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Bajo la direccién de Jane Borja Gémez y Pablo cl iénez Intimidad y sociabilidad en los sectores obreros durante la primera mitad del siglo xx Mauricio Archila Neira Extraiio, pero mas interesante, el hecho de que fuera una mujer la que sembrara esa llama de inquietud revolucionaria por los caminos de la patria. Extrafio pero légico, porque ya la mujer no estaba solamente en la casa, en el pequefio taller y en el campo de cultivo, sino también en las grandes fibricas, en el amplio comercio, en ofi- cinas e instituciones. ;No es légico igualmente que la mujer esté con los mismos derechos del hombre, en todos los frentes de la actividad eeo- némica social y politica de la nacién’? Maria Cano, 1960! En realidad, muchas cosas eran extrafias en Colombia en la pri- mitad del siglo 2x, pero tal vez lo mas sorprendente seria ha- de la «vida privada» de los sectores obreros, porque dificilmente puede decir que la tuvieran. Conceptualmente, en la modernidad secidental lo privado se construye en contraposicién a lo piblico, sin que los dos imbitos se puedan delimitar tajantemente. Enton- {cémo pensar en la vida privada de los sectores subalternos si invisibles en muchas dimensiones de la vida pilblica nacional? jemas, ambas esferas implican la construccién de subjetividades dificilmente podriamos encontrar en los sectores subalternos*, salvo entre sus dirigentes més esclarecidos, como Maria Cano, una ‘Huelga en el ferrocarril de fa Sabana, 1922. Archivo revista Cromas, Bogots. 1] as onb oj 1a9ey eed 21qi] odwish, wos seiue9 K peprumnut op 03 o1svdso un rmBssuos ‘sesoo sey Isy {eptA» ap TeTqey epand as anb ap ose ue ‘soure|qey «epeatad> epia gnb ap? “uorszaa4p ap sarean] ap Zaseoso 4 SEPUDIALA Sv] U2 PEPLUgH[EsU! 2 oWworUULOY —seIaIgo $e] ap epeusof ajgop v] revorouent ou eed— ofegen yep sandsap vrargo UID" P| ap SopeALIAp sodtyjod K saye190s SouF0] So] 9p sesad y SOUS) [EqNS OpUDIS LOIDINAIS 13d “—SauoINA so] anb pey[nd -YIp SUI UOD saxofhUN Se|— soor|gnd sorsedsa soy ua Sa/QISTA asz29y uosesSo] sesaago se] A sox0ago soy “souumeo sosiaasp aod “opo} u0> AUDA SOUL SO ap EIqUIO]O, B] Wa ‘SopRUAS SoysNUE UD ‘uoLadaox~a [2] moog ‘sowory wystaar oxyaay 61 “plaSog ap opooseu ap vane yuo sofogn4), ‘s0134go $2403295 $0 op epesud vpis mye asuesusse [SUI uwaoey saiany ap pepausnaand & A ‘peptursrus ap sorseds2 sa20d so sopia Gns augos 2}usuTULiod [0x09 [a "Seusayjeqns sasepo ap 1919889 [5 \YIHIWO100 NA VOVAMA VOIA VIS VEAOLSIH 261 jiticamente*) —es decir, construir las bases de una subjetividad en sectores subalternos— fueron materia de disputa piblica. Pero estudiar la «vida privada» de los subalternos no es sélo un lema conceptual; tiene también una dificultad practica porque ‘pocas fuentes para documeniarla, A pesar de estas limitaciones, este ensayo intentaremos ver las precarias formas de «vida priva- de obreros y obreras, especialmente por medio de su intimidad sociabilidad en los lugares de trabajo y fuera de ellos durante Ia mitad del siglo xx, no sin antes preguntarnos brevemente quignes fueron ellos. Las primeras generaciones obreras La naciente clase obrera, a pesar de no ser muy numerosa —en ‘el mejor de los casos, llego a ser Ia décima parte de la poblacion*—, Jogrd alguna visibilidad por estar vinculada a sectores de punta de Ia ‘economia. Provenientes de areas rurales y en menor medida de las ‘mismas ciudades en donde Ia artesania entraba en crisis’, contingen- tes de hombres y mujeres jévenes se fueron enrolando en actividades Vinculadas a la exportacién y a la naciente industria, La importancia de estas sectores redund6 en el liderazgo que sus trabajadores tu- ‘Yieron a lo largo de la primera mitad del siglo xx‘. Asi sobresalié el sector del transporte y de las vias de comunicacion —puertos, ferro- carriles y carreteras—, al igual que los enclaves extractivos agricola —el banano en Magdalena—, del petrleo —en especial, en Barran- cabermeja— y, en menor medida, de los metales preciosos —el oro en Segovia, por ejemplo—. Industrias vineuladas con el café —las trilladoras—y de bienes de consumo en general, como la textilera, la harinera, la tabacalera y la cervecera, también marcaron la pauta del ‘empleo de mano de obra asalariada, especialmente femenina, A la sombra del crecimiento urbano fructificaron actividades de construc- ccién y obras puiblicas que reclutaban a jovenes poco calificados. Otras 4éreas tradicionales como el artesanado y los trabajadores oficiales siguieron albergando importantes néicleos asalariados’. El destacado peso cuantitativo del primero —mds de la mitad de la «clase obrera» en 1938— se tradujo también en su contribucién cultural y politica por medio de la transmisién de valores y tradiciones’. Como se desprende de este panorama, se trataba de una clase ebrera nativa —Colombia recibié poca migracién externa en gene~ ral—, de origen rural, con un gran componente femenino y juve- nil? —que con el tiempo se iria masculinizando—, poco calificada técnicamente y con altos indices de alfabetismo"*. Al contrario de INTIMIDAD ¥ SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX 153, vy 2p Sew o8[e unqeue® seeago se] onb sexquonn ‘osad un ¥ ouvaza9 ‘oamisa oueqan orpatuoad [a ‘—sosiua owoo varjqnday v ap oouegy [2 109;gEISa as opuENo— aqUIaA souk so] ap soperpauU B ‘souaIgO SOT vued anb asiiap apand osad ‘sepeprjosuoo seansiprysa ey ou SOLE] 85 So] B MENS Uz “EXEadsau 98 anb s19ep aiainb ou [end oj ‘opeauid aoj9as [e exed 977esaua as sgndsap soue san £ oa1jqnd 103998 Ja ered -$e101] oyDO 9p epeUsOf Bj ouFeSuOD as 1£61 UD O}Og "SLIOYy 290M) & ZAIp awl UequInp SyUSTI[eUTION ‘seare] eID safeFOL] SUpLUIOE se] USIp eplA wun remnSase sod opurzuautos ‘ase]9 OULD OUDTUE -J90u0904 ns Jod opeysny uceY anb ye ag “sosa/jequa aryua so.snd Sol sod epeurtuop uoiseu pun ua epunSes ap souvpepnid opusts uoIdIhS 1s —spul sejj2— seaaago se] & soxaaqo soj ‘Eyw0UD9 e] UD BIouasard ajqisia ns ap zusad y “sootjgnd soroiaias ap seiauarva sepuesi woo ‘sop -twuidap 0 soataaytiad soueqm sorsedsa v ofajar a| as varqui) anb ours ‘afenua| ja ua une £ oINsuOD ap SONGEY SOT UD “INS9A ap EULIOY e| UD BIS2 op UqUIOUAI2IIp 2S O19S ON -_,RIUEN o vquioaidsap aulj9 vf SaUIND B ‘«saigod» so] uoo soyetuojoo soduray apsap wpaans omtoo ‘ayuoUE -|uoedsa X P1908 epeausias any erauqo asepp Pl ‘oldouud ja apsaq. “upioezi[parpuis ns woe sosed ueqep anbune “eioaqo ase[o b] op a1usUIESIBopoopI 9 wsISYZ UNQUIsUaIaFTp as wIOd9 29 ap «oauE|g [Jano ap» soprayduia so] ‘94 ns Wy ‘Souaanjoe;NURUE soxaigo So] enb o sourqun X sajeins