Está en la página 1de 116
Margaret Mead Adolescencia y cultura en Samoa Titulo original: Comming of Age in Samoa Traduecién de Elena Durkelsky Yofte Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martin Badosa 1. reimpresién en Espana, 1990 = a Sieoretneer © de todas las ediciones en castellano, Editorial Paidés, SAICF: Defensa, 599 ~ Buenos Aires, © de esta edicién, Ediciones Paidos thérica, S.A, Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona, ISBN: 84-7509-634-4 Deposito legal: B - 42.056/1990 Impreso en Indugraf, S. A. Badajoz, 145 - 08018 Barcelona Impreso en Espana - Printed in Spain SUMARIO Prefacio a la edicién de 1939 1925-1939 Expresiones de agradecimicnto Prefacio de Franz Boas Adolescencia y culturi en Samoa Introduccién 1. Un dia en Samoa : IL La edueacion del nite samoano UL. La familia samoana IV. La nia y su grupo de edad. V._ La joven en lx comunidad VI. Relaciones sexuales formales VII. EL papel de la danza ‘VIIL La actitud respecto a la personalidad IX, Bxperiencia e individualidad de la joven X. La joven en conflictos : XI. Madurez y ancianidad XIL Nuestros problemas educativos considerados a la luz de la experiencia samoana IIL Edueacién para la cleccibn Apéndice 1 Apéndice IL Apendice IIL Apéndice 1V. Apéndice V. u 4 32 33 31 48 34 n 101 nz 133 144 152 176 199 207 24 237 268 276 290 294 PREFACIO A LA EDICIGN DE 1939 Me parece razonable reunir estos libros + en un solo volumen, ya que estén constituidos por una serie de estudios realizados desde 1925 hasta 1933, acerca de algunos pueblos primitives de los Mares ‘del Sur, y ademas expresan un punto de vista finico aunque pro- vo, y son resultado de un comin método de en- foque. Ex los tres libron he conuiderado las estrict ras (patterns) ® de estas sociedades primitivas —tan diferentes de nuestra cultura y entie. si— desde la ventajosa posicién de-un grupo de edad determinada, cuyos miembros estudié en detalle, con el propésito de ver toda la cultura a través de su_mentalid Sarioa me especialicé en la joven adolescentes \pero el estudio del grupo de edad preadolescente, que uti- Ticé en diche isla como mero escalén inicial, me pa- recié tan. importante para la comprensién ‘del des- arrollo del cardcter en funcién de la cultura, que en mi excursin siguiente ‘al pueblo de Manus, de las Islas ‘Almirante, en Nueva Guines, retrocedi al estudio de 1 Esto prefacio y el ensayo que le sigue, titulado “1925- 1989", coxresponden « la edicién de 1939, que incluye, ademés de Adolesconcia y cultura en Samoa, otras doe obras: Educa- cién y culturaen Nueva Guinea y Sexo y temperamenta en tres sociedades primitivas; estas iltimas aparecen en esta ‘oleccién (E.] 2 Culture pattern: “es la disposicién © configuracién de Tos gos (traits) o unidades funcionales, y de los complejos culturales que, constituyen una cultura determinads, en un momento dado” (Fairchild, Dictionary of Sociology, New York, Philosophical Library, 1944 (E.) 2 MARGARET MEAD la edad preescolar dedicdndome a la investigacién del grupo preadolescente como préximo punto de atencién. Finalmente, en mi tercera excursién me detuve particularmente en los nifios muy pequefios en el estudio especial de las formas maduras de ca- récter mostradas por los hombres y mujeres adultos, Sin embargo, sea cual fuere la edad del grupo cuya cultura examinaba, trabajé con los mismos métodos de recoleccién de datos (field methods) 1; libreta de no tas y observaciones escritas con lépiz acerca de indivi- duos identificados, contra el fondo de la cultura for- mal? sobre la base de una documentacién de la-que en ningtin caso fui exclusivamente responsable, Ein Samoa encontré abundantes materiales publicados so- bre la cultura formal; en mis dos tiltimos viajes gocé de la gran ventaja de proseguir mis investigaciones especiales paralclamente a los estudios que el doctor Reo Fortune efectuaba sobre la misma cultura, que- dando de ese modo en libertad para especial ‘en mis propios problemas. Al mismo tiempo. mis hi- pétesis experimentales pudieron ser examinadas a la luz del conocimiento original que el doctor Fortune poseia de Ia cultura en cuestign. En_mis problemas ‘especiales trabajé sola, Todos los detalles de o infantil, Ia mayor timides en la adlesceute, lu identi: ficacién de un nifio de seis afios con sus padres, et se basan en mis observaciones, Cada uno de estos cinco temas educativos fue examinado mediante el ins- 3 Con Ia expresién field methods se designan lis procedi- tmientos o las téenicas destinadas al proceso de recoleceidn de datos primarios en una investigacidn. El proceso mismo se ddesigna generalmente con Ix expresién field work, y los invese tigadores con el nombre de field workers |E.1 2 Por cultura format debe entenderte cl conjunto de los ras- 4208 culturales tal cual ee, da en los valores y normas colectivas, consideradas deste un punto de vista objetivo, es decir, con pyreseindencia de as actitudes subjetivas de los_ individuos a definicién de formal en Fairchild op. eit, (E.) ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 13 trumento selectivo de Ia atencién de un observador inico, y puede presumirse que los puntos ciegos fue- ron relativamente similares en las cinco culturas estu- diadas. Cuando cotejo la conducta de una nifia de Samoa con una de Manus, hago comparaciones sola- mente dentro de mi propic conjunto de observaciones, que deben ser aceptadas o rechazadas en funcién de la consistencia intima del cusdro quo presentan. Este método, por el que un observador encara por si solo un problema tal como el de la formacién del cardcter dentro de la cultura, fue itil en tanfo el campo era inexplorado, y los problemas tan desconocidos que sélo podian ser tratados a grandes rasgos, cuya am- plitud, digémoslo de paso, torna mucho més asequible y eficaz el material para el lector medio y estudioso de ciencias afines. Se trata de estudios de iniciacién, he- chos con un método que no volveré a emplear. Mi la- hor fatura, como la de los tes afi posados en Bali y entre los Tatmul de Nueva Guinea, cuyos resultados estin préximos a aparecer, se realizaré en colabora- cién, @ intervendrén por lo menos dos y aun hasta seis observadores provistos de modernos métodos de documentacién acompafiados por mecandgrafos 0 taquigrafos, cimaras en miniatura y filmadoras;. dis- pondran ast de un equipo de observacion que se dirija a la conducta de los nifios o las madres nativas. Los resultados de estos modernos métodos serin més vé lidos que los estudios, primitives, y proporcionarn muchos més detalles que Iuego podran ser utilizados por otros investigadores en sus anilisis; les faltard inevitablemente, en cierto grado, la unidad de los es- tudios presentados en estcs tres libros que ahora se/ publican juntos, y que, sintetizan mis primeros diez aiios.de lucha con el/problema de cémo se moldea el carécter por obra de los diversos marcos culturales Gentro de los euales nacen los seres humanos, maleay bles. y desprovistos de culturge 1925 - 1939 “PARA QUE UNA BUENA COSTUMBRE NO CORROMPA AL MUNDO” Las preguntas que los investigadores y el lector cul- to formulan sobre los pueblos primitivos han. cam- hiado radicalmente en los ailtimos quince aiios, y a causa de las nuevas cuestiones que continuamente se plantean resulta oportuno hacer reimprimir estos es- tudios sobre cinco pueblos de los Mares del Sur. Cuando se escribié Adolescencia y cultura en Sa- ‘moa, las preguntas que predominaban en el mundo cientifico y entre el piblico lector inteligente eran las siguientes: “;Qué es Ia naturaleza humana? Hasta qué punto es flexible? Qué es lo que podemos apren- der sobre sus limites y su potencialidad estudiando sociedades tan diferentes y mas simples que las nues- tras?” El estudioso de Ia cultura primitiva dispuso del material teniendo en cuenta este aspecto, para de- mostrar cuan flexible y sensible a las influencias cultu: rales era esta naturaleza humana acerca de la cual real- mente sabiamos muy poco y suponiamos mucho. En aquellos dias era importante mostrar que los cambios fisiolégicos de la adolescencia no bastaban para expli- car el perfodo de conmocién y tumulto por que atravie- san nuestros nifios, sino que la facilidad o dificultad de esta transicién debia atribuirse a un marco cultural diferente; en Samoa, a la libertad sexual, la ausencia de responsabilidad econémica, y la falta de’ toda pre- sion sobre las preferencias: en nuestra sociedad, a una expresién sexual restringida y postergada, a la’ confu- ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA nh sign averea de los papeles econémicos, y a las corrien- tes antagénicas de la vida moderna entre las cuales debe clegir el adolescente. Era un punto de vista simple —muy simple— el que presidia Ia organizacién de nuestros materiales en 1a década de,1920; se trataba meramente de la dooumentacién repetida que muestra que la naturaleza humana no es rigida e inflexible como una planta inadaptable que insiste en florecer 0 se ve impedida de desarrollarse segiin su manera peculiar, respondiendo sélo cuantitativamente al ambiente social, sino que es extraordinariamente adaptable, que los ritmos.cultu- rales son més fuertes y coercitivos que los fisiolégicos y los cubren y deforman: que el no satisfacer una necesidad artificial y culturalmente estimulada —so- brepasar a los vecinos en nuestra sociedad, por ejem- plo, o usar el mimero requerido de dientes de perro entre los manus— puede producir més infelicidad y frustracién en el corazén humano que el mis riguroso cercenamiento cultural de las demandas fisiolgicas del sexo o-el hambre. Tuvimos que presentar eviden- cigs de que el caracter humano se rige sobre una hase hiolégica capaz de una enorme diversificacion en fun- cién de los patrones sociales. La batalla que en un tiempo debimos ibrar con to- da la bateria a nuestras érdenes, utilizando los més fantisticos y pasmosos ejemplos que pudimos alistar, est ganada ahora. Asi como los devotos de la Edad Media murmurarian un previsor “Si Dios quiere”, antes de expresar un plan o un déeo, os que escri- hen sobre los problemas del hombre y Ia sociedad han aprendido a insertar un previsor “en nuestra _cultu- ra” en juicios que se habré leido, quitice anos atras, iGramente asi: “La adolescencia es siempre un perio- do de conmocién y tumulto”, “los nifios son mas ima- ginativos que los adultos”, “todos los artistas son new- réticos”, “las mujeres son més pasivas que los hom- 16 MARGARET MEAS bres”, etc., sin aquella frase previsora. Es verdad que fen algunos casos esta frase se pronuncia de labios afuera, como el “Si Dios quiere” del hombre medieval, y que los que la usan atin creen con toda el ‘alma que todos los hombres, camoanos, manus, de Mundu- gumor, esquimales y de Bantu, son realmente hechos a su imagen, con unos euantos adornos no esenciales de plumas y conchas que sélo oscurecen las similitudes mis importantes, Pero, no obstante, la tendencia-hacia una apreciacin més profunda de la maleabilidad del ser humano es bastante marcada, de manera que estudiosos de las sociedades primitivas y de su si ficacién pueden pasar a otras cuestiones. En la época en que efectué mi segundo viaje de estudios a Manus, expuesto Inego en Educacién y eul- tra en Nueva Guinea, debié considerarse un nuevo problema. Bajo la influencia del movimiento de la educacién progresiva y una interpretacién ligera y parcial de la primera floracién feliz en los experi- mentos educativos rusos, pedagogos y filésofos de- cian: “Si, el nifio es maleable; toma la forma que uno desea; por lo tanto, si se lo adiestra de manera sufi- cientemente distinta de aquella en que lo fueron sus infortunados padres,’ inmediatamente obtendré una generacion que edificara un nuevo mundo”. Aquf, nuestra premisa —Ia flexibilided de la naturaleza hu- mana— ya se habia orientado a sefialar una filosofia social de cambios culturales. Fue necesario exami- narla. En Manus encontré una sociedad cuyos principios, en esencia, no eran opuestos a los de nuestras formas més puritanas. Los adultos eran impulsados por un ru- do sistema competitivo, de arduo trabajo y con poca Gece Bee a plate cl ane; cade hombre. ta baja para si mismo y para su familia; la futura se- guridad econémica de los hijos era um objeto funda- mental. Pero los nifios no tenian participacién en este ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA. ar mundo adulto de valores monetarios y arduo trabajo; juedaban en libertad para ugar todo el dia en un agra- dable ambiente de cooperacién donde no existia Ia propiedad ni la posesién. Si la accién de exponerse ‘2 formas sociales diferentes a las que dominaban la vida de sus padres hubiera podido producir una di- ferencia tal como la que postulaban nuestros mais en- tusiastas educadores, ellc debia haber sucedido en este caso. Y sin embargo, cuando pasaban la adoles. cencia, los alegres y generosos nifios cooperatives de Manus se convertian en adultos codicioios y compe- tidores. Sobre la’ base del material de Manus, podriamos afiadir una advertencia. La naturaleza humana era maleable, sin duda, los nifios debian gozar de afios de libertad, en los que se acentuaran evidentemente otros valores que los que dominaban la vida de sus padres y madres. Pero habia limite a esa maleabili- dad. Era vano permitir que los nifios desarrollaran valores diferentes de los de su sociedad. Las formas adultas, expresadas en el modo en que esos nifios ha- Bian sido educados cuando muy pequefios y asimismo en dl tipo de vida ofrecido a los hombres jévenes prontos a casarse y a participar en la vida social, siem- pre terminaban por vencer, aunque durante un’ inter- valo de pocos afios, mientras eran nifios, se les hubiera otorgado una engafiosa libertad. La naturaleza_huma- na es flexible, pero también elistica; tendera a volver ala forma que le fue impuesta en los primeros afios De esto se sigue que “la cultura es extraordinaria- mente fuerte, No se puede alterar una sociedad dando 1 sus nifios en edad escoler nuevas formas de conduc- ta para las que la sociedad adulta no brinda campo de accion”. Una sugestién iis derivése del estudio de los nifios de Manus. Aun aceptando que la forma adulta su- perara siempre todos los yalores contradictorios acen- 18 ‘MARGARET MEAD tuados durante la nifiez, sin embargo podrian originar ta, diferencia lee discontinuidades en le edacecién Cuando los nifios crecen en linea recta, correspondien- do netamente los valores de la vida a los seis afios con aquellos que rigen a los siete afios de edad, y asi sucesivamente, sin un hueco, no existiré una po- sibilidad de mayor felicidad, de mayor consistencia de la personalidad, que cuando se permite la expresion de distintos valores en edades diferentes? Manus pre- senté ese problema: si nuestros colegios secundarios, con su alegre atmésfera de Selva de Arden, no eran en realidad la mejor preparacién para un mundo as- pero, competitivo, .laborioso, quiza la dificultad de nuestros jovenes en adptarse a la rutina de los nego- cios fuera paralela al malhumor impotente y_conte- nido con que los jévenes recién casados, en Manus, abandonaban su grupo de compafieros despreocupados para dedicarse a halagar a los parientes més viejos que habian financiado su matrimonio ?. Se extrae una sugesti6n mas del material de Manus, aunque no reparé en ella plenamente hasta que hube agudizado mi poder perceptive en otras culturas de Jos Mares del Sur, Los manus, como nuestros ante- pasados puritanos, predicaban el pecado original, es decir, presumfan que los impulsos fundamentales del hombre son inmorales, y que deben ser amortiguados para educarlos a la forma aceptada que se considera snedict: “Continuities and Discon- jing”, Psyquiatry, vol. 1, n° 2 Véese también Ruth tinaities in Cultural Cond mayo de 1938, "Hoy existe el contraste entre Tos valores atin enteiados a Jos niios —que tendrém emploos cuando erezean y sein. asi independientes—y la ausencia de esos empleos en Tx relida co, presenta una diserepancia mayor que provoca,faquietud {Y descontento en Is juventud ed " 4 Véase también Margaret Mead: “Primitive Society”, cap. 1, de Planned Society, editado por ‘. Findlay Mackenale, New York, ‘Premice Hall, Inc, 1931, ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAM0\ como vida buena. De ahi que los esfuerzos educativos prescritos por la sociedad se orientan hacia tendencia frustradas que se suponen existentes en todos los se- res humanos. Enseiian a las eriaturas a avergonzarse, ¢ insisten en que las mujeres estén prontas a bajar la cabeza en presencia de un pariente politico masculino. Esta actitud hacia la naturaleza humana nos es tan fa- miliar, tan congénita en muchos de los que hemos sen- tido las exigencias de la sociedad, fuertemente opues- tas a las demandas y necesidades de nuestra propia personalidad, que nos plantea pocas dudas. Pero la evidencia de otras sociededes sugiere que la probabil dad de frustracién indicada por tal perspectiva de la naturaleza humana, no es necesaria 0 inevitable, Los samoanos no poseen la idea del pecado original. Mas bien ven la sociedad como un mundo de estructuras gratas, si bien estrictas, parecidas a las de las vigas bellamente articuladas de sus casas, construidas en forma de colmenas; un mundo en el cual cada persona ocupari el lugar que es capaz de lenar. No hacen hin- capié en una naturaleza pecadora que debe reprimirse, en la nevesidad de someter el deseo, en una naturaleza biolégica avida y exigente a la cual frustran todas las demandas: sociales; los samoanos, por el contrari consideran que lus nifivs naven con diferente capa dad de escuchar y aprender, y con deficiencias ori nales de “comprensién”, término éste que se podria tra- ducir como “una apreciacién del valor de las formas sociales”. Sustraed a los nifios a la opresién de los mayores, ensefiadles gradualmente las reglas que tor- nan la vida sencilla y placentera, y entonces esta “comprension” florecera en sus espiritus. ‘Al estudioso de la naturaleza rigurosa de los impul 508 biolégicos, le pareceria fatua esta complacencia de los samoanos frente a impulsos que seguramente se coneretarén en demandas que la sociedad no satisfara. Se puede conceder que haya cierta veracidad tanto en 20 MARGARET MEAD Ja premisa de los manus acerca de una naturaleza humana intratable ¢ inmoral, que debe ser refrenada, como en la premisa samoana acerca de una naturaleza humana adaptable que se desarrolla en forma lenta, potencialmente feliz y conformista. Una expresién cul- tural que sera frustratoria para algunos nifios en todas las sociedades, puede ser realizable para otros en las , mismas sociedades. Aprender a leer puede ser una ta- rea horrible para un nifio, una deliciosa Mave que abre un mundo nuevo para otro. Surge esta pregunta: ,qué actitud social es ms conducente a la felicidad huma- na, a la calma y la adaptacién? ;Debe una sociedad decir en efecto: “Todo lo que te pedimos que hagas e incompatible y penoso de’ aprender y practicar, pero debes hacerlo”, o “Todo lo que te pedimos es posible y grato para ti, las recompensas mas grandes que los esfuerzos, de modo que, desde luego, ti lo harés”? Es cierto que la perspectiva cultural no es ‘el Gnico determinante de cémo reaccionaria un nifio. EI nifio que juzga que aprender a leer es una tarea penosa, puede en verdad diferir fundamentalmente del que disfruta de ella. Puede tener una memoria visual deficiente, o ser un tipo auditivo que encuentra dificil la visualizacién, 0 puede haberse frustrado tanto en otros aspectos que la leclura se encaja inevitablemen- te en el cuadro de la frustracién, Pero quizd su madre haya dicho simplemente: “El afio que viene tendras que aprender a leer; ya sé que no te gustaré. A nin- gin chico le gusta leer. Pobre hijo mio, sé que lora- ras por ello”. Anélogamente, el nifio a quien le gusta leer puede ser un tipo visual; o habérsele desarrollado tanto la curiosidad por la vida, que la necesidad de saciarla sea mucho més fuerte que el disgusto de aprender una nueva habilidad; puede ser un nifio ac- tivo, aburrido por falta de ocupacién, quiza se ha nu- trido tan generosamente de un fluyente pecho mater- nal, que espera encontrar igualmente agradable toda ADOLESCENGIA Y CULTURA EN SAMOA 21 experiencia o su madre puede simplemente haberle dicho: “El mes préximo, si te portas bien, te dejaré empezar a leer, y luego podrds leer todos etos cuentos por ti mismo, cuantas veces quieras”, La observacién de las sociedades primitivas indica que las premisas establecidas por cualquier cultura acerca del grado de frustracién o realizacién contenido en las formas culturales pueden ser mas importantes para alcanzar Ja felicidad humana que el hecho que tienda a desarrollar, sofocar o paralizar ciertos impul- sos biolégicos. Podemos tomar aqui como ejemplo la actitud de la mujer victoriana de quien no se esperaba que tuviera experiencias sexuales, y no las tuvo. No era por cierto tan frustraia como lo son sus descen- dientes, que hallan no satisfactorio lo sexual, cuyo disfrute se les habia prometido. La comparacién de sociedades tan opuestas como las de Samoa y Manus sugiere, por tanto, que es muy importante, para lograr ie fel idad Pore la manera cémo cpanel demandas de la sociedad. El suponer que la gente de. seard aquellas cosas que la cultura hace posibles, pro- duce una esperanza de desenvolvimiento feliz, optimista y progresivo. Presumir, por otra parte, que la gente querra sélo alcanzar aquello que no puede tener, no es sino otra forma de provocar una indistutible frus- tracién, como observamos actualmente en los EE. UU. de América, donde los nifios son educados para aspi- rar a una posicién econémica segura y ascendente, que en las condiciones econémicas actuales no pueden tener. Parece obvio que el deseo de poseer un automévil no es una necesidad primaria, sino estimulada cultu- ralmente; a pesar de ello, la sociedad-concede su sa- tisfaccién a algunos mientras la niega a otros. La evi- dencia que surge de la sociedad primitiva sugiere que aun impulsos presumiblemente fundamentales, como el sexo, la necesidad de relaciones sociales, la de alguna 22 MARGARET MEAD de dominio sobre el ambiente, pueden, 0 bien ser reconocidos como existentes sélo en tanto se les niega satisfaccién, lo que es motivo de muchos ardien- tes deseos insatisfechos, o bien simplemente ignorados, en cuyo caso no hay lugar a tales deseos. Mis viajes posteriores —1931-1933— a la peninsu- la de Nueva Guinea, agregaron muchos materiales so- bre las diferentes maneras de estructurar nuestras perspectivas acerea de las formas culturales que debe ‘asumir la naturaleza-humana-a-fin-de-que el_ proceso de desarrollo y la vida misma resultén un éxito o un fracaso. Las sociedades humanas pueden efectuar tales suposiciones sobre la naturaleza de los hombres, que sus sistemas-educativos son ineapaces de desarrollar. Los arapesh le Nueva Guinea suponen que todos los seres humanos, masculinos y femeninos, son por naturaleza no agresivos, desinteresados, ligeramente sensuales, agradablemente hogarefios, preocupados por produeir alimentos para nutrir a nifios en edad de cre- cimiento. No conciben la personalidad tal como es de: arrollada por la frustracién. Pero tienen formas cul- turales que frustran al nifio. Se enseiia a éste a con- fiar en que su madre esta siempre a. su disposicin y luego ella se ve obligada a irse y dejar al lactante, durante largos periodos, en pequefias aldeas donde a menudo ninguna otra mujer tiene leche, El nifio no esta pertrechado para comprender la actitud de su ma- dre sino como una hostil desercién. Reacciona con ira y agresividad. La madre, cuya desercién fue provoca- da no por hostilidad sino por la apremiante necesidad de trabajar la tierra, de subir y bajar cuestas perpen- diculares donde no podria cargar con una criatura pesada, esta impresionada y disgustada, apenada y sorprendida por la reaccién del nifio; y éste, temeroso de perder el carifio de su madre, se siente culpable por su ira, Aqui tenemos, pues, una tercera variante, La sociedad-puede suponer un tipo de cardcter que sus ADOLFSCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA 23 formas educativasson_ demasiado defectuosas~para y el resultado seré una discrepancia que contribuye a la infelicidac humana. Hoy hacemos algo similar edueando a los nifios en un sistema de escuclas piiblicas que paraliza la iniciativa y esperando luego que produzca ciudadanos,activos, inteligentes, capaces de alrontar los problemas de una democracia. Los mundugumores tienen un sistema edueativo in- efieaz, comparado con el de los arapesh. Suponen que todos los nifios, varones y mujeres, son naturalmente agresivos y hostiles. Tales caracteres congenian con la sociedad mundugumor, con su iniciacién sexual, que se parece més bien a una rifia, con su interés por la caza de cabezas, y sus costumbres sociales violentas, fanfarronas y pendencieras, donde la mano de todos os hombres se vuelve contra su hermano. Pero ni la madre mundugumor arrancando al hijito impaciente- mente de su pecho logré producir en cada nifio un cardcter que respondiera alo que de él espera la so- ciedad mundugumor, y ¢l resultado fue a veces un hombre bueno y débil, 0 una mujer afectuosa y com- placiente que no encajaba—en_su medio. La quinta sociedad, Tchambuli, presenta otra forma en que la sociedad puede complicar el cusdro educa- tivo. Mientras los arapesh y los mundugumores tienen cada uno una sola perspectiva, un solo cuadro de la personalidad humana sin tener en cuenta el sexo, los tchambuli intentan estructurar la personalidad de los sexos de manera contrastante: esperan que los hombres sean obedientes, aficionados al arte; las mujeres a daces, originales, con mayor responsabilidad econi mica. Aparte de la probabilided de que tal formulacién deforme indebidamente el contraste natural entre Ia funcién fisiolgica masculina y femenina, los tcham- buli complicaron afin més el asunto, para cada suce- siva generacién, al conservar