid.,pág.39: uProbablemente, lo mejor que ha podido pasarles a los iudíos es
qrr" poi tantoiÁ de ser tratados como los demás; que su degeneración v su
demás; 1o
haber superado paulatinamente su nostalgia del Mesías y de Jerusalén, esperanza que
..,,-,.rp.i-ó.rsedebeúnicamentealabárbaraopresiónquehansufridoporprejuicios larazón abandona por considerarla una quimera. Ciertamente, es posible que quienes
,"li-,ri,ls.,r;qtresóloelprocedercontrario'unprocederacordeconiasanarazónyla se encierran en sus celdas o quienes se han alejado de los asuntos de este mundo tc¡da-
todo esto son
lr,,,rr,,i.l,,.l, p.red. hrce. de ellos personas y ciudadanos mejores; [-'.] vía alberguen en su alma deseos como éstos; pero la mayoría de los judíos, al menos
t,crdlrrle s t:rn sintplcs y cvidentes qre .omprenderlas correctamente es prácticamente
en Alemania, Holanda y Francia, ya no alimentan esta idea, que sin duda acabará de-
lo nris¡rro (ltl(' cstlll clt'¿tcttcl'dtl con ellas'' sapareciendo totalmente».
L). Vc:rs. Iir it,tlliintlt,r, Stni.st.ltre ihen einiger jiidischer Housrtiler, págs. 30 y sigs'
118 LA TRADICIÓN ocur-ra LA tLUSrRAclóN y rR cugsrróru ¡upÍ¿ 119

te a su maestro cuando, apelando a la llustracién, a la razón y había empezado haciendo una crítica de su época, la época de
al sentimiento moral es idéntico en todos los hombres-, la llustración. Su obra Otra Filosofía de la Historia para la edtL-
se ofrece para liderar
-que
«la incorporación de los judíos a la so- cación de la humanidad se publica en 1774, en pleno auge de ia
ciedad,. Ilustración, y no tiene ninguna influencia en la generación an-
En 1.799, sin embargo, este ofrecimiento llega ya demasiado terior. Pero su influencia en el Romanticismo será grande y de-
tarde. El preboste Teller, al que va dirigido, lo acoge con frial- cisiva. La obra de Herder arremete contra 1a omnipotencia de la
dad. Y Schleiermacher se defiende enérgicarnente contra estos razón y contra su pobre utilitarismo. Arremete, además, contra
incómodos intrusos. Atribuye significativamente la ,,carta, a ,,la el hombre que «detesta lo maravilloso y lo oculto». Arremete,
vieja escuela de nuestra literatura»,1j y contra la apelación a finalmente, contra una historiografía que, siguiendo a Voltaire
la razón y al sentimiento moral esgrime 1o más propio del cris- y a Hume, olvida la realidad en beneficio de las traídas y lleva-
tianismo, que estos intrusos no pueden sino adulterar. La razón das potencialidades humanas.
no tiene nada que ver con el cristianismo. Schleiermacher quie- Como hemos podido ve4 en su recepción de las ideas de Les-
re proteger lo característico de su propia religión contra lo que sing, Mendelssohn subrayaba fundamentalmente el aislamiento
define a la religión ajena. La razón sólo permite alcanzar un dei hombre que piensa por sí mismo. Herdec como hará des-
acuerdo parcial, es válida en el plano político, pero no en el re- pués el Romanticismo (es decir, la tradición alemana que me-
ligioso. Schleiermacher es partidario de una rápida integración. rece la mayor consideración en relación con la cuestión judÍa),
Pero, para é1, esta integración no será el principio de esa corn- se aparta de esta concepción y prolonga el descubrimiento de
pleta asimilación que proponen los iudíos. nEl estilo de la Ilus- la historia iniciado por Lessing.
tración», que deciara que todos los hombres han sido creados Herder critica la tesis de Lessing de que la educación no aña-
iguales y que desea volver a hacerlos iguales, se ha convertido en de al hombre nada distinto de lo que éste ya es por naturaleza:
algo uodioso,. Schleiermacher exige la subordinación del cere- "Si el hombre fuese siempre 1o que es y se limitase a desarro-
monial a la ley del Estado y el abandono de la esperanza rnesiá- llar su esencia independientemente de toda realidad exterior,
nica. Friedlander propone ambas cosas, sin darse cuenta de la ciertamente podría haber una historia del hombre, pero no de
pérdida que esto podría suponer. Su pretensión es apartar todo los hombres, no del género humanor. Pero ei hombre vive en
aquello que pueda constituir un obstáculo para la razón, que es el seno de una «cadena de individuos», "la tradición sale a su
igual para los cristianos que para los judíos; y espera que los encuentro, da forma a su cabeza y estructura sus miembros».r:r
cristianos hagan exactamente lo mismo. Veinte o treinta años En este mundo, larazón pura y el bien puro están «disemina-
antes, cuando Lavater exigía a Mendelssohn que examinase to- dos,. Ningúrn individuo puede ya aprehenderlos. Así como en
dos los argumentos a favor o en contra del cristianismo y que Lessing no hay un anillo auténtico, el individuo tampoco es
sólo después se decidiese, como "habría hecho un Sócrates», el nunca é1 mismo; el individuo cambia, se transforma, «¿d6pt¿
ofrecimiento de Friedlánder no hubiese sido tan absurdo como múltiples formas [...], es un eterno Proteo». Este ser siempre
ahora lo consideran Schleiermacher y toda la Alemania culta. cambiante depende de realidades que están fuera del alcance
En la conciencia histórica de Alemania ha tenido lugar un de los hombres, depende del
"tlsmpo, del clima, de las necesi-
cambio del que Herder es la figura más representativa. Herder dades, del mundo, del destino». Lo decisivo ya no es, como pa-

11. Schlciermacher, Briefe, bei Gelegenheit.-. des sendschreibens, 1779.werke,l, 12. Ideen zur Geschichte der Menschlrcil, I, 9" parte, Libro 1.2 (trad. cast.: Ideas ptt-
vol. 5, págs. ó y sigs. ra una Filosolia de la Historia tle la Humanidttd, Buenos Aires, Losada, 19.59).
120 LA TRADICIÓII ocuLrR LA ILUSTRACIóN Y re cuesuÓN lunÍe 1.21

ra la llustracióq, la pura posibilidad, sino la realidad de la exis- se torna opaca: "Ningún filósofo puede decir cuá1 es la finalidad
tencia humana concreta. La verdadera diferencia entre los hom- última [de los pueblos], o cuál ha podido 5g¡,. En su opacidad,
bres es más importante que su igualdad «esencial». "Sin duda, la historia se convierte en algo sobrehumano, impersonal, pero
el más cobarde de los bribones puede convertirse en el más jamás en Dios. De este modo se pierde definitivamente la tras-
valeroso de los héroes, pero entre esta remota posibilidad y la cendencia de Io divino, ,,la religión no puede ser sino la conse-
realidad de su existencia, de su se¡ media un abismo.'11 cución de fines a través de los hombres y para los hombres".
Así pues, aquí la razón no se erige en juez de la realidad his- La afirmación de Ia primacía de la historia sobre la razón es
tórica del hombre, sino que es el "producto de toda la expe- paralela al cuestionamiento de la igualdad de todos los hom-
riencia acumulada por el género humanor.i'' Este producto es bres. Cuanto más profundamente penetra la historia en la vida,
esencialmente inconcluso.i" Herder se hace eco de la «eterna tanto más diferenciada es ésta. Esta diferenciación se desarro-
búsqueda, que es propia del concepto de verdad de Lessing, lla a partir de una igualdad originaria. Cuanto más antiguo es
pero transformándola; pues aunque Lessing aplaza indefinida- un pueblo, tanto más se distingue de todos los demás.:' Sólo la
mente en el tiempo la consecución de la verdad, en él Ia razón, historia es la responsable de la diferenciación de individuos y
en tanto que facultad consustancial al hombre, no se ve afec- pueblos. T.a diferencia no estriba ni en la disposición natural, ni
tada por esta dinamización. Pero cuando la misma razórt, err en las capacidades, ni en el carácter, sino más bien en la irrevo-
tanto que nproducto de la experienciar, es dinamizada, el lugar cabilidad de todo acontecer humano, en el hecho de que éste
del hombre en Ia evolución del género humano ya no está de- tiene un pasado que no es posible obviar.
terminado de forma unívoca: nNo hay historia en el mundo que Con el descubrimiento de la irrevocabilidad de todo aconte-
se base en principios abstractos a priorirr. Del mismo modo cer humano, Herder se convierte en uno de los grandes intérpre-
que Lessing se niega a concebir la verdad como una posesión tes de la historia. Asimismo, con él la historia de los judíos se
definitiva de la que se pueda gozar tranquilamente, pues con- presenta por primeravez en Alemania como una historia mar-
sidera que tal posesión es inapropiada para el ser humano, Her- cada esencialmente por la posesión dei Antiguo Testamento'
der se niega a reconoc er la razón pura como la única posibi- Esto introduce un cambio en la consideración de Ia cuestión
lidad de la única verdad. Contra larazón única, así como contra judía, tanto por parte de los no judíos como por parte de los
la verdad única, Herder arguye la infinitud de la historia, y propios judíos. Este cambio, además, es el resultado de Ia nue-
«lpor qué habría de convertirme en un.s¿r puramente racional, va significación que Herder da a los conceptos de formación y
si yo sólo puedo ser un hombre, y si mi existencia, lo mismo tolerancia, conceptos decisivos en esta discusión'
que mi conocimiento y mi fe, no es más que una ola en el mar Herder entiende la historia de los judíos como ellos mismos
de la historia?r. De acuerdo con esto, Herder invierte la relación interpretan esta historia, esto es, como la historia del pueblo
entre razón e historia: la razón queda sometida a la historia, elegido por Dios.'? Para é1, su dispersión es el comienzo y la con-
«pueS la abstracción no puede imponer sus leyes a la historia". dición de su influencia en el género humano.'s Herder sigue Ia
La primacía de la razón, de la mayoría de edad y de la auto-
nomía humanas toca a su fin: la historia, el destino del hombre,
16. Ideen.-.,l,T"parte,Zusdtzezudercibestenurkundedeslvlenschengeschlechts.5.
. Icleen...,1II, 12" parte, Libro lII, Ebrrier. oAsí pues, no me avergüenzo de basar-
77
13. Auch eine Philosophj¿... (trad. cast.'. Otra Fílosofía de la Historia para la educa- mc en ia historia de los hebreos tal como ellos mismos la cuentan"''
ción de kt humanidad, en Obra Selecta, Madrid, Alfaguara, 1982). 18. Ibid., "Los judíos se dispersan por todas las naciones del mundo romano y con
14. Erlriuterut'Lgen zutn Neuen Testamenl, I, Libro III. esta dispersión comienza su influencia en la humanidad, una influencia que difícil-
15- BrieJb das Studium der Theologie betrellénd, 2" parte, carta n" 26. mente habría sido tan grande de haber permanecido en su propio país" "
122 LA TRADTcIóN oculra LA ILUSTRACIÓI'I Y LA CUE,STIÓN JUDÍA 123

historia de los judíos hasta el presente y presta especial aten- do, sino que, aunque sea de forma parasitaria, hayan intentado
ción a su peculiar actitud ante la vida, que se caracteriza por adaptarse a un mundo que les es extraño, es algo que Herder
atenerse al pasado y por su esfuerzo por conservarlo en el pre- también entiende desde el punto de vista de la historia del pue-
sente. Su lamento de la inmemorial destrucción de Jerusalén, blo judío.r2 De 1o que ahora se trata es de hacer productivo ei
su esperanza en el Mesías indicarían que «en cierto modo, las carácter parasitario de la nación judía. En qué medida es posi-
ruinas de Jerusalén están depositadas en el mismo corazón del ble tal asimilación manteniendo al mismo tiempo la I-ey judía
tiempo,.r! Su religión no es ni una fuente de prejuicios, ni la es una cuestión de Estado, y en qué medida es posible algo así,
religión de la razón de Mendelssohn, sino la ninalienable he- una cuestión de educación y de formación, lo que para Herder
rencia de su pueblo". Al rnismo tiempo, Herder ve que su his- signifi ca de humanización.
toria, que se remonta a la Ley de Moisés, es inseparable de és- EI término nhumanid¿d» queda definido mediante dos con-
ta,"" y que por lo tanto coincide plenamente con la observancia ceptos: formación y tolerancia. Herder arremete violentamen-
de la Ley. Pero, además, esta religión es una religión de Pales- te contra el concepto ilustrado de formación entendido como
tina, y acatarla significa seguir siendo el pueblo de Palestina y, autonomía del pensamiento, al que le reprocha su absoluta fal-
por ende, "un pueblo asiático extraño en el seno de Europar. ta de realidad. Esta clase de formación no se nutre de experien-
Así, Herder no reconoce su igualdad con el resto de pueblos cia alguna, y no se traduce en "hecho5», oo tiene uaplicación en
la llustración, la única forma de reconocerles su huma- ninguna esfera de la vidar. Es incapaz de formar a hombre al-
-para
nidad-, sino que subraya su diferencia. Esto no equivale en guno, pues olvida la realidad de la que éste procede y en la que
modo alguno a rechazar la asimilación, que se exige incluso de se halla. La "retirada de la formación", de la verdadera forma-
forma más radical, pero sobre otra base. Mientras que en Les- ción, de aquella que realmgnfs «preforma, forma y sigue for-
sing y en Dohm Ia discusión de la cuestión iudía todavía estaba mando», está dominada por la fuerza del pasado, por la ofuer-
guiada fundamentalmente por la cuestión religiosa y su toie- za eterna y silenciosa de una forma previa, de un modelo, o de
rancia, en Herder la asimilación se convierte en una cuestión una sucesión de modelosr. La Ilustración es incapaz de con-
de emancipación y de este modo en una cuestión de Estado. servar este pasado.
Precisamente porque Herder se toma completamente en serio La educación a través de la formación, tal como la entiende
Ia fidelidad de los judíos a 1a oreligión de sus padres», es capaz Herder, no puede equivaler a una simple imitación de estos "mo-
de ver en elia una aspiración nacional; la religión judía pasa a delos,, pues él mismo ha afirmado la absoluta unicidad de la his-
ser la religión de otra nación. Ahora ya no se trata ni de tolerar toria, incluso de lo más grande y genial en elia. La formación
otra religión, de la misma forma que hemos de tolerar tantos busca el elemento formativo en la comprensión de las formas
prejuicios, ni de mejorar una situación social penosa, sino de previas o modelos. Esta comprensión (Verstehen), qre constitu-
que Alemania incorpore en su seno otra nación.rl Así pues, Her- ye un acceso completamente nuevo a la realidad y que nada
der considera el presente sub specie del pasado. El hecho de tiene que ver con la interpretación de la Sagrada Escritura, ni
que, pese a la continua opresión, los judíos no hayan sucumbi- con la polémica, ni con Ia simple credulidad, implica la satis-
facción de una exigemcia formulada por la realidad, a saber: to-
19 . Die Denkntale der Vor¡,eb, 1 " parte. mar Ia realidad tal como realrnente fue, sin atribuirle fines o se-
20. Brielé das Studium der Theologie betreflbnd, carta n" 4.
2 i.
Adrastea: "Pero en qué medida esta Ley, así como las formas de vida y de pensa-
miento que se derivan de ella, es apropiada en nLrestro Estado, esto ya no es una simple 22. Véase ldeen..., III, 12' parte, Libro VI, Weitere ldeen utr Philosophie der Mens,
cucstión religiosa, un asunto de opinión y de fe, sino una auténtica cuestión de Estado,. chengeschichte-
124 LA TRADrcróN ocurta LA ILUSTRACTÓN Y LR CUESTTÓN JUDÍA 125

