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aa |” Prélogo #Qué pasa en los barrios? Se presentan como escena: tins de guerras sociales, a veces difusas, campos de batallas sin bandos antag6nicos ficiles de identificar a priori, territorios por donde circulan pibes silvestres, vecinos exgorrados 0 no, gendarmes que los piensan come cuarteles a cielo ablerta para el disciplinamiento moral, vicleneia policial y delas bandas, militantes que inauguran locales, transas que inauguran locales, el di- nero que derrama de los programas sociales, el consu- mo que crea nuevos pactos, la sociedad del mulee en todo su esplendor.., Salir y ver como dos acciones claves para entender el recorride que sigue, Saliz, corverse, desplazarse de las imégenes del barrio instituidas, reconocidas, tranguili- zadoras. Atm reconaciéndolas reales y, quizs, performa- tivamente eficaces en muchas ocasiones, se nos presen: tan lejanas y exteriores a nivel politico, sensible, vital. A un barrio se puede ingresar desde la figura instituida de lo vecinal (tan convocada en las gestiones de seguridad "comunitatiaa”, pero también en la traduccion mediatica de la vida barrial}, deade las légicas estatales (diferen- tes programas de contencién social o de prevencién o combate del delito}, desde 1a moral militante... Diferen- tes codigos para hacer legible le que pasa en el barrio. Pero lo que pasa en el barrio es cada vez mis complejo, veloz, confuso, cambiante, alocado., Las imigenes que le reconocen se quedan mudas; ¢l salirse reeponde a una Intuicin: estamos obligados.a pensar de otra manera la realidad de los barrios de hoy, glos nuevos barrios? Este libro, sus preguntas, emergen de la desorienta- cién. Una desortentocién voluntaria: no como resultado de haber ingresado a los barrios con un mapa extempo- rdneo que arroja coordenadas de otro tiempo (hist6rico, politico, cultural), tampoco con un GPS que esta perma- nentemente recalculando su lectura de la espacialidad suburbana, Desorientaciin voluntaria como axioma sensible y como anti-metodo al momento de salir a ver qué pasa en los barrios. Asi, en plena desorientaci6n encontramos como alla- dos a los pibes. Pibes que tenfan una potencia de decir, y un lugar de enunciacion que desestabilizaba los otros lugares instituides; o que directamente pintaban otra realidad barrial. Una mirada novedosa por inédita, por no ser escuchada sino representada la mayoria de las veces.,, Subidos a los rajes que se habilitaban, intuimos que lo que tenian para decir (un decir que no es slo par- Ja, un decir que implica el cuerpo, que toma la profunda realidad sensible para hablar} tocaba lo profundo y lo complejo de los nuevos barrios, eso exuberante ¥ cadtica que log otros "puntos de vista" no podian leer, 8, eea potencia de decir, menos capturada por los dis- cursos instituidos, portadora de cierta inocencia y miste- rio nos captur6. Asi se dan las alianzas después de todo, Con eaa allanza inventarnos —flasheamos— un mode de leer los barrios actuales. Una lectura vital y sensible de los nuevos barrios: nuevos por mutaciones objetivas pero también, y sobre todo, la novedad esta vinculada al o a la percepeién -en gran parte— inédita. Un nuevo oe que no es distinto a los otros barrios, pero a su #2 lo es totalmente, Y acd estamos, convencides de au. ; tmauchos se les escapé la tortuga, gedmo no eke ee fe ares nae Para decir?, zeémo no oir, des. i cualquier lenguaje conocido, lo que los prota- nie nits célebres de los nuevos tare oe THOS De esto se trata también este libro, Sepuimo: el recorride, pero no solos, Quid Neve Ia gorra devi : pregunta e intente de realizar una carlograffa —4 ir nalmente inconclusa y ablerta~ de log fe junto a sus protagonistas mds inquictos... ere 1 Nuevos barrios Algunos protagonistas: los pibes y pibas que estén en la esquina, o encerrados en su casa, © que a veces no estén, desaparecen; los que estudian o estudiaron a ye. ces, aquellas estrellas virtuales, log pibes silenciosos, ba- joneros, fija en los policiales; la transa, Ja madre, la re- Presentimte-vecinal; el puntero, el que aguanta las malas cuando joden; la mina del comedor, el que estudia para Fajar, e] que roba para vivir, el que hace changa para zafar, los que trabajan para miuglear, las que culda njalimentan/ mueven a sus hijos para donde vayan, los loquites de la iglesia, los policias del barrio, los que duermen en otros barrios pero pasan tode el dia en la villa, los trabajadores sociales, log maestros, los militantes, Uns barrio pueden ser sélo dos ewadras, © una esquina © un tersitorio municipal, segin quién Io habite... Las variadas formas de nombrar y recorrer el barrio nos ha- blan de la multiplicidad de formas de vida barriales, de los distintos cuerpos que aguantan por ahi, :Dénde se conectan estas multiples formas de vida? eQué hay de comén en los barrios hoy? éla sola candicién estructn. ral