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Traduccion de Nestor Micuez CONSIDERACIONES SOBRE EL MARXISMO OCCIDENTAL por PERRY ANDERSON > siglo veintiuno editores, sa de cv EEL AQUA. LEONG COVORCAK et MODDD, siglo veintiuno de espafia editores, sa Siglo veintiuno argentina editores, sa Siglo veintiuno de-colombia, Ida ‘AVS 7 PRMER POD SODOTA DE coLOu portada de anhelo hernéndez primera edici6n en espafiol, 1979 siglo »xi de esparia editores, s.0 séptima edici6n en espaol, 1987 c siglo xxi editores, s.0, de cv, ISBN 966-23-1105.5, primera edici6n en inglés, 1976 @new left books, Itd,. londres titulo original: considerations on western marxism, derechos reservados conforme a la ley impresoy hecho en méxico/printed and made in mexico INDICE PROLOGO 1, LA TRADICION CLASICA 2. EL ADVENIMIENTO DEL MARXISMO OCCIDENTAL 3. CAMBIOS FORMALES 4, INNOVACIONES TEMATICAS 5, CONTRASTES Y CONCLUSIONES EPILOGO INDICE DE NOMBRES PROLOGO Son necesarias unas pocas palabras para explicar la oca- sion y el caracter de este breve texto. Escrito a principios de 1974, pretendia ser una introduccién a una coleccion de ensayos de varios autores sobre los tedricos recientes del marxismo europeo. Por circunstancias fortuitas, la editorial educativa que habia encargado esta antologia dejé de exis- tir un mes més tarde. La anulacién del proyecto privé al texto de su propésito original. Estas circunstancias expli: can algunas de las anomalias del trabajo que aqui presen- tamos, aunque no las excusan necesariamente. En efecto, el ensayo aqui publicado trata de las coordenadas generales del «marxismo occidental» como tradicién intelectual co- mtn; no contiene un anilisis especifico 0 una evaluacion comparativa de ninguno de los sistemas teéricos particula- res a que hace referencia. Esta iba a ser la tarea de los estudios cuyo predmbulo iba a constituir. Estos debian ser tuna serie de exposiciones criticas de cada una de las escue- las 0 tedricos principales de esta tradicién, desde Lukacs hasta Gramsci, desde Sartre hasta Althusser, desde Mar- cuse hasta Della Volpe. El presente texto, centrado en las estructuras formales del marxismo que se desarrollé en Occidente después de la revolucién de Octubre, se abstiene de formular juicios sustantivos sobre los méritos 0 cuali- dades relativos de sus principales representantes, En reali dad, por supuesto, éstos no han sido todos equivalentes 0 idénticos, Un balance histérico de la unidad del marxismo occidental no exchuye la necesidad de estimaciones discri- minatorias sobre la diversidad de los logros alcanzados den- tro de él. El debate sobre ellos, imposible de efectuar aqui, es esencial y fructifero para la izquierda. 2 Perry Anderson Si, més_allé del momento particular de su redaccién, este texto fue inspirado por preocupaciones més perdur bles, lo cual permite su publicacién actual, ello se debid a que reflej6 ciertos problemas hallados en el curso de la la- bor realizada en una publicacion socialista, la New Left Re- view, a lo largo de afios. En un ensayo escrito a fines del decenio de 1960-1970 Para esta revista, habia tratado de delimitar y analizar una particular configuracién de la cul- tura nacional surgida en Inglaterra desde la primera guerra mundial. Uno de sus temas principales era que la cultura inglese habia carecido esencialmente de toda tradicion de «marxismo occidental» en esta época, ausencia registrada en ung perspectiva inequivocamente negativa. Mucha de la labor de la New Left Review en este periodo estuyo dedi- cada al intento consciente de remediar de algiin modo esta deficiencia, publicando y discutiendo, a menudo por pri- mera vez en Gran Bretafia, la obra de los mas destacados teoricos de Alemania, Francia e Italia, Este programa, se- guido metédicamente, estaba llegando a su fin a principios de la década de 1970-1980. Logicamente, se necesitaba un balance final del legado que la revista habia tratado de dejar en una forma.organizada. En esta perspectiva se des- arrollaron por primera vez los temas aqui considerados, Asi, este ensayo sobre una tradicién «continental» europea ¢s en parte una continuacién de la exposicién anterior so- bre el caso «insular» de Inglaterra. Fue el producto de una conciencia cada vez mayor de que la herencia de la cual habia carecido Gran Bretafa, en detrimento suyo, faltaba también en algunas de las caracteristicas clasicas del mate- rialismo historico. Una consecuencia tdcita de esto fue una mayor equidad de juicio al evaluar las variaciones naciona- les y el destino internacional del marxismo en esta época. Retomando uno de los puntos centrales de interés de la revista, el texto fue discutido y criticado por colegas de la New Left Review desde una gran variedad de puntos de ' jvc Se egg ino em ole 1 'taucho mis importante y activo que el de sus prec, Pelores. Lenin, por supuesto, fue el creador del Partido Bolchevique en Rusia, Luxemburgo fue el intelecto Feet del Partido Socaldercrs Garrido Communist de Alem Gora de mayor autoridad del Parti nist, de Alea nia TrotsKt fe una figura importante en las dispstss, uaciones en el seno de la socialdemocracia ruse, y Bujerin. in lug .ente en ascenso de Lenin, antes de la pl wreraennandial, Bauer encabez6 el secretariado del grupo entamentario del Partido Socialdemécrata Austriaco, mich, fras Hilferding legs a ser un, prominente diputsco, Ct Reichstag por el Partido Socildemerata ema. Une os 2 comin a todos los miem : Tacteristjivaria. precocidad de su desarrollo: cada una 16 Perry Anderson de las figuras que acabamos de menci une obra teri fundamental antes de los treinte anos, éCudles eran las nuevas orientacior represen ban sus escritos? Determinadas por la "acelevacion de todo el ritmo hist6rico desde principles. de siglo, sus prescane ciones apuntaban esencialmente hacia dos direcciones nue. vas, En primer término, las evidentes transformaciones del Rado de produccin captata que habia sido engendr- opolio y el imperialismo exigian un analisis ¥ und explicacion econsmica constanes, Ademés, por ne inera ver la obra de Marx era objeto de erica profesional y arte de economistas académicos'. El capital ya no ea | Ser def fendido sencillamente: debia ser desarrollado. primer intento en esta direccién fue emprendido real. mente por Kautsky, en su obra La cuestion agraria, de 1888, una asta exploracion categoria de lor cambios en tee tara europea y horteamericana, que mostraba a x ro de la vieja generacién ma sible a las necesidades de la situacién contemporives afirmaba su autoridad entre los marxistas mas’ jovenes”. Lucgo, el mismo atio, Lenin publieé El desarrollo del capi falismo en Rusia, sdlido estudio de una economia rural cuya inspiracién formal era muy cercana a la de La cues tién agraria, pero cuyo objetivo especifics era més audar y més novedoso. Esta obra, en efecto, fue la primera api. cacién seria de la teoria general del modo de produccion capitalista, expuesta en El capital, a una formacion so- cial concreta que combinaba varios modos de produccion en una totalidad histérica articulada. Asi, la invest a 7 de Lenin sobre el campo zarista representé un ae de. cams eae ae tf ce Bm tee Sega hg we Uhre: Uaatee an age = Bis Je Wc Ee ae ans ec Sap WH Tale elt slat seine ea aes oath ac hdr 7 cisivo para el materialismo histérico en su conjunto. Tenia Veintinueve afios cuando lo terminé. Seis afios més tarde, Hilferding —que se habia dado a conocer en 1904 con una eficaz respuesta a la critica marginalista de Marx realizada por Bulun-Bawerk— terminé su fundamental estudio del Capitalismo financiero, a los veintiocho afios. Publicada en 1910, la obra de Hilferding fue més allé de una aplicacion por Revai_en 199; vease Josef Reval, Lukics and socialist realism, Londres, 1950, pp. 1819, La terminolosia de Sant ttc atacada con particular vigor por Lucien Stve, en Jean Paul Sate Clie idialectiques, La Nouvelle Critique, 128, febrero de 1961, pé ginas 7932. Cambios formales 1 tes ®. Esta reclusién fisica, consecuencia de la derrota en la lucha de clases, iba a ser una imagen profética del aisla- miento que rodeé a los tedricos posteriores, mas libres que Gramsci, pero mas alejados de las masas. En este sentido, el lenguaje del marxismo occidental estuvo sujeto a una Censura histérica mas amplia: el abismo abierto durante casi cincuenta afios entre e] pensamiento socialista y el sue- Jo de la revolucién popular. Este largo divorcio, que modelé la forma teérica del marxismo occidental, tuvo sobre él otro Hamativo efecto general. Todo ocurrié como si la ruptura de la unidad po- Iitica entre la teoria marxista y la préctica de masas diese como resultado un irresistible desplazamiento hacia otro eje de la tensién que deberia haberlas vinculado. En au- Sencia del polo magnético de un movimiento revolucionario de clase, la aguja de toda esta tradicién tendio a dirigirse cada vez mas hacia la cultura burguesa contempordnea. La telacién original entre la teoria marxista y la practica pro- letaria fue sutil, pero constantemente sustituida por una nueva relacion entre la teoria marxista y la teorfa burgue- ta. Las razones historicas de esta reorientacién, desde lue~ fo, no residieron sencillamente en el déficit de la préctica vevolucionaria de masas en Occidente. Por el contrario, fue {1 bloqueo del avance socialista en las naciones de capita. lismo avanzado el que determiné la configuracién cultural total de esas sociedades en ciertos aspectos fundamentales. Sobre todo, la restabilizacién del imperialismo, junto con Ta estalinizacién del movimiento comunista, hizo que secto- res importantes del pensamiento burgués recuperaran una felativa