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ACTUALIDAD

Presentación de Proyecto de Ley “Identidad del General San Martín”

El día 28 de agosto del presente la Diputada Nacional Dra. María Elena Chieno ofreció una
conferencia de prensa junto al historiador Dr. Hugo Chumbita, a efectos de presentar un Proyecto
de Ley que busca develar la verdad histórica sobre los orígenes mestizos del General José de San
Martín.

(agencia Comunas septiembre 03)

Tal como explicara el historiador, José Francisco de San Martín no sería hijo de Doña
Gregoria Matorras y de Don Juan de San Martín sino de Don Diego de Alvear, funcionario español
enviado por la corona española a solucionar el conflicto limítrofe con el imperio de Portugal, y
Rosa Guarú, una joven guaraní de Yapeyú quien fuera recordada como su nodriza hasta los tres
años. Es decir, sería hijo de un conquistador y de una conquistada. El niño luego fue registrado
como hijo de Juan de San Martín y su esposa, y llevado a España. Al respecto, el Dr. Chumbita
recordó que nunca se menciona a los padres de Belgrano, Saavedra o Moreno, mientras que la
versión oficial ha insistido en destacar a los “padres legales” de San Martín para borrar las
tradiciones que cuestionan esa filiación. Los mestizos eran considerados como de raza “inferior”,
no podían acceder a la carrera militar ni a la carrera eclesiástica, oportunidades reservadas para
los españoles o hijos de, por lo que el General debió mantener oculto su secreto toda la vida.

Esta tesis se apoya en diversos testimonios de la época, como ser los de Alberdi, Manuel
de Olazábal, Vicuña Mackenna, Mary Graham y Pastor S. Obligado; en la declaración de Joaquina
de Alvear, cuyo libro se encuentra en manos del genealogista Diego Herrera Vegas, y en la
tradición oral de la familia Alvear, de los Cristaldo, descendientes de Rosa Guarú, y de otras
familias patricias de Buenos Aires y Yapeyú, como los Báez y Padelés. Existen constancias de que
José de San Martín se llamaba a sí mismo “el indio misionero” y que sus enemigos lo calificaban de
“cholo”, “tape” o “mulato paraguayo”, como insultos para desacreditarlo.

Esta cuestión se planteó al trascender el manuscrito en poder de Herrera Vegas en el


sesquicentenario de su paso a la inmortalidad (año 2000). Además de presentar sus
investigaciones publicadas al respecto, el Dr. Chumbita, acompañado por los descendientes de las
familias Alvear y Cristaldo, propuso realizar la prueba de filiación mediante los estudios genéticos
de ADN.

El Instituto Sanmartiniano, la Academia Nacional de Historia y el Presidente Fernando de la


Rúa, en su momento se opusieron al mismo, calificándolo el primero como una “conspiración
indigenista”, y el último amparándose en la inviolabilidad de los restos del Padre de la Patria.
Por iniciativa de la Diputada Araceli Méndez de Ferreyra la Cámara de Diputados declaró
de interés la investigación, y en 2007 se presentó en la Cámara de Diputados el libro “El
Manuscrito de Joaquina”, por iniciativa del entonces Diputado Eduardo Galantini.

La dificultad que se presenta en la actualidad es que no existen familiares directos


reconocidos del Libertador; los descendientes de Don Diego de Alvear y de Rosa Guarú han
depositado las muestras de sangre correspondientes, pero falta la autorización para examinar los
restos del general San Martín. En este sentido, el proyecto presentado por la Diputada María Elena
Chieno, acompañado por veinte diputados nacionales, solicita en su primer y único artículo que se
realice la investigación y el examen biológico respectivo, a fin de determinar la verdad histórica.

La Diputada insistió en la importancia de develar la verdad, recalcando que “los vientres de


nuestras mujeres americanas fueron la cuna de la sociedad actual”, y que ya son muchos los
héroes de la independencia de quienes se ha demostrado su origen mestizo, como Bolívar,
Monteagudo, O’ Higgins y otros.

El Proyecto es suscripto también por los Diputados y Diputadas Ana María Perroni, Fabián
Ríos, Araceli Ferreyra, Guillermo Carmona, Felipe Solá, Héctor Recalde, Raúl Barrandeguy, Victor
De Genaro, Adriana Puiggrós, Mara Brawer, Carmen Nebreda, María del Carmen Bianchi, Liliana
Ríos, Mariam Gallardo y Mario Oporto.

San Martín y la cuestión de su origen filiatorio: Reflexiones críticas

por Diego Ignacio Sarcona

Curriculum Vitae

Diego Ignacio Sarcona. 28 años. Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
de la Universidad de Buenos Aires. Investigador del Instituto Nacional Sanmartiniano.
Representante del Departamento Judicial de San Martín ante el Departamento Histórico- Judicial
de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. Fundador y vicepresidente del
Ateneo de Estudios Históricos "Francisco González". Columnista en el periódico "El Tradicional".
Ha ofrecido conferencias en distintas instituciones en Buenos Aires y el interior del país y asistido
como disertante en numerosos congresos. Miembro Titular en el Segundo Congreso Internacional
Sanmartiniano.

La conmemoración del sesquicentenario de la muerte de José de San Martín despertó en


muchos de los argentinos la curiosidad por el conocimiento de quien es en gran medida el
responsable de su libertad. Sin embargo, a partir de la necesidad de humanizar al héroe y
desacralizar la historia, aquellos que cuestionaban la existencia de un San Martín entallado en el
bronce, aparecen ahora como los dueños de una realidad oculta y nos invitan a reconocer y
aceptar la verdad histórica, pretendiendo ser depositarios de la misma en reemplazo de aquellos a
quienes otrora criticaban.
Particularmente, uno de estos trabajos reivindica –según entiende su autor- el origen
mestizo del general San Martín. Analiza algunas impresiones de contemporáneos y autores
referentes a aspectos físicos del Libertador tales como el color de su piel y episodios de su vida.
Atribuye finalmente a don Diego de Alvear y Ponce de León y a una indígena correntina de origen
guaraní el carácter de verdaderos progenitores del prócer y nos invita a abandonar los prejuicios y
reconocer el pasado.

Su hipótesis de trabajo descansa sobre un breve extracto de una presunta memoria de


Joaquina de Alvear y Saenz de Quintanilla del año 1877 en la cual afirma que fue "hijo natural de
mi abuelo, el señor don Diego de Alvear y Ponce de León, habido de una indígena correntina, el
general José de San Martín". A partir de la misma, el autor apoyado en relatos que se
transmitieron en el seno de la familia Alvear -elementos éstos no documentados- argumenta las
circunstancias en las que habría tenido lugar el contacto entre el marino español y la indígena
correntina. Sostiene "En 1778 fue comisionado al frente de una división para ejecutar el tratado de
límites sobre los ríos Paraná y Uruguay e inició el reconocimiento y demarcación de aquellos
dilatados territorios, yendo y viniendo por entre las selvas, las asechanzas de las fieras y los
asentamientos aborígenes, en una labor que se prolongaría durante más de dos décadas.

En ese momento de sus andanzas, según el relato que se transmitió en la familia Alvear, en
algún lugar de las antiguas misiones jesuíticas, el inquieto marino, siendo aún soltero mantuvo
relaciones con una indígena guaraní que engendró un niño. Diego de Alvear encomendó el
cuidado del niño al teniente gobernador de la reducción de Nuestra Señora de los Reyes de
Yapeyú, el capitán Juan de San Martín, y a su señora Gregoria Matorras, una matrona de 40 años
que ya tenía cuatro hijos; como era habitual en casos semejantes, ellos se avinieron a criarlo como
propio. El niño fue José Francisco de San Martín".

Surge claramente de su investigación, que las relaciones que mantuvo Diego de Alvear con
la indígena guaraní habrían tenido lugar en oportunidad de desarrollar éste su labor como oficial
científico a cargo de la segunda comisión demarcadora de límites, esto es -según menciona en su
trabajo- a partir de 1778 fecha en que habría sido designado para tal encargo.