de vivir en un mismo lugar determina wna communi. dad? {Qué se comparte, por qué se pudre? :Dénde brota felicidad, y dénde dolor y muerte? ¢Quién [leva la gorra hoy? Vos Hewis ia marca deta gorra f y toed, que te la vvelo ahora. G. Deleuze Una sociedad silo le teme a una cosa: al diluvia,., Mala Fama A la pregunta la parieron los acontecimientos; por esos dfas de diciembre del 2019, las fuerzas del orden que entran a los barrios, el Indoamericano y sus efectos, la steacién del Ministerio de Seguridad, la Gendarmerta recorriendo los barrios, los “vecinos" saliendo a la calle enfierrados (¢para defender qué y de quiénes?), los mapas de la inseguridad virtuales, las camaritas de seguridad que proliferan por todas las localidades del conurbano, las mesas de seguridad barriales planificande patrulla- jea por “buenas” sagacidades vecinales, gobiernes me- didticos de la “inseguridad™ jugueteanda con los dnimos, el gatiller fiicil y la muerte como fija (dos frases que se repetian en cada encuentro con los pibes).., (Quién leva la gorra hoy? es una imagen del deshor: de, una pregunta que es como tina investigacién abierta, que encara (sin cerrar ni codificar} la complejidad de los escenarios urbanos y suburbanos de la actualidad, La apuesta no es ficil, se trata de mantener audible el grit: interrogente sin volverlo certeza que cierre la Prepunta ¥ nos tranquilice. ¢Por qué esta tan al alcance de todos, sin ser exclusive de nadie, el geato de ponerse la gorra come un modo leer y actuar sobre el barrio, la ciudad, frente a la vio- lencia-ambiente? Que los nuevos barriog {epos-barrios?, 1a ipos-vecindad?} stan mas camplejos, significa que S ‘tu calles, en sus pasillos, en sus cuadras exigien ee variables que explican el mundo, mis igre pueden provocar la violencia difusa del anes ¥ ese lencia concreta de sus pliegues, pero lam = ok formacién sensible a veces, sin procesat) en = a pibas que lo habitan (que a su vez estan pues bao sengibilidad sin filtros), Barrios complejos a : ve moldan y alteran su frigil see SS oe emocionales, por choques entre bandas, p = evecines y en las familias, por violencia de la pe A a eae de algune que se enfierra, i geste y cada movida que se arme hoy tuviera “ eo dosis de quilombo a punto de sollarse feada . = movida en la calle, cada negocio que se encare sborde...}. . ee. complejos no aceplan saan neg en Gltima instancia que provengan exc senna de pertenencias de clases o grupos sociales sp - de la impunidad del poder policial. de la ican : narcos o de bandas, de la inseguridad, ete. rp aa plica Ta sltuacién de los barrios una especie de violen ue le taca le toca). Se clernentos que pe ee cuenciaa a priori, no significa que los es sre cargados. En cada escenario, en cada pantalla - . complejo hay que mapear cudles son los elemen’ a detertinan la situacion, © ie nee sepa de explicaciém; a veces serd ia vi i tonal, — a milter fac entre ae unitario, otras el chaque ent . oe canine: otras las bandas eS parriog se pusieron mas complejos, hay que desde diferentes lugares, y ver el plano sensible sobre el cual toda esa violencia se despliega. Ponerse la gorra ea hacer un cdleulo de las fuerzas que se fuegan en la sitzacién, y actuar tratando de im: poner una fuerza que ordene los elernentas de lo suce- dido. Esta operacién la pueden hacer diferentes actores barriales. Claro que no todos los gestos y actores tienen igual alcance y eficacia, pera ef comparten un suelo comin y una tenalidad, una especie de “saber-leer" y “saber-actuar" en log nuevos escenarios, un arsenal de estos que ya parten de Ja precariedad (tanto en su senti- do més abstracte como en el m4s concrete) como super- ficie barrial y operan con (y en) ella, Ponerse la gorra es una situacién esporidica y cam- biante; pero tampoco se trata de un puro azar, y si bien Ser protagonista de ese gesto esta al alcance de todos, tampoce depende exclugivamente de una “decisidn"; engorrorse implica un gesto y un movimiento que es un hacerse cargo particular del desborde, Un hacerse cargo que en realidad es un segundo acto, ya que el primer movimiento es leer como “inseguridad’, riesgo o peli- Bro, el escenario o la secuencia de desborde. De la pre- cariedad y el desborde se pueden desprender muchas cosas: gestos cormiunitarios, aguante, creatividad.,. pero también, y es esto un signo de época, el Besto veloz ¢ indiscutide de ponerse la gorra (que inchaye y excede la criminalizacién, la vigilancia o la delacién, etc). Un robo, una pelea, un roce o unas miradas cruza- das, cualquier micro-quilombo barrial pone en evidencia la precariedad no solo de las instituciones que intentan regular nuestraa vidas, sina también Ia del lazo y las re: des cotidianas, Cuando se codifican determinados he- chos del desborde como inseguridad o como ocasién de Tra, 5 personalizan ~se subjetivan—- (fie ee bis, ese fiat agquel sacadito, eos