formas patriarcales com- hinadas con personalidades mas adecuadas al matriar- ory MARGARET MEAD cado. Los jévenes encaran la opuesta exigencia de ser flojos, sensibles, dependientes de las mujeres y actuar al mismo tiempo como jefes de familia. Estos elemen- tos mezclados y tan mal coordinados causan una confu- sién e inadaptacién funcional, especialmente en los jévenes, Un paralelo de esta forma de confusién entre las realidades de la tipificacién de la personalidad y las formas socio-legales de una sociedad, puede ser hallado hoy en América, que retiene las formas patriar- ales europeas mientras exige de las mujeres un papel personal mas dominante que el que puede ejercer de acuerdo con esas formas, Asi, pues, de la observacién de cada una de estas cinco sociedades salieron nuevas sugestiones y adver- tencias, utilizables-en nuestra reflexion acerca de los problemas educativos) ~ Mi tercer viaje a los Arapesh, Mundugumor y ‘Tchambuli, me sugirié también que el encasillamiento de Ia personalidad humana segiin la edad, sexo, clase © tipos raciales, probablemente violentaré siempre el verdadero temperamento de muchos individuos., Los dos sexos, merced al marcado contraste entre sus for- mas fisieas y sus funciones fisiolégicas, quiza hayan parecido los menos susceptibles de tal tergiversacién. Sin embargo, un estudio de la tipificacién de la perso- nalidad en estas tres culturas primitivas, muestra que es posible que una cultura anule hasta las diferencias ambiente fisico, y aprender a detenerse y modelar su cada sexo en un solo sentido. Y los tchambuli hasta han invertido totalmente nuestras ideas acerca del rol de los sexos, intentando hacer de las mujeres los miem- bros de la sociedad a quienes corresponde el ser com 1 Véase también Margaret Mead: “On the Institutionalized Role of Women and Character Formation”, Zeitschrift fiir Sozialforschung, Jahrgang V, Heft, pags, 69-75, ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 25 petentes, econdmicamente responsables y dotados de iniciativa, y de los hombres los elementos sumisos. y déciles. Estos hallazgos atestiguan nuevamente el do- minio de las formas culturales sobre las “caracteris- cas innatas”. Arrojan poca luz sobre las verdaderas diferencias de sexo, pero esclarecen cémo la cultura puede guiarse sobre un tipo de temperamento y supo- her que la personalidad adecuada para expresar ese temperamento es natural para cualquier grupo deter- minado de Ia sociedad —sea éste definido por el sexo, la edad, raza o clase— o aun, como en los casos més simples (arapesh y mundugumor), que es natural pa- ra todos. Esta evidencia del vigor del condicionamien- to cultural, de la importancia de_la_perspectiva-cul- tural de un tipo dado de personalidad, nos previene acerca del desperdicio de personalidades humanas, que probablemente ocurrird siempre que la cultura intente ignorar las diferencias entre Ios seres humanos, en interés de un solo modelo imponible a cualquier gru- po 0 a todos los miembros de una sociedad. Estas fueron las sugestiones especiales, las direc- ciones y advertencias que me parecian més elocuente- mente sefialadas por los materiales, cuando los dispuse en forma de libro en 1926, 1929 y 1934, Entretanto, subsisten los relatos de estas culturas primitivas. Las costumbres arcaicas, las ceremonias inusitadas que, mientras escribo, ya estan desapareciendo ante las mi siones en Manus, Arapesh, Tchambuli y Mundugu- mor, y cuya modificacién habia comenzado cien afios ‘atrés en Samoa, pueden divertirnos y asombrarnos, desconcertarnos y animarnos durante una hora. Pero tiene una constante significacién para nuestro. pensa- miento lo que se halla implicito en estos experimentos con respecto a los habitos de vida, a las formas en que el hombre puede Megar a estar en términos apenas tolerables 0 bien sumamente constructivos y agrada- bles con su propia naturaleza, sus compaiieros y su MARGARET MEAD ambiente fisico, y aprender a detenerse y modelar su mundo imaginativamente, en funcién de la religion y el arte. En 1939 la gente formula a las ciencias sociales pre- guntas mucho més profundas © inquisitives que en 1925. La maleabilidad de la naturaleza humana, las re- glas del crecimiento y cambio de las formas sociales, ya no son asuntos de interés sélo pera el educador profesional, el filésofo de la sociedad y el socidlogo. El hombre de la calle se ha tornado activa y penosa- mente consciente de ello. Ya no da por supuestas sus formas’ sociales, como una persona sana da por su- puesto el funeionamiento de su corazén y su higado. El rechinamiento y chirrido de la estructura social lo han tornado socialmente consciente. Una vez consciente esta obligado a elegir, 0 por lo menos a desear la po- sibilidad de eleccién. Si las formas sociales no han sido fijadas por Dios o por procesos histéricos inalterables, que puede imprimirseles nueva direccién y defi. i6n mediante el ejercicio de la voluntad humana, todos los que piensan y se preocupan por la suerte de su propia generacién y por el mundo en el cual sus descendientes inmediatos han de vivir, miserable o humanamente, y aun por la suerte de las generaciones de hombres mas remotas, estan. inevitablemente—obli- gados_a elegir. Leves decisiones tomadas ahora, una mera desviacién del curso del desarrollo social, pueden tener consecuencias de magnitud imprevista de aqui a diez. generaciones. Cuando construimos un nuevo mun- do, jqué clase de mundo queremos construir? Esta es la pregunta que se formula al socidlogo de hoy. Debe el psicélogo exponer sus conocimientos sobre las necesidades bisicas del hombre, especificando las ne cesidades que no pueden ser ignoradas sin daiiar el desarrollo del individuo’ y privarlo de su_plenitud funcional coma ser humano, El psiquiatra fijara los limites del esfuerzo que pueden soportar los individuos ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA ‘educados dentro de un sistema cultural determinado. uiles son las condiciones que en la personalidad y el mundo exterior motivan la quiebra de algunos indivi- Hibos ante cl esfuerzo exigito por la subeletencia, y qué cambios pueden efeciuarse en la educacién y las formas sociales a fin de evitar en lo posible los fraca- sos. Se solicita al econoinista que dé un juicio sobre Jos recursos del pais, las relaciones entre 1a tecnologia, las fuentes naturales y la organizacién social, que de- fina los limites econémicos dentro de los cuales debe funcionar un sistema social. Debera el socidlogo faci- litarnos informacién sobre las relaciones reciprocas de los individuos en los grupos y de los grupos entre si, y manifestar qué formas de la organizacién social son mutuamente compatibles, y cuales conducen a fines sociales o destructivos, a la rutina interna y externa, y ala guerra. De los estudiosos de la cultura, de los antropélogos, puede exigirse un orden diferente de indicaciones. El antropélogo se ocupa de las relaciones reciprocas en- “tre la naturaleza humana, el ambiente natural del hom- bre, sus invenciones tecnolégicas, su organizacién so- cial y las estructuras simbélicas de !a religion, el arte y la filosofia, mediante las cuales se dota a la vida de Yalor y sentido. Como estudioso que compara muchas culturas humanas, esti ex: condiciones de discutir sis- temas totales, considerando las ventajas de un aspecto, Tas desventajas de otro, derivadas de distintas integra- ciones culturales, Nos ayudan estas cinco culturas de los Mares del Sur a elegir entre uno y otro tipo de sistema social? Considerando estas cinco culturas nos encontramos frente a sociedades homogéneas, que acentéan un con- junto de valores humanos a expensas de todos los de- és. Los samoanos hacen hincapié en una vida grata, facil, difusa y emotiva, en una descansada seguridad que te apoya sobre formas sociales dignas de confian= i ‘MARGARET MEAD za, en un minimo de expresion simbélica. En Samoa la persona con marcada individualided y capaz de fuertes sentimientos, con tendencia a la expresin reli- giosa o artistica, o aficionada al pensamiento especu- lativo, esta en una posicién desfavorable. La sociedad no sélo no tiene ubicacién para tales personas, sino que las desaprueba, de modo que la posesién de e303 dones lega a ser un riesgo. Los manus insisten en la virtud, practica de la abstinencia, la prosperidad, la laboriosidad, 1a negacién de la carne, el aplazamiento de todas las satisfacciones, y 1a biisqueda individua- lista de beneficios personales. Los que no estén intere- sados en tales objetivos no tienen un papel en esta s0- ciedad: el artista, el filésofo, individuos que estiman las relaciones personales, no. encuentran alli ningiin lugar. En Arapesh, todo el valor se adjudica a la acti- vidad paternal tranquila, carente de agresivided, y los que experimentan_sentimientos intensos 0 violentos son rechazados, mientras los individuos ‘que habrian sido considerados cercanos al ideal social en Arapesh son rechazados en Mundugumor. En Tchambuli, la contrastante tipificacién de los sexos constituye la ba- se de la no utilizacién de ciertos tipos; el hombre fuerte con capacidad de direccién, la mujer subordina- da, afectuosa, maternal, no encuentran lugar. Cada sociedad ha tomado un acento y le ha dado una plena ¢ integra expresién a expensas de otras potencialidades de la especie humana. ‘Si tomamos estas cinco sociedades como~iatos en todo el problema de la homogeneidad contra la hete- rogeneidad, de los modelos tnicos para todos contra iuna tolerancia cultural de la diversidad, qué descubri- mos? Cuando una sociedad es homogénea, los conflic- tos, las confusiones de una sociedad heterogénea estén ausentes. El hombre primitivo, seguro en un universo cerrado y ordenado, posee una dignidad que nosotros hemos perdido. Es de una sola pieza, tiene pocas du- ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA das y pocos azoramientos..Quienes nacen en maximo eel eee to Ia calfura allaioportaca dades para una expresién limitada, pero. acabada, Los temperamentos que se apartan del modelo cultural se encuentran sin variedad necesaria para realizar sus potencialidades. Esta homogeneidad, esta coherencia, es algo que bien puede Ilenarnos de envidia, pero, con todo, podemos preguntarnos si tal homogeneidad no se compra a un precio demasiado caro. ‘Nos enfrentamos a esta pregunta; jlograriamos, si pudiéramos, un solo modelo, una homogeneidad compa- Table a la de estas culturas primitivas? No proponemos jor cierto sacrificar las invenciones que destruyen esa jomogeneidad: la escriiura, la especializacién de los ofieios, el Estado, que hizo posible integrar politica- mente pueblos que son diversos culturalmente, la tec nologia, que trasciende las fronteras nacionales. Aun- que escogiéramos la homogeneidad, el totalitarismo, un patron absolute que una nacién entera deberd acep- tar sin disputa, no podriamos lucir nunca la sencilla dignidad de las culturas de estos pueblos insulares. La dignidad del hombre primitivo se basa en la simplici- dad de los problemas que él mismo se ha planteado, en Ia ignorancia de respuestas distintas de las. que él conoce a las preguntas de por qué el sol cruza el cielo, por qué cae la lluvia, los peces desovan, o cémo debent ser concertados los casamientos humanos. Su sentido de adecuacién, el tener un punto de vista completo sobre el universo, es una fase en la historia del gra- dual desarrollo del espirity humano, que el hombre ei- vilizado bien puede enorgullecerse de contar como parte de su larga y honrosa herencia, Pero no se puede retomnar sin deshonra a esa simplicidad de espiritu, porque no hay retorno a la simplicidad de condiciones que la hicieron posible. Mientras el hombre primitivo meramente ignoraba la posibilidad de valores contras- tantes y no conocia descubrimientos cientificos que 30 ‘MARGARET MEAD busieran.en duda su simple filosofar, el hombre i Tizado deberia rechazar voluntariamente gran parte de su herencia cultural, fingiendo una ignorancia espuria en lugar de la genuina de sus antepasados y coetd- \neos primitivos. Para alcanzar una falsa_homogeneidad, el hombre moderno deberia proscribir, sofocar y cohibir a las personas e ideas que se opusieran a un esquema ex- cesiva y falsamente simplificado. Con ello aleanzaria fan s6lo una orecaria y sintética homogeneidad, cons- tmida no sobre la honestidad del conocimiento I tado, sino sobre una seleceién dogmatica en un amplio campo de conocimientos cue no se ajustan a su lecho de Procusto. Al mismo tiempo, la tentativa de impo- ner_un patrén nico sacrificaria todos los beneficios de Ia heterogeneidad duramente ganados: Ia libertad de pensamiento. con la consiguiente posibilidad de in- vestigzacién en el mundo de la naturaleza, el respeto de los valores contrarios y complementarios, y todas las nuevas estimaciones que nacen constantemente de la intrincacién y la complejidad social. desaparecerian. Los relatos acerca de los pueblos orimitivos, sin em- aren, no deben tan sélo hacer despertar una vana nostalgia por la homogeneidad. que es tan apropiada © inevitable para su grado de complejidad, como es inadecuada para el nuestro. Cada uno de estos grados de homogeneidad, acerca de los cuales poseemos i formes, atestigua’ alguna potencialidad diferente del espiritu humano, aleuna fuente especial de vida no ho- radada por otras formas culturales. Nuestra visién de un periodo en que el hombre, libre de la inseguridad econdmica. avrovecharé los recursos naturales como nunca lo ha hecho, resulta concorde con nuestra ima- gen de un mundo’ en el cual las nuevas invenciones sociales nos permitirén aprovechar las potencialidades humanas de una manera jamas experimentada. con: ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. na ciliando los valores contrastantes de la sin destruirlos. Nos hallamos frente a una encrucijada y debemos deoidimnos a avanzar hacia una heterogeneidad més ordenada, 0 retirarnos asustados hacia un patrén ‘nico que desperdiciaré nueve décimos de las potencialidades de la especie humana para que podamos gozar una seguridad demasiado cara. Tenemos oportunidad de concebir, y empezar a construir sobre la base de tal concepcién, un mundo que seré tan nuevo, por la ordenada interaccién de los miltiples dones del hom- bre, como lo es el actual por la utilizacién tecnologica de los recursos fisicos. La inmineneia de otros proble- mas —la necesidad de eneontrar alguna solucién ge- neral a los de la pobreza y de la guerra— no debe cegarnos ante la importancia que encierra la cons- truecién de un mundo que no sélo asegure la subsis- tencia y prevenga la agresi6n injustificada, sino tam- bién evite el eterno peligro de que nos veamos todos forzados a admitir un modo de vida regulado tnica- mente por un minimum de inteligencia humana. Si esolvemos nuestros problemas econémicos ¢. interna- cionales de una manera refinada, pero compromet mos esa solucién acoplindole una’ mira muy simplifi- cada e ingenua de la personalidad dentro de la cul- ura, empobrecemos el futuro, Pero si tenemos, como luna meta ante nosotros, un mundo en el cual cada don natural halle su lugar, podremos realizar las in- venciones sociales necesarias para construir un mundo, de valores recfprocamente relacionados ¢ integrados que superarén tanto la homogeneidad de los salvajes como la confusa y frustratoria heterogeneidad del siglo veinte. fa moderna, M. M. Nueva York, julio, 1939. EXPRESIONES DE AGRADECIMIENTO * Realicé la obra sobre Samoa en cardeter de fellow de Ciencias Biolégicas del Consejo Nacional de Inves- tigacién, con la cooperacién del Museo Bernice P. Bishop, de Honoluli; los gastos de viaje fueron c tesdos por mi padre, Edward Sherwood Mead; la obra sobre Manus, Educacién y cultura en Nueva Gui- nea, la escrib{ cuando era fellow en el Consejo de Investigacién de Ciencias Sociales, con la cooperacién del Consejo Nacional de Investigacién de Australia y de la Universidad de Sydney; el tercer estudio, bre tres tribus de Nueva Guinea, contenido en Sexo y temperamento, fue financiado por la Fundacién Vi del Museo Americano de Historia Natural y emprendi.- do en el ejercicio regular de mis tareas como Curadora Ayudante de Etnologis. Debo el tiempo y la libertad para componer los tres estudios al Museo Americano de Historia Natural, y especialmente a la gentileza del Dr. Clark Wissler. Deseo agradecer al almirante Stitt, entonces Ciru- jano General, y al comandante Owen S. Mink, U. 8. el apoyo brindado a mi trabajo sobre Samoa, la espe- cialisima ayuda que me otorgaron los miembros del Servicio Médico Naval de los Estados Unidos en Sa- moa, Miss Ellen Hodgson, entonces enfermera jefe, G. F. Pepe, la enfermera samoana que me ensefié el idioma y Edward R. Holt, Ayudante del jefe de Far- macia, y Mrs. Holt, quien me llevé a su hogar y me + Escrito en 1926 [E.] 1 Fall ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA yprind6 una base neutral durante los cuatro primeros ‘meses de mi labor en Manu’a, *Por la ayuda recibida en Nueva Guinea, debo agra- decer al Departamento del Interior y Territorios de ‘Australia, a la Administracién del Territorio-Mandato de Nueva Guinea, y especialmente a Su Sefioria, el juez F. B. Phillips y a Mr. E. P. W. Chinnery, entonces antropdlogo oficial y director de los Servicios de Distrito de Nueva Guinea. ‘Debo expresar_ mi mayor agradecimiento por mi adiestramiento inicial y orientacién en_antropologia, al profesor Franz Boas y a la profesora Ruth Benedict. Por la subsiguiente orientacién en el campo de las ciencias sociales y particularmente en los problemas vinculados con la personalidad y la cultura, soy deudo- ra de los profesores A. R. Radcliffe-Brown, William F, Ogburn, Edward Sapir ?, Mr. Lawrence K. Frank, Dr. John Dollard y Dr. Earl T. Engle. Por el aliento y ayuda por parte de instituciones, soy deudora’ del Dr. Piiay Earl Coddar®, el Dr. George Dorsey ®, M. Wi lliam Morroy* y el Dr. H. E. Gregory, entonces direc tor del P. B. Bishop Museum, Por la colaboracién tanio en los problemas précti- cos como tedxicos del trabajo de obscrvacién directa, y especialmente por la orientacién en lo referente a fa cultura humana ¢ idiomas nativos, durante los dos jes a Niieva Guinea, estoy profundamente reconoci- da al Dr. Reo F. Fortune, sin cuya constante ayuda Ia labor habria sido imposible. La orientacién preliminar en los idiomas polinesios Ja debo al profesor W. C. Handy; me he orientado acer- ca de las condiciones de Nueva Guinea en las obras 4 Fallecido. 2 Idem. 2 Idem. 4 Idem, ni MARGARET MEAD del Dr. Briggs, de la Universidad de Sydney, y en Tas de Mrs. C. P. Parkinson, Mr. J. Kramer, Mr. Burrows ® y Mrs. Burrows, que me facilitaron la direccién nece- saria para el trabajo de Tchambuli. Por la hospitalidad en Nueva Guinea, agradezco al juez F. B. Phillips, Mrs. C. P. Parkinson, Mr. J. Kra- mer, Mr, Burrows? y Mrs. Burrows, Mr. y Mrs Frank Mac-Donnel, Mr. y Mrs. James Twyeross, a los funcio- narios de distrito T. E. McAdam, F. W. Mantle y E. D. Robinson, y a los oficiales de policia MacDonald, Thomas y Bloxam; al Dr. Thomas Brennan, médico principal, y a los asistentes médicos Thomas, Upton, Catell y ‘Squires. Tengo una obligacién muy especial con Mr, Cobb2, de Karawop y Mrs. Cobb (ahora Mrs. Thomas Corrigan), quienes me brindaron amplia hospitalidad y me facilitaron la utilizacién de su resi- dencia como base para cl estudio sobre Arapesh. Agradezco sus miltiples gentilezas, especialmente en el transporte de viveres, a Mr. J. Kramer de Lotengau, Mr. y Mrs. Thomas Ifould de Boram, Mr. y Mrs. Mac- kenzie del Lady Betty, y sefiores Mason, Overall, Gib- son y Eichorn. Por la critica y consejos en la preparacién de los manuseritos, toy deudora de la Dra. Ruth Beni Dr. Reo Fortune, Dr. John Dollard y Miss M. E. berger. Por la ayuda en la preparacién de los manus- critos para su publicacién, tengo que agradecer tam- bién a mi madre, Emily Fogg Mead, a Miss Isabel Ely Lord, Dr. L. §. Cressman, Mrs. M. L. Loeb, Mrs. E. P. Siapelfelt, Miss. Leah Josephson y Mrs. Violet Whittington 4 Falleeido, 2 Idem. PREFACIO DE FRANZ BOAS Las modernas descripciones de pueblos_primitivos nos ofrecen un cuadro de su cultura clasificada de aouerdo con los diversos aspectos de la vida humana. Nos enteramos de sus. invenciones, economia domés- fica, organizacién familiar y politica, creencias y prac- ticas religiosas. A través de un estudio comparativo de estos datos y de la informacién que nos refiere su crecimiento y desenvolvimiento, nos esforzamos por econstruir, lo mejor posible, la historia de cada cul- ura particular. Algunos antropdlogos hasta confian en we el estudio comparativo revele ciertas tendencias le desarrollo que, al repetirse con frecuencia, permi= tirdn descubrir significatives generalizaciones con rela- cién al proceso del crecimiento cultural. Para el lector profano es:os estudios son interesantes debido a lo extraio de la escena, las actitudes peculiares caracteristicas de culturas extranjeras que hacen resal- tar con fuerte luz nuestras propias acbiones y conducta, Sin embargo, una descripeidn sistemética de las acti: vidades humanas nos proporciona: muy escasa com. prensin de las gctitudes mentales del individuo. Sus pensamientos y acciones aparecen meramente como expresiones de formas culturales estrictamente defini- das, Aprendemos poco sobre su estructura racional, sus amistades y conflictos con sus semejantes. I aspecta personal de la vida del individuo se ha eliminado casi en Ia presentacién sistematica: de la vida cultural del puchlo. El euadro es uniforme, al igual que una colec- vidi ile Teves que nos dicen e6mo debemos o no ce Jiortarnus. como reglas establecidas que definen estilo del arte, pero no la forma en que el artista ela- bora sus ideas de la belleza; como un catélogo de inven- ciones que no establece la forma en que el individuo supera las dificultades técnicas que ellas presentan, 'Y, sin embargo, la forma en que la personalidad reacciona ante la cultura ¢s una cuestién que debe im- portarnos profundamente y que convierte el estudio de as MARGARET SED las culturas extranjeras eh un campo de investigacion fructifero y eficaz. Estamos acostumbrados a conside- rar todas esas acciones que constituyen el contenido de nuestra cultura, como modelos que seguimos auto- ‘méticamente en tanto son comunes a toda la humani- dad. Se hallan hondamente arraigados en nuestra con- ducta, Estamos moldeados en sus formas, de modo tal que no podemos pensar sino que deben ser vélidas en. todas partes. La cortesia, 1a modestia, las buenas maneras, la con- formidad con normas éticas definidas, son formas uni- versales, pero su contenido especifico no lo es. Es instructivo saber que los modelos difieren de la ma- nera mas inesperada y ¢s atin més importante observar cémo reaccionan los individuos ante estos modelos. En nuestra civilizacién el individuo esta rodeado de dificultades que tendemos a atribuir a rasgos humanos fundamentales. Cuando hablamos de las dificultades de la nifiez y la adolescencia, pensamos en ellas como en’ periodos inevitables de adaptacién por los cuales deben pasar todos. El enfoque psicoanalitico esté amplia- mente basado en esta suposicién, El antropdlogo duda de lo correcto de estas opinio- nes, pero hasta ahora casi nadie se ha tomado el tra- bajo de identificarse suficientemente con una poblacién primitiva a fin de obtener una comprensién de estos problemas. Por lo tanto, sentimos gratitud hacia Miss ‘Mead por haber intentado una identificacién tan com- pleta con la juventud samoana, dindonos un euadro Tiicido y claro de las alegrias y dificultades con que topiezan los jovenes en una cultura tan distinta de la nuestra. Los resultados de su empefiosa investigacion confirman la sospecha largamente alimentada por los antropélogos, acerca de que mucho de lo que atribui- mos a la naturaleza humana no es més que una reac cién frente a las restriceiones que nos impone nuestra civilizacién. 7 INTRODUCCION Durante los ltimos cien afios, padres y maestros “han dejado de dar por supuestas iat dificultades de la nifiez y-la adolescencia, y trataron de adecuar la edu- cacién a las necesidades del nifio, antes que presionarlo en un inflexible patrén educativo. Dos fuerzas los moyieron a esta tarea: el desarrollo de la psicologia y las dificultades ¢ inadaptaciones de la juventud. La psicologia indicé que podia lograrse mucho mediante. €l conocimiento de la forma en que los nifios se des- arrollaban, de las etapas que atravesaban, de lo que el mundo adulto podria esperar razonablemente del. niio de dos meses o del de dos aiios. Y las amenazas del pil. pito, los agudos lamentos del filésofo social conserva: dor, los documentos de los tribunales de menores, de Jas organizaciones de ayuda social, todo sefialé que debia hacerse algo con el periodo que Ja ciencia ha denominado adolescencia. Bl espectaculo de una gene- racién joven que diverge cada vez més de las normas ¢ ideales del pasado, marchando a la deriva sin ¢l ama- rradero de normas familiares respetadas o de valores religiosos, aterroriz6 al cauto reaccionario, indujo al propagandista izquierdista a realizar cruzadas misio- neras entre los jévenes indefensos, ¢ inquieté hasta al més despreocupado. _ Bata situacién de indecisién © inestabilidad de la juventud era més evidente en la civilizacién de Estados Unidos que en la europea, porque mientras se daban en aquélla méltiples corrientes inmigratorias, normas de conducta antagénicas, ésta era més antigua y estable, 38 MARGARET MEAD Las condiciones de vida estadounidenses indujeron al psicdlogo, al educador, al filésofo de la sociedad, a ofrecer explicaciones aceptables de los problemas de los nifios en edad de crecimiento. Como hoy en la Ale- mania de posguerra !, donde la joven generacién ha de considerar problemas de adaptacién més dificiles que los afrontados por nuestros hijos, inunda las libre- rias una gran corriente de teorias sobre la adolescencia, en igual forma ¢l psicdlogo en los Estados Unidos pro- ‘cur6, explicar el desasosiego de Iq juventud. El resul- tado se expresé en obras como las de Stanley Hall: ‘Adolescencia, que atribuia las causas de sus conilictos y angustias al periodo atravesado por los nifios. La adolescencia era caracterizada como el lapso en el cual florecia el idealismo y se fortalecia la. rebelién contra las autoridades, periodo en que las dificultades y anta- gonismos eran’ absolutamente inevitables. EL especialista en psicologia infantil que era caute- loso y confiaba en el experimento para apuntalar sus conclusiones, no suscribia estas teorias. Decia: “No tenemos datos. Sélo conocemos, algo sobre. los prime- ros meses de la vida de un nifio. Estamos empezando investigar cuéndo siguen, una luz por primera vez los ojos de una criatura, ;Cémo podemos dar respuestas definidas a las preguntas aceréa de cémo una persona- lidad desarrollada, de la cual nada sabemos, respon- deré a Ja religién?” Pero las advertencias negativas, de la ciencia nunea son populares. El experimentador no se comprometia, y el socidlogo, el predicador y el pedagogo trataron arduamente de ofrecer una respues- ta categérica. Observaron la conducta de los adoles- centes en nuestra sociedad, anotaron los omnipresen- tes ¥ obvios sintomas de desasosiego, y los proclama- ron caracteristicos de ese periodo. Las madres fueron prevenidas de que “las hijas menores de veinte afios” 1 Escrito en 1925 (E.] ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SA3f0A. 39 presentan problemas particulares, Este, decfan los toé- icos; es un periodo’ dificil. Los cambios. fisicos que tienen lugar en el cuerpo de vuestros hijos e: hijas pposeen sus definidos acompafiantes psicologices. No podéis eludir uno més que otro: asf como vuestra hija se transforms corpordlmente de nifiaen mujer, cam- biard también inevitablemente su espiritu, y de una manera tarbuleita.. Los tedricos volvieron a observar a'los adolescentes de muestra civilizacion y repitieron muy convencidos: “Si,’ turbulentamente”. Ta] punto de vista, aunque no sancionado por el experimentador cuidadoso, adquiris vasta popularidad, influy6 sobre nuestro sistema educativo, paralizé nues ros esfuerzos paternales. Asi como la’madre debe hacerse fuerte frente al Ilanto de su hijo cuando a éste Te aparece su: primer diente, de igual modo debe 20. portar con toda Ia ecuanimided de que sea vapaz los desagradables y tempestuosas ‘manifestaciones, de: la “edad delicada”. Si no hey por qué culpar al nifio, tampoco debe haber un programa cuyo cumplimiento pueda exigirse del meestro, excepto el do la tolerdncia. El-tedrico continué observando la conducta de Tos ado. Tescentes norteamericanos y afio tras afio iba justifi- eando sus hipstesis, a medida que lus dificultades: de Ja juventud se mostraban y documentaban en los infor- mes de las escuelas y de es tribunales de menores. Peto, entretanto, otra manera de estudiar el des- arrollo humano habia ido ganando terreno: eurgia ol enfoque del antropélogo, quien estudia al: hombre en sus més diversos marcos sociales. El antropélogo, mien. tras examinaba su creciente conjunto de materiales #0- bre las costumbres de los primitivos, leg6 a reparar a Pe eee en la vida de cada individuo por el ambiente social en que nace y se des- arrolla. Aspectos de la conducta que estabamos hab tuados a considerar como complementos invariables de la ‘naturaleza humana, aparecieron uno a uno como 40 MARGARET MEAD. meros resultados de 1a civilizacién, presentes en los habitantes de un pais, ausentes en los de otro, y esto sin un cambio de raza, Se determin6 asi que ni la raza ni la comin naturaleza humana pueden ser responsa- bles de muchas de las formas que asumen, en diferen- les circunstancias sociales, emociones humanas aun fun- damentales como el amor, el miedo y la ira. ‘Asi, pues, el antropélogo, deduciendo de sus obser- vaciones sobre Ia conducta de los seres humanos adul- tos en otras civilizaciones, alcanza muchas conclusiones idénticas a las que logran los belavioristas, trabajando con nifios cuya naturaleza maleable no habia sido avin configurada por la oivilizacién, Con tal actitud hacia la naturaleza humana, el antro- pologo presté atencién a las opiniones corrientes sobre la adolescencia. Observs cémo actitudes que le parecie- ron dependientes del ambiente social —la rebelion contra a autoridad, los interrogantes filoséficos, el florecimiento del idealismo, el eonflicto y la lucha— eran atribuidas a un periodo de desarrollo fisico. Y so- bre la base de su conocimiento del determinismo de Ja cultura, de la plasticidad de los seres humanos, vaci 18. Se debian estas dificultades al hecho de ser ado- leccente o al de eer adolescente en los Fstados Unidos? Para el bidlogo que duda de una vieja hipétesis 0 desea verificar una nueva, existe el laboratorio bio- légico. Alli, bajo condiciones sobre las cuales puede ejercer el més rigido control, puede variar la luz, el aire, el alimento que sus plantas o animales reciben, desde el momento del nacimiento a través de toda su vida, Manteniendo constantes todas las condiciones me. hos una, puede llevar a cabo una medicién exacta de? efecto de aquella condicién. Fste es el método ideal de Ta ciencia, el método del experimento controlado, gra- cias al cual todas las hipétesis pueden ser sometidas a una estricta prueba objetiva. ‘Aun el estudioso de psicolog infantil puede repro- ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SA3{0A. 4. ducir parcialmente estas ideales condiciones de labo- yatorio. No puede controlar el ambiente prenatal del nifio a quien mas tarde someterd a la medicin obje- tiva. Le es dado sin embargo, controlar el primer ambiente del nifio, los primeros dias de su existencia, y decidir a qué sonidos, figuras, olores y sabores debe exponérsele. Mas para el estudioso del adolescente no hay tal simplicidad de condiciones de trabajo. Lo que deseamos verificar ¢s nada menos que el efecto de la civilizacién sobre un cambiante ser humano, en la edad de Ia_pubertad. Para verificarlo més rigurosamente fendriamos que construir diversas especies de civiliza- ciones y someter gran cantidad de adolescentes a estos diferentes ambientes. Deberfamos enunciar las influen- ccias cuyos efectos deseamos estudiar. Si deseéramos estudiar la influencia del nimero de amiembros de familia, construiriamos una serie de civilizaciones pa- recidas en todo aspecto salvo en la organizacién fami- liar. Entonces, si encontréramos diferencias en la cons ducta_ de nuestros adolescentes, podriamos decir con seguridad que el niimero de familiares ha causado esta diferencia; por ejemplo: el hijo ‘imico tiene una adoles- cencia més agitada que el que pertenece a una familia numerosa. Y ast podriamos proseguir a través de una eantidad de situaciones posibles: conocimiento y expe- riencia sexuales tempranos o tardios, premura u opo: cign a un desarrollo precoz, separacién de los sexos 0 educacién mixta desde la infancia, divisién del trabajo entre los sexos o tareas comunes para ambos, presiOn para escoger en materia religiosa 0 ausencia de tal presién. Variariamos un factor, mientras los demas Permanecerian absolutamente constantes, y analizaria- mos cual de los aspectos de nuestra civilizacién, si existe alguno, es responsable de las dificultades por qué pasan nuestros nifios en su adolescencia, Desgraciadamente, se nos niegan esos métodos idea. les de experimentacién cuando nuestros materiales son 2 MARGARET MEAD Ja naturaleza humana y la contextura entera de un arden social. La colonia de prueba de Herddoto, en la cual las criaturas debian ser aisladas y anotados los resultados, no es un enfoque posible. Ni es posible el método de seleecionar, en nuestra civilizacién, grupos de nifios que satisfagan uno u otro requisito. Tal sis- tema consistiria en elegir quinientos adolescentes de familias reducidas y quinientos de familias numerosas, y tratar de descubrir cuales han experimentado las. més grandes dificultades de adaptacin en la adoles- cencia. Pero no podriamos saber cuales eran Ins influen- tias que actuaban sobre estos nifios, qué efecto pueden haber tenido sus conocimientos sexuales o el ambiente sobre sit desarrollo en la adolescencia. {Qué método, pues, debemos emplear los que deses- mos realizar un experimento humano pero carecemos del poder de crear las condiciones experimentales o de hallar ejemplos controlados de las mismas en toda nues- cian’ El nico método es el del antropdlog ir a una civilizae fe y efectuar un estudi de los seres humanos bajo diferentes condiciones cul- turales en alguna otra parte del mundo. Para tales estu- dios el antropdlogo lige pueblos muy sencillos, pri- mitivos, euya sociedad no ha alcanzado nunca la com: plejidad de la nuestra, En esta eleccién de pucblos primitives, como los esquimales, los australianos, los sulares del Mar del Sur o los indios “pueblo” el antropélogo se guia por el principio de que cuanto mis simple es una civilizacién més posible es el logro del analisis. : Si se tomaran civilizaciones intrincadas como las de Europa, o superiores como las del Oriente. serian nece- sarios largos afios de estudio antes que el observador pudiera comenzar a comprender las fuerzas actuantes dentro de ellas. Un estudio de la familia francesa sola: mente, involucraria un estudio preliminar de la Histo- Ha y el Derecho francés. de las actitudes catélica y ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 43 protestante respecto de la cuestién sexual y las rela- tiones personales. En cambio, un pueblo primitivo sin Tenguaje escrito presenta an’ problema mucho menos. complicado, y un estudiante preparado puede dominar Ja estructura fundamental de una sociedad primitiva fen pocos meses. ‘Ademis, no elegimos una simple comunidad campe- sina de Europa o un grupo aislado de blancos monta- fieses de Ia América del Sur, pues el modo de vida de estos pueblos, si bien sencillo, pertenece esencialmente a Ia tradicién historiea ex que se sitéan las partes complejas de la civilizacién europea o americana, En cambio, legimos grupos primitivos que han tenido miles de afios de desarrollo historico bajo sistemas completamente diferentes de los nuestros, cuyo idioma no posee nuestras categorias indo-europeas, cuyas ideas religiosas son de naturaleza diferente y su’ organiza cién social no s6lo més sencilla, sino muy distinta de Ja nuestra, De estos contras‘es, que son bastante vividos como para asombrar ¢ iluminar a quienes estin acos- tumbrados a nuestro modo de vivir, y bastante simples como para ser captados rapidamente, es posible apren- der muchas cosas relativas al efecto de una civilzacion Asi, a fin de investigar este problema, decidi no ir Alemania o 2 Rosie, sino a Samos, ila del Mar del ur situada a unos trece grados del ecuador, habitada por un pueblo polinesio moreno. Resolvi dedicarme al estudio de la adolescente de Samoa porque, siendo yo mujer, podia lograr una mayor intimidad al trabajar con muchachas que con varones, y porque debido a la eseaser de etndlogas, nuestro conocimiento de las jove- tes primitivas es mucho nds superficial que el de los Pero actué de modo muy distinto que si me dedi cara, por ejemplo, al estudio de la adolescente di Kokomo, Indiana. En tal easo, eccmenreratle uw ‘MARGARET MEAD esencial del problema; no tendria que detenerme en el idioma de Indiana, en los modales de In mesa, o en las costumbres referentes a la manera de dormir de mis sujetos, ni deberia realizar un estudio exhaustivo de cémo aprenden a vestirse, a usar el teléfono o qué significa el concepto de conciencia en Kokomo. Todas estas cosas estin formadas por le contextura general de la vida norteamericana, conocidas por mi en cuanto inyestigadora y por vosotros en cuanto a lectores. Pero con este nuevo experimento sobre la adolescente iva el asunto era muy distinto. Ella hablaba un idioma del cual hasta los sonidos me eran extraiios, un lenguaje en el que los sustantivos se transforman ‘en yerbos y los verbos en sustantivos de la manera més parecida a un juego de prestidigitacion. Todos sus habitos de vida eran diferentes. Se sentaba de piernas ‘eruzadas sobre el suelo, y el hacerlo en una silla la hubiera tornado torpe y menguada. Comia, con los dedos, en un plato tejido; dormia en el piso. Su casa era un mero eirculo de pilares, techada por un cono de barda y alfombrada con fragmentos de coral des- ‘gastados por la accién del agua. Todo su ambiente ma- terial era diferente. Cocoteros, arboles del pan y man- 08 ge mecfan sobre si aldea, Nunca habia visto un caballo, no conocia més animales que el cerdo, perro y la rata. Constitu‘an su comida, el taro, el fruto del arbol del pan y bananas, pescado, palomas silves- tres, cordo somiasado y cangrejos terrestres. Y del mis- mo modo como era nevesario comprender este ambien- te fisico, la rutina de esta vida, tan diferente de la ‘nuestra, asi también su ambiente social y las actitudes hacia los nifios, el séxo y Ia personalidad, presentaban un intensisimo ‘contraste con el ambiente social de la muchacha norteamericana. ‘Me dediqué a las jévenes de la comunidad. Pasé la mayor parte de mi tiempo con ellas. Estudié muy aten- tamente las casas en que vivian las adolescentes. Con- ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. 45 sagré més tiempo a los juegos de los nifios que a las euniones de los adultos. Hablando su idioma, comien- do sus alimentos sentada, descalza, con lax piernas cru- zadas sobre el suclo guijoso, hice todo lo posible por yeducir al minimo las diferencias existentes entre nos- tras y aprender a conocer y comprender a todas las jovenes de tres aldehueles situadas sobre la costa de Ja pequetia isla de Tau, en el archipiélago Manu’a, ‘Alo largo de los nueve meses que pasé en Samoa, recogi muchos detalles sobre estas jévenes, Ia amplitud de sus familias, la posicién y fortuna de sus padres, el niimero de sus hermanos y hermanas, ¢l grado de expe- riencia sexual que habian tenido, Todos estos hechos rrulinarios estén resumidos en un cuadro del apéndice. No son sino el esqueleto mas desnudo, apenas la mate- vin prima para un estudic de las situaciones familiares y las relaciones sexuales, los tipos de amistad, de leal- tad, de responsabilidad personal: todos impaipables y tormentosos centros de perturhaciones en la vida de nuestras jévenes adolescentes. Dado que estas partes menos mensurables de sus vidas eran tan similares y Ta existencia de una muchacha tan parecida a la de otra en una cultura uniforme y nada compleja como Ja de Samoa, considero justificadas mis generalizacio- nes, a pesar de haber estudiada solamente cincuenta jovenes en tres pequefias aldeas vecinas, En los capitulos siguientes he descrito Ia vida de ‘estas jévenes, la de sus hermanas menores cercanas a Ja adolescencia, de sus hermanos, con quienes un estric- to tabii les prohibe hablar, de sus hermanas mayores que ya han dejado atrés In pubertad, de sus madres y padres, cuyo concepto de la vida determina las acti- tudes de sus hijos. ¥ con esta deseripeién he tratado de responder al_interfogante que me ley a Samoa: las perturbaciones que afligen a nuestros adolescentes ise deben a la naturaleza de Ia adolescencia misma a los efectos de la civilizacin? Bajo diferentes condi- 46 ‘MARGARET MEAD ciones, gla adolescencia presenta un cuadro distinto? “Ademiis, dada la naturaleza misma del problema, porque no me era familiar esta existencia simple en una pequeiia isla del Pacifico, he tenido que ofrecer un cuadro de toda la vida social de Samoa, seleccio- nando siempre los detalles con Ia intencién’ de escla- recer el problema de la adolescencia. Las cuestiones referentes a la organizacién politica que no_afectan ni_influyen sobre la joven, no estén incluidas. Las minucias averca de sistemas de parentesco o culos ancestrales, genealogias y mitologias, que son de inte- rés sdlo para el especialista, seran publicadas en otro lugar. He procurado_presentar al lector la muchacha samoaria en su grupo social, describir el curso de su Vida desde el_nacimiento hasta la muerte, Tos proble- mas que debe resolver, los valores que la guian en sus soluciones, los humanos sufrimientos y placeres que la suerte quiso le tocara vivir en una isla del Mar del_ Sur, Tal descripcién anhela algo mas que esclarecer es: te problema social. Debe dar también al lector cierta nocién de una civilizacién diferente y contrastante, de una manera distinta de vivir que otros miembros de Ja raza humana han hallado satisfactoria y grata. Sahemos que nuestras percepeiones més sutiles, nues- tros valores maximos, se basan en el contraste, que la luz sin oscuridad o la belleza sin fealdad perderian las cualidades que ahora parecen tener para nosotros. Y andlogamente, si quisiéramos apreciar nuestra propia civilizacién, esta complicada forma de vida que nos hemos elaborado como pueblo y que tanto nos cuesta transmitir a nuestros hijos, deberiamos contraponerla a otras muy diferentes. El viajero que ha visitado Europa regresa a Estados Unidos sensible a matices de sus costumbres y filosofia de la vida que hasta en- tonces no habia notado, y sin embargo Europa y Amé- rica forman parte de una sola civilizacién. Observando ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA, az Jas variaciones que se producen dentro de una nica ran estructura, el estudioso de la Europa, actual o el de nuestra historia aguzan su sentido de apreciacién. Pero si nos alejamos de la corriente de la ciltura indoeuropes, la apreciacién que podemos acordar nuestra civilizacién se acrecienta més ain. Aqui, en egiones remotas del mundo, bajo condiciones histé- muy diferentes de las que hicieron florecer y de- caer a Grecia y Roma, grupos de seres humanos kan estructurado formas de vida tan distintas de las nues- tras que no podemos aventurar conjetura alguna acerca de ai llegardn alguna vez a nuestras soluciones. Cada pueblo primitivo ha escogido un conjunto de dones y valores humanos ¢ ideo para si un arte, una organi zacién social, una religin, que constituyen su contri- bucién extraordinaria a Ia historia del espiritu hu- mano. La.de Samoa constituye sélo una de estas diferentes y agradables formas; pero tal como el viajero que se ha alejado una vez de su patria es més culto que’ el nunca ha abandonado su propia casa, asi también el conocimiento de otra caltura debe aguzar nuestra tapacidad de escudrifiar mis hondamente y apreciar con més afecto la nuestra. Dado quo nos habiemos planteady un prublema es cial, cuya solucién intentamos, este relato acerca Mis ioc de vide ec tficen pitNAGuliie sie _educacién, al proceso segin el cual el nifio que lega sin cultura ala escena humana se convierte en un ‘miembro adulto de alta significacién en su sociedad. Golocaremos el acento sohre los aspectos en que la educacién samoana, en su sentido més amplio, difiere de la nuestra. Y por este contraste quizés podamos legar, con fresca y vivida autoconciencia y autocritica, a juzgar de un modo nuevo y tal ver a forjar de manera distinta la educacién que damos a nuestros hijos, Caviruto 1 UN DI{A EN SAMOA La vida del dia comienza al amanecer; pero si ha habido Tuna hasta el alba, los gritos de los jévenes en Ia ladera pueden ofrse ya antes de la aurora, In- quietos en la noche poblada de espiritus, se gritan fuertemente uno al otro mientras apresuran su tra: bajo. Cuando el amanecer comienza a filtrarse entre Jos techos castaiio claro y las esbeltas palmeras se des- tacan contra un mar incoloro, centelleantes, los aman- tes se deslizan hacia sus hogares, desde los lugares de cita ubicados bajo las palmeras o a la sombra de las canoas varadas en la playa, a fin de que Ia luz del dia encuentre a cada uno durmiendo en el sitio que le corresponde. Los gallos cantan aisladamente y un pajaro de voz aguda chilla desde los arboles del pan, Parecen poner sordina al insistente estruendo del arre- cife los sonidos de una aldea que despierta. Los nifios Tloran; unos cuantos gemidos cortos antes que las sofiolientas madres los amamanten. Nifitos impacien- tes se desembarazan de sus sébanas y bajan amodo- rrados hasta la playa para refrescarse la cara en el mar. Los muchachos entregados a una temprana pesca, empiezan a juntar sus avios y van a despertar a sus ‘compafieros mas perezosos. Se encienden lumbres, aqui y alla el humo blanco resulta apenas visible contra a palidez del alba. Toda la aldes, amortajada y desa- Tifiada, rebulle, se frota los ojos y se encamina tamha- Teante hacia la playa. “;Talofa, Talofa! zComenzaré ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA 49 hoy el viaje?, Va vuecencia a pescar bonitos?”*, [as jévenes se detienen para reir a escondidas de al- gin rezagado que escapars durante la noche a Ia per fecucién de un padre erojado, que se aventura en Ja picara suposicién de que la hija sabia mas de la quenta sobre la presencia del joven. El muchacho, Yietima de las chanzas del que le ha sucedido en el favor de Ia novia, rifie con su rival, mientras sus pies corren por la himeda arena. Desde otro extre- mo de la aldea lega un prolongado y penetrante Jamento. Un mensajero acsba de comunicar la muerte de algin pariente, ocurrida en otra aldea. Mujeres semivestidas, sin apuro, con nifios prendidos a sus os y colocados a horcajadas sobre sus caderas, jnterrumpen su historia sobre la violenta partida de (ass, quien abandons la casa de au padre buscando thondad en el hogar de su tio, para preguntarse quign es el muerto. Los pobres murmuran sus ruegos a os parientes ricos, los hombres trazan planes para Gear juntos una red do pesct, unt mujer pide une zea de tintura amarilla a una parienta, y a través Mo le aldea suefin el itmico said que convoca a los jovenes. Se redinen desde todas partes con azadones’en Ta mano, listos para enfilar tierra adentro, hacia la plantacién. Los hombres més viejos inician sus soli- arias ccupaciones y en cada casa los habitantes, congtegados bajo el puntiagudo techo, dan principio a la rutina matinal. Los pequefios, demasiado ham- brientos para esperar el tardfo desayuno, piden terro- nes de taro? frio que mascan vorazmente. Las muje- res llevan ios de ropa para lavar al mar o al manan- tial del extremo lejano de Ia aldea, o se dirigen al interior en busta de materiales para tejer. Las mu- 4 Peces de carne comestibie y cuerpo plateado, [E.] 2 Aracea (Colocasia) do las islas del Pacifico, cultivada en los tr6picos por sus tubércules farinéceos comestibles, [E.] 50 MARGARET MEAD chachas mayores van a pescar al arrecife o se ponen a tejer un nuevo surtido de persianas. En las casas, donde los pisos guijosos han sido barridos con una dura escoba de mango largo, las mujeres gravidas y las madres que amamantan se sientan y chismean. Los ancianos se ubican aparte, entrelazando sin cesar vainas de palma en sus mus- los desnudos y musitando viejos cuentos en voz baja. Los carpinteros comienzan a trabajar en la casa nueva, mientras el propietario ronda tratando de mantenerlos de buen humor. Las familias que cocina- ran hoy, trabajan con ahinco; el taro, los fames y Jas bananas ya han sido traidos de tierra adentro; los nifios echan a correr de uno a otro lado, yendo a buscar agua del mar u hojas para rellenar el cer- do. A medida que el sol va ascendiendo en el cielo as sombras profundizan bajo los techos de barba, Ja arena quema al tacto, las flores de hibisco se mar- chitan en los setos y los nifios ordenan a los mas pequefios: “Sal del sol”. Aquellos cuyas excursiones han sido breves regresan a la aldea: las mujeres con cuerdas de medusa carmesi 0 cestas de mariscos, los hombres con cocos colocados en cestas colgadas de varas que apoyan en el hamhro. Mujeres y nifios to- man si desayuno recién salido del horno, si es dia de cocina, y los jovenes, bajo el calor del mediodia, trabajan répidamente en la preparacién del almuerzo para los mayores. ‘Mediodia. Cuando Ia arena les quema los pies, los pequefios dejan que las pelotas de hojas de pal- mera y ruedas de capullos de franchipén se marchi- ten al sol y se deslizan hacia la sombra de las casas. Las mujeres que deben salir llevan grandes hojas de banana a modo de sombrillas o se arrollan géneros mojados alrededor de la cabeza. Tras bajar unas cuantas persianas como proteccién contra los obli- ‘euos rayos del sol, todos los que quedan en la aldea ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. 