vitalidad y superioridad sobre el pensamiento so- Galista, En Occidente, el orden burgués no lleg6 al agota- we Las condiciones de Ia prisién, sin embargo, no explican las, dificul todos Sreleman los Cuadernos de Gramsci. Si lenguafe, como hemos {ades au PreMjo eviticado por st innecesaria compleiikad aun en Turin visto, ave menos algunos de Tos engimas de los Cuadernos han de ser dems) asus proplas, contradicciones e incertidumbres.intelectuales, atribuldes “problemas a los que nunca hallé una respuesta inequivoca 0 satisfactoria. a Perry Anderson miento de su lapso histérico de vida: su capacidad pare sobrevivir a dos guerras mundiales y resurgir econémica- mnente en las dos décadas siguientes con mayor dinamismo que nunca se reflejé, inevitablemente, en su capacidad de cambio y desarrollo cultural. Atin contaba con la adhesién de los estratos intelectuales mayores y mejor preparados del mundo, cuyas realizaciones creadoras siguicron siendo (con importantes variaciones nacionales) esenciales en 1o- dos los campos. Esias realizaciones, naturalmente, tenian Imites determinados, establecidos por la posicién’ descen- Cente del capitalismo a escala global, en una época en que, pese a todo, un tercio del mundo escapé a su control. Pero in debilidad general de la cultura socialista, datada © pa- ralizada por la represién oficial de! estalinismo y el confi namiento de la cevolucién internacional a las zonas atrasa- cas de Eurasia, fue en definitiva mucho mayor. Después de 1920, el marxismo en se conjunto avanzé menos rapidamen- , en un gran mimero de disciplinas, que la cultura no marsista, Esta amarga realidad ejercié una presién central y agobiante sobre el carécter de ia labor que se realizaba dentro del materialismo histérico en Europe occidental, As, el rasgo mas descoliante del marxismo occidental, como tradicién comin, es, quizé, Ia constante presencia € influencia sobre éi de los sucesivos tipos de idealismo eu- ropeo. El ambito de las relaciones entre ellos fue siempre complejo, pues suponia la ashnilacién y el rechazo, el prés- tamo y Ia critica, Las proporciones de Ja mezcla variaron de un caso a otro. Pero el esquema basico fue exirafiamente similar del decenio de 1920-30 al de 1960-70. Lukées escribié Historia y consciencia de clase mientras atin se hallaba bajo la profunda influencia intelectual de la sociologia de Weber y Simmel y la filosofia de Dilthey y Lask. En particular, sus categorfas fundamentales de «racionalizaciéne y econciencia adscrita» derivaban de Weber; st tratamiento de la ecosifi cacién» Hevaba el claro sello de Simnel; y su hostilidad ha- cia las ciencias naturales —algo totalmente ajeno a la lite- ratura marxista anterior estaba en gran medida fospirada por Dilthey y la concepcién del vitalismo aleman (Lebensphi- Cambios formales B losophie) en general ", Gramsci construyé sus Cuadernos de la prisién, en gran parte, como un diglogo constante con Croce y una erftica sistematica de éste, y adopts la termino- logia 1 Ins preocupaciones del filésofo idealista que por en- ionces dominaba el escenario cultural de Italia, en particu lar su interés por Ja historia ético-politica"; también, se cundariamente, desarrollé ideas y enfoques del critico literario De Sanctis, de una generacién anterior. La obra colectiva de ia escusia de Francfort se impregn6, desde los aos treinta en adelante, de los conceptos y tesis del psi- Coandilisis freudiano, como referencia organizadora de bue- na parte de su investigacién tedrica El principal estudio de Marcuse, Eros y civilizacidn, iba a ser Mamado expresamente una «indagacién filosofica de Freud», y todo su _vocabula~ tio de la erepresin» y la «sublimacidn», el «principio de tealidads y e! aprincipio de rendimiento», «eros» y «tana- tos» se movia dentro de! universo del discurso de Freud. Sartre 2s un caso especial, ya que fue el mas eminente fildsofo existencialista de Francia, formado por Heidegger y Husserl antes de pasar al marxismo, Asi, levd consigo a ius escritos marxistas su pasado intelectual, con sus ins- trumentos y sus invenciones distintivos. El resultado de ‘esto fuc el traslado de muchos de los conceptos de El ser y Ia nada » los de la Critica de la razon dialéctica; entre Otros, la nocién de «facticidad» que lleva @ Ia de «rarezas, la de «inautenticidads a la de eserialidads, la de inestabili dad del «para-sten-si» ala del egrupo en fusion» ", Rero, al ta enie demosiradas en el ensayo de Ga- 1 Fstar foflgencias gon amptiam cps guy de Oe raan Jones, «The marxista of the early roth 8 Bah won moviemsore'diciembre de 1971, Weber fue anvigo personal y cor loge de Lukes antes le la primera guerra mundial. vii actita! de Gramsci hacia Croce y su fh Sobre a complejidad de Ia actitu! de Gramsct ye aaimiravion con rescrvas Por 1a categoria de ste de ta shisoria co" Te doen an opinion debi ser temada como Fo a Peerea weasel mmteriatiomg sone, tn, 186 pare te IBN donde: Gramect compara ductuso a Croce con Lenin, como sea oo’ dein hegemmonia que, etd uno a st thanera, Tech PF ecSnomisine (EL marcriaismo Kistérico y la filosofia de Benedesio Groce, Buenos. Aires, Nueva. Visiin, 1970. Sijna ‘exposicion_ completa de las semejanzas conceptuales entre Et erp ln nada y la Crittea de te razén dialéctica se hallara en et admira 4 Perry Anderson mismo tiempo, las dos principales fuentes anteriores del original sistema existencialista de Sartre siguieron influ yendo activamente en su pensamiento posterior: las refe Tencias o alusiones u Husserl y Heidegger abundan en sv largo estudio sobre Flaubert, publicado diez afios des pués de la Critica de la razén dialéctica. Althusser concibié su obra como una polémica abierta y radical contra sus principales predecesores, sobre todo Gramsci, Sartre y Lu kécs. Pero también su sistema tedrico debié muchos de sus términos organizadores a tres dispares pensadores idealis tas: las nociones de «ruptura epistemoldgica» y de «pro blematica» fueron tomadas de Bachelard y Canguilhem, un filésofo y un historiador de la ciencia, ambos de pronun- ciada tendencia psicologista; las ideas de «lectura sinto- maticay y «estructura descentrada» provenian de Lacan, un psicoanalista que combinaba la ortodoxia freudiana con re- sonancias heideggerianas; mientras que la acufiacién del término «sobredeterminacién», claro esté, fue importada directamente de Freud", Estas respectivas correlaciones culturales —que rigen la posicién topogréfica del pensa- miento de Lukécs, Gramsci, Marcuse, Sartre y Althusser— son sélo las més importantes y destacadas de tales series en la tradicién del marxismo occidental. Relaciones simila- res pueden encontrarse en casi todos sus representantes *. EI papel central que desempeaé en la obra de Goldmann le psicologia de Piaget (con quien trabajé en Suiza durante Is zuerra) es un ejemplo tipico. Aun fuera del marco de esta tradicién propiamente dicha, tiende a aparecer la misma Gre estudio de Frederic Jameson, Marxism and form, Princeton, 1971, Pigimas 28078, que es con mucho el mejor andlisis critico del tema, Tee yre las bropias declaraciones de Althusser en torno a sus deudas con Bachelard, Canguilhem y Lacan, véase For Marx, p. 257, y Reading Carina pr We (Para leer El capitals, México, Siglo XX1, 1969). Bache: fard dirigid In tesis doctoral de Althusser. 8 reeincipal excepcion es la escuela de Della Volpe en Ttalia, El injsme' Delle Volpe tomo muchos clemientus de ls Hingitistica de Hjeims: wera su teorla estetica en la Critica del gusto, pero Ta escuela en Su to Rate ppermanccio relativamente libre de influencias no marxistas, en sooaccion con sus homologas de otras partes. Esta ausencia proba Fea acieeuve relacionada con fa falta de innovaciones, tematicas im portantes que tambien la distinguid, como se vera mds adelante Cambios formales 15 regla: Ia relacién de Sweezy con Schumpeter en la teorfa econémica es un ejemplo de esto ™. Reciprocamente, la in- fluencia de un solo pensador idealista puede extenderse a varios tedricos marxistas. Bachelard, por ejemplo, no sdlo inspiré a Althusser, sino que también fue admirado por Le- febvre, Sartre y Marcuse, quienes extrajeron conclusiones muy diferentes de su obra. Freud, sobre todo, fue un des- cubrimiento comtin, no sélo de Adorno y Marcuse, sino también de Althusser y Sartre, aunque, nuevamente, cada uno de ellos adapté o interprets su legado en muy diver- sas direcciones “. Esta constante confluencia con sistemas de pensamiento contemporaneos ajenos al materialismo his- torico, y a menudo declaradamente adversos a él, fue algo desconocido en la teorfa marxista antes de la primera gue- tra mundial. Fue una novedad especifica y definitoria del marxismo occidental. La serie de relaciones entre importantes tedricos de esta tradicién y pensadores modernos del campo cultural no Te Véase The theory of capitalism development, D. ix. 1 Vease La some et le reste, pp. 142-48; Being and nothingness, Lon- ‘ares, 1957, pp. 6003 (El ser y la nada, Buenos Aires, Losada, 1966), Eros Ghd civilization, Londres, 1986, pp. 106 y 209 (Eros y civiizaciém, Barce- na, Sein Barral 1969), y One-dimensional man, Londres, 1964. pp. 249.50 GPhombre wnidimensional, Barcelona, Seix Barral, 1968), Estos autores Ci itieron atraidos esencialmente por la podtica de Bachelard, més que por su epistemologia. "Ce TAdorne. «Sociology and psychologys, New Left. Review, 4647 noviembre de 1967febrero de 1968; Marcuse, Bros and civilization, passim; Rithucses, «Freud and Lacans, en Lenin and philosophy and other essays, see Nib ION Freud. y Lacan, Barcelona, Anagrama, 1970); Sartre Benveen existentialism and marxisra, Londres, nus, 1974, pp. 3542. Tete Attncncta del darvvinismo en Ia época de la IY’ Tnternacional es quisé at equivatente mas cercano. Sin embargo, la autoridad de! evolu aoa ae iy de una ciencia natural que no incidia directamente en Cjonminio. social del materialismo histérico. Por ello. podia, ser aproba Sa somteiade sin una verdadera modificacién interna de éste. Aun en oP ae Kautsky, probablemente el tedrico més sensible a ta influen C1 489 GSewinismo” las importaciones directas no son caracteristicas de Se Shcipal obra de la preguerra. Un caso més extremo de esta especie Bere Rha at stractivo de Mach sobre ciertos intelectuales,bolchevi- foo. He “particular Bogdanov, que inst a Lenin a escribir Marertaltyray Tambien aaui fe el desarrollo de las clencias fist aoe ieee jercio. una. atraccion —transitoria— sobre ciertas_tenden Sino Gel marxismo. Sin embargo, ninguna figura importante de la ter CeI"feneracion del marxismo cldsico sufrié su influencia. 