atrevidas, ee tachivaches...) devenizes foriaies que arraigan en situa- i undas y complejas. Tiree i der la gorra dice por sf pala que esa gotra esta a disposicién de todos... Ya no My nadie de por si dueno de la gorra, nadie tiene a su sola disposicién el poder de marcar el orden dela calle, au que todos quieran, ante el quilombo, crear aa marday (por mas que en el fonde se sepa que ese — es situacional, volatil...). El engorrarse real, mds al a de Jo anhelado, entonces, se acopla, segtin la situacién, a poderes como el estatal-policial o gendarme, el transa, el del mercado, el de los valores familiar-cristianes, a La constante es el miedo y la gorra come clave dela rela- dén, ¥ su singularidad es que los cuerpos en los que en- cara van mutando, al igual que sus modos de operar.., En otraa palabras, ponerse fa gorra es cifrar -y ES la informacién compleia y multiple que circula en los ba- rriog actuales en términos de inseguridad /seguridad. (Sobre qué terreno se desplaza la gorra? Hay av trasfondo sensible que ¢s el mieda, el temor hacia loa otros con quienes s¢ convive en el barzio. El a ami go, hermano de aquel, los de aquel barrio. oe ie ila parte dela villa, el de la otra esquina... puede me : peligro, hay que estar atentes, puede pier Una oe rodar por ahi mientras juegan tus hermanitos, pu : chorearte, caparte, Hevarte ala mala vide... La ae : encierra en sus casag; los pibes no ee encle rro y salen por ahi.,, pero casi siempre el miedo — escenografia barrial. Que el otro pueda ser perci ae como peligro y con temor es una manera de decir q la precariedad (guna Precatiedad totalitaria?} es la que manda y configura la piel sensible barrial, Una preca- Hiedad que no empieza ni termina en lo material (abu. ros, vivienda, transporte), sino que también esta en la fragilidad de toda convivencia, en la precariedad de lag formas de vida posibles (en cuanto entrecruzamiento y velaciones endebles sin suelos comunes, en cuanto a imagenes compartidas, etc,), El otro puede desesta- bilizar el fragil equilibrio que mantiene a las vidas en semi Rote. Una madre puede denunciar a la policia a 8u propio hijo si ve que anda en alguna y pone en peli- gro el slempre endeble equilibrio del hogar, a sus otros bijos, el qué dirén de los vecinos. El otro que se cruza en mi camino puede ger chorro, aliado 9 sospechoso, aungue Io conozca, o le tenga de vista, pero primero slempre aparece la marca, ponetla en algtin lugar del nivel de peligrosidad, Nunca es un Par, © parte de un mismo cuerpo, que junte al de uno puede sostener y armar vida, Precariedad que se tataliza tambien cuando la far. roula hegeménica es Ia autogestién de la propia vida en esas condiciones, armarte una vidita y cargar con el Ptso de ello... En todo caso, si hay alge que puede escapar al marcaje de peligrosidad es concebir al otro como victima ¥ sujete de la caridad, paro el suelo sensible es el niismo (el caro- 20 del asunto sigue slenda el temor}. La pregunta por quién leva la gorra nos tiene que Uevar a Ja pregunta inversa: ¢c6mo se pueden habilitar modos de habitar las situaciones sin engorrarse?, 0, me- jor dicho, :cémo crear formas de cuidade, donde el otra ne s¢a una amenaza oun damnifieado? 21 También nes planta una inguietud por como serfa una nueva adultez, una adultez distinta: en pu didloges con pibes aparece la adultez como una rs . lidad que enseguida tiene como clave pensar en t a nog de peligro o de miedo, La adultez come ua oe lidad que habilita el ponerse la Rone delegarla jel a = a los gendarmes en el barrio por ejemplo, por ea los adultos o de los pibes cuando-piensan-come-adultos, i n de esta). = seuiek Teen la a hoy? entonces ¢3 la pregunta pata este escenario, una pregunta que como un ee busca mantenerse a flote entre la precariedad y los cédl- gos del securitiseno. Cuando gatillar es facil “Lo matoron de una penalada en el corazon... flkxeron los pie bes de alld... bah no sé... era un Gil... tena 16 creo... mejor que lo mataron, sing lo mataha Fo..." “Se cagaron a tires, mutierors tres pibes... creo que algunio era deacd, pero na sé... no podia salir a la calle... ~E One pasd? Pweron a comprar vse encontraron Juste, pa estaba tedo mal entre estos pikes... Era un atrevido ese. Hace ya das semanas que se emetest- fran yp se cascolenn...”