51 “enyuelven sus cabezas con sabanas y van a dormir la siesta, Quiz sélo unos pocos chicos aventureros se fescapen a nadar ala sombra de una alta roca; algu- nas mujeres laboriosas continian su tejido o un apre- tado grupito de ellas se inclinan ansiosamente sobre una parturienta. La aldea esta encandilada y muerta; cualquier ruido parece singularmente fuerte e impro- ji. Las palabras tienen que atravesar lentamente el sélido calor. Luego el sol, gradualmente, se hunde en el mar. Por segunda vez en el dia la gente comienza a des- pertarse, movida quiza por el grito de “jun bote!” que resuena a través de la aldea. Los pescadores va- ran sus canoas, fatigados y consumidos por el ca- Jor, a pesar de la cal apagada puesta sobre sus ca- bezas para refrescarse el erdneo y tefiirse de rojo el cabello. Los peces de brillantes colores quedan des- parramados por el suelo apilados frente a las casas hasta que las mujeres vierten agua sobre ellos para liberarlos del tabi, Los jévenes pescadores separan pesarosos el pez tabii que debe ser enviado al jefe o Henan orgullosamente las pequefias cestas de hojas de palmera con ofrendas de pescado que llevarin a ‘sus novias. Los humbres vuelven a sus casas desde la manigua, sucios y cargedos pesadamente, gritando, mientras son saludados con sonora y creciente ca- dencia por los que han permanecido en el hogar. Se reiinen en la casa de huéspedes para beber su kava ! del atardecer. El suave golpear de manos y el tono agudo del jefe hablante® que sirve el kava repercu- ten en toda la aldea. Las muchachas recogen flores que tejen en guirnaldas: los nifios sofolientos ain tras la siesta y sin obligacién de realizar ninguna Bebide que se obliene d> ciertas especies de pimien (Piper Methysticum y P, excelsum) ‘el " ‘i 2Véme cap. 1, CE] 52 ‘MARGARET MEAD tarea particular, juegan juegos circulares on Ia pe- numbra del atardecer. Finalmente se pone el sol, en una Hamarada que se extiende desde la montafa hasta el horizonte, sobre el mar; el iltimo bafista retorna de la playa, los chicos se dispersan hacia sus casas, que parecen oscuras figuritas grabadas con- tra al ciclo; brillan luces en los hogares y cada fa- milia se reiine para la comida del atardecer. El preten- diente presenta con humildad su ofrenda, los nifios han sido Hamados y dejan su bullicioso juego, qui- za hay un huésped de honor a quien debe servirse primero, después del suave y exdtico canto de him- nos cristianos y Ia breve y graciosa oracién del ata decer. Frente-a una casa ubicada al final de la aldea un padre proclama el nacimiento de un hijo. En al- gunos circulos de familia falta un rostro; en otros, pequefios desertores han encontrado un albergue. De nuevo la calma desciende sobre la aldea, al par que él jefe de la casa, on primer lugar, Iuezo las mujeres y nifios y por iltimo los pacientes muchachos, apuran au cena. Después de la cena, los ancianos y los pequefiue- Jos se retiran a dormir. Si la gente joven tiene con- vidados, dispone de Ia parte delantera de la casa, porque el dia es adecuado para los consejos de 1 viejos y las tareas de los jévenes y la noche para ‘cosas més ligeras. Dos parientes 0 un jefe y su con- sejero se sientan y charlan sobre los sucesos del dia ‘¢ formulan planes para el siguiente. Afuera, un vocero cruza Ia aldea amunciando que el carozo del fruto del arbol del pan comunal ser abierto por la maie- nao que la aldea hard una gran red de pesca. Si hay luna, grupos de jévenes, mujeres y hombres —dos 0 tres juntos— vagan por la aldea y una mail- titud de nifios andan a la caza de cangrejos de tie- tra 0 se persiguen unos a otros entre los Arboles del pan. Media aldea puede ir a pescar a la luz de ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. 53 Jas antorchas, y el curvo arrecife fulgurara con Iumi- nosidad vacilante, resonar con exclamaciones de triunfo o desilusion, palsbras burlonas o sofocados gritos de modestia ultrajada. O un grupo de javenes puede bailar para placer de algunas doncellas visi- fantes. Muchos de los que se han retirado a dormir, atraidos por la alegre mésica, se envolyerén con las sibanes y saldrén en busca ‘del baile, Una muche- dumbre espectral vestida de blanco forma un circulo en torno de la casa jubilosamente iluminada; algunos de sus componentes se apartarén de vez en cuando y yagardn entre los atholes. A veces no descenderé el suerio sobre la aldea hasta bien pasada la medianoche; por ultimo, queda sélo el melodioso tronar del arreci- fe y el susurro de los amantes, mientras la aldea descansa hasta ¢l amanece: Capiruo IL LA EDUCACION DEL NINO SAMOANO Los cumpleaiios son sucesos de escasa monta en Samoa. En cambio, para el nacimiento de una cria- tura de elevado origen celébr: ran fiesta y se una hacen muchos regalos. El primer hijo debe nacer siempre en la aldea de la. madre, y si éta se ha ido a vivir a la de su esposo, debe volver a su casa para tal ccasién. Desde varios meses antes del nacimiento del nifio los parientes del padre traen regalos de comida para la futura madre, mientras las parientas de ésta estén ocupadas haciendo telas de corteza de un blan- 0 puro para las ropas de la criatura y tejiendo do: cenas de delgadas esteras de planta pandénea que forman el canastillo. La futura madre vuelve a. su casa cargada de presentes alimenticios, y al regresar junto a su esposo su familia la provee del equiva- lente exacto en esteras y tela de corteza, on cardcter de regalo para los familiares de su marido. En el instante del nacimiento, Ia madre o hermana del pa- dre deben estar presentes para atender al recién na- cido, mientras que la partera y los parientes de la madre atienden a la parturienta. No hay reserva en torno a un nacimiento. Las normas convencionales dictan que la madre no debe retorcerse, gritar, ni prorrumpir en invectivas contra la presencia en la casa de veinte a treinta personas que se quedarin sentadas alli durante toda la noche si es necesario, centre risas, bromas y juegos. La partera corta el cor: én umbilical con un cuchillo de bambi nuevo; to- ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA. 33. dos e=peran ansiosamente que el cordén caiga, siendo fly cefial para un banquete. Si el nifio es del sexu femenino, cl cordén se entierra debajo de una “mo: era de papel”? (xbol del cual se hace la tela de corteza) a fin de asegurar que erezca y sea laborio- fa en las tareas domésticas; si es varén, el cordén es arrojado al mar a fin de que sea un diestro pesca. dor, o enterrado debajo de una planta de taro con el abjeto de tornarlo laborioso en la agricultura, Luego Jos visitantes se retiran, la madre se levanta, se ocupa fen sus quehaceres diarios y el nuevo nifio cesa de sus- jtar tanto interés. Se olvida el dia y hasta el mes en que acid. Sus primeros pasos o su primera palabra son 1s sin comentarios efusivos, sin ceremonias, Ha srdido toda importancia ceremonial y no la reco- hraré hasta después de le pubertad; en la mayoria de las aldeas samoanas una muchacha sera ignorada desde el punto de vista ceremonial, hasta que se case. Y aun la madre recuerda tan sélo que Losaes mayor que Tupu y que Fale, el chiquillo de la hermana, es menor que Vigo, hijo de su hermano. La edad re- lativa es de gran importancia, pues el mayor puede siempre mandar al menor —hasta que las posiciones de Ia vida adulta trastruecan el orden—, pero la edad numérica puede mny hien olvidarse. Los nifios son siempre amamantados, y en los po: es casos en que a la madre le falta leche se busca tuna nodriza entre las parientas. Desde la primera semana se les da también otra comida; papaya, leche de coco, jugo de caia de azdcar; el alimento mas. ticado por la madre y luego puesto con el dedo en Ja boca del nifio; si es liquido, se moja en éste un pedazo de tela de corteza y se deja que el nifio lo chupe, tal como los pastores alimentan a Ios corde: 2 Arbol asiético (Braussonetia Papyrijera), de Ia familia de Tas moriceas, parecido a Tas moreras. [E.] 56 ‘MARGARET MEAD ros huérfanos. Los pequefios son amamantados cadi Sees ce CoLrUR EN sAMve By vex que lloran y no hay ensayos de regularidad. menos que una mujer espere otro nifio, amamantay al hijo hasta los dos o tres afios, ya que os el mét més sencillo para calmar su Hanto. Los nifios duet men con sus madres en tanto toman el pecho; d pués de destetados, a menudo pasan al cuidado de una muchacha més joven do la casa. Son bafiad frecuentemente con jugo de naranjas silvestres y fi tados con aceite de coco hasta que la piel reluce. ‘La principal nifiera es habitualmente una chica seis o siete afios que no es bastante fuerte como pa alzar a un chico de mas o menos seis meses, pero qq puede levarlo a horvajadas sobre su cadera izqui. ‘© sobre su espalda, Un chico de seis o siete meses edad, al ser levantado tomaré naturalmente esta sicién. Sus diminutas nifieras no los estimulan a minar, ya que las criaturas que saben hacerlo con tituyen cargas més complicadas. Caminan antes Megat a hablar, pero es imposible determi ‘exactitud la edad en que empiezan a hacerlo; bargo vi andar a dos chicos que, me dijeron, tei sélo nueve meses y mi impresion es que la edad pr ‘medio €5 un afio. El hecho de que se utilice el pi muchas yeces fomenta el arrastrarse, y Ins nif menores de tres o cuatro afios se arrastran o cami segiin las circunstancias. ‘Desde el nacimiento hasta la edad de cuatro 0 ci afios Ia educacién de los nifios es muy simple. Det ser edcados en familia, lo que se tora mis diff por i jndiferencia habitual hacia las actividades jos nifios muy pequefios. Deben aprender a sentai © arrastrarse déntro de la casa y a no ponerse pie, salvo que ello sea absolutamente necesario; no dirigirse de pic a un adulto; eludir el sols ‘enredar las hebras del tejédor; no desparramar ‘coco que ha sido abierto para secarlo; mantener ropas posteroinferiares por lo menos nominal- mente sujetas a sus personas; tratar el fuego y los fuchillos con adecuada cautela; no tocar la fuente 6 la taza de kava si su padre es jefe, no artastrarse Gerea del lugar donde duerme, Estas son en realidad tan slo una seric de prohibiciones reforzadas por casionales bofetones, una cantidad de gritos exaspe- tados y palabras ineficaces. El peso del castigo cominmente recae sobre la ni- fia mayor que aprende a gritar: “Sal del sol”, antes de haber aprendido plenamente la.necesidad de hacer- Jo ella misma. Por la época en que las muchachas y Jos muchachos samoanos alcanzan los dieciséis 0 die- a es es ppt manatee ‘a los menores se convierten en una parte inseparable de sus conversaciones, cual una monétona ¢ irritada tendencia Iatente en todas sus comentarios. Las he visto entremezclar sus observaciones cada dos o tres minutos con “Quédate quicto”, “‘Signtate en silencio”, ‘Céllenso la boca”, “Basta de ruido”, frases pronuncia- das en forma mecénios, aunque todos los peque- fiuelos presentes se hayan conservado tan tranquilos como una fila de ratoncitos intimidados. En general, este iiltimo requisito de silencio es continuamente mencionado y nunca hecho cumplix. Las pequefias nodrizas estén més interesadas en mantener la pax que en formar el cardcter de sus pequefias cargas y indo el nifio comienza a aullar es simplemente le- yado fuera del alcance del ofdo paterno. Ninguna madre se empefiara nunca en disciplinar a un chico puede responsabilizar uno. mayor. prevalecieran en Samoa les families cortas de e hijos, este sistema motivaria que la mitad = la poblacién fuera solicita y abnegada y la otra mitad despotica y caprichosa. Pero precisamente cuando un chico crece Io bastante como para que su erquedad se torne intolerable, se le echa a cuestas 38 ‘MARGARET MEAD uno menor, y todo proceso se repite de nuevo, siendo cada nifio disciplinado y socializado merced a la res ponsabilidad que debe asumir hacia otro mas pe- queiio. Este temor a las consecuencias desagradables que resultan del Manto de un chiquillo esta firmemente grahado en la mente de los nilios mayores, que mu- tho después de haber pasado el periodo en que era tuna necesidad, sucumbe ante algin tiranuelo que amenaza, y asi personitas de cinco afios consiguen participar en expediciones a las cuales tendran que ser Ilevadas a cuestas, en reuniones para tejer donde enredaran las hebras 0 en las cocinas donde desgarra. rin las hojas a emplearse 0 se pondran completa: mente sucios de hollin y deberén ser lavados: todo porque un muchacho o una joven se ha acostumbra: do a acceder a cualquier cosa con tal de impedir un alboroto. Este método de ceder, rogar. sobornar y reorear a los perturhadores infantiles solo se utiliza dentro de la casa o del grupo de parientes, donde hay mayores debidamente constituidos en autoridad para castigar a los chicos que no pueden hacer ca- lar a los pequefios. En cambio, las muchachas 0 mu chachos cievidus, y aun los adultos, desahogan toda su irritacién sobre los nifios fastidiosos si éstos son de un vecino o se presentan en pandilla. Si hay muy cerea un grupo de nifios, apretandose curiosamente para observar algin especticulo en el que no se les desea, son azotados sonoramente con hojas de palme: rao dispersados con una lluvia de guijarros, de los tuales piso de la casa siempre proporciona_un surtido aprovechable. Este trato no parece mejorar en verdad la conducta de los niios, sine que meramente Tos hace aferrarse ain con mas-fuerza a sus guardia- nes asustados ¢ indulgentes. Puede presumirse que el apedrear a los chicos desde una puerta vecina brinda una vélvula de escape imprescindible para los que ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOS 59. Than pasado tantas horas tediosas aplacando a sus propios parientes. Y hasta estos estallidas de célera puro gesto en un noventa y nueve por ciento de Nadie que tire piedras tiene verdadera- de herir a un chico, pero los ninos saben que si repiten sus impertinencias demasiado a menudo, por la ley del azar algunos de los trozos de coral que vuelan aterrizarén en sus rostros. Hasta Jos perros samoanos han aprendido a estimar la pro- porcién de meros gestos que hay en el “sal de la asa” de un samoano. Simplemente, salen a hurtadi- Ilas por entre una fila de postes y con igual dignidad y como por entera casualidad entran en la misma forma en el préximo clato. Una chica de seis o siste afios sabe perfectamente todas las cosas esenciales que deben evitarse, de mo- do que se le puede confiar el cuidado de un nifio menor. Desarrolla también una cantidad de técnicas sencillas. Aprende a tejer pelotas sélidas y perfectas con hojas de palmera, hacer ruedas del mismo ma- terial 0 botones de franchipan, subizse a la cima de tun cocotero trepando por el troneo con sus flexibles piececitos, abrir un coco con golpe firme y bien ases- tado de un cuchillo del tamaiio de su estatura, jugar una cantidad de jucgon colectives y entuuur Tas ca ciones correspondientes a éstos, limpiar la casa levan- tando Ia litera del piso care traer agua del mar, extender la almendra del coco para que se se- que y ayudar a recogerla cuando amenaza lluvia, arro- lar Tas hojas de la planta de pandénea para ser te- jidas, ir a una casa vecina y traer un haz de | ‘encendida para la pipa del jefe o el fuego de la cocina y a.cjercitar el tino suplicando pequefios favores a los Parientes. Pero en el santa las nifiitas todas estas tareas son meramente suplementarias de la ocupacién prin- a de atender a los chiquillos, Tos muchachi 60 MARGARET MEAD tos también cuidan algo a los pequefios, pero a los [ico Yuses als de-sad tn wletates donevalascall de ello. Los hordes fsperos de su carfcter no pulidos por la responsabilidad hacia los més chicos, son des- gastados por el contacto con muchachos més grandes, Porque los més chicos son admitidos en actividades interesantes ¢ importantes sélo en tanto su comporta- miento es circunspecto y itil. Donde las nifias son bruscamente dejadas de lado, los nifios pequefios son. pacientemente tolerados y se habitian a hacerse tie Jes. Los cuatro 0 cinco nifios que desean secundar en. Ja importante labor de ayudar a un muchachote a la- zar anguilas en el arrecife, se organizan en un equipo de trabajo sumamente eficaz; un muchacho sostiene Ta carnada, otro un Iazo extra, algunos hurgan ansio- samente en los agujeros del arrecife buscando presas mientras el de més alld recoge las anguilas captu- ‘radas en su lavalava, Las nifias, cargadas con pesados nifios o al cuidado de pequeiios vacilantes, demasiado: chicos para arriesgarse en el arrecife, desalentadas por Ia hostilidad de los muchachitos y la burla de los. més grandes, tienen pocas oportunidades para apren- der las formas més aventuradas del trabajo y el juego. ‘Asi, pues, mientras los chicos sufren primero los efec- tos disciplinarios de la atencién de los mas pequerios y Tuego tienen muchas oportunidades para aprender una efectiva cooperacién bajo la vigilancia de nifios mayores, Ia educacién de las nifias es menos amplia. Poseen un alto nivel de responsabilidad individual, pero la comunidad no les brinda lecciones. de coopera- cién_mutua, Esto es particularmente evidente en las actividades de la gente joven: los muchachos se or ganizan répidamente; las jévenes en ‘cambio pierden horas charlando, ignorantes de toda técnica de pronta y eficiente cooperacién. YY como la mujer que va a pescar sélo puede p: dejando los pequefios al cuidado de las nifias de la ADOLESCENGIA ¥ CULTURA EN SAMOA, 6 ‘casa, éstas no puoden acompaiiar a sus tias y madres. ‘ste modo aprenden aun los simples procesos de car anguilas mucho més tarde que los muchachos. Eolas manticne en la etapa del cuidado de las cria- furas y del cumplimiento de recados hasta que son ‘pastante grandes y robustas como para trabajar en Jas plantaciones y llevar alimentos a la aldea. En la pubertad se adjudican a Ia mujer estas tareas ‘mas pesadas: pero puramente por una cuestion de ta- fla y capacidad para tomar responsabilidades, més que por su madurez fisica. Antes de este periodo afia_a veces a los miembros mis viejos de la familia a las plantaciones, cuando ellos acceden a lle- yar consigo también a los chiquillos. Pero una vez ll, mientras sus hermanos y primos juntan cocos y corretean gozosamente por la manigua, ella tiene otra ver que perseguir, reunir y apaciguar a los om- nipresentes lactantes. "Apenas las jévenes son bastante fuertes como para Ilevar cargas pesadas, a 1a familia le conviene des- jar hacia las muchaches menores la responsabili- fad por los pequefios, y las adoléscentes son liberadas de la atencién de los chicos. Puede decirse con cierta justicia que el peor pérfodo de su vida ha acabado. Ya munca més estaran tar, incesantemente a disposi- cién de sus padres ni esclevizadas por tiranos de dos afios de edad. Toda la isritante y detallada rutina de los quehacerés domésticos, a la que en nuestra ci- vilizacién se acusa de torcer las almas y agriar el umor de las mujerés adultas, es levada a cabo en ‘este caso por nifias menores de catorce afios. Una lumbre, una pipa o una lémpara que hay que encender, un pedido de bebida, el Hanto del nifio, el recado del caprichoso adulto: estas cosas las obsesionan des- de la maiiana hasta la noche. Con la instalacién de escuelas oficiales cuyos cursos duran varios meses por afio, estos nifios estan ausentes de sus hogares du- : ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOX 63 “dicar un prolongado lapso a alguna actividad con- ira, Tes tuchachas con enviadan a largas expe: diciones de pesca. Aprenden a tejer costas de pescado. @ reunir-y-ordenar los haces de lefia usados en la esca que se efectia a Ia luz de antorchas, azuzar fun pulpo para hacerlo salir de su cueva y subir obe- dientemente hasta el palo que lo espera. apodada con justeza “palo ven aca”; ensartar la gran medusa rosada, le —nombre que los niios samoanos dan también al caramelo—, en una larga cuerda de corteza de hi- pisco que termina en un rehorde de hoja de palmera a modo de aguja; distinguir el pescado bueno del malo, los pescados que son de Ia estacién de los que son peligrosos en un perfodo determinado del aio; y ano tomar nunca dos pulpos hallados en pareja sobre una roca, a fin de que la mala suerte no se apodere del necio pescado Antes de esta época su conocimiento de plantas y ‘Arboles es principalmente recreativo; la planta de pandanea las provee de pepitas para collares; la pal- mera, de hojas para tejer pelotas, el bananero. propor: ciona hojas para paraguas y con media hoja en tiras puede fabricarse un fibroso “corbatin”; las corteza: de coco cortado por la mitad, con el agregado de euerdas de cinet, torman una especie de zancos; los capullos del arbol de Pua pueden coserse y transfor- marse en hermosos collares, Ahora deben aprender a reconocer estos drboles y plantas con propositos mis serios: deben saber cuindo las hojas de la pla fa de pandinea estin listas para el corte y cémo cortar las largas hojas de un solo golpe, seguro y ripido; ya distinguen las tres clases de plantas de pandanea usadas para fabricar diferentes calidades de sleras, Las bonitas semillas de naranja que proporcio. nan collares tan atractivos y ademés son comestibles, eben ser recogidas ahora como pinceles para adornar Ta tela de corteza. Las hojas de banana se juntan para } MARGARET MEAD rante Ia mayor parte del dia. Esto origina una compl ta desorganizacién en las casas nativas, que care de precedentes acerca de un modo de vida en qu Jas madres deben quedarse a cuidar a sus hijos y lo adultos realizar pequeiias tareas rutinarias y divers diligencias. ‘Antes de ser liberadas de la atencién de los nifios, Tas jovencitas poseen un conocimiento muy limitad de cualquiera de las técnieas algo complicadas. Algu: nas pueden efectuar el trabajo més simple, preparan- do el alimento a cocinar, por ejemplo, pelando ba: nanas, rallando coco, o recogiendo taro. Pocas saben tojer la sencilla cesta de acarreo. Pero ahora deben aprender a tejer todas sus cestas para llevar viveres y_a seleccionar hojas de taro adecuadas para su co. cimiento, eligiendo sélo las maduras. En la cocina aprenden a hacer palusami, a rallar la pulpa del coco, sazonarla con carozos de fruta calientes, mezclarla con agua de mar y tamizar los huesos, verter esta mezcla lechosa en un recipiente apropiado construido con hojas de taro cuyo aromético pedinculo ha sido secado, envolver éstas en una hoja de arbol del pan y atar apretadamente el pediineulo para hacer una funda que resista durante el proceso de coccién. Deben aprender a entrelazar un pescado grande en una hoja de palmera o arrollar un manojo de pescaditos en una hoja de arbol de pan; escoger Ia clase adecuada de hojas para rellenar un cerdo, juzgar cuando esta bien cocida la comida puesta en el horno fabricado con piedrecitas calentadas. Teoricamente la mayor par= te del trabajo de cocinar es realizado por los mu: chachos y cuando una joven tiene que hacer la lahor mis pesada es cuestién de comentar: “Pobre Losa, no hay muchachos en su casa y siempre debe encen: der el horn”. Pero las jévenes siempre ayudan, y @ menudo hacen gran parte del trabajo. Una yer consideradas individuos capaces de de- 4 MARGARET MEAD proteger las fuentes tejidas, para cubrir los. budine Imientras se cocinan y resguardar el humeante horn leno de comida. La banana debe ser descoxtezad exaclamente en el punto adecuado a fin de deja lisas, flexibles y negras las tiras necesarias para ado nar esteras y cestas, Entre las bananas mismas deb distinguirse las que estin maduras como para ser so terradas, lag doradas y curvas listas para comer, Tas adecuadas para secarlas al sol y hacer rollos pastelito de fruta. La corteza de hibisco ya no put ser desgarrada a la ventura si se desea una cuei como de rafia para un puiiado de conchas; deben efe tuarse largos viajes al interior a fin de escoger co teza de calidad conveniento para el tejido. En Ja casa, la tarea principal de lajoven es aprendei a tejer. Tiene que dominar varias técnicas diferentes, Primero aprende a tejer ramas de palmera; la nerva- dura central de sus hojas sirve de borde a la cest © do orilla ala estera, y sus hojuclas ya estan dispues tas como para ser tejidas. Con las hojas de palmers ‘aprende a tejer una cesta de acarreo hecha con medi hoja, trenzando las hojuelas y curvando la nervadurs para formar un borde. Luego se le ensefia a tejer | persianas que cuelgan entre los postes de In casa, co: Jocando media hoja sobre otra y trenzando las hojuc las, Mas dificiles son las esteras del piso, tejidas cot cuatro grandes hojas de palmera y las fuentes de co: mida con sus jntrineados disefios. Aprende también a hacer abanicos, unos sencillos, tejidos con dos jue resliza muy bien; otros acordonados, més complicados, que son prerrogativa de tejedoras ‘més viejas y diestras. Por lo coman, alguna mujet mayor de la casa ensefia a tejer a la muchacha y ‘ecupa de que haga por lo menos un articulo de cad clase, pero sélo requiere de ella que produzca en can= tidad las cosas mis simples, como las persianas. Com Ja planta de pandanea aprende a tejer las esteras ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 65 ‘eomunes para el suelo, uno o dos tipos de esteras famas més complicadas, y después, cuando tiene trece @ catoreo afios, empieza su primera estera fina, La fstera representa el punto maximo del virtuosismo samoano en el tejido. Tejidas con la mejor calidad de mnta de pandinea remcjada, desccada y raspada BN socicide non biosours lorena sare delyadez de papel, con hebras que tienen mas 0 me- nos cuatro milimetros de ancho, se tarda uno o dos afios en terminarlas, y son tan suaves y flexibles como lino. Forman la unidad de valor y deben incluirse siempre en la dote de In novia. Las muchachas rara ez terminan una estera fina antes de los diecinueve ‘o veinte afios de ‘edad, pero la tienen comenzada, y enyuelta en otra més ordinaria permanece entre los tabrios como testimonio de la laboriosidad y habili- dad manual de la joven. Se ensefia a las muchachas Jos rudimentos de la fabricacién de tela de corteza; saben seleccionar y cortar las varas de morera de pa- pel, pelar la corteza, abatenarla después que ha sido yaspada por manos més expertas, El modelado dela tela con una tablilla patron o por dibujo a pulso se deja para los adultos de més experiencia ‘A través de este periodo de educacién més 0 menos sistemitica, las jéveues muntienen un equilibrio muy elicado entre la reputacién que les da el poseer un minimum necesario de conocimientos y un virtuosismo que plantearia exigencias demasiado gravosas. Las oportunidades de matrimonio de una muchacha se ven muy disminuidas si por la aldea circula el rumor de que es perezosa e inepta para las tareas. domésticas, Realiza el tejido rutinario, especialmente persianas y estas de acarteo. Ayuda en el trabajo de la planta- tidn_y 1a cocina, teje un poquito de. su estera fina. Pero desecha el virtuosism asi como toda otra clase le responsabilidad, con el invariable comentario Laititi a’u” (“Pero soy muy joven”), Todo su inte- 66 MARGARET MEAD rés se vuelea hacia las aventuras sexuales clandest nas; se contenta con efectuar tareas rutinarias, com Jo hace también, hasta cierto punto, su hermano. Pero al muchacho de diecisiete afios no se lo abi dona pasivamente a sus propias ideas. Ha aprendid Tos rudimentos de la pesca, sabe levar a salvo w canoa zozobrante al arrecife 0 manejar el canalete de popa de un bote de pescar. Sabe plantar taro, tra plantar cocos o pelarlos sobre una estaca y sacar I pulpa de una sola cuchillada, diestra y répida, A diecisiete o dieciocho afios es introducido en la Aumag sociedad de los hombres jévenes y de los adultos sit titulo, grupo Hamado no con eufemismo sino seria mente: “‘la energia de la aldea”. Aqui se lo vuelv ficiente por la rivalidad, el precepto y el ejempl Los jefes mas viejos que vigilan las actividades de I Aumaga contemplan con igual severidad toda reinci= dencia y toda precocidad indebida. El prestigio de s grtipo es siempre tenido en cuenta por la Aumaga de las aldeas vecinas. Sus compaiteros ridiculizan y persi- guen al muchacho que no aparece cuando se. realiz cualquier actividad del grupo, ya se trate de un trabaj para Ia aldea efectuado en las plantaciones, la pesca cocinar para los jefes o representar en una visita cere: monial efectuada para «lguna doncella huésped. Ade: mis, se brinda a los jovenes muchos mas estimulo para aprender y se les abre también una mayor varie: dad de ocupaciones. No hay especializacién profesional entre las mujeres, excepto la medicina y Ia obstetricia, ambas prerrogativas de las muy viejas, que ensefian el arte a sus hijas y sobrinas de edad mediana, La inica especializacién es la que toca a la esposa de un orador oficial; ninguma joven se preparara para este tipo de casamiento que exige conocimientos especiales, pues no tiene Ja seguridad de que se casard con un hombre de tal clase. ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. or Para el-muchacho el panorama es diferente. Espera tener algin dia un nombré matai, que lo convertiré en miembro del. Fono, asamblea de jefes, y le dara el dorecho de bebey Kava con los jefes, trabajar con ellos ‘antes que con los jévenes, sentarse dentro de la casa, faunque su nuevo titulo es sélo de Ia jerarquia entre Tos postes y no de suficiente importancia como para otorgarle el derecho de posesién de un poste para apo- yar su espalda. Pero rata vez se siente absolutamente ro de lograr tal nombre, Cada familia posee varios de estos titulos que confiere a los jévenes més promi sores de todo el grupo familiar. Cada uno tiene mu: chos adversarios, que también forman parte de la Aumaga, y debe siempre rivalizar con ellos en las actividades colectivas, Hay asimismo varios tipos de gotividades en una de las cuales debe especi Debe llegar a ser constructor de casas, pescador, ora- dor 0 tallador en madera. La pericia on el manejo de ‘alguna técnica debe hacerlo destacar en algo entre sus compafieros. Las hazafias en la pesca significan recom. pensas inmediatas bajo forma de regalos de comida para ofrecer a su novia; sin tales regalos serdn desde- mess sus Bees La habilidad en la construceién casas significa fortuna y posicién, pues el joven que es un carpintero habil debe ser tratado cortésmente como jefe y hay que dirigirse a él con el idioma de jefe, complicada serie de palabras honorificas usadas para las personas de jerarquia. Y a esto se suma la continua demanda de no ser demasiado eficiente, sobre- saliente o precoz. Nunca debe superar sino en algo a sus compaiieros. Tampoco debe despertar el odio de éstos nila des- aprobacién de sus padres que se hallan mucho mas dispuestos a alentar y excusar al holgazin que a per- donar la precocidad. Al mismo tiempo comparte la resistencia de su hermana a aceptar responsabilidades, 68 MARGARET MEAD y si lega a deseollar ligeramente, sin quedar dema- siado en evidencia, encuentra excelentes oportunidades de ser designado jefe. Si es suficientemente talentoso, ‘el Fono mismo puede deliberar, busear un titulo va~ cante para conferirselo y comunicarle que puede sen- tarse con los ancianos y recibir su sabiduria. Y sin ‘embargo, se conoce tan bien la repugnancia que sien. ten los jvenes al responder a tal honor, que siempre se toma esta precaucién: “Y si el joven huye, entonces nunca sera designado jefe, sino que siempre deberd sentarse fuera dela casa, con los jévenes, preparando y sirviendo la comida de los matais, con quienes no te puede sentar ent el Foro”. Atin més relevantes son las probabilidades de que el grupo familiar confiera un nombre matai al joven dotado. ¥ matai se desearia ser algiin dia, algin lejano dia en que las piernas hayan perdido un poco de flexibilidad y el corazén el gusto: por la diversin y la danza. Como me dijo un jefe de veintisiete afios: “He sido jefe sélo durante cuatro afios, y mire, mis cabellos estén grises, atinque en Samoa el cabello se torna gris muy lentamente, no en la juventud como entre los hombres blances. Pero! siempre debo obrar como si fuera un viejo. Debo caminar gravemente y con paso medido, No puedo bailar, excepto en las ocasiones mis solemnes, ni puedo’ jugar con los jévenes. Los ancianos de sesenta. afios ‘son mis compaiieros y acechan todas mi palabras, no’ sea que cometa un error. Treinta y una personas viven en mi casa. Para ellas debo trazar planes, encontrarles comida y ropa, solucionar sus disputas, arreglar sus casamientos. No hay nadie en toda mi familia que se atreva a regaiiarme o siquiera lamarme con famil ridad por mi nombre, Es duro ser tan joven, y ser sin embargo jefe”. Y los viejos mueven sus cabezas y ‘eonvienen en que es impropio ser jefe tan joven. Los defectos de la ambicién natural son ademas ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 69 jontrarrestados por el hecho de que el joven que es Gusignado mutai ya no sera el mis excelente entre sus antiguos amigos, sino el miembro més joven y nuevo del Fono. No puede ya ascciarse familiarmente con sus vyiejos compaiieros; un matai debe relacionarse sélo eon matais, trabajar a su lado en la manigua y sentarse fa charlar sosegadamente con ellos al atardecer. ‘De modo que el muchacho considera un dilema mu- ‘cho mas dificil que la muchacha. Le disgusta la respon- sabilidad, pero desea destacarse en su grupo; la habi- ;d manual anticipara el dia en que lo nombren jefe; zno obstanté, es objeto de censura y ridiculo si dismi- muye sus esfuerzos; pero sera reprendido si procede on demasiada presteza; sin embargo, si quiere ganat ma novia debe gozar de prestigio entre sus amigos. ¥ reciprocamente, su prestigio social aumenta con sus hhazaiias amorosas. De modo que mientras la joven se contenta con una pericia minima, el muchacho es incitado a mayores esfuerzos. Un muchacho se aparta de una joven que no luce estas pruebas de eficiencia y es conocida como torpe e inhabil; teme legar a querer casarse con ella. Casarse con una joven sin pericia serfa un paso peli- groso ¢ implicaria una interminable suma de reyertas con su familia. Ast que la muchacha que es notoria- mente inepta debe aceptar amantes casuales, decaden- tes o casados, que ya no temen que sus sentidos los arrastren a un matrimonio imprudente. Pero la joven-de-diecisiete afios no desea casarse. .. todavia. Es mejor vivir como una muchacha sin respon- sebilidades, y con una rica variedad de experiencias emocionales. ste es el mejor perfodo de su vida. Hay tantos inferiores a ella a quienes puede intimidar, como superiores que la tiranizan. Lo que pierde en prestigio, Jo gana en libertad. Cuida poco de los mas chicos. No le duelen los ojos por fijarlos en el tejido ni su 70 MARGARET MEAD espalda se quiebra, doblada durante todo el dia sobre Ja tabla de tapa. Las largas expediciones en busca de pescado, comida y materiales para tejer le dan amplias oportunidades para las citas. La mejor pericia signi- fivaria aumento de trabajo, lo que implicaria tener que vivir encerrada y ademas legar al casamiento en ‘edad més temprana; y el casamiento, aunque inevitable, debe ser diferido todo lo posible, Capirozo 111 LA FAMILIA SAMOANA ‘En una aldea samoana viven de treinta a cuarenta familias, cada una de ellas presidida por un jefe Ia- matai. Estos jefes poseen titulos principales 0 titulos de jefes hablantes, que son los oradores oficia- Jes, voceros y embajadores de los jefes. En la asamblea formal de la aldea cada matai tierie su sitio, representa 4 todos los miembros de su familia y os responsable por ellos. Estas familias incluyen a todos los indivi- duos que viven durante un periodo cualquiera de tiem- “ po,bajo la autoridad y proteccién de un matai comin. Su composicién varia desde la familia biolégica, con- fistente en padres e hijos solamente, hasta familias de quince y veinte personas, emparentadas todas con el atai o con su esposa por lazos de sangre, de matri- monio o adopeién, pero que a menudo no tienen rela- tiones estrechas entre si. Los miembros adoptados de ‘una familia son por lo general, pero no necesarie- mente, parientes lejanos. Viudas y viudos, en especial cuando no tienen hijos, etornan habitualmente jurto a sus parientes sanguf- eos, pero una pareja casada puede vivir con los pa- rientes de cualquiera de sus integrantes. Tal familia no implica necesariamente una sélida unidad residen- cial, sino que puede estar diseminada por la aldea en tres 0 cuatro casas. Cuando alguien vive permanente mente en otra aldea no es considerado miembro de la familia, dado que ésta corsiste estrictamente en una 72 ‘MARGARET MEAD unidad local. Econémicamente, la familia constitu también una unidad, pues todos trabajan en las plant ciones bajo Ia direccién del matai, quien a su vez distribuye comida y otros elementos. Dentro de la familia, la edad, més, que el parent otorga autoridad disciplinaria. El matai ejerce autori dad nominal y cominmente real sobre todos los indi viduos que se hallan bajo su proteccién, aun sobre padre y madre. Este control es naturalmente modi eado por las diferencias de personalidad cuidad mente atemperadas, sin embargo, por un reconocimic to ceremonioso de su posicién. El recién nacido est en tal familia sometido a. todos los_individuos, sil situacién no mejora un pice con la edad, ha que aparece un’ nifio mas pequefio en escena. Pe en la mayoria de Ias casas la posicion de los mas cos es muy temporaria. Llegan sobrinas y sobrinor © primos desamparados para vengrosar las jerarqui de la casa, y en Ia adolescencia una muchacha halla virtualmente en medio de tantos individuos q deben obedecerla, como de personas a quienes del obediencia. Si bien la eficiencia y la autoconcienci incrementadas la tornarian quiz turbulenta e inqui en una familia organizada de modo distinto, aqui d pone de amplio cauce para asumir tn creciente, sentid de autoridad. Este desarrollo es perfectamente regular, El mati monio de una joven implica una diferencia insignit ‘cante a este respecto, salvo si consideramos que si propios hijos aumentan en forma muy notable el su tido de subordinados suavemente déciles. Pero las j6 nes de mis de veinte afios que ain permanecen solter no son menospreciadas de ninguna manera ni consi radas menos responsables que sus hermanas cas: Esta tendencia a convertir Ia edad més bien qu estado de matrimonio en principio clasificador, reforzada fuera de la casa por el hecho de que las es sas de hombres sin titulo y todas las muchachas s ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA B fers que han pasado la pubertad, figuran juntas en frganizacién ceremonial de la aldea. Tas patientes que viven on otras casas desempefian teribién un papelen la vida-de los-chicos..Cualquier jente tiene el dérecho de exigir servicios personales Mjos mas j6venes, criticar su conducia y mezelarse en fener Asi una nifiita, al escaparse sola hasta la laya para bafiarse, puede tropezar con un primo ma- for que la pone a lavar o atender a un chico o la Janda a buscar cocos para fregar la ropa. Tan estre- chamente atada esta la vida diaria a esta servidumbre fmiversal y tan numerosas son las relaciones admitidas ‘en cuyo nombre pueden exigirse servicios, que es casi fmposible para.los nifios eludir siquiera una hora de vyigilancia. Este grupo de parentesco, flojo pero exigente, pro- duce también su compensacion. En él un chico de tres afios puede andar a salvo y sin peligro, puede estar seguro dé encontrar comida y bebida, una sébana para enyolverse y dormir la siesta, una mano amable para ‘secar lgrimas fortuitas y vendar heridas. Los chiqui- los que faltan al caer la noche son simplemente “bus- tados entre sus allegados”, y un nifio cuya madre se ha marchado al interior, a la plantacién, pasa de mano en mano a lo largo de ia aldea. Ta jerarquia de la edad sélo se trastrueca en algunos ‘tasos..En cada aldea uno o dos altos jefes poseen el derecho hereditario de designar su_taupo,princesa “ceremonial, a alguna joven de su casa, La muchacha que a los quince o dieciséis afios se convierte en ida de su grupo de edad y a veces también inmediata, y rodeada por una aureola de Las mujeres més viejas de la aldea le recuer- dan sus titulos de cortesia, los familiares cereanos a menudo explotan su posicién para fines personales y acambio de ello muestran gran consideracién por sus deseos. Pero como hay séle dos o tres caupos en una 4 ‘MARGARET MEAD ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. 6 aldea, su extraordinaria situacién sirve para acent mas bien que para confutar la condicién general las jovenes. ‘Aparejado a esta enorme difusién de la autoris existe el temor de ampliar demasiado los lazos de renteseo, temor que se traduce en un mayor por Ia personalidad. La proteccién de la joven resi justamente en la cantidad de gente que la domi jorque si uno la oprime mucho no tiene mis que tra Radar su residencia. al hogar de algin pariente ma complaciente. Es posible clasificar las diferentes ca que se le brindan, segiin haya en ellas trabajo arduo, menos vigilancia, menos censuras, mayor menor ntimero de coetdnéos, pocos nifios, mejor c da, ete. Pocos chicos viven mucho tiempo en una sino que estén continuamente probando otras reside cias posibles. Esto puede haverse con el pretexto visitas y sin que sugiera ‘una bribonada. Pero en momento en que aparece la mas leve molestia ‘en casa, Ia probabilidad de fuga modera la disciplina aligera la sensacién de dependencia que experiment el nifio. Nunca un nifio samoano, excepto la taupo al delimouente desembozado, tiene que luchar con I sensacién de estar atrapado. Hay siempre parientes quienes puede acudir. Esta es Ia invariable respues que un samoano da cuando se le presenta algin atoll dero familiar: “Pero se iré a casa de otro pariente” Teéricamente el surtido de parientes es inagotabl ‘A menos que el vagabundo haya cometido alin gra ‘simo delito, como el incesto, sélo le es necesar apartarse formalmente de la propia casa. Asi, la jo que ha sido castigada severamente a la maiiana pi su padre, aparecera viviendo como en un altivo sa tuario a sesenta metros de distancia, en una casa di rente. Tan estimado es el sistema de refugio consan guineo, que un hombre sin titulos o de categoria inf ior arrancaria las barbas al pariente més noble q era a reclamar La devolucién del nifio fugitivo. Con enrtesia © interminables expresiones conciliatorias golicitard @ su noble jefe que vuelva a su noble hogar rmanezca alli tranquilamente hasta que se le pase fu noble ira contra su noble niito. EI parentesco més importante + que influye sobre la vida de los jovenes, en una casi samoana, es el exis fente entie los varones y mujeres que se llaman her- ano-y hermana, sea por consaguinidad, ‘casamiento adopcién, y la-relacion entre-parientes mayores y ‘menores. El acento que recae sobre la diferencia de sexo entre coctineos y la alencién prestada a la edad del pariente son ampliamente explicados por las con diciones de la vida familiar. Los parientes de sexo puesto tienen un rigido cédigo de etiqueta prescrito ppara todos los contactos mutuos, Después de haber alcanzado los afios en que comienza a tener juicio, ueve 0 diez en este caso, no pueden tocarse uno a ro ni sentarse a comer juatos, hablarse con familia- ridad, 0 mencionar algin asunto salaz en presencia mutua, No pueden estar juntos en ninguna casa, ex- cepto Ia propia, a menos que media aldea esté reunida alli. No pueden caminar juntos, usar uno las posesio- “nes del otro, builar en la misma pista o tomar parte ‘en cualquiera de las actividades del mismo grupo. Bsa estricta prohibicién se aplica a todos los indivi- ‘duos de sexo opuesto que se hayan criado juntos 0 entre quienes se reconozca una relacién consanguinea o politica, y rige para las diferencias de edad menores inco afios. La conformidad con este tabi res- perto del hermano o hermana comienza cuando el menor de los nifios se siente avergonzado ante el eontacto del mayor, y continiia hasta la edad adulta fn que los dos viejos, decrépitos y desdentados, pue- 4 Véace el Apéndice, pig. 257. 6 MARGARET MEAD den sentarse de nuevo en la misma esters sin senti ‘avergonzados. Tei, palabra equivalente a pariente joven, xeeal Ta relacion mas cargada de emocién. El primer e1 sigsmo maternal de una joven nunca se dedica a hijo sino a algin pariente joven. Son las muchad y las mujeres las que usan més este término, y c finan usdndolo carifiosamente hasta después que ell y los nifios a quienes se aplica se han desarroll plenamente. El muchachito, a su yez, dedica su tusiasmo a otro mas joven sin manifestar ning afecto por los padres adoptivos. La palabra’ aiga se emplea generalmente para abi car todas las relaciones consanguineas, por’ matri n, y el tono emocional parece ser mismo en todos los casos. La relacién matrimoni es considerada s6lo en tanto un verdadero casamic to vincula a los grupos emparentados. Si el matri nio es roto en cualquier forma, por desercién, div cio. o muerte, la relacién se disuelve y los miembr de las dos familias quedan en libertad de casarse ent si. Si el matrimonio deja hijos, existira una relacit reciproca entre las dos casas mientras el nifio vis pues la familia de la madre siempre tendrd que e¢ tribuir con una clase de bienes y la del padre of otra, en las ocasiones en que los mismos deban entregados en nombre del nifio. Un pariente es considerado como alguien sol quien uno tiene una cantidad de derechos y a qu se debe una cantidad de obligaciones. A un pari se le puede pedir comida, vestido y amparo, o ayu en una contienda familiar. El rehusar tal pedido tacha a uno de mezquino y carente de bondad hut na, la virtud més estimada entre los samoanos. En perfodo en que se ofrecen tales servicios, no se reali ningin pago definido, excepto en el caso de la dis tribueion ‘de comida ‘a todos los que participan ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA mT na empresa militar. Pero se guarda el célculo éui- josamente del valor de los bienes dados y del “farvicio cumplido, y se solicita un regalo de retti- jucién en la primera’ oportunidad. No obstante, en ja teorfa nativa los dos actos son separados, trans- formindose cada uno, a su ver, en un “mendigo” ‘un pensionista a expensas do la generosidad del otro. En tiempos antiguos, el mendigo Ievaba a veces fn cinturén especial que aludja delicadamente a la causa de cu visita. Un viejo jefe me proporcioné tuna descripcién grafica de la conducta de alguien iue habja legado a pedir un favor a un pariente. “fYlegaré a primera hora de la mafiana y entrard, silenciosamente, sentindose en el fondo de la casa, fn él lugar de menos honor. Usted Ie dira: ‘ya que has venido, jbienvenido!’, y él contestara; ‘He venido realmente, con perdén de tu noble presencia’, Enton- ces usted diré: ‘;'TNenes sed? jAy de mi por tu le- gada!, poco bueno hay en la casa’, Y él contestara: ‘Dejailo, gracias, pues en verdad no tengo hambre ni sed’, £1 se sentaré, usted se pasar sentado todo el dia y no se mencionaré el propésito de su llegada. Todo el dia permanecerd sentado y limpiard las ce- nizas de la tierra, ejecutando esta sucia y servil ta- rea con grandisimo cuidado y atencién. Si alguien debe marchar hacia la plantacién en busea de comida, ales quien primero so ofrece para ir. Si alguien debe ira pescar y Ienar el fondo de una canoa, con se- guridad él se mostraré encantado de ix, aunque el sol yeme y su viaje hasta alli haya sido largo. Y todo el ia esta usted sentado y se pregunta: ‘;Cuél puede sor la causa de que haya venido? Es ese cerdo enor- me lo que quiere o se ha enterado quizé de que mi hija acaba dé terminar un trozo de tapa grande Tormoso? ;Seria tal vez bueno. enviar ‘ese ‘apa, de regalo, segin yo lo habia planeado, a mi jefe hablan- tz, enviarlo ahora, a fin de poder negarme con toda 8 MARGARET MEAD buena fe? Y el pariente recién legado sigue sentad estudia su semblante y se pregunta, si usted apoyar su solicitud. Juega con los nifios, pero rehisa el lar de flores que ellos han tejido para él y se lo da cambio a su hija. Finalmente, desciende la noche. hora de acostarse y todavia él no ha hablado. Ento ces por altimo usted le dice: ‘Lo, querrfa irme dormir. Quieres dormir ta también 0 deseas volve al lugar de donde has venido?’ Y s6lo entonces él hi blara y transmitiré el anhelo de su corazén”. ‘Asi, la vida de Ia familia pasa por las intrigas, necesidades, las obligaciones del grupo més amplio parentesco, que enhebra sus idas y venidas por m chas casas y aldeas, y las recuerda todas cuidados mente. Un dia son los parientes de la esposa que vie @ pasar un mes o a pedir prestada una estera. finas al dia siguiente son los del esposo; al tercero, sobrina, valiosa trabajadora en la casa, puede Hamada de su hogar a causa de la enfermedad de s padre. Muy rara vez viven todos los nifios pequef de una familia biolégica en la misma casa, pero si bien las demandas de toda la familia son suprems en la rutina de la vida diaria, en cambio la enfer medad o la hecesidad de un pariente cereanv, her volver a los vagabundos al hogar. Las obligaciones de brindar una ayuda general servicios especifices tradicionalmente requeridos, co: mo en un casamiento o un nacimiento, siguen las It neas del parentesco, no las de las casas. Pero un o samiento que dura muchos afios ata a los grupos parentesco del esposo y la esposa tan estrechament que, segin, todas las evidencias, es la unidad de casa la que da ayuda y accede a un pedido presentadi por un pariente de cualquiera de los dos. Sélo en fami lia de alta jerarqufa, donde el lado femenino tie prioridad en las decisiones y en Ia provisién de I ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA. 9 joupo, a princesa de la casa, y la rama masculina jprioridad en le obtenciéa del titulo, el verdadero pa- Beso cousanguinco continda sicndo un amuxto de fan importancia prictica; y esa importancia se pier- fe en el grupo de parentesco menos intimo, eonsti< ido como esta por los tres principios de la. conean- uinidad, el casamiento y Ia. adopcién, y vinculado or Jos Tazos comunes del vivir cotidiano y la mutua Agpendencia econémice. 