6 Perry Anderson marxista fue, por asi decir, el eje horizontal de referencia intelectual para el marxismo de Occidente. Pero al mismo tiempo, éste se distinguié también por un eje vertical de referencia de un género en gran medida extrafio también a las anteriores tradiciones marxistas: fue su invariable cons- truccién de un linaje filoséfico que se remontaba ids alld de Marx. Todos los principales sistemas tedricos del mar- xismo occidental revelan, a este respecto, el mismo meca nismo espontaneo, Sin excepcién, han apelado a filosofias premarxistas para legitimar, explicar 0 completar la filoso: fia de Marx. Este regreso compulsivo més allé de Marx, en busca de un anterior punto de vista ventajoso desde el cual interpretar el significado de la obra de Marx, fue también un indicio sugestivo de Ja situacién hist6rica basica en que se hallaba el marxismo occidental. El novedoso predominio de los filésofos dentro de la tradicién fue, como hemos vis to, uno de los signos del cambio general que sufrié la cul- tura marxista después de 1920, Las lineas verticales de des- cendencia que reivindicaba ahora el marxismo occidental, para Marx y para si mismo, obedecian en buena medida a ese ascendiente profesional dentro de él, pues ef mismo Marx no habia dejado ninguna obra filosofica sistematica en el sentido clsico. Tras sepultar sus primeras tesis filo- séficas en manuscritos inéditos, en su madurez nunca se aventuré de nuevo en un terreno puramente filosdfico. Aun su mas importante trabajo posterior sobre el método, la introduccién de 1857 a los Grundrisse, quedé en forma de fragmento programatico, nunca terminado ni preparado para su publicacién. El cardcter latente y parcial de la pro- duccién filoséfica de Marx fue compensado por los escritos tardios de Engels, y sobre todo el Anti-Diihring, para sus sucesores inmediatos. Pero esos escritos cayeron en general descrédito después de 1920, cuando se hizo cada vez mas ‘obvia la incompatibilidad de algunos de sus temas centra- Jes con los problemas y los hallazgos de las ciencias natura- Jes. En efecto, el marxismo occidental iba a comenzar con un doble y decidido rechazo de la herencia filoséfica de Engels por Korsch y Lukdcs en Marxismo y filosofia y en Historia y consciencia de clase, respectivamente. En ade- Cambios formales 1 ante, la aversién a los tltimos textos de Engels iba a ser comtin practicamente a todas las corrientes en presencia, de Sartre a Colletti, de Althusser a Marcuse », Pero una vez des- cartada la contribucién de Engels, la limitacién del legado de Marx se hizo mas evidente, y més acuciante la necesidad de completarlo. El recurso a anteriores autoridades filosofi- cas del pensamiento europeo para tal fin puede ser consi derado, en cierto sentido, como una regresién con respecto a Marx. No es casual que Ja perentoria frase con la que Marx ajusté cuentas con sus antepasados intelectuales «Los filésofos no han hecho més que interpretar de di- yersos modos el mundo, pero de lo que se trata es de trans- formarlo»—— haya encontrado poco eco en el marxismo oc- cidental, cuyos filésofos quedaron legalmente desembara- zados de la unidad revolucionaria entre teoria y practica que exigia Ia onceava tesis sobre Feuerbach. Por otro lado. una sola frase no puede suprimir siglos de reflexién. La mera afirmacién de Marx nunca podia bastar para propor- cionar una filosofia al materialismo histérico, ni incluso para hacer un balance de las viejas filosofias anteriores a fl. Ademés, la propia cultura filoséfica de Marx no era en modo alguno exhaustiva. Basada esencialmente en Hegel y Feuerbach, no se caracterizaba por su conocimiento intimo de Kant o Hume, Descartes 0 Leibniz, Platon o Tomas de ‘Aquino, para no hablar de otras figuras menores. Asi, en otro sentido, una regresién cronolégica mas allé de Marx no era necesariamente una reincidencia filoséfica, precisa mente porque Marx nunca habia evaluado o superado toda la ética, la metafisica o la estética anteriores; ni siquiera BW La tnica excepcion a esta regla es el marxista italiano Sebastiano ‘Timpenaro, quien ha defendide el legado filoséfico de Engels con, digni- cea a autoridad en su hibro Su! materialismo, Pisa, 1870, pp. 1122 (Pra- ee) aterlalismo y estructuralismo, Barcelona, Fontanella, 1973). La car Medi Ta obra de Timpanaro le da con creces derecho ‘a ser conside- Wat Gn todo examen general del marxismo occidental en esta época. Sin rae fto he catndo divigida tan expresamente contra todas las otras es- SEaeeientro de este ultimo, y Fepresenta una postura tan divergente; See Sa ‘simple inclusidn aqui podria parecer gratuita. No obstante, ni SUS icra esta obra intransigentemente original ha escapado a certas deter. saeergnce comuunes del marxismo occidental, Véase més adelante, cap. 4, nota 4. B Perry Anderson habia abordado muchos problemas bésicos de la filosofia cldsica. En otras palabras, habia cierta legitimidad en los sucesivos intentos hechos dentro del marxismo occidental para establecer un linaje intelectual que se remontara mas allé de Marx. Porque todo desarrollo creador de la filoso- fia marxista inevitablemente tendria que pasar por una re- consideracién de la compleja historia cognoscitiva que el mismo Marx ignoraba o evitaba. Los puntos de partida exis- tentes en la obra de Marx eran demasiado escasos y dema- siado estrechos para que esto no fuese necesario. Ai mismo tiempo, no es menester subrayar los riesgos implicitos en un prolongado recurso a las tradiciones filoséficas premar- xistas: es bien conocido el peso abrumador de los motivos idealistas y religiosos en ellas. La primera reinterpretacién importante del marxismo cue hizo un uso fundamental de un sistema premarxista para construir su propio discurso tedrico fue el enfoque que de Hegel hizo Lukacs en Historia y consciencia de clase. Hegel nunca habfa sido muy estudiado en la II Internacional: por Io general, sus principales pensadores le hab{an considera- do como un precursor remoto, pero ya sin importancia, de Marx, de menor entidad que Feuerbach”. Lukécs invirtié radicalmente esta apreciacién, y por primera vez clevé a Hegel a una posicién absolutamente dominante en Ja pre- historia del pensamiento marxista. La influencia de esta reevaluacién de Hegel iba a ser profunda y duradera para toda la tradici6n posterior del marxismo occidental, coinci- dieran 0 no con ella los pensadores posteriores. Pero el re- curso de Lukacs a Hegel fue mucho més allé de esta atri- bucién genealégica, pues dos de las tesis tedricas basicas de Historia y consciencia de clase provenian de Hegel més que de Marx: la idea del proletariado como el «sujeto-objeto idéntico de la historia», cuya conciencia de clase superaba por ello el problema de la relatividad social del conoci- 21 Véanse los propios comentarios de Lukécs en History and class consciousness, p. xxi. La principal excepcién fue Labriola, quien habia Sido ‘un fildsofo hegeliano antes de su encuentro con el marxismo. De GM ia repentina revelacion del «descubrimienton de Hegel por Lenin, después del descrédito de la TI Internacional en 1916. Cambios formales n miento, y Ia tendencia a concebir la «alienacién» como una objetivacién externa de la objetividad humana, cliya reapro- piacidn serfa un retorno a una pristina subjetividad interior, lo que permitia a Lukécs identificar el logro por la clase obrera de una verdadera conciencia de si misma con la rea- lizacion de una revolucién socialista. Cuarenta afios més tarde, Lukacs iba a describir esas tesis distintivas de Histo- ria y consciencia de clase como «una pluscuamhegelizacin de Hegel» ®. Sin embargo, la reevaluaci6n de la importancia de Hegel para el marxismo, que inicié Historia y conscien- cia de clase, hallé muchos sucesores. El mismo Lukées més tarde traté de redescubrir categorfas fundamentales del pen- samiento de Marx en el de Hegel, més que de introducir categorias hegelianas en el marxismo. Su estudio de El jo- ven Hegel (1938) fue un esfuerzo mucho més erudito para establecer una continuidad directa entre Hegel y Marx, ba- sado en la lectura por Lukécs de los manuscritos de 1844, fen Moscti, y en el papel de conceptos econémicos como el de trabajo en los primeros escritos de Hegel. Tres aiios mas tarde, Marcuse publicé Razén y revolucién en Nueva York, con el subtitulo de Hegel y el surgimiento de 1a teoria social, primer intento de efectuar un andlisis mar- xista de todo el desarrollo del pensamiento de Hegel, en to- das sus fases, como preparacién y condicién para la obra de Marx. La fidelidad de Marcuse a este concepto de Hegel nunca vacil6. Adorno, mucho més eritico que Lukacs o Mar- cuse del idealismo objetivo como «filosofia de la identidad», bas6, sin embargo, su importante obra en los procedimien- tos de la Fenomenologia del espiritu: «El método de Hegel —declaré— inspiré el de Minima moralia»™, En Francia, en cambio, aun admitiendo la importancia fundamental de He- gel en la formacion de Marx, Sartre iba a invertir su eva: luacién y a exaltar la contribucién antitética de Kierke- gaard como correctivo filoséfico a Hegel dentro del marxis- mo. Si bien sostenfa que el mismo Marx habia superado la @ History and class consciousness, p. xxill (P. x3). 