gundas intenciones; y mantener una distancia en relación con eI vertía conscientemente en otra cosa. Esta comprensión de la
pasado: evitar confundirse con é1, tomar completamente en serio historia, en cambio, elimina definitivamente el carácter vincu-
el espacio de tiempo que media entre él y el sujeto de la com- lante de todo contenido en beneficio del acontecer mismo. Para
prensión, incorporar esa distancia en el acto de comprensión. los judíos, esta destrucción del contenido de la historia signifi-
De este modo, desde el punto de vista de su contenido, la his- ca la destrucción de todo vínculo histórico; pues lo que define
toria no es vinculante para el que Ia comprende, que se acerca su historia es precisamente el hecho de que, después de la des-
a ella como una historia única y efímera. Su función formativa tr-ucción del Templo, en cierto sentido ha sido la misma historia
radica en la comprensión como tal. Esto constituye la base de la que ha destruido ese *continuum de las cosas, que Herder
una nueva idea de tolerancia. Todo hombre, al igual que toda salva del abismo. Por eso la defensa de la religión judía por par-
época, tiene su propio destino, cuya unicidad ya nadie puede te de Mendelssohn y su intento de salvar el «contenido eterno,,
juzgar; es la misma historia la que, en su inexorable continui- por más ingenuo que hoy pueda parecernos, no carecía total-
dad, adopta el papel de juez. La tolerancia, ,.s¡sslencia de unas mente de sentido. Este intento todavía era posible sobre la base
pocas almas privilegiadas por el Cielor, ya no descubre lo hu- de la Ilustración; aunque de forma residual, el judío todavÍa
mano como tal, sino que lo comprende. Y lo comprende justa- conservaba algún vínculo con su historia, que ahora desaparece
mente en todas sus formas y transformaciones; comprende su totalmente. El propio Herder considera esta desvinculación co-
naturaleza única y efímera. La tolerancia es el correlato de la mo algo positivo y afirma: *En Natán el Sabio, Lessing ha des-
distancia que mantiene el hombre bien formado en el acto de crito perfectamente esta falta de prejuicios de los judíos cultos,
comprensión. su forma más natural de ver las cosas; ¿y quién podría contra-
De este modo, Herder devuelve a los judíos su propia histo- decirle, si ciertamente el judío está libre de muchos prejuicios
ria de una forma indirecta muy peculiar; Ia historia se convier- políticos de los que a nosotros nos cuesta deshacernos o de los
te en historia comprendida. En tanto que acontecer, la historia que no podemos deshacernos en absoluto?". Herder pone de re-
es tomada completamente en serio, pero sin creer ya inmedia- lieve la falta de prejuicios de los judíos cultos, es decir, de aque-
tamente en quien guió originariamente esta historia. El proceso llos que carecen de todo vínculo con cualquier contenido, con
de secularización es irremediable, ya no es posible dar marcha el que, pese a toda la «cultura», el mundo no judío sigue ligado
atrás. Esta restitución indirecta de la historia destruye total- en virtud del continuum ternporal. Al mismo tiempo, Herder
mente el pasado tal como lo entienden los judÍos. Pues, efecti- pretende hacer de la necesidad una virtud y presentar como po-
vamente, si para Herder este pasado, al igual que cualquier otro, sitivas las cualidades de los judíos que un presente malo la
está ligado a un tiempo que ya no ha de volveq para los judíos es, forma de indigencia social o de diáspora- les obiigó a
-en
desarro-
te pasado es precisamente aquello que hay que arrancar cons- IIar, el rnismo que hizo necesaria una doble vigilancia: en lo
tantemente al tiempo y al declinar que éste comporta. Cierta- económico y en la exégesis bíblica.rr Si sólo los judíos son per-
mente, Herder devuelve al judío asimilado la historia tal como sonas «cultas» en el sentido de Herder, la humanidad ha logra-
éste Ia entiende, pero se trataya de una historia sin Dios; de es- do recuperarlos; pero, conforme a su propia forma de ver las
te modo aniquila la libertad que aquél adquirió en su recepción
de la Ilustración, que ya se hallaba vis d. vis de rien, y lo somete lJ. «Bajo los t<¡rmentos sufridos por este pueblo duranle siglos, ¡-qué otro pueblo
a la fuerza del destino, pero no al poder de Dios. La Ilustración hubiese sido capaz de mantenerse en el grado de cultu|a en el que lo ha situado su
trascendental Libro de los Libros, ia recopilación de sus Santas Escrituras, así como
mantenía al menos una relación directa con el contenido de la su aritmética y su literatura? La necesidad y su laboriosidad Le han proporcionado una
historia cuando lo criticaba, Io rechazaba,lo defendía o lo con- agudeza que sólo a un ciego puede pasarle desapercibida."
126 LA TRADICIÓN OCULTA LA ILUSTRACION Y LA CUESTION JUDIA 127

cosas, esto significa que han dejado de ser el pueblo elegido por pasado. Vuelven a estar vis d vis de rien. En el seno de una rea-
Dios. uvencidos los viejos prejuicios nacionales; abandonadas lidad histórica, en el seno de un mundo europeo secularizado,
Ias costumbres que no encajan con nuestra época ni con nues- se ven obligados a adaptarse de alguna manera a este mundo, a
tras circunstancias, ni siquiera con nuestro clima, los judíos formarse. Sin embargo, para ellos la cultura es necesariamen-
ya no son esclavos [...] sino gente integrada en los pueblos cul- te todo aquello que está fuera del mundo judío. Como se les ha
tos [...] que trabaja en la construcción de la ciencia, de la cultura privado de su propio pasado, el presente empieza a mostrar su
del género humano [...] Para hacer de ellos personas honestas, poder. La cultura es la única posibilidad de soportar esta reali-
no es necesario concederles ventajas en el ámbito comercial, dad. Si aquélla es fundamentalmente comprensión del pasado,
son ellos mismos los que avar,zan en esta dirección en virtud de el judío «culto» necesita constantemente de un pasado que le
sus méritos como seres humanos, como científicos y como ciu- es ajeno. Llega a este pasado a través de un presente que ha de
dadanos. Allí donde viven y trabajan de forma honrada, allí es- comprender, pues fue implicado en é1. Para poder entender el
tá su Palestina.» presente, hay que comprender el pasado de forma clara y ex-
Esto vuelve a colocar a los judíos en un estado de excepción plícita. La explicitación del pasado es la formulación positiva
que en ia llustración, que no tenÍa un sentido histórico muy de- de la distancia que Herder reclama del hombre culto, una dis-
sarrollado, todavía pudo quedar oculto. La plena igualdad de tancia que los judíos mantienen desde el principio. Así, del ca-
Lessing sólo exigía de los judíos humanidad, algo que finaimen- rácter ajeno de la historia surge la historia como tema especí-
te, sobre todo en la interpretación de Mendelssohn, también fico y legítimo de los judíos.''!
podían lograr. Aquí, en cambio, se les pide que sean especiales,
y en tanto que tales se les incluye indiferenciadamente en la
«cultura del género humanor, después de que la ,.formaciónr,
la distancia característica del acto de comprensión, haya des-
truido todos los contenidos en los que los judíos podían basar
su especificidad. si schleiermacher rechaza el ofrecimiento de
Friedlander, es porque desea salvar tanto lo que define al cris-
tianismo como la especificidad del judaísmo. De los judíos se es-
pera una comprensión de su propia situación histórica, una ex-
pectativa que difícilmente pueden satisface¡, pues su existencia
en el mundo no judío está íntimamente relacionada con la argu-
mentación esencialmente ahistórica de la Ilustración. Los judíos
se ven obligados a dar constantes
"salti mortali», a adaptarse a
ia realidad a saltos; no pueden confiar en una evolución «natu-
ralr, ,.continuada»,:'pues el mundo no judío no les procura lu-
gar alguno desde el que poder iniciar tal evolución.
Así, los judÍos se convierten en los sin historia de la historia.
La comprensión herderiana de la historia les ha arrebatado su
25. Algo que sólo ha comprendido la nSociedad cultural y científica judía, bajo la
24. W. y C. v. Humboldt, Briefwechsel, vol. 4, n" 236, pág. 462. égida de Leopold Zunz.
EL SIONISMO. UNA RETROSPECTIVA

I
La última resolución del ala mayoritaria y más influyente de
la organización sionista Mundial significó la culminación de cin-
cuenta años de polÍtica sionista. En su última asamblea anual,
que tuvo lugar en octubre de 1944 en Atlantic city, todos los
sionistas estadounidenes, desde la derecha hasta la izquierda,
reclamaron de forma unánime la constitución de una «comuni-
dad judía libre y democrática» que «abarcase de forma indivisa
e íntegra la totalidad de Palestina,. Esta resolución representa
un verdadero punto de inflexión en la historia del sionismo,
pues pone de manifiesto que el programa sionista, tan duramen-
te combatido durante tanto tiempo, ha acabado imponiéndose.
La resolución de Atlantic city va incluso más allá del progra-
ma Biltmore (1942), en el que la minoría judÍa reconocía a la
mayorÍa árabe como una minoría y le concedía unos derechos.
La resolución de Atlantic city ni siquiera menciona a los ára-
bes, de modo que éstos sólo pueden elegir entre la emigración
voluntaria o su transformación en ciudadanos de segunda cla-
se. con esta resolución parece admitirse que, si el movimiento
sionista no ha puesto al descubierto sus verdaderos objetivos,
ha sido únicamente por una cuestión de oportunismo. Todo pa-
rece indicar que estos objetivos relativos a la futura constitución
política de Palestina, coinciden tótalmente con los objetivos de
los sionistas extremistas.,
La resolución de Atlantic city asesta un golpe mortal a los par-
tidos judíos de Palestina que han predicado incansablemente la

1 . Este programa fue ratificado por la conferencia


Mundial Sionista que sc cclc-
bró en Londres en agosto de 1945.
130 LA rRADrcróN oculra EL sloNrsMo. UNA RETRoSpECTTvA i31
necesidad de un entendimiento entre árabes y judíos. En cam- ducir a una solución definitiva. O más exactamente: mañana
bio, esta resolución refuerza considerablemente a la mayoría mismo, el gobierno británico podría decidir dividir el país, ple-
liderada por Ben Gurion, a la que las numerosas injusticias co- namente convencido de haber dado con la forma más idónea
metidas en Palestina y las terribles catástrofes que han tenido de conciliar las exigencias de árabes y judíos. Entre los británi-
lugar en Europa han conducido a un nacionalismo hasta ahora cos, esta manera de ver las cosas sería muy comprensible, pues
desconocido. de hecho esta división podría representar una forma aceptable de
La prolongación de las discusiones oficiales entre ,,sionis- conciliar una administración colonial antijudía y favorable a
tas universales, (allgemeinen Zionisten) y revisionistas sólo re- los árabes y la opinión pública inglesa, que es más bien favora-
sulta comprensible si se tiene en cuenta que los primeros no ble a los judíos, una conciliación que supuestamente conduci-
están completamente convencidos de que sus exigencias ha- rÍa a un cambio de opinión de los ingleses en relación con la
yan de curnplirse, por lo que consideran conveniente plantear cuestión de Palestina. Sin embargo, es totalmente absurdo creer
exigencias máximas como puntos de partida para alcanzar fu- que una nueva división de un territorio tan pequeño, cuyas
turos compromisos, mientras que los segundos son naciona- fronteras actuales son el resultado de dos separaciones previas
listas convencidos e inflexibles. Por otra parte, los sionistas de Siria y después de Transjordania-, puede resol-
universales han puesto sus esperanzas en la ayuda de las gran- -primero
ver el conflicto entre dos pueblos, especialmente cuando en re-
des potencias, mientras que los revisionistas se muestran bas- giones mucho más vastas la solución territorial no consigue
tante decididos a encargarse ellos mismos del asunto. A pri- zanjar conflictos similares.
mera vista, esto puede parecer torpe e ingenuo, pero acabará De por sí, un nacionalismo basado exclusivamente en la fuer-
reclutando numerosos adeptos entre los defensores más fir- zabnÍa de una nación es ya bastante malo. Pero todavía peor
mes e idealistas del judaísmo. es un nacionalismo que depende totalmente de Ia fuerza de un
Sin embargo, el cambio verdaderamente importante es que .A
paÍs extraniero. Este amenaza ser el destino del nacionalismo
ahora todos los grupos sionistas están de acuerdo en lo que se judío y del futuro Estado judío, que inevitablemente tendrá co-
refiere al fin ú]timo, que en la década de 1930 apenas podía mo vecinos a países y pueblos árabes. Ni una mayoría judía en
mencionarse, pues todavía era tabú. Expresando tan abierta- Palestina, ni el desplazamiento de la población árabe que los
mente este fin en un momento que ellos consideran decisivo y revisionistas exigen abiertamente, lograrían cambiar esencial-
oportuno] los sionistas han arruinado la posibilidad de enta- mente la situación, pues los judíos seguirían viéndose obliga-
blar conversaciones con los árabes, pues independientemente dos a buscar protección en una potencia extranjera o a llegar a
de lo que les ofrezcan, pasará mucho tiempo hasta que éstos un entendimiento con sus vecinos.
vuelvan a confiar en ellos. A su vez, esto facilita las cosas para De no alcanzarse tal entendimiento, existe el riesgo de que
que una potencia extranjera se encargue del asunto sin pre- se produzca inmediatamente una colisión entre los intereses
guntar su opinión a las partes verdaderamente afectadas. Así de los judíos, que están dispuestos y obligados a aceptar en el
pues, Ios propios sionistas han contribuido a crear ese Mediterráneo a cualquier potencia que garantice su existencia,
"trági-
co conflicto» que sólo puede resolverse cortando el nudo gor- y los intereses de todos los demás pueblos mediterráneos, de
diano. modo que mañana mismo, efivez de estar ante un ntrágico con-
Sin duda, sería enormemente ingenuo pensar que este re- flictor, podemos hallarnos ante tantos conflictos irresolubles
curso expeditivo ha de redundar necesariamente en beneficio como países mediterráneos existen. Pues, efectivamente, éstos
de ios judíos, y tampoco hay razones para creer que ha de con- pueden reclamar ln mare nostrum exclusivo para los países cu-
132 LA TRADTcIóN oculre EL sioNrsMo. UNA RETRoSpECTTvA 133