4 + El matai de una casa esta tedricamente exento de la ¢jecucion de pequefias tareas domésticas, pero en la Beeston rey poces voom cai, exocpto onl cteo tun jefe de elevado rango. No obstante, se le acuer- da siempre el papel principal en cualquier empresa industrial; aderoza el cerdo para los banquetes y abre coc0s que los muchachos y las mujeres han reco- gido. La comida familiar esta a cargo de los hombres y de las mujeres, pero el grueso del trabajo recae sobre los nifios y los jévenes. Los viejos hilan Ia fibra del coco, y trenzandola hacen el cordel nativo que se usa para el sedal y la red de pescar, para coser y unit Tas partes de la canoa y fijar las diferentes partes de lune casa en construccién. Junto con las ancianas, que fectian el grueso del tejido y composicién de. la tela de corteza, vigilan a los chicos que se quedan en la casa. La pesada y rutinaria faena de la agri- cultura descansa sobre las mujeres, que se responsa- bilizan de escardar, trasplantar, juntar y transportar Ta comida, y recoger varas de morera, cuya corteza se pelaré para hacer el tapa, y corteza de hibisco y hoojas de la planta de pandanea para tener esteras. Las jévenes y las mujeres también realizan en el arrecife la pesca rutinaria de pulpos, erizos de mar, ‘medusas, cangrejos y otros pececillos. Las muchachi- tas levan el agua, cuidan la lampara (hoy, excepto en ipo de gran escasez en que se recurre al aceite de nuez y de coco, los natives usan lmparas de kerose- 80 MARGARET MEAD ne y linternas) y barren y limpian la casa. Las tareas estén graduadas de acuerdo con un justo reconoci- miento de la capacidad, la cual difiere con la edad, y salvo en el caso de individuos de jerarquia muy alta, ‘cuando se dosecha una tarea es porque una persona més joven tiene habilidad suficiente para levarla a cabo, y no porque esté por debajo de la dignidad del adulto. La jerarquia en la aldéa y en la casa se refleja mur tuamente, pero Ia primera apenas afecta a los nifios, Si el padre de una muchacha es matai de la misma’ easa en que vive, ella no tiene apelacién contra sus decisiones, Pero si algin otro miembro de la famic Tia es el matai, al y su esposa pueden protegerla de los abusos de su padre. En el primer caso, el desacuerdo con su padre significa dejar la casa ir a vivir com otros parientes; en el segundo, puede significar s6lo una ligera’friccién interna. También en la familia de un alto jefe o de un alto jefe hablante se concede ‘més atencién al ceremonial y a la hospitalidad. Los son mejor educados y también trabajan md arduamente, Pero aparte de la calidad general de una familia que depende del rango de su jefe, familias de rangos muy diferentes pueden resultar muy similares para los chicos. A ellos les interesa habitualmente més el temperamento de los que ejercen la autoridad que su jerarquia. Un tio de otra aldea que sea un jefe muy clevado, es de mucha menos significacién en la vida de un nifio que alguna vieja de su propia casé que posea un humor temible. Sin embargo, el rango otorgado no por el navi miento sino por el titulo es muy importante en Samoa. La situacién de una aldea depende del rango de su alto jefe, y el prestigio de una casa depende del titulo de su matai, Los titulos son de dos clases: jefe y jefe hablantes; cada titulo implica, ademis de la direcciét de una casa, muchos otros deberes y pretrogativas, ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. aL Jos samoanos encuentran en Ia jerarquia una inago- table fuente de interés. Han inventado un complicado faaje de cortesia que debe emplearse con las per- fonas de jerarquia; une intrincada etiqueta rodea a fda rango de 1e-sociedad. Algo quo concierne a sus Mies de manera tan-intima, no puede dejar de Te Ffgjarse indizectamente-en la vida de algunos de los figs Esto es particularmente cierto en las relaciones titre los nifios de las cesas donde existen titulos que figunos do ellos sleanzarén un die. La forma en que {estos lejanos problemas de la vida adulta influyen en Ja vida de nifios y jévenes puede comprenderse mejor siguiendo su efecto en le de determinados nifios. Bn la casa de un alto jefe Uamado Malae vivian dos chiquillas, Meta, de doce afios, y Timu, de once: Meta era una nifiita segura de si misma y eficaz. Malae Ns habia tomado de la casa dela madre —que era su prima— porque mostré una inteligencia y precocidad fusitadas. Timu, por el contrario, era una nifla anor- malmente timida, atrasada, de inteligencia inferior a si edad. Pero la madre de Meta era tan s6lo prima Iejana de Malae, Si después de casada no so hubiera ido a vivir a una aldea extrafia, donde Malae residia temporariamente, su hija Meta quizd no ce habria he- Osc iter cats erathle marion Tamera hija tinica de la difunta hermana de Malae. Su padre habia pertenecido a la clase cuarta, lo cual sirvid para marcarla y aumentar su timidez. Bailar era una fagonia para ella, Hufa precipitadamente de la voz admonitora de los adultes. Pero Timu seria la futura {aupo 0 princesa de Malee. Era bonita, cualidad admi- tida como esencial, provenia de la rama femenina de In casa, origen preferido pata un faupo. Asi, Meta, la mas capaz en todo sentido, fue arrinconada, y Timu, que se sentia desdichada frente a toda atencién que reeibfa, fue llevada al primer plano. La mera presen. cia de otra nifia més habil y emprendedora tendia 82 MARGARET MEAD a acentuar el sentimiento de inferioridad de Timy, pero esta publicidad la ahondé penosamente. Incitada a bailar en toda ocasién, se interrumpia cada ‘vez que sorprendia la mirada de un espectador y per maneeia un momento retorciéndose las manos antes de continuar la danza. En otra casa este mismo titulo de taupo de Malae desempeié un papel distinto. Esto ocuirrié en la casa dela tia paterna de Malae, que vivia con su esposo en la casa de huéspedes de aquél, en su aldea nativa, Su hija mayor, Pana, poseia el titulo de taupo de la casa de Malae. Pero Pana tenia veintiséis afios y era soltera todavia. Dehia casarse pronto, y en consecuene cia habia que encontrar otra joven que recibiera el titulo. Timu era ain demasiado joven. Pana tenia tres hermanas menores que, por nacimiento, eran can- didatas inmejorables al titulo. Pero Mele, la mayor, de veinte afios de edad, era renca, y Pepe, de catoroe, tuerta y una retozona incorregible. La menor era atin més joven que Timu, de manera que las tres esteban practicamente excluidas de la sucesidn, Este hecho in- fluyé favorablemente en la posicién de Filita, que te- nia diecisiete afios y era sobrina del padre de las otras nifias; si bien no tenia posibilidad de alentar pretensiones @ un titulo en la case de Malac, habia vivido con sus primas desde la infancia. Filita era agradable, eficiente, correcta, ni renca como Mele, ni tuerta ni tunantuela como Pepe. Es verdad que no podia confiar en llegar a ser taupo, pero tampoco lo podian aquéllas a pesar de su nacimiento distinguido, de modo que la paz y la amistad reinaban a causa de los defectos de las primas de Filita, Empero, otra nifia entré en el cfrculo de influencia del titulo, Fue Paula, otra primita que vivia en otra aldea, Pero su Iejano parentesco y posibles aspiraciones fueron com- pletamente oscurecidos por el hecho de que era la nica nieta del jefe més poderoso de su propia aldea, ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. 83 jtablemente se transformaria en la taupo de ese y de manera que su vida estaba a cubierto de toda mr posibilidad. Asi, pues, habia seis nifias, ademés ja taupo actual, que se hallaban expuestas a la in- ria, buena o mala, de la perspectiva de heredar iitulo. Pero como rara vez hay més de una o dos Jmupos en una aldea, estas influencias son bastante Wucidas en comparacién con el papel que desem- Ia jerarquia en Ia vida de los muchachos, pues cominmente uno o mis nombres de matai en ol grupo de parentesco. Ta tivalidad, ocupa aqui un plano mucho mas des- jo. En la eleceién de tcupo o de manaia (cl here- ero forzoso titular), existe un intenso préjuicio en favor del parentesco consanguineo, asi como también jo hay en la eleccién de le taupo por la linea feme- “tina y el manaia por la masculina, Pero en provecho ile la eficiencia, este esquema habia sido modificado, de manera que casi todos los titulos eran asumidos jor los javenes mas capaces del grupo de parentesco yalinidad. Asi sucodia en Alofi. Tui, jefe importante ie Ia aldes, tenia un hijo, muchacho inteligente y hé- Dil. Los hermanos de Tui eran torpes e ineptos, suce- sores inadecuados del titulo. Uno de ellos tenia un ‘hijo feo, mozo imbécil y nada atractive, No habia alos yarones en el grupo de parentesco cercano. Se presumia gue el hijo indudablemente elegible suce- desia al padre. Pero al cumplir los veinte afios murié, Bl pequefio sobrino apenas prometia un desarrollo sitisfactorio; por tanto Tui opté por escoger, fuera de su aldea 0 de su grupo de parentesco cercano, El sentimiento localista se hallaba muy arraigado en la aldea de Tui. Los parientes consanguineos de Tui vivian en aldeas muy distantes; eran extraiios. Si él ho queria buscar entre ellos un joven promisorio a quien pudiera educar como sucesor, debia tratar de encontrar un esposo aceptable para su hija o buscar a4 ‘MARGARET MEAD sucesor entre la gente de su esposa, Provisoriar resolvié esto iiltimo, y un hijo de su cufiado vino vivir a su casa, El nuevo padre prometié al muchad que Iuego de un afio, si se mostraba. digno de ell tomaria el nombre de su primo muerto. En la familia del alto jefe Fua se presentaba problema muy diferente. Su titulo era el més hono fico de la aldea. Tenia mas de sesenta affos y la et tin de Ja sucesin era muy discutida. Los mucha¢ de su casa eran su hijo mayor, ilegitimo; Molo y Ni hijos de su hermana viuda; Sisi, el hijo de su pri esposa legal (pues era divorciado y vuelto a casar otra isla); Tuai, el esposo de su sobrina, 1a cual hermana de Molo y Nua, Y en la casa del herma mayor de Fua vivia el hijo de le hija de su herma ‘Alo, joven de gran futuro. Aqui habia bastantes as rantes como para originar una viva rivalidad. Tu era el mayor; tranquilo, capaz, sus esperanzas eran suficientes como para influir en su conducta, cepto en cuanto lo‘hacian més proclive aejercer derechos de ancianidad sobre los hermanos menor de su esposa, cuyos titulos eran superiores a los suy Le seguia en edad Tata, el hurafio y eejudo bastard cayas probabilidades eran insignificantes en tanto ex ticran hijos legitimos que contuvieran sus aviesas pi tensiones, Pero Tata no perdié las esperanzas. Preoi vido, de espiritu tortuoso, observé y aguardé. Estal enamorado de Lotu, hija de un jefe hablante cuya j rarquia era sélo juediana. Para uno de los hijos Fua, Lotu habria sido un buen partido. Pero si el hijo bastardo de Fua el que tenia pretensiones Hegar a jefe, debia casarse Iujosamente 0 no casar Los dos sobrinos, Molo y Nua, interpretaban distint papeles. Nua, el menor se marché a buscar fortu como marinero native en la Base Naval, Esto signi caba una entrada regular, algin conocimiento del i glés, e implicaba cierto prestigio. Molo, el hermant ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA 85 x, permanecis en el hogar y se volvié indispensa- Horie el tamafafine, el nino proveniente de la rama Be dria, y st papel consitia én considerar indispen- tere eo posiciOn dentro de Ia familia; ser el tama- Fee de la casa de Fua: jqué més podia pedir nadio ps gorar inmediatamente de prestigio? En cuanto a Parfturo.». su modo de ser era perfecto. Todos estos diyencs, y también Alo, el adolescente sobrino, eran Wmnbros de la Aumaga, y se hallaban maduros y lis- mohara asumir responsabiidades propias de lox adul- tor isi, el hijo legitimo, de dieciséis afios de edad, we adn un muchacho; “esbelto, modesto, presumia Gicho menos de su posicion como hijo y heredero fauoso que su primo, Era un mlocito atractivo e in- {aligente. Si su padre llegeba a vivir hasta que Sisi fuviera veinticinco o treinte afios, su sucesién parecia fnevitable. Aunque el padre muriera antes, el titulo hu- hiera podido corresponderle. Pero en esta iltima posi- Filidad habia un peligro, Samala, el hermano mayor de su padre, tendria fuerte voz en la eleccién de ‘un ficesof del titulo, ¥ Alo era también el nieto adorado fie Samala, hijo de su favorita, Alo era el modelo de todo lo que un joven debia ser. Evitaba la compatiia de mujeres, se quedaba mucho tiempo en su casa © feet riguivecineale « vu lntmany y bormana, Micn- fas los demis muchachos jugaban al cricket, él se sen- taba a los pies de Samala y repetia genealogias de ~ memoria. Nunca olvidaba que habia nacido en Safua, “In casa de Fua, Mas capaz que Molo, sus derechos al titulo eran précticamente tan legitimos como los de aquél, aunque dentro del grupo familiar Io aventaja- ria Molo, proveniente de la rama femenina. De modo que Alo era el rival mas peligroso de Sisi, en caso de que su padre muriera, Si Fua Tegaba a vivir veinte afios mas, su sucesién estaba expuesta a otra amena- aa, Fun se habia vuelto a casar recientemente con una mujer de elevada jerarquia y gran fortuna que tenia 86 MARGARET MEAD ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA 87 un hijo ilegitimo de cinco afios, llamado Nifo. Pea sando siempre en este chico hizo todo lo que pudy para minar la posicién de Sisi como heredero forzos y existian muchas posibilidades de que aumentando ascendencia sobre Fua, a medida que éste enveje pudiera lograr que Nifo fuera nombrado su suces Su ilegitimidad y falta de lazos consanguineos se compensados por el hecho de que era hijo, por la ram femenina, de Ia familia mas noble de la isla y hered ria-una gran fortuna de su madre. De caricter diferente era el problema que afrontah Sila, hija politica de Ono, un matai de baja categor Era la mayor entre siete nifios. Ono era un viejo d crépito e ineficaz. Lefu, la madre de Sila y su segund esposa, estaba desgastada, fatigada por haber dado luz once hijos. Los tinicos varones adultos de la cag eran Laisa, hermano de Ono, anciane como él, y holgazin y desalifiado hijo de Laisa, hombre de trei ta affos, cuyo iinico interés en la vida eran los lancg amorosos. Eludia Ia responsabilidad del matrimoni como todas las demés. La hermana que seguia a Sil tenia dieciséis aiios. Habia abandonado el hogar y via, ora aqui, ora allé, con sus parientes. Sila ten veintidés aiios. Se habia casado a los dieciséis contr su voluntad, con un hombre mucho mayor que ¢l que la habia castigado por sus maneras infantiles Después de dos afios de matrimonio habia abando “do a su esposo ¢ ido a vivir con sus padres, Ievindose a sui varoncito de dos afios, que ahora tenja cinco. A Jos veinte habia tenido relaciones amorosas con wi muchacho de su aldea, y concebido una hija, falleoid pocos meses después. Luego que su nena murié, fue abandonada por su amante. A Sila le disgustaba el matrimonio, Era escrupulosa, lenguaraz, laboriosa Trabajaba incansablemente para su hijo y sus peque: fios hermanos y hermanas. No deseaba volver a sarse. Pero habia tres ancianos y seis chicos en su ‘casa, y solo ella y su perezoso primo podian mante- ios. Entonces dijo desalentadamente: “Me parece jp me Voy a casar con ese muchacho”. “;Qué mucha. tho, Sila?”, pregunté. “El padre del nifio que se me ha muerte.” “Pero yo creia que ta no lo querfas como ” “Ni lo quiero ahora. Pero debo encontrar a “alguien que atienda a mi familia”. Y en verdad no ha-. otro camino. El titulo de su padre politico era ‘muy bajo. No habia jévenes en la familia que lo suce- dieran, Su amante era trabajador y de categoria atin ‘nas baja. El anzuelo del titulo aseguraria un traba- ira la familia. ‘en muchas casas, Ia sombra de Ja nobleza ‘eae sobre los nifios, a veots Ievemente, qtras pesada- mente, a menudo mucho antes de que sean lo-bastante \des como para comprender el significado de estas fntrusiones del mundo de los adultos. Cariruto IV LA NINA Y SU GRUPO DE EDAD Las nifias se vinculan muy poco con sus coetdnes hasta que tienen por lo menos seis o siete afios edad. Hermanos, hermanes y primitos que viven la misma casa, por supuesto se divierten y juegan jun tos, pero fuera de la casa cada chico se adhiere rreamente a su guardién de més edad y s6lo entra contacto con otros nifios en caso de que las pequefia nodrizas sean amigas. Pero a los siete afios de ed mas o menos, comienzan a formar grupos mas ampli una especie de asociacién voluntaria que nunca exis ‘en la vida posterior, es decir, un grupo reclutado ent ambos grupos de parentesco y vecindad. Estos esti estrictamente dividides de acuerdo con el sexo, y a antagonismo entre las nifitas y los varoncitos es ‘un de los rasgos salientes de Ia vida de grupo.- Las nifi empjezan precisamente a avengonzarse en presencia hermanos mayores y comienza a ponerse en vigor I prohibicién de que una nifia se incorpore a un gry de varones. El hecho de que los muchachitos tenga ‘menos obligaciones y pueden disponer de una zoné més vasta para su bisqueda de aventuras, mientras chicas tienen que llevar consigo sus pesadas y peque fias cargas, crea también una diferencia entre los xos. Los grupos de nifios que se vinculan a algi actividad adulta, abarcan a menudo tanto a las chicas como a los varones, pero aqui el principio de asocia te simplemente en la discriminacién de l ADOLESCENCIA ¥ CULTURA BN SAMOA 89 edad por parte de los padres, mas bien que en la aso- jacion voluntaria por parte de los nifios. Fstas pandillas compuestas de nifios de Ia misma edad se integran habitualmente con chicos que viven cho o diez casas contiguas 1. Son asociaciones elés- forluitas, cuyos miembros manifiestan una vi- Vile hostilidad ‘hacia sus coetdneos pertenecientes a Jas aldeas vecinas, y a veces hacia otras pandillas de su misma aldea, Los lazos consanguineos. atraviesan estos alineamientos de vecindad, de manera que un chico puede estar en buenos términos con los miem- ‘bros de dos o tres grupos diferentes. Un nifio extrafio de otro grupo, siempre que viniera sdlo, podria co- minmente hallar refugio al lado de un pariente. Pero Jas nifitas de Siufaga mireban con desagrado a las de Luma, la aldea més cercana, y ambas miraban con recelo atin més profundo a las nifitas de Faleasao, poblacién a la que se legaba en veinte minutos, Sin ‘embargo, las animosidades creadas por estas divisiones eran muy temporarias. Cuando el hermano de Tua es- tuyo enfermo, toda su familia se trasladé desde el ex- remo mas lejano de Siufaga hasta el corazn de Lu- ma, Durante unos cuantos dias Tua rond6 muy triste- mente por la casa hasta que fue amablemente acep- ada, al cabo de una semana, por las chicas del centro de Luma. Pero cuando retorn a su aldea algunas semanas después, se convirtié de nuevo en una chica _ de Siujaga, objeto predilecto de desprecio socialmente instituido ® y de bromas para sus recientes compafieras. No se forjan amistades muy intensag a esta edad. ‘Ta estructura del grupo fundado sobre el parentesco y Ta vecindad, eclipsa a las personalidades que lo con 2 Véanse los Mapas do Vecindario. Apéndice I, pag. 259. 2 Traducimos asi la expresiin insiitutionalised scorn, recor dando que por institution se entiende, dentro de la socialogia norteamericana, toda forma de conducta (behavior pattern) de caricter duradero, integrada y organizada socialmente, [E.] 00 MARGARET MEAD ponen, Ademés, el afecto mas profundo se reserva siempre para los parientes cercanos, y las parejas di hermanitas reemplazan a las camaradas. Bl comentario) occidental acerca de una amistad: “Si, Maria y Julia son como hermanas”, se convierte en Samoa en el sic guiente: “Pero ella e una parienta”. Las mayores dex fienden a las més pequeiias, las miman, les tejen collares de flores y les regalan sus mas preciadas con- chas. Este aspecto del parentesco es el ‘inico elemento permanente en el grupo, y.aun él se ve amenazado por cualquier cambio de residencia. El tono emocional que acompafia a los habitantes de una aldea extraiia hace que hasta un pritno bien conocido aparezca como fo- rastero. De los diferentes grupos de chiquillas habia s6lo uno con caracterfsticas tales que permitfan clasificarlo co mo pandilla. Un accidente de residencia explica que el desarrollo més intenso del grupo ocurriera en el centro de Luma, donde vivian muy juntas nueve nifie tas de casi igual: edad y con numerosos vinculos de parentesco. El desarrollo de un grupo euyos mlemb jugaban solamente entre si y mantenian una hostil dad bastante coherente hacia los de afuera, parecia basarse més en una cuestidn de residencia que en la influencia de la personalidad de alguna nifia particu- larmente dotada de facultades directivas. Las nueve nifitas de este griipo eran menos timidas, menos sus- picaces, mas generosas entre s{, més socialmente em- prendedoras que las demas de la misma’ edad, y, en general, reflejaban los efectos socializantes de la vida de grupo, Fuera de este grupo, las chicas de esta edad tenfan que depender mucho mas de su grupo de pa- rentesco inmediato, reforzado tal vez por el agregado de uno o dos vecinps. Cuando la personalidad de una nifia se destacaba, era més por él efecto de un am- biente hogarefio excepcional que como resultado del trato social con chicos de su misma edad. pai ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA. 91 Ls nifias de esta edad no tenian otras actividades apo que el juego, en directa antitesis con la vida hhogar, donde la anica funcién de la niia era el bajo: atencién de los nifios y ejecucién de tareas Triltiples y triviales y nunerosos recedos. Se reunian fl comienzo del atardecer, antes de la cena samoana, 2 veces durante la hora general de siesta, por Ia tarde, En las noches de luna recorrian la aldea, ata- gando a las pandillas de muchachitos o huyendo, atis- pando a través de las persianas bajas, atrapando can- grejos de tierra, acechando a enamorados errantes 0 _ grrastrndose para observar un nacimiento 0 un abor- fo en alguna casa distan'e, Posefda de temor hacia Tos jefes, los chicos, los parientes y los fantasmas, ninguna pandilla compuests por menos de cuatro o cin- ¢o integrantes se arriesgaba a iniciar estas excursiones, nocturnas. Eran verdaderos grupos de pequefios fora: jidos que rehuian las obligaciones de las tareas ruti- nu A causa del fuerte sentimiento de parentesco y localismo, el papel desempefiado por el tiempo ro- ado, la necesidad de ejecutar inmediatamente los planes del grupo, y el castigo que pendia sobre la tabera de las chicas que ee alejaban demasiado del alcance de los mayores, la nifia samoana dependia tanto de la cantidad de poblacién de su localidad in- mediata como la nifia de una comunidad rural del Oeste de los Estados Unidos. Verdad es que su aisla- miento no llegaba nunca a doscientos metros, pero el sol deslumbrador y las arenas quemantes, junto con el néimero de parientes de quienes habia que escaparse durante el dia o la cantidad de fantasmas que era nevesario evitar por la noche, magnificaban esta dis- tancia hasta el punto que, como barrera para el com: ismo, equivalia a cinco o seis kilémetros en la Norteamérica rural. Asi ocurria el caso del nifio que vivie aislado en una aldea lena de chicos de su edad. Tal era Luna, de diez afios, que vivie en una de las 92 MARGARET MEAD casas diseminadas pertenecientes a le familia de un alto jefe. Esta casa estaba situada en el extremo mis. la aldea donde ella vivia con su abuela y d tias maternas mis jévenes de diecisiete y 41 de edad. La madre de Luna habia muerto. Sus demas hermanos y hermanas vivian en otra isla con la gente ‘Tenia diez afios, pero era demasiado x1 edad, siltnciosa, indiferente, incapaa de tomar iniciativas; pertenecia a esa clase de 1 que siempre necesitarian vivir en un grupo social: mente organizado. Sus dinicos parientes cercanos eran dis chicas de catorce afios, que por sus largas piernai y su dedicacién a tareas semiadultas eran compaftera demasiado crecidas para ella. Algunas nifias de eatorce ‘afios hubieran tolerado a Luna, pero no Selu, Ia me: nor de las primas, cuya estera fina media ya tres pies, En la casa veeina, muy proxima, vivian dos ninites, Pimi y Vana, de ocho y diez afios de edad, respecti vamente, Pero no eran parientas y como hacian de hifieras principales de cuatro chiquillos no disponfan de tiempo para explorar. No existian parientes comus nes que las unieran, y asi Luna levaba una vida soli taria hasta que una tia emprendora y joven, de once) afios de edad, regres a casa de su madre. Esta. tia, Tlamada Siva, era una compafera fascinante, nifia vivan y precoz a quien Luna seguia por todas partes con Ja boca abierta de asombro, Siva, empero, habia re- sultado demasiado intratable para su madre viuda, y el matai, tio suyo, la habia llevado a vivir con su famic Tia en el extremo opuesto de la aldea, del otro lado de la pandilla del centro de Luma. En esta pandill habia compafieras harto més atractivas, por lo qué Siva rara vez se Ilegé hasta la casa de su madre ‘sus ocasionales momentos de libertad. De modo qi Ja apatica Luna cuidaha de su primita, seguia a st tia a todas partes, y durante la mayor parte del tiem: po presentaba un aspecto muy desamparado. ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 93 Hondo contraste ofrecia la suerte de Lusi, de sélo siete atios de edad, demasiado pequefia para parti- tipar en los juegos de sus hermanas, que tenian diez ‘once afios. Si hubiera vivido en un lugar aislado, habria sido meramente como cualquier chica de la ‘yecindad. ‘Pero su casa se. hallaba en una situacién fairatégica, ubicada justamente al lado de lay de sus, rimas Maliu y Pola, miembros importantes de la pan- ila de Luma. Maliu, una de las integrantes mayores oe grupo, profesaba una cxtraoelinaria ternura por todos sus parientes jévenes, siendo Lusi su prima pre- ferida. De modo que la diminuta ¢ ieadaee Taal eo aba de todos los beneficios de una vida de grupo egada a Luna. En el limite extremo de Siufaga vivia Vina, nifia gentil y modesta de catorce afios de edad. La casa de su padre, completamente aislada en el centro de un bosquecillo de palmeras, quedaba fuera de la vista y ido del mas cercano vecino. Sus tnicas compafieras eran su hermana, joven de dieciocho aiios, reservada y capaz, y dos primas de diecisiete y diecinueve aiios. Habia en la vecindad solamente una primita de doce aiios, pero 1a tenfan ocupada cinco hermanos y herma- nas menores. Vina también tenia varios, pero eran bastante grandes como para defenderse solos y quedaba relativamente libre para seguir a las nifias mayores en expediciones de pesca. De modo que nun- ca se salvaba de ser la nifita tambaleante que iba detrés de otras mayores, llevandoles sus caxpas y trans- mitiendo sus recados. Era inquieta, ansiosa, demasiado ead por complacer a los demas, décil en sus asuales encuentros con cocténeas, debido a un an- figto habito do mansedumbre. La libre relacion do concesiones mutuas en su grupo de edad le fue ne- gada en un principio, y luego para siempre, Sélo ra posible para la muchacha de doce afios la asocia- cién fortuita de grupo. A medida que la nifia se apro- ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 95 4 MARGARET MEAD ‘nis edad de su familia, aprendian a tolerar el sufijo significa pequefia, proveniente de pequefia niia, mbre con que anteriormente se las habia denomina- Pero nunca volvian a amalgamarse en esos grupos libres y holgados de las pandillas infantiles. Como mu- thachas de dieciséis y diecisiete afios, dependian to- flavia de los parientes, y en consecuencia se velan wupaciones de dos o tres integrantes, no més. De- los sentimientos de vecindad; las jévenes de siete _afios ignoraban a una vecina cercana de la misma edad que recorriera la extension de la aldea ira visitar a una parienta, El parentesco y los inte-" geses sexuales similares constituian ahora el factor decisivo en la amistad. Las nifias también seguian ivamente la fidelidad més fuerte de los muchachos. Si el novio de una joven tenfa un camarada interesa- ‘doen una prima de ella, las jévenes trababan una ‘amistad vivida pero temporaria. A veces tales amis- “fades trascendian del grupo de parentesco. Aunque las muchachas pueden confiar sélo en una fo dos parientas, su posiciin relativa al sexo es habi- tualmente intuida por las demas mujeres dé la aldea y las alianzas se mueven y cambian sobre esta base, tanto en la adolescente timida que sospecha de todas las jovenes mayores que ella o la muchacha cuyo pri- mer 0 segundo amor ya se periila como muy impor- ante, como en aquellas que comienzan a concentrar toda su atencién .en un joven que es considerado presunto marido. Finalmente, la madre soltera selec- lona sus amigas, cuando es posible, entre aquellas ‘en condiciones semejantes a las suyas o entre las mu- jeres de ambigua posicion marital, abandonadas o viudas jévenes desacreditadas, _ Surgen muy poces amistades entre jovencitas y mu- jeres en estas agrupaciones, después de la pubertad. Tas de doce aiios quiza tengan un gran afecto y ad- miracion por sus primas de dieciséis (aunque esta ximaba a la pubertad y adquiria fuerzas fisicas més pericia manual, su casa la volvia a absorber debia encender el horno, trabajar en la plantacién, pescar. Sus dias estaban Ilenos de prolongadas tarea y nuevas responsabilidades. . He aqui a Fitu: en septiembre era uno de los miem bros dominantes de la pandilla, algo mas alta que € resto, un poco més delgaducha, mas estridente y ej cutiva, pero muy atolondrada entre otras nifiitas, con un rollizo nifio siempre sobre su cadera. Mas en abril habia entregado el nifio a una hermana menor, d fueve afios; la criatura mas pequefia fue confiada a tuna hermanita de cinco afios y Fitu trabajaba con madre en las