2 Der junge Hegel no fue publicado hasta 1948 a causa de I guerra. 2 Minima moralia, Londres, NIB, 1974, p. 16 (Minima moratia, Caracas, Montedvila, 1975) 80 Perry Anderson antinomia entre Kierkegaard y Hegel, afirmé que el mar- atumo del siglo xx habia tendido a convertirse en un neo” hegelianismo petri icado, revalidando de este modo la pro- testa del existencialismo en nombre de la experiencia indi \Geual frente a un sistema objetivista omnimodo, experien tia que Kierkegaard habia sido el primero en expresar * 1 aes astruceién de Sartre del proceso histérico en la ChE ta tela razon dialéctica tomé como irreductible punto de partida el individuo concebido de este modo, como término Part de toda clase social. Aun después de la Critica, el tint Binal gsofo al que dedicé un estudio especial fue Kierke gaard*. ‘En Italia, Della Volpe y su escuela fueron resueltamente antihegelianos desde el comienzo: tajantemente negativos arees evaluacién de la filosoffa de Hegel y_positivos en st sreion de que el pensamiento de Marx fue una rupture gemnpleta con Hegel. Della Volpe ubicé a Marx en un nals Guo iba desde Aristteles, pasando por Galileo, hasta Hume, ae oe cuales, sostenia, habian realizado criticas de hi postasis de su época similares a la dirigida por Mary 0 Postigel™, Pero fue su discipulo Colletti quien escribio ¢) principal ataque sistemético contra el hegelianismo ave *° Prineipevabo en el marxismo occidental: Hegel y el maris: tno. Esta obra fue concebida como una demostracion 6 fran escala de que Hegel era un filésofo cristiano intuitive cayo propésito tedrico basico era Ja aniquilacién de la rea- cayo) ProPtiva ¥ la devaluacién del intelecto, al servicio de rete ygion, y que, por tanto, estaba en las antipodas de Mo ere camblo, Colletti sostenia que el verdadero prede Marr Fipsofico de Marx fue Kant, cuya insistencia en Ja cesttyad independiente del mundo objetivo, més allé de 1» dos los conceptos cognoscitivos que se tengan de él, fue la She proptem of method, Londres, 1963, pp. 814 (eCuestones wae the Preble ta razon diaecitee, Buenos Aires, Lesada, 198, yolumen’ 1) lumen importante ensayo «Kierkeguard: the singulae, waiver en ee L isontiatism and marsism, pp. Wego («Kierkegaard cae ey Sartre 9 otros, Kierkegaard vivo, Madrid, Alianzs, 1968). Logica come sciensa positiva, Mesins, 1950. Cambios formales . 81 precursora de la tesis materialista de la irreductibilidad Hel ser al pensamiento. As, la epistemologia de Kant fue precursora de la de Marx, aunque éste nunca tuvo concien- tia de la medida de su deuda con el primero”. Andlogamen- te. para Della Volpe y Colletti, 1a teorfa politica de Marx tenia un importante precedente del que éste era incons- ciente: la obra de Rousseau. Las limitaciones filoséficas de Kant residian en su aceptacién de Jos principios de inter- cambio de la sociedad capitalista liberal, y fueron precisa- mente estos conceptos los que Rousseau repudié en una Critica radicalmente democrética del Estado representativo burgués que posteriormente Marx, en todo lo esencial, casi no harfa mas que repetir®. Un realineamiento no menos dréstico, pero en agudo contraste con Jos anteriores, se produjo en la obra de Al thusser y su escuela. Aunque menos explicita en su lengua- je, fue en esencia la més total asimilacién retroactiva de {oda una filosofia premarxista al marxismo. En este caso, QV antepasado atribuido a Marx era Spinoza. En verdad, para Althusser, «la filosoffa de Spinoza introdujo una re Folucién tedrica sin precedentes en la historia de la filoso fia y, sin lugar a dudas, la mayor revolucién filos6fica de todas los tiempos» ®, Casi todos los nuevos conceptos y mar We Hopal and mores, Londres, wie, 1973, especialmente, pp. 1338 (Et nan eee and mt Atenico, Grijaibo, 197), Ex la épocn de ta Ht Inter: ma et Motos (aden) “se ban sentido atraldos por lp Hide font sinning, Sop xtc Sistemitiea del ge étlea de Kant, pero ao Gatctt tratd de vincular Ia epistemologia de Kant con lade Marx. ” it 600 de MTN, Rousseau ¢ Mars, Roma, 1964, pp. 7277 (Rousseau dee eeresa tacuner Roca, 197). La formlacion extrema de sta 2 are Bore Goleta, slatroduetion, en Karl Mars, Early writing, gpinin sc bali Jres 19H (wintrodceton_ alos. primers escritos de enguin/st (oman de stalin, Bareelona, Anagrama, 187 Bee ee cba’ pramacia oplieta otorgada 8 Spinoza so wre ecading capltel -tanie precedente, en este caso en la WT lnternacio- oe perf meartinmo era esencalmente una variedad de Spi ese gusto de MGS Ene ra spinnin,» er allom mis, modernos: Fundamental problems FE es Gucrione” fundamentals fe a ane escagidas, 1, Bsenos Aires, “heal, 1964, p. 36D Mira afinsiones. han aldo vigorosamenteatacacas, por Colt, pare Estas alircioney cng de olenes consideratay a Mary coma una quien sPlejanow, ( cucion de Spinozas; vease Fors Rousseau to Lenin, 82 * Perry Anderson tices del marxismo de Althusser, dejando de lado los im- portados de disciplinas contemporéneas, de hecho fueron Tonados directamente de Spinoza. La distincién categorica entre «objetos del conocimiento» y «objetos reales» fue tomado directamente de la famosa distincién de Spinoza entre idea e ideatum™. El monismo oculto que une los dos polos de este dualismo fue también fielmente tomado, de Spinoza: la althusseriana «esencia general de la produc: cidne, comin al pensamiento y la realidad, no era més que fa traduccion de la maxima de Spinoza: ordo et connexio idearum rerum idem est, ac ‘ordo et connexio rerum («el orden y conexién de las ideas es el mismo que el orden y Senexion de las cosas»), La radical eliminacién por Althus- Ser del problema filosofico de las garantias del conocimien- too la verdad, también obedecfa al dicho de Spinoza veritas norma sui et falsi, consecuencia Idgica de todo monismo riguroso. De manera similar, el concepto fundamental de vGusalidad estructural» de un modo de produccién en Para leer «El capital» es una versién secularizada de la concepcién que tiene Spinoza de Dios como causa imma- fens, Sobre todo, el apasionado ataque de Althusser a la: ilusiones ideoldgicas de la experiencia inmediata en opos cién al conocimiento cientifico propio de la teorfa sola- fnente, ya todas las concepciones de los hombres y las cla- ses como sujetos conscientes de la historia, y no como «so Tmadres, nis, 1972, p. 71 (Ideologia y sociedad, Barcelona, Fontanella, 1975), Epndret 28, durante los aos veinte, Deborin y sus discipulos siguieron Er, ancy consideraron a Spinoza un «Marx sin barbay. Un punto auc 2 piesa lat co que Marx desconocia en gran medida la obra de Kant y abe sefsler ro habia leido detenidamente a Spinoza en su juventud: sin ceicartor Hay ‘pocos indicios de que haya sido particularmente influido crease en ku obra, solo es posible hallar un puflado de referencias & Spinoza, en su mayoria del género més comin. ince ine capital, p. 40, 10. dice expresamente. Para Spinoza, idea sere eaine scam quid a suo ideato: nam aliud est circulus, aliud idea Greulle (De emendatio intellectus) site Poy Mars, p. 169, Reading capital, p. 216, y Ethica, 11, proposi Reading capital, pp, $940, «La verdad es tanto el criterio de s{ mis: ma como de la falsedade: Ethica, 11, prop. xLitt, scholium. sReaing capital, pp. 18789, «Deus est ommitun rerum causa imm ens aon wero.transienss («Dios es la causa Inmanente, no transitoria, de todas las cosas»): Evhica, 1, prop. XVII. Cambios formales 83 portes» involuntarios de relaciones sociales, era una exacts Poproduccién de la denuncia de Spinoza de la experientia vaga como fuente de todos los errores y st infatigable in- Sictencia en que la ilusién arquetipica era la creencia de Tee hombres de poseer de algun modo una volicién libre, cuando de hecho estan permanentemente gobernados por Jeyes de las que no tienen conciencia: «Su idea de la liber’ tel es sélo su ignorancia de la causa de sus acciones» *. El implacable determinismo de Spinoza terminaba con la con- clusidn de que, aun en la sociedad menos opresiva, nunca Seré posible librarse del poder de la ilusién: «Quienes creen que los pueblos o los hombres divididos con res- pecto a los asuntos piiblicos pueden ser Ilevados a vivir por ja razon solamente, suefian con la edad de oro del poeta 0 con un cuento de hadas» %, Althusser adapté también esta gfirmacién: en una sociedad comunista, los hombres tam- bign estaran rodeados por los fantasmas de la ideologia como medio necesario de su experiencia espontdnea. «Todas Ine sociedades humanas secretan la ideologia como el ele- mento y la atmésfera misma indispensable a su respiracién, tou vida historia». La introduccién sistematica de Spi- nova en el materialismo historico por Althusser y sus dis: ipulos fue intelectualmente el intento mas ambicioso de Construir un linaje filos6fico para Marx y desarrollar inme- Giatamente a partir de él nuevas direcciones tedricas para {1 marxismo contemporéneo™. Sdlo en un aspecto impor- FW cHlaee ergo est corum libertatis idea, quod suarum actionum nulla cone att Chtsem:, weave Ethica, 31, prop. xxxv, scholium, Ts are CORSA caine weve el tala’ «De \serviture humana, seu de affecr cua ee eiee In esclavitud del hombre, o el poder de las emo” fu virus eecbamental en toda Ja obra de Althusser se, hace a cloness, tema, fuemociones> a. ia eideologias, Véase For Marx, Dé Hinas 28295, Reading capital, p. 180. W gpinora, Tractatus theotogico-potticus, ty 5 3 For Mars, p. 232 BFercMat™ QB cer escrito este pérrafo. Althusser, reconocl6 por Pr! men eePues sede con, Spinoza. Véase Eléments dautocritique, Paris, mera ver 34 Camentos ae autocritica, Barcelona, Lala, 1978). Sin om Fe eosin de ella sigue siendo vays y genéricn, 9 corece Toe arto, su eapo"erencias_textuales ycorrespondencias especiicas: De to comin de vels Ia verdadera extension y unidad de la transposicién gate modo, 20 Cimora a su obra teérica. Un estudio filolépieo més pro- tel ren pallarla pocas sificultades para documentaria.] 