ya zona de asentamiento iimite con el Mediterráneo, y a largo II


plazo pueden arremeter contra toda aquella potencia extran-
jera, y por lo tanto intrusa, que cree o tenga unos intereses en El desencadenante de este desplazamiento hacia el revisio-
la región. Estas potencias extranjeras, por más poderosas que nismo en el seno de la Organización Sionista fue la agudiza-
sean, no pueden permitirse que los árabes, uno de los puebios ción de los conflictos políticos durante los últimos diez años.
mediterráneos rnás numerosos, se vuelvan contra ellos. En la Pero ninguno de estos conflictos era nuevo; lo verdaderamente
actual situación, si estas potencias han de ayudar a la creación novedoso era una situación que obligaba al sionismo a dar res-
de un Estado judío, sólo podrán hacerlo sobre la base de un puesta a preguntas que rehuía desde hacía al menos veinte años.
amplio consenso que tenga en cuenta el conjunto de la región y Con Weizmann en el cargo de portavoz de poiítica exterior y en
las necesidades de todos los pueblos que la habitan. Pero si los virtud de los grandes éxitos de los judíos palestinos, la Organi-
sionistas siguen ignorando a los pueblos mediterráneos y sóio zación Sionista había desarrollado una extraordinaria capacidad
tienen ojos para las grandes potencias extranjeras, aparecerán para evitar o para dar una respuesta ambigua a las cuestiones
ante los demás como meros instrumentos de éstas, como agen- políticas importantes" Por sionismo podía entenderse cualquier
tes de intereses extranjeros y enemigos. Los judíos, conocedo- cosa; el acento, sobre todo en los países europeos, se ponía en
res de la historia de su propio pueblo, deben saber que esa si- su elemento puramente "ideológicor.
tuación solamente puede desencadenar un nueva oia de odio En vista de las decisiones actuales, un observador neutral y
hacia ellos; el antisemitismo de mañana dirá que los judíos no no demasiado informado puede pensar que esta ideología era
sólo se han aprovechado de la presencia de las potencias ex- un discurso deliberadamente ambiguo cuyo propósito era pre-
tranjeras en la región, sino que han sido ellos quienes verdade- cisamente ocultar unos objetivos políticos. Esta interpretación,
ramente la han urdido y que por lo tanto han de responsabili- sin embargo, no haríajusticia a la mayoría de los sionistas. Lo
zarse de las consecuencias. cierto es que la ideología sionista, al menos en la versión de
A los grandes países que pueden permitirse el lujo de parti- Herzl, mostraba una clara tendencia a las posiciones que pos-
cipar en el juego del imperialismo no les resulta difícil cambiar teriormente se denominarían revisionistas, y sólo podía des-
la Tabla Redonda del rey Arturo por la mesa de póquer; pero marcarse de ellas apartando la vista de los problemas políticos
los pequeños países que entran en este juego arriesgando sus reales.
propios intereses e intentan irnitar a los grandes, suelen acabar Fueron muy pocos los problemas políticos concretos que de-
pagando ios platos rotos. En su intento de participar nde for- terminaron el destino del movimiento en su conjunto. La cues-
ma realista» en ese comercio de caballos que es la lucha por el tión fundamental era la referida a qué tipo de cuerpo político
petróleo en Oriente Próximo, desgraciadamente los judíos se debían formar los judíos paiestinos. Los revisionistas, que no
comportan como esa gente que, sintiéndose atraída por este ne- querían darse por satisfechos con una mera «patria nacionalr,
gocio, pero faltándole el dinero y los caballos, decide compen- lograron imponer su pretensión de un Estado nacional. Esto
sar esta doble carencia imitando los gritos que suelen acompa- desembocó casi automáticamente en la siguiente cuestión, a
ñar a estas ruidosas transacciones. saber, qué relación debía existir entre este cuerpo político y los
judíos en la diáspora.
En este punto surge el conflicto de la doble lealtad, al que
nunca se le dio una respuesta clara y que es una cuestión in-
soslayable para el movimiento nacional de un pueblo asentado
I34 LA TRADICIÓN OCULTA EL sIoNISMo. UNA RETRoSpECTTvA 135

en múltiples Estados nacionales y que no está dispuesto a re- tijudÍa de finales de1 siglo pasado. Desde la época de Herzl, el
nunciar a sus derechos políticos y civiles en tales Estados. El antisemitismo ha venido siendo aceptado con absoluta resigna-
presidente de la Organización Sionista Mundial y de la Jewish ción como un nhecho», por lo que se ha pretendido afrontarlo
Agency for Palestine es, desde hace veinte años, un súbdito bri- ude forma realistar, es decir, no sólo se ha estado dispuesto a
tánico cuyo patriotismo y lealtad a Gran Bretaña están fuera hacer negocios con los enemigos del pueblo judÍo, sino incluso
de toda duda. El problema es que el mero hecho de tener pasa- a rentabilizar desde un punto de vista propagandístico la hos-
porte británico lo lleva directamente a mantener una teoría de tilidad contra los judíos. En relación con este punto, tampoco
la armonía preestablecida entre los intereses judíos y británi- resulta demasiado fácil establecer una diferencia entre los re-
cos en Palestina. Esta armonía puede existir o no; sea como visionistas y los sionistas universales. En efecto, si los revisio-
fuere, esta situación recuerda muchÍsimo a tesis similares de- nistas han recibido duras críticas de los demás sionistas por
fendidas por los asimilacionistas europeos. En este punto, la haber negociado con la Polonia antisemita de preguerra la eva-
respuesta de los revisionistas al menos de su ala extremis- cuación de un millón de judíos polacos, con ei fin de obtener el
-o
ta en Estados Unidos, el Hebrew Committee for National Libe- apoyo de Polonia a las exigencias sionistas extremas formula-
ration- también tiene muchas posibilidades de ser aceptada das ante la Sociedad de Naciones y de este modo presionar al
por el sionismo, pues encaja perfectamente con la ideologÍa de gobierno británico, por su parte los sionistas universales han
la mayoría de los sionistas y satisface plenamente sus actuales estado constantemente en contacto con el gobierno de Hitler
necesidades. en relación con el tema de los desplazamientos de población.
Según esta respuesta, en Palestina nos hallamos ante una El último de los problemas actuales, y sin duda el más im-
nación hebrea y en la diáspora ante un pueblo judío. Esta res- portante, es el conflicto árabe-judío en Palestina. La actitud in-
puesta concuerda con la antigua teoría de que sólo regresarán flexible de los revisionistas es por todos conocida. Siempre han
unos pocos, y que éstos son la élite del pueblo judío, de la que reclamado la totalidad de Palestina y de Transjordania y fueron
depende completamente su supervivencia. Además, esto tiene los primeros que propusieron el desplazamiento a Irak de los
Ia extraordinaria ventaja de que cuadra perfectamente con la árabes palestinos, una propuesta que unos años antes también
necesidad de reformular el programa sionista para Estados Uni- habÍa sido considerada seriamente en los cÍrculos de los sionis-
dos. Aquí ni siquiera se mantiene ya la apariencia de una vo- tas universales. Dado que la última resolución de la Organiza-
luntad de regresar a Palestina, por Io que el sionismo ha perdido ción sionista estadounidense, de la que ni la Jewish Agency ni
de vista el objetivo que Io acompañó desde el principio: trans- la Palestine Vaad Leumi se diferencian demasiado, apenas deja
formar la vida de los judÍos en la diáspora. En efecto, la distin- otra opción a los árabes que la aceptación del estatus de mino-
ción entre el opueblo judío, en Estados Unidos y ia nnación ría en Palestina o la emigración voluntaria, hemos de decir que
hebrea, en Palestina podría resolver, al menos desde un punto en este punto los revisionistas, aunque todavía no han logrado
de vista teórico, el problema del conflicto de lealtades de los imponer sus métodos, sí han impuesto sus principios.
judÍos estadounidenses. La única diferencia clara entre los revisionistas y los sionis-
Igual de importante es la cuestión, para la que todavía no se tas universales estriba actualmente en su posición frente a In-
ha encontrado una respuesta, de qué deberían hacer los judíos glaterra, pero esta djferencia no implica una divergencia polÍ-
contra el antisemitismo, qué tipo de defensa o de explicación tica fundamental. El sentimiento profundamente antibritánico
puede proporcionar o proporcionará el nuevo movimiento na- de ios revisionistas lo comparten en Palestina muchos de los
cional, que a fin de cuentas se formó a raíz de la agitación an- judíos que han tenido alguna experiencia con la administra-
136 LA rRADrcró¡¡ oculre EL sloNrsMo. UNA RETRoSpECTTvA 137

ción colonial británica. Además, en este sentido los revisionis- había excluido a las masas judías. Esto les procuraría Lrna «ba-
tas se alegran del apoyo brindado por numerosos sionistas esta- se estratégica» para su ulterior participación en la revolución
dounjdenses, que o han hecho suya la desconfianza estadouni- mundial y en la sociedad del futuro, una sociedad sin clases ni
dense hacia el imperialismo británico o desean que sea Estados naciones (Borochov). Aquellos que adoptaron la variante orien-
Unidos, y no Gran Bretaña, la futura gran potencia en Oriente tal del sueño mesiánico partieron hacia Palestina, con el propó-
Próximo. El último obstáculo para su triunfo en esta zona es sito de encontrar una especie de redención personal a través del
Weizmann, que cuenta con el apoyo de la Organización Sionis- trabaio en el seno de una colectividad (A. D. Gordon). Libres de
ta Inglesa y de una pequeña minoría en Palestina. la ignominia de la explotación capitalista, allí podrían realizar
inmediatamente los ideales predicados por ellos rnismos y
construir el nuevo orden social que en las teorías sociales revo-
m lucionarias de Occidente sólo era un sueño lejano.
Los sionistas socialistas alcanzaron su objetivo cuando se
En términos generales, podríamos decir que el movimiento asentaron en Palestina; con esto consideraron colmadas todas
sionista se fundó a partir de dos ideologías políticas típicas de sus aspiraciones nacionales. Por absurdo que hoy pueda pare-
la Europa del siglo xlx, el socialismo y el nacionalismo. Mucho cernos, no temían en absoluto que pudiese surgir algún con-
tiempo antes de la aparición del sionismo, existió cierta rela- flicto con quienes habitaban la Tierra Prometida; la existencia
ción entre estas dos doctrinas aparentemente opuestas, concr:e- de los árabes no les preocupó en ningún momento. Nada puede
tamente en el seno de movimientos nacionales revolucionarios caracterizar rnejor la naturaleza totalmente apolítica del nue-
de pequeños pueblos europeos que estaban oprimidos tanto so- vo movimiento que esta candidez. Sin duda, estos judíos eran
cial como nacionalmente. Sin embargo, esta vinculación jamás unos rebeldes, pero no se rebelaron tanto contra la opresión de
existió en el seno del movimiento sionista. Al contrario, desde su pueblo como contra el ambiente paralizante y asfixiante del
un principio este movimiento estuvo dividido entre los movi- gueto y contra la injusticia que dominaba ia totalidad de la vi-
mientos sociales revolucionarios que tuvieron su origen en las da social. Tenían la esperanza de que esto ya no les afectaría
masas del Este de Europa y el deseo de una emancipación nacio- cuando se asentasen en Palestina, nombre que a ellos, pese a
nal, al que Herzl y sus seguidores dieron expresión en Europa haberse emancipado de la ortodoxia judía, seguía sonándoles
Centrai. Lo paradójico de esta división era que los movimientos a gloria. Huyeron a Palestina como quien desea huir a la Luna
sociales revolucionarios representaban un movimiento popular para librarse de este mundo y de su maldad. Fieles a sus idea-
cuyo origen real era la opresión nacional, mientras que el de- les, se dirigieron a la Luna, y la extraordinaria fterza de su fe les
seo de emancipación nacional originado por la discriminación permitió crear pequeñas islas de perfección.
social se convirtió en el credo polÍtico de los intelectuales. El movimiento chaluz y kibbutz surgió a partir de estos
En el Este de Europa, el sionismo mostró durante mucho ideales sociales. Sus seguidores, que en sus respectivos países
tiempo tanta afinidad con el socialismo de Tolstoi que para sus de origen eran una pequeña minoría, apenas constituyen hoy
seguldores éste se convirtió prácticamente en la única ideolo- una minoría más amplia entre los judíos palestinos. No obs-
gía. Los sionistas marxistas creían que el lugar ideai para «nor- tante, lograron crear un nuevo tipo de judío, una nueva especie
rna)izar, socialmente la vida de los judíos era Palestina, donde de aristocracia con sus propios valores: un auténtico desprecio
crearían las condiciones necesarias para que los judíos pudie- por la riqueza material, la explotación y la vida burguesa; una
sen participar en la universal lucha de clases de la que el gueto vinculación sin par de cultura y trabaio; una realización de la
138 LA TRADrcróN oculra EL sroNrsMo. UNA RETRoSpECTTvA 139