sosapeuso/ so] anb oussti 0] wera ou safeunsarie saaai[ea ap saxoprfaqea so| :kaMugo ase|o v] ap anUEP 0S» SOUOISUNSIP RIGEY WaIquI, “|, SEOUIE OSMjoUT @ SayEUOIIEA 4s] -auias ‘oroua ap uaiqures ours sayeuordar sjuaUrE]Os OU seIoNANAyIp egefioqre sand “rouptora1y Anu asejo eun e19 “eqesuad 98 anb of {£] pwi0g ‘sour npsinar oxnyry “9161 ‘ounbonuy ua ‘3910¢ 014 9 U9 040 ap sa40pDase;) ‘ged onsenu ue sojnarazed wsaiqo Pepnapr fun ap woranaAst09 By uo Soap Urs SoMDUDDS SO} cours j3p sojuatusaoud "S080 $0} sopar 1$89 ua sossonap saleBnj 2p ‘sarofaus & souanof use ez0deur ins up :Beusuap Copel extuouosy ‘um eqeiuasaud wiaigo aseyo Bl XX (8s [ap sepeagp seisuid sey uy ‘VIGWO109 Na VAVARid VaIA ¥1.dq YINOLSI FS INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX mitad de esa suma, Un empleado podia ganar el doble, y el personal directivo, el cuddruple. Por lo comin, al inicio de la industrializa- ‘cin se pagaba por tarea o al destajo, lo que exigia mas esfuerzo y la ‘qutoprolongacién de la jornada laboral. Resulta mas dificil calcular la relacién entre el ingreso y el consu- ‘mo cotidiano. Los pocos ejercicios hechos muestran que no se cubria Ja mitad de lo necesario, no para una vida digna, sino escasamente para una que garantizara la recuperacién de la fuerza de trabajo in- yertida"*, Era un ingreso precario que escasamente permitia la super- Yivencia de los obreros, obligindolos a buscar complementos a como diera lugar. Aunque subieron en términos reales aun en Ios aiios de la depresién de los afos treinta—porque, si bien descendis el salario nominal, fue més abrupta la caida de la canasta de consumo—, los sueldos se estancaron durante la Segunda Guerra Mundial. Los consignados son apenas algunos rasgos de unas duras condi- iones laborales de las que hablaremos luego con mais detenimiento, Si bien hubo avances en el mundo del trabajo colombiano en los aos veinte, y en especial durante la Republica Liberal (1930-1946), ¢ incluso durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez (1946-1950), en cuanto a ingresos, estabilidad laboral, condiciones de trabajo y Seguridad social, estas conquistas estuvieron sometidas a los emba- tes de las clases dominantes nacionales y extranjeras. La élite eco- admica y politica queria seguir controlando los sectores subalternos como sifueran un rebaiio décil, segiin la imagen elitista heredada de Jos tiempos coloniales y de los albores republicanos'4, En esas condi- clones, lograr un sitial digno en la vida nacional fue una tarea ardua para los obreros colombianos. Veamos cémo se desplegé esta lucha en el dmbito laboral y fuera de él Los lugares de trabajo: guna gran familia? Una de las consecuencias de la industria capitalista fue Ia dife- renciacién entre los sitios de trabajo y los de vivienda. En Colombia, como en gran parte de América Latina —y de los paises periféricos general—, este paso no sélo ha sido lento, sino que dista de estar culminado, y tal vez nunca lo estard. De hecho, todavia en los barrios populares coexisten habitaciones familiares con locales como pana- derias, sastrerias, zapaterias, carpinterias, tipografias y, més recien- femente, talleres de mecénica. Ademés, en cada cuadra proliferan Jos pequefios comercios o «tiendas» junto con peluquerias y salones de belleza. En esos espacios se combina la actividad productiva con 155 aeasng 8 uqeuorsaid soy send ‘osad oyonui ejay serjrureg esnIonaysa B ‘sauaaolsaro{nur £ saaquioy sof ap 4 sexopefeqean se] ap osea [9 WA “yeudeo [ap [eqo|@ ounanio [e sepesy Se seISa ap sesad v OUUSt[RU ~rayed ays v vosedeasa soxafuenxa seysterdeo ap o sapeuorseunyur sesoudura sej 1N “O8zexpeduioo oprpuaraid un eqeztuere8 as anb o} Uuoa “Seago seI[iuuny ap soaquIaI ap oIUOUNENTEUI £ UoIeUYyUOD ‘ouisyneg ap soursped 19s osnpout ueqeidase soumesarduis soysnyy, “SQUOIDEIST SPISD UEGRZIO}S1 ‘PEPLAPN| UD syuDUNTEIOSdsD ‘SESOTA|AT SopepiAlysay se] US ueyysedad anb sopeSas sol £ opueNs us 794 ap Uteq -Bagyua anb «seaneyseo> searpep sey “Jeoreued € pourayed oses poy ue o1ed ‘¢, —eue}00g jeresasdura aun] eI MoD Expoons oLoo— ajuvysIp seoan 8 *—vinbenuy ua unWOO— ouBDI99 s9daK B OVEN UN Uugjuay souamnb woo “soperez ued sns & aqua eUOsrad ue|DOUDD SauON -pd So] “Xx offs Jo opeua uaig vIseH “ofeqes [ap OpuNL ye reSaxTUI Jopod vied pnyes euang sensoWEp £ [1419 0 vsO!Stax pepLioMe wun ap ug!sepusuiosai ap BIR BUN zeLI0d BqeISeg “OrLZIS9 OTeLTUOD XeIpIUE UIs osnjpur s3594 SuysALH ‘soUDKof saLopefeqen 3p UgISE/NDULA wy EEG DUTTON OLSesyTIND ap vIUaHIxs ED0d vw] L BIGo Sp OUBUE ap Z3Sv9s9 Paneer e7 odurea 9 ua uesAta as anb se] uequmjadiod wunoy eunsye ap anb seisteuzayed souoraejas ‘soisesauduus £ sauopeleqesy axyua ‘sap -Rpntg se] We Woreiauad as ‘Kx Jap sozuarwoo A XIX offs Jap sefeuy, anjua “Riquig|oD Ua UgEZITEUNSMpUT F[ ap soe sorurad so] Ug “sootjgnd soroedsa owioo sepfiqiorad proryrp opuatsey “sare Seimzon.iso se] op souorseTuopoud us seotUgey sopuEsT sey aNAATIOD osinb anb eystjeusqred vorfo] Bun gnsIsqns “epeipmsa w0d9 wy ua uoIseIouaIayIp [eI OIp 9s 2puop UNE OIDg “UpRALId £ vor|qnd sBIays> Se] 9p ugionsedas P| eyfNoyrP anb ejozat wun Ua “eUaTeTOY EpIA P| (*] "0804 ‘soto epiaal oanyauy-0c61 uoiug 7 ‘munpound o 7 “Seat39¢5 SO] ueqesauSu opuers soylu sousde tues sosopeleqe so} 2p sown anb ap oysay pp 20d eprosoag) any PISUENSUSUIS ISG "AX OFFI JP sepeagp seiauind se] ua s9qt0qr ‘ouotnyau se] ap stousuoioese9 uwaienj outieued j9< usu f2 A souaaqo soy asyua pepLelUey ©] epiigersos op seu} syua seuig} toa sozarqo soap ean "pia vj owsoye anb orsedso un wa gnansuo> 9s 2.939 FT \VIEWOTO9 Na VOYATHE VOIA V730 VRHOISIH 9ST INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX 157 frabajo para complementar los ingresos del hogar. Muchas veces, el padre de familia incluso «negociaban el sueldo de su hijo 0 su hija ¥ le solicitaba permisos o préstamos al patrén a nombre de ellos'* Esto reforzaba el rostro paternalista de los empresarios y en especial los rasgos patriarcales, que también se reproducian en el mundo fa- bril. De esta forma, el duefio de la fabrica se asimilaba al padre, la empresa a la madre —como ocurrié con Bavaria, con las textileras antioqueiias y hasta con la United Fruit Company, conocida como «Mama Yunais—, y todos formaban una familia. Estas representa- ciones familiares marcaron tanto a las primeras generaciones obre- as, jque tiempo después estas recordaban a los patronos como unos «tipazosy!", Contrasta este rostro amable de las empresas con las precarias condiciones laborales de esos aiios. Ya hemos hablado de largas jor nadas de trabajo y bajos salarios, a