Está en la página 1de 5

1. El perfil de los empleados o servidores públicos.

Cada uno de los puestos, sobre todo los


de áreas sensibles (compras, adquisiciones, proveedores, etc.) deben estar dirigidos por
profesionales preparados y honestos y con el perfil apropiado al cargo. La selección debe ser
basada en conocimientos y especialización en relación a las funciones del puesto es factor
esencial en la disuasión de fraudes.
2. Verificación de antecedentes laborales y aplicación de pruebas de confianza. Integrarlo
como un protocolo obligatorio en el procedimiento de contratación.
3. Fortalecimiento del control interno y evaluación de riesgos. Su aseguramiento, puede dar
una seguridad razonable a la organización del adecuado de su gestión. La revisión a los
controles internos debe practicarse de manera continua. (COSO)
4. La capacitación de los empleados. Invertir en educar a los profesionales de nuestra
organización en temas antifraude, como son Técnicas Forenses de Entrevista, Metodología de
la Investigación, Análisis de Datos para Detección de Fraude, entre otros, les permitirá
asegurar que su personal cuente al menos con el conocimiento especializado en esta materia.
5. Estimular las competencias laborales del personal y promover la certificación
internacional en la materia. Resulta de importancia crítica para las organizaciones contar
con especialistas en materia de prevención, detección e investigación de fraudes, pues la
comisión de estos delitos puede ser tan sofisticada y compleja, que requiere adquirir
competencias técnicas y habilidades especializadas para descubrir y reducir su
incidencia. Nuestra organización, ACFE-Capítulo México, brinda las credenciales como
Certified Fraud Examiner (CFE), una de las acreditaciones más importantes en esta materia; y
ofrece de manera gratuita información, bibliografía y ejemplos de casos exitosos resueltos
sobre fraude.
6. Realizar análisis y revisiones forenses permanentes en áreas vulnerables. La actitud es
importante. Si se revisa siempre lo mismo, los hallazgos no variarán. Abrir el enfoque y
pensamiento de los auditores hacia la investigación.
7. Segregación de funciones y tramos de responsabilidad. Establecer formalmente los
ámbitos de autoridad y niveles de responsabilidad de cada uno de los empleados o servidores
públicos, relaciones y líneas de reporte.
8. Diseño y promoción de un programa antifraude. El contenido de la política contra el fraude
debe ser explícito y claro, y comunicarse a todo el personal de la organización.
9. Seguridad en los sistemas de información. Diversos esquemas fraudulentos involucran la
manipulación ilegal de los datos de entrada o de los registros de salida en los sistemas.
10. Establecimiento de mecanismos para reportar fraudes. Hoy día se ha constituido como el
medio más eficaz y adecuado para conocer sobre posibles conductas inapropiadas, la Línea
Ética de Denuncia, lada 800 y por @mail que permita el anonimato y la confidencialidad para
recibir reportes de fuentes internas y externas. En este punto, afirmo: si no hay una
investigación apropiada, castigo a los infractores y una respuesta a los denunciantes,
difícilmente se alcanzará la confianza y credibilidad en nuestra organización.
11. Alta dirección. La posición de la organización frente a la comisión de estos delitos y la
divulgación de la política anti-fraude, en el sentido que todo hecho ilícito va a ser sancionado
de manera ejemplar. Divulgar y promover los Códigos de Conducta y de Ética.
a Ley 1778 de 2016, conocida como la ley anti soborno, hace referencia a dos herramientas
fundamentales para prevenir este tipo de conductas: La debida diligencia y Los programas
efectivos de ética y transparencia. Las dos tienen plena vigencia para la prevención de
conductas como fraude, corrupción, lavado de activos / financiación del terrorismo y
conflictos de interés, entre muchas otras.

Fernando Niño, Director de Investigación Forense de FTI Consulting en Colombia, hace


referencia a aspectos claves de estas dos herramientas:

1. El alcance de la debida diligencia debe estar en función de una adecuada identificación y


segmentación de los riegos de la empresa para administrarlos de acuerdo con su clasificación
como riesgo alto, medio o bajo.

2. Esto debe complementarse con el diseño de controles efectivos y el adecuado monitoreo, de


acuerdo con la clasificación del riesgo. Puede pasar que una empresa haga una debida
diligencia por cumplir con una lista de chequeo pero no con la disciplina que las buenas
prácticas en materia de “due diligence” aconsejan.