justicia social en el seno de su pequeña comunidad y un sano piedades de los judíos alemanes a cambio de vender mercan-
orgullo por su prosperidad, fruto de su propio trabajo, asocia- cías alemanas, de inundar con ellas e1 mercado palestino y de
do a una sorprendente ausencia de cualquier deseo de propie- este modo burlar el boicot de los productos alemanes, esta de-
dad privada. cisión provocó escaso malestar en la patria de los judíos, o al
Sin embargo, estos grandes logros no tuvieron ningún efec- menos entre su aristocracia, entre los llamados kibbuzniks. C:uan-
to político claro. Los pioneros se dieron totalmente por satisfe- do se les reprochaba que estaban negociando con el enemigo
chos con realizar sus ideales en el seno de su pequeña comuni- de los judíos y de la clase trabajadora, estos palestinos solían
dad; indiferentes al destino de su pueblo, apenas se interesaron replicar que la Unión Soviética tampoco había interrumpido
por la política judía o palestina, y hasta llegaron a sentirse im- sus relaciones comerciales con Alemania. De este modo volvían
portunados por ella. Como todos los sectarios, intentaron con- a poner de manifiesto que a ellos sólo les importaba el presen-
vencer a los demás de las excelencias de su forma de vida, re- te y el futuro del jischuv, esto es, el asentamiento de los judíos,
clutar el máximo número posible de adeptos e incluso hacer y que no les interesaba convertirse en los protagonistas de un
que la juventud judía en la diáspora siguiese su ejemplo. Pero movimiento nacional a escala mundial.
una vez instalados en Palestina, e incluso antes de obtener la Esta aprobación de las relaciones comerciales entre nazis y
protección de los distintos movimientos juveniles, estos idea- sionistas, aunque especialmente relevante, es tan sólo uno de
listas se convirtieron en gente satisfecha de sí misma y sólo se los ejemplos que ponen de manifiesto Ia renuncia a la política
preocuparon por la realización personal de elevados ideales, por parte de la aristocracia de los judíos palestinos. Pese a su
igual de indiferentes que sus maestros al mundo, que por su inferioridad numérica, esta aristocracia marcó profundamente
parte no quería saber nada de los beneficios de vivir en una pe- los valores sociales en Palestina, pero jamás logró ejercer una
queña comunidad agrícola. En cierto sentido, eran demasiado influencia en Ia política sionista. Estos hombres se sometieron
honrados para participar en la vida política, y los mejores de constantemente a la Organización (sionista), a la que sin em-
ellos temían ensuciarse las manos con la política; por otra par- bargo despreciaban, al igual que despreciaban a todo aquel que
te, jamás se interesaron por las circunstancias que rodeaban la no se ganase la vida con sus propias manos.
vida de los judíos fuera de Palestina, a menos que tales circuns- Así, esta nueva clase de judíos, pese a haber acumulado tan-
tancias condujesen a la llegada de miles de emigrantes a la Tie- tas y tan nuevas experiencias en el ámbito de las reiaciones so-
rra Prometida; a ellos, todo aquel judío que no fuese un futuro ciales, no tenía nada nuevo que decir en el ámbito de Ia políti-
emigrante sólo les producía fastidio. Así pues, los pioneros de- ca judía. Al antisemitismo político no supieron hacerle frente
jaron tranquilamente la política en manos de los políticos, de otra forma que repitiendo las viejas trivialidades socialistas
siempre que éstos los apoyasen económicamente, no se entro- o las nuevas trivialidades nacionalistas, como si este tema no
metiesen en su organización social y les garantizasen cierta ca- les importase absolutamente nada. De su parte no saiió ningu-
pacidad de influencia en la educación de la juventud. na propuesta nueva para solucionar el conflicto árabe-judÍo
Ni siquiera los acontecimientos de 1933 lograron hacer que (en verdad, el nEstado binacional, de Hashomer Hazair no era
se interesaran por la política; eran tan ingenuos que creyeron solución alguna, pues sólo podía hacerse realidad tras la solu-
ver en ellos la voluntad divina de desencadenar una oleada de ción del conflicto); se limitaron a tomar partido en favor o en
emigración a Palestina como jamás habían soñado. Cuando la contra de los lemas de la clase trabajadora judÍa. Por más re-
Organización Sionista, en contra del sentir mayoritario del pue- volucionarios que fueran su pasado y su ideología, no hicieron
b1o judío, decidió pactar con Hitler el mantenimiento de las pro- la menor crítica a la burguesía judía fuera de Palestina, ni cues-
140 LA TRADICTóN ocurr¿. EL sroNrsMo. UNA RETRoSpECTIvA 14I

tionaron el papel del capital financiero judío en la vida políti- hicieron posible y de vagar por las ruinas de nuestro tiempo co-
ca de los judíos. Llegaron incluso a recaudar fondos a través mo una sombra de sí mismo.
de asociaciones benéficas, un método que aprendieron de la El socialismo, que, pese a su superstición materialista y a su
Organización Sionista cuando estuvieron en el extranjero en ateísmo ingenuo y dogmático, empezó animando al movimien-
misión especial. En medio de los violentos conflictos que hoy to obrero revolucionario, atormentó durante tanto tiempo Ia
se desencadenan en Palestina,larnayoría de ellos se han con- mente y el cora'zón de sus seguidores con la opresiva «necesi-
vertido en fieles seguidores de Ben Gurion, que a diferencia de dad dialéctica» que éstos acabaron aceptando prácticamente
Weizmann ha salido de sus propias filas; con todo, muchos todas las situaciones inhumanas existentes. Y esto fue así por-
de ellos, siguiendo una vieja tradición, se han negado a partici- que, por una parte, su genuina exigencia po1ítica de justicia y
par en la votación; sólo unos pocos han protestado contra el he- libertad se hizo cadavez más débil y, por otra, porque su fe cie-
cho de que la Organización Sionista dirigida por Ben Gurion, ga en un progreso constante y sobrehumano se hizo cada vez
cuyas inclinaciones revisionistas fueron severamente criticadas más fuerte. Por su parte, el nacionalismo se convirtió en una
en 1935 por los sindicatos palestinos, se haya hecho eco de Ia auténtica calamidad y en una fuente de fanatismo en el mo-
reivindicación de un Estado judío formulada por los revisio- mento en que se hizo evidente que el principio de la organiza-
nistas. ción nacional de los pueblos, antaño grandioso y revoluciona-
De este modo, el movimiento nacional judío social-revoiu- rio, ya no era capaz de garantizar la verdadera soberanía del
cionario, que cincuenta años atrás empezó proclamando idea- pueblo en el seno de las fronteras nacionales, ni aún menos de
les tan elevados que pasó por alto la reaiidad concreta de Orien- establecer una relación justa entre los pueblos más allá de es-
te Próximo y la ruindad del mundo, acabó como la mayorÍa de tas fronteras.
los movimientos de este tipo: dando su más firme apoyo no ya Los judíos experimentaron la presión que procedía de esta
a reivindicaciones nacionales, sino a reivindicaciones patriote- situación común a toda Europa en forma de una nueva filoso-
ras que en realidad no eran una provocación para los enemigos fía hostil, cuyo único objeto de reflexión era el papel de los ju-
del pueblo judío, sino para sus amigos potenciales y para sus díos en la vida política y social. En cierto sentido, fue el antise-
vecinos reales. mitismo el que produjo el asimilacionismo y el sionismo; tanto
es así que resulta muy difícil comprender las grandes discusio-
nes en qlre se errzarzaron estas dos corrientes, y que se prolon-
ry garon durante décadas, sin tener en cuenta las tesis más usua-
les del antisemitismo.
Esta trágica renuncia de la vanguardia dei pueblo judío a la El antisemitismo ernpezó reflejando un conflicto típico, co-
acción política deió vía libre a aquellos miembros del movimien- mo el que se produce inevitablemente en el seno de un Estado
to que podemos calificar perfectamente de sionistas polÍticos. Su nacional en el que la identidad fundamental de población, te-
sionismo es uno de esos movimientos políticos del siglo xrx que rritorio y Estado no puede sino sentirse importunada por la
se rodearon de ideologÍas, cosmovisiones y teorías de la historia. presencia de una segunda nacionalidad que, sea de la forma
El sionismo, al igual que los movimientos contemporáneos más que sea, también quiere conservar su propia identidad. En el
conocidos, como el socialismo y el nacionalismo, nació de un marco del Estado nacional, ei conflicto de nacionalidades sólo
verdadero entusiasmo por la política, y comparte con ellos el tris- tiene dos soluciones: la completa asimilación, 1o que equivale a
te destino de haber sobrevivido a las condiciones políticas que lo la desaparición, o la emigración. Así pues, si los asimilacionis-
142 LA T'RADrcIóN oculra EL sroNrsMo. UNA RETRoSpECTTvA 143

tas se hubiesen limitado a predicar el suicidio nacional de los blema en el que a los sionistas, por razones obvias, no les inte-
judíos y si los sionistas hubiesen contraatacado defendiendo resaba entrar.
meramente la superwivencia nacional, habríamos estado ante
un verdadero enfrentamiento entre dos partes del pueblo ju-
dío. Pero, en vez de liderar esa lucha, ambas partes prefirieron V
eludir el problema y desarrollar sus respectivas ideologías. La
mayoría de los llamados asimilacionistas jamás quisieron la Por más triste que pueda resultarle a quien cree en el prin-
completa asimilación y el suicidio nacional; creían haber halla- cipio del gobierno del pueblo y para el pueblo, lo cierto es que
do un excelente método de superwivencia, que consistía en huir de una historia política del sionismo no tiene ninguna necesidad
la historia real y buscar refugio en una historia imaginaria de la de apelar a un movirniento genuinamente nacional y revolu-
humanidad. También los sionistas rehuyeron los conflictos rea- cionario surgido en el seno del pueblo judío. La historia políti-
les y se refugiaron en la doctrina de un eterno antisemitismo ca del sionismo ha de ocuparse fundamentalmente de fuerzas
que, según ellos, determinaría constantemente las relaciones en- que no tienen su origen en el pueblo judÍo: debería ocuparse de
tre judíos y no judíos y al que el pueblo judío debería funda- hombres que, en tanto qr-re seguidores de Theodor Herzl, creían
mentalmente su propia supervivencia como pueblo. De este tan poco como él en el gobierno del pueblo, aunque tarnbién es
modo ambos frentes eludieron la ardua labor de combatir el cierto que todos ellos deseaban de todo corazón hacer aigo por
antisemitismo con sus propias armas, es decir, con armas polÍ- el pueblo. Su ventaja era que, además de una cultura general
ticas, investigando sus verdaderas causas. Los asimilacionistas elrropea, tenían cierta experiencia en el trato con gobiernos. Se
se entregaron a su vana tarea de llenar gigantescas bibliotecas denominaron a sí mismos sionistas políticos, término en el que
con refutaciones que nadie leyó jamás, excepto quizá los sio- se expresaba claramente su especial y exclusivo interés por las
nistas. Obviamente, si éstos se mostraron dispuestos a hacerse cuestiones de política exterior. A diferencia de ellos, los sionis-
eco de esta argumentación tan sumamente simple, de esta pro- tas de Europa Oriental se interesaban única y exclusivamente
paganda, fue únicamente para extraer la conclusión de que to- por las cuestiones de política interior.
da argumentación era totalmente vana (lo que, dado el nivel <le Tras la muerte de Herzl en 1904 y tras el fracaso de todas
los "argumentos», era una sorprendente conclusión). Ahora ya sus iniciativas políticas, se convirtieron en seguidores del sio-
nada impedía hablar inútilmente de generalidades y desarrollar nismo «práctico» de Weizmann, que defendía la necesidad de
los respectivos uismos». En la discusión sólo se tocaron proble- hacer progresos prácticos en Palestina para poder alcanzar el
mas políticos cuando los sionistas afirmaron que la solución éxito político. Sin embargo, en aquel momento esta iniciativa
de la cuestión judía a través de la asimilación equivalía al sui- no tuvo demasiado éxito. Antes de la declaración Balfour de
cidio del pueblo judío. La mayoría de los asimilacionistas no 1917, dada la hostilidad de la administración turca y la falta
quisieron o no osaron refutar este argumento. Temían ser criti- de una garantía política (la famosa Carta de Herzl), fueron muy
cados por los no judíos que aún no se habían dado cuenta de pocos los judíos que decidieron trasladarse a Palestina. Esta
<1ue también ellos, Ios asimiiacionistas, deseaban la supervi- declaración no se hizo a raíz de los éxitos prácticos en Palesti-
vencia del pueblo judío y se interesaban por ia política judía. na, algo que tampoco se afirmó nunca. De este modo los sio-
Por otra parte, cuando los asimilacionistas hablaban del riesgo nistas prácticos se convirtieron en «si6¡i5tas universalesr, un
de la doble lealtad y de la imposibilidad de ser al mismo tiem- término que expresa la oposición de su credo ideológico a la fi-
po un patriota alemán o francés y un sionista, tocaban un pro- losofía de la asimilación.
I
144 LA TRADTcIóN ocurre EL SIONISMO. UNA RETROSPECTIVA 145