lo que se agregaban condiciones insalubres, altas temperaturas y falta de ventilacién en los lugaées de trabajo, que se convertian a veces en verdaderos infiernos y en causa de muchas enfermedades laborales, no siempre atendidas como serequeria, No era rato que las improvisadas instalaciones se derrum- baran causando no pocos accidentes. Aunque a veces el patrén acudia presto a auxiliar al enfermo o herido, con el tiempo en las grandes empresas resulté mas rentable tener un médico —quien de paso ha- cia los eximenes de salud para el enrolamiento— y contratar serv cios con un hospital cercano. Las condiciones laborales y los ambientes de trabajo insalubres se convirtieron en objeto de las primeras demandas de los obreros. La casa del pueblo, 1921. Archivo revista Cromos, Bogoti. [5] “seoragey sey uo peprun <1] amsuoo op seuLzoy ser ap seunsije uosaTy seIsy JOWIO9 ap OFony 210g] SP] Jepuar UD LIOLAP P] vO *—sepIpuodsa v O|fLAIeTIO uN J4ye zeuny esed $9994 e— eolojorsy pepissssu sod azduats ou ‘ourg JP sepr sayuanaauy sey e 'seB3j09 so] 0 sorsesardtuo soy auqgos SoLLSIY|S A soistyp ap woioeario ua wisond vv “sepeiioios souoisessoAKI0D St] B OLUNSOE Os ‘saouo}U “]9 & aNaUTEyrAIQe asIEySISOX op OU OpuEND ‘opreping ep seuxi0y gsyuoDua aqus8 y] ‘OougUIOaY OVAL zDINbyENO woo auaniao outod ouag “[eoge| eurjdiosip v| w sepa seIuTIsIp soy ezed souorouts £ sein too ofeqen ap omaltefsar uN g1o9|qeIS9 9S “UE “tulad as sauoioessanuod se] eaainbis tu anb oj 10d ‘soroinfiad soues uegrsnes uolsonpord ap euaped B| Us S9UOIDIIISE SE “IaWOD ered ope! tu] oduson tn uo> opoy ‘uorenrouIapdust as So1sa opuena ‘sousm) SORA Ua o ‘epEUsof BIOs BUN UD sofy soUBIOy 19uOduNI anb eIqey BIOYY ‘as11Joqe uergap odwisisap e seprres sv] K prey sepeSaq] sey ‘ol -RgEN} OMS [9 te [oYOs|e ap ouMSTIOS [> ‘«oss}edez op SouNp» [9 O10 seanowig “;coleqen op euydiosip eaanu eun op sod up ‘eursaye 0 ems opumu [ap soidord epia op safeiascoue sown soy arueydns upiquies expuarasg ‘worStjer ey A [exOW eI aeAsasaud O[9s eID OU OXI je aod epepunoas yeusaxduia auip e ap uolouayu Bf anb ore] “emo [ap 0 zexedeo jap erouasMe Us eIE|LBIA soy anb ered woze103 opeiSeg jap ospend un ueruas ofeqes! ap sons A sazay[e1 Soyonuu “Olja 10g “Sopeanpa Jas ueIgap aonb sofiy so] we1a salopefeqen So] spuop wa erpruey wes wun via vsarduro eun “stsoqUys Ug *,,O1TAIas ts @ upyjadeo un oo osnpout ueqeIO sesaidiis ssp -uvsd sp] !sa]puorsayuad sayearpuis ofan] £ se1ago souoIsezs1TU0S Sporotes peisos uoTsae Pf argos seIsMazayOD < sapenyesidsa sororarolo ‘sosoperd sojae & sesrur ouro sym) ‘owunfuod ns us pepaioos v 91908 eqeajdsap os onb so} x so[euoraipe sosoraijau & sajes0ur soxnisodsip giouasaad jesogey opununr ja ‘Is y “aware eusan F] wo ‘uasMe OM osod ‘ngep seu € “embonuy uo auounersadsa “euipur euoz vf uo aque -auad seu any ofnyut ns :souorsax se] unas vzrony Jeniisep wos anb “Une “eueIqUIOJOD peparoos #] eqeUBadurt uorSypor vy ‘peprlvas ua ‘g@oo1oiw9 ourstpiop» un opeure|| CY a8 anb o| uo ‘voruguur pepiumutoa ap [e=pr Jo opuesipard uor=INsis sopresaidurs soy ‘ousnbonue jo ua ojusurpersodsa ‘ytaqey opunut [> us org ‘OUTIP spUI OVW] UN X Sowa SOLIEIES SOL Sp KJOlsHN EyI9I9 EUR Oghy ost your > vorqnd yeoos pepuunses ey o199]q"}S9 as ‘oWsHeOEP “US Jap PIOUDISIXe &] 1OOUODAK as “TeIOgH] UOLAE|SIA9| Z| UA SoLquIED uosainpoad as ajuumaurjnuiig “sewuluouR sapepaioos Us SarDETUNEY susaidwe seyonu ep uorseuEyseN ey TOD vOIaIpIoUIOD samuEZEU ~Topou sosaooid soisg “uoroerenuoD ap sajeuosiaduu a Sopransyos SPU SeWIa}sIS K —OUISLIO]e} [2— UoloeNstUTUIpE ap Seo] SvAaNT asu1SNpONUI [e OpuRIyTpPoU LoLANy ag seISt]eULoNEd sOAsex sors ‘VIEWOTOD NA VEIVAIRA VOILA V1 31 WIHOLSTIE a1 INTIMIDAD ¥ SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX 159 En el mundo artesanal, asi como entre los trabajadores de la construccién y de obras piblicas, estos dispositivos de control fun- cionaban menos. Algo similar ecurria con quienes laboraban en zo- nas apartadas y al aire libre, como los asalariados de los enclaves extractivos petrolero y bananero. Alli, si bien ella se imponia, los desafios a la nueva disciplina laboral eran mas comunes porque el medio ambiental y cultural los facilitaba. La vigilancia sobre las trabajadoras era mis estricta, como co- rresponde a un orden patriarcal. En muchas fibricas, especialmente antioquefias, se les exigia la salteria no sdlo en el momento del en- ganche sino a lo largo de su vida laboral. Para preservarlas en tal condicién, desde eomienzos de los afios diez se establecieron en las fabricas normas de control que debian obedecerse bajo la severa mi- rada de matronas o religiosas. Sin embargo, los noviazgos prolifera- ban, aunque en forma clandestina, y no faltaron los casos de acoso por parte de capataces y mandos medios. Aunque la mano de obra femenina era mas barata, para los empresarios los costos de la ma- ternidad se volvieron un problema, especialmente cuando se legislo al respecto. Por ello, fueron buscando la maseulinizacién del mundo del trabajo, reservindole a la mujer los oficios «femeninos». Pero no era solo un asunto de especializacién del trabajo, sino que también habia un ideal de mujer obrera —casta, catélica y hacendosa— que se buscaba imponer, no siempre con éxito", Con todo, lo que preocupaba a la élite y al clero no era en sf la moral de los trabajadores, sino su eventual actitud contestataria, ali- mentada por el incipiente socialismo y la izquierda liberal. De esta forma, la denuncia elitista de la inmoralidad en el mundo del trabajo estaba indisolublemente asociada con el temor al comunismo. En la fabrica de chocolates Chaves y Equitativa, 1924. Archivo revista Cromos, Bozots. [6] -oime Je supewalio seyenoados$e sepepianoe ‘soueoia0 sao] ue 0 staasea seuony stuonbod ua ‘ueqeiuejape squares soundie “uentt ued of sejtiqy sourm soj & ofeqen ap sepewsof seare se] opuend e sefared soy w wequsl|qo —opeosng ow ozerequia un ase3|— sopi|duims soysoy $0] 0 S0j0s JLATA OU 2p vn -oead pepisoaou ajdums ey ‘s3934 seysny ‘SoUlreg sosa ev opedalj 10qry, uscazed ou onjnu: ojuarumejuvsud op BoNUpUTOS URED ns K UOLDD9]9 2igy oto sow ap ordaaucs 1g “saxe1jturey sorsedso Soysar}s9 S0s3 U9 |NOUIEMXAS uRsEIOHUT as sEIeIgo svdod ou anb 1ye aq] “OROYSAp op auiiasas ueypod seuisan se visey o senseley ‘selty “esodse ‘ose> [oy us Ssoen sns woo eqeBal] vse E] ap aNqWIOY [a OpUEND ojusUTEIUES WEI blusnd0 ou Osa ouag “o|Ja tied SoIBIOUD UN UTeIUA as 1s ‘Saye”inkuod sazagap so} s1}duino eyed “uesoruLmnp 9s resoy Jap samuENgey So] anb e wiodsa anb eiqey “o1omnf oues ns ua eqeAo|] UoTeA fo opuEnd € “elered US