. "3 Pero sabés a quién mataran?,,, ~Aalgune, no sé... que se maten entre ellos, vos qué te metés”. Chatlibamos con unos amigos en Don Orione una mafiana.. Secuencias de muertes que quedan debaja de nuestros repistros, muertes que pasan, muertes que no importan, muettes de enfrentamientos entre pibes, en- tre bandas de diferentes barrios, El gatillo facil a veces no es exclusiva de la yuta, BE] gatillo es ficil cuando se tompen los cédigos que contienen, De este modo thamos vienda que cuando Ja muerte aparece como fija en el barrio, como noticias que pasan asi noméas sin pestafler, esos tica de lo escalofriante se nos vuelven indiferentes, ¥ no eg gratis este movimien- to. Si la vida del que cornparte com vos una forma de moverte, de andar por el barrio, se vuelve indiferente, necesariamente tu vida entra también dentro de lo des. cartable; una fija, Entonces cualquier muerte se {ustifica, y justifica cualquier otva muerte mis enel barrio, o enel barrio de al lado, 9 en el de rns alla, La charla seputa, y se hacia muy dificil armar un dis- curso én comitin acerca de las muertes que se sucedian en el barrio, Faltaban imagenes y palabras para lo que iba apareciendo. O se producia una distancia pesada con lo sucedido, legitimando la repetida justificacién po- licial del ®ajuste de cuentas", en un tenebroso “que ge maten entre ellos"; o la opcién era rendirse a una fatali- dad indiscutible, natural: “cuando salis eabés que podés no volver". Diflcilmente se podia poner en cuestién esa naturalidad ante la noticia de que aquel que ayer estaba, hoy no esta. Lo que era claro era que estas titiertes pa- reclan no importar, que pasaban como fija; cualquiera pod{a morir de cualquier forma... El paisaje de fonde de la chazla, de las noticias de violencia y de casos de muer- tes en Don Orione es siempre una mirada que se activa todo el tiempo entre los vecinos, los que pasan por abt ¥ se enteran, y hasta entre los amigos y familiares del pibe asesinado.., una mirada que deja escapar un “algo habra hecho" o un “por algo sera” y que cubre todo de acepta- cin y justificacién. La ecuacién eg: pibe chorro (o pibe posiblemente cho- rro} = vida que no imporla. ¥ esa mirada entonces se vuelve el finica modo de entender y captar los desbordes en el barrio, mas alla que después todes nos enteremos de que la mayoria de las muertes no sélo respondan a la “inseguridad” o a la “violencia entre bandas", sino que incluyen muchos desbordes sentimentales (peleas de parejas, familiares, entre amigos} o choques y roces conlingentes, azarosos (peleas por un vuelto, ® porestar secos). Da igual: las miras se activan, y se cierra el proce- so de pengar la muerte. "Seguro que era chorro™. Todo se traba en este punto, Los silencios, la vergtien- za, la impotencia de no poder ir mas alla de estas senten- cias, incluso en los mismos pibes y pibas que comentan tin nuevo caso de muerte barrial... Se corta cualquier movida de pensar la violencia en el barrio, activar otra mirada, conjurarla, volverla un problema de todos, hacer alge con eso, La muerte coma Hija es un mecanismo que actiia al interior de los cuerpos, los gestos, los modos de plantarse y andar por los barrios: es una forma de leer las vidas y lo que elas significan, donde la muerte se vuelve un destine posible, o inevitable, con el que cargan algunos. Una pantalla de juego donde la indiferencia o la aceptacién aparece tapando todo, como si fuera una anestesia necesaria para andar en este juego... Pero si no podemos pensar la muerte de un amige, un conocido, un pibe del barrio, esa violencia permaneceré latiendo, crujiendo entre nosotros, desarmando cédigos. Con la muerte come fija, el “A mi no me importa mo- vir", que puede ser o pudo haber sido un pesto potente (desafiante, de aguante, de plantarse} carnbia de sentido y se desplaza lbremente por el barrio, incapaz de hacer- le frente a esos “seguro que era chorro” o “qué te im- porta, seguro en algo raro andaba". Algo importante se fuega en el acto de gatillar o andar calzade, en las muer tes y peleas entre bandas... hay vides que cargan con el riesgo, que llevan la muerte como fija en sus eapaldas.., algo hay que hacer con eso, decian o callaban los pibes de Don Orione esa mafiana tan comin como las demas, Stioce, ese chabén es ve gatillo fitcil, La frase nos descoloca: mudez, pero también enorme signe de interropacién. El pibe que habla no se refiere a un policta, sinc a un recho ("un gil"), Un posible escape (discursivo} de fa situacién de perplejidad, seria darle vueltas al significado social 25 26 del “gatillo facil", historizarlo, gSaben ustedes qué es of gotillo facil, de donde salid esa expresidn? Otra salida seria bajar linea desde las retoricas militantes reconocidas: no tenemos que banalizar un enunciade que ha sido mo- vilizador a nivel social » necesario para la visibilizacién publica y medistica de las vidas que no importan y sus aniquilaciones, Decidimos rehuir a las salidas obvias y alos cédigos conocidos. Agudizamos el ofdo y escucha- mos, Pensarnos que eso legible y anémalo que se nos presenta roza nuevas “verdades" barriales... ¢Qué intenta leer -aun en su ambigtledad, en su uso difuiso y berretinero— esta resignificacién del término? De otro modo, mds acd del enunciado que cambia de signa, ¢qué se intenta poner en primer plano?, gcudnto de sintamitico tiene este uso reversible? $i, es mis pre- ciso hablar de uso reversible c ambivalente del enuncia- do, que de resignificacién, Movimientos y