Está en la página 1de 2

El deterioro social en Argentina en los

primeros años del siglo XXI


Autores: Jorge Osvaldo Morina; Beatriz Goldwaser; Omar Horacio Gejo

1. Introducción
En el presente trabajo, nos proponemos presentar e interpretar series de datos concretos
que denuncian los resultados de la aplicación del sistema de poder neoliberal en Argentina a lo
largo de las últimas tres décadas. Habiendo estudiado en profundidad el período que se inicia
alrededor de 1975, con énfasis en las transformaciones económicas y sociales en el marco de
proyectos de investigación finalizados y en curso, en esta oportunidad pretendemos reflejar
algunos aspectos de las graves desigualdades sociales que permiten caracterizar a la formación
socio-espacial nacional como extremadamente dependiente y periférica en el concierto
internacional. Para ello, utilizamos información sobre pobreza e indigencia por ingresos,
desempleo, evolución del salario real, evolución del PBI per cápita y brecha de ingresos entre
los grupos extremos de la población perceptora. En general, seleccionamos datos
correspondientes a la década de 1990 y al inicio del siglo XXI. Sin embargo, en ciertas variables,
hemos entendido importante incorporar datos de las décadas previas.
Esa información, a escala nacional y en algunos casos con la desagregación a escala
provincial, es contextualizada en el marco del endeudamiento extremo, especialmente en su
carácter de instrumento de control y dominación. Con más precisión, queremos significar que la
deuda externa y los compromisos externos derivados de ella, han llevado a nuestro país a la
aplicación de políticas económicas antinacionales y antipopulares desde mediados de la década
de 1970. En esa aplicación de políticas que conformarían sucesivos planes económicos
componentes del denominado “ajuste estructural”, jugarían un papel determinante las siempre
aceitadas relaciones entre la élite dominante local y los consorcios representativos del poder
económico y financiero-transnacional, con la activa participación de los aparatos de Estado de
los países más industrializados y los organismos supuestamente multilaterales (como el Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial y, para nuestra América Latina, el Banco
Interamericano de Desarrollo). Es por esto que consideramos vigente aquella lectura que hacía
R. Puiggrós cuando señalaba que las causas externas intervienen en los cambios sociales por
medio de las causas internas (Puiggrós, 1974).

2. Deuda externa, organismos “multilaterales” y ajuste estructural


En este apartado, avanzamos en una aproximación a las relaciones existentes, a escala
internacional, entre los procesos de endeudamiento externo, las funciones básicas de
organismos como el FMI y el Banco Mundial, y la implementación de políticas económicas de
escala nacional componentes de sucesivos planes de ajuste y disciplinamiento social.
Debemos señalar que la frase “programas de ajuste estructural” aparece en las
recomendaciones del FMI y el BM, tanto para países industrializados del Tercer Mundo, como
para países de otrora mundo socialista. La ola neoliberal promueve un conjunto más o menos
homogéneo de recetas. En el Norte, se trata de romper barreras institucionales y disminuir
conquistas sociales que habían acompañado el “éxito” sostenido de la posguerra, dado que
éstas estaban dificultando las condiciones de rentabilidad en tanto obstáculos a la acumulación
capitalista.
En el sur, la intervención del Estado, bajo todas sus formas (menos las que apuntalan al
capital concentrado), se transforma en el blanco de las “cartas de intención” discutidas por el
FMI con los países endeudados que reclaman arreglos muy a menudo conocidos como
“renegociaciones” (Coutrot, Husson, 1993). En escueta síntesis, el ajuste estructural es
considerado con frecuencia, como subdividido en dos fases. Primero, la estabilización
macroeconómica “a corto plazo”, comprendiendo la devaluación, la liberación de los precios y
la austeridad fiscal, seguida luego por la puesta en marcha de un conjunto de reformas
estructurales que se presentan como “fundamentales” y “necesarias”. Sin embargo, en algunos
casos, estas reformas estructurales son ejecutadas paralelamente al proceso de “estabilización
económica” (Toussaint, op. Cit).
Si bien las relaciones del FMI con los países de la Periferia son antiguas, en la decada de 1980,
después de la emergencia de la crisis de la deuda, el organismo les consagra buena parte de sus
actividades y gana en poderío. El BM aumenta su intervención desde fines de los setenta. Es
también a principios de los ochenta que FMI y BM conforman una dupla para administrar la crisis
de la deuda y ponen en marcha las políticas de ajuste. Al mismo tiempo, se transforman en
grandes recaudadores de las deudas (Toussaint, op. Cit.). Los objetivos declarados y declamados
de retorno al crecimiento nunca se alcanzan en forma durarera, mientras la inestabilidad
financiera se desarrolla en buena medida por la aplicación de esas políticas. Ya en los años
noventa, mas claramente conla crisis mexicana de 1994, el FMI toma preponderancia en la
definición de políticas a seguir, lo que resulta confirmadocon la crisis asiática de 1997/1998. El
BM tiene preeminencia en lo concerniente a los países mas pobres, las relaciones con las ONGs
(para “recuperarlas”) y a los rogramas puntuales y restringidos dirigidos a sectores muy acotados
de poblacion pobre.
Ahora bien, debemos preguntarnos a q deben ajustarse los países periféricos. Si admitimos
que el sistema económico mundial esta jerarquizado, y que las naciones subdesarrolladas no
pueden imitar políticas seguidas hace tiempo por las mas industrializadas (o desarrolladas),
tenemos que entender que el ajuste estructural no ofrece perspectiva alguna de desarrollo.
Los estatutos del FMI estipulan que debe “adoptar” políticas que ayuden a sus miembros a
resolver sus problemas de balanza de pagos y que tomará las medidas apropiadas para el uso
temporal que será hecho de sus recursos”. En virtud de ello, el FMI interviene directamente en
la determinación de las políticas económicas de los países prestatarios (TOussaint, op. Cit.).

PAGINA 3 (67)

También podría gustarte