84 Perry Anderson tante Althusser se dirigié a otra parte en busca de conexio- nes significativas en la historia de la filosofia. La relativa indiferencia de Spinoza hacia la historia levé a Althusser a completar su linaje de Marx con una linea de descenden- cia secundaria que parte de Montesquieu, en una relacién muy similar a la de Kant con Rousseau en la genealogia de Colletti, Althusser atribuyé al Esprit des lois, de Montes: quieu, él trascendental descubrimiento del concepto de una totalidad social «determinada en ultima instancia» por un aspecto preponderante dentro de ella, concepto que luego il ba y ser clentificamente fundamentado por Marx en El ca- pital ®. Estos sucesivos retornos mas allé de Marx constituyen Jos casos mas destacados e influyentes dentro del_marxis- mo occidental. Pero no agotan la lista. Segiin es bien sabi- do, Goldmann eligié a Pascal como precursor fundamental de la teoria dialéctica en El Dios oculto ©, En su juventud, Lefebvre opts por Schelling como progenitor filoséfico * Be un modo més profundo y subterrineo, Adorno y Hor- Kheimer probablemente fueron también inspirados por Schelling en su introduccién de la idea de una «naturaleza caida» en el marxismo®, Marcuse, por su parte, apelé al esteticismo de Schiller en apoyo de su concepto de una fur tnra sociedad comunista®. En algunos casos, también, un mismo filésofo recibié homenaje de diversos pensadores pertenecientes a la tradicién del marxismo occidental. » Politics and history, Londres, Nia, 1973, pp. 52:53 55, (Montesquien, te politica 9 la historia, Madrid, Ciencia Nueva, 1968), E'the hidden God, ‘Londres, 1964, pp. 2434, 2512, 3002. Goldmann habia clesido antes a Kant como precursor fundamental de a idea mar Kata de Wotalided: véase Iommanuel Kant, Londres, wtp, 1971 (Introdue- Eon ¢ la filosofia de Kant, Buenos Aires, Amorrortu, 1974). La somme et le reste, pp. 41524, este episodio, ‘que no es de mis cha importancia en sf mismo para la obra posterior de Lefebvre, em otras Guetta ce parlicularmente revelador de la tendencia general de esta tradicion. Lefebvre relata que 61 y Politzer sintieron proftindamente 1a Eiesetaa ianje apropiado y por ella se pusleron conscientemente a Bus Gir uno gue les pareciera adecuado; finalmente, dieron eon Schelling ‘a'ET resurgimlento de esta nocign, oculta en ts cultura de la izquierda alemana, es un problema que esti por investigar. Frobablemente, al que primero intereséfus a Ernst Bloch, ‘O Eros und civilization, pp. 18593. Cambios formales 8 Nietzsche, por ejemplo, odioso para Lukécs, fue paradéjica- mente exaltado por Adorno, Sartre, Marcurse y Althusser “ Pero quiz la més elocuente prucba de una invisible regula- ridad que atraviesa todo el campo del marxismo occidental, por fuertes que sean sus contrastes y oposiciones internos, bs el caso de Gramsci. Pues éste fue el tinico tedrico im- portante de Occidente que no era un fildsofo, sino un poli- Tico. Ningdn interés puramente profesional podia haberle impelido a buscar antepasados anteriores a Marx. Sin em- bargo, también él organizé centralmente su obra mas orig nal alrededor de un precursor: Maquiavelo. Para Gramsci, el antecesor obligado del pasado premarxista era necesaria- mente no un filésofo clasico, sino un teérico politico como 4. Pero la medida y el tipo de los préstamos que tomé Gramsci de Maquiavelo son totalmente similares a los de otros pensadores del marxismo occidental. El también tomé Girectamente del anterior sistema del florentino términos y temas que introdujo en su propia obra. En los Cuadernos Ye la prisién, el partido revolucionario mismo se convier- fe en una versién moderna del «Principe», cuyo poder uni- tario exalté6 Maquiavelo. El reformismo es interpretado Como una visidn «corporativay semejante a la de las ciuda- des italianas, cuya decisiva estrechez Maquiavelo habia ana- tematizado, El problema de un «bloque histérico» del prole- fariado y el campesinado es contemplado desde el punto de Vista de los planes de éste para una «milicia» popular flo- Tentina, Del principio al fin, Gramsci analiza los mecanis- mos de la dominacién burguesa en la dual apariencia de la “fuerza» y el «engafio», las dos formas del centauro de Ma- Guiavelo®. Deriva la tipologia de los sistemas estatales de Gr Complrese Lukses, Der Zerstirune der Vernunft, Berlin, 1953, pie gine Q40517 (EL asatlo a fa vazdm, Barcelona, Grijalbo, 1976) unico trate, wine ee ono del tera, con 10s, comentarios de Adorno en «Letters to iiento owicrenine, New Left Review, 81, septiembrooctubre de 1973, pa TAS hay Sartre, Saint Genet, Londres, 1964, pp. M650 (San, Genel, Hue Bina reg Losada): Marcuse, Eros and civilization, pp. 13924, y Aithus Ser, Lenin and philosophy, p. 181 1s Se cei" risen notebooks, Londres, 1971, especialmente pp. 125-43, 1478 eights, (Existen varias antologias en castellano de los Cuadernos Tt prisidny vase, entre ellas, la Antotagia compilada por M. Sacristén, Madrid, Siglo XX1,' 1974.) 86 Perry Anderson la triada de éste formada por el «territorio», la «autoridad> y el «consenso», Para Gramsci, el pensamiento de Maquia- velo stambién podria ser llamado una ‘filosofia de la pra- xis'» “, que era la forma en que Gramsci aludia al marxis- mo en la prision. Asi, hasta el mayor y menos tipico de sus representantes confirma las reglas generativas del marxis- mo occidental, _ La unidad operativa que delimitaba el campo del mar- xismo occidental en su conjunto, con sus desplazamientos globales de ejes, no exclufa, desde luego, las divisiones sub- jetivas y los agudos antagonismos dentro de él. En verdad, éstos contribuyeron mucho a generar la vitalidad interna y la variedad de esta tradicién, una vez establecidos histéri- camente sus limites externos. Sin embargo, es caracteristi- co del marxismo occidental que nunca haya elaborado una cartografia exacta 0 adecuada de su propio paisaje intelec- tual. Esta laguna fue una consecuencia légica de uno de los rasgos mas sorprendentes y paraddjicos de la nueva cul- tura tedrica que se desarrollé después de 1920: su falta de iniernacionalismo. Este hecho sefialé también una radical divergencia de los cénones del marxismo clasico. Hemos visto que Marx y Engels mantuvieron correspondencia y se pelearon con socialistas de toda Europa y fuera de ella. Los tedricos sucesores de la II Internacional estaban mucho més arraigados en sus contextos politicos nacionales que los fundadores del materialismo histérico, pero también formaban, al mismo tiempo, un ambito integrado de debate socialista internacional. En la generacién que siguié a Marx y Engels, la recepcién a la obra de Labriola brinda quizés el ejemplo mas elocuente de la comunicacién continental que existia por entonces. Labriola, el primer fedrico mar- xista que surgié en la zona politicamente atrasada y ob dada del sur de Europa, se hizo famoso con extraordinaria rapidez desde Paris hasta San Petersburgo. En realidad, su primer ensayo importante le fue encargado por Sorel para Le Devenir Social, de Francia, en 1895; al afio, el periddico “ Prison notebooks, p. 288. Cambios formales 87 de Kautsky en Alemania, Die Neue Zeit, lo habia registrado y saludado; en 1897, Plejénov publicé una larga recension de los escritos de Labriola en Novoe Slovo, en Rusia; pocos meses mas tarde, Lenin instaba a su hermana a que los tradujera al ruso, y en 1898 aparecié una traduccién rusa- La generacién siguiente de marxistas formé una comunidad atin mas internacionalista, si cabe, de pensadores y mili- tantes, cuyos apasionados debates teéricos se basaban en gran medida en el estudio cabal y minucioso de las obras de tunos y otros. La controversia sobre La acumulacion de ca- pital, de Luxemburgo, es un impresionante ejemplo de ello Fue este ambiente, por supuesto, el que hizo de la creacién disciplinada de la IIT Internacional una culminacién de la experiencia histérica anterior del movimiento obrero en el continente, a la par que una ruptura con ella. Con la victoria del «socialismo en un solo pais» en la URSS, seguida de la progresiva burocratizacién de la Ko- mintern y finalmente las perspectivas nacionalistas adop- tadas por el comunismo europeo durante la segunda gue- tra mundial y después de ella, el marco dominante de la discusién marxista sufrié un cambio fundamental, Esta se desarrollé cada vez més, no sélo lejos de la militancia poli- tica, sino también de todo horizonte internacional. La teo- ra se contrajo gradualmente a compartimientos nacionales, aislados unos de otros por la indiferencia o la ignorancia relativas. Este proceso fue tanto més extrafio cuanto que la abrumadora mayoria de los nuevos teéricos, como hemos visto, eran especialistas académicos situados en los mas ele- vados niveles de sus respectivos sistemas universitarios, y, por tanto, se hallaban idealmente dotados, en