RAIA a8 aptiog] “BIOUDIOIA ap SISOP SeUDID BqeIONjoAU “eqvonoBId 28 opus ‘nb & —soye soso ua ojueiadut vorjouws vorpoud B] woo opionoe op— eprumudar UequUdT] < ayuaUIEIUD| opEZ -izeindod weigey os soipes so| ‘ofSis ap peu wxeg “oqusUeyeNpaTUT juinsuod 2s SEUIZIA SePUDH se Ua sejqesedun soppai9 uoD eqesd “imoo 9s anb or] “stiaaau uo avsuad 1u f ‘woqzes 0 eyo] 2p SouOFOF ere Seul909 sng “xx of@is [ap pent epundes vy op sowwe sosopefege ‘WIWO102 Na VAVARME Vala V7 30 YRHOLSTH OT INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL. SIGLO XX de la pobreza, y en esas precarias condiciones, habia también ratos de solaz y alegria. En las fiestas de cumpleaiios, o en torno a lacelebra- cidn de los sacramentos, como el bautismo, la primera comunién o el matrimonio de los hijos, se vivia incluso una efimera abundancia, En realidad, en esas ocasiones las familias obreras se endeudaban a més no poder para congraciarse con vecinos, amigos y compadres. Hablando de hijos ¢ hijas, es igualmente dificil encontrar docu- mentacién para lo que ocurria con ellos en los sectores populares colombianos en la primera mitad del siglo xx?8. Ademas de tener que trabajar desde muy jévenes, estaban sometidos a miiltiples enferme- dades, accidentes y maltratos dentro y fuera del hogar, La alta tasa de mortalidad infantil —que oscilaba entre un cuarto y la mitad det total de muertes— ilustra estas duras condiciones de existencia”, ‘Tan duras eran las circunstancias, que lo que hoy conocemos como -r sv] v 41Boq9 op aaquinysoo ey vgeSede as senusIW ByUSIEND soye So] uo asunziqesoua v worezusiion onb “Polaqyy 9p Sopemtas Soy wos “easasal 2s ‘Sty[2 bitg “odsono je wervsysour anb yerouut ue “e1S9/3] | unas ‘anbuod uaiquie) outs “ueqrordurr eyuaumeisendns anb ein3q BZJony B| 10d o|9s Ou SLL0dap sosa ap sepmnjoxe unqnsa sovefnur Se] 'so[vo0] 0 SouzayuT soyeuoaduue> UoLa!AouIa1d < saidoxd sodinbe wos -vfode o1)9 10d & ‘vues uprSs9AIp J990¥50 UD MOrENaduIa as sesaxduua Sey] “seseul 9p sojnopisadsa uo ‘uorHax e] unas ‘osiraxuod eIseY opuezpeyndod uozany as jogsiag [9 joqrny | ouloa sesny|9 sauodap ‘oduian ja uog “sersonde weqezmu9 98 apuop u> euT|NoSeU PEpLAnse un via ‘sojje8 op sea[ad sv] owns ‘o1ad ‘sazmjndod sauodap so3od $0] ap oun eo oaxog [qf ‘sezefd sajeyuoumnuoW! sey UeXaAn}suOD 28 anb ap sayun sajeuorstaoad soprpuay uo urqeztjear as anb ‘soso1 op SePHUOD Se SBANOEAE URI UPIqUIE, “o[eIy [2 9IDOUOD MEPUANg OF stujainy o}0uIas BIP UN UD anb yy We eTfenbe owod ‘saweIOUTE se <2) So] £ soan19 soy una aeindod ugrsIaaIp ap so1sedsa ONO -—-soquotpnd sasepo Se] Umjua) sp] JS OWOD SepURLA SeTURI UIs “aTIUTELAGO— sopI|PD seU|D soj 19 ‘saszjndod secyjd sey us 0 Sot, soy ap se[|EI0 @ 0 “eutpue euoz B] ue “sousss9 seueur o sozanod us «renanbid» @ sasaa v uRylES svsoigo svyyiurey se] ‘sanbsed ap 838g ¥y ’SOUIST 2p sjoq um ap opsog e erjnurey epEUsO! euN eqeIRAysip 9s ayuaUITENyUAAa “oRe] BUD SabrEd jp Ig “aiqurey [2 JoeNsIp raed suyenBueyay wgey ‘sewopy “«oHroTyD 9p StparLm Sesapaaou sn] owoD “soorUpooUL sofanf sono { sefasmUseD [or] ‘poflog ‘sound estas! onyary ‘gP61 “Py apuBmiay ‘SONI FE 9p sapenpratpal 2 seisnjoxa Seu ‘sojjanbe 2p ‘sezopefeqen sasepp $e ap so1sn3 soj se}au0I371p oxpuaioud ‘as ‘oannaayoo A wisise|a "FISH? a9}08189 9p “ugloeURLIOUS BIS9 00:3 “avndods oj ap woiseau9 | WorRyuoWepuny stiopefequa, sosopa sey ap saypisos sorsedsa $07] VIsNOT09 Na VaVAIMA VaIA W190 VINOISIH 99] del trabajo», acontecimiento que, en los afios veinte, Maria Cano transformado en tribuna de agitacion politica. entonces, entre semana y sobre todo los domingos tomé fuerza ine, en particular el mexicano, que, ademés de entretener, ofrecia ‘Otras experiencias de vida para alimentar la imaginacién de obreros yobreras. Fl teatro, en cambio, siguié siendo clitista, aunque gru- pos influidos por el anarquismo intentaron popularizarlo, En los climas célidos, como los de Cali y Barranquilla, las salas de baile fueron también lugares de entretencién. Pero, definitivamente, lo més comin y barato, especialmente para las jovenes trabajadoras, 1a «vitriniar» por el centro y los pasajes comerciales de las gran- des ciudades. Dificilmente compraban algo, pero al menos recreaban ‘Jos ojos contemplando las finas mercancias importadas y nacionales ‘mientras fantaseaban con usarlas algtin dia. Las fiestas civicas, en las que se escenificaban ceremonias so- lemnes y desfiles de bandas de colegios, eran también una atraccién popular. Igualmente, los ritos religiosos, que involucraban la partici- pacién popular en lentas procesiones, se convertian en interrupciones de la cotidianidad; y si se acompafiaban de representaciones en vivo, geome ocurria el Dia de Reyes en barrios capitalinos como Villa Ja- vier y luego en Egipto, la fiesta era completa. Pero, sin duda, la forma mas comin de divertirse por esos afios, que constituia la mayor preocupacion de la élite civil y religiosa, e incluso de los lideres obreros, era el consumo popular de bebidas alcohélicas. Estas variaban por regiones y climas. Mientras que una bebida elaborada a base de maiz fermentado que se conocia come «chicha» predominaba en el centro y el sur de la zona andina, el «guarapo», derivado de la caiia de aziicar, era muy consumido en las ‘zonas cilidas de los valles interandinos. Con el tiempo, se generali- ‘aria la cerveza en todo el pais, mientras que en la costa Atlantica se como el pan. INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLOXX 167 La cerveza, particularmente, tuvo desde el principio a los obreros como objetive fundamental del mercado. Estas agresivas campanias contrastan con los intentos de los sindieatos de moderar el consumo entre sus asociados. Anuncio de Corveza Rosa Blanca, 1919, El Tiempo, Bogota. [11] EXCOMULGADOS edarin quienes no tomen cerveza ROSA BLAN- on tan popular como OmantectEr, y tan barata Imp. de CHanrectiR K seusoge) ‘saueq ‘xx offs Jap SorstUT So] ud “o}DaJ9 Uw “sazEn] Sosa ua uegep 9s ‘suridaid spur ‘seo ap vey v ‘onb seantjod 0 sajeotp “UIs SOuOLUTMIAL SP] WRAD UaprO [ap seIuase so] Exed sesoypadsos SEP -aluamais erp jap ognxeng [a woo ueqruanysa as anb siojduios wegen -ba] misty A masoioid ap sa90a teqerteAay UpIquIRA anb OUFS “uOroeNIS ns ap ueqefonb as 4 epia ns ap ueqeiqey oj9s Ou Saugod Soy 1TW 1022 <0) ns v SUMUIUT PepIligels0s eun viea[dsap as soIedsa soyotp ua anb ap oyoy o ouls “vonstueqin norseaign vjeu ns X sareiny SOyDIp ap Svoiup/aiy souoisipuoo sounisgd se] ‘uoronmsosd ¥] “oaKJoyosTE ow -nsuo9 [2 aquawesioaid uei9 ou 21/9 P| e1ed wuL2|qoud [2 “opoI HOD -soreuedny so] u2 Sosouut sosod shs teprreaur