secretarias de Derechos Hurnanos, orgartizaciones politicas y sociales, militantes politicos de distinta procedencia seguimos utilizando el términe para hacer referencia a ese dar muerte institucional, A esas practicas de aniquilamiento de pibes de barrios bajos llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad. Vidas interrumpidas en diferentes esce- narios (casi siempre en los barrios localizados en la pe- riferia de Buenos Aires, Rosario, Cordoba o Bariloche, pero también en un recital de rock o en una cancha de fitbol}, Frente a estas situaciones, enseguida hablamos del gatille fiicil sobre todo- policial. Esta imagen con- yoca un escenario en el cual los antagonismos tienen contornos muy marcades; de un lado la "yuta*, del otro los pibes balados. Pero sin que estas dindmicas de muerte y aniquila- cién barrial dejen de operar, sigilosas mutaciones en los lavos sociales y en los cédigos y modes de vida subur- banos, hacen emerger nuevos moldes para la muerte violenta. Si el gatillo facil se monta sobre una sensibi- lidad que asimila peligrosidad social con los pibes de los barrios pobres -0 a veces, con Jos pibes sin m4s- encargandose de las vidas sobrantes, cooperamdo en la neécesaria modulacién social que realizan estado y mer: cado para el reaseguro de la paz social del consurno. 0 disciplinando a los que rechazan los mandatos sociales del buen vecine y del buen trabajador, o controlando lag fronterag que separan el centro de los madrgenes de la ciudad, cuando gatillar es fiicil es el emergente de otro terreno de juego, Muertes producto de “la insepuridad" ode violencia entre bandas, pero también de desbordes emocionales, como deciamos, De hecho, el mayor por- centaje de hornicidios caen en esa casilla de conflictos fon conocidos (familiares, vecinos, parejas}. $i aquel dar muerte institucional (o para-institucional aun por parte de las propias instituciones) se ocupa del desborde so Cial, este otro se activa frente a nuevos desbardes, Muer- tes difusag ¢ incontrolables en donde todo se jode yse pudre, Muertes aleatorias, pero no de cualquier aleato- riedad, sino la de Ja precariedad (de loz vinculos, de los cuerpos, de los lazos.,,). Cada época se da sus guerras y fabrica sus muertos, La ciudad, el barrio, los margenes, que son mda centro que nunca —por lo que se juega en sus calles, por ser la- boratorios de nuevos dispositives de seguridad y de nue- vos negocios y entramados-, y los pibes y pibas que los patean estan reinventando la muerte. Mutan las formas de vida, también lo hacen las maneras de moriz No soy mas tu amiga En la actualidad, la guerra se juega a otra escala. Gue- tras sociales; guerras de modos de vida, pero también querras por la vida, por mantenerla a salve de (y en} la precariedad y la violencia-ambiente. Con la emergencia de cuando gatillar es facil, vemos que los estereotipos muchas veces no sirven para definir a los jugadores. y hasta ernbarran mg la cancha. Claro que hay arruina-guachos, cachivaches, transas, slcarios sin maa, pero estos no se reducen a suijetos, Estas imd- genes no circulan tan simples. eQué imagenes previas existen del otro al que se mata?, ghay imigenes de vidas que no importan porque galillar es ficil?, o gporque hay vidas que no importan, gatillar es facil?, {qué pasa en ese momento en que “es mi vida o la del otro"? ¢Hay sencilla. mente frialdad ¢ indiferencia ante la vida de los demas? En el medio de las transformaciones sensibles, hay una que destaca; pareciera que nos acercamos alaera del pos-amigo, Ya no podemos manejat log supnestos tran- quilizadores del amige barrial (amigo por conocide del ba- rrio, por compatiera de ranchada, por usufructuar juntos una esquina 9 por aguantar al mismo equipo de fatbol, menos afin por vivir en la misma localidad ofra los mis- mos lugares). Quizds, se trate de la destitucién de la figu- ra del semejante a escala barrial. El otra, antes que amigo esgil, Este pasaje -o de nuevo, pata no ser tandefinitorios, convivencia entre diferentes ligicas— encierra una singu- laridad, £] otro como gil no es el otro como enemigo. Si el ex amigo devine enemigo, la guerra seria abierta y violen- ta, pero se podria seguir leyéndola a partir de codigos de bandas enfrentadas o de fricciones por la colonizacién de una esquina o por el respeto barrial. Pero cuande el otro es gil, Pierce hasta ese estatute de enemigo. Un gil es un cualquiera. Su vida vale menos adn. Fl desfondamiento del ultima cédige de sociabilidad barrialmente reconeci- do {eh amigo, équé onda?