principio, de facilidad de lenguaje y ocio para efectuar un estudio serio y lograr el conocimiento de los sistemas intelectuales de otras naciones. Sin embargo, de hecho, los filésofos de esta trai cién —de estilos complejos y recénditos, como nunca habia ocurrido antes— eran, prdcticamente sin excepcién, provin- cianos en grado sumo y carecian de informacién sobre las culturas tedricas de los paises vecinos. Es asombroso que dentro de todo el corpus del marxismo occidental no haya una sola evaluacién seria o critica pormenorizada de la obra Xo DE BELGRANO™ OTECA 8 Perry Anderson ce un teérico importante por otro que revele un intimo co- rocimiento textual 0 un minimo cuidado analitico en su tra- tamiento. A Io sumo hay calumnias precipitadas 0 elogios easuales, unas y otros hasados en lecturas ripidas y super- ficiales. Ejempios tipicos de esta mutua pretericién son las pocas y vagas observaciones de Sartre sobre Lukées, las di persas y anacrénicas disgresiones de Adorno sobre Sartre, fas virulentas invectivas de Colletti contra Marcuse, la con- fusion —propia de un aficionado— de Althusser entre Grarasci y Colletti y el rotundo rechazo de Althusser por Della Volpe ®. Y se trata meramente de comentarios incide1 tales en obras cuya finalidad principal es totalmente otra. No hay ningiin caso en el marxismo occidental de un com- tate 0 conflicto teérico total de un pensador o escuela con ctro, y menos atin de un dominio global del Ambito interna- cionai de esta tradicion. Esto ocurre hasta en los casos en que hay una relacién entre mentor y discipulo: por ejem- plo, Ja aceptacién por Goldmann de la obra de! primer Lu- kacs nunca fue acompafiada del menor interés 0 estudio critico de su obra posterior. El resultado de este provincia- smo y esta ignorancia generalizados con respecto a los sistemas extranacionales de pensamiento fue impedir toda conciencia coherente y hicida del edificio del marxismo oc- cidental en su conjunto. El desconccimiento mutuo de los te6ricos mantuvo en una opaca oscuridad el sistema real de relaciones y diferencias entre ellos. Esto no significa que no hubiera intentos de delimitar claros frentes de batalla dentro del campo del marxismo occidental. Dos de tales intentos al menos fueron efectua- dos en los afios sesenta por Althusser y Colletti, Ambos se basaron en una indiscriminada amalgama de todos los ctros sistemas, aparte del propio, en un solo bloque filosé- fico, y en el rechazo de este conjunto como proveniente de “ Sartrs, The problem of method. pp. 21, 37.9, 524: Adorno, Negative diatectic, Londres, 1973, pp. #951 (Dialéctica necativa, Madrid, Taurus, 1915), Colletti, From Rowsseau 10 Lenin, pp. 12840; Althusser, Reading capital, pp, 1348; Della Volpe, Critica dettideotogia contemporanea, Roma, 1967, pp. 2526 m, 3435 n, 37 n, (Criffea de la tdeolouia conten pordnea, Madrid, A. Corazén, 1970). " Cambios formales 89 Hegel y viciado por él, junto con la pretensién de que sélo su propia obra entroncaba directamente con Marx. Por lo demas, Jos dos relatos del desarrollo del marxismo desde los afios veinte eran mutuamente incompatibles, pues las categorias de Althusser incluian explicitamente a Colletti en la tradicién hegeliana que repudiaba, mientras que la Idgica de Colletti atribufa a Althusser la herencia hegeliana que denunciaba. De estas dos construcciones retrospectivas, la interpretacion de Althusser era mas amplia y compren- siva. Para él, las obras de Lukacs, Korsch, Gramsci, Sartre, Goldmann, Della Volpe y Colletti eran todas clasificables como variantes del «historicismo»: una ideologia en la cual la sociedad se convierte en una totalidad «expresiva» circu- lar, la historia en un flujo homogéneo del tiempo lineal, la filosofia en una autoconciencia del proceso histérico, la lu- cha de clases en un combate de «sujetos» colectivos, el ca- pitalismo en un universo esencialmente definido por la alienacién, y el comunismo en un estado de verdadero hu- manismo més allé de la alienacién®, La mayoria de estas tesis, argiiia Althusser, provenian de Hegel, a través de Feuerbach y los escritos del joven Marx: Ja teorfa cientifica del materialismo histérico se fundé en una ruptura radical con ellas, realizada por Marx en El capital. La reconstruc: cién de Colletti, en cambio, tenia un enfoque mas estrecho, aunque de mayor alcance: para él, el primer Lukécs, Ador- no, Marcuse, Horkheimer y Sartre estaban unidos en el ataque comin contra la ciencia y la negacién del materia lismo, inherente a la afirmacion de que la contradiccién un principio de realidad, mas que de razén, mientras que el materialismo dialéctico al que el Lukdcs posterior y Althusser se adherian era meramente una versién naturalista del mis- mo idealismo oculto. Ambos procedian de la critica meta- fisica al intelecto de Hegel, cuyo fin era Ja aniquilacién fi- Joséfica de la materia“. Esta critica habia sido fatalmente Vinse Reading canitl, np, 1943, 1 Maton anal Hegel np. 1138, La admisién por Althusser de 1a aa lectice de In naturatera como 1 tnico clemento valioso aue puede sab wesc er utgels una ver sebautizado como eprocexo sin suitor, Te site Unecumente dentro del campo de la erica de Colletti; ease Lenin and soph, pp. 11248. : ” pine Pe pL GRAN? 90 Perry Anderson mal entendida y adoptada por Engels en el Anti-Dithring, con lo que habia echado los cimientos de una Ifnea de pen- samiento que iba a suponer una desviacién completa del materialismo racional y cientifico de Marx, ejemplificado en el método l6gico de El capital. {Qué validez puede asignarse a estas dos tesis? Esté bastante claro que tanto la escuela de Della Volpe como la de Althusser se han distinguido por ciertos rasgos comunes que las separa de otros sistemas del marxismo occidental. Su hostilidad hacia Hegel, desarrollada antes y de manera mas profunda en el sistema de Della Volpe, los destaca muy cbviamente en una tradicién que, por lo demds, muestra una predominante tendencia hegeliana. Ademés de esto, comparten el nuevo y agresivo énfasis en el cardcter cient ico del marxismo, en la preeminencia de El capital dentro de la obra de Marx, y en la consiguiente importancia cardi- nal del pensamiento politico de Lenin. Ambos representaron una vehemente reaccién contra las anteriores tendencias teé- ricas, que negaban o ignoraban muchas de las aserciones de la tradicién clésica, Pero estas caracteristicas no bastan para dividir todo el campo del marxismo europeo desde 1920 en dos bandos antitéticos. Las polaridades simples Propuestas por Althusser o Colletti son demasiado toscas y panordmicas y se basan en estudios comparativos dema- siado escasos para proporcionar una gufa seria en la com- pleja constelacin de tendencias filoséficas dentro del mar- xismo occidental, incluidas las de ellos. Ni siquiera serfa exacto hablar de un espectro mas sutil 0 continuo de sis- temas en lugar de una tajante polaridad de ellos, porque las actitudes de Jos tedricos a menudo han coincidido 0 se han superpuesto de manera desconcertante, desde muy di versos puntos de partida, lo que excluye su alineacién en una tinica gama de posiciones filoséficas. El cardcter irre- conciliable de las tipologias que proponen Colletti y Althus- ser es en si un indicio de la aporfa légica de ambos. Ast, el tema de la alienacién fue tildado de archihegeliano por Al thusser, y su rechazo considerado como una condicién pre- via del ‘materialismo cientifico; sin embargo, Colletti, cuyo ataque a Hegel era mas radical y mas documentado que el Cambios formales 9 de Althusser, retuvo el concepto de alienacién por conside- rarlo fundamental en la obra del Marx maduro y en el ma- terialismo historico como ciencia. A la inversa, Colletti con- centré su fuego en la dialéctica de la materia en Hegel, como piedra de toque religiosa de su idealismo y el mas nocivo legado al pensamiento socialista posterior; en cambio, Al- thusser sefialé el mismo aspecto de la obra de Hegel como el tinico elemento viable de indagacién cientifica hereda- do de él por el marxismo. Ademas, el entrecruzamiento de tendencias va mucho més alld de estos dos protagonists. Gran parte del sistema de Althusser fue construido contra el de Sartre, dominante en Francia a principios de los afios sesenta; mientras que la mayor parte de la polémica de Colletti estuvo dirigida contra la Escuela de Francfort, temporalmente dominante en Alemania a fines-de los afios sesenta. Ninguno de ellos parece haber tenido un conocimiento intimo del adversario del otro, con el resultado de que ambos eran inconscientes de ciertas semejanzas diagonales con ellos. La creciente pre- ocupacion de Colletti por la dualidad del marxismo como «ciencia 0 revolucién», al mismo tiempo teoria de las leyes objetivas del capitalismo y de la capacidad subjetiva del proletariado para derrocar el modo de produccién del que 61 mismo es parte estructural ®, estaba en realidad muy cer- ca del punto de partida metodolégico basico de la investi- gacién de Sartre. Las involuntarias correspondencias entre Althusser y Adorno —en apariencia los dos teéricos mas alejados posibles— eran atin mds sorprendentes. La Escue- Ia de Francfort estuvo desde el comienzo de su formacién més saturada de influencia hegeliana que cualquier otra de Europa. El marxismo de Adorno representé, en los afios se- senta, una versién extrema de la renuncia a todo discurso sobre las clases la politica, precisamente los objetos a los que el marxismo de Althusser daba primacia formal. Sin embargo, la Dialéctica negativa, de Adorno, desarrollada primero en conferencias dadas en Paris en 1961 y luego com- pletada en 1966, reproduce toda una serie de motivos que “0 Véase, por ejemplo, From Rousseau to Lenin, pp. 229-36. 