plantaciones, o realizaba largas exped nes en busca de corteza de hibisco o de peces. Llevab Ja ropa de la familia al mar y ayudaba a atender d hhorno en los dias de cocina. A veces, al atardecer, deslizaba hacia el claro para jugar con sus_antigu ‘compafieras, pero por lo comin estaba demasiado can sada por el pesado e inusitado trabajo, y ademas notaba un leve alejamiento. Sentia que sus actividades de adulta Ia separaban del resto del grupo con el cual se habia hallado tan cémoda el otofio anterior. Reali 7 algunos esfuerzos, que fracasaron, para acociars con las jévenes mayores de la vecindad. Su madre I enyié a dormir a la cercana casa del pastor, pero ella regres después de tres dias. Esas muchachas eran demasiado grandes, dijo: “Laititi au”. (“Yo soy jo: ven atin”.) Y, no obstante, estaba perdide para su anti guo grupo. Las tres aldeas totalizaban catorce nifias en iguales condiciones, cercanas a la pubertad, preoe padas por tareas insélitas y por una renovada y estrecha asociacién con los adultos de sus fami no atraidas ain por los muchachos, y que no form ban nuevas alianzas en concordancia con los interes del sexo. Llevaban a cabo sobriamente sus labores domésticas, elezian una maestra entre las mujeres de) 96 MARGARET MEAD ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 97 cexpresién de entusiasmo es insignificante comparal con el tipico crush? de una estudiante de nuestra vilizacién). Pero cuando una nifia tiene quince aig Y su prima diecinueve, el cuadro cambia. Todo el mung de Go adulto y preadulto es hostil, espia sus relacion famorosas en su més circunspecta artificialidad, en I que de ninguna manera debe confiarse. No se tie seguridad en nadie que no esté inmediatamente oo prometido en aventuras similarmente azarosas. ‘Puede decirse con seguridad que las jévenes no & len de su grupo de parentesco para hacerse de ami ‘excepto en las condiciones attificiales creadas por la Sidencia en la casa del pastor native y en la gta escuela misionéra con pensionado. (Ademés de la grit escuela pensionado de mujeres que servia a toda la St moa norteamericana, el pastor nativo de cada com nidad mantenfa una pequefia ¢ irregular para varon ¥ mujeres. A estas escuelas eran enviadas las jévene ‘cnyas padres deseaban mandarlas después a la granil y también las chicas cuyos padres querian que gozara tres o cuatro afios de las ventajas educativas sup res y Ja Vigilancia més estricta del hogar del pasta ‘Aqui nifas no emparentadas viven juntas a veces di rante afios. Pero como uno de los dos rasgos que d nen una familia es la residencia comin, las amit entre chicas que han vivido en la casa del pastor 1 son muy diferentes psicolégicamente de la amistad: tre primas o chicas vinculadas sélo por afinidad, qu viven en la misma familia. Las tnicas amistades qu en realidad son cualitativamente diferentes de las a finadas por la residencia comin o por el carédl de miembro del mismo grupo de parentesco, son I relaciones instituidas socialmente entre las esposas Tos jefes y Ias de jefes hablantes, Pero estas amis sélo pueden ser comprendidas en conexién con I amistades que se dan entre muchachos y hombres, {as chicos siguen el mismo patrén que las chicas, ggrando una pandilla bascda sobre los dobles lazos vecindad y el parentesco. El respeto por la as- icia de Ia edad es siempre mucho més fuerte en el caso de las jévenes, a causa de que los mu- jos Mayores no se retiran a sus grupos de fami: fa como aquéllas. Los muchachos de quince y_dieci- afios se unen con la misma libertad que los de El limite entre los miuchachitos y los jévenes Gaayores e8 por tanto continuamente mévil, y los mu- ‘chachos ocupan una posicién intermedia, ya sea do- inando a los menores, © mostrindose” obsequiosos fon los mayores. Hay dos relaciones socialmente ins- tituidas entre los muchachos de igual nombre y que iblemente fueron en un tiempo parientes, Este es “soa, compafiero de circuncision y embajador en los tos amorosos. La circuncisién se hace de a dos, “que efectiian por si mismos los preparativos y buscan para tal fin a un hombre mayor que haya adquirido scion de experto, Parece haber aqui simplemente tuna légica relacién reciproca de causa y efecto; un ‘muchacho elige a un amigo (que es generalmente un ete) ona Ta experiencia compar- ia los ata ain mas. Habia varias parejas de mu- Ghachos en la aldea que habian sido circuncidados juntos y eran todavia compaferos inseparables, dur- ‘miendo a menudo juntos en la casa de uno de ellos. En tales relaciones tenian lugar précticas homosexua- ‘ls, Sin embargo, al analizar las amistades de mucha- thos ya crecidos de Ja aldea, no se hallaba ninguna correspondencia intima con la fidelidad de los ado- Tescentes, y los muchachos mas grandes se veian tan- ton grupos de tres o cuatro como en parejas. Cuando un muchacho ha pasado en dos o tres afios la pubertad, se siente influido en su eleccién de com- pafiera por la convencién de que un joven rara vez habla por si mismo en cuestiones de amor y nunca en 1 Jerga norteamericana: earifio subitineo, (E.] a) REARGATET MEAD ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA. 99 una proposicién de matrimonio Andlogamente, n sita un amigo aproximadamente de su edad a. qu Je encarga cantar sus alabanzas y presionar sobi legida con el requerido fervor y discrecion. Para ei tarea se emplea un pariente o, si el asunto fuera de perado, varios. Un joven considera en su eleccién necesidad de que un embajador no sélo sea digno confianza y devoto, sino también adecuado ¢ insiny te como procurador. Esta relacién soa es a menu pero no indispensablemente, reciproca. El experto amor llega a prescindir de los servicios de un inter diario, pues desea probar plenamente las dulzur todas las etapas del cortejar. Al mismo tiempo, 4 servicios son muy solicitados por los demas, si é albergan alguna esperanza de que su representante comporte honorablemente. Pero los muchachos tienen otras ocupaciones, al més de la de hacer el amor, en las cuales deben coo rar, Se necesitan tres para tripular una canoa pescar bonitos; por lo comiin dos van juntos a lag anguilas en el arrecife; el trabajo en las plantacion comunales de taro exige Ia accién de todos los jéven de la aldea, De manera que si bien un muchacho eli también sus mejores amigos entre sus parientes, sentido de solidaridad social es siempre mucho m fuerte que el de una muchacha. La Aualuma, organi de jévenes mujeres y esposas de hombres lo, es una asociacién muy libre que se reine p el trabajo comunal, muy poco frecuente, y para fe vidades atin mas ocasionales. En las aldeas en que viejas complicaciones de la organizacién social empl zan a caer en desuso, es la Aualuma la que desapai primero, mientras que la Aumaga, organizacién de hombres jévenes. tiene un lugar demasiado importan en la economia aldeana como para ser ignorada de ei modo. La Aumaga es, en verdad, el factor social m duradero de la aldea. Los matais se retinen més form ‘mente y dedican mucho tiempo a sus familias, pero | ‘muchachos trabajan juntos durante el dia, Reread intes ¥ después de sus faenas, estén preventes como er, servidor en todas las asambleas de matais, y spués que la labor del dia ha terminado bilan y van a galanesr juntos al stadecer, Muchos de los jvenes duermen en las casas de sus amigos, privilegio acor- ido s6lo de mala gana elas muchschas, is cco. las y vigiladas. ae factor que earaceriza las selaciones de. los “hombres es la relacién reciproca entre jefes yj gees, eee seins ey ly ie "noon necesariamente parientes, aunque a menudo éste al caso, ya que se considera una ventaja estar rela. “cionado con ambos rangos. Pero los jefes hablantes "son mayordomos, asistentes, embajadores, verdugos 0 tonsejeros de sus jefes, y estas relaciohes son a menudo aiunciadas entre los hombres jévenes, herederos for. nas0s 0 aspirantes a herederos de los titulos de familia, sohnte las mors hay alana oeasionales etrechas, 10 en el caso de la taupo y la hija del principal je hhablante de su padre. Pero estas’ amistedes ee ‘sulren por su carécter temporario; la raupo se casaré Jinevitablemente en otra aldea. Y ex més bien entre la esposa del jefe y Ia esposa de un jefe hablante que sedaré una amistad instituida socialmente y de prolon. gada duraci6n, La esposa del jefe hablante actia como “asistente, asesora y vocera de la del jefe, y a su vex fuenta con su apoyo y ayuda material. Es una amistad | basada en obligaciones reciprocas que tiene su origen "en Ia relacin entre los esposos de las mujeres, y es la nice amistad de mujeres que trspasa Ios limites del grupo de parentesco y afinidad, Esas amistades hasadas en un accidente de matrimonio y prescritas por la sstructura social, apenas pueden ser consideradas como “Woluntarias. Y dentro del mismo grupo de parentesco, Ta amistad esta moldeada de tal manera que resulta 100 MARGARET MEAD cosa carente de sentido. Una vea pregunté a una jo casada si un vecino con quien ella se hallaba siempr fen los més inciertos ¢ irritantes términos era amige suyo. “Pues naturalmente, el padre del padre de ey cmadte, y'el padre de la madre de mi padre eran he : manos”. La amistad basada en la congenialidad temps famental era un lazo debilisimo, sujeto a cambios d interés y de residencia, y una mujer llegaba a confi ‘eada ver mnds en los compafieros con los cuales estaba legalizadas la asociacién y el. interés, por la consang nidad y el matrimonio, La asociacién basada en la edad como prineipic puede decitse que ha cesado para la muchachas ant de la pubertad, debido a la naturaleza excesivament individual de sus tareas y a la necesidad de mantener reserva en sus aventuras amorosas. En el caso de Io muchachos, la mayor libertad,-la estructura social mi coercitiva, y la participacién constante en las taress de cooperacién, crean un grupo de edad que dura Ja vida. Este agrupamiento es influido pero no deters minado por el parentesco, y desfigurado por la im fluencia de la jerarquia futura en el caso de los {6 venes, y lo mismo en el de hombres mayores, pero ef este iltimo en relacién desproporcionada de edad. CapiruLo V rr e ___ LA JOVEN EN LA COMUNIDAD [a comunidad ignora tanto a los muchachos como ‘a las jovenes, desde el nacimiento hasta que tienen ‘quince o dieciséis atios de edad. Los nifios menores no tienen una posicién social, actividades de grupo jonocidas, o parte en la vida social, excepto cuando m reclutados para la pista de la danza no ceremonial, un afio o dos después de la pubertad —la edad varia de aldea en aldea en forma tal que los mucha- ‘thos de dieciséis afios serén en un lugar clasificados ‘iin como chiquillos, en otro como eaude'ale’as, hombres s—, varones y mujeres se retinen en agrupacio- similares a las de adultos; se les da un nombre ‘para su organizacién y se les confieren obligaciones ‘definidas y privilegios en la vida de la comunidad. | La organizacién de los hombres jévenes, Ja Aumaga, ‘elas jovencitas, exposas de. hombres sin titulo y ‘Viudas, la Aualuma, y las de las esposas de hombres ‘con titulo, son todas copias de la estructura politica Sentral de In aldea, el Foro, organizacién de Tos ma- ais, hombres que tienen titulos de jefes o jefe Blantes. El Fono es concebido siempre como Gals ile forma redonda en la cual cada titulo goza de una Fosicisn especial, debe ser objeto de cirtas frases eeremoniales, y se le debe storgar un lugar fijo en el den de precedencia al servir el kava, Esta cape Shel posee ciertas divisiones fijas; en el sector derecho se 102 MARGARET MEAD ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 103 sienta el alto jefe y sus jefes ayudantes especiales al frente de la casa se sientan los jefes o hablant cuya funcién consiste en pronunciar los discursos, di Ia bienvenida a Jos forasteros, aceptar regalos, presidj la distribucién de viveres y trazar todos los pla y arreglos para las actividades del grupo. Contra Io postes, al fondo de la casa, se sientan los matais d haja categoria, y entre los postes y en el centro a de poca importancia, para quienes no se ha reservad ningiin sitio. Esta armazén de titulas continiia de neracién en generacién y ocupa un lugar en la vas estructura ideal perteneciente a los titulos de toda isla, de todo el archipiélago, de toda Samoa, A gunos titulos, que constituyen prerrogativas de cierta familias, corresponden ciertos privilegios: el derecho al nombre de una casa, a conferir el nombre de taupa titulo de princesa, a alguna parienta joven, y el tit de heredero forzoso, el manaia, a algin muchacho de Ja casa, Ademés de estas prerrogativas de los altos je fes, cada miembro de las dos clases de matais, jefe y jefes hablantes, tiene ciertos derechos ceremoniales, ‘A un jefe hablante se le debe servir su kava con wt gesto especial, hablarle con una serie separada de verbos y sustantivos adecuados a su rango, debe recompensado por los jefes con tapa o esteras, fina por sus servicios otorgados ceremonialmente. A los jee fes se les debe hablar con una serie distinta de verbo y sustantivos, y servirseles con gestos mas honorifico én la ceremonia del kava; deben ser provistos de op mida por sus jefes hablantes, y honrados y acompa fiados por ellos en todas las ocasiones importantes El nombre de la aldea, el nombre ceremonial de Ia plaza pablica en la cual se celebraron grandes ce monias, el de la casa de reunién del Fono, Jos nom bres de los principales jefes y jefes hablantes, los de taupo y manaia, de la Aualima y la Aumaga, estan contenidos en una serie de saludos ceremoniales dens da Fa’alupega, o sea titulos de cortesia de una ‘idea o distrito. Los visitantes, al entrar formalmente ‘en una aldea, deben recitar la Fa’alupega a modo de “cortesia inicial hacia sus anfitriones. ls Aumaga xefleja la organizacién de los hombres yiejos. Aqui los hombres jévenes aprenden a pro- ‘punciar discursos, a conducirse con gravedad y decoro, “a eevir y beber hava y ejecutar empresas colectivas, Guando un muchacho es lo bastante crecido como para ingresar a la Aumaga, el jefe de su familia envia un obsequio consistente en comida al grupo que anuncia Ja incorporacién o lo lleva a la casa donde se reiinen. yyentrega una gran raiz de kava como regalo, De aqui en adelante: perteneceré a un grupo cuyos integrantes ‘eslardn constantemente juntos, Sobre ellos recaera toda Ja labor pesada de la aldea, asi como también la ma- yor parte de las relaciones sociales interaldeanas, ‘que se concentran alrededor de los jévenes solteros. Cuando en una aldea se recibe la visita, de gente de ‘tra, es la Aumaga quien se congrega para agasajar a Ia ‘aupo visitante, y trae regalos, baila y canta en Sahomensi ae organizacién de la Aualuma constituye una ver- sin menos formalizada de la dumaga. Cuando, una 4 alcanza Ja juventud, dos o tres afios después de la pubertad, segiin las practicas de cada aldea, su ma- fai debe enviar una ofrenda comestible a la casa de Ja taupo principal de la aldea, anunciando asi su deseo “de que a hija de su casa sea contada en lo sucesivo tomo miembro del grupo de jévenes que forman su gy >) mientras la Aumaga gira alrededor del Fo- los jévenes se relinen aparte 0 en - qarada, reflejando exactamente sin embargo las for. tas y ceremonias de sus mayores, la Aualuma gira alrededor de la persona de la taupo, y constituye un grupo de doncellas de honor. No tienen organizacion fomo la Aumaga, y, ademas, apenas si realizan algin 104 ‘MARGARET MEAD ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 105, trabajo, A veces las jévenes, pueden ser_convocad: para coser barda o juntar moras; con menos frecue Bia plantan y cultivan moreras de papel, pero su fu cio esencial es la de ser ayudantes ceremoniales Tas reuniones de las exposas de los matais, y anfitr nes de la aldea en Ia vida interaldeana, En mu gonas de Samoa la Aualuma ha desaparecido por cor pleto y sélo se la recuerda en Tas palabras do salud {que salen de los labios de un extranjero. Pero si gata a ocurrir Io mismo con la Aumaga, la vida dk ih aldea samoana tendria que reorganizarse enter rente, porque el trabajo ceremonial y efectivo de | jovenes y hombres sin titulo depende de la vida tot de la aldea, "Aunque las esposas de matais no tienen organizac yeconocida en la Fa'alupega (titulos de cortesia) Asociacién es més firme y mas importante que la Ja Aualuma. Las esposas de hombres con titulo tien sus propias reuniones formales; se sientan en los siti de sus esposos y beben el kava de ellos. La esposa més alto jefe recibe el honor més distinguido, la jefe hablante principal pronuncia los mas importa Fiscursos. Las mujeres dependen completamente sus esposod en cuanto a su posicién en este grupo faldea, Una vez que le ha sido otorgado un titulo ‘un hombre, no puede volver mas a la Aumaga. P werle retirado el titulo cuando ¢s viejo o si es inefic pero en ese caso le sera concedido un titulo inferi fin de que pueda sentarse a beber su Rava con s ‘ex compafieros. En cambio la viyda o la esposa Vorciada de un matai debe regresar a la A entarse con las mujeres jévenes fuera de Ia casa. vir la comida y realizar recados, entrando en el F Ye las mujeres s6lo como servidora o anfitrién TLos fonos de las mujeres son de dos. especies: Ie que preceden o siguen al trabajo comunal, donde cosen las bardas para una casa de huéspedes, se tr iras de coral para su piso 0 se tejen este “finas para la dote de Ia ioupo;y los ie eas riales pera dar la bienvenida a los visitantes de otra ‘es. Cada una de estas reuniones se denomina se- in au propésito: falelalaga, abeja tejedora, 0 aiga " Fiafia tama’ita’, agape de éamas. Las mujeres sélo son {econocidas socialmente por las dé una aldea visitante, “pero Ia taupo y su corte son el centro del reconoci- ‘niento de hombres y mujeres en la malaga, fiesta via- Y estas esposas de altos jefes tienen” que tratar {psi faupo con gran.cortesia y respeto, darle el titulo de su alteca, acompafiarla en las excursiones, emplear ‘una serie separada de sustantivos y verbos cuando. se dirigen a ella, Aqui, pues, hay una discrepancia aunts las muchachas, que son mantenidas en estrcta ‘ujecién dentro de sus casas, sobrepasan en jerarquia sus tias y madres en la vida social entre las aldeas. Esta socavacién de la autoridad de las mujeres mis ‘vieja podria comprometer seriamente Ia disciplina de In asa no ser por dos importantes hechos. El prime 10, «5 lo lébil de la organizacién de las jévenes, dado que dentro de la aldea su razon de ser esencial es ‘constituir una etapa preparatoria a las de las mujeres de mis edad, quienes deben ejecntar tarens industri Jes definidas para la comunidad; la segunda, es la im- wtancia concedida a la aldea de servicio como deber damental de la taupo. La princesa de la aldea es también servidora de la misma, Ella espera a los visi- Motes exiranjeros,tiende sus camas y les prepara su ‘eee, baila cusnvio ellos lo desean e interrumpe su fisio pare servir lov vsiantes 0 a au propio jefe. ta ob! igada a satisfacer las necesidades sociales de Jas Mujeres, asi como las de los hombres, Si deciden Pelir prestado barda en otra aldea, visten a su ‘au gam las mejores gales y Te Mevan para adorner la atrimonio es asunto de la aldea, pla- teado y cumplido por los oradores y ‘sus eaponas, 108 MARGARET MEAD referente a las canoas y avios de pescar, que les ¢ prohibido tocar so peligro de arruinar la pesca. Pa la observancia de esta prohibicién estd en manos cada pescador que guarda en su casa el equipo sca. PeDeatro del grupo de parentesco los casos son en ramente diferentes. Aqui las mujeres estan reconocid de modo muy especifico. La progenitora més anciay de la estirpe, es decir, la hermana del iiltimo pos del titulo o la hermana de su predecesor, tiene den chos especiales sobre la distribucién de la dote qu ‘entra en la casa, Posee el derecho del veto en la ven de tierras y otras importantes cuestiones familia Su maldicién es lo mis terrible que puede recaer so bre un hombre, pues tiene el poder de cortar la estirp y extinguir el nombre, Si un hombre se enferma, i hermana es quien primero debe jurar formalment que no le ha deseado daiio, ya que su célera es po tentisima para el mal. Cuando muere un hombre, at tia paterna o su hermana preparan el cadaver pay el entierro, ungiéndolo con tiirmica y froténdolo can aceite, y una de ellas se siente al lado del cuerpo cente ahuyentando las moseas con una pantalla conserva luego en su poder para siempre. En los a tos més ordinarios de la casa, en los arreglos ecom micos.entre parientes, en disputas acerca de bienes ‘en litigios familiares, las mujeres desempefian un p pel tan activo como los hombres. La joven y la mujer adulta retribuyen el desouid social de que son objeto con una despreocupacién miler. Tratan el acervo cultural de la aldea, la gene logia de los titulos, los mitos sobre el origen, cuentos locales y las complejidades de la organizacié social con suprema indiferencia. Sélo una muchach excepeional puede decir el nombre de su bisabue En cambio, es raro el caso de un muchacho que 1p puede decir su genealogia en la forma tradiciondl “ terio con la esposa de un jefe era castigado y ex ADOLESCENCIA Y CULTURA EN sAMOA 109 “getallando varias. goneraciones. Mientras el muchacho Go dieciséia o diecisiete aiios intenta ansiosamente dominar la esotérica verbosidad del jefe hablante, cu- ‘estilo admira en extremo, la joven de la misma edad “gprende un minimum de etiqueta. Sin embargo, esto debe en absoluto a la falta de capacidad. La debe poseer un conocimiento minucioso no sélo de las disposiciones sociales de su aldea, sino también de las referentes a las aldeas vecinas. Debe servir a Jos visitantes en forma adecuads y sin vacilaciones después de que el jefe hablante ha proclamado sus titulos y los nombres de sus tazas de kava. Si ella lle- ‘2 ocupar erréneamente el sitio que es prerrogati tra faupo que la supera en rango, las ayudantes de su rival la sacarén fieramente de los cabellos. ‘Aprende tan bien como sa hermano las intrincaciones de la organizacién social. Atn més notable es el caso de la esposa de un jefe hablante, Sea que la elija jr su docilidad un hombre que haya tomado su tit fulo, o que, como es frecuente, se case con algim mu- chacho conocido que més tarde seri nombrado jefe Fablante, la tausi, esposa de un jeje hablante, debe ser completamente adecuada para el menester. Em las reu- hiones de mujeres debe ser una maestra en etiqueta y reglae nativas de orden, sabiendo mecher sus di cursos con abundante material tradicional ininteligible y copiosa verbosidad, y conservar la misma voz uni- forme, el mismo porte altivo que su esposo. Y por filtimo, la esposa de un jefe hablante importante debe ser tan destacada maestra como ejecutora, porque es su deber adiestrar a la taupo. Pero una mujer otorga a todo esto apenas un minimo de atencién, a menos gue la comunidad reconozca su existencia y exija for- malmente su dedicacién de tiempo y capacidad. De manera semejante, las mujeres no figuran en el cédigo penal primitivo. El hombre que cometia adul- ‘no se 110 MARGARET MEAD ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 111 a veces hasta ahogado por la comunidad ultrajada pero la mujer sélo era repudiada por su marido. Si descubria que la taupo no era virgen, la castigaban simplemente sus parientes. En la actualidad, si el asuela a la aldea y es atribuido a algin pecado incon: fesado cometido por un miembro de la comunidad son citados el Fono y la Aumaga y se obliga a cor fesar al que tenga el mal sobre su conciencia, pero cosa no se exige a la Aualuma o a las esposas- de lo matais. Esto se halla en asombroso contraste con el onfesonario familar, al eual se convoca primera BPesces’dovite aay macjener ee ion na asa Fees la herman. “oportunidad, ocupan su sitio con tgnta habilidad co- En asuntos de trabajo, la aldea reclama unas cuantas NOE cts ong capcenr de don eles bets Pee aes nie calsvat Ja rapa tela Mbiided rovclan ain mayer edaplabilidad quo sua Base rpm pees eae tend pe La ease ey este Mics. Los jejes hablanice son elegidos especialmente peracetic palinera 7, weer lati ‘por su capacidad oratoria ¢ intelectual, mientras que Ee rad ae a ceamde lee ores Ca BE jeren tienen una tarea que lod ev combertda de da en el trabajo, preparando a su vez las jévenes tn banquete para los muchachos y convirtiendo todo en un laborioso picnic. Pero entre el trabajo formal de los hombres y el de las mujeres hay una rigid divisién. Las mujeres no participan en las actividades relativas a la construccién de casas o de botes, ni los hombres pueden entrar eu la casa ceremonial de tejidos 0 en Ia casa donde las mujeres hacen tapa en grupo, Si el trabajo de las mujeres requiere atravesar la ale dea, como en el caso del coral que se trae deste la playa para componer el piso de la casa de huéspedes, Jos hombres desaparecen totalmente reuniéndose en alguna casa lejana o marchindose a la manigua o a otra aldea. Pero esta prohibicidn es sdlo para grandes ocasiones formales. Si un hombre construye para la familia una nueva cocina, la esposa puede hacer tapa a dos pies de distancia, mientras que un jefe puede sentarse y trenzar cine? mientras su mujer teje una estera fina a su lado. Asi, una mujer, de modo opuesto de su esposo y hermanos, pasa la mayor parte de tiempo dentro del estresho circulo de su casa y su grupo de parentesco, pero cuando participa en las tuestiones de la comunidad es tratada con el pundonor caracteriza todas las fases de la vida social sa- oana. Casi toda su atencién e interés se concentran mun grupo mas reducido y se orientan de un modo mas personal. Por esta razin resulta imposible valorar exaciamente la diferencia cel impulso social innato en- tre los hombres y mujeres de Samoa, En aquellas esfe- improviso y que al casarse requiere gran pericia ora- ria, imaginacién fértil, tecto y facil memoria. Cariruto VI RELACIONES SEXUALES FORMALES La primera actitud que una nifiita aprende a a iar de los muchachos es de esquiver y antagonism Se le ensefia a observar el tabii del hermano.y la he