| arma un nuevo escenario, Defender la sociedad 9 sostener lo comdn Los discursos sobre la inseguridad generalmente sedan en términos de la urgente y vital necesidad de definder Ta sociedad, ¢Cimeo es que se pide castigo pata aquel que dané una comunidad que ya no es tal? ¥ acd entran los pedidos de mano dura a ‘la Justicia” come también los linchamientos barriales —u otras formas de justicia por Mand propia, cuerpo-a-cuerpo—, iQué se intenta proteger entonegs?, équé busca reparar el castigo?, gopera un nino cuando se exige seguir defendiendo —como a fa hubiera— a “nuestra comunidad"? (Ese “defender la comunidad" puede ser un mero disfraz del defender la propiedad privada, la propia vida, la familia... zpero por qué hace falta la inscripcién en la comunidad? ¢Heren- cia de las luchas y discursos “progresistas"?, gmero ci- nismo?, gconveniencia?, jinscripcién inmediata en los medios si se menciona a ‘la sociedad"?, La pregunta que vale la pena hacerse es qué pasa cuande el punte de partida es la ausencla de experiencias comunes, colectivas, desde donde pensar la “seguridad” de la vida barrial. ¥ la de cSmo Proteger espacios real- mente comunnes. $i por milagro se da lo comtn, geSme le defenders del estado, del mercado, pero famnbién de Jas desestabilizaciones propias de cuande gatillar es ficil? Otre necesario desplazamiento, entonces: del definder Ia sociedad a la pregunta por el cuidado y | i a prot los milagros comunes, ee paeenee 29 ED Gatillar es facil (pero noes gratis) Que gatillar sea facil no implica que sea gratis. ¢Con qué se paga entonces?, cuales son las monedas de cambio de esta nueva economia del gasto barrial?, gqué es lo que vuelve? No hay culpa, pero hay deuda. No deuda moral, religiosa, sino otto modo de endeudamiento. Se puede pensar que ese gutillar facil es un acto pro- pio de la banalidad del mal; indiferencia, insensibilidad con reepecto a la vida del otro 0 a Ja vida comtin, equiva- lencia general de vidas (todas palen nada). Bang Bang y listo. Pero no: na és gratis, y murica gatilla "uno", alguien solo, un individuo, por eso no hay culpa entendida como responsabilidad individual. Gatillar es facil porque el terreno es de bandas (no de “bandes"}, incluso cuando aparece “uno” y gatilla, “Yo" es “otros”. Las bandas exor: cizan, expian, des-responsabilizan. Bandas, pero sin ética de lo colective, Mas todos contra uno, que todos para unc. Bl supuesta individual de la existencia (y la ética que lo sustenta: si hay uno, hay otros) parece desfondado, ¥ pifia entonces el que busca sentidos a las acciones individuales de los que gatillan facilmente, o el que se caparita por la pérdida del estatu- to del otro como par. No es s6lo una crisis moral; es una mutacién en las relaciones de fuerzas y, por supuesto, en el mapa sengible y afective. Se trata de comprender esta nueva sensibilidad bandalica... Se trata de una monadologia lumpen. Siel axioma es la banda, gatilla una fuerza que no es personal ni indivi- dual, sino banddlica, Nada personal, a fin de cuentas, El bandalismo exculpa y esgrime de cargos individuales a la hora de afrontar el vuelto (el conflicto se despersonali- za}, El bandalo no paga un crimen, Hay que aceptarlo; el bandalismo es bastante monstruese y amoral, Terreno fértil para una nueva economia y caleulo barrial a gran escala (narco, mafiaa, etc.\ ePera entonces por donde viene el endeudamiento mencionado? El endeudamiento es un modo de suietar- sey funcionar “activamente" en esta nueva economia de gastos y apuestas. Es estar adentro. Anotarse en el fuego, tomar el crédito con el que se inicia toda negocia (o todo. fuego, da casi igual), El que participa det gatillar facil, queda disponible para ser acreedor, pata deber, o para comerse un vuelto... Pedagogla mercantil, curse acele. tado de emprendedores rapaces, Curso obligada: no hay un afuera posible del negocio, o porlo menos, no es tan facil armar ese afuera, hacerlo Aguantar... Precariedad totalitaria Sin terror no hay sociedad. Pero Seguin la época, el terror toma distintos rostros (terror de estado, terror econémi- co), ose desplaza sin conjurarse yentonces se vuelve mis difiiso y andnimo, El terror es un limite y como tal proyec- ta una muerte posible pata aquel que se atreve a desafiarle; muerte en umn campa de batalla, desaparecide en una dic- tadura militar, muertode sobredosis, muerto-desocupado fn una ruta o en una estacién de tren, muerte por atrevi- do en algtin barrio periférico. Para peneraciones pasadas ~para los vivos de cada época~ la politizacién se findaba en Ia asuncién de esa muerte posible fincluse mucho martirologio pasaba por el extrema coquetec con esta po- sibilidad), y quien rechazaba o ignoraba este acta (sobre) vivia bajo los efectos del terror inoculado y no interrogado. Quizds sobre capas —nunca removidas del toda del cuerpo social- de terrores pasados y sepultados, o rede- finiéndolos (no le sabemos atin), nuestra época incubd su propio terror, Un terror exclusive de ta Pprecariedad, un ferror animico, Un terror que no tiene rosttos nit. dos ni agentes concretos que nog recuerden sus limites, Porque éstos tampoco son claros. Muertos si, tenemos miontones, pero siempre —generacionalmente hablan. do- nos costé nombrarlos (nvestros