92 Perry Anderson se encuentran en La revolucién teérica de Marx y Para leer «El capital, publicados en 1965, por no hablar de otros que se hailan en Hegel y el marxismo, de Colletti, publica. do en 1969, Asi, entre otros temas, Adorno afirmaba expli- citamente ia absoluta primacia epistemoldgica del objeto, la ausencia de todo sujeto general en la historia y la vac dad del concepto de «negacién de la negacién», Atacaba la atencién filosofica concedida a la alienacién y la cosifica- cién como una ideologia de moda, susceptible de uso reli- gioso; el culto de las obras del joven Marx a expensas de El capital; las concepciones antropocéntricas de la historia y la emoliente retérica del humanismo que las acompafia; los mitos del trabajo como tinica fuente de riqueza social, ha- ciendo abstraccién de la naturaleza material, que es un com- ponente irreducible de ella". Adorno Heg6 incluso a hacer- se eco de los preceptos de Althusser segtin los cuales la teo- rfa es un tipo especifico de practica («practica tedrica») y la misma nocién de practica debe ser definida por la teorfa. «La teoria es una forma de practica», escribié Adorno, «y la prdctica misma es un concepto eminentemente tedri co»®. El desafiante teoricismo de estas declaraciones, que suprimen todo el problema material de la unidad entre te rfa y practica como vinculo dinamico entre el marxismo y ja lcha revolucionaria de masas, proclamando desde el co- mienzo su identidad Iéxica, puede ser considerado como un Jema general del marxismo occidental en la época posterior a Ia segunda guerra mundial. Indica la base subyacente compartida por las més dispares posturas intelectuales den- tro de él. Por lo demés, claro est4, los sistemas tedricos de Althus- ser y Adorno cran notoriamente disimiles en su problemati- ca y su orientacion. La curiosa coincidencia de ciertos te- mas importantes en sus obras es mera prueba de que un vago contraste binario entre escuclas hegelianas y antihe BW Vase Negative dialectic, pp. 67, 89, 15860, 1778, 184, 1902, 304 Deb: sefalarse que la insistencia de ‘Adorno en la primacia’ del objeto es al menos tan vigorosa como la de Colletti, 1o cua! hace ociosos los Sages gencricos de éste ala Escuela de Prancfort a este respecte © Stichworte, Franctort, 1968, p. 171; Negative dialectic, p. 14 Cambios formales 93 gelianas es totalmente inadecuado para definir la ubieacion exacta de las diferentes escuelas dentro del marxismo occi Gental o las relaciones entre ellas. La misma multiplicidad fe filiaciones filoséficas que hemos examinado —que no solo incluyen a Hegel, sino también a Kant, Schelling, Sp noza, Kierkegaard, Pascal, Rousseau, Montesquieu y otros— excluye tal alineacién polar. Ademas, los vinculos colatera- les de cada tedrico con diversos sectores de la cultura bur- guesa contemporénea complican atin més el problema de as afinidades y antagonismos entre ellos. Estos, a su vez, han estado condicionados y regulados por las diversas si- tuaciones politicas nacionaies. En otras palabras, es perfee- tamente evidente que cada sistema particular de esta tra- dicién ha recibido la impronta de una pluralidad de deter- minaciones, derivadas de los diferentes horizontes y niveles de las estructuras sociales ¢ ideoldgicas de su tiempo y del pasado, lo cual ha producido una gran heterogeneidad de Teorfas, dentro de los parémetros de la coyuntura historica basica que delimita a toda Ja tradicién. No disponemos de espacio aqui para explorar la distribucién real de las rela- ciones dentro de este campo, en toda su complejidad. Para nuestros fines, es mas importante considerar la originalidad Gescollante de cada sistema frente al legado clasico del ma- terialismo historico de la época precedente. Porque en todo balance de las realizaciones del marxismo occidental, el des- arrollo de nuevos conceptos o Ja aparicién de nuevos temas brinda el indicio mas claro de su naturaleza y su potencia como tradicién, 4, INNOVACIONES TEMATICAS Podemos discernir de inmediato ciertos rasgos generales. El marxismo occidental, como hemos visto, desde 1920 se inhibié cada vez mas de abordar tedricamente los grandes problemas econémicos o politicos. Gramsci fue el ultimo de sus pensadores que traté directamente en sus escritos pro- blemas fundamentales de la lucha de clases. Sin embargo, tampoco él escribié nada sobre la economia capitalista en si, en el sentido clasico de analizar las leyes del movimien- to de este modo de produccién''. Después de él. se produjo tun silencio similar con respecto al orden politico de la dominacién burguesa y al modo de derrocarlo. El resultado fue que el marxismo occidental en su conjunto, cuando fue més alld de cuestiones de método para considerar proble- mas de sustancia, se concentr6 casi totalmente en el estudio de las superestructuras, Ademas, los érdenes superestruc- turales especificos por los que mostré un interés mayor y més constante fueron los mas alejados de la base material, de la base econémica, segin la expresion de Engels. En otras palabras, no fueron el Estado o el Derecho los que TEI silencio de Gramsci sore fos problemas econsmices fue total. Sin embargo, pradhice y mistetosamente, uno de ses mas inimos y vehoe Snot Tue Pero Srafta, quien sirvio @eIntermediaro. en su correspow Scotts con a'r fuera ‘Je talia dares los tmos afer de su pilin, S‘probsblemente fue el sitio, hombre. que hablo de polities interac: AaPSom Gramoch, pocos meses antes Ge Su maverte, acaelda en 193. Hay Serio simbulsmo” en esta extrana relacion entre’ el mas grande pens Gor poitico marsst de Gceidente y el mas original terico de Ta econo tla de le penguerta, con su tessa de itinidad personal ylejrnento Inteccaa. No" parece haber exstdo. ni la'mas remote. conesion entre log aniveraos de’ sus respecivas br. La clea de Sraffa dela econo: Inia nesclasca baa seins slunenn y"derminn ow too fe hes Gono del compo del marcsmo. Sin. cmbargo esta notable Tealizacion te acompatiad po ftom at at de Mars 4 Rcd ose ma que gurgio della {uc apeoar menos inclemente bars la Yeoria valor de El capital. pe a Innovaciones temdticas 95 le proporcionaron los objetos tipicos de su investigacién. Lo que concentré el foco de su atencién fue la cultura. 'Y sobre todo, dentro del émbito de la cultura, fue el arte el que absorbio las principales energias y dotes del mar- xismo occidental. A este respecto, la norma es Ilamativa. Lukécs dedicé la mayor parte de su vida a trabajos sobre Ja literatura, produciendo una apretada serie de estudios so- bre la novela alemana y europea, desde Goethe y Scott hasta Mann y Solzhenitsin, para culminar en una gran Estética general, su obra publicada més extensa y ambiciosa*, Ador- no escribié una docena de libros sobre musica que inclu yen tanto analisis globales de las transformaciones musica- ies del siglo xx como interpretaciones de compositores, por ejemplo, Wagner y Mahler, ademas de tres volimenes de ensayos. sobre literatura; también completé su obra con una Teoria estética general’, El legado tedrico mas signifi- cativo de Benjamin dentro del marxismo fue un ensayo sobre La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, y su principal obra critica en los afios treinta fue un estudio sobre Baudelaire‘. Paralelamente, concentré su interés en la obra de Brecht. El principal trabajo de Gold- Taesthetik, Berlin/Neuvied, 1963. Las obras més importantes de ext tica lteraria marxista traducidas hasta ahora. al inglés son: Studies in Estopear realism (1950, The historical novel (1982), The meaning of con emporary realiom (1968), Essays on Thomas Mann (1968), Goethe and his te 1196), Solshenitsyn (570). Excepto la primera, todas han sido publi eebat por Merlin Press, que tambien ha tradueido en 1971 la obra pi SMinists ‘Theory of the novel. (En castellano estan en curso de_ pul MaDe Tae “obras ‘Completas de Lukées: Mexico y Barcelona, Editorial Grijalbo.) WMesthetische Theorie, Franefort, 1970 (Teoria estética, Madrid Tau- rus, 1918). De los principales. estudios musicales, s6lo’ Philosophy of Jnodern music, Londres, 1973 (La filosofia de la nueva musica, Buenos hires, Sur) ha sido hasta ahora traducido al inglés. Los tres volimenes Ge Noten zur Literatur Tueron publicados en Alemania (Berlin y Franc: fort del Meno, 195861) T Vease. Illuminations, pp, 21953 (Discursos interrumpidos, 1, pp. 15: st); y Charles Baudelaire: lyric poet im the era of high capitalism, Lon- Gres, NB, 1973; (Illuminations, 2, Baudelaire, Madrid, Taurus, 1972) “Benjamin. desde Iuego, fue un intimo ‘interlocutor de Brecht en el cexilio. El pensamiento estetico de Brecht, si bien es de gran importancia fntrinseca como es obvio— en la historia del marxismo europeo de st Hempo, estuvo siempre subordinado a su préctica como dramaturgo, ¥ por To tanto cae fuera del dmbito de este ensayo. Sobre la doble rela- Pign de Brecht con Benjamin y Lukécs, véase Understanding Brecht, pi- Ge 96 Perry Anderson mann fue un anélisis de Racine y el jansenismo, El Dios , que al mismo tiempo establecié un canon general de critica literaria para el materialismo histérico; en. sus otros escritos cxploré el teatro y la novela modernos (Mal raux)*, Lefebvre, a su vez, escribié una Contribucién a la estética’. Della Volpe, por su parte, elaboré otra teoria tética en gran escala, la Critica del gusto, ademas de ensa- yos sobre cine y poesia. Marcuse no escribié ninguna obra sobr2 algiin artista especifico, pero sistematicamente traté Ja estética como la categoria fundamental de una sociedad libre, en la que «el arte como forma de realidad» finalmen- te modelaria los contornos objetivos del propio mundo so- cial, tema comin a Eros y civilizacion y Un ensayo sobre la liberacién’. El primer encuentro de Sartre on el marxismo coincidié con su publicacién de ¢Qué es le literatura?; du- rante la transicién hacia su labor dentro de la teorfa mar- xista, su principal obra versé sobre Genet, a la par que escribié sobre Mallarmé y Tintoretto"; y cuando finalmen- te rematé su paso al marxismo, dedicé el decenio siguiente a un monumental estudio sobre Flaubert, concebido en una escala mayor que la suma de todas sus obras filoséficas, anteciores ". Gramsci, como de costumbre, presenta un caso finaw TOBZT Utuminaciones, 3, Tentatvas sobre Brecht, Madrid, Taurus Hs sat dieyou'ae eceht dildos en ew Leff Review ®t mar bil de Fe oAtat Gears Luaceeeane £1 compromiso en ari’ fo ‘erata, Barelona, Penna, 170), Las citcas de Adorno sobre Benje tein Brecht pod hase contexte traidos en New Left Review 81, septiembre-octubre de 1973 («Letters to Walter Benjamins), y 87. 