mana hacia los muchachos de su grupo de parentest y casa, y junto con las otras ninas de su grupo ¢ edad trata a todos los demas chicos como enemig predestinados. Cuando una nifia cumple ocho 0 nu afios de edad, sabe ya que no debe acercarse nunc ‘a un grupo de varones mayores. Este sentimiento antagonismo hacia los chicos y la avergonzada esq vez hacia los mayores contimia hasta la edad de © catorce afios; no existe en el grupo de chicas Tegan a la pubertad y en el de muchachos que acal de ser eircuneidados. Fatos chicos se ven, apartados la vide del grupo de su misma edad y de los anta nismos que le son propios. Alin no poseen una o ciencia acuciosa del sexo. En esta época las relacio entre los sexos tienen menos contenido emocional. To cuando sea una mujer casada de largo tiempo, e varios hijos, la joven samoana volverd a consi ‘al sexo aptesto con igual serenidad. Cuando est adolescentes se retinen se dirigen burlas inocent ‘existe un minimo de turbacién, se hacen muchas bt mas desatinadas que comiinmente consisten en acust ‘a alguna joyencita de experimentar una consumidot pasién por un viejo decrépito de ochenta:afios 0 algin muchachito de ser el padre del octavo hijo ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 113 tna rolliza matrona. A veces Ia burla consiste en_atri- huir afecto mutuo a dos compaiieros maduros, burla alegre que recibe el indignado repudio de ambos. Los nifitos se retinen a esta edad en fiestas siva, no forma- Jes, préximas a ocasiones mis formales, en las pescas de Ia comunidad en el arrecife (cuando se cercan muchos metros de arrecife para hacer una gran red de pesca) y en excutsiones con antorcha: y burlas bonachonas y la cooperacién en ‘comunes son la piedra angular en estas ocasiones. Pero desgraciadamente estos contactos no son tan frecuentes ni suficientemente prolongados como para ensefiar a Tas jévenes la cooperacién o dar a los muchachos 0 chicas una apreciacién real de la personalidad de los miembros del sexo opuesto. Dos o tres.afios después esta situacién cambia com- pletamente. El hecho de que las jovencitas no pertenez- in yaa los grupos de edad, torna notable la defee- cién del individuo. El muchacho que comienza a tomar un interés activo por las chicas, frecuenta menos la pandilla y pasa mas tiempo con un compafiero intimo, Las muchachas han perdido toda su indiferencia, Rien, ‘se ruborizan, se yerguen, huyen, Los muchachos s¢ wuelven timidos, aturdides, taciturnos, evitan la com- ia de las jévenes durante el dia y en las noches de Bib ssa, len ccusan, de une por clea wun p ferencia exhibicionista. Las amistades caen més estric- tamente dentro del grupo de parentesco. La necesidad jue experimenta el muchecho de contar con un confi- te fiel, es més intensa que la que siente la joven, pues s6lo los més diestros y empedernidos donjuanes cortejan por si mismos, Hay ocasiones, por supuesto, ‘en que dos mocitos salidos apenas de la adolescencia,, temerosos del ridiculo, cuidandose aun de sus amigos Y parientes més cercanos, se deslizan solos hacia la manigua. Sin embargo, muy frecuentemente un hombre 16 MARGARET MEAD ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA uz nado al representado. Esta dificultad se previene yeves empleando dos o tres soas y poniéndolos a espian se entre si. Pero tal falta de confianza quiza inspi tna actitud similar en los agentes; asi sucedid en ¢ caso de un amante cautisimo y desilusionado, que m dijo con pesadumbre; “Yo tenia cinco soas, uno er sincero y los otros cuatro falsos”. Entre los posibles soas prefieren un hermano o muchacha, Aquél es leal, por definicién, mientras que ésta suele ser mucho mas hébil, pues un “muchacha sélo puede abordar « una joven al atardecer, o cuandg no hay nadie cerca, pero una muchacha puede and con ella todo el.dia, acostarse a su lado en la mis stera, comer del mismo plato y murmurar entre be dos el nombre del muchacho, hablando siempre de @ de lo bueno, gentil y sincero que es, y cuan digno d ser amado, Si, lo mejor es la soajafine, la embajadora, Pero las dificultades para obtener una soafafine grandes. Un muchacho no puede elegir entre sus pa Tientes porque el tabi le prohihe mencionar tales tem en su presencia. Sélo por pura casualidad la no de su hermano resulta ser parienta de la joven de I que esté enamorado; también puede quiza la buens suerte ponerlo en contacto en alguna otra forma con tuna joven 0 una mujer que obraré en su provecho. Lo més violentos antagonismos en los grupos de jéver no surgen entre ex amantes, no derivan del renco abandonado ni del punzante orgullo del vencedor, sing que ocurren entre el muchacho y el soa que lo ha tr cionado o entre un amante y el amigo de su amad {que en alguna forma ha obstaculizado su galanteo. En el amor estrictamente clandestino el amante nut ca se presenta en casa de su amada, Su soa, en cambio puede ir alli en un grupo o con la excusa de algiin ree do o si no buscar Ia oportunidad de hablar a la jove mientras esté pescando 0 cuando vuelve de 1a plantas ccién, Su tarea es cantar el elogio de su amigo, contre rrestar los temores y objeciones de la joven y final- ‘mente concertar una cita. Estos lances son. general- ‘mente de breve duracién, y tanto el muchacho como Ja joven pueden practicar varios a la vez: Una de las is admitidas para una rifa es el resentimiento del ‘primer amante hacia en sucesor cuando ello ocurre en Ja misma noche, “pues él muchacho que Ilegé después se mofard de él”. Estos amantes clandestinos arreglan ‘gus citas en las afueras de Ia aldea. Bajo las palmeras ‘ea designacién convencional de este tipo de intriga. Muy a menudo tres o cuatro parejas tendran una cita comin, cuando los muchachos o las jévenes son parien- tes y amigos. Si la joven llegara a desmayarse o suftir yahidos, ¢s deber del joven trepar a la palmera mas pproxima y bajar un coco fresco para verterlo en el rostro de ella, a modo de agua de Colonia. Segin la " teoria nativa, la esterilidad es el castigo de la promis- euidad; y a su vez, s6lo la monogamia persistente es recompensada por la concepcién, Cuando un par de ‘experimentadores clandestinos —de tan baja jerarquia que sus matrimonios carecen de importancia econé- mica— se ligan sinceramente entre si y mantienen rela- eiones durante varios meses, terminan a menudo casdn- dose. La agudeza de los nativos distingue entre el amante experto, cuyas aventuras son muchas y de corla duracién, y el hombre menos astuto que no puede encontrar mejor prucba de su virilidad que un largo amor exyo detenlace es la concepeion ~_ Frecuentemente la joven teme aventurarse en la no- che, infestada de demonios y fantasmas que ar gulan, Iegados en canoas de lejanas aldeas para secues- trarla, que saltan a la espalda y de los que uno no puede desprenderse. Quiza piense que es més prudente quedarse en casa y, si es necesario, atestiguar su pre- encia vocalmente. En este caso el amante arriesga acercarse a la casa, sacindose el lavalava, engra- 4a perfectamente su cuerpo con aceite de coco 9 re ee ci ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA 119. jeron una cancién bailable sobre aquello y la cantaban ‘és de él cada vez que lo veian. El problema del jetotolo se complica por la posibilidad de que un acho de la familia sea el ofensor y se refugie mezolandose entre la gente en medio de la alarma y fterfo que sigue al descubrimiento, Proporeiona tam- jén ala joven una excelente coartada, ya que s6lo que exclamar jmoetotolo!, en caso de que su “amante sca descubierto. “Para la familia y para la al- ‘eso puede ser un moetotolo, pero no lo es en el won de la joven y su amante.” Dos motivos fundamentan esta desagradable activi- Ja ira y el fracaso en el amor. La muchacha ana que coquetea lo hace arriesgandose. Dice: te veré esta noche cerca de ese viejo cocotero, al de la piedra del pulpo, cuando la luna descienda”. ¥ el joven la espera durante toda la noche. Oscurece: Jos lagattos caen sobre su cabeza; los botes-fantasma “entran en el canal, Siente mucho miedo. Pero aguarda “hasta que amanece, hasta que el rocio humedece su ‘eabello y su corazén se encoleriza, y sin embargo ella no viene. Luego, en desquite, él intentara un moerotolo. Fspecialniente si se entera de que ella se ha reunido con ‘tro esa noche. Estos hechos suelen suceder también 1 caso de que determinado muchacho no pueda ‘conquistar una novia por medios legitimos; debe te- uerse en cuenta que en Samoa no hay forma alguna de itucién excepto la hospitalaria, Es un poco dificil somprender cémo algunos de los muchachos que son “moetotolos notorios figuran entre los mas encantadores apuestos de la aldea. Evidentemente estos jévenes, shazados en una o dos tentativas de cortejo, inflama- por el éxito sonoraments proclamado de sus com- ‘pafieros y_ ante los vituperios proferidos contra su inex- periencia, prescinden del procedimiento establecido para enamorar y ensayan an moetotolo, Y una vez rapados y marcados, ninguna joven les volver a fin de poder escurrirse entre los dedos de los posibl perseguidores sin dejar huellas, levanta furtivam las persianas y se mete en la casa. El predominio d esta practica da pie a incidentes, comunes en los cuen: tos populares de Polinesia, que narran la mala suert del infortunado héroe que “duerme hasta la mafi hhasta que el sol naciente revela su presencia a los d més ocupantes de la casa”. Como generalmente due men en la casa una docena o més de personas y vario perros, el silencio mas 0 menos discreto €s suficients precaucidn, Pero esta costumbre de la cita doméstic es la que conduce al peculiar abuso del moetotolo sea “el que se inifiltra durante el suefio”. El moetotala ces la ini dad sexual que ofrece un cuadro d nidamente anormal. Desde el primer contacto con ivilizacién blanca, la violacién en forma de_as violento ha ocurrido muy de vez en cuando en Sama Esto, sin embargo, concnerda mucho menos con I normas samoanas que el moetotolo, en el cual un hom: bre se-apodera a hurtadillas de los favores dest a otros. La necesidad de evitar ser descubierto impos bilita la conversacién, y el que se arrastra durante ‘suefio confia en que la joven espere a un amante 0 Ia probabilidad de que acepte sin discriminar a quien quiera que llegue. Si la joven sospecha y se ofende profiere un fuerte grito y toda Ia casa se lanza a persecucién del intruso. Cazar un moetotolo es derado un gran deporte, y las mujeres, que sienten su seguridad amenazada, son en.Ja persecucién ain més activas que los hombres. Un desdichado joven de L ‘lvidé quitar su lavalava, La muchacha Io descubri6 su hermana logr6 arrancar con los dientes un pedazo del lavalava antes de que él huyera, y lo exhibié trium falmente al siguiente dia. Como el muchacho habi sido muy lerdo para destruir su Javalava, la evider fen su contra fue una prueba delatadora, por lo que convirtié en el hazmerreir de la aldea; los chicos 120 sana iE MES? ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 121 prestar atencin, Deben esperar hasta que sean hon bres mayores -y estén en condiciones de ofrecer posicién y un titulo. Pueden escoger alguna ram fansada.y descalificada 0 una joven, hija de pad fambiciosos y egofstas, que acepta a disgusto. Pi pasarin afios antes de’ quo esto sea posible; exclu urante mucho tiempo de los amores en que se enres sus compaieres, redlizan repetidas tentativas, alguna ‘con éxito, otras, en que resultan prendidos, castigada y ridiculizados por la aldea, cavindose cada vez m ia fora bajo los pies. A menudo las relaciones oq hombres constituyen soluciones parcialmente satis torias, Habja una pareja semejante en la aldea: notorio moetotolo y un joven grave, que deseaba man tener su corazén libte para las intrigas politicas. moetotolo, en consecuencia, complica y agrega sabo al galanteo subrepticio que se lleva’a cabo en la cas fen cambio del peligro de perderse, los inconvenientey que surgen en los encuentros casuales que tienen Tuga fuera, Ia lluvia y el miedo a Tos fantasmas, complican ‘el amor bajo las palmeras. Entre estos asuntos eatrictamente sub rosa y un off cimiento final de matrimonio, hay una forma de oo tejo intermediario en el cual la joven es visitada pa ‘el muchacho. Como esto se considera un paso de pruch hacia el matrimonio, ambos grupos de parentesco del estar més 0 menos inclinados en favor de la uniém Con el soaa su lado y provisto de una cesta de pescad un pulpo o una gallina, el pretendiente se presenta Ja casa de la joven antes de la cena. Si su regalo aceptado, significa que la familia dela joven es Gispuesta a que él le brinde sus requiebros. Es formal mente acogido por el matai, se sienta con la caber Teverentemente inclinada durante la oracién del Gecer, y luego él y su soa se quedan a cenar. Pero pretendiente no se acerca a su amada. Se dice: “ listed desea conocer quién es. realmente el aman yes no mire al muchacho. que est sentado al lado Jip ella, Ia mira audazmente a los ojos, retuerce las flores de su collar en sus dedos o le saca la flor de seo del pelo pare luego ponérscla detrés de la “ greja. No piense que es él quien susurra suavemente ‘su oido o le dice: ‘Querida, espérame esta noche. wuss que se haya puesto la luna vendré hacia ti’, quien le hace bromas diciéndole que ella tiene mu: hos amantes. Mire en cambio al que se halla sentado mnés lejos, con la cabeza gacha y no toma parte en la proma. Vera usted sus ojos dirigidos siempre dulce- mente hacia la muchacha. La observa continuamente y no pierde un movimiento de sus labios. Quizé ella "fe hard un guitio, levantard las oejas o hard una sefie con la mano. El debe estar siempre alerta y vigilante, ono lo advertiré”. El soa, entretanto, corteja a Ia joven de un modo complicado y ostentoso, y en voz baja ensalza la causa de su amigo. Después de cenar dl centro. de la casa es codido a los jévenes para que jueguen a las cartas, canten o permanezean simple- mente sentados, intercambiando una serie de bromas Iiberales., Este tipo de galanteo varia entre visitas ‘ocasionales y la asistencia diaria. El regalo comestible no necesita acompafiar cada visita, pero es tan esen- cial en la visita inicial como la presentacién en Occi- dente. El camino de esos amantes declarados es arduo, Ta joven no desea casarse ni cercenar sus amorios por deferencia hacia un novio definido. Posiblemen- te también le disguste su pretendiente, mientras que él a sti vez, puede ser victima de ambiciones familia- tes. Ahora que toda la aldea lo sabe pretendiente de lls, la muchacha satisface su vanidad, haciendo gala de perversidad, de esquivez. Cuando él Mega al atar- decer, ella se ha ido a otra casa; si la sigue alli, inme- diatamente regresa a su casa. Cuando tal noviazgo ma- dura en una proposicién de matrimonio aceptada, el muchacho suele ir a dormir a casa de su futura no- 124 MARGARET MEAD ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA 125 mativos del continente, influidos por las_costumbres ropes, se niegan a hacer taupos a sus hijas, porque misioneros dicen que una joven debe escogerse por ‘si misma. Consideran que cuando es taupo la cuestion inevitablemente de sus manos. Arteglado el no- 0, el novio regresa a la aldea a fin de recoger fomida y bienes para el matrimonio. Su aldea le fija Iote denominado Sitio de la Dama, que queda como ropiedad perpetua de ésta y sus hijos; en este terreno “onstruyen una cast para la novia. Entretanto, el no- io ha dejado tras de si, en Ia casa de la novia, un Je ablante cuya funcion ex similar a Ia del humilde ‘soa. Es ésta una de las mejores oportunidades para ‘que el jefe hablante logre adquirir riqueza. Queda eo. “mmo emisario de su jefe, vigilando a su futura novia, Mrabaje para la familia de ella, y cada semana el imatai de la joven debe recompensarle con un gene- 0 presente. Como prometida de un jefe, se exige gla muchacha una condusta cada vez mas citcunspec- . Si antes chanceaba con los muchachos de la aldea, jora ya no debe hacerlo; si ello sucediera, el jefe janie, atento a cualquier transgresién al eminente oro, iria a la casa de su jefe e informaria que su novia ¢3 indigna del honor de serlo, Esta costumbre es perticularmente susceptible de utilizaclén en caso ‘te arrepentimiento de una de las partes. Si el novio ‘se arrepiente del convenio, soborna a su jefe hablante {que es habitualmente un hombre joven, de los menos mportantes, y se beneficiar’ grandemente con el ma- trimonio en si) para que sea supersensible al compor- Hamiento de la novia o al trato que recibe por parte ‘dela familia de ella. Y éste es cl momento en que la tovie se escapa, si su futuro novio resulta demasiado ceptable. Porque mientras ningiin muchacho de st aldea se expondria a ser objeto de sus peligrosos favo- Tes, uno de otra aldea acrecentaria enormemente su Prestigio si se escapara con la taupo de una comunidad ‘euentros fortuitos durante el dfa. Mientras los padre de jerarquia inferior ignoran complacientemente la experiencias de sus hijas, el alto jefe custodia la vin ginidad de su hija tanto como el honor de su nombi su precedencia en la ceremonia del kava o cualqui otra prerrogativa de su clevado rango. Alguna viej de la familia se constituye en constante compaiiera duefia de la joven, La taupo no puede visitar otra casas de la'aldea ni salir de su casa sola por la no che. Duerme con una mujer de mas edad a su lad Jamas puede ir a otra aldea sin ser_acompaiiada ‘Atiende juiciosamente @ sus tareas, baftindose en dl ‘mar, trabajando en la plantacién, segura bajo la celo sa tutela de las mujeres de su aldea, Corre poco riesg con el moetotolo, pues quien ultraja a la taupo habri sido antiguamente condenado a muerte, en la actual dad tendria que huir de la aldea. El prestigio de aldea esta inexplicablemente ligado a la digna repute cién de la raupo; pocos jévenes se atreverian a ser 81 amantes. Llegar @ casarse con ella es algo fuera d cuestién, y sus compafieros los acusarian de traidores antes que envidiarles esa distincién dudosa. A veces joven de gran jerarquia, perteneciente a la misma dea, osard emprender una fuga, pero aun esto sucede raramente. Porque la tradicién dice que la taupo deb ccasarse fuera de su aldea, con un alto jefe o un mana de otra aldea. Tal matrimonio da ocasién para gran des festividades y una solemne ceremonia. El jefe todos sus jefes hablantes deben venir a pedir su mano r personalmente, trayendo regalos para los jefes hablan tes. Si los jefes hablantes de la joven coinciden que se trata de una alianza lucrativa y deseable y Ia familia se halla satisfecha de la jerarquia y aspecto del pretendiente, queda concertado el matrimoni Poca atencién se presta a la opinién de la muchach Tan arraigada se halla la idea de que el casamier de la taupo es asunto de los jefes hablantes, que & 126 rece reer ADOLESCENCIA ¥ CULTURA EN SAMOA 127 rival. Una vez que ella se ha fugado, la proyectady 4 sus muchos derechos nominales a la virginidad; se alianza se quiebra, naturalmente, aunque los padi disgusta con su familia, que antes, y a veces aum en enojados puedan ‘negarse a sancionar el matrimonig actualidad, la castiga terriblemente y le alcita la con su amante y la castiguen casindola con un viejg beza. pre nueve casos de diez el tinico motive que ‘Tan inmenso es el prestigio adquirido por la alde panies la vanidad y la ostentacién, pues ‘a que pertenece un joven que ha logrado escaparse cor ¢| muchacho dice: “Las jévenes odian a un moetotolo, tuna taupo, que a menudo todo el esfuerzo de una ma pero todas aman a un hombre avaga” (el que se fuga). Jaga se concentra en secuestrarla, y su virginidad ser La fuga también sucle constituir una medida préc- respetada en proporcién directa con las posibilidades tica cuando una familia se opone al matrimonio deci- de que su familia y aldea consientan en ratificar sy ido por una pareja de jévenes. Estos se refugian jun- casamiento, Como el secuestrador es frecuentement a los miembros favorables de la familia. Pero a individuo de alto rango, la aldea acepta pesarosa jos que los recalcitrantes parientes se apacigiien y compromiso. avengan a legalizar el matrimonio con un inter- Esta norma de la fuga, a la cual prestan signifi ‘cambio formal de bienes, los causantes nada pueden las restricciones en que vive la taupo, y esta rivalidad) hacer para fijar su situacién, Una pareja joven, aun- interaldeana, se prolongan en los rangos inferiores haya tenido varios hijos, sera clasificada ‘como donde en verdad carecen prdcticamente de sentido, Rara vez se acompaiia y escuda a una muchacha d familia media en forma lo bastante estricta como par que la fuga resulte el dinieo modo de consumar una relacién amorosa, Pero la fuga es espectacular; el mu chacho desea aumentar su reputacién de victoriose Don Juan y la joven desea proclamar su conquista confiando también a menudo en gue todo terminarg fn casamiento. La pareja fugitiva huye a casa de padres del muchacho o a Ja de alziin pariente y esp que los padres de la joven la persigan. Un muchacha conté el siguiente relato acerca de tal aventura: “Hu mos bajo la Iluvia por més de catorce kilémetros hasta Leone, bajo el diluvio, a casa de mi padre. Al dia siguiente la familia de ella vino a buscarla, y mi padre me dijo: *;Cémo es eso?, si quieres casarte com esta joven, pediré a su padre que la deje aqui” Y dije: jOh, no! Sélo me escapé con ella para que supiera publicamente”. Las fugas son mucho menos fi cuentes que los amores clandestinos porque la jov arriesga en ellas mucho més. PGblicamente renuncil ‘Se mantienen entre las dos familias ofrecimientos eiprocos de regalos mientras dure el matrimonio aun después, cuando nacen hijos. El nacimiento de hijo, la muerte de un miembro de una de las lias, una visita de la esposa a su familia o del ‘epos0 a la suya si vive con Ia familia de su mujer, ‘dan lugar a 1a presentacién de regalos, En lis relaciones premzritales prevalece estrictamen. fe una convencién en cuanto a la forma de hacer el or. Se trata en verdad de una convencién de len- He mis que de accién. Un muchacho puede procla i que moriré si una joven le niega sus favores; los ‘Samoanos se rien de las historias roménticas de amor, amecen Ia fidelidad a una esposa o amante ausente 128 MARGARET MEAD : ADOLESCENCIA Y CULTURA EN SAMOA 129. durante largo tiempo, creen explicitamente que amor curara en seguida la pena causada por dida de otro. La fidelidad seguida por la gravidex toma como prueba positiva de una verdadera uni aunque el hecho de tener muchas amantes nunca considera contradictorio con una declaracién.de afe por cada una. La composicién de canciones de ama la ideacién de lergas y floridas cartas eréticas, invocacién a la luna, les estrellas y el mar en el anteo verbal, todo sirve para conferir a los amor de los samoanos una estrecha semejanza superficial con los nuestros, siendo, sin embargo, su actitud m cho més parecida a la del héroe de Schnitzler en amores de Anaiolio. El amor roméntico tal como oct re en nuestra civilizacién, inextricablernente ligado las ideas de monogamia, exclusividad, oclos y una delidad sin rodeos, no ocurre en Samos. Nuestra titud es un complejo, resultante final de muchas line de desarrollo convergentes en la civilizacién occider tal, de la institucién de la monogamia, las ideas d los tiempos de la caballeria, la ética del cristianiema ‘Aun la apasionada adhesin a una persona, que du un largo periodo y persste frente al desaliento, pe no excluye otras relaciones, es rata entre los samoang EI matrimonio, por otra parte, es considerado com tun arreglo social y econémico, en el cual deben tenet fen cuenta la riqueza relativa, el rango, y la pericia d esposo y la esposa. Hay muchos matrimonios en que ambos individuos, sobre todo si han cumplido y los treinta afios, se mantienen completamente fiel Pero esto debe atribuirse a la facilidad de la adapta cién sexual, por una parte, y ademés a le ascende de otros intereses: organizacién social para los ho bres y los hijos, para las mujeres —por éncima de interesés sexuales—, més fuertes que el apasiont afecto entre los cényuges. Como a los samoanos: faltan las inhibiciones y la complicada especializaciém ‘del sentimiento sexual que torna insetisfactorios los ‘atrimonios de conveniencia, les es posible fortificar ja felicidad marital con otros elementos mis que la nporaria devocién pasicnal. La adaptabilidad y la eniencia se transforman en este caso en factores © Fl adulterio no significe necesariamente la ruptura ‘den matrimonio. La esposa de un jefe cuando comete ‘sdulterio deshonra su alta posiciéa, y por Io comin ts repudiada, aunque dicho jefe se resentiré abierta- ¢ si ella vuelve a casarsé con otro de jerarquia inferior. Si el amante es considerado mas culpable “que ella, la aldea se vengaré de él piblicamente. En sos menos conspicuos, el grado de alboroto que se ‘hace por el adulterio depende del rango relativo del ‘ofensor y el ofendido o de los celos personales, que ae sélo ocasionalmente. Si el marido o la esposa njuriados se irritan como para amenazar con la vio- encia fisica, el transgresor quizé tenga que recurrit ‘¢una ifoga piblica, humillacién ceremonial ante al- euyo perdén se solicita, Va a la casa del of , acompafiado por todos los hombres de su fai Jia, envuelto cada uno en wna estera fina, que const tuye el valor corriente de la regién; los suplicantes se tan fuera de la casa, con las esteras finas sobre cabeza, las manos dobladas sobre el pecho, la c inelinada en actitnd de la ms profunda melan- ‘colia y humillacién. “Y si el hombre esté muy encole- rigado no dira palabra. Todo el dia atenderd sus tareas; ‘enzaré cinet con mano répida, hablaré a su esposa vor alta y saludaré a los que pasan por el camino, pero no prestard atencién a los que estan sentados en ‘4 propia terraza, sin atreverse a alzar a vista ni hacer an movimiento para alejarse. En tiempos pretéritos, isu corazén no se apaciguaba podia tomar un palo 1 junto con sus parientes ir a matar a los que se ha- liban sentados afuera. Pero ahora silo los tiene es-

También podría gustarte