No es caprichoso que el investigador haya señalado esta circunstancia histórica como


marco en el que habría tenido lugar la relación fruto de la cual naciera -según entiende- José de
San Martín. Es acaso, la misma, el único momento que documentadamente, nos da certeza del
paso del marino por las misiones. En efecto, la comisión mixta demarcadora de límites fue creada
como consecuencia de lo establecido en el artículo XV del Tratado suscripto por España y Portugal
en San Ildefonso el 1º de octubre de 1777. La misma tenía a su cargo el establecimiento de la línea
divisoria entre los dominios de ambas coronas en América, entendimiento propiciado por los
Pactos de Familia que unían a ambos monarcas. Luego de una trabajosa y encomiable labor que se
extendió hasta 1804, don Diego de Alvear entregó un detallado informe de sus observaciones. El
mismo se divide en tres partes: la primera contiene el Diario de viaje de la expedición, con todo lo
relativo a éste y a los trabajos de la partida a sus órdenes. Como suplemento del mismo se halla la
Relación Geográfica e Histórica de la provincia de Misiones con una colección de planos de las
comarcas, fuertes, pueblos y puntos principales que se transitaron y describen con una tabla de
latitudes y longitudes; la segunda, una completa colección de todas las observaciones
astronómicas y aún meteorológicas y la tercera, la historia natural de la región.

Existen, varias copias manuscritas de su informe. Una copia perteneció al general Agustín
P. Justo, otra existe en la Biblioteca Nacional, otra en el British Museum en Lóndres, otra en el
Archivo de la Academia Nacional de Historia de España, otra en el Archivo de la familia Alvear en
Montilla, España, etc.

De las portadas de dicho diario en tres de sus versiones escritas de puño y letra del propio
Diego de Alvear (la copia del British Museum, la que perteneciera a Agustín P. Justo y la existente
en la Biblioteca Nacional) se advierte que fue sólo a partir de diciembre de 1783 que Diego de
Alvear partía desde Buenos Aires para efectuar su comisión de demarcación de los ríos Paraná y
Uruguay, de manera que fue a partir de esta fecha que éste pudo hallarse en las zonas aledañas a
las misiones guaraníticas. De hecho el comisionado describe distintos aspectos de Yapeyú, San
Borja y otras poblaciones y comarcas en su diario, y señala la partida de la división a su cargo el 25
de diciembre de 1783.

Coincidente con lo señalado es el nombramiento como "Primer Comisario de la Segunda


División de la Demarcación de Límites entre los Dominios de España y Portugal, por el señor Virrey
de Buenos Aires" firmado en esta ciudad a cuatro de marzo de 1784. Este documento se
encuentra contenido en Sabina de Alvear y Ward, Historia de don Diego de Alvear y Ponce de
Leon, apéndice nº2, Madrid, 1891.

Chumbita señala la partida de la comisión demarcadora a partir del 30 de mayo de 1778,


fecha en que fuera nombrado Diego de Alvear -que la autora reseña en la foja de servicios del
marino- cuando en realidad, como señalé, el mismo diario demuestra según lo referido de su puño
y letra que la partida de Buenos Aires lo fue en diciembre de 1783. ¿A qué obedece esta diferencia
entre el nombramiento y la partida de la expedición?.

El desliz es aclarado más adelante por la propia Sabina de Alvear y Ward, aunque no fue
advertido por Chumbita: "...para mandar una de estas cinco divisiones fue nombrado por España
Diego de Alvear a propuesta del Cuerpo General de la Armada con el título de Comisario de la
demarcación de límites en 30 de marzo de 1778; ...No hubo de surtir efecto este primer
nombramiento por oposición que a los marinos hizo el Virrey de Buenos Aires, Sr. Vértiz, que
propuso otras personas de su devoción, por lo que aquellos fueron relevados por el Ministro de
Indias, Sr. Gálvez, pero no accediendo el Rey en su ilustrada imparcialidad a este arreglo, ...fueron
presentados y nombrados definitivamente en 1783 los capitanes de navío y de fragata José Varela
y d. Félix Azara ... y el mismo Alvear, reelegido a propuesta de los sres. Mazarredo, Tofiño y Varela,
que tan conocida tenían su superior inteligencia para aquellas ciencias".

El reconocido historiador Ricardo Piccirilli en sus datos biográficos consigna que "En este
mismo año –1777- las cortes de Madrid y Lisboa celebraron un acuerdo para zanjar las dificultades
en las cuestiones de límites en la América del Sud, firmado en San Ildefonso y mientras se
aprestaba la importante expedición que tendría a su cargo las tareas necesarias, el teniente de
navío Alvear fue comisionado para permanecer a la altura de Río de Janeiro, con su buque de
vigilancia por las noticias que se tenían de que una escuadra inglesa se aprestaba para pasar al Río
de la Plata. Arregladas las expediciones, la que Diego de Alvear (sic) que había sido designado
comisario de la Partida Demarcadora, salió de Buenos Aires el 25 de diciembre de 1783..." . En el
mismo sentido, lo hace Pedro de Angelis en Colección de Obras y Documentos relativos a la
Historia Antigua y Moderna de las Provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, 1836, tomo IV, pág.
42 Noticias Biográficas.

Al sostener en su trabajo que habría sido en esta oportunidad en que tuvo lugar el
contacto con la indígena guaraní, la documentación a que hago referencia demuestra que este
contacto no pudo ser sino a partir de 1784, fecha en la que en efecto salió en comisión, sin contar
siquiera el tiempo que demoró hasta llegar a las misiones en un itinerario con otras escalas previas
a las mismas, hace imposible que de existir relación alguna, fruto de la misma naciera José
Francisco de San Martín, ya que no solamente no se lo pudo entregar "al teniente gobernador de
la reducción de Nuestra Señora de los Reyes de Yapeyú, el capitán Juan de San Martín" –como cita
el investigador- que había sido relevado de su puesto en 1781 por desavenencias con los indígenas
sino, y fundamentalmente, porque para fines de 1783 la familia San Martín, con sus cinco hijos,
según el escribiente naval, estaba embarcada en la fragata Santa Balbina rumbo a España para
llegar a Cádiz en marzo de 1784, según el número de ese mes del "Mercurio de España" .

Antes de la incursión de Diego de Alvear a los asentamientos aborígenes misioneros en el


marco de la expedición demarcadora de límites, se encontró en destinos bastante alejados de las
misiones guaraníticas. Pedro de Angelis en sus noticias históricas lo entiende arribado a estas
costas en 1776 con la expedición de Ceballos al igual que Piccirilli. Ambos lo hacen en la
expedición de Ceballos de 1776, en la toma de Colonia de Sacramento y en la de la isla de Santa
Catalina (Florianópolis) luego, como señalara, el virrey Vértiz lo destinó con su buque de vigilancia
a Río de Janeiro ante una temida invasión británica en el Río de la Plata. Respecto a esto dice
Sabina de Alvear y Ward "...saliendo de Montevideo el 15 de enero de este año de 1777; e
incorporado a la escuadra y tomada la dicha isla de Santa Catalina, regresó al mismo puerto en 16
de abril del mismo año de 1777. Salió después para Río de Janeiro y recorrió las costas del Brasil
mandando varios buques menores, ...en la guerra e los cuatro años contra los ingleses..." (esta
clara apreciación confirma que no pudo comenzar su expedición en 1778 como sostiene Chumbita
sino hasta diciembre de 1783), objetivos militares, los señalados, ubicados sobre las costas
Oriental y del Brasil.

Pero independientemente de la cuestión filiatoria existe otro hecho que se basta a sí


mismo: es el nacimiento de José de San Martín. Sea quien fuere el padre del Libertador, el mismo
nació en febrero de 1778, hecho por demás probado y que no se vio conmovido por ninguna
documentación aportada por el investigador. Este es un elemento muy significativo. En efecto, el
autor debe necesariamente trasladar las dudas propias del cuestionamiento filiatorio a la cuestión
de la fecha de nacimiento para completar su argumentación y así cumplir con el principio de que
toda investigación debe bastarse a sí misma.
Y es aquí donde se hacen más extremas sus dificultades para sostener su hipótesis.