88, septiembre-diciembre de 1974 («Commitments). Estos complejos int - sem etatyen uno Ue los mas importantes achat del detrralo Salta! del marian Fourie soicoyie du roman, Pari, 1964 (Para una socitona de la novela, Madrid, Ciencia Nueva, 1967). ‘ a oman fete, Par 8 Erle del ass Min? 8 (Cvtce del gusto, Barcelona, Sel Ba reat Bios incase Himico, Roma, B84 U8 vero Homie 9 ois Tryon ue este, Madrid, Clonca Nueva, 1980 “PBF nas cnplca setaracion puede falar cn su ensayo vArt as 4 fon of malign, eh New del Reston, M, llloayosto ue 97 Ty Coslos Sobre Malian Tinreta eon te, no han publ Trenton era cn realidad extngon Wovon vane’ M. Can May yb Le certo de Serres Pars. Toi, pp 26231415 1 Maio dete faite vol. ri Pari Mead TEL tions de le fa mila, Bucnow Arey Tiempo Contcmnporanes, 197). Hay una extrata se Trojan cae tr cbra de Sartre sobre Flaubert ine Benjamin sobre Innovaciones temdticas 7 dentro de esta galeria que, si bien esta relacionado con los ‘anteriores, es distintas de ellos. Escribié mucho sobre la literatura italiana en los Cuadernos de la prision™, pero ol objeto primario de su indagacién tedrica no fue el reino Gel arte, sino la estructura y funcidn total de la cultura para los sistemas de poder politico de Europa, desde el Renaci- miento hasta nuestros dias. Asi, sus investigaciones mas profundas y originales fueron andlisis institucionales de la formacién y la division historicas de los intelectuales, el cariicter social de la educacién y el papel de las ideologias mediadoras en la ciunentacion de bloques entre clases. Toda Ja obra de Gramsci estuvo constantemente centrada en te mas superestructurales, pero, a diferencia de otros teéricos del marxismo occidental, abordé ia cuestién de la autono- mia y la eficacia de las superestructuras culturales como un problema politico, que debia ser examinado tebricamen- te como tal de modo explicito, en su relacién con el man- tenimiento o la subversion del orden social. También Al thusser, por tiltimo, s6lo abandoné el terreno del método y llevé 2 cabo andlisis sustantivos para explorar cuestiones Superestructurales exchusivamente: su ensayo mas largo de Cate tipo vers6 sobre la ideologia y la educacién, adoptando manifiestamente un punto de partida que derivaba de Gramsci; otros textos mas breves trataban de teatro 0 pin- tura (Brecht o Cremonini) v de la naturaleza del arte. Fue- ta del campo de la filosofia, la Gnica aplicacién elaborada Ge sus ideas que Heva el sello de su autoridad personal ha sido una teoria de Ja literatura". Asi, la tematica cult Tuinine, pese al contraste entre el gigantismo de uno y ef miniaturisino aaeeeae Etiestudio de Benjamin iba # dividirse en (res partes: el misma fiaudeine como alegorista;, el mundo social de Paris en medio del. cual Tomo objeto. padtico que sintetiza el significado Sa poeta y'del capital, El estudio de Sartre también fue concebido en Get Potttma ‘tripartite: la formacion subjetiva de la personalidad de Haubert, cl Segundo. Imperio como campo, objetivo de su recepcién aaeertista, » Aladame Bovary como unidad historica singular de ambos, WS Midon Lerreratua evita nazignale es el més extenso de los Cuadernos ile ta priston en la edicion de Einaudi, pero incluye las prise- saeeeteas, teatvales. ce Gramsel, anteriores a su encarcelamiento; VP Ye etdcology snd ideological State apparatuses, «Cremonini, pain. ter af tie abstracts, «A letter on arts, en Lenin and philosophy and ather Tre tio thay mingan volumen en castellano que retina todos los textos eseribi, yf meveanci 98 Perry Anderson ral ¢ ideolégica ha predominado uniformemente en el mar- xismo occidental del principio al fin. La estética, que desde la Ilustracién ha sido el puente mas cercano de la filosofia hacia el mundo conereto, ha ejercido una especial y cons- tante atraccién sobre sus tedricos “, La gran riqueza y va- riedad de los escritos producidos en este dominio, mucho més rico y sutil que todo lo hecho dentro de la herencia cla- sica del materialismo historico, quiza sea a fin de cuentas el logro colectivo mas perdurable de esta tradicion. Pero, al mismo tiempo, los principales sistemas intelec- tuales del marxismo occidental también han engendrado ¢s- pecificamente nuevos temas tedricos, de mayor importan- cia para el materialismo histérico en su conjunto. Lo distintivo de estas concepciones es su radical novedad con respecto al legado clisico del marxismo. Se las puede de- finir por la ausencia de todo indicio 0 anticipacién de cllas en los escritos del joven o del viejo Marx, o en la obra de sus herederos de la II Internacional. El criterio adecuado aqui no es la validez de estas innovaciones o su compatibi- lidad con los principios basicos del marxismo, sino su ori- ginalidad. No es tarea de estas consideraciones efectuar una evaluacién critica de los méritos de cada una de ellas, pues ello excederia de nuestros limites. Por el momento sera su- ficiente sefialar las desviaciones conceptuales mas significa- tivas, con respecto a lo anterior, en el desarrollo del mar- xismo occidental. Toda tentativa de este tipo debe inevita- blemente ser arbitraria, en cierta medida, en su seleccién; particularmente, dentro de los estrechos limites de este ensayo, no es posible brindar un andlisis exhaustivo ®. Pero Ge Atthasser incluidos en inglés en Lenin and philosophy; véase «Ideologia J aperatos Ideologcos de Estados en Bscrites, Barcelona, Laia, 1974); «The Jpicealo teatro’ Bertolazzi and Brechts, en For Marx, y’Pierre Macherey, Pour une theorie de la production Utiéraie, en la serie Theorie, de Al thuseer, Paris, 1966 ES significative que la nica obra. de verdalera calidad que abar- ca ampliamente todo'el marxismo occidenial” sea un estudio estético Marsism and form, de Frederic Jameson ‘S'Se' vera que ios. sistemas principales que no se apartaron radical mente del canon de la teoria, marxista anterior fueron los creados por Della Volpe ¥ Lukacs, En ambos casos, esto se Telacionaba con una ft Innovaciones temdticas 9 ciertos temas distintivos resaltan inconfundiblemente en las teorfas que estamos examinando. Se los puede considerar como un recuento minimo de las contribuciones sui generis de la tradicién que nos ocupa. ‘A este respecto, cabe referirse primero y ante todo a la nocién de hegemonia de Gramsci. El término provenia del movimiento socialista ruso, donde Plejénov y Axelrod fue- ron los primeros en emplearlo en discusiones estratégicas sobre la futura direccién por la clase obrera de una revolu- cién en Rusia". La adopcion de ese término por Gramsci lo transformé en un concepto totalmente nuevo en el dis- curso marxista, destinado precisamente a teorizar sobre unas estructuras politicas del poder capitalista que no exis- tian en la Rusia zarista. Recordando los andlisis de Maquia- velo de la violencia y el engajfio e invirti¢ndolos tacitamente, Gramsci formulé el concepto de hegemonia para designar la fortaleza y Ia complejidad muchisimo mayores de la do- minacién de la burguesia en Europa occidental, que habian impedido la repeticién de la revolucién de Octubre en las zonas capitalistas avanzadas del continente. Este sistema he- geménico de poder fue definido por el grado de consenso que obtenia de las masas populares a las que dominaba, y la consiguiente reduccién en la cantidad de coercién ne- cesaria para reprimirlas. Sus mecanismos de control para asegurarse este consenso residian en una red ramificada de instituciones culturales —escuelas, iglesias, partidos, aso- ciaciones, etc— que inculcaban a las masas explotadas la subordinacién pasiva, a través de un conjunto de ideologias elaboradas en el pasado histérico y transmitidas por gru- pos intelectuales auxiliares de la clase dominante. Esos in- telectuales, a su vez, podian ser tomados por la_ clase Gclidad textual mas estricta a los escritos de Marx (¢para bien o para SEI) El desarrollo Ge temas como Tos de Ia alienacién o 1a cosificacién Grit joven Lukics no. son genuinas innovaciones, por grande que haya figade’s ser su difusion mucho mas tarde en el marxismo occidental, pues va estin presentes en toda la obra del joven Marx. EE EXolueldm 5" significacion del concepto de heyemunta serén exa: jadas exlensamente en otra parte, en un futuro ensayo sobre Gramsci Aue aparecerd en New Left Review («The antinomies of Antonio Gramsci, Rew Left Review, 100, noviembre de 1976enero de 1977; Las antinomias de Antonio Gramsci, Barcelona, Fontamara, 1978) 100 Perry Anderson dominante de anteriores modos de produccién («tradiciona- les») 0 engendrados dentro de sus propias filas sociales (

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