Debido al especial interés que les merecÍa la relación entre duo de una vida llena de falsas aspiraciones; para ellos esto era
su movimiento y las grandes potencias y a su preocupación por más importante que la constitución de Palestina (donde estos
el éxito de su propaganda entre ciertas personalidades relevan- judíos europeos no fueron muy numerosos hasta después de la
tes, 1os sionistas universales, a pesar de su origen burgués, es- catástrofe de 1933), y en esto se parecían más de lo que creían
taban lo suficientemente desprovistos de prejuicios como para a sus hermanos del Este. Para ellos, el sionismo era lo que el
no entrometerse en absoluto en los experimentos sociales y eco- socialismo había sido para estos últimos; Palestina era para
nómicos de sus herrnanos del Este, de aquellos que se traslada- ambos un lugar ideal sustraÍdo al desconsuelo de este mundo,
ron a Palestina, insistiendo únicamente en ia igualdad de opor- el lugar en ei que podían cumplir sus ideales y encontrar una
tunidades para las empresas y las inversiones de capital. Fue solución personal para los conflictos políticos y sociales. De
precisamente la gran diferencia existente entre los puntos de hecho, fue precisamente esta personalización de los problemas
vista de estos dos grupos lo que les permitió colaborar sin dema- políticos lo que hizo que el sionismo occidental abrazase con
siadas dificultades. No obstante, en la constitución de Palestina entusiasmo el ideal de la chaluziuth del Este. Con la diferencia,
esta colaboración condujo a una mixtura sumamente paradóji- ciertamente, de que este ideal sólo ernpezó a jugar un papel im-
ca de iniciativas radicales y reformas sociales revolucionarias portante en Occidente cuando Hitler se hizo con el poder. Si bien
en materia de política interior y de concepciones políticas ana- es verdad que fue predicado a las juventudes sionistas, éstas
crónicas, y hasta claramente reaccionarias, en materia de polí- compartieron el destino del resto de las juventudes alemanas an-
tica exterior, es decir, en Ia relación de los iudíos con otras na- tes de Hitler: entre los adultos, sus ideales se convirtieron me-
ciones y pueblos. ramente en fuente de recuerdos nostálgicos.
Los hornbres que ahora tomaron la dirección dei sionismo Por otra parte,los sionistas occidentales eran una pequeña
eran, al igual que los fundadores del movimiento chaluz y kib- minoría procedente de familias judías burguesas, cuya holgura
butz en el Este, la aristocracia moral del judaísmo occidental. económica les permitía mandar a sus hijos a la universidad. Por
Eran los mejores de esa nueva intelectualidad judía de Europa esta simple razón y sin ser demasiado conscientes de ello, los ju-
Central, cuyos peores representantes uno podía encontrar en díos ricos dieron lugar a la aparición de un tipo de judío comple-
las oficinas de Ullstein und Mosse en Berlín o en la Neue Freie tamente nuevo, sobre todo en Alemania y en Austria-Hungría:
Presse en Viena. No era culpa suya no proceder del puebio, pues modernos intelectuales dedicados a profesiones liberales, al arte
en esos países de Europa Occidental y Central no habÍa nada pa- y a la ciencia, carentes de todo vínculo espiritual o ideológico
recido a un «pueblo judío,. Tampoco puede reprochárseles que con la religión judía. Ellos, "los modernos judíos cultos, ajenos
no creyesen en el gobierno del pueblo, pues los países centro- del gueto y de la usura» (Herzl), debían ganarse su pan de cada
europeos en los que habían nacido y crecido carecían de una dÍa y su honor fuera de la sociedad judía, buscar «su pan y su
tradición política en este sentido. Los judíos de estos países ha- poquito de honor alejados de la usura judía, (Herzl); de este mo-
bían vivido, si no en un aislamiento económico, sí en un aisla- do, eran los únicos que quedaban totalmente expuestos ai nuevo
miento social, por Io que no sólo sabían muy poco de los no ju- antisemitismo que trajo consigo el cambio de siglo. Si no que-
dÍos que les rodeaban, sino también de los judíos que vivían rían formar parte de la pandilla Ullstein-Mosse ni pasar por
más allá de las fronteras de su país. Lo que más contribuyó a If «intelectuales desarraigados, (Karl Mannheim), debían volver a
difundir entre ellos la nlreva solución de Ia cuestión judía fue sus orÍgenes y buscar su lugar en el seno de su propio pueblo.
su valor moral, su sentido de la dignidad humana y de una vi- Sin embargo, se comprobó inmediatamente que esto era ca-
da recta. Lo que realmente les interesaba era salvar al indivi- si tan imposible como una asimilación completa sin menosca-

{.
146 LA TRADICIóN oculre EL sloNrsMo. UNA RETRoSpECTIvA 147

bo del honor. Efectivamente, en la ,,casa de sus padres" (Herzl) pueblo judío. Estos intelectuales no tenían cabida en ninguna
no habÍa lugar alguno para ellos. Al igual que las clases popu- parte, ni desde un punto de vista social ni desde un punto de
lares, las clases acomodadas judías estaban dotadas de una vista político; en la casa de sus padres no había lugar para
fuerte cohesión social, fruto de una infinita cadena de lazos fa- ellos. Si querían seguir siendo judíos, habían de construirse su
miliares y comerciales. Estos lazos se hicieron aún más estrechos propia casa. En Europa Occidental y Central, pues, el sionismo
gracias a las instituciones benéficas, a las que todc¡ miembro de tenía que ofrecer una solución especialmente para aquellos
la comunidad, aunque jamás hubiese pisado una sinagoga, de- que se habían asimilado más que cualquier otro grupo de ju-
bía contribuir en la medida de sus posibilidades. Durante dos- díos y que sin duda estaban más marcados que los otros por la
cientos años, la beneficencia, auténtico reducto de las comuni- cultura y los valores culturales europeos. Precisamente porque
dades judías otrora independientes, se había mostrado capaz se habían asimilado lo suficiente como para entender la es-
de evitar la destrucción de la cohesión del pueblo iudío disper- tructura del moderno Estado nacional, reconocieron la signifi-
so por todo el orbe. Mientras que, en los distintos paÍses, los cación política del antisemitismo, aunque olvidaron analizarla,
judíos sólo consiguieron perdurar como una comunidad social y se propusieron dar la misma significación política al pueblo
bien cohesionada en virtud de lazos familiares y sociales, ias judío. Las absurdas discusiones entre sionistas y asimilacionis-
instituciones benéficas judías habían logrado prácticamente tas no hicieron sino ocultar la evidencia de que, en cierto senti-
organizar al disperso pueblo judío y hacer de él una singular do, los sionistas fueron los únicos que quisieron seriamente la
especie de comunidad política. asimilación, esto es, la "normalización" del pueblo judío ("ser
Esta organización acéfala pero absolutamente ehcaz, sin em- un pueblo como cualquier otro»), mientras que el deseo de los
bargo, no había previsto la aparición de los nuevos intelectua- asimilacionistas fue que el pueblo judío preservase su especifi-
Ies judíos. Ciertamente, si éstos eran abogados o médicos, y éste cidad.
era siempre el deseo de toda familia judía, seguían necesitando A diferencia de sus hermanos del Este, estos sionistas occi-
relacionarse con judíos para poder ganarse la vida. Por el con- dentales no fueron en absoluto unos revolucionarios; nunca
trario, Ios que elegían ser escritores o periodistas, artistas o criticaron ni se rebelaron contra ia situación social y política
científicos, maestros o funcionarios, lo que era muy habitual, de su tiempo; muy al contrario, su única voluntad era que su
ya no necesitaban relacionarse con judÍos para poder sobrevi- propio pueblo estuviese en las mismas condiciones. El sueño
vir, pero éstos tampoco 1os necesitaban a ellos. Estos intelec- de Herzl era, por decirlo así, un formidable traslado de pobla-
tuales carecían de vínculos sociales. Si no lograban integrarse ciórr capaz de traspiantar el "pueblo sin territorio, al
en las comunidades locales de judíos emancipados, todavía les
"territo-
rio sin pueblor; pero, para é1, este pueblo no era más que una
resultaba más difÍcil hacerlo en esa comunidad política mun- masa inforrne, pobre, inculta e irresponsable (un
dial que la beneficencia garantizaba a los judíos. Pues para ser "niño tonto»,
como le reprochó Bernard Lazare), que habÍa que dirigir y en-
considerado judío había que pertenecer a esta gran organiza- carlzar desde arriba" Herzl solarnente habló de un auténtico
ción internacional, ya fuese como benefactor o como benefi- movimiento popular en una ocasión, cuando quiso disuadir a
ciario. Pero como estos intelectuales eran demasiado pobres los Rothschild y a otros filántropos de brindarle su apoyo.
para ser unos filántropos y demasiado ricos para convertirse
en pordioseros, la beneficencia los ignoró tanto como ellos a
ella. De este modo quedaron excluidos de la única práctica con
la que los judíos occidentales mostratran su solidaridad con el
148 LA TRADICIÓN OCULTA EL sroNrsMo. UNA RETRoSpECTTvA 149

VI menfeld). Pero incluso una interpretación tan avanzada como


ésta, que al menos atribuye correctamente uno de los aspectos
En la década transcurrida entre la muerte de Herzl y el esta- del antisemitismo a las relaciones entre los pueblos, sigue par-
llido de la Primera Guerra Mundial, el sionismo no obtuvo nin- tiendo de la inmutabilidad del antisemitismo en un mundo in-
gún éxito político importante. Durante estos años, este movi- mutable de naciones, con lo que niega la parte de responsabili-
miento se convirtió en una expresión, si se me permite decirlo dad de los judíos en este estado de cosas. De esta forma no sólo
así, de la autoafirmación personal, en una especie de fe religio- separa la historia judía de la historia europea y del resto de la
sa que ayudaba a caminar erguido y con la cabeza bien alta; humanidad, sino que también ignora el papel que desempeña-
perdió progresivamente el escaso ímpetu polÍtico que conservó ron los judíos europeos en la construcción y en el funciona-
hasta la muerte de Herzl. Movido fundamentalmente por la miento del Estado nacional, con lo que esta interpretación acaba
crítica totalmente académica y teórica de la oposición intraju- reduciéndose a la gratuita y absurda afirmación de que todo
día, el sionismo, en vez de recobrar su antiguo ímpetu político, no judío que viva rodeado de judÍos acabará convirtiéndose en
se dedicó a desarrollar todos los elementos uideológicos, que un antisemita, sea consciente de ello o no.
contenía la obra de Herzl. Durante los largos años de estanca- Esta interpretación sionista del antisemitismo, que fue con-
miento del sionismo, estos contenidos sólo tuvieron una rele- siderada razonable precisamente porque era irracional, es de-
vancia práctica muy limitada e hicieron imposible cualquier cir, porque explicaba lo inexplicable y omitÍa explicar justo
discusión seria. Si esta posición fundamentalmente apolítica aquello que había que explicar, condujo a una valoración erró-
tuvo alguna consecuencia política, fue precisamente ésta. nea y muy peligrosa de la situación política en todos los países.
La cuestión más inmediata y más importante para los inte- Partidos y movimientos antisemitas fueron tomados sin más
lectuales iudÍos fue el antisemitismo. Ciertamente, este fenó- por aquello que ellos mismos pretendían ser; se pensó que re-
meno fue descrito detaliadamente, sobre todo en sus aspectos presentaban realmente a todo un país y que por ende no mere-
sociales más superficiales, pero jamás se investigaron sus cau- cíala pena combatirlos. Y puesto que el pueblo judío, conforme
sas polÍticas ni se buscó su relación con la situación política de a una antigua tradición compartida con los pueblos antiguos,
la época. Fue explicado en términos de reacción natural de un seguía dividiendo la humanidad en judíos y extranjeros (go-
pueblo contra otro, como si se tratase de dos seres naturales iim), al igual que los griegos dividieron el mundo en griegos y
condenados a combatirse el uno al otro en virtud de una ley barbaroi, se tendió a dar por buena la explicación apolÍtica y
desconocida. ahistórica del odio hacia los judíos. En su interpretación del
Esta explicación del antisemitismo como un fenómeno eter- antisemitismo, Ios sionistas no tenían más que apelar a esta
no que acompaña fatalmente todas y cada una de las etapas de antigua tradición judía; se expresasen en términos medio mÍs-
la historia judía en todos los países de la diáspora, adquirió al- ticos o, de acuerdo con la moda del momento, en términos me-
gunas veces formas más racionales, como por ejemplo cuando dio científicos, como apelaban a una tradición tan ancestral,
fue interpretado en términos de Estado nacional. Esta inter- su interpretación apenas encontró resistencia. De este modo
pretación presentó el antisemitismo como «una sensación de no hicieron sino reforzar la peligrosa, antiquísima y profunda
tensión periférica", comparable a la "tensión entre naciones [...] desconfianza de los judíos hacia los no judÍos.
que existe en las fronteras nacionales, allí donde los constantes Igual de peligrosa y totalmente acorde con esta tendencia
contactos humanos de distintas nacionalidades tienden a re- general fue la nueva concepción de la historia que aportaron
animar permanentemente el conflicto internacional, (Kurt Blu- los sionistas a partir de sus nuevas experienciaS: «[J¡¿ nación
150 I-A TRADICIÓN OCULTA EL sroNrsMo. UNA RETRospr,c'rIVA 151