anb sojos sarquioy op sot ueqeioge] apuop Ud SOATHORNXS SOAPIOUD op SPAIOZ SP] UD 29TH sqeiodsa ‘oyuasoid as ‘o3sondns Jod “olSejuos [q “SBA19UaA S9UOID9y se] ap upioeitedosd ey sey.A9 9p uy Jo woo seInysoad sey e SOOKPD sajosqu0o sojsoony ap Biouadixa e| UOO }Lanoe aR]EUEIS OB[y “SeULIOU seiso ueqriadsaz as axduiars ou ‘sepepmio sel ap seuoz seUaIO w BIL ssunaiio £ epeiuoureyios ony pEpIALOe Ise UaTQ Ig ‘UO!ONINSOId B] xqpeprucuiny, v| op wns LUE PUI UOIsaJoxd» BL LOD sopEIDOsE OPES Uupy, SOmIS so1sa ap soyoNyY “oduran [9 woo soidape opuTUES uoLoTy 32 9p sofanf ap sesea se] & sarP]]1q Soy “Sojoq soy “sfed Jap ovunl 09 J3 1g ‘ofs1 op sodures soy suduizis sauejndod Knut ny osusoedogspund euoz v] Uy “PeUNIOF JorIUOD ns UD 1uoo anbune ‘sarvq seunyues sv] on0o sejndod uorssoalp ap sare] ‘souoifar stay0 ua “eI]9 U| ¥ UELsTNposd 9] uo!DEdnooead yen] < 10g ‘seInyLay v A SauLO & ‘OPEOULIAY ZIeUA v SalOJO SO] UEqEIOZOUE as apuop sootuaiSiy nue somue tequrapIsii99 2s ‘ojdusala 40d ‘sepsOYOIYO St] "Tale asvj &] ap SepUaIAtA SE] WOO WEE IZAILIANA 25 “XX OFFS [eP Sozuattuioa & eLAEpO ‘onb rejndod uoIssaAIp ap sous ‘«sopuarsoEp» So] 09 epersose eqtIsa pmiainbur ng “219 B ered uoIsednd0aad ap ‘owund un ong audurors sepiqaq seiso op ounsuod [9 ‘~—argns 289 ua Sosaiu1 sns ap ouogp UN UeRIAAUL SoZaIgo sareToy so] “oYDIN, ap— rqeiounuap of eI]> OWos ayeuoIsardumt wey vx ou anbuny “corn 0 auarpaene ‘euanborue uo1seztojos 9p wuoz e| US 4 ‘uor RyUMsHOD YIGWNOTON Nal VEVARIE Vala VTC VEEOISIEL 891 hasta chicherias fueron sitios de encuentro de nacientes sindicatos y partidos obreros, y por alli cireularon los rumores sobre los eventos que conmocionaban al mundo en Ia lejana Rusia 0 eft el mids cereano México. Con el paso de los afios se cfearon espacios mas adecuados para estas actividades, como veremos en el siguiente acdpite; pero Ja eostumbre de realizar actos politicos en lugares de entretencidn po- pular no desaparecid, En Bogota, por ejemplo, todavia se recuerdan Jos mitines gaitanistas en el famoso campo de tejo Villamil. Ahora bien: si el consumo popular de bebidas alcohélicas era de Vieja data, ;qué produjo la gran preocupacién de la élite colombiana sobre este asunto a comienzos del siglo xx? La respuesta yace en el famoso debate sobre las razas que se dio en Europa y América, ¥ que, en nuestro caso, atribuia el atraso del pais a la existencia de scazas degeneradas» cuyo «deterioro» sc debia, supuestamente, al alcohol, Aunque ya se insinuaba en los discursos prohibicionistas de Rafacl Uribe Uribe, dicho debate afloré a finales de los aos diez yestuvo en auge durante gran parte de los veinte, cuando especial- mente los médicos se involucraron en éI*, Los tintes politicos siem- pre lo impregnaron, unas veces para denigrar al Estado «antinero», ‘otras para llamar al control de las clases trabajadoras y a la disciplina laboral, y otras para prohibir una bebida especifica en favor de otra. €s que la doble moral cundié entre los polemistas, aun entre los irigentes obreros. No pocas veces, mientras se condenaba la chicha ‘eel guarapo, se alababan tragos mas «nobles» y espiritosos, obviae ite producidos en ultramar. Con todo, la disputa por los lugares de socializaci6n popular no circunscribié a la lucha antialcohdlica: también cubrié los nuevos ios que se fueron gestando en la primera mitad del siglo xx, 1 Veremos a continuacién. lucha por una vida digna Ya hemos hablado de Ia cotidianidad del mundo fabril, de la que apartaban los talleres artesanales, no tanto porque rompieran con idea de la «gran familia» —alli también, por el contrario, comin- ite se la preconizaba, aunque en menor escala—, como por la bilidad que se construfa en tales sitios de trabajo, En zapaterias, rerias y carpinterias —y hasta en las tipograflas— todavia se vi- ritmos «naturales» ligados al mundo rural. Aunque los habia, los jos no se cumplian estrictamente: a veces se abria tarde —espe- jente los lunes, como consecuencia del «guayabo» subsiguiente descanso dominguero—, pero igualmente no se cerraba hasta que INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX 169 ep exany & o2uap sopeatjde sojesour soantsodstp soy ‘9219 ou opurns ode oxa[a [a ‘seaged & soos 9p eueIprios epla Bj unos anb sesord ofequy JP opunu ja uo ONUIS as varOuED eisa[ay E| ap osed opeunaqe [3] ‘OUIST[EIDOS 9 “[warPeI A BINaeS “Ox Ja 4 “WOITL|ax UI ary oun :sorsandezjuo9 ound oyato eysey & soperSapiatid soreuzose Sop sejduaiu09 sowagap ‘sepeptanse seisa exed soloidoid spur SO] upu9 ou aquatijeuLioU anb K souresspisuo9 BA anb uOISHOAIp ap SOLIS So] ope] ap sourefop 1g “sowed seo v renuE anb Key “xx OFFIS [2p pew eiounad vy op euRtqutojos wxa1G0 asvj9 v] 9p oyuNfuod Jap UOID -ezinjod 9p 4 pepijiqeisos ap sazeany so] seuUOSUE azetHb as 1g [ugg opunut |p us euLoU 4] ou & ugiadeoxe | wes sorse anb seposas ab wiqey S]usWEASTU ‘oiaq “sorondsa sorsa ap optains exey Sour Sosa ap os2iqo oonsjod ‘ofzeiopy jop erred wes anb wyenxa ou ‘o1|9 104 “saarpuaade sns woo Uorsnosip ajqeuruLoTUI us asreZUAN OBaNy ered *[e1908 oad WOO OY atano uno oony[od oyyued unde aay 10d eqezaduud so2aa y ‘opunut 9p A sted jop ugioenars ey azgos ‘une sofaui “0 o1ayo [2 aqos oBoyEIp Un equisiur J9]]21 [2p ouoNp o oSoPUE Ja “eNTULIAd of peplAnae UL opuens “anb so aqueso1aqur smu oO “o1auEsUED [9 a]UDUI[EI01 eraTpUND {en pofiog ‘souro. wasted oayaEy gI61 ‘08 2909 vy ap so4zigg ap ‘yaar [2p PISA DT 'SAEEIDOS Souopeyami §2[8D1DE1 SUL $0] au1u= sooijoaeo soyemts ap wiauoarszod op A ss04aago $0] ANUS SEREE[EID0S SBODE 0] exed of>[dwoo seu oysnur oft ‘Un “pprpaa suD!D UD “oayTEBIS OS] ‘seotfores ssuoIsIpen Sepespuase ‘SpuL Se] A “Sexstunuo> 4 seysifexD05 ‘stop! sp] azja ugisua) Pun uD psusuauy oaniss exapelegenl asvI9 YVISINOTIOD NA YVAN! VOIA VII0 VISOLSTH QL INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX Jas fabricas. Pero su impacto fue desigual por regiones: en las costas y los climas célidos fue menor que en la zona andina, especialmente Antioquia. Desde comienzos de siglo, y como eco de las ensefianzas del ‘papa Leén XIII, las conferencias de obispos comenzaron a aclimatar en el pais la Doctrina Social Catdlica. En ello fueron ayudados por Sus ficles escuderos, las rdenes religiosas, en particular, los jesui- fas, Asi, se escribieron manuales de accién social y se crearon orga nizaciones obreras de signo confesional como aniidoto a la posible influencia socialista’’, Antiguas cofradias y asociaciones mutuales se transformaron en congregaciones obreras orientadas rigidamente or el clero. Diversas actividades de caridad se convirtieron, a la