En efecto cuestiona la fecha que se atribuye al nacimiento de José de San Martín y


sostiene que Mitre en su biografía sobre el prócer "dictaminó" que había nacido el 25 de febrero
de 1778 y lo hace, advirtiendo quizás que el dato que -incorrectamente como expresé- recoge de
Sabina de Alvear y Ward relativo a la partida de Diego de Alvear en 1778 también, le acota las
posibilidades cronológicas de que sea el marino el padre de San Martín -ya que habiendo nacido
éste en febrero de 1778, debió el pretendido progenitor estar como mínimo en junio o julio del
año de 1777, época que cae fuera del referido marco circunstancial y temporal de la comisión
demarcadora que hace a don Diego en las zonas aledañas a las misiones. Por esto, al sostener que
habría sido nombrado al frente de la expedición el mismo año del nacimiento debe
necesariamente desconocer la fecha del mismo para que no se derrumbe su pretensión filiatoria,
cuando tal vez inconscientemente, en el primer párrafo de su trabajo se pregunta porque
"Convertido en soldado del Rey, fogueado en duras campañas en Africa y Europa, a los 34 años
(San Martín) abandonó en España su carrera...", admitiendo tácitamente que su nacimiento en
1778 ya que José de San Martín arribó al Río de la Plata en marzo de 1812.

La argumentación de Chumbita no logra conmover el hecho por demás probado que


señala a Juan de San Martín y a Gregoria Matorras como padres de San Martín, afirmación que se
apoya en una gran cantidad de documentos auténticos y protocolizados, y afirmaciones propias de
los progenitores como, entre otros, la manifestación de última voluntad de Gregoria dado en
Madrid el 10 de julio de 1803, donde declara que de su matrimonio "me quedaron cinco hijos
legítimos: Manuel Tadeo, Juan Fermín, Justo Rufino, José Francisco y María Elena de San Martín".

Por otro lado, la inexistencia de un registro parroquial que da fe de la llegada al mundo de


José Francisco, que puede explicarse por la destrucción de Yapeyú en manos de tropas
portuguesas a cargo del comandante Chagas en febrero de 1817, no agota por cierto la posibilidad
de demostrar fehacientemente el nacimiento del niño en el mes de febrero de 1778. Así lo
prueban el certificado de defunción del general San Martín expedido el día 18 de agosto de 1850
en Boulogne Sur Mer – Paso de Calais firmado por el delegado adjunto del alcalde Leroy Mabille,
que dice"....nacido en Yapeyú, provincia de Misiones (Confederación Argentina) de setenta y dos
años, cinco meses y veinte y tres días..."; el certificado de haberse dado sepultura al General José
de San Martín en la Iglesia de Nuestra Señora de Boulogne Sur Mer – Diócesis de Arrás en 20 de
agosto de 1850 firmado por El conde, cura párroco deán, donde consta: " ....nacido en Yapeyú,
Provincia de Misiones (Confederación Argentina) el veinticinco de febrero de 1778, hijo del
coronel don Juan de San Martín, gobernador de dicha provincia de Misiones y de María Gregoria
Francisca de Matorras...".

En el mismo sentido, las biografías que sobre San Martín escribieran John Miller (1829) y
Gual y Jaén -García del Río-(1823) lo hacen nacido en Yapeyú en 1778, mucho antes que Mitre .
Aparece entonces suficientemente demostrado a través de la documentación citada que el
general San Martín nació en Yapeyú en febrero 1778 (documentos que no han sido refutados por
el autor de la hipótesis) y que don Diego de Alvear y Ponce de León no estuvo ni pudo estar en la
zona que se atribuye como marco de la relación para esa fecha y que si lo hizo, fue sólo a partir de
1784 en cumplimiento de su misión científica. Antes de ese momento -que es precisamente el
señalado por Chumbita como el de la relación entre el marino y la indígena- y como señalara, se
encontraba en destinos bien alejados de las misiones.

Finalmente, con relación a los aspectos físicos y distintos episodios de la vida de San
Martín a que hace referencia en su trabajo, no son necesaria e inequívocamente determinantes de
su condición de mestizo, aspectos pues cuestionables. Los unos por ser producto de apreciaciones
personales de los mismos autores (Alberdi) que sólo hace referencia al color de la piel -aspecto por
demás entendible de quien pasó extensas jornadas a la intemperie en Europa y Africa, e incluso en
los primeros años de su vida en Yapeyú- o surgir de obras eminentemente más cercanas a lo
literario que a lo histórico, cargada por ello de metáforas (Rojas), y los otros por ser equívocos en
su interpretación en uno u otro sentido. Así el parlamento con los indígenas en Mendoza debe
analizarse en el marco de un ardid para engañar a los nativos para que delaten los planes de
invasión a Chile a los españoles y la referencia a la "mano negra" no se refiere sino a la mano que
usa el traidor, como lo entendía Marco a San Martín y como reconocen historiadores de la talla del
chileno Vicuña Mackena.

Conclusión

Finalmente debo señalar que el aspecto más cuestionable del trabajo de Chumbita es la
insuficiencia de documentos que, a partir de su seriedad, brinden apoyatura a su hipótesis y la
pretensión de dar a los relatos transmitidos en la familia Alvear -expresión recurrente en su
trabajo- la entidad de una fuente que reemplace al universo documental que se le opone. La
fuente oral, tiene su importancia, no como una fuente autónoma sino como fuente subordinada o
complementaria a otras más eficaces, pero esta eficacia en aquellos casos depende, para su
seriedad y relevancia, de la transcripción escrita, que en el caso en estudio no existe. Fueron en
definitiva por estas conclusiones que su trabajo fue rechazado por unanimidad en el seno del
Segundo Encuentro Internacional Sanmartiniano realizado en Buenos Aires.

Vemos pues que el único documento citado -la mentada memoria de Joaquina- no ha sido
expuesto siquiera a una seria crítica material e ideológica de su autenticidad. Se menciona de la
misma sólo un breve extracto de manera que aparece descontextualizado de un todo y aún
sustraído de un contexto histórico minado por una marcada rivalidad entre las dos figuras -Carlos
María de Alvear y José de San Martín- por lo que admite la posibilidad de que lo señalado por
Joaquina sea, o un rumor ofensivo recogido de su padre hacia la figura de San Martín al calificarlo,
en definitiva, como bastardo o hijo ilegítimo (ignorando por cierto aquello de que ilegítimos son
los padres, en todo caso, y no los hijos) o una afirmación para ser partícipe de la inocultable gloria
que don José de San Martín diera con su actuación a toda América.

No es el presente un debate irrelevante. Aun cuando, ciertamente, no cambia ni empaña


en absoluto el devenir histórico de su vida y su obra, aun cuando en nada modificaría el concepto
que la figura de José de San Martín importa para una inmensa mayoría de argentinos, el valor
ínsito que está en juego en el presente debate es aquel que todo historiador debe siempre
alcanzar y abrazar: la verdad histórica.

Diego Ignacio Sarcona

SAN MARTÍN Y LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE NUESTRA AMÉRICA

Escribe: Fernando Ramón Bossi, abril de 2001

Palomita hermosa,

de todo mi amor,

hagamos memoria

del Inca Señor.