es Lrngrupo humano [...] cohesionado por un enemigo común, sos rnás elevados (esperanza que no se cumpliría). Ese año se
(Herzl). Doctrina absurda que sólo contenía unapizca de ver- renunció para siempre a las posibilidades verdaderamente re-
dad en la medida en que, efectivamente, habÍan sido los ene- volucionarias que el sionismo representaba para la vida de los
migos del pueblo judÍo quienes habían convencido a muchos judíos.
sionistas de que eran judíos. De io que concluyeron que, sin el En segundo lugar, la nueva doctrina del nacionalismo influ-
antisemitismo, el pueblo judío no habría podido sobrevivir en yó considerablemente en la actitud de los sionistas hacia el in-
los países en los que se había dispersado, por lo que se opusie- tento soviético de liquidar el antisemitismo sin liquidar a los
ron a cualquier intento de eliminar para siempre el antisemi- judíos. Los sionistas rechazaron esta iniciativa. A largo o in-
tismo. Y hasta llegaron a afirmar: nuestros enemigos, los anti- cluso a corto plazo, dijeron, esto sólo podía significar el fin de
semitas, «serán nuestros mejores amigos, y los países antisemitas los judíos rusos. Aunque este rechazo sigue jugando algún pa-
nuestros aliados" (Herzl). Naturalmente, esto sólo podÍa desem- pel en las mentes de esa minorÍa que cierra filas en torno a
bocar en una situación de absoluta confusión en Ia que resultaba Weizmann y que en consecuencia se opone a la influencia bri-
imposible distinguir al amigo del enemigo, en la que el enemigo tánica y de cualquier otra nacionalidad en Oriente Próximo, lo
se convertía en amigo y éste en enemigo velado, y por ende tanto cierto es que hoy apenas es ya apreciable. Lo que actualmente
más peligroso. observamos entre los sionistas de todo el mundo es una nueva
Antes de que la Organización Sionista, para su vergüenza, simpatía por la Rusia soviética. Hasta el momento, esta simpa-
decidiese hacer causa común con aquellos sectores del pueblo tía es fundamentalmente de naturaleza sentimental y se tradu-
judío que estaban dispuestos a negociar con el enemigo, esta ce en la admiración de todo lo que es nrso; pero junto a ella, y a
doctrina tuvo ya consecuencias bastante importantes. consecuencia de la decepción causada por el incumplimiento de
Su primera consecuencia fue hacer superflua toda explica- las promesas de Gran Bretaña, está extendiéndose la esperanza,
ción política del papel jugado por la plutocracia judía en el se- todavía no articulada políticamente, de que en el futuro la URSS
no de ios Estados nacionales, y de sus efectos en la vida de los desempeñe un papel activo en Oriente Próximo. Naturalmente,
judíos. La nueva definición sionista de la nación como un gru- la confianza en una inquebrantable amistad de Rusia con los
po humano cohesionado por un enemigo común reforzó el sen- judíos sería tan ingenua como la depositada anteriormente en
timiento, ampliamente extendido entre los judíos, de que "t6- Gran Bretaña. Lo que todo movimiento político y nacionai de
dos estamos en el mismo barcor, lo que no se correspondía en nuestro tiempo espera verdaderamente de Rusia solu-
-una
ción novedosa y efectiva para los enfrentamientos entre nacio-
absoluto con la realidad. De este modo, los contados ataques
sionistas al poder judío resultaron inofensivos y se limitaron a nalidades y una nueva organización de los distintos pueblos
unas cuantas observaciones maliciosas sobre la beneficencia, sobre la base de la igualdad nacional- ha sido descuidado tan-
que Herzl ya había identificado como una «maquinación,, una to por los amigos como por los enemigos.
trama urdida para uahogar los gritos de indignación,. Pero in- La tercera consecuencia de una posición fundamentalmente
cluso una crítica tan tímida como ésta fue reducida al silencio apolítica fue e1 lugar reserwado a Palestina en la filosofía del
a partir de 1929, año en que se fundó ia Jewish Agency, clran- sionismo. Su más clara expresión fue la afirmación de Weiz-
do la Organización Sionista cambió la independencia de la úni- mann en la década de 1930: «La constitución de Palestina es
ca gran organización judía que jamás se había sometido a la nuestra respuesta ai antisemitismo". Lo absurdo de esta afirma-
plutocracia judía y que incluso había osado criticar a las gran- ción se puso de maniflesto pocos años después, cuando el eiér-
des personalidades judías, por la esperanza de obtener ingre- cito de Rommel arnenaz1 a los judíos de Palestina con el misnrr¡
152 LA TRADICIóN ocurre EL sroNISMo. UNA RErRospECTrvA 153

destino con que ar:renazó a los judíos de los países europeos. Co- de colonos en Palestina, desarrolló sin demasiados remordi-
mo se consideraba que el antisemitismo era un simple epifenó- mientos de conciencia una actitud de rechazo hacia el mundo
meno del nacionalismo, se supuso que no podría afectar a aque- exterior. En lugar de ser la avanzadilla política del pueblo ju-
llos judíos que ya habían construido un Estado nacional. En dío, los judíos palestinos prefirieron enfrascarse en sus propios
otras palabras, Palestina era el lugar; el único lugar del mundo, asuntos, aun cuando trataron de disfrazar su ensimismamiento
en el que los judíos podrían librarse del odio contra los judíos. con su predisposición a acoger refugiados, que debían ayudar-
Allí estarían protegidos contra sus enemigos, que milagrosa- les a adquirir un peso rnayor en Palestina. Si los judÍos asimila-
mente acabarían convirtiéndose en sus amigos. dos occidentales actuaron como si ignorasen completamente
Esta esperaÍrza, que ya tendría que haberse hecho añicos las duras condiciones que unieron desde siempre a Leningrado
(pero para muchos las ideologías siguen siendo más fuertes con Varsovia, a Varsovia con Berlín, a ambas ciudades con Pa-
que la realidad), responde a una vieja mentalidad de los pue- rÍs y Londres y a todas ellas con Nueva York, y supusieron que
blos esclavizados, a su creencia de que no merece la pena luchar las circunstancias de cada país eran distintas y nada se podía
y de que si se quiere sobrevivir, lo mejor es rehuir el combate y hacer contra ellas, ahora el sionismo les pagaba con la misma
emprender la retirada. Los primeros años de guerra pusieron moneda y decÍa que la situación de Palestina era especial, que
de manifiesto el fuerte arraigo de esta creencia, pues fue ne- no tenía nada que ver con la suerte de los judíos que vivían
cesaria Ia presión de los judíos del mundo entero para que la fuera, pero al mismo tiempo afirmaba que las circunstancias
Organización Sionista llamase a la formación de un ejército en el resto del mundo eran adversas.
judío, y en una guerra contra Hitler éste era el único punto Esta valoración pesimista de la vida de los judíos bajo cual-
importante. Sin embargo, Weizmann se negó constantemente quier otra forma política y en cualquier otra parte del mundo
a convertirlo en una cuestión política mayor, habló con des- que ahora formulaban los sionistas no quedaba restringida por
preció de ,.ese ejército judÍo, y, sóio después de cinco años de las dimensiones de Palestina, un pequeño territorio que sólo
guerra, acabó aceptando la formación de una nbrigada judÍar, puede ofrecer una patria a varios millones de judÍos, pero no a
siendo otro portavoz de la Jewish Agency el que se apresuraría todos los que viven dispersos por el orbe. Siendo así, sólo son
a restarle importancia. Para ellos era evidente que lo único posibles dos soluciones políticas. Los sionistas solían afirmar
que estaba en juego en todo este asunto era el prestigio de los que usólo regresarán unos pocos», Ios mejores, aquellos que
judíos de Palestina. Al parecer, jamás se les ocurrió pensar merecen ser salvados; convirtámonos, pues, en la élite del pue-
que si los judÍos, en tanto que judíos, hubiesen participado en blo judío y seremos los únicos judíos que sobrevivan; lo único
esta guerra con mayor prontitud y decisión, habría sido posi- que importa es nuestra supervivencia; si la beneficencia ha de
ble acallar la cháchara antisemita, que ya antes de la victoria ocllparse de remediar la calamitosa situación de las masas, que
señalaba a los judíos como sus parásitos, como sus inmereci- lo haga; a nosotros sólo nos preocupa el futuro de una nación,
dos beneficiarios. no el destino de los individuos.
Todavía más relevante desde un punto de vista ideológico Pero ante la horrible catástrofe en la que se halla sumida
fue el hecho de que, concediendo a Palestina el lugar que le con- Europa, son muy pocos los sionistas que siguen afirmando la
cedieron en la futura existencia dei pueblo judío, los sionistas inevitable desaparición del pueblo judío en la diáspora. AsÍ, ha
se apartaron del destino de los judíos dispersos por todo el acabado imponiéndose el punto de vista que antes defendían
mundo. Gracias a su teoría del inevitable final de la vida judía únicamente los revisionistas. Ahora todos hablan el lenguaje del
enla galuth, esto es, en la diáspora, eliischuv, ola comunidad nacionalismo radical. A la difÍcil pregunta de qué puede apor-
154 LA TRADICIóN ocurre EL sloNrsMo. UNA RETRospECTIVA 155

tar el sionismo a los judíos que viven dispersos por todo el mun- había asesinado a centenares de miles de armenios. Pero cuan-
do y sufren el antisemitismo, contestan alegremente: «La me- do leyó estos telegramas, Herzl se limitó a exclamar: ,.Esto me
jor respuesta al antisemitismo es el pansemitismo". será de ayuda ante e1 sultán".
Conforme a esta mentalidad y u una actitud convertida ya
en tradición, en 19i3 1os líderes sionistas rompieron las rela-
VII ciones con los árabes con la esperanza de poner al sultán de su
lado. Uno de los dirigentes árabes hizo esta aguda obser-vación:
La actitud del sionismo hacia las grandes potencias se puso *Gardez-vous bien, Messieurs les Sionistes, un gouvernement
de manifiesto claramente durante y después de la Primera Gue- passe, mais un peuple reste».1''t
rra Mundial. No obstante, poco después de que el sector occi- Quien se quede perplejo ante un movimiento nacional que,
dental tomase la dirección política del movimiento en la década tras un comienzo tan idealista, se entrega inmediatamente a
de 1890, ya se produjeron algunos acontecimientos que permi- los poderosos; que no conoce solidaridad alguna con otros pue-
tÍan prever claramente el camino que elegiría el nuevo movi- blos oprimidos que, aunque por razones históricas distintas,
miento nacional para alcanzar sus fines. Es sabido que Herzl en el fondo persiguen el mismo objetivo; que cuando todavÍa
trató personalmente con los gobiernos de distintos países, a los no ha despertado de su sueño de libertad y justicia ya está que-
que intentó convencer de que la emigración de los judíos les riendo hacer causa común con los peores poderes de nuestro
permitiría deshacerse dei problema judío. También es sabido tiempo, intentando sacar provecho de sus intereses imperia-
que sólo conoció el fracaso, y en concreto por una razón muy listas; quien se quede perplejo ante todo esto, deberÍa tener en
simple: fue el único q.ue se tomó completamente en serio el an- cuenta lo extraordinariamente difícil que era la situación de
tisemitismo. Los gobiernos más antisemitas fueron precisamen- los judíos, que, a diferencia de otros pueblos, ni siquiera poseían
te los que menos se interesaron por su propuesta; no mostraron un territorio desde el que poder iniciar la conquista de su li-
demasiada comprensión hacia alguien que creía tan firmemen- bertad. La alternativa a la vía que abrió Herzl y que Weizmann
te en el carácter espontáneo de unos odios que ellos mismos se recorrió hasta su amargo final, habría sido organizar al pueblo
habían encargado de atizar. judío y negociar contando con el respaldo de un gran movimien-
Más decisivas para el futuro fueron, sin lugar a dudas, las to revolucionario. Esto habría significado aliarse con todas las
negociaciones de Herzl con el gobierno turco. EI Imperio Tur- fuerzas progresistas de Europa, lo que sin duda habría compor-
co era uno de esos Estados plurinacionales autoritarios que es- tado grandes riesgos. Por lo que sabemos, el único miembro de
taban condenados a desaparecer y que de hecho desaparecie- la Organización Sionista que consideró alguna vez esta posibi-
ron durante Ia Primera Guerra Mundial. Pero al lmperio Turco lidad fue el sionista francés Bernard Lazare, amigo de Charles
debía interesarle el asentamiento de los judíos en Palestina por Péguy, y en 1899 ya tuvo que abandonar la Organización. Des-
esta razón: su asentamiento le proporcionaría un nuevo ele- de entonces no ha habido ningún líder sionista que haya reco-
mento de lealtad en Oriente Próximo, un elemento que sin duda nocido al pueblo judío la suficiente capacidad poiítica para
podría contribuir a evitar el peligro que amenazaba al gobier-
no imperial por todas partes: el peligro de una rebelión árabe.
1 . Sobre éste y otros aspeclos de estas negociaciones, véase M. Perlmann,
Durante estas negociaciones, Herzl recibió varios telegramas en "Chap-
ters of Arab-Jewish Diplomacy, 1918-1922", enJewish Social Studies, abril de 194'1.
los que estudiantes de distintos pueblos oprimidos protestaban " "Tengan ustedes cuidado, señores sionistas, un gobierno pasa, pero un pr-reblo
contra la posibilidad de llegar a acuerdos con un gobierno que queda." (N. del t.)
156 LA TRADICIÓN OCULTA EL SIoNISMo. UNA RETRoSPECTIVA T57

conquistar por sí mismo la libertad, en lugar de ser guiado ha- miento; las pocas veces que ha estado en condiciones de hacer-
cia ella. Consecuentemente, tampoco ha habido ningún líder lo, siempre se ha mostrado vacilante en las negociaciones y po-
oficial del sionismo que haya osado hacer causa común con las co hábil en los argumenfos, como si no estuviese segura de lo
fu erzas revolucionarias europeas. que piensa y de lo que quiere. Así, grupos izquierdistas como
Errvez de esto, los sionistas siguieron esforzándose por ob- Hashomer Hazair, que tienen un programa radical en materia
tener la protección de las grandes potencias y se mostraron de polÍtica internacional, tan radical que al inicio de esta guerra
dispuestos a complacerlas en todo con tal de lograr dicha pro- se opusieron a ella aduciendo que era una «guerra imperialis-
tección. SabÍan perfectamente que debían ofrecerles algo que ta», practican el abstencionismo en cuestiones de política exte-
realmente fuese del interés de estos gobiernos. La sumisión de rior de vital importancia para Palestina. Dicho de otro modo:
Weizmann a la política británica, consecuencia lógica de su ab- pese a la indudable integridad personal de la mayoría de sus
soluta lealtad a la causa del Imperio Británico en Oriente Próxi- miembros, a veces estos grupos transmiten la misma impresión
mo, fue aceptada sin demasiada dificultad por los sionistas, que que los grupos izquierdistas de otros países, que, ocultos tras
no tenían la menor idea de las nuevas potencias imperialistas. las protestas oficiales, en el fondo se sienten aliviados de que
Ciertamente, estas potencias existían ya desde finales del siglo los partidos mayoritarios hagan el trabajo sucio por ellos.
pasado, concretamente desde la década de 1880, pero hasta prin- Este malestar, igual de extendido entre otros grupos izquier-
cipios del siglo xx no se mostraron en toda su complejidad. Erri- distas y atribuibie a la situación general de bancarrota del so-
dentemente, como los sionistas representaban un movimiento ciaiismo, se dio ya entre los sionistas antes de que se produjese
nacional y sólo podían pensar en términos de nación, no caye- esta situación y se debe a razones más concretas. Desde los tiem-
ron en la cuenta de que el imperialismo es un poder letal para pos de Borochov que todavía cuenta con algunos seguidores
las naciones, por lo que todo pueblo pequeño que se c<-rnvierta en el pequeño grrrpo sectario Poale-Zion, los sionistas de izquier-
en su aliado o en su agente está firmando su propia sentencia da nunca han dado una respuesta propia ala cuestión nacio-
de muerte. Por lo demás, hasta hoy mismo todavía no han com- nal, sino que se han limitado a añadir el sionismo oficial a su
prendido del todo que, para un pueblo, una protección obteni- socialismo. De esta adición no ha resultado una posición cohe-
da a cambio de la defensa de intereses imperialistas es una pro- rente, pues para los asuntos internos echan mano del socialis-
tección tan segura como la soga para el ahorcado. Cuando se les mo y para los asuntos externos recurren al sionismo naciona-
objeta esto, los sionistas suelen responder diciendo que, afor- lista. El resultado es la relación existente entre judíos y árabes.
tunadamente, los intereses nacionales judíos y británicos son De hecho, ia mala conciencia se remonta ala época en la que
idénticos, por lo que no debe hablarse de protección, sino de se descubrió con sorpresa que en el ámbito de la política inte-
aliarrza. En verdad, resulta muy difícil saber qué intereses na- rio¡ en la constitución de Palestina, influían factores de políti-
cionales, y no imperiales, puede tener Inglaterra en Oriente Pró- ca exterior, a causa de la existencia de un «pueblo extranjero».
ximo; por el contrario, no es nada difícil predecir que, hasta Desde esa época, los sindicatos judíos, bajo el pretexto de la lu-
que no se produzca el advenimiento del Mesías, cualquier alian- cha de clases contra los propietarios judíos, que sin duda em-
za entre un lobo y un cordero sólo puede tener consecuencias pleaban en sus plantaciones a 1os árabes por razones capitalis-
devastadoras para este último. tas, han luchado contra los trabajadores árabes. Durante esta
Por otra parte, la oposición salida de las mismas filas del sio- lucha, que envenenó como ninguna otra cosa el ambiente de
nismo nunca ha sido lo suficientemente fuerte como para mo- Palestina hasta 1936, no se prestó ninguna atención a la situa-
dificar sustancialmente las líneas políticas oficiales del movi- ción económica de los árabes, a 1os que la introducción de c¿t-
158 LA TRADrcróN ocurre EL SIONISMO. UNA RETROSPECTIVA L59