muertos queridos no oprimen como una pesadilla los cerebros da los vivos). El terror anfmico tiene mucho de temor a la inconsisten. cia, a des-existir, a que una fuerza inesperada —pera pre- visible— te Ueve puesto, El terror antimico es una cons- tante de la precariedad que deviene, entonces, tofaliteria, Sh 32 La precariedad ea totalitaria cuando es el cae todo lo que se arma para vivir {relacionea, me : ae trabajos, consume), cuando toma y actia so! a. dad de la vida, Cuande no es posible eee a superficie que estructure, ¥ Jo que ae : ae contingencia del dfa a dia. No se trata de la p les talitaria come parémetro de valor 6 condicién as aegat Gapbescidble lo dicho, muchas pee Ke todo- se arman en la precariedad. Pero €3 a suelo, come fonda de época, que Ae Lev generar quilombe; y este sl peer Seiad ee i wiede desan foes que son violencia latente circulando, io— de .e culdador -y propictarie enfrentarlos te vuelve cuida > ttario— d yaedai pura individualidad paranoica y solitaria (“nadie idar por vos"). : ‘ P ecaeer Sounds se vuelve un riesgo Head we alarma que resuena entre Jos cuerpos y que ae nerar dispersidn, resguarde y anhelo de Soave : ero también puede armar banda, o llevar a at a a aaead para pedir seguridad. pee eae ae x 4 ial, el miedo al la superficie social, el i : oe seded ads oa la violencia contra el oe sen que dejan entrever un fondo de terror anim uestionable. = ae varios los intentos de traducir ~a ee aes diatico, social— este terror como inseguridad, P| : aaa ies ieee de esta época, el terror animico ett s puss que el miedo al delito oa la muerte violenta. La precariedad tiene algo de viral, pera como . ae wier epidemia, no todos estin igual de expues ae = que, no obstante, hace de todos potenclales vi E La precariedad totalitaria puede ser el Irnite, el plano, el fondo comin, pero no todos estamos a la misma distan- cia de ese abismo. Se pueden pensar cortes verticales a ése plano compartide, cortes que son producto de afec- tos y h4bitos sociales muy distintos. Quizds, la lucha por correrse de la exposicién violenta a ese fondo, la lucha por salir de sus efectos inmediatos, sea la forma de la lichas de clases actuales; existe una desigual distribucién social, geogrdfica, etaria y de género a la exposicién a Ja precariedad, a los desbordes y violencias que contiene, Son diferentes los accesos a la infraestructura urbana, a los cuidados de fa salud, a las redes a las que apelar ante la quemazén urbana y laboral (psicéloge, terapias alternativas, descansos), También estag fronteras y gra- duaciones se reproducen al interior de Jas distintas Te giones de ese plano transversal a todos, es decir, existen nuevos cortes verticales especificos dentro de cada zona, En la ciudad blanca trabajan Cuerpos mds expuestos que otros ala precariedad; los motoqueros a la violencia de las calles. los pibes y pibas de un call center a la violencia de las palabras, los albafiiles a la violencia de las cosas... Si la precariedad totalitaria, como dijimos, atraviesa ala ciudad toda con diferentes grados de exposicién, en los mievos barrios se expresa al desnudo; sin redes mate- niales que la alejen, EL precipicio esta ahi noms y cast que se puede tantear (das un paso mds y sos carne muerta, ois!) La tama, la calle y la edrcel estin mucho mids cerca que un psicélogo, un amigo o un familiar que prestan dinero o una garita de seguridad que custodia Ja cuadra, Por eso, la gestién cotidiana que se requiere para man- tener tina vida a flote queda mis ripidamente desnuda ante un acontecimiento desafortunada o algiin desbor- de, Podés ser trabajador precario de la ciudad blanca, con viajes precarios, sin obra social, con educacién precatia, relaciones sertimentales precarias, enganchado con al- guna droga, pero si se cae alguno de los elementos de ese continuo -el que arma cualquier vida mula actual— de algtin modo una red te sostendra (“no estas solo"). A su vez, como dijimos en referencia a la ciudad, fronteras adentro, en los barrios, también se dan des- iguales distribuciones de los efectos de la precariedad y del terror animico: poderios hablar del corte etario (los pibes y pibas estan mas expucstos que nadie a la intem: perie, al infinite...) o de genero (las pibas expuestas a violencias sexuales, familiares, de pareja...). En los nuevos barrios as economfas violentas sobre log cuerpos (el gatillar facil, el verdugues gendarme, la légica del vuelto, ef reclutarniento de pibes que realiza Ja policia}, aparecen come signs del terror en pibes y pibas, imites difusos, secuencias que operan siempre sobre el trasfonde del terror animico.., La muerte como fija hace eco en cada Gauchito Gil o San la muerte po- sando en algin punto del barrio. Ei terror principal es anfmico, latente ante la siempre presente posibilidad de que no s¢ pueda mantener una vida en un suelo precario. Cualguier desborde posible