3. Involucrar a las áreas de tecnología de las empresas en el desarrollo de aplicaciones que


permitan un monitoreo permanente y dinámico de los controles establecidos para que envíen
alertas a los niveles de la compañía que deben adoptar medidas preventivas.

4. La debida diligencia debe aplicarse respecto de los empleados claves de la organización


para advertir a tiempo indicadores de fraude y corrupción. Esto comprende monitorear con
cierta periodicidad, según el análisis del riesgo, la oportunidad que tienen estos empleados de
evadir un control.

5. Revisar qué empleados de la compañía son “invisibles” a los controles o no están sometidos
a ninguno porque ahí hay un factor de riesgo alto. En las organizaciones suelen existir
empleados que no intervienen directamente en las decisiones, por lo tanto su firma y su cargo
no aparecen en documentos sujetos a auditoría pero son quienes tienen el poder de
influenciar a quienes si están monitoreados en el sistema de riesgos de la compañía.

6. Los códigos de ética suelen no tener la fuerza vinculante suficiente o no pueden generar una
cultura ética, es importante tener en cuenta que debe existir un liderazgo ético dentro de la
organización, es decir, los líderes éticos dan ejemplo al cumplir la regulación y garantizan que
el comportamiento ético es premiado y las transgresiones son castigadas.

7. Es necesario un entorno ético que implica que desde la visión, misión y valores de la
empresa haya un genuino interés de obrar correctamente.

8. El código de ética se debe escribir y además se debe comunicar. Antes es necesario saber
qué se va a escribir, es decir, no llegar al extremo de describir un sin número de conductas
que lo trivialicen ni llenarlo de ideales filosóficos que lo tornen inaplicable.
9. No es recomendable copiar el código de ética de otras empresas sino construir uno a la
medida de aquella en que se quieren lograr comportamientos éticos.
10. Es importante que las nuevas administraciones de las empresas no destruyan lo que ya se
ha logrado en materia de ética y programas de cumplimiento, sino que construyan a partir de
lo que ya existe.
Artículo 68. Funciones. La Comisión Nacional Ciudadana para la Lucha
contra la Corrupción ejercerá las siguientes funciones:
a) Velar por el cumplimiento de la aplicación de la presente ley y de la Ley
190 de 1995;
b) Realizar un informe de seguimiento, evaluación y recomendaciones a las
políticas, planes y programas que se pongan en marcha en materia de lucha
contra la corrupción, el cual deberá presentarse al menos una (1) vez cada
año;
c) Impulsar campañas en las instituciones educativas para la promoción de
los valores éticos y la lucha contra la corrupción;
d) Promover la elaboración de códigos de conducta para el ejercicio ético y
transparente de las actividades del sector privado y para la prevención de
conflictos de intereses en el mismo;
e) Hacer un seguimiento especial a las medidas adoptadas en esta ley para
mejorar la gestión pública tales como la contratación pública, la política
antitrámites, la democratización de la Administración Pública, el acceso a la
información pública y la atención al ciudadano;
f) Realizar un seguimiento especial a los casos e investigaciones de
corrupción de alto impacto;
g) Realizar un seguimiento a la implementación de las medidas
contempladas en esta ley para regular el cabildeo, con el objeto de velar
por la transparencia de las decisiones públicas;
h) Promover la participación activa de los medios de comunicación social en
el desarrollo de programas orientados a la lucha contra la corrupción y al
rescate de la moral pública;
i) Denunciar ante las autoridades competentes los hechos o actuaciones
irregulares de los servidores públicos de los cuales tengan conocimiento, en
cumplimiento de lo previsto en el artículo 92 de la Constitución;
j) Prestar su concurso en el cumplimiento de las acciones populares en
cuanto hacen relación con la moralidad administrativa;
k) Velar por que la Administración Pública mantenga actualizado el
inventario y propiedad de bienes muebles e inmuebles pertenecientes a las
diversas entidades, así como su adecuada utilización;
l) Velar y proponer directrices para dar cumplimiento a lo previsto en el
artículo 56 de la Ley 190 de 1995;
m) Darse su propio Reglamento.

También podría gustarte