pital y de trabajadores judíos y la industrialización del país blo iudío fuera de los pueblos europeos y del destino del conti-
convirtió de la noche a la mañana en potenciales proletarios, nente europeo.
pero sin demasiadas expectativas de obtener puestos de traba- De entre todos los errores cometidos por el movimiento sio-
jo. En lugar de preocuparse por esta situación, los sindicatos nista a consecuencia de la fuerte influencia que el antisemitis-
sionistas se limitaron a repetir los argumentos, correctos pero mo ha ejercido sobre é1, sin duda el más funesto ha sido afir-
inadecuados en ese momento, sobre el carácter feudal de la so- mar el carácter no europeo de los judíos. Los sionistas no sólo
ciedad árabe, el carácter progresista del capitalismo y el aumen- han atentado contra la necesaria solidaridad de los pueblos
to del nivel de vida en Palestina, del que los árabes también se europeos, necesaria tanto para los débiles como para los fuer-
beneficiaban. El lema del que se sirvieron muestra hasta qué tes; más allá de esto, y por más increíble que pueda resultar,
punto los hombres pueden volverse ciegos cuando están en jue- han pretendido incluso cortar las únicas raíces históricas y cul-
go sus intereses reales o figurados; ciertamente los trabajado- turales que los judíos han podido tener. Pues, en efecto, desde
res judÍos lucharon tanto por mejorar su propia situación eco- los puntos de vista geográfico, histórico y cultural (aunque no
nómica como por alcanzar su objetivo nacional, pero su grito siempre desde el punto de vista político), Palestina y el conjun-
de guerra fue siempre Avodah ivrith (trabajo judío); no obstan- to de la cuenca del Mediterráneo siempre han pertenecido al
te, una mirada más atenta descubría que para ellos la principal continente europeo. Negar las raÍces del pueblo judío equival-
atmertaza no era el trabajo árabe sin más, sino el Avodah solah dría a negarle su participación en el nacimiento y en el desa-
(trabajo barato), consecuencia de la falta de organización de rrollo de todo aquello que denominamos cultura occidental.
los trabajadores árabes. En este sentido, tampoco han faltado los intentos de interpre-
Entre los piquetes de huelga que los judíos desplegaron con- tar Ia historia judía como la historia de un pueblo asiático al
tra los trabajadores árabes no hubo miembros de gmpos izquier- que sólo un desafortunado accidente arrojó a unos territorios y
distas. Pero lo cierto es que estos grupos, entre los que desta- a una cultura extraños, lugares en los que é1, el eterno margina-
caba Hashomer Hazair, tampoco hicieron prácticamente nada do, jamás logró sentirse en casa. (Basta con aducir el ejemplo
en otros ámbitos: una vez más, optaron por abstenerse. Los del pueblo húngar"o para demostrar el carácter absurdo de esta
conflictos locales desencadenados, Ia latente situación de gue- argumentación: los húngaros procedían de Asia, pero desde que
rra civil reinante en Palestina desde principios de la década de adoptaron el cristianismo fueron aceptados como miembros de
1920, que desembocó muy a menudo en una guerra abierta, re- la familia europea.) Sin embargo, lo que nunca ha habido es un
forzaron la posición del sionismo oficial. Como a los judíos pa- intento serio de integrar al pueblo judío en el marco de la polí-
lestinos les resultaba cada vez más difÍcil encontrar aliados en- tica asiática, pues esto equivaldría a vincularlo con los naciona-
tre sus vecinos, los sionistas consideraron cadavez más a Gran lismos revolucionarios de los pueblos asiáticos y con su lucha
Bretaña como la gran potencia protectora. contra el imperialismo. La versión oficial del sionismo separa al
Si 1os sindicatos y los grupos izquierdistas dieron su apro- pueblo judío de su pasado europeo y lo presenta, por decirlo así,
bación a esta política, fue fundamentalmente porque habían como flotando en ei aire, mientras que Palestina aparece como
aceptado la versión oficial del sionismo. Haciendo hincapié uni- un lugar en 1a Luna, el único lugar en el que este pueblo desa-
lateralmente en la "unicidad, de la historia de los judíos y en rraigado podría desarrollar su singularidad.
su incomparable situacién política, que supuestamente no guar- Sólo esta versión del sionismo ha llevado al extremo este ob-
daba relación alguna con la historia y la política de Europa, la cecado aislacionismo y ha vuelto completamente la espalda a
ideología sionista había situado el centro existencial del pue- Europa. Pero su nacionalismo es un fenómeno muy extendido,
1ó0 r.A rRADrcróN oculrn EL sIoNISMo. UNA R.ETRospECTrvA 161

de hecho fue Ia ideologÍa de la mayor parte de los movimientos árabes y judíos, el embajador británico en Roma fue informado
nacionales centroeuropeos. Este nacionalismo no es más que la detalladamente al respecto, lo que hizo que los británicos exi-
asunción acrítica de la versión alemana del nacionalismo. Se- giesen el aplazamiento de las negociaciones hasta que nlnglate-
gún esta versión, la nación es un organismo eterno, el produc- rra reciba el mandato sobre Palestina"; Asher Saphi¡ el repre-
to de un inevitable desarrollo natural de cualidades innatas; sentante judío, «no tenÍa ninguna duda de que los miembros de
los pueblos no son entendidos como organizaciones poiíticas, cierto movimiento político comprenderían que no sería benefi-
sino como personalidades sobrehumanas. Este punto de vista cioso parala administración pacífica del Oriente Próximo y del
descompone la historia de Europa en las historias de organis- Oriente Medio que estos dos pueblos semitas [...] reanudasen su
mos inconexos entre sí, y pervierte Ia gran idea francesa de la colaboración en base al reconocimiento de los derechos de los
soberanía dei pueblo, que degenera en las reivindicaciones na- judíos en Palestin¿, (Perlmann). Desde entonces, la hostilidad
cionalistas de una existencia autárquica. Estrechamente empa- de los árabes ha ido en i umento año tras año, y hoy los judíos
rentado con esta ideología nacionalista, al sionismo jamás le dependen tan absolutamente de la protección de los británicos
preocupó demasiado la soberanía del pueblo, condicién indis- que nos encontramos claramente ante un caso de capitulación
pensable para construir una nación, y siempre persiguió esa incondicional.
independencia nacionalista utópica.
EI pueblo judío, se decía, podría alcanzar esta independen-
cia con la ayuda de una gran potencia, de una potencia lo sufi- VIII
cientemente poderosa como para favorecer el nacimiento de
esta nación. Por más paradójico que pueda sona! fue precisa- Ésta es, pues, la tradición corl la que contamos en tiempos
mente esta falsa concepción de la independencia nacional lo de crisis como los nuestros; éstas, Ias armas políticas para ha-
que acabó haciendo que los sionistas asociasen Ia emancipa- cer frente a la nueva situación política de mañana; éstas, las
ción nacional de los judíos a la defensa de los intereses mate- «categorías ideológicas» para aprender de las nuevas experien-
riales de otra nación. cias del pueblo judío. De momento no se barrunta otro punto
Esta idea equivocadahizo que, en la práctica, el nuevo mo- de vista, otra concepción, otra formulación del sionismo o de
vimiento volviese a hacer uso de los métodos tradicionales del las aspiraciones del puebio judío. Así, lo único que podemos
Schtadlonus, que los propios sionistas habían despreciado y cri- hacer es ponderar nuestras expectativas de futuro a la luz de
ticado tan duramente en el pasado. Desde ese r-rlomento, los sio- este pasado y teniendo en cuenta nuestro presente. Pero hay
nistas ya no conocieron mejor lugar de trabajo que las antesalas otro factor que, aunque hasta el momento no ha introducido
de los poderosos, ni base más racional para alcanzar acuerdos ningún cambio decisivo, merece consideración: la enorme im-
políticos que servir a intereses ajenos. Si el llamado «pacto Weiz- portancia adquirida por el judaísmo y el sionismo de Estados
mann-Feisal, ufue relegado al olvido hasta 1936, fue precisa- Unidos en el seno de 1a Organización Sionista Mundial. Nin-
mente por la voluntad de servir a intereses ajenos. Por lo de- gún otro paÍs ha aportado nunca tantos miembros a esta orga-
más, es obvio que esta tácita suspensión del pacto tuvo lugar nización, y mucho menos un número tan elevado de simpati-
con el beneplácito y la connivencia de los británicos...o.2 En zantes. En efecto, tanto Ias campañas electorales del Partido
1922, año en el que se reemprendieron las negociaciones entre demócrata y'del Partido republicano del último año como las
deólaraciones realizadas por el presidente Roosevelt y el go-
2. Perlmann, op. cit. bernador Dewey parecen indicar que la gran mayoría dc los
162 LA TRADICIóN ocurre Er. sroNISMo. UNA RETRoSpECTTvA 1ó3

votantes judíos es considerada pro Palestina y que, en la medi- ver a empe zar y de la autorreahzación), y llamar a los sionistas
da en que pueda hablarse de un «electorado judío", éste está in- ala alijah (vuelta a Sión). De hecho, recientemente Weizmann
fluido por el programa norteamericano para Palestina, al igual ha exhortaclo a los judíos estadounidenses a asentarse en Pa-
que el electorado polaco lo está por la política exterior nortea- lestina. De este modo volvería a plantearse el viejo problema
mericana para Polonia y el electorado italiano por Io que suce- de la doble lealtad, pero de una forma más aguda que en cual-
de en Italia. quier otro país, pues 1a poblacién estadounidense se compone
Entre el sionismo de los judíos estadounidenses y el sionis- de muchas nacionaiidades. Precisamente porque Estados Uni-
mo de los judíos de los países del Viejo Continente, sin embar- dos puede permitirse una tolerancia mucho mayor hacia la
go, existe una notable diferencia. Los hombres y las mujeres convivencia cle una multiplicidad de nacionalidades, cuya su-
que aquí pertenecen a la Organízación Sionista, en Europa los ma constituye y determina la vida de la nación norteamericana,
habríamos encontrado en los llamados Comités para Palestina. este país jamás podría consentir que alguno de estos «pequeños
Estos comités aglutinaban a aquellos que, aunque creían que grllpos nacionales, llamase a sus ciudadanos a abandonar el
Palestina era una buena solución para los judíos oprimidos y continente. El argumento de que, a fin de cuentas, los países
pobres y la mejor iniciativa filantrópica posible, nunca pensa- europeos podrían arreglárselas muy bien sin sus judíos, mien-
ron que podría ser una solución para sus propios problemas, tras que el pueblo judío debería reclamar a sus mejores hijos,
pues normalmente decían no tener ninguno. Al mismo tiem- este viejo argumento de los sionistas europeos no es válido en
po, la mayoría de los judíos estadounidenses que no se consi- este paÍs. EquivaldrÍa a sentar un peligroso precedente; podría
deraban sionistas mostraban una clara actitud pro Palestina; utilizarse fácilmente para romper la convivencia armónica de
en cualquier caso, a diferencia de los asimilados europeos, te- pueblos que han de llevarse bien dentro de los límites que mar-
nían una actitud mucho más positiva y constructiva en rela- ca la Constitución y dentro del territorio estadounidense. Esta
ción con Palestina y con ios derechos del pueblo judío en tanto grave ayrlenaza que cualquier movintiento nacional organizado
que pueblo. representa para la vida de un Estado compuesto c1e múrltiples
La explicación está en la estructura política de Estados Uni- nacionalidades explica que en la Rusia soviética el movimiento
dos, que no es un Estado nacional en el sentido que este térmi- sionista haya sido tan duramente combatido.
no tiene en Europa. En un país en el que hay tantos pequeños Si los sionistas norteamericanos no se han propuesto influir
grupos nacionales ieales a su patria, interesarse vivamente por en la orientación ideológica general de la Organización Sionis-
Palestina como la patria del pueblo judío resulta algo comple- ta Mundial, probablemente ha sido por la posición especial que
tamente natural y no requiere disculpa alguna. Una patria ju- ocupan dentro de ella, una posición de la que qu\zá no son to-
día podría incluso «normalizar» la situación de los judíos en talmente conscientes, pero que sin duda intuyen. Según ellos,
Estados Unidos y ser un buen argumento contra el antisemitis- dicha orientación es válida para.los judíos europeos, que en de-
mo polÍtico. finitiva son los pr:incipales afectados. En relación con la cues-
Pero esta normalización ligada a la reivindicación de Pales- tión de Palestina, han preferido adoptar sencillamente ei pun-
tina como la patria del pueblo judío podría convertirse inme- to de vista pragmático de los maximalistas y al igual que éstos,
diatamente en 1o contrario si el sionismo oficial llegase a influir aunque por muchas otras razones, esperan que el interés y la
en los judíos estadounidenses. En ese caso, éstos no podrían influencia de Estados Unidos en Oriente Próximo lleguen a ser
menos de iniciar un verdadero movimiento nacional, predicar-, al menos tan grandes como los de trnglaterra. Obviamente, eslo
cuando no poner en práctica, el ideal de la chaluziuth (del vol- sería la mejor solución para todos sus problemas. Si hubicsc
164 LA TRADrcróN ocurre EL sIoNISMo. UNA RETRoSpECTTvA 165