Vuela, vuela alegre,

aplaudiendo al fin,

y dale las gracias

a mi San Martín

Yaraví anónimo

INTRODUCCION

"Todo plan imperial avanza gracias a un aparato ideológico que lo legitima", afirma el
intelectual venezolano Luis Britto García en su reciente libro Las cadenas jurídicas de la
globalización. A la dictadura ideológica de los medios de comunicación (nueva y poderosísima
herramienta de intoxicación cultural), se le suman los cuatro espacios tradicionales desde donde
se ejerce el control del pensamiento y las conductas: la educación, la ciencia, la moral y el arte. La
lucha por la liberación nacional y social entonces, encuentra un campo de batalla concreto en el
nivel de las ideas: "de pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a
pensamiento" decía el patriota cubano José Martí. Reconstituir un pensamiento revolucionario
vigoroso, capaz de enfrentar la poderosa maquinaria de contaminación ideológica del Imperio, es
el requisito indispensable en la lucha emancipadora. Al "pensamiento único", el posmodernismo y
las ideas neoliberales es insoslayable oponerle: 1) la revalorización de nuestra auténtica cultura
nacional y popular (aquella que rescata los valores democráticos y revolucionarios de las masas,
como bien lo señalaba Lenin); 2) el rescate de nuestras mejores tradiciones de lucha, la memoria
colectiva con sus héroes y significados; 3) lo mejor del pensamiento revolucionario mundial y el
aporte de las ciencias a la elaboración teórica/práctica; 4) la nueva ética (el "hombre nuevo" que
pregonaba el Che), sostenida sobre los pilares de la solidaridad, el igualitarismo, el amor al prójimo
y el respeto a la diversidad; y 5) el pensamiento ecológico, que vincula al hombre, como ser social
en armonía con la naturaleza.

Estos cinco elementos constitutivos del nuevo pensamiento revolucionario están


contenidos en el rescate de la figura de nuestro máximo héroe, José de San Martín. En él
encontraremos el vigente mensaje del valor del rescate de los elementos democráticos y
revolucionarios que contiene la cultura popular; la figura síntesis de las ideas y acciones libertarias
de una época; la condensación del pensamiento universal más revolucionario que se expresó en
las luchas antiabsolutistas y democráticas; una ética basada en el desprendimiento, la
generosidad, el sacrificio, el patriotismo y la justicia; y una visión ecológica -significativa para la
época- que se basaba en la revalorización de la cultura de los pueblos originarios. De esto último,
de la relación del general San Martín con las poblaciones autóctonas de Nuestra América, es de lo
que trata este breve de trabajo.

DISCUTIR SOBRE SAN MARTÍN

La lucha ideológica se da en diferentes escenarios y de las formas más sorprendentes. Es


harto conocido que en la guerra quien domina el terreno de operaciones tiene supremacía sobre
el contrincante. Hasta ahora, el imperialismo ha sabido elegir los escenarios de lucha e imponer las
discusiones llevándolas al terreno más conveniente a sus intereses, tanto para ganarlas como para
llevarlas al camino de la distracción y el "punto muerto".

Un ejemplo de esto que afirmamos es el caso de la discusión que se dio el año pasado con
respecto al general San Martín en el sesquicentenario de su muerte. Cuando todo hacia prever
que durante ese año la discusión rondaría en torno a la vigencia del mensaje sanmartiniano, las
fuerzas de la manipulación lograron desviar el debate hacia un terreno vacuo. El "historiador" José
Ignacio García Hamilton en su libro Don José, Vida de San Martín señala -entre muchas otras
cosas- que el Libertador no era hijo de Gregoria Matorras y Juan de San Martín como hasta ahora
se venía afirmando, sino que era hijo de Diego de Alvear y una india guaraní. Del terreno
histórico/político, donde tendría que haberse centrado la discusión, se desvió hacia otro, más
ligado al escándalo farandulero, por ende, distractivo y también frívolo. Pero esto no es todo,
porque lo grave es que tanto historiadores como políticos, periodistas, comunicadores sociales,
sociólogos y todo tipo de opinadores, llenaron páginas enteras de diarios y revistas y espacios
televisivos y radiales dando sus puntos de vista sobre las consecuencias de este "descubrimiento".
No faltaron los indignados ni los que aprovecharon para "humanizar" al prócer, tampoco los
arranques racistas y las interpretaciones psicologistas, como asimismo la confusión que reinó
entre los grupos indigenistas new age. La maniobra había prendido, de San Martín no se hablaría
otra cosa que no fuera sobre su origen familiar, sus amores, sus "debilidades".

Ahora bien, esta maniobra ¿fue provocada concientemente o su produjo meramente por
casualidad? En un país donde la corrupción, la entrega y la injusticia social son monedas
corrientes, una reflexión sobre la vida y obra de quien combatió precisamente esas lacras hubiera
sido aleccionadora y motivante para la conciencia de los argentinos. Hubiera ubicado a San Martín
del lado de la barricada de los que resisten la situación actual, con lo que ello implica de peligro
para quienes monopolizan la imposición de referentes y héroes. La oportunidad se perdió, tal vez
era inevitable, pero también hay que considerar que a la intelectualidad patriótica y revolucionaria
nos faltó reflejos para generar el "vuelvan caras" de una contraofensiva en el propio terreno
elegido por el enemigo. Si la discusión pública pasaba por el mestizaje de San Martín y su supuesta
madre indígena, se nos presentaba una coyuntura más que interesante para debatir sobre la
relación de San Martín, conductor de la guerra emancipadora, con las comunidades indígenas; del
componente popular de su ejército y de las medidas que adoptó en beneficio de los aborígenes y
demás sectores desposeídos; de la revalorización de la cultura precolombina como patrimonio de
la gran cultura americana y de la integración del componente autóctono en igualdad de
condiciones con el resto de la sociedad.

No en el momento justo, más bien apelando al "más vale tarde que nunca", es que
brindamos a continuación estas reflexiones sobre San Martín y los pueblos autóctonos, pero
concientes también, que nuevas batallas sobre este terreno se van a librar y es obligación de todo
revolucionario estar preparado y dispuesto al combate.

ORIGEN DE LA MANIOBRA DISTRACTIVA

Hace unos cuatro años aproximadamente, el ingeniero Diego Herrera Vega recuperó un
libro de memorias que había escrito María Joaquina de Alvear y Sáenz de Quintanilla, hija de
Carlos de Alvear. Este libro, un libro encuadernado de comercio, con cartas, anotaciones y recortes
periodísticos, había sido encontrado en 1958 por el abuelo del ingeniero antes citado. Luego de
extravíos y aparentes ocultamientos, Diego Herrera Vega lo dio a conocer. Lo importante de este
material es que allí, la hija de Alvear afirma ser "sobrina carnal, por ser hijo de mi abuelo el señor
Don Diego de Alvear y Ponce de León habido con una indígena correntina, del general Don José de
San Martín". En base a esto, y reforzado por la aparición del libro de José Ignacio García Hamilton
Don José, Vida de San Martín, donde el autor desarrolla esta tesis sustentada en la tradición oral
de la familia Alvear y otros datos no siempre desconocidos -desaparición de la partida bautismal
del Libertador y poca certeza de la fecha de su nacimiento-, es que se monta la maquinaria
ideológica del sistema dominante para generar una polémica que sirva como "cortina de humo" a
la discusión que se avecinaba: la vigencia del mensaje sanmartiniano, San Martín hoy.

La polémica se desató: unos solicitaban pruebas de ADN, otros ponían el grito en el cielo
por el solo hecho de sugerir que el Padre de la Patria podía tener sangre india en sus venas. De San
Martín y su relación con los aborígenes poco se habló, sólo de aquello que podía defender una u
otra hipótesis.

A un año del sesquicentenario de la muerte del Libertador, ya no hay más espacios en los
medios de comunicación para hablar del Gran Capitán, el tema ha "perdido interés", ya se han
desempolvado todos los documentos relativos a esa polémica inconclusa y estéril y los custodios
del Instituto Sanmartiniano ya duermen tranquilos: es preferible que a San Martín se lo tilde de
bastardo, borracho, mujeriego, ladrón y cobarde a que se lo vincule con la justicia social, la unidad
latinoamericana, la defensa del oprimido y la lucha contra el imperialismo.