luz de las nuevas ensefianzas eclesiales, en programas de formacion cristiana. En algunas ciudades se crearon barrios obreros, como el ya mencionado San Javier, en la capital. Y no faltaron las iniciativas para estimular é] ahorro y el cooperativisme, Pero todavia la Iglesia Sospechaba del sindicalismo y rechazaba la huelga mientras predica- ba la armonia de clases y la defensa del orden establecido, especial- mente del impuesto por el Partido Conservador. En los afios treinta, el clero vio con preocupacién el ascenso liberal y se puso cada vez mas a la defensiva, alineindose con Ia ‘oposicién conservadora. Las proclamas episcopales, traducidas con ‘gran vchemencia en los sermones de los parrocos, exacerbaron los espiritus catélicos y los prepararon para una «guerra santa» como la que —ereian— se vivia en Espafia. Pero él relativo éxito liberal en el sindicalismo, cristalizado en la gestacién de la Confederacién de Trabajadores de Colombia (cre) —que contd con apoyo de los eomunistas—, forzé al clero a redoblar esfuerzos para no «perder» el mundo obrero, Una de sus estrategias fue formar laicos para que asu- mieran esa tarea. Asi, se importé de Europa el modelo de la Juventud Obrera Catélica (soc), pero esta prontamente levanté las sospechas de la jerarquia porque se sustrajo a su tutela*. Mientras tanto fue to- mando fuerza en el pensamiento catélico nacional el corporativismo practicado por dictaduras europeas «eatélicas» como la espaiiola y Ja portuguesa. Con esas experiencias ¢ ideologias en mente, a mediados de los afios cuarenta, el episcopado buseé estrategias mas eficaces y les ce- dié la coordinacién de la accién social a los jesuitas. Este paso dio frutos al poco tiempo con la creacién de la Unién de Trabajadores de Colombia (utc), que debid esperar varios afios para ser reconocida legalmente. Aunque de corte catélico y apolitico, esta central no se- cund® siempre el programa corporativista, especialmente si este im- plicaba el recorte de derechos de los trabajadores, como ocurrié con el intento laureanista de suprimir el recurso de la huelga. mi 2 opueseujoe any as sejeorpes A sasejnoes sym peptyiquioos ap stan -ogud ap sgaen ® & sajeunsoue SouOIsIpeEN SeISa ap aseq B] aIq05 ‘0X O[BIS [op peru wiausLid vy ap oueIqurojoo ofeqen [2p opunut fap PEpITIGeII0s ap oMNeUZOs3 ONO Te SoumeR9]] “eunog wiso 9q *,,0WNS!OTe [9 WOO ajuaUTEETESaI9U OU SEU Soqusturesuadaiqi] € ouistfeoLiapnue OLa!9 uoo eqeIazZaUI as “|eOIpeL opeuvsauie Jap epeparay ‘anb uormpen wun usiqurEy an ‘sayorsode soy ap PLIEyTNUIOD EPA Bl Ua X sPI2yord Soy ap seLIUNUDD Se] US EPEsUsP 109 ‘OUISTURNSHID [OP FEIDOS LOISUSUTNP B| UOTRESAL SeASI|BIDOS SOI -2ago sodnsa sayuatoeu soy ‘ayueurtop outstorjoye9 [9 2 SostaUTUT ~variqnd wouasaad 9p sarejnoos spur SeULIOY ap suxt UD “opuarprad uoLONy as anb ‘oor -Quourloap outs!|vorped Jap Septparey seuoroipen sep ap aized weroey, ‘uaig Sur ‘souTeisaquo9 sonaxy9 soraustid soy ap woNyjod wun oxATY, OU 012g “WSEISITLIOOS» SoIMOUELNEUE A soUsIMeG A OWSI{OIpUIS |e WOIDEIOTUT 9p SOIL SoUNS|e UOLDIA 98 DTUIDA SOUR So] UD ‘IS¥y “waTIOID UOI@I|ar Bf ap ssuNWIOD Knut sof seVUE[ns eed svIDIDas SapEpsI90s ap soidord sayenpis soy sionpordas ap ugiousjur ef upiqurer ogny sor -a1go soajanu Souauud so] ug ‘So\usIpnd souEsdyse sounsye ors -suspied seuad seanp sejjo w £ ‘seysn1[9 sojnou> so] uo sepeiz9oua vorepenb as ‘orquies ue ‘srorugseu sro] sey “seuequn selaaynied se] ua < caqiarfea RAIAR» ap UgIORZIUO[OD ap SeAUR UA UOISTYTD IAD uouatany anb ‘ousrunidsa je & exyosoa) v] owloo saquapisip searonid ap 0 saqueysajoud sepsoutur seunye ap viouesard vy Jev0u0asap ep and as ou ‘soperpns Sou So] 2p ouE:quiO[OD ofeqen jap opunUE [> U9 TUTIIOCEU esO1FI}a1 UOISIIdXa vf anf OUUSIO!OIED fa UAIG Ig ta] sofa vomiouD vist4as OAL CPG “soLoInacaf ap o8janjy sovearpis so} 9psop 12782 2p teins us “pen 3g “seie1908 Seton se] 3p K OuSIUMIIOD [ap sopnfayr east 9s anb sosaago ‘2u9pt $3349! 9p UpIZeWLO, 10d adnaoaad 38 eIsqsy eT VISINOTOD NA VOVAREd VOIA WTC YRIOISIH ZL socialismo en el pais, que, si bien al principio fue ecléctico, luego se fue decantando por el marxismo-leninismo segtn el modelo bolche- vique. Claro que, como dice Gerardo Molina:*, fue precedido por el antisocialismo del clero y la élite conservadora. Al contrario de estos, los nuevos «apéstoles» obreros y socialistas no contaban con medios institucionales para difundir sus ideas, de modo que tuvieron que ingenidrselas para comunicarlas y, de paso, crear nuevos espa- ios de sociabilidad, Uno de los caminos emprendidos fue la prensa obrera™. Siguien- do el modelo ilustrado, intelectuales socialistas y dirigentes obreros se dieron a la tarea de organizar a los trabajadores por medio de pe- fiddicos que buscaban educar, mas que informar. Fue tal su prolife racién que casi en toda ciudad donde hubiera un contingente obrero se publicaba al menos uno. Pero estos 6rganos de prensa debian en- frentar duras condiciones econémicas, pues dependian casi exclusi- vamente de sus suscriptores y del trabajo voluntario, por lo que sélo esporddicamente salian a la luz piblica y muchas veces desaparecian recién nacidos. Con el tiempo se consolidaron algunos periédicos sindicales y se estabilizaron unos pocos voceros de las principales ‘sorrientes politicas del obrerismo colombiano. Incluso durante la Se- ‘gunda Guerra Mundial, el Partido Comunista —transformado en ese ‘entonces en Socialismo Democratico— contd con una publicacién iaria de gran calidad en la forma y el contenido: el Diario Popu- Jar, Como no se contaba con imprentas propias, esos periédicos se publicaban en editoriales liberales o de grupos religiosos disidentes 'y protestantes. Se vendian directamente o se distribuian por medio de familiares y amigos, y, donde se podia, se anunciaban en peque- fas libretias solic En torno a estos érganos de prensa se generaron diversos espa- ssios de sociabilidad, comenzando por las precarias «salas de redac- sin», que, por lo comin, eran las viviendas mismas de los editores. Ademis de ser los locales de los negocitos de sus propietarios, estas én eran sedes de tertulias politicas, y no pocas veces dieron a los primeros nticleos sindicales 0 sovialistas, en los que las s familiares y de amistad tenian mucho peso. Asi, no ¢s extraiio los primeros circulos socialistas se integraran por familias, Tal el caso de los primos Tomis y Jorge Uribe Marquez, Francisco Heredia Marquez, Maria Cano Marquez y Luis Tejada Cano. Este imo vivié durante mucho tiempo en el hogar de sus primas, al que esporddicamente Ignacio Torres Giraldo; no asi