alguna forma de confiar a los judíos palestinos la salvaguardia por el sionismo, tan acordes con su desconfianza general hacia
de los intereses norteamericanos en aquella región del mundo, los pueblos y con su excesiva confianza en los gobiernos, no
se confirmaría el conocido dicho del juez Brandeis de que, pa- han tenido lugar; en vez de esto, lo que se ha producido es una
ra ser un buen patriota norteamericano, primero hay que ser serie de acciones dirigidas estatalmente que han sido mucho
un sionista" ¿Y por qué no habría de producirse esta feliz coin- m¿is catastróficas que cualquier estallido de odio popular.
cidencia? ¿Acaso la máxima del sionismo británico no fue du- Pero el punto esencial es que hoy se ha descubierto, a1 me-
rante más de veinticinco años que había qlre ser un buen sio- rlos en Europa, que el antisemitismo es la mejor arma política,
nista para ser un buen patriota británico, que quien apoyaba la y no solo demagógica, del imperialismo. Allí donde la política
declaración Balfour apoyaba también a su gobierno como un gire en torno al concepto de raza,los judíos se convertirán ine-
fiel súbdito? Si la Rusia soviética reivindicase su antiguo papel vitablemente en el blanco de las hostilidades. Aquí no podemos
en la política de Oriente Próximo, no sería de extrañar que en- explicar detalladamente ias razones de este fenómeno tan no-
tre los judíos rusos surgiese un sionismo similar, aunque de vedoso. Sin embargo, de una cosa no hay duda. Puesto que el
inspiración estatal. Si esto llegase a ocurrir, se comprendería imperialisrno, a diferencia del nacionalismo, no piensa en te-
inmediatamente hasta qué punto esta política asimilacionista rrito¡:ios limitados, sino, como suele decirse, «en continentes)),
es una tara hereditaria del sionismo. frente a este nuevo tipo de antisemitismo los judíos no estarán
No obstante, hemos de admitir que hoy las cuestiones refe- seguros en ninguna parte del mundo, y todavía menos en Pales-
ridas al presente y al futuro de la política imperialista en Orien- tina, que constituye uno de los centros de interés imperialista.
te Próximo han tomado todo el protagonismo, mientras que las Así pues, la pregunta qlle hoy hemos de piantear a los sionistas
realidades y las experiencias políticas del pueblo judío han si- es qué posición polÍtica piensan adoptar ante una hostilidad
do relegadas a un segundo plano y apenas guardan relación que no se dirige tanto contra individuos concretos cuanto con-
con los grandes cambios que están teniendo lugar en el mun- tra el pueblo judío en su conjunto, independientemente de dón-
do. Si las nuevas experiencias del puebio judío son muchas y de viva.
variadas, los camtrios del mundo son enormes, por lo que la Otra de las preguntas clue hemos de hacer a los sionistas se
principal pregunta que hay que hacer al sionismo es si está refiere a la organización nacional. Nuestra época ha presencia-
dispuesto a tener presente ambas cosas y a actuar en conse- do el catastrófico hundimiento del Estado nacional. Desde la
cuencia- Primera Guerra Mundial, en los países europeos se ha extendi-
do la idea dc que el nacjonalismo no es capaz de garantizar ni
la soberanía territori¿rl de una nación ni la soberanía de1 pue-
IX blo. Entre tanto, las fronteras nacionales, que una vez fueron
ei símbolo de la seguridad nacional ante una posible invasión o
La nueva experiencia más importante del pueblo judío vuel- ante una indeseada oleada cle extranjeros, han demostrado ser
ve a estar relacionada con el antisemitismo. Como sabemos, el inírtilcs. Mienlras que los viejos países occidentales se han vis-
sionismo siempre ha visto muy negro el futuro de los judíos to amenazados por el atraso industrial, conseclrellcia de la f al-
emancipados, y en ocasiones hasta se ha jactado de sus predic- ta de mano de obra, o por las sucesivas oieadas de extranjeros,
ciones. Pero, comparado con el gran terremoto que ha sacudido los países del Este han demostrado de forma concluyente que
el mundo, este tipo de pronósticos son una completa exagera- el Estado nacional no puede existir sin una población relativa-
ción. Los frenéticos estallidos de odio popular pronosticados mente homogénea.
166 LA rRADrcró¡r ocurrl EL SIONISMO. UNA RETROSPECTIVA 167

Sin embargo, los judíos no tienen ningún motivo para ale- existentes entre los pueblos. Puede que algunos sionistas pien-
grarse del desmoronamiento del Estado nacional y del naciona- sen que la creación de un Estado judío dentro de una esfera de
lismo. Aunque no podemos predecir cuáles serán ias próximas intereses imperiales sea la solución perfecta, y que otros la con-
etapas de la historia de la humanidad, la alternativa parece es- sideren como un paso desesperado pero inevitable. Sea como
tar clara. La solución al problema recurrente de la organización fuere, cuesta imaginar un camino más peligroso a largo plazo.
política sólo puede estar en los imperios o en las federaciones. Ciertamente, para un pueblo pequeño es muy delicado hallarse
Esta segunda solución ofrecería al pueblo judío y a otros pue- situado involuntariamente dentro de una ,.esfera de intereses",
blos pequeños ciertas posibilidades de supervivencia. La prime- aunque es difícil saber cuál podrÍa ser su lugar en un mundo
ra solución solamente sería posible si las pasiones nacionalistas como el nuestro, que se ha vuelto tan pequeño desde los puntos
que antaño movieron a los hombres son sustituidas por pasio- de vista económico y polÍtico. Pero una política que se basa en
nes imperialistas. Que Dios nos proteja si ocurre algo así. la protección de una gran potencia lejana y que se gana Ia ene-
mistad de sus vecinos, una política así sólo puede ser fruto de
la insensatez. En este punto, es necesario preguntar qué políti-
x ca seguirán en el futuro los sionistas frente a las grandes po-
tencias y de qué forma piensan solucionar el conflicto ár¿tbr:-
Éste es el marco general de realidades y de posibilidades judío.
dentro del cual los sionistas proponen zanjar la cuestión judía En relación con esto surge otra pregunta. De acuerdo c<¡n las
mediante la creación de un Estado nacional. Pero la condición previsiones más optimistas, se espera que después de Ia gucrr'Ír
de posibilidad de un Estado nacional, la soberanía, no se dará. emigren anualmente a Palestina unos 100.000 judíos, Lrn pro-
Supongamos que, veinticinco años atrás, los sionistas hubie- ceso que se prolongarÍa durante al m:nos diez años. Suponicn-
sen logrado crear en Palestina una Commonr.vealth judía; ¿qué do que estas previsiones se cumplan, ¿qué sucederá con l«rs.iu-
habría pasado entonces? Lo que habría pasado es que los ára- díos que no estén entre los primeros grupos de emigrantes? ¿Qué
bes se habrían rebelado contra los judÍos, como lo han hecho estatus tendrán en Europa? ¿Cómo será su vida desde los pun-
en Checosiovaquia los eslovacos contra los checos y en Yugos- tos de vista social, económico y político? Obviamente, los sio-
lavia los croatas contra los serbios. Y aunque en Palestina no nistas confían en el restablecimiento del statu quo ante. Pero si
hubiese quedado ni un solo árabe, esta falta de soberanía real los judíos regresan a sus respectivos países, ¿seguirán estando
en medio de unos Estados o de unos pueblos árabes que se dispuestos a desplazarse a Palestina después de cierto tiempo,
oponen a la creación del Estado judío, habría tenido el mismo por ejemplo después de un perÍodo de cinco años, que incluso en
resultado. el peor de los casos sólo puede ser un período de normaliza-
La consigna de una Commonwealth judía o de un Estado ju- ción? Y si no se reclama inmediatamente a los judíos europeos
dío indica que desde el principio los judíos, figurándose ser como futuros ciudadanos de la nueva Commonwealth judía (de-
una nación, han pretendido imponerse como una «esfera de in- jando aparte el problema de su acogida), será todavía más di-
tereses». Probablemente, un entendimiento real con los árabes fícil que los judíos obtengan los derechos propios de una mayo-
y con el resto de los pueblos mediterráneos habría podido lie- ría en un país en el que son ciaramente una minoría. Por rltrit
var a la creación de un Estado palestino binacional o de una parte, obviamente la obtención de estos derechos excluirÍ¿t cl I'cs-
Commonwealth judía. Pero es ingenuo creer que tomando el tablecimiento del statu quo en Europa, con lo que podrí:l s('ll-
rábano por las hojas se pueden solucionar los conflictos reales tarse un peligroso precedente. Y un restablecimient<¡ clt'l 's/r¡lll
1óB LA TRADICIóN ocurte EL sroNISMo. uNA RET'II.osPECTIVA 169

quo en Europa, aunque fuese meramente superficial,haríaprác- y es muy dudoso que esta tarea pueda realizarse utilizando las
tlcamente imposible ocultar el problema de la doble lealtad categorías y los métodos del siglo xtx. Si los sionistas siguen
con las mismas trivialidades que en los buenos tiempos. aferrados a su ideología sectaria y perseveran en su miope "rea-
La última pregunta, que hasta ahora el sionismo ha logrado iismor, echarán a perder las pocas posibilidades que un mundo
eludir pretextando que responderla sería «incompatible con su tan poco prometedor como el nuestro ofrece a los pueblos pe-
dignidad", se refiere al problema de la relación entre el ansia- queños.
do nuevo Estado y ia diáspora. Y este problema no afecta sola-
mente a los judíos europeos.
A pesar de todas las ideologías, lo cierto es que hasta ahora
el iischut, no sólo ha sido un refugio para los judíos persegui-
dos de algunos países. Ha sido también una comunidad que ha
reclamado la solidaridad de los judíos esparcidos por todo el
mundo. Sin la influencia y los medios aportados fundamental-
mente por los judíos estadounidenses, la catástrofe en Europa
hubiese asestado un golpe mortal a los judíos palestinos tanto
desde un punto de vista político como económico" Si en un fu-
turo próximo, con o sin la división de Palestina, se crea una
Commonwealth judía , habrá que agradecérselo a la influencia
política de los judÍos de Estados Unidos. Si su «patria» o su
«madre patria» fuese una unidad política en el sentido habi-
tual del término o si su ayuda sólo fuese necesaria durante un
tiempo limitado, su estatLts de ciudadanos estadounidenses no
tendría por qué verse afectado. Pero si la Commonwealth judía
fuese proclamada contra la voluntad de los árabes y sin contar
con el apoyo de los pueblos mediterráneos, entonces no sólo se
necesitará ayuda financiera, sino también un apoyo político
más prolongado. Esto pondría en una situación muy difícil a
los judíos estadounidenses, que en fin de cuentas no tienen la
posibilidad de encauzar la historia política de Oriente Próxi-
mo. E incluso podría acabar mostrándose como una tarea mu-
cho mas ardua de lo que hoy se imaginan y de 1o que mañana
sean capaces de hacer.
Éstas son algunas de las cuestiones que el sionismo tendrá
que afrontar en un futuro no muy lejano. Si quiere afrontarlas
abiertamente, con sensatez política y con sentido de la respon- *
sabilidad, tendrá que revisar a fondo sus obsoletas doctrinas.
Salvar Palestina y a los judíos no será tarea fácil en el siglo xx,
NOTA EDITORIAL

Esta colección de ensayos, que fueron compilados por Han-


nah Arendt, se publicó por primera vez en Suhrkamp Ver'lag en
1976. La mayoría de ellos se remontan a la primera obra publi-
cada por la autora en la Alemania de posguerra: Sechs Essays,
Heidelberg, 1948 (Schriften derWandlung 3, con la colaboración
de Kari Jaspers, Werner Krauss y Alfred Weber, edición de Dolf
Sternberger). Los ensayos fueron escritos en alemán clurante la
década de L940, cuando Hannah Arendt estaba en Estados Uni-
dos. tino de los ensayos del libro de 1948, <¿Was ist Existenz-
Philosoplrie?r, fue excluido del volumen de l976,los otros cin-
co ensayos, al igual que la "Zueignung an Kal Jaspers"
["Dedicatoria a Kari Jaspers"], fueron inciuidos en el volttmen,
a los que se ailadió otros dos uAr¡fklárung und Judenfrage,
[«La Ilustración y la cuestión judía,, publicado por primera
vez en 1932 en la Zeitsclrift für die Geschichte der Juden irt
Deutschlattd. (Añ.o 4, n" 2-3), Y ,,Der Zionismus aus heutiger
Sicht, ["El sionismo. Una retrospectiva"], escrito en inglés y
titnlado uZionism Reconsideredr, pubiicado por primera vez
en 1945 enThe Menorah lournal (Año 33, n" 2); Friecirich Grie-
se tradujo el texto al alemán.
Sobre la historia editorial de cada uno de los eusayos, véase
la bibliografía detallada de Ursula Ludz en: Hannah Arendt,
Ich wiil verstehen. Selbstauskünfte ut Leben undWet*- Mit einer
vollstiincligen Bibliographie, Ursula Lu<12 (comp.), Múurich/Zú-
rich, 1996.

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