SOBRE LA FORMACIÓN IDEOLÓGICA DEL LIBERTADOR

Don José de San Martín fue hijo de su tiempo histórico, embanderándose desde muy joven
en el partido de la "Libertad, la igualdad y la fraternidad". Las ideas revolucionarias de los
franceses del '89, imbuidos en el pensamiento de Rousseau, Montesquieu, Voltaire, D'Alembert,
entre otros, más la influencia del pensamiento progresista español de Jovellanos, Campomanes y
Flores Estrada formaron al Libertador en las ideas de la Declaración de los Derechos del Hombre,
la soberanía popular, el rechazo a la nobleza, a la Inquisición y a todo tipo de privilegio de sangre,
en la democracia y el concepto igualitario de ciudadanía.

En el fragor de la lucha contra los ejércitos napoleónicos, los liberales españoles, aquellos
que propiciaban una revolución democrático burguesa que sacudiera la España de las clases
parasitarias, se vieron envueltos en tremendas contradicciones: Francia había dado el primer grito
de libertad contra el absolutismo y ahora invadía con sus ejércitos ahogando el proyecto
autónomo de revolución democrática. La lucha social y la lucha de liberación nacional se
encontraban y aunaban, indefectiblemente, por el rigor de los hechos. El 2 de mayo de 1808 se
produce el estallido popular en contra de la invasión francesa. El pueblo sale al combate, la
represión inundará de muerte las calles de Madrid. Mientras los sectores populares batallan en
nombre de la libertad y Fernando VII, la nobleza titubea o se entrega con tal de no perder sus
privilegios. Los liberales españoles tienen que asumir el doble desafío: expulsar al invasor
extranjero y producir la revolución democrática que derrumbe a la nobleza parasitaria. San Martín
no sólo aprenderá durante esas jornadas las técnicas militares modernas, sino que será su campo
de aprendizaje en la lucha revolucionaria. Incorporará el concepto de "pueblo en armas" y sabrá
valorar la táctica guerrillera como herramienta de lucha popular contra las fuerzas de ocupación.
Asimismo la experiencia peninsular le dará madurez ideológica para reafirmar la necesidad de
profundizar la revolución democrática y el protagonismo del pueblo en defensa de sus legítimos
intereses.

Como bien sostiene el historiador y político Norberto Galasso, San Martín regresa a tierra
americana una vez que percibe que la revolución democrática española sucumbe y que su
continuidad se está desarrollando en las colonias de ultramar. El Libertador llegará a Buenos Aires
en 1812, pero no para luchar contra el enemigo español -en principio-, sino para sostener el
proceso revolucionario que pretende liquidar el privilegio y la nobleza. Cuando es restaurado
Fernando VII y éste reprime al movimiento democrático que había brindado generosamente su
sangre en nombre del Rey y la democracia, San Martín se define por la independencia y la secesión
de España. De una etapa en que la confrontación era entre liberales y absolutistas, se pasa a otra
donde la cuestión nacional ocupa el papel fundamental: Patria o Colonia.

Si "la revolución de Mayo, -como señala Alberdi- es un capítulo de la revolución


hispanoamericana, así como esta lo es de la española y ésta, a su vez, de la revolución europea
que tenía por fecha liminar el 14 de julio de 1789, en Francia", la guerra emancipadora será el
resultado de esta secuencia.

San Martín entendió perfectamente, que la revolución democrática americana tenía que
apelar a las masas populares como principal protagonista, la movilización del pueblo contra la
tiranía y el despotismo imprimía así un sesgo social insoslayable, coincidente con la Declaración de
los Derechos del Hombre y la soberanía popular.

Es entonces que la participación de la población indígena en la guerra por la


independencia toma una importancia mayúscula, y no sólo por el factor numérico, sino como
elemento estratégico en la conformación de la nueva sociedad que soñaban los libertadores. San
Martín supo actuar en consecuencia con los principios democráticos y populares y en toda su
gestión pública estará presente su preocupación por el destino de los pueblos aborígenes.

Si Don José era hijo de españoles o era mestizo con sangre indígena, poco alumbra sobre
su pronunciamiento político concreto, que respondía a su convicción revolucionaria y popular.
Ejemplos sobran en nuestro pasado de muchos mestizos que resultaron feroces represores y
explotadores de las comunidades indígenas y de españoles "puros de raza" que se entregaron
plenamente en defensa de los derechos de los naturales.

LO QUE NOS DEMUESTRA LA HISTORIA

Dentro de los hechos concretos que vinculan a San Martín con los pueblos originales,
señalaremos sólo algunos que demuestran a las claras lo dicho anteriormente. 1) La solicitud de
incorporación de naturales de Yapeyú para la conformación del Regimiento de Granaderos a
Caballo; 2) El intento de reeditar los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega durante su
estancia en Córdoba en 1816; 3) Su entrevista con los caciques pehuenches en el fuerte de San
Carlos antes del histórico cruce de los Andes; 4) La proclama a los "indios naturales del Perú"; 5)
Los decretos suprimiendo el tributo y la servidumbre como asimismo el otorgamiento de la
ciudadanía peruana a todos los pobladores aborígenes; y 5) La reivindicación de las comunidades
andinas por su sacrificio patriótico en la guerra emancipadora.

También se podrían mencionar otros hechos sumamentes significativos, como la defensa


del patrimonio arqueológico y la constante exhaltación a la cultura indígena precolombina.

SAN MARTÍN Y LOS GUARANÍES

Dado que la partida de nacimiento de José Francisco nunca se pudo localizar -es probable
que haya sido destruida cuando el pueblo fue incendiado por los portugueses en 1817-, se
desconoce la fecha precisa de su nacimiento. Se supone que fue entre 1777 y 1781 en el pueblo de
Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, en el margen derecho del río Uruguay. Su padre,
Juan de San Martín (hasta que no se demuestre lo contrario) había sido designado teniente-
gobernador de ese departamento, que comprendía los pueblos de La Cruz, San Borja, Santo Tomé
y Yapeyú, este último como lugar de residencia del funcionario y su familia.
Desde la expulsión de los jesuitas en 1767, estas poblaciones habían quedado
desprotegidas y en un marcado proceso de decadencia. Dice el brigadier Diego de Alvear y Ponce
de León en su Relación cronológica e histórica de las Misiones: "vimos el lucido pie en que
pusieron los jesuitas estas misiones con su buen régimen y particular economía en el manejo de
los caudales. Cuando la expulsión el año de 1767, por más cuidado que se puso, y por más
estrechas que fueran las providencias que se tomaron para evitar los desórdenes, padecieron los
pueblos notablemente...".

Es sabido que las poblaciones guaraníes, bajo el régimen de los jesuitas, habían alcanzado
un importante grado de desarrollo, tanto en lo económico como en lo social y cultural. El modelo
endógeno de producción posibilitaba la autosuficiencia económica y habilitaba a cultivar las artes
y las ciencias en forma considerable. El estado de la "cosa pública" al arribo de Juan de San Martín
era diferente y esto se agravaba con la constante incursión de los bandeirantes, esclavistas del
imperio lusitano que incursionaban en las misiones a fin de proveerse de indios guaraníes para su
infame comercio. En esta situación cabe aclarar que los bandeirantes aprovechaban la incierta
situación en la demarcación de fronteras entre las coronas de España y Portugal, y con la
complicidad de las tribus mituanes, hostiles a los guaraníes y socios de los esclavistas.

En ese mundo, lejos de la tranquilidad idílica planteada por Ricardo Rojas, entre una
inmensa mayoría de indios guaraníes, pocos criollos y menos españoles, transcurren los primeros
años de vida de José Francisco. Seguramente pocos recuerdos se llevará de esa etapa de su
infancia, pero es probable que la tradición oral de su familia lo haya compenetrado del clima
guaraní de su tierra natal.

En 1812, a su regreso al Río de la Plata y cuando se le asigna la tarea de conformar un


cuerpo de granaderos a caballos, José de San Martín solicita la incorporación de trescientos
guaraníes provenientes de las Misiones. ¿Qué motivaba semejante requerimiento si tenemos
presente que su convivencia con los guaraníes se reducía a solo dos o tres años de su primera
infancia?.