en la precariedad, se vive bajo un aliente de terror. La ciudad estalla, y al toque hay fenamendloges de aque- ll que arde (el fuego atrae}. Pero detris de las lamas hay combustién, procesos complejes, elementos que al entrar en relacién con otros las posibilitan. No se comprenden las escenas (de violencia, de desborde, de conflictividad) et Jag concebimos como estallidos o chispazos (Qamaradas} ¥ perdemos de vista los procesos *quimicos”, a veces sutiles, subterrinecs que hay por detrés y que tienen una tempo eee yuna causilidad compleja, Precariedad totalitarta eat oe son el caldo de estas combustiones cone mic ee que conjugan elementos disf- meet namientos, guita, flerros al alcance, rejuntes * tieripo acelerada y/o tiempo ralentizado, ete. . Ge E ementog que, coma precursores quimicos, “acti an” el quilombe Jatente en Ja precariedad totalita i sueltan, Io hacen combustionar, mune See pregunta por cémo mapear los conflictos, ee , lax lamas productos de esas combustiones, zero esandando el camino, empezando na por el cons Wo ero Fiego nose ver), pnléndolos essere vem; ) pon i qué arman y cudles son Safauerte Pee DeIS agrietan o donde combustionan, .4 qué ha ie hE atentos? ;Qué percepeién hay que egeoe eae Hay qu thas i entender que este terror animice de la preca: » Siempre es anterior al modo en ‘ ie E que se intentard njurarlo, Pero esas conjuras arman barrio, rejuntan, Fe ae oe Jo social fy io politics| en cérmi *. ir. apartar una vialén mas “fsicalis! 7 Berinletis con sus meldforas e Etges (hl ase ete.) Para pensar en cambio en imagenes que eae la yisimnica qe uation, suslaricias, mezclas, com: y sey, peemposiclin, qeoléculag). ¢Cémo pensar desde en cane ct Desborde de fo conocida, de Io que entende : i ss deseable, desborde coma Impeosicién, como. silo iS ee que a Jes papeles, Decborde también do las pales rl es on es ae sclemos @ sollatias movernos, 0 aquellas is : # she z se abandonar ciertas palabras ¢ imagenes nos aleja i hae ene de intervenir polftiea mente ges ‘aria ierla “coherencia* a la hoa di: ar experiencia o una problemati Shp tiraenoe se atone ca? gHay potencla en cl balbuceo een ered, choque, 55 La tranguilidad, los pedidos de tranquilidad (que a distinguen edades} son inseparables de los ie % terror animico, vienen de ahi (qacen ya castra ss a impotentes pot aterrorizados?). Quizas por esto €! = do barrial de la presencia de la gendarmeria ve a : un intento de gestion de esos signos de! terror =e de fondo, mds que a una posicién seo P Ae de seguridad comunitario o un planteo de a . sociales por derecha. Lo cual vuelve tode mas oF re Aqui también estames hablando de les estados de . mo, donde casi siempre los desbordes soup P siclén determinante. El desembarco gendarme cs hs imagen de tranquilidad en el barrio que no se if ne lo que sucede efectivamente en su accionar alt (que estén patrullando o verdugueando alos p Heidt ejemplo}; hay ux nivel de efectividad —no ee te buscada- que modula los estados de animo barr! evios. . a Lejos de ocultar 0 desactivar sus efectos, el rejunte ¥ el hacinamiento muestran unos de los rostros mis cadtl- cos de la precariedad totalitaria; la dela vida sacial como yiolencia latente y desborde permanente. Vida Mula Eeonomla, guerra, cédigos morales, formas de vida, tra- bajo, imagenes sociales disponibles... Todo eso es un continuo, Una cadena, continuum, ni teleolégico, ni dia- léctico, ni etapista, etc., sino puro movimiento, repeticio- fies, superaciones, complicaciones, saltos para adelante y para atras, circularidades, Podés detenerte en una de lag instancias, estaciones de esa cadena y ver en ese de- tenimiento un mundo de reglas, luchas, cSdigos —se puede ver el acto de consumir, el mundo del trabajo, el ocio, la vida familiar, el barrio, como instancias-escenas deesa pelicula que es el continuum. Pero es imposible dejar de ver el continuo, dejar de enunciarle, de hacerlo visible y problematizarlo, porque sino ea trampa, que- dan indemmes las légicas si te paris en algune de los puntos y “enuncids” solo desde ahi ( “el trabajo digni. fica", “el consumo te Kbera”, "Ja familia te rescata’, “el batrio se milita"). Sino ves el continuo y desde cada una de esas fases no ponés en relacién con el resto, estig frito, apilado, y no legis a ver las profundas raices de las estrategias vitales, sus perspectivas. Los pibes saben raucho de ese continue, son expertos en saltar roles, en transitar espacios. en ser echados de lugares y conquistar otras, por eso vemos en ellos algo que nos permite reconstruir la cadena, desandar la ca- dena y mirar para adelante. Entrés un sébado a un local grande de Movistar, y ves viejos pibes chetos pobres la- burantes vagos comprando teléfonos, diciendo despra- blematizadamente "me robaron el que tenia dame un G3 XTZ con cdrnara® sallds de escena, ves una marcha

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