su hijo Eddy, fue levantado por ellas*'. Pero el paso a la politica de estas redes familiares y de amistad todo un salto del mundo privado al pablico, no exento de riesgos momentos de dura represion, como los vividos en las primeras dé- rias, INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX. 173 afour OLTANGY Tad svisanast SWI ‘eaUYyo BPIA WorALAN) ‘SOOTUDg} SOMNIHISU! SO] OATES ‘SPALTEIDTU SeISy “RIAIGO Pepisianiun gun ap reIgey e OBaq] 9S euaZEND soUD soj UD OsN|aUT 2 ‘se121go 4 soso1go exed jeULIOY OU UQISeONpa ap seoTE] ssUOIONasUT od Xx [9p SozuaT WO P asreUDUIg|dUTOD owaqUE ‘soUTETSDTES SO] OWOS “o12)9 [ap saiorg9s sod xix OfB|s [op So[eUY apsap [eyRs> fear oprem 209 epeBojdsap eaiis9) uoiseysedes ap soqe] v7] “oxeyEISaTUO9 spUL 294 EPRD ou} UN LEIuD} aonb ‘o.4e=} & eIS90d “ears UOD “s9yeanNy|NO Soyo uegeztvas as sexuorus ‘soonsfod opoy a1qos A sa[tioos ‘soar -uOda SPUUa} 2IqOS SEIOUDIa}UOD URQEIDIP es apuop ua «ojgand jap sesear ofan & sosaigo soma sms & uosHZuaLUOD ZaIp SOUR So] 2p “Sap ‘Js “woroeIsal uo sopepyiqeioos se] v sopeidoide seur soarjqnd sornedsa 1airxe ones a1sa ‘oduuan [op osed fa wo “xx of8is [op supe ssexopeso sap | sepoy syed 9789 G9 anbrod toyyfiur (031019 98 sqaq— jwiopexo wesi eun s9 oMRD EHR onb ‘oyfonge ‘o}1019 sq [hr] eo “v24/o10) 1F-Y'S “uopury opreary ‘oryango [ep eohericens ty Serer oxbigo enuaruroat fap WMS up ayeqoduay spa atu “sepnp ‘ain; ms ‘oprs eq our. ee VIGWOO5 NA VOVANA VOILA V1.0 VRIOESHE py INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SECTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX Algunos de estos sitios emprendieron la quijotesca labor de ate- ‘sorar libros en incipientes bibliotecas populares. Aunque no hay ‘mucha informacién sobre Jo que leia, parece que la gente comin preferia los panfletos de denuneia y las novelas rominticas, a los ssesuddos tratados de economia politica. Se leia, pues, mas a Victor Hugo o a Vargas Vila que a Marx 0 a Engels, y de estos se conocid miis el Manifiesto del Partido Comunista que El capital. Pero, sin duda, las lecturas prohibidas por la Iglesia —que tenia un «indice» de ellas, periGdicamente actualizado— eran las preferidas por el pti- blico lector, El advenimiento de la Repiblica Liberal represent6 una oxigenacién para la provinciana cultura del pais, pues se difundieron no sdlo obras del repertorio nacional, sino una parte significativa de Ja produceién occidental y se crearon instituciones de investigacién y educacién sobre problemas nacionales®, Infortunadamente, el re- torno conservador al poder dejé trunca esta promisoria obra cultural y cientifica Para proclamar el nuevo mensaje socialista en un pais como el nuestro no se podia confiar s6lo en la palabra escrita. Habia que te- currir a la oral, bien porque muchos trabajadores eran analfabetos en la prictica o bien porque la oratoria era y sigue siendo un género cautivador en nuestro medio. Ya vimos las convocatorias puiblicas de los micleos de vanguardia obrera a tertulias y conferencias. Los debates parlamentarios también tuvieron gran audiencia en esa épo- a, mas cuando la radio comenz6 a difundirlos. Sin este medio de comunicacién masiva dificilmente se entenderia el arraigo del popu- lismo gaitanista: pero pasaria lo mismo. con el reformisme lopista 0 el corporativismo laureanista. Sin embargo, su influencia no se dejé sentir plenamente hasta bien entrado el siglo xx; mientras tanto, la oralidad popular tuvo que recorrer senderos mas tradicionales. Los suentos populares, las fabulas y las historias de duendes y apareci- dos poblaban las mentes de las gentes del comtin. Incluso algunos Iideres obreros como Ratil Eduardo Mahecha hicieron uso de ellos para verter el «veneno» de la critica al orden establecido. Claro que estos métodos poco ortodoxos de prédica socialista fueron censura- dos prontamente por las jerarquias soviéticas, con lo que se perdié un canal de comunicacién con la base popular. No obstante, algunos dirigentes liberales de izquierda como Gaitén no los abandonaron y Prontamente cosecharon triunfos en las plazas piblicas, Con todo, Ia difusidn del temprano socialismo y demas corrientes ideoldgicas contestatarias no se limité a la prédica escrita o verbal: Ja acci6n colectiva también fue un poderoso medio forjador de ideas nuevas. Las protestas callejeras y las huelgas laborales, que se hacian mis frecuentes a medida que avanzaba el siglo, se convirtieron en escenarios publicos de lucha por una vida digna para los sectores 175 eurvyy ep sojisiur seaquped se] u3 eyroyjdum efopered v] auqos 194Jo4 souragap “xx of81s jap pen exsunad e] ap souIqUIO[OS Soz31q0 Sax € yeudes ja enue IDI -UOd op PISUAISEXD v| J290UO9aI 9p [eIDgz] OLANTID Je ‘oduiaN oyu sod ou ‘osndurt 9s ayuatupeury “sxRues ap soyeg sawuamgisuos soy & sarondod sauoiogauansuy 9 soqusrureymeasy zesyrysnf vied & sopeystan -qua senynu sejaUT[Y wed o1Asis ezwesadse-oporur oypIp ‘O}INSS opnuas ua otrna0 vounu enbume x “aul|9 e| ap wIpIpesed v] 4 seystTeID -05 $919p}] SO] 9p ouaNs | ‘oduioy OuSTU Je “e4e Oproaiqeise wopI0 |e opep ojuawour un us Jouodap eisey exezrferaua as zejnanzed edjony, UN ang) ‘Buaisuod Bl ap sayToMOdMIOD Sop sono soy JOAN ns v OINd re v oprpuaide viguy ex wso sand “eUEIquIO,OD arI9 tI E equISHSE spur anb oj e1erazoud pepirepros ey exo Z94 [er A “«pepmusareay £ pep -jen31 ‘peiaqyp> :essouesy UQTINPOASY vj ap eUsIsuOD vforA eI equa -09 95 SeuOIDEISApIUELH SEIS UT“, S9SE9 BP TOIDE|!IUO9 op wsO1SIFOr Tsay eiaut e opeleqes ap sasopeA.asuad soqUDIUT So] B OsndeNUOD os Biaugo kyon] A elounuep ap UotseD0 oWOd OEY Sp OISUIITG [>P UID -n1q9]29 | “ZaIp SoUE So] @pseq “‘pepEAHalgns ns 2p woIdonySUOD P| 8 OUUENO Ua UPIqUITY OUTS [BHAI OpHuas JP Ud ONS OU ‘sourayeqns ts) ‘piodog ‘somoe EISIAB! oATYDLV ‘6161 ‘2ro8og ‘vpouapuadapuy py ap anbung ‘so4a.go x sepouorsofoad SouoianoIpuIoy YIGNO1OD Na VEVARKE VaEA Wiad WrHOUSTHY QL INTIMIDAD Y SOCIABILIDAD EN LOS SBCTORES OBREROS DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX Cano y, sobre todo, en su historia de vida. En efecto, fue una mujer que desempeié en Jos afios veinte la voceria de las reivindicaciones proletarias, aunque no fue la tinica en su género, menos en el mundo del trabajo de esos afios, Sus demandas giraban en torno a una vida digna para los sectores subalternos, dignidad que implicaba mejoras materiales y relaciones laborales modernas, pero también el derecho a la intimidad y al disfrute auténomo del tiempo libre. Sélo asi po- dian los trabajadores forjarse como sujetos con pensamiento y volun- tad propios para emprender la superacién