Sin duda que las narraciones paternas y de sus hermanos mayores habían causado efecto
en José Francisco y es de suponer que, a través de ellas, se había hecho un preciso cuadro de
situación sobre la habilidad y destreza de los guaraníes en el uso del caballo, y también de sus
características físicas y morales.

Volviendo al texto de Diego de Alvear y Ponce de León escrito a finales del siglo XVIII, se
señala algunos elementos que confirman la tesis, refiriéndose al Departamento de Yapeyú: "este
es el departamento de mayores y mejores campos... tiene muchas y grandes estancias pobladas
de ganado de cuenta, que asciende a 300.000 cabezas, y fuera de ellas es innumerable el que
llaman alzado, porque no está sujeto". Este texto es más que ilustrativo, ya que indica a las claras
la presencia de buenos jinetes, condición indispensable para el manejo de la ganadería y más si
tenemos en cuenta la importante existencia de "alzados". Revisando los escritos de Tadeo Xavier
Henis sobre Rebelión y guerra de los pueblos guaraníes, escritos en 1767 aproximadamente,
también se encuentran informes de la habilidad de los naturales en el uso del caballo, no solo en la
faena agraria, sino también en la guerra.

Las noticias que San Martín tenía sobre los jinetes yapeyusenses lo motivan para que el
gobierno de Buenos Aires gestione el reclutamiento de guaraníes de "talla y robustez" para
incorporarlos al escuadrón de granaderos a caballo. El gobierno da curso al pedido con el siguiente
escrito: "defiriendo al deseo que ha manifestado el benemérito comandante del nuevo cuerpo de
Granaderos a Caballo, don José de San Martín, hijo del pueblo de Yapeyú, de reunir en su fuerza
militar de su mando un número proporcionado de sus connacionales, por la confianza que de ellos
tiene, a efectos de proporcionarles la gloria de que igualmente como todos los demás americanos,
contribuyan con las armas al logro de la libertad de la patria que aspiran a esclavizar los tiranos".

Léase con detenimiento el texto y se advertirá el carácter igualitario que se desprende de


él: todos los luchadores por la libertad están en igualdad de condiciones para conquistar la gloria.

Sobre la incorporación de los guaraníes a las filas revolucionarias no hay documentación


fehaciente, aunque José Luis Busaniche en San Martín Vivo cita un documento inédito del Archivo
General de la Nación, una presentación a San Martín, de varios oficiales guaraníes llegados a
Buenos Aires. El texto dice así: "La felicidad que por todos los caminos gloriosamente reina en esta
Capital y Provincias Unidas, nos ha proporcionado la suerte de haber venido a ella con los reclutas
de nuestro país que ha conducido el capitán Antonio Morales; ella nos ha dado el gusto de tener el
honor de conocer a V.S. y de saber que es nuestro paisano... le rogamos sea nuestro apoyo para
que prosperemos y disfrutemos de las delicias de nuestra libertad, elevando a nuestro Supremo
Gobierno nuestras súplicas con los conocimientos que le damos a V.S. de aquel infeliz estado, y
que desaparezcan aquellos restos de nuestra opresión y conozca nuestro benigno gobierno que no
somos del carácter que nos supone, y sí del de verdaderos americanos, con solo la diferencia de
ser de otro idioma. Así pues señor, reiteramos los infrascriptos oficiales nuestra súplica esperando
tener el feliz resultado de ser admitidos de su bondad. Dios guarde a V.S. muchos años. Buenos
Aires, 6 de mayo de 1813. Matías Abuin, Teniente. Miguel Agbi, Alférez; Andrés Guayaré, Alférez.
Juan de Dios Albaya, Alférez".

Sobre este tema, Norberto Galasso en su libro Seamos libre y lo demás no importa nada.
Vida de San Martín, cita algunos nombres guaraníes de soldados del ejército sanmartiniano,
rescatados por Ricardo Luis Acebal: Santiago Guaychá, Lorenzo Purey, Matías Abucú, Miguel
Abiyú, Andrés Guayaré, Juan Bautista Cabral, Juan de Dios Abayá, Miguel Chepoyá, Félix Bogado,
como asimismo Siyá, Pindó, Ybarapá, Ybayú, Mboatí, Pachoá, Periverá, Guaycurarí, Areguatí,
Cumandiyú, Uré, Cuzú y Monduré". A esto cabe agregar la lista que cita el presbítero Eduardo
Maldonado: "ta Tamay, Tabaré, Nambú, Mborecó, Caaliug, Cuibaré, Baibé, Ravié...".

La presencia guaraní dentro de las tropas de San Martín responde no solamente a un


aspecto técnico militar, sino que fundamentalmente se debe a una cuestión social y política que
involucra la movilización popular en la lucha por la liberación. El ejército popular sanmartiniano se
nutrirá primordialmente de los sectores populares de la sociedad y allí los indígenas juegan un
papel semejante al de los criollos, mestizos y negros.
LA HISTORIA AMERICANA

"La ilustración es más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia",
marcaba José de San Martín, y agregaba que el fomento de las letras "es la llave maestra que abre
las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos", siendo su anhelo "de que todos se
ilustren en los sagrados libros que forman la esencia de los hombres libres". Entre los libros que
"forman la esencia de los hombres libres", el Libertador consideraba que tenía que estar incluido
los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega.

En su viaje a Córdoba en 1816, San Martín propone reeditar la obra del mestizo Garcilaso
de la Vega. Dice Ricardo Levene en El genio político del general San Martín: "el proyecto redactado
posiblemente en la estancia de Saldán en seguida de una entrevista con Pueyrredón, por Miguel
Calixto del Corro, informa que en las tertulias de San Martín, a la que concurrían hombres
ilustrados de Córdoba, se recordó, entre muchas cosas que se hablaron, las relativas al nuevo
sistema de nuestro incomparable historiador el Inca Garcilaso. Se hizo la apología de la obra y se
censuró el despotismo que había prohibido su lectura. De ahí que el propio San Martín propusiera
abrir una suscripción pública a efectos de reimprimirla, para que su lectura se hiciese común y se
conservase para siempre un documento que hace tanto honor a los naturales de este país y
descubre, al mismo tiempo, con una moderación digna de las circunstancias, la tiránica ambición y
falto celo de sus conquistadores. Tal pensamiento fue aprobado por todos a una voz, con el fin de
realizar la iniciativa...". Lamentablemente el emprendimiento no prosperó, pero vale destacar la
propuesta y el párrafo donde San Martín señala que es "un documento que hace tanto honor a los
naturales del país...". Reivindicación de la cultura indígena e incorporación de la historia
precolombina como parte integral de la historia de los americanos es el mensaje que San Martín
transmite en este suceso. Todavía los americanos de hoy no hemos entendido esta señal tan clara
para alcanzar la verdadera historia de Nuestra América que nutra a sus hijos de verdad, conciencia
e identidad.

UNA HISTORIA CON VARIAS INTERPRETACIONES

En la Historia de San Martín y la independencia Sudamericana, Bartolomé Mitre dice:


"desde 1814 el gobernador de Cuyo (San Martín) cultivaba relaciones amistosas con los indios
pehuenches, dueños entonces de las faldas orientales de la cordillera al sur de Mendoza, a fin de
asegurar por los pasos dominados por ellos el tránsito de sus agentes secretos de Chile y tenerlos
de su parte en caso de invasión del enemigo". En setiembre u octubre de 1816, meses antes del
cruce de la cordillera, San Martín acuerda un parlamento con los caciques pehuenches en el fuerte
de San Carlos, sobre la línea fronteriza con el río Diamante. La intención del Libertador era
ganarlos para la causa independentista y lograr un acuerdo para que un destacamento cruzara la
cordillera por esos territorios. Parece que luego los aborígenes lo visitaron en El Plumerillo. Según
cuenta Manuel de Olazábal, San Martín les explicó lo siguiente a los caciques allí reunidos: "que los
había convocado para hacerles saber que los españoles iban a pasar de Chile con un ejército para
matarlos a todos y robarles sus mujeres e hijos. Que en vista de esto, y siendo también él indio,
iban a pasar los Andes con todo su ejército y cañones para acabar con los godos que les habían
robado sus tierras a sus padres. Pero para poderlo hacer por el sur, como pensaba, necesitaba el
permiso de ellos, que eran los dueños...". Salvo tres caciques, el resto aceptó el pedido del
Libertador.

Es conocido que Mitre, padre de la historia oficial -la de las clases dominantes-, patrocinó
la versión que San Martín había utilizado a los indios pehuenches sabiendo de antemano que lo
iban a traicionar. No es extraño que el fundador de La Nación haya solo elegido algunas de las
fuentes -la que favorecía su postura antiindigenista- para hacer hincapié en la posición que dejaba
a los aborígenes caracterizados por su "natural perfidia". Pero a la luz de otros documentos y los
hechos mismos, se demuestra que San Martín realmente necesitaba una alianza con los indígenas.
Más allá de estar comprobado que las tropas emancipadoras que cruzaron por El Portillo y El
Planchón no fueron acosadas por los naturales, sino que recibieron apoyo; también hay que
rescatar la carta que el Libertador le envía a Tomás Guido, donde dice: "concluí con toda felicidad
mi Gran Parlamento con los indios del sur; no solamente me auxiliarán al ejército con ganados,
sino que están comprometidos a tomar una parte activa con el enemigo". Si el suceso hubiera sido
una mera maniobra de San Martín, ¿era necesario engañar también a su amigo y confidente?.

El problema radica en que el discurso que narra Olazábal sobre el mensaje de San Martín
es sumamente irritante para la oligarquía terrateniente: los indios son los verdaderos dueños de la
tierra y estos fueron desposeídos por los tiranos. Era necesario imponer la versión que San Martín
no hablaba en serio, que sólo se trataba de una artimaña. Fuera de la documentación existente, el
análisis político/histórico deja demostrado que el Libertador, como en otros sucesos, buscaba
incorporar a los indígenas a la lucha emancipadora.

LA LIBERACIÓN DEL PERÚ

Ni bien llega San Martín al Perú con su ejército libertador, lanza la siguiente proclama en
quechua, aymará y castellano: "A los indios naturales del Perú: Compatriotas, amigos
descendientes todos de los Incas. Ya llegó para vosotros la época venturosa de recobrar los
derechos que son comunes a todos los individuos de la especie humana, y de salir del estado de
miseria y de abatimiento a que le habían condenado los opresores de nuestro suelo. Los nobles
motivos que nos impelieron a sacudir el yugo de la España son demasiado notorios a todo el
mundo. Vuestra misma sensibilidad cada día forzada a vejaciones nuevas, es el justificativo más
tocante. La conducta pues, que han seguido los gobiernos independientes de América, acreditan
que nuestros sentimientos no son otros, ni otras nuestras aspiraciones, que establecer el reinado
de la razón, de la equidad y de la paz sobre las ruinas del despotismo, de la crueldad y de la
discordia".

"Guiado por estos mismos sentimientos, yo os ofrezco del modo más positivo hacer todo
cuanto este a mi alcance, para aliviar vuestra suerte, y elevaros a la dignidad de hombres libres; y
para que tengáis más fe en mis promesas declaro que desde hoy queda abolido el tributo, esa
exacción inventada por la codicia de los tiranos para enriquecerse a costa de vuestros sudores, y
para degradar vuestra facultad física y mentales a fuerza de un trabajo excesivo ¿Y seréis
insensibles a los beneficios que yo a nombre de la Patria trato ahora de proporcionaros?
¿Olvidareis también los ultrajes que habeis recibido sin número de los españoles? No, no puedo
creerlo: antes bien me lisonjeo de que os manifestareis dignos compatriotas y descendientes de
Manco Capac, de Guayna Capac, de Tupac Yupanqui, de Paullo Tupac, parientes de Tupac Amaru,
de Tembo Guacso, de Pampa Cagua. Feligreses del Dr. Muñecas y que cooperareis con todas las
fuerzas al triunfo de la expedición libertadora, en el cual están envueltos vuestra libertad, vuestra
fortuna, y vuestro apacible reposo, así como el bien perpetuo de todos vuestros hijos. Tened toda
confianza en la protección de vuestro amigo y paisano el general San Martín".

Así el Libertador comunica a la población autóctona los objetivos de la revolución,


"establecer el reinado de la razón, de la equidad y de la paz...", donde los pueblos originales
deberían "recobrar los derechos que son comunes a todos los individuos de la especie humana..."
y continua decretando la abolición del tributo. La adhesión de los pueblos indígenas a la causa
patriótica será inmediata. La lucha emprendida por los guerrilleros mestizos, indios y criollos en el
Alto Perú se sincronizará con las de las fuerzas patrióticas del ejército libertador que desembarca
en las costas peruanas.

También es dable destacar en la proclama la reivindicación de los mayores exponentes de


la civilización quechua, como asimismo la del cura Muñecas, ferviente patriota que acaudilló a las
masas indígenas de Larecaja, legislando en favor de las comunidades indias y sublevándose junto
al revolucionario andino Pumacahua.

Asimismo esta proclama no es meramente descriptiva, sino que apela a la conciencia de


los indígenas para incorporarlos a la lucha patriótica, a la revolución y a la conquista de sus
derechos.

DEL DISCURSO A LOS HECHOS

Ya proclamada la independencia del Perú, el 27 de agosto de 1821 San Martín decreta:


"después que la razón y la justicia han recobrado sus derechos en el Perú, sería un crimen
consentir que los aborígenes permaneciesen sumidos en la degradación moral a que los tenía
reducido el Gobierno Español, y continuasen pagando la vergonzosa exacción, que con el nombre
de tributo, fue impuesta por la tiranía como signo de señorío. Por lo tanto declaro:

1. Consecuente con la solemne promesa que hice en una de mis proclamas del 8 de setiembre
último, queda abolido el impuesto, que bajo la denominación de tributo, se satisfacía al Gobierno
Español.

2. Ninguna autoridad podrá cobrar ya las cantidades que se adeuden por los pagos que debían
haberse hecho hasta fines del año último, correspondientes a los tercios vencidos del tributo.

3. Los comisionados para la recaudación de aquel impuesto deberán rendir las cuentas de lo
percibido hasta esta fecha al Presidente de su respectivo Departamento.

4. En adelante no se denominarán los aborígenes, indios o naturales; ellos son hijos y ciudadanos
del Perú, y con el nombre de Peruanos deben ser conocidos".
Esta, entre otras medidas que toma el Libertador desde Lima, motivará el odio de la rancia
oligarquía peruana que conspirará hasta derrotarlo políticamente. El pecado de San Martín era
haberse alineado con los sectores progresistas y las masas desposeídas. Si bien Bolívar culmina la
campaña independentista en la sierra peruana con el triunfo de Sucre en Ayacucho, éste también
sucumbe ante la intriga de la aristocracia limeña. Una vez apartados del escenario político ambos
libertadores, los decretos y proclamas democratizadoras serán archivadas para beneplácito de las
clases dominantes.

San Martín gobernó en el Perú como lo hizo durante su mandato en la Gobernación de


Cuyo. Su norte era terminar con la dominación española, consolidar la libertad de estos territorios
y avanzar hacia la confederación de estados hispanoamericanos. Para esto apeló a la movilización
social, al protagonismo del pueblo y a la democratización de la sociedad. Continuó con la línea
jacobina revolucionaria del Moreno de la Primera Junta y La Gaceta, apoyó las medidas
progresistas de la Asamblea del Año XIII, fue el principal promotor de la Declaración de la
Independencia de 1816 cuando los liberales españoles estaban derrotados tras la restauración de
Fernando VII y la nobleza reaccionaria peninsular y construyó un ejército popular de liberación con
los sectores más humildes de la sociedad: negros, criollos, mestizos e indios. A todos estos San
Martín, desde el llano y desde el gobierno, los instó a luchar por sus derechos.