de su subalternidad. Con cl objeto de conquistar esas minimas condiciones de existencia dignas, hombres y mujeres se lanzaron a los escenarios piiblicos de la época. Fue gracias a esa creciente actividad como se gané lo poco de vida privada obrera que hemos descrito en estas paginas. Pero en Ia sociedad patriarcal de ese entonces, el lugar de la mu- jer era el hogar, no la plaza piblica, y sus funciones se limitaban a ser un apéndice del mundo masculino. ¥ ello era valido aun en los nacientes circulos socialistas. Con razén, la misma Maria Cano le replicaba a Guillermo Hernandez Rodriguez, flamante secretario de! recién creado Partido Comunista de Colombia: «Entre nosotros se tiene por norma que la mujer no tiene criterio propio, que siempre obra por acto reflejo del cura, del padre o del amigo. Creo haber educado mi criterio lo suficiente para orientarmen**. Con todo, esta mujer, dotada de una subjetividad tan avasalladora, fue relegada nuevamente al mundo privado, del que no salié hasta su muerte en 1967. Para esos afios, afortunadamente, otras mujeres y otros hom- bres subalternos salian de nuevo a las plazas piblicas a conquistar Jo que a la generacién anterior no le habia sido posible sino a me- dias, Mas atin: comenzaron a proclamar a los cuatro vientos que «lo privado es publico», subvirtiendo la separacién de las dos esferas y frastrocando la légica misma de las protestas". Como suele ocurrir en la historia, vienen nuevos tiempos, pero el pasado cuenta a la hora de definir el presente. ¥ parte de ese pasado es el que hemos narrado en estas paginas, que aqui concluyen. Notas 1 vin Marin, Maria Camo en ef amanecer de la clase obrera, Bogota, Ismac, 1985, p. $3, 2 Por subjetividad entendemos a posibilidad de ser sujetos de decisidn autonoma con crite- Tio propi. 3 Nootra cosa significabs la consigna obrera de comicnz0s de siglo en pro de los res ochos: ‘ocho horas de trabajo, ocho de estudio y ocho de deseanso (Mauricio Archila, Cultura e identidad obrera: Colombia 1910-1945, Bogota, Cinep, 1991). 4 Para 1938, cuando el censo de poblacién cuantifiea por primera vez la poblcidi asalaria- dda —antes silo se contaba la econdmicamente setiva—, nuestros céleuios arrojan unos. 650.000 wobreros y peones» en una poblaci6n total de 802.000 (Archila, 0p. it, p. 98). 7 “S961 ‘opunyy 222i0) “1 oo aynboxay wo peprsonpesd , 27 — 91 “unRp=yY“a9E-OF 6 2) S2p2—s sapopIMepT ap uo;rORAHED {Gsniaigo susiyy rapeessg ernie By. 18) UO WPA SP RUE} EAE RTENOL NY ‘Loos ‘ound eenstupoyniozog ‘f0r-g90 ‘MLning ap Souoporogear soy 12 uss oes 2940 ue [BRIE] UN 494 OpEzz|EUS 1 TEAEE BP OSES I TL “pd61 eur 2p ening “MotoG "714 wojan a o2niiod s9pod 4 au EW ual opeEas34 us sowseSode Sou ound 359 U3 TIPE dd "¥2"do"™ poprpuopr 2 eungn) BY Sooe ‘oysane 99 0185405 [9 2N¥3IN 0151-fogl OID soNUdyuaasop 4 somsDseud “sopourduow ap sorpnasg “ppustseu« nzaugod ap sean) “(p08 Unayey BUENA U2 ‘wovstsgiod [pp soqeuy © 93090 9 Pepeid 8 US [eM] eISURIS|SH fIOU Jono. opiq -ayord 0190 [3 "esoqueg our, A°L661 FUEDUOWEDNS “SSINy souDNe! “S69-OPRI AK ap ofrwes uo saurgndod rasoroas airy graaqod 0p W0> 48204 3G)? 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Estos datos —tomados de los estudias de Ia Coniraloria— na equivalen al nimero de hijos, que era mayor, pues ‘algunos podrian haber abancnado va el hogar obrero. Londoso y Saldarriaga, op.cit, 3a. parte. ‘Nuestros célculos en Archila, Cura ¢ identidad, Bogott, Planeta, 1989 Asi lo novelb José Antonio Osorio Lizarazo, «El dia del odion, en Novelas y crdnicas, Bogoti, Coleultura, 1978. Una excepeiin es el estudio de Cecilia Mufloz y Ximena Pachin, La nex en el sig xx, Bogotd, Plancta, 1991 Ibid, cap. 2. [La cipectativa de vida ora, en laprimera mitad del siglo, de menos de 0 aos Head a ‘582 mediados de siglo y euro lusttos después bordeaba los 65 (Olinto Rueda, «Historia 4c a potion en Colombia», en Alvaro Tiado (dir) New historia de Colométa, vol ¥, Bagot, Planets, 1089), Sin duda, estas estadisticas son menores para el sector obrro- Archila, Ciara tdentdad. op itp. 142 Al respecto, véase Germin Mejia, Las aos del cambio, Historia urbana de Bagot, 1820-1910, Bagot. Ceja, 199 “Tema desarrallado por Oscar Ivin Calvo y Maria Saade, Za ciudad! en cuarentena. Chi cha, patologia soci y profess, Bogots, Ministerio de Cultura, 2002. Un deaarolls dl tema, en Carls E. Noguers, Medicina y politica, Medellin, Eat, 2003. Un ejemplo fue e escrito del padve Jess Maria Ferninder, La Aeclin Social Caifca en Colombia, Bogota, Atboleda y Valencia, 1915. ‘Ana Maria Bidegain, iglesia, peblo y politica, Bogol, Universided Javerian, 1985. ‘Asi lo concebi tempranameate (1916) Ignacio Torres Gzaldo: «Nuesiza labor no tiene como objeto propagar une relgin: tampoco atacarla [Aunque] estamos alcjados de toda crecaciatampoco somes aces [|] Nuestra labor esté muy Ieos de er antcrsiana, pero siesamtcatlica, nuestra labor cs liberal (cit.en Archila, CuturaeLdensidad..op.cit, 1-93) Tal vez porcllo machos se negaron, ala hora de lamuerte, a ecibir los sacrameatos 4 or la tanta, no fueron seputtadesen los cementerios caticos. Las ideas socalistas en Colombia, Bogoti, Tercer Mundo, 1987, Allrespecto, wéase Naz, op cit Medatilo Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia, 1, Bagot, Colombia Nueva, 1980 p. 371 ‘Una ampliasin de ests odes, en Tila Uribe, Los aos escundidos, Bogoti, Cestra —Ce- ree, 1994, cop. § La relacin entre Torres Giraldo y Maria Cano esti llsna de mistrios, yyambos se encargaron de decir que era slo una amistad. Torres Galdo estuve casado y tuva dos hijos: Eddy y Urania. A pesar de que en sus memorias es prolifio en la narracin de us amores, na dice mucha sobre Maria Cano. Véase su dneedotarte, Cali, Universiad del Vale, x00, En la.nota 10 sefialamos que en el mundo del trabajo eolombiano de es0s aflos habia un ‘eto nivel de allibstizacién, aingue no se hiiera sempre elective. En este aspecto es lustrativo Renan Silva, Republica Liberal. intelecaales y cultura po~ lar, Modell, La Carreta, 3008. Lo reiteran Herbert Braun, Mataron a Gaitén, Bogoti, Universidad Nacional de Colom bia, 1987, y Arturo Alape, E Bogotazo, memorias del olvido, Bogots, Pham, 1983. Renan Vega, Gente my rebelde, vol 4, Bogota, Pensamiento Critico, 2002, cap. 1 itada por Gilberto Mejia, Memoria: el comunismo en Antioquia, Medellin, Ediciones Pepe, 1983, p.95. Parauna ampliacibn def ocurrdo en la segunda mitad del siglo xxen cuanto este tema, véase milibro Kas y veridas, lta y revnetas, Bogota, Cinep~ eam, 2008

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