LOS INDÍGENAS EN LA LUCHA POR LA PATRIA

Muchas veces se argumenta que las comunidades indígenas fueron indiferentes durante la
guerra por la independencia. No sólo esto es falso, sino que contiene una intencionalidad política
que pretende apartar a las masas de pueblos originarios de hoy de la lucha por la segunda y
definitiva emancipación. La historia -la historia de los pueblos y no la historia liberal escrita por los
vendepatria- nos enseña que la unidad popular -la de las clases oprimidas- fue la herramienta
fundamental por la cual obtuvimos las mejores victorias. Y allí donde encontramos las etapas
donde esa unidad se materializó es cuando observamos que la revolución avanzó a pasos
agigantados.

Un caso concreto de lo que sostenemos se verificó en la resistencia patriótica de indios,


mestizos y criollos contra el poder colonial en las sierras andinas. Tal vez uno de los pasajes más
heroicos de las guerras emancipadoras esté centrado en ese momento de la lucha. Pero ¿quiénes
hoy conocen a los grandes héroes de esas jornadas? ¿porqué no aparecen en los libros de texto las
figuras de Juan Asencio Padilla, Idelfonso de las Muñecas, Ignacio Warnes, Juan Antonio Alvarez de
Arenales, José Miguel Lanza, José Vicente Camargo, José Eustaquio "Moto" Méndez, entre tantos
otros que se podría nombrar? La explicación es simple: las clases dominantes no quieren que los
pueblos conozcan estos ejemplos de unidad popular en la lucha contra los opresores No es
conveniente que se difundan hechos que marcan a las claras que la guerra por la independencia
tuvo etapas decisivas gracias a la vinculación de la lucha nacional con la lucha social. Que los
indígenas fueron indiferentes, que los negros fueron usados como "carne de cañón", que los
criollos pobres eran empujados por las circunstancias, son argumentos que esgrimen los
historiadores del sistema para ocultar las enseñanzas que las luchas del pasado vierten hacia las
luchas del presente.

La alianza plebeya conformada en la sierras andinas -criollos pobres, pequeña burguesía


ilustrada, mestizos artesanos y comerciantes e indios agricultores y pastores- opuso a las fuerzas
colonialistas una verdadera guerra de guerrillas enmarcada en el concepto de "pueblo en armas".
La insurrección instalada desde tiempos inmemoriales en la región tomo un vigor inusitado con la
irrupción del ejército libertador sanmartiniano. La represión hacia el pueblo también se
incrementó. Tortura, asesinatos, juicios sumarísimos, incendios de pueblos enteros, fusilamientos,
horca, robo y violaciones fueron los métodos que utilizaron los colonialistas para contener el
fervor patriótico. Ni mujeres, ni niños, ni ancianos escaparon del terror realista. Tal vez en este
escenario haya sido donde más cantidad de actos heroicos se produjeron en la guerra por la
independencia, y el protagonismo indígena fue inherente a tal resistencia.

Para citar sólo un caso de este capítulo y que involucra directamente al general San
Martín, reproduciremos el bando del asesino colonialista, Carratalá, luego de incendiar y destruir
íntegramente el pueblo de Cangallo, masacrando a más de mil indígenas que residían en él y que
eran fervientes patriotas. Dice el bando de Carratalá: "Queda reducida a cenizas y borrada para
siempre del catálogo de los pueblos el criminalísimo Cangallo... En terreno tan proscripto nadie
podrá edificar.. Sirva de escarmiento a todas las demás poblaciones del Distrito...". San Martín,
que ya había suprimido el tributo, eliminado la mita, la encomienda y el yanaconazgo y había
elevado a la condición de ciudadanos a todos los indígenas del Perú, homenajea a los pueblos
originales y sus sacrificios en la lucha por la emancipación reedificando la ciudad de Cangallo y
otorgándole el título de "Villa Heroica".

Miles de indios dieron su vida por la revolución, lucharon codo con codo con los
comandantes sanmartinianos, fueron los mejores soldados de Arenales en la sierra y dejaron
nombres memorables para reconstruir la historia de nuestros pueblos en sus páginas más
gloriosas. Allí están , entre tantos otros, los nombres de Basilio Auqui y María Parado de Bellido,
como asimismo infinidad de anónimos que alcanzarón esa "gloria como igualmente cualquier
americano" de que hablaba el Libertador cuando convocaba a sus paisanos guaraníes.

Cabe mencionar que hace unos años, a la calle de la ciudad de Buenos Aires que llevaba el
nombre de "Cangallo", en homenaje al hecho histórico antes mencionado, se la rebautizó con el
nombre de "Presidente Juan Domingo Perón". Es justo que quien fuera tres veces presidente
constitucional de los argentinos y conductor de uno de los movimientos nacionales más
importantes de Latinoamérica se lo homenajeara con el nombre de una importante calle porteña,
pero es insensato que para ello se borrara un símbolo tan caro en la historia de nuestros pueblos.
Parece que el espíritu del represor Carratalá, encarnado en algún colonizado político, hubiera
impulsado el decreto.

CONCLUSIONES
El borrador aquí escrito es un señalamiento de temas relacionados a San Martín y los
pueblos autóctonos durante la guerra de la independencia. Seguramente una investigación
minuciosa aportará nuevos elementos para ser incorporados y estudiados. No obstante la
brevedad del trabajo creo conveniente señalar algunas cuestiones que considero de importancia.

1) La polémica desatada a partir del origen familiar de José de San Martín poco o nada aporta en la
lucha por construir una verdadera historia que sirva a los pueblos en la tarea de reconstrucción de
su memoria colectiva.

2) Que sí, a partir de la polémica, se hace interesante cambiar el eje de vacuidad impuesto por los
formadores de opinión, abordando el tema de la relación de San Martín con los pueblos originales
y el papel que éstos desempeñaron durante las guerras emancipadoras.

3) Conociendo el sistema de pensamiento y acción del Libertador y su convicción y formación


intelectual y política, es absolutamente fácil comprender que los pueblos indígenas estaban
incluidos en el proyecto democrático y nacional, no sólo como protagonistas, sino también como
beneficiarios del nuevo orden social que pretendía imponer la revolución.

4) Que es necesario saber que los indígenas lucharon a la par que el resto de los sectores
oprimidos para derrotar a las fuerzas colonialistas, siendo falaz el argumento del desinterés y la
apatía.

5) Que el general San Martín, como revolucionario de su tiempo, incorporó en su ejército popular
a las masas aborígenes en igualdad de condiciones, les suministró la enseñanza de la lucha por sus
derechos y reconoció en los hechos la justeza de sus reclamos.

6) Entendiendo la guerra emancipadora como una etapa en la lucha por la segunda y definitiva
independencia, es que vale destacar la conformación de la alianza plebeya condensada en el
ejército sanmartiniano como una herramienta válida para el presente en la pugna contra el
enemigo imperialista.

7) Que todos los revolucionarios latinoamericanos debemos comprender que nuestros pueblos
tienen raíces, que hay esperiencias de lucha que tienen que ser enseñanzas concretas para las
próximas que se avecinan, que la cultura nacional y popular es patrimonio de nuestros pueblos y
que es un arma imprescindible en el combate por la liberación y que nuestra historia debe ser
reconstruida porque es la base de nuestra identidad como nación que merece estar emancipada.

8) Que la figura de San Martín debe ser un referente necesario en la tarea de construcción de un
pensamiento y acción genuinamente revolucionarios, por ser patriota, anticolonialista,
democrático, latinoamericanista, honrado y combatiente.

"mi misión es proteger al inocente oprimido, favorecer al desgraciado... yo vengo a poner fin a este
tiempo de miseria y desgracias..."

General José de San Martín.

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